Taller de Siete Dias

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UNO
Las puertas del bus se abren y mientras mis pies

descienden sobre este camino rocoso que me
dirigirá hacia la entrada del campamento, los
aromas de la naturaleza empiezan a invadir con su
variedad y frescura todo mi ser. Retiro aquellas
gafas que en un inicio me protegen del Sol, para
poder disfrutar de los alrededores con mucha más
claridad: diviso varias áreas amplias verdes,
algunas estructuras con acabados sencillamente
básicos o rústicos, todo parece estar en perfecta
armonía, no deja de maravillarme la flora y fauna
que apenas voy reconociendo mientras sigo
avanzando, de hecho en el ambiente existe algo
indescriptible y diferente, quizás esto bien lo pude
sentir unos cuantos minutos atrás, y a medida que
sigo avanzando, más cómodo me estoy sintiendo.
Es la mañana temprana del primer día del taller, y

mientras sigo avanzando voy repitiendo en mi
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cabeza: Así que a ponerle todo el ánimo ya que no
solamente es inversión de dinero, también es el
tiempo que estoy dejando de tener aquellos
ingresos a los que estoy acostumbrado y de las
personas que no voy a poder disfrutar de su
compañía durante mi breve estadía acá, así que a
sacarle todo el provecho posible a esta situación
que seguramente no solo me va a brindar nuevas
experiencias y conocimientos, sino que también
los aplicaré en mi profesión, con toda mi familia y
hasta con mis clientes, para estar aún mejor cada
día.
En la entrada se encuentra un grupo de varias

personas, junto a un señor de edad avanzada y
vestido con túnicas sencillas, físicamente parece
tener cerca de 60 años, más su semblante se
asemeja a alguien de aproximadamente 30 años;
ya conmigo estamos quince individuos hasta el
momento y sospecho que para las dimensiones
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del campamento fácilmente podemos superar las
cuarenta personas invitadas a este evento único.
El anciano se mantiene sereno, al cabo de unos

segundos rompe su silencio diciendo:
- Vamos a saber esperar unos cuantos instantes

más, mientras que todos aquellos que aún no
llegan se integran finalmente al grupo para así
poder ingresar, iniciar este recorrido y también
explicar la metodología e instrucciones para este
taller.
No han pasado más de cinco minutos, ahora

somos diecinueve las personas reunidas: nueve
mujeres, nueve hombres y el guía, este último
replica:
- Ya estamos todos completos y es momento de

seguir adelante.
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Mientras lo hacemos, no hay mayor contacto o
conversaciones entre nosotros, quizás lo más
cercano son aquellas frases, sonrisas o ademanes
que ligeramente son notorios, es decir, queriendo
saludar o conocernos algo más antes de una
presentación general dentro de las instalaciones.
Todos estamos mirando sigilosamente a los

demás, queriendo descubrir algo más, romper el
silencio o hasta intuir con quien tendremos mayor
afinidad o compatibilidad.
Estamos ingresando al primer edificio, es una

especie de villa de dos pisos. Ingresamos por una
de las esquinas de la misma, abrimos un portón
de madera y cruzamos un pequeño corredor,
abrimos una segunda puerta para llegar hacia el
centro de la villa, donde se nota un gran patio
central y a sus alrededores varias plantas que
igualmente nos dan la bienvenida.
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El anciano detiene su andar, se da la vuelta para
quedar frente a todos nosotros para explicarnos
que esta planta inferior corresponde a nuestras
habitaciones; todos regresamos a mirar hacían
todas direcciones y tan solo divisamos dieciocho
puertas a lo largo y ancho de la misma, separadas
entre sí por no más de unos tres metros, no
existen ventanas que den hacia el interior y poder
mirar hacia este patio o al resto de habitaciones.
Continúa la explicación haciendo apreciar que

todas las cuatro esquinas tienen puertas similares:
- La posterior derecha corresponde al pasillo por

el cual ingresamos; detrás de la puerta posterior
izquierda están ubicados los baños de damas y
caballeros; la puerta frontal derecha contiene
otro pasillo que conduce hacia la salida de esta
villa; mientras que la puerta frontal izquierda
posee escaleras que conducen hacia la planta alta.
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A primera vista se puede intuir que es una especie
de claustro, me pregunto ¿si esto es lo que me
esperaba o si sabía en qué me estaba metiendo?,
el guía continúa con su explicación:
- El segundo piso está destinado para las áreas del

comedor, la cocina, salas de aprendizaje, las
habitaciones de los otros maestros, sus
respectivos baños y sus casilleros, este último
lugar es donde deberán ir a dejar absolutamente
todas sus pertenencias; dentro de cada casillero
existen túnicas, además de un par de zapatillas
que usarán durante toda esta semana que dura
este taller. Finalmente nos volveremos a
encontrar en este patio al cabo de quince
minutos.
Tal parece que vamos a estar desconectados estos

siete días totalmente del mundo y resulta un
tanto intrigante todo lo que vamos a realizar.
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- Mientras se dirigen a seguir con las instrucciones
antes explicadas, les solicito que piensen en
aquella persona que más aman o quieren que los
acompañe en este viaje; procuren hacerla tan real
como les sea posible, empleando todas y cada una
de sus visiones, todos y cada uno de sus sentidos,
con absolutamente todos y cada uno de los
detalles que puedan revivir de la misma.
Estábamos excitados ya que el ejercicio había

despertado aún más nuestra total atención y
esperábamos hacer un último contacto o algo
parecido antes de este encierro voluntario, quizás
hasta una pequeña sorpresa nos podíamos llevar
más adelante.
Siento que pasaron varios cientos de ideas y no

solo hablo por mí, también me pude percatar de
similares gestos de alegría proporcionados por
mis nuevos compañeros que afirmaban o se
aferraban a esta general creencia.
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Nos tardamos relativamente poco y volvimos al
patio central para esperar otras instrucciones o
más explicaciones por parte de nuestro primer
maestro; igualmente continuamos sin hablar
mucho entre nosotros, pienso se debió a repasar
la imagen o presencia de aquella persona más
querida por nosotros y era la primera tarea que
nos habían a todos encomendado.
- Tengo el agrado de informarles que soy uno de

sus maestros que siempre los acompaña en esta
travesía, los otros maestros están presentes junto
a nosotros en el momento preciso y de igual
manera. Me complace también brindarles la
bienvenida y asegurarles que cada segundo que a
partir de este instante viven, es único y especial
como lo ha sido, es y será en sus existencias.
Tras una breve pausa, continuó también diciendo

que las otras edificaciones y lugares que se
pudieron divisar, incluso desde las afuera del
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campamento las iremos conociendo a medida que
seguimos avanzando junto al propósito.
Continuamos sin conocemos mayormente o por lo

menos entre las personas que asistimos no
existen suposiciones de que venimos en pareja o
tal vez en grupo, tampoco que hayamos tenido
conocimiento previo de nuestras existencias antes
de este lugar, esto es irrebatible ya que todos
mantenemos cierta distancia o continuamos con
nuestras reservas; inclusive el maestro no nos
preguntó sobre nuestros nombres, ocupaciones y
ni siquiera algún gafete nos proporcionaron con
las prendas que debemos usar esta semana.
- Ya todos tenemos aquella presencia de la

persona amada.
Todos asentamos afirmativamente con la cabeza y

unos cuantos expresan que sí. Y más que una
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posible pregunta o comentario, parecía una
afirmación irrebatible de nuestro maestro.
- Ahora se sienten uno con ese ser, ahora pueden

viajar un tanto atrás en el tiempo y también
pueden revivir como unos cuantos días atrás o
incluso solo unos momentos antes de que no
estuvieran físicamente juntos; también puede
funcionar cuando no se hayan percatado de su
ausencia estando todavía juntos. Mantengan esos
sentimientos y emociones lo más prolongados
que puedan y me siguen.
Nos dirigimos hacia aquella puerta que detrás

guardaba esas escaleras de piedra que nos habían
mencionado y conducirían hacia el segundo piso
de la villa.
Recorrimos unos cuantos metros e ingresamos en

una pequeña sala, al inicio parecía un aula de
escuelita bastante antigua, ya que contaba con
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varios asientos de madera, colocados algo juntas
entre sí, inclusive existían algunas filas para dar
frente a una pared blanca a manera de pizarrón,
al fondo de esta sala existía un proyector bastante
arcaico donde reposaba un gran rollo igualmente
anticuado.
Era una sala cinematográfica improvisada y

mientras todos nos colocábamos en uno de estos
sitios, el maestro apagó las luces y encendió el
proyector de donde salía una serie de imágenes y
escenas a color, no tienen mucha lógica o
secuencia por la ausencia de comentarios,
narraciones o sonidos que indicaran el fin de la
misma: graciosas y tristes; claras y oscuras; vivas y
muertas; multitudes y soledad; ritos y bailes,
entre otras más que en algo nos conducen de un
extremo a otro; tal exposición duró cerca de una
hora y media.
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La película se termina y nuevamente se encienden
las luces de la habitación y el maestro dice:
- Ahora nuevamente vamos a la mente de aquella

nuestra persona deseada y velozmente vamos a
preguntarle aquello que más les disgusta de
nosotros.
Un tanto extrañados, nos regresamos a ver entre

todos los participantes como queriendo indicar
que no podemos hacer lo que nos pide, y cómo ya
el maestro está seguro de algunas posibles
interrogantes que se viven y sienten en este
instante, vuelve a repetir que vayamos a la mente
de esa persona, más esta vez lo realiza con tono
mucho más firme:
- No existen barreras algunas en las posibles

respuestas que encontramos, para que se sientan
más cómodos y mucho más seguros, pueden
ahora ir cerrando sus ojos paulatinamente y a
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medida que su respiración se torna más profunda,
mucho más profunda cada vez, esto les permite ir
relajando cada vez más sus mentes y con cada
profunda respiración que siguen realizando,
pueden también irse olvidarse de sus demás
compañeros que se hallan en esta habitación,
ellos van desvaneciéndose mientras el aire ingresa
y sale de su ser, tan solo van a escuchar a su
persona amada y permitirán que sea mi voz la que
les guia. Este ejercicio lo van a realizar durante
quince minutos, bajo la armonía y tranquilidad
que su ser les permite, luego de este lapso de
tiempo y cuando sientan que han escuchado todo
lo que creen necesario, atenderán nuevamente al
sonido de mi voz y procederán a abrir sus ojos
suavemente hasta llegar de nuevo al estado de
vigilia, continúan en silencio hasta que todos y
cada uno de ustedes haya completado este
ejercicio.
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Era incómodo al inicio querer sacar esta
información de nuestro ser apreciado o adivinar
que pensaba esta persona de mí y que tanto
quiero; mucho más complejo aspirar estar al tanto
de aquello que no le parece tan agradable, así que
después de un primer intento no pude más que
abrir mis ojos fingidamente y saber que habían
otras personas más a mí alrededor, sin embargo
noté en los demás mucha mayor predisposición,
hacían caso a las indicaciones reiteradas, por lo
que proseguí a realizar un nuevo y mejor intento,
quizás para no tener que arrepentirme luego al no
hacerlo adecuadamente. Obviamente era tan
intrigante la pregunta y aún mucho más las
respuestas que se pudieran obtener.
Parece que me fue bien en la práctica ya que

aprecié muchas cosas que no me hacían sentir tan
bien como quería o suponía, incluso recurrí a
aquellas pequeñas peleas o discusiones que
normalmente me decía deben existir fruto de la
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convivencia, y tal parece ese era el propósito que
quizás solicitaba el maestro, también se puede
decir que era justamente lo que no quería
escuchar y lo que tanto me preocupaba en ciertos
momentos que prefería no polemizar.
Una vez que todos concluimos, el maestro otra

vez se dirigió hacia nosotros:
- Todos pasamos gran parte o casi la totalidad del

día con gestos, comportamientos y expresiones
oscuras que no nos percatamos y posiblemente
los demás si lo hacen en diferentes niveles que
aún no comprendemos y no entendemos, más
ciertamente tienen que ver con algo más allá de lo
que aparentamos o queremos mostrar, son las
máscaras o velos que usamos para enfrentar la
vida, para enfrentar esta supuesta realidad como
la llamamos.
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Concluyó también diciendo que por este día era
suficiente, que bien podíamos abandonar la sala y
pasar para alimentarnos en el comedor que se
hallaba en otra habitación de esta segunda planta.
Todos estábamos sentados frente a la mesa y en

esta se disponían una inmensa variedad de
alimentos y bebidas, parecía un festín con todos
aquellos alimentos que normalmente comemos,
no había nada fuera de lo normal, lo único quizás
un tanto extraño era que el maestro no se
encontraba con nosotros y mientras comíamos
existieron breves conversaciones a las que todos o
ninguno prestó mucha atención, quizás lo
hacíamos por protocolo o para disimular cierta
incomodidad de creer que no éramos bien vistos,
ni siquiera por a quien decíamos querer y que de
igual manera nos quería.
Después de terminar de comer, cada uno se

levantó con su plato de madera hacia la cocina, la
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cual se la podía divisar hacia el otro extremo de
este lugar, se hallaba separada por una especie de
cortina realizada con hilos algo gruesos y de los
cuales colgaban figuras pequeñas diversas de
madera, además otro indicio fue el de identificar
olores aún más intenso de frutas, hierbas y otros
alimentos más.
Cada uno aprovechó la oportunidad también para

curiosear un poco y de paso para lavar nuestro
recipiente; colocarlo en una bandeja donde se
secaría naturalmente con la entrada de los rayos
del Sol o el viento de la ventana superior.
Cubiertos no existían ya que comimos con las
manos y gracias a que todos los alimentos se
hallaban cortados en pequeños pedazos de fácil
manipulación. La cocina contaba con estantes de
madera, por lo cual no había refrigerador u otros
artefactos eléctricos; continuaba predominando la
sencillez en el entorno.
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Ya en la planta baja y antes de dirigirnos a
nuestras respectivas habitaciones, el maestro
apareció desde el segundo piso y nos sugirió:
- Antes de dormir, cierran nuevamente sus ojos y

ahora van a enfocar toda su atención en su
respiración; sienten realmente como esta recorre
hacia las puntas de los dedos de los pies y las
puntas de las yemas de los dedos de sus manos;
sienten como ingresa y sienten también como
emerge de cada parte de su cuerpo; y mientras
aquietan sus diálogos internos, esto produce
contacto con su ser real.
En el patio principal nos quedamos unos minutos

tratando de saber cual era nuestra habitación,
nadie lo sabía y el maestro tampoco nos dijo,
pensamos que posiblemente se le olvidó hacerlo,
por lo cual dijimos que serían las mujeres quienes
eligieran sus cuartos y luego haríamos lo mismo
los varones.
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Todas entraban y salían, de todas y cada una de
estas puertas de las que iban a ser nuestras
habitaciones, ante este hecho un tanto extraño
les preguntamos si existía algún inconveniente,
más todas dijeron que no había diferencia entre
las mismas, todas contaban con una cama, que no
existían ventanas para mirar dentro o fuera de la
misma, que también habían una mesita de noche
y sobre esta un mechero.
Hablaron un rato entre ellas y después todas se

dirigieron hacia habitaciones conjuntas del lado
derecho de esta villa, por lo cual nosotros los
varones seríamos quienes ocupemos las del lado
izquierdo para ir a familiarizarnos con la alcoba,
tratar de recordar o dar sentido a las imágenes
que vimos, otras interrogantes más propias de
este día, pensar algo más, realizar la tarea final de
este día y finalmente descansar.
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Aparentemente era un ejercicio sencillo el
propuesto por nuestro primer maestro, y
nuevamente se me hizo bastante complicado
callar aquellos pensamientos e ideas de mi mente,
me tomó cerca de una hora poder lograr un
pequeño destello del mismo para sentirlo por un
momento tan pequeño de no más de diez a
quince segundos, después de estos ensayos creo
haberme quedado completamente dormido por
unos pocos minutos, tras ello ya no pude
nuevamente conciliarlo de nuevo y seguía
queriendo que fuera más prolongado, así que no
tuve un descanso adecuado como lo solía tener.
Lo curioso fue que en uno de los fragmentos de

sueño, pude ver a mi persona amada, no podía
identificarme que realmente era yo, sin embargo
algo creía o suponía lo era, el caso es que logré
acariciar suavemente su rostro, luego una de mis
manos se posó sobre su rodilla, después en sus
brazos que se hallaban entrelazados, también
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jugué con los rizos de su largo y oscuro cabello,
para finalmente rozar sus labios y mejilla con la
yema de mi dedo pulgar mientras los otros dedos
yacían dormidos sobre su mentón, también
recuerdo aquellos labios finos, sus ojos serenos y
hasta aquellas delgadas cejas que ahora
parecieran desvanecerse sin la habilidad de lápiz
que las acentuara un poco más. En este mismo
sueño escuchaba frases similares a las por mí
mencionadas y otras nuevas más, aquellas que las
reviví en la sala de proyección de la película, salvo
que en esta ocasión era diferente como asimilaba
los mensajes y era también mucho mayor el
entendimiento de las mismas, fue como estar por
unos breves segundos que parecían minutos sin
fin, en el cuerpo y la mente de esta otra persona.
Se puede exponer que miraba como una batalla

interminable se desarrollaba dentro de su cabeza,
con aquellos dilemas de las tantas opciones y
cuestionamientos, además de los cambios tan
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bruscos de una idea a otra y esto también se lo
consideraba a nivel emocional. Al inicio era como
si pudiera observar desde adentro, más hubo un
momento en que quise salir desesperadamente
de ahí para volver a mi cuerpo y no terminar
volviéndome loco, no obstante quién quita que de
hecho ya lo estaba con tal vivencia.
Es extraño como queremos conocer a otra

persona y no nos preocupamos por ser nosotros
quienes debemos primero conocer lo que hay en
nuestras mentes.
“Adquirir consciencia es la presencia callada en lo

habitual... el resto depende exclusivamente de
nosotros.”
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DOS
Es el segundo día, ya todos estamos reunimos

golpeando las puertas de los demás para subir
hacia el comedor, ahora hay un poco más de
confianza y peculiarmente no nos tratamos por el
nombre, recuerdo que solo existen saludos o
frases como: hola, qué tal dormiste y otras tantas
más, el abordar el nombre parecía que no era
importante para nadie, todos empezamos a
detallar nuestras experiencias en el comedor y
concluimos que cuando todos terminamos por
abrir nuestros ojos en la mañana, cada uno de
nosotros nos quedamos mirando aún un tanto
más extraños al reconocer que todos no habíamos
dormido ni siquiera un par de horas consecutivas,
todos así mismo habíamos tenido ese sueño
lúcido con nuestra persona especial.
Luego de una pausa general, apareció la segunda

maestra, esta vez ella era mucho más joven de
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aspecto, de rasgos delicados y dulces, es decir,
físicamente muy atractiva y lo era sin lugar a
dudas en varios sentidos más, con similar
semblante al primero de los maestros que el día
anterior nos acompañó y mientras comíamos nos
preguntó:
- Expliquen todo aquello que realizaron al regresar

para recordar esos pensamientos y emociones
que sus mentes les permitieron.
Todos mencionamos algo y le comentamos que

coincidimos en que el día anterior definitivamente
fue muy diferente a lo habitual, que la tarde había
sido casi insoportable ya que cobraba un vacío a
pesar de estar rodeado nuestros compañeros, que
ya en la habitación fue inclusive más extremo
puesto que en la noche anterior todo había vuelto
a una calma aún superior a la tradicional y que
antes de dejar que el caos nuevamente vuelva a
nuestras mentes, al parecer todos decidimos
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abandonar dicha tarea al estar literalmente en los
zapatos de otra persona.
Informamos a la maestra sobre la mayor cantidad

y calidad de detalles de todas y cada una de
nuestras vivencias, ya era un poco tarde luego de
tantas historias o comentarios para decir que nos
encontrábamos todavía desayunando, como que
estábamos más cerca del almuerzo debido a la
extensa plática, nos distrajimos bastante con la
dulce conversación que se estableció, incluso
solicitando que nos permitieran seguir con este
discurso, ya que teníamos varias incertidumbres.
- Pueden continuar descubriendo y compartiendo

todos aquellos momentos que hoy los tiene aquí y
ahora.
Cuando el último hizo su declaración nos dimos

cuenta que el Sol se encontraba justo arriba de
nosotros, en efecto ya era mediodía.
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La maestra nos invitó a levantarnos de las sillas
para alzar nuestras manos con las palmas hacia
arriba para sentir como los rayos del astro Rey
ingresaban por cada parte de nuestro ser:
- La energía ha ingresado por todos y cada uno de

los pequeños poros: empezó por donde brotan
sus cabellos, recorrieron por todo su interior,
hasta finalmente dirigirse hacia las plantas de los
pies y nuevamente renovarse constantemente.
Dichas prácticas las sentimos mucho más fáciles

de realizar cuando un maestro supervisaba las
mismas. La maestra compartió un jarro pequeño
donde este contenía un líquido tibio a manera de
té de hierbas, no tenía casi nada de azúcar y la
esencia de la sustancia se la podía sentir en la
lengua como algo ligeramente viscosa, si se le
podría comparar con algo conocido, sería como
probar la pulpa de la sábila o algo así. Su textura y
sabor se prolongó durante varios minutos más.
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A alguien del grupo se le ocurrió decir que no
habíamos descansado adecuadamente y fue como
echarnos un balde de agua fría general, para
reconocer que de hecho era muy cierto y que
suponíamos teníamos que dormir algo más antes
de continuar con nuestro aprendizaje en este día.
Aún más preciso fue el comentario de nuestra
segunda guía al explicar:
- De hecho ya han descansado lo suficiente.
Esta idea se encontraba un poco fuera de

contexto, pues debíamos continuar con el
aprendizaje como lo habían dicho. Quien sabe y
tenía razón la maestra, ciertamente no estábamos
cansados antes de aquel comentario.
Salimos por la puerta posterior trasera del primer

piso hacia los campos verdes con césped recién
cortado y antes de continuar avanzando nos pidió
que realizáramos una cuerda humana y alternada
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por género de integrantes, es decir, tomarnos de
las manos mientras ingresábamos por un sendero
estrecho a manera de túnel natural debido a lo
frondoso de los árboles y plantas que yacían aquí;
el camino establecido se lo pudo identificar
gracias a las todas las diferentes pisadas de otros
seres más que antes lo habrían recorrido y
dejaban saber como la tierra formaba dos líneas
paralelas zigzagueantes.
Murmurábamos entre todos hacia donde nos

estábamos dirigiendo o si alguien podía darse
cuenta de lo que había más adelante. Nadie dijo
nada, puesto que todos permanecíamos con la
mirada hacia el piso y hacia la mano de quien
sujetábamos, esto era lo más claro que podíamos
distinguir en el camino.
Este grupo de dieciocho compañeros, compuesto

de nueve hombres y nueve mujeres, vale
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mencionar que todos éramos contemporáneos en
edad, quizás bordeando los treinta y tantos años.
Seguíamos intercalados entre sí para esta travesía

y progresando hacia quien sabe dónde. La voz de
la maestra repetía que nos mantuviéramos
unidos, que sujetáramos fuertemente nuestras
manos, la espesa maleza que nos rodeaba y estar
pendientes del próximo pasó a dar para no
tropezar ni retrasar al grupo eran confidentes de
esta reiteración de la guía, sabíamos que era
temprano todavía, a pesar de que ya pasaban
algunas horas de caminata, y aunque la falta de
luz o la poca que se hacía presente por las mismas
hendiduras de la vegetación, comprendíamos que
sería difícil de encontrarnos si alguien rompía el
vínculo y se extraviase.
Luego de otros varios tantos minutos más, entre

rasguños de hojas y ramas, picaduras de
mosquitos y olores desconcertantes a pura selva,
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salimos de aquel sendero y túnel para conseguir
dar sobre una colina, en la cual divisábamos unas
varias diminutas cascadas, diversos pequeños
animales silvestres como: ardillas, pájaros,
mariposas y más, muchas plantas y flores de
varios colores también nos acompañaban, junto a
un majestuoso cielo celeste y claro, sencillamente
espectacular y que al final dibujaba un arcoíris.
Era sin duda el paisaje del sueño ideal de cada

uno de nosotros, aquel rincón en que uno se
siente muy pequeño ante tanta belleza, el lugar al
que se quiere escapar después de las jornadas
diarias que cada uno tenía que enfrentar para
hallar paz y tranquilidad.
Nos quedamos admirando cada pequeño detalle,

y recuerdo también acercarnos como pequeños
infantes intrigados por cada nueva criatura,
objeto o cosa que se nos presentaba; no nos
percatamos que la maestra que era también
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nuestra guía, ya no se encontraba entre nosotros,
así que tan solo nos dejamos llevar por nuestros
impulsos para jugar entre el agua, con el viento,
persiguiendo insectos y recorriendo la naturaleza
con nuestros pies descalzos, pues abandonamos
las sandalias y las acomodadas bajo la sombra de
un gran árbol. Fue un momento inolvidable de
libertad, como haber descubierto el “Jardín del
Edén”, pues acertamos absolutamente todo a
nuestro alrededor al fundirnos en este terreno,
empezamos a comer de los frutos que existían en
la infinita variedad y cantidad de árboles, hasta
todos sentimos la compañía de algo superior que
nos miraba desde varios puntos, lo cual se
deleitaba con nuestro proceder y así mismo
nosotros nos sentíamos unidos de otra nueva y
mejor manera, y seguramente con nosotros entre
sí.
Empezó pronto a oscurecer y en nosotros entró

cierto desasosiego, quizás nos habíamos perdido,
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así que fuimos a tomar nuestras sandalias y nos
sentamos para juntos analizar todas las opciones
para regresar, mientras todos dábamos nuestros
puntos de vista y no encontrábamos solución
alguna; pues nos habíamos alejado lo suficiente y
no recordábamos aquel sendero; mirábamos a los
alrededores y nadie daba razón.
Se me ocurrió decir al grupo que podíamos

regresar por donde habíamos venido si alguien
podía acordarse o tener alguna pista más
concreta… tras una ligera pausa, todos soltaron
una carcajada y me dijeron que como podía
sugerir tal cosa, que si no me acordaba que en
caso de encontrar ese camino, también debería
saber que era maltrecho y que de no ser por
nuestras manos y la poca luz que nos guiaba en
este angosto pasaje, todos nos hubiéramos
perdido hace tiempo atrás y yendo a terminar
quién sabe dónde mucho antes.
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Una de las compañeras se levantó y me dijo con
un tono tranquilizador, que si quería ella me
podía acompañar. Al principio temeroso de haber
propuesto semejante y descabellada opinión, no
quise mencionar nada más y asenté con mi cabeza
para que juntos diéramos algunas vueltas y lo
reconociéramos.
Todos los demás empezaron a empalagar con

frases como: Ah! se van a lo oscurito, si querían
privacidad era de que nos digan, ya veo por dónde
va el asunto, lo que puedan no más, entre otras
un tanto más pícaras. Ambos algo ruborizados y
para estar en ambiente nos tomamos de las
manos, nos fuimos dando brincos hacia dirección
desconocida.
Caminamos varios minutos y parecía que

volvíamos a dar con los mismos lugares, como
estar en un laberinto o girar dando vueltas en
círculo.
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Sentí algo de impaciencia e impotencia por parte
de ella, dejó caer sus piernas para sentarse y
callar sus palabras para no mencionar que ahora
no solamente el grupo estaba perdido, sino que
además nosotros lo estábamos incluso de ellos.
Fue mirar aquel escalofrío de sus ojos y el evitarlo
que empecé a observar los alrededores… tomé su
mano y le dije que parecía haber visto pequeñas
luces en esa dirección. Ella no muy convencida,
elevó su postura y con gestos de esperanza me
regaló una sonrisa.
Para sorpresa de ambos y cuando estábamos

justo al frente de estos destellos pequeñitos, nos
dijimos con la mirada que este lugar era el único
que contaba con iluminación y de hecho era el
sendero por el cual habíamos ingresado a la
colina, al acercarnos nos percatamos bien el
motivo y la razón de estas lucecitas. Miramos
varios cientos de luciérnagas que revoloteaban e
iluminaban el camino, para ser aún más sincero yo
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no había visto luciérnagas en mi vida, las miré con
mucho más asombro, ya que eran luz y salida a
estos momentos oscuros. No sabía cómo eran o
como podían emitir claridad... nuevamente
sorprendido, tanto o más que mi compañera,
suspiramos y soltamos una inmensa oleada de
satisfacción con este acontecimiento, volvimos
hacia nuestros compañeros como ya ahora sí
reconociendo el espacio, así mismo corriendo
para alardear a los demás sobre nuestro brillante
descubrimiento.
Todos seguían exactamente reunimos como antes

de abandonarlos momentáneamente y antes de
otro comentario o broma que nos involucrara a mi
compañera y a mí, les anunciamos que habíamos
encontrado la forma de regresar. Todos brincaron
de donde estaban y corrieron junto a nosotros
para volver al campamento. Esta vez ya no
estábamos tomados de la mano tan fuerte como
al principio del día, ahora lo hacíamos con un
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sentimiento de verdadera felicidad si cabe el
término por regresar.
Al llegar no vimos a ninguno de los maestros que

habíamos conocido en estos dos días, ni siquiera a
un posible tercero en caso de existir, tal vez
estaríamos por averiguarlo más adelante.
Todos casi sin decir palabra alguna nos supimos

despedir sigilosamente para retirarnos a nuestras
respectivas habitaciones.
Había sido un día bastante simpático y muy

agitado, queriendo solo cada uno dejar caer el
cuerpo y reposar sobre la cama, reflexionar algo y
dormir hasta la siguiente mañana.
Recostado en la cama no hacía otra cosa que

recordar todo el día que había vivido desde esta
noche hasta este amanecer, era como si mi mente
hubiera grabado cada instante desde esta mañana
y ahora me lo permitía revivirlo: pudiendo pausar,
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adelantar, retroceder o detener donde yo así lo
deseara para acercarme a todos los fragmentos
de tiempo que guardaban cierta historia que
había dejado pasar por alto tan rutinariamente
antes para mí, pero que ahora afortunadamente
estaban aquí conmigo.
Fue en esta película que supe darme cuenta de

que no estaba realmente consciente de lo que a
mi alrededor sucedía y que dejaba transitar por
alto tantos detalles e información que estaban ahí
para indicarme que todo es más fácil cuando se
aprende a estar pendiente de todo sin sentirse
alguien como ente aislado, fue ser parte integral
de cada animal, persona, situación o elemento.
Y es así como fui dejándome llevar por estos

sentimientos y emociones hasta caer rendido en
un profundo y reparador sueño.
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“Hay muchas maneras de hacerlo lo mismo y
cuando las exploramos comprendemos que las
oportunidades siempre están allí deseando ser
parte de nosotros.”
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TRES
En el tercer día todos ya no nos veíamos, ni

mucho menos nos sentíamos como completos
extraños o personas pasajeras en nuestras vidas,
era saber y reconocer que todos estábamos ahí
debido al momento justo y preciso, tampoco nos
preocupaba si dejaríamos de frecuentarnos o si lo
haríamos luego de este taller de una semana.
Entrando hacia el comedor, logramos divisar una

mesa llena de frutas y otros alimentos más que
casi repletaban toda la superficie como en los días
anteriores, algo incluso mencionaba en mi cabeza
que era justamente lo que había querido comer
en la mañana de hoy. Esto seguramente de la
intuición o sexto sentido nos ha sucedido desde
pequeños y el medio o entorno, hizo que seamos
nosotros mismos los que hemos querido confiar
totalmente en esta información, sabiendo que
existe la inmensa probabilidad dé así hacerlo,
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seguramente todo comenzaría nuevamente a ser
más sencilla y fácil nuestras vidas al dejarse llevar
por esa pequeña voz interior a la cual pocas veces
la dejamos guiarnos.
Comiendo y deleitándonos con todos estos

manjares, incluso sin casi ni regresar a ver al
compañero de cualquiera de nuestros lados o
frente a nosotros, es decir, era tanto el apetito
que teníamos, que estábamos comiendo cual
animalitos con la mirada fija al plato y a lo que
cogíamos con nuestras manos.
Una firme voz masculina nos felicitaba por algo

que ni nosotros nos percatamos antes de
sentarnos para comer:
- En hora buena que se ubicarían alternadamente

por género.
Fue cuando todos regresamos a ver quien estaba

junto a nosotros y también lo hacíamos mirando a
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todos y cada uno de los participantes, cara a cara
como dirían.
Recuerdo que fue bastante gracioso reconocer

que por estar mirándonos, algunos al inicio no se
percataban, ni yo tampoco, que teníamos
alimentos en nuestra boca a medio comer o con
las manos en la masa como suelen decir.
Risotadas iban y venían al apreciar los gestos de
sorpresa de haber sido pillados in fraganti, a más
de haber hecho cortas otras distancias.
Luego de comer, el tercer nuevo maestro nos

solicitó ir hacia el salón principal, nosotros no
habíamos identificado este salón en el segundo
piso, y antes de hacer la pregunta, el maestro
continuó explicando que el mismo que estaba
situado al final de todas las edificaciones o
estructuras dentro del campamento, estaba
paradójicamente algo apartado como para
imaginar que ahí se encontraba dicho salón
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principal, yo imaginaba que las otras estructuras
funcionaban como graneros o bodegas, además
quien ubicaría al salón principal tan lejos, no quise
decir nada ni continuar con este prejuicio, estaba
en un lugar tan maravilloso como para tratar de
imponer mis criterios de cómo debían estar las
cosas en un sitio que no era mío.
El recorrido hacia el mismo resultó bastante corto

y lleno de tiempos muertos, es decir, no existía
apuro por llegar y sin embargo nos tomamos todo
el tiempo del mundo para ir disfrutando con todos
y cada uno de nuestros sentidos, lo que ahora
ellos finalmente nos brindaban como aplauso a
estar y presenciar este único instante irrepetible,
algo así como la descripción de haber grabado el
día en mi cabeza y tener el control para ir hacia
atrás, hacia adelante, pausarlo o detenerlo a
voluntad propia; podíamos escuchar pequeños
recorridos de agua como si estuvieran justo bajos
nuestros pies, el volar de las aves al desplegar sus
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alas e ir rompiendo el viento con un delicado
silbido y hasta mirar cada minúsculo movimiento
de las hojas de las plantas y las flores crecer, toda
la naturaleza parecía bailar y cantar dentro y fuera
de cada uno de nosotros.
Grandes puertas se abrieron para invitarnos a

pasar hacia el salón principal; estando adentro
pudimos divisar que de la cúspide se evidenciaba
un agujero por donde entraban potentes rayos de
Sol que se posaban en dos sillas de madera que se
encontraban exactamente una frente a la otra, la
habitación era de forma circular que culminaba
pareciendo un cono, lo suficientemente espaciosa
para brevemente identificar otras sillas más
apegadas a esta única habitación; este contraste e
identificación de los espacios y elementos, los
conocíamos gracias a la entrada adicional de luz
por la puerta de ingreso que continuaba abierta,
así que todos inmediatamente nos dirigimos hacia
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una de estas sillas de los bordes para observar lo
que sucedería.
La duda era grande al suponer que sería una

especie de confesionario, lugar en donde nadie
deseaba ser el primero en estar justo en el centro
para revelar sus más íntimos secretos a los demás,
pero también pasó por mi cabeza que estos días
habían sido tan extraños y que seguramente lo
que pensaba nada tenía que ver con lo que
íbamos a realizar ahí, o al menos eso deseaba con
el corazón.
Por instinto o quizás por espanto, cada uno

seguíamos aferramos a una de estas sillas cual
gato que se le desea desprender de algo para
bañarlo; continuamos sentamos esperando a que
algo sucediera, no habían sonidos o imágenes que
revelaran el objetivo de las sillas centrales o a
quién llamarían para ocuparlos.
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Fue entonces que como de la nada ya estaban dos
personas sentadas en tales lugares, quizás no los
pudimos identificar ante la poca luz que nos
rodeaba cuando las puertas se cerraron o la
inmensa cantidad de esta que caía desde el cielo y
se hacía cada vez mucho más intensa, también
pudo ser el estar lo suficientemente distraídos
enfrentando nuestros temores y ansiedad, el
asunto es que no estuvimos tan atentos como
creíamos.
Una voz masculina que procedía de una de estas

sillas centrales empezó a hablar sobre una serie
de virtudes, las decía con tal convicción que
parecía tratarse de uno de los maestros, casi
estaba seguro de que así lo era debido a la
confianza de sus palabras sin caer en la
arrogancia. Esta voz hizo una pausa para dar lugar
a una segunda voz, esta vez fue femenina; ya
estaba convencido haber reconocido que era la de
la maestra con la cual hicimos ese viaje hacia la
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colina, hizo declaraciones similares positivas por
igual tiempo. Ahora si podía decir que se trataban
de los maestros y quizás nos querían decir que ese
era nuestro propósito, llegar a tener tantas
virtudes de las que los dos habían hablado para
alcanzar nuestro objetivo individual principal.
Si este iba a ser el ejercicio, me repetía que no iba

a ser tan difícil decir ciertas cosas que uno supone
son buenas o nos hace sentir contentos con
nosotros mismos, pero también me repetía que
debía ser lo más sincero posible y no exagerar en
caso de que me tocara pasar a realizarlo, esto
para no caer en la insolencia o engreimiento.
Ambos seres se pararon, quise levantar la mano y

decir que estaba preparado para ir al frente y
terminar con esta práctica, al menos para mí sería
lo más apropiado, más no pude pararme y decidí
quedarme sentado un rato más, no necesitaba ser
el primero en hacerlo o dejaría que sean otros
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que con sus testimonios me indicarían pautas
para realizar lo correcto y qué pudiera hacer para
conservar este perfil sencillo y prudente que había
presentado ante mis compañeros y maestros.
Quizás a mis otros compañeros también les

sucedió lo mismo, pues no se sintió a nadie o no
se escuchó resonancia alguna que así lo revelara.
Yo supongo de que antes que alguien tomara
finalmente la iniciativa, la voz masculina continuó
nuevamente a hablar, esta vez hacía acápite a
varios sentimientos y otras emociones bastante
desagradables.
Todos sentimos dichas palabras como si fueran

una especie de puñales que atravesaban la piel e
incluso el alma. Lo pude manifestar e identificar
como dedicatoria, sentía aquella vergüenza ajena
de las que solemos hablar con nuestros familiares
o amigos, quizás al referirnos a todos nosotros
que estábamos presenciando dichas palabras, la
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silla en la que me encontraba plácidamente
acomodado cada vez se hacía más grande o
probablemente era yo quien se iba encogiendo.
Incluso cuando la primera voz cesó y continuó la
otra tras la pausa respectiva, seguía sintiendo
incomodidad al presenciar continuar este suceso,
había temores mayores de saber que los seres
que hablaban debajo de la luz, se referían a mí
exclusivamente y que mis compañeros en realidad
no estaban allí como yo creía.
Recuerdo además que pude sentir como

cambiaba la tonalidad de mi piel hacia una mucho
más pálida, mis cuerdas vocales se secaban, la piel
se me erizaba, el aliento parecía poco y casi podía
escuchar los latidos pausados de mi corazón.
¿Por qué tenía esta serie de interrogantes o

sentimientos? y ¿Por qué asumía que la segunda
parte se trataba de mí o de todos nosotros que
estábamos sentados atrás?
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Otro silencio infinito sacudió mi ser, sin saber
definitivamente que hacer o que decir, decidí
esperar lo inesperado y dejarme envolver por esta
sombra que aún en esta oscuridad se hacía mucho
más notoria, algo así como cuando recuerdo en el
tiempo de la escuela, estando en clases y no
haber preparado o estudiado la lección, es estar
convencido de que van a anunciar justamente
nuestro nombre para quedar en ridículo al no
saber las respuestas.
Para algo de satisfacción o tranquilidad, ambos

prójimos se levantaron de ambas sillas y se
aproximaban entre sí, poco a poco y a dúo
repetían constantemente que se perdonaban por
todo aquello que era ciertamente incómodo y
mientras se seguían juntando cada vez más y
mucho más cerca, se pudo vislumbrar que estos
terminaban en un gran abrazo que los confundía
gracias a esta luz enceguecedora como un solo
ente, aún mucho más majestuoso.
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No sé bien cuanto pudo haber tardado este
ejercicio, definitivamente fue interminable como
lo habían sido los otros, sabía exactamente que si
me tocaría hacerlo, este tardaría mucho más de lo
presenciado y quizás empezaba mi cabeza a tratar
de hacer números temporales y saber que esto
nos tardaría a todos bastante períodos hasta
finalizar con todos los dieciocho compañeros, y
como estábamos desconectados del mundo, este
tiempo sería la menor de las preocupaciones.
Las puertas del salón principal nuevamente se

abrieron de par en par y cuando ingresó la luz por
dicha entrada, pude ver que todos seguíamos
estando ubicados en nuestras respectivas sillas,
también aprecié que mis compañeros y yo
teníamos posturas un tanto incómodas,
queriendo recobrar esa confianza con la que
ingresamos; y cuando todos quisimos identificar a
quienes eran los que finalmente estaban en el
centro, no había nadie. Habíamos puesto nuestro
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interés nuevamente en lo menos importante
como para querer conocer a los valientes que
tuvieron el coraje de ejecutar tal labor y de ser
posible aplaudir u ovacionarlos.
El anochecer escudriño, el cielo estaba despejado

y poblado de estrellas, como si una explosión
cósmica hubiera inundado el mismo a manera de
una visita al observatorio, donde chispitas
brillantes se unen y puedes identificar a las
distintas constelaciones: Orión, la Osa Mayor, la
Osa Menor, signos zodiacales y tantas figuritas
más que se logran al jugar cuando se unen estos
los puntitos con líneas imaginarias.
Quizás el regreso de la serenidad a mi existencia

ambicionó interpretar el ejercicio del cual
habíamos sido partícipes y mientras admiraba
esta noche, de nuevo estaba dialogando conmigo
mismo al comparar la misma con mi existencia:
quizás lo suficientemente oscura para no permitir
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divisar nada, pero así mismo llena de destellos
que iluminan mi camino, no sé a ciencia cierta si
estas luces son las virtudes o son los aspectos
oscuros que no quiero darme cuenta, sin embargo
las unas se miran de día y las otras de noche,
siendo todas y cada una de ellas parte total de lo
que supongo soy o pretendo ser, mostrar y
esconder.
Nuestro andar hacia las habitaciones fue filosófico

si abarca el dicho por parte de todos nosotros, no
hubieron sonidos u objetos mágicos por los cuales
nos sintiéramos satisfechos u orgullosos, tampoco
habían reclamos hacia nosotros o hacia los demás,
simplemente fue otra rara experiencia sin lógica o
explicación acertada para todos o ninguno de
nosotros, nuestras cabezas con miradas perdidas
reflejaban similares análisis a los míos, además la
ausencia de palabras o conversaciones mientras
regresábamos hacía comprender que quizás no
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estábamos aprendiendo nada, tan solo éramos
meros observadores.
Nos dirigimos hacia nuestras habitaciones y no

nos percatamos siquiera si en el comedor había
alimentos o bebidas para satisfacer nuestros
apetitos, sencillamente cada alcoba sería testigo
de nuestros pensamientos que querían encontrar
más de una respuesta.
Tenía reclamos tan duros conmigo mismo por no

haber dicho que quería realizar el ejercicio, que lo
podía haber hecho de cualquier manera y que
ahora no estaría sentado sabiendo si existiría
oportunidad para realizarlo.
No tuve más remedio que aceptar que nada de lo

que piense o diga en este momento va a cambiar
lo que pasó, que tal vez tampoco pueda planificar
cómo lo haría en caso de que sí exista esta
oportunidad, debía nuevamente dar por sentado
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que puedo ser espontáneo y lanzarme al ruedo,
antes que mi mente hable y se me siga haciendo
esquivo el estar presente.
“Hay quienes solicitan deseos y los dejan escapar

simplemente por haberse distraído al poner
mayor atención a la forma que énfasis a la esencia
de los mismos.”
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CUATRO
Es el amanecer del cuarto día y apenas al abrir los

ojos, sentí que ese no era la habitación en la que
me había acostumbrado descansar o decir que era
mía en esta estadía, aunque lucía prácticamente
igual y no habían artículos que indicaran lo
contrario, así que algo sorprendido giré con una
pirueta de la cama y corrí a ver la misma desde
todas las esquinas y rincones, incluso desde
afuera de la misma.
Tal fue la coincidencia que todos estábamos

haciendo exactamente lo mismo, estábamos
desorientados y esta vez como ciertos animales
hacen para reconocer o identificar su espacio
procedimos a tratar de hacerlo; nuestros ojos no
podían identificar si eran nuestras moradas, así
que tocábamos los objetos de adentro y hacíamos
todo lo posible para saber que estaba sucediendo,
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queríamos escucharlos o quien sabe que más para
dar satisfacción a esta vacilación.
Unos se habían adelantado yendo al centro del

patio para preguntar si sentían que estaban en las
habitaciones correctas con otros compañeros
más, tampoco hubieron confusiones del tipo de
que una pareja durmió juntos… era el comentario
apropiado por parte de un compañero que solía
ponerle ese toque humorístico y sensual para que
disfrutamos sin lugar a dudas y salgamos de este
estado de desconcierto.
Todos habíamos dormido o pasado la noche cada

uno en un aposento, eso estaba totalmente
afirmado; la perplejidad no fue respondida por
ninguno de nosotros y tampoco no nos atrevimos
a mencionarla a nuestros maestros, creo que ellos
tampoco nos lo hubieran revelado, quizás era
parte de este juego mental en el que todos
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quisimos participar desde que aceptamos venir a
este taller.
Desde la baranda del segundo piso se escuchó a la

maestra decir que la hora del juego había llegado
y que iríamos hacia una tercera edificación que se
hallaba cerca de una pequeña laguna, lo supimos
con absoluta certeza cuando llegando a aquel
lugar que suponía para mí era un granero, ahora
se abrían sus puertas y el terreno se encontraba
abarrotado con varios juguetes, tales como:
pelotas de todo tamaño, cuerdas, coches de
madera, columpios, colchonetas y tantos objetos
más propios de la infancia. Era como entrar a una
de esas grandes jugueterías o lugares donde se
entretienen a los niños mientras los adultos
comemos o también se puede hacer referencia a
una guardería para grandes, la única diferencia es
que no existían aparatos eléctricos o a control
remoto. No era de sorprenderse, acá todo era tan
básico y sencillo.
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Al parecer los maestros tenían la costumbre de
desaparecer y ante la ausencia de alguien que nos
dijera cual era el propósito de este nuevo
ejercicio, todos estuvimos un par de minutos
sentados o parados sin saber qué hacer o por
dónde empezar, hasta que una pequeña pelota
roja de espuma saltó y se desplazó por todo el
lugar, llegando a impactar en la cabeza de uno de
mis compañeros que estaba distraído en la plática
con otra compañera, fue el santiamén ocurrente y
gracioso para todos echarnos sobre el resto de
juguetes y empezar a divertirnos, participamos en
grupos y también éramos invitados para unirnos,
hasta que decidimos participar en un solo juego.
Las escondidas fue la propuesta por alguien dicha

y por todos aceptada, aunque no alcancé a
distinguir quien la había exclamado.
Ante tanto juguete es ilógico detenerse a pensar

que justamente hubiéramos quedado de acuerdo
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en ocultarnos, pero fue algo en que todos
quisimos participar, siendo una pareja de
camaradas, quienes se ofrecieron de voluntarios
para contar hasta el cien con los ojos cerrados y
reposados sobre una alta columna que hacía las
veces de “paz” o aquel lugar neutral donde uno
está inmune y a salvo de ser encontrado.
Después del conteo nos empezarían a buscar,

estableciendo desde antes que no podríamos salir
de este edificio que era lo suficientemente grande
para hacerlo divertido, pues el juego se haría
interminable considerando todas las dimensiones
totales de este campamento y no queríamos
descuidarnos en caso algún maestro llegara, ni
siquiera sabíamos donde terminaba dicho terreno
y a medida que pasaban los días conocíamos otras
estructuras más. Así que para no entrar en tanta
indicación, jugamos.
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No sé muy bien que sucedió con mis demás
compinches, más resulté escondido en una
pequeña habitación oscura y acompañado de otra
camarada que coincidió que era un lugar
excelente para que no nos encontrasen, ambos
hacíamos gestos para no hacer movimientos
bruscos que provocaran sonidos o ruidos que nos
pudieran delatar, pero con el transcurso de los
minutos nos vimos sentados en el piso uno frente
al otro, a continuación cerramos los ojos y nos
tomamos las manos, estábamos queriendo hacer
algo que había despertado nuestra curiosidad y
deseo unos cuantos días atrás, como que ambos
sentimos esa química y ninguno de los dos había
tomado la iniciativa. Las condiciones eran
propicias, así que estando solos no había razón
para no hacerlo.
Entonces fue allí donde surgió algo aproximado a

lo que el día anterior habíamos presenciado,
estábamos practicando o poniendo en marcha el
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ejercicio de las confesiones de cada uno, aquellas
de las dos sillas y con la luz descansando sobre
estas. Ella empezó a decir todas sus virtudes y
cualidades, cuando terminó de hacerlas, apretó
suavemente mis manos como indicándome que
era mí turno de hacerlo, así que procedí e hice lo
mismo para dar lugar y finalizar esa tarea al
mencionar ambos aquellas cosas que no nos
gustaban de nosotros, aunque nuestras voces
eran un tanto temblorosas y más bajitas en tono
que quienes lo habían realizado frente a todos;
todo fue tan natural como si nos conociéramos de
toda la vida, no hubo interrupciones o juicios de
valor.
Concluimos y no hicimos otra cosa que romper en

llanto, lágrimas no paraban de brotar hasta
abrazarnos muy fuertemente, con sentimiento
verdadero de compasión y perdón al decir que
nos absolvíamos por tantas cosas que habíamos
hecho o no las habíamos realizado, ya sea con
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nosotros o con otras tantas personas que habían
pasado por nuestras vidas, quizás no estuvimos
sincronizados en nuestras frases, pero cada uno
decía y escuchaba al otro como si se tratase de sí
mismo queriendo explotar ya hacía mucho rato
atrás.
Salimos de aquella habitación y al igual que

nosotros, todos estaban llegando hacia donde
estaban los juegos, los cuales ya no se
encontraban aquí, tan solo éramos testigos de los
que seguían uniéndose para esperar a algún
maestro y proseguir con las enseñanzas o
contarles lo que todos nuevamente habíamos
realizado espontáneamente, ese algo que nos
resistimos en el salón principal. La oportunidad se
nos presentó en el lugar y momento menos
esperado.
Esperamos por unos minutos y no pudimos

encontrar a nadie. A alguien de mis compañeros
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se le ocurrió y otra amiga más lo secundó para
hacer una especie de pijamada, ya que no
quisimos esperar más y aprovechar para
desvelarnos y contar nuestras experiencias
durante estos días, en especial la que hace
minutos queríamos gritar a los cuatro vientos
como simbolismo de libertad o aligerar esta
pesada carga que ya no sabíamos como pudimos
soportarla durante tantos años atrás.
¡Así lo hicimos! Hubo entusiastas que se

escabulleron hacia la cocina para traer algunas
frutas, otros alimentos, y algo para beber, pues la
larga noche nos esperaba paciente y tranquila;
otros en cambio estábamos entrando a los demás
cuartos para traer almohadas y sábanas para
hacer una habitación mucho más confortable para
todos.
Estábamos ya todos situados y para no despertar

sospechas encendimos algunas velas que habían
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encontrado en el comedor y podían colocarse en
junto a aquellos mecheros proporcionados en
cada habitación; colocamos sábanas en la puerta
para obstaculizar la salida de la luz y como no
habían ventanas en ninguna de las mismas,
sentíamos que podíamos proceder con la
curiosidad y sin levantar sospechas a nuestros
maestros en caso de que quisieran saber que
estaba pasando.
Como en casi todo evento, figuramos que este

tomaría un poco tiempo para que alguien tome la
iniciativa y los demás lo sigan, pero en nuestro
caso ya lo estábamos haciendo o siendo cómplices
desde la mañana de los juegos y lo lindo de esto
fue que un cómplice, quizás el más tímido
exclamó que él debía ser el primero en hacerlo.
Verdad o desafío fue una gran idea en caso de

romper el hielo, que por cierto no lo hubo, pero
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que a los demás también nos brindaría mucha
más desahogo.
Conforme avanzaban los minutos y a medida que

nos preguntaban y respondíamos, especulamos
que solo estábamos jugando a decir verdad y para
que el juego no pierda el interés, empezamos con
los desafíos.
Lamentablemente o no, no hubieron desafíos de

hacer cosas que no nos gustaría hacer o al menos
así todos lo sentimos, pues todos terminamos
imitándonos unos a otros y también a algunos
personajes muy reconocidos mundialmente, no
solamente con la voz, también adaptábamos
nuestras vestimentas y comportamientos para
hacerlos más reales. En fin, terminamos haciendo
diferentes obras de teatro, hasta que el cansancio
hizo presa de nosotros y empezamos a hacer del
piso cama general para todos poder descansar.
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“La diferencia entre casualidad y oportunidad
radica en juntar todas piezas y hacerlas que
actúen a tu favor.”
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CINCO
En el quinto día nos despertó y levantó a todos el

sonido de una trompeta. Algo asustados
pensamos que habíamos hecho algo que no
debíamos hacer y ahora sí había llegado el
momento del regaño o escarmiento por no estar
dormidos cada uno en su respectiva habitación, ni
siquiera con lo que habíamos pasado días atrás
conocíamos realmente cuál era la habitación que
al inicio escogiéramos.
Nos alistamos a la velocidad del rayo, los

compañeros entraban y salían de los baños, los
lapsos eran bastante cortos en tiempo para todos
poder estar lo más pronto posible y reunidos en el
comedor como solíamos hacerlo en las mañanas.
El tercero de los maestro que habíamos conocido

se encontraba sentado a la cabecera de la mesa,
situación que usualmente no la habíamos
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experimentado, tan solo éramos nosotros quienes
disponíamos de la misma. Siendo algo nuevo,
procedimos a estar muy educaditos y bien
comportados. Y fue algo que no habíamos hecho,
pero que algunos por lo menos pensamos en
algún instante, que lo hizo aquel maestro; realizó
una plegaria:
- Agradecemos por todos aquellos alimentos que

tenemos frente a nosotros, los mismos que nos
permitirían alimentar nuestros cuerpos.
Todos participamos cerrando nuestros ojos y

uniéndonos a esta oración.
No fue específicamente mi caso, pero siento que a

algunos de mis compañeros antes se les había
presentado en sus cabezas esta idea y no la
llevaron a cabo, quizás por recelo o por respeto a
los demás, ya que no conocíamos los nombres y
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mucho menos aún las creencias religiosas u otros
aspectos más.
Terminando de comer, nuestro maestro indicó

que contábamos con media hora para poder
arreglar nuestros cuartos y alistarnos para salir a
enfrentar un gran reto, que nos viéramos cerca de
la fuente, la cual estaba junto al patio de los
juegos, además aclaró que deberíamos cargar con
nosotros un botellón de agua y la mayor cantidad
de comida que almacenara las mochilas que nos
iba entregando, también replicó que volveríamos
a la media noche.
Ya en las afueras nos dividieron en tres grupos,

cada uno conformado por seis compañeros: tres
hombres y tres mujeres; estos grupos a su vez se
encontraban guiados por uno de los tres maestros
que en todos estos días habíamos distinguido.
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Empezamos con la caminata cuesta arriba,
atravesamos por aquel sendero de las luciérnagas,
inclusive mucho más alto de la colina donde
disfrutamos de ese hermoso paisaje.
A medida que viajábamos, nos solicitaban que

procuremos ser lo más cuidadosos con la
provisión de agua y alimentos que cargábamos,
para lo cual existió la idea de ir cogiendo frutos o
tomando agua de lo que en el camino se
presentaba, era una excelente solución ante tales
advertencias o peticiones, así cuidaríamos nuestra
carga en caso de que esta nos sea más
provechosa para el descanso o el regreso al
campamento en la noche.
Andamos algunas cuantas horas consecutivas más

y el cielo empezó a nublarse. ¿Cómo a ninguno de
nosotros se le ocurrió estar mucho más abrigados
o traer algo que nos protegiera en caso de lluvia?,
sin embargo los maestros estaban con parecidos
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atuendos a los nuestros, lo cual era para nosotros
una buena señal de que no había por qué
preocuparse.
Cada guía supo exponer a su grupo que tomarían

direcciones diferentes cuando observáramos que
este camino se abre en otras tres direcciones, de
donde cada grupo tomaría uno de estos para
continuar avanzando.
Llegamos a esta referencia y los tres maestros

hablaron del reencuentro al cabo de un par de
horas más. Entre nosotros comentábamos que
sería bueno descansar un poco e incluso
proponíamos al candidato que sería el mediador o
portavoz para solicitarlo a nuestro guía.
Cuando nuestro compañero elegido se acercó

hacia el maestro para comunicar de nuestro
acuerdo en descansar un corto tiempo por lo
extenuante y agotador de la travesía, este no hizo
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otra cosa que alzar un poco su mirada y señalar
hacia unas pequeñas casas medio organizadas a
manera de pequeño pueblo y al cual llegaríamos
en unos cinco minutos más adelante. Ahí nos dijo
que iríamos a descansar.
Antes de llegar al mismo, pudimos mirar cómo la

gente reforzaba sus viviendas maltrechas, como
guardaban sus animales domésticos y como
ingresaban las pocas pertenencias de sus familias;
una pequeña delegación nos detuvo en la entrada
para preguntarnos cuál era nuestro propósito por
haber llegado hasta este lugar tan alto. Todos
regresamos a mirar hacia nuestro maestro, el cual
no apareció, no era de sorprenderse si casi
cuando los buscábamos, estos no aparecían, así
que nos vimos frente a esta gente un tanto
desconfiada por nuestra visita y muy buenas
intensiones.
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Quisimos explicar de varias maneras que
acudíamos para ayudar con alimentos y agua para
su pueblo, al menos esto dijimos y concluimos
cuando nos decían que cuidemos las provisiones,
sin embargo estos nos arrebataron las mochilas e
incluso prendas de nuestras vestimentas que de
por sí eran pocas, es decir, sin túnicas y estando
cubiertos de prendas íntimas.
Los habitantes dijeron que ya eran bastante los

saqueadores que con mentiras y engaños se
lograban apoderar de sus animales y que no
caerían en las artimañas o tretas de los visitantes,
así es que a punta de machetes y cuchillos nos
llevaron hacia una pequeña bodega donde
supongo guardaban animales, ya que el olor era
una mezcla entre comida como heno, granos y
semillas, también existían algunos desperdicios y
bastante humedad en el piso.
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Los seis nos quedamos absortos ante tal
acontecimiento, viendo a través de una pequeña
ventana como se refugiaban en sus pequeñas
casas y cerraban sus puertas, llegamos a sentir
que estábamos prisioneros y que nuestras suertes
llegarían a su fin.
El clima acá arriba en la cima se tornaba cada vez

más frío, sin lugar a dudas mucho más frío al no
tener casi nada de ropa. Ahora no contábamos
con alimentos, agua o vestimenta que nos
supieran socorrer para sobrevivir ante esta
adversidad; no recordamos a nuestro maestro
guía a causa de la preocupación y en lugar de esto
solo estaba aquella actitud agresiva de quienes se
suponen íbamos a ayudar, esto nos hacía pensar
que si amanecíamos aquí, no nos tratarían
diferente debido a sus experiencias pasadas y
hasta nuestras vidas posiblemente corrían un
grave peligro.
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Una fuerte ventisca empezó a azotar cada vez más
y más fuerte la puerta y ventana de esta impasible
y oscura despensa en la que nos hallamos
acorralados, empezó a llover cada vez mucho más
fuerte, era la primera ocasión en que sentimos al
clima tan despiadado, los otros días habían sido
exactamente todo lo contrario.
Ahora tan solo se escuchaban ruidos de animales

salvajes aproximarse hacia este poblado. La única
luz que ingresaba era la proporcionada por los
rayos que se anexaban al paisaje tétrico para en
algo distinguir nuestra excesiva preocupación.
Dentro de la bodega, todos nos tratábamos de dar

ánimos y pensar lo más positivo ante estas
circunstancias, a raíz de esto especulamos que
esta podía quizás ser una broma y pronto nuestro
maestro se acercaría a rescatarnos. Los minutos
nuevamente se hacían interminables y nuestra fe
se estaba poco a poco apagando, más bien dicho
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se estaba transformando en una leve esperanza.
Intentamos repasar lo que quizás los maestros
dijeron, quizás serían ellos los que se encontrarían
en la hora pactada, así que nos comprometíamos
a ser nosotros los que diéramos solución.
Temblábamos como nunca, no sé si pudo más el

miedo o el frío que era casi insoportable, así que
los seis nos juntamos lo más que pudimos para
abrigarnos mutuamente con el calor de nuestros
cuerpos, no existían ganas ni fuerzas para abrir la
puerta, escapar y regresar al campamento, en
resumen, estábamos al límite tanto físico como
mental. Tan solo queríamos permanecer juntos
ante este final que se supone nos daría nuevas y
mejores experiencias de crecimiento individual
que parecían apagarse con esta turbia noche.
En medio de este caos, entablamos una

conversación a cerca de los sueños y deseos que
teníamos en el futuro. Principiamos cada uno a
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mencionar los nombres y lo que se solía hacer,
nuestra profesión, pasatiempos o dedicación,
hablamos de las personas que dejaríamos atrás en
caso de perecer; fue aquí donde supimos que
habíamos sido bastante egoístas y no nos interesó
saber algo más de los demás.
Fue increíble la cantidad de información que

dimos y descubrimos en todos y cada uno de
nosotros, pienso que nos concentramos tanto
cambiar la óptica de esta situación, en dar ánimo
y apoyo a los demás, que sin saberlo estábamos
descubriendo como nuestra mente se expandía
en muchas direcciones para dar con muchas más
soluciones a las ideas negativas iniciales. Las
imágenes empezaron a surgir y el deseo de
sobrevivir estimo fue tan superior a todas estas
adversidades que logramos hacer con los pocos
elementos que aquí descubrimos, armas caseras
similares a las de la gente de este pueblo tenía y
que nos habían secuestrado, mismos
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instrumentos servirían en el caso de que a la
mañana siguiente vinieran a intentar hacernos
daño en caso de sobrevivir.
Se escuchaba a las afueras como algunos de estos

animales salvajes olían los alrededores de esta
bodega como queriendo reconocer que existían
presas para su voraz y despiadada hambre;
empezaron entonces a escarbar y rasgar las
paredes de madera vieja de la que estaba
conformado dicho espacio; todos algo o más
espantados que otros por estos visitantes que no
dejaban de merodear, y debido al medio de
algunos gritos, quejidos y exclamaciones de
horror de nuestras compañeras, nos suplicaban a
los tres hombres del grupo que deberíamos
espantarlos o matarlos antes de que ellos
tomaran esta iniciativa, otra de las razones era
para alimentarnos y usar sus pieles como abrigo.
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Hicimos varios ensayos y no fue hasta que en uno
de estos tantos, pudimos atrapar a un enorme
lobo, la herida causada debió ser tan grande o
certera que el pobre animal clamó tan fuerte que
terminó ahuyentando a sus otros camaradas de
caza.
Ahora nos quedaba arriesgarnos y abrir la puerta

para alcanzar al animal e ingresarlo, no sin antes
proporcionarle estocadas finales para una agonía
mejor. Susurraban voces que nos decían que si
habíamos hecho armas de cosas tan básicas y nos
permitió cazar, que nos impediría abrir esta
puerta, antes de que posiblemente volvieran las
demás fieras a reclamarlo.
Cuando logramos abrirla, tal fue nuestra sorpresa

que algunos integrantes de este poblado nos
estaban mirando asombrados justo al frente del
animal… fueron momentos cruciales en que ni
ellos ni nosotros reaccionamos, no fue hasta que
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uno de los mismos tomó a la fiera y la arrastraba
hacia la aldea, mientras que los otros nos ofrecían
aquellas prendas que nos habían arrebatado,
además nos indicaron que el camino a tomar para
nuestro descenso estaba detrás nuestro y
debíamos hacerlo pronto.
Corrimos desaforados como alma que persigue el

mismo diablo y antes de llegar a la división de los
caminos, pudimos constatar que había otros
grupos, ambos a nuestros costados y cada vez
más se aproximaban hacia nosotros. Seguíamos
tan alterados que suponíamos era la misma gente
del pueblo que querían cazarnos, como si esto se
tratase de algún tipo de juego macabro.
Ya en el cruce de estos caminos emparejamos que

no se trataba de cazadores, eran los otros dos
grupos que hacían exactamente lo mismo a
nosotros, también a metros más allá estaban
nuestros maestros reunidos, así que el espíritu
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volvió nuevamente a nuestros cuerpos y
reprochábamos alterados lo que tuvimos que
pasar allá arriba. Casi no se nos entendía, pues
como dije, todos estábamos gritando unos más
que otros para narrar los acontecimientos.
La maestra interrumpió el ruido con su cálida voz

indicando que todo había quedado atrás, que nos
diéramos cuenta que estábamos bien, que ya no
había razón para seguir martirizándonos, que
debíamos regresar para descansar. Así que con
menos estrés, todos quisimos controlar mejor
nuestras emociones al conocer que nos esperaba
nuestra seguridad al llegar al campamento y que
estaban aquí con nosotros los tres maestros.
En las instalaciones todos los maestros subieron

hacia la segunda planta y se dirigieron cada uno a
sus respectivas habitaciones, de igual manera lo
hicimos nosotros. Esta vez queriendo estar
acompañados ahora sí por otra persona, sea
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quien fuese sería una excelente opción, pero no
recobrábamos todas nuestras fuerzas, ni existían
las ganas de mencionarlo, quizás al creer que esto
se debió a que el día anterior pasamos y
descansamos juntos. Tal experiencia no la
queríamos repetir con pretexto de una nueva
enseñanza aún más fuerte, por lo cual cada quien
tomó una habitación.
“El viaje constantemente te brinda mayores

metas que el resultado final.”
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SEIS
Amanecer del sexto día, ya no puedo creer que

este taller esté a punto de finalizar, siento que
estos dos días restantes van a ser de mayor calma
y tranquilidad, sinceramente espero que sean solo
de teoría y nos ayuden para que tal experiencia en
la cima de la montaña no nos marquen de forma
indefinida y sean obstáculos para nuestras vidas.
No es tan fácil asumir que el pasado quedó atrás,
todo dependerá de cada uno para hacerlo.
Estamos en la mesa y ahora son dos los maestros

que se encuentran sentados en las cabeceras de la
mesa, los más jóvenes, por lo cual ahora estamos
sentados nueve compañeros frente a otros nueve
compañeros y seguimos algo extrañados por la
noche anterior, no se puede disimular el ambiente
que se vive, incluso los alimentos en la mesa no
despiertan ningún deseo por consumirlos, a pesar
de tener una presentación tentadora.
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La maestra empieza esta vez la oración de este
día:
- Agradecemos por todos quienes sembraron las

semillas de estos alimentos que nos disponemos a
comer, incluyendo a la naturaleza en todas sus
manifestaciones y cambios que se suscitaron para
así mismo puedan ser cosecharlos.
El segundo maestro interviene luego de

culminada la intervención de su compañera:
- Agradecemos por todos aquellos momentos que

vamos a disfrutar más adelante y gracias a los
aportes de la comida a nuestros cuerpos.
Ambos hacen recuento también de nuestros seres

queridos, con aquellos que nos esperan en casa y
que tienen la firme creencia de que al vernos todo
va a ser diferente y mejor.
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Después de comer, explican que la tarde de hoy
vamos a permanecer en cada una de nuestras
habitaciones y que por este día no habrá más
viajes o experiencias conjuntas para vivir, que este
tiempo va a ser para nosotros mismos, así que
podemos hacer lo que pretendamos en tal
espacio privado.
Ya en mí cuarto empiezo a reprocharme por las

decisiones que pudieran afectar a los demás y
también por aquellas que de aquí en adelante
pueden afectar a mis semejantes, tan solo pido
sabiduría para hacer lo correcto y no desviar mi
camino, doy las gracias por todo lo aprendido y
también por aquello que no digiero totalmente.
Tengo otra vez un debate, quizás mucho menos
duro conmigo mismo que en los días pasados; el
deseo de cambiar todo lo que el pasado me
brindó y también especular que puedo difundir
mis experiencias para que otros no tengan que
pasar lo que a mí me ha sucedido ya no es tan
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notorio. En palabras mucho más sencillas aprendo
a reconocer que los miedos y las alegrías, las
frustraciones y los triunfos, las pérdidas y las
ganancias están en mi cabeza, no puedo cambiar
al mundo, pero sí el cristal con el que miro la vida,
sobretodo la mía.
Parece mucho más largo el tiempo que me

encuentro acá, no puedo creer que un solo día no
pueda permanecer quieto, deseo que amanezca
lo antes posible para poder poner en práctica
todo lo que digo he cultivado, incluso haciendo un
recuento de estos días, las historias cada vez que
las repito en mi cabeza para trasmitírselas a mi
familia ya no suena tan reales como yo las sentí,
ni siquiera las situaciones más hostiles suenan
ahora terroríficas, hasta pueden tener rasgos de
valentía, aplomo y valor, también una que otra
graciosa narración.
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Me duermo breves instantes y vuelvo a despertar,
esto está repitiéndose más que con ansias por
regresar a casa, por una voz interna que me dice
que todo está cambiando cada instante y que la
vida no será nunca jamás como antes, ahora es
mucho mejor y cada momento mucho más. Casi
desaparecieron los momentos por olvidar, lo
aparentemente malo que sucedió, ahora está más
presente aquello bueno por compartir y a manera
de inteligentes enseñanzas, finalmente me estoy
cansando de tanta actividad mental entre lo que
se debe o no hacer, lo que es bueno o malo y
cualquier dualidad que se me presenta.
Aquieto todos y cada uno de mis diálogos por

breves segundos más de lo que en estos días
aprendí a realizarlo, siento una inmensa paz y
serenidad, deseo poder hacerlo incluso mucho
más frecuente y duradero.
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Sabiendo que mañana será un día mucho más
corto de lo nuevo habitual en este campamento,
empiezo a recordar, sentir y revivir varias ciertas
enseñanzas y un impulso mayor por practicar los
tips de los maestros se apoderan de mí ser, hacen
esta noche mucho más agradable.
Todos los sueños, aspiraciones y deseos conozco

están conectados a mi fuente, se encuentran
justamente frente a mí y listas para que responda
el espíritu, el accionar humano sabrá en su preciso
momento que hacer, solo resta abandonar viejas
ideas y pensamientos para dar lugar a lo nuevo, a
saber que mientras yo me encargo de lo básico y
sencillo, el universo fluye naturalmente hacia la
consecución de los mismos. Ahora yo sé que lo
declaro para mí y mis semejantes en cualesquiera
de las manifestaciones y planos, cuando así lo
exclamo, reconozco parte mía en los demás, así
como yo soy único en esta gran estructura de la
que todos participamos sirviendo y recibiendo
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absolutamente todo con la gracia del amor
verdadero, así mismo lo soy para los demás.
Sin duda este último fragmento fue la inspiración

y la motivación de quienes ya no considero
compañeros o maestros, ya que todos estamos
conectados de tal manera que nuestra
inteligencia no acaba de comprender una verdad
que se aplica para cada uno, y seguramente las
respuestas sabrán llegar cuando estemos aún
mejor preparados para conocerla.
Cada amanecer renacemos y podemos dar la

bienvenida a todos y cada uno de los eventos que
se nos presentan a diario, pues cuentan con los
propósitos de hacernos crecer mientras el mundo
de los sueños es testigo de cerrar el ciclo antes de
un nuevo y mejor día.
“Cuando algo grandioso llega a tu vida te

transforma cuando te dejas llevar.”
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SIETE
Ya es el séptimo día y antes de abrir mis ojos solo

viene a mi mente que el día de hoy es el mejor día
que puedo tener, no hay instante o momento que
perder, todo es mucho más dulce. Voy a realizar y
apreciar mucho mejor las cosas y reconocer que
en todo lo que haga hoy, en este preciso
momento, ahora yo tengo éxito.
Finalmente voy de regreso a casa, aunque

extrañaré lo que aprendí, también se reconocer
que esto se encuentra conmigo. Todo este taller
superó indudablemente en muchos niveles lo que
esperaba aprender y lo que estoy descubriendo
en cada segundo.
Todos en la mesa sentados, inclusive con mis dos

maestros que el día anterior acompañaron al
festín mañanero. Todos recordamos que por lo
general uno de los dos empieza a dar las gracias,
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de hecho son los indicados al hablar por todos
nosotros, sin embargo ninguno de ellos pronuncia
nada y tampoco alguno de nosotros lo hace
sabiendo que en este momento algo está por
suceder. Ahora ya no hay preguntas o respuestas,
existe calma en todos.
Vemos ingresando al tercer maestro de todos,

aquel que nos recibió al inicio de este taller y
nuevamente está presente, aquel guía que en la
entrada del campamento nos recibió y fue quien
nos dio la bienvenida, algo dentro nos indica que
ciertamente sabemos y sentimos que siempre
estuvo entre nosotros.
En esta clausura, en este sétimo día, seguimos

observando cómo sigue acercándose sereno,
toma una silla cualquiera de los alrededores, se
abre espacio entre una compañera y yo.
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Extravagantemente no solo se halla en medio de
los compañeros, sino que además está ubicado
entre los otros dos maestros que están a las
cabeceras opuestas de la mesa.
Antes de orar por los alimentos, se levanta de su

silla y expone que nos quiere agradecer por
haberlo acompañado en dicha travesía, y aunque
no recuerdo literalmente el mensaje y tampoco
tuve tecnología que me ayude para grabarlo
exactamente como fue, puedo mencionar quizás
la esencia primordial de su mensaje que dice algo
así:
- En la vida hay situaciones y experiencias unas

más agradables que otras, a veces deseamos
volver atrás para engañarnos a nosotros mismos,
al colocarlas atuendos mucho más bonitos; otras
ocasiones queremos proyectarlas en el futuro
para recrear solo aquellas que suponemos nos
brindará felicidad a nosotros y a quienes amamos.
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Tras una ligera pausa, continuó con aquella
enseñanza que posiblemente encierra todo lo que
este taller contribuyó en nosotros.
- No existe clave o fórmula individual para vivir,

mucho menos una que se aplique a todos los
seres, probablemente el ingrediente necesario e
indispensable sea el amor, ya que gracias a este,
todos los demás saben mejor y aún es mucho más
gratificante cuando reconocemos que en el único
instante preciso llamado presente se lo puede
preparar. Tanto la noche como el día oculta
grande belleza que la otra reconoce, por eso lo
mejor es aceptar y abrazar cada instante como
parte total de uno y así mismo uno como parte
integral del todo.
Al final todos nos despedidos con un Hasta

Pronto, ya que aunque los caminos sean
totalmente distintos, también se puede decir que
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existen tramos en los cuales coincidiremos más
adelante.
Esta ha sido, es y seguirá siendo mi travesía; la

difusión de este taller al que asistí, y al cual
ingresé con muchas esperanzas y posiblemente
predispuesto a que esto me colabore mucho más
en tales o cuales proyectos, sueños o deseos,
quizás sean ciertos en algunos, en todos o en
ninguno. Más lo importante es que no somos
estáticos o fijos, somos quizás los únicos seres, los
humanos, que nos resistimos a cambiar o darnos
cuenta de los mismos, y no comprendemos que
todo y todos a nuestro alrededor siempre están
evolucionando a pesar de que no queramos
tampoco ser testigos. Y hasta hoy no sé decir
quien realmente soy o cuál es el propósito por el
que me encuentro aquí, más lo que si puedo
asegurar es que la música que llevo adentro como
alguien alguna vez me dijo, lo vi o lo escuché, no
va a morir conmigo, esta historia es la primera
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melodía de mi alma que la comparto con ustedes
mis semejantes.
“Cuando algo haces o entregas con verdadero

amor, esto que siembras aunque tú no lo
coseches, más debes de confiar que repercutirá
de una manera tan grande, que así mismo llegará
para ti en su preciso momento.”
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Taller de Siete Dias

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Las puertas del bus se abren y mientras mis pies

Es la mañana temprana del primer día del taller, y

En la entrada se encuentra un grupo de varias

El anciano se mantiene sereno, al cabo de unos

- Vamos a saber esperar unos cuantos instantes

No han pasado más de cinco minutos, ahora

- Ya estamos todos completos y es momento de

Todos estamos mirando sigilosamente a los

Estamos ingresando al primer edificio, es una

Continúa la explicación haciendo apreciar que

- La posterior derecha corresponde al pasillo por

- El segundo piso está destinado para las áreas del

Tal parece que vamos a estar desconectados estos

Estábamos excitados ya que el ejercicio había

Siento que pasaron varios cientos de ideas y no

- Tengo el agrado de informarles que soy uno de

Tras una breve pausa, continuó también diciendo

Continuamos sin conocemos mayormente o por lo

- Ya todos tenemos aquella presencia de la

Todos asentamos afirmativamente con la cabeza y

- Ahora se sienten uno con ese ser, ahora pueden

Nos dirigimos hacia aquella puerta que detrás

Recorrimos unos cuantos metros e ingresamos en

Era una sala cinematográfica improvisada y

- Ahora nuevamente vamos a la mente de aquella

Un tanto extrañados, nos regresamos a ver entre

- No existen barreras algunas en las posibles

Parece que me fue bien en la práctica ya que

Una vez que todos concluimos, el maestro otra

- Todos pasamos gran parte o casi la totalidad del

Todos estábamos sentados frente a la mesa y en

Después de terminar de comer, cada uno se

Cada uno aprovechó la oportunidad también para

- Antes de dormir, cierran nuevamente sus ojos y

En el patio principal nos quedamos unos minutos

Hablaron un rato entre ellas y después todas se

Lo curioso fue que en uno de los fragmentos de

Se puede exponer que miraba como una batalla

Es extraño como queremos conocer a otra

“Adquirir consciencia es la presencia callada en lo

Es el segundo día, ya todos estamos reunimos

Luego de una pausa general, apareció la segunda

- Expliquen todo aquello que realizaron al regresar

Todos mencionamos algo y le comentamos que

Informamos a la maestra sobre la mayor cantidad

- Pueden continuar descubriendo y compartiendo

Cuando el último hizo su declaración nos dimos

- La energía ha ingresado por todos y cada uno de

Dichas prácticas las sentimos mucho más fáciles

- De hecho ya han descansado lo suficiente.

Esta idea se encontraba un poco fuera de

Salimos por la puerta posterior trasera del primer

Murmurábamos entre todos hacia donde nos

Este grupo de dieciocho compañeros, compuesto

Seguíamos intercalados entre sí para esta travesía

Luego de otros varios tantos minutos más, entre

Era sin duda el paisaje del sueño ideal de cada

Nos quedamos admirando cada pequeño detalle,

Empezó pronto a oscurecer y en nosotros entró

Se me ocurrió decir al grupo que podíamos

Todos los demás empezaron a empalagar con

Caminamos varios minutos y parecía que

Para sorpresa de ambos y cuando estábamos