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CUADRANTEPHI No. 17
Junio - diciembre de 2008, Bogotá, Colombia

Panrelacionismo y antirrealismo*

José Leonardo González Valderrama


Pregrado Filosofía
Universidad Nacional de Colombia
Bogotá
joelgova@gmail.com

Resumen

En este ensayo pretendo mostrar que el panrelacionismo adoptado por Rorty implica un antirrea-
lismo. Para lograrlo, primero mostraré las principales posturas en la discusión del realismo. En
segundo lugar examinaré la tesis panrelacionista de Rorty. En seguida mostraré por qué dicha tesis
se aleja del realismo robusto y del realismo débil. Finalmente me detendré en la relación que existe
entre la tesis del panrelacionismo y el antirrealismo. En esta última parte espero ofrecer las razones
por las que el panrelacionismo rortiano está comprometido con una postura antirrealista.

Palabras clave: Rorty, panrelacionismo, realismo, antirrealismo, antirrepresentacionalismo, antie-


sencialismo.

Abstract

This paper tries to prove that Rorty‟s panrelationism entails antirealism. First I will outline the
principal postures of the discussion about realism. Second I will expound the panrelationist thesis.
Furthermore I will show why this thesis denies heavy realism and weak realism. Finally, I will
examine the relation between panrelationism and antirealism in order to show that panrelationism
entails antirealism.

Keywords: Rorty, panrelationism, realism, antirealism, antiesentialism, antirepresentationalism.

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Este artículo nació con el deseo de modificar, matizar y mejorar un artículo publicado en Saga No. 16: “Las implica-
ciones inmaterialistas del panrelacionismo rortiano” (2007).
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El objetivo de este texto es derivar las consecuencias antirrealistas del panrelacionismo adoptado
por Rorty. Para ello haré un breve esbozo de las más importantes posturas en la discusión del rea-
lismo. Posteriormente analizaré la tesis del panrelacionismo y examinaré si se trata de una tesis
epistemológica o de una metafísica. En tercer lugar, mostraré cómo el panrelacionismo se aleja de
cualquier forma de realismo. Finalmente pretendo derivar las consecuencias antirrealistas de la
tesis panrelacionista de Rorty.

1. Un breve panorama de la discusión del realismo: posturas y principales tesis

En esta primera sección me detendré a esbozar un panorama de las principales posiciones en la


discusión del problema del realismo. Este panorama se puede construir articulando dos temas cen-
trales que pueden servir de guía en esta discusión. Siguiendo a Ávila, uno de estos temas es la legi-
timidad de obtener conclusiones de carácter ontológico a partir de tesis epistemológicas o semánti-
cas (Cf. Ávila, 2005, p. 67). El otro tema tiene que ver con la inteligibilidad de la idea de que exis-
te un mundo pre-fabricado e independiente de nuestras teorías y entramados lingüísticos. La posi-
ción que cada autor adopte frente a estos temas va a delimitar su postura filosófica en la discusión
sobre el realismo.

a. Antirrealismo

Para empezar, recordemos que en la discusión del realismo existen dos posiciones antagónicas: los
realistas y los antirrealistas. Estos últimos no podrían darle fuerza a su postura a menos que consi-
deren legítimo el paso de tesis epistemológicas a conclusiones ontológicas. Aceptar esto les permi-
tirá “mostrar que nuestras formas de categorizar y nuestras pautas ontológicas de individuación
dependen intrínsecamente de nuestras teorías” (Ávila, 2005, p. 68). Por esta razón un antirrealista
estará de acuerdo con la relatividad conceptual, pues de esta forma se muestra que la realidad se
halla determinada por nuestro entramado o esquema conceptual. De esta manera, el antirrealista
afirmará que si nuestros criterios de individuación dependen de nuestras construcciones teórico-
conceptuales, entonces nuestra ontología también estará determinada por ellas.
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Ahora bien, si concedemos que la ontología está determinada por nuestros criterios teórico-
conceptuales, entonces se hace ininteligible la idea de un mundo prefabricado e independiente de
nuestras teorías. Así, quienes adoptan el antirrealismo deben comprometerse con la tesis que legi-
tima la derivación de conclusiones ontológicas a partir de premisas epistemológicas. Y este com-
promiso lleva a negar la idea de que existe un mundo pre-fabricado e independiente de nuestras
teorías.

Es importante señalar que el concepto de realidad que utilizan los antirrealistas es el de una reali-
dad-conceptualizada. Las entidades ontológicas que postulan los antirrealistas tienen criterios de
individuación claramente definidos. Esto explica por qué es ininteligible la idea de un mundo pre-
fabricado independiente de nuestra conceptualización. Desde un punto de vista antirrealista, la
ontología es inseparable de la identidad de las entidades [criterios de individuación], y esta identi-
dad obviamente está ligada a nuestros criterios semánticos y epistemológicos (Cf. Ávila, 2005, p.
70).

b. Realismo

Siguiendo a Ávila, se pueden identificar al menos dos tipos de realismo: el realismo robusto y el
realismo débil. El realismo robusto comparte con el antirrealismo la tesis de que el paso de la epis-
temología a la metafísica es legítimo; sin embargo, a diferencia de éste, el realismo robusto sí con-
sidera que existe un mundo prefabricado e independiente de nuestras teorías.

Al unir la tesis que defiende el paso de la epistemología a la ontología con la tesis de que existe un
mundo prefabricado, el realista robusto se verá comprometido con el esencialismo. Para este tipo
de realista el mundo está articulado per se en clases naturales, y cada elemento de una clase posee
ciertas propiedades esenciales que comparte con todos los miembros de la misma clase (Cf. Ávila,
2005, p. 71).

La otra versión del realismo es denominada realismo débil. A diferencia del antirrealismo y del
realismo robusto, el realismo débil no considera legítimo el paso de tesis epistemológicas a con-
clusiones metafísicas u ontológicas. El realista débil no le otorga la relevancia ontológica que tiene
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el relativismo conceptual en la versión antirrealista, ni tampoco se compromete con el esencialis-


mo característico del realismo robusto.

Por su parte, el realista débil considera que la discusión del realismo debe girar en torno a la exis-
tencia o inexistencia de un mundo independiente de nuestras representaciones, sin importar si tal
mundo tiene o no una esencia (Cf. Ávila, 2005, p. 72). El realista débil insistirá en que el mundo es
independiente lógicamente de nuestras representaciones, y además se mantendrá al margen de
afirmar cualquier tipo de criterio de individuación o criterio de identificación de entidades.

La siguiente tabla muestra cómo se articulan la tesis del paso de la epistemología a la metafísica y
la tesis de la inteligibilidad del mundo prefabricado en cada una de las posturas filosóficas sobre la
discusión del realismo.

Conclusiones ontológicas a par- Tesis del Ready-made


tir de tesis epistemológicas World
Antirrealismo SÍ NO
Realismo robusto SÍ SÍ
Realismo débil NO NO1

Una vez hemos hecho un recorrido conceptual por el problema del realismo, nos centraremos en
analizar la tesis del panrelacionismo para insertarlo posteriormente en la discusión en torno al rea-
lismo.

2. Panrelacionismo rortiano: ¿metafísica o epistemología?

En términos generales, la tesis panrelacionista afirma que “todo se disuelve en una trama intermi-
nable de relaciones” (Rorty, 2000a, p. 141). Pero cabe preguntarse si esta tesis es epistemológica o
metafísica. Y, de ser posible esta distinción, cuál es la versión rortiana.

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Es importante señalar que el realista débil no niega la idea de un mundo prefabricado en el mismo sentido en que lo
niega el antirrealista. Más bien, los realistas débiles se abstienen de afirmar que el mundo está o no prefabricado.
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a. Panrelacionismo: versión epistemológica

Ya dije que la tesis básica del panrelacionismo afirma que todo se disuelve en una trama intermi-
nable de relaciones; sin embargo, en versión epistemológica, esto significaría que el modo en que
nosotros conocemos las cosas es a través de relaciones. Es decir, sólo podemos conocer relacio-
nalmente2. Y la manera como expresamos estas relaciones es por medio de oraciones. De esta ma-
nera, “de una cosa sólo se puede saber lo que se afirma de ella en las oraciones que la describen”
(Rorty, 2000a, p. 146)3.

En este sentido Rorty sólo está mostrando que una de las formas en la que es posible expresar una
interminable trama de relaciones es por medio del lenguaje, ya que predicar una propiedad de algo
o definir una cosa es una forma de relacionar unas cosas con otras. En otras palabras, cada vez que
predicamos o definimos algo estamos relacionando unos objetos con otros, y esto es precisamente
lo que el panrelacionismo afirma.

Por lo dicho anteriormente podemos afirmar que el panrelacionismo es una tesis epistemológica
sobre nuestra forma de conocer los objetos. De hecho, siendo consecuentes, aceptar el panrelacio-
nismo nos lleva a concluir que „todo conocimiento es una cuestión lingüística‟, con lo cual estar-
íamos desechando la distinción ruselliana entre „conocimiento directo‟ y „conocimiento por des-
cripción‟, pues se hace imposible pensar en la existencia de un conocimiento no mediado lingüísti-
camente o inmediato.

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La misma idea que quiero expresar es sostenida por Runggaldier (2003), en la interpretación que hace del Wittgens-
tein del Tractatus. Según este autor, Wittgenstein sostiene el carácter relacional de la realidad: “[l]o que es decisivo
para nuestro mundo, tal como lo vivimos y lo conocemos, es su relacionalidad. El mundo no es la suma de las cosas
sino el comportarse de las cosas entre sí. […] Tampoco percibimos las cosas aisladas sino siempre en conexión con
hechos o estructuras de relaciones” (p. 111, énfasis mío).
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Es muy importante la relación que existe entre la tesis panrelacionista y el ‘nominalismo psicológico’ de Sellars:

Todo conocimiento de tipos, semejanzas, hechos, etc.; en breve, todo conocimiento de entidades abstractas –
de hecho, incluso todo conocimiento de particulares– es un asunto lingüístico […]. En el proceso de adquisi-
ción del uso del lenguaje no se presupone el conocimiento de estos tipos, semejanzas o hechos pertenecientes
a una supuesta experiencia inmediata (Rorty, 2000b, p. 253).
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Para hacer más claro lo anterior, Rorty se esfuerza en mostrar cómo se ven [conocen] las cosas
desde una perspectiva panrelacionista. Para ello recurre a su ejemplo de los números, ya que estos
son un ejemplo claro de algo difícil de describir en términos no relacionales4:
[P]reguntémonos cuál es la esencia del 17: qué es en sí mismo, aparte de sus relaciones con otros
números. Lo que se busca es una descripción de 17 que sea de diferente tipo que las siguientes des-
cripciones: menos de 23, mayor de 8, la suma de 6 y 11, la raíz cuadrada de 289 […]. Lo molesto
de todas estas descripciones es que ninguna parece llevarnos más cerca del número 17 que cual-
quiera de las otras […]. [Todas las descripciones] serían igualmente „accidentales‟ y „extrínsecas‟
(Cf. Rorty, 1997, p. 51).
Lo que Rorty quiere expresar con este ejemplo es que a pesar de la infinidad de descripciones para
el 17, ninguna de ellas está más cerca de la naturaleza intrínseca de este número. Y con esto se
hace imposible trazar una línea entre las descripciones extrínsecas-relacionales y las propiedades
intrínsecas-no relacionales de los números. Al parecer no hay tal cosa como la naturaleza intrínse-
ca de cada número. En palabras de Rorty: “nada hay para conocer acerca de ellos [los números]
como no sea una extensa y siempre expandible trama de relaciones” (Rorty, 1997, p. 52).

Por lo visto, es imposible ser esencialista en materia de números, pero el objetivo de Rorty apunta
un poco más allá: él pretende que los objetos físicos, al igual que los números, se disuelvan en
tramas de relaciones. Para un panrelacionista, los objetos físicos (sillas, camas, protones, planetas,
seres humanos, animales, etc.) sólo se pueden conocer a través de una inmensa y siempre expandi-
ble red de relaciones con otros objetos: “cada oración acerca de un objeto es una descripción
explícita o implícita de su relación con otro y otros objetos” (Rorty, 1997, p. 53).

En conclusión, parece que el panrelacionismo es una tesis epistemológica sobre la manera en que
conocemos los objetos. Sin embargo, cabe preguntarse si acaso los objetos son [ontológicamente
hablando] distintos de la forma en que los conocemos. Es decir, cabe cuestionarse si los objetos
son algo más aparte de las relaciones con las que los identificamos.

b. Panrelacionismo: versión metafísica

En esta oportunidad acepto que la tesis del panrelacionismo supone el nominalismo psicológico, pero considero que
no es central para los objetivos de mi problema. Aunque es importante señalar que la conjunción del panrelacionismo
con el nominalismo psicológico nos lleva a afirmar que todo conocimiento es lingüístico.
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Partamos nuevamente de la tesis panrelacionista: todo se disuelve en una trama interminable de


relaciones. En versión metafísica, esto significaría que los objetos, ontológicamente hablando, son
tramas interminables de relaciones. En palabras de Rorty, “las cosas son como son en virtud de las
relaciones que mantienen con las demás cosas” (Rorty, 2000a, p. 140, énfasis mío).

Sin duda esta tesis es muy fuerte porque nos obliga a preguntarnos si acaso los objetos pueden ser
diferentes de la forma como los conocemos. Podemos aceptar que nuestro conocimiento es rela-
cional (panrelacionismo epistemológico), y también podemos afirmar que las cosas son como son
en virtud de sus relaciones (panrelacionsimo metafísico); sin embargo, esto no implica, desde
ningún punto de vista, que el modo relacional en que conocemos sea el mismo modo relacional en
que son las cosas. Es obvio que esto le abre las puertas al escepticismo.

Rorty no está interesado en abrir una brecha entre nuestro modo de conocer y el modo como son
las cosas. De hecho, su objetivo se centra en eliminar este tipo de dualismo que en el fondo es el
mismo dualismo sujeto/objeto. La estrategia de Rorty para evadir este incómodo dualismo es ad-
herirse al antirrepresentacionalismo. Esta tesis afirma que la función del lenguaje no es represen-
tar el mundo y, por tanto, pretender tener una representación exacta del objeto es una pretensión
absurda y desencaminada. Veamos:
Cuando escuchamos decir que “todo conocimiento es una cuestión lingüística”, parece que el len-
guaje se convierte en algo con realidad intrínseca. Parecería que se afirma que el lenguaje se inter-
pone entre el objeto y el sujeto como si fuera una tercera cosa independiente en la relación del co-
nocimiento. El problema es que esta forma de hablar substancializa el lenguaje y nos lleva a pensar
que el sujeto aprehende el objeto no como es en sí mismo, sino a través de la manipulación del len-
guaje. Esta posición abre las puertas, por ejemplo, al escepticismo, y además presupone una visión
del lenguaje completamente representacionalista. Rorty, para evitar este problema, describe el len-
guaje simplemente como un intercambio de sonidos con ciertos propósitos sin ningún compromiso
representacionalista: el lenguaje no representa, sólo es una forma de manipular los objetos5 (Rorty,
1997, p. 47).
Si el lenguaje ya no representa entonces ya no tiene ningún sentido preguntarse si el modo en que
conocemos las cosas representa realmente el modo como son las cosas. Si el lenguaje no represen-

4
Este ejemplo tiene un fin epistemológico porque su único objetivo es ilustrar la forma relacional en que conocemos o
aprehendemos los objetos.
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Cuando afirmo que el lenguaje ya no representa sino que “manipula los objetos” quiero expresar que el lenguaje ya
no es un instrumento o herramienta que nos sirve para reflejar la realidad; más bien, el lenguaje es una herramienta
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ta entonces no es necesario distinguir entre nuestra representación de las cosas y la realidad de las
cosas. De esta manera, la tesis antirrepresentacionalista cierra la brecha que se abre cuando distin-
guimos nuestro modo de conocer y el modo como son las cosas.

Por lo dicho hasta aquí vemos que distinguir entre una lectura epistemológica y otra metafísica del
panrelacionismo no es apropiado. La lectura metafísica es una manera de revivir las preguntas
escépticas y representacionalistas propias de la modernidad. De este modo, debemos inclinarnos
por una lectura epistemológica de la tesis panrelacionista.

3. Panrelacionismo y realismo metafísico

Resumamos. En la primera parte de este texto hemos hecho un recorrido conceptual por las princi-
pales posturas en el problema del realismo: caracterizamos el realismo en su versión débil y robus-
ta, y el antirrealismo. En la segunda parte analizamos la tesis del panrelacionismo y concluimos
que se trata de una postura epistemológica acerca del modo como conocemos las cosas. En esta
tercera parte espero mostrar el rechazo del panrelacionismo a cualquier forma de realismo.

Recordemos que el realismo puede ser robusto o débil. El realismo robusto considera que el paso
de la epistemología a la metafísica es legítimo, y además afirma que existe un mundo prefabricado
e independiente de nuestras teorías. Al unir la tesis que defiende el paso de la epistemología a la
ontología con la tesis de que existe un mundo prefabricado, el realista se verá comprometido con
el esencialismo. Para el realista robusto, el mundo está articulado per se en clases naturales, y cada
elemento de una clase posee ciertas propiedades esenciales que comparte con todos los miembros
de la misma clase (Cf. Ávila, 2005, p. 71).

El realismo débil no considera legítimo el paso de tesis epistemológicas a conclusiones metafísicas


u ontológicas. Además, considera que la discusión del realismo debe girar en torno a la existencia
o inexistencia de un mundo independiente de nuestras representaciones, sin importar si tal mundo
tiene o no una esencia (Cf. Ávila, 2005, p. 72). El realista débil insistirá en que el mundo es inde-

que sirve para relacionar, manejar, utilizar, adecuar objetos. El lenguaje nos sirve para actuar en el mundo y no para
reflejarlo. Esto, por ejemplo, reafirma las pretensiones antirrepresentacionalistas de Rorty.
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pendiente lógicamente de nuestras representaciones, y además se mantendrá al margen de afirmar


cualquier tipo de criterio de individuación o criterio de identificación de entidades.

Para el panrelacionista, la postura realista ya sea robusta o débil es insostenible. Por una parte, el
realista robusto cae en el problema del esencialismo y, por otra parte, el realista débil afirma injus-
tificadamente la existencia del mundo independiente de cualquier criterio de identificación o indi-
viduación de entidades.

a. Panrelacionismo y realismo robusto: antirrepresentacionalismo

Ya hemos dicho que Rorty rechaza la tesis representacionalista, la cual pretende representar la
realidad intrínseca de las cosas. Rorty sostiene una visión antirrepresentacionalista en la que el
lenguaje ya no representa sino que es una herramienta para manipular objetos.

Detrás de la tesis antirrepresentacionalista se esconde la intención de eliminar la distinción entre


conocer y usar las cosas. El antirrepresentacionalismo nos lleva a borrar la distinción entre conocer
las cosas y usarlas, porque si el lenguaje ya no representa sino que es una herramienta, entonces ya
no hay nada esencial o intrínseco por conocer de los objetos. En cambio, cuando concebimos al
lenguaje como una herramienta, los objetos ya no son objetos de conocimiento sino objetos para
usar. Así, siguiendo la tesis antirrepresentacionalista de Rorty, el lenguaje pierde todo su carácter
representacionalista-epistémico, porque los objetos ya no son substancias que debemos llegar a
conocer, sino que son objetos-para-usar. De este modo, la distinción conocer-usar se desvacenece
porque no hay nada intrínseco por conocer sobre los objetos.

Una vez aceptamos la tesis antirrepresentacionalista y la eliminación del dualismo conocer/usar,


nos vemos llevados a rechazar la distinción intrínseco/extrínseco, que afirma que “conocer x es
estar relacionado con algo intrínseco de x, mientras que usar x es estar en una relación extrínseca y
accidental con x” (Rorty, 1997, p. 47). El intento por eliminar la distinción extrínseco/intrínseco es
llamado antiesencialismo. Además, como el antiesencialismo elimina la distinción entre las pro-
piedades intrínsecas de x y las propiedades extrínsecas de x; entonces, al unir el antiesencialismo
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con el panrelacionismo, obtenemos un nuevo corolario de todo este razonamiento: ninguna rela-
ción es más esencial o intrínseca a la cosa que el resto de relaciones (Cf. Rorty, 2000a, p. 141).

En resumen, aceptar la tesis del panrelacionismo nos lleva a interpretar el lenguaje de manera anti-
representacionalista. Y al acoger esta última tesis también nos comprometemos con el antiesencia-
lismo. Por tanto, el panrelacionismo implica el antiesencialismo.

Una vez hemos caracterizado las consecuencias antiesencialistas del panrelacionismo, podemos
criticar fácilmente la postura del realista robusto. Habíamos dicho que el realista robusto considera
que el mundo tiene una manera determinada de ser y está articulado en clases naturales, y además
que cada elemento de una clase posee ciertas propiedades esenciales que comparte con todos los
elementos de la misma clase. En otras palabras, el realista robusto es por principio esencialista. De
este modo, ya es sencillo entender cuál es la crítica del panrelacionista al realista robusto: no exis-
ten esencias de las cosas. El esencialismo está sustentado en las incómodas distinciones de suje-
to/objeto, intrínseco/extrínseco, conocer/usar. Una vez eliminamos estas distinciones no hay lugar
para el esencialismo.

b. Panrelacionismo y realismo débil

Ya dijimos que el realismo débil afirma la existencia del mundo independiente de cualquier crite-
rio de identificación o individuación de entidades; es decir, un realista débil considera que existe
un mundo pero no se pronuncia sobre él, pues evita determinar cualquier criterio de identificación.
Además, también rechaza la posibilidad de derivar conclusiones ontológicas a partir de tesis epis-
temológicas.

Una crítica muy común al realismo débil es que es una posición muy imprecisa: supone un con-
cepto poco sustantivo de mundo (Cf. Ávila, 2005, p. 76). Cuando el realista débil se pronuncia
sobre los criterios de identificación de los objetos tambalea en su posición: si afirma que el mundo
existe independientemente y que las entidades del mundo poseen criterios esenciales de individua-
ción, entonces el realista débil estaría inclinándose hacia el realismo robusto y su esencialismo;
por otra parte, si el realista débil sostiene que los criterios de identidad de las entidades dependen
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de los esquemas conceptuales y los marcos lingüísticos entonces estaría adoptando una posición
antirrealista (Cf. Ávila, 2005, p. 76).

Por su parte, el panrelacionista encuentra que el realista débil incurre en un error más grave: dis-
tingue entre el ordo essendi y el ordo cognoscendi (Cf. Rorty, 2000a, p. 146). Esto quiere decir
que el realista considera que hay una distinción entre el conocimiento de las cosas y la existencia-
de-esencias de las cosas. Esta manera de pensar lleva al realista a sostener que una cosa son nues-
tros entramados conceptuales y otra cosa es la existencia independiente del mundo. Esta distinción
sin duda lo lleva a pensar que hay algo más aparte de nuestra manera de conocer los objetos. O en
otras palabras, la distinción existir/conocer abre la posibilidad de que nuestra ontología sea más
amplia o distinta a nuestra epistemología, lo cual revive la idea de que el mundo puede ser distinto
de la manera en que lo determinamos o lo conocemos. Pero ¿qué tan distinto? No podemos decir-
lo, dice el realista débil, porque el mundo es independiente de nuestras conceptualizaciones y lo
único que sabemos de él es que existe (como la cosa en sí kantiana).

La razón de la distinción del realista débil entre existir y conocer radica en su rechazo a derivar
conclusiones ontológicas a partir de premisas epistemológicas. Esto quiere decir que para el realis-
ta débil es imposible dar el paso de nuestros entramados conceptuales a conclusiones de tipo on-
tológico sobre el mundo. Al hacer esta fuerte distinción estamos aceptando que nuestro conoci-
miento y el mundo pueden ser distintos, lo cual revive nuevamente los interrogantes escépticos.
Sin embargo, el realista puede replicar que el mundo existe independientemente de nuestras con-
ceptualizaciones, y por tanto preguntarse si nuestro conocimiento del mundo es verdadero o falso
es inútil porque no podemos comparar algo conceptualizado con algo no conceptualizado como el
mundo. El problema de esta respuesta es que el concepto de mundo que maneja es completamente
inútil: es epistemológicamente irrelevante. Y al ser tan inútil este concepto podemos prescindir de
él sin ninguna consecuencia. ¿Necesitamos de un mundo irrelevante epistemológicamente? Ahora
bien, si el realista débil considera que tal mundo sí es relevante epistemológicamente entonces
debe aceptar que éste tiene una esencia que sirve como criterio epistemológico para nuestro cono-
cimiento, lo cual nos conduce al problema del esencialismo que tenía el realismo robusto.
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En breve, cuando el realista acepta la distinción entre el ordo essendi y el ordo cognoscendi se
compromete con la idea de que el mundo puede ser distinto del modo en que lo conocemos, lo cual
le da paso a las dudas escépticas. Pero si el realista dice que tal mundo no es relevante epistemoló-
gicamente entonces su noción de mundo es inútil y por tanto prescindible; pero si, por otra parte,
intenta darle relevancia epistemológica al mundo, el realista débil se vería comprometido con el
esencialismo propio del realismo robusto. En cualquier caso la postura débil del realismo es inde-
fendible.

4. Panrelacionismo y antirrealismo

En esta última parte pretendo mostrar las razones por las cuales el panrelacionismo de Rorty im-
plica una posición antirrealista. Ya vimos que el panrelacionismo se aleja de cualquier versión de
realismo. Ahora veremos el tipo de antirrealismo con el que Rorty estaría comprometido.

Para probar que Rorty es un antirrealista tenemos que mostrar que está comprometido con las dos
tesis básicas del antirrealismo: (i) considerar legítimo el paso de la epistemología a la ontología, y
(ii) negar la existencia de un mundo prefabricado. Veamos en qué forma Rorty está comprometido
con ambas tesis.

a. De la epistemología a la ontología

Por todo lo que hemos dicho es fácil ver que Rorty sí considera legítimo derivar conclusiones on-
tológicas a partir de tesis epistemológicas. Las razones que ofrezco para esto son dos. Por una par-
te, Rorty liga los criterios de identificación del mundo con nuestros entramados lingüísticos; y por
otra parte, rechaza la distinción entre el ordo essendi y ordo cognoscendi. En mi opinión, estos dos
compromisos obligan a Rorty a comprometerse con la legitimidad del paso de la epistemología a
la ontología.

En primer lugar, Rorty considera que la identificación de objetos del mundo depende de nuestros
entramados lingüísticos, es decir, que el acceso epistemológico al mundo sólo se hace a través del
lenguaje. Prueba de ello es precisamente la tesis del panrelacionismo. Ésta no es otra cosa que un
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criterio para determinar nuestro acceso al mundo: identificamos las cosas relacionalmente. Y como
esta determinación del mundo sólo se hace a través del lenguaje, estamos aceptando que nuestra
identificación de las cosas es lingüística (en la sección 2a de este ensayo examinamos justamente
que el panrelacionismo es una tesis epistemológica, en la cual se determina nuestra manera de co-
nocer el mundo).

En segundo lugar, cuando Rorty rechaza la distinción entre ordo essendi y ordo cognoscendi (Cf.
Rorty, 2000a, p. 146) está tratando de evitar la distinción entre lo que existe y lo que conocemos.
En líneas más generales, si se traza una distinción entre ontología y epistemología, se abriría una
brecha entre los objetos y la manera en que los conocemos.

Rechazar la distinción entre ordo essendi y ordo cognoscendi es una manera de sugerir que el
mundo (ordo essendi) depende de nuestros entramados lingüísticos (ordo cognoscendi). En otras
palabras, esto nos invita a pensar que el mundo está determinado por la manera como epistemoló-
gicamente accedemos a él. Y esto definitivamente nos obliga a aceptar la legitimidad de extraer
conclusiones ontológicas a partir de premisas epistemológicas6.

Ahora bien, considerar legítimo el paso de la epistemología a la ontología genera una consecuen-
cia peligrosa ya que se puede caer en el idealismo lingüístico: “una forma de sugerir que antes de
que la gente hablara no había nada sobre qué hablar; que los objetos son artefactos del lenguaje”
(Rorty, 2000a, p. 151). Esto quiere decir que la subordinación de la ontología a la epistemología
nos conduce a aceptar que nosotros creamos el mundo desde el momento en que lo conceptuali-
zamos. Pues bien, esta crítica, según Rorty, tiene un problema muy serio: confunde la pregunta de
la identificación de los objetos con la pregunta de la existencia de los objetos:
[Quienes acusan al panrelacionismo de idealismo lingüístico] confunden la pregunta “¿de qué modo
identificamos los objetos?” con la pregunta “¿son anteriores los objetos a la identificación que de
ellos realizamos?”. El antiesencialismo no duda en absoluto de que hubo árboles y estrellas mucho
antes que enunciados sobre árboles y estrellas. El juego de lenguaje que juega con las palabras
“árboles” y “estrellas” así lo atestigua. Pero el hecho de que existieran antes no ofrece ninguna
ayuda para que tenga sentido la pregunta “¿Qué son los árboles y las estrellas aparte de las relacio-
nes que mantienen con el resto de las cosas, aparte de los enunciados que sobre ellos formulamos?”
(Rorty, 2000a, p. 152).

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No olvidemos que el rechazo a la distinción ordo essendi/ordo cognoscendi evita consecuencias escépticas (ver la
sección 2b de este artículo).
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Esta respuesta es muy interesante. Rorty está articulando dos tesis: (i) el rechazo al idealismo lin-
güístico, y (ii) la legitimidad del paso de la epistemología a la ontología. Su respuesta muestra que
legitimar este paso sólo le permite identificar los objetos del mundo (ordo essendi) a través de
nuestros entramados lingüísticos (ordo cognoscendi); pero de ninguna manera le permite construir
o crear el mundo: el mundo existe antes de que lo identifiquemos. En otras palabras, la identifica-
ción de los objetos del mundo es independiente de su existencia, lo cual no significa que esos obje-
tos tengan una esencia (ordo essendi) intrínseca, pues aunque existen independientemente de cual-
quier sujeto, siempre estarán determinados o identificados a través de entramados lingüísticos (or-
do cognoscendi). De esta manera, Rorty logra legitimar el paso de la epistemología a la ontología,
rechaza la distinción entre ordo essendi y ordo cognoscendi, y no cae en el idealismo lingüístico7.

b. Rechazo a la tesis del mundo prefabricado [ready-made-world]

En la sección anterior mostramos que Rorty sí legitima el paso de la epistemología a la ontología


para identificar los objetos del mundo. En esta sección muestro las razones de este autor para re-
chazar la tesis de que existe un mundo prefabricado.

Pues bien, considero que la razón de Rorty para rechazar la tesis del ready-made-world es muy
sencilla: esta tesis conduce al esencialismo. Tal y como lo mostramos en la sección 3a, la idea de
un mundo prefabricado presupone que el mundo tiene una manera de ser y que está articulado por
clases naturales (cada una de las cuales posee una esencia que comparte con los individuos de la
misma clase). En otras palabras, aceptar la tesis del mundo prefabricado es adoptar la postura del
realista robusto. Sin embargo, repito, para el panrelacionismo no existen esencias de las cosas, ya
que el esencialismo es la semilla de la que brotan el representacionalismo y por tanto el escepti-
cismo.

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Alguien podría replicar que si la existencia de los objetos es independiente de su identificación, se podría pensar que
los objetos tienen una esencia propia por existir independientemente; lo cual abre la brecha nuevamente entre ordo
essendi y ordo cognoscendi. En mi lectura del problema, considero que esta crítica es una reproducción del realismo.
No obstante, ya vimos en la sección 3 de este ensayo las razones que tenemos para rechazar cualquier versión del
realismo.
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Junio - diciembre de 2008, Bogotá, Colombia

Es obvio que Rorty no adoptaría jamás el esencialismo ni sus consecuencias representacionalistas


y escépticas. Así que si la idea de que existe un mundo prefabricado e independiente de nuestras
teorías y entramados lingüísticos genera el esencialismo, es evidente que Rorty, al negar el esen-
cialismo, negaría la tesis del ready-made-world.

Conclusión

Por todo lo que hemos dicho podemos mostrar la manera como la tesis del panrelacionismo se
articula con la tesis del antirrealismo. En efecto, hemos mostrado que el panrelacionismo, al igual
que el antirrealismo, considera adecuado el paso de la epistemología a la ontología y no se com-
promete con la tesis del ready-made-world. Sin duda, a la luz del análisis que hemos hecho, po-
demos concluir que el panrelacionismo rortiano es una postura antirrealista ya que acepta las dos
tesis básicas de esta propuesta.

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