"Los barrios conforman la parte más entrañable de la ciudad. Se construyen a golpes de tiempo, de luchas de esperanzas. Se moldean con la arcilla de la vida de las gentes, desde el momento que por diversas circunstancias se encuentran frente a frente con un espacio que deben ocupar y transformar, no en pocas ocasiones en condiciones de dureza y de desigualdad, como si estuvieran inventando el primer día de la creación". Jairo Anibal Niño1 Francisco Javier Franco Silva2 Identificar una pregunta que pudiera orientar el devenir del presente ensayo, no parece tarea fácil, o por lo menos posible de sintetizar en un renglón. Se podría partir del interrogante: ¿Qué es y qué no es el barrio en el urbanismo colombiano?, no obstante, para dar respuesta a una pregunta como ésta, se requeriría de más de veinte páginas y dedicación de varios años. De manera que, apenas se referirán algunas reflexiones en torno a lo que es y a lo que no es el barrio; discusión que, se considera válida, de hecho, una manera de dar cuenta de algo es identificar lo que esto no es. Con el propósito de iniciar la discusión sobre lo que es barrio, se toma como punto de partida un trabajo anterior relacionado con sistemas culturales en la apropiación del espacio3 . Conviene referirse a dos interrogantes: El primero, ¿Qué es y qué no el barrio?: O un segmento de la ciudad conformado por un grupo social culturalmente homogéneo a su interior, soportado por unas estructuras físico espaciales y ambientales uniformes o, por el contrario, una área de la ciudad a cuyo interior conviven diversas subculturas, cuyas estructuras físico espaciales que las soportan, aunque aparentemente uniformes (similar tipología arquitectónica, materiales y sistemas constructivos, alturas, edad, estado y sistemas de representación de las construcciones), son percibidas de manera diferente por sus pobladores. Y en segundo lugar,¿Cómo se podría dar cuenta de él? o, desde el conocimiento de sus estructuras, componentes y relaciones físico, espaciales y ambientales; o, desde el conocimiento de los sistemas culturales que gobiernan la interacción social a su interior; o, con base en un estudio que integre las variables físico espaciales y ambientales, y las socio culturales. Para abordar la primera pregunta: ¿Qué es el barrio?, conviene inicialmente referirse a las concepciones que se han desarrollado buscando dar cuenta de éste, para luego sí confrontar dicha pregunta. Se parte del supuesto de que una vez resuelta ésta, habrán aparecido las suficientes claves para proponer una discusión en torno al interrogante: ¿Cómo abordar el conocimiento sobre el barrio en Colombia?. Pregunta esta última, que se espera abordar en otra oportunidad De otro lado, conviene emprender la discusión en torno a la ubicación de los ámbitos barrial y de vecindario, dentro de los llamados lugares de vida4 del hombre (individuo, unidad doméstica, grupo cultural o sociedad): o, están dentro de sus espacios apropiables, en los cuales él puede aparecer como protagonista; o, dentro de los enajenables, en los que es apenas sujeto, al margen de las decisiones que los otros toman sobre el barrio; o, si este territorio se ubica, en el intersticio entre lo apropiable y lo enajenable. ¿Cómo se ha intentado dar cuenta del barrio? Una primera mirada alrededor de cómo se ha intentado conocer (analizar, explicar e interpretar) el barrio, permite identificar tres entradas: la primera, desde sus estructuras físico espaciales; la segunda, desde los fenómenos sociales que tienen lugar allí; y la tercera, desde visiones que buscan integrar, en el barrio, los fenómenos sociales con su soporte físico espacial. En las dos primeras, se intentan abordar temas que trascienden su propia especialidad, no obstante, esto no resulta muy afortunado. Los intentos que se inscriben en la tercera entrada, en general han sido de bastante interés, pero desafortunadamente escasos. A continuación se va a hacer referencia a estas últimas. En varios autores, incluso contemporáneos, aparece el barrio como la unidad básica de la ciudad, en la cual sus estructuras físico espaciales (lo ambiental aún se mantiene bajo la acepción reduccionista de medio natural) son homogéneas y sus pobladores comparten un corpus cultural afín. Incluso, algunos autores, se refieren a barrio como enclaves culturales y a la agrupación de barrios como mosaico de subculturas. Ámbitos estos claramente identificables por su homogeneidad interna, en los cuales se comparten sistemas simbólicos o culturales comunes. Sugieren los autores que para mejorar las dinámicas de la vida urbana deberían fortalecerse los límites entre los barrios y su vida interna y, a su vez, consolidarlos como entidades autónomas, para que la comunicación endógena se fortaleciera5 . Sin embargo, más que mosaico de subculturas, los autores, en apariencia parecieran referirse a "ghettos" urbanos, que son los que en nuestro medio se conocen como "conjuntos cerrados", expresión espacial de "la cultura del estado de sitio", que es la que ha gobernado la interacción social en Colombia en las últimas décadas, como refieren Fernando Viviescas y Juan Carlos Pérgolis. Aldo Rossi, subordina la definición de barrio a la de zonificación. En tal sentido "el barrio es una unidad morfológica y estructural; está caracterizado por cierto paisaje urbano, cierto contenido social y una función propia; de donde un cambio de estos elementos es suficiente para fijar el límite del barrio. (...) hay que tener en cuenta aquí que el análisis del barrio como hecho social fundado en la segregación de clases o de razas y en la función económica". Continua más adelante: "El barrio se convierte (...) en un sector, de la forma de la ciudad, íntimamente vinculado a su evolución y a su naturaleza, constituido por partes y a su imagen" (...). Concluye al final en que los barrios se entenderían "como parte diversa de la ciudad, desde el punto de vista formal e histórico, constituyendo hechos urbanos complejos"6 . Kevin Lynch, con base en sus investigaciones sobre legibilidad e imaginabilidad urbana, introduce en sus análisis las imágenes que los pobladores de la ciudad tienen sobre sus elementos, entre ellos el barrio, los cuales permitirían conformar un lenguaje común inteligible por todos sus habitantes7 . Definiciones como las que se podrían deducir hasta aquí, quizá podrían dar cuenta de barrios en el primer mundo; empero, en el tercer mundo y específicamente en Colombia, no parecería que tuvieran la posibilidad de explicar la realidad barrial. En términos de Buraglia "el barrio se considera como una unidad de análisis socioespacial es decir como formas específicas y relativamente autónomas de organización espacial que operan como reguladoras de las relaciones sociales. Estas formas de organización espacial son vistas como el soporte de determinados modos de vida y por lo tanto el análisis se enfoca hacia las relaciones que establece el espacio construido con dichos modos de vida". El aspecto de mayor interés propuesto por el autor tiene que ver con la importancia que le atribuye a "la variedad: variedad de ambientes y de formas de intensas redes de comunicación que faciliten el intercambio social, de elementos articuladores entre los diversos grados de privacidad y de coherencia entre las estructuras internas y externas tanto en los patrones de uso como de ocupación". Sin embargo, el autor aventura la hipótesis de que "el espacio construido, dependiendo de las formas como se organiza puede favorecer o inhibir la supervivencia de dichos modos de vida y por ende de las comunidades que lo habitan"8 , lo cual no dista mucho de concepciones propias de los deterministas geográficos, que dan preeminencia a los fenómenos físico espaciales sobre los sociales en la configuración del territorio. Otras concepciones culturales del barrio entendido como "el lugar de la confluencia y comunicación: las calles, esquinas, tiendas y puertas de las casas representan centros de sociabilidad popular y encuentro comunicativo (...) Se trata de espacios que, al igual que las prácticas que los constituyen, nombran una multifuncionalidad en los usos: son útiles para la comunicación, para la recreación, para el intercambio o para la vecindad. Por esto a pesar de la inseguridad que amenaza esta vida colectiva, el barrio mantiene su circuito comunicativo y vecinal (...) los modos y las estrategias comunicativas están vivos"9 . Miradas como ésta, generadas desde las Ciencias Humanas, profundizan en los fenómenos sociales barriales; no obstante, lo físico espacial se reseña con carácter exclusivamente escenográfico, lo cual también reduce la interpretación. Visiones del barrio como entidades terriroriales, con diversidad cultural interna, con estructuras físicas que expresan procesos productivos erráticos. Además, como instituciones sociales dinámicas y en constante transformación, sólo son introducidas desde las corrientes de la economía política de la urbanización por autores como Helen Safa y Manuel Castells, y en nuestro medio por trabajos interdisciplinarios como los realizados por El Cehap, de la Universidad Nacional en Medellín: "... al interior de cada espacio barrial, sus moradores, a nivel del inconsciente colectivo, propenden por la identificación de elementos más complejos que la delimitación institucional (netamente física, jerarquizada y numerizada) a partir de diferentes criterios que van surgiendo de la convivencia, de redes de relaciones establecidas dentro de ese espacio-tiempo social, donde las condiciones de vida y los rasgos culturales tienden a ser similares".10 En lo anterior se da cuenta de unas primeras aproximaciones a la diversidad y complejidad del barrio en Colombia. En el presente ensayo, partiendo de lo referido, más que adentrarse en encontrar una manera de conocerlo, a continuación se va a proponer una lectura de los múltiples fenómenos que allí se viven. Se adopta, en el presente ensayo, una visión en la cual se trasciende la linealidad de lo temporal y la unidimensionalidad, en la comprensión de realidad del espacio humanizado, que es el barrio. Se asume entonces, la realidad territorial como compleja, en donde prima la simultaneidad, la multidimensionalidad y la integralidad. En tal sentido, se pretende aproximar a un modelo que, en términos de Pinzón y Suárez, podría llamarse, Teoría científica de campo unificado11 . ¿Qué es el barrio12 ? Un barrio en una ciudad colombiana es un complejo territorial. A su interior se pueden presentar la más diversa variedad de grupos culturales, diferentes estructuras físico espaciales, la más caprichosa mezcla de usos urbanos. Sin embargo, a pesar de ser la situación referida la preeminente, también aparecen barrios o sectores urbanos homogéneos a su interior, con formas de interacción social gobernadas por, en términos de Clifford Geertz13 , sistemas simbólicos afines, con usos urbanos complementarios. Lo anterior lleva a inferir que la pretensión de conocer qué es un barrio en Santa Fe de Bogotá es una tarea intrincada, con múltiples entradas, quizá sólo conocible a partir de la sumatoria del entrelazamiento de un extenso corpus de estudios de caso. Dinámicas sociales barriales "La relación inmediata, natural y necesaria del hombre con el hombre es la relación del hombre con la mujer. En esta relación genérica natural, la relación del hombre con la naturaleza es, de modo inmediato, su relación con el hombre, así como la relación con el hombre es, de modo directo, su relación con la naturaleza, su propia determinación natural. En esta relación aparece pues de modo sensible -reducida a hecho concreto- la medida en que, para el hombre, la esencia humana se ha convertido en la naturaleza, o aquella en que la naturaleza se ha convertido en la esencia humana del hombre. Partiendo de esta relación se puede juzgar, por lo tanto, todo el nivel de cultura del hombre" MARX Pensar el espacio humanizado, en este caso el barrio, conlleva el conocer inicialmente del hombre, de su cosmología, de su historia, de sus formas de interacción social; además, dar cuenta de los medios que éste, desarrolla para apropiar de su entorno (medio social y medio natural) lo necesario para suplir sus necesidades; es decir, de sus sistemas culturales en el proceso de humanización de su lugar de vida. Los sistemas culturales, son configurados con base en la capacidad integradora y relacionadora de la dimensión social de la cultura. El hombre interactúa con su entorno gracias a su condición de ser social; a sus posibilidades de proyectarse en los demás seres humanos con los que comparte un territorio; a sus capacidades de humanizar el medio ambiente14 y obtener de él, sus medios de vida; a la inteligencia que le permite adoptar conocimientos desarrollados por otros, dentro y fuera de su territorio; al talento que le otorga su capacidad de descartar lo obsoleto y replicar lo que él mismo y otros desarrollan con éxito, etc. De modo que, al insistir en la conveniencia de que la esencia de la ciencia debe estar en contribuir en mejorar las condiciones de vida del hombre, la presente visión se fundamenta en el hombre mismo. Pensar su presente y su pasado, para aproximarse a comprender el futuro deseado por éste, solamente puede partir del mismo hombre, de sus sistemas culturales de interacción con el entorno y de las maneras de como se ha inscrito la historia en su cuerpo cultural15 . En torno a lo anterior, más que adentrarse en cómo se construye el hombre como ser social en el barrio, se pretende discutir cómo enfrenta éste, las vicisitudes propias del medio urbano, con base en la estrategia más maravillosa, su capacidad de adaptarse permanentemente a nuevas situaciones sin perder su identidad. Barrio y diversidad cultural Por diversidad cultural no sólo se refiere a la que tiene lugar en las unidades domésticas estructuradas con base en redes de parentesco como la familia (nuclear o extensa), sino a colectivos sociales organizados a partir de lazos de compradrazgo, de género, de procedencias comunes o colonias, con actividades laborales afines, etc. De manera que, el fenómeno de la diversidad cultural en un barrio de una ciudad colombiana resulta ampliamente complejo y, en general, trasciende los niveles de comprensión aludidos por los tratadistas de este tema. Para discutir en torno a tal diversidad, se profundiza sobre una unidad doméstica (entendida como la célula básica de la sociedad urbana que constituye un barrio), pretendiendo que el lector infiera la multiplicidad cultural que se recrea a partir de la interacción de ésta, con su entorno (medio social y cultural, y medio natural). Se tiene, entonces, a la unidad doméstica16 de un barrio popular de Bogotá, generada a partir de lazos de parentesco. Al interior de ésta, se pueden encontrar componentes de sistemas culturales diferentes: padre tolimense, con una historia de desplazamiento violento en los años cincuenta, con conocimiento de medios de producción centrados en actividades agropecuarias de clima cálido; de trato franco, directo y frentero; dedicado ocasionalmente a labores de construcción y de celaduría. Madre del altiplano cundiboyacense, también de origen campesino pero de clima frio, de trato tímido y poco comadrera, dedicada esporádicamente a labores domésticas y al lavado de ropa ajena. Tienen dos hijos llaneros, fruto de los inicios de su relación cuando eran agregados de una finca en el Meta, y otros tres hijos, bogotanos. La pareja básica quisiera tener una casa lote "pa meterle a la siembra y tener algún animal"; los hijos ya son "urbanos", y para nada quisieran ser asociados con origen campesino. Si el papá nació en el Tolima, no es ya únicamente tolimense, tampoco su mujer "mero boyaca", y sus hijos todos aunque quisieran ser considerados "rolos", no pueden desprenderse de sus raíces. A fuerza del contacto todos tienen de todos. Y es ahí donde se encuentra la riqueza invaluable de la ciudad (y por ende del barrio), en la posibilidad de que diversas estrategias culturales se sinteticen, que gracias al contacto se produzca la alquimia que permite que cada hombre, para volverse urbano, no cuente únicamente con sus propios sistemas culturales, sino que incorpore, junto a los propios, aquellos de los individuos o grupos sociales con quienes interactúa. La unidad doméstica es la instancia, la matriz de la recreación cultural de un grupo social, allí se generan los procesos de hibridación o mestizaje17 . Estos parten, en primer lugar, de la interacción entre los sistemas culturales de los individuos que conforman inicialmente la unidad doméstica (la pareja básica y si ésta no persiste por los sistemas culturales de quien quede en cabeza de la unidad doméstica). En segundo lugar, se prolonga a los hijos, quienes introducen en el proceso de hibridación su propia historia cultural que cuenta con nuevas experiencias. Y con cada miembro diferente (en caso de familia extensa, podrían estar parientes de la pareja básica cercanos o no, e inquilinos sin afinidad de parentesco), sucede igual que con los hijos18 . En tercer lugar, el proceso de hibridación se extiende, desde cada uno de los individuos de la unidad doméstica, de adentro hacia fuera y viceversa, involucrando en este proceso, a los individuos del entorno social y a su grupo. Los frutos de la hibridación interior trascienden al exterior y se incorpora del exterior lo propio del grupo social y de sus individuos del entorno al interior de la unidad doméstica. Por último, trascendiendo la hibridación por medio de los contactos personales, se encuentra la producida merced a los medios masivos de comunicación que permiten el intercambio simbólico entre entidades situadas en condiciones diversas. A partir de la unidad doméstica, se transmiten los rasgos esenciales que se conservan de la cultura y se introducen los componentes externos considerados apropiables al interior; se asignan roles, deberes, derechos y responsabilidades; se dan a conocer las cualidades y potencialidades, como también los límites y condicionamientos del entorno; se comunican los códigos culturales que garantizan la orientación, imaginabilidad, legibilidad, imprescindibles para la ubicación19 en un entorno particular. Con base en las relaciones de la unidad doméstica y las que desarrollan sus miembros es que se genera un proceso en espiral de hibridación o de mediación en el cual, parte de sus tradiciones se reedita y apropia, y cada nuevo conocimiento que se introduce, se adapta, también se apropia y trasciende al interior. Sin embargo, la unidad doméstica no es un recipiente abierto que recibe todos los conocimientos interiorizándolos indiscriminadamente, en cada uno de sus individuos; se da, entonces, un filtrado en el cual, cada nuevo conocimiento sufre un proceso de re-elaboración que conlleva su apropiación o su exclusión. Dicho proceso se da de manera diferenciada entre sus miembros. Los individuos de la unidad doméstica que tienen un contacto permanente con el exterior son las antenas que captan desde fuera para introducir al interior, también transmiten al exterior lo que (desde el interior de la unidad) se quiere dar a conocer fuera. Ésta, es entonces, la institución en donde se median los componentes básicos del conocimiento local: las variaciones del sistema simbólico de la unidad doméstica frente a los componentes, dinámicas y relaciones20 , invariantes del sistema simbólico extendido localmente. En cada unidad doméstica del barrio, se genera este mismo proceso de hibridación cultural que no se agota a su interior, sino que trasciende al exterior de ésta, dando lugar a la potenciación de esta alquimia cultural a todo el territorio en donde interactúa esta célula básica. Alquimia, que como ya se mencionó, no se reproduce de la unidad doméstica hacia fuera únicamente, sino además, desde su entorno social hacia ésta. De manera, que el proceso de diversificación cultural, que se genera en la unidad doméstica, se extiende y se propaga de manera exponencial en el barrio. Los hitos culturales del barrio tales como la tienda, el supermercado o la carnicería, son los enclaves en donde se comunican estrategias culturales de adaptación al entorno; son estos lugares en donde una ama de casa llanera le enseña a su vecina a secar carne y elaborar un suculento piscillo y, ésta a su vez, aprende a sazonar unos frijoles "de bola" en cerveza, de una paisa de "lengua ligera", que concentra la atención de todos los clientes con sus ocurrencias. De otro lado, en el lugar de trabajo del "jefe del hogar" (una obra en construcción en donde es oficial o ayudante), éste conoce de sus colegas, mientras aún se mantiene enganchado con el trabajo "a medias", nuevas ofertas de trabajo; también aprende de ellos o les enseña, nuevas técnicas para pañetar un muro, para hechar marmolina o para pintar más rápidamente. Y los hijos, que toman como sus enclaves de hibración la escuela, la cancha de microfutbol o la calle, se actulizan en los códigos de comunicación vigentes: o las canicas, o las monas del mundial, o los imaginarios sobre la vecina caderona. Algunos apuntes sobre economía barrial En el mismo sentido del acápite anterior, en un barrio, tampoco se encuentran exclusivamente, funciones urbanas semejantes: o actividades económicas afines o usos complementarios. En éste, pueden convivir las más diversas actividades productivas con usos urbanos sin ningún tipo de compatibilidad entre ellos. Pueden aparecer compartiendo un mismo territorio procesos de producción soportados en redes transnacionales de la economía de mercado, procesos agropecuarios premodernos, y usos urbanos como la vivienda y el comercio en pequeña escala. En referencia a García Canclini, se encuentran en América Latina, situaciones en las cuales conviven tradiciones ancestrales precolombinas con procesos comunicativos posmodernos, mientras la modernidad no acaba de llegar. Los procesos productivos propios, sustentados en visiones ligadas a la posmodernidad están presentes en el barrio popular (aunque no tan visible ni tan frecuentemente). Se pueden encontrar en el barrio, unidades de producción, constituidas por segmentos operativos dedicados a un eslabón de una cadena industrial de una multinacional. Al respecto, se puede mencionar un caso de una unidad productiva, ubicada en un barrio de Pereira, dedicada a la producción de cuellos de camisa, que serán ensamblados en Miami, para ulteriormente ser vendidos con marquilla de "made in Taiwan". Son estos los efectos de la descentralización industrial norteamericana, de las dos últimas décadas, que han sido introducidos en nuestro medio con miras a una reproducción más eficaz del capital21 . Junto con los procesos propios de la descentralización industrial conviven actividades del sector primario, tales como el cultivo en pequeñas huertas caseras de no más de cuatro metros cuadrados, de sembrados de hortalizas, de hierbas aromáticas, árboles frutales (cerezas, duraznos, manzana criolla y otros) e incluso algún tubérculo, etc; además, de corrales con gallinas, marranos, ovejas y hasta vacas, como se pudo observar en un barrio de Bosa, localidad del sur de la ciudad, en donde más del 50% del área construida de la vivienda se dedicaba a albergar a tres ejemplares vacunos. Definitivamente, ya no sólo se debiera hablar de "la urbanización del campo" sino de "la ruralización de la ciudad". También se encuentran en el barrio de la ciudad, actividades del sector secundario. No amplios enclaves de transformación de materias primas en productos elaborados, pero sí unidades productivas de industrias descentralizadas o microempresas, en áreas de la agroindustria (aunque parezca paradógico en un barrio de la ciudad)22 , el tratamiento de cueros, calzado, textiles, metalmecánica y principalmente los alimentos. El sector terciario y la característica más sobresaliente de éste (aunque presente también, en los demás sectores), la informalidad, tienen como su ámbito de reproducción, al barrio. Para ejemplificar este aspecto se referirá el caso del barrio Lisboa, en la localidad de Suba al noroccidente de Bogotá. El porcentaje de la población del barrio ocupada en la economía informal es cercano al 70%. En el Sector terciario, se encuentra el comercio que genera una extensa variedad de establecimientos que incluye depósitos de papa y de cerveza, pequeños supermercados23 , tiendas de artículos de primera necesidad, misceláneas, cafeterías y panificadoras, depósitos de materiales de construcción; también un alto porcentaje de población se dedica a las ventas de comestibles estacionarias o ambulantes en el mismo barrio, en sectores aledaños e incluso distantes como el barrio Rionegro. Sobre el espacio público están instalados puestos estacionarios de ventas de tinto, aromática y carajillo; de perros calientes, de chorizos y arepa a la braza, de ventas de chance; y ambulantes de empanadas y pasteles. Los fines de semana, los puestos se ventas de comida se incrementan: se adicionan a los anteriores, las fritanguerías y las ventas de guines de cordero; además, a raíz del desarrollo de un campeonato de banquitas, en la zona comunal del barrio, las ventas ambulantes de gaseosa, cerveza, helados, etc., también se multiplican. En el mismo sector, en servicios, se encuentran talleres de mecánica automotriz y de latonería, y de reparación de electrodomésticos; remontadora de calzado, talleres de costura, sin que sus espacios tengan contacto directo con el espacio público; también salones de belleza, uno de estos, compartiendo el mismo local con una miscelanea. Durante el desarrollo del trabajo de campo, aún no se había montado la típica droguería de barrio, con servicio médico, pequeña cirugía e inyectología. Y se refiere al barrio como el ámbito de reproducción de la informalidad, en cuanto a que la difusión de medios de producción exitosos, aunque inicialmente pueden darse a partir de las redes de parientes o de relacionados socialmente, tienen como instrumento generatriz la "observación participante" desarrollada hábilmente entre vecinos. De manera que, una vez implementada una propuesta de intervención productiva, ésta es inicialmente monitoreada y evaluada, por las demás unidades productivas del entorno; posteriormente, en el caso de dar buenos resultados, es imitada total o parcialmente por algunos de los vecinos. Los medios de trabajo exitosos incluyen, en primer lugar, la selección de un producto para la venta, que resultó teniendo una amplia demanda en el sector; en segundo lugar, las estrategias de la puesta en escena del punto de venta (la manera como se ofrece el producto); y en tercer lugar, la ubicación del punto de venta. De manera que, un puesto de venta de arepas con chorizo o de mazorca asada o de perros calientes, que resulte exitoso a raíz de la generación de clientela por la demanda del producto, por la atrayente preparación inmediata del producto, y por la estratégica localización -esquina de paso obligado, seguro y concurrido-, es inmediatamente tomado como modelo y copiado, en algunos casos de manera muy similar convirtiéndose, en ocasiones, en competencia del puesto original y ocasionando enfrentamientos. En el barrio Lisboa, en la localidad de Suba, se evidenció esta situación cuando una unidad doméstica estableció en un punto estratégicamente ubicado (de paso obligado, cerca al paradero de transporte público, bien iluminado), un punto de venta de comestibles (arepa, chorizo y ocasionalmente mazorca asada), entre 4 de la tarde y 10 de la noche, que en muy poco tiempo generó una amplia clientela. Éste único punto de venta, no estorbaba los lugares del vecindario inmediato: dos locales comerciales estables (un supermercado y otro de uso múltiple -restaurante, tienda, cantina, etc.-, dependiendo de la hora) y otro provisional (una venta de tintos, jugo de naranja, huevos cocinados, etc), y además algunas unidades habitacionales. El exito del lugar fue intensamente monitoreado, por algunos vecinos cercanos y distantes, algunos incluso contabilizaban la cantidad de chorizos que se vendían a diario en el punto de venta. Tal éxito ocasionó que en menos de dos meses, en el mismo lugar, se establecieran otros dos puestos; uno muy similar al inicial y otro de perros calientes; conllevando, por una parte, conflicto entre los propietarios de los puntos de venta y dasavenencias con los otros pobladores del entorno inmediato. No obstante, al concluir el trabajo de campo, se habían generado, en el lugar, relaciones de convivencia e incluso de complementariedad entre los diferentes puntos de venta24 , y frente a los puntos de venta, los pobladores del entorno, se mostraban, más que tolerantes, resignados. El barrio: espacio humanizado "Construir es ya en sí mismo morar(...). La manera como tú eres, como yo soy, la manera como nosotros los hombres estamos en la tierra, es (...) el morar. Ser hombre quiere decir, como mortal, estar en la tierra y esto quiere decir, morar". Martín Heidegger El hombre es, hace, está, tiene y comunica25 , en el espacio. Siente y supera sus necesidades, en el espacio. Interactúa y se confronta socialmente, en el espacio, por tanto, es definitivamente espacial ( Martin Heidegger, 1989; Viviescas [et.al], 1989: 248; Christian Norberg Schulz, 1975). El ser y el lugar en donde éste se manifiesta, se complementan e interpenetran de tal forma que en variadas circunstancias resulta imposible determinar los límites de cada uno. En este sentido, los sistemas culturales del hombre se recrean en el lugar, mientras lo construyen. Son estos, entonces, los instrumentos que construyen la interacción entre el hombre y su entorno (medio social y medio natural o físico), por tanto, le permiten enfrentarse a su entorno, y también, posibilitan que el entorno se inscriba en su cuerpo. En tal sentido, la cultura, está dada en un lugar específico y en el marco de unas condiciones sociales particulares, que contribuyen a definirla, caracterizarla, y dotarla de un sentido. De manera que, la cultura, tiene un contenido determinado localmente26 . El hombre está entonces, determinado, por la historia de la relación entre su cuerpo cultural y el entorno que lo soporta. En este sentido, las estructuras físico, espaciales y ambientales del barrio: la estructura y la morfología urbanísticas; las tipologías arquitectónicas; los materiales y sistemas constructivos; las alturas, edad, estado y sistemas de representación de las construcciones, etc., son parte esencial de los sistemas culturales del poblador barrial. De hecho, la diversidad cultural, a la que se ha referido arriba, debe estar expresada espacialmente en el territorio. En un mismo barrio se pueden observar las más variadas formas de cobijo, de edificaciones, de tramas urbanas, etc. Construcciones con algunos rasgos propios de la Bauhaus y hasta posmodernos articulados a través de la vía con otras con vestigios coloniales y neoclásicos, y a pocos metros, una edificación, en términos de Hernando Carvajalino, engallada con grafismos precolombinos. También se pueden encontrar una amplia variedad de alturas de uno, dos y hasta cinco pisos; de estado construcciones incipientes (con materiales de desecho), provisionales, consolidadas sin terminar, totalmente terminadas, etc. En cuanto a los índices de ocupación, algunas construcciones ocupando entre el 75 y el 100% del terreno en 2,3,4,o 5 pisos; el 50% del terreno en 1 o 2 pisos; el 25%, en 1 piso (casa-lote). En este sentido, aparece con claridad la mayor ocupación en los estratos más bajos. Quizá en los únicos barrios en que se da cierta uniformidad, es en las urbanizaciones con construcciones multifamiliares, en donde aplica un estricto código de copropiedad horizontal. Es necesario exceptuar las de uno y dos pisos, en donde a pesar del código y de estar ubicadas en los estratos 3 y 4, los propietarios introducen las más diversas modificaciones en las que por supuesto está ímplicita su cultura; de hecho allí incorporan, en términos de Viviescas (Et Al), sus espacios de representación. En algunos barrios de la llamada ciudad edificada, quienes rigen los destinos de ésta, buscan armonizar las construcciones a través de la generación de estructuras que hagan homogéneo el espacio urbano: o con colores, o iluminación, o con materiales. Evidentemente, estos funcionarios o académicos quisieran sacar a la ciudad de la ciudad. Implantar en nuestra compleja y diversa América la homogeneidad occidental27 . Con este animo, pareciera que más que "construir ciudad", esperan volver inteligible, para ellos, lo que ahora es incomprensible. Convertir , en terminos de Mircea Eliade, el caos en cosmos; cuando lo que se necesita es interés en conocer nuestra ciudad tal y como es. En el mismo sentido, se pretende integrar las edificaciones de un barrio con ridículas epopeyas de "recuperación del espacio público", desalojando de allí a los "informales"; pareciera que a los alcaldes, funcionarios, arquitectos, urbanístas y planificadores, es esto lo único que se les ocurre con miras a "construir ciudad", atropellar a quienes menos capacidad de negociación tienen. Y como si esto fuera poco, eliminar de la ciudad al homo urbanus, a quien vive en ella, de ella por y para ella, dejando únicamente allí, a quien ni importa que ésta exista. El barrio: entre lo apropiable y lo enajenable Para referirse al barrio, entendido como espacio humanizado, ubicado entre el intersticio de los ámbitos apropiables y los enajenables, se toma como punto de partida un trabajo anterior relacionado con estrategias culturales de apropiación del espacio en culturas populares. En éste se abordan visiones desde la Antropología social y urbana, pasando por Sociología cultural, Geografía humana, Psicología del lugar, hasta llegar al Urbanismo. La revisión incluyó el trabajo Ekambi-Schmitdt sobre percepción del hábitat y de Abraham Moles sobre unidades de apropiación. En torno a esta revisión se identificaron seis ámbitos que constituían el lugar de vida del hombre (el individuo, la unidad doméstica, el grupo social, la sociedad, etc), estos eran los de carácter privado relativos a los ámbitos íntimo y de la familia o unidad doméstica; los ámbitos sociales cercanos, el vecindario y el barrio; y los ámbitos sociales lejanos, concernientes con la localidad y el macroterritorio (que podría incluir, dependiendo el caso, la ciudad, la región etc). En los ámbitos privados el hombre mantiene los controles, es el sujeto en la configuración y recreación de estos. Él puede mantenerlos o transformarlos parcial o radicalmente, tomando como base sus sistemas culturales, sus anhelos, sus aspiraciones, sus intereses. En ellos el hombre introduce todos sus imaginarios, sus códigos culturales. Allí está representado todo su ser. Son estos ámbitos apropiables por el hombre. De otro lado, en los ámbitos sociales lejanos, la localidad y el macroterritorio sucede lo opuesto, el hombre no tiene mayor control ni posibilidades de tener injerencia o influencia sobre las decisiones que afecten el devenir de estos ámbitos. Su participación en ellos es insignificante y en el mejor de los casos superficial. De hecho, los elementos tangibles e intangibles de los sistemas culturales del hombre no tienen representación allí. Son entonces, los ámbitos sociales lejanos, enajenables para el hombre. Los ámbitos sociales cercanos, el vecindario y el barrio, se ubican en el resquicio de los lugares de vida del hombre ubicados entre los apropiable y lo enajenable. En el barrio se generan situaciones en las cuales el hombre puede aparecer como sujeto: la construcción de las obras de interés comunitario tales como los servicios de infraestructura, la escuela, la iglesia, la guardería comunitaria, las canchas deportivas; también, la construcción y el diseño del andén del frente de su vivienda y de su vecindario inmediato. Mantiene además, la condición de sujeto, en eventos especiales de carácter litúrgico relacionados con los ciclos vitales del territorio, tales como montar el paso de la cuadra para la ceremonia de Viacrucis, en Semana Santa, o adornar con festones y dibujos las vías en navidad. Por otra parte, él asume o es llevado por las circunstancias a automarginarse total o parcialmente del devenir del barrio. Deja de lado iniciativas en las cuales ya no siente interpretadas sus aspiraciones o percibe el afán propangandístico e interesado de los promotores; estas pueden ser la construcción del salón comunal, la tienda u otra microempresa comunitaria, y principalmente, los eventos de carácter social tales como manifestaciones políticas, bazares, reuniones comunitarias, etc. El hombre en el barrio permanece enfrentado a la dualidad o convertirse en sujeto o mantenerse al margen. Se preocupa éste, sólo en mantener su protagonismo en lo que sí afecta directamente sus intereses. Básicamente, participa en la transformación de los lugares que percibe como la prolongación de su casa; ámbitos estos, que puede considerar dentro de sus dominios privados. De manera que, los dominios públicos de la vida urbana, más que concernientes con él, son distantes y ajenos. Lo apropiable para el hombre es en términos de Mircea Eliade28 , su cosmos: sus lugares fundados, sus ámbitos significativos en donde construye sus espacios de representación29 . Lo enajenable, por el contrario es, siguiendo a Eliade, el caos: "lo no consagrado, por consiguiente, sin estructura ni consistencia, en una palabra, amorfos"; se podría agregar también, lo desconocido, incomprendido y no distinguible. En torno a lo anterior, el barrio y el vecindario estarían tanto en lo apropiable como en lo enajenable. No obstante, el estar en este intersticio les da lugar a formar parte o de lo uno o de lo otro o de ambos, lo cual les permite adquirir una importancia particular. De hecho, conociendo y comprendiendo el barrio, se podría recrear la sociedad urbana. Es el barrio en donde se construyen relaciones significativas del hombre con su lugar de vida. Es en él donde se recrean sus relaciones de parentesco y donde se construyen las redes de afinidad. Allí el hombre recrea sus relaciones de producción y sus mojones y enclaves culturales30 . La topofilia31 , el amor por el territorio, se inicia en el barrio: allí comienza la generación de lazos de pertenencia con el territorio y a través de éste, con la ciudad. Pero también, es el barrio en donde el hombre toma distancia de la ciudad e ignora sus compromisos y responsabilidades de construir lo público: el lugar de vida apropiable por y para todos. De manera que, el hombre se transforma en homo urbanus, en el barrio y la ciudad solo puede humanizarse aquí. 1. Citado por Soledad Niño, en Tres barrios de diferente origen. Un análisis a partir de sus pobladores. En pobladores urbanos, Espacios y ciudades. Tomo I. Compilador Julián Arturo. TM editores-Ican.1994 2. Arquitecto y antropólogo con estudios en urbanismo. Docente e investigador en varias universidades de Bogotá. Asesor de comunidades urbanas, campesinas e indígenas en procesos de desarrollo y ordenamiento territorial. 3 FRANCO SILVA, Francisco Javier. Espacio y cultura. Trabajo de grado desarrollado por el autor para optar el título de antropólogo. Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas. Departamento de Antropología. Santa Fe de Bogotá. 1997 4 O lugares para vivir como lo refiere Viviescas (Et.Al). Universidad Nacional de Colombia. Cehap. La calidad espacial urbana de los barrios para sectores de bajos ingresos en Medellín. Fernando Viviescas (Et. Alt ). Medellín. 1989. Página 26 5 Se refiere aquí a RAPOPORT, Amos. Aspectos humanos de la forma urbana. Y a ALEXANDER, Ch. El modo intemporal de construir. 6 ROSSI, Aldo. La arquitectura de la ciudad. Editorial Gustavo Gili S.A. 7a. edición . Barcelona. 1986. Página 117. 7 LYNCH, Kevin. La imagen de la ciudad. Gustavo Gili. S.A. 2a. edición. México. 1985. Capítulo 3. 8 BURAGLIA, Pedro. Modernidad y transformación socioespacial del barrio bogotano. Conferencia presentada en el Seminario "Santa Fe de Bogotá de la crisis delirante a la crítica concertada". Universidad La Gran Colombia-Universidad Antonio Nariño. Santa Fe de Bogotá.1995 9 En cuanto a los barrios populares. RIAÑO, Pilar. Descifrando la cultura popular. Cinep.Controversia No. 116. Páginas 44 y 45 10 Op. Cit. Universidad Nacional de Colombia. Cehap. La calidad espacial urbana de los barrios para sectores de bajos ingresos en Medellín. Fernando Viviescas (Et. Al ). Páginas 137 y138 11 PINZON, C. SUAREZ, R. Las mujeres lechuza. Ican-Cerec. 1992. Santa Fe de Bogotá. 1992. Pág.31 12 Las informaciones referidas sobre dinámicas territoriales, estructuras sociales, diversidad cultural, actividades económicas y políticas barriales, etc., han sido recogidas por el autor, a partir de diversas aproximaciones de trabajo de campo en barrios populares de Bogotá en las localidades de Suba, Bosa, Kennedy, Ciudad Bolivar, Usme y San Cristobal. De otro lado, los aspectos teóricos y conceptuales, referidos en el texto, forman parte del trabajo de grado, desarrollado por el autor, para optar el título de antropólogo. Al respecto, información más detallada se puede revisar en Op. Cit. FRANCO SILVA, Francisco Javier. Cultura y espacio... 13 GEERTZ, Clifford. La interpretación de las culturas. Editorial Gedisa S.A. Barcelona. 1989. Parte I y II. 14 MARX, Carlos. Manuscritos del 44. 15 El concepto de cuerpo cultural es propuesto por Alfredo López Austin en Cuerpo e ideología. Universidad Nacional Autónoma de México. 1984. Y desarrollado en Op. Cit. PINZON, C. SUAREZ, R. Las mujeres lechuza. Páginas 31 a 61 16 Al hablar de unidad doméstica se acota una categoría que incluya, dependiendo del caso, a la familia nuclear o a la familia extensa, pero también a grupos de personas que conviven bajo el mismo cobijo y comparten el alimento de la misma olla, y no cuentan entre sí con lazos de parentesco. Está además conformada a partir de los lazos de parentesco, pero también, se dan casos en donde la conformación se basa en lazos de afinidad , paisanaje, género o colegaje laboral. Sobre unidad doméstica se puede revisar a MARTINEZ VEIGA, Ubaldo. El otro desempleo, la economía sumergida. Anthropos. Barcelona 1989. 58 ss. Sobre la unidad doméstica entendida como la institución de la casa (The house), GUDEMAN Y RIVERA. Conversation in Colombia. Cambridge University Press. New York.1990. También en un estudio sobre vivienda compartida en Bogotá, al encontrar con un problema similar para la definición de las unidades sociales básicas se introdujo el concepto de hogar. Sin embargo, se consideró más adecuado que hogar unidad doméstica. Para revisar el concepto de hogar ver GUTTMAN, Edith [Et Al].La vivienda compartida en una zona de renovación urbana, el caso de la zona centro sur de Bogotá. Proyecto BCH-CIID. Bogotá. 1981 17 MARTÍN-BARBERO, Jesus. De los medios a las mediaciones. Gustavo Gili, MassMedia México. 1987. GARCÍA CANCLINI, Nestor. Culturas Híbridas, estrategias para entrar y salir de la modernidad. Editorial Grijalbo S.A. México. 1989. Pag 71 18 De estos dos últimos -hijos y otros miembros sin parentesco- se podría señalar que, en el proceso de hibridación, su influencia es marginal, sin embargo, se dan casos en que estrategias incorporadas por estos se constituyen en fundamentales para la unidad doméstica 19 Op. Ccit. LYNCH, Kevin. La Imagen de la Ciudad. Pág. 9 -19 20 Elementos básicos de la teoría de sistemas, imprescindibles para hacer una aproximación sistémica a los procesos sociales. Curtis al respecto menciona la necesidad de desarrollar una visión sistémica para la comprensión de la ciudad, "es decir que se interesa por entender y reflejar la configuración total de un fenómeno, mostrando todos sus componentes en sus posiciones relativas, e insistiendo en las relaciones dinámicas entre todas las partes". CURTIS, Glick. Desarrollo Urbano. Esap. 1992. Introducción. 22 En los barrios situados en torno a la Central de Abastos Corabastos, al sur occidente de la ciudad, se encuentran diversas microempresas dedicadas a la transformación de productos poscosecha. 23 A continuación, se le dará a supermercado la acepción utilizada en los barrios populares, que tiene que ver, con un establecimiento comercial que, pudiendo ser grande o pequeño, expende productos comestibles procesados y productos agrícolas, simultáneamente. 22 En los barrios situados en torno a la Central de Abastos Corabastos, al sur occidente de la ciudad, se encuentran diversas microempresas dedicadas a la transformación de productos poscosecha. 23 A continuación, se le dará a supermercado la acepción utilizada en los barrios populares, que tiene que ver, con un establecimiento comercial que, pudiendo ser grande o pequeño, expende productos comestibles procesados y productos agrícolas, simultáneamente. 24 Al parecer cada punto de venta se estaba especializando, eliminando la competencia directa, e incluso se hacían propaganda entre sí 25 Al respecto consultar Desarrollo a escala humana: una opción para el futuro Manfred Max-Neef, Antonio Elizaldo, Martín Hopenhayn y otros. Centro de alternativas de desarrollo, Cepaur, y Fundación Hammarakjold. Motala, Suecia. 1986. Pág 26-44. A pesar de no compartir, la tesis de la obra mencionada -en lo relativo a la relación entre la necesidad y los satisfactores, y menos aún, la consideración de la preminencia de los satisfactores- se consideró conveniente retomar, la primera parte de la clasificación sobre necesidades planteadas, las categorías existenciales del ser. Por otra parte, se incluye la comunicación, considerada fundamental en el presente trabajo. 26 Como lo refiere Geertz: "La antropología siempre ha asumido la dependencia que lo observado tiene del lugar en que se observa. Para un etnógrafo que aborde las mecánicas de unas ideas distantes, las formas del conocimiento son siempre ineluctablemente locales, inseparables de su instrumental y de sus marcos de actuación". Op Cit. GEERTZ, Clifford. Conocimiento local ... Pág 12. 27 RIVERA GUTIERREZ,Alberto. El desarrollo como una manera de construir la realidad. En La Guajira. Editor Gerardo Ardila C. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 1990’ 28 ELIADE, Mircea. Lo sagrado y lo profano. Editorial Labor S.A. 1.992. 29 Op. Cit. Fernando Viviescas (Et. Al). La calidad espacial urbana en barrios para sectores de bajos ingresos en Medellín. Capítulo 3. 30 Conceptos propuestos por el autor en Op. Cit. FRANCO SILVA, Francisco Javier. Cultura y espacio... 31 Concepto acuñado por Carlos Mario Yori en planificación urbana.
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