La isla transparente

una novela de manuel mora morales

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Con motivo del 200 aniversario de las Cortes de Cádiz y de la primera Constitución

La isla transparente,
primera novela histórica sobre Antonio Ruiz de Padrón,
el canario que derribó la Inquisición española
Editada en formato e-book y en papel con encuadernación en tapa dura

Antonio Ruiz de Padrón nació en San Sebastián

Portada de la novela La isla transparente,
de Manuel Mora Morales. El libro está
lujosamente encuadernado en tapa dura,
contiene 430 páginas y un apéndice con
imágenes alusivas a la novela, además
de un árbol genealógico de Antonio Ruiz
de Padrón.
de La Gomera (Canarias), en 1757, y murió en
Villamartín de Valdeorras (Galicia), en 1823.
Su vida fue un apasionante viaje por diversos
países, ideas y movimientos religiosos, políticos y
sociales de los siglos dieciocho y diecinueve. Esta
figura puede considerarse, junto a la del escritor
Benito Pérez Galdós, como la más relevante de
su archipiélago natal.
Ningún otro personaje canario ha sido tan cono-
cido y reconocido fuera de las islas. Fundamen-
talmente, su fama se debe a su labor como
Diputado, en las Cortes de Cádiz, para lograr la
derogación del Voto de Santiago y la abolición de
la Inquisición Española. Aun siendo sacerdote,
logró ambos objetivos. El resto de su vida tran-
scurrió de manera novelesca.
La aparición de una novela sobre Ruiz de Padrón
no debería sorprender a nadie, excepto por ser
la primera de las muchas que ya se debieron
haber escrito. Ni siquiera existe una bibliografía
extensa y los artículos periodísticos tampoco han
sido numerosos. Es posible que esto se deba a la
escasez de noticias publicadas en torno a algunas
etapas de su vida o al ocultamiento intencionado
de uno de los personajes más brillantes y rompe-
dores de nuestra historia.
Esta novela consta de cuatro volúmenes. El título
genérico es Nuestro Ruiz de Padrón. El primer
volumen, La isla transparente, narra la infancia
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y primera adolescencia de nuestro personaje.
La acción principal transcurre en su isla natal,
La Gomera, pero la narración incluye sucesos
históricos a una mayor escala así como la apa-
rición de personajes pintorescos que tuvieron
relación con el archipiélago canario.
Lo histórico no excluye lo prodigioso. Ya se sabe
que la realidad suele regalarnos grandes sorpre-
sas. De manera que la meticulosa investigación
histórica llevada a cabo en esta obra no exceptúa
la inclusión de abundantes histo-
rias extraordinarias que sucedi-
eron realmente. Entre otras,
Junto a esta
podría destacarse la de Alí Arráez
Canario, el isleño que llegó a ser
novela, se ha
un estimadísimo General en el realizado un
Imperio Turco; la de una hermo-
sa e inocente jovencita llamada largometraje
Mencía de Luna, torturada hasta
la muerte por el Santo Oficio de documen-
la Inquisición que, no satisfecho
con su crimen horrendo, volvió a tal dobre la
juzgarla y a quemarla varios años
después, de la manera descabel-
figura de An-
lada que aquí se explica; la de
Francisco Tomás de Alfonso, un
tonio Ruiz de
vecino de Garachico que desafió Padrón.
al Imperio Británico: navegó en
solitario hasta el corazón de Lon-
dres, con su barco cargado de
vino, cuando el Rey de Inglaterra restringió el
comercio con Canarias. Muchas otras historias
reales, referidas a obispos, marqueses, reyes y a
campesinos muertos de todas las hambres. Re-
cetas de comidas antiguas, costumbres arraiga-
das en la población, viajes entre islas, naufragios,
rebeliones, trabajos cotidianos, juegos de niños,
conjuros de brujas,... También el amor, en todas
su facetas, que de forma inevitable, participa del
dolor y hasta de la muerte.
Chesterton escribió, refiriéndose a la literatura,
que “O bien una crítica no es buena en absoluto
o bien una crítica significa decir sobre un autor
aquellas cosas que lo harán salirse de sus casi-
llas”. En ese mismo sentido, como autor, he in-
tentado construir esta novela, sin colocarme
incondicionalmente a favor de su protagonista.
Ha preferido adoptar un sentido crítico que, con
toda probabilidad, haría “salirse de sus casillas”
al propio Antonio Ruiz de Padrón. Sobre todo, en
algunos episodios significativos
que aparecen en los siguientes
volúmenes de esta obra.
Mi única intención no ha sido res-
catar del olvido a Ruiz de Padrón,
sino más bien llevar a cabo una
reflexión sobre la época que le
tocó vivir y la relación, a veces
extrema, que mantuvo con ella.
Introspección necesaria para
acercarse en lo posible a esos es-
cenarios desde las claves existen-
ciales de sus coetáneos, por una
parte, y, por otra, pasarlas por
el crisol del pensamiento actual,
delimitándolos. El lector juzgará
en qué medida se ha logrado
este propósito. En ese aspecto,
he tratado por todos los medios
no falsear los núcleos de verdad
depositados en esta historia, para no mentirme ni
mentir al lector. Aunque ningún novelista puede
escribir un relato objetivo (menos aún el que se
crea capacitado para hacerlo), será difícil hal-
lar en esta novela una sola palabra que no esté
acorde con mi manera de sentir y de comprender
la honradez a carta cabal.
No es habitual la inclusión de tantas citas, notas
y bibliografía en una obra literaria como contiene
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La isla transparente. Esta particularidad va a per-
mitir que cualquier lector tenga la oportunidad
de documentarse sobre la periferia de estas nar-
raciones, sin necesidad de acudir a una biblioteca
o archivo histórico. Esas partes complementarias
se han situado al final del libro para facilitar la
lectura corrida del texto narrativo.
El mismo tratamiento tendrá el
resto de los volúmenes, quizás con
más razón porque las alusiones a
lugares lejanos son más frecuentes.
Si hemos de referirnos a las visitas
de Ruiz de Padrón a Filadelfia, Balti-
more, Nueva York, La Habana, París,
Roma, Cádiz, Madrid, Oporto, Lis-
boa,... es preferible contar con ref-
erencias suficientes y fehacientes,
antes que desconocer el terreno
que pisamos. Puedo asegurar a los
lectores que he recorrido personal-
mente, y detenidamente, cada una
de las poblaciones donde residió o
que, simplemente, visitó nuestro protagonista;
y he consultado en su geografía urbana, en sus
archivos, bibliotecas, iglesias, museos y personas
expertas cuantos datos estuvieron a mi alcance.
Sobre el estilo de los textos narrativos, resulta
evidente que no es el más tradicional. El que es-
cribe es hijo de sus lecturas y, en las mías, no son
ajenas autoras como Nivaria Tejera o Gertrude
Stein. En realidad, a medida que avanzaba en la
obra, la sintaxis fue buscando caminos propios.
Como otros escritores han sido arrastrado por
sus personajes, yo lo fui por las palabras y los
sig-nos de puntuación. Desaparecieron las co-
mas, excepto un reducido número para destacar
vocativos y aposiciones nominales. Se borraron
los guiones de los diálogos y otros signos de pun-
tuación se acomodaron o también se esfumaron.
En estas circunstancias, las mismas palabras que
habían expulsado los signos, bus-
caron nuevos nichos dentro de las
frases para no perder sus significa-
dos convencionales o para reinven-
tarlos y aportar mayor transparencia
al relato.
Como el resto de novelas históricas,
La isla transparente no es histórica
en sentido estricto, porque necesa-
riamente hay en ella diálogos y per-
sonajes que nunca existieron o, si lo
hicieron, no eran idénticos a los des-
critos. No obstante, lo mismo podría
decirse de cualquier ensayo históri-
co, puesto que quien lo escribe se ve
obligado a completar con su imaginación objetos
y acontecimientos desconocidos, pero necesa-
rios para entender el desarrollo de la historia.
La diferencia está en que el ensayista califica de
hipótesis a esta argamasa de suposiciones, mien-
tras el novelista prefiere denominarla ficción. Ex-
trañamente, a medida que el tiempo transcurre,
las ficciones históricas de las novelas nos van
pareciendo menos falsas que las hipótesis for-
muladas por los historiadores académicos.•

Esta obra puede adquirirse en librerías y, en formato de e-book, en

ebook.elcorteingles.es y otras librerías virtuales de Internet.
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Información sobre el autor: http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Mora_Morales
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