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Erotismo y violencia simbólica.

Un
ensayo sobre el proceso civilizatorio

Rafael Montesinos*
Griselda Martínez V.**

LA VIOLENCIA. UNA IDEA PRELIMINAR

A veces parece que el fenómeno de la violencia


es visto como una deformación inherente a la
evolución de la humanidad, en lugar de consi-
derarla como una manifestación que, controlada o mani-
pulada, sirve precisamente para garantizar la reproduc-
ción de la sociedad.
Actualmente la sociología, la antropología y la ciencia
política se han interesado más por las formas que adop-
tan los gobiernos, sus estructuras, alianzas, sistemas
de partidos, etcétera, que por las formas como se maneja
la violencia para mantener el poder y, por tanto, para
reproducir a una sociedad determinada. Pareciera como
si la violencia estuviera desterrada de la reproducción de
las relaciones políticas, económicas y culturales (y, des-
de luego, de las relaciones entre los géneros). Así, las
manifestaciones de la violencia aparecen solamente como
procesos de descomposición social, como conductas
“antisociales”. En el imaginario colectivo se reproduce
una confusión entre el ser y el deber ser, por lo que la
* Profesor investigador del Departamento de Sociología de la
IZTAPALAPA 47 Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa.
extraordinario de 1999 **Profesora investigadora del Departamento de Producción
pp. 249-269 Económica de la UAM-Xochimilco.
Rafael Montesinos y Griselda Martínez V.

sociedad espera de la modernidad la recho de ejercer el poder a un grupo re-


posibilidad de superar la violencia. ducido de ella, evidentemente permite
Aquella discusión acerca de la natu- construir una argumentación coherente
raleza del hombre, previa a la conforma- acerca del proceso de evolución del Es-
ción formal de las teorías políticas, tado. Sin embargo, vale considerar que
giraba en torno a reconocer o negar si se trata de la institucionalización de la
la violencia era parte inherente al hom- violencia.
bre. Recordemos estas posiciones, por
ejemplo, a partir de los planteamientos
de Hobbes en cuanto a que el hombre VIOLENCIA Y MODERNIDAD
para el hombre, lobo; y de Locke, quien
consideraba el estado de naturaleza como En la génesis del Estado contemporá-
un estado de armonía, por lo cual el neo se advierte un uso “moderno” de
hombre no necesitaba recurrir a la vio- la violencia. Si tenemos presente que la
lencia. emergencia del Estado contemporáneo
En este contexto, de confrontación corre al parejo del desarrollo de la so-
de perspectivas, la experiencia histó- ciedad actual, comprenderemos que la
rica demuestra que si bien puede du- creación de una nación se hace posi-
darse de que la violencia proviene de la ble cuando la clase en el poder logra
esencia del hombre, de su ser como ani- delimitar un territorio y cuenta, ade-
mal racional, se habrá de reconocer que, más, con la capacidad para defenderlo
al menos, marca la historia de la huma- de las amenazas del exterior. Se trata de
nidad. De hecho la superación de las un primer nivel en el uso de la violencia,
sociedades primitivas y, por tanto, de ya que la nación la utiliza a partir de
la emergencia de las primeras formas las fuerzas militares en contra de los
del Estado, demuestra cómo la violencia enemigos externos. Esto permite supo-
“primitiva” adquirió una nueva expresión ner que la creación del nuevo Estado,
al iniciar un proceso de concentración de la nación, se sustentó en el monopo-
del poder, de su paulatina instituciona- lio de la violencia de tal forma que, al
lización. concentrarla, la élite en el poder pudo
La misma conformación del Estado poner en práctica estrategias de defensa
contemporáneo implicó la transforma- del sistema social, aun contra fuerzas
ción de las formas de violencia en un internas que ejercieran fuerzas antisis-
nuevo tipo de expresión que parece idea- témicas. Es decir, que formalmente el
lizar al contrato social, en el que apa- uso legítimo de la violencia se justifica
rentemente se sustenta la sociedad mo- con el objetivo del bienestar colectivo,
derna. Pensar que la superación de la la paz pública que requiere toda sociedad
sociedad primitiva radica en que la ma- para reproducirse. Ésta sería la expre-
yor parte de la sociedad concede el de- sión “moderna” del uso de la violencia

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ya que su institucionalización presume las huelgas, los plantones, etcétera. Es


que, por consenso, se utilizará para el empleo de la violencia “civil” en contra
mantener o hasta imponer un orden so- de la violencia oficial. Se trata de accio-
cial determinado. nes desesperadas de sectores de la so-
Visto así, la violencia es el fenómeno ciedad civil que no tienen otras formas
social que a lo largo de la evolución de de defensa contra el abuso del poder del
la sociedad contemporánea se expresa que hacen uso las autoridades guberna-
de diversas formas, unas son percibidas mentales. Lo contrario provoca, como
por la humanidad como usos “adecua- lo sugiere Bobbio al referirse a las acti-
dos” de la violencia, mientras otras son tudes “pacifistas”, la exaltación de la
observadas con horror. Por ejemplo prepotencia.
cuando un gobierno defiende el territorio Si se intentara negar que la violencia
nacional; cuando reprime movimientos es parte de la cultura contemporánea
sociales, generalmente populares, que bastaría tan sólo con revisar la historia
hacen peligrar el orden establecido; de la humanidad en el siglo XX; simple-
cuando se desarticula al crimen organi- mente el indicador de las guerras, tanto
zado, como el “terrorismo”, el narcotrá- las de alta como las de baja intensidad,
fico, el vandalismo; cuando un padre echaría por tierra cualquier argumento
corrige a sus hijos, etcétera, la sociedad por sustentar la naturaleza pacífica del
le encuentra utilidad y justificación al hombre. De igual forma, el racismo, la
uso de la violencia. Nos referimos a xenofobia, las diversas formas del te-
diversas formas de expresión de la vio- rrorismo y el mismo poder masculino
lencia utilizada para reproducir las es- ejercido sobre la mujer, constituyen una
tructuras del poder. Es decir, que esa prueba irrefutable acerca de la violencia
imagen introyectada es producto de la como elemento inherente al proceso
idea dominante de que, en todo caso, social.
tiene como objetivo legitimar ciertas En tal contexto no se trata de esta-
formas de violencia. blecer un juicio de valor sobre el uso
Por otra parte, existe una percepción legítimo o ilegítimo de la violencia sino
de la violencia que no es aceptada por de reconocer que es producto de la cul-
la sociedad, normalmente aquellas for- tura, pues se reproduce tanto en las
mas que utilizan las clases subalternas relaciones entre las naciones como en
para defenderse del uso despótico del las de los individuos. El problema radica
poder. Se trata en esencia de la violencia en pensar que la pretendida ”razón” de
organizada políticamente, que adquiere una supuesta modernidad ha elimina-
forma a partir de los movimientos revo- do progresivamente las prácticas de la
lucionarios, o de formas de expresión violencia, en virtud de que ésta se mani-
que adquieren matices simbólicos como fiesta y prevalece en cada ámbito de las
es el caso de las marchas de protesta, relaciones sociales, así sea en su forma

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simbólica. Por ejemplo, el problema de realización del ser a partir de la sexua-


la violencia intrafamiliar existe tanto en lidad. Por tanto, la construcción erótica
países industrializados como en socie- alude de manera muy directa a las re-
dades de evidentes rasgos premodernos. laciones entre los géneros conforme uno
En ese sentido, el proceso de la civi- constituye el objeto del deseo del otro.
lización, el avance de la modernidad Visto así, la relación estrecha entre el
puede analizarse, como lo sugiere Nor- erotismo y los impulsos (sexuales) nos
bert Elias, a través de la capacidad so- permitirá construir una interpretación
cial de la humanidad para contener los a partir de la naturaleza violenta de los
impulsos de los individuos. Por nuestra seres humanos y un proceso civilizato-
parte, en las siguientes líneas intenta- rio que pretende erradicar la violencia
remos exponer cómo la sexualidad y en de las relaciones sociales.
general las relaciones entre los géneros, En principio, el primer elemento de
reflejan la naturaleza violenta tanto de discusión es el de la discontinuidad y
hombres como de mujeres. Y son, según continuidad del ser, pues dicha relación
nuestra interpretación, los deseos y las se vincula simbólicamente al proceso de
fantasías sexuales los que nos permiten la vida y de la muerte. Como lo sugiere
advertir el carácter violento de los indivi- Bataille, la diferencia abismal entre un
duos en las relaciones de los géneros. ser y otro es lo que permite reconocer
la discontinuidad, sin embargo es el ais-
lamiento del ser, la individualidad, la
EL EROTISMO conciencia sobre la muerte como fin de
ciclo vital, lo que produce un sentimien-
La decisión de tratar al erotismo a partir to de continuidad profunda que se sa-
de su vinculación con la violencia res- tisface en la subjetividad de los sujetos
ponde a que, precisamente, está asocia- a partir de la proximidad con los otros.
do a la idea de la muerte. El erotismo En ese caso, en la medida en que el ero-
puede aparecer, entonces, como expre- tismo sugiere el acercamiento de los gé-
sión de la esencia violenta de los indivi- neros en la búsqueda del placer sexual,
duos. Por otra parte, y ésta es la que dota a los individuos de lo que carecen,
interesa en las siguientes líneas, el de una continuidad. Por tal razón, el ero-
erotismo se articula a la cuestión de la tismo alude a la relación continuidad-
sexualidad y elude, por sí mismo, la re- discontinuidad del ser.
presión sexual que se manifiesta, entre El miedo a la muerte que el hombre
otras formas, dando a la sexualidad el siente lo conduce a liberar sus impul-
exclusivo fin de la reproducción, mien- sos, y su efecto es producto de la “ani-
tras la exaltación de todo lo referente a malidad humana”. De esta manera, el
los instintos sexuales, esto es el erotis- erotismo representa la violentación del
mo, tiene como único fin el placer: la orden establecido. Por eso para Bataille,

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en el deseo erótico se advierte que toda resguardar a las mujeres de una violen-
actuación erótica tiene como principio cia por parte de los hombres, evitando
una destrucción de la estructura del ser así la “objetualización” de sus cuerpos.
cerrado que es en estado normal un par- La modernidad impone progresiva-
ticipante del juego . En ese sentido el mente entre los géneros una serie de
símbolo más nítido del erotismo es la valores, que poco a poco evitan la vio-
desnudez, que es la oposición al estado lencia física sobre las mujeres, aunque
cerrado del individuo, estado superado en el caso del intercambio sexual entre
conforme hombres o mujeres sucum- ellos aparezca la violencia, cuando me-
ben ante la exaltación de lo que ofrece nos a partir de la pasión, de la fusión
la liberación de los instintos sexuales. de los cuerpos, de la penetración.
La desnudez aparece como una metá- El amor, cuyo sentimiento tiene una
fora de la muerte, pues representa el fuerte carga erótica, supone tal signifi-
asesinar al ser cerrado que significa la cación del ser amado, que hace sentir
individualidad. en los que comparten esta condición la
El erotismo es violento porque siem- necesidad de poseer al otro. Así, pare-
pre pone en juego la disolución de las ciera como si no existiera una relación
formas constituidas del orden social directa entre el erotismo y la muerte, y
que coloca en salvaguarda la fragilidad el enamoramiento funge como interme-
de la individualidad. De esa forma, por diario entre éstos, ya que la mayor parte
ejemplo, lo que evita la vulneración del de las veces ese sentimiento crea una
ser femenino en una sociedad represen- imagen metafórica de la muerte, pues
tativa de la modernidad es una cultura compromete la vida de uno a la búsque-
que impone a los individuos, hombres da del ser amado. La voluntad del ser
y mujeres, una serie de principios, va- amada (o amado) pareciera anulada
lores, normas y costumbres que ayudan ante las expresiones eróticas de la otra
a contener los impulsos, en este caso parte; la violencia queda manifiesta por-
los propiamente sexuales. Sobre todo los que la exaltación de los deseos sexuales
de aquellos que presumen poseer la fuer- anulan la calidad de sujeto del otro. La
za física necesaria para obtener la satis- muerte del sujeto en las fantasías se-
facción de sus deseos sexuales, como xuales deja entrever la objetualización
en el caso de la violación. Visto así, la de la persona a quien se desea. El reco-
evolución de la modernidad como un nocimiento de que alguien sea objeto
proceso mediante el cual los individuos del deseo demuestra el carácter violen-
aprenden a controlar sus impulsos, si to del erotismo. Por ello dice Bataille
no elude la violencia, al menos la mati- que “el erotismo abre a la muerte. La
za, la desplaza al campo de lo simbó- muerte abre a la negación de la dura-
lico. El Estado y la propia sociedad han ción individual”. Y se pregunta “¿podría-
creado las instancias necesarias para mos, sin la violencia interior, asumir

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una negación que nos conduce al límite logía griega nos ofrecen pasajes en los
de todo lo posible?” cuales los motivos que orillan a un líder
Por esa razón es que el erotismo di- a declarar la guerra a otro grupo social
fiere de la sexualidad animal, en cuanto son precisamente la codicia de apode-
éste pone al descubierto la vida interior. rarse de una o varias mujeres. Simple-
La sexualidad humana supera su ca- mente la experiencia de la guerra de
rácter propiamente animal en la medida Sarajevo nos arroja imágenes repudia-
en que supera la condición rudimen- das por la comunidad internacional, al
taria, cuando deja de responder a una constatar que el paso del ejército en te-
necesidad primaria, como puede ser rritorio enemigo dejó una estela no sólo
comer o defecar. Sin embargo, en la mis- de abusos sobre la población de la ter-
ma organización social “primitiva” toda cera edad y la infantil, sino también ca-
la violencia implícita en la sexualidad sos de violación masiva de mujeres, lo
fue controlada mediante interdictos o que constituye la violación a los códigos
prohibiciones, así que el peligro de una de honor que los guerreros y la sociedad
libertad sin barreras a los impulsos crea- contemporánea han venido construyen-
ba un escenario permanente de guerra.
do y, que en el contexto de la guerra,
En ese sentido se entiende la cuestión
apuntan a contener los impulsos sexua-
de la prohibición del incesto, cuyo obje-
les de los soldados y, en consecuencia,
tivo concreto era, según Lévi-Strauss,
a defender la fragilidad femenina en
garantizar una red de alianzas entre
tales casos.
los grupos sociales. La intención era
Se advierte claramente que el proce-
contener, por conducto de una prohi-
so civilizatorio puede ser evaluado me-
bición, los impulsos sexuales en el inte-
diante el parámetro de la contención
rior de los precarios grupos sociales que
colectiva e individual de los impulsos;
posteriormente darían forma a las ban-
primero, el de la violencia de unos con-
das y a las tribus. Se trata de recono-
tra otros, que espera a través de valores
cer, más que el tabú sobre las relaciones
incestuosas, la necesidad de imponer de la modernidad resguardar la integri-
restricciones sobre los impulsos sexua- dad de los pueblos. Y segundo, el relativo
les de los hombres, pues su fuerza o a los impulsos sexuales de los hombres
poder dentro del grupo generaba con- quienes, al tener mayor fuerza que las
flictos internos que amenazaban con la mujeres, amenazan contra la integridad
disolución del mismo. De hecho, las física femenina, intentando someterlas
mujeres y la riqueza generada por un a sus deseos. En este ensayo nos in-
grupo social derrotado en la guerra si- teresamos por lo segundo, aunque los
túan en el centro de la discusión el ob- dos aspectos guarden relación por refle-
jeto que satisface los deseos sexuales jar formas de expresión del carácter
de los vencedores. La historia y la mito- violento de los humanos.

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Lo interesante de este proceso se no responden a las prácticas sexuales


advierte en la medida en que la moder- reconocidas socialmente como “válidas”.
nidad se impone a la naturaleza violen- La prohibición aspira a eliminar la
ta del hombre, el orden social depende violencia, aunque la transgresión a par-
cada vez más del efecto del proceso de tir del erotismo descubre su matiz sim-
socialización mediante el cual los indi- bólico inmerso en la fantasía sexual. Sin
viduos introyectan los valores necesa- embargo, la transgresión va cargada de
rios para respetar la integridad y los la angustia que provoca un acto subje-
derechos de los otros, de tal manera que tivo colocado fuera de lo establecido.
las prohibiciones, interdictos como las Entonces, el erotismo se expresa sobre
llama Bataille, aparezcan como los valo- todo cuando el individuo que cae en la
res aprendidos que impiden al humano transgresión hace conciencia del hecho,
transgredir lo que la sociedad ha esta- pues la angustia que provoca la eva-
blecido como válido. El deber ser repre- sión de la prohibición nos hace conscien-
senta un modelo de hombre y mujer, tes de que la sociedad no ha sido capaz
de ciudadano, aprendido en el proce- de contener nuestros impulsos. El ero-
so de socialización. Es evidente que esto tismo representa las limitaciones que
apunta hacia dos panoramas: uno, el impone la subjetividad individual al pro-
compromiso del individuo con el Esta- ceso de socialización, el campo de la
do, su decisión de aceptar que una enti- sexualidad donde la animalidad huma-
dad ejerza la violencia a nombre y en na puede liberarse de las imposiciones
bien de todos; dos, el autocontrol de los de la cultura. Sortea lo que Freud llamó
impulsos violentos, sexuales o no. El el malestar de la cultura, que es el costo
erotismo se ubica en el contexto del se- que normalmente paga el individuo por
gundo caso cuya frontera simbólica el hecho de pertenecer a una sociedad.
pone al descubierto la posibilidad de Las fantasías sexuales permiten a los
transgresión de lo aceptado socialmente individuos liberarse de la cultura, nues-
en el terreno de la sexualidad; pero la tra animalidad se libera simbólicamen-
evasión de las prohibiciones sociales te del orden establecido que rige cada
que contienen los impulsos sexuales de uno de nuestros actos.
los individuos no se sitúa en el terreno
“concreto” de la vida cotidiana, sino en
la subjetividad individual que deja la ¿EROTISMO VS. TRABAJO?
acción fuera de la vista del Estado. Por
ello el erotismo representa la transgre- El erotismo aparece como un exceso de
sión del orden social, pues emerge de la sexualidad, reflejando la forma en
la subjetividad de cada individuo, re- que la violencia vence a la razón. Por
fleja la experiencia de cada uno en la eso mismo adquiere relevancia la idea
proyección de fantasías sexuales que de Bataille, según la cual el trabajo

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representa la presencia de la raciona- trato social), no evita la violencia implí-


lidad colectiva que introduce el sosiego cita en las relaciones de poder que se
de los impulsos violentos de los deseos. reproducen en los espacios laborales.
Más de los sexuales que de los de apro- Ahora, si intentamos analizar lo que
piación del producto del trabajo de los acontece en ese espacio respecto al ero-
otros. El hecho de que la racionalidad tismo, apuntamos hacia un ámbito de
implícita en la división social del trabajo la vida social en el cual se reproducen
permita comprender uno de los factores ciertos tipos de relaciones entre hombres
que hicieron a los humanos privilegiar y mujeres. Es decir, que inevitablemente
su autosuficiencia y, sobre todo, la estaremos presenciando manifestacio-
forma de reproducirse materialmente, nes de la violencia simbólica. Así que,
no garantiza necesariamente la supera- a diferencia de Bataille, consideramos
ción de la violencia. Menos si pensamos que el trabajo no necesariamente elude
en la primera etapa de las sociedades la violencia, más bien la matiza, la escon-
complejas donde el esclavismo repre- de, la recodifica y, en ese caso, el erotis-
senta una forma de trabajo que se ma- mo la descubre mediante las fantasías
terializa, exclusivamente, a través de la sexuales que se desprenden por la rela-
violencia. Situación que no alcanzamos ción entre los géneros, que se debaten
a resolver a finales del siglo XX, sobre en un claro escenario de poder. Consi-
todo si consideramos que si bien las deramos, por eso mismo que argumen-
tendencias de la modernidad en las re- ta Bataille aunque en sentido contrario,
laciones laborales representan la supera- que los espacios laborales donde acon-
ción de la violencia física, no excluyen tece el trabajo, por la racionalidad im-
la reproducción de la violencia sim- plícita, se tornan en el mejor ámbito de
bólica que subsume al trabajador en los las relaciones sociales en las que emer-
diversos procesos de trabajo. Pense- ge el erotismo, entendido como la trans-
mos simplemente en el contexto de una gresión de uno de los órdenes sociales
crisis económica donde el desempleo establecidos más explícitos, más insti-
aparece como una amenaza latente en tucionalizados.
el imaginario de aquellos que momentá- Al llamar la atención sobre el trabajo
neamente están empleados; ahí la rela- como el ámbito social en el que se ad-
ción violenta con su entorno se hace vierte más nítidamente la presencia del
muy evidente. interdicto Bataille nos ubica, sin preten-
De hecho, si resulta acertada la idea derlo, en el mejor campo para reconocer
de que el trabajo combate el miedo a la confrontación entre una normativi-
la muerte pues, al ofrecer el sosiego a la dad formal que “garantiza” el resguardo
incontenible reproducción del pensa- del orden, y el erotismo como transgre-
miento y eludir la violencia física al sión de todo tipo de orden. De hecho,
sustentarse en una convención (con- aunque él insiste en la idea que nos

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permite observar que toda prohibición provoca un desgaste físico cuya recupe-
puede ser transgredida (pues al referirse ración, necesariamente, se da en el es-
al trabajo señala que la racionalidad de pacio privado. Esto se hace más patente
ese espacio social parece eliminar toda si consideramos que en ocasiones los
posibilidad del erotismo, de la trans- individuos no logran desprenderse en
gresión), olvida que, sobre todo en las la vida cotidiana de los pensamientos
relaciones laborales, los géneros que- del trabajo. De tal manera que la racio-
dan marcados por relaciones de poder, nalidad del trabajo, en efecto, funge
donde, generalmente, los hombres man- como un paliativo contra los impulsos y
tienen una posición privilegiada frente puede disminuir, fuera de su ámbito,
a las mujeres. los deseos sexuales. Es claro que el ero-
Si bien es cierto que la racionalidad tismo, como la liberación de los impul-
impuesta a los individuos en el trabajo sos mediante las fantasías sexuales, y
representa una clara limitación para la el trabajo, como una racionalidad que
violencia física, y aunque mencionamos antepone socialmente un conjunto de
que no opera de igual forma para la prohibiciones, aparecen como antagó-
violencia simbólica, si se considera el nicos.
significado de las relaciones de poder Sin embargo, la esencia transgre-
manifiestas explícitamente en el ámbito sora del erotismo también coloca a la
laboral, la alienación al trabajo, tanto racionalidad del trabajo como el mejor
de los encargados de la dirección del trofeo para el juego de la transgresión.
proceso de trabajo como de los opera- El primer aspecto a considerar es si el
tivos, supone la mente de un individuo hecho de que un individuo se someta a
que deja de preocuparse por sí mismo. cierto trabajo garantiza el olvido de otro
Esto es cierto porque nos puede condu- tipo de pensamientos. Es decir, pensan-
cir a pensar que el individuo abando- do en una relación de trabajo en la cual
na momentáneamente la animalidad en no se tenga interacción con mujeres o
la medida en que se le impone una ra- con hombres (según el sexo de que se
cionalidad que contiene los impulsos, trate), que el individuo no pueda traer
de tal manera que, en principio, habre- o reproducir en el trabajo pensamientos
mos de aceptar el sentido que Bataille eróticos. Eso sería realmente absurdo.
le imprime a las condiciones sociales Por otra parte, el problema del acoso
que determinan la relación de trabajo sexual o del hostigamiento en los espa-
entre los individuos. Más aún, su carác- cios laborales, aun en aquellas socieda-
ter alienador va más lejos de las fronteras des en las que se ha logrado instituir
del ámbito laboral, pues independiente- relaciones más igualitarias entre los
mente del tipo y cantidad de fuerza que géneros, refleja precisamente la pre-
se gasta en el proceso de trabajo, la sola sencia de los impulsos sexuales que se
permanencia en el espacio de trabajo desatan por la sola interacción entre el

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hombre y la mujer. Aunque para des- garantizar la integridad física y moral


tacar el carácter transgresor del erotis- de los individuos. Parece obvio que la
mo vale decir que en esos casos se han racionalidad del trabajo difícilmente po-
externado los deseos sexuales, que la drá, por sí sola, hacer algo en contra de
subjetividad del erotismo inicia un pro- la violencia simbólica, no le correspon-
ceso de materialización ante la posibi- de. Al contrario, el trabajo perpetúa y
lidad de que quien es objeto del deseo legitima ese tipo de violencia por contra-
acceda a las propuestas sexuales. dictorio que parezca: mientras el proce-
El erotismo ofrece mayores posibili- so de trabajo pueda reflejar la evolución
dades de placer a quienes lo reprodu- de la civilización, al fungir como pará-
cen, pues el mantener los deseos como metro de la forma de apropiación de la
fantasía, en la subjetividad individual, naturaleza, reproduce la violencia sim-
sin hacerlos implícitos, evita la frustra- bólica que hace perdurar la subordina-
ción del rechazo. Por ejemplo, el hombre ción del hombre hacia el hombre mismo.
a quien le han aceptado una propuesta
sexual tiene frente a sí, aunque sea mo-
mentáneamente, la consumación del LOS OBJETOS DEL EROTISMO
acto sexual que produce el término de Y SUS EXPRESIONES
un momento placentero, mientras que
las imágenes eróticas reproducidas Aunque el erotismo se exprese a partir
individualmente, al no quedar expues- de la superación del ser personal, la
tas a la consumación del deseo, pro- superación de las prohibiciones socia-
meten perdurar y ofrecer mayor placer les supone el desplazamiento de su mo-
a quien las posee y reproduce. El pla- vimiento hacia la fusión de una cons-
cer que provoca en el individuo el ero- trucción subjetiva, que significa el deseo
tismo se libera tanto de la posibilidad hasta la fusión de los cuerpos en el acto
del rechazo como en la de la consuma- sexual. En este proceso el erotismo se
ción del deseo. El hombre transgrede expresa a partir de objetos, de objetos
las prohibiciones sin exponerse a los del deseo que reflejan la construcción
castigos sociales, legales o morales pre- erótica del individuo.
vistos para el caso. Sin embargo pareciera que el objeto
En este contexto, el proceso civiliza- indiscutible del deseo es la mujer, como
torio (comprendido como la capacidad si la histórica dominación del hombre
que la humanidad desarrolla para elimi- sobre la mujer les hubiese extirpado a
nar la violencia o, en su defecto, para ellas el deseo. Tal situación supondría
contenerla), se podrá observar en el ám- que se les ha arrebatado, de por vida,
bito del trabajo conforme los impulsos la libertad intrínseca en el erotismo. Los
sexuales se reprimen mediante el auto- hombres aparecen siempre tomando
control o la normatividad, al grado de la iniciativa, mientras en la mujer se

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advierte el poder de la provocación del La seducción representa, entonces,


deseo masculino. Como sugiere Batai- aquello que permite convencer al otro de
lle, no es que la mujer sea más deseable que acceda a los deseos sexuales sin ha-
para el hombre (en comparación del cer uso de la violencia física. La capaci-
hombre para la mujer), sino simple- dad seductora de Don Juan presume la
mente que la mujer se propone como ob- transgresión de la individualidad de
jeto del deseo masculino. De ahí que la la mujer sin el uso de la fuerza, la viola-
desnudez femenina, por ejemplo, posea ción antepone la violencia física sobre
un indiscutible poder emblemático del la simbólica, por lo que coloca y expone
erotismo. al hombre al peso de la ley. Por su parte,
No obstante que la mujer represente cuando la mujer se proyecta en el mun-
la posibilidad de que el hombre consu- do contemporáneo como el máximo
me sus deseos sexuales, quizá sea más signo del erotismo, le confiere tal poder
importante considerar que sin ella, sin que su cuerpo le permite alcanzar dife-
su imagen, no podría liberarse de las rentes objetivos que no necesariamente
prohibiciones que le impone la socie- tienen que ver con el placer. La objetua-
dad. La sola representación femenina lización de la mujer, su “cosificación”
permite al hombre transgredir las con- como objeto sexual se vuelve hoy contra
tingencias que lo limitan y, desde luego, el hombre moderno. Su irracionalidad,
todo tipo de fantasías en las que se sus impulsos animales, encuentran
piense a sí mismo ejerciendo algún tipo como enemigo a una racionalidad que
de violencia, como puede ser asesi- coloca a la mujer con ciertas ventajas
nando. La cuestión es que la diferencia sobre el hombre al controlar el objeto
entre el objeto de un deseo sexual (que de sus deseos: el cuerpo femenino. Sin
también es manifestación de un impul- embargo, como se ha señalado, si la re-
so violento) y el deseo de asesinar, es el construcción erótica de las relaciones
hecho de poder concretar el impulso sin entre hombres y mujeres no trasciende
que la transgresión provoque una re- el pensamiento mediante la fusión, en
primenda contra la integridad física o la consumación del acto sexual, quien
moral del individuo. Esto le confiere un posee fantasías sexuales puede alcan-
peculiar poder a la mujer, el poder de zar el placer aun con la ausencia física
decisión que permite consumar el deseo del objeto del deseo. Evidentemente
masculino sin el peligro de que la ley quien posee poder tiene mayores posibi-
aparezca para imponerle un castigo por lidades de consumar sus deseos, a dife-
violentar una prohibición. Al permitírsele rencia de quien carece de él.
transgredir se libera de las imposiciones Tal es el poder que ejerce la mujer
culturales, pero también se libera de la sobre el hombre (en su calidad de sím-
amenaza de un castigo. Ésa es una de bolo erótico colectivamente construi-
las grandes bondades del erotismo. do), que generalmente se le concede la

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capacidad exclusiva del poder de la se- comprender los diversos aspectos del
ducción. Es de justicia señalar que la erotismo es cómo la belleza femenina
liberación de la mujer, que la hace pasar constituye el blanco de los deseos se-
de un objeto a un sujeto sexual, comien- xuales masculinos.
za a conceder poder seductor al hom- También se puede considerar la
bre, a pesar de que la figura femenina belleza de los hombres aunque, en tér-
predomine como emblema del erotismo minos generales, la condición física
tanto en los imaginarios heterosexuales masculina lo asocia con la animalidad,
como en los homosexuales. Por ejemplo, a diferencia de la mujer quien, por su
cuando Baudrillard sugiere que el tra- propia constitución física, se distancia
vestismo proyecta la exaltación de la claramente de las formas antropoides
voluptuosidad femenina, situación que y es considerada como bella. Una mujer
también se hace patente en la imagen es deseable cuanto más se aleja de la
de las prostitutas, se destaca el poder pesadez natural que aproxima al huma-
seductor femenino. Esto antepone a no con los antropoides, la belleza feme-
hombres y a mujeres las profundas po- nina adquiere un valor erótico cultural-
sibilidades que se confieren al cuerpo mente construido. No es que la belleza
femenino: importantes cualidades para femenina anule totalmente la anima-
alcanzar el placer a través de su sexua- lidad, pues hemos explicado cómo el
lidad. erotismo es la recuperación de la natu-
La prostitución, como exaltación de raleza, de la animalidad humana, sino
la voluptuosidad femenina, según Ba- que, precisamente la distinción entre
taille tuvo dos expresiones sociales: la la belleza y la fealdad es la condición
ejercida en las sociedades cortesanas para distinguir, en el campo de la sexua-
en los siglos XVI, XVII y XVIII y la prostitu- lidad, lo humano y lo estrictamente
ción baja, correspondiente a la clase de- animal, esto es lo que nos permite dife-
gradada. Mientras la Iglesia quemaba renciar la relación sexualidad-erotismo
a las brujas dejaba vivir a las bajas pros- y sexualidad-reproducción. La belleza,
titutas, la maldición recayó sobre la dice Bataille, refleja la presencia eróti-
humanidad degradada de las clases ca por que ésta puede ser mancillada,
desposeídas como una derrota más que mientras la fealdad no puede ser trans-
les infringían los poderosos. No obstan- gredida.
te, la prostitución queda obligada a La belleza juega un papel peculiar
tomar la belleza femenina como la estra- en la construcción erótica, pues en ella
tegia para conseguir los objetivos eco- se descubre la violencia humana a par-
nómicos de quien la ejerce, sin importar tir de la liberación de los deseos sexua-
si tal exaltación cae o no en la vulgari- les y de la transgresión, del erotismo.
zación de la voluptuosidad femenina, Pero también ha de advertirse que la be-
pues lo que resulta importante para lleza femenina, sin importar la cultura

260
Erotismo y violencia simbólica. Un ensayo sobre el proceso civilizatorio

a la que se haga referencia, representa esa mujer aprovecha la objetivación del


un bien escaso. Este fenómeno nos cuerpo femenino y hace uso de este re-
conduce a dos situaciones claramente curso para establecer relaciones de
distintas; una en la que las mujeres poder y dominación. Los deseos se-
bellas son el mejor objeto de los boti- xuales del hombre, tanto del que posee
nes de guerra, lo que refleja la objetiva- poder como del que no lo tiene, convier-
ción de la mujer, representando el papel ten al género masculino en presa fácil
subordinado que históricamente ha de la voluntad de la mujer, sobre todo de
desempeñado; y otra en que se eviden- aquella que cuenta con los elementos
cia la tendencia de los últimos años en estéticos y las conductas que proyectan
donde se vive un proceso de constitución las imágenes eróticas reconocidas colec-
del ser mujer como sujeto social, a par- tivamente. Para Baudrillard lo femenino
tir del cual la voluntad de la mujer no necesariamente se opone a lo mas-
cuenta como un elemento básico para culino, sino que adquiere su mejor ex-
la consumación del acto sexual. presión en la medida que seduce a lo
En el segundo caso, la mujer que masculino. De ser cierta esta aprecia-
cuenta con los valores estéticos que pro- ción confirma una forma de dominio
yectan las imágenes eróticas tiene ele- femenino que históricamente ha estado
mentos subjetivos a su favor para al- presente, independientemente de la su-
canzar sus objetivos personales. El bordinación generalizada de las muje-
hecho de que en la actualidad la sexua- res hacia el poder masculino. En ese
lidad se haya liberado a tal grado que sentido este autor señala:
las bondades de la figura femenina apa-
rezcan como íconos recurrentes en la …la mujer sólo es apariencia. Y es lo fe-
comercialización de todo tipo de pro- menino como apariencia lo que hace fra-
ductos, hace que la sexualidad aparezca casar la profundidad de lo masculino.
como una de las mercancías de mayor Las mujeres, en lugar de levantarse con-
oferta en el mercado. Deja de tener sen- tra esta fórmula “injuriosa” harían bien
tido que la mercadotecnia recurra a los en dejarse seducir por esta verdad, pues
mensajes subliminales; quizá ahí ra- ahí está el secreto de su fuerza, que están
dique una de las razones por las que perdiendo al erigir la profundidad de lo
Giddens se arriesga a considerar que una femenino contra lo masculino (Baudri-
de las características de la modernidad llard, 17: 1986).
es la tendencia hacia la desaparición del
erotismo. La proliferación sexual que prevalece
Al constituirse como sujeto sexual, en la actualidad desconcierta a Baudri-
la mujer se apropia de su cuerpo, decide llard, pues tiende a eliminar los límites
sobre él y adquiere la capacidad para entre el orden tradicional (que anterior-
alcanzar el placer propio. Sin embargo, mente coartaba los impulsos sexuales)

261
Rafael Montesinos y Griselda Martínez V.

y las prohibiciones (cuyo origen permite seo de otro que menoscabe las prohibi-
reconocer el juego de la transgresión), ciones legales y morales que le otorgan
entre quien acepta el autocontrol y la exclusividad sexual. La transgresión
quien se libera, sobre todo, de la cultura intrínseca del erotismo que provoca la
como elemento represor. Se trata de una figura femenina amenaza la seguridad
etapa en la que los límites de lo prohi- de un orden social totalmente vulne-
bido se vuelven relativos al grado de rable a los impulsos tanto de las muje-
dificultar la constancia del deseo, pues res como de los hombres. La violencia
éste se reproduce especialmente si los puede estar a su favor o en su contra,
objetos del deseo están ausentes o son según sea la situación.
escasos.
Más allá de la vulgaridad erótica que
proyectan la prostitución y la porno- EL MATRIMONIO Y EL EROTISMO
grafía, se pone en evidencia la fragilidad
de la sexualidad masculina ante la per- A veces se considera al matrimonio
manente disponibilidad de la mujer. El como la tumba del erotismo, pues la
hecho de que el cuerpo femenino se intimidad que caracteriza esta relación
constituya en el objeto último del deseo supone de antemano la superación de
masculino no hace sino reflejar el do- la vergüenza de mostrar y tocar libre-
minio de la mujer sobre el hombre. Una mente todo el cuerpo. De hecho, si se
dominación que derrumba la raciona- considera al acto sexual como una fecho-
lidad masculina hasta sobajarlo a una ría, como una acción ilícita en términos
condición tan animal que sólo la pre- generales (el acto sexual se restringe a
caria conciencia mantenida por el hom- los espacios estrictamente privados,
bre, desde que inicia el ritual erótico íntimos), el matrimonio representa, en-
hasta la consumación del deseo, le res- tonces, una paradoja que enfrenta la
guarda su dignidad humana. sociedad, al reconocer el carácter inelu-
En una sociedad tradicional esta si- dible de las necesidades sexuales de los
tuación se reproduce en las relaciones individuos, y al prever su transgresión
del matrimonio, en las que dicha insti- impone tanto una prohibición como la
tución intenta resguardar el predominio infracción correspondiente. El matrimo-
masculino. La reclusión a la que se su- nio aparece como el reconocimiento
jeta a la mujer en el espacio privado, lícito de una forma específica de la
con toda la estructura moral que le sexualidad. Lo paradójico es que, en ge-
impide irrumpir en el espacio público, neral, mientras el acto sexual se san-
sugiere cierto temor a su liberación, pues ciona legal o moralmente, el matrimonio
posee el poder de la seducción. Los hace lícita la sexualidad siempre y
hombres temen que la sexualidad de cuando se ajuste a ciertos parámetros
su pareja desencadene a tal grado el de- de una “normalidad” que impone la cul-

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Erotismo y violencia simbólica. Un ensayo sobre el proceso civilizatorio

tura. El erotismo es visto como un pe- Las relaciones simbióticas pueden


ligro para la sociedad y, en ese sentido, vulnerar el carácter lícito del matrimo-
el matrimonio restringe los efectos per- nio, además de reproducir el erotismo
niciosos de los efectos sexuales al aco- que presuntamente elimina. La obsesión
tarlos a criterios institucionales. Por ello de pensar que la pareja te traiciona, que
es pertinente considerar que, en esencia, puede alcanzar mayor placer con otros,
el matrimonio permite la materiali- emerge como una fuerza energética que
provoca un deseo sexual obsesivo, in-
zación de la transgresión porque repre-
saciable, pero sobre todo transgrede,
senta una estrategia para superar las
con la subjetividad individual, la estruc-
trabas que la sociedad impone a la con-
tura moral que se espera de las propias
sumación de los deseos sexuales.
relaciones matrimoniales, la reproduc-
Si el erotismo se exacerba ante la
ción de una sexualidad avalada social-
ausencia del objeto del deseo, cuando
mente. Por ejemplo, Bataille señala que
el matrimonio garantiza la persistencia
“muchas mujeres no pueden disfrutar
del objeto, si no elimina el deseo al me- (sexualmente) sin contarse una historia
nos lo reduce. En principio, la rutina en la que son violadas”; el matrimonio
cotidiana y el sentido de propiedad lo no queda exento de estas fantasías cuya
que menos provocan es la ansiedad del esencia refleja la violencia como centro
deseo, la violencia de los impulsos se- de la sexualidad. El erotismo prevalece
xuales disminuye ante la garantía de en las relaciones matrimoniales trans-
concretar el acto sexual. Por eso, la mo- grediendo lo establecido; más aún, se
notonía matrimonial muchas veces cubre de la legalidad que le ofrece la
parece la tumba del erotismo. Sin em- institución del matrimonio.
bargo, ni la misma saturación sexual Por otra parte, si es cierto que el ma-
que en muchas ocasiones provoca la trimonio representa una forma de trans-
repulsión hacia la pareja extermina el gresión prevista por la sociedad, no
erotismo, en todo caso, un matrimonio necesariamente amenaza con la extin-
ción del erotismo. El deseo por la pareja
que ahuyenta el deseo provoca que las
puede ser inagotable, sobre todo si las
partes busquen otro objeto de deseo.
mismas imágenes eróticas del hombre
En ese contexto, el acto sexual en el
y la mujer van consumándose en el acto
ámbito matrimonial representa la posi-
sexual “cotidiano”. La hiperpresencia de
bilidad de crear una fusión física que la sexualidad con que la mercadotec-
incorpore, mediante las fantasías, al nia promueve buena parte de los bienes
objeto. La consumación del deseo con y productos suntuarios puede provocar
el nuevo objeto sexual adquiere mate- tal deseo, que la ausencia de una pareja
rialidad en una pareja que ha perdido sexual conduzca a la frustración y al
el poder de la seducción, la capacidad deterioro de la autoestima. Desde luego
erótica que enciende la llama del deseo. no es indispensable el vínculo matri-

263
Rafael Montesinos y Griselda Martínez V.

monial para garantizar la presencia de presiones de la vida moderna. De esa


una pareja sexual, sobre todo en la forma, la seducción que el deseo sexual
actualidad que se advierte un incre- ejerce sobre los individuos, hombres y
mento de divorcios y una mayor presen- mujeres, está latente en los matrimo-
cia de individuos, hombres y mujeres, nios o en las relaciones de pareja esta-
que viven solos. Las relaciones patológi- bles. El erotismo se expresa también a
cas que se recrean en muchas de las través de la angustia, del miedo a no
relaciones hacen que una de las partes ser amado (a), del miedo al rechazo, por
viva con angustia la sola posibilidad del ello Alberoni dice que: “el erotismo arde
abandono o la traición. El dominio esta- en esa tensión, en esta duda continua,
blecido hacia la imagen del otro, la ne- continuamente defraudada y continua-
gación del ser como sujeto, como entidad mente renaciente”. Sin embargo, habrá
individual autónoma, es vivida con una de reconocerse que predomina la condi-
fuerte carga de placer. Y en muchas oca- ción exterminadora del erotismo que
siones las relaciones sexuales en tales impone la rutina del matrimonio, aun-
que la misma repetición sexual se
condiciones reflejan un complejo ritual
somete a la naturaleza erótica del ser
erótico en el que se reproduce simbóli-
humano y, por ello, establece una per-
camente la muerte, el renacimiento, la
manente búsqueda del placer.
liberación, la “divinización” del otro, el
El proceso civilizatorio, la moder-
éxtasis y, desde luego, el placer que pro-
nidad a partir de la presencia de ins-
duce la violencia humana.
tituciones que combaten la violencia,
La relación matrimonial moderna
propicia la eliminación de la violencia fí-
(también es el caso de algunas parejas
sica a partir del derecho, pero también
sexuales) permite distinguir claramente
promueve el placer de la violencia sim-
la diferencia entre una sexualidad desti-
bólica inscrita en la sexualidad al liberar
nada a la reproducción y la sexualidad los sentidos de los individuos. En ese
erótica, entre la sexualidad animal y la sentido se explica cómo la interpreta-
búsqueda del placer. La separación ción de Elias sobre el proceso civiliza-
física y momentánea que impone la vida torio, si bien considera la superación
urbana, así como el estrés generado por de la violencia, la calidad guerrera de
la rutina del trabajo y las condiciones la sociedad medieval, representa la
económicas, pueden constituirse en un creación de las condiciones para liberar
inhibidor del deseo sexual, pero tam- al hombre del peso de la cultura.
bién pueden crear un contexto en el que
la construcción erótica represente una
isla de salvación ante las presiones co- EL EROTISMO Y EL GÉNERO
tidianas. La liberación del deseo sexual
puede ser, en muchas ocasiones, la úni- El erotismo, como una cualidad huma-
ca alternativa para abstraerse de las na que permite distinguir la diferencia

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Erotismo y violencia simbólica. Un ensayo sobre el proceso civilizatorio

con otros animales, alude a la búsqueda es decir que, en su relación con los hom-
del placer mediante la sexualidad y las bres, la construcción cultural respecto
fantasías que sobre ésta recaen. El ero- a la sexualidad actualmente se volvía a
tismo libera los instintos y transgrede favor de las mujeres. Pero el señala-
el orden de lo lícito y lo legal, pero ello co- miento de Baudrillard apunta hacia la
rresponde por igual tanto a hombres seducción que ejerce la figura femenina
como a mujeres. Esta insistencia parece como una trampa para la propia mujer,
pertinente, pues al incursionar en el de tal manera que la combinación de
tema del erotismo uno puede caer en la uno y otro fenómenos representa que
trampa de considerar que uno de los tanto hombres como mujeres quedan
géneros es “más o menos erótico” que el a expensas del deseo. Sin embargo, hay
otro. En ese sentido siguen las siguien- imágenes que privilegian la dependen-
tes líneas. cia del deseo de uno o de otro, por ejem-
Por ejemplo, para Baudrillard “la plo, en la película Bajos instintos, cuya
capacidad de seducción de la mujer protagonista personifica Sharon Stone,
hace que ella misma se enrede en su hombres y mujeres sucumben ante la
propio deseo y se encante a sí misma”. sensualidad de su conducta y la volup-
En este caso consideramos que no se tuosidad de su figura. Y aunque no pa-
trata de conceder mayor erotismo a un rece que ella misma quede presa del
género o a otro, a pesar de que en su deseo, sí se hace evidente que utiliza
explicación sobre la seducción la ca- su sensualidad para librarse de las pre-
pacidad transgresora del erotismo le siones policiales que recaen sobre ella:
concede esa cualidad a la mujer, en vir- seduce a quienes la investigan.
tud de que predomina la figura femenina Esta idea señala uno de los posibles
como símbolo del deseo. La colectividad usos que la mujer da a la forma que ha
concede a la mujer el poder de la se- tomado la sexualidad actualmente. La
ducción, porque el papel social que ha mujer utiliza el erotismo para imponer
desempeñado históricamente la cons- sus reglas del juego, su sensualidad,
tituye en una trampa que el juego de dice Baudrillard, “sirve para apartar al
los impulsos sexuales coloca como un otro de su verdad”. Desde luego, la fra-
trofeo a ganar por el acto de la trans- gilidad del cuerpo femenino tiene más
gresión. Pero se trata de una represen- capacidad para seducir que el cuerpo
tación social que proyecta a la mujer del hombre, pues proyecta la posibili-
como objeto del deseo. dad de hacer realidad la transgresión
Nosotros sugerimos en párrafos an- al mismo tiempo que constituye una
teriores que estas condiciones le otor- trampa, ya que la negativa de la mujer
gaban a la mujer moderna un recurso, puede esclavizar temporalmente el de-
subjetivo pero tangible, para alcan- seo del hombre. Una mujer conscien-
zar sus objetivos personales de poder; te de su sensualidad, del deseo que ha

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Rafael Montesinos y Griselda Martínez V.

despertado en un hombre, se vuelve tan las relaciones entre los géneros, de la


peligrosa que a veces ni siquiera tiene sexualidad y de los valores subjetivos
necesidad de acceder a los deseos mas- que reproduce.
culinos, pues sabe que puede conver- Alberoni establece que mientras el
tirlo en un esclavo dispuesto a hacer erotismo del hombre se reduce a la con-
cualquier cosa por ella. La posibilidad quista de la mujer, a la consumación
de que alguna vez ella acceda a los del acto sexual, en el caso de la mujer
impulsos de quien la ha hecho objeto ésta construye su imagen erótica a
del deseo le otorga poder sobre él, al partir de la continuidad de la relación,
controlar y decidir sobre el objeto que de la manifestación concreta del interés
es de su interés, lo que obsesiona su que el hombre muestra por ella. La mu-
deseo: el cuerpo femenino. El poder de jer busca el entendimiento amoroso, ín-
la mujer en un contexto social de libera- timo, sereno, dulce: idealiza su relación.
ción sexual, donde la presencia femeni- Por ello ve en el matrimonio la oportuni-
na eclipsa al hombre, derrumba la ra- dad de hacer eterno el carácter simbó-
cionalidad que lo mantiene ecuánime lico de la luna de miel. Para el hombre
al despertar su animalidad, su deseo. el erotismo adquiere un sentido efímero
Y el hecho de contener sus impulsos le que le permite imponer un cambio a la
provoca un malestar que ha de supe- rutina, busca la novedad y la varie-
rar mediante la construcción de una dad. Alberoni atribuye al hombre, como
imagen erótica o la consumación de su característica en la construcción del
deseo. erotismo, que en el momento del acto
Por esa razón Alberoni considera sexual tenga en su mente a otra mujer
que, en muchas ocasiones, el poder de diferente de aquélla con quien hace el
la mujer se expresa más con el temor amor. Para él la máxima expresión
y la desconfianza que con el deseo. A erótica de la mujer es encontrar la conti-
ello atribuye que “muchos hombres, in- nuidad del amor, mientras que el hombre
teligentes, capaces, apuestos y hasta espera su máxima realización mediante
encantadores, se casen, con frecuencia, la discontinuidad del placer sexual.
con mujeres feúchas o escasamente Este tipo de expresiones del erotis-
agradables”. mo, que apuntan a diferenciar la subje-
Por otra parte, en el caso de la inter- tividad entre los géneros, se confirma
pretación de este autor sobre el erotis- en la siguiente cita que es sólo una mues-
mo, a veces parece proponer que éste tra más:
se vive de diferente manera dependien-
do de si lo experimenta un hombre o El hombre, en sus fantasías, desea a
una mujer. Situación que tendría que todas las mujeres, querría hacer el amor
explicarse a partir de las expresiones con todas. Siente, dentro de él, un deseo
de la cultura, de sus manifestaciones en sexual inagotable. Renaciente. Desea,

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Erotismo y violencia simbólica. Un ensayo sobre el proceso civilizatorio

como en la pornografía y en la prostitu- partir de la reapropiación del cuerpo


ción, mujeres que se le ofrezcan siempre. femenino, sino de la liberación de las
En cambio, en la realidad, cuando la trabas que impuso durante tanto tiempo
mujer se le ofrece con insistencia, cuan- la sociedad tradicional. En la interpre-
do la mujer quiere hacer el amor con él tación de Alberoni el erotismo femenino
intensamente, siempre su interés decae aparece, hasta cierto punto, distanciado
y él se retrae, se siente impotente (Albe- del deseo sexual, de la violencia simbó-
roni, 1992: 69). lica proveniente del papel que la propia
mujer se asigna en sus fantasías sexua-
Como se puede observar, sin restar les; pareciera (de manera consecuente
importancia a este trabajo, tiende a con el papel femenino tradicional) que
marcar una diferencia que tendría una las diferencias sugieren una predispo-
explicación independiente de si se trata sición de la mujer, casi biológica, hacia
del hombre o la mujer, de la cultura, la fidelidad; al tiempo que ofrecen ele-
que es el ámbito que construye muchas mentos para justificar la doble mora-
de las formas del pensamiento, que nor- lidad del hombre.
ma las conductas y define el deber ser Para nosotros, lo que realmente pue-
tanto del hombre como de la mujer. Si de distinguir las diversas formas de
se tratara de una interpretación cultu- expresión del erotismo está determi-
ral de tales diferencias se destacarían nado por la diversidad subjetiva de los
las diferencias del género, y de ahí se individuos, de tal manera que la diferen-
desprendería que la forma de pensar cia sugerida por Alberoni alude mejor
y de construir imágenes eróticas depen- a una generalización que habría que
de de los papeles asignados a hombres matizar al máximo al tratar casos con-
y mujeres. Por ejemplo, cuando se des- cretos. Pero, sobre todo, se hace nece-
taca la idealización que hace la mujer sario considerar el efecto del cambio
del hombre pareciera que no existe la cultural en los imaginarios, tanto colec-
correspondencia entre la forma que ad- tivos como individuales, ya que, en caso
quiere el pensamiento, el erotismo y el contrario, perderíamos de vista la gran
papel subordinado de la mujer, que en diversidad mediante la cual se pueden
la historia de la modernidad la sitúa expresar los pensamientos y las con-
en el espacio privado, para realizarse a ductas eróticas. Pues hoy parece que
través de los otros mediante su papel una expresión erótica no puede ser cla-
de madre/esposa, como si los cambios sificada como rasgo distintivo de hom-
registrados en las sociedades urbanas bres o mujeres. Si en efecto, como su-
no significaran que la constitución de giere Lipovietsky, las tendencias de la
la mujer como sujeto social ha liberado modernidad en el campo de las rela-
su subjetividad, pues la liberación se- ciones genéricas tienden a diluir las
xual de los años setenta no se explica a diferencias entre hombres y mujeres,

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Rafael Montesinos y Griselda Martínez V.

el erotismo no puede quedar exento de El erotismo representa la subli-


tal proceso; la liberación cultural del in- mación de la violencia en cuanto es una
dividuo redituaría en expresiones de la expresión de la relación entre el indivi-
sexualidad muy semejantes entre hom- duo y su idea de la muerte. Es el miedo
bres y mujeres. a la muerte que ni siquiera el hombre
moderno logra resolver al constituirse
en un sujeto racional que domina la
COMENTARIOS FINALES naturaleza; la cual supone transformar
a voluntad en beneficio de la moder-
El erotismo se inscribe en la naturaleza nidad. El erotismo significa la resis-
violenta del hombre, representa la trans- tencia del individuo a ceder su derecho
gresión del orden establecido cuya “fal- a ejercer la violencia y a liberar sus im-
ta” rebasa los límites del Estado pues pulsos destructivos a través de sus
emerge de la subjetividad individual. Se fantasías sexuales y de la sexualidad
trata de una expresión simbólica de la misma. El erotismo representa la libera-
violencia humana, de imágenes intro- ción de los individuos respecto a las pre-
yectadas por los individuos que vincu- siones que impone la cultura.
lan su miedo a la muerte y sus deseos La modernidad no extermina la
sexuales. Éstos son expresión de una naturaleza violenta de los hombres, no
animalidad que la racionalidad pro- anula la violencia, la institucionaliza,
porcionada por el proceso de la moder- pero la violencia que intrínsecamente en-
nidad no puede controlar, sobre todo cierra el erotismo queda, hasta cierto
porque queda fuera de la colectividad, punto, matizada en la medida en que las
de los ámbitos del Estado. tendencias de la modernidad liberan
El erotismo, como una forma de la sexualidad “deserotizándola”. En la
violencia simbólica, está más allá de los actualidad las expresiones del erotismo
usos legítimos o ilegítimos de la libe- esconden el carácter violento de la hu-
ración de los impulsos, se ubica en ex- manidad.
presiones subjetivas y, por tanto, en el Si la última etapa del proceso civili-
ámbito estrictamente individual. Esas zatorio demuestra su incapacidad para
expresiones eróticas quedan fuera de contener estos impulsos violentos el ero-
las relaciones políticas del Estado, sin tismo, como un espacio subjetivo cons-
embargo, no quedan fuera de las rela- truido socialmente, provee a los indivi-
ciones de poder, pues además de reflejar duos de un ámbito en el cual pueden
la tendencia autodestructiva de la natu- liberar su naturaleza, porque el erotis-
raleza humana, también reflejan las re- mo es una expresión de la violencia y
laciones de poder, el dominio que impone porque las fantasías sexuales permiten
el uso de la sexualidad como un recurso la transgresión de los límites impuestos
moderno de la mujer sobre el hombre. por las leyes y la moral.

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Erotismo y violencia simbólica. Un ensayo sobre el proceso civilizatorio

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