Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Durkheim es el mismo un hecho social, esto es, una entidad existente en el espacio de la
conciencia de la comunidad, en este caso, preferentemente, de los sociólogos.
Dijo Durkheim que “el humano es una partición en dos sustratos, dos conciencias, una
individual y la otra social”: es en esta segunda donde existe la presentación social que
llamamos Durkheim. La misma que fue el objeto continuo de la sociología que escribió el
sociólogo francés Emilio Durkheim y de la que trata el texto siguiente.
Plan de la exposición.
a. Del objeto
Es la consistencia hasta el barroquismo de la letra social francesa, tanto en Durkheim como en el gran durkheimano de la época, J.
Baudrillard.)
b. De la nueva sociedad
El segundo eje se constituye respecto de a la sociedad histórica del siglo XIX Y XX.
Digamos que, como es habitual por lo demás en los clásicos, toda su reflexión va
delineando una comprensión de la conciencia social contemporánea o moderna,
deslindando y construyendo las matrices de las formaciones de conciencia social
tradicional o premodernas. Es lo que trataremos en seguida, con el concepto de
solidaridad y la distinción mecánica-orgánica.
1 Durkheim retoma así la tarea que había iniciado, unos cincuenta años atrás, el también
francés Augusto Comte. (De hecho hace de este alusiones elogiosas y que recuperan
dimensiones habitualmente no recogidas de su potente discurso positivista).(Moya)
Escribe por tanto el nacimiento de una ciencia, y describe con ella a una sociedad naciente –y también una muriente, que
terminaba por sucumbir ante el un nuevo régimen de sociedad, inédito y casi completamente desacopaldo de lo que se sabía y
era lo social. Es la fase de la modernidad emergiendo ya de modo incontrarrestable, practciamente ya emergida en su
completituid. Pero a condición de señalar que se trata de la primera modalidad constitudida de la nueva sociedad: estaba fresco
los restos del antiguo orden. La pregunta de D. es asi,, como veremos, sabia pues interroga a la nueva sociedad por lo que la
antigua tenñia en abundancia –el lazo social.
c. Del método
Un tercer hilo en los escritos de D., propone una cuestión metodológica. No solo está,
cada vez, apuntando a describir con mayor agudeza y precisión el objeto de la sociología
–la conciencia común-, y aplicándola para comprender la nueva sociedad sorprendente
del capitalismo metropolitano y racionalizado, sino que también aprendía y modelaba
métodos de investigación social. Por lo pronto, es el primero que usa con imaginación, y no
sólo rigurosidad, sociológica encuestas y estadísticas. Pero sobre todo, es también un
continuo observador de las posiciones y movimientos del investigador social.
Su concepto del hecho social, desde lo paradójico y hasta lo obvio, no ha sido superado,
y sigue señalando con potencia un campo de observaciones de la sociología.
“He aquí, pues, un orden de hechos que presentan características muy especiales:
consisten en modos de actuar, de pensar y de sentir, exteriores al individuo, Y que están
dotados de un poder de coacción en virtud del cual se imponen sobre él.”
- No sería físico, pues designa formas de conciencia –modos de hacer, pensar, sentir-. Utiliza
varias nociones para referir esta naturaleza cultural, o de conciencia que reconoce a su objeto
(psíquicos, mentales, representaciones, de opinión, institucionales, etc.) como propio de lo
“humano” en su diferencia radical de lo físico –ya mecánico o incluso biológico.
no pueden confundirse
con los fenómenos orgánicos, puesto que
consisten en representaciones y en actos; ni con los
fenómenos psíquicos, los cuales sólo existen dentro
de la conciencia individual y por ella. Constituyen,
pues, una nueva especie y a ellos debe darse y reservarse
el calificativo de sociales.
-Pero siendo psíquicos o mentales, no se corresponde en ningún punto con sus análogos
individuales. Lo social constituiría un sustrato psíquico, o de conciencia, distinto a las
individualidades humanas. No se confunde nunca lo social con las acciones, sentimientos o
pensamientos individuales a los que, sine embargo, modela.
psíquicos de alguna manera, puesto que todos consiste en modos de pensar o de actuar. Pero los estados
Ahora bien, entiende D.,aquello que no es físico ni psico-indivudal, sino que psíquico y al mismo
tiempo social, parece, al sentido común y al conocimiento no reflexionado, una contradicción en los
términos. Es contra-intuitivo, sostiene D. el pensar en una realidad psíquico-social, independiente
y autónoma de los psiquismos de sus individuos.
Pero, como la sociedad
se compone de individuos, parece de sentido común
que la vida social no tenga otro sustrato que la
conciencia individual; en otras palabras, parece permanecer
en el aire y planear en el vacío.
Y así como cabe una psicología de los individuos, en una de las derivas del pensamiento de D.,
cabe también una psicología social, autónomas y distintas entre si. Existiría, sin más, una
mentalidad de los grupos, objeto aparte y distinto de las mentalidades de los individuos. La
sociedad sería asi un sustrato, como el individuo es otro, para sus propias formas de conciencia.
Así, por está definición, cabe hablar de dos sustratos y dos estados de conciencia en cada acto o
pensamiento: la individual y la social. La relación entre ambas será el asunto capital central de su
sociología, - como lo era por lo demás cuestión capital en su propia sociedad-.
Lo social, en D., constituye sustrato aparte y autónomo, que tiene con la individualidad una
relación de tensión por compartir el mismo campo de los hechos mentales, y hasta de
contradicción incluso, como veremos, al oponerse mutuamente como principios alternativos de
realidad.
Constituye reino aparte, dado como tal a los individuos, objetivo en el sentido más fuerte
de /autónomo y positivo, de hecho o fáctico. No agota por si mismo a la individualidad,
que por eso sigue siendo tema aparte y objeto de otra ciencia, pero no se explica ni se
determina en los estados individuales. Existe en otro registro donde propiamente ya no
están los individuos, sino entidades de otra naturaleza, esto es, sociales.
Hechos de grupos: sustrato social
Les corresponde
porque está claro que, no teniendo por sustrato al
individuo, no pueden tener otro más que la sociedad,
bien sea la sociedad política en su integridad, bien
alguno de los grupos parciales que contiene: confesiones
religiosas, escuelas políticas, literarias, corporaciones
profesionales, etc.
La conciencia sería, desde D., una dualidad : la conciencia como invidualidad y la conciencia
como grupalidad. Lo humano sería el diálogo continuo entre estas dos conciencias una de las cuales
es el campo de la sociología. Con esta concepción D proponía una teoría de lo subjetivo que ha sido poco
relevada, y que lo indica en un movimiento, y hasta tensión, entre dos lógicas que coinciden cercanamente con la teoría
psicoanálisis su planteo del super-yo. En vez de la visión de un sujeto plano y resuelto, “monologico”, como parece
desprenderse del análisis de la acción que hace Weber, D., construye una idea de sujeto dualizado. Esto será gravitante
para su potente teoría de la moral.
¿Cómo puede comprenderse la idea de una dualidad –lo social y lo individual- en la unidad – la
conciencia-. ¿Cómo puede la sociedad estar en los individuos y no confundirse con ellos?
Ya sabemos que estas otras entidades, sin embargo, no son tampoco físicas, materiales o somáticas diríamos ahora. Son, en el mejor
de los casos, psicofísicas /como Marx dice de las mercancías, físico/metafísicas/, cuya más cercana manifestación puede indicarse en
las corrientes de emoción en las ritos o en las asambleas y cultos.
En suma, ¿cómo salta la realidad desde un plano –el de los individuos- a otro –el de lo
social o de los grupos?
Discierne dos modos en que puede concebirse el salto de planos que ocurre entre lo individual y
lo social: por una parte, la perspectiva holística (todo-partes), y por otra la generativa
(Modelo/Actor)
a) Todo partes
Con todo, este camino es simplemente analógico, pero no explicativo. Después de todo la biología
no define lo vivo por su sola emergencia respecto al plano químico, sino debe formular
comprensiones propias y sustantivas de su objeto. Por esta vía D solo muestra como este
dualismo ontológico no es sorpresa en el reino de las ciencias, pero no llega a comprender la
lógica de esa transformación en el caso social, lo que si hará, a mi juicio, en el argumento siguiente
Si nos hemos
Referio a estte
aspecto para definirlos, es porque
se les ha confundido, con lo que podríamos llamar
sus encarnaciones individuales. Lo que los constituye
son las creencias, las tendencias, las prácticas del
grupo considerado colectivamente; en cuanto a las
formas que revisten los estados colectivos al refractarse
en los individuos, son cosas de otra especie.
. Como Weber, (que distingue lo social como una orientación del actor hacia otro, de lo que sea una sola coincidencia de acciones
individuales)
•
La distinción puede ilustrarse con la propuesta por F de Saussure cuando distingue, en todo
lenguaje, una Lengua y un habla. El habla es individual y la lengua es social: tienen por ello
sustratos distintos. La lengua no resulta de la suma de los hablas individuales, y el habla individual
nunca es un acto de lengua. La lengua es un código que existe como institución –unas reglas- y
el habla existe como un acto que, reglado y todo, es menos y más que la regla linguistica. Es menos,
pues no instituye norma. Es más, pues es concreto y cargado de sentido, subjeitvo y situado. La lengua es
un modo de hablar, que se impone a los individuos como ley –exterior, coercitiva-. El habla es
acción individual y concreta que utiliza interpretando ese código.
Las representaciones son sociales porque existen antes y fuera de los individuos, con
independencia de estos, aun cuando sea en las concretas subjetividades donde se
apliquen o interpreten como tales.
Es el sentido mayor del concepto institución: lo instituido habiendo sido creado por
individuos, precipita o cristaliza, dice D., de un modo que se independiza de ese origen y
se eleva a un rango distinto y autónomo, al ser validado y soportado por el grupo y su
autoridad. Adquiere rango social cuando se institucionaliza, y entonces ya se hace
compresible fuera de si mismo, en las leyes del ser social y sus procesos. Si es
institucional –como una lengua, como una moda, como un estilo, como una norma-
significa que vive en el reino del grupo y cuenta con su peso y fuerza de realidad
independiente de los individuos. Se trata de los Modelos de los individuos, nunca de un
individuo concreto en su concreta presentación. Es el grupo en los individuos, existiendo
como tal –modelos, códigos mentales- aplicados o interpretados –actos, pensamientos,
sentimientos-.
Cuerpo, forma sensible (perceptible) sui generis
Lo
que demuestra categóricamente esta doble naturaleza
es que estos dos órdenes de hechos se presentan a menudo disociados. En efecto, algunos de esos
modos de actuar o de pensar adquieren, mediante su
repetición, una especie de consistencia que los precipita,
por decirlo así, y los aísla de los acontecimientos particulares que los reflejan. Adquieren de esta manera
un cuerpo, una forma sensible que les es
propia y constituyen una realidad sui generis, muy
distinta de los hechos individuales que la manifiestan.
Como la lengua
Estos
son el origen y la naturaleza de las reglas jurídicas,
morales, de los aforismos y los dichos populares, de
los artículos de fe en los que las sectas religiosas o
políticas condensan sus creencias, de los códigos de
buen gusto que establecen las escuelas literarias, etc.
Ninguno de ellos se encuentra por completo en las aplicaciones
que de ellos hacen los individuos, puesto
que pueden existir incluso sin ser actualmente aplicados
.
Así se entiende que D acoja entusiastamente la critica que se le formula a su primera
edición de “Las reglas del método” cuando se le señala que que su objeto no fuera algo
distinto de las ya conocidas instituciones. Tomando la palabra al limite D propone incluso
que la sociología que propone es precisamente la ciencia de las instituciones. Esto es, de
aquellas entidades que existen fuera de la naturaleza y fuera de los individuos, como una
representación con fuerza de ley de realidad.
Formula así su sociología en la relación del Grupo –el ser social- y los individuos que lo
componen. De cómo, puede decirse, la sociedad està en los individuos, pero sin
confundirse con ellos, como otra forma de conciencia con la que la conciencia individual
puede, y sobre todo debe, constituirse y dialogar. No hay así conciencia individual que no
esté formulada en relación a un a conciencia social, nadie es fuera de su grupo y no hay
palabra en otra lengua a la común; Y aún más, esa segunda, se desarrolla y despliega
según sus reglas propias, del ser social, no comprensibles desde las lógicas y variaciones
individuales –espacio por lo demás para la ciencia vecina y amiga que discierne D en la
naciente también psicología experimental.
LO social es del orden de la conciencia> son hechos de conciencia, pero entendiendo que la conciencia es de dos tipos. Hay una
conciencia social /la del grupo/ y una conciencia individual. Entre ambas existe formalmente la relación que existe entre uso de buen
código y el código, entre
Los hechos sociales, según fueron definidos, no solo son anteriores a los individuos –que las
reciben en su formación o crianza por el grupo- y exteriores a ellos –están fijos muchas veces
en códigos y cuando menos en textos orales de amplia y conocida circulación- sino que
también son imperiosos, esto es, con poder de coerción.
Esta segunda dimensión de los hechos sociales, su coercitividad, permite esclarecer un rasgo
central de su sociología.
Social, es decir obligatorio, dice ED- indicando así que los hechos de los que habla tienen la
forma de mandatos a los que la individualidad debe someterse. Esto es, que se trata de deberes
que los individuos no pueden desconocer o desacatar.
Ahora bien, la coacción de la que habla D, como el registro en que se enuncia lo social, no puede
confundirse con ningún modo de coacción física, en el sentido en que puede imponerse por
cualquier fuerza; solo una fuerza constituye sociedad: la fuerza moral. Se trata siempre de una
coerción o imperiosidad por prestigio de la norma. Los hechos sociales son coercitivos pues traen
la validez del consenso grupal, y así, por el deseo de cumplirla, presionan con la fuerza moral de
ese prestigio. Se trata de obligaciones observadas y protegidas por el grupo, adquiriendo con ello
un prestigio superior y por ello re-ligante. Es decir, morales.
La reflexión es central pues permite comprender la dualidad y tensión interna del hecho
moral, que viene a constituir un rasgo clave de lo social.
Obligado articula “ob”, exterior, y lig, de lazo. La sociedad es el lazo externo (deber), que
el sujeto internaliza luego como interior (ideal, bien), y a veces redobla como religión
Cuando una representacionme s solo el deber, pero desprovista ya de un ideal, habría
dejado de constituir moral real: ya no ligaría a los sujetos entre si como una palabra del
grupo..
La sociedad es, metafóricamente, la voz de la conciencia. La misma que devuelve el
cálido reconocimiento del grupo al buen pensamiento o buen acto, o que fustiga con la
vergüenza el arranque contra norma, así sea de pensamiento. Es el libreto de aquella voz
-las normas de los grupos- pero también la fuerza y el poder de aquella voz -la de los
grupos es una palabra instituyente, autorizada y autorizante, imperiosa. EL grupo escucha
y manda.
¿Quién pregunto al hablante sobre su honor, que le lleva refutar la acusación de sin
vergüenza? Fue la sociedad, la que interroga desde dentro, pero que existe afuera, como
una objetividad respecto de la que el sujeto puede plegarse o rebelarse, pero nunca
independizarse o autonomizarse. Aun en la trasgresión, y acaso entonces más que
nunca, la subjetividad seguirá enganchada al orden normativo, a la conciencia social.
Cuando mas es libre, en principio, la conciencia individual, más revela su conexión y
acople con la conciencia social.
La exterioridad y coercitividad de lo social seria así la muestra de un plus de poder del grupo sobre
la individualidad. La existencia objetivada –como códigos, como textos, como memorias- de sus
instituciones, se impondrían irreversiblemente sobre la contingencia y singularización de los
hechos individuales. En el salto de lo individual a lo grupal, acontecería la cristalización de formas
autosostenidas, que seguirían su vida propia.
.Bien y deber
supraindividual la supremacía material y moral que la sociedad
tiene sobre sus miembros
El individuo las
encuentra ya formadas y no puede hacer que no sean
o que sean de un modo distinto a como son; está,
pues, obligado a tomarlas en cuenta, y tanto más
difícil (aunque no decimos imposible) es para él
modificarlas cuanto que, en grados diversos, participan
de la supremacía material y moral que la sociedad
tiene sobre sus miembros