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El alcohol etílico tiene acción depresora sobre el sistema nervioso, por ello se clasifica como
sedante junto con los inhalables, barbitúricos y diversas sustancias usadas en medicina.

Hay razones para sospechar que ya en épocas remotas los seres humanos experimentaron la
intoxicación alcohólica, lo que lleva a suponer que algunos de ellos llegaron a ser alcohólicos. Así
pues, las bebidas alcohólicas y los efectos que producen son acompañantes ancestrales del
hombre. Afortunadamente, desde el principio también han existido los factores protectores
físicos, psicológicos y sociales que propician que no todos los que empiezan a consumir esta droga
se conviertan en adictos, es decir, en verdaderos alcohólicos.
Parece existir una pauta de consumo de alcohol bastante generalizada en los países en los que
esta droga forma parte de la cultura. Durante la infancia y la pre adolescencia se tienen los
primeros contactos en forma de probadas, que generalmente propician los adultos en el hogar. De
la adolescencia a la primera juventud hay un período de experimentación con estados de
intoxicación ocasionales, durante el cual los sujetos establecen tanto su práctica de consumo
como sus propias formas de control. Después, de la juventud a la madurez y aún hasta los
primeros años de la vejez, es decir, en gran parte de la vida productiva, lo más común es que los
individuos consuman alcohol de manera responsable. Después se tiende a consumir cada vez
menos hasta abandonar el hábito por completo en la senilidad.
Una diferencia con la mayoría de las psicodrogas ilegales es que su poder adictivo es menor, y que
la verdadera adicción se alcanza sólo después de un tiempo muy prolongado (varios años) de
ingerirlo en exceso y regularmente. Lo que no puede negarse es que el alcohol es la droga que
produce más daño a la sociedad y que tiene mayores repercusiones negativas en la economía.

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    Como ya se ha hablado antes el alcohol etílico es un depresor del sistema
nervioso. Esto quiere decir que actúa sobre las células nerviosas, principalmente las del cerebro,
sedándolas y disminuye su actividad. Como las primeras zonas del cerebro que se deprimen al
ingerir una o dos copas o ͞tragos͟ son aquellas que controlan la conducta, al disminuir el control
queda una mayor libertad para la expresión de los impulsos. El sujeto desinhibe su conducta y se
muestra más sociable e impulsivo, lo que lleva a creer que el alcohol en dosis bajas es estimulante.
Al suspender su consumo, la fase de desinhibición se prolonga de una a dos horas. Si la ingestión
de alcohol se sostiene a razón de más de una copa por hora, los efectos depresores se manifiestan
principalmente en las funciones mentales superiores: el juicio, la razón, la memoria, la capacidad
de comprensión y la coordinación.
Los cambios que el alcohol produce son observables en la conducta del bebedor, de tal modo que
se pueden mencionar cuatro etapas durante la ingestión continua.

ï   El sujeto se ve relajado, comunicativo, sociable, desinhibido, como si las primeras
copas lo hubieran excitado.

  La conducta es esencialmente emocional, menos racional, errática. Empieza a
mostrarse pobreza del juicio y del pensamiento, aparecen los primeros signos de falta de
coordinación motriz con trastornos de la visión, del equilibrio y del habla. Se ha iniciado ya el
estado de ebriedad.
    Confusión mental, tambaleo importante al caminar con muchas posibilidades de
sufrir una caída, a veces visión doble y reacciones variables del comportamiento (miedo,
agresividad, llanto incontrolable, etc., según la personalidad del bebedor). El lenguaje se hace
prácticamente incomprensible u el sujeto ya no comprende lo que se le dice.
    Se entra en una fase que puede ser irreversible si se ingirió una cantidad muy
grande de alcohol. Progresivamente se presentan vómitos, incontinencia de la orina, estupor,
pérdida de la conciencia con ausencia de reflejos, estado de coma y, finalmente, la muerte por
paro respiratorio.
La suspensión del consumo del alcohol en cualquiera de las primeras tres etapas provocará un
regreso paulatino al estado normal, durante y después de un período de sueño más o menos
prolongado. Cuando ya se llegó a la cuarta etapa la ayuda médica puede ser esencial para salvar la
vida el intoxicado.

c         Mientras se desarrolla el deterioro general de la salud y conforme


el bebedor alcanza el verdadero estado de adicción al alcohol, su comportamiento sufre ciertos
cambios que pueden describirse en etapas o frases más o menos características.

1.- Primera etapa (de cuatro a ocho años de beber con frecuencia).
a) Difícil distinción entre el bebedor social y alcohólico inicial o bebedor excesivo.
b) Promesas repetidas de dejar de beber, incumplimiento que genera angustia y culpa.
c) Cada vez se bebe más.
d) Cambios iniciales de la personalidad con mayor irritabilidad y aparición de ͞lagunas
mentales͟.

2. Segunda etapa.
a) Actitud de negación y ocultación del ya evidente problema de alcoholismo.
b) Ingestión de alcohol por la mañana, a solas y en circunstancias inadecuadas.
c) Signos visibles de alcoholización muy frecuentes.
d) La bebida se vuelve una necesidad cotidiana.
e) Pérdida del trabajo, graves dificultades familiares (separación, divorcio).

3. Tercera etapa.
a) Se inicia la ruina total, alcoholización permanente, graves dificultades financieras, soledad.
b) Problemas severos de salud.
c) Cambios acentuados de la personalidad.
d) Complicaciones médicas y psicológicas que pueden conducir a la muerte.

Recomendaciones que pueden asegurar no beber irresponsablemente.


1. No pasar de dos bebidas ͞estándar͟ en cada ocasión procurando que entre una y otra
transcurra una hora. No deben consumirse una tras otra porque el hígado metaboliza cada unidad
en un lapso de entre 50 y 60 minutos. Así al ingerir una bebida cada hora, nunca se alcanzará el
estado de ebriedad, siempre que se trate de personas con hígado sano.
2. Aunque se siga la regla anterior no es conveniente tomar todos los días las dos unidades. Por lo
menos dos días de la semana no ha de ingerirse bebida alguna, práctica que tiene valor psicológico
y físico. Es bueno que nuestros órganos descansen de una droga capaz de crear adicción y, por
otro lado, al dejar de ingerirla periódicamente se refuerza la certeza personal de no necesitarla.
3. Si se va a conducir un vehículo o a manejar maquinaria o instrumentos delicados, no debe
ingerirse alcohol en lo absoluto. El alcohol deprime las neuronas, lo que equivale a decir que
disminuye su capacidad funcional u de respuesta.

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