Sunteți pe pagina 1din 2

REFLEXIÓN NAVIDEÑA

Queridos hermanos de la Comunidad de la Parroquia Nuestra Señora de Los Dolores, Capillas de la Inmaculada
Concepción (B° Sanidad) y Santa María de los Ángeles (B° Champagnat).
Hace muchos años que mi esposo y yo trabajamos en diversas grupos y/o actividades parroquiales.
Hemos visto ir, venir y partir hacia la Casa del Padre a varios sacerdotes.
Fielmente hemos incorporado en nuestros corazones a María, nuestra Madre y a San José, su castísimo
esposo, a quienes eligió San Leonardo Murialdo como modelos en su vida. Así, que estamos intentando seguir y
cumplir su ideal.
Compartimos, con nuestros Sacerdotes y hermanos momentos muy profundos, alegres, tristes, penosos,
dolorosos…“El que quiera venir conmigo, que cargue su cruz y me siga…”
Con mucha pena, siendo mudo testigo he vivido y participado en las “internas parroquiales”, entre
miembros de las distintas actividades.
Quiero hacer público esto y compartirlo con ustedes, con el propósito de desenredar la madeja; entre
bambalinas, sé que hay muchos que quisieran hacerlo, pero unos por prudencia (¡?), otros por timidez o por
cobardía lo murmuran o callan.
La Palabra de Dios nos dice “… mi mundo no es en esta tierra…”, “…no es para los tibios…”, “…
sepulcros blanqueados…”, “… no es lo que entra en el hombre, sino lo que sale de él…” (Santiago).
Me pregunto…
¿Somos cristianos de fundamento o de vidriera?
¿Qué estamos construyendo?
¿Dónde está mi Cristo hermano?
¿Dónde nos olvidamos lo de la salvación en racimo?
¿Vivimos la Santa Misa?
¿Hemos entendido realmente lo de SERVIR o lo hemos cambiado por el BRILLAR?
¿Hemos olvidado el significado real del SI de María?
¿Y aquello de “…no he venido a cambiar la ley, sino a traer un nuevo mandamiento: Ama a tu prójimo como a ti
mismo…”
¿Somos realmente colaboradores de nuestros hermanos y sacerdotes, servidores como Cristo?
Les pedimos ayuda, auxilio, palabras de aliento, oración, sanación, que se nos perdonen nuestros pecados y más,
y cada vez más, y nosotros qué damos? ¿Qué entregamos?
Es duro y triste reconocerlo, hermanos, pero sembramos confusión, discordia, charlatanería elegante o
barata. ¿Quiénes salen perjudicados? Ellos nuestros pastores, vulgarmente nuestros curas. Ellos que
desprendidamente ha renunciado a todo por nosotros, y en silencio o con acción se nos brindan, dedicándonos
minuto a minuto su vida, su descanso, su tranquilidad.
¿Cómo les retribuimos su dedicación y esfuerzo?
Decimos: voy a la Misa de… porque es realmente un cura, o a la del otro porque es más corta. Pedimos tanto
tiempo para nosotros y cuál nuestra respuesta? … quejas, excusas, murmuraciones y de vez en cuando y si puedo
o hago un esfuerzo asisto a alguna reunión, una charla de formación, a una meditación o reflexión.
Eso sí, llegan fechas claves (Pascua, Fiesta Patronales, Navidad) y aparecemos todos. ¡Cuanta tristeza!
Mirémonos hacia adentro… no es verdad? Duele, pero es la realidad, lo sabemos y no queremos reconocerlo.
Dios es misericordioso, nos conoce uno a uno y nos quiere con nuestras debilidades, porque somos sus
hijos y siempre nos espera con los brazos abiertos “… no he venido por los justos sino por los pecadores…” ¿En
qué lugar creemos que estamos?
Nuestros sacerdotes son hijos de Él y también como cada uno de nosotros, no son propiedad de nadie,
solamente del Creador.
Apoyémoslos, ayudémoslos, hagámosle menos espinosa su misión, a pesar de haber escuchado “… ellos están
preparados para todo…”; no pensamos un instante que son humanos como nosotros, que se cansan, se agobian,
se enferman, se equivocan, se arrepienten, se ríen y pueden tener sus propios amigos. Salvo en el “equivocarse”,
a Cristo no le pasó lo mismo? “…no juzguen y no serán juzgados…”
¡Qué dolor! Cuánta indiferencia, rencor, envidia, celos y mucho más ¡qué amor tan pobre! en una
comunidad parroquial de casi 20.000 personas. Seguramente que en este momento todos pensamos “…yo no soy
así” “El que esté libre de toda culpa, que arroje la primera piedra”
Si nosotros sentimos dolor… ¿cuántos más estarán sufriendo el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo junto a María
Madre, al contemplar todo esto?
¿Dónde quedó la venida del Redentor del mundo? ¿En qué lugar de nosotros habita ese Dios vivo?
El Santidad, el Papa, no se cansa de pedir perdón. ¿Nos cuesta mucho intentar imitarlo?
Ayunamos y rezamos por la paz del mundo. ¿Y por la paz de nuestra comunidad qué hacemos? ¿Cómo
la lograremos?
Yo misma ante comunidad, pido PERDÓN, si con mayúscula, porque también hablé, juzgué y confié de
y en los demás. Tal vez mis palabras no fueron las adecuadas y fueron de por sí apresuradas, pero jamás tuve la
intención equivocada en mi corazón. “No hago todo el bien que quiero, pero sí el mal que no quiero”
Con todas mis falencias humanas. Quiero a mi prójimo e intento ayudarlo y respetarlo.
Hermanos ante esta Navidad, en que festejaremos el nacimiento de Jesús, símbolo del nuevo hombre,
abracémonos, perdonémonos y respetémonos unos a otros con nuestras virtudes y con todos nuestros defectos.
Hoy en mayor o menor medida estamos sufriendo por alguien o por algo; una palabra, una sonrisa, una
mano en el hombro, un gesto pueden cambiarnos la vida. Seamos una semilla de paz.
Que nazca hoy la Revolución por el Verdadero Amor Cristiano. Dejémonos embarazar por Dios y
demos a luz ese hombre nuevo que el Señor nos pide. El mundo necesita de “locos”, sí, de locos por Él, capaces
de renunciar día a día un poco de nosotros por el hermano.
Cuidemos a nuestros pastores y a nuestra comunidad, para poder ser “sal y luz para el mundo”,
“fermento y levadura”, “semilla de trigo”, “grano de mostaza”.

Feliz Navidad y un verdadero año nuevo !!!

Los quiere. Una hermana, que con sus imperfecciones en su peregrinar y tropezando día a día, intenta alcanzar
algún día, el gozo de llegar a la casa del Padre Celestial.

No firmo esta reflexión por que pensar, meditar y juzgar es parte de cada uno. “Lo esencial es invisible a la
vista”

Gracias.

Tiempo de Navidad del año 2001.

S-ar putea să vă placă și