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S�bado 12 Mar 2011
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• DERECHOS HUMANOS
La idea de elaborar el presente material surge por las condiciones de discriminación que, sobre las
personas con una preferencia u orientación no heterosexual, imperan en el estado Yucatán. Algunos
datos que ilustran esta situación son: el cuarto lugar que esta entidad tiene a nivel nacional en crímenes
de odio por homofobia[1], una de las más dolorosas consecuencias de la discriminación por preferencia
u orientación sexual. En Yucatán también se ha elevado la exclusión de personas homosexuales a rango
constitucional, pues en julio de 2009 el Congreso local aprobó una reforma a la Ley fundamental del
estado que cierra la posibilidad de que hombres y mujeres homosexuales puedan acceder a figuras que
les brindarían certeza jurídica en sus relaciones afectivas, como son el matrimonio y el concubinato,
reforma que va en sentido contrario a los avances que en otras entidades se han dado, y que contó con la
complicidad, también, del Ombudsman estatal, quien se negó a presentar la acción de
inconstitucionalidad respectiva a pesar de existir una exclusión manifiesta.
Ante esta realidad, es indispensable dotar a la ciudadanía y a las y los servidores públicos, de una
herramienta que establezca cuáles son los estándares internacionales que, desde la perspectiva del
derecho internacional de los derechos humanos se han generado para clarificar las obligaciones que
tiene cualquier estado en materia de combate a la discriminación y, concretamente aquella derivada
de la preferencia u orientación sexual.
Sin lugar a duda, la discriminación por motivos de preferencia u orientación sexual es una de las
más graves en nuestro país y una de las preocupaciones de la Oficina del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH). Ya en el Diagnóstico sobre la
Situación de los Derechos Humanos en México, publicado en 2004, la OACNUDH se refería al
tema señalando que:
“Las estimaciones sobre el número de gays, lesbianas, bisexuales, transgéneros, transexuales, travestis
e intersexuales (LGBTTTI) oscilan entre el 2.5 y el 8% de la población. Es una población que…
enfrenta serias violaciones a sus derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos… A ello
influye la estigmatización que viene de la intolerancia: cerca del 70% de la población no toleraría vivir
con un homosexual bajo el mismo techo…”
El cuaderno está constituido por cinco capítulos que exponen con claridad qué son los derechos
humanos, a qué se refiere el principio de igualdad y el derecho a la no discriminación, qué se
entiende por diversidad sexual y los derechos sexuales, en qué consiste la discriminación por
orientación sexual y cuáles son sus manifestaciones más comunes, terminando con una
fundamentación en el derecho internacional de los derechos humanos. Su propósito es difundir
información sobre los derechos humanos en relación con la diversidad sexual. Para ello se propone
destacar el principio de igualdad y el derecho a la no discriminación como factores esenciales de
una sociedad democrática, respetuosa de la pluralidad de todos y todas sus integrantes. Con ello
busca contribuir a la comprensión del fenómeno de la discriminación, particularmente aquella
vinculada a la orientación sexual o la identidad de género.
Las obligaciones establecidas desde el derecho internacional, planteadas en este cuaderno, son
complementarias con los recientes precedentes judiciales que se han emitido desde la Suprema
Corte de Justicia de la Nación al resolver la acción de inconstitucionalidad 2/2010 y convalidar la
constitucionalidad de los matrimonios de las personas en el mismo sexo en el Distrito Federal.
Ambas fuentes obligan a las entidades federativas, Yucatán entre ellas, a hacer efectivo el derecho a
la no discriminación por preferencia sexual, cuando menos desde dos perspectivas: a) evitar que
persistan las condiciones de exclusión que históricamente ha sufrido este colectivo social debido a
su condición específica, y b) impulsar todas las reformas para lograr que las y los homosexuales se
sitúen en igualdad de circunstancias ante el Estado y en su relación con las demás personas para
ejercer plenamente sus derechos.
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El distrito local de la Mesa Nacional por la Igualdad confirmó que una pareja de jóvenes homosexuales
presentó una denuncia ante el Inadi por haber sido discriminada por uno de los encargados de seguridad
de un paseo público que el Estado provincial otorgó en concesión.
Ante la prensa, el secretario general de la delegación local de esa Mesa Nacional, Martín Paz, explicó
que el episodio ocurrió el lunes 17 de enero en un sector del Paseo Buen Pastor, un coqueto complejo
urbanístico que el Gobierno provincial construyó en barrio Nueva Córdoba, en el lugar donde funcionaba
la cárcel de mujeres.
El dirigente precisó que se trata de dos jóvenes homosexuales que fueron interpelados por un guardia
de la empresa privada a cargo de la seguridad del paseo, el que los amenazó con expulsarlos del lugar
al advertir que estaban exteriorizando muestras de cariño y se besaban en público.
Los jóvenes, de 23 y 25 años, se retiraron del lugar y al día siguiente formalizaron la correspondiente
denuncia en la delegación Córdoba del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el
Racismo (Inadi), cuya titular, Adriana Domínguez, confirmó ante la prensa que el guardia los amenazó
con echarlos por considerar que realizaban una acción inmoral.
Tras revelar que los responsables de la empresa de seguridad comunicaron que suspendieron al
empleado y le pidieron perdón a la pareja, la funcionaria informó que pese a ser citado a las oficinas del
Inadi, el guardia involucrado en el hecho "aún no se presentó para presentar sus disculpas".
Sin embargo, Martín Paz afirmó que la responsabilidad por el episodio recae sobre el guardia de
seguridad del paseo, la empresa encargada del servicio, la concesionaria del paseo y el Gobierno
provincial, por ser el que otorgó la concesión, ya que "el Estado tiene que dar el ejemplo de
convivencia", interpretó.
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Esta entrada fue publicada en DSB y etiquetada Colombia, EDUARDO ENRIQUEZ MAYA, NÉSTOR IVÁN
MORENO ROJAS, Parejas Del Mismo Sexo, Piedad Cordoba, piedadcordoba.net, PROYECTO DE LEY No.
73/10, Senado de la República de Colombia, Uniones Homosexuales. Guarda el enlace permanente.
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1. Resumen
2. Significado terminológico
3. La dignidad humana como fundamento de los derechos
4. La dignidad humana en la Constitución de la provincia de Córdoba
5. El reconocimiento de la dignidad humana en el derecho público provincial comparado
6. El reconocimiento de la dignidad humana en los textos legales internacionales
7. El Derecho a la propia Intimidad
8. Las cárceles, ejemplo de la vulneración de la dignidad del hombre
9.
10. Bibliografía
Resumen:
La dignidad humana no es un derecho del hombre, es el fundamento de los derechos que se
conceden al hombre, por ello las constituciones provinciales, nacionales y los tratados
internacionales se refieren a ella, sobre su carácter de justificación última existe una suerte de
consenso universal, que se traduce en todos los textos legales. En el presente estudio se realiza
un acercamiento profundo sobre dicho concepto, su significado, contenido, importancia y la
vinculación con los distintos derechos
1.-Significado terminológico:
Según el diccionario enciclopédico El Ateneo (t. II), el significado de la palabra dignidad es:
"...calidad de digno; que merece algo, en sentido favorable o adverso; correspondiente,
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La dignidad, o «calidad de digno», deriva del adjetivo latino dignus, se traduce por
«valioso»; es el sentimiento que nos hace sentir varios y valiosos sentimientos con nosotros
mismos, sin importar nuestra vida material o social. Hace referencia al valor inherente al
ser humano en cuanto ser racional, dotado de libertad y poder creador, pues las personas
pueden modelar y mejorar sus vidas mediante la toma de decisiones y el ejercicio de su
libertad. Valóricamente se tiende a afirmar que el ser humano posee dignidad por sí mismo,
no viene dada por factores o individuos externos, se tiene desde el mismo instante de su
nacimiento y es inalienable (ver: ley natural).
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• 2 En el campo de la filosofía
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Marcelo González
“Las personas homosexuales tienen ... la mayor de las dignidades como cualquier ser
humano, por ser hijos de Dios, ... y además merecen un particular respeto porque muchas
veces han sido efectivamente objeto de discriminación...”
Juan Gregorio Navarro Floria,
Jornada sobre Matrimonio Homosexual en la UCA
“Vivimos revolcaos en un merengue y en el mismo lodo todos manoseaos”.
Enrique S. Discépolo: Tango “Cambalache”
No se trata de hacer filosofía tanguera, sino de rescatar en esta obra de arte popular
(dedicada por su autor a Alfonso XIII, “mi amigo”,) chispazos de sentido común que aún
hoy podemos encontrar en la gente sencilla:
¡Qué falta de respeto,
qué atropello a la razón!
Cualquiera es un doctor,
cualquiera es un ladrón (...)
(...) los inmorales nos han igualao...
Que es lo mismo el que labura?
Noche y día como un buey,?
Que el que vive de los otros,?
Que el que mata o el que cura?
O esta fuera de la ley.
Concepción discepoliana de la “dignidad humana”
El famoso “Mordisquito” supo transmitir, en medio del merdazal del siglo XX su llamado a
la cordura. No todo da igual, es más, no todas las personas tienen la misma dignidad, sino
que ésta se asocia a los méritos de las obras. Parece de sentido común: no es lo mismo ser
derecho que traidor, ignorante o sabio, recto o inmoral.
¿A quién puede escapar esta diferenciación moral? Solo a la persona amoral, por tara
congénita o por tara ideológica. Sabemos que algunos nacen con el órgano de la moralidad
natural atrofiado: son los perversos. Otros, en cambio, se amputan voluntariamente este
órgano como requisito para alcanzar la corrección política en un mundo ganado por las
consecuencias últimas del liberalismo y el antropocentrismo.
Para los primeros, la regla próxima de su conducta es la utilidad. Para los segundos, es el
principio de la “dignidad humana”, inmune a toda consecuencia de la mala conducta de
las personas. El hombre es digno haga lo que haga, dicen estos últimos.
Las derivaciónes teológicas, morales y sociales están a la vista. Comencemos por las más
evidentes: la delincuencia no es punible, porque hay una dignidad esencial en el delincuente
que no se pierde ni cuando realiza las mayores maldades. Si ha cometido alguna aberración
se debe sin duda a factores extrínsecos. Cese pues no solo la “represión de la delincuencia”
sino hasta el concepto mismo de “represión” (que significa ejercer por la fuerza una acción
destinada a castigar el delito, término habitual en el lenguaje jurídico: “se reprimirá con
tantos años de prisión...”).
¿Hay dignidad en el hombre?
Por cierto que la hay en diversos aspectos.
Hay una dignidad, llamemos así, “ontológica”, por la cual, como creatura tiene un ser que
es bueno. Ser es bueno. El mal, por cierto, es la privación del bien, es un “no ser”. Ninguna
obra de Dios es mala.
Pero esta dignidad inherente a su creación no le otorga al hombre dignidad absoluta.
Precisamente como creatura hecha a imagen y semejanza de Dios, ha de ser fiel a esta
filiación natural, que alcanza además un grado excelso en la filiación divina que nos
proporciona el bautismo. Uno de los episiodios más olvidados por el hombre moderno es la
elección del pecar de nuestros primeros padres, y cuyas consecuencias hacen de todos
nosotros al nacer “seres indignos”, hasta que recibimos las aguas lustrales del bautismo.
Mayor dignidad en los bautizados que en los infieles. Sobre este principio la Iglesia
autorizó a los estados cristianos a conquistar a los pueblos paganos, a fin de establecer entre
ellos la verdad evangélica y elevarlos a la dignidad de hijos de Dios por el bautismo.
La simple lectura de los evangelios y las cartas apostólicas nos proveen infinidad de
ejemplos de la mayor dignidad del fiel con respecto al pagano. Inclusive el catecúmeno
estaba privado de participar en la parte sacrificial de la misa, por no tener la “dignidad del
bautismo”.
Como vemos, la Iglesia establece grados diversos de dignidad. A algunos cristianos los
eleva a los altares, a otros los excomulga. ¿Como será esto posible sin considerar una
dignidad desigual? Y en todo caso, ¿qué cosa sino la fidelidad a las obras de la Fe será lo
que establece esa diferencia?
¿Por qué el hereje está fuera de la Iglesia a pesar de estar bautizado? ¿Por qué el bautizado
en pecado mortal es miembro de la Iglesia, pero miembro “muerto”, sin acceso a la gracia y
sin la posibilidad de hacer obras meritorias? Negar un discernimiento de los diversos
grados de dignidad es negar la fundación, doctrina e historia de la Iglesia.
La dignidad y el mérito
Así pues, salta a la vista de cualquier persona sensata que mayor dignidad tiene aquél que
obra con mayor arreglo a la Ley de Dios.
Pero el amor de Dios suple las faltas, dicen ahora. Frase equívoca y frecuentemente
envenenada. “El que me ama, cumple mis mandamientos”. Es decir, el que no cumple mis
mandamientos, no me ama. La gracia de Dios puede mover los corazones más duros, pero
siempre los mueve hacia el arrepentimiento y hacia las obras de la Fe. No meramente a una
efusión sentimental (¡Dios me ama!) sin consecuencias en la conducta. La Fe sin obras es
luterana. La Fe católica es la Fe más las obras de la Fe. De modo que la suplencia de Dios
se ejerce por la gracia del arrepentimiento y por la posibilidad de la absolución sacramental,
ordinariamente. De otras suplencias no podemos decir nada, por ser extraordinarias y
misteriosas.
¿Entonces, a las personas indignas, “inmorales” según la clásica denominación que utiliza
Discépolo aquí, hay que espetarles improperios y burlas? No, al menos habitualmente no.
A las personas inmorales, por ejemplo los homosexuales, que además hacen gala pública de
sus vicios y pretenden erigirlos en norma general, hay que tratarlos conforme a la caridad
cristiana:
1) No mentirles respecto a la malicia de su condición y exhortarlos a la conversión efectiva.
(No hay conversión sin cambio de vida).
2) No hacerlos objeto de burlas salvo en la medida en que la buena apologética lo
recomienda, esto es, contra los corruptores y propagadores de estos vicios nefandos (no
todos los homosexuales lo son) es lícita no solo una refutación teórica, sino la
manifestación del desprecio que en toda alma moralmente sana producen sus vicios.
Esto por caridad hacia los demás e incluso por caridad hacia el propio pecador, que muchas
veces necesita sentir el rechazo social para enmendarse, y que, por el contrario, al
recibir la aprobación social, persevera en sus gravísimos pecados.
3) No realizar un destrato innecesario, y no juzgar las almas, cuyo estado se reserva a Dios.
Tan solo nos es lícito juzgar los hechos exteriores, y las manifestaciones que realiza el
pecador, no el fondo mismo de su alma. En virtud de su potencial arrepentimiento, todo
destrato que cierre el camino de la compunción es gravísimo y hasta criminal contra la
caridad.
Hoy en día se confunde la dignidad humana asociándola al mero hecho de ser humanos, sin
distinguir más. Incluso en algunas corrientes teológicasa al uso, se habla de una dignidad
humana inmarcesible por el hecho de la unión hipostática. Lutero redivivo: la Fe en Cristo
justifica nuestros pecados: pequemos fuertemente y creamos fuertemente, tenemos
asegurada la salvación. Solo que esta versión moderna es más corrupta, si cabe: nada es
pecado, porque el hombre no puede pecar. No en tanto “ame”. Ama y haz lo que quieras
(¡pobre San Agustín!) Como si la frase del Obispo de Hipona no fuera reflejo de la
sentencia paulina: la perfecta caridad nos exime del rigor de la ley. Pero la perfecta caridad
es la santidad, a la que se llega por medio de innumerables actos de virtud y un estricto
cumplimiento de los mandamientos.
La consecuencia inevitable de esta versión bastarda de la frase de San Agustín será la
tolerancia de todos los vicios y (también inevitablemente) la hipocresía de quienes dicen
practicar esta “caridad”, quienes procederán contra los pecadores con inaudita crueldad,
cuando las consecuencias de esos pecados los afecten en lo personal. Así lo demuestra la
experiencia.
Una consecuencia será esa jornada de la Universidad Católica Argentina en la que la que se
llegó a afirmar que los homosexuales merecen un mayor respeto que los buenos cristianos.
Y que muchos santos y héroes han sido homosexuales.
“Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo todos manoseaos”.
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Homosexualidad
De Wikipedia, la enciclopedia libre
La homosexualidad (del griego ὁμο, homo «igual», y del latín sexus «sexo») es una
orientación sexual y se define como la interacción o atracción sexual, afectiva, emocional y
sentimental hacia individuos del mismo sexo.[1] Etimológicamente, la palabra homosexual
es un híbrido del griego homós (que en realidad significa «igual» y no, como podría
creerse, derivado del sustantivo latino homo, «hombre») y del adjetivo latino sexualis, lo
que sugiere una relación sentimental y sexual entre personas del mismo sexo, incluido el
lesbianismo.[2]
A pesar de que el término gay (que en inglés anticuado significa «alegre») suele emplearse
para referirse a los hombres homosexuales y el término lesbiana para referirse a las mujeres
homosexuales, gay es un adjetivo o sustantivo que identifica a las personas homosexuales
sin importar su género. Desde 1973, la comunidad científica internacional considera que la
homosexualidad no es una enfermedad. Sin embargo, la situación legal y social de la gente
que se autodenomina homosexual varía mucho de un país a otro y frecuentemente es objeto
de polémicas.
El término homosexual fue empleado por primera vez en 1869 por Karl-Maria Kertbeny,[3]
[4]
pero fue el libro Psychopathia Sexualis de Richard Freiherr von Krafft-Ebing el que
popularizó el concepto en 1886.[4] Desde entonces, la homosexualidad se ha convertido en
objeto de intenso debate y estudio: inicialmente se catalogó como una enfermedad,
patología o trastorno que había que curar, pero actualmente se entiende como parte integral
necesaria para comprender la biología, genética, historia, política, psicología y variaciones
culturales de las identidades y prácticas sexuales de los seres humanos.
Contenido
[ocultar]
• 1 Terminología
• 2 Estudio académico de la homosexualidad
○ 2.1 Punto de vista neurobiológico
○ 2.2 Punto de vista psicológico
○ 2.3 Otros puntos de vista
2.3.1 Informe Kinsey
2.3.2 Teoría queer
2.3.3 Selección social de Roughgarden
○ 2.4 Homosexualidad en la población
○ 2.5 Organizaciones médicas y la homosexualidad
• 3 Homosexualidad a lo largo de la historia
○ 3.1 En Grecia y Roma
○ 3.2 La Inquisición
○ 3.3 Persecución nazi de los homosexuales
• 4 Situación legal en el mundo
○ 4.1 Lucha contra la discriminación
○ 4.2 Equiparación de derechos con los heterosexuales
4.2.1 Unión civil
4.2.2 Matrimonio homosexual
4.2.3 Adopción de hijos por parte de parejas homosexuales
• 5 Sociedad y homosexualidad
○ 5.1 Mitos
○ 5.2 Educación sobre la homosexualidad
○ 5.3 Homofobia
○ 5.4 Situación por continentes
5.4.1 África
5.4.2 América Latina
5.4.3 América del Norte
5.4.4 Asia
5.4.5 Europa
5.4.5.1 Europa occidental
5.4.5.2 Europa oriental
5.4.6 Oceanía
• 6 Movimiento homosexual
○ 6.1 Día del Orgullo
• 7 Véase también
• 8 Referencias
• 9 Enlaces externos
Terminología
Actualmente, el anglicismo gay se refiere en singular o plural a individuos homosexuales;
ha venido a sustituir términos castellanos en su totalidad malsonantes u ofensivos (vg.
culero, invertido, maricón, puto, sodomita, etc.). Muchos de los conceptos relativos a la
orientación sexual (heterosexualidad, homosexualidad, bisexualidad, transexualidad, etc.)
se confunden a veces entre sí, sobre todo por falta de información y por exceso de
prejuicios.
La homosexualidad femenina se llama también lesbianismo o lesbianidad (calidad de
lesbiana). Los adjetivos correspondientes son lésbico(s) y lésbica(s). Este término proviene
de la isla de Lesbos en Grecia y de la poetisa Safo, a quien sus poemas apasionados,
dedicados a sus amigas, y la vida rodeada de otras mujeres le valió la reputación de
homosexual.
La terminación -ismo se considera a veces como peyorativa, tal como sucede con la palabra
homosexualismo. Este sufijo tiene numerosas definiciones, que van desde «partidario de...»
hasta «enfermedad de...», como en el caso de gigantismo. Por ello, su uso definiría la idea
de que el colectivo homosexual tendiese a la promoción de sus conductas, o incluso de que
la condición homosexual debiera entenderse como una deficiencia mental. Al irse
apartando la sociedad de la creencia de que la homosexualidad es una enfermedad, se fue
imponiendo el término homosexualidad, ya que la terminación -idad únicamente implica
«calidad de...».[5] Actualmente, el diccionario de la Real Academia Española sólo recoge
esta última.
Aunque hoy se emplea de forma generalizada, es oportuno reseñar que la existencia de la
categoría homosexual en sí misma, aplicada a personas, es objeto de contestación desde
diferentes puntos ideológicos. Las corrientes integristas, entre ellas la mayoría de las
Iglesias cristianas, niegan la existencia de personas homosexuales, a la vez que admiten la
existencia de la práctica homosexual como "desviación" de la conducta; otras niegan que la
orientación sexual de una persona la defina en modo alguno.
La palabra homosexualidad fue creada en 1869 por Karl Maria Kertbeny en un panfleto
anónimo que apoyaba la revocación de las leyes contra la «sodomía» en Prusia.[6] [7] Fue
incluida en Psychopathia Sexualis (1886), un estudio de Richard von Krafft-Ebing acerca
de lo que en esa época se consideraba una desviación sexual.[4]
Estudio académico de la
homosexualidad
No se conocen las causas de la orientación sexual de una persona. Aunque algunas teorías
apuntan a que es innata, no se conoce con exactitud el papel que juegan la herencia
genética[8] (investigada por Simon Le Vay y Dean Hamer, entre otros) o las experiencias
durante el desarrollo en la infancia, la influencia y la relación con los padres, etc. [cita requerida]
Punto de vista neurobiológico
En 1991, el neurocientífico estadounidense Simon LeVay, publicó un artículo llamado
“Una diferencia en la estructura hipotalámica entre hombres homosexuales y
heterosexuales”.[9] En él se describe una diferencia en el porcentaje del tamaño y volumen
del tercer núcleo intersticial del hipotálamo anterior (INAH3) entre hombres homosexuales
y heterosexuales, aclarando que este es más grande en heterosexuales en comparación al
hallado en cerebros homosexuales. El INAH3 homosexual es similar en tamaño al
encontrado en cerebros femeninos. LeVay escribió que estos hallazgos indican que el
INAH muestra un dimorfismo acompañado de la orientación sexual, y sugiere que tal
orientación tiene un sustrato biológico. Sin embargo, LeVay agregó que hay una reducida
existencia de excepciones en la que el tamaño del INAH3 no se correlaciona directamente
con la orientación sexual, añadiendo que puede ser una importante variable, pero que no
puede ser la única variable. También es posible, sin embargo, que estas excepciones se
deban a deficiencias técnicas o de mala asignación de los sujetos a sus grupos.[10] [11] [12] [13]
El neurocientífico neerlandés Dr. Dick Swaab, fundador del Banco de Cerebros de la
Universidad de Amsterdan, menciona que en la orientación sexual interfieren gran cantidad
de factores como circuitos neuronales, factores genéticos y hormonas; pero hace hincapié
en que, durante los seis primeros meses de vida gestacional, se establece una impronta de
carácter sexual en el encéfalo y que en dos etapas subsecuentes e importantes, durante los
dos primeros años de vida y la adolescencia, existen cambios de gran actividad hormonal
que pueden consolidar la forma en que cada individuo ejerce su sexualidad.[14] [15] [16]
Se mencionan controvertidos hallazgos con respecto al consumo de medicamentos en
mujeres embarazadas, sobre todo dentro de los primeros dos trimestres de vida gestacional,
como la utilización de analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos pudiendo inhibir la
producción y síntesis de prostaglandinas esenciales en la configuración neuronal
hipotalamica fetal y que puede ser crucial para definir las características de la orientación
sexual.[17] [18] También se mencionan otros factores importantes, como el estrés y el
consumo de tabaco durante el embarazo, que se relacionan con cambios en la futura
orientación sexual del producto.
Punto de vista psicológico
La psiquiatría incluyó inicialmente la homosexualidad entre los trastornos que debían y
podían ser tratados. Richard von Krafft-Ebing, uno de los padres de la psiquiatría moderna
y a quien el propio Sigmund Freud reconocía como su autoridad, la consideró incluso una
enfermedad degenerativa en su Psychopatia Sexualis de 1886. Los trabajos científicos de
Freud, tras la llegada del psicoanálisis, dieron como resultado una postura que consideraba
patológicas no sólo las prácticas sino incluso la mera condición homosexual. Por ejemplo,
en sus Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad, Freud incluyó la homosexualidad
entre las «aberraciones sexuales» o «perversiones», en sus propios términos, equiparados al
fetichismo del cabello o de los pies o las prácticas masoquistas o sádicas. A juicio de Freud,
la homosexualidad era una manifestación de falta de desarrollo sexual y psicológico que se
traducía en fijar a la persona en un comportamiento previo a la "madurez heterosexual".[19]
Sin embargo, Freud llegaría a reconsiderar su posición con el tiempo, hasta el punto de que
en su conocida Carta a una madre americana, Freud no dudó en afirmar que la
homosexualidad «no es un vicio, ni un signo de degeneración, y no puede clasificarse como
una enfermedad».[20] Señaló que perseguir la homosexualidad era una "gran injusticia y una
crueldad", y que el análisis a lo sumo serviría para devolver la armonía a una persona si se
sentía infeliz o neurótica, independientemente de si era homosexual o no.
Psicoanalistas como Alfred Adler y Carl Gustav Jung, en discordancia con Freud, se
pronunciaron de manera más estricta. Los posteriores psicoanalistas no sólo no modificaron
estos juicios, sino que los acentuaron a la vez que aplicaban la terapia reparativa. Por
ejemplo, en la década de 1940, Sándor Rado afirmó que la homosexualidad era un trastorno
fóbico hacia las personas del sexo opuesto, por lo que se consideró susceptible de ser
tratada como otras fobias. Ya en los años sesenta, Irving Bieber y otros psiquiatras,
partiendo del análisis derivado de la experiencia de trabajar con un considerable número de
homosexuales, afirmaron que la homosexualidad era un trastorno psicológico derivado de
relaciones familiares patológicas durante el período edípico. En esa misma década, Charles
Socarides defendía, por el contrario, la tesis de que la homosexualidad se originaba en una
época pre-edípica y que, por lo tanto, resultaba mucho más patológica de lo que se había
pensado hasta entonces. Socarides es considerado una figura cuestionable dentro del
movimiento gay. La posterior relativización y negación de esos juicios médicos procedió de
científicos como el doctor Alfred C. Kinsey, cuyas tesis fueron severamente criticadas por
la ciencia psiquiátrica de aquel entonces.[19]
Otros puntos de vista
Informe Kinsey
Artículo principal: Informe Kinsey
Así, con posterioridad, los estudios científicos realizados por Alfred C. Kinsey,[21]
concluyeron que, analizados tanto el comportamiento como la identidad, la mayor parte de
la población parece tener por lo menos alguna tendencia bisexual (atracción hacia personas
tanto de uno como de otro sexo), aunque ordinariamente se prefiere un sexo u otro. Kinsey
y sus estudiantes consideraron que sólo una minoría (del 5 al 10 por ciento) es
completamente heterosexual o completamente homosexual. De la misma manera, sólo una
minoría aún más pequeña puede considerarse completamente bisexual y se establecieron
diversos grados de bisexualidad. Estudios posteriores han querido demostrar que el informe
de Kinsey había exagerado la prevalencia de la bisexualidad en la población; pero todavía
su idea goza de una gran aceptación.
Teoría queer
Artículo principal: Teoría queer
Algunos pensadores en los estudios de género, siendo el más famoso el filósofo francés
Michel Foucault (aunque algunos hayan argumentado que sus ideas en este tema han
sufrido distorsión), atacan la idea de que identidades sexuales tales como la
homosexualidad, la heterosexualidad o la bisexualidad tengan cualquier existencia objetiva.
Dicen, en su lugar, que son construcciones sociales. Este punto de vista teórico se llama
teoría queer. Un argumento frecuente es que la homosexualidad premoderna era diferente
de la homosexualidad moderna, pues era estructurada por edad, por sexo o por clase, en vez
de igualitaria. Los críticos contestan que, aunque la homosexualidad de épocas distintas
haya tenido rasgos distintos, el fenómeno básico ha existido siempre y no es una creación
de la sociedad actual.
Selección social de Roughgarden
Una de las últimas teorías propuestas para la homosexualidad se basa en la llamada
selección social. Propuesta por la profesora de biología de la Universidad de Stanford Joan
Roughgarden,[22] la teoría se enfrenta a la selección sexual de Darwin. Básicamente niega la
reducción de la diversidad sexual a dos sexos, uno masculino y agresivo y otro femenino y
cohibido. Con numerosos ejemplos del reino animal y de culturas distintas de la occidental,
muestra que la naturaleza y las diferentes sociedades ofrecen soluciones sorprendentes a la
sexualidad: peces con varios tipos diferentes de machos o cuyos componentes cambian de
sexo en caso de necesidad; mamíferos que tienen a la vez órganos reproductores
masculinos y femeninos, etc. En el caso de la biología humana, afirma que la existencia de
homosexuales, transexuales y hermafroditas no es más que una variación natural que se
integra perfectamente en la diversidad mostrada por los demás animales. La expresión
social de esta diversidad se encontraría en sociedades como la de los nativos
norteamericanos, con sus dos espíritus, los mahu polinésicos, los hijra indios o los eunucos,
que identifica con personas transgénero.
Homosexualidad en la población
Artículo principal: Orientaciones sexuales existentes en la sociedad
Las personas que generalmente tienen una orientación heterosexual pueden sentir deseos
leves u ocasionales hacia personas del mismo sexo, del mismo modo que aquellos que
generalmente tienen una orientación homosexual pueden sentir deseos leves u ocasionales
hacia personas del sexo opuesto.[23]
Hay personas con orientación homosexual que, por las condiciones de intolerancia y
violencia o de difícil acceso a otras personas del mismo sexo, mantienen relaciones
heterosexuales. La represión, la homofobia y la postura de la mayor parte de las religiones
obliga a los homosexuales a esconder su orientación fingiendo ante la sociedad tener una
orientación heterosexual, lo que se denomina coloquialmente «estar en el armario» o «en el
closet». Sin embargo, autores como el doctor Joseph Nicolosi refieren que, si muchos
homosexuales ocultan su orientación sexual, no se debe tanto a la represión social, que no
se niega como factor secundario, sino a que la homosexualidad en sí misma representa para
el homosexual una condición de incompatibilidad tanto a las bases sociales establecidas
como a su particular sistema de valores morales, es decir, que existe un conflicto entre lo
que se es y lo que se debe ser según la educación familiar que se haya dado, así como a
ciertos grados de desorden en la identidad sexual.[24]
En la actualidad, hay personas con orientación homosexual que están 'saliendo del armario'
o que 'han salido del armario', lo que se aplicaría a las personas que dejan de fingir o
reprimir su orientación sexual.
La actividad sexual con una persona del mismo sexo no se considera necesariamente
homosexualidad como orientación sexual, sino un comportamiento homosexual. No todos
los que desean a personas del mismo sexo se identifican como homosexuales o bisexuales.
Algunos tienen relaciones sexuales a menudo con personas del mismo sexo pero son y se
definen como heterosexuales. Es entonces importante distinguir entre comportamiento,
deseo e identidad homosexual, los cuales no siempre coinciden. Por ejemplo, en algunos
sitios segregados por sexo puede aparecer relaciones homosexuales "situacionales", aunque
el comportamiento sea heterosexual fuera de allí. Lo mismo puede ocurrir por razones
económicas o ajenas a la voluntad.
El informe Kinsey reportó que el 37 por ciento de los varones estadounidenses admitían
que habían experimentado un orgasmo al tener contacto sexual con otro varón.[25] La mayor
parte de los estudios al azar efectuados en los Estados Unidos y en Europa occidental
estiman que alrededor del 8 por ciento de los hombres y las mujeres admiten haber tenido
alguna experiencia homosexual, y que alrededor del 2 por ciento admiten su preferencia por
experiencias exclusivamente homosexuales.[cita requerida] El National Opinion Research Center
("Centro Nacional de Investigación en Opiniones", en español) ha informado que
aproximadamente el 0,7 por ciento de los hombres estadounidenses se consideran
homosexuales.[cita requerida]
Organizaciones médicas y la homosexualidad
Artículo principal: Terapia de reorientación sexual
Existe mucha polémica respecto a las razones de este cambio. Los que han criticado esta
decisión aseguran que la publicación fue el resultado exclusivo de la presión política de
grupos activistas LGBT, y no producto de la investigación científica. Citan una serie de
incidentes, el primero ocurrido en 1970, en el que miembros del Frente de Liberación Gay
(Gay Liberation Front) interrumpieron una conferencia de la APA en San Francisco,
California, acallando a los ponentes con sus gritos, amenazando a doctores, riéndose de los
psiquiatras que veían la homosexualidad como una enfermedad y utilizando otras tácticas
de presión para conseguir su propósito en aquel momento. Mientras se reían de sus palabras
y se burlaban de su exposición, uno de los activistas le gritó: «He leído su libro, doctor
Bieber, y si ese libro hablara de los negros de la manera como habla de los homosexuales,
lo arrastrarían y lo machacarían y se lo merecería».[19] Estos activistas a su vez se basaban
en los estudios empíricos, entre otros, de Alfred Kinsey y Evelyn Hooker. Estos estudios
apoyaban la noción de que la profesión psiquiátrica había aceptado sin pruebas
presunciones sobre la «necesaria» conexión entre la homosexualidad y ciertas formas de
desajuste psicológico, o que la homosexualidad era necesariamente un «síntoma» de
patología mental.[30]
Clinton Anderson, director de la Oficina de Asuntos Lésbicos, Gay y Bisexuales de la
Asociación Psicológica Norteamericana (APA), recalcó la necesidad de basarse en
evidencia científica y no en ideologías a la hora de evaluar la posición global de los
psicólogos frente a gays y lesbianas, y defendió la necesidad de que algunos grupos
conservadores no participaran de dicha toma de decisiones.[31] Los miembros de la APA
también consideran inútil el debate sobre el nuevo estudio del psiquiatra Robert Spitzer en
el que cambia de opinión y afirma que la orientación sexual se puede modificar.[32]
El fundamento que daba antes Spitzer para suprimir la homosexualidad como diagnóstico
en 1973 era que, para ser considerada un trastorno psiquiátrico «debe producir con
regularidad angustia subjetiva o asociarse con frecuencia con algún deterioro en la
efectividad o en el funcionamiento social». Como otras condiciones sexuales que sí están
clasificadas dentro de la lista de trastornos, la homosexualidad en sí misma no posee estos
requerimientos para ser considerada un trastorno psiquiátrico, debido a que muchas
personas están bastante satisfechas con su orientación sexual y demuestran no tener
deterioro generalizado en la efectividad o en el funcionamiento social.[33]
Actualmente, organizaciones estadounidenses e internacionales tales como la Asociación
Médica Norteamericana (American Medical Association), la Asociación Norteamericana de
Consejería (American Counseling Association), la Asociación Nacional de Trabajadores
Sociales (National Association of Social Workers), la Academia Norteamericana de
Pediatría (American Academy of Pediatrics), la Asociación Nacional de Psicólogos
Escolares (National Association of School Psychologists), la Academia Norteamericana de
Asistencia Médica (American Academy of Physician Assistants), la Organización Mundial
de la Salud (OMS) y otras muchas también han dejado de considerar la homosexualidad
como una enfermedad, siguiendo en parte la decisión de 1973 de la APA.
Adicionalmente, diversas organizaciones profesionales, entre ellas la Asociación
Psicológica Norteamericana, no consideran que los intentos de modificación de la
orientación sexual homoerótica sean procedimientos profesionalmente éticos,[1] en tanto
que tales intentos no han producido resultados clínicos satisfactorios, y el concepto de
funcionalidad conductual se ha desarrollado a favor de las «personas» frente al control
social coercitivo.
Homosexualidad a lo largo de la
historia
Artículo principal: Historia LGBT
Triángulo rosa, símbolo impuesto por los nazis a los homosexuales en los
campos de concentración.
Unión civil
Artículo principal: Unión civil
La unión civil es uno de los varios términos (en México existen, desde el 9 de noviembre
del 2006, las denominadas sociedades de convivencia, concepto que se aplica no sólo a
parejas hombre-hombre y mujer-mujer, sino a cualquier otro par de personas que, por
razones incluso no relacionadas con su preferencia sexual, viven juntas) usados para un
estado civil similar al matrimonio, creados sobre todo para permitir el acceso de las parejas
homosexuales a las ventajas de las que gozan los matrimonios heterosexuales. En algunos
lugares se dispone también de uniones civiles para los heterosexuales que no desean
formalizar su relación en un matrimonio. Estas uniones heterosexuales reciben el nombre
legal de unión libre. Éstas uniones llegan a ser, en algunos estados, idénticas al matrimonio,
del que sólo se diferencian en el nombre. Las uniones civiles están reguladas en Dinamarca,
Israel, Islandia, Hungría, Francia, Finlandia, Alemania, Portugal, Croacia, Luxemburgo,
Reino Unido, Andorra, Nueva Zelandia, República Checa, Uruguay, Colombia, en algunos
estados de Estados Unidos (Hawái, California, Vermont, Distrito de Columbia, Maine, Nueva Jersey y
Connecticut), en algunas regiones de Italia (Campania, Emilia-Romaña, Toscana, Umbría, Abruzos,
Lacio, Liguria, Apulia y Véneto), en partes de Suiza (ciudad y región de Zúrich), en parte de
Australia (estado de Tasmania), en parte de México (Ciudad de México y el estado de Coahuila) y en
parte de Brasil (estado de Río Grande do Sul).
Matrimonio homosexual
Artículo principal: Matrimonio entre personas del mismo sexo
El matrimonio homosexual es el reconocimiento social, cultural y jurídico que regula la
relación y convivencia de dos personas del mismo sexo, con iguales requisitos y efectos
que los existentes para los matrimonios entre personas de distintos sexos. Éste es el paso
más avanzado para el total equiparamiento de derechos y deberes entre los ciudadanos
homosexuales y heterosexuales, y sólo se ha aprobado en los Países Bajos (2001), en
Bélgica (2002), en España (2005), en Canadá (2005), en Sudáfrica (2006), en Noruega
(2008), en Suecia (2009), Portugal (2010), Argentina (2010) y, como ya se mencionó en la
sección previa, en México existe, también desde 2006, la llamada Ley de Sociedad de
Convivencia. En otros estados el asunto está en debate y, según un estudio de opinión
europeo, más de la mitad de los ciudadanos de Suecia, Dinamarca, Luxemburgo, Andorra,
Alemania y la República Checa están a favor de su regularización en sus estados, y los
defensores de esta reforma representan más del 45 por ciento en Austria, Francia, Reino
Unido y Finlandia.
Pero no sólo en Europa se ha debatido sobre este asunto, sino que éste es un debate vigente
en el resto de los países occidentales, como Estados Unidos.[43] En estos debates,
habitualmente suelen estar a favor los sectores progresistas de la sociedad, es decir,
aquellas organizaciones que están en pro de los derechos de la comunidad lésbico-gay-
bisexual-transgénero (LGBT) y los partidos políticos progresistas (lo cual no es sinónimo
de izquierdas, necesariamente), entre los cuales se encuentran mayoritariamente los
socialdemócratas, los ecologistas, los centristas y los liberales. En contra del planteamiento
de cambios en la legislación se hallan los sectores conservadores de la sociedad (la iglesia
tanto católica como protestante y ortodoxa, principalmente), así como de los partidos
políticos que defienden sus ideales y/o los modos de vida tradicionales (los de ideologías
conservadoras, nacionalistas o de extrema derecha) y organizaciones del mismo entorno.
• Argumentos a favor: principalmente, quienes tienen una postura a favor
de la reforma alegan que regularizando el matrimonio homosexual se
conceden nuevos derechos a un grupo de ciudadanos (los homosexuales
y bisexuales) que hasta este momento no tienen/tenían, incumpliendo
de esta manera en algunos casos la Constitución o la legislación vigente
(al condenar la desigualdad y la discriminación, mientras que algunos de
los ciudadanos no se pueden casar con la persona que quieren, mientras
otra parte sí lo pueden hacer). Con esta extensión de derechos,
argumentan, no se ven afectadas las libertades de otros ciudadanos.
• Argumentos en contra: suelen afirmar que existe única y
exclusivamente un tipo de familia y no varios tipos de ella, y su
definición de familia dice que se trata de una unidad destinada a la
procreación y, dado que una pareja de hombres, lo mismo que una
pareja de mujeres, no pueden procrear a través de los medios
"naturales" (los tradicionales), por consiguiente la familia queda
restringida a la unión de un hombre con una mujer. Otro argumento
puesto en la palestra durante estos debates es la raíz etimológica de la
palabra matrimonio, que proviene del latín, matri-monium, y significa
"unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o
formalidades legales"[44] Este segundo argumento está especialmente
orientado en no aceptar que estas uniones sean llamadas matrimonio
sino más bien de otra manera, manteniendo sin embargo la mayor parte
de los derechos que eso implica.
La adopción de hijos por parte de parejas homosexuales está autorizada por ley en un
reducido número de territorios europeos y norteamericanos, y da la oportunidad a las
parejas de homosexuales de tener hijos, reconociéndoles a ambos como padres o madres
legales. Esta ampliación de derechos no suele tener tanto apoyo popular como otras
medidas de ampliación de derechos a los miembros de este colectivo (tales como el
matrimonio homosexual), a pesar de lo cual más del 50 por ciento (más de la mitad) de la
población de Suecia y de los Países Bajos está de acuerdo con esta medida.[45]
La opinión médica está algo dividida al respecto: por ejemplo, algunos consideran que lo
importante para un correcto crecimiento de los menores no es el sexo de los padres, sino el
cariño dado a sus hijos. Importantes asociaciones de especialistas, como la Asociación
Estadounidense de Pediatría o el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, se muestran a
favor, y diversos estudios científicos al respecto no han encontrado que haya ninguna
desventaja ni deterioro en el desarrollo psicológico (ni intelectual ni emocional) en los
niños o niñas criados por una pareja de hombres o por una pareja de mujeres.[46] Sin
embargo, personas como Dale O'Leary, escritora e investigadora de la Asociación Médica
Católica de Estados Unidos, han expuesto los diversos riesgos que implica para un niño el
ser adoptado por parejas homosexuales.[47]
Sociedad y homosexualidad
Muchos moralistas y diferentes miembros de grupos religiosos siguen considerando que la
homosexualidad es una desviación sexual y un pecado, motivo por el cual la
homosexualidad ha sido prohibida en muchos países y culturas a lo largo de la historia, ya
sea castigando a la homosexualidad en sí o bien algunas prácticas sexuales asociadas con
ella (como la penetración anal, la penetración bucal o la masturbación), a pesar de que
dichas prácticas no son exclusivas de las personas homosexuales. En muchas culturas la
relación homosexual, aunque fuera consensual (es decir, practicada por un acuerdo de
ambos miembros de la pareja), llegó a considerarse un crimen.
Mitos
Respecto a los roles tomados por los homosexuales, existe un mito popular que dice que en
las parejas uno de los hombres adopta el rol de varón y el otro el rol de mujer. De esta
manera, el hombre más «varonil» es el considerado activo (el que penetra analmente al otro
y nunca es penetrado), mientras que aquel que prefiere ser penetrado es considerado pasivo,
y por consiguiente es más femenino o más «afeminado». Este mismo mito también se
aplica a las mujeres lesbianas: una de ellas tendría facciones, musculatura, actitud y ropas
más «masculinas» (la considerada «activa»), mientras que la otra sería más «femenina» (la
considerada «pasiva»). En realidad sucede que, en la mayor parte de los casos, ninguna
persona homosexual es exclusivamente «activa» ni «pasiva» durante toda su vida, y
también que, en una misma relación de pareja, los roles son dinámicos, es decir, se van
modificando con el tiempo.
Educación sobre la homosexualidad
Centros escolares infantiles como las escuelas de Massachussets y otras áreas de los
Estados Unidos están ya enseñando a los niños de la escuela elemental o primaria a
equiparar las relaciones homosexuales a las del matrimonio entre un hombre y una mujer.
Más aún, en nombre de la tolerancia (que significa no únicamente "tolerar", sino una
consideración profunda, a través de la reflexión, de las diferencias humanas) y de la no
discriminación se han elaborado cuentos infantiles con temática homosexual, con el
propósito de que desde temprana edad los niños perciban que la homosexualidad es una
variable natural más en la diversidad de los miembros individuales de toda sociedad.[48] [49]
Esto sitúa a muchos padres ante una posición intolerable para ellos, pues no desean entrar
en particulares sobre la homosexualidad con un niño pequeño, y la única solución para
muchos de estos padres ha sido retirar a sus hijos de esas escuelas públicas y buscar otras
alternativas.[50]
Homofobia
Artículo principal: Homofobia
África
Artículo principal: Homosexualidad en África
Pese a que ha sido negada o ignorada por los exploradores europeos, la homosexualidad ha
estado presente en el África nativa y ha tomado varias formas:
• Los antropólogos Murray y Roscoe informaron de que las mujeres en
Lesotho establecen relaciones "duraderas y eróticas" socialmente
aceptadas, relaciones que se denominan motsoalle.[51]
• E. E. Evans-Pritchard informó de que los guerreros Azande (en el norte
del Congo) se casaban rutinariamente con jóvenes muchachos que
servían como esposas temporales. Esta práctica se volvió obsoleta a
principios del siglo XX, pero se la comunicaron los ancianos del lugar.[52]
• Un artículo académico de Stephen O. Murray examina la historia de las
descripciones de la homosexualidad en el África tradicional
subsahariana.[53]
América Latina
Artículo principal: Homosexualidad en América Latina
Las prácticas homosexuales en Latinoamérica son legales en todos los países en esta región.
El último país en despenalizarlas fue Nicaragua, dejando de considerar delito la
homosexualidad en el código penal que entró en vigor en 2008. Cuba es un caso especial: la
homosexualidad es legal y no está penada, aunque su tratamiento sigue sujeto a una cierta
arbitrariedad, aunque en los últimos años parece que la persecución ha cejado en el país
caribeño.
Aun siendo fuerte la homofobia dentro de algunas sociedades de esta región, los
legisladores han hecho esfuerzos que han conseguido que Latinoamérica sea uno de los
lugares con las legislaciones más tolerantes y progresistas del mundo. La mayoría de los
países tienen legislación contra la discriminación por orientación sexual, entre estos estados
están Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Nicaragua, Perú,
Uruguay, Venezuela, así como Puerto Rico y todas las dependencias francesas del Caribe.
El 15 de julio de 2010, Argentina se convierte en el primer país latinoamericano que
aprueba la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo.[54]
América del Norte
Artículo principal: Homosexualidad en América del Norte
Vista parcial de una pareja homosexual tomada de la mano.
En los últimos años, la homosexualidad en esta región tiene un alto grado de aceptación,
aunque pueden presentarse casos aislados de discriminación por parte de una minoría de
conservadores, especialmente en los grupos religiosos. Muchos países reconocen la unión
civil y Bélgica, España y los Países Bajos han equiparado a todos sus ciudadanos al admitir
el matrimonio entre personas del mismo sexo con plena igualdad legal. En todos esos
países se penaliza la discriminación y el maltrato a las personas por tener una orientación
sexual concreta.
En Austria, en Irlanda y en pequeños estados como Liechtenstein, Malta, Mónaco y San
Marino la homosexualidad es legal, pero aún no existen leyes específicas.
Europa oriental
En Europa Oriental, a diferencia de la mayoría de los países de la Unión Europea, la
homofobia y la discriminación persisten, tanto en los Balcanes, incluyendo Grecia, como en
los países bálticos: Estonia, Letonia y Lituania (miembros de la Unión Europea) y otros
estados desgajados de la antigua Unión Soviética, en la que durante el régimen comunista
la homosexualidad fue condenada y perseguida (desde 1933 hasta después de la
desaparición de la U.R.S.S. los homosexuales fueron considerados criminales o enfermos).
Con la caída del comunismo, la homosexualidad fue despenalizada en Rusia y otros países,
aunque la situación está muy lejos de ser la de sus vecinos occidentales. En Rusia se ha
propuesto claramente volver a la penalización de la homosexualidad, aunque esto no es
probable, considerando la pertenencia de Rusia al Consejo de Europa. Sin embargo, la no
penalización no impide la homofobia y la discriminación, muy evidentes en ese país.
En cambio, en Croacia, Eslovenia, Hungría y la República Checa, la homofobia ha
disminuido, debido a la pertenencia o la cercanía a la Unión Europea. En Croacia y Hungría
se permite la unión civil y se sanciona la discriminación por orientación sexual. En la
República Checa y Eslovenia la unión civil ya es legal.
Un caso especial es Rumania: a pesar de ser el único país europeo oriental que derribó con
violencia un régimen comunista que penalizó durante muchos años la homosexualidad, su
despenalización a regañadientes no evita la homofobia, que es fuerte y persistente, aunque
también se atisba una lejana posibilidad de que se pueda reformar el código legal, para
extender algunos derechos a las parejas del mismo sexo. Algo similar sucede en su vecina
Bulgaria.
Oceanía
Artículo principal: Homosexualidad en Oceanía
Movimiento homosexual
Artículo principal: Movimiento homosexual
Véase también
• Portal:LGBT. Contenido relacionado con LGBT.
• Homosexualidad y budismo
• Homosexualidad y cristianismo
• Homosexualidad e hinduismo
• Homosexualidad e islam
• Homosexualidad y judaísmo
• Homosexualidad y sintoísmo
• Homosexualidad y taoísmo
• Homosexualidad y unitarismo universalista
• Activismo
• Bisexualidad
• Demografía de la orientación sexual
• Heterofobia
• Historia LGBT
• Homofobia
• Lesbianismo
• Movimiento LGBT
• Oso (sexualidad)
• Persecución de los homosexuales en la Alemania nazi
• Primer movimiento homosexual.
• Queercore Movimiento musical
• Sexualidad en grados (Kinsey)
• Teoría Queer
• Transexualidad
• Transgénero
Referencias
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Orientation and Homosexuality"
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6. ↑ Feray, Jean-Claude; Herzer, Manfred (1990). Homosexual studies and
politics in the 19th century: Karl Maria Kertbeny. Journal of
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Capítulo 2, Septiembre 2008, páginas 101-128
19.↑ a b c d La homosexualidad no es lo que era, artículo de revista virtual
del 16-11-2002, escrito por el historiador español César Vidal
20.↑ Archivos Identidades Consultado el 12-4-2008
21.↑ Entre ellos, Sexual Behavior in the Human Male (Comportamiento
sexual del varón humano) (1948) y Sexual Behavior in the Human
Female (Comportamiento sexual de la hembra humana) (1953)
22.↑ En su libro Evolution’s Rainbow (‘El arcoiris de la evolución’)
23.↑ Nota: El Informe Kinsey, que estudia el comportamiento sexual
humano, clasifica las tendencias sexuales en escalas donde la
heterosexualidad y la homosexualidad exclusivas son las minoritarias en
la población, mientras que el resto forman parte de diferentes grados de
bisexualidad. Dicha escala es llamada Escala de Kinsey.
24.↑ Entrevista con Joseph Nicolosi
25.↑
http://fundaciontriangulo.es/educacion/Sexualidad/capitulo6.htm#punto
2 Datos del Informe Kinsey
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Suetonio ver en ancienthistory.about.com (en inglés).
38.↑ Suetonius, ii., 45-53
39.↑ A principios de la juventud de Octavio se le reprocharon varios actos
vergonzosos; Sexto Pompeyo le acusaba de afeminamiento; Marco
Antonio, de haber ganado la adopción por su tío Julio César mediante
relaciones contra natura; y Lucio, hermano de Marco Antonio, de que
después de sacrificar su honor a César se había entregado a Aulo Hirtius
en Hispania por trescientos mil sestercios y que utilizaba para depilar
sus piernas conchas al rojo vivo, para hacer crecer el cabello suave. ver
aquí (en inglés)
40.↑ Suetonius, Nero, 29
41.↑ Suetonius, Galba, 22
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¡Hola, buenos días! En esta ocasión trataremos un tema de relevancia y controversia…La discriminación hacia
un grupo de personas que por ser de preferencias sexuales distintas a las del resto de la gente se les es juzgado y
agredido en la mayoría de las ocasiones; en efecto hablaremos de la discriminación hacia las lesbianas, gays,
bisexuales y transexuales…
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parientes y plantear acciones penales contra sus agresores. Se establecerá un
sistema de protección y asistencia a víctimas, testigos y participantes de un
proceso penal y su reparación integral.
Victimología y Criminología de la Discriminación por Orientación Sexual.
"Bajo el único y general epígrafe de "Delitos contra la honestidad", nuestro Código penal
agrupa diversas figuras cuya inclusión ha originado no pocas críticas, motivadas por la
diversidad de los bienes jurídicos lesionados por esas figuras, que no pueden ser
comprendidas dentro del concepto, a la vez amplio y estrecho para el caso, de honestidad.
Honestidad es, idiomáticamente, sinónimo de pudor, recato, compostura, decencia y
moderación en la persona, acciones y palabras; urbanidad, decoro, modestia. Partiendo de
este concepto de honestidad, la denominación del Código peca, como bien señala Soler, por
exceso en algunos aspectos y por defecto en otros. De los sentidos generales de la palabra
honestidad sólo han sido tomados los que se refieren a la vida sexual, más concretamente a la
moralidad sexual. Este criterio reconoce la influencia religiosa que lleva a confundir
peligrosamente lo inmoral con lo decididamente delictuoso, el pecado con el delito. Criterio
evidentemente peligroso, puesto que sin mayor dificultad, podría llevar a calificar de
deshonesta y, en consecuencia, delictiva, toda relación sexual fuera del matrimonio. En un
sentido más restringido, añade el mismo Soler, honestidad es una exigencia de corrección y
respeto impuesta por las buenas costumbres en las relaciones sexuales".[4]
Las advertencias expresadas por Soler y recogidas por Vetullo niegan la posibilidad de
identificar la violación como un delito contra la honestidad. Este punto merece además otras
consideraciones, ya que la calidad de "honesta" negaría a una prostituta la posibilidad de ser
violada, si se la juzga por el tipo de vida que lleva, y se cercenaría, a la vez, el derecho a defensa
de una mujer que, en los hechos, también sería víctima de una real vulneración de sus
derechos. Revisadas otras fuentes bibliográficas que explican el delito de violación, se evidencia
que no existe una propuesta conceptual de los delitos contra la libertad sexual, por lo cual se
acudió a fuentes alternas de información, como ser enciclopedias informáticas e Internet. En
esta última se halló la siguiente definición de delitos contra la libertad sexual:
"Delitos contra la libertad sexual: Son aquellas acciones que atacan la libre disposición del
individuo sobre su sexualidad. Los principales límites al ejercicio de la libertad sexual tienen
su fundamento en el respeto a la libertad sexual de otros, en las situaciones de inmadurez o
incapacidad mental que impide a ciertas personas tener suficiente autonomía en su decisión
y conocimientos para orientar y regir sus comportamientos sexuales y otras conductas que
sin afectar de forma directa a la libertad encuentran una gran reprobación social, como son
el fomento o explotación comercial de actividades como la prostitución. Son delitos de este
tipo la violación, las agresiones sexuales, el exhibicionismo, la provocación sexual, el estupro
y el rapto".[5]
Esta descripción contiene los elementos suficientes que permiten establecerla como un
concepto, entendido éste como todo término que engloba de forma general a diferentes
acciones o fenómenos con similares características, de modo tal que su aplicación resulte de
amplia aceptación y contenga pocos elementos que lo rebatan como tal. El concepto de delitos
contra la libertad sexual nos permite proseguir con la exposición teórica de este tema de
estudio. Aparejado al anterior concepto, es necesario identificar al sujeto activo del delito
contra la libertad sexual, que en este caso es el delincuente sexual. Cabanellas lo define en los
siguientes términos:
"Delincuente sexual. El que ataca la libertad ajena en materia de relaciones sexuales, para
satisfacer los deseos propios o por otras causas. En algunos delincuentes sexuales se revela
una anormalidad fisiológica o psíquica; como en los sodomitas, exhibicionistas, autores de
incesto y otros actos prohibidos. En estos puede ser eficaz un tratamiento médico educativo.
Otros presentan mayor peligro social por la perversión que facilitan, como proxenetas o
seductores profesionales".[6]
De esta forma, vamos construyendo los rasgos que tendría la pareja penal del delito de
violación. En este punto, es importante aclarar que no se trata de una investigación que agrupe
a la totalidad de los delitos contra la libertad sexual, ya que una víctima de violación diferirá en
muchos casos de otra de abusos deshonestos, y su comprensión ameritará estudios diferentes.
Sólo se enmarca el delito de violación dentro de un concepto general, pero evitando
profundizar cada uno de los otros delitos contra la libertad sexual, entendiendo que se trata de
una investigación monográfica, y no así panorámica.
De las anteriores exposiciones rescatamos la identificación de la inclusión dentro de la
categoría "Delitos contra libertad sexual", del abuso deshonesto, el estupro y la violación. Para
una mejor comprensión de la génesis de estos delitos, se señalan en las siguientes líneas las
conductas que son enmarcadas dentro de las sicopatologías sexuales.
1.2 Sicopatología sexual y delito sexual
Una vez recogido el fundamento en el que se enmarcará el estudio del delito de violación,
entendido éste como un delito contra la libertad sexual, es necesario explicar las conductas
humanas que hacen propicia la aparición de la violación, ya que este no es un problema aislado,
que aparezca "colgado de un árbol", sino el resultado de un proceso complejo en el que
intervienen las características psicológicas del agresor y de la víctima, las condiciones físicas y
materiales para la ejecución del delito y el contexto social que lo condena. Por ello, en el
presente subtítulo se estudiarán las condiciones psicológicas, que son conductas de individuos
proclives a la comisión del delito de violación. Humberto Barrera identifica estas conductas
como anomalías del sexo, aclarando que entre éstas "幠 las hipótesis delictivas estrictamente
sexuales no existe coincidencia, pues varias de aquellas carecen de significación jurídico-
penal".[7] Esta aclaración es importante, por cuanto las prácticas sexuales que pueden
denominarse anormales o aberrantes (es decir, que se desmarcan de las prácticas aceptadas o
esperadas por el conjunto de la sociedad) no se hallan tipificadas, y por tanto carecen de
penalización. Muchas de estas conductas manifiestas por los individuos, entendidas como un
gusto que sobrepasa la aceptación de la colectividad, pueden derivar en acciones que atentan
los derechos de otras personas, lo que sí puede ser sancionado por la ley.
Ingresando en el tema citado, Barrera afirma que "Las perturbaciones de la función sexual
pueden clasificarse en cuantitativas y en cualitativas, según se trate del quantum de erotismo o
de las aberraciones del mismo".[8] Según este principio, las anomalías cuantitativas serían:
• a) Hipoestesia sexual: 2. Impotencia viril, y, 2. Frigidez femenina.
• b) Hiperestesia sexual: 2. Satiriasis (en los varones), y, 2. Ninfomanía (en las mujeres).
Las anomalías cualitativas, entendidas como perversiones sexuales, son clasificadas en:
• a) Desviaciones: 2. Onanismo; 2. Exhibicionismo lúbrico; 3. Fetichismo; 4. Bestialidad
(sodomía ratione generis); 5. Sadismo y masoquismo (algolagnia); 6. Necrofilia.[9]
• b) Inversión (homosexualismo): 2. Uranismo (entre varones); 2. Safismo o tribadismo
(entre mujeres).[10]
Por su origen estas anomalías pueden clasificarse así:
• a) Hereditarias o constitucionales.
• b) Adquiridas, sea por educación viciosa o influencias ambientales.
• c) Sintomáticas de enfermedades físicas o síquicas.
Si bien no se profundizará en cada una de estas anomalías, por ser un estudio complejo y cuyo
propósito sería distinto del que se plantea en esta investigación (al margen de existir abundante
material bibliográfico del cual se extrajeron estos puntos, y que pueden ser consultados por los
interesados en incrementar sus conocimientos en dicha área) el reconocimiento de su
existencia y sus características permiten identificar y diferenciar las razones por las que son
cometidos los delitos de violación y otros contra la libertad sexual.
Este conjunto de anomalías, como se señaló anteriormente, pueden constituirse en factores
decisivos para la comisión de delitos contra la libertad sexual, entre los que se cuenta la
violación, delito que se expone en más detalle a continuación.
La violación
2.1 Concepto y explicación jurídica
La violación es el acto que constituye el eje temático más importante de esta investigación, ya
que se constituye en el objeto de estudio. Inicialmente, debemos recordar lo que sostiene sobre
el concepto de Claudio Alarco: "Relación sexual que se efectúa contra la voluntad de una
persona empleando la fuerza. Normalmente, el término se refiere a la agresión sexual con
penetración de un hombre a una mujer que no es su esposa; comprende también la
introducción del pene en el ano de una mujer o de un hombre efectuada con amenaza o
haciendo uso de la fuerza (婠 Sobre la violación se carece de cifras exactas. La mayoría de los
casos no son denunciados por temor al qué dirán. Pese a esto, se sabe que las mujeres más
expuestas a la violación oscilan entre los 13 y los 25 años, y que las solteras son violadas con
más frecuencia que las casadas. Respecto a los violadores, la mayoría son solteros entre 25 y 45
años y provienen de los estratos inferiores; muchos de ellos tienen antecedentes penales. La
violación puede producir en la mujer o en el menor violados un trauma muy serio y daños
psíquicos irreparables".[11]
Manuel Ossorio complementa: "Con respecto a la predominante acepción sexual y punible, el
bien jurídico tutelado es la libertad sexual, por lo cual no entra para nada en consideración la
deshonestidad de la víctima, de donde se deduce que el sujeto pasivo puede ser una prostituta.
Aun cuando en algunas legislaciones, y en parte de la doctrina, se ha sostenido que el sujeto
pasivo tiene que ser asimismo una mujer, como sería en el caso de ejercer intimidación sobre la
mujer o actuando en relación con un menor de 12 años. En cambio, la generalidad de la
doctrina se inclina en el sentido de que el sujeto pasivo puede ser lo mismo un hombre que una
mujer".[12]
En este concepto se establecen los siguientes elementos constitutivos: el bien jurídicamente
tutelado, que es la libertad sexual, es decir, la potestad de cada individuo de decidir libremente
sobre su elección de la pareja, el momento y el lugar en que desea mantener una relación
sexual, derecho vulnerado cuando una persona ejerce violencia o intimidación sobre otra con el
fin de mantener relaciones sexuales. Debe recalcarse el uso del término "persona" en alusión a
la aclaración que formula el propio autor del concepto: la discusión en cuanto al sujeto activo,
que en algunos casos puede ser una mujer. La noción que presenta Ossorio es importante, ya
que ésta incluye aquellos casos en los que una mujer obliga a un varón a sostener relaciones
contra la voluntad de este último. La visión típica es la del varón violador, pero debe
mantenerse atención sobre los casos en que mujeres adultas o mayores obligan a varones
marcadamente menores (niños o adolescentes) a mantener relaciones con éstas. Si bien el uso
de la violencia física es lo que puede diferenciar a unos casos de otros, el hecho en sí involucra
–como se señaló anteriormente– a la voluntad de la víctima: es decir, si ésta realmente deseaba
copular con la otra persona o si cedió a la presión por temor a represalias, burlas u otro motivo
subyacente.
Otro elemento importante incluido en la discusión es aquel relacionado con la "honestidad de
la víctima", término empleado en alusión a la actividad de la misma, es decir, en el caso de que
se tratase de una prostituta. En este punto, se reconoce la importancia que tiene la fuerza, la
ventaja visible del violador en relación a la víctima.
Otro tanto sucede con la violación en el matrimonio. Si bien Ossorio sostiene que aún existe
discusión en cuanto al particular, señalando: "Se ha discutido también si cabe violación en las
relaciones sexuales de un matrimonio; por lo general se ha llegado a la conclusión de que
dentro del matrimonio ese delito únicamente es posible cuando se pretende o se fuerza a un
acceso contra natura o si constituye corrupción, contagio venéreo o lesiones. También se ha
discutido en doctrina si cabe el delito de violación ejercido por una mujer sobre otra",[13] es
posible afirmar que toda discusión debe ser superada tomando el elemento primordial citado
anteriormente: la voluntad de la víctima. Cuando ésta no desea mantener relaciones con su
pareja, incluso si se trata de su esposo o esposa y su deseo de no hacerlo no es aceptado, y
recibe en cambio una amenaza o coerción de cualquier tipo, incluidos golpes, no sólo se
desconoce la voluntad de la víctima, sino que se vulnera su dignidad. Ossorio señala sobre el
particular: "Se estima, por lo general, que la resistencia del sujeto pasivo, que más
corrientemente es una mujer, ha de ser lo suficientemente seria para distinguirla de aquella
otra que sólo forma parte del juego amoroso de la pareja y que el poeta Ovidio denominada vis
grata puellis".[14]
Sobre la sanción a quien cometiere el delito de violación, el artículo 308 del Código Penal
establece lo siguiente:
ARTÍCULO 308º (VIOLACION). Quien empleando violencia física o intimidación, tuviera
acceso carnal con persona de uno u otro sexo; penetración anal o vaginal o introdujera
objetos con fines libidinosos, incurrirá en privación de libertad de cinco (5) a quince (15)
años. El que bajo las mismas circunstancias del párrafo anterior, aunque no mediara
violencia física o intimidación, aprovechando de la enfermedad mental, grave perturbación
de la conciencia o grave insuficiencia de la inteligencia de la víctima, o que estuviere
incapacitada por cualquier otra causa para resistir, incurrirá en privación de libertad de
quince (15) a veinte (20) años.
Como se podrá observar, en lo que se refiere a la tipificación y sanción del delito de violación, el
artículo citado es bastante claro e identifica los elementos más importantes en lo que se refiere
al acto de la violación, resaltando en la descripción de esta figura delictiva la indiscriminación
de sexo, estado civil, o condición de honestidad de la víctima, lo que la hace una disposición
acorde a la evolución del derecho penal. También debe destacarse que en este artículo se
incluye como acto penado por ley la introducción de objetos con fines libidinosos en el ano o la
vagina de la víctima, ya que estos actos la degradan y humillan, además de ocasionar lesiones
en el cuerpo y dejar secuelas psicológicas.
2.2 Síntesis histórica de la penalización de la violación
Fontán Balestra presenta una síntesis histórica del delito de violación en los siguientes
términos: "La violación, entendida como acceso carnal logrado contra la voluntad de la víctima,
ha sido contemplada por las legislaciones antiguas. En Roma se castigaba con la pena de
muerte a quienes ejercían violencia sobre personas casadas o solteras, y durante la Edad Media
siguió castigándose con severidad este delito. En las leyes españolas, el Fuero Juzgo castigaba
al hombre libre con cien azotes y al siervo a morir quemado en fuego. El Fuero viejo de Castilla
determinaba la muerte de quien forzara a una mujer, fuera o no virgen. También Las Partidas
amenazaban con pena de muerte al hombre que robara a una mujer viuda de buena fama,
virgen, casada o religiosa, o yaciere con una de ellas por fuerza".[15] En esta cita breve del autor
referido, se observa que el delito de violación ya era duramente sancionado en la Edad Antigua
y la Edad Media. En la actualidad, dados los cambios operados en las sociedades humanas, las
penas se hicieron más benignas, pero la sanción social sigue vigente, ya que el autor
comprobado de una violación, es estigmatizado y marginado socialmente.
2.3 Los sujetos del delito
Los sujetos del delito, que conforman la pareja penal del delito de violación, son: a) el sujeto
pasivo (víctima); y, b) el sujeto activo (la persona que viola). Estos son descritos a
continuación:
• a. El sujeto pasivo. "Expresamente declara la ley que el sujeto pasivo puede ser persona
de uno y otro sexo. No hace distingos con respecto a las condiciones de la víctima; puede ser
persona soltera, casada, divorciada o viuda; mujer honesta, virgen o no, no honesta y aun
puede tratarse de una prostituta. Es necesario que el hecho haya sido cometido sobre
persona viva, pues el muerto no puede ser considerado titular de ningún derecho. Si el autor
fue quien causó la muerte para acceder al cadáver, sólo es autor de homicidio simple, pues
no ha matado para cometer otro delito, ya que su actividad sexual no constituye, en el
derecho argentino, una conducta típica. Si la muerte se produjo como resultado de la
violación, es aplicable la escala agravada del artículo 124 del Código Penal; pero es preciso
que en el momento del acceso la víctima estuviera viva. La exigencia de que el sujeto pasivo
sea una persona, excluye los actos de bestialidad".[16] Esta cita extensa nos permite
observar las condiciones que debe cumplir la víctima para ser considerada tal: en primer
lugar, está el hecho de que se trate de una persona (aunque el autor señalara esta condición
al final de su exposición). En segundo, la víctima debe estar viva al momento de la comisión
del delito. En los casos en que se dude sobre el momento del deceso de la víctima, se
disponen de los métodos y medios para determinar esta circunstancia, por lo que una
argumentación al respecto en este texto sólo distraería la atención del tema principal.
Finalmente, no es requisito que la víctima sea de una edad determinada, un sexo único (solo
varón o mujer) ni condición social o estado civil alguno que la diferencie de las demás. Por
tanto, estamos ante una serie de condiciones invariables y otras variables que hacen
identificable a la víctima del delito de violación. A continuación, se exponen las condiciones
que debe cumplir el sujeto activo, es decir, el autor del delito.
• b. El sujeto activo. "En la generalidad de los casos, el sujeto activo de la violación es un
varón, y no resulta dudoso que legalmente pueda serlo. Se discute si pueden ser autores la
mujer o el hombre homosexual que actúa como pasivo. Quienes se pronuncian por la
negativa, alegan que sólo tiene acceso carnal el que realiza la penetración; que el artículo
120 (del Código Penal Argentino), al prever el estupro, supone todas las condiciones del
artículo 119, salvo las circunstancias de sus números 2 y 3, condiciones entre las que está el
sujeto activo del delito, y nadie duda de que en el estupro debe ser un varón; que al
calificarse el delito, en el artículo 122, se hace referencia exclusivamente al hombre, como
cuando es un sacerdote, que excluye conceptualmente a la mujer. Ninguno de los
argumentos nos parece decisivo: cuando se hace referencia al estupro, el argumento está
hecho al revés (婠 Creemos que la mujer y el homosexual, de hecho, pueden ser sujetos
activos de la violación y que la ley no los excluye. Cierto es que no resulta fácil de imaginar
el hecho ejecutado mediante violencia física, pero sí lo es cuando se trata de un varón menor
de doce años, y aun en los supuestos de la intimidación. No admitimos, en cambio, la
violación de mujer a mujer".[17] Poco puede agregarse a la discusión planteada por Fontán,
por lo que sólo se expresará que en el presente estudio se coincide con la afirmación de que
dadas ciertas circunstancias (principalmente la edad, el estado mental o la intimidación
ejercida sobre el sujeto pasivo) puede considerarse sujeto activo de la comisión del delito de
violación a una mujer o a un varón homosexual.
2.4 Conductas o prácticas relacionadas
En el presente subtítulo se exponen algunas conductas o prácticas sexuales relacionadas con el
delito de violación, que en algunas ocasiones pueden ser confundidas con este delito o bien
abonan el terreno para la comisión del mismo. Por tanto, se las incluye en este apartado por su
vinculación con el objeto de estudio.
Abuso deshonesto
Jurídicamente, el abuso deshonesto es todo delito "壯 nsistente en cometer actos libidinosos
con persona de uno u otro sexo, menor de cierta edad, privada de razón o de sentido, o
mediante el uso de la fuerza o intimidación, sin que haya acceso carnal. Este delito se agrava
cuando el sujeto activo es un pariente en determinado grado, un sacerdote o un encargado de la
educación o guarda del sujeto pasivo".[18]
Complementariamente, el diccionario de la sexualidad aclara que se trata de la "Realización de
actividades sexuales distintas del coito (tocamiento de los genitales, cunnilingus, fellatio, etc)
con una persona de uno u otro sexo haciendo uso de la fuerza o aprovechándose de la
inexperiencia de ésta cuando fuere menor de 12 años, o de su falta de razón y de sentido cuando
se hallare enferma. Se diferencia de la violación en que no incluye el coito ni el ánimo de
efectuarlo".[19] Esta figura tiene particular interés para el presente estudio, ya que se
constituye en la vía que culmina en un acto de violación cuando no es detectada a tiempo, sobre
todo, como se explica, cuando se trata de niños o niñas o de personas con algún impedimento
debido a una discapacidad física o mental, sea temporal o permanente.
Estupro
El estupro es un delito contra la libertad sexual, que el Código Penal boliviano sanciona en los
siguientes términos: "ARTICULO 309° (ESTUPRO). Quien, mediante seducción o engaño,
tuviera acceso carnal con persona de uno u otro sexo, mayor de catorce (14) años y menor de
dieciocho (18), será sancionado con privación de libertad de dos (2) a seis (6) años.".[20]
Manuel Ossorio aclara además que "El requisito de la edad, que varía según las legislaciones y
la doctrina, al igual que otros aspectos, y la ausencia de enajenación mental en la víctima y de
fuerza o intimidación en el estuprador, diferencian el delito de estupro del de violación."[21]
Un elemento primordial en esta figura jurídica lo constituye el acceso carnal que una persona
tiene con otra mediante el engaño, es decir, con sutilidad, pero sin que medie violencia de
ningún tipo. Desde luego, no debe confundirse el daño que se ocasiona en la víctima antes de
mantener la relación, durante la relación o después de ésta. Específicamente, se habla de
lesiones físicas que puede recibir la víctima como resultado del acceso carnal, que resultaren al
proceso de engaño mediante el cual una persona lleva a otra a consumar el acto.
Este tipo de situaciones se dan en diversos ambientes sociales. La figura típica se da en casos
como de los padrastros e hijastras, tutor y pupila, profesor y alumna, como resultado de la
evidente posición de superioridad de uno respecto a la otra, consumándose el acto sexual como
resultado de la voluntad impuesta de una parte sobre la voluntad de la otra.
Por otra parte, es necesario indicar que la doctrina consultada identifica a la víctima como si se
tratara exclusivamente de las mujeres, cual si los varones no pudiesen serlo. En cambio, la
legislación vigente no especifica el sexo, y consideramos que ésta es la forma correcta de
plantear la situación.
Seducción
La seducción entendida como el "Enamoramiento. Captación. Engaño de una menor, para
desflorarla o yacer carnalmente con ella".[22] Aunque algo limitada en su explicación, esta
definición nos permite observar que se trata de un proceso algo más complejo que el estupro,
aunque algunos autores lo entienden como sinónimo de éste. En el anterior concepto vemos
restringida la actividad a las mujeres jóvenes, existiendo una doble limitación que no
necesariamente se plantea en la realidad: la edad y el sexo. En cuanto a la edad, es importante
aclarar que también pueden ser seducidas personas adultas, siempre y cuando las condiciones
estén dadas y la persona seducida se halle dispuesta a "seguir el juego" ante la persona
seductora. En lo referente al sexo, no debe limitarse únicamente a las mujeres, sino que debe
incluir a los varones.
Claudio Alarco amplía esta visión en los siguientes términos: "2. Acción de cautivar a una
persona por medio del atractivo físico, del modo de ser o de actitudes reprobables como el
engaño. Consiste también en conseguir favores sexuales de otro valiéndose de dichos medios.
La seducción puede responder a una serie de motivos: un simple recreo erótico, una urgencia
sexual intereses egoístas de ventaja, deseo de agradar al prójimo tendencia a hacerse valer;
pero también a un auténtico sentimiento de amor. No depende únicamente del seductor, sino
también de la persona seducida, de su inclinación a dejarse conquistar. Las circunstancias
juegan a veces un papel muy importante. La seducción, además, está condicionada por la
cultura: los tipos, rasgos y atributos considerados seductores e ideales, como por ejemplo, un
hombre de raza blanca o una mujer con vestido muy corto y escotado, pueden carecer
totalmente de otra cultura o sociedad. 2. Abuso sexual que comete una persona mayor con otra
menor de edad, valiéndose de su superioridad, la persuasión o el engaño. A veces se produce no
tanto por las insinuaciones del adulto, como por la curiosidad sexual del niño o del joven;
también el sentimiento de abandono y la consiguiente búsqueda de apoyo afectivo pueden
facilitar la seducción. Está demostrado que los niños más faltos de cariño y protección son los
que se hallan más expuestos. En algunas ocasiones el abuso sexual del adulto provoca graves
daños emocionales en la personalidad del menor de edad, sobre todo cuando se trata de una
relación homosexual".[23]
Alarco equipara la seducción al estupro, pero aclara que la seducción también (y no
exclusivamente) se produce entre un adulto y un menor, pero a la vez deja abierta la puerta a la
posibilidad de que el contacto sexual se produzca sobre todo por la curiosidad sexual del niño o
joven, además de la insistencia o la astucia del adulto. Implica, por ello, que la voluntad de la
persona seducida pueda coincidir, de un modo y otro, con la de la persona seductora. Por tanto,
la seducción no debe ser confundida con la violación, sino que debe ser considerada como una
figura distinta, en algunos casos no penalizable (cuando la persona seducida es mayor de 18
años). Sin embargo, por lo mismo, debe aclararse que en un caso de violación el autor del delito
no puede alegar haber mantenido relaciones sexuales en anteriores oportunidades con la
víctima para eximirse de culpa, ya que el hecho de que esta última no sea virgen no implica que
deje de ser víctima.
2.3 Factores que intervienen en la comisión del delito de violación
Entre los factores que intervienen en la comisión del delito de violación, podemos citar: a)
funciones sexuales fisiológicas no satisfechas; b) condiciones sexuales patológicas; c)
desorganización familiar y de vecindad; ch) Situación económica; d) desorganización social
general; e) El vicio comercializado.[24]
La enumeración de estos factores implica el reconocimiento de una serie de condiciones que
posibilitan la comisión de delitos contra la libertad sexual en general, y de la violación en
particular. De modo particular, según esta visión, son víctimas y victimarios sobre todo las
personas económicamente pobres, es decir, aquellas cuyas condiciones materiales de existencia
les impiden satisfacer sus necesidades básicas.
2.4 Relación violador-víctima
Como pudo verse en anteriores páginas, entre el violador y la víctima existe por lo general una
relación que evidencia la proximidad entre ambos. En ocasiones se trata de padres e hijos o
hijas; otras, padrastro e hijastro(a). También se da el problema entre hermanos cuya diferencia
de edad es considerable. Guarda especial consideración el tema de la violación dentro del
matrimonio, no por que se trate del esposo como agresor, sino de que muchas veces la cultura
popular niega esta posibilidad, argumentando que se trata de una obligación que se da entre
ambos cónyuges, pero pasando por alto, como se señaló en reiteradas oportunidades, la
voluntad de la víctima, que como factor decisivo marca la diferencia entre una relación sexual
mutuamente satisfactoria (o al menos pactada) y una violación. Alfredo Achaval ofrece los
siguientes comentarios respecto a esta relación:
La relación psicológica entre delincuente sexual y su víctima no es una relación simétrica de
fines como lo puede ser la pareja, entre otras cosas uno valora su finalidad o deseo y la
víctima intuye tal finalidad, no la comparte y por consiguiente no coinciden en la
manifestación respectiva de sus derechos, de allí su asimetría. Tal diferenciación psicológica
hace que, precisamente en los delincuentes que consideramos, tenga interés primordial la
personalidad del delincuente como también la de la víctima, es decir, victimología de la
violación.[25]
Por otra parte, vemos que la evolución histórica del consentimiento ha seguido pautas de
acuerdo a las distintas culturas que se estudian. Así, fue prácticamente inexistente en el
período del derecho cavernario del más fuerte, primero endogámico y luego exogámico, pasa
más tarde al poder del jefe y se mantiene en la cultura occidental hasta después de terminada la
Edad Media, institucionalizándose en el derecho de pernada, se cede con posteridad en el
hombre libre y dentro de esa misma cultura de Europa Occidental, al jefe de familia como
atributos propios del patriarcado o del mayorazgo. En algunos grupos étnicos "峥 cedía por
aquellos o por verdaderos consejos de familia a comisionistas o casamenteros o a embajadores
y no se discutía el negocio sino en cuanto a valor de bienes intercambiados. Sólo en épocas
contemporáneas podemos decir que han sido vencidas costumbres y que la mujer por lo menos
en la gran mayoría de los casos de los ambientes con cultura social básica ha asumido la
responsabilidad de dar, por sí misma, el consentimiento para el acto sexual".[26]
Frente a ese derecho de dar el consentimiento válido, se impone el estudio del mismo, de las
motivaciones previas, se trate de actitudes seductoras o de otros tipos de motivaciones, de la
personalidad bio-psico-social del delincuente y de la víctima. Así comprenderemos la
criminogénesis sexual y las bases de prevención del crimen sexual, donde el consentimiento
produce la exculpación de la conducta. La lucha contra el delito es un problema de costumbres,
de no cerrar los ojos ante nuestros errores y por consiguiente no es sólo un problema de
instituciones.
2.6 El uso de la violencia
Otro de los elementos importantes a tomar en cuenta en el estudio de la violación propiamente
dicha es el empleo de la violencia. Fontán Balestra recuerda que "La fuerza es el medio que
emplea el autor de la violación para vencer la voluntad del sujeto pasivo, cuando éste, en el
momento del hecho, está psíquica y físicamente capacitado para oponer resistencia".[27] Para
que exista violencia, aclara Fontán, es necesario que la víctima esté en condiciones de ofrecer
resistencia, de pelear, golpear, arañar o morder defendiendo su integridad. En este punto,
conviene reflexionar sobre la escasa resistencia que podría ofrecer un niño o niña en semejante
situación, pero que de todos modos son lesionados por sus agresores, además de ser violados,
habiéndose presentado muchas veces el caso de niños que perecieron en manos de su agresor.
Por otra parte, Fontán Balestra aclara que "La violencia física (fuerza) ha sido denominada por
la doctrina violencia efectiva física, por oposición a la llamada violencia moral (intimidación) y
a las formas de acceso carnal con personas que físicamente están incapacitadas para oponer
resistencia o a las que la ley no reconoce voluntad válida para el consentimiento en estos casos,
a la que se ha dado en llamar violencia presunta".[28] Esta distinción permite fijar los límites
entre los dos tipos de violencia, remarcando el hecho de que en unos casos podría tratarse de
personas capacitadas para defenderse, ante lo cual el agresor ejerce violencia para reducir a su
víctima, lo cual puede incluir golpes en la cabeza, lesiones con arma blanca u otro objeto,
además de las consabidas amenazas contra la integridad física, la vida o el bienestar de algún
familiar. También debe tomarse en cuenta las características que tendría una violación a una
persona clínicamente impedida (por estar en estado comatoso o sufrir un impedimento físico
importante), o que se halle bajo los efectos de drogas poderosas que impidan su reacción.
En este punto, es necesario explicar el significado de las lesiones, ya que es un término
reiteradamente utilizado hasta esta parte del estudio, y que además será empleado en el
análisis de los datos que se obtengan mediante el trabajo de campo. Para ello, apelamos al
Diccionario de ciencias jurídicas, políticas y sociales de Manuel Ossorio, quien señala lo
siguiente:
"Dentro de un concepto penalístico, el Diccionario de la Academia define la lesión como daño
o detrimento corporal causado por una herida, golpe o enfermedad, coincidente con e sentido
que a este delito suelen dar los códigos penales (婠 En general, las lesiones se clasifican, con
arreglo a su mayor o menor duración, en leves, graves y gravísimas. Las primeras son las
que se curan en un plazo breve y no dejan ninguna secuela permanente; las segundas son las
que producen una debilitación permanente de la salud, de un sentido, de un miembro o de un
órgano, o también dificultan permanentemente de la palabra o una situación de peligro en la
vida del ofendido o una inutilización para el trabajo por más de cierto tiempo o una
deformación permanente del rostro. Son las terceras las que dejan una enfermedad mental o
corporal permanente para el trabajo o la pérdida de un sentido, de un órgano, de un
miembro, del uso de la palabra o de la capacidad de engendrar o concebir".[29]
Como podrá advertirse, la inclusión de las lesiones en el estudio de la violación es de suma
importancia, pues permite medir la magnitud del daño físico o mental que puede ocasionar en
la víctima la comisión de este delito.
Asimismo, se debe remarcar el hecho de que "La violencia real, fuerza física o moral constituye
el elemento característico del delito de violación en la legislación universal".[30] En el caso
boliviano, se advierte que el Código Penal, en su artículo 308, incluye la violencia física o
intimidación como uno de los componentes esenciales para la comisión del delito de violación.
La violencia real se halla siempre comprendida en toda conceptuación jurídica y
psicopatológica de la violación, la cual la supone necesariamente, así como existe la muerte
para el delito de asesinato.
Tieghi señala además que "Ni la edad impúber, ni el abuso de incapacidad o inferioridad
psicofísica, que impida la comprensión o resistencia sexual de la víctima, son en cambio
pacíficamente constitutivos de violación en las diversas regulaciones penales; pero siempre que
concurre fuerza física o intimidación el acceso carnal es efectivamente violento y, como tal,
agrupable dentro del tipo jurídico penal de violación".[31]
La violencia real sólo es significativa en la definición del tipo jurídico de la violación cuando
tiende a posibilitar la consecución de la meta sexual no consentida y resistida por la víctima;
esto es "壵 ando constituye el "medio ilícito" por el cual se pretende superar no sólo la voluntad
sino también la resistencia córtico-neuro-muscular consecuente de la víctima".[32]
El examen médico forense, en estos casos, es fundamental para determinar la violencia
ejecutada como respuesta a la resistencia presentada por la víctima. Por ello "嬡 violencia
carnal constitutiva del delito de violación es aquella que media para la obtención del coito
extramatrimonial; es decir, la "violencia instrumental" (violencia inicial), sin que sea preciso
que se mantenga luego de ocurrida la penetración vaginal. Este es, sin duda, el sentido que
Carrara ha entendido dar a los términos resistencia seria y constante. De allí que la fórmula
debiera aceptarse para evitar que un simple fingimiento, o un simulación femenina de
honestidad, pudiesen llevar a dar por acreditado el extremo de violencia en tan serio crimen.
En realidad, las precauciones de Carrara han tendido a alertar acerca de hipótesis no violentas,
pero en las que la resistencia forma parte de un juego amoroso consentido y sobreentendido. El
propio Carrara cita a continuación la fórmula de Ovidio: visgrata puellis (la violencia es grata a
las niñas o, más precisamente: la violencia agrada a las doncellas o jóvenes)."[33]
Sin embargo, no deben confundirse las situaciones, y debe tomarse en cuenta que en ciertos
casos los términos "seria y constante" podrían significar que la resistencia de la víctima no debe
cesar "娡 sta la consumación cabal del coito, aun luego de la immissio penis in vagina porque
en tal supuesto el delito ya ha concluido desde el punto de vista penal, y además porque la
resistencia de la víctima tiende a impedir el acceso carnal y no debe descartarse que vencida
aquélla la propia frustración acelere psicológicamente e agotamiento y entrega pasiva, aunque
no consentida, de la víctima."[34]
La inhibición de la voluntad de la víctima, además, pudo haberse obtenido de varias maneras,
como, por ejemplo, con la intervención de varias personas, el terror, las amenazas idóneas y
golpes cuyas señales debe investigar el profesional especializado. "Simonin, cita, entre otras
pruebas de la materialidad de la fuerza y resistencia, los arañazos y mordeduras descubiertos
en la cara o en los brazos del inculpado, así como el desgarro de las bragas de la mujer".[35]
También debe tomarse en cuenta que "En algunos casos los rastros de violencia son múltiples y
pueden deberse a atentados propios y diversos de la violación, consumada con anterioridad o
posterioridad; particularmente, en los "criminales agresivos" que sin llegar a ser verdadero
delincuentes sexuales incurren en estos delitos mientras consuman crímenes contra la
propiedad".[36]
Lo anterior implica que todos los elementos coexistentes en un caso de violación deben ser
valorados a fin de no confundir las cosas. Señalar al culpable de un delito y determinar la
existencia de un delito, dependerá de la mirada atenta y el criterio razonable de los juristas y
todo profesional que entre en contacto con un caso de violación. Tieghi ilustra esta situación
apelando a una explicación de Krafft- Ebing en los siguientes términos:
"Krafft- Ebing cita el caso de una anciana de 72 años que presentaba heridas en la cara y las
partes genitales. Pero las primeras se vinculaban con una tentativa de robo – la agresión
ocurrió mientras se exigía el dinero y solo las segundas se relacionaron con la comprobación
de violencia carnal. Los peritos señalaron: "Las comprobaciones hechas en las partes
genitales de la anciana, los arañazos y equimosis en el orificio de la vagina, denotan una
contusión bastante fuerte, una dilatación de esas partes, y confirman las declaraciones de la
interesada, que pretende que el inculpado practicó en ella el coito por la fuerza"."[37]
Este tipo de lesiones no ofrece problemas de encuadre jurídico-conductual: se tratará, sin duda,
de hechos independientes y regidos por las reglas del concurso real de delitos.
Otras veces la violencia puede sorprender a las víctimas y ocurrir en ocasión del acto sexual
consentido; en tales casos, propios de la agresión sexual sádica, sin violación, rigen las
disposiciones relativas a las lesiones calificadas por el móvil (placer sexual).
2.7 Violencia carnal y sadismo
Otro punto de interés para el presente estudio es la relación entre la violencia carnal y el
sadismo. Tieghi señala sobre el particular: "La relación entre voluptuosidad y crueldad ha sido
estudiada, particularmente, entre criminales sádicos. Fenichel opina que las personas que
sienten la necesidad de suministros narcisísticos, muestran, al ser frustrados, una tendencia a
responder con reacciones sádicas intensas; por lo demás es decisiva la idea de evitar una
terrible experiencia pasiva perpetrándola activamente. Según este autor, si bien no ha sido
analizado ningún asesino sexual, puede afirmarse que el superyó se complica en la situación y
que el sádico ahoga su propio temor en la agresión patológica a la víctima: "Te torturo hasta
obligarte, por la intensidad de tu sufrimiento, a perdonarme, a liberarme del sentimiento culpa
que bloquea mi placer, y de este modo, mediante y en tu perdón, a procurarme una satisfacción
sexual" (婠 el componente instintivo sádico es utilizado realmente para lograr un
reaseguramiento contra el temor a la castración".[38]
Observando estas afirmaciones, se puede concluir que el sádico sólo es capaz de liberarse del
miedo de la castración y lograr placer sexual cuando puede hacer a los demás, lo que teme que
le hagan a él.
Se afirma también que en estos casos el dolor infligido procura placer sexual. Tampoco se
descarta que las prácticas sádicas se hubiesen originado por vía de condicionamiento clásico
correspondiente. Aun cuando sólo se trate de una hipótesis, ya se ha desarrollado desde hace
algún tiempo una terapia aversiva, aunque incipientemente.
En las manifestaciones más graves, el sádico se vale de instrumentos cortantes y punzantes
para agredir a la víctima, infiriéndole toda clase de heridas especialmente en los pechos y los
genitales, pudiendo llegar al "asesinato por lubricidad".
El conocimiento de las modalidades y móviles de la violencia carnal, como veremos más
adelante permite decidir con mayor precisión, la tipificación jurídica del hecho. Por ello, es
conveniente tratar separadamente tanto las hipótesis legales referidas a lesiones y muerte
producidas o causadas por la violación, como las dirigidas a asegurar su consumación, o
procurar su impunidad, como las causadas por mero placer sexual ("sadismo" y "asesinato por
lubricidad").
2.8 La agresión sexual
Osvaldo Tieghi afirma que "El homicidio y lesiones sexuales pueden obedecer a causas
diversas. Algunas veces la voluptuosidad se alimenta en la agresión y entonces nos hallamos en
presencia de las lesiones y muerte producidas por causa del "sadismo", y, en el caso más
extremo, frente al "asesinato por lubricidad"."[39] Esto se constituye en un proceso complejo y
en el que la violencia adopta manifestaciones extremas, acaeciendo muchas veces la muerte de
la víctima.
Además, el mismo autor señala que "Otras veces, el violador produce la muerte de la víctima
con el mero propósito de asegurar su impunidad, o la lesiona antes de asesinarla, ya sea para
facilitar el vencimiento de la resistencia, o para impedirla. Esta finalidad "especulativa" es más
propia de "criminales agresivos", con personalidad antisocial (sociopática), que algunas veces
no reparan en llegar a toda clase de abusos sexuales mientras consuman otros delitos contra la
propiedad".[40]
A estas dos formas de violencia extrema relacionada con la violación, se suma una tercera
modalidad, que "峥 halla constituida por las lesiones o muerte causadas involuntariamente,
generalmente por "delincuentes sexuales impulsivos", con el propósito de vencer la resistencia
de la víctima (lesiones y homicidio no intencionales)". [41]
La muerte no deseada, también es una posibilidad que el jurista y el criminólogo deben tomar
en cuenta en los casos de violación que atienden, pero también deben considerar el que "Las
manifestaciones sexuales de tipo sádico constituyen unidades biopsicojurídicamente
significativas que carecen de regulación específica no obstante desbordar los tipos de violación
y abuso deshonesto. Y la cuestión presentada por tal desborde no se resuelve con la aplicación
de las reglas del concurso, porque con ello se desarticula, analítica y conceptualmente, la
esencialidad inescindible de la conducta jurídicamente relevante, con nocivas consecuencias en
el orden político criminal".[42]
En el actual estado legislativo, esto es, ante la carencia de normas específicas a los supuestos de
agresión y voluptuosidad, y según veremos, nos inclinamos por la aplicación de las reglas del
consumo formal entre el delito sexual y el homicidio o las lesiones, los cuales a su vez se verán
calificados por el móvil (placer).
Tieghi nos recuerda además que "El homicidio causado para asegurar la impunidad, de "tipo
especulativo", constituye un hecho independiente del delito sexual, que entrará en concurso
material y se verá calificado por la finalidad. Entre las hipótesis que hemos individualizado en
segundo término, existen supuestos particulares (婠 que no definen una unidad conductual
biopsicojurídicamente significativa y que se hallan fuera, tanto de los casos de la
intencionalidad calificada propios del sadismo, como de la irresistibilidad que origina lesiones
y muerte no intencionales en la violencia carnal impulsiva. Nos referimos a aquellas lesiones o
muerte que pueden tener lugar especulativamente, sea con motivo de agresión preordenada o
de corrección conductual consciente y selectiva de un "criminal" agresivo", sea para atemorizar
a la víctima, sea para inmovilizarla, como meta fraccional que no se vincula ni con el sadismo,
ni con la dinámica espontánea que presenta el vencimiento "impulsivo" de la resistencia
opuesta por la víctima, y sí, en cambio, con una conducta evitativa de la frustración anticipada
de la meta, que ha sido aprendida o se inscribirá en el aprendizaje, antisocial del delincuente 妱
uot;.[43] Esto involucra una serie de conductas criminales de compleja explicación y en cuya
comprensión concurren diversas ciencias, principalmente la psicología, pero las explicaciones
señaladas son más propias de la criminología.
Tieghi concluye su explicación afirmando que "En las hipótesis en las cuales tenga lugar una
agresión especulativa, no cabrá hablar en su caso de lesiones involuntarias; y como tales
lesiones son subjetiva y objetivamente escindibles del atentado sexual en sí, deberán calificarse
y entrarán en concurso con él".[44]
Pero debe tomarse en cuenta que las lesiones y homicidio sexuales no son siempre obra de un
sádico ni de un delincuente agresivo. Algunos autores, profundizan los supuestos de homicidio
no intencional debidos a irresistibilidad del impulso, entre ellos Altavilla, quien cita el caso de
un joven que ahogó y poseyó a su hermana cuyo cuerpo aún se hallaba caliente, exasperado por
la abstinencia y la obsesión de poseer: "Horrendo delito, pero no hubo en él ninguna desviación
del instinto; si la joven no hubiera resistido, habría sido poseída dentro de las formas normales.
En estos casos sólo se quiere vencer la resistencia e impedir los gritos, pero no hay intención de
matar; sólo la exhuberancia de la expresión nerviosa imposibilita la regulación de los
movimientos, sin excluir que el contacto con la carne de la garganta, al excitar un sentimiento
voluptuoso, pueda hacer más violenta la acción de apretar, hasta ocasionar una sofocación que
no se pretendía, pues si así fuera, el homicidio tomaría aspecto sádico".[45]
A nuestro juicio, en relación con el caso presentado por Altavilla, la irresistibilidad misma del
impulso, su urgencia, la explosividad de la descarga, la morbilidad del acceso con la moribunda
y la descontrolada agresión que provocó su muerte, denuncian un claro y grave cuadro
psicopatológico. Sin embargo, ello no implica necesariamente, irresponsabilidad desde el punto
de vista actual del derecho penal.
Como señala Krafft-Ebing, "奬 instinto sexual normal no demanda impetuosa y forzosa
satisfacción y sólo en estado patológico se manifiesta impulsivamente y con violencia, pudiendo
llegar a una inquietud sexual que turba la conciencia y produce un verdadero estado de
angustia física bajo el imperio de un impulso irresistible".[46]
Fuera de estas hipótesis extremas, la causación no direccional o finalista de lesiones derivadas
meramente de la desviación involuntaria del curso causal del forzamiento dirigido al
vencimiento impulsivo de la resistencia es amplísima y comprende desde las "contusiones no
programadas", en la cara interna de los muslos, en los brazos y en los alrededores de la región
genital, hasta los "desgarros virginales y hemorragias"; pues bien, como veremos, las
consecuencias leves se hallan absorbidas por el tipo básico, ya que constituyen el resultado
mismo de la conducta significativa; las de mayor entidad, que exceden los resultados regulares
propios del forzamiento y acceso, dan lugar al concurso o a la cualificación del delito base por el
resultado, según las legislaciones.
Observemos, además, que la naturaleza propia de tales supuestos "尵 ede evidenciar que el
violador no hubiese tenido como meta la muerte, ni aun otras lesiones que hubiese tenido como
meta la muerte, ni aun otras lesiones que hubiesen resultado preteridas. Por ello es posible
clasificar tales hechos con independencia del homicidio intencional y del preterintencional.
Aquí el autor no tiene otra meta que la de vencer la resistencia de la mujer y consumar el coito.
Sólo la violencia se encuentra, aunque turbada, en nivel de bioconciencia y únicamente a través
de racionalizaciones podemos encasillar como dolosa tal dinamo génesis conductual".[47]
Es por las razones expuestas que los estudiosos de la materia saben que es inimaginable la
hipótesis de "homicidio simple" en la violencia carnal. "En el sentido indicado observa
Maggiore, comentando el Código Penal italiano de 1930, que el homicidio voluntario
perpetrado en ocasión de la violencia carnal constituirá siempre homicidio agravado (art.576,
inc. 5º, Código Penal), y lo mismo ocurrirá si la muerte se consuma para asegurar la impunidad
(art. 576, inc. 1º. Código Penal). Pero si el homicidio tiene lugar "como consecuencia
involuntaria de la violencia carnal el caso se regirá el articulo 586". También en Argentina se
halla específicamente previsto el caso de lesiones y muerte de la víctima como "resultado no
querido" de la violencia carnal (Arts. 122 y 124 del Código Penal) y una parte de la doctrina ha
imaginado erróneamente la posibilidad de que hipótesis de intencionalidad pudieran
encuadrarse allí. Pero tales supuestos jamás pueden presentarse".[48]
Si la agresión y la voluptuosidad como ya señalamos concurren voluntariamente en unívoca
expresión conductual, esto es, si la voluptuosidad se alcanza en la agresión misma, las lesiones
u homicidio que pudiesen ocurrir, serán calificados por el "placer" (casos de sadismo y
asesinato por lubricidad), dándose lugar en su caso al concurso ideal con el delito de violación,
concurso al que sólo se llega ante la inexistencia de la figura específica.
Si el homicidio se ocasiona para asegurar la impunidad, "女 ta circunstancia nos remitirá a la
agravante de tal naturaleza (art. 80, inc. 7º, Código Penal Argentino), en concurso real con
violación. El homicidio causado para asegurar la impunidad, es común entre delincuentes
agresivos, con personalidad antisocial; esta agresión es de tipo especulativo y a nuestro juicio
da lugar a una tercera modalidad de violencia (2. sádica; 2. por irrestibilidad del impulso o
explosiva, y 3. especulativa), la cual debe considerarse autónoma, por contraposición con la
inescidibilidad motivacional y conductual del sadismo y la explosión sexual".[49]
Es posible, también, que las lesiones sean causadas intencionalmente, con otra finalidad
especulativa (por ejemplo, para anular la resistencia o para atemorizar a la víctima). En tales
supuestos nos hallaríamos con una actividad direccionalmente instrumentada con el fin de
ocasionar un daño cierto en el cuerpo o la salud de la víctima cuya resistencia se ha constituido
en el obstáculo o interferencia de la conducta consumativa.
Debe diferenciarse, entonces, dentro de la "violencia instrumental", aquella direccionalmente
destinada a causar un daño a la víctima, esto es, que opera como medio preordenado o como
respuesta fraccional anticipatoria y evitativa de la frustración, de aquella otra en la cual las
lesiones sólo constituyen un resultado accidental, a causa de la fuerza inespecíficamente
operada en la dinámica espontánea del vencimiento impulsivo de la resistencia.
Debe entenderse, en esta materia, cuidadosamente, que todas las hipótesis de violación
mediante fuerza física (sádica, impulsiva y especulativa) presuponen necesariamente algún
grado de violencia para superar la resistencia opuesta, por la víctima, pero existe diferencia
entre la instrumentación de violencia.
[1] CUELLO CALӎ, Eugenio: Derecho Penal. Edit. Depalma. Buenos Aires, Argentina. 1985.
Pag 155.
[2] PARDO ASPE, Emilio: Principios de Derecho Criminal, en BARRERA DOM͎GUEZ,
Humberto: Delitos Sexuales. Edit. Libreria del profesional. Bogota Colombia. 1987. Pag 3.
[3] CABANELLAS, Guillermo: Diccionario enciclopedico de Derecho usual. Edit. Heliasta
S.R.L. Tomo III. 21 edicion revisada, actualizada y ampliada. Buenos Aires, Republica
Argentina. 1989. Pag 72.
[4] VETULLO, Juan Antonio: Delitos contra la honestidad. En Enciclopedia Juridica Omeba.
Edit. Driskill, Buenos Aires, Argentina, Tomo VI, Pag 321.
[5] 21 de noviembre de 2009.
[6] CABANELLAS, Guillermo: Op. Cit. Pag 58.
[7] BARRERA DOMINGUEZ, Humberto: Delitos Sexuales. Edit. Libreria del profesional.
Bogot�Colombia, 1987, Pag 5.
[8] Ibem.
[9] Ibem.
[10] Ibem.
[11] ALARCO VON PERFALL, Claudio: Diccionario de la sexualidad. Ediciones 29 Barcelona,
España 1987. Pag. 374-375.
[12] OSSORIO, Manuel: Diccionario de ciencias juridicas, politicas y sociales. Editorial
Heliasta. Buenos Aires, Argentina. 2002. Pag 1020.
[13] OSSORIO, Manuel: Op. Cit. Pag 1020.
[14] Ibem.
[15] FONTN BALESTRA, Carlos: Tratado de derecho penal, Parte especial, Tomo V. Edit.
Abeledo-Perrrot. Buenos Aires, Argentina. 1985. Pag 59.
[16] FONTN BALESTRA, Carlos, Op. Cit. Pag 84.
[17] Ibem, Pag 86.
[18] Ibem, Pag 30.
[19] ALARCO VON PERFALL, Claudio: Op. Cit. Pag 13.
[20] Codigo Penal Boliviano, Art. 309.
[21] OSSORIO, Manuel: Op. Cit. Pag 407.
[22] Ibem, Pag 904.
[23] ALARCO VON PERFALL, Claudio: Op. Cit. Pag 333.
́ Hu�ar: Criminologia Edit. Juventud, La Paz, Bolivia, 1992. P
[24] CAJS, ag. 147-148.
[25] ACHAVAL, Alfredo. Delito de violacion Estudio Sexolgo, Medico Legal y juridico. Edit.
Abeledo- Perrot. Buenos Aires- Argentina. Pag 22.
[26] Ibem.
[27] FONTN BALESTRA, Carlos, Op. Cit. Pag 68.
[28] Ibem.
[29] OSSORIO, Manuel: Op. Cit. Pag 566.
[30] TIEGHI, Osvaldo N.: Delitos sexuales. Editorial baco de Rodolfo Depalma. Tucum�栂
uenos Aires, Argentina. 1929. Pag 197.
[31] Ibem, Pag 197.
[32] TIEGHI, Osvaldo N.: Op. Cit. Pag 198.
[33] ͤem.
[34] Ibem 198-199.
[35] TIEGHI, Osvaldo N.: Op. Cit. Pag 199.
[36] Ibem.
[37] Ibem, Pag. 199-200.
[38] Ibem, Pag 200.
[39] TIEGHI, Osvaldo N.: Op. Cit. Pag 201.
[40] Ibem.
[41] Ibem, Pag 202.
[42] TIEGHI, Osvaldo N.: Op. Cit. Pag 202.
[43] Ibem, Pag. 202-203.
[44] TIEGHI, Osvaldo N.: Op. Cit. Pag 203.
[45] ALTAVILLA, Enrico, La culpa, el delito culposo, sus repercusiones civiles, su analisis
psicologico. Edit. Temis, Bogot�Colombia, 1978. Pag 271.
[46] KRAFT-EBING, Richard: Medicina Legal, Edit. La España Moderna. Madrid, 1989. Pag
117.
[47] TIEGHI, Osvaldo N.: Op. Cit. Pag 204.
[48] TIEGHI, Osvaldo N.: Op. Cit. Pag 205.
[49] ͤem.
[50] NEUMAN, El�: Victimologia Edit. Universidad. Buenos Aires, Argentina. 1984. Pag 47.
[51] ͤem.
[52] MARCHOIRI, Hilda: La victima del delito, articulo in 餩 to, citado por NEUMAN, El�.
[53] NEUMAN, El�: Op. Cit. Pag 47.
[54] ROSENSTOCK, Maria Clelia: Victimologia en Enciclopedia Juridica OMEBA. Edit.
Driskill, Buenos Aires, Argentina. 1979. T. XXVIII. Pag 420.
[55] ROSENSTOCK, Maria Clelia: Op. Cit. Pag 420.
[56] Ibem.
[57] ROSENSTOCK, Maria Clelia: Op. Cit. Pag 422.
Autor:
Abraham Omonte Rivero
La Despenalización de la Homosexualidad.
Sin duda, uno de los mecanismos utilizados para fijar el espacio de lo repudiado y
censurado en el ámbito de la sexualidad ha sido el Derecho y la criminalización de la
homosexualidad la manifestación más rotunda de la homofobia.