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Actualmente, los conceptos de juventud, y cultura juvenil, han sido abordados de

múltiples maneras, ello varía dependiendo el contexto y el lugar al que se haga


referencia; pues son conceptos de creación reciente; además, que dependen del
sentido y la idea con la cual se pretendan utilizar, pues estos están basados en el
imaginario colectivo que la sociedad establece; es decir, la sociedad es la que
construye la idea o referente, que marca las pautas de cómo deben ser y actuar
los jóvenes. Por lo tanto, siguiendo esta línea, la industria cultural, los medios
masivos de comunicación y los ámbitos educativos, religiosos y familiares cobran
fuerza en el constructo de dichos conceptos, los cuales van marcando el sentido
de lo que es “lo juvenil”.

No obstante, recientemente se han se han observado configuraciones


juveniles basadas, en una manera específica de relación. Éstas crean formas de
relación específica, así como normas internas, que van más allá de lo socialmente
establecido; pues se toman como referente a partir del cual construyen códigos,
espacios y formas de conformación, de los cuales formarán identidades basadas
en un principio por la pertenencia.

Es así que:

En un sentido amplio, las culturas juveniles refieren al conjunto de formas


de vida y valores, expresadas por colectivo, expresadas por colectivos
generacionales en respuesta a sus condiciones de existencia social y
material. En un sentido más restringido, señalan la emergencia de la
juventud como un nuevo sujeto social, en un proceso que tiene lugar desde
fines de los años cincuenta, y que se traduce en la aparición de una micro
sociedad juvenil, con grados significativos de autonomía con respecto a las
instituciones adultas, que se dota de espacios y de tiempos específicos[…]
en el plano de las imágenes culturales, las culturas juveniles se traducen
en “estilos” más o menos visibles que a manera de bricolage integran
elementos heterogéneos provenientes de la moda, la música, el lenguaje,
el comportamiento no verbal, el graffiti, los mass media. Etc. (Rodrigo Díaz.
23)1

Es así, que los jóvenes son una construcción histórica situada en el tiempo
y en el espacio social2. Cuando un joven se adhiere a un grupo en el que se
poseen las mismas tendencias, modas y pensamientos que él, este se sentirá
identificado tanto con el grupo como con sus símbolos, modas y prácticas.

Por tanto, la construcción individual que tenemos de nosotros mismos tiene


que ver con el entorno en el que nos desarrollamos pues nos encontramos en una
constante interacción con el resto, lo cual nos constituye como sujetos, de esta
forma es más fácil intentar comprender que los miembros que pertenecen a un
grupo, reciben una gran influencia del mismo y a la vez inciden en éste.

Como mexicanos debemos aceptar que estamos íntimamente permeados


por la historia y la cultura estadounidense, ya sea por su cercanía o por la
capacidad de éste país por exportar sus imágenes y políticas. Se trata entonces
de una larga relación histórica que definitivamente ha intervenido en diversos
procesos tanto culturales, como políticos o económicos desde ambos países.

Castoriadis da una perspectiva de cómo es que se dan los procesos de


identificación en las relaciones entre sujetos, ésta es un elemento que se
encuentra en crisis, ya que en la actualidad no existe una base estable sobre la
cual se puedan posar los individuos y cohesionar de esta manera identidades
firmes, sino que se encuentra en constante movimiento, éste es el correr
característico de la modernidad en la que el individualismo no es ningún problema,
por el contrario hay un conformismo generalizado “Conformismo que sólo es
posible a condición de que no exista centro de identidad importante y sólido”
(Castoriadis. 133)3.

1
Díaz Cruz, Rodrigo. “La creación de la presencia. Simbolismo y performance en grupos juveniles”.
en Alfredo Nateras (comp.). Jóvenes, culturas e identidades urbanas. México: UAM-I. 2002.
2
Tomando La Idea de Alfredo Nateras.
3
Castoriadis, Cornelius. “La crisis del proceso identificatorio”. El ascenso de la insignificancia. Ed.
Frónesis, 2001.
El presente ensayo pretende hacer una reflexión sobre los “menores
infractores” en condición de encierro, si bien los mismos no deciden su
pertenencia a este colectivo, puesto que dudo mucho que cometan la infracción
con la finalidad de entrar a una Institución Correccional, sí poseen condiciones
determinadas que los llevaran a la identificación con los jóvenes –de entre 12 y 18
años de edad- que en esos centros se encuentran, posteriormente se encontraran
con un grupo con el cual puedan identificarse y sentirse parte de algo.

El adquirir el mismo patrón de conducta, el uso de una vestimenta parecida,


de un lenguaje similar y de una apariencia son elementos determinantes para que
dentro de una institución de encierro, en este caso, las Instituciones
Correccionales, los menores se relacionen con otros menores que tengan sus
mismos símbolos, significados e ideales, es decir, que es la búsqueda de otro que
sigue un mismo modelo.

Y a lo anterior siento la necesidad de conceptualizar la Institución


Correccional según Elena Azaola:

La Institución Correccional ¨es un eslabón más en la cadena de las


instituciones normalizadoras cuyo objeto, en último término, no sería el de
garantizar las condiciones para la reproducción de un orden social
determinado, lo que este trabajo intenta dilucidar son las vías específicas
por las que prisión y correccional transitan en la consecución de este
objetivo general y de sus objetivos particulares¨4.

Al ingresar y pertenecer a un centro de reclusión el menor deja la familia,


los amigos, la calle y comienza a vivir el estigma, el encierro y la exclusión por
parte de los otros.

Esta exclusión aparece ante una crisis de identificación, una crisis de una
sociedad moderna. La cual a su vez produce una crisis del proceso identificatorio
que al mismo tiempo es reproducida y cada vez se presenta más gravemente.

4
Empleo aquí el concepto ¨Institución Correcional¨ de Elena Azaola. 1990, p.26.
Hablar de crisis en el proceso identificatorio es hablar de los valores que ha
ido perdiendo el sujeto en la actualidad, retomando a Castoriadis, éste nos dice
que existe una crisis de las significaciones imaginarias sociales , es decir, de todo
lo que mantiene a una sociedad unida, “ toda sociedad crea su propio mundo,
creando precisamente significaciones que le son especificas”5.

La madre y el padre como maneja Castoriadis son la sociedad en persona,


y es mediante ellos como el sujeto adquiere las diferentes formas de poder
socializar, ambos padres transmiten al hijo lo que viven, lo que son y proveen al
niño de polos identificatorios que serán los pilares de la identidad del sujeto.

En relación con la identidad de un menor infractor es importante hacer una


reflexión debido a que dependiendo de su historia personal, familiar y social éste
aprendió ciertas conductas de modelos que le fueron introyectados desde la
infancia hasta el momento en el que hoy se encuentra este adolescente. Con esto
quiero dar a entender que el menor se identificó posiblemente con personas que
dentro de su núcleo familiar o social llevaban a cabo actos delictivos.

Pero ¿qué peso lleva la institución en la conformación del sujeto del


encierro? Las instituciones con autoridad ejercen –muchas veces- violencia por
medio de discursos y formas de acción que están dirigidos al control de los
cuerpos y las ideas de los hombres.

Entiendo como violencia institucional aquella que ejerce una institución a


través de sus prácticas en las que se ejerce sobre el sujeto control y vigilancia,
esto es lo que precisamente se pretende indagar en las Instituciones
Correccionales para Menores, en donde creo que los sistemas de control
disciplinario son los medios mediante los que se sostiene el sistema de
dominación y se operan prácticas violentas de control.

5
Ibidem p. 126
La violencia es algo que altera el comportamiento y la psique del sujeto, es
una práctica que conlleva a la destrucción y el aniquilamiento del otro, como
mencionaría Michel Foucault, el cual es experto y básico para hablar sobre la
violencia dentro del sistema carcelario.

“El uso de la violencia polariza los vínculos entre personas confiables y no


confiables, desarrolla aspectos paranoides en los sujetos que derivan en la
fragmentación de las relaciones sociales, en la inseguridad y en el temor.
Las actividades políticas y sociales disminuyen por miedo a la pérdida y al
castigo, por temor al encierro e incluso a la muerte”6

Es importante tomar en cuenta los aspectos ya descritos para tratar de arrojar luz
sobre lo que en los menores infractores se mueve dentro de la Institución
Correccional. Sin embargo al carecer de un acercamiento con éstos jóvenes no se
puede aseverar absolutamente nada, puesto que no sabemos de sus vivencias, de
su experiencia y su día a día dentro de la institución.

Si bien el presente ensayo es un tanto pobre en cuanto a desarrollo, no es más


que porque tal vez más que un ensayo pretenda ser una propuesta de
investigación.

Sería sumamente interesante llevar a cabo un acercamiento a éstos jóvenes para


tratar de comprender sus motivaciones para delinquir, se plantea un supuesto
sobre ello, si bien es probable que delincan por efecto de identificación en su
círculo más próximo, también debemos tomar en cuenta que probablemente no
todos infrinjan la ley por las mismas razones. ¿Qué pasaría si delinquir es un
requisito de algún grupo del que pretenden formar parte?

6
Araujo Paullada, Gabriel, Fernández Rivas, Lidia. Algunas reflexiones sobre la violencia. en: III
Anuario Departamental de Educación y Comunicación, 1995, UAM-X. p. 17

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