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Consejo de dirección:
Revista de cultura
75
Carlos Altamirano
Año XXVI • Número 75 José Aricó (1931-1991)
Buenos Aires, Abril de 2003 Adrián Gorelik
ISSN 0326-3061 / RNPI 159207 María Teresa Gramuglio
Hilda Sabato
Beatriz Sarlo
Sumario Hugo Vezzetti
Consejo asesor:
Raúl Beceyro
1 Arte contra la guerra
Jorge Dotti
2 Hugo Vezzetti, Apuntes para un debate sobre el Rafael Filippelli
Federico Monjeau
presente: Estado y ciudadanía
Oscar Terán
7 Carlos Altamirano, Recuento: ni lo peor ni lo
Directora:
mejor Beatriz Sarlo
12 Beatriz Sarlo, Lecturas de verano
Diseño:
17 Anahi Ballent, Et in Arcadia ego: muerte y vida en Estudio Vesc y Josefina Darriba
los countries y barrios privados
Difusión y representación comercial:
21 Sergio Pastormerlo, Borges contra Borges. Sobre Darío Brenman
las reediciones de textos olvidados
Distribución: Siglo XXI Argentina
25 Ana Porrúa, Ciudadanos y extranjeros: sobre
Composición, armado e impresión:
Poesía civil de Sergio Raimondi y Guatambú de
Nuevo Offset, Viel 1444, Buenos Aires.
Mario Arteca
Suscripciones
29 Jean-François Pigoullié, ¿Hay una posteridad para Exterior: 60 U$S (seis números)
Serge Daney? Argentina: 24 $ (tres números)
42 Alejandro Blanco, Sociología e historia intelectual Punto de Vista recibe toda su
correspondencia, giros y cheques a
nombre de Beatriz Sarlo, Casilla de
Correo 39, Sucursal 49, Buenos
Aires, Argentina.
Teléfono: 4381-7229
Internet: BazarAmericano.com
E-mail: info@BazarAmericano.com
Arte contra la guerra
1
Apuntes para un debate sobre el presente:
Estado y ciudadanía
Hugo Vezzetti
2
público parece creer en una normali-
dad recuperada, aunque también reco-
noce que los problemas siguen allí.
Hace ya tiempo que el gobierno ha
abandonado todo proyecto de reforma
con la idea, ciega y poco responsable,
de volcar todos sus esfuerzos en ase-
gurar una continuidad que es, ante to-
do, una forma de autopreservación. En
verdad, mirando apenas por debajo de
la apariencia de normalización econó-
mica y del encauzamiento político ha-
cia unas elecciones llenas de incerti-
dumbres (sobre las condiciones de su
realización y sobre lo que puede so-
brevenir después), se mantiene el con-
junto de problemas que se revelaron
de modo brutal en los días de diciem-
bre. En la dimensión institucional, es-
tán a la vista el derrumbe del Estado,
la descomposición de la representación
política, la corrupción de la justicia,
el federalismo reemplazado por un sis-
A un año del colapso institucional y mo una transición, el comienzo de un tema de beneficios y chantajes recí-
de la rebelión callejera que terminó ciclo de renovación política e institu- procos, la liquidación de los resortes
con el gobierno de De la Rúa, poco es cional, hoy es claro que nada ha sido de una política económica autónoma.
lo que se ha cumplido de las proyec- hecho y tienden a dominar los tonos de Si se mira la sociedad, resalta la mag-
ciones inmediatas impulsadas, en la la decepción y el desengaño. Reducida nitud enorme de un fracaso más bási-
mayor parte de los protagonistas y ob- o socavada esa visión de una sociedad co que se demuestra en la extendida
servadores, por el sentimiento de cam- decidida a tomar en sus manos su pro- fractura social, en el horizonte de la
bios profundos e inminentes, tal como pio destino, a la luz de un presente que miseria que condena a millones de
se muestra en la recopilación de en- deja poco lugar a la esperanza, los acon- compatriotas a una existencia exclui-
trevistas y testimonios realizada por tecimientos toman otro significado y la da de una ciudadanía que depende de
Martín Caparrós en el verano de 2001- épica de la “pueblada” tiende a ceder derechos, obligaciones y libertades.
2002.1 En esas intervenciones, sólo al- frente a las tesis del complot y las zan- En fin, es difícil ilusionarse con lo
gunos intelectuales se proponían inte- cadillas políticas. que muestra y anuncia una escena po-
rrogar lo excepcional de la crisis en Los presagios catastróficos (sobre
plazos más largos, condición que hu- la moneda, sobre la duración del go-
1. Véase M. Caparrós, Qué país. Informe ur-
biera enfriado aquellas expectativas. Si bierno) afortunadamente no se cum- gente sobre la Argentina que viene, Buenos Ai-
lo que se abría pudo ser pensado co- plieron y una buena parte del humor res, Planeta, 2002.
lítica dominada por el internismo y las división sin retorno; siempre son po- cirse es que ni las profecías que anun-
facciones y no hay razones para pen- sibles las fórmulas de arreglo, aceita- cian lo nuevo en la sociedad, ni el rum-
sar que ese proceso pueda ser deteni- das por un control más asegurado de bo sometido a los arranques e inspira-
do por las próximas elecciones. Pul- los restos del Estado. En cualquier ca- ciones de su creadora permiten espe-
verizado el radicalismo, extraviado el so, la consecuencia es un deterioro aun rar el trazado de un camino nuevo y
impulso de un espacio de centroiz- mayor de la legitimidad política: o no eficaz, que depende de la difícil cons-
quierda que parece repetir la trayecto- hay acuerdos capaces de garantizar que trucción de consensos, la acumulación
ria y la suerte del FREPASO, lo que se el resultado pueda ser considerado le- de energías políticas, el trabajo de la
demuestra es la capacidad del pero- gítimo y aceptado por todos los parti- organización, la invención de formas
nismo real para encontrar atajos de du- cipantes, o la ausencia de reglas bási- y herramientas institucionales, todo lo
dosa legalidad y fórmulas de acuerdo cas y de instituciones de control pue- cual está muy lejos de nacer o de es-
entre tahúres. En todo caso, el “desti- de disimularse y manipularse por tar disponible en la movilización so-
no peronista” que asoma como posi- medio de trenzas y arreglos afincados cial. En fin, en un escenario de frag-
ble se muestra considerablemente de- en poderes locales e intereses particu- mentación, indiferencia y disolución
gradado, como todas las opciones hoy lares, alejados de cualquier idea de re- de los vínculos de representación, aun
disponibles, respecto de cualquier ex- presentación ciudadana y de realiza- con las mejores intenciones, ante todo
periencia pasada: todos parecen con- ción de bienes públicos. es la ausencia de un discurso y de una
firmar aquella sentencia que dice que En principio, el peronismo vuelve agenda políticos a la altura de la si- 3
la historia sólo se repite como farsa. a mostrar (como en los 70 y en los tuación lo que desmiente cualquier ex-
Es fácil verlo en un Menem que pro- 90) su condición de microcosmos re- pectativa de cambio. Si se considera
mete otra vez la entrada al Primer velador de la sociedad y las institu- una cuestión clave, el Estado, no es
Mundo; pero también en las variantes ciones, sintetizado en una práctica del mucho lo que puede esperarse de los
del caudillismo nac & pop de Rodrí- Estado; o más bien, de la deslegitima- dos candidatos que se esfuerzan por
guez Saa o en los aires de una reno- ción del marco institucional de reglas despertar una esperanza reformista:
vación improvisada que, con Kirchner capaces de mediar entre intereses y uno, Kirchner, porque expresa (y re-
como candidato, apenas disimula su pugnas sectoriales. No hay que insis- sulta de) una idea de la práctica y el
dependencia del aparato duhaldista que tir mucho en este punto y basta aten- usufructo estatal que está en el origen
mezcla sin escrúpulos acción partida- der al manoseo de los plazos y las de los males que se pretenden conju-
ria y gestión de gobierno. Como sea, normas electorales o a la modalidad rar; la otra, Carrió, porque el diagnós-
no hay que eludir el espejo del pero- de la designación de Maqueda en la tico simplificado del “Estado mafio-
nismo como una ilustración poderosa Suprema Corte. Si a la falta de legiti- so” está muy lejos de contribuir a una
de la degradación institucional que ca- midad de los procedimientos se agre- intelección orientadora de los desafíos
racteriza el proceso electoral y sus re- ga el deterioro de principios básicos y los obstáculos, en particular los que
sultados. Una propuesta que no reúne de la dinámica democrática, que nace derivan de las relaciones del Estado
sino aglutina fórmulas que responden de la creciente desigualdad, el balan- con la sociedad y sus instituciones.
a núcleos de poder organizados alre- ce y las perspectivas hacia el futuro
dedor de caudillos de provincia, sin sólo anuncian nuevos fracasos. En esa El derrumbe del Estado es una fór-
acuerdos ni programas posibles, ni si- acumulación de ilegitimidades debe ser mula de la que hay que sacar todas las
quiera relaciones mínimas de confian- situado el incierto proceso electoral y conclusiones en cuanto al potencial de
za en el mutuo respeto de reglas, ex- sus resultados. ¿Sobre qué bases pue- descomposición que arroja sobre la vi-
hibe con crudeza que no hay sistema de esperarse que la fuerza política que da política y social. Ciertos rasgos han
de mediación estatal ni procedimien- acceda al gobierno vaya a emprender sido destacados: pérdida de la capaci-
tos que disciplinen los intereses y las un proceso de reconstrucción del Es- dad de gestión y mediación frente a
facciones. Lo cierto es que no se disi- tado, de la representación política, de los conflictos, débil autonomía frente
mulan las divisiones y es difícil saber la justicia, de la ciudadanía? No lo pro- a la colonización de los poderes fácti-
qué va resultar de un futuro gobierno mete obviamente la derecha. Tampo- cos; dicho brevemente, la defensa del
conducido por alguna de las fraccio- co puede esperarse algo de la volun- bien común reemplazada por el usu-
nes del justicialismo. Puede profundi- tad y las inercias contrarias del con- fructo de grupos que controlan o se
zarse la fractura, pero también es es- glomerado peronista, aun en la reparten sus resortes, incluyendo di-
perable que reaparezcan la voluntad y vertiente representada por Kirchner: versas formas de distribución cliente-
las prácticas hegemónicas en las que basta recordar la urgencia agitada e lística. Es el resultado de un proceso
todos se reconocen y que los candida- irresponsable con que el líder de San- largo que encontró una realización
tos peronistas han sabido aplicar en ta Cruz reclamaba elecciones ya en el exasperada en el siniestro período de
sus respectivas provincias. En ese sen- verano pasado, sin que nadie supiera criminalización y rapiña estatal im-
tido, la interna peronista trasladada a entonces (tampoco ahora) si podía puesto por la última dictadura. Hoy es
la elección general, con tres candida- ofrecer para el futuro algo más que su posible reconocer lo que estaba me-
tos que pueden llegar a la segunda inagotable ambición de poder. En nos claro en 1983: el lastre que ese
vuelta, no necesariamente anticipa una cuanto al ARI, lo menos que puede de- Estado significó para la etapa abierta
hace veinte años. Y es posible con- pensar el derrumbe, son las funciones formación y una práctica de la acción
cluir que la restauración democrática estatales de integración y reunión de estatal refleja de los rasgos profundos
no pudo y no supo enfrentar los desa- individuos y grupos pacificados y, en de una sociedad y sus instituciones.
fíos de una reconstrucción de un Esta- ese sentido, su carácter de espacio y El paisaje de la descomposición esta-
do capaz de convertirse en herramien- herramienta fundamental en la produc- tal muestra, al lado de sus carencias y
ta de una reforma profunda de las ins- ción de ciudadanía. La condición, en defecciones, la trama de beneficios e
tituciones y punto de partida de un una expresión ideal, es que quienes intereses, la puja por las prebendas, el
cambio en las prácticas políticas y en ejercen funciones de gestión estatal sistema de prestaciones y contrapres-
la construcción de ciudadanía. Allí queden sometidos al control de otras taciones, las negociaciones y chanta-
donde empezó a hacerlo (en el Juicio formas representativas de la sociedad jes. Basta ver el Senado nacional, que
a las Juntas) dejó resultados perdura- en su conjunto. condensa todo eso, una máquina que
bles; donde no pudo ni empezar (en Colocar el problema de la ciuda- ha sobrevivido muy bien a la renova-
las relaciones con la sociedad civil, danía en el corazón mismo del debate ción de sus miembros.
los poderes económicos, el sistema po- político exige destacar, frente a la des- Un debate sobre la reforma del Es-
lítico) se gestaron las condiciones pa- composición del tejido social, la diná- tado debe plantear estos tópicos. Ello
ra el golpe económico y el agrava- mica de construcción (o destrucción) implica no sólo distanciarse de la cru-
miento de la descomposición estatal de la pertenencia a una comunidad zada neoliberal que habla del costo es-
4 en el menemato. que, más allá de diferencias y grupos, tatal y celebra las virtudes imagina-
Todo esto es historia conocida y puede incluirse en un destino compar- rias de la gestión privada sin compu-
sólo quiero referirme a sus consecuen- tido. En ese sentido, la dimensión de tar lo que ese costo y la defección de
cias desde un ángulo que no se resalta la ciudadanía (aun lejana o ideal) no las funciones estatales deben a una ac-
suficientemente. Frente a la represen- se separa de una comunidad de valo- ción privada que es, en gran medida,
tación habitual del Estado como un res que sostienen un proyecto y un responsable de la degradación del Es-
aparato de funciones y coerciones ex- horizonte. Y entre los valores capaces tado. También debe revisarse la idea
terno a la sociedad, quiero destacar las de fundar ese pacto constituyente es- reductora del aparato de servicios, in-
relaciones entre Estado, sociedad y po- tán los principios de la igualdad, el cluso de una función “benefactora”
lítica.2 Una idea central es, sin duda, interés general y la ética de la respon- que tuvo su edad de oro en el primer
la del Estado garante de los derechos, sabilidad. Desde luego, ellos son me- peronismo. En fin, una discusión que
incluyendo los derechos políticos hoy nos el resultado de un consenso total quiera plantear una mirada reformista
agraviados por la degradación de la que del ejercicio de la deliberación co- sobre el problema del Estado, de sus
representación y el deterioro de la vi- lectiva, la discusión y la negociación deformaciones y del universo de los
da ciudadana; pero también el Estado en condiciones de igualdad; una prác- beneficios y las demandas que pro-
como expresión y gestor de la socie- tica del ejercicio de los derechos así mueve, no puede relegar la centrali-
dad, lo que implica reconocerle un pa- como del respeto de las obligaciones dad de sus funciones respecto de la
pel fundamental como moralizador de que inserta esos valores de referencia vida ciudadana. Frente a una idea res-
las conductas y garante igualmente de en una dinámica histórica. Entre las tringida de la seguridad, que tiende a
las responsabilidades y las obligacio- peores consecuencias del colapso, en- concebir al Estado sobre todo de mo-
nes, es decir, una forma de organiza- tonces, hay que contar con el deterio- do negativo, como fuente posible de
ción de la vida social, que no se limita ro de esa función inclusiva, material y opresión o límite a la autonomía indi-
al monopolio de la fuerza, la adminis- simbólica. Son bien conocidas las fun- vidual, el punto de vista de la ciuda-
tración de la legalidad o la distribu- ciones que puede cumplir el Estado danía permite afirmar básicamente un
ción de servicios. Es, en un sentido para quienes, ejerciendo cierto control, derecho al Estado, lo que incluye la
básico, resultado de conflictos y lu- pueden usarlo en su beneficio; pero administración con vistas al bien co-
chas de grupos y movimientos, una esa corrupción de sus funciones no po- mún, la representación política legíti-
formación social que condensa e inte- dría ser explicada simplemente como ma, un sistema de poderes públicos
gra, concentra y tramita una larga ex- resultado de la inmoralidad de sus ges- que garantice condiciones de libertad
periencia histórica: a la vez un terreno tores, la clase política para el caso. e igualdad. Éste es un marco pertinen-
esencial del conflicto social y político Después de la experiencia del FREPASO te para un análisis de la coyuntura.
y una organización que encarna cierta en el gobierno de la Alianza resulta
composición de esos conflictos, una más difícil proponer que alcanza con Agotadas las expectativas en los cam-
construcción de imposiciones y for- un recambio virtuoso de los actores si bios que sobrevendrían por la acción
mas de dominio tanto como de con- no se advierte que es una formación y de una sociedad movilizada, desgasta-
sensos, de equilibrios y formas de ne- un sistema (más que los hombres o das fuertemente las energías volcadas
gociación. Sus logros y sus fracasos las mujeres) lo que debe ser reforma-
son reveladores de la comunidad po- do. Y si se toma en cuenta la brutal 2. En lo que sigue retomo libremente algunas
ideas de Norbert Elias, “Civilization and Violen-
lítica en la que se ha formado y con la experiencia que la dictadura ofreció a ce”, en The Germans, New York, Columbia Uni-
que mantiene una relación dinámica. nuestra capacidad de entendimiento, es versity Press, 1996, pp.174-76; y de Étienne Ba-
Lo más importante, entonces, para igualmente difícil ocultar lo que una libar, Droit de cité, París, PUF, 2002, p. 8.
casi únicamente en la protesta y la re- contrario, el reflejo defensivo lleva a Tanto las expresiones de ruptura con
beldía, a la luz de la verdadera mag- confiar en que los restos más bien pre- un orden de cosas que, en lo político
nitud de los problemas que enfrenta la carios del funcionamiento institucio- y en lo social, sólo puede suscitar re-
República, lo primero es admitir no nal pueden ser el suelo de una recupe- pudio e indignación, como los refle-
sólo la gravedad de la catástrofe polí- ración que dependería, sobre todo, de jos defensivos que destacan los ries-
tica y social, sino lo que una situación apostar a la duración. “La legitimidad gos de una caída aun mayor, pueden
límite habilita, exige incluso, a un pen- es la duración”, una expresión de Na- ser interpretados en sus condiciones,
samiento capaz de reconocer en ella talio Botana, puede fácilmente poner- incluso en lo que sintetizan de una ex-
un carácter revelador. A condición, por se en relación con la preocupación de- periencia histórica: no sería difícil evo-
supuesto, de no obturar esa exigencia fensiva por la suerte de lo que queda car coyunturas en las que el fracaso
por la vía de la resignación a lo exis- de las instituciones.3 La fórmula de dependió de no actuar más firmemen-
tente o, peor aun, mediante el auto- prevención, incluida en una obra no- te en el juego de la impugnación, de
matismo, tan argentino, de esperar que table, no merece ser tomada a la lige- la desobediencia cívica incluso (pien-
algo vendrá a salvar la situación. Ya ra, viniendo de un analista lúcido, ca- so en la relativa pasividad con que se
que las iniciativas y las ilusiones na- paz de combinar la mirada compro- admitió la ampliación menemista de
cidas al calor de las convulsiones de metida sobre el presente con una la Suprema Corte) así como lamentar
diciembre han mostrado ser síntomas reconocida perspicacia y elaboración las otras, en los 70 sobre todo, en las
antes que remedios de los males, ¿qué 5
queda para las aspiraciones de cambio
que han brotado del rechazo de un pre-
sente intolerable? Ésta es la encerrona
para quienes, desconfiados de las po-
tencias espontáneas de la movilización
y distanciados de los creyentes en la
capacidad innovadora y disruptiva del
acontecimiento, quieran mantener
abierta, en las condiciones más difíci-
les, la perspectiva posible de un cami-
no de reformas. ¿Hay algún espacio
disponible, por estrecho que sea, para
un pensamiento de la crisis que eluda
la resignación y la inmovilidad que conceptual en el reconocimiento de al- que, por el contrario, se desconoció lo
terminan por establecer las condicio- gunas líneas históricas de largo plazo que un marco institucional, aun pre-
nes presentes como las únicas posi- en la interminable crisis de la repú- cario, tenía para ofrecer a la acción
bles? Puestos a pensar las proyeccio- blica. Y sin embargo, su propia refle- ciudadana. En fin, esa confrontación
nes futuras, a la luz de unas eleccio- xión, allí donde insiste en transforma- entre la radicalidad de las metas y los
nes que no prometen resolver ninguno ciones de fondo (ciudadanía fiscal y medios, y el camino de un gradualis-
de los problemas pendientes, no se sa- reforma federal, legítima coerción del mo confiado en la capacidad de auto-
be qué es peor: o un nuevo colapso Estado, defensa de los bienes socia- rrenovación de las organizaciones,
que arrastre otra vez un gobierno y les, horizonte de igualdad como fun- marca los límites de una toma de po-
los restos del marco institucional, con damento necesario de la legitimidad sición política e intelectual. En esa dis-
consecuencias imprevisibles, o una es- democrática, para citar las más desta- cusión está en juego un principio de
tabilización que congele el escenario cadas), esboza el programa de una re- responsabilidad ciudadana. No hay op-
presente de deslegitimación política, forma de bases y marcos fundamenta- ciones sin riesgos; y la evaluación de
indiferencia ciudadana y profunda les que difícilmente puede ser espera- las alternativas (y de los riesgos) no
fractura social. da del despliegue de lo existente. Si la deja de ser correlativa al diagnóstico
Ahora bien, cuando se aborda el duración, entendida como el respeto y de los males. Allí reside probablemen-
pensamiento sobre la crisis, junto a la la defensa del marco legal de la de- te la raíz de una diferencia que quizás
pobreza de ideas se constata el desa- mocracia representativa, es una con- se refiere menos a las metas o los fi-
cuerdo y la confusión de los diagnós- dición necesaria, parece seguro que no nes. ¿Hasta dónde la situación es lí-
ticos. Es claro que la celebración del es suficiente para esbozar, ni siquiera mite y excepcional y reclama reme-
colapso como aurora de una nueva so- para soñar, una alternativa reformista dios igualmente excepcionales? La
ciedad y una nueva política se ha mos- en el sentido indicado. gravedad del diagnóstico ha quedado
trado incapaz de construir un futuro Es cierto que la oposición simple plasmada por Guillermo O’Donnell en
diferente. Pero se impone interpretar entre la opción por las reformas pro-
esas erupciones a la luz de un pensa- fundas y la prudencia que prefiere 3. N. Botana, La República vacilante. Con-
miento sobre la naturaleza de lo que apostar a la duración no hace justicia versaciones con Analía Roffo, Buenos Aires,
ha colapsado en la Argentina. De lo a las complejidades de la coyuntura. Taurus, 2002, p. 131.
una fórmula impecable: el proceso po- Estado y los cimientos de un sistema cional que abrió el ciclo democrático,
sible de la “muerte lenta de la demo- político renovado. En esa perspectiva, una primera condición es reestablecer
cracia”.4 una raíz del fracaso debe buscarse en escenarios de largo plazo, que rom-
lo que no pudo lograrse en el reco- pan con un escamoteo de la delibera-
El fantasma de un desemboque de esas mienzo de la democracia argentina: ción y el proyecto mediante una prác-
características exige una mirada de producir las condiciones para prolon- tica de la política que reemplaza la
más largo alcance y ofrece un punto gar ese impulso transformador en un visión programática por el marketing
de vista central para una revisión de verdadero pacto renovador y reconsti- de encuestas y la acumulación de de-
los fracasos de la democracia. Por otra tuyente de la Nación. mandas particulares. Situados en esa
parte, esa expansión temporal hacia un Medir el derrumbe a la luz de ese perspectiva, puestos a pensar en un
ciclo más largo, como una “memoria punto histórico de inflexión impone movimiento que dé forma y sostenga
de las crisis”, emergió en las repre- volver a pensar lo que se hizo posible un proyecto capaz de orientar la ener-
sentaciones de los días de diciembre en una situación que se proponía cam- gía del rechazo hacia la edificación de
de 2001: de diversas maneras retorna- biar resortes fundamentales del Esta- nuevas bases institucionales y políti-
ban escenas de la irrupción catastrófi- do, la política y la sociedad. La signi- cas, no hay opciones en el mercado
ca de la última dictadura, incluso para ficación de ese recomienzo, incluso lo electoral que ofrezcan alguna salida.
quienes han querido ver en la movili- que pudo representar como un mito Y cuando funciones básicas de la re-
6 zación y la protesta social la eviden- fundador de la democracia, ha depen- lación del Estado con la ciudadanía
cia de un nuevo auge de las luchas dido de lo que alcanzó a desplegar tan- como comunidad política (derechos,
populares que vendría a cerrar el ciclo to como de lo que no pudo ser. En obligaciones, destino y pertenencia) re-
abierto por ella. En una coyuntura crí- tiempos de incertidumbre, el vacío sultan conculcadas, es posible pensar
tica los tiempos se interpenetran; ése abierto en la experiencia presente es- legítimamente en alternativas de de-
es el sentido de la evocación de 1976, timula la búsqueda de las escenas pa- sobediencia cívica, como una impug-
ese otro derrumbe en lo siniestro de sadas que puedan ponerse en línea, no nación a la legalidad que, en verdad,
una alienación que no dejó resorte de sólo con el registro de los fracasos, busca restaurar una legitimidad de or-
la sociedad, el Estado o las dirigen- sino también de las rebeldías, las as- den superior. No se trata de la rebe-
cias sin tocar. Y no hace falta creer en piraciones y los sueños. Algunos pue- lión de una conciencia individual con-
que ese desemboque puede repetirse den evocar el 17 de octubre o el Cor- tra la institución ni menos aun del di-
de la misma manera para admitir el dobazo. Por mi parte, prefiero volver vorcio entre la moral privada y la vida
retorno de una barbarie que esta so- sobre el nacimiento de la democracia, pública: “es un comportamiento polí-
ciedad ya conoció y a la que muchos con sus luces y sus sombras, lo que tico en el sentido fuerte del término,
(hay que recordarlo) se sumaron con instauró y lo que fue incapaz de cam- destinado a reconstituir las bases sim-
fervor y convicción. biar, admitiendo que es la forma del bólicas del Estado. Dado que esas ba-
Pero en esa evocación de un pasa- futuro anterior, de un habrá sido, la ses no pueden en efecto proceder del
do que vuelve y pugna por ser dejado que puede entregarnos el sentido de Estado mismo, o bien serán atribuidas
atrás, es decir rectificado, no sólo esa escena todavía abierta a un tiem- a una autoridad trascendente o bien
emerge la irrupción de la dictadura si- po (que quizá no sea el nuestro) capaz proceden de un ‘poder constituyente’
no su final y el proceso de transición de realizar sus promesas. Al menos en inmanente a la sociedad”.5 Un proyec-
y construcción democrática. Lo que ha un aspecto, hay un clima recuperable: to de reparación política e institucio-
emergido en las protestas, cuando pa- la sensibilidad de un giro epocal; sólo nal requiere, en plazos difíciles de pre-
rece cerrarse el ciclo político abierto que hoy se nos impone admitir que ver, de la formación de una voluntad
en 1983, es también la derrota de las los giros históricos también pueden colectiva capaz de construir consen-
esperanzas en la gestión democrática profundizar el abismo. Y ésa es la sos básicos sobre la dirección de las
de la vida pública y la restauración de cuestión acuciante, cuando se hace cla- reformas, que necesariamente tocan as-
un Estado garante de los derechos y ra la raíz de una falla básica en la pectos fundamentales del pacto que
las libertades. Una cosa parece segu- restauración democrática: la debilidad funda la Nación. Ése debería ser el
ra: con el proyecto democrático en rui- de un consenso reformista consciente objetivo que marque el rumbo. Cons-
nas cae también la idea de que la res- de la magnitud de los problemas que cientes de los límites, sabiendo que
tauración del Estado de derecho bas- debía enfrentar. nada está asegurado, lo menos que
taba para encauzar una renovación Siempre puede pensarse que pudo puede esperarse de un pensamiento
profunda que encontraba su contraca- ser distinto, y evocar las mejores ini- que merezca llamarse reformista es
ra en el paisaje negro del terrorismo ciativas del primer gobierno de la de- que ponga su punto de mira en la
estatal y la impunidad de los podero- mocracia; pero también la ausencia de emergencia de las ideas y de las fuer-
sos. En 1983 pareció que se instaura- pactos y acuerdos firmes que sólo sur- zas que puedan encaminarse en esa
ba un corte en el escenario de la jus- gieron, en germen, cuando la demo- dirección.
ticia y los derechos humanos que cracia estuvo en peligro en los días de 4. G. O’Donnell, entrevista de Vicente Mu-
aseguraba todos los demás, particular- la Semana Santa de 1987. Si es posi- leiro, Clarín-Zona, 22/09/02.
mente el camino de la reparación del ble reactivar algo del impulso funda- 5. E. Balibar, op. cit, p.10.
Recuento: ni lo peor, ni lo mejor
Carlos Altamirano
7
rrumbe de la presidencia de De la Rúa
–los saqueos de comercios y super-
mercados en las barriadas pobres del
Gran Buenos Aires– hicieron surgir el
temor a la fractura social y a la gene-
ralización de una violencia depreda-
dora. Si bien muy pronto se hizo vox
populi que esos actos habían tenido
poco de espontáneos y que dirigentes
del peronismo bonaerense los habían
alentado, el fantasma de una guerra
de todos contra todos ya no desapare-
cería. La devaluación del peso dispues-
ta por el gobierno, poniendo fin a la
paridad cambiaria, no hizo más que
aumentar ese temor, reforzado ahora
por los presagios de hiperinflación y
descontrol del dólar. El presidente Du-
halde transmitía la imagen de un go-
bernante que en medio de la crisis no
terminaba de elegir su ruta, formulan-
do promesas de las que se retractaba
pocos días después. Mientras el go-
El 2002 se cerró en la Argentina con conocimiento a Roberto Lavagna, pe- bierno caminaba a tientas, afuera, en
una sensación dominante: el país ha- se a que su sección económica había las calles, la protesta de las cacerolas,
bía dejado de caer y lo peor no había sido una tribuna cotidiana contra las que desde el 20 de diciembre del año
ocurrido. Era la sensación que se ex- ideas y la labor del ministro, desig- anterior reunía a los diversos segmen-
traía de los diarios de los últimos días nándolo como el “hombre del año”. tos de las clases medias, mantenía la
de diciembre, la que transmitían los En fin, aunque el futuro seguía siendo impugnación al conjunto de los polí-
analistas de encuestas y los comenta- problemático, la angustia y el furor ya ticos: “¡Que se vayan todos!”.
ristas en los programas de televisión. no caracterizaban, como en las postri- El llamado Diálogo Argentino,
Ese ánimo público hallaba alimento merías del 2001, el humor colectivo convocado a mediados de enero por
en la estabilidad del dólar, en algunos predominante. el presidente con el auspicio de la Igle-
signos de reanimación económica y Es verdad que esta sensación de sia Católica y la asistencia técnica del
también en la satisfacción que exte- alivio provenía, ante todo, del contraste Programa de las Naciones Unidas pa-
riorizaban los despachos oficiales, so- entre los pronósticos sombríos, que ra el Desarrollo, produciría, tras un
bre todo después de la calma conme- proliferaron durante los primeros me- mes y medio de deliberaciones con
moración del primer año de la caída ses del año pasado, y el curso que fi- prácticamente todos los actores posi-
del gobierno de De la Rúa. El diario nalmente tomaron las cosas. Los epi- bles, sociales y políticos, un documen-
La Nación terminó por hacerle un re- sodios que habían precedido al de- to donde señalaba la coincidencia ge-
sido ajenas al descarrilamiento. Por
esos meses se volvieron frecuentes las
declaraciones desdeñosas sobre los ar-
gentinos en boca de dirigentes extran-
jeros encumbrados y, como ya todo
parecía posible, no faltó la idea de un
plan para salvar a la Argentina contra
sí misma, es decir, proponiendo que
por unos años cediera parte de su so-
beranía para poner el control de su
sistema monetario y fiscal en manos
de un comité de banqueros experimen-
tados.
Pero el descreimiento sobre las ap-
titudes políticas de nuestro país para
salir del pozo no se manifestaba úni-
camente fuera de las fronteras. Cuan-
8 do a comienzos de junio se hicieron
públicos algunos juicios sobre la si-
tuación argentina del presidente del
Uruguay, Jorge Battle (“Duhalde [...]
no tiene fuerza política, no tiene res-
paldo, no sabe adonde va”; los argen-
tinos “son una manga de ladrones des-
de el primero hasta el último”), el he-
cho provocó más irritación entre los
uruguayos que entre los argentinos.
¿Acaso éstos oían y decían otra cosa
en la calle o los medios de comunica-
ción? En realidad, no era infrecuente
por entonces leer o escuchar a cruza-
dos de la alianza con los Estados Uni-
dos como Carlos Escudé, que hacían
votos para que las autoridades de los
organismos internacionales como el
FMI desoyeran a los funcionarios ar-
gentinos y mantuvieran su rigor con
el país descarriado, confiando segura-
mente en que después del escarmiento
hasta los recalcitrantes se convencerí-
neral en el reconocimiento de la mag- nal –activar la sustitución de importa- an de que no había destino sino como
nitud del derrumbe económico, social ciones en el mercado interno y hacer parte del imperio.
y político que sufría el país y los es- más competitivo el precio de nuestras Evidentemente, el presidente Du-
tragos que hacía la pobreza, pero tam- mercancías en el mercado internacio- halde no está hecho para ganar ni el
bién que “la conciencia de la crisis no nal– no se hacían perceptibles. Un mes entendimiento ni el corazón de los ar-
parece bastar para que se modifiquen tras otro las cifras adversas no dieron gentinos, ni siquiera los de su propio
los criterios y los comportamientos que respiro: unas registraban la caída de partido. Experto en las mil tretas de la
condujeron a esta crisis” (Documento la producción y de las ventas, otras el política peronista, siempre aparece li-
de la Mesa del Diálogo). Lo que pre- incremento de la desocupación y de la mitado y confuso, por debajo de su
dominaba era el espíritu de discordia, pobreza. El tira y afloja interminable papel. Sin embargo, no se le puede
el recelo mutuo y la culpabilización con el Fondo Monetario Internacional negar instinto de sobrevivencia políti-
del otro. mostraba a la Argentina a punto de ca. Lo mostró varias veces a lo largo
La imagen de que el país avanza- caerse del mundo, sin rango después de esos primeros seis meses del año
ba a la deriva dominó sobre cualquier de haberse declarado en quiebra, un pasado, en que bordeó el despeñadero
otra durante la primera mitad del 2002. país que no inspiraba más que des- y supo reaccionar a tiempo. Por ejem-
La devaluación había destrozado los confianza y al que sólo cabía aleccio- plo, cuando a fines de enero frenó la
salarios pero las ventajas que se espe- nar y conminar, aunque las recomen- marcha para apuntalar su gestión –la
raban de ella para la industria nacio- daciones de ese organismo no habían “Plaza del sí”–, impulsada por algu-
nos de sus hombres para contrapesar Esta decisión, con el anuncio comple- sas formas de subsidio y los funciona-
las manifestaciones opositoras y dis- mentario de que se retiraba de la com- rios de su gobierno se mostraron más
putar la calle con el activismo de iz- petencia por el cargo presidencial, le bien indulgentes que severos con los
quierda. Basta recordar lo que fue el dio aire a un gobierno que aparecía cortes de ruta y otras formas piquete-
breve combate callejero en los alrede- ahogado y le permitió seguir, aunque ras de infracción de la ley. Como él
dores del Congreso el día en que asu- ahora ya sólo como jefe de una tran- mismo declararía, parafraseando una
mió como presidente, para imaginar sición. célebre fórmula de Perón: en la dis-
lo que hubiera podido ocurrir si los Desde que asumió la presidencia, yuntiva entre el tiempo y la represión,
grupos de acción del peronismo bona- nada parece haberlo obsesionado tan- había preferido el tiempo. No resol-
erense se entregaban a la lucha por la to como el final del gobierno de Fer- vió, ni podía hacerlo, el fondo de la
plaza con una izquierda que, por otra nando de la Rúa –con la imagen últi- cuestión, pero mantuvo el conflicto ba-
parte, no hubiera rechazado el reto. ma de la represión y su secuela de jo control.
Duhalde exhibió también buenos re- muertos. Además de la inclinación po- Esto no le ganó, obviamente, el
flejos cuando un pelotón policial per- pulista, que sus críticos liberales no aplauso de quienes reclamaban el im-
siguió y ejecutó a tres militantes pi- dejarían de censurar, la preocupación perio de la ley y pedían que el gobier-
queteros el 27 de junio. Denunció el por que su gobierno no quedara aso- no asegurara el funcionamiento del or-
hecho como una “cacería”, poniéndo- ciado a escenas como las del 21 de den jurídico con los medios que fue-
se a distancia respecto de las sospe- diciembre del 2001 ha sido probable- ran necesarios. La cuestión no es 9
chas sobre el origen de las instruccio- mente parte del enfoque que Duhalde marginal y la caracterización del fe-
nes con que había obrado la represión le dio a la cuestión de los piqueteros. nómeno piquetero –¿qué es principal-
policial, y poco después dispuso el Los consideró como expresiones de la mente: un fenómeno social, político,
adelanto de los comicios para marchar crisis social, recibió y negoció con sus subversivo?– ocupará un lugar cada
hacia la normalización institucional. dirigentes, manipuló para ello diver- vez mayor en la discusión política que
viene, más allá de las elecciones e in- por delante sus principales problemas brecimiento de los compatriotas se en-
dependientemente de quién las gane. políticos y económicos. Socialmente, cuentra uno de los núcleos para una
Y es seguro que crecerá la presión por lo que ha ocurrido fue devastador y la idea compartida del bien común.
enfocarlo, antes que nada, como un Argentina llevará por largo tiempo las Si no sobrevino lo peor, tampoco
problema de seguridad. En este senti- marcas del estrago de estos años. Será ocurrió lo mejor. Es decir, aquello que
do, las definiciones más netas han si- necesario un gran esfuerzo colectivo se podía no sólo desear, sino también
do hasta ahora las que expuso Carlos para poner término al mal de la indi- esperar de la activación civil que pre-
Menem, cuando prometió emplear a gencia y la pobreza, que se extiende a cedió y siguió a la caída del gobierno
las Fuerzas Armadas para combatir a la mitad de la población y está soca- de De la Rúa: una renovación de la
“los encapuchados con garrote”. Los vando nuestra existencia nacional. Nin- representación política. Desde las elec-
piqueteros, por supuesto, no son ni se- gún plan, sin embargo, ninguna fór- ciones de octubre del 2001 se había
rán objetos pasivos de la clasificación mula realmente practicable nos per- hecho evidente que la relación de re-
de los otros: como actores ellos tam- mitirá dejar atrás de un año a otro el presentación entre los ciudadanos y los
bién contribuirán a definir su imagen duro paisaje social moldeado por la partidos se hallaba quebrantada y que
pública. crisis. ¿Qué le pasó a la Argentina? los políticos, atentos sólo a la tarea de
Las noticias mejoraron para la ad- Ésta ha sido probablemente la pregunta perpetuarse, no salían del único juego
ministración de Duhalde a partir de más insistente y la más respondida. Y que sabían jugar –el canibalismo, al-
10 los últimos cuatro meses del 2002, y no se ha propuesto una, sino varias ternando con la distribución de los fon-
provenían del ámbito económico. La respuestas alternativas –la corrupción dos y los cargos–, todo lo cual confir-
hiperinflación había desaparecido del del sistema político, el déficit fiscal y maba la opinión corriente de que se
horizonte, el dólar no se había escapa- la mala gestión pública, el régimen de habían convertido en una especie de
do y las cifras, aunque modestísimas, la paridad cambiaria, las característi- oligarquía que vivía de los recursos
que daban cuenta de que la produc- cas de la burguesía argentina, el mo- del Estado. La brecha entre el “país
ción ya no continuaba su caída se rei- vimiento de capitales en la era de la real” y el “país formal” no se limitaba
teraban. Finalmente, la devaluación pa- globalización–, y es posible que todas a la relación con los políticos, porque
recía mostrar su otro lado, animando esas causas, aunque en diferentes do- también el poder judicial se hallaba
el proceso de sustitución de importa- sis, deban entrar en una explicación bajo acusación de corrupción y arbi-
ciones. Se entabló entonces un debate que no puede ser simple, ni limitarse trariedad, pero eran aquéllos los que
de interpretación –¿cómo interpretar a los años recientes. se encontraban en el primer plano de
los índices, en particular, los que ofre- Pero ni el debate sobre por qué es- la reprobación pública. La consigna
cía como pruebas el Ministerio de Eco- tamos como estamos, ni el recuento “¡Que se vayan todos!”, que surgió en
nomía?–, debate que se entrelazó, ex- de lo que hemos perdido, deberían ale- diciembre del 2001 tras la renuncia de
plícita o disimuladamente, con otro so- jarnos de la búsqueda de un proyecto Domingo Cavallo, resumió esa impug-
bre el balance de la década de 1990 y de reconstrucción nacional que ponga nación que se volvió temible para to-
también sobre los cursos posibles del en su centro el combate, que no será dos los funcionarios.
capitalismo argentino. Los adversarios breve, contra la pobreza y el desem- Fue la consigna que presidió el lla-
de la gestión de Roberto Lavagna bau- pleo. ¿Hay una base para ese esfuer- mado a los cacerolazos, las marchas y
tizaron la situación como “veranito”, zo? No creo que se halle en los recur- las asambleas barriales. Durante el ve-
para indicar que todos los datos que sos naturales del país o en la inteli- rano del año pasado, un poder, que
exhibía el gobierno no eran más que gencia de sus habitantes –acervos que fue ante todo de expresión y de cen-
signos de una estabilidad precaria y siempre se invoca, aunque sólo alimen- sura, se instaló en las calles. Esos mi-
efímera. La expresión siguiría usán- tan la petulancia nativa–, sino en el tines que brotaban en las esquinas de
dose, aun cuando el paso de los meses hecho de que nos resulte éticamente las ciudades, pero sobre todo en Bue-
le fuera quitando eficacia, pues un “ve- intolerable aceptar que la miseria sea, nos Aires, que fue el epicentro del mo-
ranito” que se prolongaba era ya una de aquí en más, un rasgo natural de vimiento de las asambleas, trajeron a
contradicción en los términos. Hacia nuestro país. “Aquellos a quienes les la mente de muchos la imagen del pue-
fin de año resultaba evidente que en va bien o no tan mal en la alicaída blo (o la “multitud”, de acuerdo con
la controversia, no sólo con los eco- Argentina de hoy, ¿no sienten una agu- un lenguaje más posmoderno) que ha-
nomistas del establishment local, sino da pesadumbre moral ante tantos de- bía decidido poner patas arriba la so-
también con las autoridades del FMI, socupados, tantos pobres, tantos indi- ciedad política y se proponía tomar el
Lavagna se había llevado los puntos. gentes, en el país que hasta ayer exhi- destino en sus manos, barriendo con
En suma, los pronósticos sombrí- bía con orgullo su condición de los usurpadores. No es fácil extraer
os, los que anunciaban lo peor, no se granero del mundo?”, se preguntaba una imagen única de esas asambleas
cumplieron y una pequeña luz de re- hace poco Mariano Grondona en su que reunían, en la condición común
cuperación se ha encendido en la ac- columna de La Nación. Agreguemos: de vecinos, a ahorristas, comerciantes
tividad económica. Pero, aunque esos está bien que así sea, porque en el sen- empobrecidos, amas de casa, profesio-
presagios no se hayan verificado, es timiento de vergüenza y aun de es- nales y militantes. Pero después de tres
imposible ignorar que el país tiene aún cándalo que produce el injusto empo- meses, la fraternidad de las reuniones
y las marchas ya no pudo disimular dos agrupamientos políticos nuevos, parte de los argentinos les gusta reco-
que más allá de la intransigencia –nin- pero casi ninguna figura nueva de re- nocerse en ese diagnóstico, que les per-
gún compromiso con los representan- lieve. La fuerza que encabeza Ricardo mite verse siempre como víctimas de-
tes de la vieja política–, el movimien- López Murphy reanuda la vieja em- fraudadas, sin complicidad con sus de-
to de las asambleas no alcanzaba a presa, encarada una y otra vez desde fraudadores. En el momento de escribir
proponer alternativas: ni nuevas ide- 1955, de consolidar un partido de la estas líneas, ninguno de los candida-
as, ni nuevos dirigentes ni nuevas fuer- derecha liberal capaz de conquistar el tos mejor ubicados en las encuestas
zas políticas. Cuando la efervescencia gobierno por la vía electoral. Hoy pa- alcanza el 20% de intención de voto;
comenzó a decaer junto con el núme- rece difícil que López Murphy pueda al mismo tiempo, el dirigente con me-
ro de los asistentes a los mitines, al- rivalizar con Menem, que añade al cre- jor imagen sigue siendo el gobernador
gunos simpatizantes del movimiento do neoliberal su capital de caudillo po- de Santa Fe, Carlos Reutemann (37%).
acusaron a los militantes de los gru- pular y la tranquilidad que inspira, por Cómo no intrigarse por el favor con
pos de izquierda por esta declinación. ello mismo, entre los empresarios, gen- que cuenta una figura a quien nunca
El afán de dominio de estos grupos, te de espíritu práctico que ya lo ha pudo extraerse en público otra cosa
se dijo, que a su vez rivalizaban entre visto gobernar (basta recordar la co- que no fueran frases cautelosas y ru-
sí, habría terminado por desalentar y mida de homenaje con que lo despi- dimentarias. La asociación con la ima-
alejar a los vecinos corrientes. Pero dió el Centro de Empresarios Argen- gen positiva de que disfrutó durante
acaso el papel cada vez más protagó- tinos en 1999). El otro agrupamiento varios años Fernando de la Rúa es ine- 11
nico que tomaron las sectas militantes nuevo, reunido en torno de Elisa Ca- vitable: aunque éste hablaba como un
sólo puso de manifiesto que el movi- rrió, se mueve en un cauce parecido profesor, también era difícil obtener
miento, librado a sí mismo, no podía al del FREPASO, una parte de cuyos con- de él pronunciamientos definidos so-
expresar otra cosa que el descontento tingentes ha recogido. Podría decirse bre algo. ¿Qué expectativas generan
resumido en la consigna que lo ani- que Carrió ha acentuado dos rasgos estas figuras incoloras? ¿La de la mo-
maba. Nada y nadie, finalmente, pudo que estaban impresos ya en la fuerza deración? ¿La de que se limitarán a
darle representación política a ese ma- que lideraba “Chacho” Álvarez: la ten- administrar sin alterar los equilibrios
lestar en que se mezclaron los senti- dencia a presentar la acción política ya existentes? Aunque la experiencia
mientos de fraude político y menosca- como un combate entre la virtud y el de la presidencia de De la Rúa fue
bo social con el deseo de reconoci- vicio, y el personalismo en la direc- bastante aleccionadora sobre el daño
miento y comunidad. ción del movimiento. En el ARI todo que pueden hacer estos moderados,
De los vaticinios formulados a co- parece depender de su líder, quien ha- una gran parte de la ciudadanía sigue
mienzos de año, el que se cumplió más bla como una predestinada, verbalmente proyectando en ellos su sueño del buen
plenamente fue el de la crisis de los fluida aunque no siempre inteligible. gobierno. Acaso piensen que la rique-
partidos que tuvieron responsabilida- Si se piensa en los otros dos can- za argentina simplemente fluirá, co-
des de gobierno desde 1983. Como didatos con posibilidades de alcanzar mo ha fluido en el pasado, y que para
consecuencia, el radicalismo casi no la presidencia, es difícil hacerse ilu- ello sólo es necesario evitar la acción
sobrevive sino como fuerza local en siones respecto de nuestro porvenir po- que estorbe ese flujo. Los políticos ar-
algunas provincias, el peronismo se di- lítico inmediato. ¿Pero es en la defi- gentinos son fisiócratas, decía no ha-
vidió en torno de tres candidatos y el ciencia o en la venalidad de los diri- ce mucho irónicamente Felipe Gonzá-
FREPASO simplemente estalló. De este gentes políticos donde radica, lez. Acaso no lo sean únicamente los
proceso de fragmentación surgieron finalmente, todo el problema? A gran políticos.
milpalabras
letras y artes en revista
Formas de narrar
Calveiro / Foster / Di Tella / Laddaga /
Macchi / Kazumi Stahl / Bernabé /
Monteleone / Ali-Brouchoud / Lorenzano El número 6 salió en diciembre de 2002
Dedicado al espacio público
Speranza / Laera Revista editada por la Facultad de Periodismo y Comunicación
Cohen / Aguilar Social de la Universidad Nacional de La Plata
Calle 44 N° 676, La Plata (1900), Buenos Aires,
Tel/Fax (0221) 423-6783/4).
E-mail: tram_p_as@perio.unlp.edu.ar.
Lecturas de verano
Beatriz Sarlo
12
derna de los espacios subjetivos y su
representación, no puede explicarlo to-
do. El caso policial García Belsunce
muestra otras cuestiones probablemen-
te más importantes que las suscitadas
por la curiosidad sobre aquello que de-
bió permanecer secreto, que fue ocul-
tado y que, pese a todo, resplandeció
en la luz mediática.
Sin duda, digámoslo ahora mismo,
causa fascinación que en un country-
club sucedan esos crímenes. Detrás de
los cercos y las rejas, tirados al costa-
do de la Panamericana, rodeados por
extensiones de pampa y extensiones
de villa miseria, los chalets de los
country-clubs están bien lejos de los
diseños de arquitectura refinada con
que la burguesía de otros países, sin ir
más lejos la brasileña, suele albergar
a sus familias. Pese a la amplitud de
algunos grandes emprendimientos, es
inevitable la impresión de algo vul-
El caso García Belsunce ha desapare- secciones de un diario que hay que gar, una especie de gadget habitacio-
cido de las primeras planas pero, du- llenar todos los días. Sin embargo, el
rante meses, tuvo la atracción de una asesinato de María Marta García Bel- 1. El domingo 27 de octubre de 2002, en su
novela por entregas y fue más eficaz, sunce no es simplemente una noticia casa de un country-club de la zona de Pilar, en
por el suspenso y el clima, que los sino un caso, es decir una configura- el Gran Buenos Aires, es encontrada muerta, en
relatos publicados en los diarios como ción de hechos reales e imaginarios el baño, María Marta García Belsunce, esposa
de Carlos Carrascosa, hija de un académico y
lectura liviana del verano.1 Todo co- que funciona como revelador de algo hermana de un conocido periodista. El cadáver
menzó dos meses antes del fin de año más que sus propios contenidos inme- fue reconocido por dos médicos: el primero de
y se prolongó como noticia salvadora diatos. Los implicados hicieron todo ellos, aunque notó un agujero en el cráneo no
de un periodismo fatigado por las rei- para que el caso no se convirtiera en pensó en un homicidio; aceptó, en cambio, la
versión proporcionada por el marido: que la mu-
teradas vueltas y revueltas de la situa- un escándalo, y fracasaron. Gente que jer había caído en el baño y se había roto la
ción política. Fue el folletín de enero, había vivido una vida lejos del mundo cabeza contra los grifos. El segundo médico
entrelazado con las rencillas del Par- de los ricos famosos, pasó a formar desconfió de esta versión pero no impuso la
tido Justicialista, las negociaciones con parte de ese elenco al que seguramen- tesis de que María Marta García Belsunce ha-
bía sido asesinada. Los familiares hicieron todo
el FMI y la buena noticia de que las te despreciaba. lo que no debe hacerse en un caso dudoso y, ni
playas estaban completas: policiales, El hambre de intimidad, un tema siquiera, en un accidente doméstico; una masa-
política, economía y vida cotidiana, las evidente de la reconfiguración posmo- jista, que atendía a la víctima regularmente los
nal. Planea la sombra del suburbio nor- tiene que ver con la desmesura entre bién responde a un patrón de clase. Y
teamericano, con sus arquitecturas en los criminales y su medio social, que en este punto vale la pena aclarar que
estilo “falso”. Grandes, sin duda, las se presenta como gentil y mesurado. ese patrón no describe cómo son efec-
casas: como la que se ve en la foto El crimen hace estallar un prejuicio tivamente las señoras maduras de la
aérea de la de los Carrascosa-García sobre la aristocracia, prejuicio peque- burguesía, sino cómo se creyó (o se
Belsunce, una casa en primer lugar im- ño burgués que oscila entre pensarla cree) que son: actividades comunita-
ponente, eso que quienes vivimos en como radicalmente impura y, al mis- rias, deportes, amistades dibujadas por
departamentos clasificamos en el ru- mo tiempo, incapaz de ciertos actos los colegios y los lazos familiares.
bro de lo señorial. En fin, un escena- por su refinamiento. El crimen pone a Todo eso se ha ido enturbiando en
rio que, a los de afuera, nos evoca el la aristocracia a la altura de los demás las últimas décadas y el círculo que
de una película de David Lynch o de mortales. El policial de enigma dice: antes se trazaba ya no logra frenar el
Carpenter. El caso García Belsunce vi- ellos son así y matan, como puede ma- acceso de vecinos indeseables que, en
no a corroborar esta presunción. tar todo el mundo, por codicia, por autos de cristales polarizados recorren
La cuestión de estilo, por supues- celos, por rivalidad; ellos, finalmente, las zonas de country-clubs como si
to, no es demasiado importante. Si los cuando llegan a matar, cometen los pertenecieran a la clase alta y no a
ricos prefieren vivir en lugares que se mismos errores, se precipitan del mis- regiones nuevas, inestables y margi-
parecen más a suburbios provincianos mo modo. A su manera, la novela de nales del mundo de los ricos. Allí, pa-
que a otra cosa, ése es su problema. enigma es democrática aun cuando su ra probar esa mezcla decadente, está 13
Si su ideal ha dejado de ser París o tono frente a la aristocracia sea reve- ese vecino a quien todos acusan de
New York para ser los cayos de la rencial. El crimen en un country-club, robar un perro o unos palos de golf,
Florida o Scarsdale, también es un te- espacio que imita caricaturalmente la como si se tratara del borrachito de la
ma que interesa en primer lugar a la sociabilidad de la casa de campo, re- cuadra que le pega a su mujer o tiene
historia del gusto y, quizás, a la deca- emplazando los riachuelos del paisa- deudas de juego; pero a ese indesea-
dencia de los modelos consumidos por jismo inglés por piscinas a lo David ble ellos mismos se lo buscaron por-
las élites. Sin embargo, algo de lo es- Hockney, prueba que la vulgaridad hu- que no dejaron de hacer negocios ni
cenográfico del country-club puede le- mana no respeta las jerarquías. de mezclarse en los resorts de Miami
erse en el caso García Belsunce. La Este aspecto toca sin duda el ase- o Punta del Este.
contorsionada perspectiva del paisajis- sinato de García Belsunce, una señora El caso García Belsunce instituye
mo country ofrece la miniatura fraca- de clase alta, a quien las fotos de los esta dimensión plebeya en el medio
sada de otros ideales aristocráticos en diarios muestran como un personaje de una familia de clase alta, con doble
su descenso a un infierno de abundan- casi demasiado típico: el pelo lacio y apellido, nombres ingleses que a los
cia mesocrática. peinado sin ningún artificio, el rictus oídos locales siempre sonaron distin-
Tanto como el asesinato, importa de una media sonrisa lograda por en- guidos, credenciales universitarias y
la condición social y moral de la víc- trenamiento de clase, la ropa ultra dis- académicas y, como no podía faltar
tima y de su círculo. La literatura po- creta y fuera de la moda, camisas con en la Argentina que marcó Menem,
licial de enigma, el policial inglés, se un chaleco y una pollera tableada. Lo un marido socio o medio socio de es-
especializó en buscar escenarios de la que hasta hace unos años se conside- tafadores financieros internacionales.
gentry, casas de campo sobre prados raba una “mujer fina” (modelo que ca- Estos rasgos convierten el asesina-
esmeralda y riachuelos a lo Consta- yó en desuso o que, por lo menos, se to de García Belsunce en un caso in-
ble, donde una persona respetable co- volvió poco visible, desplazado por teresante no sólo por el crimen sino
metía un asesinato. La fascinación que Versace y Elsa Serrano, durante los por su atmósfera social. Prueba que
produce el emplazamiento del crimen noventa). Lo que de ella se sabe tam- “ellos” actúan como todo el mundo
pero, además, desbordados por los
domingos, accedió a limpiar las abundantes hermanos de la víctima manifestó dudas acerca
acontecimientos, hacen lo que no to-
manchas de sangre; la muerta fue trasladada a de cuáles habrían sido las condiciones de la do el mundo haría, confiando en que
su cama, donde quedó para el velatorio; un cón- muerte; la autopsia ordenada reveló cinco tiros la trama de las relaciones sociales se
clave en el que participaron sus hermanos, con en el cráneo, que nadie de los que movió, revi- duplique en una trama de complicida-
la aquiescencia del marido, decidió arrojar al só, hizo maniobras de resucitación, lavó y tras-
inodoro un pequeño objeto de metal, al que no ladó el cadáver había percibido. Un detalle que
des. Se trata de una prueba paradóji-
atribuyeron ninguna importancia y que, luego habla del trámite completamente irregular es el ca: en la medida en que “ellos” se
de encontrado en las cloacas, se reveló como la mismo certificado de defunción, firmado por muestren como todo el mundo (es de-
sexta bala de un revólver cuyas cinco anteriores un médico que nunca vio el cadáver, que, por cir mentirosos o violentos o pasiona-
habían hecho otros tantos impactos en el cráneo otra parte indica que la mujer había muerto en
de la víctima. Un móvil policial que aparente- la ciudad de Buenos Aires y no en el country-
les, tramposos y descontrolados), los
mente se dirigía al country-club fue detenido club de Pilar. El conjunto de transgresiones me- hechos tienen cualidades al mismo
(en este caso habrían funcionado contactos del nores y mayores a los procedimientos usuales tiempo inesperadas y confirmatorias.
hermano con altos jefes policiales o, eventual- es enorme y provocó, casi tanto como el origen Es decir: “ellos” que son diferentes
mente, una coima ofrecida a los policías). Al social de la víctima, un interés descomunal (el
velatorio asistieron unas doscientas personas, mismo presidente de la república, como si fue-
son también iguales. La diferencia, que
entre ellas quien luego sería el fiscal de la cau- ra un televidente más, afirmó que encontraba el los favorece socialmente, agrava la
sa que, finalmente, se abrió cuando uno de los caso “fascinante”). equivalencia de sus actos criminales.
Por sus cualidades entrecruzadas, el que le da su nombre. Aunque no hu-
crimen del country-club convoca in- biera sucedido dentro de los límites
tensamente a quienes no podrían co- hipervigilados del country-club (una
nocer nunca a los García Belsunce ni especie de paquebote de lujo donde,
a ninguna otra familia que se les pa- en teoría, no debe estar nadie que no
reciera. Porque “ellos” finalmente son pertenezca a ese sitio, excepto servi-
como los otros, “ellos” son incluso dores, masajistas, mucamas, custo-
más interesantes que si fueran, mera- dios, jardineros, es decir no-gente por
mente, uno de nosotros. definición de clase), el asesinato es
Vamos por partes. En primer lugar un hecho de violencia impropio de
está la foto de las damas del country un grupo que se presume recatado,
que publicaron todos los diarios cuan- autocontrolado, dueño de sí mismo y
do comenzó el caso: un conjunto de de sus pasiones. Ellos, los García Bel-
mujeres de mediana edad, con faldas, sunce, no son de los nuevos ricos que
sentadas en el césped con las piernas hacen papelones mediáticos, sino
recogidas, sonrientes y tranquilas, ilu- miembros de una familia ilustrada (el
minadas por el sol de la tarde, señoras juicio sobre esa ilustración es irrele-
14 que han tomado el té en el club-house vante), donde la educación y la reli-
y han salido a posar como un grupo gión ejercen un dominio sobre los im-
de ex alumnas del mismo colegio pri- pulsos. No son boxeadores que an-
vado. La tipicidad de esa foto, que po- dan castigando a sus mujeres en el
dría ser de 1950 tanto como de 1990, balcón, ni vedettes que le tiran ceni-
muestra un tiempo detenido, una dis- ceros por la cabeza a sus maridos.
creta fuga del presente, una afectación Para decirlo brevemente: nadie espe-
de independencia respecto de los gus- raba un asesinato en esa familia.
tos que persiguen la actualidad, una Por lo sorpresivo, es decir por
distancia con las cosas que mueven el aquello que lo acerca paradójicamen-
resto del mundo. Las señoras de la fo- te a algo que en ellos era imprevisi-
to, que rodean a la víctima, se parecen ble, el asesinato fue un caso. Habla
todas entre sí porque tienen ese aire sordamente de un piso común, una ro-
de familia que provee la conciencia ca que se descubre allí, a flor de tie-
de clase, la forma en que los modales rra, donde nadie pensaba que existía.
aprendidos en las mismas escuelas se De modo si se quiere brutal, esta co-
convierten, con el tiempo, en gestos munidad de violencia, torpeza, mal
impresos en las caras y los cuerpos. cálculo y afectividad es reconfortante
Vistas desde afuera, para la mirada po- porque restituye una igualdad en me-
co entrenada de quien las espía en los dio de las diferencias sociales.
diarios, todas son María Marta García Dicho todo esto, queda sin embar-
Belsunce. go por considerar el rasgo más extra-
En segundo lugar está la sociabili- vagante de todo el suceso. La familia
dad del tiempo libre, un tiempo que, distendida. Naturalmente, el día ter- y algunos amigos de la asesinada se
visto también desde fuera, parece so- mina mal, y eso le da sus cualidades dedicaron a cambiar el escenario y las
lamente ocupado por reuniones de se- al caso: no se trata de un asesinato de circunstancias de la muerte. Quizás lle-
ñoras comunitarias, deportes y amis- madrugada, después de una pelea rui- gue a saberse quién fue el régisseur y
tades. Un tiempo sustraído a los lími- dosa entre cónyuges, ni de la reacción por qué motivos se obedecieron sus
tes que le imponen las tensiones del de un marido o amante borracho de indicaciones, pero, sea como sea, el
trabajo; el marido de la asesinada, en vino tinto y con la siesta mal dormi- efecto fue una representación que to-
efecto, no trabajaba y, aunque esto da. No es el asesinato de la villa ni dos aceptaron. En poco más de una
acuerde con un imaginario del ocio del barrio, sino una irrupción tanto más hora, movieron el cadáver, borraron
irrestricto, acuerda poco con los deva- intempestiva, inesperada e inadecua- la sangre, tiraron una bala, e inventa-
neos financieros que provocan el es- da al estilo de esa familia en la que, ron una historia o mejor dicho esfu-
trés de los muy ricos. El caso García según las primeras noticias, todos ha- maron una historia con el relato de un
Belsunce parece especialmente am- blaban bien de todos y consolidaban accidente banal. Sin embargo, no hi-
bientado para representar una tarde de una especie de sólido clan de damni- cieron cosas más previsibles: “La en-
domingo en la “clase ociosa”, una tar- ficados por la fatalidad. terraron con el jogging que tenía pues-
de en la que no se adivina la proximi- En tercer lugar, la noticia policial to, ni siquiera le cambiaron la ropa
dad inexorable del día lunes, sino el se convierte en “el caso García Bel- mugrienta y le pusieron un camisón.
lento final de una jornada amistosa y sunce” precisamente por el apellido Eso significa que evitaron todo con-
tacto de cualquiera con el cuerpo”.2
Después se sentaron a esperar a las
visitas del velorio entre las que estuvo
quien sería fiscal de la causa.3 Mien-
tras tanto hablaron con un jefe de la
policía bonaerense para evitar la lle-
gada de un patrullero y le ordenaron
al gerente del country-club que, si ese
patrullero insistía, debía ser coimea-
do. Recién a fines de febrero se supo
que una hora después de la muerte,
alguno de los implicados ya estaba
buscando un abogado penalista.4
Todo esto es bien conocido y la
ironía del asunto es que el padre de la
asesinada es un eminente académico,
su hermano un periodista que cantó
en el coro liberal-reaccionario de la 15
televisión durante los años noventa, y
así de seguido. Se comportaron con la
precipitación de estudiantes que tie-
nen que esconder veinte gramos de
marihuana para evitar una requisa en
un campamento de vacaciones y, en
ningún momento, midieron la incon-
sistencia, la debilidad, el absurdo de
una acumulación de pequeños actos
criminales. Acostumbrados, por lo que
se ve, a conocer gente poderosa ac-
tuaron como si, desesperados o no, sus
actos no fueran a tener consecuencias.
Confiaron en la red protectora de
los apellidos y las influencias. A dife-
rencia de una estudiantina asustada, se
movieron como si fueran intocables
que pudieran hacer cualquier cosa y
así no sólo el marido desesperado o
culpable sino el cónclave de herma-
nos, medio hermanos y algunos veci-
nos. Se movieron, en esas primeras
horas, no sólo con la brusca torpeza que sabía, por lo menos de modo apro- grosero que se pensaba adecuadamen-
de quien está en problemas, sino con ximado, que lo que estaba haciendo te verosímil, porque también se creyó
el presupuesto de que sus manipula- era una manipulación que no fue la que esa verosimilitud iba a ser confir-
ciones podrían ser aceptadas por auto- consecuencia de una serie de peque- mada por un fiscal, por un investiga-
ridades policiales o judiciales de las ños actos desesperados sino de un plan dor de la policía.
que se descuenta la buena voluntad y
la deferencia. Actuaron con descuido 2. Señala un miembro retirado de la Gendar- audiencia donde se evaluaba su conducta como
mería que actuó en varios de los crímenes fa- fiscal y presunto testigo de la causa: “Dijo que
y también con seguridad de personas
mosos de los últimos años (Pagina 12, 26 de recibió un llamado del comisario Aníbal De-
superiores a la sospecha. Aunque es- enero de 2003, p. 14). gastaldi, convocado a su vez por Romero Vic-
te cálculo resultó equivocado, fue he- 3. La seguidilla de irregularidades es en este torica, amigo de Horacio (García Belsunce).
cho con la relativa certidumbre que punto impresionante. El hecho de que quien se- Aseguró que esa llamada lo inquietó mucho,
ría fiscal de la causa participara en el velorio no ‘no sabía quién era la persona fallecida, si fa-
otorga el ejercicio de la impunidad.
figura en el expediente hasta que es menciona- miliar o amigo de Romero Victorica’. Y tam-
La torpe manipulación de las prue- do por los imputados. Dos altos jefes policiales bién sostuvo que nadie lo invitó al velorio. Cuan-
bas y del cuerpo del delito fue ejecu- y el fiscal Molina Pico se comportaron como do llegó, ‘debido a mi instrucción militar y por
tada con tanto apresuramiento como amigos más preocupados por cumplir con los respeto a la investidura (de Romero Victorica),
deudos que con sus deberes de funcionarios. le di credibilidad a lo que me dijo sobre que era
con la seguridad de que todo iba a
Sobre la actuación del fiscal: La Nación, 29 de un accidente doméstico’.”
resultar creíble. Si hubo equivocación enero de 2003. Página 12, 7 de febrero de 2003, 4. “La familia buscó defensor apenas ocurrió
la cometió gente relativamente culta publica declaraciones de Molina Pico en una el crimen”, La Nación, 23 de febrero de 2003.
La manipulación se sostuvo en la las primeras horas posteriores al cri- te a la deliberación sino a una confi-
idea de que “las cosas se arreglan”, men, Romero Victoria actuó con una guración más profunda. Las trampas,
que las conexiones sociales funcionan metodología conocida en la fabrica- los ocultamientos y las complicidades
y que aquello que saltaría inmediata- ción de impunidad. Y fue obedecido. fueron deliberados; su método, en
mente a los ojos si lo realizara un ciu- No se trata de hacer conexiones cambio, tuvo la espontaneidad de lo
dadano del común, puede pasar en un fáciles y cuanto más fáciles más ba- que llamamos cultural. El sentimiento
clan favorecido por las relaciones ade- nales. Simplemente ese nombre es el de la impunidad puede revelarse ina-
cuadas de amistad, retribución o ser- detalle en el tapiz, aquello que parece decuado a las necesidades de la situa-
vilismo. Esta idea está vinculada con casual pero, en su aparente casuali- ción, pero nunca podría juzgárselo erró-
la impunidad. dad, indica algo. Olvidarlo es senci- neo. La organización engañosa de los
En este punto el caso García Bel- llo, sobre todo si se quiere evitar una hechos es un ideal de todo criminal.
sunce comienza a ser revelador de una visión groseramente totalizante en la Pero, en el caso García Belsunce, esta
configuración ideológica. El hecho de que todo se vincule con todo y los manipulación tuvo sus marcas de esti-
que una familia que incluye periodis- asesinatos y las impunidades aparez- lo, ésas que le dan un caricaturesco ai-
tas, profesionales y académicos cono- can como equivalentes. Tenerlo en re de familia con otras configuraciones
cidos (si no notables) cometa los erro- cuenta es más arriesgado pero más in- de la impunidad en la Argentina.
res que se atribuirían a gente menos teresante (como recordar el nombre
5. Las denuncias sobre las actuaciones del fis-
16 calificada y más ignorante, revela una García Belsunce en las páginas cultu-
cal de casación Juan Martín Romero Victorica
prepotencia más significativa que la rales durante la dictadura, cuando es- son abundantes. En los últimos años, a propó-
desesperación. La manipulación de los taba de moda la afirmación de que una sito de los juicios por apropiación de niños hi-
hechos sólo es incompetente en un se- república no debía ser necesariamente jos de desaparecidos, la prensa registró tanto
sus intervenciones judiciales, en las que de mo-
gundo plano de importancia. En el pri- democrática, interpretación que no só-
do insólito solicitaba penas menores para los
mer plano está el dato de que se la lo García Belsunce proporcionó a las apropiadores, como el repudio de las organiza-
creyó posible. Podrá decirse que fue ilusiones de formar un “partido del ciones de derechos humanos: “Los organismos
una equivocación, pero no fue una proceso”). Porque lo que fascina en el de derechos humanos confían en que la mega-
causa del robo de chicos seguirá en manos de
equivocación cualquiera. También los caso García Belsunce no está sosteni-
Bagnasco pero temen que, antes, fiscales como
errores llevan su marca social, tam- do únicamente en el escenario del Raúl Plée o Juan Martín Romero Victorica, que
bién ellos se sostienen en ilusiones so- country-club, ni en el estilo gentil de suelen desobedecer al procurador Nicolás Be-
ciales. la víctima; lo que fascina, como la cerra, puedan enturbiar las actuaciones y cau-
sen demoras en la investigación” (Página 12,
Como si fuera un detalle alegóri- marca de lo que es conocido pero, al
31 de marzo de 2002, “El Consejo Supremo
co, el nombre de Juan Martín Romero mismo tiempo, inesperado, es lo que quiere guardar la causa de los chicos en un ca-
Victorica se agrega como sobrerrelie- se repite: la pretensión de impunidad jón”, nota de Martín Granovsky). Años antes,
ve en un ángulo de la trama que al del crimen, el acuerdo de silencio so- en julio de 1998, Romero Victorica asistía a
una Comida de la Amistad, donde estuvieron
principio no era demasiado visible; bre lo que se sabe o se presume, las
presentes el Teniente General Galtieri, el Almi-
amigo de alguno de los implicados, equivocaciones sostenidas en la om- rante Anaya y el General de División Suárez
remite a la impunidad por crímenes nipotencia, sostenida a su vez en el Mason, en cuyo transcurso se reivindicó a Jor-
cometidos durante la dictadura mili- sentimiento de estar un poco más allá ge Rafael Videla y se alertó contra los juicios
por apropiación de niños que tendrían lugar co-
tar. Es un recordatorio que podría no de las reglas que conciernen a todo el
mo una afrenta más a la acción de las fuerzas
estar pero que, si está, no puede ser mundo. armadas durante su gobierno (La Nación, 16 de
pasado por alto.5 Desde un ángulo, en Nada de esto responde simplemen- julio de 1998).
ESTUDIOS SOCIALES
Revista Universitaria Semestral
R E V I S T A D E H I S T O R I A
Consejo Editorial: Darío Macor (Director),
Ricardo Falcón, Eduardo Hourcade, Enrique Mases,
Año XI - Número 22 - principios de 2002 Hugo Quiroga, César Tcach, Darío Roldán.
Dossier: Nuevos enfoques sobre peronismo Nº 22/23 - Primer y segundo semestre 2002
En debate: La protesta social en Escriben: Schwarzstein - Bjerg - Lanciotti - Devoto -
la Argentina Béjar - Bacolla - Tortti - Lesgart - Iazzetta - Fernández -
Reformas académicas y movimientos Arrillaga - Kessler - Valiente Brunet
estudiantiles a fines del siglo XIX ESTUDIOS SOCIALES, Universidad Nacional del Litoral, 9 de julio 3563,
Santa Fe, Argentina; telefax directo: (042) 571194
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Et in Arcadia ego: muerte y vida en los countries
y barrios privados
Anahi Ballent
17
fue la única clave de sentido que se
propuso, ocupó un lugar destacado, y
sobre todo, se presentó como respues-
ta espontánea a la particular vincula-
ción entre datos espaciales y sociales
observables en el evento. Porque este
crimen sorprendió a la opinión públi-
ca de una manera particular, forzando
la mirada de la interpretación hacia
sus aspectos sociológicos y generan-
do preguntas que no estaban conteni-
das exclusivamente en la trama poli-
cial del hecho. En efecto, las observa-
ciones iniciales a las que hacemos
referencia lograron magnificar el im-
pacto del evento en la subjetividad so-
cial al contrastar la sórdida realidad
del crimen con las fantasías arcádicas
que acompañaron la expansión de las
urbanizaciones cerradas. Un hecho no-
table es que esa apelación al contras-
te, al menos en un principio, en lugar
de poner en duda la consistencia de
Uno de los elementos que definió el el asesino continúe viviendo en el las representaciones previas, impulsó
llamado “crimen del country” fue que country”, titulaba tempranamente La a deplorar la realidad que las jaquea-
la escena del asesinato no constituyó Nación, el 12 de diciembre. ra. Sin embargo, como se observará
un simple fondo neutro contra el cual Para analizar la particular relación más adelante, en el frenético avance
se recortó la acción, sino que operó entre espacio y acciones sociales que que el registro mediático de la investi-
como un protagonista activo de la mis- se registró en la interpretación del cri- gación del crimen conoció entre me-
ma. Este aspecto fue rápidamente per- men, es necesario volver a diciembre, diados de diciembre y fines de enero,
cibido e incorporado como insumo por es decir, situarse en las primeras apro- esta colisión entre las representaciones
las narraciones mediáticas que lo re- ximaciones mediáticas al evento. En sociales previas y la realidad puntual
gistraron. Así, el hecho de que el cri- efecto, en esas observaciones rápidas del crimen fue desplegando otros sig-
men se produjera en un espacio de pe- y ansiosas, parece haber operado, co- nificados, que, aunque cambiaran va-
rímetro controlado generó un efecto mo respuesta automática, un univer- loraciones y sentidos, continuaron gi-
de “cuarto cerrado”, imagen que los so simbólico que podemos denominar rando en parte sobre las relaciones en-
medios desplegaron en distintos sen- “imaginario country”, invocado como tre espacios del habitar y clases sociales.
tidos, todos coincidentes en subrayar contexto interpretativo, capaz de tor- Precisemos en primer lugar el mar-
los aspectos siniestros de la segrega- nar inteligibles algunos de los aspec- co referencial al que acudieron las
ción espacial: “los vecinos temen que tos salientes del crimen. Aunque no aproximaciones iniciales de la prensa.
Con la expresión “imaginario country” instalarse afuera”.1 En principio resul- mo del carácter hegemonizador de la
aludimos al conjunto de representacio- ta asombrosa la heterogeneidad de las misma, que se extiende a la confor-
nes construidas y difundidas, sobre to- personas seleccionadas como destaca- mación de nuevas identidades socia-
do en la última década, por una parti- dos –nuevos residentes, promotores ar- les a través de la cultura y el arbitrio
cular articulación entre la promoción tísticos, miembros de organizaciones del gusto y de la moda.
inmobiliaria y los medios de comuni- de bien público, deportistas exitosos Sin embargo, la pertenencia con-
cación, a través de suplementos espe- en los torneos intercountries, decora- creta de los protagonistas a ese mun-
cializados en los diarios, programas ra- doras feng shui–, pero todas tienen en do con centro en Pilar y su carácter de
diales y de televisión por cable, expo- común, aunque asumiendo roles muy constructores del mismo es sólo una
siciones e innumerables publicaciones distintos, un lugar en la construcción parte de la cuestión, ya que en la ape-
centradas en las virtudes de las nue- de un nuevo mundo social, cultural y lación inicial al “imaginario country”
vas urbanizaciones cerradas. Aunque simbólico en el suburbio. a propósito del crimen entraron en jue-
las tipologías concretas de este tipo En particular, María Marta García go valores e imágenes de otro tipo.
de establecimientos se diferenciaron Belsunce y sus allegados de Carmel En efecto, eso puede observarse, en
notablemente (barrios cerrados, clubs se situaban en uno de los puntos más primer lugar, en la forma en que el
de campo, farm clubs, megaempren- poblados y densos de una nueva tra- periodismo suministró información so-
dimientos, etc.), se apeló al prestigio ma de consumo y sociabilidad subur- bre el establecimiento Carmel, extra-
18 del término “country”, instaurado en bana: la que tiene centro en Pilar. En polada directamente de un suplemen-
los años 1930, aunque particularmen- efecto, el caso fue protagonizado en to o de cualquiera de las innumera-
te extendido y valorado a partir de los gran medida por countristas destaca- bles páginas de Internet dedicadas al
1970. El mundo “country”, usando el dos de manera neta en esa suerte de tema: plano de ubicación, loteo, por-
término con un sentido genérico, ape- ciudad autre, en parte real y en parte centaje de ocupación, servicios comu-
la a la idea de una vida feliz y dorada, imaginaria, pero sólida y compleja, nes, expensas y “famosos” que lo ha-
en el marco de un nuevo modelo de que el aparato mediático de promo- bitan. En la misma dirección, en la
habitar doméstico suburbano, desarro- ción difunde alrededor de las urbani- obra más sólida desde el punto de vis-
llado dentro de un perímetro cerrado zaciones cerradas. Dentro de esta com- ta analítico dedicada al estudio de es-
y controlado por medios de seguridad pleja y abigarrada trama, García Bel- tas urbanizaciones –Los que ganaron,
privada, enmarcado en el verde, cele- sunce y un grupo de amigas, algunas de M. Svampa–,2 el periodismo buscó
brado como “exclusivo” desde el pun- de las cuales compartían el mismo club un contexto dentro del cual este “es-
to de vista social y beneficiado por como lugar de residencia, a través de cenario activo” pudiera ser caracteri-
instalaciones comunes de distinto ti- Amigos del Pilar, aceptaron el rol del zado. En segundo lugar, las narracio-
po, sobre todo deportivas. trabajo solidario, que lejos de tener ex- nes mediáticas destacaron ciertos tó-
Volvamos a la relación entre pro- clusivos fines benéficos o agotarse en picos que ocupan un lugar central en
tagonistas del hecho criminal e “ima- el ejercicio de la caridad cristiana, in- el imaginario de las urbanizaciones ce-
ginario country”. Ante todo, destaque- tenta también actuar sobre un proble- rradas. El par tranquilidad-seguridad,
mos que la presencia de muchos de ma central que deben enfrentar estas fundante de la promoción inmobilia-
los protagonistas o allegados al caso nuevas urbanizaciones para moldear el ria, es un claro ejemplo: La Nación
–los habitantes del Carmel, en parti- conurbano según sus requerimientos deploraba “el miedo y la incertidum-
cular– se registra en los soportes me- y preferencias: el de la “integración” bre” que habrían desplazado la “tran-
diáticos, por ejemplo el suplemento de sus acciones con las de los vecinos quilidad y seguridad, dos de los as-
sabatino de La Nación, como miembros de la zona. El cambio de nombre de pectos más importantes por los que
activos de este universo, a través de Damas del Pilar a Amigos del Pilar es (eligieron) vivir en un lugar así”.3 Se-
ocupaciones civiles o solidarias, co- sintomático: refleja el reconocimien- gún Noticias, el crimen llevaría a cues-
mo desarrolladores o comercializado- to, por parte de los actores, de que el tionar el preciado sistema de seguri-
res de emprendimientos, como profe- verdadero centro de su acción no está dad de este tipo de establecimientos,
sionales –diseñadores o abogados–, o ocupado exclusivamente por la ayuda llegando a afirmar que “en la Argen-
destacándose en actividades deporti- solidaria en sí, sino que se cruza per- tina de hoy, ni siquiera los countries
vas –si confiamos en la inclusión del manentemente con la búsqueda del en- son seguros”.4 Similares argumentos
bridge realizada por el suplemento en cauzamiento y control de las tensio- se esgrimieron reiteradamente, pese a
tal categoría. Uno de los ejemplos más nes entre grupos enfrentados sobre un que es evidente que el caso no era un
conocido de la actividad social coun- mismo espacio de acción; como es sa-
trista es el de la propia víctima, quien bido, el “universo country” no se es-
en el año 2001 fue reconocida por el tableció sobre un territorio vacío. Las 1. Suplemento de La Nación, Countries. Nue-
suplemento indicado como parte de los exposiciones de decoración y paisa- vos estilos de vida, 22 de diciembre de 2001.
“destacados personajes de un año di- jismo Estilo Pilar, promovidas por este 2. Maristella Svampa, Los que ganaron. La
vida en los countries y barrios privados, Bi-
fícil”, seleccionada entre “algunos grupo con un éxito de público nota- blos, Buenos Aires, 2001.
nombres que representan el intenso ble, habla de la amplitud de la labor 3. La Nación, 12 de diciembre de 2002.
acontecer de aquellos que eligieron transformadora emprendida, tanto co- 4. Noticias, 14 de diciembre de 2002, p. 75.
buen ejemplo para atacar este aspecto peculaciones no habrían hecho más un plus al caso, la pregunta retórica se
de las urbanizaciones cerradas: no que “tirar la honra de la gente a los mostró incapaz de torcer otra lectura
existen guardias, cercas ni cámaras que perros y presentar la vida del country social del hecho, que en cambio con-
puedan protegernos de aquellos con como hipócrita”.6 En rigor, lo que pu- tinuó avanzando en las narraciones
quienes elegimos compartir nuestra in- do observarse en las reacciones de los mediáticas. En este sentido, el country
timidad. habitantes, es que el country como co- club, como fenómeno urbano y como
Cierto estupor inicial frente a la lectivo social operó de manera suma- signo de un nuevo habitar doméstico,
percepción de una disonancia entre es- mente débil. Además de que se evi- fue presentado como un símbolo de la
cenario y acción, cedió espacio a otros denciaron grandes tensiones y enfren- década menemista, caracterizada por
tópicos recurrentes del “imaginario tamientos internos, las respuestas de el consumo desenfrenado e irrespon-
country”. Tal es el caso del énfasis en los residentes no fueron en todos los sable de los sectores altos. Se insistió
el carácter homogéneo desde el punto casos solidarias. “Este señor no me en este tipo espacial como metáfora
de vista social que detentan estas ur- gustó nunca”, insistió enfático el ve- del privilegio, no sólo social y econó-
banizaciones, tópico que celebra una cino Gato Dumas, en referencia a Ho- mico, sino como un símbolo de desi-
sociabilidad entre iguales como base racio García Belsunce (h). Pese a que gualdad en la relación estado-socie-
para la construcción de vínculos hu- la homogeneidad social o cultural – dad: “¿Existirá una justicia especial pa-
manos directos, comunitarios –aunque reforzada por la segregación espacial– ra countries?”, azuzaba un periodista
se use el término en sentido laxo. Los genera identidades y solidaridades, se televisivo, tomando rápida distancia de 19
medios también tomaron este tópico trata de tópicos y mecanismos que ope- un fenómeno urbanístico y social ado-
en relación con el crimen, pero invir- ran selectivamente y no de manera me- rado por los medios poco tiempo atrás.
tieron la valoración que se registra en cánica: en este caso particular, no re- Detengámonos en un breve examen
el mundo simbólico de estas urbani- sistieron la presión de los humores so- de las bases reales de esta representa-
zaciones. En efecto, lo cerrado en tér- ciales, encarnada en los medios. En ción. La expansión y diversificación
minos de espacio urbano se transfor- una dirección similar, el presidente de de las urbanizaciones cerradas efecti-
mó en sinónimo de lo oculto desde el la comisión directiva del country –un vamente se desarrolló durante el go-
punto de vista moral, instalando la sos- desarrollador de urbanizaciones en la bierno menemista, pero, al contrario
pecha de la existencia de oscuros se- zona– se esforzó en intentar separar el de lo que indica la representación so-
cretos colectivos sustraídos de la mi- hecho de su escenario, preguntando cial, abarcó a los sectores medios, y
rada pública: el country se transformó frente a las cámaras: “¿Y si esto hu- no sólo a los más altos –que sí son los
“en un lugar donde nada es lo que biese ocurrido en un barrio abierto, di- que registramos en el caso de Carmel.
parece”.5 gamos, en La Horqueta, no habría si- Para comprender la diferencia, y la in-
Todos los habitantes de Carmel se do lo mismo?”. flexión social que sufrió el proceso,
volvieron sospechosos. Según mani- Aunque sensata en términos prag- 5. Noticias, 4 de enero de 2003, tapa.
festaron amargamente, las distintas es- máticos, ya que el espacio sólo agrega 6. La Nación 27 de diciembre de 2002.
es preciso hacer una referencia histó- al avance de cierta insatisfacción fren- ra del período menemista producida a
rica. En efecto, los primeros countries te a las condiciones de vida urbanas – la luz de la crisis posterior. En tal sen-
–como el Tortugas o el Hindú– sur- en cuanto a calidad de vida, valores de tido, no puede dejar de observarse cier-
gieron en la década de 1930, como la propiedad, o características de los ta coincidencia temporal: el “crimen
iniciativa de grupos de élite, que pro- inmuebles. Se trata de dos procesos vin- del country” se produjo en un momen-
ponían la construcción de conjuntos culados entre sí, que son percibidos, to en que la expansión económica y
de viviendas de weekend vinculadas sufridos y tematizados por sectores am- urbanística de estos emprendimientos
directamente con prácticas deportivas. plios de las clases medias, aunque no se ha detenido, al menos momentáne-
Su expansión dentro de este marco fue siempre cuenten con recursos econó- amente. Aunque no es difícil prever
lenta, acelerándose a principios de los micos que les permitan afrontar alter- que en un futuro cercano el proceso
años 1970, y mucho más en los 1980, nativas a ellos. A su vez, por la forma de desarrollo renovará su impulso –co-
ya que la legislación, contemplando caótica en que se ha desarrollado este mo se planteó anteriormente, se en-
su existencia antes ignorada, operó co- proceso desde el punto de vista urba- cuentra demasiado consolidado como
mo un estímulo a su promoción. En la nístico, lo que podría considerarse una para detenerse por completo–, sus for-
última década –años 1990– se asistió sumatoria de elecciones privadas sobre mas y modalidades seguramente se ve-
a una expansión y diversificación no- formas de habitar es en realidad un in- rán reformuladas.
table del fenómeno, asociada a la menso problema público, en su doble Que algunos destacados creadores
20 afluencia de capitales y a los cambios sentido de colectivo y estatal. Final- y protagonistas del “imaginario
en la infraestructura vial. Aunque la mente, y en la misma dirección, como country” en los años 1990 hayan pasa-
promoción inmobiliaria insiste en ape- se indicaba al iniciar este artículo, ha do de los dorados suplementos sabati-
lar al “carácter exclusivo” –aura so- alcanzado un nivel de consolidación al- nos de los principales diarios a las pá-
cial de este tipo de urbanizaciones–, to, desde el punto de vista urbanístico, ginas centrales eufemísticamente deno-
este proceso de expansión y diversifi- social y simbólico. minadas de “Información general” en
cación apuntó en gran medida a atraer Estos procesos que se han descrip- los comienzos de la década del 2000,
a las clases medias en ascenso. to en sus rasgos salientes pueden con- es un hecho que parece invitar a su
El estudio de Svampa citado ante- trastarse nuevamente con la forma en lectura en paralelo con la manera en
riormente registra de manera impeca- que cierta imagen turbia de las urba- que se matizó últimamente la represen-
ble la amplitud y la diversidad social nizaciones cerradas y cierto extraña- tación social de los nuevos enclaves
del proceso, que guarda cada vez me- miento con respecto al fenómeno pa- suburbanos. Cabe esperar que en esta
nos una relación exclusiva con las ex- recen haberse impuesto en la opinión nueva valoración no haya operado sólo
travagancias de los más ricos. Por otra pública a propósito del crimen de Ma- el resentimiento de clase, cierto desen-
parte, para entender el arraigo que va ría Marta García Belsunce. En los años canto banal, o un distanciamiento irres-
adquiriendo este fenómeno, es nece- 1990, las clases medias fueron activos ponsable de procesos en los cuales se
sario reconocer que está respondiendo participantes de estos procesos de nue- depositaron anteriormente no pocos an-
a una serie de cambios culturales en vo tipo de consumo, “real” o “simbó- helos sociales, sino que sea el inicio
las expectativas depositadas en el habi- lico”. Por esta razón, las actuales sos- del desarrollo de una responsabilidad
tar doméstico –en cuanto a la relación pechas que se extienden sobre las ur- ciudadana sobre las formas que adquie-
vivienda-deporte, los nuevos usos de banizaciones cerradas y la toma de re el habitar, participemos o no indivi-
los espacios o la incorporación de tec- distancia de los medios con respecto a dualmente de la promoción o consoli-
nología a la vivienda, por ejemplo– y ellas pueden considerarse una relectu- dación de las mismas.
NUEVA
SOCIEDAD
SAUL SOSNOWSKI
Tarifas de Suscripción
Sergio Pastormerlo
21
de fijar la versión canónica de su obra
no tendría sentido, ni existirían tantos
críticos-editores enamorados de su es-
critura e incapaces de reconocerla que
cooperen en el plan llevando a su per-
fección el arte de las atribuciones erró-
neas–; gozar de una cambiante longe-
vidad que desautorice las variaciones
o selecciones ejecutadas sobre la pro-
pia obra por alguno de los sujetos que,
sucesivamente, fue el autor; dejar una
crítica que abunde en sentencias acla-
madas y acatadas contra las “supersti-
ciones” de la obra definitiva (ejem-
plo: “Presuponer que toda recombina-
ción de elementos es necesariamente
inferior a un arreglo previo, es presu-
poner que el borrador 9 es obligato-
riamente inferior al borrador H –ya
que no puede haber sino borradores”),
que imponga seguras contradicciones
a los editores futuros empeñados en
respetar la voluntad o la opinión del
Si un escritor se propusiera llevar ade- cesibles; publicar varias obras com- muerto.
lante un plan para impedir todo inten- pletas ostentosamente incompletas; Imaginario e inverosímil, el plan
to de establecer, tras su muerte, una usar seudónimos; hacer de la reescri- sigue en marcha. Mientras se alzan las
edición aceptablemente canónica de su tura y el apócrifo elementos clave de voces que reclaman una edición críti-
obra, ¿qué debería hacer? Desde lue- su poética; escribir muchos textos y ca ordenada, libre de erratas y por una
go, Borges no habrá pensado nunca libros en colaboración –pero cuidan- vez completa de las obras de Borges
en ese plan tan perverso como inútil, do que el concepto de “colaboración” (en los términos más imponentes: la
pero durante toda su vida parece ha- retenga su más amplia ambigüedad–; versión canónica de la obra del más
ber cumplido metódicamente cada uno consagrar una buena parte de su ca- canónico escritor argentino), lo que de
de sus posibles pasos: corregir inter- rrera a los géneros de la conferencia y hecho sucede desde hace diez o quin-
minablemente sus textos; modificar la la entrevista, y dejar una colección in- ce años es bien distinto: una pulula-
composición de los libros ya publica- calculable de textos marcados por la ción de reediciones que “rescatan” o
dos con ampliaciones y sustracciones condición inestable de la palabra oral; “recobran”, con criterios dispares, tex-
en las siguientes ediciones; colaborar alcanzar una alta popularidad y la má- tos borgianos medianamente cautivos
en un gran número de publicaciones xima consagración literaria –sin lo cual u olvidados, un frenesí de atribucio-
periódicas y dispersar sus escritos en la proliferación de ediciones de sus nes disparatadas y nuevas ediciones
revistas y diarios cada vez menos ac- textos no sería rentable, el propósito de obras falsamente completas que no
esquivan la improvisación ni el ana- (1993), Inquisiciones (1994), El idio- de, además, menospreciar el valor de
cronismo. ma de los argentinos (1994), Borges algún escrito de juventud, pero en eso
El reciente fenómeno editorial de en Revista Multicolor (1995), Textos su autoridad no vale más que la de
recuperación de los textos borgianos recobrados 1919-1929 (1997), Cartas cualquiera de sus lectores”. Recorda-
menos visibles puede contar con vie- del fervor. Correspondencia con Mau- ron, también, una evidente observa-
jos antecedentes. Los primeros resca- rice Abramowicz y Jacobo Sureda, ción de Tommaso Scarano: ¿por qué
tes fueron contemporáneos del proce- (1919-1928) (1999), Borges en Sur no conceder a la primera voluntad del
so de su consagración final durante la 1931-1980 (1999), Autobiografía autor el mismo respeto que se suele
década del 60 y eligieron como objeto (1999), Borges en El Hogar 1935- acordar a la última?
al Borges más remoto: el joven ultra- 1958 (2000), Borges profesor. Curso Hace algunos años, Graciela Mon-
ísta.1 En los años inmediatamente an- de literatura inglesa en la Universi- taldo se sorprendió ante “la capacidad
teriores a su muerte, cuando Borges dad de Buenos Aires (2000), Textos que ha tenido Borges de rehacer su
flexibilizó la política intransigente de recobrados 1931-1955 (2001), Arte obra, post-mortem, y empezar a escri-
selección que había desterrado la ma- poética. Seis conferencias (2001), Mu- bir, en los 90, un corpus completa-
yor parte de su producción a un limbo seo (2002). La lista no es exhaustiva, mente nuevo y crear, por tanto, un nue-
editorial, llegaron novedades más sig- pero quiere comprender lo principal y vo autor”.4 Aunque la novedad sea
nificativas. Una de ellas fue la publi- mostrar la heterogeneidad de los ma- aquí, más que nunca, un efecto del
22 cación, en 1982, de las Páginas de teriales reeditados. olvido, no resulta poco interesante pre-
Jorge Luis Borges seleccionadas por Sin duda, esta operación de resca- guntarse quién es ese nuevo autor. Una
el autor. Era su tercera antología, pe- te de algunos inéditos y muchos seu- revisión somera de los índices de los
ro a diferencia de las dos anteriores, do-inéditos borgianos no es solamen- libros de reediciones publicados im-
Antología personal (1961) y Nueva an- te el reverso sino también el efecto de petuosamente durante la década de
tología personal (1968), la selección una operación anterior: la que llevó a 1990 basta para hallar la respuesta. Por
de 1982, centrada en textos no publi- cabo el último Borges, entre la década cierto, la efigie del autor de libros ca-
cados antes en libro y relativamente de 1950 y su muerte, para reducir sus nónicos se pulveriza en la figura de
olvidados, parecía anunciar lo que ven- obras completas a una selecta antolo- un inquieto animador de revistas y dia-
dría después. Si la historia de los res- gía. Como se recordará, el propio Bor- rios. Pero en la imagen de Borges rec-
cates de textos borgianos tiene un pun- ges bromeó seriamente muchas veces tificada por las reediciones hay al me-
to de inflexión, parece forzoso ubicar- sobre esta drástica depuración que se nos dos novedades más importantes
lo en el año mismo de su muerte e disfrazaba, con la inversión de una iro- que esta prevista modificación. La
identificarlo con la aparición de Tex- nía, bajo el rótulo de obras completas. primera atañe a los géneros de Borges
tos cautivos (1986), una edición de sus Según lo advirtió Annick Louis,2 la –los géneros mestizos de Borges. Sig-
colaboraciones durante la segunda mi- distinción entre una obra visible y otra nificativamente, las dos atribuciones
tad de la década de 1930 en la revista menos visible que Borges solía apli- erróneas más resonantes, por las dis-
El Hogar cuya importancia para la re- car a algunos escritores, reales o ima- cusiones y pesquisas detectivescas que
visión crítica de Borges resulta difícil ginarios (Carriego, Menard), no resul- provocaron en la década del 90, fue-
de sobrestimar. Francia (Gallimard), ta inaplicable a su propia obra. ron las de un poema (“Instantes”) y
pese a cierta francofobia borgiana, pa- En cierta perspectiva general, esa
rece haber sido otra vez la que deci- depuración no puede ser atribuida al
1. Gloria Videla, “Poemas y prosas olvidadas
dió los destinos del canon borgiano: último Borges: la escritura borgiana de Borges”, en Revista de Literatura Argentina
según lo recuerda Sacerio-Garí, la au- siempre estuvo regida por una ética e Iberoamericana, Mendoza, a. III, nº 3, di-
torización concedida por Borges en de la brevedad que buscó la correc- ciembre 1961; Carlos Meneses, “Trabajos olvi-
1984 para las Oeuvres Complètes en ción en la elipsis, y la convicción de dados de Jorge Luis Borges”, en El Nacional,
Caracas, 16 noviembre 1969.
La Pléiade –cuyo primer volumen apa- que resulta necesario escribir un libro 2. Annick Louis, “Jorge Luis Borges: obras,
recería en 1993– facilitó la autoriza- para escribir una página, aunque más completas y otras”, en Boletín / 7 del Centro de
ción para que esos textos se publica- débil en la década de 1920, está pre- Estudios de Teoría y Crítica Literaria, Facul-
ran en español. Sin embargo, tras es- sente en toda su literatura. En una pers- tad de Humanidades y Artes, Universidad Na-
cional de Rosario, octubre 1999. Sobre las di-
tos inicios discontinuos, fue durante pectiva más específica, esa depuración versas obras completas, las reediciones y las
los últimos diez años cuando el pro- no sólo puede ser atribuida al último operaciones a través de las cuales Borges admi-
ceso de recuperación de los textos bor- Borges: debe serle atribuida taxativa- nistró su propia obra, ver también su “Jorge
gianos menos accesibles o peor recor- mente, para discutirla sin olvidar con- Luis Borges: estado de su obra”, en Proa, 3ª
época, nº 42, Buenos Aires, julio-agosto 1999.
dados llegó a convertirse en una espe- tra quién se discute. En “Editar a Bor- 3. Ivan Almeida y Cristina Parodi, “Editar a
cie de alud editorial: los “inéditos y ges”,3 Cristina Parodi e Ivan Almeida Borges”, en Punto de Vista, nº 65, Buenos Ai-
rescates” publicados por Cuadernos expusieron una minuciosa reflexión en res, diciembre 1999.
Hispanoamericanos (1992), los “en torno a este punto. “Un autor”, escri- 4. Graciela Montaldo, “Borges, Aira y la lite-
ratura para multitudes”, en Boletín / 6 del Cen-
marge de” y los “articles non recuei- bieron, “puede impedir la reedición de tro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria,
llis” de las Oeuvres Complètes en un libro, pero no puede decidir que un Facultad de Humanidades y Artes, Universidad
(1993), El tamaño de mi esperanza libro publicado no lo haya sido. Pue- Nacional de Rosario, octubre 1998.
Los avisos intelectuales de Borges
no merecen la calificación de tenues,
pero tampoco pueden prescindir de al-
guna renovación. Para perfeccionarse
en el hartazgo de Borges, los lectores
disponen de la biblioteca de los libros
de entrevistas de los últimos años: allí
atiende el Borges que, como lo aven-
turó Sazbón,6 parecía buscar su pro-
pia inmolación en la trivialidad, el pla-
gio a sí mismo y otras maneras de la
monotonía. Antítesis del último Bor-
ges, posterior a los titubeos de la dé-
cada del 20 pero anterior a los entu-
mecimientos de la consagración, ya re-
conocible pero capaz de reinventarse,
el Borges de los años 30 ha probado
ser un remedio eficaz contra las fatigas 23
del Borges más familiar y previsible.
Ana Porrúa
25
tas, o luego en civiles versus letrados)
es aquello que la poesía de Raimondi
exhibe y pone en cuestión. Todo el
libro parece discutir la división esta-
blecida por el romanticismo inglés en-
tre literatura y principio de propiedad,
entre literatura y mercado. ¿Nada tie-
ne que ver la poesía con los procesos
del capital, con el paisaje industrial
que Keats o Wordsworth cubrieron con
naturaleza? La respuesta se atisba ya
en la primera parte de Poesía civil,
aun contra lo dicho por los propios
románticos; por eso, el que escribe
anota una relación silenciada entre la
métrica y “el regulador que por ese
tiempo/ Watt introdujo en la máquina
a vapor”, y a la vez propone la lectura
en términos tecnológicos de algunas
ideas del romanticismo inglés: “por
otro lado, Wordsworth presentó a su
lector/ ideas asociadas en estado de
excitación en nombre/ de un mecanis-
I. Civiles. ¿Qué significa escribir po- repetida de uno y otro pone sobre el mo preciso que recupera la emoción/
esía civil? ¿Qué es lo civil? Es, se sa- tapete algunas cuestiones fundamen- en estado de tranquilidad hasta que la
be, lo referente al ciudadano o a la tales. Los poemas dedicados a She- tranquilidad/ desaparece y la emoción
ciudad; también lo relacionado a ella, lley o a Keats señalan la falacia de se renueva. Y yo digo: eso/ es energía
como la política y el estado. La defi- considerar al poeta un ser elegido, y a del vapor de agua que se expande ex-
nición etimológica indica, además, lo la poesía, un mundo cerrado: “Oh, le- pande/ y vuelve a enfriar para explo-
ordinario, común o natural, lo amado gislador del mundo,/ no fuiste ignora- tar y producir, más” (“Poética y revo-
por el pueblo, y su opuesto, lo culto, do en absoluto,/ es sólo que fuiste con- lución industrial”). Lo que queda afue-
lo urbano y citadino. ¿Por qué Sergio siderado/ tal como exigías: se te dio el ra, será interrogado bajo una forma
Raimondi (Bahía Blanca, 1968) deci- reino/ preferido, el invariable, intan- razonada del asedio.
de llamar su último libro Poesía ci- gible/ y perfectamente ideal;/ el otro Esta primera denegación del ro-
vil?1 La pregunta no tiene una sola quedó para tus lectores,/ dueños y des- manticismo abre dos series. La prime-
respuesta. Pero es bastante clara la ape- tinados a regir/ territorios más concre- ra compuesta por los extraños poemas
lación a dos romanticismos: el inglés tos del planeta” (“Ante un ejemplar de la segunda sección del libro, donde
que abre el libro y el francés –vía Sar- de Defense of poetry...”). Lo que que- lo civil es lo industrial recontextuali-
miento o los integrantes del Salón Li- da afuera, lo civil tal vez (y aquí ha- 1. Sergio Raimondi, Poesía civil, Buenos Ai-
terario– que lo cierra. La indagación bría que pensar en civiles versus artis- res, VOX, 2001.
zado. “Extraños ruidos en la tolva”, un modo/ u otro, necesidad de táctica cios tradicionales y, de hecho, Poesía
“Ficología y legislación flexible y fis- también de ese lado,/ plazos, movi- civil tiene un lenguaje neutro, sin me-
cal”, “La Termo” o “Firma de electro- mientos precisos para ubicar el apara- táforas. Propone una poética del orde-
dos en los caños del gasoducto”, son to/ sobre rodillos y empujar como se namiento: “y no se habla simplemente,
textos sobre el paisaje tecnológico de empuja una frase/ para que el batallón que quede claro,/ de la necesidad de
Bahía Blanca. Contra la especificidad logre vencer la fuerza contraria/ del poseer un número ingente/ de posibili-
de lo poético, un imaginario maqui- río y llegue a la costa de Santa Fe” dades de artificio, la funcionalidad/ se
nístico –no su exaltación sino su re- (“Qué hay detrás de un boletín de cam- da menos en la cantidad que en la com-
gistro– y una operación con el discur- paña (b)”). binación/ o hasta en la falta, sea numi-
so científico, económico e informati- Las secciones intermedias de Poe- nosa o voluntaria,/ y la legendaria dis-
vo: “Y los dos turbogeneradores, las sía civil rodean este eje: “Pero ahora puta entre organización o no/ del mo-
dos/ unidades monoblock se alimen- es otro el tema, porque cada uno/ de vimiento es también cuestión del
tan/ ahora por un gasoducto para ge- los que hace en sus ojos saltar los chis- poema:/ aún no, y nunca lo será, por
nerar/ más y más megavatios de po- pazos/ exhibe su propia letra: alguno dinámica, resuelta./ Lo que sí cabe es
tencia./ Sala de Máquinas sobre mil abandona/ en la juntura el diseño sua- la siguiente pregunta: ¿no fue,/ en tu
pilotes./ Mil pilotes sobre una losa de ve de unas olas,/ otro puntos separa- lucha, Darío el Estado ejecutor?
fondo/ construida sobre hectáreas de dos entre sí por zonas/ regulares de Hmmm....” (“A solas con Ghiraldo”).
26 agua/ luego de elevar la cota con re- lisura, otro pinta estrías./ Estos deta- El ordenamiento se lee en la sintaxis
fulado” (“La Termo”). Lo que era ne- lles que testimonian el estilo/ serán de largas oraciones que no retoman la
gado por el paisaje romántico se mag- hundidos luego tres metros bajo tie- idea del versículo sino más bien la del
nifica en largos poemas que explican rra” (“Firma de electrodos en los ca- período de ciertos poetas o escritores
funcionamientos e historias, descri- ños del gasoducto”). Lo civil no está clásicos. Esto diferencia la escritura de
biendo detalles y procesos. La neutra- en el gesto artístico sino en el artesa- Raimondi de la apelación a la oralidad
lidad no es absoluta porque la ironía nal. Las cocineras, los pescadores, los de gran parte de los poetas de los 90,
tiene un lugar relevante. La segunda obreros industriales son los que pro- como Rubio, Llach o Gambarotta. Po-
serie retoma el motivo industrial aso- ducen, con su estilo, un signo históri- esía civil es la contracara de ese fraseo
ciado a la idea de progreso y civiliza- co y político.2 ¿También estético? Sí, porque trabaja con versos absolutamen-
ción de la generación del 80. Así el Raimondi lee un arte en los procesos te medidos, una elección precisa de ca-
progreso aparece en una tradición de del trabajo, en las combinaciones y da uno de los términos de la lengua y
términos positivos, que serán reverti- cantidades de elementos de una receta una disposición en oraciones que casi
dos una y otra vez. El liberalismo se de cocina,3 en el gesto de dejar una nunca se cortan en los lugares previsi-
convierte en “monstruoso aparato par- herramienta entre las perlas de la soda bles, que se plantean como sucesión
lante/ que se armó a conciencia, ¿qué cáustica, en la forma en que Pedro casi infinita de subordinadas, e incluso
va a responder/ lo que no existe?, sin Quinter apila los desechos en su pa- una sola de ellas puede ser la resolu-
los órganos de audición” (“La sordera tio: “Sólo él nos llama por el nombre/ ción de un largo poema.
absoluta”). Los mundos relativamente y no nos confunde en el montón./ Ter-
separados de las armas y las letras se minar en mesa o en reparo:/ es mucho II. Un oxímoron. “Apresúrate despa-
unen invirtiendo sus poderes o cuali- pedir, pero se espera” (“Lo que me cio” o “Precipítate lentamente” es el
dades; así, en el poema “Sarmiento dijeron, en su latín, las chapas, made- lema que sirve de base al grabado que
montonero”: “nadie percutió la frase ras y fierros del patio de P. Q.”). ocupa la tapa de Poesía civil; el dise-
hasta ese punto, períodos/ separados Quinter, como Andrés Ventura Ga- ño incluye, en la parte inferior, la fi-
por comas tan parecidas a gatillos,/ y mero o Titi Trujillo son habitantes de gura de un cangrejo que atrapa a una
por eso nadie, hay que decirlo, confió Ingeniero White a los que Raimondi mariposa de su mismo tamaño, apri-
tanto/ en la tinta que cae y se desliza entrevistó para armar el Archivo de sionando cada una de sus alas con una
espesa sobre el papel”. Y los dos po- Historia Oral del Museo del Puerto.4 pinza. El grabado y el lema tienen la
emas sobre la imprenta donde se es- Aquí hay dos tareas que se cruzan y forma del oxímoron: lo terrestre y lo
criben los boletines de una campaña se iluminan mutuamente; no existe el aéreo, la velocidad y la lentitud, lo
bélica indican las relaciones comple- ejercicio de la escritura sin el de la feo y lo bello. No se trata sólo de una
jas entre escritura y acción. Focalizan historia de ciertas vidas y sin la histo-
un centro relevante del libro, que per- ria de la literatura. Por esa razón Rai- 2. Florencia Abbate, en su reseña “La opción
mite entender lo civil como popular y mondi retrocede hasta el romanticis- política contra toda confusión”, le otorga casi
todos los créditos al gesto político en Poesía
lo popular como las prácticas o la his- mo –como casi ningún otro poeta de civil. Ver Diario de poesía, 62, Buenos Aires,
toria de los trabajadores: “no siempre su época– y también recupera a otras diciembre 2002.
quien escribe olvida al alzar la pági- figuras relevantes como Rubén Darío, 3. La reseña de Marcelo Díaz, “El paladar de
na/ que en la nitidez de la letra es Ezequiel Martínez Estrada, Bertolt los comensales”, publicada en www.bazarame-
ricano.com es una lúcida lectura de las relacio-
posible observar/ los dedos mancha- Brecht, los formalistas rusos o el anar- nes entre escritura y comida en Poesía civil.
dos del entintador y su capacidad/ ex- quista Ghiraldo. 4. Sobre el Museo del Puerto de Ingeniero
tra para tocar la guitarra, que hay, de Raimondi no escribe con los artifi- White, véase www.bazaramericano.com
antinomia sino de una expresión para- tico desde la década del 90: concebir a pie juntilla/ una fila india de rema-
dojal, cuyas formas y sucesivas loca- o producir el efecto del poema como ches, tras monteras de placas/ y ma-
lizaciones son una de las lúcidas pura superficie. En una de sus articu- dera laminadas; o bien alerces”. Y el
apuestas de Poesía civil. La paradoja laciones, que defienden muchos de los fragmento 9 muestra el guatambú ta-
es una escritura de doble faz, que os- integrantes del grupo Belleza y Felici- llado en una sola pieza, como en el
cila entre dos campos mediante la mos- dad, esta superficie parece adelgazar- Cristo de Leo Moroder. No se trata,
tración de una ambigüedad opuesta a se hasta límites inusitados (un lengua- obviamente, de un poemario sobre el
la mera aserción. Siguiendo con los je que se aniña, un juego permanente guatambú, sino de su figuración como
términos exhibidos en el grabado de con lo evidente e incluso con lo ba- lenguaje y escritura; como el hule o el
la tapa, el libro de Raimondi no pos- nal); en otras, el lenguaje es ese lugar alambre de Perlongher, pero menos
tula sin más la legalidad poética o la casi desarraigado donde los significan- maleable, menos funcional al arabes-
necedad de alguno de ellos sino que tes juegan, se traban, arman la secuen- co. Y aquí, ciertamente, en esta con-
cuestiona y mira en perspectiva histó- cia de la deriva. Éste es el caso, por cepción de la materia, hay datos de
rica los distintos modos de esta rela- ejemplo, de entremezcales de Romina dos líneas poéticas con las que se cru-
ción: “Acostado de lado, con un codo Freschi y de ovnipersia de Carlos Eliff za la escritura de Arteca, el concretis-
incómodo/ apoyado en el cemento y (na kar Elliff-cé), ambos editados por mo brasileño y, sobre todo, el neoba-
la cabeza/ tirada hacia atrás, duerme. Tsé-Tsé. rroco.
Rodillas dobladas,/ pies contra el cu- Guatambú se diferencia de ambos Sin embargo, lo relevante en Gua- 27
lo, al aire la panza enorme,/ boca abier- proyectos, pero tiene en común con tambú es que el lenguaje escapa al jue-
ta al cielo, chata nariz./ Esto es obra ellos la presentación persistente del po- go exclusivo con el significante por-
de dos o tres tetra-brik./ Si fuera de ema como una superficie en la que que todos los discursos y los términos
mármol estaría expuesto/ en un mu- ciertos discursos ensayan sus formas, adquieren una dimensión histórica. El
seo de Roma, Londres o París/ como como dice Sosa en el prólogo.6 Pero fechado que se infiltra en cada uno de
ejemplo de arte helenístico./ Y no le ¿cuál es la cualidad de estos discur- los fragmentos es parte de esa puesta
molestarían las moscas” (“Sileno en sos? ¿se trata sólo de un collage? El en contexto. En las menciones del gua-
la Estación de Ferrocarril”). título da pistas a estas preguntas, aun- tambú que se citaron, los años varían
La historia (y ¿por qué no?, la ide- que funciona de manera oblicua. Una según el diseño que se presente: 1988
ología) recorre el mundo de los opues- voz guaraní, un tipo de madera, una para la primera, 1797 para la silla re-
tos: las armas y las letras, el trabajo y ciudad son las definiciones de diccio- gia, 1921 para la construcción de
el arte, lo estético y el carácter peda- nario del nombre que abre el libro. Schindler. Las fechas permiten leer sin
gógico como funciones de la literatu- ¿Se supone que estas instancias entra- linealidad algunos motivos con desa-
ra. Poesía civil no programa anular es- rán en juego narrativamente en el po- rrollos diversos, como el de la pater-
tos pares, sino indagar sus configura- ema? El fragmento 15, sobre la ex- nidad o la maternidad, el de las rela-
ciones puntuales y esta indagación es propiación de tierras a los guaraníes, ciones del escritor con los viajes, las
la forma de una escritura. Raimondi puede leerse en este sentido. Pero el lecturas o la escritura. De este modo
habla de una poesía de tesis5 que ne- guatambú es objeto de otros discur- se unen, por ejemplo, los fragmentos
cesariamente debe dar cuenta de una sos, como en el fragmento 39 que yux- de El Evangelio según San Mateo de
investigación en la que la economía, tapone referencias bibliográficas con- Pasolini, en los que hay un padre pen-
la sociología, la historia, la literatura cretas, y es –básicamente– un mate-
y hasta la ciencia sean las múltiples rial alrededor del cual Arteca escribe
perspectivas para acercarse a un tema algunas tiradas de versos; así, en el 5. Entrevista a Sergio Raimondi, en www.poe-
de interés poético. Siempre hay que fragmento 8 se describe in extensis sia.com, 16, 2002, dedicado a los poetas de Ba-
destapar un sentido silenciado, oclui- –científica y estéticamente– esta ma- hía Blanca.
6. Víctor Sosa, poeta, plástico y crítico urugua-
do que permite pensar la poesía como dera, la “Aspidosperma polineuron”: yo, prologa el libro con el texto titulado “Gua-
“zona de disputa”. Tal vez el poeta – “Ella tiene un aliño más de oro dispo- tambú escombro, esmeralda”, en Guatambú,
en esta definición– sea como los ma- nible/ ante cualquier acabado natural; Buenos Aires, Tsé-Tsé, 2003. Sobre la cuestión
ravillosos cangrejos de Poesía civil que y ese modelo del grano,/ con marcas de la superficie es interesante el artículo de Ser-
gio Raimondi, “La calaca deshuesada de sí mis-
poseen “ojos/ compuestos, miles de pequeñas. Cierto. De vez en cuando/ ma. Sobre Guatambú de Mario Arteca”, en Vox
ommatidios/ cada uno con un campo grandes, semejantes a besos. Enton- virtual, 7, Bahía Blanca, enero de 2001: “Entre
visual/ particular y una córnea propia”. ces la silla es mano,/ frotada a un liso, los numerosos problemas que el libro plantea,
final del lustre del satén”. Silla con- está el de la tensión entre un concepto domi-
nante de ‘superficie’ y la conciencia política
III. Superficies. En el fragmento 30 temporánea, que luego se transforma con la que se lo esgrime, puesta de manifiesto
de Guatambú de Mario Arteca (La Pla- en silla regia antigua; después el gua- en la auto-reflexión y en una pregunta definida
ta, 1960) se lee: “una ciudad que ate- tambú reaparece en otro diseño, esta del libro, para sopesar la cual no importa por el
naza/ el colirio del aire en un plato de vez arquitectónico, en una casa de Ru- momento si la proposición es o no atinada o si
soporta o no aproximación alguna a la verdad:
sopa”. Aislada, la imagen permite pen- dolph Schindler: “ganará/ toda inser- “la poesía está más muerta que la calaca des-
sar la relación con otras líneas o pro- ción de mixtura en cócteles de hierro,/ huesada / de sí misma. ¿Entonces, por dónde
yectos presentes en el escenario poé- donde perfiles normales irán soldando ‘conspirar’?”.
sativo y una mujer embarazada, fecha- Mateo de Pasolini, Godard y mucho revista Vox y en Monstruos, la antolo-
dos en el año en que salió la película, más. Otros segmentos relatan histo- gía preparada por Arturo Carrera en el
con las innumerables referencias e his- rias chinas (de distintas épocas); “mu- año 2001. Allí, la ironía era el modo
torias de la pequeña hija, Oli, a quien jeres niji”, “gente lithuani”, “cincuen- de leer una forma concreta con distin-
está dedicado el libro, acompañadas ta y dos etnias guaraníes”, semitas. ¿En tos clivajes históricos (desde los clási-
siempre por las fechas: 1989, 2000 o dónde estamos situados? Allí donde cos latinos hasta los españoles). En Po-
2001. Pero además, la película de Pa- el poeta ve o lee. No hay un paisaje esía civil hay un tono, una sonoridad
solini presenta otro de los motivos que reconocible, o mejor, sólo hay paisa- que no existe en la poesía argentina de
adquiere distintas formaciones, el de jes culturales. los 90. Como proyecto poético se ins-
Israel como paisaje y como instancia La lengua también es extranjera, y tala en un lugar absolutamente excén-
política, que reaparece en una biogra- lo es en varios sentidos. Suena distin- trico que pone en jaque las ideas sobre
fía de escritor en el fragmento 12 y ta a la mayor parte de la producción el género y que piensa (de ahí su ca-
también se entromete como carta en poética de los 90 porque, si bien la rácter ensayístico y la fuerte apuesta
el fragmento 44: “Eso que me cuentas narración es fundamental, hay más es- argumental) en los “inicios” de la po-
de nuestra niña es/ tremendo. Me re- cenas distintas y climas que no ponen esía contemporánea, en el romanticis-
cuerda lo que me contaba/ Mónica des- en primer plano su funcionalidad en mo, y en los pasajes de esta poética al
de Suecia, diciéndome que uno/ de sus una trama: “Es así: la señora iba po- escenario nacional. Las tradiciones re-
28 hijos, ante las imágenes que ya/ cono- cas veces/ a la cabaña; no siempre le tomadas por Arteca siempre están más
cemos, le preguntó si los aviones/ se llevaba comida a su hijo./ Las peras cerca de las vanguardias. Pero las elec-
metían en las casas siempre”. Bajo el asadas en ceniza son lo mejor del mun- ciones son heterogéneas; están las citas
modo de la información, los hechos do/ –tallaba con navaja grandes reba- de la vanguardia europea y las del neo-
contemporáneos cierran el libro con nadas de pan negro;/ también lonchas barroco latinoamericano, pero también
la alusión al Why Project, el llamado a de sebo pellizcando el nervio/ de un las de la poesía norteamericana con-
todos los artistas para que den su ver- brasero”. Es cierto que esta lengua po- temporánea (Ashbery, Auden, Lowell).
sión del ataque a las Torres Gemelas. ética acredita torsiones neobarrocas. El punto de resolución tiene el impulso
Un mismo motivo puede adquirir Algunos versos emulan a Lezama Li- y la cualidad de este cruce. En ningún
las formas genéricas diferentes de car- ma y otros parecen copiados del Cé- caso uno podría leer un único patrón,
ta, información, ensayo o relato. La sar Vallejo de Trilce: “Debido a la ti- sino movimientos sobre éstos a los que
trama es densa y compleja; se pasa de sana, ahora se hidratan/ palatinos, y habría que agregarle los operaciones de
uno a otro año y las referencias con- con eso, gana cierta celeridad;/ tam- narración del cine moderno, o los mo-
cretas a las películas, los libros, las bién grava así la abundancia. A su mo- dos de composición de la pintura. Gua-
biografías de los escritores o pintores do/ se dispersa en el desahogo de la tambú, por otra parte, aparece como
carecen de sujeto. La inclusión per- potestad”; o bien: “No arde, revela; una resolución poética dentro de un am-
manente de citas tiene la cualidad del dicta en su espuma/ la hidrofobia de plio corpus de libros inéditos (o par-
pastiche, tal como lo entendía Proust, la ira detrás del tegumento”. Sin em- cialmente publicados) como Bestiario
como modo de lectura crítica. Por eso bargo, las frases suelen ser más abier- búlgaro, Zentralpark, o Cuello Mao.
la figura del lector es tan importante tas y la musicalidad no se impone a La figura del lector es ineludible
en Guatambú, como en gran parte de los otros elementos del poema; en to- para pensar estas dos escrituras dife-
Poesía civil de Raimondi. El escritor, do caso, Guatambú trabaja con el ne- renciadas. El poema tiene, en uno y
como aquel que está leyendo perma- obarroco o con ciertos fraseos vanguar- otro caso, un costado experimental, el
nentemente las noticias, los libros de distas, pero manifiesta estas tradicio- de la lectura crítica y el reprocesamien-
historia, de filosofía, de botánica, de nes en filigrana. Ésta es, en fin, una to de tradiciones; se presenta como un
diseño, de arquitectura, diccionarios, lengua extranjera, incrustada con otros lugar de prueba, de ensayo, de apues-
prospectos farmacológicos y biografí- idiomas –el inglés, el francés, el ale- tas. Se escribe leyendo con ojos de
as;7 el lector, como el que vuelve a mán, el latín o el guaraní. En este sen- cangrejo o de extranjero, o como dice
contar fragmentos de películas chinas, tido, una de las mejores definiciones Raimondi, para “poner en crisis la ex-
rusas, francesas, italianas. está en el propio poema cuando dice periencia de lectura”. Así sea.
“escritura impersonal, babélica,/ con-
IV. Extranjeros. La esperanza de lo fusa travesía judía o musulmana, pa-
latinoamericano asociado a un nom- raguaya./ ¿Por qué?”. 7. Es importante anotar que tanto en Poesía
bre guaraní es, de hecho, una mala civil como en Guatambú la poesía es el lugar
de encuentro de diferentes discursos. Esta posi-
entrada para leer Guatambú. La na- V. Zona de disputa. Poesía civil y bilidad, ya asimilada en la producción y en la
rración inicial, una de las tantas que Guatambú permiten pensar en las for- crítica desde hace muchos años, tiene su praxis
en el libro evocan películas, recons- mas de escritura en los 90. Son dos y su teorización en los libros de Ezra Pound,
truye escenas campesinas rusas o che- textos que proponen un desplazamien- básicamente. También T. S. Eliot habló de la
no diferenciación entre prosa y poesía. En La-
cas. Luego están los fragmentos de La to. Raimondi se distancia de su escritu- tinoamérica, Nicanor Parra, Ernesto Cardenal y
notte o Blow-up de Antonioni, los más ra anterior, la de las Églogas publica- Antonio Cisneros trabajan programáticamente
extensos de El Evangelio según San das parcialmente en una plaqueta de la esta idea desde sus primeros libros.
¿Hay una posteridad para Serge Daney?
Jean-François Pigoullié
29
axiomas sostenidos por Daney y pri-
var a su pensamiento de la dimensión
baziniana. De pronto nos preguntamos
si Jean-Luc Godard, una vez más, no
habrá tenido razón cuando afirmó:
“Nos podemos acordar de Bazin. De
Serge, nos acordaremos menos [...]
Quizás ésta sea la grandeza del perio-
dismo: no queda nada [...] Se recorda-
rán algunas fórmulas, pero no sé si
recordaremos un pensamiento”.1
El realismo
La verdad
REVISTA IBEROAMERICANA
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Sociología e historia intelectual
Alejandro Blanco
42
nealogías más frecuentes, tenga aquí
tanta relevancia como Marx, Weber o
Durkheim. Pero el canon presentado
por Hawthorn, todo lo inusual o ex-
travagante que se quiera, no está mo-
tivado por el deseo de ajusticiar el ca-
non oficial sino por una razón distinta
y bien precisa: “[...] quise evitar –di-
ce– la ‘doxografía’, el intento [...] de
imponer a una problemática un canon
establecido sin referencia a esa pro-
blemática o, a la inversa, imponer a
un canon una problemática sin refe-
rencia a ese canon” (pág. 10).
¿Cómo evitar la doxografía? Hawt-
horn sugiere un camino: intentar recu-
perar las “intenciones” de aquellos que
formularon lo que hoy llamamos teo-
rías sociales, aunque inmediatamente
admite las dificultades de la empresa.
Del examen de esas “intenciones”, no
obstante, Hawthorn extrae su tesis: la
teoría social moderna, que prohijó a
I se y nueve líneas a Georg Simmel. la sociología, emergió con posteriori-
Una página a Anthony Crossland y ni dad a la caída del cosmos cristiano
Para el lector más o menos familiari- una mención a Robert Merton. Tal- medieval y su principal objetivo fue
zado con la literatura relativa a la his- cott Parsons, sin duda el teórico social la elaboración de una nueva cosmolo-
toria de la sociología, Iluminismo y más prominente de la posguerra, es gía en consonancia con el carácter se-
desesperación. Una historia de la te- tratado en apenas tres páginas. Rous- cular, utilitario y utópico de la moder-
oría social, el libro de Geoffrey Hawt- seau, Kant y Hegel tienen en esta his- nidad. En ese sentido, la teoría social
horn, recientemente traducido al espa- toria una gravitación que es infrecuente consistió en una serie de intentos por
ñol, es un ejemplar inusual.1 No es en las clásicas reconstrucciones de los proveer respuestas “no filosóficas” a
una clásica historia de la sociología, “padres fundadores” de la sociología. cuestiones filosóficas, tales como “qué
aunque la sociología y su historia es Tampoco es una convencional histo- somos”, “cómo podemos conocer”,
su tema central. No es una historia ca- ria disciplinaria si por ella entende- “cómo deberíamos vivir”. Hawthorn
nónica, organizada sobre la base de mos esa historia de un linaje de auto- sugiere así una visión alternativa de la
una historia de los “padres fundado- res y de obras con que solemos iden- teoría social y de su historia. Esta úl-
res” y de los “grandes textos”, aunque tificar la genealogía de la disciplina. tima no ha sido una respuesta conser-
contiene un canon. Hawthorn consa- De otro modo, no se explica el que
gra siete páginas a Leonard Hobhou- Hobhouse, rara vez referido en las ge- 1. Nueva Visión, 2002.
vadora a los trastornos de la industria- manos y a su historia. Afirmar que la una historia de la teoría más contex-
lización (R. Nisbet), ni un intento por teoría social fue el intento de arraigar tualizada.
oponerse a Marx (I. Zeitlin), ni un de- (fundar) un argumento ético es una co- “He querido evitar –declara Hawt-
safío al positivismo en nombre de la sa, y otra muy distinta es decir que horn al comienzo– una historia de la
conciencia (S. Hughes), sino algo más fue sólo eso. A veces, incluso, Hawt- teoría social que la considere como
general: un intento de responder a la horn es contradictorio. En un momen- algo más o menos natural y libre de
pregunta de “cómo arraigar un argu- to afirma que el intento de los teóri- problemas. En cambio, quise intentar
mento ético”. La transición operada cos sociales de construir una teoría éti- una reconstrucción histórica de esta
por la conjunción del título completa ca “ha fracasado ante los hechos”. teoría que también fuera una recons-
la tesis: animada por una gran expec- Media página después, advierte que las trucción racional, y quise hacer de di-
tativa de una respuesta ilustrada (cien- transformaciones intelectuales de las cha reconstrucción una parte de la ‘his-
tífica) a aquellas preguntas, la historia últimas décadas han certificado dicho toria intelectual’” (subrayado mío). La
de aquellos intentos ha sido, según fracaso al reconocer, en su versión ra- frase resume, de algún modo, el pro-
Hawthorn, la historia de un fracaso. dical, que “no disponemos de ninguna grama crítico de la nueva historiogra-
Pero, ¿se podría imputar semejan- clase de conocimiento. Lo que deci- fía. Lo que sigue pretende ser un co-
te “intento” a Max Weber? El mismo mos sobre el mundo es tan sólo lo que mentario general sobre algunos aspec-
Hawthorn parece por momentos vaci- decimos sobre el mundo” (las cursi- tos de dicho programa.
lar. Hasta donde sabemos, fue Weber vas son del autor). La última afirma- 43
quien insistió como nadie en que la ción pareciera insinuar que la rotunda
ciencia o la teoría social nada tenían declaración relativa al fracaso de la II
para decirnos respecto a ese tipo de teoría es también, tan sólo, algo que
preguntas. Pero la misma dificultad decimos sobre el mundo –como po- Si esa historia no ha sido ni recons-
puede observarse con respecto a la dríamos haber dicho cualquier otra co- trucción histórica, ni reconstrucción ra-
obra de escritores en los que la inten- sa– y que referirnos a los “hechos” es cional ni historia intelectual, ¿qué ha
ción “analítica” antes que “normati- tan sólo una manera de hablar. En sido entonces? La relación de los so-
va” es dominante. Talcott Parsons es otros momentos, ciertas afirmaciones ciólogos con la historia de la teoría
un claro ejemplo de ello, pero tam- sólo pueden admitirse dado su carác- sociológica ha sido, históricamente,
bién Georg Simmel o Robert Merton, ter deliberadamente polémico, como una relación ambivalente. Por un la-
a quien Hawthorn, comprensiblemen- cuando Hawthorn afirma que el mun- do, dicha historia no ha disfrutado de
te, no dedica ninguna página. ¿Y las do no está gobernado por “fuerzas so- una gran atención entre los practican-
teorías originadas en las tradiciones de ciales” –como creyeron, según Hawt- tes de la disciplina. El Comité de In-
la fenomenología y de la hermenéuti- horn cree– los sociólogos, sino por go- vestigación en Historia de la Sociolo-
ca como el interaccionismo simbólico biernos. gía de la International Sociological As-
o la etnometodología que Hawthorn Pero no deseo examinar en detalle sociation fue creado recién en 1971 y
excluyó de su canon? Todo estudio la tesis avanzada por Hawthorn. Qui- todavía en 1974 la American Sociolo-
del pasado implica –lo sabemos desde siera detenerme, en cambio, en lo que gical Association no incluía la “histo-
Weber– una selección dictada por una considero que es el aspecto más suges- ria de la sociología” entre sus 36 áre-
problemática, y Hawthorn podría adu- tivo del libro, el intento de problema- as de competencia. Esta actitud, que
cir que esas teorías fueron excluidas tizar las condiciones de enunciación y se mostraría persistente, estuvo firme-
precisamente para evitar la doxogra- de escritura de una historia de la teoría mente conectada con la creencia en el
fía. Con todo, sería difícil negar que social. En rigor, la apuesta de Hawt- carácter científico y progresivo del co-
ellas también son teorías (¿qué otra horn se inscribe en una corriente inte- nocimiento sociológico. El argumento
cosa podrían ser, acaso, los escritos lectual dentro de la sociología que des- es bien conocido. Tal como las cosas
de Schutz o de Garfinkel?), en cuyo de mediados de los años 70 comenzó a ocurren en las ciencias naturales, una
caso su tesis ya no referiría a una his- desafiar los modos tradicionales en que tradición de acumulación selectiva de
toria de la teoría social sino a una his- había sido hasta entonces escrita la his- conocimiento significa que las contri-
toria de una de las formas en que la toria de la sociología.2 Sus focos de buciones de los trabajos tempranos han
teoría social se expresó en Occidente. inspiración fueron diversos: en algunos sido ya incorporadas al conocimiento
Aunque sujeta a controversia, la te- casos, la perspectiva de la historia in- corriente. Por consiguiente, el estudio
sis de Hawthorn es persuasiva. Pero telectual preconizada por Quentin Skin- de esas tempranas contribuciones es
su mala predisposición a asumir una ner; en otros, las nuevas vías abiertas cedido a los historiadores de la cien-
actitud de “tolerancia a la ambigüe- por la sociología de la ciencia de Kuhn cia mientras que los científicos foca-
dad” –ostensible en su retórica– tien- en adelante. En cualquier caso, se trató lizan sobre la práctica corriente de la
de a debilitarla. Hawthorn razona co- de un movimiento intelectual que abrió disciplina. Y sin embargo, los soció-
mo si las cosas fueran una cosa o la un debate en torno a la teoría de la
otra pero nunca algo de ambas, una historiografía de la teoría social funda- 2. El libro de Hawthorn apareció en 1976 y
actitud que no parece muy adecuada do en el reclamo de una sociología más fue reeditado en 1987 acompañado de un pre-
cuando nos referimos a los asuntos hu- históricamente informada así como de facio y una conclusión.
logos se mostraron reacios a ceder a sado y presente fue traducida a un mo- una ciencia sino parte de las humani-
los historiadores el examen de la his- delo acumulacionista de ciencia, el pa- dades. Esto último explica el que la
toria de la teoría. Muy por el contra- sado de la teoría quedó dividido entre historia de la sociología haya vacilado
rio, consideraron –y todavía conside- aquellas ideas falsas que habían sido entre dos modelos de referencia: el de
ran– que el estudio de las obras juzga- refutadas por los “hechos” y aquellas una sociologia perennis, concebida so-
das “clásicas” de la teoría sociológica que habían sido incorporadas en el co- bre el modelo filosófico donde los pro-
y pre-sociológica es parte integral de nocimiento sistemático corriente, y en- blemas y cuestiones fundamentales son
la formación y la experiencia profe- tonces la historia de la teoría adoptó siempre los mismos o el de una socio-
sional del sociólogo qua sociólogo. La la forma de un emprendimiento desti- logía científica, que, disponiendo de
mejor prueba de ello es la dimensión nado a separar los residuos ideológi- un saber acumulativo, o bien cede el
casi industrial que ha adquirido la li- cos de las proposiciones científicamen- examen de las teorías del pasado (que
teratura referida al tema como el he- te válidas. La versión de todo esto va- ya no participan de la sociología co-
cho de que, en su casi totalidad, la riaba, claro, según la ortodoxia de rriente) a la historia de la ciencia, o
factura de dicha industria ha sido obra turno (la sociología científica, el mar- bien las examina a la luz de los están-
de sociólogos y no de historiadores. xismo, etc.), pero en cualquier caso se dares del conocimiento científico co-
Aunque curioso, no hay nada anó- trataba de detectar el momento en que rriente. En cualquiera de los dos ca-
malo en el hecho de que hayan sido la ciencia finalmente se había emanci- sos, la teoría es vista de manera plana
44 mayormente los sociólogos antes que pado de la ideología. Por lo demás, y u horizontal, como un conjunto de res-
los historiadores quienes finalmente se como estaban escritas a partir de las puestas a los mismos problemas so-
entregaran a reconstruir la historia de concepciones vigentes de la discipli- ciológicos (que son también “nuestros
la teoría o de la disciplina. Muchas –si na, generalmente omitían una consi- problemas”), respuestas variadas y to-
no la mayoría– de las buenas y malas deración de los emprendimientos al- das o casi todas igualmente válidas,
historias de la antropología o de la psi- ternativos que habían tenido lugar por en la perspectiva humanista, respues-
cología han sido escritas por sus pro- fuera de las ortodoxias victoriosas. Así, tas verdaderas o falsas, en la perspec-
pios practicantes. El problema estriba siempre era Durkheim pero nunca Re- tiva científica. En un caso, no hay pro-
en que eran “historias” escritas por so- né Worms o Gabriel Tarde; siempre greso en las respuestas, en el otro, esas
ciólogos que –como se revelaría más Weber pero raras veces Werner Som- respuestas son progresivas y tienden,
tarde– lucían, paradójicamente, apenas bart o Ferdinand Toennies. Dado ese prueba empírica mediante, hacia una
sociológicas y muy poco históricas. En carácter “normativo”, tales historias, perfección creciente de la teoría. Las
lugar de una comprensión contextua- como era de esperar, estuvieron mu- teorías o partes de aquellas teorías in-
lizada de las ideas, los sociólogos pa- cho menos inclinadas a explicar un capaces de resistir dicha prueba podí-
recían conformarse –como advirtió proceso (el proceso por el cual las ide- an ser descartadas y sus autores per-
Robert Merton en su momento– con as emergen, cambian, permanecen o fectamente olvidados.
“una colección de resúmenes críticos bien se extinguen) que a legitimar una
de teorías pasadas, sazonada con bio- determinada concepción y práctica de
grafías breves de los teóricos impor- la disciplina. III
tantes”, como si la suerte de las ideas Había “buenas razones”, sin em-
fuera un asunto menos sociológico –o bargo, para esa representación de la Los nuevos desarrollos en filosofía y
estuviera menos sujeto a las “influen- historia de la teoría. Los esfuerzos de sociología de la ciencia, sin embargo,
cias sociales”– que la estratificación “convergencia” y de “síntesis” parecí- revelaron que el modelo de ciencia na-
social o el sistema político. En el fon- an haber puesto fin a las disputas en- tural que los sociólogos pretendían
do, aquella ambivalencia era el reflejo tre diferentes escuelas rivales. El de- emular era sólo eso, un modelo, y que
de una misma actitud hacia el pasado. sarrollo y perfeccionamiento de nume- las consideraciones no empíricas ge-
En principio, la existencia misma de rosas técnicas y metodologías de nerales –eso que Kuhn llamó en su
la sociología se daba relativamente por investigación e incluso de modelos momento “paradigma” y que refiere
descontada y era percibida como una matemáticos daban la sensación de al conjunto de presuposiciones meta-
especie de entidad natural que en to- que, al igual que las ciencias natura- teóricas y procedimientos relacionados
dos los lugares y tiempos se había les, la sociología había adquirido el no verificables contra evidencia expe-
planteado más o menos las mismas y estatuto de una ciencia empírica, en rimental alguna– desempeñan un pa-
fundamentales cuestiones. Por consi- condiciones de codificar el conoci- pel decisivo tanto en los problemas
guiente, las teorías del pasado eran vis- miento empírico y construir leyes de que se plantean las teorías como en
tas en una línea de continuidad con el subsunción mediante procedimientos los compromisos de los científicos
presente, como habiendo “anticipado” experimentales. Todo parecía indicar, acerca de qué cosa es un problema y
o “contribuido” a aquellas teorías, te- en fin, que la sociología había defini- un hecho, y de cuál es su significado.
máticas o problemas que eran recono- tivamente alcanzado la condición de Se reveló también que esos paradig-
cidos, en el presente, como constituti- una “ciencia normal”. Sin embargo, mas cambian y que con ello cambian
vos de la disciplina. algunos se opusieron a esta visión ar- los problemas que enfrentan los prac-
Cuando esa continuidad entre pa- gumentando que la sociología no era ticantes de las disciplinas tanto como
las respuestas que dan a ellos. El pro- simple proceso acumulativo. Y en ra- muy distinta es confundir el pasado
greso de las ciencias naturales –según zón de ello, las teorías sociales no de- con el presente. Una cosa es recono-
el conocido argumento de Kuhn– no bían ser vistas como ensayos –unos cer la importancia de Marx para la te-
era entonces simplemente acumulati- más logrados que otros– de aproxima- oría sociológica y otra muy distinta es
vo sino que se asemejaba a una serie ción a una supuesta “teoría de la So- afirmar, como lo hizo Zeitlin, por
de discontinuas revoluciones en las ciedad” inmanente a la historia, sino ejemplo, en su momento, que el desa-
cuales un paradigma científico reem- como “los intentos por luchar con di- rrollo de la teoría sociológica debía
plaza a otro. Y dada esa discontinui- ferentes realidades, las respuestas a di- ser comprendido como una respuesta
dad, el historiador de la ciencia ya no ferentes problemas, el resultado final al fantasma de Marx.4 Pues, en rigor,
estaba plenamente autorizado a extra- de diferentes propósitos”.3 tanto Durkheim como los primeros so-
er las supuestas contribuciones del pa- Fue entonces esa pérdida de con- ciólogos americanos estuvieron mucho
sado al presente sino que, para enten- fianza en el carácter acumulativo del más obsesionados con el fantasma de
der algo, debía reconstruir con mayor conocimiento científico social y la con- Spencer que con cualquier otro. En
integridad la actividad científica tal co- siguiente aceptación del carácter cons- Alemania, incluso, el impacto general
mo había sido en su propio tiempo. El titutivamente preparadigmático o mul- de Spencer, aunque por mucho tiem-
resultado de todo ello fue, como era tiparadigmático de la sociología lo que po ignorado, fue considerable, espe-
de esperar, una orientación más histo- inspiró en los sociólogos una actitud cialmente en Ferdinand Toennies, que
ricista que “progresiva” o “presentis- más cautelosa hacia el pasado y abrió consagró tres ensayos a su obra.5 Más 45
ta” en la historia de la ciencia. las puertas a una historia menos par- contemporáneamente, ni en las obras
Ciertamente, la lección de Kuhn tisana, menos parroquial, más dispues- de Zaniecki, MacIver o Sorokin pue-
estaba extraída de un examen de la ta a comprender el pasado de la teoría de detectarse un eco de tal debate con
historia de las ciencias naturales y al- “en sus propios términos” que a so- la figura de Marx. Por lo demás, dis-
gunos consideraron que no debía ser meterlo a las demandas del presente ponerse a rastrear la presencia de di-
transferida a las ciencias sociales que de la teoría o de la disciplina. Pues, cho debate en las teorías del intercam-
todavía estaban en una edad “prepara- en su afán por hallar en el pasado los bio, en el interaccionismo simbólico o
digmática”. Pero la mayoría estimó lo “orígenes”, “anticipaciones” o “con- en el funcionalismo es, francamente,
contrario. Precisamente a raíz de ese tribuciones” de las teorías pasadas al una empresa infructuosa. En todo ca-
carácter preparadigmático, las historias conocimiento sistemático corriente, la so, esa mayor sensibilidad hacia la di-
de la teoría social estaban todavía más historiografía tradicional –argumenta- mensión histórica de la teoría socioló-
expuestas –o eran más vulnerables– a ron los proponentes de la nueva histo- gica promovió así una historia más
las aproximaciones “presentistas” o ria– terminaba avanzando toda clase comprehensiva (ya no circunscripta ex-
“progresivas” de su historia. En efec- de anacronismos e interpretaciones his- clusivamente a las figuras tradicional-
to, en la medida en que no existe un tóricamente absurdas al transferir con- mente reconocidas como clásicas) a la
cuadro conceptual unificado sino un ceptos y criterios de clasificación que vez que más sensible a los rasgos cam-
conjunto de escuelas o puntos de vista no estaban disponibles para los auto- biantes de la ciencia social. Y había
rivales, la historiografía simplemente res examinados. Más que una forma buenas razones para proceder de esa
se convierte en un escenario para di- de historia, ese tipo de reconstruccio- manera.
rimir batallas teóricas del presente. La nes era, a sus ojos, una forma de mi- En principio, la evidencia históri-
conclusión estaba a la vista: en la me- tología. ca recogida aquí y allá revelaba que
dida en que la teoría carecía de una las categorías de los “padres fundado-
historia, los teóricos sociales carecían res” y la de los “textos clásicos” que
del conocimiento de algunas de las IV hasta entonces habían funcionado co-
perspectivas que, o bien no habían si- mo principios de organización y com-
do transmitidas o bien lo habían sido Ciertamente, los proponentes de esta prensión de la historia de la sociolo-
pero de una manera distorsionada. nueva historia admiten que todo pasa- gía eran en realidad el resultado de
Otros argumentaron que si esa vi- do se reconstruye siempre e inevita- una reconstrucción retrospectiva más
sión presentista ya no era una pers- blemente desde un presente, desde los que una condición de existencia de la
pectiva plausible en la historia de las intereses cognoscitivos del presente. disciplina misma. En efecto, quienes
ciencias naturales, mucho menos po- Admiten, consiguientemente, que exis- habitualmente figuran como sus “pa-
día serlo en las ciencias sociales, dada te una tensión entre el intento de reco- dres fundadores”, nunca aspiraron, en
la naturaleza diversa a la vez que cam- brar el pasado “en sus propios térmi- rigor, a dicho estatuto. El caso más
biante de la “materia” de estudio que nos” y el reconocimiento de que la
enfrentan estas últimas. En consecuen- selección sobre la base de nuestro cri- 3. John D.Y. Peel, “Sociology and Its His-
cia, el desarrollo de las teorías socia- terio es inherente y por tanto inevita- tory”, en Herbert Spencer. The Evolution of a
les no podía ser visto como un creci- ble a dicha empresa. Pero una cosa es Sociologist, Basic Books, New York, 1971.
4. Irving Zeitlin, Ideología y teoría sociológi-
miento o una aproximación enteramen- reconocer que no podemos estudiar el ca, Amorrortu, Buenos Aires, 1997 (edición ori-
te unidireccional a una misma realidad pasado de la teoría sociológica sin una ginal 1968).
y, en tal sentido, tampoco como un orientación desde el presente y otra 5. John D.Y. Peel, op. cit., 1971, pág. 317.
46
obvio es Karl Marx, que identificó la patías políticas (burocráticas y monár- practicantes de la sociología, una vi-
sociología con el “despreciable positi- quicas) de los viejos miembros del Ve- sión “enciclopédica” antes que “canó-
vismo” de Augusto Comte. Pero We- rein fur Sozialpolitik. Por lo demás, nica” de la ciencia social.7 En la céle-
ber es otro ejemplo prominente. Du- Economía y Sociedad fue escrita co- bre “Green Bible” de Robert Park y
rante su breve carrera académica, fue mo una sección para una comprensiva Ernest Burgess, Introduction to the
profesor de economía y nunca enseñó serie de libros sobre economía. Georg Science of Sociology, de 1921, figura-
sociología. En vida, no se consideró a Simmel enseñó filosofía durante la ma- ban 23 “trabajos representativos en la
sí mismo ni fue considerado por sus yor parte de su vida académica y sólo sociología sistemática”. Simmel y
contemporáneos primariamente como recibió la cátedra de sociología cerca Durkheim estaban entre ellos, no así
sociólogo sino como historiador, eco- de su muerte.6
nomista y teórico de jurisprudencia. Lo mismo puede predicarse para 6. Edward Shils, “Tradition, ecology and ins-
Incluso estuvo firmemente en contra los “textos clásicos”. Hasta fines de titution in the history of sociology”, en Daeda-
lus, vol. 99, Nº 4; Wolf Lepenies, Las tres cul-
de la creación de una cátedra de so- los años 40, la sociología no tuvo una turas. La sociología entre la literatura y la cien-
ciología y adoptó el término “sociolo- lista de “clásicos” en el sentido mo- cia, F.C.E., México, 1994, y Anthony Giddens,
gía” para referirse a su propia pers- derno de la palabra. Por el contrario, El capitalismo y la moderna teoría social, La-
pectiva sólo desde 1910 en adelante y predominó hasta entonces, tanto entre bor, Barcelona, 1994.
7. R. W. Connell, “Why is Classical Theory
fundamentalmente por razones de con- los comentadores de la historia del Classical”, en American Journal of Sociology,
veniencia, para distanciarse de las sim- pensamiento social como entre los vol. 102, Nº 6, mayo de 1997.
Weber, Pareto o Marx. Solamente un antes referida, Simmel acaparó el ma- toria”. Sistemática: ¿quién se atreve-
trabajo de Weber era mencionado en yor porcentaje de los textos seleccio- ría a dudar de la relevancia de sus con-
las notas, pero su obra recibía menos nados. Hacia los años 30 la difusión tribuciones respecto de problemáticas
atención que las de Walker, Wallace, americana de Simmel llegó a Harvard tales como la acción social, el poder,
Wheeler, Wittenmyer, Woods o a través de la enseñanza de Talcott la estratificación y la integración so-
Worms. Por lo demás, en la mayoría Parsons. En el plan de su primera y cial, el conflicto, etc.? Historia: ¿cuán
de los libros de texto previos a la for- más influyente obra, La estructura de verosímil sería una historia de la dis-
mulación del canon las referencias a la acción social, Parsons reservó un ciplina en cuyos capítulos no figura-
Durkheim, Weber y Pareto eran in- capítulo a Simmel que finalmente ex- ran sus nombres? Se trata, en todo ca-
cluidas dentro de una larga lista de cluyó. En adelante, la presencia de so, de reconocer que la fortuna de los
otros autores. Todavía más, en su in- Simmel fue apagándose a medida que llamados grandes textos es tan impre-
fluyente Contemporary sociological crecía la de Parsons, y hubo que espe- decible como los contextos y los dis-
theories, de 1928, Pitirim Sorokin se rar la crisis del funcionalismo para que cursos que favorecen y fomentan un
refería a Durkheim, Weber y Pareto Simmel fuera nuevamente recuperado interés en ellos. Sobre la suerte de Max
como a autores de escuelas sociológi- y más tarde entronizado como un “clá- Weber, Guenther Roth ha podido es-
cas totalmente diferentes. Nueve años sico”. cribir: “En vida, Weber sólo fue un
más tarde, Talcott Parsons argumen- ¿Y Durkheim? Fue extremadamen- miembro de una galaxia de brillantes
taba haber descubierto una notoria te influyente, no hay duda, al menos sabios, y no fue obvio que su voz pe- 47
“convergencia” entre todos ellos, y fue en Francia, desde fines del siglo XIX netraría en el fragor de la battalla y
a partir de ese momento que la disci- hasta los años 20, pero tampoco fue fuera oída en el futuro. Queremos cre-
plina hizo suya la idea de la existen- considerado un clásico hasta los años er que Marx, Durkheim y Weber so-
cia de un canon. 60. Fue ampliamente conocido entre brevivieron a su época por la calidad
En Alemania, la influencia de We- los sociólogos americanos de su épo- intrínseca de su realización, pero su
ber en la República de Weimar fue ca, pero no fue considerado más rele- tan decantada ‘influencia’ ha depen-
extremadamente selectiva, y conside- vante que otros, como Gabriel Tarde, dido de nuestra propia receptividad y
rando su trabajo en su totalidad, bas- y, en general, sus ideas fueron trata- de nuestras propias orientaciones”.13
tante débil, al menos entre los profe- das muy desfavorablemente.11 El ca- La existencia de un clásico no es en-
sores de sociología de entonces (Vier- pítulo que Parsons consagró a Durk- tonces un hecho “evidente”, sino un
kandt, Rumpf, von Wiese, Geiger, heim en La estructura de la acción proceso mediatizado por diversos fac-
Freyer, Meusel y Dunckmann) quie- social mejoró considerablemente su tores, textuales y extra-textuales. La
nes apenas se refirieron a su obra.8 En baja reputación entre los sociólogos cambiante suerte experimentada por
rigor, sus ideas devinieron eventual- americanos, pero también la preminen- los autores mencionados revela que la
mente influyentes en Alemania a tra- cia que a partir de los 30 ganaron otros “grandeza” de una obra está sujeta a
vés de la mediación americana, en es- centros académicos, como Harvard y variaciones y que el ingreso o egreso
pecial, de Talcott Parsons, que jugó a Columbia, que, por distintas razones, de ese honorable status no es un he-
este respecto un rol crucial en la ins- y a diferencia de una Chicago poco cho definitivo. Una breve anédota. Ha-
talación de las ideas de Weber en la hospitalaria, tenían una tradición de in- cia fines del siglo XIX, (poco más,
sociología norteamericana, a tal punto terés en Durkheim. En Francia, por lo poco menos) Herbert Spencer fue qui-
que toda la polémica posterior con su demás, las tres figuras que dominaron zá la figura más influyente entre los
enfoque implicó necesariamente una la discusión sociológica en la inme- aspirantes a sociólogos, al menos en
“desparsonización” de Weber. Por lo diata posguerra, George Gurvitch,
demás, antes de la Primera Guerra Raymond Aron y Jean-Stoetzel, fue- 8. Edward Shils, op. cit., pág. 823.
Mundial Weber permaneció bastante ron extremadamente críticos del lega- 9. Monique Hirschhorn, Max Weber et la so-
ciologie française, L´Harmattan, París, 1988.
desconocido tanto en el resto de Eu- do durkheimiano y procuraron institu- 10. Donald Levine y otros, “Simmel´s Influen-
ropa como en Estados Unidos. En cionalizar la disciplina a partir de un ce on American Sociology I”, en American Jour-
Francia, sólo en la posguerra, y mer- claro distanciamiento con el mismo.12 nal of Sociology, vol. 81 (4), 1976, y W.J. Cahn-
ced a los aislados esfuerzos desplega- man, “Toennies in America”, en History and
Theory, vol. 16, 1977.
dos por Raymond Aron y Julien 11. Jennifer Platt, “The United States Recep-
Freund, su obra comenzó a ser intro- V tion of Durkheim”, en Sociological Perspecti-
ducida al público francés.9 ves, vol. 38, N 1, 1995.
En cambio, sus compatriotas Ge- Marx, Durkheim y Weber, ¿fundado- 12. Véase, Loïc Blondiaux, “Comment rompre
avec Durkheim? Jean-Stoetzel et la sociologie
org Simmel y Ferdinand Toennies fue- res entonces de qué? ¿Clásicos para française de l’ après-guerre (1945-1958), Revue
ron extremadamente influyentes en los quién y desde cuándo? y ¿hasta cuán- Française de Sociologie, Nº XXXII, 1991, y
primeros cuarenta años de la sociolo- do? No se trata, claro, de restar im- Francis Farrugia, La reconstruction de la so-
gía norteamericana.10 El American portancia a la obra de esos autores, ni ciologie française (1945-1965), L’Harmattan,
París, 2000.
Journal of Sociology publicó algunos desde el punto de vista de una “siste- 13. Guenther Roth, “Marianne Weber y su
de sus textos y ambos integraron su mática” de la sociología como tampo- círculo”, en Marianne Weber, Biografía de Max
consejo editor. En la “Green Bible” co desde el punto de vista de su “his- Weber, F.C.E., 1995, pág. 11.
Inglaterra, Francia y Estados Unidos. las formas en que fueron interpreta- intervenir. Reconstrucción histórica,
En 1937 Talcott Parsons abría La es- dos, habrá de figurar sin duda en el entonces.
tructura de la acción social certifican- primer plano de la reconstrucción his- Last but not least, la nueva histo-
do la muerte “teórica” de Spencer. toriográfica. No ocurriría lo mismo si riografía aspira también a ser una re-
“¿Quién lee hoy a Spencer?” se pre- volvemos la mirada hacia atrás, al me- construcción racional, pues en lugar
guntaba en la primera línea de aquella nos si nuestra intención sigue siendo de juzgar los textos a la luz de los
obra. La extensa respuesta de Parsons la de contar una historia de la socio- estándares corrientes procura, aten-
era su tesis relativa a una reorienta- logía. diendo a su contexto cognitivo, esta-
ción “convergente” de la teoría social A la luz de todo esto se compren- blecer su racionalidad a través de una
europea en favor de una renovada con- den los recaudos adoptados por la nue- reconstrucción de las razones que tu-
cepción de la acción social. La muerte va historiografía. En principio, y a fin vieron sus autores para pensar lo que
de Spencer era la muerte de todo un de evitar el anacronismo, inscribir di- pensaron. Ello supone intentar reco-
sistema de pensamiento, la tradición cha historia en el contexto de una más brar las intenciones que presidieron las
positivista-utilitaria, y el certificado de general historia intelectual, lo que no acciones de esos autores como un me-
defunción, siempre según la tesis de Par- significa negar la legitimidad de las dio (aunque no el único) para com-
sons, estaba firmado por Weber, Durk- historias disciplinarias, sino insistir en prender qué estaban haciendo cuando
heim y Pareto. Treinta años después, que es un error asumir antes de la in- hacían lo que hacían. De otro modo,
48 neoevolucionismo mediante, Spencer re- vestigación histórica la idea de que terminarían cometiendo lo que Quen-
gresaba al centro de la escena y el mis- existe una entidad “natural” llamada tin Skinner ha llamado la “mitología
mo Parsons, uno de los animadores de sociología. Aun cuando al reconstruir de la prolepsis”, que resulta de intere-
ese neoevolucionismo, había cambiado el pensamiento del pasado debemos sarse más “en la significación retros-
de opinión: terminó redactando el pró- inevitablemente operar una selección pectiva de una obra o una acción hu-
logo a la edición de un conjunto de en- de éste (¿de qué otro modo podríamos mana dadas que en su significado pa-
sayos de Spencer, On Social Evolution. señalar el pasado?), sería necesario in- ra el propio agente”. 15 En una
Selected Writings (1972). tentar recobrar las comprensiones que perspectiva de esta naturaleza, como
Una historia de la sociología no de sus empresas tuvieron sus protago- acertadamente señala Skinner, “la ac-
podría desconocer, por consiguiente, nistas, pues es posible que estas últi- ción queda a la espera de que el futu-
el proceso de las mediatizaciones a tra- mas no se correspondan con las divi- ro le confiera su significado”,16 una ac-
vés de las cuales una obra se difunde, siones y definiciones de las discipli- titud, esta última, que viene a contra-
circula, es leída e interpretada. A par- nas que prevalecen en el presente.14 riar un axioma actualmente indiscutido
tir de la segunda posguerra, como es Igualmente, el recaudo de no centrar de nuestra comprensión de la acción
por todos conocido, la disciplina se la atención exclusivamente en el “tex- humana, a saber, su carácter significa-
estructuró alrededor de las figuras de to”, con el riesgo de proyectar hacia tivo.
Weber y Durkheim; poco más tarde, el pasado cuestiones y problemas “pre-
se añadieron las de Simmel y Marx. sentes” que no son apropiados para 14. Stefan Collini, “Sociology and idealism in
Ése fue el código de la disciplina y aquél. En su lugar, se trataría de res- Britain, 1880-1920”, en Archives Européennes
ese código mediatizó el debate socio- taurar el contexto del texto, lo que su- de Sociologie, Nº 19, 1978.
15. Quentin Skinner, “Significado y compren-
lógico desde entonces. En una histo- pone averiguar qué cuestiones se plan-
sión en la historia de las ideas”, Prismas, 4,
ria de la sociología de la segunda pos- teó su autor, a qué audiencia preten- 2000, pág. 166.
guerra, dichos autores, o mejor dicho, dió dirigirse y en qué debate buscó 16. Quentin Skinner, op.cit., pág. 167.
DIARIO DE
VARIACIONES BORGES
REVISTA DE FILOSOFÍA, SEMIÓTICA Y LITERATURA
EDITADA POR EL CENTRO DE ESTUDIOS Y DOCU-
Nº 63 / Marzo de 2003 MENTACIÓN J. L. BORGES
Entrevistas a Alvaro Mutis
Auerbach: de Dante al lector
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