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UNIVERSIDAD NACIONAL FEDERICO VILLARREAL

ESCUELA UNIVERSITARIA DE POST GRADO

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“LOS FILÓSOFOS DE LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA:


DESCARTES”

MAESTRIA: Salud Pública con mención en gestión Hospitalaria

CURSO: Epistemología

AUTORES: De la cruz Adauto, Omar Paul


Ybañez Cuba, Elizabeth

DOCENTE: Dr. Alfonso Zavaleta Martínez-Vargas.

LIMA-PERU
2009
INTRODUCCIÓN

En el siglo XVII se abren nuevos horizontes en el saber humano, esto que culminará con la
enciclopedia un siglo más tarde, es un período que no pasará desapercibido para el futuro
debido a que es éste el primer siglo en que es posible distinguir entre dos tipos de sabios. La
mayor parte de las veces, la diferencia consiste en que mientras los científicos también son
filósofos, los filósofos ya no pueden considerarse como hombres de ciencia. A partir del
siglo V a.C., cuando surgieron los primeros filósofos naturales, y hasta bien entrado el siglo
XVI d.C., la ciencia y la filosofía fueron la misma cosa, tuvieron el mismo nombre (filosofía
natural) y fueron cultivadas sin distinción alguna por Tales, Platón, Aristóteles, Galeno,
Avicena y Leonardo. De hecho, a ninguno de estos personajes se le hubiera ocurrido que la
separación entre lo que hoy conocemos como filosofía, por un lado, y como ciencia, por el
otro.

Naturalmente, al iniciarse la separación entre científicos y filósofos, la nueva especie que


predominó por un buen tiempo fue la híbrida, o sea el hombre de ciencia que persistió en
filosofar (Galileo, Newton, pero sobre todo Leibniz), o el filósofo que todavía conservó el
manto de científico (Bacon, Descartes, pero sobre todo Leibniz).
RENÉ DESCARTES(1596 – 1650)

Descartes nació el 31 de marzo de 1596 en La Haye, una pequeña y atractiva ciudad de la


Turaine francesa, situada a orillas del río Creuse (Desde 1967 La Haye se llama Descartes
en honor al filósofo). En aquel tiempo en Francia reinaba una monarquía absoluta.

Pertenecía a una familia de funcionarios de la baja nobleza, siendo su padre, Joachin


Descartes, Consejero en el Parlamento de Bretaña. La temprana muerte de su madre, Jeanne
Brochard, murió un año después de su nacimiento, le llevará a ser criado junto con sus 8
hermanos en casa de su abuela materna, su padre se ausentaba cada 2 años por largas
temporadas, y acabó dejando atrás a sus hijos al contraer nuevas nupcias con una doncella
inglesa. Pero gracias a su madre heredo una pequeña fortuna que le permitió vivir con
independencia económica.

A los diez años es enviado La Flèche, un colegio de los jesuitas, en donde recibió una
educación excelente que abarcaba la Lógica, la Filosofía moral, la Física y la Metafísica, la
Geometría Analítica y el Álgebra Moderna, así como una cierta familiaridad con el
recientemente descubierto telescopio de Galileo. En La Flèche surgen ya, de forma precoz,
las características principales de su mente. Una vez introducido en el conocimiento de los
clásicos, se enamoró de la poesía. Lejos de ser un "geómetra que sólo es un geómetra" (una
descripción que de él haría Pascal), Descartes escribió un ensayo de juventud, la Olympica:
"En los escritos de los poetas hay sentencias más serias que en los de los filósofos. La
razón es que los poetas las escribieron movidos por el entusiasmo y el poder de la
imaginación. En cada uno de nosotros existen, cual pedernales, chispas de conocimiento
ocultas. Los filósofos las manifiestan a través de la razón; los poetas las exteriorizan por
medio de la imaginación, y son mucho más brillantes."

Una de las cualidades más llamativas de Descartes, y a la vez una de las más peligrosas, fue
su fluidez mental. Uno de sus compañeros de colegio describía así su habilidad en las
discusiones. En primer lugar, trataba de ponerse de acuerdo con sus oponentes sobre las
definiciones y acerca del significado de los principios que estaban dispuestos a aceptar, y
después construía con ellos una argumentación deductiva singular que era muy difícil de
debatir. En La Flèche adquirió, además, un hábito que perduraría durante toda su vida. Se le
eximió de ciertas obligaciones y se le permitía quedarse en cama hasta más tarde de lo que
era habitual entre sus compañeros. Así encontró la posibilidad de dedicarse más plenamente
a su inclinación natural, el pensamiento concentrado y solitario. Se queda aquí hasta los
dieciséis años.

Ingresó a la Universidad de Poitiers para estudiar derecho y algo de medicina. Para 1616
Descartes cuenta con los grados de bachiller y licenciado. Descartes fue siempre un alumno
sobresaliente y fue gracias al gran afecto de algunos de sus profesores lo que hizo que René
pudiera visitar los laboratorios de la universidad con asiduidad.

Según la propia confesión de Descartes, tanto en el Discurso del método como en las
Meditaciones, las enseñanzas del colegio le decepcionaron, debido a las numerosas lagunas
que presentaban los saberes recibidos, a excepción de las matemáticas, en donde veía la
posibilidad de encontrar un verdadero saber… "Por ello, tan pronto como la edad me
permitió salir de la sujeción de mis preceptores, abandoné completamente el estudio de las
letras. Y, tomando la decisión de no buscar otra ciencia que la que pudiera hallar en mí
mismo o en el gran libro del mundo, dediqué el resto de mi juventud a viajar, a conocer
cortes y ejércitos, a tratar con gentes de diversos temperamentos y condiciones, a recoger
diferentes experiencias, a ponerme a mí mismo a prueba en las ocasiones que la fortuna
me deparaba, y a hacer siempre tal reflexión sobre las cosas que se me presentaban, que
pudiese obtener algún provecho de ellas." (Discurso del método).
Esta muestra de escepticismo, que Descartes presenta como un rasgo personal es, sin
embargo, una característica del pensamiento de finales del siglo XVI y principios del XVII,
en los que el escepticismo ejerció una notable influencia, debido a la crisis del momento.
Terminados sus estudios Descartes comienza un período de viajes, apartándose de las aulas,
convencido de no poder encontrar en ellas el verdadero saber. Descartes se fue a París. Allí
se convirtió en un joven elegante y desocupado. No obstante, sus pensamientos pronto
volvieron a preocuparse por las Matemáticas y la Filosofía; viéndose animado por sus
amigos, entre los que cabe destacar el padre Marín Mersenne, al que había conocido en La
Flèche. Mersenne era, a su vez, un matemático competente y un hábil experimentador. Su
celda del convento sito en la Place Royale servía de lugar de reunión de los savants
(académicos), convirtiéndose así en un antecedente de la Academia de Ciencias (de París),
fundada más adelante en el mismo siglo. Mersenne, además, logró mantener una amplia
correspondencia, de la que sólo se ha publicado una parte, y de esta forma fue el centro de
información científica en una época en la que las revistas científicas todavía no existían.
Hasta el final de su vida, Mersenne fue el mejor amigo de Descartes, y cuando, en 1628, por
decisión propia, Descartes dejó Francia para siempre, Mersenne, desde París, le mantuvo
constantemente informado de las novedades científicas.

Después de sus estudios opta por la carrera de las armas y se enrola en 1618, en Holanda, a
las tropas de Maurice de Nassau, príncipe de Orange. Allí conocerá a Isaac Beeckman, para
quien escribe pequeños trabajos de física, como "Sobre la presión del agua en un vaso" y
"Sobre la caída de una piedra en el vacío", así como un compendio de música. Durante
varios años mantienen una intensa y estrecha amistad, ejerciendo Beeckman una influencia
decisiva sobre Descartes, sobre todo en la concepción de una física matemática.

En 1619 abandona Holanda y se instala en Dinamarca, y luego en Alemania, asistiendo a la


coronación del emperador Fernando en Frankfurt. Se enrola entonces en el ejército del
duque Maximiliano de Baviera. Acuartelado cerca de Baviera durante el invierno, pasa su
tiempo en una habitación calentada por una estufa, donde elabora su método, fusión de
procedimientos lógicos, geométricos y algebraicos. De esa época será la concepción de la
posibilidad de una matemática universal (la idea de una ciencia universal, de un verdadero
saber) y se promete emplearla en renovar toda la ciencia y toda la filosofía

La noche del 10 de noviembre de 1619 tiene tres sueños sucesivos que interpreta como un
mensaje del cielo para consagrarse a su misión filosófica. La importancia que concede
Descartes a estos sueños choca con las características que se le atribuyen ordinariamente a
su sistema (racionalismo), pero según el mismo Descartes nos relata, estarían en la base de
su determinación de dedicarse a la filosofía, y contendrían ya la idea de la posibilidad de
fundamentar con certeza el conocimiento y, con ello, reconstruir el edificio del saber sobre
cimientos firmes y seguros. Habiéndose dotado con su método de una moral provisional,
renuncia a su carrera en el ejército.

De 1620 a 1628 viaja a través de Europa, residiendo en París entre los años 1625-28,
dedicando su tiempo a las relaciones sociales y al estudio, Aquí volvió a entrar en contacto
con el círculo de Mersenne, trabajó en su "matemática universal" y se embarcó en
especulaciones sobre gran cantidad de cuestiones diversas que iban de la psicología moral a
la prolongación de la vida. Al igual que a sus ociosos contemporáneos, el torbellino de la
vida social, la música, las lecturas frívolas, y el juego le distraían de tales cometidos. Su
padre llegó a expresar la opinión de que "no valía para nada, salvo para acicalarse".

Fue entonces cuando ocurrió un suceso que cambió su misión en la vida. Se hallaba
presente, junto con un elegante e impresionante auditorio, incluido su amigo Mersenne y el
influyente cardenal De Bérulle, en una reunión en la mansión del nuncio papal, para
escuchar como un tal Chandoux exponía su "nueva filosofía". Descartes fue el único de los
asistentes que no aplaudió. Instado a dar su opinión, habló extensamente, demostrando como
era posible para un hombre inteligente establecer un razonamiento aparentemente
convincente de una proposición y también de su contraria, mostrando además que,
utilizando lo que él llamaba su "método natural", incluso los pensadores mediocres podían
establecer principios cuyo fundamento se hallaba enraizado en la verdad. Sus oyentes
quedaron atónitos. Cuando, unos días más tardes, Descartes visitó a Bérulle el cardenal le
encargó que dedicara su vida a conseguir que su método fuese aplicable a la filosofía y a "la
mecánica y la medicina".

Durante este período se ejercita en su método, se libera de los prejuicios, acumula


experiencias y elabora múltiples trabajos descubriendo especialmente en 1626 la ley de
refracción de los rayos luminosos. También en esta época redacta las "Reglas para la
dirección del espíritu", obra inacabada que expone lo esencial de su método.

En 1628 se retira a Holanda para trabajar en paz. Permanecerá allí veinte años, cambiando a
menudo de residencia, completamente ocupado en su tarea filosófica. Comienza por
componer un pequeño tratado de metafísica sobre el alma y Dios del que se dice satisfecho y
que debe servir a la vez de arma contra el ateísmo y de fundamento de la física. Dicho
tratado contendría ya las ideas fundamentales de lo que serían posteriormente las
"Meditaciones metafísicas".

Interrumpe la elaboración de dicho tratado para escribir en 1629 un "Tratado del mundo y de
la luz" que acaba en 1633 y que contiene su física, de carácter mecanicista. Pero, habiendo
conocido por azar la condena de Galileo por haber sostenido el movimiento de la tierra (que
también sostenía Descartes), renuncia a publicar su trabajo. Por una parte no quiere
enfrentarse con la Iglesia a la cual está sometido por la fe. Por otra, piensa que el conflicto
entre la ciencia y la religión es un malentendido. En fin, espera que un día el mundo
comprenderá y que podrá editar su libro. Este "miedo" de Descartes ante la condena de
Galileo ha llevado a algunos estudiosos a buscar en su obra un significado "oculto", llegando
a interpretar la demostración de la existencia de Dios que realiza en las Meditaciones como
un simple ejercicio de prudencia, que no se correspondería con el "auténtico" pensamiento
cartesiano sobre la cuestión. Para difundir su doctrina mientras tanto publica resúmenes de
su física, precedidos por un prefacio. Es el famoso "Discurso del método", seguido de "La
Dióptrica", los "Meteoros" y "La Geometría", que sólo son ensayos de este método (1637).
El éxito le conduce a dedicarse completamente a la filosofía. Publica en 1641, en latín, la
"Meditaciones sobre la filosofía primera", más conocida como Las Meditaciones
metafísicas, que somete previamente a los grandes espíritus de la época (Mersenne,
Gassendi, Arnauld, Hobbes...) cuyas objeciones seguidas de respuestas serán publicadas al
mismo tiempo. En 1644 publica en latín los "Principios de la filosofía". La publicación de
estas obras le proporciona a Descartes el reconocimiento público, pero también es la causa
de numerosas disputas.

En 1643 conoce a Elizabeth de Bohemia, hija del elector palatino destronado y exiliado en
Holanda. La princesa lo adopta como director de conciencia, de donde surgirá una
abundante correspondencia en la que Descartes profundiza sobre la moral y sobre sus
opiniones políticas y que le conducen en 1649 a la publicación de "Las pasiones del alma",
más conocida como el Tratado de las pasiones, que será la última obra publicada en vida del
autor y supervisada por él.

Posteriormente realiza tres viajes a Francia, en 1644, 47 y 48. Será en el curso del segundo
cuando conozca a Pascal. Su fama le valdrá la atención de la reina Cristina de Suecia. Es
invitado por ella en febrero de 1649 para que le introduzca en su filosofía. Descartes,
reticente, parte sin embargo en septiembre para Suecia. El alejamiento, el rigor del invierno,
la envidia de los doctos, contraría su estancia. La reina le cita en palacio cada mañana a las
cinco de la madrugada para recibir sus lecciones. Descartes, de salud frágil y acostumbrado
a permanecer escribiendo en la cama hasta media mañana, coge frío y muere de una
neumonía en Estocolmo el 11 de febrero de 1650 a la edad de 53 años.

CONCLUSIONES SOBRE SU VIDA:

La muestra de escepticismo, que Descartes presenta como un rasgo personal es una


característica del pensamiento de finales del siglo XVI y principios del XVII, en los que el
escepticismo ejerció una notable influencia, debido a la crisis del momento.
La situación política estuvo marcada por la guerra de los 30 años, en la que él mismo
participó. Ésta enfrentaba a unos estados alemanes con otros, implicando a toda Europa,
católicos frente a reformistas. Ejerce como soldado protestante y posteriormente como
católico. Esta guerra trajo consigo una crisis económica; apareció el estilo Barroco, que
reflejaba el carácter ilusorio de la vida y la idea amenazante de la muerte en tono pesimista.
También como consecuencia de este conflicto, hubo una gran crisis religiosa, marcada por
una pérdida de autoridad de la fe católica iniciada por el nominalismo, el humanismo y la
Revolución científica de la época.

Desde el punto de vista socio-económico, en el siglo XVII se produjo un fuerte desarrollo de


la burguesía vinculado al capitalismo mercantilista, favorecido a su vez por la expansión del
comercio marítimo y colonial. La invención y desarrollo de la imprenta permitió una mayor
accesibilidad a las obras de personas ajenas a la religión y que se publicasen muchos libros
en lenguas nacionales. De hecho, el Discurso del Método fue una de las primeras obras
escritas en francés.

El nominalismo de Ockham afirmaba una reparación entre razón y fe desdiciendo la


aportación de Santo Tomás a la escolástica, lo cual había desarrollado un punto de vista
geocéntrico. Todo comenzaba afirmando la existencia de Dios, contribuyendo a una visión
antropocéntrica del hombre.

La vida de Descartes coincide con el final del Renacimiento, el hombre se convierte en el


objeto principal de la filosofía y especialmente del conocimiento. Descartes es considerado
el fundador y principal representante de la corriente racionalista tomando como modelo el
método matemático. Toma como referencia la ciencia moderna, incluido a Galileo.
Descartes, tras conocer la condena de Galileo por el tribunal de la Inquisición en Roma,
decide no publicar algunas de sus obras, otras las publicó como anónimo por miedo a la
censura, aunque no le sirvió de mucho, ya que en 1643, el consejo de la universidad de
Utrecht condena a Descartes por ateísmo, después fue acusado de pelagianismo y, tras su
muerte, algunas de sus principales obras fueron condenadas por la Iglesia.

Se produce una Revolución científica que generó un nuevo modelo heliocéntrico, se


matematizaron las ciencias y la naturaleza (Galileo) y se llevaron a cabo infinidad de
descubrimientos físicos, astronómicos, náuticos… trayendo consigo una pérdida de
referentes y un escepticismo. El mundo físico de Descartes será también un mundo
matematizado. A recordar que Descartes no sólo destaca por su aportación filosófica, sino
que éste era también un gran matemático y físico, haciendo grandes aportaciones a la
ciencia.

En conclusión, según la opinión más extendida entre la mayoría de filósofos e historiadores


de la filosofía, se tiende a considerar a Descartes, con su filosofía racionalista, como el
iniciador de la filosofía moderna. Pese a que su actividad se desarrolla en un contexto de
innovación y descubrimientos en el que intervienen muchos otros filósofos con importantes
aportaciones, su afirmación del valor de la razón, anclado en el descubrimiento de la
subjetividad, abrirá el camino a la filosofía moderna.

FILOSOFIA CARTESIANA

En Octubre de 1638, en una carta enviada a Marin Merssenne, Descartes afirmaba que
Galileo había construido una ciencia sin fundamentos. Aunque compartía con él la
importancia que le asignaba a las matemáticas, Descartes consideraba que la obra de
Galileo y la ciencia en su totalidad carecían de un método que garantizara su
fundamentación.
El rigor y la exactitud de las matemáticas parecen haber fascinado a Descartes desde muy
joven y esto marcaría el carácter de toda su filosofía.
El método que nos propone para la ciencia y la filosofía es un método de carácter deductivo
en el cual el conocimiento sobre el mundo deber ser deducido de principios evidentes e
irrefutables. Sobre este tema afirma lo siguiente: “El conocimiento es como un árbol del cual
la raíz es la metafísica, la física el tronco y las demás ciencias son las ramas que crecen del
tronco”.

Illustration from René Descartes' Principia Philosophiæ, 16771

1 Philosophy Resources at Yale, en: Internet,


http://www.library.yale.edu/humanities/philosophy/Desc3.html

Descartes es conocido hoy en día por trabajos como el Discurso del método, Meditaciones
Metafísicas y Los principios de la filosofía.

Su filosofía pretende mostrar la inseparabilidad de las ciencias y lo que él se propone es


unificarlas bajo un único método o, en otras palabras, darle a todo el conocimiento un
fundamento metafísico del cual no pudiéramos dudar.
EL MÉTODO CARTESIANO

Descartes propone un método que ha de ser matemático y universal, sea cual sea su
aplicación o campo del saber a que se refiera.

La definición de lo que él entiende por método la podemos encontrar en la Regla IV de su


obra "Regulae ad directionem ingenii":
"Así pues, entiendo por método reglas ciertas y fáciles, mediante las cuales el que las
observe exactamente no tomará nunca nada falso por verdadero, y, no empleando
inútilmente ningún esfuerzo de la mente, sino aumentando siempre gradualmente su
ciencia, llegará al conocimiento verdadero de todo aquello de que es capaz.»
("Reglas para la dirección del espíritu". Alianza editorial, Madrid 1989, pg. 79 )

La primera ventaja que nos proporciona el método es evitar el error. Pero, además de
proporcionarnos un conjunto de reglas o procedimientos para deducir lo que ya conocemos,
puede aplicarse a cualquier nuevo campo del saber. El método permitirá que aumentemos
nuestros conocimientos y descubramos nuevas verdades.

Las reglas del método pueden resumirse en cuatro fundamentales, enunciadas por Descartes
en su "Discurso del método":

1. Regla (Evidencia)
«No admitir jamás como verdadero cosa alguna sin conocer con evidencia que lo era:
es decir, evitar con todo cuidado la precipitación y la prevención, y no comprender en
mis juicios nada más que lo que se presentara tan clara y distintamente a mi espíritu
que no tuviese ocasión alguna para ponerlo en duda»

Descartes es un precursor del método basado en la evidencia. Sólo acepta como verdadero lo
evidente. Pero ¿Qué es evidente? La evidencia se produce sólo en la intuición, es decir, en
un acto puramente racional por el que nuestra mente capta o "ve" de modo inmediato y
simple una idea. La intuición es la captación intelectual inmediata de una idea. Inmediato
implica que no hay una cadena deductiva de por medio y, por otra parte, que no hay mezcla
con nada sensible (no median los sentidos o la experiencia para captar esa idea). Si lo que es
evidente es lo que es intuido, ¿Qué es lo que la mente intuye? ideas claras y distintas.
Una idea es clara cuando podemos advertir todos sus elementos sin la menor duda (se opone
a oscura).
La idea será distinta cuando aparezca claramente diferenciada, separada y recortada de las
demás, de tal manera que no podamos confundirla con ninguna otra idea. (Se opone a idea
confusa).

La intuición intelectual se caracteriza por su indubitabilidad y exclusión total del error. Entre
lo absolutamente falso y lo absolutamente verdadero no hay término medio. Algo es
verdadero o falso. Descartes excluye los conocimientos que son únicamente probables. La
certeza, como propiedad fundamental del saber, exige la desestimación absoluta de lo
probable. Lo que no es claro y distinto (evidente) es confuso y oscuro debiendo ser
rechazado como posible fuente de conocimiento.

La evidencia, como criterio de verdad, exige también que el conocimiento se retraiga a sus
propios dominios y leyes, independientemente de lo que exista externamente a nuestra
mente y su proceder. No hay posibilidad de experimentar una intuición sensible. Esto no
existe. Las ideas que provienen de la sensación son siempre oscuras y confusas.

Descartes llamó también "naturae simplices" o naturalezas simples a las ideas que poseen las
características de claridad y distinción. Estas naturalezas simples son conocidas
intuitivamente y constituyen los pilares sobre los que se asientan las verdades o ideas
complejas. Por supuesto, Descartes sólo admite un reducido número de ideas simples
(extensión, substancia, pensamiento, etc.). La mayoría de nuestras ideas son complejas, por
lo que hay que encontrar la manera de reducirlas a ideas simples, por lo tanto, evidentes.

Descartes va cerrando el círculo: las naturalezas simples son, además, ideas innatas, es decir,
ideas que están potencialmente en la mente y surgen con ocasión de determinadas
experiencias.
Las ideas innatas son poseídas por todos los hombres por el hecho de ser racionales. No son
ideas que se adquieran a través de la experiencia o el aprendizaje y tampoco dependen de la
cultura o las condiciones históricas. Son verdades evidentes que se hallan en nuestras
mentes, independientemente del tiempo, el lugar y la persona que las piense. Esto era
necesario para poder garantizar un conocimiento evidente o cierto. Las ideas innatas
garantizan la veracidad de nuestros conocimientos al convertirse en su verdadero y único
sostén. Ellas mismas no necesitan (ni pueden) ser demostradas ya que caen fuera de la
cadena de deducciones. El primer motor inmóvil que mueve sin ser movido queda
transformado el las unidades simples de conocimientos que son la base de toda demostración
sin ser ellas mismas demostradas por nada.

2. Análisis

«Dividir cada una de las dificultades que examinase en tantas partes como fuera posible y
como requiriese para resolverlas mejor»

Cualquier problema que tengamos que estudiar no es más que un conjunto vertebrado de
ideas complejas. Analizar consiste en descomponer lo complejo en sus elementos simples,
elementos estos que podrán ser susceptibles de ser intuidos como ideas claras y distintas,
esto es: evidente.
Reducimos lo complejo a lo simple y, en el mismo movimiento, accedemos desde lo
desconocido a lo conocido: las ideas innatas. Este procedimiento puede ser

3. Síntesis

«El tercero, en conducir por orden mis pensamientos, comenzando por los objetos más
simples y más fáciles de conocer para ascender poco a poco, como por grados, hasta el
conocimiento de los más compuestos, suponiendo incluso un orden entre los que se
preceden naturalmente unos a otros".
Una vez que hemos llegado a los elementos simples de un problema hay que reconstruirlo en
toda su complejidad, deduciendo todas las ideas y consecuencias que se derivan de aquellos
principios primeros absolutamente ciertos. La síntesis es un proceso ordenado de deducción,
en el que unas ideas se encadenan a otras necesariamente. En el proceso deductivo no sólo
reconstruimos lo complejo a partir de sus elementos simples y verdaderos, sino que
ampliamos nuestros conocimientos con nuevas verdades: de lo conocido (los elementos
simples) accedemos a lo desconocido mediante un proceso ordenado y riguroso de
concatenación de ideas.

La síntesis complementa al análisis y nos permite avanzar en la búsqueda de nuevas


verdades.
4. Comprobación

«Y el último, en realizar en todo unos recuentos tan completos y unas revisiones tan
generales que pudiese estar seguro de no omitir nada»
Se trata de comprobar y revisar que no haya habido error alguno en todo el proceso
analítico-sintético. La comprobación intenta abarcar de un solo golpe y de manera intuitiva
la globalidad del proceso que se está estudiando. Se parte de la intuición y a ella se vuelve.
Una vez comprobado todo el proceso, podremos estar seguros de su certeza

LA UNICA VERDAD (PRIMERO PIENSO LUEGO EXISTO)

Descartes parece haber encontrado algo que se encuentra por fuera de toda posibilidad de
duda:
“Cuando hasta ahora he querido pensar que todo es falso, es absolutamente
necesario que yo estuviera pensando y por lo tanto el pensamiento tiene que ser algo que
llegue a concluir esta verdad, yo pienso luego existo (ego cogito ergo ego sum) , lo cual es
tan cierto que no hay posibilidad de duda, ni evidencia, por más extravagante que se
quiera pudiera utilizar el más escéptico de los hombres”.

Antes de seguir con su filosofía, debemos ver con más cuidado esta única verdad, “Yo
pienso luego existo”. Como señala Descartes en la segunda meditación, “Yo soy de manera
más precisa, únicamente una substancia pensante, es decir, mente”.

De manera que, a diferencia del cuerpo y del mundo material (cuya substancia es extensa) ,
lo único de lo cual se puede asegurar su existencia es algo que piensa (substancia pensante,)
que no puede depender de nada corpóreo.

Aquí Descartes introduce una diferenciación radical entre la mente y el cuerpo que será
central para su filosofía.

Tenemos, entonces, por lo menos una proposición de la cual no podemos dudar: para pensar
es necesario que lo que piensa exista. Pero, ¿cómo podemos dar un paso más, como salir de
esa única verdad? ¿Cómo podemos tener conocimiento sobre el mundo exterior a partir de
esa única verdad?

Veamos la respuesta del filósofo francés. Hasta ahora Descartes sabe que existe y además
sabe que él no es perfecto pues puede ver que es mejor saber que dudar, y que esa idea de
una naturaleza más perfecta que él mismo no puede provenir de su imperfección sino que
tiene que tener un origen en algo distinto a él y que es perfecto, esto es, en Dios.
Aun más, Descartes puede concluir que un ser que contiene todas las perfecciones
necesariamente tiene que existir ya que para ser perfecto no existir es sencillamente
imposible.

Descartes se tiene a sí mismo y tiene a Dios, las únicas dos cosas que necesita para construir
sus sistema de conocimiento. Esa creencia en un Dios perfecto, supremamente bueno, nos
obliga a pensar que no crearía un mundo ininteligible, como tampoco nos engañaría. Dios es
el puente que Descartes construye para pasar del escepticismo a la posibilidad de conocer el
mundo exterior.

En sus Principios de la filosofía Descartes escribió: “... la voluntad de engañar solamente


proviene de la malicia, el miedo, o de la debilidad y por lo tanto no puede atribuirse a Dios”,
y más adelante concluye “... por lo tanto, todo lo que percibimos con claridad es verdad, con
lo cual quedamos libres de la duda que inició nuestra reflexión.”

Nuestra certeza es consecuencia de la bondad de Dios y Él, al ser la fuente de la verdad, nos
da la facultad de distinguir la verdad del error. Este problema que inicialmente podría verse
como epistemológico –es decir, un problema del conocimiento–no puede ser separado de la
tradición cristiana.
BIBLIOGRAFIA

1. Rocha Herrera, Leticia (2004) “Descartes y el significado de la filosofía


mecanicista”. Revista Digital Universitaria. 10 de abril de 2004,
<http://www.revista.unam.mx/vol.5/num3/art19/art19.htm> [Consulta: 11 de
abril de 2004].
2. Javier García Aparicio “El Racionalismo de Descartes”
Disponible en: http://www.elprofedetica.es/docs/pau/descartes.pdf

3. Guillermo Fernández Conejo " El Racionalismo del siglo XVII: René Descartes”
Disponible en: http://albayalde.wordpress.com/2008/06/08/el-racionalismo-del-siglo-
xvii-rene-descartes/

4. “Los filósofos de la revolución científica: Bacon, Descartes, Locke, Berkeley, Hume


y Kant”. Disponible en:
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen3/ciencia3/161/html/sec_18.
html

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