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Introducción: La regeneración, Juan wesley, George Whitefield
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VI. Cómo saber si soy Regenerado
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Conclusión
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La regeneración, o el nuevo nacimiento, es una obra de la gracia de Dios por la cual el
creyente se convierte en una nueva criatura en Cristo Jesús. Es un cambio de corazón
llevado a cabo por el Espíritu Santo a través de la convicción de pecado, a la cual el
pecador responde en arrepentimiento hacia Dios y fe en el Señor Jesucristo. El
arrepentimiento y la fe son experiencias inseparables de la gracia de Dios. El
arrepentimiento es un darle la espalda al pecado de una forma genuina y volverse hacia
Dios. Fe es la aceptación de Jesucristo y el compromiso de la persona completa a El
como Señor y Salvador. A través de la historia de la iglesia encontramos testimonio de
personas que en su búsqueda de Dios experimentaron la experiencia de ser regenerado o
nacido de nuevo, hombres que marcaron su generación, su enseñanza bíblica a un
permanecen a través de los tiempos,
Esta el testimonio de Juan wesley que narra como fue regenerado o nacido de nuevo en
su vida ministerial, fue en una reunión del 24 de mayo en 1738, que por fin Juan
recibió la seguridad de su salvación y la fe que tanto anhelaba escribió después en su
diario: ³Por la noche fui de muy mala gana a una sociedad en la calle de Aldersgate,
donde alguien estaba leyendo el prefacio de Lutero a la Epístola a los Romanos. A eso
de las 9 menos cuarto, mientras estaba describiendo el cambio que Dios obra en el
corazón por medio de la fe en Cristo, sentí en mi corazón un ardor extraño. Sentí la
seguridad de que Él había quitado mis pecados, y me había salvado de la ley del pecado
y la muerte. George Whitefield el nuevo nacimiento o la regeneración de Whitefield fue
ayudado por la obstetricia espiritual de un obispo santo que lo dirigió a Juan 7:37:
«Todo el que tenga sed, venga a mí». Whitefield clamó en voz alta: « ¡Yo tengo sed!», y
recordó que cuando Jesús pronunció estas palabras, su lucha estaba casi concluida. Él
mismo se dio cuenta también que por primera vez en su vida había renunciado a usar
cualquier medio para obtener el favor de Dios, y había reconocido explícitamente su
desamparo. De inmediato, recibió la certeza de su nueva naturaleza en Cristo y de su
nueva situación ante Dios. Esto fue en 1735. Él dijo muchos años más tarde:
«Siempre que voy a Oxford, no puedo dejar de visitar el punto donde Jesucristo se me
reveló por primera vez y me dio el nuevo nacimiento».
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Palingenesia y anagennao son dos vocablos griegos que se traducen por regeneración
y renacer respectivamente. Palingenesia es un sustantivo y anagennao es un verbo.
Estas dos palabras, que aparecen mencionadas sólo dos veces cada una en todo el
Nuevo Testamento, se complementan y por tanto deben considerarse juntas para un
correcto entendimiento de la verdad del nuevo nacimiento o regeneración.
No obstante, la palabra palin-génesis por sí misma no nos revela toda la verdad respecto
de la regeneración.
Esta palabra, que también es compuesta, está formada por la preposición ana y el verbo
gennao que significa nacer y engendrar. Es el prefijo ana, no obstante, el que indica de
qué clase de nacimiento estamos hablando. Ana quiere decir que la acción de nacer
tiene una dirección hacia arriba. Por ello, aunque Jesús en su conversación con
Nicodemo usó solamente el verbo gennao, habló sin embargo de nacer de lo alto (Jn. 3:
3). Nacer de lo alto tiene, pues, el mismo sentido de anagennao ¡Nacer de arriba!
Es el apóstol Pedro el que usa dos veces anagennao en su primera carta (1: 3, 23).
Aunque se traduce en ambos textos como renacer, ahora sabemos que anagennao es
más que simplemente gennao y más que palingenesia.
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Por lo tanto, la regeneración o el nuevo nacimiento no consiste en nacer de nuevo, sino
en nacer con un nuevo nacimiento; consiste en experimentar un nuevo origen: No de la
carne, sino del Espíritu; no de abajo, sino de arriba; no terrenal, sino celestial.
Aunque existiese la posibilidad de volver a nacer muchas veces del vientre materno,
cada vez sería exactamente lo mismo. Jesús lo dijo así: Lo que es nacido de la carne,
carne es (Jn. 3: 6). El nuevo nacimiento es nacer de agua y del Espíritu; es ser
engendrado de lo alto, de Dios.
Jesús dijo a Nicodemo en Juan 3:3 De cierto, de desierto te digo, que el que no naciere
de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nos estaba hablando a todos nosotros cuando
dijo eso. Nicodemo no era un caso especial. Usted y yo hemos de nacer de nuevo, de
lo contrario, no veremos el reino de Dios. Eso significa que no seremos salvos; no
formaremos parte de la familia de Dios. Y no iremos al cielo. Vamos a ir al infierno si
no nacemos de nuevo. Eso es lo que Jesús dice después en este capitulo sobre la persona
que cree en Cristo: la ira de Dios está sobre el. (Jun. 3:36). No es ningún chiste.
Jesús dice usa palabras duras para realidades duras. Esto es lo que hace el amor. Lo
contrario se llama consentimiento.
Nicodemo era uno de los fariseos, los líderes judíos más religiosos. Jesús les dijo en
mateo 23:15 y 33: ¡Ay de vosotros escribas y fariseos, hipócrita! Porque recorréis s mar
y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho le hacéis dos veces mas hijo del
infierno que vosotros ¡Serpientes, generación de víboras!
¿Cómo escapareis de la condenación del infierno? por lo tanto el tema del nuevo
nacimiento no es pocas cosa. Es central. La eternidad esta en juego cuando hablamos
del nuevo nacimiento. A menos que uno nazca de nuevo, no podrá ver el reino de Dios.
En primer lugar, la enseñanza de Cristo acerca del nuevo nacimiento nos confronta con
nuestra irremediable condición espiritual, moral y legal, separados de la gracia
regeneradora de Dios. Antes de que nos suceda el nuevo nacimiento, estamos
espiritualmente muertos; somos moralmente egoístas, y rebeldes; y somos legalmente
culpables ante la ley de Dios; estamos bajo su ira cuando Jesús nos dice que nuestra
condición actual es irremediablemente insensible, corrupta y culpable. Porque no
tenemos su asombrosa gracia en nuestra vida, no nos gusta escuchar esa evaluación de
nosotros, por lo cual nos perturba lo que dijo Jesús nos dice sobre la necesidad de nacer
de nuevo.
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Nosotros no causamos el nuevo nacimiento. Dios es el que causa el nuevo nacimiento.
Todo lo espiritualmente bueno que hagamos es resultado del nuevo nacimiento, no su
causa. Esto significa que el nuevo nacimiento se escapa de nuestras manos. No tenemos
el control. Y por eso nos confronta con nuestra inutilidad y nuestra absoluta
dependencia de alguien fuera de nosotros mismo. Eso es perturbador. Se nos dice que
no veremos el reino de Dios si no nacemos de nuevo. Y se nos dice que no podemos
nacer de nuevo por nosotros mismos.
La tercera razón por la que la enseñanza de Jesús acerca del nuevo nacimiento es
perturbadora es, pues, que nos confronta con la absoluta libertad de Dios. Separados de
Dios, estamos espiritualmente muertos en nuestro egoísmo y nuestra rebeldía. Somos
por naturaleza hijo de ira (Ef. 2:3).
Nuestra rebeldía es tan profunda que no podemos detectar ni desear la gloria de Cristo
en el evangelio (2 cor. 4:4). Por tanto, si vamos a nacer de nuevo, tendrá que depender
total y finalmente de Dios.
Su decisión de darnos vida no será una repuesta halo que nosotros hagamos como
cadáveres espirituales, sino que lo que hagamos será una repuesta al hecho de que el nos
dio vida.
Para la mayoría de las personas, a l menos al principio, esto es perturbador. Efesios 2:4-
5: pero Dios, que es rico en misericordia por su gran amor con que nos amo, aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo es exaltado en
verdad, sino que da vida donde Cristo es exaltado en verdad. Esa es mi esperanza: que
estos capítulos no solo perturben, sino que estabilicen y salven.
Vayamos ahora a la pregunta: que sucede en el nuevo nacimiento Tratare de poner las
respuestas en tres declaraciones; 1). Lo que sucede en el nuevo nacimiento no es la
adquisición de una nueva religión, sino una nueva vida. 2). Lo que sucede en el nuevo
nacimiento no es puramente afirmar lo sobrenatural en Jesús, sino experimentar lo
sobrenatural en nosotros mismo. 3) lo que sucede en el nuevo nacimiento no es la
mejoría de la vieja naturaleza que es realmente usted, y que ha sido perdonada y limpia,
y una naturaleza realmente nueva que es formada por el Espíritu de Dios que mora en
nosotros. Analícemelos una a la vez.
En el nuevo nacimiento, no adquirimos una nueva religión, sin una nueva vida. Los
primero tres versículos de Juan 3 dicen así: Había un hombre de los fariseos que se
llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo:
Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas
señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Juan se asegura de que sepamos que Nicodemo es fariseo y líder de los judíos.
Religiosamente, los fariseos eran los más rigurosos de todos los grupos judíos. A este,
Jesús dijo (en el v. 3): de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no
puede ver el reino de Dios. De una manera incluso más personal, dice en el versículo 7:
³ Os es necesario nacer de nuevo.
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Por tanto, uno de los argumentos de Juan es: toda la religión de Nicodemo, todos sus
asombros estudios, disciplinas y leyes farisaicas no pueden reemplazar la necesidad del
nuevo nacimiento.
Recuerde lo que Jesús dijo en Lucas 9:60 al hombre que quería seguirlo después de
enterrar a su padre Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos. Esto
significa que hay personas que están físicamente muertas que necesitan que la entierren.
Y hay personas espiritualmente muertas que necesitan que las entierren. En otras
palabras, Jesús pensaba en términos de personas que andan por ahí con mucha vida
aparente, pero que están muertas. En sus parábola sobre el hijo pródigo, el padre dice:
porque este mi hijo muerto era, y ha revivido. (LC. 15:24)
Ver señales y maravillas, asombrarse con ellas y dar el crédito al hacedor de milagros,
admitiendo que viene de Dios no solo salva a nadie. Ese es unos de los grandes peligros
de las señales y las maravillas: uno no necesita un corazón nuevo para asombrarse
como ellas. La naturaleza humana vieja y caída está dispuesta a decir que el hacedor de
milagros es de Dios. El diablo mismo sabe que Jesús es el hijo hacedor de milagros
enviando por Dios y hace milagros (Mr. 1:24). No, Nicodemo, ver a Jesús como el
hacedor de milagros enviando por Dios no es la llave para entrar en el reino . De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
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En otras palabras, lo que importa no es puramente afirmar lo sobrenatural en Jesús,
sino experimentar lo sobrenatural en uno mismo. El nuevo nacimiento es sobrenatural,
no natural. Las cosas que ya existen en este mundo no lo pueden explicar. El versículo 6
hace hincapié en la naturaleza sobrenatural del nuevo nacimiento.
Jesús dice otra vez en el versículo 8: ³El viento sopla de donde quiere y oyes su
sonido, mas ni sabe de dónde vienen, ni a donde va, así es todo aquel que es nacido del
espíritu ³, El espíritu no forma parte de este mundo natural, está por encima de la
naturaleza. Es sobrenatural. De hecho, es Dios .Sopla hacia donde quiere. Nosotros no
lo controlamos. Es libre y soberano. Es la causa inmediata del nuevo nacimiento. Por
todo esto, Nicodemo, Jesús dice que lo que sucede en el nuevo nacimiento no es
puramente afirmar lo sobrenatural en ³El sino experimentar lo sobre natural en ti.
Pero en lo que nos queda de este capítulo, deseo hacer una conexión importantísima
entre se nacido de nuevo por el Espíritu y tener vida eterna mediante la fe en Jesús. Lo
que hemos visto hasta ahora es que el nuevo nacimiento, es el Espíritu Santo obra
sobrenaturalmente para producir vida espiritual donde no existía Jesús lo dice de
nuevo Juan 6:63. El espíritu es el que da vida la carne para nada aprovecha.
Sin embargo, el Evangelio de Juan aclara algo más: el mismo Jesús es la vida que el
mismo Espíritu Santo da. O podríamos decir: la vida espiritual que El da, solamente la
da en conexión con Jesús. En la unión con Cristo, experimentamos vida sobrenatural,
espiritual. El señor dijo en Juan 14.6: Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie
viene al padre sino por mí. En Juan 6:35 dijo. Yo soy el pan de vida Y en Juan 20:31,
el apóstol dice.
Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para
que creyendo, tengáis vida en su nombre.
Por tanto no hay vida espiritual no hay vida eterna separada de la conexión con Jesús y
la creencia en Jesús .tendremos mucho más que decir acerca de la relación entre el
nuevo nacimiento y la fe en Cristo.
Pero por ahora, lo podemos expresar así: en el nuevo nacimiento, el Espíritu santo nos
une con Cristo en una unión viva.
Cristo es vida. Cristo es la vida de donde fluye la vida. Nosotros somos los pámpanos
(Jn: 15:1.-17) lo que sucede es el nuevo nacimiento es la creación sobrenatural de la
nueva vida espiritual, que se crea a través de la unión con Jesucristo.
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El Espíritu Santo nos lleva a una conexión vital con Cristo, quien es el camino, la
verdad y la vida. Esa es la realidad objetiva de lo que sucede en nuevo nacimiento. Y
desde nuestro lado, la manera como experimentamos esto es que la fe en Jesús se
despierta en nuestros corazones.
La vida espiritual y la fe en Jesús suceden juntas. La nueva vida hace posible la fe, y
puesto que la vida espiritual siempre despierta la fe y se expresa a sí misma en la fe, no
hay vida sin fe en Jesús. Por tanto, nunca debemos separar el nuevo nacimiento de la fe
en Jesús. Del lado de Dios, somos s unidos a Cristo en el nuevo nacimiento. Eso es lo
que hace el espíritu Santo. Desde nuestro lado experimentarnos esa unión mediante la fe
en Jesús. Es así como Juan los conecta en su primera epístola: ³porque todo lo que es
nacido de Dios vence al mundo, y esta es la victoria que ha vencido al mundo nuestra fe
(1Jn:5:4). ³Nacido de Dios´ es la clave para la victoria. La ³Fe´ es la clave para la
victoria .Ambos son ciertos porque la fe es la manera como experimentamos ser nacidos
de Dios.
Ser nacida de Dios siempre trae fe consigo. La vida dada en el nuevo nacimiento es la
vida de fe. Los dos nunca se separan. Considere como lo dice Juan 5:11-12´y este es el
testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna en su, y esta vida está en su Hijo.
El que tiene al hijo, tiene a la vida el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida, por
tanto, cuando Jesús dice: el espíritu es el que da vida ³Jn.6:63)... ³y el que no naciere
del Espíritu (Jn 3:5,8) y ³ para que creyendo tengáis vida ´ (Jn.20:31), quiere decir
que en el nuevo nacimiento, el Espíritu Santo nos da nueva vida espiritual de manera
sobrenatural, porque nos conecta con Jesucristo mediante la fe.
Porque Jesús es la vida. Por lo tanto cuando contestamos la pregunta ¿Que sucede en el
nuevo nacimiento?, nunca no separamos estos dos dichos de Jesús en Juan 3: el que
no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios ³(v.3) y ³El que cree en el Hijo
tiene la vida eterna . (v.36) lo que sucede en el nuevo nacimiento es la creación de la
vida en la unión con Jesús. Y en parte, dios hace esto mediante la creación de la fe, es
como experimentamos nuestra unión con Cristo.
2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
El öa a
ö ocupa un lugar muy importante en la doctrina cristiana
evangélica. Siempre hablamos de la necesidad del Nuevo Nacimiento, de hecho nos
clasificamos, a diferencia de otros grupos como 'Cristianos Nacidos de Nuevo'. Esta
forma de auto describirnos nos hace sentir más bíblicos y más cercanos a Dios, por lo
tanto creo que es sumamente importante que entendamos esta gran doctrina bíblica.
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La 'Regeneración' ha sido descrita de distintas formas por distintos teólogos pero la idea
central es casi idéntica. Michael Bremmer en su artículo u
hace la siguiente
observación: Es importante comenzar mencionando que la palabra 'regeneración' no
describe un fenómeno idéntico con todos los escritores. Algunos escritores usan [la
palabra] regeneración para describir la renovación espiritual de la imagen de Dios en el
hombre. Juan Calvino, por ejemplo, utiliza [la palabra] regeneración en este muy amplio
sentido: "En una palabra, entonces, por arrepentimiento Yo entiendo regeneración, la
única meta de la cual es formar en nosotros una nueva imagen de Dios, la cual fue
ensuciada, y del todo eliminada por la trasgresión de Adán" (2) Mas tarde algunos
teólogos del siglo 17 utilizaron regeneración y la conversión sinónimamente. El muy
talentoso teólogo Puritano, Juan Owen escribe: "Ahora concerniente a toda esta obra,
Yo afirmo, que el Espíritu Santo hace uso del tal en la conversión ó regeneración de
todas las personas adultas, ya sea por la palabra predicada, o por alguna otra aplicación
de luz y verdad a la mente derivada del mundo" (3) Y otros entienden el llamamiento
efectivo y la regeneración como idénticos. La Confesión de Fe de Westminster (4), por
ejemplo, refleja esta visión. Mas recientemente, el teólogo Reformado Antonio
Hoekema en su excelente capitulo sobre regeneración escribe: "Yo prefiero pensar que
la regeneración (en el sentido estricto) y el llamamiento eficaz son idénticos.
Así que en todo caso, cualquiera sea la visión que se tenga de la regeneración, esta tiene
que ver con algo que ocurre en el interior del individuo pecador. Pero en este estudio
buscamos definir la 'regeneración' o el "Nuevo Nacimiento' desde una perspectiva
completamente bíblica sin confundirlo con otras operaciones que también son parte de
la salvación pero no son necesariamente el 'Nuevo Nacimiento'. Así que para comenzar,
creo que como mejor podemos definir el Nuevo Nacimiento, es de la siguiente forma:
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El Nuevo Nacimiento es parte esencial en la salvación de las personas. Sin este evento
tan importante no existe esperanza alguna para salvación. Jesús dijo a Nicodemo que el
nuevo nacimiento era una "necesidad" sin la cual no había posibilidad alguna de ser
parte del reino de Dios:
Juan 3:1
Y HABÍA un hombre de los Fariseos que se llamaba Nicodemo, príncipe de los judíos.
2 Este vino á Jesús de noche, y díjole: Rabbí, sabemos que has venido de Dios por
maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no fuere Dios con Él. 3
Respondió Jesús, y díjole: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no
puede ver el reino de Dios. 4 Dísele Nicodemo: ¿Cómo puede el hombre nacer siendo
viejo? ¿puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer? 5 Respondió Jesús: De
cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en
el reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del
Espíritu, espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez. 8
El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni á
dónde vaya: así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
Efesios 4:17-19
Pablo, nos declara cual es la condición del hombre que no cree a Dios, el dice que es
porque "tienen el entendimiento entenebrecido -son ignorantes en cuanto a lo espiritual.
¿Porque? Porque están "ajenos de la vida de Dios", es decir, no son regenerados y como
tales tienes "el corazón duro". Cada vez que se habla de dureza de corazón, es una
referencia a la carnalidad, a la condición caída del hombre en su estado natural lo que
no le permite 'entender lo espiritual para poder creerlo'. El hombre no "recibe" las cosas
espirituales de Dios a causa de la dureza de su corazón (por que no ha nacido de nuevo).
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Efesios 2:5 Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo; por gracia sois salvos
Aquí vemos que el apóstol Pablo habla de la regeneración como una 'resucitación' de
entre los muertos. Eso es, si estábamos muertos en delitos y pecados, entonces lo
PRIMERO QUE Dios tuvo que hacer fue resucitarnos espiritualmente para que
pudiéramos entender, ver, oír y recibir lo espiritual y de esa manera poder tener
comunión con Él por medio de la fe.
Aunque el hombre 'No regenerado' puede tener y de hecho casi siempre tiene tendencias
religiosas, el no puede tener una verdadera comunión con el verdadero Dios y por lo
tanto no puede ser salvo, todos sus intentos por acercarse a Dios o dioses, son fútiles,
escasos y sin éxito verdadero. El hombre aunque sea religioso y moral en su
comportamiento se encuentra alejado de Dios y es ajeno a la comunión con Él. De
hecho el hombre no regenerado en su religión solo 'busca lo suyo', 'su camino' y 'su
parecer'. Cuando le es presentado con la verdad espiritual de Dios, el hombre no
regenerado las considera locuras y no las puede entender.
1 Corintios 2:14 Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del
Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque
se han de examinar espiritualmente.
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Se utilizan diversas descripciones que apuntan a los mismos. La Biblia describe los 'no
regenerados' de la siguiente manera:
1.c duros de cerviz [barra de hierro tu cerviz y frente de bronce] (Deut. 9:6,13;
10:16; Isa. 42:4; 48:4; Hch. 7:51)
2.c duros (dureza) de corazón (Deut. 29:19; Isa. 46:12; Sal. 81:12-18)
3.c duros de rostro (Eze. 2:4)
4.c corazón de piedra (Eze. 11:29; 36:26)
5.c corazón empedernido (Eze. 2:4)
6.c corazón sin entendimiento (Deut. 29:4)
7.c corazón inclinado hacia el mal (Gen. 6:5)
8.c corazón malvado (Jer. 3:17; 7:24)
9.c corazón incircunciso (Deut. 10:16; Hch. 7:51)
10.ccorazón perverso, engañoso (Jer. 17:9)
11.cde oídos incircunciso (Hch. 7:51)
12.csordo espiritual (Deut. 29:4)
13.cciego espiritual, corazón y ojos cerrrados (Deut. 29:4; Isa. 44:17)
14.cmuerto [espiritual] (Mt. 8:22; Efe. 2:1)
La descripción del hombre no-regenerado tiene una relación directa en los efectos de
vida, acción y pensamiento de la persona... ¿Qué efectos en el individuo la condición
µno-regenerada¶ mencionada arriba?:
Entonces el hombre para que pueda recibir y entender a Dios, necesita ser regenerado,
nacer de nuevo, nacer de lo alto. Eso es lo que dijo Jesús a Nicodemo y a todos
nosotros.
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Se usa en un sentido
cuando denota el acto exclusivo de Dios de
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el cual es el primer acto divino por el cual Dios nos transfiere de la muerte a la vida,
desde el reino de la oscuridad al reino de Su amado Hijo. En este sentido la
regeneración es el
Dios viene al nacido en iniquidad y muerto en
transgresiones y pecados, plantando el principio de una nueva vida espiritual en su
alma. Por consiguiente, él nace de nuevo.
Por supuesto, un niño no sabe nada de la génesis de su propia existencia, ni del primer
período de su vida,
. Si tuviera que contar la historia de sus
propios recuerdos, comenzaría desde el tiempo en que se sentó en la silla alta y
proseguiría hasta cuando como hombre adulto salió al mundo. Pero, habiendo sido
informado por otros de sus antecedentes, vuelve a sus recuerdos y habla de sus padres,
familia, tiempo y lugar de nacimiento, cómo creció, etc. Por consiguiente, hay una
notoria diferencia entre los dos relatos.
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Para resistir esta repulsiva deformación de la verdad, Maccovius, ya en los días del
sínodo de Dort, abandonó este más o menos crítico método, para hacer de la
regeneración el punto de partida. Él siguió este orden: ³Conocimiento del pecado,
redención en Cristo, regeneración y sólo entonces la fe.´ Esto fue consistente con el
desarrollo de la doctrina de la Reforma, puesto que tan pronto como se abandonó el
método subjetivo, fue necesario retornar a la
en repuesta a
la pregunta: ³¿Qué ha aportado Dios al alma?´ Y entonces quedó en claro que Dios nos
empezó por guiar al pecador al arrepentimiento, puesto que el arrepentimiento debe ir
precedido por la convicción del pecado; ni por llevarlo a escuchar la Palabra, porque eso
requiere de un oído dispuesto. Por consiguiente, el primer acto conciente y
comparativamente cooperativo, está siempre precedido por el acto original de Dios, que
planta en él el primer principio de la vida nueva, acto en el cual el hombre se encuentra
completamente pasivo e .
Para hacernos una correcta idea sobre la obra de la gracia en sus diferentes fases,
tomemos nota de las siguientes etapas o hitos sucesivos:
%
, comúnmente llamada
en
el sentido limitado o implantación de la "
". Este acto divino se forja en el
hombre a distintas edades; ¿cuándo? Nadie puede saberlo. Sabemos por la referencia de
Juan el Bautista que incluso se puede forjar en el vientre materno. La salvación de los
infantes muertos nos obliga, junto a Voetuis y a todos los teólogos profundos, a creer
que este acto original puede darse a muy temprana edad.
%
, mientras que el pecador todavía
continúa en pecado en lo que a su conciencia se refiere.
Aquellas personas que recibieron el principio de vida a temprana edad no están más
muertos, sino vivos. Morir antes de la conversión no los pierde, los salva. A temprana
edad ellos manifiestan inclinaciones santas, a veces realmente maravillosas. Sin
embargo, no tienen fe conciente, ningún conocimiento de los tesoros que poseen. La
nueva vida está presente, pero dormida, guardada no por el portador, sino por el
Dador²al igual que la semilla en el terreno durante el invierno y como la llama
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incandescente bajo las cenizas que aún no enciende la madera; como un torrente
subterráneo que finalmente aflora a la superficie.
El
hecho por La Palabra y el Espíritu,
&
. Aun esto es un
acto divino comúnmente realizado a través del servicio de la Iglesia. Se dirige no a los
sordos sino a los oyentes; no a los muertos, sino a los vivos, aunque aún estén dormidos.
Procede de la Palabra y del Espíritu, porque no sólo la facultad de la fe, sino que la fe
misma²es decir, el poder y ejercicio de la facultad²son regalos de la gracia. La
facultad de la fe no puede ejercitar la fe por sí misma. Ella de nada nos sirve al igual que
la facultad de respirar cuando el aire y el poder respirar son retenidos. Por consiguiente,
la prédica de la Palabra y la obra interna del Espíritu son operaciones divinas
extraordinarias y correspondientes. Con la predicación de la Palabra, el Espíritu
energiza la facultad de la fe y así el llamado se hace efectivo y el durmiente se levanta.
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conversión, la santificación no aparece. Pero ellos toman parte de ella, tanto como los
adultos. La santificación tiene doble significado: primero, la santificación como obra
terminada de Cristo, que se da y atribuye a todos los elegidos; y segundo, la
santificación que desde Cristo se forja gradualmente en los convertidos y se manifiesta
de acuerdo a los tiempos y circunstancias. No hay sino
santificación; tal como
hablamos a veces sobre la lluvia que se acumula en las nubes de
y luego cae
como gotas en los sedientos campos de
.
Esto muestra cómo las operaciones de la gracia están entrelazadas cómo eslabones en
una cadena. El trabajo de la gracia debe comenzar con el avivamiento de los muertos.
Una vez implantada, la vida todavía somnolienta debe ser despertada por
.
Habiendo sido despertado, el hombre se encuentra en una nueva vida, es decir, él se
sabe justificado. Estando justificado, él deja que la nueva vida resulte en conversión. La
conversión fluye en santificación. La santificación recibe la piedra angular a través del
rompimiento del pecado en la muerte. En el último día, la glorificación completa el
trabajo de la divina gracia en todo nuestro ser.
Por consiguiente, se desprende que aquello que sigue está contenido en aquello que lo
precede. Un infante regenerado que ha fallecido, muere al pecado en la muerte de forma
tan cierta como un hombre de cabeza cana y ochenta años. No puede haber la primera
sin incluir la segunda y última. Por consiguiente, la obra completa de la gracia puede
representarse como un nacimiento para el cielo, y una continua regeneración a ser
completada en el último día. Por lo tanto, puede haber personas ignorantes de todas
estas etapas indispensables, como los hitos para el topógrafo, pero no se pueden colocar
para oprimir las almas de los simples. Aquel que respira profundo, inconsciente de sus
pulmones es muchas veces el más saludable.Tocante a la pregunta de si las Escrituras
hacen referencia a estas disposiciones sobre los adultos, nos remitimos a la palabra de
Jesús: ³El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios´
(Juan 3. 5); por lo cual podemos inferir que Jesús fecha toda operación de la gracia
desde la regeneración: primero la vida y luego la actividad de la vida.
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Por supuesto, nos referimos sólo a los elegidos. En los no elegidos la gracia salvadora
no opera; por consiguiente, la gracia preparatoria está totalmente fuera de cuestión. Los
primeros nacen, con pocas excepciones,
. Ellos no entran a la alianza de la
gracia más tarde en la vida, pues pertenecen a ella desde el primer momento de su
existencia. Brotan de la semilla de la Iglesia y, en su momento, ellos mismos se
transforman en la semilla de la futura Iglesia. Por esta razón, el primer germen de la
nueva vida es impartido a la semilla de las Iglesias (la cual está, por desgracia, siempre
mezclada con mucha paja) ya sea antes o inmediatamente después de su nacimiento.
La iglesia reformada estaba tan firmemente arraigada en esta doctrina que se atrevió a
establecerla como la regla prevaleciente, creyendo que la semilla de la Iglesia (no la
paja, por cierto) recibió el germen de la vida aun antes del bautismo; por lo cual ya se
encuentra santificado en Cristo; y recibe en el bautismo el sello, no de algo que está aún
sino sobre aquello que
. Por consiguiente, la pregunta
litúrgica a los padres: ³¿Reconoce usted que, aun cuando sus hijos fueron concebidos y
nacidos en pecado y, por consiguiente, son sujetos de condenación en sí mismos, aun así
son santificados en Cristo y, por lo tanto, como miembros de Su Iglesia, deben ser
bautizados?´
En períodos subsiguientes, menos firmes en la fe, los hombres han evitado esta doctrina,
no sabiendo qué hacer con las palabras ³son santificados.´ Se ha interpretado diciendo
que los niños como hijos de miembros de la alianza son también pertenecientes a dicho
pacto y por ello con derecho al bautismo. Pero el más riguroso y profundo sentido
común de nuestra gente ha sentido siempre que este mero ³ser pertenecientes a´ no hace
justicia al rico y completo significado de la liturgia.
Por esta confesión la iglesia reformada probó estar de acuerdo con la palabra de Dios y
no menos con los hechos mismos. Con pocas excepciones, aquellas personas que
posteriormente prueban pertenecer a los regenerados, no comienzan la vida con ruidosos
exabruptos de pecados. Más bien, es la regla que los hijos de padres cristianos
manifiesten desde temprana edad un deseo y gusto por las cosas sagradas, un caluroso
celo por el nombre de Dios y emociones internas que no pueden ser atribuidas a una
naturaleza maligna.
Aun más, esta gloriosa confesión dio el sentido correcto a la educación de los niños de
nuestras familias reformadas, conservándolo en gran parte hasta el tiempo presente.
Nuestra gente no vio en sus hijos unos retoños salidos de una vid silvestre a ser
injertados quizás más adelante y con los cuales poco se podía hacer hasta su posterior
conversión a la manera del Metodismo,[1] sino que vivieron con silenciosa esperanza y
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c
santa confianza en que el niño a ser entrenado ya estaba injertado y, por lo tanto, era
digno de ser criado con el más tierno cuidado. Admitimos que, posteriormente, desde
que el carácter de nuestras iglesias reformadas ha sido debilitado por la iglesia nacional,
como una iglesia para las masas, este oro ha sido tristemente ensombrecido; pero su
pensamiento original y vital, fue bello y estimulante. Hizo que el trabajo regenerador de
Dios precediera al trabajo del hombre; al bautismo le dio su rico desarrollo, e hizo que
el trabajo de educar no dependiera del azar, sino de una cooperación con Dios.
Todas las personas elegidas regeneradas antes del bautismo, en quienes la vida
implantada yace oculta, hasta que se convierten en un tiempo posterior.
Examinando cada uno de estos cuatro, con especial referencia a la gracia preparatoria,
llegamos a las siguientes conclusiones:
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tampoco la preparación de diez cunas con una docena de canastos de ropa y un armario
lleno de costosa ropa de niño puede llevar con malabares a un solo infante a cualquiera
de esas cunas. La chispa vital se produce sólo por el acto del poderoso Dios,
independientemente de toda preparación. Pero, desde su nacimiento, Dios cuida esa vid
silvestre y controla el crecimiento de sus retoños salvajes hasta que en la hora de Su
goce, cuando Él le injerta la verdadera vid, llega a ser todo lo que debió ser.
De esto se hace evidente que la propia obra del Espíritu Santo respecto a la gracia
preparatoria es escasamente perceptible.
Notamos la obra del Espíritu Santo en estas materias sólo porque Él anima toda vida
personal puesto que Él es el Espíritu de Vida y Aquel que coopera con el Padre en esa
providencia especial que se refiere a los elegidos. Porque aunque en nuestras mentes
podemos analizar la obra de la gracia, no debemos nunca olvidar que la realidad eterna
no corresponde completamente a esta parte de nuestro análisis.
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/ %$
³El oído que oye, y el ojo que ve, Ambas cosas igualmente ha hecho Dios.´Proverbios
20: 12
³El oído que oye, y el ojo que ve, ambas cosas igualmente ha hecho Dios.´ Este testimonio del
Espíritu Santo contiene todo el misterio de la Regeneración.
Una persona no regenerada es sorda y ciega; no sólo como el tronco o el bloque sino
. Porque ni el tronco ni el bloque es corrupto o ruin, pero una persona no
regenerada está completamente muerta y presa de la más temible disolución.
Esta confesión, rígida, inflexible y absoluta, debe ser el punto de partida en nuestra
discusión, o bien fallaremos en entender los alcances de la regeneración. Esta es la
razón por la cual toda herejía que ha permitido de una u otra forma que el hombre tenga
parte²generalmente la parte más grande²en la obra de la redención, siempre se ha
comenzado cuestionando la naturaleza del pecado. ³Indudablemente,´ dicen ellos ³el
pecado es muy malo´²un mal horrible y abominable, pero seguramente hay algún
remanente de bien en el hombre. Ese hombre noble, virtuoso y amigable no puede estar
muerto en transgresiones y en pecado. Eso puede ser cierto en algunos villanos o
bribones detrás de las rejas, o en ladrones inescrupulosos o asesinos, pero en realidad no
puede aplicarse a nuestras honorables mujeres y caballeros, a nuestras bellas niñas,
rubicundos niños y atractivos hijos. Estos no son proclives a odiar a Dios y a sus
vecinos, sino que están dispuestos con todo su corazón a amar a todos los hombres y a
rendir a Dios la reverencia que le es debida.
Por consiguiente, ¡adiós a toda ambigüedad en esta materia! Este método de suavizar las
verdades amargas, ahora tan en boga entre la gente afable, no lo podemos avalar.
Nuestra confesión es y siempre será que por su naturaleza el hombre está muerto por
trasgresiones y pecado, y que yace bajo la maldición, maduro para el justo juicio de
Dios y todavía en maduración para una eterna condenación. Seguramente su ser como
hombre está intacto por lo cual protestamos contra esa representación que dice que el
pecador está en este aspecto como el madero o el bloque. ¡No! Como hombre él es
incomparable; su ser está intacto, pero su naturaleza es corrupta y en esa naturaleza
corrupta él esta muerto.
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Por consiguiente, sin la regeneración, el pecador es completamente inútil. ¿Qué sentido
tiene una oreja sino es para oír, un ojo sino para ver? Por eso el Espíritu Santo testifica
³El oído que oye, y el ojo que ve, ambas cosas igualmente ha hecho Dios.´[2] Y como en
el mundo de las cosas espirituales las orejas sordas y los ojos ciegos no avalan nada, la
Iglesia de Cristo confiesa que toda operación de la gracia salvadora debe ser precedida
con el avivamiento del pecador, abriendo sus ojos ciegos y desbloqueando sus oídos
sordos; en resumen, por la implantación de la facultad de fe.
Y como aquel hombre que sentado en la oscuridad, puede ver tan pronto como se le
abren sus ojos, así nosotros, sin mover ningún pelo respiramos y somos trasladados del
reino de la oscuridad al reino de la luz. ³Trasladados´ no denota aquí un ir exactamente,
ni ³ser trasladado´ significa un cambio de lugar, sino simplemente que la vida entra a la
muerte, de igual modo que aquel que estaba ciego ahora puede ver.
Este maravilloso acto de regeneración puede ser examinado en dos clases de personas:
en el "
y en el
.
Pero esta dificultad no existe en el caso del niño inconciente, como por ejemplo en Juan,
el hijo de Zacarías y Elizabeth. Dicho infante no tiene conciencia, como para crear
confusión. El tema se da en una forma pura y sin mezcla. Con ello estamos capacitados
para distinguir entre la regeneración y conversión en un adulto. Es evidente que en caso
de un infante como Juan, que todavía no ha nacido, no puede haber más que mera
pasividad²es decir, el niño sobrellevó algo, pero él mismo no hizo nada. Algo se le
hizo
) y )! pero no ); y toda idea de cooperación queda absolutamente
excluida.
¡No! Mientras que el pecador esta todavía muerto en trasgresiones y pecados, antes que
la obra de Dios haya comenzado, él ya es un elegido y ordenado, justificado y
santificado, adoptado como hijo de Dios y glorificado. Esto es lo que llenó a San Pablo
de éxtasis y alegría cuando dijo: ³A los que antes conoció, también los predestinó para
que fueran hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito
entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a estos también llamó, y a los que
llamó, a estos también justificó, y a los que justificó, a estos también glorificó.´
(Romanos 8: 29,30) Y esto no es la recitación de lo que ocurrió en el regenerado, sino la
feliz suma de todas las cosas que Dios efectuó por nosotros
& )
. Por
consiguiente, nuestra elección, preordenación, justificación y glorificación preceden al
nuevo nacimiento. Es cierto que en la hora de amor, cuando la regeneración debió
efectuarse en nosotros, las cosas llevadas a cabo fuera de nuestra conciencia, debieron
ser reveladas a nuestra conciencia de la fe; pero en lo concerniente a Dios, todas las
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cosas estaban listas y preparadas. El pecador muerto, a quien Dios regenera, es ya para
la divina conciencia un niño querido, elegido, justificado y adoptado. Dios sólo aviva a
Sus queridos niños.
Dios por supuesto justifica a los impíos y no a los justos. Él llama a los pecadores al
arrepentimiento y no sólo a los justos, pero debe recordarse que esto se plantea desde el
punto de vista de nuestra propia conciencia de pecado. El aún no-regenerado, no se
siente a sí mismo como hijo de Dios, ni justificado, tampoco cree en su propia elección
y, en efecto, muchas veces lo niega; mas él no puede alterar las cosas que divinamente
han sido labradas en él para su beneficio, es decir, que ante el divino tribunal de justicia,
Dios lo declaró justo y libre, mucho antes que él mismo declarara ante el tribunal de su
propia conciencia. Mucho antes que él creyera, fue justificado ante el tribunal de Dios
completamente para ser justificado " ante su propia
.
Dios efectúa su divina obra a Su manera, es decir, Él persevera con tal realeza, que
todas las criaturas juntas no podrían robarle ni a uno de sus elegidos. Si todos los
hombres y demonios llegaran a conspirar para arrancarle un hombre brutal, de entre los
elegidos por su poder salvador, todos esos esfuerzos serían en vano. Tal como hacemos
a un lado una telaraña, de tal forma Dios se reiría de todos sus esfuerzos. El poderoso
taladro perfora la plancha de acero de forma no más silenciosa ni con menos esfuerzo
con el que Dios silenciosamente y majestuosamente penetra el corazón de quienquiera
sea Su Voluntad, para cambiar la naturaleza de Su elegido. La palabra de Isaías respecto
a la noche estrellada²³Levantad en alto vuestros ojos y mirad quién creó estas cosas;
Él saca y cuenta Su ejército; a todos llama por sus nombres
"
(
"(
! .´ (Isaías xl. 26) puede aplicarse al
firmamento en el cual los elegidos de Dios brillan como estrellas: ³Porque por la
grandeza de Su fuerza y poder, ninguno falló.´ Todos los que han sido ordenados para
la vida eterna son avivados a la divina hora asignada.
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en el Señor, es decir, habiendo nacido de nuevo, y respecto a aquellos regenerados antes
del bautismo, pero convertidos más adelante en la vida.
Por esta razón es que es tan necesario examinar la regeneración (en su sentido limitado)
en un infante y no en un adulto, en quien es necesario incluir la conversión.
1.c Todo hombre, incluidos los infantes, nacen muertos en trasgresión y pecado.
2.c De estos infantes, muchos mueren antes que se vuelvan conscientes de sí
mismos.
3.c De estas flores recogidas, la Iglesia confiesa que muchos son salvos.
4.c Estando muertos en el pecado, no pueden ser salvados sin haber nacido de
nuevo.
5.c Por consiguiente, la regeneración efectivamente ocurre en personas que no están
conscientes de sí mismas.
Tal infante nonato es totalmente ignorante del lenguaje humano; no tiene ideas, no ha
escuchado prédicas del Evangelio, no puede recibir instrucción, alertas u exhortaciones.
Por consiguiente, la influencia moral está fuera de cuestión; y esto nos convence de que
la regeneración no es una moral, sino un acto metafísico de Dios, tanto como la creación
del alma de un infante nonato que se lleva a cabo independientemente de la madre. Dios
regenera al hombre completamente sin su conocimiento previo.
Qué es lo que constituye el acto de regeneración, no se puede decir. Jesús mismo lo dice
así, porque dice: ³El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de
dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu´ (Juan 3: 8). Y por lo
tanto, es adecuado investigar este misterio con la mayor discreción. Aun en el reino
natural el misterio de la vida y sus orígenes están casi enteramente más allá de nuestro
conocimiento. Los más letrados médicos son totalmente ignorantes respecto a la manera
en que la vida se hace presente. Una vez presente, él puede explicar su desarrollo, pero
de la instancia que precede a todas las demás él no conoce absolutamente nada.
Respecto a esto, él es tan ignorante como el más inocente de los niños campesinos. El
misterio no puede ser penetrado simplemente porque está más allá de nuestra
observación, es perceptible sólo cuando la vida ya existe.
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La única fuente de verdad en esta materia es la Palabra de Dios y en esa Palabra el
misterio no sólo permanece sin ser revelado sino que velado, y por buenas razones. Si
fuéramos a llevar a cabo la regeneración, si pudiéramos agregarle o quitarle, si
pudiéramos adelantarlo u obstaculizarlo, entonces las Escrituras seguramente nos
habrían instruido suficientemente respecto a ello. Pero como Dios se ha reservado esta
obra completamente para sí mismo, el hombre no necesita resolver este misterio, como
tampoco el de su primera creación o aquel de la creación de su alma.
³De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas
son hechas nuevas.´²2 Corintios 5: 17.
En nuestro artículo anterior vimos que la regeneración es un acto real de Dios, en la cual
el hombre es absolutamente pasivo e incapaz, acorde a las antiguas confesiones de la
Iglesia. Examinemos ahora reverentemente esta materia en detalle, no para penetrar en
cosas muy elevadas para nosotros, sino para cortar errores y aclarar nuestra consciencia.
Los dos últimos errores deben refutarse y rechazarse tan positivamente como los dos
primeros.
En la regeneración el hombre no recibe otro ego, es decir, nuestro $ no
cambia ni se modifica, pues antes y después de la regeneración es el mismo ego, la
misma persona, el mismo ser humano. Aun cuando el pecado corrompe terriblemente al
hombre, su permanece intacto. Nada falta. Todas las partes constitutivas que lo
distinguen de otros seres están presentes en el pecador.
Si el pecado hubiese arruinado el ser del hombre, este no sería más un hombre y la
regeneración sería imposible. Pero desde que su ser, su ego, su persona permanecen
intactos y la profunda corrupción afecta sólo su naturaleza, la regeneración, es decir, la
restauración de su naturaleza, es posible y esta restauración se efectúa por medio de un
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nuevo nacimiento. Dejemos esto firmemente establecido. En la regeneración no
recibimos un nuevo ser, ego o persona, sino que nuestra
(
renace.
Este milagro de la injertación ha sido siempre un misterio para los hombres que piensan.
Es un misterio. El tronco que se ha de injertar es absolutamente silvestre; con sus raíces
succiona la sabia y la fuerza hacia sus células silvestres. Pero ese pequeño injerto tiene
el poder para convertir la savia y fuerzas vitales en algo bueno, posibilitando que el
tronco silvestre dé frutos nobles y preciosas flores. Es cierto que el tronco silvestre
resiste vigorosamente la reformulación de su naturaleza mediante los vástagos que
existen por debajo de lo injertado, y si tiene éxito, su naturaleza silvestre se esforzará
para que la savia no pase a través del muñón. Pero manteniendo bajo control esos
retoños salvajes, la savia puede ser forzada hacia el muñón, con excelentes resultados.
Forzando el tronco viejo, el injerto llegará gradualmente hasta las raíces y nosotros
llegaremos a olvidar que el árbol fue alguna vez silvestre.
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ser, un ego, una personalidad. No un hombre viejo y uno nuevo, sino un solo hombre²
por ejemplo, el hombre viejo
de la regeneración y el hombre nuevo ) de
ella²el cual es creado en perfecta rectitud y santidad por Dios. Porque aquello que es
nacido de Dios no puede pecar. Su semilla permanece en él. ³Las cosas viejas ya
pasaron,´ y he aquí, ³Todas son hechas nuevas´ (2 Co. v. 17).
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Y así es aquí. La nueva vida injertada puede yacer durmiendo por una temporada, como
un grano de trigo en la tierra, pero cuando empiece a trabajar será de acuerdo a la
naturaleza de la vida nueva. Por consiguiente, la regeneración implanta el germen de
vida del nuevo hombre, a quien contiene en toda su plenitud, y del cual continuará tan
ciertamente como el trigo contenido en el grano del cual procede.
(1) En Su propia mente, Dios concibe al hombre nuevo a quien (2) Él identifica como
persona particular, creando así al hombre nuevo; (3) Él coloca el germen de este nuevo
hombre en el centro de nuestro ser, (4) y en tal centro, Él efectúa la unión entre nuestro
ego y esa vida en germinación; (5) en ese germen vital, Dios coloca el poder formativo,
el cual en Su tiempo Él hará que se haga presente, por el cual nuestro ego se manifestará
a sí mismo como hombre nuevo.
,2
Por esta razón, nuestros padres dijeron en su Confesión (artículo 24): ³Nosotros
creemos que esta verdadera fe, habiendo sido traída al hombre por haber escuchado la
palabra de Dios y por la operación del Espíritu Santo, ambas regeneran y hacen nuevo al
hombre.´
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De la misma forma enseña el Catecismo de Heidelberg (Ver asunto 65): ³Tal fe
procede del Espíritu Santo, quien obra nuestra fe en nuestros corazones por la
predicación del Evangelio y lo confirma por el uso de los sacramentos.´
Y también los cánones de Dort, Encabezados Tres y Cuatro de Doctrina sección 17:
³Tal como la todopoderosa operación de Dios por la cual Él prolonga y mantiene
nuestra vida natural, no excluye, sino que requiere el uso de medios por los cuales Dios
y Su infinita misericordia y rectitud han elegido ejercer Su influencia; de igual modo, la
antes mencionada sobrenatural operación de Dios, por la cual somos regenerados, de
ninguna manera excluye o subvierte el uso del Evangelio; el cual el muy sabio Dios ha
ordenado que sea la semilla de la regeneración y alimento para el alma.
Por lo cual, tal como los Apóstoles y los maestros que les siguieron han instruido
piadosamente a la gente respecto a esta gracia de Dios, para su Gloria y para el
abandono de todo orgullo, y que en el entretanto sin embargo descuidaron de no
guardar, por los sagrados preceptos del Evangelio en el ejercicio de la Palabra, los
sacramentos y la disciplina; así también, aún hasta estos días, se encuentra lejos de los
instructores e instruidos, el presumir tentar a Dios en la Iglesia por la separación de lo
que Él y Su beneplácito han unido en lo más íntimo. Porque la gracia se confiere por
medio de admoniciones; y mientras más prontamente realicemos nuestra labor, más
evidente usualmente será la bendición de Dios trabajando en nosotros y más
directamente avanza Su obra.´
Y ahora, para erradicar cualquier suspicacia que tengamos contra esta representación,
declaramos abierta y definitivamente que le damos nuestro más sincero apoyo.
Sólo rogamos que se considere que en esta representación, tanto las Escrituras como los
símbolos de la fe, apuntan a los misterios subyacentes, a la magnífica obra de Dios que
se esconde en un misterio inescrutable, sin el cual todo esto se convierte en nada.
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c
"
Espíritu regenerador. Él domina los más íntimos
escondrijos del hombre; Él abre el closet y suaviza el corazón endurecido, circuncida
aquello que no ha sido circuncidado, infunde nuevas cualidades a la voluntad, la cual
hasta ese momento se hallaba muerta. Él revive; de malvados, desobedientes y
refractarios los vuelve buenos, obedientes y flexibles; lo mueve para que, al igual que
un buen árbol, pueda generar frutos de buenas acciones.´ El Catecismo de Heidelberg
apunta a esto, en el párrafo 8: ³A menos que seamos regenerados por el Espíritu de
Dios.´ Y también en la Confesión, artículo 22: ³Creemos que para lograr el verdadero
conocimiento de este gran misterio, el Espíritu Santo inculca en nuestros corazones una
fe sincera y recta, que abraza a Cristo Jesús con todos Sus méritos.´
Este misterioso trasfondo que nuestros padres en Dort llamaron ³Su dominio de los más
íntimos escondrijos del hombre por la eficacia del Espíritu regenerador,´ es
evidentemente lo mismo que nosotros llamamos ³la divina operación que penetra hasta
el centro de nuestro ser para implantar el germen de la nueva vida.´
Nosotros respondemos: El Espíritu Santo puede realizar este trabajo en el corazón del
pecador
!
) de la predicación de la Palabra. El llamado interno
puede asociarse con el llamado externo o le puede seguir. Pero aquello que precede al
llamado interno, es decir, la apertura del oído sordo para que este pueda oír, no depende
de la predicación de la Palabra y, por consiguiente, puede preceder de dicha
predicación.
Si designo todo el trabajo de la gracia, desde la conversión hasta la muerte,
como ³regeneración,´ sin ningún miramiento a su misterioso pasado, entonces y
decir junto con la Confesión (artículo 24): ³Que esta fe, habiendo sido labrada en
el hombre por escuchar la Palabra por y la operación del Espíritu Santo, ambos cosas lo
regeneran y hacen de él un hombre nuevo.´
Para diferenciar claramente entre aquello que el Espíritu Santo forjó en nosotros
o : la regeneración se refiera a aquello que fue forjado en
nosotros inconscientemente, mientras que conversión es el término que aplicamos al
despertar consciente a esta nueva vida implantada en nosotros.
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Por consiguiente, la obra de la gracia de Dios fluye a través de estos tres estados
sucesivos.
1.c La regeneración en su
etapa, cuando el Señor planta una nueva vida en
el corazón muerto.
2.c La regeneración en su
etapa, cuando el hombre renacido se convierte.
3.c La regeneración en su
etapa, cuando la conversión se funde con la
santificación.
En cada uno de estas tres, Dios realiza una obra maravillosa y misteriosa en el ser
interno del hombre. De Dios proceden el avivamiento, la conversión y santificación, y
en cada etapa Dios es el Operador, sólo que con las siguientes diferencias: en el
avivamiento Él trabaja , encontrando y dejando al hombre
; en la conversión
Él nos
pero nos hace
; en la santificación Él trabaja en
nosotros de tal manera que nos
a través de Él.
Describiendo esto aún más finamente, decimos que en la primera etapa, aquella del
avivamiento, Dios trabaja ; en la segunda etapa, aquella de la conversión, Él
, por ejemplo, la predicación de la Palabra; y en la tercera etapa, aquella
de la santificación, Él usa medios además de nosotros, a quienes Él usa como medios.
Condensando lo antes dicho, hay un gran acto de Dios en el que recrea al corrupto
pecador y lo hace un hombre nuevo²el exhaustivo acto de la regeneración. Este tiene
tres etapas: avivamiento, conversión y santificación.
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Nuestro propósito, sin embargo, nos llama a una mayor amplitud. El propósito de este
trabajo no es predicar la Palabra, sino el de destapar los fundamentos de la verdad, y así
detener la construcción de murallas torcidas sobre los fundamentos, como lo hacen los
éticos, racionalistas y súper naturalistas.
Y esto es en lo que más hay que insistir, puesto que nuestros niños no deben ser
ignorados en este aspecto. En 1618 en Dort, nuestros niños fueron tomados en cuenta y
nosotros no debemos negarnos esta placentera obligación.
Y aquí yace un peligro real. Porque hablar de los pequeños, sin considerar la primera
etapa de la regeneración²es decir, el avivamiento², causa confusión y perplejidad de
la cual no hay escapatoria.
Tocando el tema respecto a ³la fe,´ estamos plenamente preparados para aplicar la
misma distinción en esta materia. Usted sólo tiene que discriminar entre el
o la
"
"!el
"y el obrar
". El primero de estos tres, o
sea, la "
de la fe, se implanta en la primera etapa de la regeneración²es decir, en
el avivamiento; de la fe se comunica en la segunda etapa de la regeneración²
es decir, en la conversión; el
de la fe, se forja en la tercera etapa²es decir, en la
santificación. Por consiguiente, si la fe se forja sólo al escuchar la Palabra, la
predicación de la Palabra no crea la "
de la fe.
Mire solamente lo que nuestros padres confesaron en Dort: ³Aquel que obra en el
hombre el querer y el hacer, produce tanto la
y también
´ (Tercer y Cuarto encabezado de La Doctrina, artículo 14).
O, para expresarlo en una manera aun más fuerte: cuando la Palabra se predica, yo lo sé;
y cuando la oigo y la creo, yo sé de dónde viene el obrar de la fe. Pero la implantación
de la facultad de la fe es una cosa completamente diferente. Nuestro Señor Jesús dice de
esto: ³El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene,
ni a dónde va´;[4] (Juan 3: 8) y como el viento, así es también la regeneración del
hombre.
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#
Consideramos este punto más importante que el primero, ya que toda concepción de la
regeneración que no hace plena justicia a la ³unión mística con Cristo´ es antibíblica,
erradica el amor fraterno y provoca orgullo espiritual.
El santo apóstol declara: ³Yo vivo, ! sino Cristo vive en mí, y la vida que vivo
ahora en la carne, la vivo por la fe del Hijo de Dios. [Gálatas 2: 20] La idea de que un
santo pueda tener una vida fuera de la unión mística con Emanuel, no es más que una
ficción de la imaginación. El regenerado no puede vivir una vida más que aquella
consistente en la unión con Cristo. Dejemos esto firme y fuertemente establecido.
[Juan 15: 1], es decir, ³Toda otra vid es sólo una figura. La Vid verdadera soy Yo, y
sólo Yo.´
Aun así, esta figura sólo es aplicable parcialmente. En efecto, en Romanos 11: San
Pablo, con su característico discurso y estilo osado, invierte, por un fin comparativo, la
obra de Dios en la naturaleza; porque mientras que en la realidad el brote cultivado se
injerta en un tronco silvestre, él simula en dicha instancia que el brote silvestre se injerta
sobre un pie o tronco bueno. Un golpe audaz sin duda, y muy beneficioso para nosotros,
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porque hace posible ver de forma clara y distintiva la
, .
Pero eso es todo.
Sin embargo, se hace referencia aquí a las ramas que son quebradas y que luego son
injertadas nuevamente. Si esto se refiriere a individuos particulares, entonces los judíos,
quienes durante la vida de San Pablo denegaron al Señor, deben haber sido personas
regeneradas que cayeron y retornaron antes que murieran.
Si este hubiera sido el significado dado por San Pablo, los eventos subsiguientes habrían
rebatido sus palabras y revocado todo el tenor de sus otras enseñanzas. Pero él
simplemente dice que las -
, quienes estaban en el Pacto de la Gracia,
habían perdido su posición en ella por sus propias faltas; y que, aun fuera del pacto,
ellos debían ser preservados a través de las épocas siguientes, y que en el curso de la
historia, el camino sería abierto incluso para ellos, para ser reintroducidos al Pacto de la
Gracia. Esto muestra que Ro:11. 17-25 no enseña acerca de la regeneración de personas
individuales, y que el buen olivo no habla de Cristo, porque el que es implantado en
Cristo, nunca puede ser cortado de Él, y que el que es cortado de Él, nunca le
perteneció. ¿Acaso no creemos en la perseverancia de los santos?
Puede objetarse que en Juan 15: se hace referencia a las ramas que son descartadas de la
vid; a lo cual nosotros respondemos: primero, que esto no quita la dificultad de que los
judíos apóstatas de los tiempos de San Pablo nunca fueron injertados nuevamente; y
que, en segundo lugar, con Calvino sostenemos que Jesús, hablando de la ramas
desechadas, hace referencia a personas que, como Judas,
estar implantadas; de
otra manera, sus propias palabras, ³Nadie puede arrebatarlos de Mi mano, [Juan 10. 28-
29] no se sostienen ni por un momento.
Arribamos, por consiguiente, a esta conclusión: que ni en Juan 15., ni en Romanos 11.,
se hace referencia alguna a la regeneración personal, en su sentido limitado; ya que
Romanos 11. habla de llegar a ser implantados, no introduce la idea del injerto, ni hace
la menor alusión a la manera en la cual este ³llegar a ser implantado´ se logra.
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no arroja luz sobre esto, porque no puede enseñar nada que las Escrituras no hayan
enseñado ya. Y nuevamente, podemos fácilmente percibir la unión con Cristo donde
existe, pero no podemos verla donde no existe, o donde se está recién formando.
Sin embargo, esta unión con Cristo debe enfatizarse fuertemente. Los teólogos que
representan la verdad divina, deben poner mucho más énfasis en esta materia. Y aun
cuando Calvino pudo haber sido el más rígido entre los reformadores, aun así, ninguno
de ellos ha presentado la
, esta unión espiritual con Cristo, tan
incesantemente, tan tiernamente y con tanto ardor santo como él. Y tal como Calvino,
así lo hicieron todos los teólogos reformados desde Beza a Comrie, y desde Zanchius a
Köhlbrugge. ³Sin Cristo, nada; por esta unión mística con Cristo, todo´; tal era su
consigna. Aun ahora el valor de un predicador debe medirse por el grado de su
prominencia, según la unión mística con Emanuel en su presentación de la verdad. Las
fuertes declaraciones de Köhlbrugge, ³Uno puede nacer de nuevo, uno puede ser un hijo
de Dios, uno puede ser un sincero creyente, pero sin esta unión mística con Cristo, uno
no es nada en sí mismo, nada más que un perdido y malvado pecador,´ fue siempre la
gloriosa confesión de nuestras iglesias. De hecho, es lo que nuestra forma de
administración de la Santa Cena tan bien expresa: ³Considerando que buscamos nuestra
vida fuera de nosotros mismos, en Cristo Jesús, reconocemos que yacemos en medio de
la muerte.´
Pero es una errado enseñar sobre esta base²como se reporta que lo hacen algunos de
nuestros jóvenes ministros²y despectivo a la obra del Espíritu Santo, que la
regeneración
, y que toda la obra se realiza completamente
"
de nosotros, como algunos han dicho, ³Que no necesitamos ni siquiera ser
convertidos, porque aun eso ha sido hecho por nosotros de forma vicaria por el Señor
Jesús.´ Decir que no hay diferencia entre una persona regenerada y una no-regenerada,
es contradecir las Escrituras y negar la obra del Espíritu Santo. Por lo cual, nos
oponemos fuertemente a esta noción. Por supuesto que hay una diferencia. La primera
ha entrado en la unión con Cristo y la última no. Y de esta unión depende ; hace la
diferencia en los hombres, así como lo es entre el cielo y el infierno.
Ni puede decirse lo contrario: ³Que una persona regenerada, aun sin la unión con Cristo,
es otra o mejor que un incrédulo´; porque esto separa lo que Dios ha unido. Fuera de
Cristo, en el hombre nacido de mujer, no hay nada más que oscuridad, corrupción y
muerte.
Los teólogos éticos probablemente estarán de acuerdo en todo lo que hemos dicho sobre
esta materia; y, sin embargo, de acuerdo a nuestra más profunda convicción, ellos lo han
degenerado completamente y no han comprendido este precioso artículo de fe. Con toda
certeza, enfatizan fuertemente la unión con Cristo; incluso nos dicen que hacen esto más
que nosotros, manteniendo que es irrelevante si un hombre está en lo cierto o no,
respecto a las Escrituras, mientras esté unido a Cristo. En tal caso, no hay necesidad de
ninguna fórmula, confesión, artículo de fe o incluso fe en las Escrituras.
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Un prominente ético, profesor en la Universidad de Utrecht, ha declarado abiertamente:
³Aun cuando llegara a perder todas las Escrituras, y aun cuando no pueda verificarse la
verdad de ninguna de las narrativas del Evangelio, no estaría en absoluto afectado,
porque aún estaría en posesión de mi unión con Cristo; y teniendo eso, ¿qué más puede
desear un hombre?´ Esto tiene un sonido tan piadoso y tan cierto tomado en abstracto,
que muchas consciencias deben estar de acuerdo, sin tener la menor sospecha de la
apostasía que contiene con respecto a la fe de los padres.
Si alguien nos preguntara si no creemos que el alma unida con Jesús tenga todo lo que
se pueda desear, casi negaríamos una respuesta, pues él sabe mejor. No, por supuesto,
alma favorecida, teniendo aquello que ya no necesitas más; vete en paz, tres veces
bendecido por Dios.
Pero como la unión mística con el Hijo de Dios es un artículo de fe tan preciado y de
tanto peso, deseamos que todo hombre lo trate de la forma más seria y examine si la
unión que dice poseer, es realmente la misma unión mística con el Señor Jesucristo que
las Escrituras prometen a los hijos de Dios, y de la que han gozado a través de los
tiempos.
La unión de los creyentes con el Mediador es, entre todas las materias de la fe, la más
tierna, invisible, imperceptible a los sentidos, e insondable; escapa a toda visión interior;
rehúsa ser dividida o ser representada de cualquier forma objetiva; en el sentido más
completo de la palabra, es mística²
, como lo llamó Calvino, siguiendo el
ejemplo de la Iglesia primitiva.
Aun así, no obstante cuan misteriosa sea, ningún hombre está en libertad de interpretarla
de acuerdo a sus propias nociones; de hecho, es necesaria una fuerte vigilancia para que
no se efectúe un contrabando injurioso al interior del santuario divino, bajo una
apariencia piadosa de este místico amor. Hemos, por lo tanto, alzado nuestra voz contra
las falsas representaciones de las sectas místicas anteriores y la de los teóricos éticos del
tiempo presente.
En el primer lugar, está Dios. Ésta es la tesis, la proposición. Opuesto a esta tesis en
Dios, la antítesis, el contraste, aparece en el hombre. Esta tesis y antítesis encuentran su
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reconciliación, síntesis, en el Mediador, quien es a la vez finito e infinito, quien carga
con nuestra culpa, santo, temporal y eterno.
Es sólo recientemente que citamos la siguiente oración del pequeño libro del profesor
Gunnings, ³El Mediador entre Dios y el Hombre´ (Pág. 28): ³Jesucristo es el Mediador
equidistante entre los judíos y los gentiles; y también entre todas las cosas que necesiten
mediación y reconciliación; y entre Dios y el hombre, espíritu y cuerpo, cielo y tierra,
tiempo y eternidad.´
Esta representación contiene el error fundamental de la teología ética. Ella interfiere con
los límites que Dios ha establecido. Los borra. Provoca que finalmente todos los
contrastes desaparezcan y, por este mismo hecho, se convierta, sin quererlo, en el
instrumento divulgador del panteísmo de la escuela filosófica. Sin entender este sistema,
uno puede enamorarse fuertemente de él. Este fermento panteísta está fuertemente
asentado en nuestro corazón pecaminoso. Las aguas del panteísmo son dulces, su sabor
religioso es peculiarmente agradable. Hay una intoxicación espiritual en este vaso; y
una vez embriagado, el alma pierde su deseo por la sobria claridad de la divina Palabra.
Para escapar de los embrujadores encantos panteístas, uno necesita la estimulación de
una experiencia amarga. Una vez despierta, el alma se alarma ante el temible peligro a
la cual la sirena lo expuso.
No, el contraste entre Dios y el hombre debe cesar; el contraste entre el cielo y la
tierra se puede colocar sobre la misma línea que la de los judíos y gentiles; el
contraste entre lo finito e infinito debe ser borrado por el Mediador. El tiempo y la
eternidad se deben establecer como idénticos. Deben ser traídos a
por
el
. Eso es todo y nada más. ³Poner al alcance la reconciliación´ es la obra
asignada al Mediador y eso solamente. Y esa reconciliación no es entre el tiempo y la
eternidad, el infinito y lo finito, sino exclusivamente entre una criatura
y el
Santo Creador. Es una reconciliación que no podría haber ocurrido si el hombre no
hubiera caído; es necesaria solamente por su caída; una reconciliación no
al ser
de Cristo, sino Suya
, vale decir, por algo independiente de Su ser.
¿Y cómo afecta este mal a su cristología? La afecta en tal medida que es enteramente
diferente de aquella de las iglesias reformadas. Aunque nos dicen: ³No estamos de
acuerdo en nuestra visión de las Escrituras, pero estamos de acuerdo en nuestra
confesión de Cristo,´ esto es absolutamente falso. Su Cristo no es el Cristo de las
iglesias reformadas. El Cristo, de las iglesias reformadas, de acuerdo a las Escrituras y a
la iglesia ortodoxa de todos los tiempos, lo confiesan a Él, como Hijo de Dios, eterno
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Partícipe de la naturaleza divina, quien en el tiempo, en adición a la naturaleza divina,
adoptó la naturaleza humana, uniendo estas dos naturalezas, en la unidad de una
a.
Él las une de tal manera, sin embargo, que estas naturalezas continúan cada una por sí
mismas, no se funden y no comunican los atributos de uno al otro. Por consiguiente, dos
naturalezas se unen íntimamente, en la unidad de una persona, pero continuando hasta el
final, e incluso ahora en el cielo, en dos
(
! cada una con sus propiedades
particulares. ³Él es uno, no por conversión de la Divinidad en carne, sino al
la
condición humana y llevándola a Dios´ (Confesión de Atanasio, art. 35). Y
nuevamente: ³Él es uno, no por mezcla de sustancias, sino por unidad de persona´ (art.
36).
1ro. Que la encarnación del Hijo de Dios debió haber ocurrido, aun si Adán no hubiera
pecado.
2do. Que Él es el Mediador no sólo entre el pecador y el Santo Dios, sino que también
entre lo finito y lo infinito.
3ro. Que las dos naturalezas se mezclan y comunican sus atributos uno al otro en tal
medida que de Él, que es tanto Dios y hombre, procede aquello que es divino-humano.
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c
panteísta, denotando que el contraste existente entre Dios y hombre no existió en Jesús,
pero que en Él, la antítesis entre lo divino y lo humano no se encontró.
Esto es totalmente anti bíblico, y resulta ser, en sus consecuencias finales, pura teosofía.
Pues de hecho el resultado es una fusión de las dos naturalezas: una naturaleza divina en
Dios y una naturaleza humana en el hombre, y una naturaleza divina-humana en el
Mediador. De modo que, si el hombre no hubiera caído, el Mediador habría aparecido
aun así en una naturaleza divina-humana.
Esta es una doctrina verdaderamente horrenda. Pone en lugar del Salvador de nuestros
pecados, a otra persona enteramente diferente; el contraste entre el Creador y la criatura
desaparece; la naturaleza divina-humana del Cristo se coloca realmente por encima de la
naturaleza divina misma. Porque el Mediador en su naturaleza divino-humana posee
algo de lo cual carece en la naturaleza divina, o sea, su reconciliación con los humanos.
Esto muestra cuánto más lejos de lo que generalmente se cree se han apartado los éticos
de la pura confesión del Señor Jesucristo. Según ellos, hay en la persona del Mediador
un tipo de
naturaleza, un tipo de
naturaleza, un tipo de naturaleza
, que se llama ³humano-divina.´ La unión con Cristo se encuentra (no
subjetivamente, sino objetivamente) en el hecho que el Señor Jesucristo vierte en
nosotros ese nuevo, tercer y superior tipo, es decir, la naturaleza divino-humana. Por
consiguiente, los regenerados son los que han recibido este nuevo, tercer y superior tipo
de naturaleza. Esto no tiene conexión con el pecado, pero habría aparecido aún en la
ausencia de pecado. La reconciliación de los pecadores es algo adicional, y no toca las
raíces de esta materia.
La real y principal cosa es, que el Mediador entre lo ³finito y lo infinito´ (para usar las
mismas palabras del profesor Gunning) imparte esta nueva, tercera y superior naturaleza
divino-humana, sobre los que tenemos la naturaleza menor, la naturaleza humana.
La iglesia invisible es, de acuerdo a su punto de vista, aquel círculo de personas en los
cuales esta superior y más noble tintura de vida se ha inculcado, y otros no tan
favorecidos todavía permanecen sin ella. De ahí, su falta de aprecio por las iglesias
visibles; pues, ¿no es la tintura divino-humana de la vida lo que determina a este
círculo? Por eso su preferencia por lo ³inconsciente´; la confesión consciente y
expresión del pensamiento es irrelevante; el asunto principal es estar dotado de esta
nueva, superior y más refinada naturaleza divino-humana. Esto explica su postura,
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generalmente altanera, hacia aquellos que no comparten sus opiniones. Ellos pertenecen
a una suerte de aristocracia espiritual; son de más noble descendencia, están
relacionados con formas más refinadas, viviendo una vida superior, desde la cual con
ojos compasivos, miran hacia abajo a aquellos que no sueñan sus sueños de vida con
tintes superiores.
Baste con decir aquí que las iglesias reformadas no pueden avalar esta representación de
la
, sino que deben rechazarla positivamente.
"4
La unión de los creyentes con Cristo, su Cabeza, no se pone en efecto por el inculcar en
el alma una tintura de vida divino-humana. a$
*$
. Hay una muy
santa Persona que unifica en sí mismo la vida divina y humana; pero ambas naturalezas
se mantienen sin mezclarse, sin fusionarse ni homogenizarse, reteniendo cada una sus
propias propiedades; y como no hay una vida divino-humana en Jesús, no puede
instaurarlas en nosotros.
Debemos reconocer de corazón, que hay una cierta conformidad y similitud entre la
naturaleza divina y la humana, porque el hombre fue creado a imagen de Dios: por eso
San Pedro podía decir: ³para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza
divina´ (2 Pedro 1. 4); pero de acuerdo a todos los expositores cuerdos, esto sólo
significa que al pecador se le imparten los atributos de rectitud y santidad, que
originalmente él poseyó en su propia naturaleza en común con la naturaleza divina, pero
que perdió por el pecado.
Comparado con la naturaleza de las cosas materiales y con aquella de los animales y
demonios, hay ciertamente una característica de similitud entre la naturaleza divina y la
humana, pero esto no se debe entender como si borrara los límites entre la naturaleza
divina y humana. Por consiguiente, no dejemos que se abuse más de la gloriosa palabra
de San Pedro con el fin de justificar un sistema filosófico que no tiene nada en común
con la sobriedad y simplicidad de la Sagrada Escritura.
Lo que San Pedro llama ³ser partícipe de la naturaleza divina´ se menciona en otro
lugar cuando se habla de llegar a ser $ Pero aun cuando Cristo es el /
de Dios y nosotros somos llamados $ de Dios, esto no hace que la Filiación de
Cristo y nuestra filiación se encuentren en el mismo plano y sean de la misma
naturaleza. No somos más que hijos
, aun cuando tenemos otros
descendientes, mientras que Él es el mismo y Eterno Hijo. Mientras Él es esencialmente
el eterno Hijo, partícipe de la naturaleza divina que en la unidad de Su persona se une
con la naturaleza humana, nosotros somos solamente a una de la
naturaleza divina que hemos perdido por pecado.
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El amigo que comparte el luto desconsolado de una madre, no es desconsolado mismo
en sí mismo, sino que a través del amor y compasión, él se ha vuelto partícipe de ese
luto. De manera similar, los creyentes, al aceptar estas grandes y preciosas promesas, se
convierten en partícipes de la naturaleza divina, aun cuando en sí estén totalmente
desprovistos de dicha naturaleza. Partícipe no denota que lo uno posee en sí mismo, que
sea de él mismo, sino una comunicación parcial con aquello que no le pertenece a él
sino a otro. Por consiguiente, esta palabra gloriosa y apostólica no debiera usarse más
en su sentido panteísta. Como es ilícito decir de que somos hijos esenciales de Dios,
debemos humildemente confesar, a través de Cristo, ser sus hijos adoptivos, ya que no
es lícito decir que por fe nos hemos convertido en portadores de la naturaleza divina;
pero debemos estar satisfechos con la confesión que, a través de nuestra hermandad de
amor, Dios nos ha hecho partícipes de las emociones vitales de la naturaleza divina,
hasta el punto en que nuestras capacidades humanas sean capaces de experimentarlas.
Jesús es un Salvador no para los justos, sino para los pecadores. Y por esta razón, Él
adoptó la naturaleza humana; no como lo enseñan los bautistas, por haber recibido un
nuevo cuerpo creado desde el cielo, como el cuerpo paradisíaco de Adán, sino para
hacerse partícipe, como los niños pequeños, de nuestra carne y huesos. Lo mismo es
verdadero de Su unión con los creyentes. Él no espera hasta que sean puros y santos,
para luego desposarse espiritualmente con ellos; sino que Él se desposa de modo que se
pueden convertir en puros y santos. Él es el rico novio, y el alma es la novia pobre. Él
viene en las relucientes túnicas de Su rectitud y la encuentra negra, fea, en su deshonra.
Él no dice, ³Límpiate, hazte sabia y rica, y como novia rica, Yo me casaré contigo´;
sino, ³Yo te tomo a ti tal como eres; y te digo, en tu sangre, Vive. Aunque seas pobre,
cazándome contigo, te haré coparticipe de Mí y de Mi tesoro. Pero un tesoro tuyo, no
poseerás jamás.´
Este punto se debe establecer firmemente. El Señor Jesús se une, no a los justos, sino a
los pecadores. Él se casa no con los puros e inmaculados, sino con los contaminados y
sucios.
Cuando el santo apóstol Pablo habla de una novia que el presentará sin mancha ni
arruga, él se refiere a algo enteramente diferente; no a Su matrimonio con el individuo,
sino al matrimonio del Señor Jesús con su Iglesia como un todo. Mientras la Iglesia
continúe en la tierra, separada de Él, ella es Su novia, hasta que en la plenitud del
tiempo, terminada la separación, Él la traiga a la rica y completa comunión de la vida
unificada en la gloria.
2do. El
punto al cual pedimos poner atención es el cuándo de dicha unión
comienza. Decir que esta
es el resultado de la fe solamente, es sólo
parcialmente correcto. Porque las Escrituras enseñan muy claramente que ya estábamos
en el Señor Jesús cuando Él murió en el Calvario, y cuando Él resucitó de entre los
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muertos; que ascendimos con Él al cielo y que por dieciocho siglos hemos estado
sentados con Él, a la diestra de Dios. Por consiguiente, debemos distinguir
cuidadosamente entre las cinco etapas por las cuales se despliega la unión con Emanuel.
La
de estas cinco etapas yace en el decreto de Dios. Desde el mismo momento
en que el Padre nos entregó a Su Hijo, fuimos realmente de Él, y se estableció una
relación entre Él y nosotros, no débil ni floja, sino muy profunda y extensa, de modo
que todas las relaciones subsiguientes con Emanuel surgen solamente de esta
fundamental relación de raíz.
La
etapa está en la Encarnación, cuando, adoptando nuestra carne y entrando
en nuestra naturaleza, Él hace de esa relación esencial y preexistente algo real; cuando
el vínculo de la voluntad divina pasa, o sea, desde el decreto a la existencia real. Cristo
en carne lleva a todos los creyentes en las ancas de Su gracia, como Adán llevó a todos
los hijos del hombre en las ancas de su carne. Por consiguiente, las Escrituras enseñan,
no figurativamente ni metafóricamente, sino en el sentido real, que cuando Jesús murió
y resucitó, nosotros morimos y resucitamos con Él y en Él.
La
etapa comienza cuando nosotros mismos, no aparecemos en nuestro
nacimiento, sino en nuestra regeneración; cuando el Señor Dios comienza a obrar
sobrenaturalmente en nuestras almas; cuando en la hora del amor, el Amor Eterno
concibe en nosotros al hijo de Dios. Hasta entonces, la unión mística se ocultaba en el
decreto y en el Mediador; pero, en la regeneración y por medio de ella, aparece la
persona con quien el Señor Jesús lo establecerá. Sin embargo, no la regeneración
primero y luego algo nuevo; es decir, unión con Cristo, sino que en el mismo momento
de concretarse la regeneración, esa unión se vuelve un hecho internamente acabado.
Esta tercera etapa debe distinguirse cuidadosamente de la cuarta, que no comienza con
el avivamiento, sino con el primer ejercicio consciente de fe, puesto que, aun cuando la
facultad de fe fue implantada en la regeneración, puede permanecer inactiva por largo
tiempo; y sólo cuando el Espíritu Santo le permite actuar, produciendo una fe genuina y
la conversión en nosotros, se establece subjetivamente la unión con Cristo.
Esta unión es el fruto subsecuente de un mayor grado de santidad, pero coincide con
el
". La fe que no vive en Cristo no es fe, sino su opuesto. La fe
genuina se forja en nosotros por el Espíritu Santo y todo lo que Él imparte en nosotros
lo obtiene de Cristo. Por consiguiente, puede haber una aparente o pretendida fe, sin la
unión con Cristo, pero no una fe real. Por lo tanto, es un hecho cierto que el primer
suspiro del alma, en su primer ejercicio de fe, resulta de la maravillosa unión del alma
con su Garante.
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de su tesoro en Cristo, la unión misma existía (incluso subjetivamente)
desde el momento de su primer grito de fe.
3ro. El punto hacia el cual enfocamos nuestra atención, es la naturaleza de esta
unión con Emanuel.
4to. En el
lugar, aun cuando la unión con Cristo coincide con nuestra relación de
pacto con Él como Cabeza, aun así, no es )
a ella. Nuestras relaciones de
comunión con Cristo son muchas. Hay una hermandad de sentimiento e inclinación, de
apego y cariño; somos discípulos del Profeta, somos Su posesión comprada con Su
sangre, los súbditos del Rey y miembros del Pacto de Gracia, del cual Él es Cabeza.
Pero en vez de absorber la
, todas ellas se basan en esto. Sin este vínculo
verdadero, todos los demás son sólo imaginarios. Por consiguiente, mientras sabemos,
sentimos y confesamos que es glorioso estar escondidos de forma segura bajo en la
Cabeza de la Alianza, es más dulce, más precioso y delicioso vivir en la mística
comunión del Amor.
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Así que tenemos muy claro que sin " Nuevo Nacimiento" no puede haber Salvación,
todos los evangélicos están de acuerdo con esto. La pregunta que sigue es, ¿que debe
hacer una persona para nacer de nuevo? Muchos cristianos contestaran que la persona
debe de 'creer al evangelio' y entonces así será renacido. Bueno, lo cierto es que esto
aunque parece una respuesta lógica y desde la perspectiva humana quizás la es, no es así
bíblicamente.
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¿Que queremos decir? Decimos que no es la fe del hombre lo que produce el 'Nuevo
Nacimiento' sino que todo lo opuesto es cierto; es el 'Nuevo Nacimiento' el que hace
posible que halla fe en las personas. No es que el que cree en Jesús luego nace de
nuevo, sino que es aquel que 'ha nacido de Dios' quien puede creer que Jesús es el
Cristo. Juan lo dice muy claro y sin ambigüedades, "el que cree que Jesús es el Cristo,
ha nacido de Dios"
Vemos que los que öö son los que ö ö son los mismos que ö
ö, es decir por descendencia ni nacionalidad terrenal öa
! es decir no es porque alguna persona quiso o propuso tal cosa de su
propio interés o libre voluntad o albedrío, ö
ö es decir no es algo
que tiene que ver con asuntos ni deseos ni propósitos, ni decisiones de hombre de
manera sexual ó natural o volitiva, sino que es engendro por la única voluntad ö
ö. Es un fenómeno 'espiritual' que ocurre en el área espiritual de la persona. Es un
cambio real y verdadero que ocurre en el interior del individuo y que aunque no puede
ser explicado ni entendido de manera carnal si puede ser entendido de manera espiritual.
Romanos 9
Así es, el hombre es nacido de nuevo por voluntad propósito de Dios exclusivamente.
Es Dios quien toma la iniciativa en regenerar, renacer ó resucitar a los que están
muertos para que puedan responder al llamado del evangelio.
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5,"
$$
Un ejemplo claro de este acto de resurrección espiritual está descrito en el libro de Juan
cuando Jesús estaba frente a la tumba de Lázaro. Cuando Jesús llegó a la tumba de
Lázaro ya hacia cuatro días que este había muerto. Era humanamente imposible que
pudiera vivir, no había esperanzas de vida para él, sin embargo, Jesús obró un
milagro
Una pregunta importante: ¿Lázaro vino a Cristo muerto o vivo y si vino vivo, cuando
vivió, antes o después de responder al llamado del maestro? Si miramos la enseñanza
espiritual de este milagro podemos ver como solo Cristo puede hacer algo que el Lázaro
no podía hacer, Lázaro podía salir de la tumba, (tipo de las tinieblas del diablo) y
obedecer al llamado de Jesús de salir fuera hacia la luz (tipo del reino de Cristo), solo
después que había recibido la vida. Nada pudo haber hecho antes. Estuvo cuatro días
muerto en la tumba, pero solo cuando Cristo obró el milagro de resurrección en él fue
que pudo salir de donde se encontraba y venir a Jesús. Esa es la gloria de Dios de la que
habló Jesús a Marta. En la salvación del hombre solo Dios que resucita a los muertos
para que respondan se lleva la TODA la gloria... (SOLI DEO GLORIA.)
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en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro
Salvador, 7 Para que, justificados por su gracia, seamos
hechos herederos según la esperanza de la vida eterna.
La Biblia es muy clara que el hombre por sus propias fuerzas y en su condición natural
no puede venir a Dios, no puede agradarle, ni tampoco quiere (Romanos 8:6-8). Todos
los hombres sólo han buscado su bienestar y su propio camino y Dios tiene que abrir sus
ojos espirituales y darles vida (regeneración) para que puedan creer.
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Romanos 3:9-11:9 ¿Qué pues? ¿Somos mejores que ellos?
En ninguna manera: porque ya hemos acusado á judíos y
á Gentiles, que todos están debajo de pecado. 10 Como
está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11 No hay quien
entienda,
El 'Nuevo Nacimiento' espiritual del pecador es una forma alegórica de hacer referencia
a este evento que ocurre en el interior de la persona que ha de ser salva. Se utiliza como
tipo el acto del nacimiento natural de las personas. Y tal como en el área natural, los
recién nacidos vienen a la vida sin tener ningún consentimiento o palabra al respecto,
así también es en el ámbito espiritual. Cuando un bebé nace no lo hace porque el se
propuso ser engendrado y nacer haciéndose a sí mismo una nueva criatura. El niño fue
formado en el vientre de la madre no por decisión propia sino por decisión de sus
padres. El niño fue engendrado sola y únicamente por decisión paternal. Fueron los
padres quienes tomaron la decisión y la iniciativa en el proceso del Nuevo Nacimiento.
Fueron ellos quienes decidieron traer una nueva criatura al mundo. Así mismo ocurre en
el área espiritual, es Dios quien toma ese interés y esa iniciativa de traer un 'Nuevo
Nacido' al mundo de los creyentes, es él quien lo engendra y es él quien le da vida y le
hace una 'Nueva Criatura'.
Es cierto que Dios es Todopoderoso y no necesita 'herramientas' para hacer nada, sin
embargo, El ha determinado que ha de obrar por 'medios'. La manera o el medio por el
cual Dios obra la regeneración en el pecador es por medio de la Palabra, o sea la
predicación del evangelio. Es la palabra de Dios la que 'con el poder del Espíritu Santo'
puede obrar el cambio al corazón del hombre. La palabra de Dios es poderosa (Rom.
1:16) para causar fe salvadora. Cristo mismo dijo ³mis palabras son espíritu y son
VIDA´. Cuando el mensaje es predicado, la palabra de Dios trae VIDA al corazón es
por eso es poderosa, porque vivífica los muertos. Por cierto, lo que hace la palabra es
hacer µrenacer¶ al pecador:
Santiago1:18
En el ejercicio de su voluntad. El nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que
fuéramos las primicias de sus criaturas.
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1 Pedro 1:23 Pues habéis nacido de nuevo, no de una simiente corruptible, sino de una
que es incorruptible, es decir, mediante la palabra de Dios que vive y permanece.
La Biblia nos dice que Dios nos hizo renacer / resucitar POR LA PALABRA; Pero
también nos damos cuenta en la Escritura que NO TODOS son renacidos por EL
PODER DE la Palabra. Pablo a los Corintios, la Palabra de la cruz es locura a los que se
pierden, sean judíos o sean griegos; PERO A LOS LLAMADOS de entre los judíos y
los griegos, la predicación del Evangelio es poder de Dios. Otra vez, La PALABRA es
suficientemente poderosa para salvar ³A LOS QUE SON LLAMADOS.´
1Corintios 1:24 mas para los llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de
Dios y sabiduría de Dios.
Pablo hace clara la diferencia, todos reciben el mensaje con sus oídos naturales, Y
TODOS lo rechazan; MAS PARA LOS LLAMADOS (lo que indica que no todos son
llamados), para estos y solamente para estos, la Palabra de Cristo es PODER.
Sobre el poder de la palabra por medio del Espíritu Santo para 'dar vida' a los muertos
podemos disfrutar del un relato similar al que mencionamos arriba acerca de Lázaro en
el que apreciamos la profecía hecha en el libro de Ezequiel. Dios lleva al profeta en una
visión sobre la salvación de la casa de Israel lo cual es referente a nuestra era presente
de la iglesia:
Ezequiel 37
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espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor:
Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. 10 Y
profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron
sobre sus pies; un ejército grande en extremo. 11 Me dijo luego: Hijo de hombre, todos
estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y
pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. 12 Por tanto, profetiza, y diles:
Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré
subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. 13 Y sabréis que yo soy
Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío.
14 Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y
sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.
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6%
#$
Quizás usted sigue pensando todavía que el hombre aunque este muerto en pecados, aun
así puede creer al evangelio por su libre albedrío. Bueno lo cierto es que el hombre
puede creer pero no de una manera que le salva. Eso se conoce como 'fe salvadora¶. La
'fe salvadora' implica no solamente un 'acto' de un momento o temporada sino una
continua fidelidad y confianza hacia Dios en base a lo comprendido por el evangelio. El
hombre puede tener fe momentánea y emotiva, eso es cierto. La Biblia dice que aun
1 !0pero el hombre no puede tener 'fe salvadora' permanente, por
esa razón necesita ser regenerado para que pueda creer verdaderamente en Dios y ser
salvo. Si el hombre pudiera tener 'fe salvadora' de sí mismo, entonces significaría que
tiene capacidad de entender las cosas espirituales y por lo tanto el "Nuevo Nacimiento'
sería innecesario. Pero Jesús dijo:
Si nadie puede venir a Cristo si el Padre no le trae, entonces vemos que es necesaria la
intervención divina en la obra de salvación para que el hombre pueda venir (creer) a
Cristo. Pero además de decláranos que para el hombre natural las cosas de Dios "son
locura", la Biblia nos enseña que el hombre, en su estado carnal, "no puede ni quiere
buscar a Dios": Romanos 8:5 Porque los que viven conforme á la carne, de las cosas que
son de la carne se ocupan; mas los que conforme al espíritu, de las cosas del espíritu. 6
Porque la intención de la carne es muerte; más la intención del espíritu, vida y paz: 7
Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta á la
ley de Dios, ni tampoco puede. 8 Así que, los que están en la carne no pueden agradar á
Dios.
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Pablo deja muy claro que "los que están en la carne no pueden agradar a Dios"; ¿Y
cómo se agrada a Dios? La Biblia dice que "sin fe es imposible agradar a Dios"
(Hebreos 11:6); así que el hombre carnal (en la carne) no puede agradar a Dios porque
no puede tener fe. Los que están en la carne no se "sujeta a la ley de Dios, ni tampoco
puede". Al hombre que está en la carne no le interesan las cosas espirituales y por lo
tanto no tiene fe salvadora, además de esto, " la fe es fruto del espíritu" (Gálatas 5:23),
¿Cómo es posible que una persona sin el Espíritu tenga algún fruto del Espíritu? La
Biblia nos dice que de por sí " la fe y el creer son don de Dios" (Efesios 2:8; Fil.
1:29).
Así es como Dios hace las cosas. En un órden perfecto e innegable de manera que para
que las personas puedan convertirse y creer al evangelio, PRIMERO deben ser abiertos
sus ojos por medio de la Palabra de Dios y LUEGO de recibir entendimiento divino se
convierten a Dios y tienen fe para perdón de pecados.
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7$
Además de ser capacitado para 'ver', 'entrar', 'entender' y 'creer' en el Reino de Dios el
Nuevo Nacimiento trae un sinnúmero de grandes bendiciones al creyente.
38$ 9
La Biblia nos dice que a causa del Nuevo Nacimiento, el pecador recibe 'potestad' para
ser hecho 'hijo de Dios':
Juan 1
Los que öö son los que ö ö estos son los mismos que ö
!
!
ö,
por eso es que le reciben y creen en su nombre. A estos son los que les fue dado
potestad de ser hechos 'Hijos de Dios'. Esta clasificación de Hijos de Dios es muy
distinta a la clasificación global que tienen todos los hombres como hijos de Dios.
Todas las criaturas, podemos decir son 'hijos de Dios' en un sentido amplio y global
pues por ser hechos, en este caso los hombres, a imagen de Dios, tienen características
que le hacen Hijos de Dios y están relacionados los unos con los otros.
Existen por lo menos " cinco" clasificaciones para la frase 'hijo de Dios':
La Cuarta es por elección y ésta incluye todos aquellos que son escogidos por
Dios para salvación. También se refiere como 'Pueblo de Dios' a aquellas
personas que aun no han conocido 'experimentalmente' el evangelio, sino que lo
harán en un futuro. Los no escogidos no entran en esta clasificación por lo tanto
en este aspecto son 'hijos del diablo'.
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La Quinta es por conocimiento directo de Dios al momento de la Salvación ó
conversión.
Así que entre todos los hijos de Dios "por creación" existen otros hijos de Dios "por
elección y previo conocimiento de Dios" de entre todas las naciones del mundo. Estos
hijos de Dios en este estado, antes de su conversión ó salvación son llamados también
"pueblo de Dios". Es decir son hijos de Dios desde el punto de vista creativo (amplio) y
también lo son desde el punto de vista de propósito divino (elección), pero no desde el
punto de vista directo (regeneración/ conversión) el cual se refiere a la relación
consciente y real del hombre con Dios. Es a este tipo de relación a la que se refiere la
Biblia en Juan 1:11-12 cuando dice ö
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Esta hablando o haciendo referencia al sentido estricto de 'relación subjetiva y
experimental con Dios' estos son los 'hijos de Dios' (creados y escogidos) que llegan a
convertirse en 'hijos de Dios' (salvados) por medio de una relación definida y
consciente, veamos la siguiente cita como ejemplo.
Los que habían de ser juntados en uno eran los hijos de Dios, los escogidos, y son estos
los que creen en su nombre una vez el mensaje de Cristo es predicado. Son estos a los
que les es dada potestad de ser hechos hijos de Dios.
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El Nuevo Nacido ha pasado a formar parte de la familia de Dios. Antes aunque en el
sentido amplio era hijo, no era parte de la familia de Dios. Ahora después de su
Regeneración ha pasado a formar parte de la familia de Dios por medio de la cruz de
Cristo.
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1 Juan 5:4 porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Ésta es
la victoria que vence al mundo: nuestra fe.
Esta es una declaración bíblica que no podemos pasar por alto. Pues la razón por la que
somos vencedores, según el texto bíblico es porque hemos sido "nacidos de Dios". En el
mundo tendremos aflicción, pruebas, tentaciones, dificultades y adversidades de todo
tipo ya sean espirituales o físicas, y nuestra victoria está garantizada. Nótese que dice, lo
que es nacido de Dios "vence"; no dice "puede vencer". Esta verdad también está
presentada en romanos respecto a los que son 'amados de Dios'.
La única razón por la que fuimos 'Nacidos de Nuevo' en primer lugar, fue porque Dios
en su soberanía y en su amor nos escogió para salvación desde antes de la fundación del
mundo. Así que el 'Nuevo Nacimiento' es resultado directo del amor incondicional y
eterno de Dios por nosotros.
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Juan 3:6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,
espíritu es. 7 No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra vez. 8 El
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viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni
á dónde vaya: así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
Cuando alguien nace por orden carnal, es carne. La semilla de su padre carnal
está en él y le hace un ser carnal y pecador y como tal se comporta y como tal funciona;
está sujeto a los principios de esa naturaleza carnal y pecaminosa, pero Dios no es de
este orden carnal, Dios no peca ni hay pecado en él.
El 'Nuevo Nacimiento' trae una nueva naturaleza a los hijos de Dios, les hace participes
de la naturaleza divina. Dios no peca. El que es nacido de Dios es un ser espiritual y la
semilla de Dios está en él.
1 Juan 3:9 Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque
la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado,*
porque ha nacido de Dios.
Esto no significa que el cristiano nacido de nuevo no peca físicamente, lo que significa
es que el pecado no está en el pues la semilla sin pecado de Dios que es ¡Cristo!,
permanece en él; y no puede pecar. La 'regeneración' es un fenómeno que vino después
de la cruz de Cristo. Por esta razón, el pecado no tiene poder sobre nosotros pues ha
sido quitado por medio de la cruz
Hebreos 9:26 Si así fuera, Cristo habría tenido que sufrir muchas veces
desde la creación del mundo. Al contrario, ahora, al final de los tiempos,
se ha presentado una sola vez y para siempre a fin de acabar con el
pecado mediante el sacrificio de sí mismo.
1 Pedro 4:1 Por tanto, ya que Cristo sufrió en el cuerpo, asuman también
ustedes la misma actitud; porque el que ha sufrido en el cuerpo ha roto
con el pecado
Efesios 2 5 nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en
pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!
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Romanos 6 1 ¿PUES qué diremos? ¿Perseveraremos en pecado para que
la gracia crezca? 2 En ninguna manera. Porque los que somos muertos al
pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3 ¿O no sabéis que todos los que
somos bautizados en Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte?
Gloria damos al padre que nos ha dado vida nueva y nos ha hecho muertos al pecado.
No significa que el cristiano no tenga que preocuparse por el pecado en su vida y
separarse de la conducta antigua y vivir como es digno de un creyente, sino que el
pecado no tiene potestad alguna para matar al creyente 'nacido de nuevo'
espiritualmente, esta vida nueva que ha recibido por medio del Nuevo Nacimiento es
'eterna' no se acaba y por lo tanto 'no puede ser matada' por el pecado.
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Por último el 'Nuevo Nacido' le pertenece a Dios y por eso es El mismo quien le protege
y le libra del maligno.
No es sorpresa que los Nacidos de Nuevo sean guardados del maligno por Dios, no lo
es. Esa es precisamente la firme contestación del Padre a la oración que hizo nuestro
Señor al Padre: 'No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno.'
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El mismo Espíritu de Dios nos testifica de que somos hijos de Dios. ¿Pero como es este
testimonio? ¿Cómo nos testifica? Este testimonio no es una experiencia especial y
mística ni tampoco es un cosquilleo que sentimos en cierto momento dado. Tampoco es
algo de lo cual no podemos estar seguros. Este testimonio es por medio de la
confirmación de la Palabra de Dios en nosotros y de la convicción del Espíritu en
nuestras vidas.
El 'Nacido de Nuevo' siente amor y devoción sin división hacia Dios y todo lo que el
representa. La Biblia dice que la razón por la que nosotros amamos a Dios es porque él
nos amó primero. De esta manera tenemos 'testimonio' de que Dios nos ha hecho
renacer pues el nos mueve a amarle.
1 Juan 4
10
En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado á
Dios, sino que él nos amó á nosotros, y ha enviado á su Hijo en
propiciación por nuestros pecados.
¿Que hace una persona que ama a Dios? Bueno aquellos que han estado
alguna vez saben que uno desea pasar el más tiempo posible con la persona que ama,
pasa tiempo conversando con ella o con él. Pasa tiempo queriéndole conocer mas y
mejor y desea que la relación crezca; y no hace nada que pueda ofenderle. Piensa en
todo momento sobre esa persona y no puede esperar el día para verle cara a cara.
El mismo fenómeno ocurre en la relación con Dios. El que ha nacido de nuevo siente
deseo de conocer a Dios mas y mejor. Quiere pasar tiempo comunicándose con él en
oración. Trata de saber como es y lo que piensa por medio de la lectura de la Palabra.
Crece en su relación con Dios, a todos le habla de esta bella relación que tiene y del
gran amor que ha encontrado y desea que otros también le conozcan y no puede esperar
que llegue el día para verlo cara a cara pero mientras ese día llega, no hace nada que
pueda ofenderle por eso se separa del mundo y se guarda en santidad para Él. ¡Eso es
amar a Dios!
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1 Juan 5 3 Porque este es el amor de Dios, que guardemos sus
mandamientos; y sus mandamientos no son penosos.
El 'Nacido de Nuevo' no solo Ama a Dios sino que ¡le teme! El 'Nacido de Nuevo'
reconoce que Dios es todopoderoso, que es juez y es celoso, Dios no comparte su gloria
con nadie. El creyente necesita tener siempre presente la naturaleza de Dios y 'temerle'.
Algunos dicen que este 'temor' no es miedo sino 'respeto'.
Hechos 9
31
Las iglesias entonces tenían paz por toda Judea y Galilea y
Samaria, y eran edificadas, andando en el temor del Señor; y con
consuelo del Espíritu Santo eran multiplicadas.
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Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la
luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para
iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de
Jesucristo. 7 Tenemos empero este tesoro en vasos de barro, para
que la alteza del poder sea de Dios, y no de nosotros:
Es a Dios quien deseamos dar gloria y todo lo que sea para la gloria de Dios, eso
hacemos. No andamos hablando a la ligera ni pretendiendo tener conocimiento que no
nos ha sido dado. Cuando Dios habla, hablamos y cuando Dios calla, callamos.
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"En esto conoceréis que sois mis discípulos, que se aman los unos a los otros". Esa fue
la prueba de Jesús. Nadie que no ame a Dios por encima de todas las cosas, puede amar
a su prójimo como a sí mismo. El hombre natural no tiene el amor de Dios y por ende
tampoco puede amar a su prójimo como a si mismo. Todo ha de pasar pero el 'amor'
permanece para siempre. Esta característica de amor incondicional es el que distingue al
Nacido de Nuevo.
2 Juan 1 5 Y ahora, hermanos, les ruego que nos amemos los unos
a los otros. Y no es que les* esté escribiendo un mandamiento
nuevo sino el que hemos tenido desde el principio. 6 En esto
consiste el amor: en que pongamos en práctica sus
mandamientos. Y éste es el mandamiento: que vivan en este
amor, tal como ustedes lo han escuchado desde el principio.
El amor es demostrado en primer lugar hacia aquellos que forman parte de la familia de
Dios, a los creyentes. Es este amor el que le motiva a funcionar dentro de la iglesia, no
juzgando a su hermano sino corrigiendo los errores y cubriendo las faltas solo con el
amor que ama al prójimo como a sí mismo. El amor del Nuevo Nacido es como el amor
de Cristo "haya pues en vosotros el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús " es
humilde y sumiso. Solamente cuando amamos como Cristo, nos podemos hacer sumisos
los unos a los otros.
El creyente Nacido de Nuevo ama a los pecadores y sufre por ellos. Desea que todos
vengan al conocimiento de Cristo. Ese sentir viene a causa de que sus sentidos
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espirituales han sido despertados para conocer la realidad de lo que es estar en
comunión con Dios.
2 Timoteo 210 Por tanto, todo lo sufro por amor de los escogidos,
para que ellos también consigan la salvación que es en Cristo
Jesús con gloria eterna.
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Una de las indicaciones más importante del 'Nuevo Nacido' es su forma de ver el
pecado. No en una forma moralista como algo simplemente inmoral y feo que va en
contra de las leyes éticas de conducta decente sino como un asalto a la pureza de Dios.
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Tiene que ver con perspectiva, muchas personas viven vidas limpias o puras a causa de
tener un alto nivel de conducta y aunque eso está bien, no significa que sea fruto del
Nuevo Nacimiento. La persona 'Regenerada' ve el pecado como más que la violación de
una ley moral ó un delito sino que lo ve como un ataque en contra la persona de Dios.
La persona 'Regenerada' ve el pecado como tal como un ataque a la santidad divina. El
pecado le repugna y lucha en contra del. El pecado no da gloria a Dios pero enciende su
ira. Las personas pueden ser 'reformadas' para dejar ciertos tipos de conducta
pecaminosa pero no es hasta que son 'regeneradas' que pueden dar gloria a Dios con su
conducta. Esa es la motivación del 'Nacido de Nuevo', la gloria de Dios y el
agradecimiento por su obra en él
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Solo los que han Nacido de Nuevo pueden ser guiados por el Espíritu. Dios es el
Espíritu que mora dentro de ellos y les mueve a la obediencia.
Romanos 8:14
Cuando una persona no recibe la Palabra así como está escrita, cuando no es obediente a
esta sino que busca racionalizarla y acomodarla a su propio precepto podemos saber que
NO ha Nacido de Nuevo. Si el Espíritu de Dios está en la persona, esta será guiada a la
verdad y aceptará esta verdad. Si la Biblia dice que el cielo es rojo, así el Nacido de
Nuevo lo cree y lo predica. Si la Biblia declara algo que va en contra de las costumbres,
las tradiciones, las perspectivas humanas y los deseos y teorías carnales, el Nacido de
Nuevo, se somete 'alegremente', acepta y predica la declaración de la Escritura.
Lo más importante para Dios es la "obediencia". Si alguien piensa ser creyente 'Nacido
de Nuevo' y no se somete a la revelación de la Palabra es 'desobediente' y es
mentiroso
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Las palabra de Jesús ³ Os es necesario nacer de nuevo´ (Juan. 3:7) tocan el centro
mismo de los problemas mundiales. No habrá paz definitiva, ni justicia definitiva, ni
triunfo sobre el odio, el egoísmo y el racismo sin ese cambio profundo en la naturaleza
humana.
Todos los demás diagnósticos y remedios son superficiales. Puede que hasta sean
valiosos, como las leyes que restringen a las personas para que no hagan lo peor de lo
que son capaces. Pero sin el nuevo nacimiento, nadie cambia de raíz, entonces nuestro
egoísmo innato echara a perder todos los sueños.
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BIBLIOGRAFIA.
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