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MASONERIA Y MOVIMIENTO OBRERO


PERUANO A FINALES DEL SIGLO XIX Y
PRINCIPIOS DEL XX: UMA BREVE HISTORIA

ROBERTO AGUILAR M. S. SILVA

ARLS SENTINELA DA FRONTEIRA, CORUMBÁ, MS

ACADEMIA MASONICA DE LETRAS DE MATO GROSSO DO SUL

BRASIL

Las ideas revolucionarias penetran en Europa especialmente a través de la


obra de Napoleón cuyo objetivo era la conquista europea para engrandecer el
Imperio francés.

Napoleón I Bonaparte
Napoleón I Bonaparte (Ajaccio, 15 de agosto de 1769 – Santa Helena, 5 de mayo de 1821) fue
un militar y gobernante francés, general republicano durante la Revolución y el Directorio,
artífice del golpe de Estado del 18 de Brumario que le convirtió en Primer Cónsul (Premier
Consul) de la República el 11 de noviembre de 1799; cónsul vitalicio desde el 2 de agosto de
1802 hasta su proclamación como Emperador de los franceses (Empereur des Français) 18 de
mayo de 1804, siendo coronado el 2 de diciembre; proclamado Rey de Italia el 18 de marzo de
1805 y coronado el 26 de mayo, ostentó ambos títulos hasta el 11 de abril de 1814 y,
nuevamente, desde el 20 de marzo hasta el 22 de junio de 1815. Durante un periodo de poco
más de una década, adquirió el control de casi toda Europa Occidental y Central mediante una
serie de conquistas y alianzas, y sólo tras su derrota en la Batalla de las Naciones, cerca de
Leipzig, en octubre de 1813, se vio obligado a abdicar unos meses más tarde. Regresó a
Francia y al poder durante el breve período llamado los Cien Días y fue decisivamente
derrotado en la Batalla de Waterloo en Bélgica, el 18 de junio de 1815, siendo desterrado por
los ingleses a la isla de Santa Elena, donde falleció. Napoleón es considerado como uno de los
mayores genios militares de la Historia, habiendo comandado campañas bélicas muy exitosas,
aunque con ciertas derrotas igualmente estrepitosas. Sus agresivas guerras de conquista se
convirtieron en las mayores operaciones militares conocidas hasta ese momento en Europa,
involucrando a un número de soldados jamás visto en los ejércitos de la época. Además de
estas proezas bélicas, a Napoleón también se le conoce por el establecimiento del Código
Napoleónico y es considerado por algunos un «monarca iluminado» debido a su extraordinario
talento y capacidad de trabajo. Otros, sin embargo, lo estiman un dictador tiránico cuyas
guerras causaron la muerte de millones de personas, así como uno de los personajes más
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megalómanos y nefastos de todos los tiempos. Se le juzga como el personaje clave que marcó
el inicio del siglo XIX y la posterior evolución de la Europa contemporánea. Sus soldados lo
llamaban el Pequeño Cabo (Le Petit Caporal), en tanto que los ingleses se referían a él con el
despectivo Boney y las monarquías europeas como el tirano Bonaparte, el Ogro de Ajaccio o el
Usurpador Universal.
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En esta tarea de ―exportar‖ la revolución, Napoleón consiguió algunos logros en


orden a ciertas libertades que favorecieron a la sociedad de la Europa de los
primeros años del siglo XIX. En cualquier caso los enfrentamientos militares,
las victorias napoleónicas y la transformación política e ideológica de aquellos
años en la mayor parte del continente europeo, fueron las vías para que los
postulados revolucionarios pudieran expandirse fuera de las fronteras
francesas. Hasta entonces sólo grupos muy específicos en cada país conocían
cómo se había instituido el espíritu revolucionario en la Francia de la Ilustración
del siglo XVIII.
La Ilustración
La Ilustración fue un movimiento cultural europeo que se desarrolló –especialmente en Francia
e Inglaterra– desde principios del siglo XVIII hasta el inicio de la Revolución francesa, aunque
en algunos países se prolongó durante los primeros años del siglo XIX. Fue denominado así
por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la
razón. El siglo XVIII es conocido, por este motivo, como el Siglo de las Luces. Los pensadores
de la Ilustración sostenían que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición y
la tiranía, y construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos
económicos, políticos y sociales de la época. La expresión estética de este movimiento
intelectual se denominará Neoclasicismo.

Hay que recordar que Bonaparte, entró en la escena política francesa, tras la
etapa denominada del ―Terror‖ en unos momentos en que se trata de imponer
la cordura a través del régimen de la Convencion Termidoriana y el paso a la
etapa del Directorio en el que se reclama la presenica de Bonaparte, el hombre
vencedor de las campañas de Italia.
Se conoce como Terror el periodo de la Revolución francesa ocurrida entre junio de 1793 y julio
de 1794 en el que se ejecutó a miles de enemigos o presuntos enemigos de la Revolución. El
término terrorismo, derivado de terror, designa un método de acción política destinado a
sembrar el miedo en un grupo social, racial o religioso, en una comunidad o ciudad, y en
algunos casos a desestabilizar al Estado y promover una revolución. Por otro lado se habla de
terrorismo de estado cuando este tipo de acciones provienen del estado mismo, generalmente
bajo un régimen dictatorial.

Napoleón I Bonaparte
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El apoyo militar que Bonaparte da al Directorio y el Golpe de Estado de


Brumario, fijan la revolución, la institucionalizan a través de um hombre surgido
de las filas del ejército y que pretende dar a la Europa monárquica atemorizada
por los sucesos de la revolución en Francia, uma versión menos alarmante,
como escriben sus tratadistas: Bonaparte es em estos momentos el Mediador
entre la derecha monárquica y la izquierda republicana, y todo lo que cada
grupo representa.
La fecha del 18 de Brumario
Brumario (en francés Brumaire) es el nombre del segundo mes del calendario republicano
francés, el segundo también de la estación otoñal, que dura desde el 22, 23 ó 24 de octubre
hasta el 20, 21 ó 22 de noviembre, según el año. Coincide aproximadamente con el paso
aparente del Sol por la constelación zodiacal de Escorpio. El nombre del mes deriva del
francés brume, que quiere decir bruma. Según el informe a la Convención propuesto por Fabre
d'Églantine, dicho nombre se refiere a "las neblinas y las brumas bajas que son la trasudación
de la naturaleza de octubre en noviembre". El sufijo -ario denota que el mes pertenece a la
estación del otoño, igual que Vendimiario y Frimario. La fecha del 18 de Brumario por
antonomasia se refiere al 18 de brumario del año VIII (9 de noviembre de 1799), cuando
Napoleón Bonaparte dio el golpe de estado que terminó con el Directorio y dio lugar al
Consulado. Este golpe de estado marca para los historiadores el final de la Revolución
francesa.

El Directorio
En Francia el Directorio fue la última fase de la Revolución francesa en la que, tras poner
término al Terror de Robespierre, se iba a producir un retorno hacia posiciones más
moderadas. El Directorio fue el poder ejecutivo nacional entre el 2 de noviembre de 1795 y el
10 de noviembre de 1799, siendo reemplazado por el Consulado. El Directorio tiene sus inicios
tras el golpe de estado termidoriano del 28 de julio de 1794 (10 de termidor del año III, según el
calendario republicano francés) y se consolida con la Constitución de 1795 (Constitución del
año III), que establece un nuevo régimen político. También se conoce con el nombre de
«Reacción termidoriana» inaugurando el término político de «reacción» frente al de
«revolución».

Desde las revoluciones inglesas en el siglo XVII y desde las revoluciones


americana y francesa, el movimiento burgués en favor de la libertad ha
modificado el mundo incesantemente.

El movimiento burgués
La burguesía
El término burguesía fue empleado en la Edad Media para designar al grupo
social compuesto esencialmente por comerciantes, artesanos libres y personas
no sometidas a la jurisdicción señorial que vivía en las ciudades.
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La Edad Media
La Edad Media, Medievo o Medioevo es el período histórico de la civilización occidental
comprendido entre el siglo V y el XV. Su comienzo se sitúa convencionalmente en el año 476
con la caída del Imperio romano de Occidente y su fin en 1492 con el descubrimiento de
América, o en 1453 con la caída del Imperio bizantino, fecha que tiene la ventaja de coincidir
con la invención de la imprenta (Biblia de Gutenberg) y con el fin de la Guerra de los Cien
Años.

En la actualidad es utilizado coloquialmente para designar a la clase social


integrada por quienes disfrutan de una acomodada situación económica. En el
siglo XIX la industrialización y las revoluciones liberales le otorgaron el poder
económico y político. Los revolucionarios socialistas y anarquistas
consideraban a la burguesía la clase que, frente al proletariado (los obreros),
ostentaba la propiedad de los medios de producción (capital dinerario,
máquinas, materias primas, las fábricas, inmuebles urbanos, tierras, etc).
Sin embargo, la burguesía decimonónica en cuanto que clase social, era muy
heterogénea y en su seno podían distinguirse los siguientes grupos:

La Alta burguesía

Situada en la cúspide de la sociedad capitalista. Controlaba las industrias, la


banca, el comercio y los altos cargos de la administración del Estado. Se
adueñó de muchas tierras procedentes de la Iglesia y la nobleza arruinada,
transformándose en terrateniente. Familias de significada relevancia durante el
siglo XIX fueron los Rothschild (banqueros y comerciantes), los Krupp
(magnates de la siderurgia), los Thyssen o los Péreire. Este grupo se
aristocratizó en ciertos casos, bien uniéndose con la antigua nobleza, bien
mediante la compra de nuevos títulos.

Los Thyssen
Los Thyssen siempre promovieron la aceptación de su identidad como industriales suizos y
aristócratas húngaros; también afirmaban haber abandonado Alemania cuando Hitler llegó al
poder y no haberse involucrado nunca en la fabricación de armas, el uso de mano de obra
esclava o la exterminación de judíos. August Thyssen fue el creador de una de las mayores
fortunas industriales del mundo, pero sus herederos serían más conocidos por sus
extravagancias, sus batallas de divorcio y disputas por herencia, así como por la creación y
venta de su colección de arte.
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La burguesía media
También conocida por "clases medias". Estaba integrada por profesionales de
alta cualificación (abogados, ingenieros, intelectuales, profesores universitarios,
miembros de profesiones liberales, etc.), comerciantes, agricultores
acomodados, etc.

La pequeña burguesía

Constituida por pequeños comerciantes, artesanos, funcionarios de nivel


medio-bajo, empleados diversos. Imitaba las formas de vida de la burguesía
alta y media. En realidad se encontraba a un paso de caer en la proletarización.
Buena parte de los problemas que aquejaron a este colectivo coincidían con los
de los trabajadores. Junto a ellos intervinieron en protestas, demandas y
reivindicaciones comunes, como ocurrió durante la Revolución de 1848.

Sus principios se han convertido en la base natural de la organización política y


del pensamiento de todos los grupos sociales — incluso allí donde esos
principios habían sido primero combatidos como abstracta utopía y criminal
locura no sólo por los gobiernos, sino también por los ideólogos de los medios
sociales aliados con el feudalismo y el absolutismo. El movimiento obrero ha
transmitido esos principios desde el orden político a la estrutura de la sociedad,
los ha seguido desarrollando en conexión con la transformación de la sociedad
económica por la revolución industrial, y, de privilegios de la raza blanca que
eran, los ha convertido en derechos de los hombres de todas las razas, incluso
de aquella mayoría que la expansión colonial del capitalismo industrial había
hecho primeramente un nuevo objeto de explotación.
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La Revolución Industrial
La Revolución Industrial fue un periodo histórico comprendido entre la segunda mitad del siglo
XVIII y principios del XIX, en el que Inglaterra en primer lugar, y el resto de Europa continental
después, sufren el mayor conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y
culturales de la Historia de la humanidad, desde el Neolítico. La economía basada en el trabajo
manual fue reemplazada por otra dominada por la industria y la manufactura. La Revolución
comenzó con la mecanización de las industrias textiles y el desarrollo de los procesos del
hierro. La expansión del comercio fue favorecida por la mejora de las rutas de transportes y
posteriormente por el nacimiento del ferrocarril. Las innovaciones tecnológicas más importantes
fueron la máquina de vapor y la denominada Spinning Jenny, una potente máquina relacionada
con la industria textil. Estas nuevas máquinas favorecieron enormes incrementos en la
capacidad de producción. La producción y desarrollo de nuevos modelos de maquinaria en las
dos primeras décadas del siglo XIX facilitó la manufactura en otras industrias e incrementó
también su producción. Así es que en la revolución industrial se aumenta la cantidad de
productos y se disminuye el tiempo en el que estos se realizan, dando paso a la producción en
serie, ya que se simplifican tareas complejas en varias operaciones simples que pueda realizar
cualquier obrero sin necesidad de que sea mano de obra cualificada, y de este modo bajar
costos en producción y elevar la cantidad de unidades producidas bajo el mismo costo fijo.

Este movimiento obrero, lo mismo que en otro tiempo el movimiento burgués


por la libertad, fue tratado en un principio por las clases dominantes, a las
cuales tuvo que oponerse, y por sus ideólogos, como una unión de ilusos y
delincuentes. La vida del sindicalismo, como actor central en la lucha por la
defensa de los trabajadores, surgió de la llamada Revolución Industrial que
llevaron adelante los primeros capitalistas ingleses.
El movimiento sindical
El movimiento sindical es la parte del movimiento obrero que no tiene entre sus objetivos
directos la representación política, sino la laboral. No obstante, la separación entre ambos tipos
de actividad es bastante difusa a lo largo del desarrollo de la historia y la organización colectiva
de los trabajadores, en dirección a la defensa de sus intereses y de mejores condiciones de
trabajo, frente a los empleadores, las organizaciones empresariales y los gobiernos. Sindicato y
gremio son palabras habituales para designar las organizaciones de los trabajadores con el fin
de representar colectivamente los intereses de la clase obrera. En inglés se utiliza «union» o
«trade union»

Fue la consecuencia directa de la falta de derechos que los obreros tenían en


las fábricas, ya que aquellos buscaban rentabilizar al máximo la producción. Al
no existir todavía ningún tipo de legislación que regulase la actividad industrial,
los trabajadores se veían expuestos a jornadas de trabajo de más de 12 horas.
Hasta se hacía trabajar a los chicos, siendo uno de los objetivos más atractivos
para los empresarios porque sus salarios eran sustancialmente inferiores. Las
primeras manifestaciones del movimiento obrero se plasmaron en el llamado
Ludismo (destrucción de máquinas) a las cuales se las responsabilizaba de la
pérdida de la capacidad adquisitiva del pequeño artesano.
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El ludismo
El ludismo (luddism en inglés) fue un movimiento obrero que adquirió auge en Inglaterra a partir
del odio incondicional hacia las máquinas, y cuyas acciones se basaban en la revuelta
espontánea y desorganizada, atacando con frecuencia a los instrumentos de producción. Sus
seguidores se llamaban ludistas o luditas (luddites en inglés), nombre que tomaron del
semilegendario líder del movimiento, Ned Ludd, que fue el primero en romper un telar como
protesta.

Éste término proviene del obrero inglés Ned Ludd, quien en 1811 destruyó en
una fábrica de Nottingham un telar mecánico.

Ned Ludd
Se da el nombre de Ned Ludd a un trabajador británico del condado de Leicestershire, cuya
vida se sitúa en torno al siglo XVIII o XIX, de existencia legendaria y dudosa; pudo ser un
pseudónimo para protegerse de posibles represalias. Se cuenta que hacia 1779, rompió por
accidente (hay quienes sostienen que de manera intencionada) varias máquinas textiles. Su
acción constituiría la base del movimiento luddita, de oposición al maquinismo y a toda forma
de tecnología en la revolución industrial y en el mundo moderno. Cumple un papel muy
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importante en la Revolución Industrial. Ned Ludd o Ned Lud (posiblemente nació Ned Ludlam )
es la persona de quien el Ludismo tomó su nombre. Sus acciones fueron la inspiración para el
personaje folclórico de "Capitán Ludd" (también conocido como el Rey o General) que se
convirtió en el imaginado líder y fundador del Ludismo. Las cartas amenazantes llevaban
nombres como "Mr. Pistol, Lady Ludd, Peter Plush (felpa), General Justice, No King, King Ludd
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y Joe Firebrand (el incendiario)" Aunque no se ha encontrado prueba real de su existencia, se
cree que llegó de la aldea de Anstey, en las afueras de Leicester. El incidente que inspiró su
transformación de hombre común en 1700 a héroe del proletariado en 1800, ocurrió cuando
rompió dos tejedoras mecánicas en un momento de furia. Se ha situado este incidente en el
año 1779, lejos del tiempo del Ludismo en los años 1810.

Sin embargo, los obreros se dieron cuenta de que no era la máquina su


enemiga sino el uso que de esta se hacía. En ese momento fue cuando dichos
obreros comenzaron a dirigir sus quejas a los empresarios. Así nació el
sindicalismo, entendido como un movimiento de resistencia contra el capital. Al
tiempo que en Europa se expandía la organización sindical para resistir el
régimen de explotación laboral por parte de los patronales, Inglaterra
empezaba a hacer uso y abuso de su predominio como imperio.

Sintesis de la evolucion del Movimiento Obrero


en el SigloXIX en algunos paises europeos:
Movimiento Obrero Ingles:
En Gran Bretaña existían dos tipos de movimentos reivindicativos:
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Sindicalistas:
1. Corporativo: Con la Gran Unión Consolidada de Oficios (entre los
fundadores Robert Owen).
Robert Owen
Robert Owen (14 de maio de 1771 – 17 de novembro de 1858) foi um reformista social
escocês, considerado um dos fundadores do socialismo e do cooperativismo. Filho de uma
família de modestos artesãos. Após galgar diferentes degraus da produção, a partir do
aprendizado, tornou-se, aos 30 anos, co-proprietário e diretor de importantes indústrias
escocesas de fiação, em New Lanark. Ali reduziu a jornada de trabalho para 10,5 horas diárias
- um avanço para a época, já que a jornada de trabalho de um típico operário têxtil era de 14 a
16 horas diárias. Preocupou-se ainda com a qualidade de vida dos seus empregados,
contruído casas para as famílias dos operários, o primeiro jardim-de-infância e a primeira
cooperativa. Com sua experiência , Owen provou que: Um toque humanista motiva os
trabalhadores. Na sua indústria os fios de algodão tiveram melhoria de qualidade resultando
em lucros para seus sócios, isto potencialmente devido ao tratamento diferenciado dado a seus
empregados. Em 1817 evolui da ação assistencial para a crítica frontal ao capitalismo,
tentando convencer as autoridades inglesas, bem como estrangeiras, da necessidade de
reformas no setor de produção. Essa nova postura atraiu para si a repulsa dos segmentos
conservadores da sociedade da época e, por suas críticas, foi expulso da Inglaterra. Fundou,
nos Estados Unidos da América, a colônia socialista de New Harmony (Nova Harmonia) que
funcionou nos primeiros anos mas finalizou sua experiência sem obter o êxito esperado.
Regressando à Inglaterra, continuou na luta por seus ideais, até falecer aos 87 anos.

2- Democrático: De carácter más político en busca de la democracia socio-


económica: 1838: Carta del Pueblo.

La Carta del Pueblo (The People's Charter)


El Cartismo (chartism en inglés) fue un movimiento de la reforma social que surgió en
Reino Unido y que expresaba la agitación de la clase obrera, debido a los cambios
derivados de la Revolución Industrial, la coyuntura económica y a leyes promulgadas por el
Parlamento. Al igual que el ludismo el cartismo fue un movimiento propio de la primera
etapa del movimiento obrero pero, a diferencia de aquel, tuvo una índole esencialmente
política. Obtuvo su nombre de la Carta del Pueblo (The People's Charter) que es un
documento enviado al Parlamento Británico en 1838, que señala las 6 peticiones del
movimiento en las que se reivindicaba:
Sufragio universal (a los hombres mayores de 21 años, cuerdos y sin antecedentes
penales).
Voto secreto
Sueldo anual para los diputados que posibilitase a los trabajadores el ejercicio de la
politica.
Reunión anual del parlamento, que aunque pudiera generar inestabilidad, evitaría el
soborno.
La participación de los obreros en el Parlamento mediante la abolición del requisito de
propiedad para asistir al mismo.
Establecimiento de circunscripciones iguales, que aseguren la misma representación al
mismo número de votantes.
Los defensores del cartismo pensaban que cuando los trabajadores alcanzasen el poder
político, podrían adecuar las leyes a sus intereses de clase. La duración de este
movimiento abarcó una década, entre 1838 y 1848, aunque las reuniones del movimientos
continuaron hasta 1852. Se manifestó en 3 oleadas: en 1838, 1842 y 1848.
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3- Sindicalista: Las Trade Unions: al no conseguir todos sus fines el


―cartismo‖, reúnen a los obreros especializados en un sindicato que fue
considerado elitista.
Las primeras organizaciones obreras o trade-unions
En los años 1830 aparecen las primeras organizaciones obreras agrupando a los trabajadores
según su oficio. En Inglaterra tomaron el nombre de trade-unions (literalmente 'uniones de
oficios') o simplemente unions. En 1829 John Doherty fundó la Gran Unión de los Hiladores y
Tejedores a Destajo de Gran Bretaña y la primera central sindical de todos los oficios de la
historia: la Asociación Nacional para la Protección del Trabajo. Agrupaba 150 sindicatos con
100.000 miembros. Publicó el histórico periódico obrero: "La Voz del Pueblo"
En Francia el sindicalismo aparece también en la década de 1830, con las primeras crisis
económicas. Adopta el nombre de syndicat (sindicato), que quiere decir también unión. Fueron
las obreras francesas las primeras en organizarse contra las condiciones de explotación en los
aserraderos de Burdeos y en las fábricas textiles de Lyon.
Mientras París, Lyon e Irlanda eran testigos de levantamientos obreros agudizados por la grave
crisis económica del momento, en Inglaterra se abolía la esclavitud, proceso que llevó de 1833
a 1838.
En junio de 1836 la Asociación de Trabajadores de Inglaterra elaboró la Carta del Pueblo,
exigiendo el voto universal y secreto. Se los conoció como los cartistas. Durante algunos años
el movimiento de los trabajadores recibió la influencia de diversos ideólogos que se ocuparon
de estudiar e investigar la situación de los trabajadores, entre ellos estaban Friedrich Engels,
que escribió ―La Situación de la Clase Obrera en Inglaterra‖, basándose en los datos y la
convivencia con el movimiento ―Cartista‖.
A partir de la década de 1840, los alemanes Karl Marx y Friedrich Engels se instalan en
Inglaterra y darán origen a un particular pensamiento obrero, el marxismo, o socialismo
científico, que será seguido en todo el mundo. Contemporáneamente el hermano Masón Mijaíl
Bakunin y el hermano Masón francés Pierre-Joseph Proudhon, sientan las bases de
anarquismo.
En 1848 se extienden por toda europa una serie de movimientos revolucinarios que tienen
especial importancia en Inglaterra y Francia; en ellos se hacen exigencias tanto de carácter
político como social, proponiendo la protección de los intereses de los trabajadores y el
derecho al trabajo. A esos movimientos se refieren Marx y Engels en el Manifiesto Comunista,
publicado ese mismo año: Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo. Todas las
fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a este fantasma... En los
años 1850 el movimiento sindical se extiende por Europa y se crean sindicatos en Portugal,
Bélgica y Alemania.

Agrupaciones Políticas Socialistas:


1- (el socialismo británico muestra concepciones distintas al resto de los
europeos: tratan de conseguir reformas sociales)
2- Las primeras agrupaciones socialistas de mayor importancia: Sociedad
Fabiana (años 80); Partido Independiente del Trabajo [Independent Labour
Party] (1893)
3- 1900: fusión de sindicalistas y socialistas en un partido político de clase:
Partido Laborista [Labour Party] (que en vísperas de la I Guerra mundial se
convirtió en una especie de izquierda del Partido Liberal, separándose de las
masas] Tal situación favoreció al anarco-sindicalismo que pretendía liquidar la
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estrutura capitalista no de manera violenta sino defendiendo los derechos del


obrerismo.
El Partido Laborista (Labour Party)
El Partido Laborista (en inglés, Labour Party) es un partido político de centro izquierda del
Reino Unido. Deriva del Comité de Representación de los Trabajadores, creado en 1900 en
una reunión de sindicatos. Se considera como el principal partido de izquierdas en Inglaterra,
Escocia y Gales desde 1920. Recientemente ha comenzado a reorganizarse en Irlanda del
Norte. Superó por primera vez al Partido Liberal del Reino Unido en las elecciones generales a
comienzos de la década de 1920. Desde entonces, el partido ha formado diversos gobiernos,
en un comienzo en minoría, bajo el mandato de Ramsay MacDonald al frente del gobierno
laborista de 1924, y de nuevo de 1929 a 1931. Durante la Segunda Guerra Mundial se convirtió
en un socio junior de la coalición de Churchill. Más tarde pudo formar gobiernos en mayoría
bajo el mandato de Clement Attlee desde 1945 a 1951 y de nuevo de 1964 a 1970, esta vez de
la mano de Harold Wilson. También consiguió formar gobierno de 1974 a 1979, con Wilson al
frente y luego James Callaghan, si bien estos gobiernos tuvieron una posición precaria debida
a una débil mayoría. Obtuvo mayoría en las elecciones generales de 1997 del Reino Unido,
bajo el liderazgo de Tony Blair, obteniendo la primera victoria electoral del partido desde 1974 y
la primera vez que obtenían más del 40% de los votos desde 1970. Esta gran mayoría que
obtuvieron en la Cámara de los Comunes fue ligeramente reducida a 167 en las elecciones
generales de 2001 y reducida considerablemente a 66 en las elecciones generales de 2005. El
Partido Laborista es actualmente el principal partido el la coalición de gobierno de Gales y el
principal partido de la oposición en el Parlamento Escocés. Tiene 13 escaños en el Parlamento
Europeo, en el que está representado en la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas.
Es miembro del Partido Socialista Europeo y de la Internacional Socialista. El actual líder del
partido es Ed Miliband, miembro del Parlamento británico.

Movimiento Obrero Frances:


La Comuna de 1871, fue el símbolo y el momento de la búsqueda de la
emancipación de la clase obrera: el reconocimiento de su existencia como
grupo y de unos derechos. Las líneas de desarrollo de la acción obrera en
Francia fueron fundamentalmente dos:
Sindicalista:
Con dos momentos singulares:
1- entre 1884-1892 en que parece que los sindicatos van a subordinarse a la
política de los partidos. En 1887 aparecieron las denominadas ―Bolsas del
Trabajo‖ creadas por Pelloutier, vigorizando el sindicalismo a través de un
anarco-sindicalismo enfrentado con el guesdismo socialista.
2- entre 1892-1914, momento en que el sindicalismo francés adoptó la vía
revolucionaria: CGT = Confederacion General Del Trabajo, y acabó uniéndose
a las Bolsas del Trabajo, formando una federación de tipo anarquista. Una
fecha importante en la evolución de la CGT, fue la de 1906 momento en que se
elaboró la célebre Carta de Amiens, en la que se afirma una vez más el anti-
estatismo del mundo obrero anarquista y su confianza en la acción directa.
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La Carta de Amiens
La Carta de Amiens, conocida también por su nombre original en francés Charte d'Amiens, es
una declaración del congreso de la Confederación General del Trabajo de Francia celebrado en
la ciudad de Amiens en 1906. Afirmó la independencia de acción de los sindicatos respecto de
los partidos políticos (apoliticismo). Hace separación entre economía y política, siendo
declarada la primera el ámbito de interés (y por tanto de acción) para la liberación de los
trabajadores y la segunda como contraria a sus intereses. Es uno de los referentes y
documentos más importantes del sindicalismo revolucionario, véase que la CGT francesa de
principios del siglo XX por su independencia política e intransigencia era el símbolo de lo que
debía ser un sindicato revolucionario. Así mismo la carta mencionada prefiguró lo que luego
vendría a ser el anarcosindicalismo.
Texto en español
El Congreso confederal de Amiens confirma el artículo 2°, constitutivo de la CGT.
“La CGT agrupa, al margen de toda escuela política, a todos los trabajadores conscientes de la
lucha que hay que sostener para la desaparición del asalariado y el patronato”.
El Congreso considera que esta declaración es un reconocimiento de la lucha de clases que
opone, sobre el terreno económico, a los trabajadores revolucionados a todas las formas de
explotación y de opresión, tanto material como moral, puestas en práctica por la clase
capitalista contra la clase obrera.
El Congreso precisa, por los puntos siguientes, esta afirmación teórica: en la obra reivindicativa
cotidiana, el sindicalismo persigue la coordinación de los esfuerzos obreros, el aumento del
bienestar de los trabajadores por la realización de las mejoras inmediatas, tales como la
disminución de las horas de trabajo, el aumento de los salarios, etcétera.
Pero esta tarea no es más que un costado de la obra del sindicalismo: prepara la emancipación
integral que sólo puede realizarse por la expropiación capitalista; preconiza como medio de
acción la huelga general y considera que el sindicato, hoy día grupo de resistencia, será en el
porvenir el núcleo de la producción y de la distribución; base de reorganización social.
El Congreso declara que esta doble tarea, cotidiana y de porvenir, se desprende de la situación
de asalariados que pesa sobre la clase obrera y que hace para todos los trabajadores,
cualesquiera que sean sus tendencias políticas o filosóficas, un deber el pertenecer al
agrupamiento esencial que es el sindicato.
Como consecuencia, en aquello que concierne a los individuos, el Congreso afirma la entera
libertad para el asociado, de participar, fuera del grupo corporativo, en cualquiera de las formas
de lucha que correspondan a su concepción filosófica o política, limitándose a exigirle, en
reciprocidad, no introducir en el sindicato las opiniones que profesa fuera del mismo.
En lo que concierne a las organizaciones, el Congreso decide que con el objeto de que el
sindicalismo alcance su máximo de efectividad, la acción económica debe ejercerse
directamente contra la patronal, no teniendo las organizaciones confederadas, como
asociaciones económicas, qué preocuparse de los partidos y de las sectas que, afuera y al
margen, puedan perseguir, en absoluta libertad, la transformación social.

Política:
1- tuvo su momento clave en 1879, tras la celebración del Congreso Obrero
Socialista de Marsella que reunió a todas las asociaciones de esta
ideología. Guesde fue el alma del socialismo francés. Se consiguió unir a
los trabajadores en un ―partido de clase‖.
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Jules Guesde.
Jules Guesde. (*París, 1845 - †Saint-Mandé, 1922). Político socialista francés.
Fue articulista del periódico L'Égalité (1877-1883), que le permitió difundir las ideas marxistas
en Francia. En 1882, fundó junto con Paul Lafargue el partido obrero cuyo nombre era Partido
Obrero Francés en 1893. Ese mismo año fue elegido diputado por Roubaix y se vincula al
colectivismo, el internacionalismo y la revolución. En 1899, se opone a Jean Jaurès en la
conveniencia en la participation del gobierno burgues de Waldeck-Rousseau. En 1902, su
partido junto con otros de similitud ideológica se fusionan dando lugar al Partido Socialista de
Francia. En 1905, el Partido Socialista de Francia se fusiona con el Partido Socialista Francés
creando la SFIO. Fue ministro de Estado (1914-1916) y en la Primera Guerra Mundial se
posicionó en actitudes nacionalistas.

2- Sin embargo la división del socialismo francés en 1880 era un hecho:


existen três agrupaciones fuertes: la liderada por Guesde (abandonan
las tácticas revolucionarias y se convierte en un partido centralista
moderno); la dirigida por Brousse (reformistas, descentralizados y
localistas) dirigido por Allemane (en la práctica mostro eminentemente
reformista).

Paul Brousse.

Paul Brousse
Paul Brousse (*Montpellier, 1844 - †París, 1912) fue un médico y político socialista francés.
Miembro activo de la Primera Internacional, fue expulsado de Francia por los hechos de la
Comuna de París de 1871 y se instaló en Barcelona, donde participó en la revolución
republicana de 1871 y de donde también fue expulsado. Residió en Suiza y más tarde regresó
a Francia. En junio de 1877 fundó el diario L'Avant-Garde (La Vanguardia, en francés) con
Jean-Louis Pindy, y a través de ella promovió la creación de la federación francesa de la AIT.
Debido a la apología de los atemtados de Emil Heinrich Maximilian Hoedel y de Karl Eduard
Nobiling, el diario fue prohibido en diciembre de 1878 y Brousse fue arrestado y condenado en
15 de abril de 1879 a dos meses de prisión. Tras repudiar la violencia como instrumento
político, se opuso al marxismo ortodoxo de Jules Guesde en el seno de la Federación del
Partido de los Trabajadores Socialistas de Francia (FPTSF). Su enfrentamiento con el ala
guesdista dio lugar a la escisión de éstos últimos en 1882. La antigua FPTSF asumió
efímeramente la denominación de Partido Obrero Socialista Revolucionario (Parti ouvrier
socialiste révolutionnaire en francés), para renombrarse en 1883 como Federación de
Trabajadores Socialistas de Francia (Fédération des travailleurs socialistes de la France en
francés) bajo el liderazgo de Brousse y la asunción de una doctrina socialista posibilista,
orientada hacia el reformismo y la defensa de los servicios públicos. Tras la integración de la
FTSF en el Partido Socialista Francés liderado por Jean Jaurès (1902), Paul Brousse fue
elegido presidente del consejo municipal de París en 1905.
14

Jean Allemane.

El Hermano Masón Jean Allemane


Jean Allemane, nacido en Sauveterre de Comminges (Haute-Garonne) en 1843 y murió en
Herblay (Seine-et-Oise) en 1935, fue un sindicalista y político socialista francés. Sin embargo,
al igual que muchos en el comienzo de la guerra, en agosto de 1914, se aprobó la participación
de los trabajadores del partido en la Defensa Nacional. Después de la guerra, Jean Allemane,
el Congreso de Tours, siguiendo la mayoría comunista cuyo radicalismo le gusta sin llegar a
ser un miembro del nuevo Partido Comunista. Sus posiciones políticas son sutiles, a
continuación, a juzgar por su aproximación de activistas socialistas (Alejandro Zevallos Emile
Tissier) que soportan alrededor de Gustave Hervé, los años 1920-1930 curioso Nacional
Socialismo. Activo masón, Juan Allemane fue iniciado en la Logia La Clichy Renovador, logias
del Gran Oriente de Francia, que también era miembro de Jean-Baptiste Clément (quien
escribió la canción "El Tiempo de las Cerezas"). Uno de los últimos supervivientes de la
Comuna, murió en 1935 en Allemane Herblay en Seine-et-Oise. Figura singular en la sombra
de Jean Jaurès y Jules Guesde, sin llegar nunca a la fama y la influencia de estos dos líderes
que eran a menudo rivales, John Allemane encarna un movimiento sindical y político original,
no marxista, que las reglas un papel en la génesis del movimiento socialista francés. A menudo
crítica y carente de la presentación, librepensador absoluta, dirigente obrero, plebeyo genuino,
ha tenido problemas para adoptar puntos de vista dogmáticos que la estructura de cualquier
organización partidista. Ardiente defensa de la toma del poder como un fin en sí mismo, su
movimiento en el examen de la aplicación por todos los medios posibles. La originalidad de
esta posición es tanto ricos como pobres. No niega la cooperación con los partidos burgueses,
incluso la participación en el gobierno para promover sus ideas - y el caso Boulanger - la
consolidación de la República, así como Allemanists abogó por la acción directa y la huelga
general en primer lugar, adecuado revolucionario, que nunca vio el día en Francia a pesar de
sus esfuerzos.

Dada la enorme diversidad de programas , en el Congreso de Lyon, 1901, se


volvió a intentar la unificación que si no se logró totalmente, al menos se
avanzó hasta configurar dos partidos de clase en Francia:
- el Partido Socialista Frances [PSF] con Jaurès a la cabeza: agrupa elementos
independientes, broussitas y allemanistas;
- el Partido Socialista de Francia [PSDF] seguidor de Guesde, claramente
marxista, partidario de la lucha de clases, tal como se formulaba en la ―Carta de
Ivry‖, programática del grupo.
La unificación definitiva de los partidos socialistas en Francia no se consiguió
sino a través de la II Internacional y en 1905 en el curso del Congreso de Paris
15

en donde se formó la Seccion Francesa de La Internacional Obrera [SFIO],


cuyas notas características eran su carácter marxista en tanto que partido de
lucha de clases.

En 1905 se constituyó la SFIO, (Sección Francesa de la Internacional Obrera), que daría lugar
en 1969 al Partido Socialista Francés.

Hacia los años 80 del siglo XIX se inició lo que Kriegel denomina “uma nueva
tentativa de unidad proletaria internacional‖ que permitirá la expansión del
socialismo apoyándose en el desarrollo económico de la sociedad industrial y
en los cambios de las propias estructuras obreristas y por la misma expansión
de los partidos socialistas que llevó a replantear uma vez escindida la I
Internacional, la necesidad de una nueva relación internacional: nace así la II
Internacional en 1889, en el aniversario de la toma de la Bastilla en la época de
la Revolución francesa, y en el seno de un Congreso celebrado en París aquel
año.
Las resoluciones generales tomadas por la II Internacional se sintetizan
como sigue:
• acción política:
_ acción parlamentaria frente a la postura de los anarquistas
_ petición de derecho de sufragio universal para adultos, incluidas las
mujeres.
_ resoluciones sobre legislación de trabajo
• acción obrera:
_ federar las Asociaciones obreristas creando las ―Cajas de Resistencia‖
que permita la lucha contra trusts y cárteles
• acción en el ámbito de política internacional:
_ salir al paso del desencadenamiento de la guerra para evitarla o bien
servirse de ella
• política colonial:
_ combatirla
_ unirse a los proletarios de los países colonizados
• enseñanza:
_ tendencia hacia una cultura de masas.
16

La II Internacional, saliendo al paso de las dificultades con que se había


encontrado la AIT, eliminó cualquier intento de centralización del poder y se
organizó como lazo de unión entre las diferentes tendencias imperantes.

Los problemas no faltaron y a ellos hubo de enfrentarse la organización


internacionalista. Enumeremos aquellos aspectos que causaron mayor
impacto en la II Internacional:

A) La lucha contra el anarquismo:


En 1893 en el momento del Congreso de Zurich se llegó a aceptar una
moción por la que sólo podían pertenecer a la II Internacional los
movimientos que aceptaran la necesidad de la acción política de las
masas.pero los anarquistas desean introducir como fórmula de lucha contra
el poder, la huelga general y no la lucha parlamentaria.Dados estos
planteamientos los anarquistas serán expulsados del seno de la II
Internacional.

B) El problema del revisionismo:


Hay que tener en cuenta el contexto histórico y social que vive la II
Internacional diferente de lo que sucedía en los años 60-70 en que se
desenvolvió la AIT. Durante la I Internacional predomina el optimismo
sobre la revolución social en pleno auge de los nacionalismos. En el
momento de la II Internacional cada país ha llegado a una determinada
situación social y está superando la crisis económica de 1873. Hay, pues, un
replanteamiento de cuestiones: ¿Hay que llegar a un cambio no ya por la vía
revolucionaria sino por medio de reformas? Este planteamiento se produce a
dos niveles:
_en el de la acción revisando la estrategia que debe seguirse: en FRANCIA
en 1897 el republicano radical, Valdec-Rousseau pidió la colaboración de
los socialistas hasta tal punto que Millerand entre a formar parte del
Gobierno conculcando con esta colaboración el principio de la lucha de
clases. Jaurès acepta la participación en tanto que Guesde la rechaza.
_en el nivel teórico pensando que si la revolución no se produce habría que
replantearse ―algunos dogmas marxistas‖: en Alemania en 1899
17

aparece la obra de Bernstein, profesor de gran prestigio, autor de Las


premisas del socialismo y las tareas de la social-democracia. En esta
publicación se afirmaba que la teoría marxista no se adecuaba con la realidad;
que Marx no había pensado en las posibilidades de la democracia. Negaba la
necesidad de la lucha de clases como condición división en la Social-
democracia alemana de forma que Kautsky se sitúa en una posición centrista
mientras que Rosa Luxemburgo opta por la izquierda, ocupando la derecha de
la social-democracia, Bernstein.

Rosa Luxemburg o Róża Luksemburg,


Rosa Luxemburg o Róża Luksemburg, más conocida por su nombre castellanizado Rosa
Luxemburgo (Zamosc, Imperio ruso, 5 de marzo de 1871 – Berlín, Alemania, 15 de enero de
1919), fue una teórica marxista de origen judío. Militó activamente en el Partido
Socialdemócrata de Alemania (SPD), hasta que en 1914 se opuso radicalmente a la
participación de los socialdemócratas en la I Guerra Mundial, por considerarla un
"enfrentamiento entre imperialistas". Integró entonces el grupo internacional que en 1916 se
convirtió en Liga Espartaquista, grupo marxista revolucionario que sería el origen del Partido
Comunista de Alemania (KPD). Al terminar la guerra fundó el periódico La Bandera Roja, junto
con el alemán Karl Liebknecht. Sus libros más conocidos, publicados en castellano, son
Reforma o Revolución (1900), Huelga de masas, partido y sindicato (1906), La Acumulación del
Capital (1913) y La revolución rusa (1918), en el cual critica constructivamente a la misma y
sostiene que la forma soviética de hacer la revolución no puede ser universalizada para todas
las latitudes. Tomó parte en la frustrada revolución de 1919 en Berlín, aun cuando este
levantamiento tuvo lugar en contra de sus consejos. La revuelta fue sofocada con la
intervención del ejército y la actuación de los freikorps o "cuerpos libres" (grupos de
excombatientes nacionalistas de derecha), y a su término cientos de personas, entre ellas
Rosa Luxemburgo, fueron encarceladas, torturadas y asesinadas. Tanto Rosa Luxemburgo
como Karl Liebknecht poseen una gran carga simbólica en el marxismo. Actualmente, un
domingo a mediados de enero se celebra cada año en Berlín el día de Rosa Luxemburgo y Karl
Liebknecht, en recuerdo del asesinato de los dos dirigentes comunistas el 15 de enero de
1919.

C) El problema del colonialismo:


un tema que va tomando cada vez más fuerza debido a las políticas
expansionistas de los grandes países capitalistas en busca de nuevos
mercados y nuevos territorios. Se condenó el colonialismo mostrando la
solidaridad de la clase obrera con los trabajadores del los países solonizados.

D) El problema de las tesis del “nacionalismo” frente a la inminente


guerra:
el problema que se plantea acabamos de comentarlo por cuanto hace relación
a la colaboración del socialismo con la bueguesía, cosa que ocurre en las
vísperas del estallido de la guerra.
En momento tan crítico como el de un enfrentamiento bélico entre las
18

grandes naciones, la disyuntiva era o impedir la guerra mediante la unión de


los diferentes movimientos y asociaciones obreras, negándose a colaborar en
las batallas o bien acatar las órdenes de los gobiernos nacionales y luchar en
pro de los intereses de cada país al lado de la burguesía, en lo que se
denominó, como hemos subrayado, la ―unión sagrada‖. Una serie de
circusntancias, que no son del momento, empujaron hacia la guerra, siendo
una no menor el asesinato de Jaurès en vísperas del conflicto.
Lo cierto es que primó el interés de la nación frente a los intereses de clase.
Durante el periodo de la guerra, algunos grupos y determinados líderes del
movimiento obrerista, siguieron luchando a favor de la paz y de la unidad del
movimiento obrero. Se celebran varias Conferencias en Suiza, nación neutral
que mantiene el fuego sagrado del oberismo. En estas reuniones se destaca
Lenin que va preparando una nueva internacional, la III, de carácter distinto,
al margen del internacionalismo socialista que siguió su curso después de la
guerra del 14. La III Internacional o Internacional comunista, al acabar la I
Guerra Mundial, produjo, entre otras muchas cosas, la escisión del socialismo
y el nacimiento de los partidos comunistas. Pero esto es ya otro tema dentro
del siglo XX que, nacía en la práctica con la guerra del 14. En 1900 en París,
se acuerda que la entrada de un socialista en un ministério burgués, no debía
ser considerada como el comienzo normal de la conquista del poder. Pero en el
momento en que se produce la guerra, la colaboración con la burguesía en
cada nación se hizo realidad. Se impone, pues, la solidaridad nacional frente a
la solidaridad de clase = lo que se denomino la “unión sagrada‖.

Masoneria y el Movimiento Obrero


Según el hermano Fernández (2011), no hay duda que, en el siglo XIX, un
obrero, obviamente alfabetizado –dado que esta es una de las condiciones
imprescindibles para ser masón–, aceptado en una logia, accedía
paulatinamente –si se aplicaba– a la posibilidad de ir aprehendiendo, no sólo la
variada y compleja serie de usos y maneras conductuales típicas del ethos
burgués (lo indispensable para poder ir a su primera tenida era agenciarse –
comprarlo, alquilarlo o pedirlo prestado– un ―aparente‖ y oscuro terno que,
obviamente no tendría), sino también un verdadero abanico de conocimientos
19

de cultura general, moral, estética, filosófica, simbólica y, obviamente,


organizativa que, por otro lado, la clasista sociedad ―profana‖ de la época –
salvo algunas organizaciones del liberalismo radical y, quizás, algunas
instituciones cristianas–, jamás le brindaría tan fácilmente.
Es decir, que si uno cualquiera de los miles de proletarios que se iniciaron en la
masonería a lo largo del diecinueve, llegaba a ayudar en secretaría o a ser
―secretario‖, ―orador‖, o cualquier otra ―dignidad‖ del ―taller‖ o, simplemente, a
―trabajar‖ en logia “trazando” ―piezas de arquitectura‖ de cualquier índole o
temática cultural, moral o filosófica, se le ofrecía con todo ello una excelente
formación práctica para, entre otras muchas cosas, saber hablar en público,
desarrollar, defender o debatir cualquier tema monográfico de discusión o
formación interna y llevar, burocrática y orgánicamente, cualquier futuro tipo de
sociedad reivindicativa, musical, cultural o de ocio y entretenimiento que él
mismo quisiese crear con otros miembros de su clase social. Porque con toda
su iniciática experiencia en el misterioso y discreto círculo “de la Acacia‖, no
olvidemos que aquel humilde obrero aprendía también a: abrir libros de registro
personal, de actas, de contabilidad, de cuotas, hacer expedientes, estadillos
personales, llevar la correspondencia, etc., etc., etc.
Además, sus ―hermanos‖ de logia le enseñaban a practicar la democracia
interna de grupo –como han estudiado Ran Halévi, Luis P. Martín y yo mismo–,
a responsabilizarse en el respeto a las elegidas jerarquías –más tarde
secretarios, representantes o delegados de su sindicato, agrupación política u
orfeón si fuese el caso–. Asimismo, lo educaban para saber conducirse consigo
mismo primero, por medio de una mística e íntima moral interior, y con los
demás integrantes de su grupo y de la sociedad en general después, por medio
de una laica, cívica y autodisciplinada práctica de ética social. Deontología
masónica de antigua tradición humanista protestante que, a cualquier bien
formado anarquista de los siglos XIX, XX y actual, desconocedor de la
idiosincrasia masónica, facilmente identificaría como ―tribalmente‖ propia, así
practicase la moral bakuninista, la spenceriana o la kropotkiana.
20

Las Origens del Movimiento Obrero Peruano:


Cofradias, Gremialismo y Mutualismo
Según el blog Anarquismo Peru (2011), la empresa de la Conquista, impuesta
mediante la espada y legitimada en nombre de la Cruz, trastocó la organización
social incásica. España trasladó a las regiones conquistadas su estructura
social y las aplicó en todos los órdenes de la vida económica, política y cultural
de las nacientes colonias. Una de las instituciones sociales que llegó al
continente, sustentada en principios de la fé católica, fueron las Cofradías;
instituciones de carácter solidario y de auxilio mutuo, que tuvieron como
objetivos fundamentales; oficiar las celebraciones de índole religioso, festejar
las diversas fechas señaladas a los Santos Patrones y perennizar el culto a los
muertos, todo esto, combinado con tareas asistenciales entre sus miembros,
generalmente provenientes de los sectores más desposeídos. Estas
asociaciones fueron expresión religiosa del feudalismo en Europa; cuyas
sociedades nacionales estuvieron, en lo espiritual, inmersas en la práctica de
un férreo dogmatismo místico; y en lo económico, bajo la vertical influencia del
latifundio. La base humana que sustentaba dicho sistema, estaba compuesto
en su mayoría por siervos adscritos a la gleba, que laboraban y producían
riquezas, sin más objetivos que subsistir, luchar por su señor y servir a la fé
católica predominante, a través de ritos y mandamientos que obligaban las
Cofradías. En el Perú, su establecimiento se hizo inmediatamente después de
consolidada la Conquista y cobró auge en la época del Virrey Amat y Juniet,
quien recibió de la Corona, normas precisas para su autorización y
funcionamiento oficial. Una disposición real de fecha 9 de Diciembre de 1763,
fijó las condiciones a que deberían atenerse para que, sus constituciones de
fundación fuesen aprobadas y merecedoras de la Real Licencia. El mismo
Amat, con el objeto de mejorar su desarrollo y extirpar los constantes abusos
que se cometían con sus rentas, dictó en 1768, el respectivo reglamento
normativo. Las Cofradías en el Perú recibieron este tratamiento, así, en las
hermandad más antigua de Lima, la de Petateros y Sombrereros, aparece
firmando en sus Estatutos el Rey Fernando VII, el 21 de Agosto de 1763. Más
21

tarde, en 1767, se convirtió en sociedad Fraternal de Sombrereros. En 1879,


funcionó como ―Sociedad Humanitaria‖, teniendo como fines: a) Auxiliar a sus
miembros en caso de necesidad, b) Fomentar conferencias públicas, c)
Patrocinar todo lo que tiende en provecho de sus asociados, d) Mantener
relaciones amistosas con instituciones de la misma índole. En 1895 reorganizó
sus actividades bajo la advocación de Nuestra Señora de Santa Ana, del
templo de Copacabana. En sus inicios las Cofradías estuvieron conducidos por
españoles y criollos, pero posteriormente, debido a la intervención de la
población indígena en las tareas artesanales de la capital su importancia
decreció, a tal punto que en el Siglo XVIII los indios llegaron a tener mayoría en
gremios y cofradías y ocuparon cargos de importancia en las mismas, como en
la Cofradía de Zapateros o de San Crispín, establecida en la Catedral .
También existieron en Lima, Cofradías compuestas por negros, cuya
organización y esfuerzo por mantenerlos se debió a la Compañía de Jesús. La
mayoría de estas asociaciones se ubicaron en barrios populares, como la calle
Lanerías (Jr. Santa), Santa Clara y Malambo (Barrio de San Lázaro). Un autor
afirma que en ―…Mata Siete, la finca Nº 2458, en 1810 pertenecía a la Cofradía
Taitas Mondongos y la casa siguiente Nº 2459 pertenecía a la Cofradía de los
Congos. Muchas veces estas Cofradías se hacían presentes en actividades
públicas, así en 1812 al saberse el nombramiento de Baquíjano y carrillo como
consejero de Estado, se presentaron a ―darle satisfacción‖ entonando sus
cantos y con sus bailes característicos, de lo cual hizo descripción el poeta
argentino Mirella‖. Según William Bennet, fue propósito de las Cofradías,
ayudar a los esclavos que no habían conseguido buenos amos, y a los
infortunados, de encontrarse con malos. Para cumplir tal objetivo sostuvieron
un fondo a fin de utilizarlos en su liberación. Los esclavos beneficiados con
esta ayuda, pasaban al servicio y propiedad de las Cofradías, debiendo pagar a
las mismas –en señaladas cuotas- el dinero pagado para su manumisión.
Muchos negros, miembros de Cofradías, constituyeron en algunos casos,
bandas de malhechores. Pero también gran parte de ellos formaron partidas de
guerrilleros que se pusieron a órdenes de San Martín, durante la Campaña
Emancipadora. Con el tiempo se vincularon con los gremios, por la necesidad
de estos de organizarse bajo la advocación de un santo o patrón, a fin de
recibir protección espiritual para su funcionamiento.
22

Estas instituciones religiosas y benefactoras fueron protegidas por las Leyes de


Indias, y funcionaron sin interrupción a pesar de las guerras de la emancipación
y del advenimiento del período Republicano. Su multiplicación cobró fuerza,
cuando Ramón Castilla abolió la esclavitud en 1858, y la membresía de las
mismas se incrementó por la presencia de negros y esclavos recién liberados.
Es aquí cuando los fines religiosos tienen que confluir con los fines sociales de
los sectores menos protegidos de la sociedad. Esa tónica de funcionamiento
independiente dura hasta el año 1889, cuando la administración de Cáceres
emite la Ley del 2 de Noviembre del citado año, por la que los bienes de las
instituciones cofradiales pasan a ser administradas por la Beneficencia Pública
.
Por sus finalidades, las Cofradías no entraron en conflicto con la sociedad de
entonces; por lo mismo, nunca cuestionaron las injusticias sociales existentes.
Mas bien, actuaron contribuyendo al estado de conformismo espiritual y
material de los trabajadores que tenían como miembros. Por ello, Castilla
Larrea dirá que sus miembros eran ―unas almas de Dios‖ que ―formaban
sociedades, centros, clubs, por ese espíritu gregario, incoloro y místico‖ (6). Por
su parte, Zitor expresará que dichas agrupaciones, sobre todo las que vinieron
funcionando en los años anteriores a 1855, ―carecieron de todo espíritu
progresista, constituyendo en realidad, especies de cofradías y hermandades
que sólo aspiraban fines religiosos‖. Se puede decir que las Cofradías, fueron
producto de la intolerancia religiosa y de la ausencia de libertades políticas, que
caracterizó al Virreynato Peruano .

El Movimiento Obrero Peruano y la Masoneria (1890-


1930)
Según Delhom (2011), el auge económico, sin embargo, produjo un nuevo tipo
de trabajador urbano-industrial o rural-industrial, sociológicamente diferente del
artesano o del campesino tradicionales y sometido a nuevas formas de
relaciones laborales. Guiado por la experiencia de sus primeros conflictos y por
una prensa liberal radical que propugnaba la constitución de Sociedades de
Resistencia, ese proletariado adoptó paulatinamente nuevas formas de lucha y
organización, alejadas del clásico mutualismo. Este entró en una etapa de
23

decadencia a partir de 1910, mientras las primeras organizaciones anarquistas


orientaban los conflictos laborales del proletariado, oponiéndose a la estrategia
de la Confederación de Artesanos ―Unión Universal‖ (CAUU). Hegemónico
hasta 1920, el anarco-sindicalismo empezó entonces a ser cuestionado por los
marxistas, quienes conquistaron la dirección del movimiento obrero a partir de
1926.
Es probable que la inmigración de algunos militantes obreros ayudara a la
organización del proletariado peruano; se ha mencionado por ejemplo a dos
españoles, a un argentino y a un chileno. Más tarde, en 1912, año en que se
organizó una huelga general, llegaron también dos italianos así como un
argentino, los tres delegados de la Federación Obrera Regional Argentina. Pero
el impulso organizador no vino del extranjero.
Desde finales del siglo XIX, existían vínculos entre algunos dirigentes obreros y
la masonería o, de forma más amplia, los grupos de propaganda liberal, los
cuales se comprometieron a elevar la condición intelectual, moral y económica
de los trabajadores. Es un aspecto que merece investigaciones
complementarias, aunque son ya bastante significativas las relaciones entre el
dentista, miembro de la Gran Logia Masónica del Perú, Christian Dam y el
panadero Manuel Caracciolo Lévano, uno de los más destacados militantes
anarco-sindicalistas; entre el periodista director de La Idea Libre, Glicerio
Tassara, y el grupo que editó La Protesta; entre el músico José B. Ugarte y el
Centro de Estudios Sociales 1° de Mayo. Las Ligas de Libre Pensadores,
constituidas por C. Dam, se dedicaban a la educación y la asistencia de los
trabajadores; por otra parte, Dam y Ugarte habían sido miembros fundadores
del partido radical Unión Nacional, creado por el escritor Manuel González
Prada en 1891 y cuyo programa ostentaba un claro compromiso social.
Destacada labor de concientización y educación de clase tuvieron entonces
algunas publicaciones liberales de crítica sociopolítica: La Luz Eléctrica (1886-
1897), Integridad (1889-1891), Germinal (1889; 1901-1906), El Libre
Pensamiento (1896-1904), La Idea Libre (1900-1920), antes de que
aparecieran órganos de definida orientación anarquista: Los Parias (1904-
1910), La Simiente Roja (¿1905-1907?), El Hambriento (¿1905-1910?),
Humanidad (1906-1907), El Oprimido (¿1907-1909?) y La Protesta (1911-
1926).
24

El primer caso de acción reivindicativa que utiliza la huelga como medio de


presión lo constituye el paro de los tipógrafos por mejoras salariales en
diciembre de 1883. Pero fue probablemente la huelga de los panaderos de
Lima, en enero de 1887, la que tuvo mayores repercusiones al conducir a la
creación, en abril del mismo año, de la Sociedad Obrera de Panaderos "Estrella
del Perú", una organización que desempeñó un papel precursor en la formación
de la conciencia de clase del proletariado. En 1896 ocurrió el primer gran
conflicto industrial: la huelga los tejedores de Vitarte (agosto), seguida por los
movimientos de los cigarreros (septiembre), los tipógrafos (septiembre) y los
pasteleros de la capital. Los obreros de esas industrias ya empezaban a ser
influenciados por algunos líderes anarquistas. Los tabaqueros, por ejemplo, no
dudaron en destruir la nueva maquinaria que causaba desocupación. Ese tipo
de acciones luddistas eran excepcionales y normalmente los trabajadores
solían recurrir a la mediación de políticos (diputados, ministros e incluso
presidente de la República) lo que no impedía una severa represión. El nuevo
siglo se abrió en Lima con la huelga de cocheros en enero de 1900 y, sobre
todo, la exitosa huelga de panaderos en abril-mayo de 1901. Aunque también
recurrieron a comisiones de arbitraje, los últimos organizaron de forma ejemplar
la solidaridad del gremio y trataron de impedir el funcionamiento de las
empresas de panificación. 1904, año de fuerte alza de los precios de las
subsistencias, fue determinante para la maduración ideológica: la Sociedad
Obrera de Panaderos, dirigida por Manuel C. Lévano, se desadhirió de la
CAUU y pasó a llamarse Federación de Obreros Panaderos "Estrella del Perú",
dando el primer paso hacia un sindicalismo moderno que representara los
intereses del proletariado. La separación se debía al rechazo de las prácticas
colaboracionistas de la Confederación de Artesanos. Los panaderos adoptaron
como objetivo la jornada de ocho horas y celebraron en 1905, por primera vez
en el país, la fiesta del Primero de Mayo. En marzo de 1904 también empezó a
ser publicado en Lima el mensual Los Parias, que fue la primera publicación
ácrata importante del país. Principalmente animada por M. González Prada, era
favorable al sindicalismo y aspiraba al ―comunismo proletario‖. En mayo, la
huelga de los jornaleros del Callao, primera en costarle la vida a un trabajador,
constituyó además una importante experiencia de lucha y de solidaridad de
25

clase, aunque fue resuelta gracias a la intervención del presidente Andrés A.


Cáceres.

Manuel González Prada

Fue la figura más discutida e influyente en las letras y la política del Perú en el
último tercio del siglo XIX. Poeta, pensador, ideólogo, periodista y reformador
radical en todos los frentes, se convirtió en una personalidad de relieve
continental en un momento dominado por el Modernismo. Precisamente, el
crítico español Federico de Onís lo considera ―el fundador de la ideología
moderna de América‖; asimismo, también es reconocido como el precursor de
la corriente estética genuinamente latinoamericana: el modernismo.

Manuel González Prada

Defendió todas las libertades, incluidas la de culto, conciencia y pensamiento y


se manifestó en favor de una educación laica. Estuvo en la política, en la cual
se mostró librepensador, anarquista, feminista y profundamente antiespañol.
Su postura hipercrítica en el terreno de las ideas y de la literatura le granjeó no
pocos enemigos y le metió en variopintas polémicas periodísticas, en las que, a
la manera de uno de sus modelos, Ernest Renan, nunca se defendió y siempre
atacó. La masoneria fue el unico espacio que no le cerro sus puertas y mas
bien las abrio para poder oir sus ideas sinceras, sobre lo que hoy conocemos
como El laicismo, desde la vision claro, de un mason blanco libre pensador y
de bien como fue M.G.P.
La masonería peruana aglutino el pensamiento por un Estado Laico, la
participacion mas efectiva de la mujer en la vida de la nacion, desde finales del
26

siglo XIX y comienzos del siglo XX, lo cual, queda demostrado con la
participación del ilustre pensador anarquista, Don Manuel Gonzales Prada, que
en 1904 y 1905, fue invitado a discernir sobre este tema en la R:.L:.S:. Estrella
de Italia o Loggia Stella d’Italia que trabaja en el Valle de Lima. – (Esta Logia
no pertenecia en esa epoca a la Gran Logia del PERU) y es por ello que
desmostraba una fuerte posicion anticlerical, abierta y combativa.
Aquí presentamos los dos trabajos – exposiciones sobre el Tema de la
Religión, el valor de la mujer, sus ideas laicas y sus implicancias en una
sociedad conservadora, tome en cuenta amable lector que dichos documentos
son de hace 100 años pero aun mantienen desde la vision de un hombre
profano, como lo fue Don Manuel, ideas vivas de la separación de poderes
entre la Iglesia y el Estado. La Hermandad cuyas ideas progresistas nunca se
pueden negar, canalizo el pensamiento Gonzalopradista, porque eran los
mismo. Y La masoneria no debe olvidarse es La Universidad del Libre
Pensamiento.

Discurso leído en la Logia Stella d’Italia el 24 de setiembre de


1905
Señoras y señores:

Hace un año que usé la palabra en esta misma institución y para conmemorar el mismo
aniversario: agradezco a los masones italianos la honra que por segunda vez me otorgaron al
solicitar mí colaboración.

La Stella d’Italia erige aquí una tribuna donde nos llama a los profanos sin marcar límite a la
emisión de las ideas. Nada más laudable ni más oportuno, hoy que en Lima recrudece el
fanatismo, hoy que no cesa de ir en aumento la inundación clerical.

No se puede negar que una fuerza de reacción religiosa pugna por hacernos retroceder. Y
¿quiénes oponen resistencia? uno que otro luchador solitario, ninguna agrupación desde el
momento que las conferencias organizadas en la Liga de Librepensadores quedaron
violentamente abolidas por el flamante aliado del Partido Liberal. Los llamados a levantar la
voz, callan por conveniencia o por miedo. Los diarios son clericales o fingen serlo para
amoldarse a la mentalidad de sus dos públicos -el femenino y el neutro. Las Cámaras siguen
debatiéndose en pasiones de bandería y defendiendo intereses de campanario: conservan la
tradición, pues los congresos nacionales no representaron jamás el oriente de las ideas
regeneradoras. El Gobierno, si abiertamente no encabeza el movimiento retrógrado, le
favorece bajo cuerda o le mira con buenos ojos: a todo poder le conviene fomentar el
Catolicismo, esa doctrina de resignación y envilecimiento.

Puede haber concluido el tiempo de las hogueras inquisitoriales; no ha finalizado el ciclo de las
luchas religiosas. Se lucha en todas partes, y con mayor encarnizamiento en las naciones
católicas; así, en Francia se tiene que pasar de las controversias verbales a los actos violentos.
Y no solamente luchan los mediocres y vulgares; agitan las armas un Berthelot, un Haeckel, un
Sergi, un Salmerón. . . ¿Quiénes afirman que pasó de moda la cuestión religiosa y que
27

pertenece a las antiguallas del siglo XVIII? casi siempre los que fundidos en un solo bloque no
pesarían lo que pesa un Haeckel ni un Berthelot.

No ha bajado a la tumba una religión que suponíamos enterrada bajo los sarcasmos de Voltaire
y las ironías de Renan. La vemos palpitar en rededor nuestro, aferrándose por dominar las
conciencias. Algunos, aunque librepensadores, la respiran en la atmósfera de su casa, la
husmean en los platos de su mesa, la sienten en la almohada de su lecho. La Ciencia y la
Religión ejecutan un perdurable movimiento de báscula: si una sube la otra desciende. Nadie
negará que la Ciencia no para en su movimiento de ascensión. El Catolicismo desciende y en
las naciones civilizadas no vive una vida muy gloriosa. Sin embargo, tenemos que asestarle
golpes continuos para acelerar su muerte. Aunque le veamos reducido a cadáver, sigamos
golpeándole: hay muertos que debemos matar una y cien veces.

De esa terquedad en aferrarse a la vida no cesa de ofrecer testimonio el jefe de la Iglesia frente
al Gobierno de Italia. Dada la fecha que celebramos, conviene decir algunas palabras sobre las
actuales relaciones de ambas potestades.

Al triunvirato literario de Dante, Petrarca y Boccaccio, a los hombres que en el Renacimiento


fijaron la lengua nacional, debe oponerse el triunvirato político de Garibaldi, Cavour y Mazzini,
de los hombres que en el siglo XIX contribuyeron más a la consumación de la unidad italiana.

Sacudir el yugo del Austriaco, formar de reinos fraccionarios y antagónicos, un estado grande y
homogéneo, borrar el odio mezquino de pueblos a pueblos y hasta de familias a familias, para
sustituirle con el siamo fratelli de Manzoni, he aquí las ideas que durante varios siglos
germinaban en el cerebro de los pensadores italianos, he aquí los fines que persiguieron
Garibaldi con la espada, Cavour con la diplomacia, Mazzini con la pluma.

Derrocados los reyezuelos y los grandes duques, realizadas las proezas legendarias de los Mil,
faltaba mucho para consumar la independencia y unidad: Austria cerraba el camino. Para
vencerla y debelarla no bastaban las energías nacionales: los apostolados, las revoluciones,
los heroísmos, todo había sido inútil. El vínculo tradicional llegó a verse tan relajado en Italia,
que los esbirros y los degolladores del pueblo no salían siempre de las legiones extranjeras.
Como se necesitaba la cooperación de fuerzas exteriores, muchos emisarios o apóstoles
fueron de nación en nación y de corte en corte buscando amigos y aliados de la emancipación
italiana. Los políticos realizaron entonces un prodigio de habilidad y astucia -la alianza de
Víctor Manuel y Napoleón III. Cuando se piensa en la obra de Cavour, se ve pequeñas las
figuras de Talleyrand y Metternich.

Vencida el Austria en Magenta y Solferino, reivindicada la posesión de Venecia, el pueblo


italiano pide más: su anhelo se cristaliza en la fórmula de: Italia una con su capital Roma.
Recordando las invasiones extranjeras provocadas por la ambición y felonía de los Pontífices,
reconociendo con Machiavelli que el papado es en Italia como el hierro en la herida, los
revolucionarios piden la abolición del Poder temporal, claman por el afianzamiento de la
nacionalidad con la reintegración de los Estados Pontificios.

Mas el Emperador francés, deteniéndose en la mitad del camino, proclama el Roma intangible
y pretende que los Mazzini, los Cavour y los Garibaldi acepten la inviolabilidad del territorio
avasallado por la Iglesia. ¿Por qué? Un viejo libertino se halla muy cerca de un viejo gazmoño,
y grandes catástrofes de imperios se fundan en ridículas influencias de alcoba. Napoleón III era
casado con una joven condesa, que si no tenía las virtudes de una santa, poseía el fanatismo
de una española. No extrañemos, pues, que en Roma subsistiera hasta 1870 una guarnición
de soldados franceses que representaban el doble misterio de pretorianos y monaguillos. Los
voluntarios que a fines del siglo XVIII descargaban el fusil sobre los ejércitos monárquicos, en
el siglo XIX apuntaban con el rifle a garibaldinos y mazzinianos: Mentana sucede a Valmy.
28

En los pechos italianos hierve entonces una cólera inexorable contra el hombre que hoy les
sirve de aliado en la guerra con Austria, y mañana quiere obligarles a permanecer inmóviles
bajo la sandalia de un Pío IX. En Francia misma el proceder ilógico y ambiguo del Emperador
suscita recriminaciones y protestas. Como les sucede a contemporizadores y amigos de
términos medios, Napoleón se granjea la censura y odiosidad generales: los católicos le tratan
de garibaldino, los garibaldinos le motejan de papista. Si unos le atacan en la prensa por
sostener una guarnición al servicio de un papa inquisidor y carabinero, otros le acusan en el
Cuerpo Legislativo, no sólo de haberse dejado envolver por las redes de la astucia italiana, sino
de favorecer una revolución patrocinada por Inglaterra.

Estalla la guerra franco-prusiana, y la tremenda catástrofe del pueblo francés redunda en


beneficio del pueblo italiano. Al derrumbarse el trono de Napoleón III arrastra consigo a la sede
temporal de Pío IX. Casi al mismo tiempo en que el hombre de Sedán sale de Francia para no
regresar nunca, Víctor Manuel penetra en Roma para lanzar al mundo católico la frase de
MacMahon en Sebastopol: Aquí estoy y aquí me quedo.

II

Mas, con la posesión de Roma ¿se han colmado los deseos y ambiciones de Italia? La voz del
irredentismo no deja de repercutir. Si antes se clamaba por Venecia y los Estados Pontificios,
hoy se clama por el Trentino y Trieste, confesando que la unidad nacional no puede
considerarse como un hecho sino el día en que se adquiera o se recupere las fronteras
naturales. Hoy se piensa quizá en Istria y Dalmacia como en las futuras provincias de una Italia
más extendida y más poderosa, hoy se sueña, tal vez, con la anexión de Albania para dominar
el Canal de Otranto y convertir el Adriático en un mar latino. A la vez que disminuye la galofobia
atizada por Crispi y Bismarck, va renaciendo el odio al germano, al enemigo tradicional: la
Triple Alianza no impide que el pueblo italiano execre a Francisco José y abomine de Austria.
Innsbrück, la capital misma del Tirol austriaco, oye resonar los mueras al tudesco.

Lombroso afirma que “Italia es una, pero no está unificada, (que) mientras algunas secciones
de la península avanzaron con la unidad política, muchas han permanecido estacionarias o
retroceden”. Con la monarquía de 1870 vino la excesiva centralización, el desarrollo de un
miembro a expensas de los demás: por un lado la congestión, por otro el desangramiento.
Poco ganaron las multitudes, que no valen mucho las transformaciones políticas sin venir
acompañadas de un mejoramiento social. La soberanía del pueblo es una sangrienta irrisión
cuando se sufre la tiranía del vientre: al llevar el voto en una mano, hay que tener el pan en la
otra. Quienes se beneficiaron con la unidad política de Italia fueron los reyes de Cerdeña, los
cortesanos, los hombres públicos y los financieros. Los humildes y los pequeños sacaron lo de
siempre: como las abejas labran panales para que otros saboreen la miel, así los humildes
siembran para que los soberbios cosechen, así los pequeños combaten y mueren para que los
grandes obtengan poder y glorificación.

Italia hierve y se agita: unos, siguiendo la huella de Crispi, tienden a formar una potencia
agresiva, conquistadora, con visos de imperialismo germánico; otros, recordando la prédica
humanitaria de Mazzini, se inclinan a fundar una república sin ejércitos permanentes, pacífica,
regida por instituciones de la más pura democracia. Al hervor político responde la fermentación
social: lo mismo que en todas las naciones civilizadas, las huelgas estallan como preludios de
la gran revolución futura. La guerra de tarifas con Francia, las desastrosas aventuras
coloniales, los desmedidos impuestos originados por los grandes armamentos, causaron
muchas miserias, muchos sacrificios y muchas lágrimas. De cuando en cuando las olas
populares, esas tremendas olas levantadas por el hambre, surgieron de la nación para venir a
estrellarse contra los muros del Quirinal. Más de una vez, la bala y el sable respondieron a los
gritos que pedían trabajo y pan; más de una vez, sangre de obreros y hasta de niños y mujeres
enrojeció la tierra en Nápoles, Milán y Sicilia.

Nadie vería en la Italia del siglo XX un campo de ruinas, una tierra de muertos, como dijo
Lamartine. La exuberancia de sangre, la plétora de vida nacional se revela por la capacidad
emigrante o fuerza de salir a crear naciones o fundar colonias. Dígalo Inglaterra. Los pueblos
decadentes y agotados se confinan en sus linderos, arraigan tenazmente al hogar de los
29

abuelos y arrullándose con las leyendas de una gloria pasada, se extinguen oscura y
miserablemente. El que vive propaga la vida, se mueve y se transforma. Por eso, el italiano
verifica una evolución: deja de ser el soldado brutal de la antigua Roma para convertirse en el
fecundo y laborioso inmigrante de los pueblos americanos. El va engrandeciendo y poblando
las naciones orientales de la América española. Por su adaptación al medio ambiente, por su
facultad de asimilarse, en fin, por su virtud colonizadora, y prolífica, el italiano merece llamarse
un creador de nacionalidades, un vivificador de razas.

Sin embargo, su misión histórica no se reduce a engrandecer tierras lejanas, olvidándose de su


país y de sus hermanos. Aquel espíritu viril y generoso que en la Antigüedad y el Renacimiento
hizo de Italia un gran pueblo, no ha degenerado en la edad moderna: donde nacieron los
Gracos surgen hoy los grandes vengadores, los terribles justicieros. Surgen también los sabios
y los artistas, los civilizadores por la verdad y la belleza. Desaparecida Grecia, Italia figuró
como el granero intelectual del mundo. ¿A qué no puede llegar mañana con el talento
privilegiado de sus hijos? Los hombres que supieron descubrir la pila como Volta, sondear el
firmamento como Secchi, cincelar el mármol como Cánova, armonizar las notas como Rossini,
pulir la estrofa como Leopardi, pensar como Gioberti y prosar como Giordani, sabrán convertir
en nuevo emporio de riquezas la hermosa tierra donde florecen las viñas de Horacio y susurran
las abejas de Virgilio.

III

Todos volvemos hoy los ojos a Italia como ayer los volvíamos a Francia, porque la Humanidad
tiene derecho de apropiarse las fechas magnas. A todo el mundo civilizado pertenecen el 14 de
julio y el 20 de Setiembre: significa la desaparición del antiguo régimen y el hundimiento del
poder teocrático. Los franceses que en 1789 demolieron la Bastilla, los italianos que en 1870
abrieron la brecha de la Porta Pía, tal vez creyeron servir únicamente al bien de sus
respectivas naciones, cuando lucharon por los intereses de la Humanidad. El 20 de Setiembre
se conmemora algo más que la unidad política de Italia: el Quirinal frente al Vaticano simboliza
el constante desafío de la Razón a la Fe.

En una balada de Heine, el Emperador Enrique IV de Alemania, vencido y humillado por


Gregorio VII, viste el sayal del penitente, marcha con los pies descalzos y reza un padre
nuestro, dando señales de sumisión y arrepentimiento; mas reprime la cólera, jura secreta
venganza y en lo interior de sí mismo profetiza que de su fiel y querida tierra germánica,
nacería el hombre destinado a empuñar el hacha y derribar a la implacable hidra de Roma.

Y la profecía se va cumpliendo. si la derrota de Austria produjo la unidad de Italia, el triunfo de


Prusia quitó a los Papas el poder temporal, convirtiéndoles en simples vecinos de la Ciudad
eterna. Pero, no, incurrimos en una exageración al expresarnos así: el Papa no se humilla ni se
esfuma como una simple unidad en el censo de Roma; se destaca, se yergue como un
adversario que blasona de representar los elevados intereses morales, mientras el Rey
personifica los bajos intereses materiales.

En las disensiones de los gobiernos con la Iglesia, sólo caben dos actitudes: someterse sin
condición o rebelarse sin miramientos. Cuando, en vez de cortar el cable y establecer un
gobierno esencialmente laico, se venera la tradición y se evoluciona en el campo de los
términos medios, entonces se deja planteada una interminable serie de cuestiones enojosas,
pueriles y ridículas. Los fundadores de la unidad italiana incurrieron en un grave error, más
propiamente dicho, cometieron una verdadera hipocresía al destruir el poder temporal en
nombre de un Estatuto que reconoce el Catolicismo como religión del Estado.

Quien se declara hijo de la Iglesia tiene que reconocer como padre al Sumo Pontífice. Víctor
Manuel se diseña como hijo y revolucionario sui generis: desnuda a su padre, y enseguida le
demanda la bendición; encarna un movimiento impío, y muere clamando por los auxilios de la
Religión. Humberto sigue más o menos, las huellas paternales, aunque una muerte violenta le
impide acabar como Víctor Manuel. El actual monarca, hijo de una madre piadosísima, da visos
de tanta fidelidad a las enseñanzas maternales que no se casa sin exigir de su novia el ingreso
a la comunión católica. Lamentemos, pues, que los italianos no hayan poseído un Enrique VIII
30

sin vicios. Lamentemos, más aún, que el asalto a Roma en 1870 no hubiera sido la obra de una
revolución netamente republicana y popular como la de 1848. Garibaldi habría dado al
problema una solución radical y definitiva.

De la situación creada por una política dudosa, nace algo triste y cómico: el Papa, inerme y
vencido, continúa siendo no sólo una acusación sino una rémora y una amenaza; mientras el
Gobierno de Italia, obligado a ceder o transigir, hace el papel de una barca ligera, mas reducida
a navegar con velas de plomo, teniendo que remolcar un pesado y viejo pontón.

Desde que emperadores y reyes regalaron territorios como se regala muebles y dispusieron de
hombres como se dispone de rebaños, los Papas consideraron los Estados Pontificios como
una herencia de familia, legalmente pasada de antecesor a sucesor. Ahí ejercitaron el más
absoluto de los poderes, tanto que el gobierno papal era en el orden político lo que en el físico
con las lagunas pontinas. Ese poder sueñan con reivindicarle para retenerle hasta el fin de los
siglos: ellos no admiten prescripción ni medio vedado para reivindicar lo perdido.

Dándose por emisarios del cielo y sólo responsables ante Dios, los Pontífices no conocen
patria ni aceptan deberes cívicos; al verse acosados por sus vecinos o sus súbditos, no vacilan
un solo instante en apelar al extranjero. ¿A quién llamó Pío IX el día que los Romanos le
hicieron disparar hasta Gaeta? a españoles, austriacos y franceses. Hoy mismo, si la
restauración de la Sede temporal dependiera de una cruzada exterior, Pío X acudiría al rey de
Inglaterra que es protestante, al Zar que es ortodoxo, a Loubet que es librepensador. No
rechazaría ni al Sultán, mahometano, rojo de pies a cabeza con la sangre de armenios y
macedonios. Las manos enrojecidas con sangre cristiana no asustan a un Papa, cuando traen
un óbolo para acrecentar el dinero de San Pedro o llevan un arma para herir en el corazón a
los enemigos de la Iglesia.

En el cerebro de los infalibles, todo error es una cristalización eterna, ¡Non possumus! gritaba
Pío IX. ¡Non possumus! balbuceaba León XIII y ¡Non possumus! repetirán sus irreducibles
sucesores como lo repite ya Pío X. Y no usarán la mansedumbre evangélica, al sentirse
potentes para fulminar el rayo. Burla merecería, si no infundiera lástima, esa irritación morbosa
de los Sumos Pontífices al verse privados de su soi-disant derecho divino. Mas se les
comprende y hasta se les disculpa, cuando se medita en la tradicional atmósfera del Vaticano y
en el proceso mental de sus moradores. No solamente Roma; Italia, Europa, el mundo entero
pertenece moral y políticamente al heredero legítimo de San Pedro. Los papas consideraron
siempre la Tierra como un feudo legado por Dios, no miraron en todos los hombres más que un
hacinamiento de seres inconscientes o menores de edad, obligados, por la razón o la fuerza, a
vivir y morir bajo la tutela de la Curia Romana. El ideal del Catolicismo se resume así: el trono
en Roma, el Sumo Pontífice en el trono, el Universo a los pies del Sumo Pontífice.

Según Delhom (2011), todos los historiadores mencionan el papel determinante


de Manuel González Prada en la formación ideológica de los trabajadores del
Perú, pero hasta ahora no ha sido analizado detenidamente el tenor de su
contribución. Desde fines de los años 1880, González Prada se había ganado
una fama de inconforme opuesto a las oligarquías, al caudillismo y al clero.
Cuando regresó de Europa, en 1898, su popularidad fue creciendo a causa del
tono muy radical de sus críticas a los poderes establecidos. En su discurso de
agosto de 1898 en el local de la Unión Nacional, el ensayista había designado
al obrero y al campesino como la parte sana del país. La semana siguiente, su
amigo C. Dam le invitó a dar otra conferencia en la Liga de Librepensadores
31

que fue impedida por el gobierno. Ideológicamente, los dos hombres


evolucionaron de forma parecida, pasando del liberalismo radical al
anarquismo, del cual fueron unos de los primeros propagandistas en Lima. La
Liga desempeñaba un papel de educación popular y concientización política
mediante reuniones públicas en las que participaban intelectuales y
trabajadores. G. Prada escribió algunos artículos para el semanario El Libre
Pensamiento, el órgano de la Liga, pero a partir de 1902, el escritor estrechó
sus relaciones con los círculos obreros y parece que estuvo en contacto
epistolar con varios líderes provincianos.

De octubre de 1904 a julio de 1909, ejerció una influencia directa en el


incipiente movimiento anarquista, escribiendo asiduamente, bajo seudónimos o
de forma anónima, en el mensual Los Parias. Es muy significativo que, el 1° de
mayo de 1905, la Federación de Obreros Panaderos le invitara a pronunciar
una conferencia que fue de suma importancia en la historia social del país. Se
trata del discurso ―El intelectual y el obrero‖, en el cual afirmaba el autor la
necesidad de la unión solidaria de todos los trabajadores sin distinción de clase
social en la perspectiva de la futura revolución. También definía el papel que le
corresponde al intelectual en su relación con las masas:
Cuando preconizamos la unión o alianza de la inteligencia con el trabajo no
pretendemos que a título de una jerarquía ilusoria, el intelectual se erija en tutor
o lazarillo del obrero. A la idea que el cerebro ejerce función más noble que el
músculo, debemos el régimen de las castas [...].

Esa idea, que selló la solidaridad entre los jóvenes universitarios de la clase
media y los proletarios, fue más tarde adoptada por Víctor Raúl Haya de la
Torre en su Frente de trabajadores manuales e intelectuales. La propuesta de
frente revolucionario multiclasista tomaba en cuenta la especificidad de un país
como Perú, donde el proletariado urbano era escaso y el rural se encontraba
totalmente marginado de la sociedad, mientras una creciente clase media
aspiraba a consistentes transformaciones sociales. Esa primera celebración de
la solidaridad internacional de los trabajadores constituyó un hito en la
evolución del obrerismo peruano hacia el sindicalismo. Se fijó como meta
común la obtención de la jornada de ocho horas ―dando inicio así a un mayor y
32

nuevo impulso tanto en el movimiento obrero capitalino como en ciertos


sectores mineros y costeños agrícolas‖ (Yepes del Castillo).
El año siguiente, informado de lo que sucedía en Francia, G. Prada defendió en
un artículo de Los Parias la campaña por la jornada de ocho horas, objetivo
que ya había sido incluido en los estatutos de la Federación de Obreros
Panaderos desde 1904. En esta ocasión, los panaderos habían convocado un
paro general que fue parcialmente logrado. Es interesante subrayar la
argumentación de G. Prada:

Según la iniciativa que parece emanada de los socialistas franceses, todas las
manifestaciones que hagan hoy los obreros deben converger a crear una
irresistible agitación para conseguir la jornada de ocho horas. Cierto, para la
emancipación integral soñada por la anarquía, eso no vale mucho; pero en
relación al estado económico de las naciones y al desarrollo mental de los
obreros, significa muchísimo: es un gran salto hacia adelante en un terreno
donde no se puede caminar ni a rastras. Si la revolución social ha de verificarse
lentamente o palmo a palmo, la conquista de las ocho horas debe mirarse
como un gran paso; si ha de realizarse violentamente y en bloque, la
disminución del tiempo dedicado a las faenas materiales es una medida
preparatoria: algunas de las horas que el proletariado dedica hoy al manejo de
sus brazos podría consagrarlas a cultivar su inteligencia, haciéndose hombre
consciente, conocedor de sus derechos y, por consiguiente revolucionario. Si el
obrero cuenta con muchos enemigos, el mayor está en su ignorancia.
El autor asigna a la auto-educación un valor revolucionario, lo que convierte
todas las medidas que pueden favorecerla en un objetivo válido de lucha, a
condición de que no se pierda de vista la meta final. Desde esta perspectiva,
más amplia que la puramente económica, romper la alienación individual es
una condición sine qua non de la emancipación colectiva. Al revés de muchos
anarco-sindicalistas predomina en G. Prada una concepción algo individualista
que no hace del sindicato la prefiguración de la sociedad futura. Con todo, su
pensamiento se mantiene cerca de la línea del anarquismo sindicalista
preconizado por P. Kropotkine y F. Pelloutier, para los cuales las reformas
parciales son ante todo la ocasión de fomentar la huelga general
revolucionaria. De forma pragmática, el sindicato constituye una escuela de
33

anarquismo, al proporcionar a los individuos una experiencia de lucha solidaria


y anti-autoritaria. Por otra parte, la postura del escritor no puede ser sindicalista
revolucionaria porque no acata la neutralidad ideológica del sindicato exigida
por la Carta de Amiens de 1906. El artículo que escribió en ocasión del 1° de
mayo de 1907, celebrado simultáneamente en El Callao y en Lima, muestra su
recelo en cuanto a la lucha por reformas inmediatas, juzgadas bastantes
ilusorias ya que no afectan los fundamentos de la explotación. Ese texto,
escrito varios meses antes del congreso anarquista internacional de
Amsterdam (agosto de 1907), anticipa las críticas dirigidas por Errico Malatesta
al sindicalismo revolucionario defendido por Pierre Monatte. Como el
anarquista italiano, G. Prada confía más en la solidaridad moral generada por
un ideal común que en la solidaridad económica; no toma el sindicalismo sólo
como un fin en sí mismo, sino como uno de los medios de acción para llegar a
la revolución ácrata, la cual sobrepasa ampliamente los intereses de una sola
clase y se propone la liberación integral de la humanidad oprimida económica,
política y moralmente. El hecho de que G. Prada no haya contribuido a La
Protesta podría ser interpretado como un desacuerdo con la orientación
anarco-sindicalista del periódico.

En junio de 1906, publicó un artículo de aclaración ideológica en el cual


explicaba las diferencias entre el socialismo, que califica de reformista y
autoritario, y el anarquismo, a menudo confundidos por los actores del
movimiento social peruano. Advertía entonces:

Entre socialistas y libertarios pueden ocurrir marchas convergentes o acciones


en común para un objeto inmediato, como sucede hoy con la jornada de ocho
horas; pero nunca una alianza perdurable ni una fusión de principios [...].
Frente a interpretaciones conservadoras de ―glorificación del trabajo‖, insistía,
pues, en el significado verdadero del Primero de mayo, como celebración
universal del sacrificio de los Mártires de Chicago. En 1909, lo definía como un
día privilegiado para demostrar la solidaridad proletaria en la lucha sangrienta
por la revolución emancipadora. Rechazaba sin ninguna ambigüedad toda
solución reformista y conciliadora, tal como la práctica muy frecuente del
arbitraje político en los conflictos laborales:
34

[...] no incurriremos en la ingenuidad o simpleza de imaginarnos que la


Humanidad ha de redimirse por un acuerdo amigable entre los ricos y los
pobres, entre el patrón y el obrero, entre la soga del verdugo y el cuello del
ahorcado. Toda iniquidad se funda en la fuerza, y todo derecho ha sido
reivindicado con el palo, el hierro o el plomo. Lo demás es teoría, simple teoría.
En noviembre de 1906, mientras habían cesado el trabajo los jornaleros del
Callao, el escritor abogó por la huelga general armada. Meses más tarde, en
mayo de 1908, después de la masacre en Iquique de 600 huelguistas por el
ejército chileno (diciembre de 1907), preconizó también el sabotaje. No sólo los
considera los únicos medios eficaces de lucha contra los capitalistas, sino que
también piensa como Kropotkine que toda lucha armada constituye una forma
de preparación del pueblo para la revolución final. G. Prada actúa también
como censor y aguijón cuando lamenta el conservadurismo y la falta de
solidaridad de los sindicatos peruanos, aún subyugados por la acción política,
que según él divide las masas y debilita su acción.
En dos artículos publicados en enero y febrero de 1906 en Los Parias,
G. Prada denunció la estrategia retrógrada y corruptora de la CAUU, calificada
de ―tenaza del político para coger al obrero‖ y celebró ―la evolución
regeneradora‖ emprendida por los panaderos bajo la dirección de M. C.
Lévano. Sin desconocer la existencia de un sector intermedio, consideraba que
las sociedades se dividen esencialmente en dos clases enemigas ―la de los
poseedores y la de los desposeídos‖ o, dicho con otras palabras, ―los
explotadores‖ y ―los explotados‖. En esa última, a la que atribuye una misión
histórica de regeneración, distinguía entre ―siervos‖ y ―proletarios‖, o sea entre
campesinos, en situación neofeudal, y obreros. A los artesanos limeños,
trabajadores propietarios de sus medios de producción y a menudo patronos de
otros obreros, los identificaba como aliados objetivos de los explotadores. Pero
lo que deseaba G. Prada era que se produjera una toma de conciencia de esa
clase intermedia para que se uniera a los demás trabajadores y regenerase el
Perú:
Desde finales de los 1890, G. Prada denunciaba el carácter inicuo del
capitalismo que explota al trabajador y lo mantiene en la miseria: ―Merced a las
sociedades anónimas, todo ha sido monopolizado y es disfrutado por un
35

diminuto círculo de traficantes egoístas y absorbentes.‖. Ha enfatizado la


desigualdad fundamental que caracteriza la relación de producción moderna y
la vuelve moralmente inaceptable, según él:

Donde hay cambio de dinero por fuerza muscular, donde uno paga el salario y
el otro le recibe en remuneración de trabajo forzoso, ahí existe un amo y un
siervo, un explotador y un explotado. Toda industria legal se reduce a un robo
legalmente organizado.

Mostrando la continuidad histórica de la explotación (esclavitud, vassallaje,


proletarización) afirmaba que el productivismo capitalista transforma al
trabajador en proletario, o sea en máquina de carne y huesos, la forma más
acabada de la alienación. Distinguía así entre dos concepciones de la actividad
productiva humana: por una parte, el digno trabajo libre ―para transformar el
Globo en una morada cómoda y salubre, concediéndose las horas necesarias
al solaz, a la instrucción y al sueño‖ y, por otra, la vil explotación que consiste
en ―bregar y esquilmarse para que otros reporten los beneficios [...] no
conociendo más placeres que el trago de aguardiente y la procreación‖.
Subrayaba la duplicidad del discurso ideológico dominante que tiende a
enmascarar la realidad gracias a la alianza cómplice de intelectuales y
capitalistas: ―[...] en las sociedades modernas el letrado y el capitalista explotan
al ignorante y al obrero, hipócritamente, predicando la evangélica máxima del
amor al prójimo, hablando de libertad, igualdad y fraternidad.‖. De ahí la
importancia de su discurso ―El intelectual y el obrero‖ que busca invertir la
alianza de las clases medias instruidas con la oligarquía, en beneficio de los
sectores populares.

En 1905 señalaba también la expoliación realizada por el imperialismo


económico norteamericano al amparo del modelo agro-exportador promovido
por la oligarquía nacional. Se anticipaba al discurso antiimperialista que
prevaleció a partir de los años 1920. Por otra parte, opuso las políticas
restrictivas de los países industrializados en materia de inmigración laboral a
sus agresiones coloniales en nombre del liberalismo económico, subrayando el
carácter mundial del proceso de proletarización.:
36

Para introducir sus telas, su opio, su alcohol y su Biblia, las grandes potencias
abren a cañonazos Asia y África; pero quieren cerrar sus puertas no sólo al
amarillo y al negro, sino también al blanco sin bolsa repleta de oro.
De allí su prédica internacionalista, consecuencia lógica de la solidaridad de
clase:
Las muchedumbres no acaban de ver que el negocio no tiene patria; que, a
pesar de Alsacia y Lorena, el francés rico es hermano del capitalista alemán, lo
mismo que, a despecho de Tacna y Arica, el azucarero peruano es amigo y
compatriota del hacendado chileno. Todos los grandes ladrones constituyen
una masonería internacional, forman una casta esparcida en el globo, pero
estrechamente unida y juramentada para luchar con su enemigo común: el
proletario.
El intelectual revolucionario aspiraba claramente al modelo político más
igualitario que podía concebir, el del comunismo libertario teorizado por
Kropotkine, Malatesta y Elisée Reclus, cuyo lema era ―a cada uno según sus
necesidades‖. También influenció al movimiento obrero el discurso anarquista
de G. Prada en cuanto al Estado y a la Iglesia, analizados como cómplices
activos de la explotación capitalista.

Los gremios inicialmente más influenciados por el anarquismo fueron sobre


todo los panaderos y los tipógrafos, pero también los sastres, zapateros y
picapedreros; más tarde fueron muy activos los trabajadores del sector textil,
que lograron influir en los jornaleros de los valles agrícolas cercanos a la
capital. En 1907, ya existía en Lima el Centro de Estudios Sociales
―Humanidad‖, muy concurrido por los tejedores de Vitarte. También debe
citarse el Centro Socialista 1° de Mayo con su órgano El Oprimido, en el que
participó a menudo el dentista C. Dam y que fusionó en 1908 con el grupo
―Humanidad‖, dando origen al Centro de Estudios Sociales 1° de Mayo. En
Lima desplegó también su actividad el Centro Racionalista Francisco Ferrer
que editaba el mensual Páginas Libres, nombre que retoma el título del primer
libro de González Prada (Paris, 1894). El grupo Luchadores por la Verdad, que
reunía a los más destacados militantes obreros y a algunos intelectuales,
publicó a partir de febrero de 1911 el periódico La Protesta. Tuvo una activa
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participación en la formación ideológica y organización de los trabajadores: es


de notar que constituyó un Comité de Preparación Sindical en julio de 1911. El
anarquismo arraigó también en las provincias, particularmente en las
localidades de Huacho, Sayán, Barranca, Trujillo, Chiclayo, Ica... Esa influencia
entre los obreros del campo es también un aspecto que debería ser estudiado
más profundamente, así como el discurso indigenista de la prensa proletaria.
En Arequipa fue constituido en 1905 el Centro Social Obrero. Varios periódicos
fueron editados en Chiclayo, donde fue fundada la Confederación de Obreros
1° de Mayo en 1907. En Trujillo apareció La Antorcha y se fundaron Centros de
Estudios Sociales como ―Luz‖ e ―Hijos del Pueblo‖. En Huacho fue creado el
Centro de Estudios Femeninos ―Luz y Libertad‖ (1918). Hubo también un
Centro de Estudios en Pomalca con escuela y biblioteca.
A partir de 1911, la influencia anarquista en el movimiento obrero se volvió
predominante. Afirma Pereda Torres: ―La segunda década del presente siglo
encontró a la dirigencia anarco-sindicalista en posesión de los principales
gremios de la ciudad de Lima y del resto del país [...]‖. La primera huelga
general de solidaridad tuvo lugar en abril de 1911 en apoyo a los tejedores de
Vitarte; su resultado fue la supresión del trabajo de noche. El gobierno aprobó
también en enero de 1911 una ley de accidentes de trabajo frente a la presión
obrera. Como consecuencia del conflicto, se fundaron la Unificación Obrera
Textil de Vitarte en mayo de 1911 y la Unificación Proletaria Textil de Santa
Catalina en noviembre del mismo año, ―verdaderas organizaciones sindicales‖
y ―núcleos de formación y acción del anarco-sindicalismo de la ciudad de Lima‖,
según Pereda Torres. Afirma el historiador que ―estas organizaciones se
constituyeron en modelos para los gremios de albañiles, sastres y
ferrocarrileros quienes optaron definitivamente por la senda libertaria‖. Las
huelgas por las ocho horas y aumentos salariales se sucedieron e
intensificaron en 1912 y 1913, años de crisis económica, dando lugar a la
constitución de nuevos sindicatos. En el campo, que se iba organizando en
reivindicativas Sociedades de Auxilios Mutuos por la influencia anarquista,
también hubo conflictos violentos: en abril, las fuerzas represivas mataron a
decenas de jornaleros de los valles agro-industriales de Chicama y Santa
Catalina (Dpto. de La Libertad). Finalmente, la Unión General de Jornaleros del
Callao conquistó las ocho horas en enero de 1913 gracias a un nuevo paro
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general. Se creó entonces una nueva federación, la de Obreros Marítimos del


Callao. Frente a la multiplicación de las huelgas y cediendo a la presión
patronal, el gobierno del populista Guillermo Billinghurst promulgó en enero de
1913 un Reglamento de Huelgas destinado a luchar contra los métodos
anarquistas de acción directa, aunque pretendía garantizar el derecho de
huelga. No obstante, los conflictos se extendieron a los obreros del petróleo de
Talara, Negritos, Lobitos y Lagunitas, en el norte del país. A iniciativa de la
recién creada Sociedad de Galleteros y Anexos, se constituyó en marzo de
1913 una primera Federación Obrera Regional Peruana (FORP), que no logró
perdurar. A finales del año, los trabajadores pudieron constituir una imprenta
proletaria que funcionó hasta los años 1930 y editó numerosos periódicos. La
propaganda sindical se intensificó a partir de 1914, a causa de la degradación
de las condiciones de vida y trabajo. Como las clases populares no
beneficiaban de la bonanza exportadora debida a la Guerra Mundial y tenían
que sufrir el alza exhorbitante de los artículos alimenticios, se organizaron
nuevos sindicatos de oficios (zapateros, albañiles, sastres, ferrocarrileros...).
También la represión se hizo más violenta, muriendo numerosos trabajadores
en provincias en 1916 y años siguientes. Según algunos historiadores, la FORP
fue disuelta y sustituida en diciembre de 1918 por la primera Federación Obrera
Local de Lima (FOLL).

1919 fue el año de la culminación del anarco-sindicalismo en el Perú. Un nuevo


paro general paralizó Lima y El Callao del 13 al 15 de enero de 1919 hasta
conquistar la jornada de ocho horas. La Federación de Trabajadores en Tejidos
del Perú, constituida en enero, fue también fruto del movimiento, así como la
Federación Gráfica y la de Choferes. La huelga había sido iniciada por los
tejedores y fue rápidamente apoyada por los demás sindicatos, así como los
estudiantes de San Marcos. Víctor Raúl Haya de la Torre, el principal líder de
los universitarios, fue adquiriendo después una gran influencia entre los
trabajadores textiles gracias a la creación en 1921 de las Universidades
Populares González Prada. Un frente único de sindicatos, gremios y
organizaciones populares, llamado Comité Pro-Abaratamiento de las
Subsistencias, fue constituido por la Federación de Trabajadores en Tejidos en
abril de 1919 para luchar contra la elevación del costo de la vida. Ese Comité
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dirigido por los anarquistas Carlos Barba (zapatero), Nicolás Gutarra (ebanista)
y Adalberto Fonkén (tejedor), organizó un paro general en mayo-junio que fue
severamente reprimido por las autoridades, muriendo varios manifestantes (ley
marcial). El 4 de julio, Augusto B. Leguía aprovechó la situación para hacerse
con el poder en medio del entusiasmo popular. Ese mismo día, el Comité Pro-
Abaratamiento ocupó el local de la CAUU para transformarlo en la sede de la
segunda Federación Obrera Regional Peruana, constituida el 8 de julio de 1919
en base a los principios de 1913. En agosto fue constituida la Federación
Obrera Marítima y Terrestre del Callao. A partir de los años 1920, los
huelguistas se dividían entre aplicación de la acción directa o del arbitraje
previsto por la nueva Constitución para resolver los conflictos laborales. En el
Primer Congeso Local Obrero de Lima y El Callao, organizado en abril de 1921
por la FORP, fue planteada la cuestión de la acción política de los trabajadores.
Parece ser que los anarquistas lograron declararla incompatible con el
sindicalismo pero que no pudieron obtener del Congreso que se pronunciara en
favor del comunismo libertario como objetivo de los trabajadores organizados.
Las ideas socialistas, divulgadas desde 1918, empezaban ya a cundir en el
proletariado: los sindicatos del textil fueron los que abogaron por la ―política
obrera‖. Para reforzar la organización anarquista, fue inmediatamente
constituida la Federación de Grupos Libertarios, que se hizo cargo de La
Protesta. En 1922, la exitosa huelga de la Federación de Motoristas y
Conductores (septiembre) dio lugar a la creación, en noviembre, de una
segunda Federación Obrera Local de Lima (FOLL) en la que ―se agudizó la
polémica entre anarquistas y socialistas‖. En mayo de 1923 salió el primer
número de Claridad, el órgano de la FOLL y de la Juventud Libre del Perú,
fundado por Haya de la Torre y dirigido por José Carlos Mariátegui a partir de
1924, después de la deportación de Haya (octubre de 1923). En octubre de
1923, los sindicatos y los estudiantes unidos lograron impedir la consagración
del Perú al corazón de Jesús.

A partir de 1924, con la reelección de Leguía, la represión se hizo más feroz y


la influencia socialista arraigó en la FOLL. Los textiles, seguidos por los
choferes, electricistas, gráficos y otros más, abandonaron el anarco-
sindicalismo. Habían contribuido a propagar el marxismo-leninismo las
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Universidades Populares, en las que los anarquistas vieron pronto escuelas


para ambiciosos y medios de infiltrar ideas reformistas en el proletariado.
Síntoma de la gravedad de la fractura ideológica, fue que la FOLL no invitara a
los grupos libertarios a la conmemoración del 1° de Mayo de 1925 (Pareja
1978:63). Los anarquistas, particularmente los albañiles y carpinteros,
intentaron en vano crear una nueva organización obrera libertaria. Finalmente,
a principios de 1926 ya dejó de publicarse La Protesta y en septiembre salió el
primer número de la famosa revista Amauta. A mediados de 1926 empezaron
los preparativos para el Segundo Congreso Local Obrero de Lima a iniciativa
de los Trabajadores en Tejidos. Tuvo lugar bajo la dirección de Arturo Sabroso
a partir de enero de 1927, pero sin la participación de los anarquistas. El
Congreso se pronunció en favor del sindicalismo revolucionario sin orientación
ideológica definida. En junio de 1927, la represión gubernamental desestructuró
las organizaciones obreras encarcelando o desterrando a sus principales
líderes. En octubre de 1928 fue finalmente constituido el Partido Socialista del
Perú y, en mayo de 1929, la Confederación General de Trabajadores del Perú,
cuyo primer Secretario General fue Julio Portocarrero, obrero textil de Vitarte,
ex-anarco-sindicalista y miembro fundador del Partido Socialista.

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