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20.- BUENA PARTE DEL SUFRIMIENTO ESTA EN LA MENTE. Así lo sabe el guerrero, y
sabe que en la mente hay que resolverlo. De tanto mirar el pasado y el futuro, el ser
humano no se dispone sagazmente para el presente. Habitando en la ofuscación e
insatisfactoriedad de la mente, no puede haber comunión ni con uno mismo ni con los
demás. El guerrero espiritual enfrenta su mente, se encara a lo conceptual, enfrenta la
compulsividad del pensamiento reactivo, aplica la ecuanimidad a sus viejos impulsos,
comprende que la mejor defensa es no alimentar neuróticas autodefensas, se entrena en
dinamitar los fundamentos del ego: identificación con la forma, el nombre, la imagen
idealizada y la autoestima, la infatuación, los condicionamientos y adoctrinamientos, las
reacciones y hábitos mentales, y otros.
El guerrero aprende a estar en sí mismo, desde la serenidad. Si no aprendemos a estar
con uno mismo, ¿dónde podremos ir que nos sintamos bien? El guerrero espiritual se
desnuda psicológicamente para ir más allá del tardo de su psicología. Sabe que no hay
proceso sin sufrimiento, pero no genera sufimiento sobre el sufrimiento. No cede a las
fantasías, construcciones y coleccionismos del ego. Sabe que para ser hay que no ser.
Es el ego el que persigue y huye. Es el ego el que se aferra a los logros y se frustra; se
sacia y se aburre. Pero cuando el guerrero se sitúa más allá de su ego y aprende a estar,
descubre la inmensidad sin orillas que todo lo penetra.