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EL PADRE

EL AUSENTE INACEPTABLE

5 Claudio Risé

PRÓLOGO
10 SOBRE LA NOSTALGIA Y LA ESPERANZA

"Si pudiera ocurrir que lo que desean los mortales se realizase, lo primero que querría
sería el regreso de mi padre": es Telémaco, el hijo de Ulises, quien habla así en La Odisea.
Es una de las primeras figuras que, en los grandes relatos de la humanidad, da testimonio de
la angustia de un hijo sin padre.
15 Tras él vinieron otros muchos. Y, hoy día, son legión.
En una mailing list de hombres, en la que participo, ha llegado el siguiente mensaje:
"No sé qué tendrá usted sobre la mesilla de noche (aparte de la radio-despertador y de la
lámpara halógena de baja tensión). Yo tengo fotos enmarcadas: una de mi hijo, a los dos
años, sobre una balsa de goma en el mar; una, muy pequeña, de mi mujer y mía, en 1987,
20felices; y la última, sobre la mesilla, es la foto de mi padre, a los 23 años, joven y guapo, en
1952, en un blanco y negro espléndido de los años cincuenta. Parece casi Camus (con los
cabellos peinados hacia atrás con brillantina); es la imagen del hombre que yo no seré
nunca. Cada noche, al alargar el brazo para apagar la luz, encuentro su mirada sonriente y
cada noche le comprendo un poco más. Por eso, si usted no tiene ya padre, tenga su foto
25sobre la mesilla (es bonito pensar que su hijo hará lo mismo)".
Este mensaje habla de un sentimiento muy difundido: la nostalgia de la mirada del
padre. De un padre que te mire, quizá de lejos, pero que te vea, te sonría, te grite de vez en
cuando. De un padre también mitificable, como el emigrante que toca el acordeón en
Bélgica; de un padre del que se puedan heredar el placer de vivir y la fatiga, la alegría y el
30dolor. De un padre más expresivo que el impecable, políticamente correcto, pero también
rígido, poco emotivo y poco emocionante: "el hombre de la organización" con el que se
identifica el varón adulto occidental de nuestros días. Pero, sobre todo, hay nostalgia de un
padre más valiente que éste, el corporate man, el hombre de empresa. Más valiente en los
afectos y, en especial, en el cariño hacia sus hijos.
35 Un padre, en resumen, que en ningún caso tenga miedo de hacer de padre.
Pero este padre, como veremos en el curso de estas páginas, hoy día está ausente. En
primer lugar porque, normalmente, no ha tenido, a su vez, un padre que le enseñase a serlo.

1
Después, porque, de todos modos, la sociedad1 del divorcio fácil, donde se puede abortar
sin preguntarle siquiera al padre, no le deja mucho margen para expresarse. Además,
generalmente, a este padre, ya inseguro porque nadie le ha enseñado a serlo, la cultura
social dominante le exige que calle sobre sus sentimientos y las decisiones que cuentan para
5los hijos. Puede usted hablar de dinero y, desde luego, hacer que su familia tenga un buen
nivel de vida. Pero, en lo demás, haga el favor de callarse.
Por todas estas razones, y otras que trataremos de explicar en este libro, el padre está
hoy ausente en el plano emotivo; muchas veces, hasta se ve rechazado a una gris tierra de
nadie, desde la que no puede ver ni comunicarse con los hijos, ni éstos con él.
10 Sin embargo, esta ausencia es inaceptable.
Porque, de hecho, la figura del padre es esencial en la procreación, la vida y su
desarrollo. Sin una importante presencia paterna, el organismo vital tiende a debilitarse y a
perder interés en la propia existencia. Todo lo humano asume una forma definida y
consigue su dinamismo a imagen y semejanza del padre que lo genera. De la misma manera
15que adquiere tranquilidad y seguridad afectiva en la experiencia de la madre positiva que lo
acoge. He aquí por qué hoy todos, más o menos conscientemente, experimentamos la
nostalgia de esta presencia paterna.
Estas páginas quieren escoltar a esta nostalgia, dando a lo largo del libro informaciones
y razones sobre el porqué de ella.
20 Nuestra intención es contribuir a una esperanza: que el padre regrese.

1
Como ve el mundo como "cosas" sin alma, provoca una "pérdida de importancia de la ley natural" que,
como ha observado hace poco monseñor Tarsicio Bertone, Secretario de la Congregación para la Doctrina de
la Fe, genera a su vez esta "laguna de paternidad que es una de las causas, nada marginales de la pérdida de
identidad y de la extendida neurosis que aqueja a nuestro tiempo." Avvenire, 17 de mayo de 2002, p. 16.
5 2
I.
LA HUELLA DEL PADRE

¿Cuál es la huella del padre?


¿Qué le falta al hijo que no ha vivido su presencia, a quien no tiene (como el autor del correo
5electrónico citado en el prólogo) su foto junto al lecho o sobre su mesa de trabajo? ¿O, tal vez, pone la
foto precisamente para reemplazar una relación demasiado "descolorida"?
Por último, ¿qué es lo que hace completamente distinto al que ha recibido esta huella? ¿Qué se ha
grabado en él, del hijo a quien le ha faltado esta experiencia?
La huella del padre es la de una herida. El dolor, el golpe sufrido por su pérdida1.
10 El escenario que lo expresa por completo, para cualquier persona de cualquier época es el suceso
que acaece en el Gólgota: el Hijo herido en el nombre del Padre. El padre te lleva a la herida, te inicia
en el sentido del dolor. Como escribe Paul Josef Cordes:
"En el acto salvador de Jesús se hace visible el mismo Padre, que ha amado al mundo tanto como
para darle a su propio Hijo... precisamente, para nuestra salvación"2.
15 El padre enseña y testimonia que la vida no es solamente satisfacción, confirmación, seguridad,
sino también pérdida, privación, fatiga. Las experiencias más hondas -empezando por el amor- tienen
su origen y toman forma precisamente a partir de esta pérdida. En la vida del hombre, el padre
transmite la enseñanza del dolor porque su primera función psicológica y simbólica es la de organizar y
dar una finalidad a la situación en la que el hijo ha estado inmerso durante la relación primaria con su
20madre y que, por sí misma, tendería sencillamente a prolongarse. Por esto, el padre inflige el primer
dolor, afectivo y psicológico, interrumpiendo la simbiosis con la madre (en la que el bebé sigue hasta
que es absolutamente necesaria la intervención paterna) y, proponiendo a partir de aquel momento, una
dirección, un télos, una perspectiva para el desarrollo del niño3.
Sin embargo, toda perspectiva enfoca la mirada en algunas direcciones y excluye otras. Valora
25ciertos comportamientos en detrimento de otros. Es decir, que la intervención del padre, en una primera
etapa, limita la vida del joven: le "hiere" para hacerle más fuerte.
Es la dura, difícil, emocionante fase de la educación, en la que el niño aprende a renunciar. El
cuento Hans de hierro de los hermanos Grimm4 sitúa en esta fase la pérdida de la "pelota de oro" con la
que solía jugar el niño. Se trata, como es lógico, del símbolo de la "plenitud" física del chico, antes de
30que el proceso educativo, fatalmente, empiece a limitarle, a darle forma humana y, por consiguiente,
una dirección5. El que ha recibido la huella del padre lleva en su organismo psicofísico la marca de la
pérdida, como una herida profunda, bien visible, aunque esté cicatrizada. Este golpe doloroso hace más
fuerte a quien lo recibe: cuando llegue la pérdida -experiencia que no se puede evitar en la vida del
hombre-, no le destruirá psicológica y espiritualmente6. Es más, sabrá extraer de ella el jugo más

1
También es éste el significado real de la "castración" de que habla el psicoanálisis de Freud, más allá de la sobrevaloración
que éste hace de la sexualidad en la vida psíquica del hombre.
2
P.J. Cordes, L'eclissi del padre, un grido, Marietti, 2002, p. 169.
3
H. K. Fierz, The Father Archetype, en Junghian Psychiatry, Daimon Verlag, Einsieldeln (CH), 1991.
4
5 J. y W. Grimm, Le Fiabe del focolare, Einaudi, Turín, 1979.
5
En el cuento, la pelota acaba dentro de la jaula en la que los padres tienen prisionero al hombre salvaje, quien, más tarde,
se la devolverá al pequeño con la condición de que éste le deje salir. Este cuento es interpretado en mi trabajo Il maschio
selvatico. Ritrovare l'istinto rimosso dalle buone maniere, Red, Milán, 2002. A esta misma jaula está dedicado el libro de R.
Bly Iron John, Addison-Wesley, 1990, esencial en el nacimiento del "movimiento de los hombres" en los EE.UU.
106 Hay un texto muy interesante del fundador de la medicina antroposófica -Rudolf Steiner- sobre el reforzamiento que hace
la herida en el organismo psicofísico: se trata de El misterio de la herida. El impulso del buen samaritano.
3
valioso: el amor. Amor a sí mismo y amor a los demás: ambos se templan la experiencia de la pérdida y
no con la vanidad del éxito ni tampoco con la seguridad ilusoria de la posesión.
La huella del padre es también iniciación. Y, como todas las iniciaciones de la historia del hombre,
como la confirmación en el rito cristiano, hace más fuerte a quien la sufre, más plenamente humano,
5más en condiciones de vivir, positivamente, la vida del ser humano.
En un hondo diálogo7 entre el escritor Giovanni Testori y el sacerdote Luigi Giussani (texto sobre
el que volveremos), Testori recuerda de qué manera el hombre tiene que reconocer "el dolor del mal
propio, del mal propio como dignidad", y cómo este reconocimiento va ligado a la relación con su
padre. Y Giussani confirma que "sin la experiencia del dolor no hay experiencia de lo humano, es decir
10de una urgencia acorralada, protestada, derrotada".
La huella del padre marca8 y distingue, con mucho, la fisonomía de quien la tiene con respecto a
quien no la ha recibido. Para este último, la pérdida no es una herida ni deja una cicatriz profunda: se
queda sólo en una injuria (inexplicable por la conciencia racional), una ofensa de la que protestar ante
diversas instancias, desde las judiciales a las civiles, sanitarias o políticas. No ha conquistado la
15dignidad del dolor de la que hablaba Giovanni Testori más arriba.
Sin embargo, para poder transmitir la herida -sin convertirse simplemente en un sádico- el padre
tiene que haberla recibido en sí mismo. Tiene que haber sido iniciado por un padre, que le haya
transmitido el profundo sentido de la paternidad.
Por consiguiente, el padre es, antes que nada y en primera persona, un "portador de la herida"; por
20ello puede transmitir al hijo la sensibilidad y el sentido de aquélla. Y también su riqueza: la capacidad
de dominar su dolor y de comprender su sentido. Como narra, con gran agudeza, Elías Canetti en la
siguiente leyenda bosquimana9.

El padre y la herida

"Un hombre dijo a sus hijos que estuvieran atentos para ver si llegaba su abuelo. 'Mirad alrededor:
25parece que se acerca el abuelo. Veo en su cuerpo las señales de las antiguas heridas'. Los niños
estuvieron atentos y vieron un hombre a lo lejos. Entonces, dijeron al padre: 'Viene un hombre hacia
aquí'. El padre les dijo: 'Es vuestro abuelo que viene. Sabía que estaba llegando. Me he dado cuenta de
que venía por las señales de sus viejas heridas. Quería que las vieseis vosotros: ya está aquí' ".
Y comenta Canetti: "El viejo, abuelo de aquellos niños... en un punto determinado de su cuerpo
30llevaba la señal de una vieja herida, bien conocida por su hijo adulto, el padre de los niños. Era una de
esas heridas que dejan una señal indeleble... Cuando el hijo piensa en el padre, piensa en su herida y en
el sitio preciso en que está su señal en el cuerpo de su padre: él la siente en el mismo punto de su
cuerpo... Nota que su padre se acerca porque siente su herida. Se lo dice a los niños..., les exhorta a
estar atentos: es cierto que un hombre se acerca. Y no puede ser más que el abuelo".
35 El hijo sabe que el padre está cerca, porque siente su herida. Y la herida, testimonio de una pérdida
(un animal que se ha defendido durante la caza, una mala caída, la huella a su vez de un ejercicio difícil
de iniciación), es el elemento de comunicación entre padre e hijo a través de las generaciones. Como
dice Canetti, el hijo "siente" al padre a través de la herida propia. El hijo que ha recibido las enseñanzas
paternas siente, en su propio organismo psicofísico, su relación con el padre como un reavivarse de la

7
G. Testori, Il senso della nascita, coloquio con L. Giussani, suplemento del Sabato n.° 51 del 30-12-1989, Milán.
8
Como, a un nivel más trivial, los cortes que se hacían en el rostro unos a otros los jóvenes estudiantes alemanes, en su
iniciación con la espada o el cuchillo.
9
En Massa e potere, Adelphi, Milán, 1997, p. 407 y ss. Ha profundizado agudamente en estas páginas de Canetti, en un
5seminario celebrado en Milán en la LISTA (Escuela Libre de Terapia Analítica), la doctora Lucia Sansonetti, psicoterapeuta,
a la que agradezco el haberme ayudado a comprender mejor su profundidad.
4
herida, consciencia de la necesidad humana de la pérdida. En cambio, quien no ha recibido estas
enseñanzas -por ejemplo, porque el padre, como tantos hombres de hoy, no quería saber nada de
heridas y hasta estaba empeñado en no darse cuenta de ellas, en trivializarlas- no siente nada. En él no
se reaviva nunca la consciencia de ningún dolor; en todo caso, la sustituye una depresión sorda, oculta
5a veces. Este hombre, que se cree inmune al dolor, de plástico como un muñeco, este hombre moderno
que no ha contemplado nunca el misterio de la Pasión, no puede ser, a su vez, padre en profundidad.

La herida paterna y la separación de la madre

La primera herida sufrida por el padre y que inflige al hijo, es la separación de la simbiosis con la
madre. Desde que es concebido, el hijo vive fundido con su madre. Antes de que nazca, la simbiosis es
10completa: se encuentra dentro del cuerpo de la madre y vive a través de sus órganos. Pero, a partir de
cierto momento, la propia psique del niño10 empieza a percibir esta simbiosis total como sofocante y
antivital11. Comienza entonces el proceso de salir del cuerpo materno, que culmina con el parto. Sin
embargo, los primeros vagidos sólo sancionan el final "corporal" de la simbiosis madre-hijo que, por
otra parte, es parcial (por ejemplo, el bebé tiene que seguir alimentándose de la leche materna). Es
15necesario que esta unión vital continúe todavía un largo tiempo y del modo más completo posible:
plenamente, hasta los tres años; menos completamente, hasta los cinco; reduciéndose después más,
hasta los siete años. Durante este primer septenio, la aportación de la madre a la existencia y a la propia
formación psicológica del niño es decisiva. En la relación con su madre, comienza a percibir su propio
cuerpo y a sí mismo como un ser diferenciado. Por ello, es en esa relación -afectiva, pero también
20práctica y llena de momentos de vida en común- cuando se desarrollan no sólo el cuerpo del bebé sino
también su propia existencia como individuo y la capacidad de percibirse como tal. Además del calor,
del afecto que la madre experimenta por el hijo -expresándolo mediante miradas y caricias- y de cada
gesto materno, dependerá después el amor que el hijo tendrá hacia sí mismo, su capacidad de atenderse,
de "quererse". De ahí, también la capacidad de querer realmente a los demás, que se basa siempre en
25esta experiencia primaria de un amor tranquilo hacia sí mismo. La simbiosis madre-hijo, esencial en la
vida del individuo, es la que hace que la presencia -seguramente feliz- de la madre sea un punto de
referencia de la existencia individual. Por la misma razón, la ausencia, frecuente o prolongada, de la
madre en la relación con el hijo en esos años decisivos -hoy día impuesta muchas veces por las reglas y
usos de la sociedad post-industrial occidental- produce después una serie de daños que se ven
30constantemente en la experiencia clínica. Van desde una percepción fallida de sí mismo como sujeto
autónomo a la falta de amor propio, a la baja autoestima o, incluso, al odio hacia sí mismo, a un
debilitamiento general del instinto vital, al desprecio por el propio cuerpo y por la comida destinada a
mantenerlo vivo y así sucesivamente.
La enorme significación de la simbiosis prolongada con la madre en la vida del individuo es lo que
35hace después tan importante su fin, y tan decisivos los modos y tiempos en los que se produce. Si la
separación no se realiza bien, el individuo corre el peligro de seguir siendo toda su vida un niño que
añora al ser amado del que le han separado y que busca, en una estéril ansia narcisista, la mirada de
aprobación12.
Por esto y en todas las culturas, la separación del hijo de la madre es un hecho esencial, no sólo
40para la vida del hijo sino para toda la comunidad.
10
Como lo demuestran las investigaciones creativas y oníricas referidas a la vida prenatal.
11
Sobre esto, son interesantes los múltiples materiales recogidos por Stanley Grof y por su escuela. Traducidos al italiano:
Oltre la soglia. Red, 1988 y Emergenza spirituale. Red, 1993.
12
J. M. Perman. The Search of the mother: narcisistic regression as a pathway of mourning in childhood, en The
5Psychoanalytic Quarterly, vol. n.° 3, Nueva York, 1979.
5
Los ritos de iniciación

En el capítulo III encontraremos la iniciación del niño Jesús por parte de su padre, José, que lo
presenta en la sinagoga: es un momento de enorme relevancia simbólica en el desarrollo de una
relación personal del niño Dios con la comunidad y con su religión; junto a la franquicia parcial de la
5dependencia de su madre -que toma, cada vez más, el aspecto de una presencia afectiva grande y
constante-, el desarrollo individual se desplaza hacia el eje de la relación con el padre, la sociedad, Dios
y el prójimo...
Sin embargo, incluso fuera de la tradición judeocristíana, la ruptura (aunque sea simbólica) de los
lazos del niño con la madre se ha considerado siempre como un momento decisivo. Es un episodio que,
10a la vez, funda la personalidad adulta "nueva" del individuo que sale de la infancia y que, al mismo
tiempo, "refunda" la propia sociedad a la que es llamado a participar, gracias a las nuevas fuerzas que
el adepto aporta al grupo.
La literatura etnográfica, antropológica y también la del psicoanálisis étnico, está llena de
descripciones de estas ceremonias, que no viene a cuento repetir aquí. Bastará con recordar una por
15todas.
He aquí la ceremonia -sencilla pero precisa simbólicamente- que practica la tribu australiana de los
kurnai. En ella, las mujeres se sientan detrás de los novicios. Los hombres, que van alineados, llegan de
frente a la fila de las madres y cogen a los niños en sus brazos. Después, los levantan varias veces hacia
el cielo. Los niños así levantados extienden a su vez los brazos hacia arriba, lo más alto que pueden 13.
20Como dice Mircea Eliade, "el significado de este gesto está claro: los iniciados son consagrados al dios
del cielo".
Pero también es interesante el significado psicológico de esta consagración. Quitar a los niños de
los brazos de las madres, sentadas, y levantarlos hacia el cielo -hace el que los niños se estiren todavía
más- significa sacar a los individuos nuevos de la dimensión horizontal, característica de la materia y
25de la conservación de las cosas y colocarlos a lo largo del eje vertical de la búsqueda del sí mismo y del
Otro, de lo que está más allá y por encima de las cosas de aquí abajo. Resumiendo, quiere decir que se
coloca al niño en el centro de esa cruz en la que el hombre, prolongándose hacia Dios, se encuentra
también a sí mismo; pero ya no como sujeto de necesidades materiales, satisfechas por la madre, sino
como objeto de una experiencia trascendente que le dirige al padre celestial.14
30 Ser arrancado de los brazos de la madre -como las poblaciones tradicionales representan en sus
ritos iniciáticos- ya es un dolor y una pérdida decisiva (antes de cualquier dolor posterior que suele
seguir a este primer gesto). Sobre este dolor y esta pérdida, durante miles de años, se han edificado al
mismo tiempo la personalidad adulta de quien los sufría y la sociedad a la que aquellos "iniciados"
habían pertenecido. La capacidad de soportar cualquier dolor o pérdida posteriores se basaba, para
35estos individuos que se encaminaban hacia la edad adulta, en aquel primer dolor, aquella primera
"herida" que los convertía de hijos en hombres y futuros padres15.
Por primera vez en la historia del mundo, la sociedad occidental ha decidido prescindir de la
iniciación. Se quiere crecer sin dolor ni pérdidas. Sobre todo, se teme la dimensión vertical, la dirección
hacia el Dios que se niega (o queda "suprimido"), como veremos mejor cuando hablemos del "proceso
40de secularización" que ha tenido lugar en Occidente en la era moderna. Desde luego, no se quiere subir
a ninguna cruz.

13
M. Eliade. Séparation d'avec la mère, de Naissances Mystiques. Essai sur quelques types d'initiation. Gallimard, París,
1959.
14
Sobre el símbolo de la cruz en las diversas culturas: R. Christinger, J. Erade, P. Solier, La Croix Universelle, Dervy,
París, 1980.
515 También F. Scaparro, I riti di nascita, Unicopli, 1979.
6
Y es también por esta aversión a la cruz por lo que ningún hombre adulto arranca ya el niño de los
brazos de su madre y lo levanta hacia lo alto. Los hijos se quedan en tierra, presos de las necesidades
materiales durante toda su vida. Y, por otra parte, la madre que corresponde al estilo de vida occidental
no está, por su lado, "al pie de la cruz", como María. No tiene que pensar siquiera en la cruz; en
5cambio, para ser apreciada socialmente, está obligada a apasionarse por los bienes de consumo y a
afirmarse en el mundo y en el placer. Pero el precio que paga la sociedad por esta elección no es sólo la
supresión de la experiencia de la cruz en la comunidad, con toda la riqueza de transformación y
desarrollo que ella tiene. Por otra parte, es una abolición imaginaria, porque no puede evitarse la cruz:
es la propia vida del hombre.
10 Como dice Bernard16 comentando a San Pablo17 "de hecho, el símbolo de la cruz indica la rotura y
el desgarro de las ataduras terrenas": pero, precisamente, ésta es la característica de la vida humana, de
su crecimiento y desarrollo, marcado por "roturas y desgarros".
Desde el punto de vista psicológico, el precio que se paga por rechazar la separación del hijo,
realizada por el padre, se convierte a la renuncia a una sociedad de adultos 18. Hoy día "niños eternos",
15hombres y mujeres siguen toda la vida en el plano horizontal de la necesidad, prisioneros de una
infancia eterna, marcada fatalmente por la depresión y las neurosis que castigan cualquier infracción a
las leyes de la naturaleza.

El padre que hiere y el "complejo de castración"

El propio psicoanálisis "clásico" freudiano, ha captado el carácter iniciático y de sacrificio que está
20en el centro de la relación padre-hijo, aunque lo ha reducido unilateralmente a su código de
interpretación, centrado en la sexualidad19. En efecto, también hace notar, no sin razón, que lo
específico de la relación padre-hijo es la transmisión al hijo, por parte del padre, del conocimiento de
una herida que sigue a una pérdida. Pero este psicoanálisis freudiano, prisionero de la idea de explicar
cualquier hecho físico mediante motivaciones sexuales, hace de la herida que del padre se transmite al
25hijo una "castración", que el hijo percibe como infligida por el padre para afirmar el tabú del incesto
con la madre, objeto inconsciente del deseo del joven20. Sin embargo, y aunque sea a su manera, el
psicoanálisis freudiano, aunque sea en su "fijación" sobre la sexualidad como clave de lectura de toda
la peripecia humana, liga a pesar de todo lo que llama "complejo de castración" a experiencias de
pérdida más generales.
30 En efecto, sitúa a "la angustia de la castración" en una serie de experiencias traumáticas en las que
interviene siempre un elemento de pérdida, de separación de un objeto: pérdida del seno en la lactancia,
destete, defecación.

16
C. A. Bernard, Teología simbólica, prólogo de C.M. Martine, Edizioni Paoline, Roma, 1981, p. 20.
17
"Quienes son de Jesucristo han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias." Gálatas, 5, 24.
18
R. Bly. La società degli eterni adolescenti, Red, Como, 2000.
19
Es interesante, también por la autonomía respecto a la interpretación psicoanalítica clásica, B. Bettelheim, Ferite
5simboliche, Sansoni, Florencia, 1973.
20
La estructura y los efectos del complejo de castración son diferentes en el muchacho y la niña. El chico teme la castración
como la realización de la amenaza paterna en respuesta a sus actividades sexuales; resulta para él una intensa angustia de
castración. En la niña, la ausencia del pene se percibe como un perjuicio repentino que ella trata de negar, compensar o
reparar. El complejo de castración está en relación estrecha con el complejo de Edipo y muy especialmente con la función
10prohibitiva y normativa de este último. Para el niño, el agente de castración es el padre, autoridad a la que atribuye, en
última instancia, todas las amenazas hechas por otras personas". Como observan Laplanche y Pontahs: "La situación es
menos clara en la niña, quien quizá se siente más bien privada del pene por su madre que castrada por el padre".
Enciclopedia della psicoanalisi de Laplanche y Pontalis, Laterza, Bari, 1987, p. 77 y ss.
7
15
En cualquier caso y con respecto a esta ampliación de perspectivas, la postura de Sigmund Freud,
fundador del psicoanálisis, sigue siendo siempre más bien desconfiada. Aún cuando reconoce que el
complejo de castración puede estar alimentado por otras experiencias de separación, estima que el
término complejo de castración "... está reservado a la excitación y los efectos que apuntan a la pérdida
5del pene... El niño sólo puede superar el complejo de Edipo y llegar a la identificación paterna si ha
pasado por la crisis de castración, es decir si ha visto rechazar el uso de su pene como instrumento de
su deseo por la madre".21
Sin embargo, incluso en esta defensa constante del carácter estrictamente sexual de la experiencia
perdida, de dolor en que se basa la relación padre-hijo, el psicoanálisis recoge otra importante
10característica de esta experiencia. De hecho, Freud reconoce que, en la "amenaza de castración" que
sanciona la prohibición del incesto, aparece la función de la ley como institución del orden humano. En
resumen, la herida infligida por el padre, intrínsecamente necesaria en la existencia del hombre, es
también fundadora de su orden.
Por consiguiente y como instituye el psicoanálisis, esta herida o este dolor tienen una dimensión
15moral más amplia. La violación del tabú del incesto, lo mismo que una permisividad de 360 grados que
no imponga sanciones, coinciden en realidad con el caos.
Hoy día, podemos ver cómo la pérdida de cualquier clase de orden promueve el mal como
"condición desmesurada (sin medida) en la que el hombre se hunde a sí mismo y a la dinámica de sus
relaciones".22
20 Por ello, en la visión cristiana la petición de la "liberación del mal" va dirigida al Padre: "Padre
nuestro, líbranos del mal".
Pero el mal -como observa O. F. Piazza23- precisamente no es otra cosa que "el caos, el desorden, la
desmesura". El padre nos libra del mal dándonos el orden y apartándonos del caos.
Pero este apartamiento lleva consigo una herida24. Una pérdida dolorosa que, aún saliéndonos de la
25visión freudiana más estricta, tiene que ver en buena parte con la quiebra de esa unidad perfecta madre-
hijo, de este universo simbiótico en la que la vida del uno y el otro coinciden y que en el curso de la
vida tiene que romperse una y otra vez, para que ambos no mueran. La primera vez coincide con lo que
Otto Rank llama "el trauma del nacimiento": el bebé nace, tiene que respirar con sus pulmones y tomar
el alimento por sí mismo; todo es enormemente más complicado y doloroso. Hay otra separación
30-también física, aunque no sólo física- que ocurre en el momento del destete.
Pero la separación decisiva -esta vez psicológica- debe producirse, precisamente, al entrar en el
octavo año de edad: para que se forme el "yo" de la persona joven es necesario que ésta salga,
psicológicamente, de la envuelta protectora materna y entre, simbólicamente, en el mundo del padre.

21
Stärcke ha sido el primero en llamar la atención sobre la experiencia de la lactancia y la retirada del pecho como prototipo
de la castración: "... una parte del cuerpo parecida a un pene es tomada por otra persona, dada al niño como suya (sensación
a la que van asociadas sensaciones de placer) y después retirada del niño, causándole disgusto". Esta castración primaria,
repetida en cada tetada para culminar en el momento del destete, sería la única experiencia real capaz de explicar la
5universalidad del complejo de castración: la retirada del pezón de la madre es la significación esencial inconsciente que se
encuentra siempre tras las ideas, los temores y los deseos que constituyen el complejo de castración...
En cambio y según Otto Rank, la herida original en que se basa el complejo de castración es la separación experimentada en
el trauma del alumbramiento: es decir, que la angustia de la castración sería el eco de la angustia del nacimiento". Laplanche
y Pontalis, ob. cit.
1022 O. P. Piazza, Padre nostro... liberaci del male, San Paolo, Cinisello Balsamo, 2000, p. 7. Sobre el mal como trastorno de
la mesura, ver Tomás de Aquino, El mal.
23
Ibidem.
24
"La figura mítica del padre que hiere o es herido se convierte en el enunciado psicológico de que el padre es la herida. En
términos literales, esto significa que hacemos responsables a nuestro padre; pero el mismo enunciado, visto como metáfora,
15puede significar que aquí el que nos hiere puede ser también nuestro padre. Nuestras heridas son los padres y las madres de
nuestros destinos." Hillmann, 1988, p. 21.
8
La salida del círculo madre-hijo, de lo que Eric Neumann ha ilustrado con la imagen del Uroboro
original, de la serpiente que se muerde la cola y en el que no es posible ningún desarrollo 25, coincide,
como es lógico, con la renuncia a la omnipotencia.

Relación con el padre y renuncia a la omnipotencia

5 El niño que entra en relación con el padre -con el hombre adulto, portador de la norma- siente que
no es todopoderoso, que está sujeto a reglas, a veces penosas que tiene que respetar. Sin embargo, esta
aceptación dolorosa, libera de la angustia. Cualquier psicólogo o educador conoce bien la angustia
característica del niño mimado, al que se trata de evitar lo más posible la experiencia del límite, de la
prohibición, de la regla. Entonces el niño se vuelve cada vez más inquieto, hasta desafiar
10continuamente al mundo de los adultos y de la autoridad. Aparentemente, lo hace por descaro y
prepotencia. En realidad y a un nivel más hondo, busca desesperadamente un límite, una detención, una
norma. Por ello necesita que le digan: "Esto no puedes hacerlo" y busca de cualquier modo satisfacer su
necesidad de una ley.
En muchas de aquellas "guarderías antiautoritarias" que florecieron, sobre todo en las grandes
15ciudades, en los años en torno a 1968 como parte de la investigación política y social de la época, se
hizo una experiencia de esta búsqueda instintiva de la norma por parte del niño, a veces con gran
sorpresa de los que las dirigían. Partiendo de la hipótesis de que cualquier represión es "castrante",
inútil y dañina, se trató de poner a los niños en condiciones de libertad absoluta. Entre los niños, se
produjeron esencialmente dos casos de comportamiento. En el mejor de los casos, hubo que registrar
20una especie de depresión difusa: sin normas, el niño no sabía qué hacer y hasta jugar le resultaba difícil.
Los niños pedían consignas, impulsos, órdenes, prohibiciones. Pero muchas veces, allí donde se aplicó
el principio del "antiautoritarismo" de la forma más radical y, a su manera, coherente, hubo que
registrar en los niños (que solían ser admitidos después del año y medio) una regresión hacia una
especie de marasmo psíquico, un deslizamiento hacia niveles de desorganización psicofísica total, que
25convenció a los directores más responsables de que había que abandonar el método o cerrar la
guardería. Por lo menos, esta experiencia tuvo el mérito de ser un experimento radical, que demostró
claramente que el método antiautoritario era pedagógicamente impracticable. El principio de autoridad
forma parte de la personalidad y es condición para su desarrollo.
La sociedad que siguió al 68 es la misma que le había precedido y aquel movimiento trataba
30confusamente de reaccionar ante su hipocresía26. Es la sociedad de la ausencia del padre, que es
también la de la ausencia de la norma moral, sustituida poco a poco por la multiplicación de
disposiciones judiciales y reglamentos burocráticos. En esta sociedad, la prohibición que el niño espera
no viene nunca expresada clara y francamente, porque en ella no hay ningún padre que lo haga. De esta
forma, la angustia y la ansiedad del niño crecen hasta llegar a niveles habitualmente peligrosos.

35La búsqueda de la norma y el síndrome de Adhd:


"trastorno de la atención por hiperactividad"

Esta angustia, reconducible también a una búsqueda insatisfecha de normas, es la que genera el
famoso Adhd, un síndrome de invención americana llamado "trastorno de la atención por
hiperactividad" (Attention Deficit Hyperactive Disorder). Y que se está curando en todo el mundo
25
E. Neumann, Storia delle origini della coscienza, Astrolabio, Roma; La personalità nascente del bambino. Red, Milán,
1991.
26
Es la tesis que sostengo en Il narcisismo di massa en Liberal, agosto-septiembre, 2002.
9
5
occidental -y especialmente en los EE.UU.- con el estimulante Rubiten (metilfenidato, que es una
anfetamina del tipo de las que se prohíben a los muchachos en las discotecas) y con el antidepresivo
Prozac, producidos por dos de las multinacionales más poderosas del sector27. Hasta hace algunos años,
el ADHD parecía aquejar sólo a chicos de los EE.UU.; en Europa, ante estas manifestaciones infantiles
5(el clásico "rabo de lagartija"), todavía había maestros dispuestos a recurrir a los medios de disciplina
tradicionales, fuente de "heridas" narcisistas que absorbían, al cicatrizarse, el exceso de energía y
disminución del ansia mediante la sujeción a las normas. En cambio, en los últimos años, con el
eslógan de lo "políticamente correcto" que ha calado también en la pedagogía y el descrédito creciente
de la intervención disciplinaria (más comprometida para el educador, porque es el padre el que luego
10tiene que confirmarlo en casa), el síndrome de "trastorno de la atención por hiperactividad" se ha
difundido también muchísimo en Europa -y en Italia-, así como el uso de las drogas químicas para
contrarrestarlo. Un buen principio para las que los chicos buscarán después (estando ya habituados) en
las diversiones nocturnas impuestas por la sociedad de consumo y del espectáculo.
Un aspecto trágico de esta tendencia es que, en muchos de estos casos, clasificados
15expeditivamente como de ADHD, la falta de normas ha provocado en las personas niveles de ansia y de
falta de autoestima tan altos (además de un déficit cultural igualmente importante) que no permiten la
constitución de algo que pueda regir la relación psicoterapéutica, ni siquiera las relaciones de la vida
cotidiana. Al no haberlo, ni siquiera es posible la relación; entonces, poco a poco se hace inevitable el
recurso a los fármacos para evitar los comportamientos más destructivos. Pero estos desastres, en su
20inmensa mayoría, son producto de casos de falta de freno y dirección formativa, fundamentales en la
experiencia afectiva y educativa del niño. De hecho, la falta de la experiencia de la pérdida genera
ansiedad.
En cambio, es precisamente el conocimiento, la consciencia vivida de la pérdida la que -como
observa Carlo Ossola en sus estudios sobre Virgilio- elimina cualquier temor y, finalmente, solvis
25metus. Es justamente la consciencia de lo "perdido" para siempre, representado en la vida humana por
la unidad omnipotente madre-hijo, lo que difumina el ansia de omnipotencia. Y, hoy día, también la de
inmortalidad. El de la muerte aplazada para siempre es un delito angustioso y cada vez más frecuente
hoy: va a tono con el estilo de la cultura dominante y con su pretensión paranoica de decidir sobre la
vida y la muerte.
30 La creatividad humana siempre ha representado el hecho de la pérdida inevitable, de su papel en el
fortalecimiento de la personalidad, del padre que lo preside. Por ello, puede ser interesante echar una
ojeada a alguna de las frases más significativas de las narraciones míticas o épicas. Tienen una hondura
psicológica y una fuerza expresiva de las que, por desgracia, están privados la mayor parte de los textos
de psicología.

35Eneas: la pérdida y el padre

Eneas, el mítico padre de Roma, ilustra perfectamente la importancia fundamental de la


experiencia de la pérdida en la historia del hombre y su función estructural de la personalidad. Para
empezar, en la Eneida se ha perdido la patria -Troya-, caída por la astucia de los griegos. Además, el
héroe ni siquiera ha salido de Troya cuando pierde también a su esposa: Dido se mata. Todo para Eneas
27
Estos psicofármacos pueden causar hábito. En 1995, un organismo de la OMS (Organización Mundial de la Salud) -el
INBC, Oficina Internacional de Control de Narcóticos- deploraba que "en los Estados Unidos, del 10 al 12% de los chicos
entre los 6 y los 14 años han sido diagnosticados como enfermos de Adhd y curados con Ritalin". Esta tendencia ha seguido
después de 1995. En especial -y siempre para los niños y muchachos, en los cuales la pre-pubertad hace más urgente la
5imposición de normas- en cambio, las prescripciones de estimulantes se han triplicado y las de antidepresivo se han más que
duplicado. En los Estados Unidos, se despacha cerca del 90% del metilfenidato que vende en el mundo la Novarais. M.
D'Eramo, "A scuola con le pillole", en Il Manifesto, 3 de septiembre de 2002.
10
es pérdida, compartida con su padre. Y es, precisamente, esta presencia paterna, primeramente física y
después buscada hasta en los Infiernos, la que da al héroe la capacidad de imaginar y después de
construir el futuro, la descendencia, Roma28.
La imagen: el padre, Anquises, ruega a los dioses que salven a su hijo y a su estirpe: "¡Oh, dioses
5de la patria!, salvad la casa, salvad a vuestro nieto; sí, Troya sigue aún en vuestras manos" 29. Mientras
tanto y mientras Troya está ya envuelta en llamas, el hijo, Eneas, toma a Anquises sobre la espalda:
"Deprisa, padre mío: súbete a mi espalda, quiero llevarte. No será una fatiga para mí. Vayan como
vayan las cosas, correremos los mismos peligros y nos salvaremos juntos. Que venga detrás el pequeño
Julo".
10 He aquí representado el escenario arquetípico de la relación padre-hijo. Por una parte, el dolor
inevitable: la partida, el salir para encontrar un mundo nuevo. Mientras el padre confía a Dios su propia
estirpe, Anquises seguirá siendo, en toda la narración, el testigo de la pérdida original y, al mismo
tiempo, el garante de la realización del nuevo proyecto. Y así, en el libro V, después de su muerte,
Anquises, enviado por Zeus, se aparece en sueños a Eneas para convocarle a un encuentro en los
15Campos Elíseos30. "Aquí, tu descendencia sabrá la ciudad que te he dado". Figura de acompañamiento
en el destino y de nexo con el mundo religioso en el que está inserto misteriosamente, el padre es
quien, ayudando al hijo a aceptar la pérdida original, lo conduce hacia el futuro31.
Sin embargo, las enseñanzas paternas siempre están impregnadas de la sensación de pérdida, de la
renuncia a la omnipotencia.
20 De esta forma lo narra el elocuente mito de Ícaro.

Ícaro, su padre y la reina de Creta

El mito cuenta que Ícaro, el sabio herrero de Atenas, había aceptado trabajar por dinero para
Pasífae, la reina de Creta, un país con una cultura fuertemente matriarcal (la diosa Creta o "señora de
las serpientes" es una de las imágenes más relevantes de la "Gran Madre"), construyéndole un animal
25de hierro para satisfacer sus deseos contra natura32. Recluido por el rey Minos, esposo de Pasifae, en la

28
Como ha observado Carlo Ossola en un discurso de principio de curso, tanto en el Eneas de Virgilio como para Dante en
la Divina Comedia, "hay que recoger todo y perderlo todo, para recomenzar todo en la vela y el abandono: Mnemotécnico y
Gelassenheit".
29
"Di patri servate domum, servate nepotem: vestrum hoc augurium vestroque in numine Troia est." Virgilio, Eneida, II,
5702.
30
"Hijo, más que la vida mientras tenga vida, mi querido hijo, perseguido siempre por el hado de Ilión, vengo enviado por
Júpiter, que ha salvado a la flota del fuego: arriba, en el cielo, hay por fin piedad. Sigue el consejo bellísimo que ahora te ha
dado el viejo Nauta. Lleva a Italia jóvenes escogidos, corazones gallardos: debes combatir en el Lazio a un pueblo duro de
vida salvaje. Pero antes, baja de Dite a las moradas de abajo y ven a abrazarme al Averno profundo. Pero no acojas al
10tártaro impío, sombra maléfica, sino la reunión dichosa de los buenos, el Elíseo en mi casa. Aquí, la casta Sibila te guiará
con mucha sangre de víctimas negras." Eneida, V, 723.
31
Y, al llegar a los Campos Elíseos, mostrará a Eneas las ánimas de los descendientes: "Las ánimas llenas de gloria que
llevarán nuestro nombre, te las diré; quiero que conozcas tu hado." Ibidem, VI, 758 y ss.
32
Se trataba de una vaca de hierro en la que ella pudiese esconderse, para hacerse penetrar por un bellísimo toro blanco. La
15verdad es que el animal debería haber sido sacrificado por Minos, el marido de Pasifae, a Poseidón, el rey del mar; pero
Pasífae, presa de la lujuria, le convenció para que no lo hiciera. En resumen, tanto Dédalo como el propio Minos habían sido
presa del arquetipo de la Gran Madre devoradora, la Señora de la civilización cretense y Dédalo se había convertido en
esclavo. La fuga es un intento de librarse, a sí mismo y al hijo, de esta dimensión horizontal y perversa simbolizada por el
laberinto. En el centro del cual se situó al Minotauro, el monstruo nacido de la unión de la Gran Madre, Pasifae, con el toro
20blanco que habría tenido que sacrificarse al dios. El sacrificio del toro representa -como en la tauromaquia- el necesario
sacrificio de la parte más primitiva de las pulsiones de la sexualidad. Pero Pasifae no sabe renunciar a ella y acaba por
encarcelar también a Dédalo.
11
prisión del Laberinto, Dédalo construyó entonces, con plumas de pájaro y cera, unas alas para huir de
Creta con su hijo Ícaro. Y transmitió al hijo la enseñanza paterna con su contenido de renuncia,
necesaria para seguir la vida. "Hijo mío, ¡ten cuidado! No vueles nunca demasiado alto, porque el sol
derretirá la cera, ni demasiado bajo, porque las plumas podrían mojarse en el mar". En resumen:
5abandona tus aspiraciones de grandeza y tus tentaciones de bajeza -la "desmesura" siempre va ligada a
las fantasías omnipotentes de la adolescencia- y esto te salvará la vida. Pero Ícaro, embriagado por la
velocidad que las grandes alas imprimen a su cuerpo, no acepta el no subir demasiado alto, hacia el sol.
Poco después. Dédalo no verá del hijo más que algunas plumas flotando en el mar.
Ícaro es uno de tantos hijos que rechazan las enseñanzas del padre que trata de liberarle de la
10prisión de la Gran Madre, el arquetipo del inconsciente colectivo (especialmente fuerte en el
adolescente) que rechaza cualquier límite, ilustrado en el mito de Pasifae, la reina de Creta. De la
omnipotencia infantil se sale a través del ejercicio de la pericia y la medida, es decir de la renuncia.
Pero en el mito de Dédalo e Ícaro hay algo más. La vía maestra para huir de la dimensión
horizontal de la materia que ha dominado la infancia, es el aire, la verticalidad, el cielo. En resumen, la
15dirección trascendente, la relación con Dios33. Pero también aquí hace falta la mesura, la renuncia a la
grandeza narcisista, a la fantasía de la omnipotencia siempre al acecho, hasta que no se haya
conquistado del todo la condición psicológicamente adulta. Por ello, hace falta estar muy atento para no
subir mucho, para que no se funda la cera de las alas y caer. Pero también sin volar demasiado bajo,
para no mojarse las plumas y ahogarse. El punto medio entre cielo y tierra, al que está ligada la
20vitalidad del ser humano, es el del máximo dominio sobre sí mismo, porque en él la persona está en
contacto tanto con las fuerzas elevadas, espirituales, como con las materiales de la tierra. El padre
Dédalo propuso precisamente esta dirección: alta, pero no mucho, sin confundirse con el plano
horizontal ni con el divino. Se tiende a ello, pero sin poderse identificar con ello si no se pasa por el
expolio integral que representa la Cruz cristiana, que realiza la transformación. Pero Ícaro, eterno
25adolescente, no puede aceptar el sacrificio de lo intermedio y muere.

33
Sobre estos aspectos trata el cuidado trabajo de P. Ferliga Senex-Puer, Padre-Figlio. Sfondi archetipici di una relazione
maschile, Escuela de Formación LISTA, Milán, 2001.
12
II.
EL PADRE Y DIOS

Con la intervención del padre se realiza la situación de la que habla Paul Ricoeur: "Se vuelve la
mirada hacia el porvenir, con la idea de perseguir un fin"1.
5 La figura paterna lleva a la vida del hombre una dirección, realizada mediante la renuncia al caos,
la "desmesura", al mal. Esta acción liga indisolublemente la relación con el padre a la experiencia
espiritual, a la salida de una dimensión exclusivamente horizontal. Como ha escrito Cordes: "La
esencia y la acción de Dios son paternidad"2.
A través de la experiencia del espíritu, el padre reconcilia con el mundo al individuo que, en la
10relación con el padre, ha experimentado el sentimiento de la pérdida, reconociendo en él la riqueza de
la experiencia de cada hombre. Lo expresa bien Giovanni Testori en el diálogo con Giussani que ya
hemos citado en el capítulo I "El dolor debe llevarte a sentirte hijo del padre, que es Dios, e hijo del
padre terreno, que es el padre carnal de cada uno de nosotros. Entonces, el dolor no es ya aislante; es ya
un dolor compartido. Y es en ese punto cuando se advierte que el dolor se convierte en liberación;
15liberación y esperanza"3.
Sin embargo, la relación entre paternidad y experiencia religiosa, de la cual la figura paterna extrae
su propia función y eficacia, hace que el eclipse del padre terrenal y su pérdida de reconocimiento
social vayan acompañados por una debilitación correlativa de la figura del Padre divino en la
experiencia del hombre. Así se llega al hundimiento del hombre en una materia envilecida, sin alma,
20desacralizada y, al mismo tiempo, a una decoloración de la experiencia religiosa.
El nexo entre el padre y la relación con Dios es un dato también confirmado por investigaciones
precisas de campo. Una de las más recientes la ha publicado el vicario anglicano Robbie Low en la
revista inglesa New Directions (abril, 2002)4. Según datos del censo del gobierno suizo sobre la
población de la Confederación, el factor decisivo que determina la transmisión de la religión a la
25generación siguiente es la práctica religiosa del padre de familia. De él depende, de forma casi total, el
que sus hijos frecuenten o no la iglesia. Si el padre no va a la iglesia, sólo un chico de cada cincuenta
frecuentará la iglesia de mayor, independientemente de cuánto vaya la madre. Si el padre la frecuenta
con regularidad, de dos tercios a tres cuartos de sus hijos irán habitualmente a la iglesia, con
independencia de lo que haga la madre. Hay observaciones análogas que se refieren a los padres que
30van a la iglesia sin regularidad.
Los efectos del debilitamiento de la participación religiosa, ligado también al eclipse del padre, son
también notorios: sentimiento de pérdida del "sentido" de la vida, soledad, sensación de abandono,
temor a "no poder con el peso" de la existencia. Como observa el psicólogo Carl Gustav Jung, fundador

1
P. Ricoeur, Il male, Morcelliana, Brescia, 1993, p. 49.
2
Como lo prueba el conocimiento del Hijo, que llama a Dios "Padre mío". Cordes, ob. cit.
3
G. Testori, Il senso della nascita, p. 18 y ss.
4
Robbie Low es el vicario de la iglesia de St Peter en Bushy Heath, en el Reino Unido. New Directions (Abril, 2002),
5puede pedirse a Faith House, 7, Tufton Street SW1P 3QN UK. El material del que se extrajeron las conclusiones está
recogido en The demographic characteristics of the linguistic and religious groups in Switzerland, de W. Haug y P. Warner,
Oficina Federal de Estadística, Neuchatel, en el volumen 2 de Population Studies n.° 31 y en The demographic
characteristics of national minorities in certain European states, Consejo de Europa, III Dirección General, Cohesión
Social, Estrasburgo, 2000.
10 13
de la psicología analítica: a la abolición de la imagen de Dios * sigue inmediatamente la anulación de la
personalidad humana5.
Pero, ¿por qué la relación con el padre es trámite imprescindible para la que se tiene con Dios?
¿Cuáles son los rasgos psicológicos que hace que la relación con el padre, en la vida cotidiana, sea el
5reflejo de la relación con el mundo trascendente?

El padre como creador

La primera cualidad del padre que percibe cualquier persona, en el fondo de sí, es que le ha dado la
vida, le ha generado.
En la experiencia religiosa, esta misma cualidad se percibe como propia de Dios.
10 Es un sentimiento perfectamente descrito en el Salmo 138:

Porque tu me formaste en las entrañas,


me tejiste en el vientre de mi madre.
Te alabo, pues has obrado prodigiosamente;
porque son tus obras maravillas.
15
Esta cualidad del padre, de creador original, genera un sentimiento de compañía, de vecindad. El
hombre no está solo, irreconocible hasta para sí mismo, porque hay un padre que le ha concebido. El
padre "creador" le conoce hasta en lo más hondo, le sigue en su jornada, le acompaña en su destino.
El Salmo 138, que ha reconocido al Señor como creador, sigue recordando:

20 Señor, tu me escrutas y conoces,


me conoces cuando me siento y cuando me levanto.
mis pensamientos calas desde lejos;
cuando camino o me acuesto tú lo adviertes.
escrutas todos mis caminos...
25
De esta forma, se quebranta la soledad del hombre: el padre que lo ha generado le conoce. Este
conocimiento procede de un acto creador original, que el hombre comparte, por otra parte, con todas
las demás criaturas:

Mi alma conocías cabalmente,


30 mis huesos no se te ocultaban,
cuando yo era formado en el secreto
tejido en lo profundo de la tierra.

En la práctica clínica, se puede ver a diario que la angustia del hombre hunde sus raíces en la falta
35de una relación primaria fuerte, de "compañía original". Esta ausencia se convierte después en falta de
sentido de una vida de la que no se saben el origen ni el destino. Una vida, por lo tanto, a la que uno no
puede abandonarse con confianza. En cambio, la presencia tranquilizadora del padre (aunque sea

*
La figura de dios en la teoría jungiana es la que formula uno de los arquetipos enunciados por su creador, Jung, que viene
a representar una necesidad universal de todas las culturas para comprender el universo. El autor la utiliza sólo bajo su
criterio cristiano. (N. Rev. Téc.)
5
C. G. Jung, Aion, Boringhieri, Turín, 1982.
5 14
exigente, como veremos), que le ha dado la vida, cierra el paso a la angustia. Por ello, sabe también en
qué dirección va (su "misión", como diría Ricoeur), su sentido.
Sin una experiencia sólida del padre, no sería posible experimentar aquel sentimiento de confiarse
con tranquilidad a la vida, como manifestación de Dios, que está presente, por ejemplo, en la poesía
5Padre mío de Charles De Foucauld:

Y es para mí una exigencia de amor


el darme.
El ponerme en tus manos sin reserva,
con una confianza infinita
10 porque Tu eres mi Padre.

Pero sin esta confianza, falta también la propia confianza en la vida. Y su lugar (como veremos en
el capítulo V), lo ocupa la manía del control de la existencia, preocupada y ansiosa, que es
característica de la neurosis obsesiva, dueña y señora de nuestro tiempo moderno tardío.

15El padre y la libertad

La calidad de creador, que se reflejaba en el padre fisiológico, haciéndole figura y representación


del Padre divino, garantiza al hijo la libertad, además de la confianza en su origen.
Desde el punto de vista psicológico, esto ocurre porque -entre otras cosas- el padre creador sustrae
al hombre de lo ineluctable de los condicionamientos biográficos, de las neurosis recogidas en la
20historia de la familia.
La alianza con el padre puede hacer del hombre "algo distinto" de la suma de la tipología y la
patología familiares y ambientales. Que son también un aspecto (secularizado y positivista tardío) del
"laberinto", de la falta de libertad, de los dispositivos de control burocrático. Cosas todas que el Padre
quita de en medio a través del Hijo: Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, para rescatar a los que
25estaban bajo la ley, para que fuesen adoptados como hijos (cfr. Gálatas, 4, 4-5).
Por lo tanto, ser hijos del Padre equivale a ser libres en potencia. El hijo es responsable de lo que
hará en esta condición: si realizará el proyecto de libertad que el padre tiene para él o elegirá los
condicionamientos y la patología puestas a disposición del plano "horizontal", el de la materia,
usándolo como refugio aparente y sufriéndolo después como una cárcel segura.
30 Así se entiende la desconfianza de las diversas psicologías hacia la figura paterna. Y también por
qué las psicologías de lo profundo (y, lógicamente, más aún las superficiales) están, más o menos,
orientadas hacia la figura de la madre como centro inexorable de la vida psíquica del individuo.

Las terapias hostiles al padre

Si, de hecho, la relación con el padre hace de cualquier hombre un hombre libre -como
35"consagrado", una persona que participa de la experiencia de lo sagrado y del proyecto de libertad que
Dios tiene para él- entonces tendrá más energía, mirará más hacia arriba y tendrá una menor
dependencia de las patologías de origen ambiental (la inmensa mayoría de los trastornos físicos lo son)
y de las terapias destinadas a curarlas. En este sentido al fortalecerse el individuo, el "aparato"
terapéutico tendrá un poder menor.

15
De este modo será menos intensa la angustia derivada de la separación de la madre, clásicamente
considerada por el psicoanálisis como un luto incurable que movió al hombre a fundar la sociedad para,
precisamente, consolarse de ella6.
Contra esta posibilidad de libertad, esta perspectiva de esperanza, se está desarrollando el vaciado
5de la figura paterna y la dilución de la relación con el padre -como veremos con más detalle en
capítulos sucesivos- propias del modelo socioeconómico de hoy.
Pero la ausencia del padre transforma al hombre: de ser partícipe de un mundo vivo, creado por el
Padre, le convierte en un individuo solitario y, dada la imposibilidad de continuar la relación de
simbiosis con la madre, perdido. Sin tener siquiera una relación verdadera, de hermandad, con el
10mundo de las demás criaturas, al estar privado de la relación con el Padre eterno. Así pues, aislado, sin
defensa contra las patologías del mundo material, debilitado, aprisionado en los errores y en las
enfermedades de los que está fatalmente llena la historia de la biopsicología de cualquier familia y de
cualquier grupo. Este hombre solo se ve cada vez más empujado a difuminarse en la "masa", que le
priva de cualquier autonomía, asumiendo de un modo totalitario el lugar de guía que ha dejado vacante
15el padre que le quiere. Como dice C. G. Jung: "El materialismo "materialista", con sus quimeras, es la
religión del movimiento racionalista que consigna a la masa la libertad de la persona y, al hacerlo, la
suprime"7.

El padre y el futuro

Sin el padre -figura del origen pero, como hemos visto, también del futuro- se pierde la
20irrenunciable novedad de cada individuo, destinado, cada uno a su manera, a cambiar el mundo. Como
veremos, es una fijación conservadora de Herodes: que no cambie nada.
Y así se pierde la exhortación del Padre:

¡No os acordéis de antaño,


de lo pasado no os cuidéis!
25 Mirad, yo voy a hacer una cosa nueva;
ya despunta, ¿no lo notáis? (Isaías, 43, 18-19).

No. Sin la relación con el padre, para cualquiera de nosotros es muy difícil acoger en nuestro
interior al mundo nuevo que se impulsa impetuosamente hacia el futuro. En el fondo, la mirada sigue
30vuelta hacia el pasado, hacia el paraíso perdido, a la relación sin problemas, satisfactoria para siempre,
que se habría querido tener con la madre. Se sigue mirando hacia atrás. Al cancelar al padre simbólico
se pierde su especialísima individualidad en la historia del hombre. Por una parte, es sustraído a la
plenitud llena de sentido que podría vivir en la experiencia religiosa; por otra, se ve fatalmente
entregado a las diversas formas de trastorno que cualquier manual serio de psicopatología permite
35identificar con suma facilidad. Para después, "estar a cargo" de mil terapias y técnicas de consuelo: o lo
que puede ser la ortopedia del alma.
La realidad es que no hay camino; no hay un Éxodo que haga salir de las prisiones del sufrimiento
y del mal si no hay un Padre que presida y permita un viaje semejante. No es casualidad que, en la
visión judeocristiana, en la que todo procede del Padre, la insistencia sobre el "camino" sea tan
40constante. "Yo soy el camino", dice Jesús; pero también Nicolás Cusano en El idiota dice: "Así, puede
llamarse al camino infinito el lugar del peregrino: y ése es Dios". Por consiguiente, desde el punto de
6
C. Risé, Apéndice de La guerra nella psicoanalisi classica, da Freud a Fornari, de Psicoanalisi della guerra, Red, Como,
1997.
7
Aion, ya citada.
16
5
vista psicológico, el padre lleva a la vida de su hijo la experiencia dinámica del moverse, de andar. Y,
junto a ella, una libertad de las ataduras, del egoísta retener y retenerse, que frena la búsqueda y el
devenir.
Por ello, el padre preside el viaje, el movimiento, la transformación de la conciencia de que es
5promotor.
Como Dios hace con Israel cuando está perdido en medio del desierto: "Lo rodeó, lo cuidó, lo
custodió como a las niñas de sus ojos. Como un águila que vigila su camada dando vueltas sobre sus
polluelos, desplegó las alas y lo recogió, lo levantó con sus alas".
En el inconsciente colectivo, el águila es la figura del padre espiritual que hace tres cosas muy
10concretas. Levanta al individuo o al grupo de la materia en que se ha perdido; ve el destino final con
una mirada que llega lejos; y lo transporta con toda su fuerza.
Sin el padre águila, no se sale del desierto.

El custodio

El padre es también el custodio del hijo. Es su función en la realidad cotidiana y la mente lo


15percibe así, sin preocuparse de las modificaciones superficiales de la superestructura socioeconómica o
legislativa. También aquí, nada ilustra mejor esta condición psicológica que la experiencia cristiana, en
la que la relación Padre-Hijo es el origen y el instrumento de la salvación del mundo.
Como dice Juan Pablo II en la Redemptoris Custos, Exhortación apostólica sobre la figura y la
misión de San José en la vida de Cristo y de la Iglesia: "Dios eligió a José como esposo de María para
20garantizar protección paterna a Jesús (...) María es la humilde sierva del Señor, preparada desde la
eternidad para la misión de ser Madre de Dios; José es el que Dios ha escogido para ser "el ordenador
del nacimiento del Señor"8, quien tiene el encargo de proveer a la inserción "ordenada" del Hijo de
Dios en el mundo, en el respeto del mandato divino de las leyes humanas. Toda la vida llamada
"privada" u "oculta" de Jesús está confiada a su custodia"9. Lo que resulta determinante desde el
25principio.
De hecho, es precisamente a José, como custodio del niño, a quien se le aparece en sueños el ángel
del Señor para avisarle: "Levántate, toma contigo al Niño y su madre y huye a Egipto, y quédate allí
hasta que te lo diga, porque Herodes está buscando al niño para matarlo" (Mateo, 2, 13).
Desde el punto de vista simbólico y también psicológico, Herodes, el negativo del arquetipo del
30Senex (Viejo Rey), es el representante del antiguo orden, que no quiere reconocer el nuevo ni dejarle
sitio, y hasta tiene la intención de destruirlo, matarlo. En cambio, el padre -no sólo José sino cualquier
padre- es el custodio de la posibilidad de regeneración, de la transformación del mundo de que es
portador el hijo. Y es, precisamente, a José, el padre terrenal, a quien se dirige el ángel avisándole del
peligro.
35 La función de custodio de José padre está ilustrada también por la presentación de Jesús en el
templo, el rito narrado por Lucas (2, 22), que incluye el rescate del primogénito. "En el primogénito
(simbólicamente rescatado en el templo) estaba representado el pueblo de la alianza, rescatado de la
esclavitud para pertenecer a Dios"10. Es el padre quien, tras haber salvado al hijo de la muerte, ejerce su
función de custodio rescatándole de la esclavitud del mal, que le privaría de la libertad.

8
Orígenes, Homilia XIII in Lucam: 7:S.Ch.87, 214
9
Juan Pablo II, Redemptoris Custos, n.° 1 y 8.
10
Juan Pablo II, Redemptoris Custos, n.° 13. "José, depositario y colaborador en el misterio providencial de Dios, custodia
también en el exilio al que realiza la Nueva Alianza", n.° 14.
5 17
El padre y el adiestramiento para el trabajo

Adiestrarle para un oficio, para el trabajo, fue una parte esencial en la misión de "educar" a Jesús.
Y éste sigue siendo uno de los aspectos más importantes de la función paterna. El trabajo con el que
Jóse trataba de mantener a la familia era el de carpintero. El evangelista refiere que, tras el episodio del
5templo, Jesús "bajó con ellos y vino a Nazaret, y les estaba sujeto" (Lucas, 2, 51). Y Juan Pablo II
explica: "Esta sumisión, es decir, la obediencia de Jesús en su casa de Nazaret, se entiende también
como participación en el trabajo de José. El llamado hijo del carpintero había aprendido el oficio de su
padre putativo". Esta experiencia de Jesús sacraliza la actividad del trabajo; como observa en la
Redemptoris Custos: gracias al banco de trabajo en el que ejercía su oficio, Jesús acercó el trabajo del
10hombre al misterio de la Redención. Pero esto también ocurre cuando cada padre transmite el oficio a
su hijo. Ciertamente, es una posibilidad que se ha reducido cada vez más en el curso de la modernidad,
al transferir el trabajo de los talleres de artes y oficios a grandes organizaciones burocráticas
impersonales, como las empresas multinacionales. Pero su crisis actual podría dar lugar (y en parte ya
lo ha hecho) a situaciones de modos de producción de menores dimensiones y más ligados a las
15estructuras familiares. Por ejemplo, hay fenómenos -como el desarrollo industrial del nordeste de Italia-
que, precisamente, están ligados a esta tendencia: estructuras de producción menos impersonales y más
participadas, que motivan el trabajo y dan rentas mucho más altas que las de las grandes corporations
impersonales, protagonistas de la crisis económica del comienzo del milenio.
Ya hemos dicho que el hijo, como nuevo ser, es reconocido por el subconsciente individual y
20colectivo como el que ha de cambiar el mundo, el Redemptor. En el mundo cristiano, esta capacidad
del hijo la realiza Jesús. Pero también en el subconsciente colectivo de cualquier época está la figura
del Puer, el chico con la misma función transformadora. Uno de los elementos principales con los que
el padre custodia y educa y hace aumentar esta capacidad del hijo es, precisamente, la educación para
el trabajo. Con ella se pueden transmitir una serie de enseñanzas decisivas para el pleno desarrollo
25humano: el aprecio por la excelencia, por la calidad del trabajo hecho; la sinceridad y el compromiso en
las relaciones con los demás, que necesitan o disfrutan de nuestro trabajo. La capacidad de dominar la
fatiga, no sólo intelectual -como en el estudio- sino también manual, es psíquica y fisiológica y se debe
a la concentración en el trabajo aplicado a las cosas. El respeto por los materiales trabajados -en este
caso, la madera- que son una parte valiosa de la creación. Y también mucho más: la comunión de vida
30y trabajo entre José y Jesús es la representación profunda de un aspecto esencial que hoy se ha perdido
mucho, de la relación entre padre e hijo.

Educador y corrector

También la función de "corrector" que hace el padre, como la persona que refrena los impulsos y
pulsiones indiferenciados, dirigiéndolos hacia un objetivo de crecimiento humano, recuerda la
35percepción que siempre ha tenido el hombre de su relación con Dios.
Como dice el Deuteronomio: "Reconoce, pues, en tu corazón, que Yavé, tu Dios, te corrige a la
manera como un padre lo hace con su hijo. Guarda los mandamientos del Señor, tu Dios, sigue sus
caminos y profésale temor. Yavé, tu Dios, te va a introducir en una tierra fértil..." 11. El país fértil
-Israel- es también para todos nosotros nuestra verdadera personalidad, nuestro Yo, al que accedemos
40mediante la guía de un padre atento y cariñoso. Como dice Giovanni Ventimiglia, al que doy las
gracias por su preciso trabajo sobre el tema12: "En nuestro tiempo se multiplican los libros sobre un

11
Deuteronomio, 8, 5 y ss.
12
G. Ventimiglia, Se Dio sia uno, Essere, Trinita inconscio, ETS, Pisa, 2002.
18
Dios con rostro de madre13 y la experiencia eclesiástica tiene fuertes connotaciones matriarcales, en
donde la comunidad está constituida por hijos-siervos de una misma Madre. Pero, precisamente, en la
Biblia el rostro paternal de Dios significa, en gran parte, amor en forma de rigor, de juicio, de
corrección: "Hijo mío, no desprecies las instrucciones del Señor y no te aburras con sus exhortaciones,
5porque el Señor corrige a quien ama, como un padre a su hijo predilecto" 14. En el texto bíblico como en
la experiencia psicológica, el resultado de este tipo de amor es la fertilidad de Israel, el Yo al que se
llega aceptando la guía y la corrección. "En resumen, sólo el hijo cuyo padre ha cortado el cordón
umbilical que lo seguía teniendo pegado a la madre puede convertirse en un hombre, fértil, capaz de
generar otra vida y convertirse a su vez en padre15.
10 La corrección del padre cambia el modo de ser predominante en el niño inmediatamente después
del nacimiento, que sigue siendo un modo "fundido" que no se distingue. El niño está fundido con el
mundo de sus necesidades, que son también sus afectos: desde la madre a las pulsiones elementales, a
los deseos dominados por lo inmediato: lo quiero, luego tengo que tenerlo. Es la fiínción de la
corrección, penosamente personificada en el padre, la que separa al niño de la confusión con el mundo
15de la materia, de las cosas. Esta función se ejerce mediante un juicio, cariñoso pero neto y nada
ambiguo, "que corta la relación simbiótica con la madre y nos hace sentirnos hijos de un padre"16. Por
otra parte, el sentirse hijo de un padre, de cuyo papel vital hemos obtenido experiencia, es
indispensable para interiorizar su figura; es decir, para construir en nuestro interior una imagen
simbólica del padre positivo a la que recurriremos muchas veces en los momentos difíciles de la vida,
20para recibir de ella orientación y fuerza; y para ser padres nosotros mismos. Desde el punto de vista
clínico, es evidente la relación entre la función psicológica "correctora" del padre y el desarrollo de la
voluntad del hijo. Pero también lo es desde el punto de vista del conocimiento religioso, tanto que el
místico alemán Jakob Boeme, al principio del siglo XVII, daba esta definición: "El Padre es el fuego de
la voluntad"17.
25 En el Nuevo Testamento se resalta bien esta función correctora del amor paterno. Como recuerda la
carta a los Hebreos: "Y habéis olvidado la exhortación que como a hijos os dirige: 'Hijo mío, no
menosprecies la corrección del Señor ni te desanimes cuando seas reprendido por él; pues el Señor
reprende al que ama y azota a todo el que recibe como hijo'. [...] Dios os trata como a hijos. ¿Hay algún
hijo a quien su padre no corrija?"18. Naturalmente, la corrección, como intervención que modifica la
30orientación automática de la mente, representa algo desagradable para quien la recibe (pero también
para quien la impone), y la misma carta no hace ningún misterio de ello: "Ninguna corrección parece
de momento agradable, sino dolorosa; pero después produce fruto apacible de justicia a los ejercitados
en ella. Por ello, enderezad las manos abatidas y las rodillas debilitadas, y haced rectos para vuestros
pies los caminos tortuosos, para que el cojo no se desvíe, sino que sea curado"19.
35 En las Sagradas Escrituras, extraordinaria narración de las vicisitudes psicológicas (además de
espirituales) del hombre, también en el Apocalipsis el amor de Dios asume un rostro paterno,
comprometido en la corrección de sus hijos: "Escribe al ángel de la Iglesia de Laodicea: Esto dice el
Amén, el Testigo fiel y veraz, el Principio de las criaturas de Dios. Conozco tus obras y que no eres ni

13
Por ejemplo, M. Orsatti, Un padre dal cuore di madre. Ancora, Milán, 1998. Ver también a M. Hauke, ¿Gott oder
Göttin? Feministische Theologie auf dem Prüfstrand, MM-Verlag, Aquisgrán, 1993.
14
Proverbios, 5, 11-12.
15
Ventimiglia, ibidem.
16
5 Ventimiglia, ibidem.
17
En Sei punti teosofici, citado por E. Zolla en I mistici dell'Occidente, VI, Rizzoli, Milán, 1980, p. 59.
18
"Además, teníamos a nuestros padres según la carne que nos corregían, y les respetábamos. ¿No nos someteremos mucho
más al Padre de los espíritus para alcanzar la vida? Y aquéllos nos corregían, según les parecía, por poco tiempo; éste, en
cambio, para nuestro bien, de modo que participemos de su santidad".
1019 Epístola a los hebreos, 12, 5-13 (todo el párrafo). Ver también Corintios, 11, 32; 1 Pedro, 4, 17.
19
frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Así pues, porque eres tibio, y no eres ni frío ni caliente,
voy a vomitarte de mi boca. [...] Yo refrendo y castigo a los que amo. Sé, pues, celoso y arrepiéntete"20.
Es decir, que el amor paternal también es reprensión y castigo. Con amor. Pero esto se ha
envilecido en el templo de la modernidad, en el que la reprensión y el castigo -como recuerda buena
5parte de la obra de Michel Foucault- se han convertido en prerrogativas del Estado. Y no con amor,
sino para aumentar el poder del aparato burocrático que lo ejerce.
Hoy día, al final de la modernidad, en una época que muchos llaman moderna tardía o posmoderna,
el ser humano es administrado meticulosamente por los poderes burocráticos; pero ya no es amado. Lo
corrigen cuando ya es demasiado tarde. Su vida ya no es una tierra fértil, a donde ningún padre le ha
10conducido; y le hace falta el Padre. En el cielo y en la tierra.

20
Apocalipsis, 3, 14 y ss.
20
III.
OCCIDENTE SE ALEJA DEL PADRE

Cuando los revolucionarios franceses, después de haber decapitado, en la catedral de Nôtre Dame,
las estatuas de los reyes de Judea e Israel y de haber profanado las tumbas de la abadía de Saint-Dénis
5para recoger el oro de los dientes y los anillos de los reyes y los obispos, cortaron la cabeza y quemaron
la estatua milagrosa de Nôtre Dame de Sous-Terre de la catedral de Chartres (uno de los grandes
símbolos de la espiritualidad cristiana) ya estaba a punto lo que se ha llamado el proceso de
secularización, es decir la supresión de la experiencia religiosa y lo sagrado de la vida cotidiana en
Europa. Se habían fundido todas las campanas de la abadía del monte Saint-Michel y su bronce se
10entregó al ejército revolucionario para que se alzase en armas contra los países que aún se proclamaban
católicos.

El "proceso de secularización"

Lo "sagrado", la experiencia religiosa cristiana y sus símbolos que habían sellado la civilización
europea, estaban ya fuera de juego; al menos, así lo creían los jacobinos, socialistas y liberales. Por fin,
15la vida del hombre se iba a desarrollar en el ámbito "secular" mundano, de las cosas y lo material, sin el
estorbo de creencias trascendentes. El mundo pertenecía ya a "los que prefieren lo artificial a lo natural
en casi todo y estiman que la mente humana es omnipotente", como describía un pensador de la época,
el filósofo utilitarista británico Jeremy Bentham, quien, de hecho, pretendía convertir la ética en
"aritmética moral"1.
20 Aunque las estatuas demolidas y sustituidas con imágenes de la diosa Razón estaban más
frecuentemente dedicadas a la Virgen que al Padre Eterno, a Jesús o los santos, la secularización (de la
que, por otra parte, no fueron más que una etapa, aunque muy visible) tiene un papel esencial en la
debilitación que ha minado la figura paterna y no por casualidad precisamente en Occidente, donde se
ha llevado a cabo el proceso de secularización.
25 Sin embargo, para ambos fenómenos -ocaso del padre y apartamiento de Dios (secularización)-
continúa la demolición revolucionaria de las imágenes sagradas de los reyes de Judea y de Israel,
aunque acelerando dramáticamente un proceso empezado hace mucho tiempo.

Lutero, la Reforma y el eclipse del padre

De hecho, la Reforma protestante ha tenido un papel determinante en la promoción de ambas


30cosas. Al dividir la unidad de la experiencia humana en reino de Cristo y reino del mundo, y
trasladando después a este segundo ámbito el matrimonio -institución que Lutero considera que es de
orden terrenal2- Lutero "seculariza" el matrimonio y la familia3. Como observa el antropólogo Dieter
Lenzen, "puede decirse que la doctrina de Lutero sobre el matrimonio dio paso a la posterior

1
W. Hazlitt, El espíritu del tempo, 1825, citado por E.J. Hobsbawm en La era de la revolución, 1789-1848.
2
Con Lutero, el matrimonio "sale del ámbito jurídico del reino espiritual y entra en el del mundo, convirtiéndose en parte
integrante de su ordenamiento jurídico". J. Heckel, Lex Charitatis, Munich, 1953.
3
Pero es interesante que este hecho, tan importante para la historia del mundo, se realizó mediante una transgresión de la
5ley del Papa-padre espiritual, con la ruptura de un compromiso, el del celibato, para satisfacer apetencias personales. Más
allá de las motivaciones teológicas, este cuadro psicológico es ya el que caracteriza la "revuelta contra el padre".
21
nacionalización de la paternidad"4. Y, por ello, quita a la figura del padre aquel reflejo de la figura del
Padre divino que le confería una enorme responsabilidad, pero del que se derivaba su peso específico
en el orden simbólico, desbaratado precisamente por la secularización5. De hecho, Lutero, en sus
Conversaciones de sobremesa, insiste en que la política, en cualquier circunstancia, no tiene nada que
5ver con la Iglesia6. Pero, como dice Lenzen, la consecuencia de ello es que, desde entonces el divorcio
no concierne a la Iglesia sino al Estado. Lutero afirma: "... las cuestiones relativas al matrimonio y al
divorcio son cosa de los jueces y están situadas en el orden mundano. Como el matrimonio es algo
mundano, externo -como lo son la mujer, los hijos, la casa, el tribunal y lo demás-, pertenece al orden
de la autoridad secular y está sometido a la razón"7. Como hace notar oportunamente Lenzen8: "Las
10consecuencias de la doctrina matrimonial de Lutero en el plano jurídico, muy diferenciadas según los
países, en algunos casos sólo se han puesto de relieve después de 250 años o más". Y, sin embargo, es
con Lutero y más generalmente con la Reforma -dos siglos antes de la crisis de furor de las
revoluciones burguesas contra lo sagrado- cuando comienza el proceso de transferencia de la
responsabilidad educadora del padre (quien, poco después, se convertirá en una figura de relieve más
15bien económico) a la mujer madre y a la educadora9.
Sobre este tema, la reconstrucción del antropólogo Dieter Lenzen es muy precisa. "La doctrina
pedagógica de Lutero es mucho más que una simple transferencia de las competencias paternas a la
madre... Como esa doctrina no se quedó en pura teoría, sino que salió enseguida de las casas de los
pastores protestantes, convirtiéndose en el modelo educativo normal, el inicio de la Reforma,
20irremediablemente, marca el principio del fin de una era en lo relativo a la concepción de la paternidad,
tanto en el terreno práctico como en el teórico. Unas generaciones después, ya nadie sabía -al menos en
la tradición protestante-, qué había significado la paternidad".
Cuatro siglos después, a mediados del siglo XX y bajo el impulso de las sociedades protestantes,
estarán a cargo de mujeres la casi totalidad de los cargos educadores y judiciales en cuestiones
25matrimoniales y familiares; para entonces, la figura del padre estará ya físicamente ausente de la casa
en un gran número de casos. Y entonces se verá que, en Occidente, la pérdida de la noción de
paternidad va acompañada por la de la transmisión de la identidad varonil y, por ello, de la propia
masculinidad en el plano psicológico y simbólico10.

De testigo de Dios en la familia, a proveedor de alimentos

30 Por consiguiente, ya con la Reforma el padre dejó de ser el testigo humano de la norma del
Creador, de Dios, tal como lo hemos presentado en el capítulo anterior y que José ilustra tan
hondamente. Pero, es precisamente de la misión de cumplir la norma en la familia -y en la sociedad- de
donde le venía al padre la autoridad paterna concreta. El hecho de ser el "portador de la herida" en la
vida de los hijos -por ejemplo, en forma de reglas, de dirección, de límites- tiene sentido sólo si la

4
D. Lenzen, Alla ricerca del padre. Dal patriarcato agli alimenti, Laterza, Bari, 1991, p. 205.
5
También muy alterado por la secularización que lleva a cabo la Reforma.
6
"Res politica, cum omnibus suis circumstantiis, nihil pertinet ad ecclesiam". M. Lutero, Conversaciones de sobremesa, 4,
4068.
57 Martín Lutero, Werke, Kritische Gesamtausgabe, vol. XXXII, p. 376 y ss, Weimar, 1883. (citado por Lenzen, ob. cit.).
8
Ob. cit., p. 209.
9
Mientras tanto, casi en los mismos años, Erasmo de Rotterdam -por otra parte, cercano durante un cierto tiempo a las
posturas de Lutero- escribía: "Es contra natura el que una mujer tenga autoridad sobre seres humanos". Declamatio de
pueris. Opera 1, 504 c.
1010 Sobre esto, véanse mis libros Il maschio selvatico. Ritrovare l’istinto rimosso dalle buone maniere (1991) y Essere
uomini. La virilità in un mondo femminilizzato (2000).
22
herida es un paso hacia el crecimiento, en un proceso de cambio con un objetivo. La expulsión del
Paraíso, el Éxodo y la misma Pasión todas ellas heridas y separaciones que el Padre promueve, guía y,
sin embargo, no evita, son etapas en el crecimiento de la criatura, del hijo, hacia su plena participación
como sujeto en la vida del Padre.
5 En cambio y como dice Gilbert Durand, el proceso de secularización "rompe la imagen tradicional
del hombre -en la que la realidad humana y el mundo religioso iban unidos- para dirigirse al mundo de
las cosas... y restringirse y reducirse al universo de los fenómenos"11. El historiador religioso Mircea
Eliade precisa: "Todas las experiencias vitales, de la sexualidad a la comida, del trabajo al juego, se han
desacralizado. En otras palabras, todos estos actos fisiológicos han sido despojados de cualquier
10significado espiritual y, con ello, de la dimensión verdaderamente humana"12.
Ya con la Reforma, la aventura humana y las relaciones familiares quedaron recluidas en ese "reino
del mundo" -como lo llama Lutero- donde la Iglesia no tiene nada que decir. Y así cambia el sentido de
la "herida" de la que es promotor el padre "secularizado" frente a los hijos, prisionero de ese mismo
reino del mundo. De experiencia de cambio, base de la futura personalidad adulta, pasa a ser una
15manifestación sádica de una autoridad con manía persecutoria.
A partir de entonces y con la brusca aceleración que siguió a las revoluciones burguesas y la
revolución industrial, el padre occidental moderno ya no es el custodio familiar del orden natural y
simbólico divino y ni siquiera es el representante social de la Ley del Padre.
De hecho, como ha dicho el arzobispo de Milán monseñor Tettamanzi en su carta pastoral ¿Dónde
20estás, familia? en los tiempos modernos la cultura dominante "trata de despojar a la familia de su valor
fundamental y hasta básico: el valor religioso de la relación con Dios. Atacada por el secularismo y el
laicismo, la familia se interpreta como una realidad exclusivamente humana y completamente
autónoma; la familia, en su esencia y vida propias, prescinde de Dios"13.
Pero, ¿qué puede ser el padre en semejante familia? Era inevitable que se convirtiera simplemente
25en un administrador, un proveedor de dinero para un núcleo familiar "restringido" o "pequeño", que
poco a poco va sustituyendo a la "gran familia" (que comprendía también a todos aquellos que podían
tener necesidad de la familia y su esencia), de la que el padre estaba a cargo antes de esta reducción 14.
De hecho, el fin de la familia "patriarcal" y la secularización del padre coinciden con la afirmación del
modelo de "intimidad doméstica" que lleva al núcleo familiar actual. Desde entonces -por ejemplo- los
30criados de los ricos ya no tienen que dar de comer a los pobres del pueblo: "La familia se había
encerrado en sí misma y la caridad del amo se había convertido en algo individual en vez de
patriarcal"15. Y es en medio de este proceso de repliegue de la familia sobre sí misma y del desarrollo
de cierto egoísmo en su interior, cuando toman forma, al mismo tiempo -en la Inglaterra de 1690, para
ser exactos- el feminismo, el divorcio establecido por una ley del parlamento y el proceso por adulterio.
35 Aligerados de la gran responsabilidad de la paternidad sin secularizar, los hombres son los
primeros que tratan de aprovechar la posibilidad del divorcio. Y, como veremos, por razones parecidas
a aquellas por las que las mujeres lo piden. Un hombre tenía que poder divorciarse de una mujer "que
11
Naturalmente y como observa entre otros Gilbert Durand, la secularización, impuesta políticamente por las revoluciones
burguesas, había sido preparada por la "corriente de pensamiento objetivante, fruto de los movimientos reformistas, que
-desde Galileo a Descartes- oficializa el dualismo y la separación entre lo sacro y lo profano, res cogitans y res extensa". Y
Durand subraya: "Hasta ahora, sus logros han sido el imperialismo, las guerras en los estados salidos de aquellas
5revoluciones y, después, las guerras mundiales. Todo ello caracterizado por el desprecio al hombre, la intolerancia y la
persecución." G. Durand, Sciences de l'Homme et Tradition, Albin Mocil, París, 1996.
12
M. Elíade, Lo sagrado y lo profano, 1959.
13
D. Tettamanzi, Lettere Pastorali, Portalupi Editore, Genova, 2002.
14
R. Trumbach, La nascita della famiglia egualitaria, Il Mulino, Bolonia, 1982.
1015 Trumbach, ob. cit.. Por otra parte, también la pérdida del papel social del padre es paralela a la intervención del Estado:
"Los pobres vagabundos estaban protegidos por las leyes sobre la pobreza". El Estado asistencial protestante toma el puesto
del padre al que acababa de liquidar.
23
no le satisfacía sexualmente o que, sobre todo, por una mentalidad limitada o un mal carácter, no
contribuía a la paz y tranquilidad de la mente del marido. En pocas palabras, había que conceder el
divorcio siempre que no se hubieran podido cumplir los fines del matrimonio de amor" 16. Son las
mismas razones por las que, como se verá en el capítulo siguiente, hoy día las mujeres piden el divorcio
5(en las tres cuartas partes de los casos).
A partir de la Reforma y en toda la edad moderna, marcada por la época de las dos revoluciones de
las que habla Hosbawn17 -la francesa y la industrial- el padre se vuelve cada vez más egoísta y
hedonista. Sus objetivos son, principalmente, de índole práctica y económica y, en el mejor de los
casos, de gratificación sexual y sentimental. Es ya un personaje que se ha autolimitado, "secularmente",
10al mundo de las cosas: el dinero, el sexo y un afecto "contratado", medido por los objetos y el dinero y
no sobre otras cosas. Es famosa -y elocuente- la advertencia de Benjamín Franklin que puede verse
también en La ética protestante y el espíritu del capitalismo de Max Weber: "Quien malgasta una suma
de cinco chelines, mata (¡!) todo lo que habría podido hacerse con ella: montones de libras esterlinas"18.
La poca sacralidad que queda tiende a transferirse al dinero, a los "montones de libras esterlinas".
15 Por ello, no es de extrañar que hoy, al final de este proceso, la figura del marido-padre no sea muy
airosa. Se ha recluido en la familia nuclear, "íntima"; frecuentemente, con una consorte que no quiere
comprometer su bienestar abriéndose a los hijos. Ha liquidado -por hedonismo y miopía- sus
responsabilidades familiares y sociales y el prestigio correspondiente a ellas y tiene que ganarse el
afecto de su pareja con su potencia sexual o financiera. O ganarse a la prole con la permisividad y
20blandura que pide cada niño (aunque su mayor necesidad es la disciplina). De esta necesidad de
aprobación -en lugar de limitarse sencillamente a cumplir con su deber- nace también la obsesión
masculina por el rendimiento de la que tanto hablan los medios, exagerándola, desde luego, hasta lo
grotesco. Sin embargo, hay que recordar que, hoy día, como veremos, cuando el rendimiento
disminuye, la calidad de vida del marido-padre sufre un brusco deterioro: de aquí viene también el
25ansia de afecto del padre en el mundo moderno.
En efecto, con la ruptura con el otro Padre, consumada durante el proceso de secularización, el
papel específico del padre se agota. Y cuando, en la fase de industrialización hoy concluida, un par de
siglos después de las decapitaciones sacrílegas que se hicieron en París o en Chartres, el padre se dé
cuenta de que no está en condiciones de ganar bastante dinero, de poder ofrecer vacaciones
30suficientemente lujosas y prestaciones sexuales de manual, se verá echado bruscamente fuera de casa,
como veremos en el capítulo IV.
Pero no nos adelantemos. La decadencia del padre en Occidente, sólidamente basada en el proceso
de secularización-descristianización llevado a cabo en el curso de las dos revoluciones -la política
contra las monarquías católicas y la industrial, que realiza la visión del mundo de la primera- pasa, sin
35embargo, por otras vicisitudes que vale la pena recordar.
La primera, toma forma en el apogeo de la revolución industrial y esta bien descrita en esta escena,
que aparece en diversas obras del escritor inglés David H. Lawrence.

16
Ibidem, p. 236.
17
E. J. Hosbawm, La era de la revolución, 1789-1848. Sobre el papel que la teoría de la sociedad industrial tiene en ambas,
ver también C. Risé, La guerra postmoderna. Elementi di polemologia, Editorial Tecnoscuola, Gorizia.
18
Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, 1905. Sobre las consecuencias de esta manera de pensar en
5la vida y la familia actuales, véase Il maiale di Benjamin Franklin: l'economia e la nostra pesantezza di cuore, en La
Società degli eterni adolescenti, de R. Bly, Red, Como, 1990, p. 189 y ss.
24
La pedagogía protestante y el desprecio por la modestia del padre

La escena es ésta. El padre vuelve a casa por la tarde, tras un día de trabajo en una mina de Gales.
Se quita la ropa y se lava en un gran barreño de agua caliente, en la cocina. Su hijo admira
profundamente la figura del hombre, que lleva dignamente las huellas del cansancio sobre su cuerpo
5fuerte. La madre le regaña: "Tu no vas a ser así. Serás un señor educado, un burgués, un intelectual".
Justo con el proceso de industrialización, ya se había llegado a la separación del hijo del padre y a
la devaluación de la figura paterna por parte de una "pedagogía del éxito" -la madre de Lawrence era
maestra- concentrada en las posesiones materiales y la promoción social, juntamente con las "buenas
maneras" y los conocimientos intelectuales necesarios para adquirirlas. La fuerza, la habilidad manual,
10el valor físico, las generosas dotes del minero -como las del artesano- empezaban a no ser muy
apreciadas. La aritmética moral de Bentham ya las había condenado, al ser menos rentables que otros
trabajos que ensuciaban menos pero que, en compensación, daban más dinero.
Desde el punto de vista religioso, fue durante este proceso cuando se abandonó el "amor por sí
mismo" de la moral cristiana, que atribuía en sentido preciso tanto al gesto de dar (para ayudar a los
15demás) como a la humildad, a contentarse con lo que hay para vivir, dando gracias a Dios que nos lo
da. Desde el punto de vista sociológico, esta evolución ha llevado al abandono de la actitud (que Max
Weber llama tradicional), que aprecia "lo que es justo" y el estilo de vida sencillo que la acompaña19.
Esta orientación moral se dejó a un lado para dar paso al egoísmo, dedicado sobre todo a cuidar de sí
mismo, a la ganancia que teorizaban los utilitaristas y, más en general, a la escuela económica y social
20del capitalismo20.
Este cambio desplazaba fatalmente el centro de la familia desde el padre -testimonio del Padre y con
ello de darse según un principio de amor altruista, sin seguridad ni garantías- hacia la madre,
representante indispensable en todos nosotros del principio de conservación21.
El alejamiento del hijo del padre, figura de la autoestima (como destinatario de dones trascendentes
25y del darse a sí mismo) hoy sustituido por una pedagogía utilitarista orientada al éxito económico, se
completó, definitivamente, durante la segunda guerra mundial.

Desaparición de la iniciación

El final del papel del padre de organizar y dirigir las energías de su hijo e "iniciarle" en la sociedad
-hoy sancionado desde hace más de medio siglo- marca una ruptura antropológica entre el hombre y la
30cultura masculina precedente.
Desde entonces y por primera vez en la historia del varón, éste ya no es iniciado ni introducido en
la sociedad de los adultos por el padre o por otros hombres que le acompañan o lo sustituyen, sino por
la madre y una serie de figuras de fémina de ayuda y orientación. Ya no hay huella de la herida
paterna, que precisamente era infligida, entre otras cosas, al separar al hijo de la madre (como se ha
35dicho en el capítulo I). En la sociedad occidental, se ha abolido cuidadosamente cualquier rito que
pudiera recordarla. Desaparecido el padre iniciador, hoy día las mujeres predominan en todo el sistema
educativo occidental: en las profesiones de ayuda, en la enseñanza, en la asistencia psicológica, etc.

19
M. Weber, ob. cit.
20
Ver S. Latouche, L’invenzione dell'economia, Arianna ed., 2001.
21
Mientras tanto, influía fuertemente en ambos el impulso de la cultura dominante de disociarse de las bases "fuertes" de
sus identidades respectivas (la capacidad de dar del padre y la sabiduría conservadora de la madre) para recurrir a modelos
5abstractos de "realización individual" de naturaleza externa y materialista.
25
Por ejemplo, en la escuela: en todos los países de la OCDE, los maestros de las escuelas primaria y
elemental son en su mayoría mujeres, con una media del 94%22. En el ciclo de la escuela secundaria
inferior de la OCDE la media de enseñantes féminas es de 62,7%; en Italia están en el 73,3%, contra el
62,8% de Francia y el 56,7% de Alemania. En la superior, el porcentaje femenino medio de la OCDE
5es del 48,9%; en Italia, están en el 58,8% (Francia, 50,6% y Alemania, 39%). Y lo más interesante,
mirando al futuro, son los porcentajes femeninos según grupos de edad23. En la escuela superior -el
instituto-, entre los 30 y los 60 años, las profesoras femeninas son ya casi el 60%. En todos los países
estudiados, la tendencia a la "feminización" del cuerpo docente es irreversible.
En el terreno masculino, la desaparición del padre y de otros varones de los puestos de formación e
10introducción en sociedad, ha provocado una interrupción en la transmisión de la cultura material e
instintiva del hombre; la madre no la tiene, al ser hembra, por lo que no puede comunicarla ni aún
queriendo. Los aspectos instintivos, materiales y espirituales de la cultura no se pueden aprender en los
libros: se transmiten mediante vivencias, a veces compartidas en silencio, individuales y de grupo.
Desde el punto de vista antropológico, la "irresponsabilidad" o el "escaso interés" que se reprochan
15hoy frecuentemente al hombre en el cumplimiento de lo que queda de sus funciones paternas, tienen
precisamente este origen. El padre "irresponsable" o narcisista es, a su vez y desde el punto de vista
psicológico, en la inmensa mayoría de los casos, un "huérfano de padre", un fatherless. Ningún padre le
ha enseñado con su presencia y su atención silenciosa a partir de los siete años, a convertirse en hombre
y padre. Y no se lo ha enseñado no porque se haya ido a un bar, de copas con los amigos, sino porque
20está en la oficina de la mañana a la noche, donde ha pasado, por término medio, un 20% más del
tiempo de lo que pasó su padre en los años 1930. Ya no queda tiempo para pasarlo con los hijos. Se les
puede transferir el dinero, pero desde luego no un conocimiento instintivo, una cultura "de género", de
hombres.
Pero la necesidad de transmitir el conocimiento instintivo (incluidos sus aspectos de
25responsabilidad, atención y protección) es sobradamente conocida en la antropología, la socio-biología
y la historia de las religiones. Todas estas disciplinas saben bien que la dote instintiva inicial humana es
escasa. El hombre (como es lógico, no sólo el varón) no "es" sino que se hace 24. Por esto es tan
importante la transmisión "de género" o sexo. A diferencia de los animales, el ser humano nace sin
saber "por instinto" cómo amar, cómo expresar su sexualidad, cómo defenderse y cómo organizar sus
30afectos y sus relaciones. El psicoanalista y antropólogo Alexander Mitscherlich recuerda25 que el
hombre "no tiene un modelo de comportamiento hereditario para cortejar ni para acoplarse y su
conocimiento de cómo reconocer a los enemigos no es innato". Para enseñar al hombre-varón a
convertirse en tal, siempre ha estado el padre y una serie de figuras que le acompañaban: desde el
maestro de artes y oficios al profesor, al instructor militar y al de gimnasia (que ha sobrevivido, aunque
35sea en la versión trivial de entrenador personal, que no es bastante). Sin esta iniciación, el hombre en
el fondo no se siente como tal.
Por otra parte, esta desaparición del padre tiene también consecuencias muy negativas en el
desarrollo de las jóvenes. Les falta la mirada fuerte y cariñosa de su progenitor, del adulto que, desde
su situación de diversidad, le quiere y le proporciona (como veremos) una base indispensable a su
40autoestima.
22
En la escuela elemental italiana, las maestras son el 94,6%, comparadas con el 77,7% de Francia y el 81,5% de Alemania.
23
En la escuela elemental, la media OCDE en lo que respecta a los grupos de edad de menos de 30 ó 40 años, da unos
porcentajes respectivos del 85 y el 80,4%; en Italia son del 97,1% y 97,3%; además -y siempre en Italia- la media de menos
de 50 años es del 95,1%. En la escuela media, frente a los datos OCDE (de menos de 30, 40 y 50 años) del 71,8, el 66,1 y el
562%, los datos italianos son del 82,1, el 77,9 y el 75,3%.
24
Tiene muchos datos interesantes -aunque yo no comparto el trozo del evolucionismo a la vieja usanza- el libro de D.
Rancourt-La Ferriere Signs of the Flesh, Indiana University Press, Bloomington, 1992.
25
A. Mitscherlich, The Society without Father, Harper Perennial, Nueva York, 1993; traducción al italiano Società senza
padri, Feltrinelli, Milán.
10 26
Iniciación y educación de la agresividad

Desde el punto de vista social, uno de los perjuicios más visibles de la supresión de las prácticas de
iniciación masculinas es la pérdida progresiva en los jóvenes varones de la capacidad de dominar y
utilizar con provecho su agresividad. De hecho, uno de los aspectos esenciales de aquella práctica era
5aprender a dominarse. Pueden verse los resultados de no hacerlo.
"Hace unos años, el gobierno de Kenia ordenó poner fin a cualquier práctica de iniciación
masculina en los poblados, insistiendo a cambio en que todos los chicos fuesen a la escuela. Dos años
después, en un hecho sin precedentes que conmocionó al país, un grupo de muchachos asaltó un
dormitorio y violó a las chicas que estaban en él". Probablemente, el hecho de que en Occidente la
10mayor parte de los delitos los cometan hombres con menos de veinticuatro años de edad 26 está ligado a
esta misma desaparición de los ritos de transmisión o iniciación. Como lo demuestra bien cualquier
trabajo sobre el subconsciente (si se hace sin prejuicios), el uso y el dominio de la agresividad es una
actividad que tiene que ver con el desarrollo espiritual. Todo joven -y, como hemos visto, el Redentor-
es alguien que ha nacido para cambiar el mundo y a sí mismo. Esta obra de transformación,
15precisamente en cuanto "cambia el mundo", no le deja como era antes; es también una acción
extraordinariamente agresiva, que altera las connotaciones de la realidad. Pero para ser un hijo capaz de
cambiar el mundo hace falta un padre, un José consciente de cuál es nuestro destino y que nos oriente
en esa dirección. La desaparición del padre, suprimiendo cualquier iniciación-transmisión paterna, hace
del hijo un dato sociológico, un número del censo, pero ya no un agente de cambio. Pero un número del
20censo ya no sabe qué hacer con toda la energía -destinada en principio a cambiar el mundo- que siente
dentro de sí.
Entonces, deprimido, corre el peligro de dirigirla no en el sentido del cambio sino en uno
destructivo contra sí mismo o contra los demás.
Ésta es también una característica de la pérdida de identidad masculina, consecuencia de la
25devaluación y ausencia del padre.
Robert Bly, en su libro Iron John (que es el de referencia del movimiento de los hombres
norteamericanos), cuenta el sueño de un joven crecido junto a su madre, una mujer inteligente, lesbiana
y rodeada de un grupo de amigas de personalidad interesante y activa. El joven sueña que corre de
noche, a la luz de la luna, con una manada de lobas. Al llegar al río, las lobas se detienen y se asoman
30al agua para ver su imagen. También el soñador se inclina a mirarse en el agua, pero no ve nada. No
podía verse como una loba porque no lo era. Pero tampoco como un lobo o como un hombre, porque su
identidad instintiva, sexual, no se había formado. Ningún padre se la había transmitido. El joven sin
padre que no es "iniciado" como hombre, no tiene rostro ni sexo: tiene una identidad incierta y ambigua
y, por ello, tiene miedo. Por consiguiente, el hombre "matrizado", iniciado por su madre, es como un
35perro sin olfato: no tiene una dirección por instinto ni sabe en qué territorios, de qué formas, su
identidad masculina le llevaría a realizarse y alegrarse.

La hija sin padre

Y en el terreno femenino, la mujer que experimenta un déficit paterno se resiente de una gran
inseguridad al empezar a relacionarse con la sociedad. Toda la psicología clínica demuestra que esto
40-que suele atribuirse a poca autoestima- puede manifestarse en forma de comportamientos de renuncia
o de masoquismo o, como ocurre frecuentemente hoy, con una competitividad exasperada mediante la
cual la mujer trata de disimular su inseguridad, sustituyendo así la aprobación personal del padre por la

26
Datos de R. Bly, La società degli eterni adolescenti, Red, Como, 2000.
27
impersonal de la sociedad, la empresa, el grupo político, etc. Ni siquiera cuando llega el éxito y el
reconocimiento público, consigue sustituir la tranquila seguridad que da una relación positiva con el
padre. La mujer paga así esta fragilidad psicológica, enmascarada y, por tanto, haciéndola correr aún
más el peligro de una fuerte ambición con patologías incluso graves, de las que la más difundida es la
5anorexia.
Como dice aguda y exactamente la psicoterapeuta milanesa Laura Girelli: "Es la mirada del padre
(o, mejor dicho, el intercambio de miradas entre padre e hija), a la vez cariñosa, anhelante y orgullosa
la que sienta las bases y hace crecer el proyecto personal, creativo y autónomo de la hija como
persona"27.

10Las guerras mundiales y la "fabricación" del individuo

La ausencia del padre en la familia se aceleró también los conflictos mundiales, que retuvieron
durante muchos años a los maridos-padres en los teatros de operaciones, lejos de la familia y del resto
de la sociedad. Muchos de aquellos padres no regresaron vivos a casa y sus mujeres tuvieron que
ocuparse de la educación de sus hijos y su inserción en la sociedad.
15 Pero el cambio más difundido y sutil procede, una vez más, del desarrollo del proceso de
secularización, de la separación, cada vez mayor, de la vida cotidiana del hombre de su experiencia
religiosa.
De hecho, una vez rota la relación entre el hombre y Dios, su creador, y reducido el horizonte
humano a lo material, se afirma una nueva tendencia (durante las guerras mundiales y, sobre todo, tras
20la segunda) que se reforzará después cada vez más. Se trata de un proceso que no es solamente
económico sino también cultural y espiritual, dedicado cada vez más a "fabricar" al hombre, su cuerpo,
sus ideas y su comportamiento como si no fuera más que una cosa, un producto cualquiera28. La
tendencia ha avanzado tanto como para hacer que un pensador, un politólogo laico como Francis
Fukuyama, profesor de la universidad de Harvard, haga este aviso: "Alterar los genes de las plantas
25contamina lo que comemos y cultivamos; alterar nuestros propios genes contamina lo que somos"29.
No es casual que el siglo XX, en el que tiene lugar este proceso de manipulación del hombre, haya
sido la época de los grandes totalitarismos, que han tratado de formar un hombre "estándar", devoto del
régimen, construido como un robot o un objeto prefabricado. Después de la segunda guerra mundial,
esta tendencia se concluyó con la edificación de la que ha dado en llamarse "sociedad de consumo",
30que hace de cada individuo un consumista perfecto (una figura receptivo-pasiva), quitando de en medio
todo lo que hay en la persona de activo en el sentido creativo, del gusto por lo original, lo singular, el
don, el riesgo, la fantasía y el ideal.
El individuo de la modernidad occidental pasa así de ser un hombre adulto, identificado por un
orden simbólico al que pertenece (como ocurre en el mundo no secularizado) al estado infantil de
35objeto, destinatario de otros objetos -los bienes de consumo- que sólo definen provisionalmente sus
27
"O bien es en este juego de miradas donde la hija proyecta y adiestra la primera imagen de Animus (la parte masculina de
la mente de la mujer), sacando de esta primera relación con el varón -cuando el padre es psicológicamente sano- las
primeras bases psíquicas subconscientes para la definición de su proyecto personal, cualquiera que sea éste. Por el contrario,
la ausencia o mixtificación de la mirada del padre en la vida de la hija -y, con ello, la falta de un espejo donde se reflejen su
5fuerza y agresividad sanas- condena a la mujer, entre otras cosas, a una conflictiva y prolongada relación de dependencia
(de los padres, la pareja, su colectivo, su empresa) y a una gran desconfianza en sus propias posibilidades creativas". (Dra L.
Girelli, psicoterapeuta: intervención en el seminario "La huella del padre" en la escuela LISTA de formación de
psicoterapeutas, Milán, años 2000-2001.
28
Es un proceso perfectamente analizado en gran parte de la obra de Michel Foucault, publicada en Italia por Feltrinelli, e
10introducido después en la dinámica de la vida social por los análisis de Antony Giddens.
29
Salvare la natura? Cominciamo da quella umana, Corriere della Sera, 19-8-200, pág 1.
28
pertenencias y características. Hoy día, es el consumo el que determina la identidad y no al revés. Se
"es" la chaqueta que se viste, los zapatos que se calzan, el automóvil que se conduce, la casa que se
tiene.
Poco después de terminar la segunda guerra mundial, se completó así la marginación del padre y de
5su mundo cultural-simbólico masculino, ligado -como decía el poeta Ezra Pound- al principio de la
acción y de la invención. Esto se hizo al mismo tiempo que el gran cambio socioeconómico -iniciado
ya en el siglo XIX- que llevó al abandono definitivo de la enseñanza de artes y oficios de padres a
hijos. En lugar de la sociedad familiar, se asentó el modelo de la gran corporation (indiferente y hasta
en contra de las relaciones de transmisión por parentesco entre sus adeptos), que absorbió toda la
10energía de los varones-padres, dejando la educación a cargo de instituciones, públicas o privadas,
regidas por mujeres.
La gran empresa, presentada erróneamente como expresión de la psicología masculina, suele ser la
traducción, en organización, del arquetipo de la Gran Madre: satisface necesidades y, mediante ello,
aumenta su gran poder. No crea lazos de solidaridad entre sus hombres (como hacían en cambio, el
15ejército, las órdenes religiosas y militares y los gremios de artes y oficios) sino que les pone a competir
entre ellos. En resumen, no duda en romper el compañerismo de los empleados, incitándolos a competir
para conseguir los favores de la madre-empresa. Pero, sobre todo, perfecciona y completa, para ambos
sexos, la sustitución de la autoestima (orientación ética considerada de mayor valor hasta que se
consolidaron las revoluciones modernas) por el interés egoísta. Una sustitución que mina las propias
20bases de la ética paterna y pone al padre frente al dilema de liquidar sus propios valores de referencia o
convertirse en un disidente frente a la orientación dominante.
Como el hijo sin padre, también este padre -al que ya no se le pide que realice su función
tradicional de puente entre el joven y la sociedad- se encuentra, en el fondo, en una situación de grave
falta de identidad. En efecto, no puede inculcar ese amor propio que se expresa, antes de nada, en la
25responsabilidad de cuidar a los demás y al que su mentalidad le predispone. En cambio, debe enseñar el
egoísmo, el cálculo y el interés: pero esto es lo contrario del "programa" paternal, intrínsecamente
comunitario (precisamente porque es el reflejo de una visión trascendente).
Si el padre no se ha adaptado aún a esta ausencia -requerida por la sociedad-Estado que ha ocupado
su puesto- experimenta una falta de identidad que le deprime y la tendencia a la regresión a niveles
30afectivos, de ideas y de comportamiento de tipo infantil. En resumen, el padre que no puede hacer de
padre (y que, normalmente, es ya, a su vez, un hijo "matrizado") tiende también a convertirse (como
veremos en el capítulo V) en un eterno adolescente, buscando siempre la seguridad narcisista en su
existencia y carente, por ello, del carácter varonil y paterno. El cual, por otra parte, ni siquiera se le
pide, excepto para reprocharle su carencia cuando, como veremos, los hijos acaban metiéndose en líos.
35Este padre "ausente", aunque está físicamente presente (lo que es cada vez más raro), proporciona
bienes y dinero, pero no valores ni siquiera una orientación instintiva.
Y, a veces, contra este tipo de padre, su hijo frustrado y extraviado, levanta la escopeta y dispara su
desesperación (como cuentan las crónicas de sucesos de hoy).

La sociedad tipo "Gran Madre"

40 Al hacer esencial el valor maternal de la "satisfacción de las necesidades" (en gran parte inducidas
artificialmente por el sistema mediático) que produce el aumento de consumo y, con él, el crecimiento
de la sociedad industrial, toda la sociedad (y no sólo sus grandes empresas) se ha convertido en una
Gran Madre. Su primera función es mantener vivo al individuo para estimular y satisfacer su necesidad
de bienes, alimentando así el círculo producción-consumo. Pero la "satisfacción de las necesidades" es
45una orientación regresiva, que se remonta a las exigencias de la primera infancia; por ello, como
29
veremos, la sociedad occidental es profundamente infantil. Somos todos animales "compradores",
crecidos para adquirir productos fabricados artificialmente; y es, sobre todo en este aspecto de
compradores, como se ocupa de nosotros la información mediática -y también la política- de la
sociedad occidental.
5 Esto genera una identidad "débil"30, que vive en la angustia de lo provisional y una sensación de
vacío que, muchas veces, se llena metafóricamente ingiriendo sustancias (alcohol o drogas). O
tragándose unas creencias también "prefabricadas", políticas o pseudorreligiosas: es el fenómeno de las
ideologías modernas (desde el nacionalsocialismo hasta el globalismo) y también el de las sectas o
pseudo-religiones de la New Age.
10 Confusas -y peligrosas- usurpadoras del sitio que ha dejado vacío el padre.

30
Apreciada por los teóricos del "pensamiento débil", al no tener intereses metafísicos.
30
IV.
LA "FÁBRICA DE DIVORCIOS" Y SU LUCHA CONTRA EL PADRE

"Echarle a la calle y tirarle por la ventana su ropa… no tenéis que preocuparos por sus derechos.
No tenéis por qué tomaros en serio los derechos constitucionales del hombre al que estáis pisoteando."
5El individuo a tratar de este modo es un padre de familia cuya mujer haya pedido el divorcio y la
custodia de los hijos. El que hacía esta recomendación era Richard Russell, juez del juzgado municipal
de Nueva Jersey, en unas instrucciones impartidas en un seminario de formación hecho en 1994.
De hecho, en el mundo occidental moderno, la mayor amenaza -no sólo para la vida del padre sino
para la propia supervivencia de la familia- es el funcionamiento de lo que llamaremos la fábrica de
10divorcios. Es un organismo multiforme, dotado de un enorme poder e influencia, que emplea e invierte
una buena parte de la renta nacional en disolver las familias existentes.
En esta "fábrica" -que, en realidad, destruye en vez de construir-, las decisiones importantes las
toman los jueces de los juzgados de familia o los tribunales de menores, allí donde funcionan. Pero
estos decretos o sentencias van acompañados por otras muchas decisiones. Las más relevantes, las
15toman las comisiones de Justicia de los diversos parlamentos. Pero hay muchísimas otras -que pueden
decidir sobre la vida de una familia o de sus hijos- que dependen de un verdadero ejército de empleados
de dicha fábrica: está compuesto por psicólogos, asistentes sociales, peritos de diverso pelaje y
administradores de una serie de instituciones.
La sociedad occidental, las madres preocupadas por el porvenir de sus hijos y los padres que
20querrían seguir siendo padres ven con creciente preocupación esta alianza temible entre las mujeres
divorcistas y uno de los lobbyes contemporáneos más poderosos: lo que hemos llamado fábrica de
divorcios. Es un aparato ya experto en utilizar mecanismos de poder del Estado para destruir la célula
base de la sociedad: la familia.

Historias de padres

25 Bob Geldof, ciudadano inglés, era un padre perfecto: lavaba, hacía la comida y atendía a todas las
necesidades de sus tres hijas: Fifí, Peaches y Pixie. Las llevaba a la escuela, las preparaba el almuerzo
y, por la noche, las metía en la cama y les contaba cuentos hasta que se dormían. Mientras hacía sus
funciones de padre, puso en antena en la televisión, con Live Aid, un programa benéfico de gran éxito;
su actividad en favor de Live Aid le valió el título de baronet y le dieron el Premio Nobel de la Paz.
30Pero, más adelante, se separó de su mujer, Paula Yates que, desde hacía tiempo, además de no ocuparse
para nada de sus hijas, se comportaba peligrosamente para su equilibrio: se exhibía con su amante y
presentaba muchas manifestaciones patológicas. Pero el Juzgado no dudó en confiarle su custodia: al
fin y al cabo, Geldof no era más que el padre. El Nobel se gastó una fortuna en abogados para oponerse
a la sentencia, pero fue inútil. Y solamente cuando su mujer fue ingresada en la clínica Priory por
35consumo de drogas y alcohol, sir Bob Geldof consiguió la custodia de las hijas. Y, cuando murieron su
mujer y el amante de ella, se hizo confiar también a una hija de cinco años que habían tenido: Tiger
Lily.
La historia de Bob Geldof es especial sólo porque es un Premio Nobel; en realidad, es bastante
corriente en los países occidentales.

31
Seguramente, los EE.UU. es el país en donde se dan más cuenta de este riesgo1: quizá por el alto
porcentaje de divorcios, más del 50% sólo en 2001. Y la tendencia va en aumento: muchas previsiones
adelantan que dos tercios de los matrimonios actuales acabarán con un divorcio que, normalmente,
separa al padre de los hijos. Según la oficina del censo, en el año 2000 las madres han conseguido la
5custodia exclusiva, privando a millones de padres de su derecho constitucional de cuidar, custodiar y
alimentar a sus hijos. Y, sin embargo, según el procedimiento de no fault divorce -divorcio sin
culpables-, que se concede automáticamente después de unos meses de separación conyugal, no habían
sido acusados de hacer nada malo. Simplemente, sus mujeres ya no querían saber de ellos.
Y es también por esto por lo que, a partir de 1996, hay una encuesta Gallup que muestra que, según
10el 79,1% de los norteamericanos, "el mayor problema social que debe afrontar América es la ausencia
física del padre de casa".
Esta historia concierne a todo el mundo occidental, en el que el porcentaje de divorcios sigue
aumentando cada año.
En Italia también, aunque hay algunos periódicos que informan con aire escandalizado que "puede
15ser por sus raíces católicas... pero es el país donde hay menos divorcios de la Unión Europea", como si
el divorcio fuera un índice de civilización y no de un grave trastorno social y de relación. A pesar de
todo, desde 1980, en la "virtuosa" Italia se ha triplicado con mucho el número de divorcios, pasando de
11.800 a 37.600 en el 20002. El incremento de separaciones y divorcios3 es mayor en las regiones de
renta más alta4, en las que el alto nivel de vida es un parámetro para juzgar si el marido/padre puede
20procurarlo y mantenerlo.
En todo el mundo occidental, los tribunales (como las escuelas, los parlamentos, los medios de
comunicación, en resumen, la sociedad) no están bien dispuestos hacia el padre. Y, además, tanto la
magistratura como la enseñanza, se van feminizando rápidamente. En Italia, en las últimas oposiciones,
han entrado un 70% de mujeres. El adjetivo "patriarcal" se ha convertido en peyorativo, lo mismo que
25paternalista, patriota y, en general, cualquier palabra que contenga la palabra padre y sus derivados, a la
que se asocia un significado de "atrasado" y de "injusto". Por ello, para el marido-padre al que le deja
su mujer, no siempre es fácil seguir viendo a sus hijos.
Mientras escribimos (verano del 2002), sale en los periódicos la llamada de un padre. Es profesor
del conservatorio de Castelfranco Véneto. Cuando contrajo una enfermedad de los riñones, su relación
30con su mujer -americana y mormona- empeoró. La niña mayor se matriculó en la escuela elemental y
su madre la borró de la clase de religión. El padre volvió a inscribirla: el conflicto estaba servido. La
mujer desapareció, marchándose con las dos hijas a los Estados Unidos. El marido la denunció ante los
carabinieri por secuestro de menores y ella respondió con la acusación -normal en los EE.UU. y hoy
también frecuente en Europa- de haber abusado o maltratado de las niñas. Esto es algo que suelen
35aconsejar los abogados de la fábrica de divorcios, porque evita que el padre ataque y le obliga, en
cambio, a defenderse para no ser detenido5. De esta manera, el padre (que ya se ha gastado 10.000
1
Want to help children? Stay Married, de Dianna Thompson, directora ejecutiva de la American Coalition for Fathers &
Children, en comentarios en la CNS News.com, 22-03-2002.
2
Datos Eurostat publicados en Corriere della Sera el 8-8-2002.
3
En 1998, el número de separaciones ha sido de 62.737 y el de divorcios, 33.510, con un aumento respectivo del 4,1 y el
50,5% con relación al año anterior, respectivamente (datos ISTAT 98).
4
A nivel regional, los valores máximos se alcanzan en el Valle de Aosta (7,9 separaciones y 5,9 divorcios por cada 1.000
matrimonios), Friuli-Venecia Julia (5,9 separaciones y 3,5 divorcios), Emilia Romaña (5,6 y 3,2), mientras que los valores
más bajos se encuentran en el sur: Basilicata (1,8 separaciones y 0,8 divorcios). Calabria (1,9 y 1) y Molise (2,4 y 0,9).
Entre los que se han separado en 1998, los hombres y mujeres con un empleo han sido, respectivamente, el 88,5 y el 60,9%.
105 Ésta es una regla general. Según la autorizada publicación The Spectator, de fecha 24-08-2002: "Lección número 1 para
cualquier hombre que esté implicado en un proceso concerniente a la custodia de los hijos (child care): es culpable hasta
que no pueda probar su inocencia. Ella puede decir o hacer cualquier cosa para ponerle a la defensiva y él tendrá que
ponerse a la defensiva." Griffin Stone, Quando tua moglie rapisce tuo figlio.
32
15
euros en abogados) no podrá ni siquiera presentarse en un juzgado de EE.UU., porque corre el peligro
de que le detengan, algo que suele hacerse en la práctica aunque no haya la más mínima prueba6.
En Inglaterra, en caso de divorcio, sólo el 7% de los padres consigue la custodia de los hijos; en el
90% de los casos, tiene que salir de la casa de su propiedad. La política de hostilidad de los juzgados
5ingleses hacia los padres es tal que, según la asociación Families Need Fathers, un número de hombres
que va del 40 al 50% pierde el contacto con sus hijos en los dos primeros años de su separación. Por
eso, podemos deducir que, en un país en el que el 50% de las parejas se van a separar antes de que los
hijos hayan llegado a los 15 años, una cuarta parte de estos hijos no verá a su padre"7.
Además, en muchos de los países occidentales es muy impopular hablar de los derechos del padre.
10"Hablar de los derechos de los padres es algo que suele acogerse con escarnio. Se nos ve, incluso por
los jueces, como un grupo de débiles obsesionados, incapaces de dejar de dar la lata. La sociedad nos
está diciendo: ¡quitaos de enmedio!"8.
Y, sin embargo, las madres no ofrecen más garantía que los padres en cuanto a la seguridad y el
bienestar de los hijos. Es más, según el Ministerio de Justicia de los EE.UU., el 70% de los casos
15comprobados de maltrato infantil y el 65 % de los parricidios contra los hijos los cometen las madres,
no los padres. Y, según datos del Ministerio de Sanidad norteamericano (elaborados teniendo en cuenta
el mayor número de madres "solas" con respecto a los padres), la madre encargada de la custodia de un
niño tiene cinco veces más probabilidades de matarle que si es el padre el que tiene la custodia. En
conjunto, los niños tienen un 88% más de posibilidades de sufrir serios daños, por maltrato o abandono,
20por parte de su madre que por la de su padre9.
Pero, en las praxis de la máquina de divorcios, esto no tiene ninguna importancia. Como en el caso
Geldorf, de hecho no interesa cuál sea el "buen progenitor", ni con quien quieran quedarse los niños: en
la inmensa mayoría de los casos, son confiados a la madre que pide el divorcio, cualquiera que sea la
vida que lleve y cualquiera que sea su relación con los niños.
25 Tras obtener la custodia, las madres divorciadas ponen obstáculos, en todas partes, para que sus
hijos vean a sus padres, a pesar de que las investigaciones psicológicas han demostrado que esta actitud
perjudica gravemente a los niños. En los EE.UU., por ejemplo, en el caso de hijos que se han quedado
con uno de los padres después del divorcio, cerca del 50% de las madres "no da ningún valor al
contacto permanente del padre con los hijos"; esto lo escribe la investigadora Joan Berlin Kelly en su
30libro Surviving to the breakdown ("Cómo sobrevivir a la ruptura"). Estos datos están confirmados por
el American Journal of Orthopsychiatry, según el cual "el 40% de las madres admite haber puesto
trabas para que los hijos vean a su padre, para vengarse de su ex-marido". Solamente ahora se empieza
a ver que esta tendencia, además de privar a los niños de una orientación afectiva fundamental, provoca
la anulación de la autoestima y una depresión creciente en los padres varones del mundo occidental,
35con efectos catastróficos para toda la sociedad.

Los padres destrozados

Según el Royal College of Psychiatry inglés, por ejemplo, a partir de 1970, los suicidios han
aumentado un 72% entre los hombres, mientras que en las mujeres han seguido estables. Fue
precisamente en 1970 cuando la orientación "antipaterna" se hizo predominante, por efecto también de
40la consolidación de las feministas, cuyas levas fueron absorbidas en gran parte por la magistratura y
6
V. F., Mia moglie è fuggita con le bimbe negli USA, Alto Adige, 28-08-2002.
7
Griffin Stone, Quando tua moglie rapisce tuo figlio, de The Spectator, 28-08-2002.
8
The Spectator, art. cit.
9
Para la situación en Italia, ver, entre otros, a G. Zincone, Infanticidi tra cronaca e storia. La moral che non c'è. Corriere
5della Sera, 9-08-2002.
33
otras profesiones relacionadas con la fábrica de divorcios: psicólogos, asistentes sociales, etc. Es cierto
que el dar la custodia de los hijos a las madres no es el único factor que ha aumentado vertiginosamente
el suicidio masculino: el hombre se ha debilitado por una serie de señales sociales desfavorables que,
en pocos años, han cambiado -muy a peor- su situación en el mundo. Su horario de trabajo, que ya ha
5aumentado en más del 20% a partir de 1929, sigue ampliándose continuamente y sobre él recae el
mayor peso del coste de la casa y de la presión para procurar a la familia automóviles y vacaciones. La
situación masculina empeora rápidamente: en Europa, los licenciados universitarios varones son un
tercio menos con respecto a las féminas. Y un indicador del nivel del disfavor social hacia los hombres
adultos: en la mayor parte de los países occidentales, no hay ningún programa para el diagnóstico
10precoz del cáncer de próstata, que mata seis veces más que los tumores femeninos más comunes.
Este hombre no tutelado, inseguro, con problemas en el trabajo, angustiado porque no consigue
para su familia el nivel de vida que querría, es expulsado con frecuencia de ella desde la entrada en
escena de la fábrica de divorcios.
Los medios de comunicación -en los cuales tiene una enorme influencia la fábrica de divorcios (a
15través de los poderes político y judicial)-, hasta ahora han ocultado muy bien a la opinión pública una
noticia esencial para entender el malestar de la familia occidental: generalmente, quien abre la puerta
de la casa para que salga el padre es su mujer10.

Quién rompe la familia

Como observa Sanford Braver, psicólogo de la universidad del estado de Arizona, cerca del 70%
20de las rupturas ocurren por iniciativa femenina11. La madre se ve muchas veces empujada a la ruptura
del matrimonio -y después apoyada- por el nutrido grupo de activistas interesados en la fábrica de
divorcios. No es difícil entender este fenómeno: la ruptura de la familia es algo indispensable para que
la actividad de los que Michel Foucault llamaba "los ortopédicos del alma" (generalmente a sueldo de
la fábrica de divorcios) pueda trabajar eficazmente y multiplicarse de manera rentable.
25 Sólo en los Estados Unidos, en tres de cada cinco rupturas hay niños implicados: es decir, que más
de un millón de niños americanos al año caen en los engranajes de la fábrica de divorcios.
También en Italia son sobre todo las mujeres las que piden el final de la unión matrimonial, en un
porcentaje parecido al de la media occidental. Según el Istat, "en 1998, las demandas de separación
presentadas por las mujeres fueron el 67,9% de los casos, más del doble de las presentadas por los
30maridos (32,1%)12. Parece importante el dato de que, si la mujer es económicamente independiente, se
separa más fácilmente del marido si éste gana menos que ella: "En el caso de que la mujer tenga un
empleo, el porcentaje se eleva al 69,8%, mientras que si es ama de casa, desciende al 66,6%"13.

10
Margaret F. Brining y Douglas A. Alien, "These Boots Are Made For Walking: Why Most Divorce File Are Women", en
la American Law and Economics Review, 2-1, 2000, p. 126-169.
11
Family Research Council, que cita una importante investigación hecha en Arizona, según la cual, en aquel estado más de
los dos tercios de los divorcios son solicitados por mujeres.
512 Separaciones, divorcios y custodia de hijos menores en el año 1988. Fuente: el ISTAT.
13
En Italia, esta tendencia se ha modificado en las demandas de divorcio: ahora son más los hombres que las presentan. En
1998 y excluyendo las demandas conjuntas, el 56,4% las presentaron los hombres y el 43,7% restante las mujeres. Por la
experiencia terapéutica, este dato confirma que el hombre tiene más necesidad de ver sancionada por la ley una situación de
hecho, frecuentemente para tratar de formar una nueva familia. Pero la necesidad de la mujer parece ser, sobre todo, la de
10liberarse de un marido que no le interesa, quedándose con la casa y los hijos y, eventualmente, estableciendo una nueva
relación.
34
La custodia de los menores

En Italia, estas separaciones han involucrado, sólo en 1998, a casi 100.000 niños (97.000, para ser
exactos), de los que 61.425 eran menores de 18 años.
En los casos de separación, el padre sólo ha obtenido la custodia de los hijos menores en el 4,7%
5de los casos; en los de divorcio, el 6,4%. La proporción tiende a aumentar a medida que los hijos se
acercan a la mayoría de edad: cuando los hijos son menores de seis años, los porcentajes son del 2,6%
(separaciones) y 3,3% (divorcios); si los hijos tienen más de 14 años, son de 8,1 y 9,3%,
respectivamente. Desgraciadamente, la custodia compartida del padre y de la madre está todavía poco
difundida, afectando sólo al 3,9 y en 2,2% de los menores en los casos de separación y divorcio. No
10obstante, en los procesos de separación se registró un leve aumento de este tipo de custodia con
respecto a 1997, año en que afectó al 2,8% de los menores14.
Este cuadro ya es bastante inquietante en su frialdad estadística: hay un número cada vez mayor de
familias rotas y cada vez más menores arrastrados a esta solución traumática; cuando la mujer pide que
se disuelva la familia que ha formado, el hombre-padre que sale de la casa queda psicológica y
15materialmente destrozado15.
Pero hay un dato aún más inquietante, que comienza a verse claramente sobre todo en los Estados
Unidos, pero que se entrevé y empieza a ser denunciado (aunque someramente) también en Italia: ya
hay muchos casos de familias divididas por la intervención judicial, de menores sustraídos a la familia
y dados en adopción a otras personas, por acusaciones procedentes de fuera de la familia, que después
20han resultado infundadas.
Por ejemplo, el 23 de agosto de 2002, a las 9,30 de la mañana se inició una "sentada" de protesta a
las puertas del Tribunal de Menores de Milán, sito en vía G. Leopardi, 18, que duró varios días. He
aquí el comunicado que se difundió: "Se protesta por el método empleado por dicho Tribunal, en el que
gran parte de las providencias, adoptadas en principio provisionalmente, llevan inexorablemente a dar
25en adopción a los hijos y a la privación de la patria potestad a los padres, sin ningún proceso. De hecho,
se niega a los padres el derecho de defensa, en neta violación del artículo 24 de la Constitución italiana.
Y, después de interminables providencias provisionales que no se pueden impugnar, se procede a la
sentencia y con ella a una condena (secuestro de los hijos y privación de la patria potestad) sin ninguna
audiencia. A continuación, si los padres quieren impugnar la sentencia se les obliga a pagar los gastos
30legales, cosa que no todos pueden permitirse. Y, aunque los padres biológicos ganen las sucesivas
apelaciones, no se les devuelven los hijos, que son entregados a familias adoptivas a las que se han
asignado. Exigimos que nos devuelvan inmediatamente a nuestros hijos... si es necesario, que
investiguen después sobre el núcleo familiar todo lo que consideren oportuno. Los hijos no se dan en
adopción a otras familias cuando los padres biológicos viven y no renuncian expresamente a ellos. El
35abandono material y moral que se aduce en los autos hay que demostrarlo... no basarlo en una
confianza ciega en asistentes sociales y consultores externos a los que los tribunales encargan los
informes. El número de participantes en esta sentada es de 15 personas, que pernoctarán por turno en la
acera contigua al Tribunal".

14
Además, de hecho, hay diferencias regionales: el porcentaje de custodias alternas o compartidas es superior a la media en
el norte y centro de Italia e inferior en el sur, donde la proporción de custodias a favor de la madre está en torno al 94%.
15
Sobre la angustia del padre separado, ver el abundante material publicado en www.papa-separati.it. Ver también D'amore
non si muore; ma di divorzio sì, de B. Romano en Libero, 21-03-2001, p. 11.
5 35
El caso norteamericano: una encuesta política

El profesor Stephen Baskerville, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Harvard,


Washington D.C., observa que en la legislación actual del divorcio no fault (sin culpa), la mayor parte
de las rupturas matrimoniales se hacen por "incompatibilidad de caracteres". Las causas que pueden
5documentarse objetivamente -como abandono del domicilio conyugal, violencia o adulterio- se ven hoy
muy raramente16.
En todo esto, el "derecho" en el sentido tradicional tiene muy poco que ver. Hay 700.000 personas
al año que se encuentran divorciadas y ven disueltas sus familias sobre la base de consideraciones
puramente subjetivas, valorables mediante disciplinas no jurídicas y muchas veces muy discutibles,
10como la psicología. Como dice Foucault, hablando del derecho posmoderno, "Ya no hay investigación,
sino vigilancia y examen..." Este nuevo modo de juzgar "no se organiza ya en torno a las preguntas:
¿qué es lo que se ha hecho? ¿Quién lo ha hecho?, sino en tomo a lo que es o no es correcto, a lo que se
debe o no se debe hacer"17. El hecho relevante jurídicamente es sustituido por lo políticamente
correcto, que lleva a disolver el matrimonio si la mujer lo pide.
15 Además, no es nada tranquilizador el hecho de que al cónyuge que normalmente toma la iniciativa
de romper el matrimonio (aumentando así la facturación de la fábrica de matrimonios) -la madre- le
concedan a priori una especie de "premio de producción" de la institución divorcista que, precisamente,
le garantiza en la inmensa mayoría de los casos la custodia de los hijos. Baskerville subraya que las
diversas normas de la legislación familiar actual se aprueban, de vez en cuando, no como consecuencia
20de un amplio debate público, sino principalmente por iniciativa y en beneficio de los profesionales del
divorcio, "grupos que no representan a la opinión pública -como ha escrito Melanie Phillips en The
Sex-Change Society- sino que tienen intereses muy precisos y concretos".
Me ha ocurrido a mí: en debates públicos, he señalado el especial interés que tienen los abogados
divorcistas -pero también otros muchos profesionales, como los asistentes sociales y la serie de
25diversos peritos- en alimentar la conflictividad familiar... y, de paso, sus ingresos. La respuesta de los
aludidos que estaban presentes en la sala fue que no son ellos los que provocan las separaciones y los
divorcios y que estos se multiplican por otras razones. Una verdad bastante parcial. En la ciencia
política es notorio y está bien observado -como dice muy bien Baskerville- que toda burocracia tiende a
perpetuar y aumentar los problemas a los que van ligados su existencia, sus ganancias y su poder.
30 Tanto es así, que no siempre son las madres las que toman la iniciativa en las separaciones: muchas
veces es la burocracia divorcista la que las empuja. En Italia, no son infrecuentes los casos como el que
se contaba, el pasado mes de febrero, en el Massachussetts News: a una mujer -Heidi Howard-, los
servicios sociales la pusieron en la disyuntiva de divorciarse de su marido o perder la custodia de los
niños. Y, sin embargo, el mismo departamento reconocía que ninguno de los dos progenitores había
35sido nunca violento. La señora Howard se negó y los asistentes sociales secuestraron a los niños y
trataron por todos los medios de quitarles la patria potestad a los padres. El periodista Nev Moore
cuenta que hay centenares de casos en los que la burocracia del divorcio le quita los hijos a la familia
legítima.
En Italia, donde las dos leyes del divorcio y del aborto forman ya parte de la mitología política
40dominante -y, por ello, es políticamente incorrecto hablar de los casos nefastos- también empiezan a
aflorar muchos de estos casos, que han sido denunciados por algún periódico. Pero cualquier denuncia,
aunque esté bien fundada, choca fatalmente con el centro de poder de la fábrica de divorcios. Es un
organismo poderoso, que llega hasta pedir a la madre que se divorcie y, si se niega, da a los niños en
adopción a otra familia sin que los padres hayan hecho nada especialmente malo, como no sea poner
16
S. Basquerville, The Politics of Family Breakdown. How no-fault Divorce Turns Fathers into Deadbeat Dads, en Family
Policy, vol. 15, n.° 1, enero-febrero, 2002, p. 5-7.
17
M. Foucault, La verità e le forme giuridiche, en Archivio Foucault, 2, dirigido por A. Dal Lago, Feltrinelli, Milán, 1997.
36
5
obstáculos a la "producción" de la fábrica de romper familias negándose a divorciarse. No hay
divorcio, tampoco hay niños. Ni siquiera para la madre, que es la beneficiaría habitual de la nefasta
empresa.
Los EE.UU. son los pioneros de la sociedad occidental y allí se ha visto cómo acabarán siendo las
5cosas, en el curso de pocos años, en Europa. Robert Page, presidente del Juzgado de Familia del
Tribunal Supremo de Nueva Jersey lo ha reconocido: un tribunal de familia es lo más poderoso del
poder judicial. "El poder de estos jueces es casi ilimitado". Y eso es así porque, contrariamente a los
principios generales del derecho, los juzgados de familia funcionan generalmente a puerta cerrada y
raramente hay audiencias. Este poder sin límites es algo donde se entrelazan muchos intereses
10materiales: los de los jueces y sus carreras y los de la serie de profesionales que intervienen en la
empresa de los divorcios, que son frecuentemente interdependientes. Según recuerda el politólogo
Baskerville, el mismo juez Page exhorta a aumentar la "cifra de negocios" de los juzgados de familia:
"Si el tribunal hace un buen trabajo, habrá todavía más personas interesadas en recurrir a él". En este
caso, el "buen trabajo" es hacer crecer el número de padres que han decidido "cargarse" la familia,
15dándoles así satisfacción.
La política de marketing de los tribunales que se ocupan de divorcios y custodia de niños ha
funcionado estupendamente hasta ahora. En los EE.UU., más de 1,1 millones de parejas se divorcian
cada año y la mayoría tienen niños. Al mismo tiempo, el país tiene que afrontar una cifra récord de
nacimientos de madres solteras: sólo en 1999, 1,3 millones de niños, casi un tercio de todos los nacidos
20en los EE.UU.
Varias décadas de política de "paternidad de usar y tirar", definida orgullosamente como
"disposable fatherhood policies", han dejado a centenares de millares de mujeres y niños más pobres y
más en precario de lo que habían estado nunca antes.
Sin embargo y para que los negocios de la fábrica de divorcios vayan viento en popa, hay una
25condición absolutamente necesaria: echar al padre de la familia. En realidad, sin esta "expulsión" del
padre, todo el proceso que sigue (divorcio, custodia de los hijos, eventuales malos tratos en la familia
de facto, maestros de apoyo, incluso la delincuencia juvenil) ni siquiera se inicia y la familia permanece
unida.
Y, para eso, los jueces de familia imparten a sus funcionarios las enseñanzas oportunas. Ya hemos
30hablado de lo que recomendaba el juez Richard Russell al personal que formaba: "Echarlo a la calle y
tirarle su ropa por la ventana".

El padre fuera de la ley

Una vez fuera de casa, el padre es un proscrito en potencia. En los EE.UU. se le puede detener por
encontrarse con sus hijos (sin autorización) en un lugar público -como el zoológico o la iglesia- o por
35haberles telefoneado cuando no estaba previsto, o por enviarles postales. Los padres que han caído en
los engranajes de la fábrica de divorcios pueden ser sometidos a todo tipo de investigaciones y
preguntas, como cualquier malhechor. Sus cartas personales, sus documentos financieros y sus casas
tienen que estar disponibles a cualquier encuesta. Sus hijos pueden ser usados como informadores y sus
costumbres están sometidas al análisis del juzgado. En Virginia, a un padre le redujeron los días de
40visita a los hijos porque un juez decidió que el partido de futbol era una actividad dominical más
importante que la misa, a donde les llevaba. Otro, en Tennessee, estuvo unos días en la cárcel porque
había osado cortarle el pelo a su hijo sin autorización. Jed H. Abraham, agregado de un juzgado,
describe que hay padres -que no están acusados de ningún delito en especial- que tienen que someterse
a la prueba del plethysmographs; durante ésta, se les coloca una venda electrónica en el pene mientras
45le obligan a ver una película pornográfica en la que salen niños; sus posibles reacciones sexuales se
37
registran automáticamente. El objeto es demostrar que estos padres, que no están acusados de abusos,
son expulsados de su casa porque, en potencia, podrían cometerlos. A la luz de la psicología clínica, la
utilización de un posible abuso eventual como apoyo de la demanda de divorcio es un contrasentido
absoluto; está abundantemente demostrado que los casos de abuso son mucho más numerosos en las
5familias rotas -después de decretarse el divorcio- que en las familias íntegras.
Pero el instrumento principal del ataque a los padres lanzado por esta máquina judicial -que cuesta
muchos miles de millones de dólares- son las demandas económicas para los hijos. En el número de
invierno del 2002 del Journal of the Howard Center for Family, Religion and Society, Bryce
Christensen explica cómo funciona el nexo entre la política "antipadre" de ayuda a los niños y la
10erosión del vínculo conyugal. Según Christensen, se está produciendo una escalada de medios de
control e intervención en la vida de los padres para ver la posibilidad de posteriores desembolsos en
favor de la familia de la que los han echado, empleando investigadores, declaraciones de terceros y
delaciones que ya han violado ampliamente los derechos constitucionales de los padres, que ya estaban
muy disminuidos.
15 Las investigaciones hecha por Braver y otros, definidas por el Front Paga Magazine como "el
trabajo de ciencias sociales más importante de la década", demuestran que las estimaciones hechas
sobre lo que gana el padre y las necesidades de los hijos no tienen nunca en cuenta la situación real y se
realizan exclusivamente sobre estadísticas. Y las demandas para los niños atienden menos a las
necesidades de éstos que a presiones de grupos económicos (fabricantes de bienes de consumo,
20gimnasios y todo tipo de escuelas privadas, organizaciones lúdicas de ocio y tiempo libre). También en
esto, cuanto más onerosas son las contribuciones impuestas a los padres, mayor es el poder económico
de los tribunales y el de sus presidentes y jueces. La caja federal recibe el 6 al 10% de los fondos
obtenidos de los padres y es un incentivo más para los jueces para aumentar todo lo posible los
desembolsos paternos: cuanto más paguen, más dinero habrá en la caja de la fábrica de divorcios.
25Además, están los intereses de las agencias estatales dedicadas a programas de asistencia a los hijos y a
las mujeres divorciadas, a cuyas cajas van a parar los cheques que entrega el padre para el
mantenimiento de los hijos. Esta enorme burocracia, que vive sólo de la ruptura de las familias, hace
que la madre sólo disfrute de una pequeña parte de los capitales "extraídos" y gestionados por la
fábrica de divorcios. Ocurre demasiadas veces que, después que las agencias se reembolsan las buenas
30comidas y los pagos del personal y de los asesores, a la madre divorciada le queda una suma muy
modesta.
Para romper los mecanismos -también económicamente perversos- de la fábrica de divorcios, los
economistas Margaret Brining y Douglas Alien han hecho un estudio en el 2000 en el que han
analizado 46.000 casos de niños dados en custodia tras el divorcio, llegando a la conclusión de que es
35necesario desterrar la regla de "quien gana, se lleva todo" (que suele ser la madre): hijos y cheques.
Esto no ha hecho más que multiplicar los divorcios y aumentar el número de hijos sin padre. En
resumen, hay que abandonar la custodia unilateral de los hijos a un solo cónyuge: la paternidad debe
seguir siendo para ambos. Según un informe de la Oficina del Censo de los EE.UU. de octubre de
2000, en realidad, cuando el padre que no tiene la custodia de los hijos tiene, a pesar de todo, la
40posibilidad de visitarlos y de estar con ellos, el cumplimiento de las pensiones de mantenimiento
aumenta en un 73%. Aunque a veces sea complicado desde el punto de vista geográfico (sobre todo en
EE.UU.), la custodia compartida proporciona a los hijos, además de un mayor acceso a los dos
progenitores, un apoyo financiero y emotivo mayor del que hay cuando la custodia la tiene solo la
madre.
45 En resumen, el "caso americano" demuestra que hay que cambiar de rumbo. Esto es ya tan evidente
que, en el día del padre del 2002, la investigadora feminista Wendy McElroy18 ha dedicado la jornada
18
Autora de Liberty For Women, Freedom and Feminism in the Twenty-first Century;
http://www.independent.org/tii/catalog/cat_LFW.html.
38
al tema "Justicia para el padre", recordando que en los tribunales de familia, "los hombres son
criminalizados de tal forma que hasta el Tribunal Supremo de Georgia se ha dado cuenta hace poco de
que su "Guía" (con instrucciones a los niños de matrimonios separados sobre cómo relacionarse con su
padre) era totalmente inconstitucional".
5 Hoy se empieza a caer en cuenta de lo necesario que es que el padre vuelva a la casa.

Italia: anacronismos y confusión sobre los hombros de los niños

Sin embargo, no faltan -y precisamente en Italia- "retornos" improvisados y anacrónicos a la


política de padres disposable (de usar y tirar), que había caracterizado los años 70 y 80, la época del
hedonismo y la irresponsabilidad occidentales.
10 Por ejemplo, durante la discusión del proyecto de ley relativo a la custodia compartida, el
10/7/2002 en el Parlamento italiano, parece ser que el portavoz de los demócratas de izquierda, Franco
Grillini, había declarado, según las primeras reseñas, que "para los hijos, crecer con uno solo o con
ambos progenitores sería prácticamente indiferente". Después de cincuenta años de "degollación de los
inocentes", documentada por innumerables estudios, no está mal. Esperemos que las reseñas de la
15Cámara de Diputados estén equivocadas.
Pero también los tribunales italianos, por incompetencia o mala información psicológica, juguetean
aún con la vieja fantasía post-1968 de la familia "monoparental". A veces, con motivaciones que serían
ridículas si no tuviesen consecuencias trágicas.
Así, en su número del 11 de diciembre de 2001, Il Tempo de Roma informaba de que un juez de
20familia y derechos de la personalidad del Tribunal de Roma había reducido las visitas a un padre
romano que, tras separarse de su mujer, se había dirigido al tribunal para conseguir la custodia "alterna"
o "conjunta" de sus dos niñas. En 1996, cuando la pareja obtuvo una primera separación consensuada,
las niñas -de seis y siete años- fueron confiadas a la madre, pero el juez había otorgado al padre un
amplio derecho de visitar a las hijas. Pero, al llegar el proceso de divorcio, los jueces reiteraron que "no
25había razón para no confiar las niñas a la madre"; pero, con gran sorpresa suya, el padre vio cómo le
recortaban sus horarios y días de visita. ¿Cómo justificaban los jueces esta reducción? En la sentencia
se lee: "Se modifica la modalidad (de las visitas) con respecto a la establecida cuando se hizo la
separación, debido a la edad más madura, de las menores". Es decir que, en esencia, los jueces
decidieron que el padre tenía que ver menos a sus hijas porque, si un niño es más "maduro", necesita
30menos al padre"19.
Por consiguiente, para que el "ausente inaceptable" vuelva a estar presente, jueces y legisladores
tendrán que hacer un esfuerzo de humildad y estudiar la catástrofe que han provocado en todo el
mundo occidental treinta años de política de "paternidad eliminable". Y también poner manos a la obra
para demoler el gran centro de poder y de negocios al que se debe la expulsión del padre de la casa: la
35fábrica de divorcios.

19
"Por disposición del Tribunal de Roma, pues, aquel padre que para proteger a las hijas prefiera permanecer en el
anonimato, pero sin ocultar la historia, podrá ver a las pequeñas -como dispone la sentencia- una tarde a la semana; un fin
de semana alterno, desde las 16 horas del sábado hasta las 20 del domingo; veinte días durante el período de verano; diez
días en las vacaciones de Navidad; cuatro días en las vacaciones de Pascua. Ni un sólo día más." Il Tempo de Roma, citado
5en el texto.
39
APÉNDICE AL CAPÍTULO IV
Breve "estupidario" divorcista

La cultura paterna, basada en la responsabilidad individual, se ha liquidado también por la difusión


de lo contrario: la falta de responsabilidad colectiva. Que tiene como principal instrumento mediático la
5multiplicación del "lugar común", del chismorreo difuso, tanto más indiscutible cuanto más difundido.
Y no demostrable precisamente por ser "común", difundido entre la sociedad sin que nadie se haya
tomado la molestia de decir: "Así es y aquí están las pruebas".
Para contribuir a una puesta al día de una cultura paterna, presentamos aquí un pequeño
"estupidario" divorcista, una colección de los lugares comunes más divulgados para afirmar la cultura
10del divorcio y sus ventajas. Acompañándola con la indicación de los estudios, todos americanos,
hechos sobre muestras muy amplias que los contradicen20.

1er lugar común: '''Una buena forma de reducir el peligro de divorcio es la convivencia
prematrimonial".

15 Ha quedado ampliamente demostrado que quienes conviven antes del matrimonio corren mucho
más riesgo de divorciarse después. Está bastante claro que la convivencia por sí misma genera en las
personas convicciones y actitudes que llevan al divorcio más fácilmente. Empezando por la convicción
de que la relación es una experiencia temporal y, por lo tanto, destinada a terminar. Eso disminuye
mucho la determinación y la capacidad de luchar porque siga21. Además, desde el punto de vista
20simbólico, toda la antropología cultural demuestra que cualquier formulismo ritual del compromiso
adquirido, reconocido por la sociedad, refuerza la capacidad de mantenerlo en el individuo y en los
grupos.

2° lugar común: "Cuando en determinados momentos del matrimonio hay mucha infelicidad, es
conveniente concluirlo con un divorcio".
25
Unos estudios recientes de una encuesta nacional muy amplia ha dado como resultado que el
1,86% de las personas que estaban infelizmente casadas en los años 1980 y que han seguido juntas, al
ser entrevistadas cinco años después, han declarado que eran mucho más felices. Las tres quintas partes
de las parejas que se habían declarado infelices han calificado sus matrimonios como "muy felices" o
30"bastante felices"22.

3er lugar común: "El divorcio vale para adquirir experiencia. De los fracasos se aprende y los
segundos matrimonios suelen resultar mejor que los primeros".

En realidad, el porcentaje de divorcio en los segundos matrimonios, es mayor que en los


35primeros23.

20
Nos ha sido utilísimo para estas páginas el trabajo de David Popenoe, profesor de sociología de la universidad de Rutgers,
New Brunswick, Nueva Jersey, en la que es codirector del Proyecto Nacional de Matrimonio. A Popenoe debo por
completo, entre otras cosas, la valiosa bibliografía presentada en este apéndice. En mayo de 2002, se ha publicado material
más amplio, también de Popenoe, en la página web http://www.mensnewsdaily.com/stories/po-penoe050802.htm
521 Alfred De Maris y K. Vaninadha Rao, Premarital Cohabitation and Marital Instability in the United States: A
Reassessment, en Journal of Marriage and the Family 54 (1992), p. 178-190; Pamela J. Smock, Cohabitation in the United
States, en Annual Review of Sociology 26, 2000.
22
Linda J. Waite, cit. en The Case for Marriage, de Linda J. Waite y Maggie Gallagher, Doublelay, Nueva York 2000.
40
10
4° lugar común: "El divorcio puede provocar problemas para los niños implicados. Pero no duran
mucho y los niños se recuperan rápidamente".

El divorcio aumenta el peligro de problemas interpersonales en los niños. Resulta muy claro, tanto
5en los pequeños estudios de tipo cualitativo como en investigaciones cuantitativas a gran escala y de
larga duración, que muchos de estos problemas duran mucho tiempo24.

5° lugar común: "Cuando los padres no se llevan bien, es mejor para los niños que se divorcien a que
sigan juntos".

10 Según un estudio reciente, a gran escala y a largo plazo, las cosas no son así. El estudio confirma
que la infelicidad y las peleas conyugales tienen un efecto gravoso y negativo prácticamente en todos
los aspectos del bienestar de los niños. Pero lo mismo ocurre con el divorcio. Estudiando más de cerca
los efectos negativos del divorcio, el estudio ha descubierto que sólo el niño que vive en familias muy
conflictivas puede beneficiarse de la supresión del conflicto que puede ofrecer el divorcio. Pero, según
15este estudio, en dos tercios de los matrimonios que terminan en divorcio el nivel de conflicto es medio-
bajo. Así pues, según los resultados del estudio, en la gran mayoría de los casos sería mejor que los
padres, en vez de divorciarse, continuasen juntos y afrontaran sus problemas25.

6° lugar común: ''Los niños que crecen en familias rotas por el divorcio tienen el mismo éxito en sus
matrimonios que los que han crecido en familias unidas. Porque son más cautos a la hora de entablar
20relaciones matrimoniales y también porque están firmemente decididos a evitar la posibilidad del
divorcio".

Los matrimonios de hijos divorciados, en realidad, tienen un porcentaje de divorcio mucho mayor
que los de familias unidas. Una de las principales razones de esto, según un estudio reciente, es que los
25niños aprenden a mantener el vínculo conyugal y a seguir en él a través de la observación e imitación
de sus padres. En los hijos de divorciados, la capacidad de mantener un matrimonio durante toda la
vida está disminuida26.

23
Joshua R. Goldstein, The Leveling of Divorce in the United States, en Demography 36, 1999, p. 409-414; A. Cherlin,
Marriage, Divorce, Remarriage, Harvard University Press, Cambridge (MA), 1992.
24
J. Wallerstein, J. M. Lewis, S. Blakeslee, The Unexpected Legacy of Divorce, Hyperion, Nueva York, 2000; A. J. Cherlin,
P. Lindsay, Chase-Landsdale y C. McRae, Effects of Parental Divorce on Mental Health Throughout the Life Course, en
5American Sociological Review 63, 1998, p. 239-249; P. R. Amato y A. Booth, A Generation at Risk, Harvard University
Press, Cambridge (MA), 1997.
25
P. R. Amato y A. Booth, A Generation at Risk, Harvard University Press, Cambridge (MA), 1997.
26
P. R. Amato, What Children Learn From Divorce, en Population Today, Population Reference Bureau, Washington
(DC), enero 2001; Nicholas H. Wolfinger, Beyond the Intergenerational Transmission of Divorce, en Journal of Family
10Issues 21-8, 2000, p. 1061-1086.
41
V.
PATOLOGÍA DE LA SOCIEDAD SIN PADRE

¿Qué fisonomía asumen la sociedad (la personalidad colectiva) y el individuo (la personalidad
subjetiva), en tiempos de lucha contra el padre (o Revuelta contra el padre, como lo llamaba ya en
51968 Gérard Mendel)1.
Anticipamos enseguida alguna conclusión.
Desde el punto de vista económico, se trata de una sociedad pobre. La Ohio Psychological
Association afirma que las cuestiones que se refieren a la custodia y manutención de los niños de
divorciados provocan una pérdida de productividad superior a la que se deriva de los problemas de
10alcoholismo y drogadicción conjuntamente.
Pero, sobre todo, la sociedad sin padres es patológica en alto grado.
Todos los estudios hechos en esta materia han demostrado que los niños que crecen sin padre
tienen una vida mucho más difícil que los niños que tienen en casa a los dos padres.
Damos aquí algunos datos de los Institutos de Estadística americanos: el 90% de todos los
15homeless, personas sin techo, y de los hijos escapados de casa, no tenían padre en la familia. El 70% de
los jóvenes delincuentes recluidos en instituciones del estado, procedían de familias donde faltaba el
padre2. El 85% de los jóvenes que están en la cárcel han crecido sin padres. El 63 % de los jóvenes que
se suicidan son hijos de padres ausentes.
Para comprender mejor cómo se configura la patología de la "sociedad sin padres", recordemos
20brevemente lo dicho en el capítulo II, cuando hemos identificado la "huella del padre" con la capacidad
para sobrellevar el dolor y las pérdidas que inflige la vida inexorablemente, para poder seguir su
recorrido. Pues bien, la "sociedad sin padres", donde la fábrica de divorcios reduce con frecuencia al
padre a individuo sin techo, homeless, marginado, apartado, es un conjunto de personas incapaces de
soportar las heridas de la vida3.

25Una sociedad que no sabe perder

Los ciudadanos de la "sociedad sin padre" ven la pérdida como una afrenta personal, más que como
una prueba de la existencia, ligada también al destino espiritual del individuo. De estas "pérdidas",
incomprensibles e inaceptables, también forma parte el sacrificio de tener que reconocer el principio de
autoridad, descartado junto a la figura paterna. Si ya no es necesario obedecer al padre, ¿por qué
30obedecer al guardia, al cobrador o a cualquiera que quiera someter a una norma?
Los ejemplos de esta debilidad y cansancio para afrontar la vida y sus pruebas son innumerables.
Hemos condensado muchas y las completaremos con estadísticas, posiblemente aburridas de leer, pero
elocuentes. Por otra parte, el lector puede asociar las situaciones descritas aquí con crónicas de sucesos
(todos recordamos alguna), que ilustran este cuadro general con casos aislados. De los suicidios "por
35protesta" contra un molesto compromiso o la fallida compra de la moto, a la enorme dificultad
provocada por cada separación, comprendida la salida de la casa de la familia de origen, de la que al
joven le cuesta cada vez más alejarse, para afrontar fatigosamente su propio futuro personal.

1
G. Mendel, La révolte contre le père, Payot, París, 1968.
2
D. Thompson, What to Help Children? Stay Married, en American Coalition Fathers & Children, CNSNews.com
Commentary, 22 de marzo de 2002.
3
"Conjunto", porque no siempre llega al nivel de cohesión de una "sociedad" y jamás tiene la vinculación ideal propia de
5una "comunidad".
42
El "sacrificio", entendido no tanto como sacralización, sacrum facere, sino simplemente como
renuncia necesaria para conseguir algo mediante una inversión en el propio futuro, parece cada vez más
doloroso e imposible de soportar. Ante todo, la ideología de la vida como espectáculo, donde el éxito
premia la exhibición narcisista y no el sacrificio, priva de todo prestigio social a la experiencia de la
5privación encaminada a un crecimiento futuro.
Una encuesta reciente del CNR (Consiglio Nazionale delle Ricerche o Consejo Nacional de
Investigaciones) sobre adolescentes confirma que hoy carecen de la autoestima necesaria para afrontar
la vida4. La psicóloga Patrizia Vermigli, directora de este trabajo, subraya la relación entre la falta de
autoestima y la difuminación de la figura paterna y afirma: "En este reciente estudio hemos observado
10que el padre es la figura más importante para el adolescente. Él es fundamental cuando se trata de
hacerse sociable o de lanzarse a situaciones nuevas, el que ayuda al muchacho a salir del nido y a
hacerse más autónomo, confiando únicamente en sus propias fuerzas. La madre, por el contrario, lo
quiere tener junto a ella, tiene más dificultad para dejar que se aleje. Esta es una actitud que frena la
maduración del adolescente y que puede provocar también un bajo nivel de amor propio y dificultades
15para entablar amistad con sus coetáneos".
Pero el perjuicio de la ausencia del padre es aún más grave. Efectivamente, la autoestima (la
experiencia clínica lo demuestra a diario) refuerza el impulso vital y el propio instinto de conservación.
Cuanto más convencido está un individuo de su propia valía, más fuerte es su relación con la vida y
viceversa. Por esto, los hijos sin padres, heridos en su propia autoestima, encabezan las estadísticas de
20suicidios: 75%.5
Someterse a la norma, soportar la confrontación con la realidad, se vuelve dificilísimo sin un padre
que ayude a encajarse en la sociedad.
Los conceptos básicos de la ética, indispensable para desarrollar la voluntad, se desactivan por
completo con la ideología del "padre eliminable". De esta forma, el "deber" se considera casi como un
25"taco" o palabra malsonante, como todo lo que está vagamente vinculado con lo paterno. Por su parte,
el "derecho" pierde su lado incómodo, el relativo a lo que debemos a los demás, para convertirse
exclusivamente en adquisitivo: lo que los demás nos deben.
Este es el escenario psicológico, simbólico y moral que produce la expulsión del padre en la
conciencia colectiva dominante. Esto no debe asombrar. Según el psicoanálisis clásico, el derecho, en
30la mentalidad colectiva, lo mismo que la "verdadera racionalidad, que revela una firmeza siempre igual
y moderada por el amor" (Mendel), son atributos unidos a la imagen simbólica, pero también física, del
padre. Mientras que la simbiosis de fusión, que precede necesariamente a toda norma y a todo derecho,
permite iniciar con la madre la relación con la vida. Esto hace que para la psiquis, como sigue
observando Mendel: "Omnipotencia y arbitrio… se viven siempre... inconscientemente, como
35provocados por la mala madre"6, una figura interior del niño que predomina en su mente cuando no
existe una figura paterna capaz de contenerla.
Conviene recordar que esta "mala madre" interior puede que no tenga nada que ver con la madre
real, que suele ser estupenda y estar animada de las mejores intenciones. La "bruja" mala, como hasta
los cuentos enseñan, aparece cuando falta la figura del padre o se la margina, privada de voluntad

4
Cita de Giornale di Brescia, Brescia, 2 de noviembre de 2001, p. 26.
5
E. Ishtain, The Christian Century, 1993. Los fatherless (sin padre) encabezan también, con márgenes menores, las
estadísticas de intentos de suicidio. "El adolescente que intenta el suicidio en unas condiciones sociales, raciales y de poder
adquisitivo parecidas a las de los que no lo intentan, suele tener un contacto mínimo o nulo con su padre.", Study of 752
5families by New York Psychiatric Institute, Hewlett ed.
6
Encarnación en imagen de la agresividad arcaica del niño, total e indiferenciada, y todavía más angustiosa por el peligro
que conlleva de destrucción del objeto y del sujeto.", G. Mendel, ibid.
43
autónoma y poder para influir sobre la realidad. Esta situación activa en la mente del niño la figura de
la "madre mala", con las característica que ya hemos explicado y las consecuencias que veremos7.
Es, por ejemplo, la fuerza psicológica representada por Tiamat, la diosa de los orígenes, en los
mitos babilónicos de la creación8. Tiamat no duda en desencadenar el caos, mediante una guerra entre
5los dioses y contra su propio hijo Marduk, con tal de no renunciar a su propio poder sin reglas.
Al hijo y la hija alejados del padre de este modo se les separa de la fuerza arquetípica del Padre,
que organiza la materia y el cuerpo, imponiendo en ellos una perspectiva de desarrollo, una dirección,
realizada incluso mediante la aceptación del sacrificio de la autodisciplina. Privados de esta fuerza,
indispensable para progresar en la vida, los hijos se vengan, inconscientemente, proyectando en la
10sociedad la imagen de la "madre negativa" (vista como prepotente y mala), que ha provocado su
separación del padre.

Las venganzas contra la sociedad sin padres

Un ejemplo interesante de esta proyección de la autodestrucción, omnipotente en la sociedad, lo


encontramos en la película de Marco Bellocchio Marcha triunfal. En él, un recluta inteligente se ve
15liberado de su depresión y su convicción de falta de sentido del servicio militar, por la poco ortodoxa
intervención del jefe del cuartel que, para inducirlo a conducirse como un adulto, le obliga a pegarse
con él. Recuperadas la autoestima y la capacidad de influir en el ambiente, el soldado acabará por decir
a la mujer del oficial que ha encontrado "un padre" en el capitán. Sin embargo, Bellocchio pretendía
hacer una película antimilitarista, como subraya al presentar el guión y añade: "Se dice: si en el Ejército
20no hay disciplina, el ejército no puede subsistir, muere. Pues muy bien, que muera". Éste es su objetivo
al filmar la película. En realidad, también se hace naufragar esta figura de padre (cuya joven mujer no
quiere hijos) en la patología de la vida diaria y termina asesinada por un soldado "rebelde"9.
Como siempre sucede en la neurosis individual o colectiva, quien inconscientemente se percibe y
se comporta como un niño omnipotente y malcriado, proyecta estas características sobre las figuras de
25autoridad que le rodean. Así pues, esta sociedad, precisamente porque es permisiva y devalúa el
significado constructivo de la experiencia de la pérdida (y de la autoridad paterna que le transmite el
saber), la ve el subconsciente colectivo como "un padre perverso" que quiere castigar, explotar y poseer
a los hijos. De aquí también las periódicas explosiones de violencia patológica, de las que el terrorismo
es hoy la más llamativa.
30 El escenario psicológicamente inseguro producido por un modelo cultural que ha suprimido el
sentido de la figura paterna, hace que el yo individual, la conciencia de cada uno, vea con terror
cualquier prueba de la vida, frente a la cual se siente completamente incapacitado, inadaptado.
Inconscientemente, el individuo se da cuenta perfectamente de que el evitar las pruebas y alejar las
pérdidas, como le ha permitido hacer la sociedad sin padres, le ha hecho débil e inseguro, lleno de
35pretensiones que no es capaz de satisfacer o de mantener. Esto le hace vivir en una situación de
malestar y neurosis, cuyas características trataremos aquí de comprender mejor.

7
En la psicología de Jung, estos mismos peligrosos valores que atribuye el psicoanálisis a lo materno negativo
-omnipotencia y arbitrariedad- se consideran características del arquetipo de la Gran Madre, conjunto de fuerzas psíquicas
presentes desde siempre en el subconsciente colectivo, precisamente cuando no se le contiene y equilibra por una fuerza
masculina-paterna igualmente fuerte. "El principio materno no es el caos... pero sí puede llamarse caos a la situación que se
5produce por la pérdida del padre, que comporta la pérdida de una perspectiva que organice el desarrollo.", H. K. Fierz,
Junghian Psychiatry, Daimon Verlag, Einsiedeln, 1991.
8
C. Risé, Dei in guerra, en Psicanalisi della guerra. Individui, culture e nazioni in cerca di identità, Red, Como, 1997.
9
Ver el guión de M. Bellocchio, Marcia trionfale, Einaudi, Turín, 1976.
44
10
Los rasgos principales de este malestar psicológico en que se encuentra la sociedad occidental "sin
padre", ya los han explicado bien muchos estudiosos y psicólogos, entre ellos Gérard Mendel, que se
explica a este respecto con gran claridad.

La regresión de la personalidad a niveles infantiles

5 Según Mendel (intérprete eficaz del filón de pensamiento que va de Freud a Lacan), "el hombre, tal
como lo conocemos, no puede evitar el aceptarse como "hijo del padre", antes de afrontar a este padre
para identificarse con él, asumir su herencia y seguir adelante, en un devenir humano jamás perfecto...
Si falta esta confrontación, agresiva pero moderada por el amor, no hay más salida... que la violencia
ciega, el suicidio individual o colectivo o la psicosis"10.
10 Con respecto a esto, ya hemos dado algunos datos sobre las manifestaciones de suicidio. Pero en
Occidente, antes del suicidio, es evidente la pérdida de vitalidad del ser humano. A nivel profundo, lo
demuestran los materiales del subconsciente: sueños, fantasías, producciones creativas. Hoy, estas
"producciones culturales", importantísimas para establecer el estado de salud de una civilización, son
débiles y poco vitales: pensemos en el aburrimiento de los escritores minimalistas, pulp, en los
15exangües movimientos literarios "fabricados" por los editores. Sin embargo, esta caída de vitalidad
también está documentada objetivamente por una serie de fenómenos sociales y clínicos. Por ejemplo,
el continuo alargamiento de la edad en que se sale de la casa de los padres, la pérdida de relación con
los sentimientos y las pasiones (sustituidas por "modelos" mediáticos fabricados), la multiplicación de
las fobias de todas clases, el mismo aumento de la esterilidad, que no es más que la somatización del
20miedo a reproducirse: casi el 40% de los varones occidentales ya no es capaz de fecundar.
Todos estos fenómenos demuestran la progresiva "pasividad" del estilo de vida en Occidente. Es
una consecuencia de su transferencia gradual bajo la guía del principio femenino-materno de la
satisfacción de la necesidad, que destierra a la zona de lo "políticamente incorrecto" y, por lo tanto, de
la transgresión, el principio paternal y varonil de la acción.
25 Este escenario psicológico, infantil, pasivo, de poca iniciativa y gran dependencia, es precisamente
el resultado de la demolición de la función paterna. Cuya misión era, precisamente, la de guiar a los
hijos mediante el trabajo, tantas veces explicado, de organización y orientación de las energías, al nivel
más pleno del desarrollo psicológico, capaz de una relación creativa con el mundo exterior,
característica de la personalidad adulta11 propiamente dicha.

30La mente adulta, el padre y el regalo

El padre personifica e impulsa el estado psicológico adulto en la mente de los hijos. Como ya
hemos visto, no sólo como testigo de la herida necesaria. Sino también como representante del regalo
que va más allá de lo personal, sin utilidad para el ego, que permite el desarrollo de la existencia y de
las relaciones (en un nivel más profundo, en realidad, la herida y el regalo van unidos
35indisolublemente. Como demuestra Cristo, es el hombre herido el que puede dar. El don baja de la
Cruz).
La figura paterna representa el don, tanto al dar la vida con el semen como en el dar de su vida
diaria, de trabajo y de cansancio, para la subsistencia de la familia y de la prole. Es a través de este
comportamiento activo, de darse a sí mismo, como el padre lleva a los hijos a su pleno desarrollo
40psicológico. Una actitud física y afectiva, pero también espiritual, que permite al sujeto encontrarse,
10
Mendel, ob. cit.
11
Nivel que Freud llama "genital".
45
penetrar y, de este modo, acoger debidamente al otro. Para la mente adulta esta conexión tiene la
finalidad de hacer que la vida siga, más allá y después de la del padre, que se consagra de alguna
manera a esta continuación y renovación.
Desde el punto de vista religioso, el arzobispo de Milán, Dionisio Tettamanzi, explica esta
5situación de plena realización de la mente humana como "la posibilidad concreta de vivir como
"personas", es decir, como un "yo" abierto al "tu" en la relación con los demás. Más concretamente,
esta conexión es un dato esencial y estructural de la propia persona, que se define, precisamente, como
vivir "con" los demás y "para" los demás. De esta forma, la comunión y la entrega son los valores y las
exigencias fundamentales del hombre"12.
10 Sin embargo, en el desarrollo de la mente humana, llegar a este nivel de pleno desarrollo
psicológico y afectivo, como hemos visto, es mucho más fácil si el padre está presente entre las paredes
de casa. Tanto como figura personal como en el plano de autoridad paterna, cuya importancia se
reconozca socialmente.
Cuando, por el contrario, como viene ocurriendo en la sociedad occidental postmoderna, se
15"aparta" al padre física y simbólicamente, sólo fatigosa y episódicamente se alcanza el pleno desarrollo
de la personalidad y el individuo no consigue despegarse jamás de los niveles psicológicos anteriores,
experimentados durante la infancia13.
Se trata de esos estados psicológicos que el psicoanálisis clásico hace coincidir con el estado
calificado "de perversión", en cuanto que sigue dirigido a la satisfacción de los impulsos vinculados a
20la búsqueda del placer de la primerísima infancia, incapaz de una auténtica relación ni de entregarse al
otro. El primer nivel impulsivo del que es presa el individuo en el transcurso de la vida es, como se
sabe, el "oral", en el cual el sujeto vive la relación con el mundo a través de su ingestión o
incorporación, para llenarse de él, como hace el niño durante la fase de mamar y la lactancia.

La perversión "devoradora" en la sociedad sin padre

25 En la fase "oral", se conoce el mundo "comiéndoselo" y gozando de él, sometiéndose al principio


del placer, vivido en la modalidad "devoradora". He insistido en trabajos anteriores en las analogías
claras por demás entre la "sociedad de consumo" actual, que trata al individuo sobre todo como un
"consumidor" que se realiza atracándose de productos y disfrutando de bienes "fabricados" y la
actividad psicológica del arquetipo (anteriormente citado en el texto) de la Gran Madre14 en su aspecto
30devorador que tiende, precisamente, a mantener al individuo en una posición "oral", impidiéndole
evolucionar hasta niveles más desarrollados de la conciencia15. El poder de la Gran Madre se conserva
manteniendo al individuo en la dimensión infantil, de lo inmediato, y ahorrándole la experiencia de la
falta que, sin embargo, fortifica.
Uno de los efectos de la liquidación de la imago paterna, personal y colectiva, es, por lo tanto, el de
35retrotraerse al estadio oral, de la primerísima infancia, con sus connotaciones características. Por
ejemplo, la incapacidad de soportar la tensión de la espera y de la mediación (se vive entre la

12
Dionisio Tettamanzi, Famiglia, dove sei?, en Lettere Pastorali citadas.
13
El insigne profesor de genética Giuseppe Sermonti ha observado la sincronía entre las actuales manifestaciones
neotécnicas (de rejuvenecimiento de la especie) observadas en Occidente en los últimos decenios, y la ausencia de la figura
paterna. De G. Sermonti, director de la Rivista Italiana di Biologia/Biology Forum, citemos, por ejemplo: Dimenticare
5Darwin. Ombre sull'evoluzione, Rusconi, Milán, 1999.
14
En su aspecto negativo, ésta es una fuerza que actúa en la psiquis profunda, representada desde siempre en las imágenes
del subconsciente colectivo (mitos, leyendas producciones creativas), dispuesta a satisfacer enseguida las necesidades del
sujeto, debilitando así su capacidad de resistencia para poder poseerlo más.
15
Il maschio selvatico, Red, Como, 1991; Essere Uomini. La virilità in una società femminilizzata. Red, Como, 1999.
10 46
instantaneidad y la omnipotencia, características infantiles ambas); la manifestación ostentosa del
sentimiento, del que enseguida se hace espectáculo y se vuelve superficial; la imposibilidad de la
introspección (el tipo psicológico introvertido tiende a considerarse más bien "patológico" y se le mira
con hostilidad, precisamente porque se sustrae instintivamente a la exteriorización infantil
5predominante).
El carácter oral de este modelo social también se manifiesta en la tendencia a caer en
comportamientos literalmente devoradores, en los que las dificultades psicológico-afectivas que
provocan el no saber soportar la tensión (de la espera, de la privación), acaban compensándose
mediante la toma-ingestión de sustancias: comida, drogas, alcohol.
10 Los niveles de obesidad en el Occidente del padre "eliminable" (y eliminado), como se sabe, son
altísimos. Sólo en Italia, que no está en cabeza de la clasificación, hay cuatro millones de personas,
equivalentes al 9% de la población adulta; mientras que las personas con sobrepeso son más de 16
millones: el 36% de la población italiana come en exceso. También entre los niños es preocupante y
está creciendo continuamente el nivel de obesidad.
15 La relación entre estos comportamiento orales -que tratan de conseguir colmar un vacío más
profundo, sin conseguirlo, ingiriendo comida y otras sustancias- y la ausencia del padre, está
demostrada con datos elocuentes. En los EE.UU., el 35% de los niños sin padre ha consumido drogas,
frente al 18% de los que tienen al padre todavía en casa 16. Por lo que se refiere al tabaco, los
quinceañeros que crecen en casas sin padre tienen un 4,3% más probabilidades de fumar frente a los
20chicos que tienen al padre en casa17.
Pero la regresión a la fase oral no es la única a la que ha dado paso la revuelta contra el padre.

La perversión sádica en la sociedad sin padre

Mendel sostiene que la "regresión impuesta al niño contemporáneo por los conflictos del
subconsciente del alma colectiva" expresados a través de la revuelta contra el padre, se caracteriza,
25sobre todo, por el entretenimiento, la avaricia, la agresividad sádica, los comportamientos y fantasías
obsesivas18. Es difícil decir si es éste el trastorno psíquico predominante, teniendo también en cuenta el
clima de "oralidad" o voracidad que hemos visto que también tipifica la cultura occidental. Pero es
indudable, teniendo también en cuenta los resultados de las experiencias clínicas relativas a la difusión
de esta otra postura psicológica, identificada precisamente por el psicoanálisis y generalmente
30acompañada de estos síntomas. Prueba de ello es la multiplicación de las neurosis obsesivas, con su
acompañamiento de manifestaciones y temores fóbicos y las infinitas manifestaciones de sadismo,
dirigido hacia el propio sujeto (masoquismo) y hacia los demás. Se observan también connotaciones
fuertemente sádicas en los comportamientos de expulsión del padre de la familia y de la sociedad, así
como en los de violencia sobre niños y mujeres, que han llegado a niveles impensables de ferocidad.
35 Los rasgos sádicos de la sociedad del pensamiento único antipaterno ya están siendo ilustrados
constantemente por la crónica de sucesos (aunque suele ser inconscientemente).
Por ejemplo, mientras escribo estas líneas el Corriere della Sera del 7-8-2002 se refiere a la
entrada en vigor de un banco de esperma on-line, dedicado específicamente a las lesbianas que desean
tener un hijo. "La "agencia", cuya página web es www.mannotincluded.com, es decir "hombre-no-
40incluido", está ya funcionando en Gran Bretaña y la intención de los fundadores es extenderse
enseguida por otras partes del mundo. Se permite a los clientes indicar sus preferencias relativas a
16
UCLA study, citado por Hewlett.
17
Stanton, Oci y Silva, 1994 Survey of 1037 15-years-olds.
18
Características todas que el psicoanálisis clásico definen el "estadio anal", sucesivo al "oral" ya explicado, y que, a su vez,
hay que abandonar para alcanzar la "posición genital".
5 47
grupo étnico, color de ojos, altura y peso del donante (que, de todas formas, permanece en el
anonimato)". Inseminación artificial, control de las características del nasciturus a través de las del
padre on-line, control artificial sobre un proceso natural como es el del nacimiento, apropiación final
del concebido por parte de una pareja que le priva de la figura del padre: son todas ellas
5manifestaciones características del mundo omnipotente, hipercontrolante y afectivamente sádico de la
neurosis obsesiva. Una forma patológica oprimida por un sentimiento hacia la naturaleza (y de Dios,
por encima de ella), de la que no nos fiamos, porque carece de la experiencia de confiárselo al padre,
buen guardián y creador afectuoso. Por otra parte, esta carencia, ha ido frecuentemente acompañada, en
el proceso de disolución de la familia, por la ausencia del cálido afecto de la madre "buena".
10 El sádico-obsesivo no confía en la naturaleza porque tiene miedo de que ponga en peligro su propio
poder, que desearía que fuera absoluto. "La naturaleza es mala -decía el marqués de Sade al imaginar
sus torturas-; por eso tenemos que ser peores que ella". Desde luego, la sociedad sin padre ha triunfado
en cuanto a ser peor que la naturaleza.
También ha sido peor que la naturaleza en aquel otro caso reciente, también inglés, de las dos
15mujeres, también lesbianas, sordas, que han tratado de hacerse fecundar un hijo que fuese sordo como
ellas. La perversión sádica, característica de la actual sociedad occidental carente del padre, no se
conforma con ejercitarse entre quienes ya la comparten, sino que quiere calar progresivamente en toda
la sociedad, arrastrando cruelmente en este drama a otros individuos (en este caso, a un niño todavía no
concebido).

20Hiperconformismo y agresividad sádica

Sigue formando parte de la neurosis obsesiva, ligada al lado sádico de la sociedad sin padre, su
tendencia a nivel colectivo a diversificarse esquizofrénicamente entre el hiperconformismo (sumisión
pasivo-masoquista) y la rebelión terrorista, con explosiones de violencia sádica. Por ejemplo, la
pasividad relativa -en cuanto a comentarios e iniciativas- frente a casos como los que se acaban de
25referir es, en realidad, un síntoma de sumisión conformista al modelo dominante.
¿Vivimos en una sociedad perversa que multiplica el trastorno? Pues aceptémoslo sin más: ésta
parece ser la reacción actual de la mayoría, en su componente pasivo-conformista.
Por otra parte, ya ha ocurrido muchas veces en nuestros días que un individuo haya entrado en una
escuela o en otro lugar público y haya matado, sin una finalidad determinada, a cuantas personas ha
30podido. Esta es la reacción rebelde-sádica a una situación que se ve como sofocante y carente de
sentido.
También la agresividad sádica del terrorismo está vinculada a la carencia de la figura paterna y a su
relación con el derecho, como demuestra la actualidad con una claridad incluso excesiva. Por ejemplo,
lo demuestran las fotográficas (ilustrativas del arquetipo de la Gran Madre) de las madres de los hijos
35kamikazes, que hacen ver con orgullo las imágenes de sus hijos homicidas, pidiendo más venganzas.
En esta visión, están totalmente ausentes la presencia -masculina- del derecho del estado y el respeto
hacia la persona inocente, asesinada e implicada casualmente en el atentado19.
Este cuadro confirma, una vez más, el análisis de Mendel: "Si no aparece una nueva
reglamentación de esta situación de tipo primitivo, el individuo corre el peligro de no poder elegir más
40que entre la sumisión total o la total agresividad".
La tercera posibilidad, es decir, la de una oposición constructiva, ha quedado eliminada, como
también se ha suprimido una de las etapas principales del desarrollo de la personalidad: la fase en que

19
A este respecto, son emblemáticas las fotos de las madres hechas por el fotógrafo Fernando García en Mio figlio
kamikaze, en Io Donna, suplemento del Corriere della Sera, 3-8-2002.
48
el joven se enfrenta con la prohibición, con la norma paterna. Es entonces cuando la nueva
personalidad se prepara para afrontar la edad adulta.
Se trata de una experiencia que abre al individuo dos salidas posibles. O hace propia la norma
paterna, a través de una reelaboración que deja de ser una adecuación conformista y pasiva, para ser
5una integración individual de un principio suprapersonal, por estar imbuido por el padre. O bien,
rechaza la norma propuesta por el padre, pero en una postura muy distinta del desesperado y sádico
nihilismo del destructor aleatorio, pero que tiene en sí la fuerza para llegar a ser un trabajo tenaz para
construir un mundo diferente con un estilo diferente. En cambio, la sociedad sin padres ha suprimido el
aprendizaje que, precisamente procede del padre, de cómo contener y transformar la agresividad en
10función de un proyecto, de una visión del mundo.
La agresividad no transformada se convierte entonces en un explosivo errático que sigue oscilando,
como hemos visto, entre la postura sádica y la masoquista.
Cuando prevalece la primera, el sadismo, con sus frecuentes connotaciones paranoicas, se desvía
hacia un chivo expiatorio: unos desdichados individuos o incluso un grupo (una raza, un partido
15político, una cultura).
Cuando, por el contrario, prevalece la connotación masoquista, se da el desarrollo de una
personalidad esencialmente pasiva, y el masoquismo se expresa como una tendencia a lo subalterno
acrítico hacia los demás. Esto puede manifestarse como pasotismo frente a los individuos, hacia los que
se instaura una relación de fuerte dependencia. Esta es la situación, por ejemplo, de un hombre
20totalmente dependiente de su mujer que, si es abandonado por ésta, la mata, pasando así de la
dependencia masoquista al otro extremo, el de la agresividad sádica. Pero la pasividad dependiente, con
fondo masoquista, puede también manifestarse ante formas sociales muy totalitarias, desde las
dictaduras tradicionales al actual "pensamiento único" del hedonismo consumista global20.
Los datos que proporcionan los estudios y las encuestas sobre los trastornos psicológicos de los
25hijos que han crecido con el padre ausente confirman estos análisis con exactitud.
Por el lado de las manifestaciones sádico-agresivas, los hijos crecidos sin padre tienen más del
doble de posibilidades de verse implicados en episodios de agresividad criminal. Según los datos
facilitados por el Ministerio de Justicia americano, el 72% de los adolescentes homicidas, el 60% de los
violadores y el 70% de los presos con largas condenas que cumplir, ha crecido en una casa sin padre21.
30Entre los jóvenes que tienen un comportamiento violento en la escuela, la situación familiar de
ausencia del padre está en proporción de 11 contra 122.
También por el lado de la pasividad masoquista, los hijos sin padre se ven implicados como
víctimas en episodios de abuso 40 veces más que los hijos que viven con su padre 23. Esto también es
consecuencia, como es natural, de la ausencia de la función de "custodio" que hemos visto (en el
35Capítulo II) como la función propia del padre. Pero también refleja profundamente la tendencia a
deslizarse hacia la pasividad en las relaciones con los demás, consecuencia de una baja autoestima y no
haber sido colocados "en su lugar en el mundo" por la figura del padre iniciador.
La ausencia del padre como figura normativa favorece un deslizamiento hacia el salirse de la regla
e introduce un elemento de indiferente pasividad que permite y precede con más facilidad al abuso. Por
20
Según Mendel "es esto, entre otras cosas (pero no lo único), lo que hace fácilmente comprensible la tendencia -que se
encuentra en la masa en casos de tensión excepcional- de confiar el poder a personalidades paranoicas. Al mismo tiempo
que la nostalgia del padre, el alma colectiva expresa así su propia imposibilidad de asumir su deseo y elige una postura que
equivale a la alianza con la imagen de la madre "mala" (representada por el dictador caótico y destructivo, es decir, contra el
5padre, G. Mendel, ob. cit.
21
Fuentes: Wisconsin Department of Health and Social Services, 1994; US Department of justice data, 1988; Hill y O'Neill,
Matlock in Adolescence, 1993. También hay que citar los trabajos de Siegman, 1966; Anderson, 1968; Kelly y Baer, 1969 y
en cuanto a datos de delincuencia de las hijas, Monahan, 1957; Toby, 1957.
22
Sheline, Skipper y Broadhead, American Journal of Public Health, 1994.
1023 Wilson y Daly, Child Abuse and Neglect; Biosocial Dimensions, 1987.
49
eso, en las jóvenes que acaban de dar a luz, el embarazo antes o fuera del matrimonio, junto con la
ausencia de los padres, son los indicadores más generales de futuros abusos hacia los niños 24. El 69%
de los niños víctimas de abusos sexuales procede de casas en que el padre biológico estaba ausente25.
Mientras escribimos estas líneas, los diarios aluden a la enésima chica víctima de este cuadro
5familiar y social26. "Vicenza. Quinceañera parisina obligada a la prostitución. La chica se había
escapado de casa en junio, después de discutir con la madre, separada, y después se había encaprichado
de un albanés, que la obligó a prostituirse. La policía ha detenido a tres hombres". Las historias de este
tipo ya ni siquiera son noticia. Incluso porque, tratándose de menores con la tutela confiada a las
madres, los periódicos no pueden echarle la culpa al "padre monstruo", como exigiría el estereotipo
10cultural predominante en los últimos treinta años.

La violencia soft

Ante tanta violencia y sufrimiento, es necesario, sin embargo, no callar tampoco (y hasta tratar de
comprender su sentido) un aspecto aparentemente paradójico: nuestra sociedad está marcada por la
diversión, la alegría (buscada, aunque no siempre encontrada), por una "simpatía" de rasgos un poco
15sentimentales, que ha sustituido a cualquier sentido trágico. Aunque esta alegría deja entrever un
trasfondo de imposición mediática y publicitaria. Hace algún tiempo, las ciudades se tapizaron con
unos carteles publicitarios gigantescos que anunciaban un chaquetón, con la fotografía de un chico
sonriente y el texto: "El que no ríe, no está de moda".
El signo bajo la que se presenta la organización social es, de cualquier manera, el de la risa o la
20sonrisa. Esto se corresponde bien con el hecho de que la dolorosa y vital confrontación con la norma
paterna se ha suprimido, junto con el padre, precisamente para dejar el protagonismo al "principio del
placer", sobre el que se sostiene la sociedad de consumo.
El individuo de nuestra sociedad, que no ha sufrido "la marca del padre" es, pues, un tipo
aparentemente simpático y "adaptable": nunca volcaría los puestos de los mercaderes del Templo,
25como hizo Jesús. Sin embargo, este individuo considerado "sumiso" y conforme con la norma, oculta
dentro de sí una enorme agresividad, precisamente porque "en el nivel del subconsciente, esta sumisión
se vive como una herida narcisista intolerable"27. "Jeff -dice, hablando del hijo, el padre del "monstruo
de Milwaukee" que había asesinado y despedazado a decenas de chicos- no era rebelde ni tenía
convicciones sobre ninguna cosa"28. Un perfecto relativista.
30 El individuo posmoderno siente, en realidad, que ha huido ante la prueba de la vida que habría
hecho de él un ser adulto: la confrontación con los valores del mundo paterno; y eso le llena de
vergüenza. Y, todavía con más frecuencia, nota oscuramente que no ha podido afrontar este conflicto,
esta prueba (la iniciación que siempre hemos visto en cualquier sociedad), porque la propia
organización social se lo ha impedido, poniendo la figura del padre y su prestigio "fuera de juego". Esta
35percepción, a veces inconsciente, llena al individuo de hoy de odio hacia "los demás", a los que
identifica con el mundo que le ha privado del padre. Este hombre dulce, soft, como lo llaman los
americanos, es la típica persona, repetidísima en las páginas de sucesos, incluso en los recientes, criada
por la madre, juzgada por todos como un ejemplo de cortesía y corrección, que, de repente, descuartiza
a la novia o, si se trata de una mujer, tira a los hijos por la ventana.

24
Smith, Hanson y Noble, Child Abuse: Commission and Omission, 1980.
25
Gomes-Schwartz, Horowitz y Cardarelli, Child Sexual Abuse Victims and their Treatment, 1988.
26
Del Corriere della Sera, 6-8-2002.
27
G. Mendel, ob. cit.
528 L. Dahmer, Mio figlio, l’assassino, Sperling & Kupfer, Milán, 1994.
50
La neurosis priva de la libertad

De todas formas, la personalidad patológica posmoderna no es la de una persona libre, aunque se


vive en una sociedad aparentemente permisiva: está presionada, obligada por su propia estructura
psicológica a actuar de ese modo; no puede hacer nada distinto. Así pues, la sociedad del "padre
5eliminable" en sus dos versiones: oral-devoradora o sádica y omnipotente ha privado al individuo de la
libertad, a través de lo que Mendel llama "la rebelión contra el padre". El individuo moderno occidental
es un "pervertido" * (en cuanto está inmovilizado en niveles infantiles de desarrollo afectivo), un
prisionero de su perversión.
Sólo el contacto, casual o profundo, con algo profundamente distinto de la dimensión material que
10domina la sociedad sin padres, sólo la experiencia de un principio espiritual salvador, "paterno" puede
liberarlo de la coacción.
Lo demuestran, no sólo la eficacia de la relación de transferencia en el análisis (que deja espacio y
palabras a la imagen del "padre bueno", incluso cuando es una mujer quien interpreta el análisis), sino
también las terapias de recuperación más eficaces en los casos de tóxicodependencia, como las que se
15practican en determinadas comunidades terapéuticas o entre las asociaciones de alcohólicos anónimos.
En todas ellas hay una orientación espiritual activa y manifiesta; se deja abierto el acceso a un principio
paterno, capaz de proteger, custodiar y, en fin, salvar al hijo29.
Pero en las circunstancias en que estamos, la oposición a este estado de cosas, según Mendel, es
muy difícil: la capacidad de reacción del individuo está minada, desarrollándose en ella
20exageradamente las patologías y debilitando su fuerza sana. Además, estos impulsos infantiles y
perversos están, de alguna manera, sugeridos y organizados por una sociedad que ha quitado de en
medio, con la figura paterna, el principal baluarte contra su proliferación caótica que siempre ha
amenazado la existencia de los grupos humanos. "En cierto sentido -observa Mendel-, el hombre
contemporáneo puede actuar tan escasamente sobre el poder social como podía actuar el primitivo
25sobre aquella madre-naturaleza omnipotente, entidad sobrenatural que no dejaba más recurso psíquico
que la sumisión"30. El análisis de la omnipotencia de la fábrica de divorcios (desarrollada en el capítulo
anterior) y del sistema político-social que la promueve, haciendo de ella un engranaje esencial de la
sociedad de consumo, parecería confirmar por ahora la tesis de Mendel: el individuo puede oponerse,
pero parece que puede hacer muy poco por cambiar la situación. Por lo tanto, es necesario procurar
30aprovecharse de esta herida dolorosísima que nuestro deseo de paternidad nos inflige y volvernos más
capaces de ayudar a los demás a cambiar y recuperar la libertad.

Estrategias de distracción: de las drogas a la pornografía

A pesar de todo, la "sociedad sin padre" ignora menos de lo que parece la agresividad colectiva y
caótica sobre la que se asienta. En realidad, trata de desviar esta agresividad con "técnicas contra-
35limitadoras", como las llama Mendel: desinhibición erótica y sádica a través del cine y las revistas;
alcohol, tabaco, con sus efectos de aturdimiento y/o excitación; tranquilizantes, "que producen el efecto
de anestesiar las fuerzas vivas del individuo"; alucinógenos; televisión, que tiende a producir un
*
Aunque debería decir ''perverso", aunque parece que el autor quiere darle un tono grosero con el término pervertido. (N.
Rev. Téc.)
29
Sobre la relación entre espiritualidad y Alcohólicos Anónimos, véase el interesante La spiritualità dell'imperfezione, de
E. Kurz, K. Ketcham, Lyra Libri, Como, 1999.
530 G. Mendel, ob. cit. Pero debe recordarse que la naturaleza primordial es muy poderosa, pero difícilmente se puede
calificar de "perversa", puesto que sus manifestaciones, comprendidos sus aspectos destructivos, corresponden a largo plazo
a un programa vital, de creación.
51
entorpecimiento hipnótico; el uso del automóvil con sus correspondientes satisfacciones narcisistas
fuertemente regresivas y sádicas; "curas de sueño" a cargo de organizaciones de vacaciones de grupo;
evasiones de todo tipo. "El sentido de semejantes técnicas contra-limitadoras es proporcionar
satisfacciones narcisistas muy regresivas (Yo = todo), y por este camino atenuar la agresividad reactiva
5de individuos" cuya imagen positiva de sí mismos ha sido destruida.
Pero tampoco con estos diversivos, que utilizan la perversión como sedante de la sensibilidad de la
consciencia herida, el alma colectiva contemporánea consigue resolver verdaderamente el problema de
la agresividad, que no ha aprendido a transformar por la falta de la confrontación con el padre. Esta
energía, convertida en destructiva, no ha podido vincularse a imágenes ideales positivas, a proyectos de
10vida. Como, por ejemplo, alcanzar la "Tierra prometida" o el "Reino del Padre", vistos como
realizaciones positivas del propio destino, del futuro individual y colectivo que hemos visto acompañar
(en el segundo capítulo) a la relación con el padre, mediador terrenal hacia una dimensión trascendente.
Sin embargo, el padre es, a lo largo de la historia de la humanidad, el lugar afectivo y simbólico en
que el hombre ha aprendido a respetar la norma y a transformar la agresividad. Sólo la recuperación de
15una relación significativa con la figura paterna puede liberar al individuo de la sociedad occidental del
laberinto perverso en que ha sido arrojado y devolverle una confiada orientación hacia la vida.

52
VI.
SUPRESIÓN Y USO DE LA MUERTE EN LA
SOCIEDAD DEL "PADRE ELIMINABLE"

El padre es (lo hemos mantenido desde el principio de este trabajo) quien enseña al hijo a soportar
5el dolor, organizando sus energías en un proyecto dotado de sentido, en nombre del Padre superior.
Hace todo esto, según constata laicamente el gran filósofo de la ciencia Michel Foucault, separando a
los hijos de la simbiosis con la madre y, por lo tanto, protegiéndolos "cuando, promulgando la Ley,
vincula en una experiencia más amplia el espacio, la regla, el lenguaje"1.
Por lo tanto, su desaparición dificulta, cuando no imposibilita, el soportar las heridas producidas
10por las pérdidas que acompañan a la transformación y al desarrollo humano.
Nadie acepta, por ejemplo, el no ser ya "joven". La pérdida de la adolescencia se ha convertido en
un duelo insoportable, también para los padres, patéticamente empeñados en ser los "amigos",
simulados coetáneos, de sus hijos2. Sería necesario, por el contrario, ver el sentido de estas pérdidas
para transformarlas en fuerza de proyecto, impulso de individualizar, realización del Uno mismo. Pero
15todo eso es terriblemente difícil, porque ni siquiera se acepta.

La muerte: pérdida y transformación

Entre todas las pérdidas, la más inaceptable por parte de la sociedad que ha "suprimido" al padre y
su sentido es, naturalmente, la muerte. Que, por otra parte, es la más significativa, la propia imagen de
la pérdida, la que da significado a todas las demás. Efectivamente, la muerte es el símbolo máximo de
20la transformación, el "paso" considerado como más rico en todas las culturas, aquel en que se
compendia el sentido de la vida pasada y, para quien tiene fe, el de la vida futura. "Rebelarse contra el
propio fin" -dice el psicólogo Carl G. Jung-, equivale a "no querer vivir, ya que no querer vivir y no
querer morir son lo mismo"3.
Pero todo eso ya no significa nada en Occidente, la primera cultura que se ha comprometido con
25todas sus fuerzas a privar de cualquier significado a la experiencia de la muerte, rechazada en cuanto
que es una pérdida de las cosas y el paso a una dimensión donde ya no están esas cosas. En Occidente,
la muerte ya no es transformación ni paso, sino sólo pérdida, una experiencia carente ya de sentido en
una sociedad adquisitiva, que sólo quiere conseguir, sumar, ganar
El rostro de la muerte ya no es sagrado: se ha convertido en un horrible fantasma, que persigue a un
30hombre, cuyo desarrollo se da enteramente en el "mundo de las cosas", de la materia, en la que la ha
encerrado inexorablemente el proceso de secularización, de separación de la experiencia religiosa. En
consecuencia, es un hombre que no quiere ver el aspecto de renovación representado por la otra parte
del ciclo vital: la enfermedad, la vejez y, después, la muerte. Nuestro mundo, el de la sociedad
occidental, por lo tanto ha suprimido la muerte, inquietante destructora de devotos consumidores.
35 Todavía se habla de ella, pero bajo una forma de delirio omnipotente, de victoria sobre ella. El
hombre de la posmodernidad es ese individuo cuyo desarrollo patológico hemos descrito en el capítulo
anterior y que -lo dijo Juan Pablo II en Cracovia- "se atribuye el derecho del Creador de interferir en el

1
M. Foucault, Le "non" du père, en Critique, n.° 178, marzo 1962, en J. Laplanche, Holderlin et la question du père, PUF,
París, 1961.
2
G. Calicetti y G. Mozzi (dirigido por): Quello che ho da dirvi, Einaudi, Turín, 1998.
3
G. C. Jung, Alma y muerte, 1934.
5 53
misterio de la vida humana. Pretende decidir, mediante la manipulación genética, la vida del hombre y
determinar el límite de la muerte"4.

El científico y la muerte: la óptica de Luc Montagnier

El hombre actual quiere vencer a la muerte. Una victoria, naturalmente no espiritual, sino secular,
5"cosificada", "tecno-científica", como corresponde a la ideología dominante.
Por ejemplo, el director del Instituto Pasteur y codescubridor del retrovirus del sida, Luc
Montagnier, ha declarado: "... la inmortalidad es una hipótesis a tomar en consideración... la muerte del
individuo no es, como suele pensarse, algo inscrito en la propia vida... el individuo muere porque existe
la reproducción sexual. La reproducción sexual es, en realidad, el mejor sistema para adaptarse y
10garantizar los cambios del individuo: algunos individuos mueren y otros "nuevos" ocupan su puesto,
porque constituyen una variación genética que facilita la adaptación. Pero, si el ambiente no cambia, no
hay ninguna razón para que las cosas tengan que ocurrir de esta forma. Por lo tanto, es lícito imaginar
individuos inmortales que, naturalmente, ya no se reproducen mediante la reproducción sexual"5.
En un escenario como el descrito por Montagnier, la visión científica y secularizada destapa del
15todo su rostro fuertemente conservador. La frase clave es: Pero si el ambiente no cambia. Es el sueño
de Herodes: la eliminación del niño concebido, con todas las infinitas variables de renovación que
aporta al mundo. Mejor suprimirlo, quizá en beneficio de un niño de laboratorio, "fabricado"
cuidadosamente sobre la base de las exigencias del sistema de producción.

El estilo del biopoder

20 Como ha observado uno de los pensadores más importantes de nuestra época, Michel Foucault: "el
poder (secularizado) hace presa en la vida y a lo largo de su desarrollo" 6. Es significativo
simbólicamente que, cuando el paciente está a punto de morir, el médico se va, no se queda para
presenciar la, antes o después, derrota inevitable. Vuelve después, como "notario sanitario", para
constatar, con propósitos demográficos y estadísticos, el fallecimiento y sus causas. El modernismo
25secularizado ha inaugurado así lo que llama Foucault "la era del biopoder": "El antiguo poder de la
muerte lo detenta ahora con precisión la administración de los cuerpos y la gestión calculadora de la
vida".
Quizá, precisamente, es porque se ha suprimido la muerte, por lo que la modernidad ha organizado
masacres, genocidios y exterminios en número nunca igualado en la historia anterior del hombre. Por
30otra parte, siempre justificados en nombre de la vida: las guerras ya no se hacen "contra el enemigo"
sino "en nombre de la existencia de todos; se impulsa a poblaciones completas a matarse unos a otros
en nombre de su necesidad de vivir. Las matanzas se han hecho vitales"7.
Sin embargo, la fuerza de la muerte, suprimida de las conciencias y de la cultura dominante, como
la de la agresividad negada (que hemos visto en el capítulo V), no es difícil de explicar.

4
Homilía en Cracovia, domingo 18 de agosto de 2002.
5
L'inmortalità, coloquio de Francesca Pierantozzi con Luc Montagnier, publicado en el n.° 48 de Liberal, Roma, 1999.
6
M. Foucault, La voluntad de saber, 1976.
7
Ibid.
5 54
La muerte negada se vuelve "complejo autónomo"

En realidad, cuando se "desplazan" aspectos de la existencia de la conciencia al subconsciente (en


este caso, la muerte), se los hace primitivos, arcaicos y, por lo tanto, fortísimos, reforzados por todas
las fuerzas tremendas del subconsciente y de la supresión (colectiva). Lo que antes era un temor
5personal, después de la supresión, se contamina y refuerza con todo el terror colectivo que ha rodeado a
la muerte a lo largo de los siglos. Por lo demás, así ocurre con el resto del contenido psicológico,
representado por las grandes formas simbólicas (precisamente como la muerte), cuando la conciencia
las rechaza. A partir de su supresión por el subconsciente, se corre el peligro de sumergir toda la
personalidad a continuación, precisamente porque la consciencia ya no la controla.
10 En Occidente, la muerte, de ser un encuentro decisivo para la vida, ha pasado a ser "un complejo
autónomo" que domina al hombre posmoderno desde el subconsciente. A veces, para hacerle vivir en el
terror y convencerle para que se congele a alto precio con la esperanza de despertarse a la vida dentro
de unos cientos de años. A veces, en cambio, para dominarle como un fantasma destructivo, a través
del fondo sádico del que hemos descrito el preocupante desarrollo en la época del "padre eliminable"
15(capítulo V).
La supresión de la muerte le quita su carácter sagrado; pero, desde el subconsciente, la vuelve
fascinante. En realidad, la posmodernidad es una época de necrófilos, hipnotizados y, al mismo tiempo,
aterrorizados por la muerte, que trata de exorcizar, entre otras cosas, comprando quintales de "revistas
sobre la salud".
20 Por otra parte, también el destierro de la muerte -conviene recordarlo- tiene un valor parcial y
limitado. Sirve dentro del Occidente secularizado, rico y consumista de recursos que acapara
despreocupadamente. Fuera de él, la muerte no sólo sigue estando incluso demasiado presente, debido
a epidemias, exterminios, hambre y sed de poblaciones enteras, sino que consigue incluso mantener su
sentido y su dignidad allí donde la cultura tradicional no ha quedado destruida. La madre que está
25muriendo de hambre en el Sahel, con su hijo en el pecho, expresa una dignidad y un sentido de la vida
que difícilmente se encuentra en la imagen eufórica de la estrella que ingresa en la clínica para hacerse
una enésima intervención de cirugía estética en la que arriesga su vida. También dentro de las fronteras
de Occidente, pero fuera de los espacios en que se expresa su cultura dominante (y quizá también en
sus ciudades, pero en las zonas marginadas, en las periferias degradadas, en los bancos públicos
30ocupados por mendigos), la muerte todavía sigue siendo frecuente y visible: por hambre, droga,
enfermedad. Pero esas muertes, que no quiere ver el que pasa y en las que no quiere pensar, no niegan
el "biopoder", no interrumpen las vidas protegidas por él. Se trata de la vida de "otros", de individuos
que han salido del ciclo productor-consumidor, sobre los cuales no se ejerce el control del biopoder
más que con fines estadísticos, pero no con funciones de protección.

35La muerte "secularizada"

El apartamiento de la muerte también está ligado al proceso de secularización, al que ya hemos


visto representar un papel estelar en la construcción de la ideología del padre eliminable. Foucault
explica bien cómo este proceso cambia la percepción de la muerte. La muerte gozó de prestigio
mientras fue el momento de pasar de un mundo a otro superior; "era la sustitución de la soberanía
40terrestre por otra soberanía, mucho más poderosa"8. Pero, con la llegada de la sociedad secularizada y
su poder biológico, a través del cual "el hombre vive como si Dios no existiese y hasta se pone a sí

8
Ibid.
55
mismo en el lugar de Dios" (Juan Pablo II en Cracovia) 9, "la muerte... se convierte en el punto más
secreto de la existencia, el más lejano del poder público"10.
Efectivamente, la muerte es lo que queda irreductiblemente ajeno a la visión secularizada. Si la
vida puede, a través de un monstruoso proceso de "cosificación" y de anulación de sus aspectos
5humanos y espirituales, reducirse aparentemente a "cosa", en la muerte sigue presente el reflejo de
"otro mundo", una indestructible connotación de "paso", imposible de hacer desaparecer. Por lo tanto,
era necesario suprimir de las conciencias la propia muerte, como había sido necesario eliminar al padre,
iniciador de la pérdida y, por lo tanto, de la propia muerte.
Expulsada la muerte y el respeto a sus ritos de la conciencia humana, ha sido fácil para la sociedad
10del "biopoder" dedicarse a la administración de los cuerpos, a los que el universo secularizado reduce al
hombre, y a la "gestión calculadora de la vida", que es la pasión verdadera de un poder materialista.
Los cuerpos se adaptan al aparato de la producción (como productores y como consumidores) y los
fenómenos de población se adaptan a los procesos económicos. Y es aquí donde el biopoder dominante
deja ver su rostro cruel. Dedicándose a la cuidadosa administración de la vida que le ha encomendado
15la visión secularizada, el biopoder no desdeña sin embargo restringir la vida o, incluso, destruirla,
cuando no encaja en sus programas de producción.

El control sobre la vida

Así nacen los programas de control de natalidad, destinados en general a aquellos grupos sociales o
étnicos cuyo crecimiento no desea el poder secularizado. Se controla su reproducción para que no
20"ocupen" espacios vitales o de poder que no están destinados a ellos. Técnicos y programas de birth
control se ponen también a disposición de los individuos de las categorías dominantes, para que se
dediquen, más que a la afectivamente "costosa" reproducción, a la acumulación de riqueza, éxito y
placer. Todos ellos son objetivos que se considera más fácil conseguir en la pareja restringida, en lugar
de invertir medios financieros, tiempo y energías haciendo y criando hijos.
25 Es también dentro del mismo cuadro donde nace, sobre todo, la legalización del aborto. El
biopoder prevé, efectivamente, como dice Foucault, la posibilidad de "hacer vivir -controlando
cuidadosamente sus modalidades- o mandar a la muerte".

Técnicas para mandar a la muerte. El aborto.

Matar al niño concebido, se ha vuelto en el Occidente posmoderno, lícito y autorizado.


30 Estamos ya en el punto opuesto del cuadro descrito por la Redemptoris Custos, de la que hemos
hablado en el capítulo II. Ya nadie tutela al niño, el que está destinado a cambiar el mundo. La sociedad
secularizada, el mundo que ha roto los puentes con Dios, no defiende al niño del sadismo paidófobo de
Herodes, que quiere, por el contrario, matarlo para conservar el poder. El apartamiento de lo sagrado,
mientras tanto, ha quitado de en medio a los Reyes Magos, que sabían leer señales en el cielo,
35interpretar la voluntad de Dios por los signos de la naturaleza, y ha despreciado y expulsado al padre, a
José, el custos, que protegía al niño en el nombre del Padre. En la sociedad del biopoder, el poder que
controla la vida y su desarrollo dentro de unos parámetros calculados con precisión, se puede matar a
los niños: y esta muerte está autorizada hasta por leyes votadas en los parlamentos.
Las mujeres que lo piden, pueden suprimir al niño concebido y, quizá, hacerse inseminar por
40alguien distinto, si quieren, eligiendo las características del inseminador: la altura, el color de los ojos,
9
Homilía cit.
10
Foucault, Ibid.
56
el coeficiente de inteligencia, para tener un hijo homologado al máximo con los criterios sugeridos por
el poder, a través del sistema mediático. Las vidas que no responden a la lógica del principio del placer
y de la producción-consumo, las que absorberían un tiempo precioso vendido como trabajo a las
empresas o empleado en la búsqueda de diversiones, se apagan silenciosamente antes de que puedan
5protestar.
Silenciosamente. Hablar de esto como hago aquí, por ejemplo, es "de mal gusto", choca con los
códigos de la "civilización de las buenas maneras"11, durante cuyo desarrollo se ha afirmado
gradualmente la secularización. Estas páginas que están leyendo son de pésimo gusto, todo este libro es
de "pésimo gusto" y eso se dirá y escribirá o, más bien, se dejará filtrar, para que se hable de él lo
10menos posible. Para que no se diga que un psicoanalista, alguien que practica una ciencia nada "pía" ni
"púdica", alguien que, por el contrario, ha preferido quedarse en las turbias aguas del sufrimiento, de la
neurosis y de la locura, ha contado sinceramente lo que se encuentra en aquellas aguas y ha revelado,
de esta forma, que las aguas del subconsciente (las que empapan, quemándola con sus recuerdos
abrasados, la mente de la persona que sufre) están rojas por la sangre de aquellos niños que muchas
15veces vuelve y mancha los sueños de las madres y también -aunque esto no lo dice nunca nadie- los de
los padres que han autorizado y, con frecuencia, incluso han promovido la matanza, traicionando su
naturaleza y su papel de donantes de la vida. El analista no debe decir estas cosas. Es más, debe decir lo
contrario.

La narración psicológica permitida por el biopoder

20 El psicoanalista, como todos los que trabajan la mente y los llamados "profesionales de apoyo",
debería más bien explicar que el aborto es doloroso, pero que a veces hay que hacerlo para salvar la
armonía de la pareja o la propia o la cuenta del banco. Un elemento, éste último, dotado también de
gran importancia psicológica y merecedor, por lo tanto, de los cuidados de todos los "ortopédicos del
alma" (empezando por el analista), al que el "biopoder" confía el cuidado y el mantenimiento. El
25analista debe apaciguar, tranquilizar, hacer callar a la herida. Es uno de los muchos que ocupan, con
más o menos dignidad, el puesto dejado vacante por el padre. Y que viven de esa ocupación.
El analista ha cambiado mucho desde que Freud, heroica y paternalmente, inventó su figura y su
obra de "testigo de la herida y del dolor". Desde entonces han pasado cien años de presiones y
financiaciones por parte de la pedagogía y la psicología anglosajona, utilitarista, que tiene una finalidad
30más de anestesia que de reconocimiento del dolor; que tiende a lo "agradable" más que al placer (con
su fatal interfaz de sufrimiento); a la cortesía de lo "políticamente correcto" 12 más que al sentimiento
profundo (con su tenaz respeto por la verdad); a la comedia cinematográfica burguesa (muy bien
expuesta por Woody Allen), más que a la épica y a la tragedia, en que irrumpe la voz de Dios. Por lo
tanto, hoy, el analista tiene que tener buen cuidado de representar y defender una figura desacreditada
35como es la del padre; y no debe atreverse a hablar de heridas, afeando una cultura de los cuerpos (y de
las almas), brillante y satinada como las páginas de una revista.
El psicoanalista tiene que estar en su puesto de funcionario psicológico de la sociedad de consumo,
al servicio del poder de la administración de la vida a la que se haya permitido manifestarse y
permanecer, sin ser (como dice Foucault) "arrojada a la muerte". El resto, no importa.

11
N. Elias, Il processo di civilizzazione, Il Mulino, Bolonia, 1988.
12
Que tiene sus orígenes y su ideología precisamente en la "civilización de las buenas maneras", cuya afirmación está
explicada en la obra de Elías, citada en la página anterior.
57
5
Arrojar a la muerte: otros ejemplos de los que está prohibido hablar

Por lo demás, el arrojar a la muerte no se hace sólo por medio del aborto o por las múltiples
tragedias organizadas por la máquina de los divorcios. También se hace, por ejemplo, con la política de
liberalización de la droga, que permiten que el biopoder pueda liberarse, en un número de años no muy
5largo, de aquellos sujetos que no son capaces de participar en su desarrollo y en sus fastos, si no es
precisamente como buenos consumidores de droga.
O el "arrojar a la muerte" se realiza también a través de las diversas "industrias del cuerpo", cuya
forma de manipulación sobre la vida actúa en ambas direcciones. Por una parte, suele prolongar la vida
con toda clase de encarnizadas terapias de la industria farmacéutica y hospitalaria, a veces con fines
10experimentales; a veces, simplemente, para cobrar las minutas de las intervenciones de las que se
conoce de antemano la inutilidad. También, por ejemplo, a través de operaciones médicas y de cirugía
estética, la industria del cuerpo pone en peligro repetidamente la propia vida, el equilibrio psíquico de
las personas. Personas que se lanzan también por la influencia conjunta de lo mediático y del personal
médico poco escrupuloso, a un delirio omnipotente de eterna belleza.
15 Por lo tanto, de la muerte no se habla; pero se cae en ella, en la angustia y en la falta de consciencia
de ella. Por las pistas ya preparadas de la sociedad secularizada, que controla la vida como un
instrumento de poder, económico y político, pero que no desprecia el hacerla terminar o no dejarla
empezar en absoluto, con los mismos propósitos.
Por ello, sí que es necesario, como se ha sostenido en estas páginas, que vuelva el padre, el ausente
20inaceptable; no hay duda de que su regreso llamará de nuevo la atención sobre la muerte de la
conciencia y de las sociedades. Que es lo mismo que decir que aquel hecho, del que el padre es testigo
e iniciador (la muerte) permite la transformación y la reunificación del hombre con el Todo, más allá
del universo parcial e inanimado de las cosas. Fuera del Poder. En el Amor.

58
VII.
EL MUNDO QUE CAMBIA, DEL PADRE "ELIMINABLE"
AL PADRE RESPONSABLE

El coronel y senador Oliver North, que fue un valiente soldado en el Vietnam y es un estratega al
5que se escucha en la administración norteamericana1, ha declarado hace unos meses, con gran sorpresa
de sus oyentes: "El problema mayor que veo en este país no es ganarle la guerra al terrorismo. El
verdadero problema está en los hombres, que ya no tienen responsabilidad con respecto a los niños que
han procreado"2.
En el Occidente de nuestros días, hay ideas como ésta -oficialmente contracorriente- que llaman
10cada vez más la atención. Sobre todo en los países anglosajones, donde, desde luego, los daños
provocados por la expulsión del padre han sido mayores. Tanto que algunos escritos, que tuvieron un
papel importante en la revuelta feminista y del pensamiento de las mujeres -como las muy autorizadas
Doris Lessing3 y Susan Faludi4, denuncian ahora lo destructivo del male bashing, la humillación del
varón y del padre. También es grande en Italia la indiferencia ante los desastres de la generación
15ideológica de la familia "eliminable". Sobre todo entre los jóvenes5.
La potencia de fuego del divorcio y el aborto -los dos cañones que han destruido en estos años en
Occidente la figura y la legitimidad del padre- está siendo hoy muy discutida.
Y, también sobre la base de una amplia documentación científica y estadística, el matrimonio se
encamina hacia un nuevo prestigio.

20Es mejor casarse

Y así está ocurriendo en todos los países occidentales, que se multiplican los libros (que habían
estado "fuera de mercado" hasta hace pocos años) que explican que el matrimonio es la organización
más sana para la pareja humana. Y estos libros tienen mucho éxito y difusión.
Como, por ejemplo (según el The New Zealand Herald)6 The Case for Marriage ("Por qué
25casarse"), del que es autora la escritora Maggie Gallagher, sobre la base de una gran cantidad de
material estadístico y de crónica de sucesos. Es interesante citar aquí las nueve razones -muy laicas- del
porqué es mejor casarse, según la Gallagher.
(1)Es más seguro. El matrimonio disminuye el riesgo de que el hombre -o la mujer- sean víctimas
de la violencia, incluida la violencia doméstica.
30 (2)Los casados viven más y tienen una vida más sana: se ve claramente en la mediana edad: de
cada 10 hombres y mujeres vivos y casados a los 48 años, 9 llegan a los 65 años, contra 6 sobre 10
hombres, 8 sobre 10 mujeres no casados.

1
Hay un logrado retrato suyo en El código del alma, 1997, de James Hillman.
2
Leer también a Stephen Baskerville, The Real Responsabilitity of Men, en Human Events, 8 de abril de 2002, vol. 58, n.°
13, p. 14. En el artículo, el autor recuerda que "también el Consejo de Líderes democráticos (Democratic Leadership
Council, DLC) ha reconocido que el plan más eficaz contra la pobreza es una familia intacta".
53 Declaraciones hechas en la Feria del Libro de Edimburgo el 13-8-2001. Véase el irónico comentario de S. Zoli en el
Corriere della Sera del 15 del mismo mes: "Humillados y ofendidos, Doris corre a salvar a los hombres".
4
En el libro, extraordinariamente documentado, Bastonati. Sul lavoro, in famiglia, dalla società, Lyra, Como 2000.
5
Ver, por ejemplo, una colección de testimonios recogidos por el sacerdote A. Mazzi, Un 'ala di riserva. Adolescenza, terra
di qualcuno, Mondadori, Milán 2001.
106 Garth George, Why marriage remains the best lifestyle choice, 18 de julio de 2002.
59
(3)Es un seguro de vida para los hijos. De hecho, en el matrimonio, los niños crecen más sanos,
tienen vidas más largas y tienden a no meterse en líos si sus padres siguen casados.
(4)Se gana más y se hace más patrimonio. Hoy día la gente suele pensar en el matrimonio como en
una fuente de consumo; pero hay una enorme literatura científica que demuestra que -sobre todo para
5los hombres- el matrimonio es muy productivo. Influye tanto como la educación en aumentar las
ganancias. Además, los casados se administran mejor y ahorran más que los que viven solos.
(5)Se hace uno más fiel. Los hombres que conviven con una mujer son cuatro veces más infieles
que los maridos; las mujeres que conviven engañan ocho veces más que las esposas.
(6)El matrimonio es bueno para la salud mental. Los hombres y mujeres casados son menos
10depresivos y están menos angustiados y menos tensos psicológicamente que los no casados,
divorciados y viudos.
(7)Se vive mejor. En conjunto, el 40% de las parejas casadas dice que "es muy feliz en la vida",
contra el 25% de los no casados o que conviven.
(8)Los hijos quieren más a los padres. Los hijos emancipados de matrimonios normales tienen
15mucho más contacto con sus padres que los hijos de divorciados o de parejas que conviven. Y es más
probable que, si se casan, su matrimonio dure toda la vida.
(9)La sexualidad es mejor y más frecuente. A pesar de las "ofertas" del mercado del sexo en las
ciudades, tanto los maridos como las mujeres afirman -con más frecuencia que los no casados o que
conviven- tener una vida sexual muy satisfactoria.
20 A pesar de todas estas razones evidentes a favor del matrimonio, en los países occidentales (y sobre
todo entre los jóvenes) hay mucha cautela para contraer matrimonio ¿Por qué? Porque se teme la
facilidad con que este bien precioso puede ser destruido.

La revuelta de los "hijos del divorcio"

Por ejemplo, en Australia, los hijos de la revolución del divorcio -iniciada con la revolución
25divorcista de 1975- son bien conscientes de que han sido perjudicados, como lo demuestra todo tipo de
revelaciones) por la ruptura de su familia, tanto social y económicamente como psicológicamente.
Ahora, estos jóvenes -que rara vez están dispuestos a convivir y aún menos a casarse- comienzan a
revelar en los sondeos las razones de su reticencia. Un estudio de la universidad de Rutgers 7 explica
que, en el origen de la cautela de los "hijos del divorcio" frente al matrimonio, están el sexo y el
30divorcio. La facilidad sexual de las mujeres hace desconfiar a los hombres de la estabilidad de una
posible unión y, seguramente, desactiva una de las motivaciones del matrimonio: el impulso de tener
una vida sexual que, de todas formas, pueden conseguir.
Pero el gran miedo es el divorcio. ¿Para qué casarse, si un matrimonio de cada dos acaba en
divorcio? Hoy día, los jóvenes creen -en Australia como en otros países occidentales- que divorciarse
35es demasiado fácil. El estudio de la universidad de Rutgers confirma el Informe 2001 sobre el Estado
de la Unión (Australia): en él, el 88% de los jóvenes entre los 20 y los 29 años han juzgado "demasiado
elevado" el porcentaje de divorcios en su país. Y todavía más interesante: el 43 % de este grupo -los
llamados "conservadores románticos"- cree que el gobierno tendría que intervenir para modificar la ley
en un sentido más restrictivo.
40 La imagen reciente más significativa de la revuelta de los jóvenes contra las leyes que han tratado
de liquidar la familia es, seguramente, la del millón de ellos que han estado en agosto de 2002 en

7
Why Men Won't Commit? Exploring Yung Men Attitudes About Sex, Dating and Marriage ¿Por qué no se comprometen
los hombres? Estudio de la actitud de los jóvenes varones sobre el sexo, el "ligue" y el matrimonio". Universidad de
Rutgers.
60
5
Toronto, en torno al papa Juan Pablo II y su fuerte protesta contra la política de destrucción de la
familia y de la vida.
Pero aquellos jóvenes no estaban solos, aislados de sus coetáneos no creyentes o de otros credos.
La exigencia de restringir las normas, las disposiciones jurídico-administrativas y las múltiples
5prácticas sociales que hoy privan a los hombres de su "responsabilidad por los niños que han
procreado" -para usar las palabras de Oliver North- afecta también a jóvenes no creyentes, laicos y
libertarios. Hay muchísimos entre éstos que creen necesario sustraer su propia vida privada al
monopolio normativo de los países divorcistas y abortistas. Piden que se les devuelva la libertad de
programar su vida familiar y afectiva también en un sentido distinto del que exige la ideología de la
10familia disposable, de usar y tirar. En resumen, piden poder casarse con unas normas que garanticen la
vida de la familia y no su disolución.
En esta actitud de los jóvenes -y no sólo los australianos- hacia el divorcio y el aborto, vemos
manifestarse una regla constante del subconsciente colectivo. Es decir, la intervención espontánea y no
organizada, pero presente a la vez en diversos grupos y países (y presente, según el psicólogo analista
15Carl Gustav Jung en cualquiera de nosotros, que tiende a la curación del individuo y de la comunidad y
pone remedio a la orientación unilateral -y, por tanto, superficial- del pasado. Por fortuna, tanto el
individuo como la comunidad tienden a curarse de las enfermedades, a veces transmitidas por las
generaciones precedentes: basta con dejar actuar libremente a los anticuerpos, físicos y psíquicos, que
son la defensa de los organismos que aún tienen vitalidad.

20Las leyes del covenant marriage *

De esta reacción espontánea de la vida forma parte el movimiento, presente entre los católicos,
pero no sólo entre ellos, hacia una normativa matrimonial y familiar diferente. La petición, cada vez
más frecuente en los países occidentales es que, en el momento de casarse, se deje a los esposos
libertad de escoger los criterios a los que atenerse en su vida conyugal y familiar. Quien prefiera las
25normas divorcistas que propone el Estado, que se sujete a ellas. En cambio, quien desee un
compromiso de matrimonio indisoluble debe poder asumirlo, aunque no sea más que por respeto a los
principios de libertad que se citan -por lo menos formalmente- en todas las Constituciones de las
democracias liberales.
Esta demanda es más fuerte sobre todo en donde está vigente la ley de divorcio "sin culpa" (no
30fault divorce), como en los EE.UU., que se decreta a petición tras seis meses de vivir separados. Pero,
como veremos, hay otros países en los que hay interés en tomar este camino.
De esta forma, en muchos países anglosajones está en curso -cada vez más- una experiencia muy
interesante que empieza a minar el monopolio de la fábrica de divorcios a partir de una exigencia de
libertad. Hay grupos de jóvenes cada vez más numerosos y de extracción ideológica, social y
35profesional muy diversa, que han pedido en varios Estados norteamericanos -y, a veces, la han
conseguido- la posibilidad de contraer un matrimonio indisoluble llamado "matrimonio pactado" o
comprometido (covenant marriage)8.
Se entiende por covenant marriage "el contrato de un hombre y una mujer que entienden y pactan
el matrimonio entre ambos como una relación para toda la vida". Esto reproduce, para los no católicos,

*
Covenant marriage: matrimonio "comprometido". La expresión tiene también ciertas connotaciones religiosas ya que, en
inglés, el New Covenant es el Nuevo Testamento. (N. del T.)
8
Sobre este tema, es de gran interés el texto del jurista A. de Fuenmayor, Repensar el divorcio: tutela de la indisolubilidad
matrimonial, Navarra de Ediciones y Gráficas, S.L., Pamplona, 2000.
5 61
la indisolubilidad propia del matrimonio religioso -y para los católicos la refuerza-, una indisolubilidad
actualmente minada por las leyes divorcistas9.
Por otra parte, como es natural, la mayoría de los ciudadanos (entre ellos los de más edad que,
hasta hoy, eran favorables a la institución del divorcio) podrá seguir suscribiendo un contrato
5matrimonial que lo prevea.
El covenant marriage fue aprobado por primera vez, casi por unanimidad, en el parlamento de
Luisiana en 1977; después, se ha promulgado en Arizona y está en trámite de aprobación (o ya
aprobado en el curso de la publicación de este libro) en otros 21 estados de la Unión, de Alabama a
Washington, pasando por Virginia. Fuera de los EE.UU., el covenant marriage ha llamado la atención
10en Chile. Sus promotores más convencidos son los grupos juveniles libertarios -partidarios de organizar
su intimidad según sus convicciones y deseos- y los grupos católicos. Todos ellos ven una especie de
imposición totalitaria en la obligación, impuesta por las leyes divorcistas, de adherirse a "la difundida
mentalidad -que, según dijo Juan Pablo II procede del nihilismo- según la cual no se debe asumir
ningún compromiso definitivo, ya que todo es fugaz y provisional"10.

15¿Restricciones pactadas en el nuevo aborto?

En el gran debate en curso sobre cómo revisar las dos leyes que han obligado unilateralmente a
todos -el "monopolio abortista" del contrato matrimonial y el "monopolio abortista" para la regulación
de la procreación- se está discutiendo también si este contrato de "matrimonio indisoluble" ya
promulgado en varios estados no podría contener también pactos entre los cónyuges en cuanto a la
20procreación. Al tratarse de un contrato matrimonial libre con relación al ofrecido/impuesto por el
Estado "laico" (el divorcio, para entendernos), podría tener también restricciones pactadas en cuanto al
posible recurso al aborto.
De hecho, también para el aborto -como para el divorcio- se está produciendo un cambio,
inesperado para muchos, entre sus partidarios. Hemos visto como desde sus orígenes en la Inglaterra
25del siglo XVI, el divorcio lo pedían los maridos ricos que querían tener esposas más jóvenes y
atractivas. Y cómo, al final, ha acabado por ser utilizado, en las dos terceras partes de los casos, por
mujeres que se sirven de él para deshacerse de un marido que está perdiendo prestigio social o
económico y atractivo sexual.
En el caso del aborto, se está observando también un cambio de este tipo, aunque menos visible. A
30diferencia de las leyes del divorcio, las del aborto nacieron con un fuerte signo feminista: sea porque
nacieron en todas partes en los años 1970, como primera afirmación institucional del movimiento
feminista11, sea porque quien aborta y exige la libertad de hacerlo es la mujer. Sin embargo, no hay
duda, como lo prueban los resultados de los referencia y de las elecciones legislativas, que los varones
(con la excepción de importantes minorías religiosas) no se oponían en absoluto al aborto. La verdad es
35que, en los años 70, los hombres, a diferencia de sus antepasados del siglo XVI, empezaban a
desconfiar del divorcio a nivel personal y eran reacios a liquidar la familia. Entonces y para muchos de
ellos, el aborto fue un medio, oportunista y cruel, de evitar la posibilidad no deseada de una nueva
familia mediante un hijo nacido fuera del matrimonio. En resumen, para el hombre infiel pero que

9
En la Iglesia Católica, el matrimonio es indisoluble por su propia naturaleza, independientemente de cualquier pacto entre
los contrayentes. El covenant marriage, gracias a la "elección" de la indisolubilidad, no haría más que "blindarlo" ante
cualquier juez civil con motivo del pacto suscrito por los contrayentes.
10
Fides et ratio, 14 de septiembre de 1998, n.° 46.
511 Junto con la legislación de "igualdad de oportunidades". Esta última es mucho más emancipadora que feminista y termina
colocando a las mujeres en una posición de paridad = igualdad con los hombres, muy lejos de expresar los principios más
originales del movimiento, que, si acaso, ponía de relieve la "diferencia" entre los padres.
62
(como la mayoría de los hombres) no tenía la menor intención de dejar a su mujer, el aborto era una
manera de seguir en su ambigüedad: por eso era partidario.
En cambio, para los jóvenes el aborto era -tanto para el hombre como para la mujer- la forma de
hacer caer sobre el hijo "lanzado a la muerte" la responsabilidad de su desorden sentimental, sexual y
5moral.

Padres contra el aborto

En los últimos años, esta actitud está cambiando muy deprisa, aunque en silencio. Hay cada vez
más hombres que se sienten muy mal ante la decisión de abortar de la novia o la mujer. Muchos se
rebelan abiertamente, aunque, por ahora su opinión negativa no tenga ningún apoyo.
10 De hecho, entre las características de la sociedad industrial moderna está el ser la única (aparte de
ciertas etnias curiosas) en la que -por las leyes sobre el aborto- el varón queda fuera de cualquier
decisión sobre la prole. Y, sin embargo, el primer actor en la reproducción de la especie es el hombre,
por ser él quien fecunda a la mujer.
El cambio en curso se traduce en noticias que se leen cada vez con más frecuencia. Detrás de ellas
15no hay sólo tragedias personales concretas; hay también un fuerte proceso de cambio en el sentir de los
hombres y en torno a ellos por una parte cada vez mayor de la sociedad. He aquí una historia contada
en un diario12. Título: En los EE.UU., un hombre presenta una demanda para obligar a su novia a
tener el niño. El primer magistrado le da la razón y el segundo se la quita. Texto (resumido): "Nueva
York. Por primera vez, desde 1992, cuando el Tribunal Supremo de los EE.UU. legalizó el aborto, un
20juez norteamericano ha prohibido a una mujer, además mayor de edad, la interrupción de un embarazo,
no deseado. Aunque temporal, la decisión (que ha provocado un acalorado debate multimedia) ha sido
anulada inmediatamente por un tribunal superior, cuya decisión por sorpresa, de ayer por la tarde,
demuestra hasta qué punto está dividido el país en torno a este espinoso problema. Este asunto, que
apasiona al país en vacaciones, no ha ocurrido en un pueblo perdido del Sur ultraconservador, sino en
25el condado de Luzeme, en el laico y democrático estado de Pensilvania. Tanya Meyers, de 22 años y ya
madre un niño de dos años, había decidido abortar un feto de 10 semanas, fruto de una larga relación
con un telefonista de 27 años, John Stachokus. ¿Motivo? La mujer ha explicado ante el tribunal: "El fin
de nuestra relación; me pegaba y abusaba de mí". Pero, con una decisión sorprendente y sin
precedentes, el juez Thomas Burke da la razón al novio, decidido a toda costa a tener ese hijo sobre
30cuya paternidad ni siquiera la novia tiene ninguna duda. "A Tanya le ha lavado el cerebro su madre,
que me odia, para que aborte", dice el hombre, que afirma estar "absolutamente dispuesto a mantener
como haga falta al concebido". Con este suceso llegó el diluvio. Las protestas más violentas vienen de
grupos feministas que subrayan indignadas que esta decisión está en claro contraste con la histórica
sentencia del Tribunal Supremo que, en 1922, reconoció a la mujer -y sólo a ella- el derecho a
35interrumpir el embarazo. Para calentar la polémica están sobre todo los grupos antiabortistas, animados
por la llegada de George W. Bush, un presidente abiertamente de su lado. Diana Thompson, directora
de la Coalición Americana de Padres e Hijos, un grupo antiabortista, truena así: "muchas veces
hablamos de los padres de un modo negativo, porque no quieren ser responsables de sus hijos y, en
cambio, este hombre está haciendo todo lo posible porque nazca su hijo. Cuando se trata de los
40derechos a reproducirse, los del hombre se pisotean una y otra vez". El clamor levantado en los
periódicos y debates televisivos es tan grande que el juez Michael Conahan, que debía decidir la
cuestión el miércoles, ha decidido adelantarse por sorpresa, sancionando que el derecho a abortar de
una mujer "no está sujeto al veto del marido o de su pareja". John P. Williamson, abogado del padre y
conocido antiabortista, que anuncia la decisión de apelar, comenta: "Ya había elegido el padrino y el
12
Título y texto del Corriere della Sera, 05-08-2002, artículo de A. Farkas.
63
nombre del niño". Precisamente ayer y siempre en Pensilvania, el presidente Bush, de visita en
Pittsburg, firmaba la nueva ley por la tutela de los derechos del feto, la "born alive", tan deseada desde
hace mucho por los antiabortistas porque amplía las garantías y la tutela de las leyes federales también
a los fetos que hayan sobrevivido a un aborto no logrado".
5 Como hemos visto a lo largo de todo el libro, la situación norteamericana es, como de costumbre,
la más "avanzada", tanto en los desastres causados por la secularización como en la forma de
remediarlos. Hasta ahora, la versatilidad americana para cambiar de dirección ha confirmado la
conocida frase: "Occidente es capaz de encontrar antídotos para sus propios errores". Veremos si en
este caso ocurre así.
10 Pero es cierto que hoy, en todo el mundo occidental, puede notarse un cambio en la conciencia
colectiva provocado por los padres que reivindican la responsabilidad de sus hijos.

Escocia: el caso de los chicos que se convierten en padres

Hay un caso interesante, precisamente por ser aparentemente marginal y estar lejos del estruendo
de los medios: es el que se desprende del estudio Lads Becoming Dads13 ("Chicos que se convierten en
15padres"), hecho en East Enders, una zona de Escocia donde hubo muchos nacimientos producto de
relaciones entre chicos jovencísimos. Mientras que las familias esperaban y presionaban para que los
muchachos-padres "desaparecieran" antes del aborto o nada más nacer el niño, el estudio demuestra
ampliamente que los chicos esperaban su nacimiento, estaban dispuestos a asumir la responsabilidad
del nasciturus y se sentían frustrados por las múltiples presiones para apartarlos. El problema salió a la
20luz por las protestas de un adolescente -Martin Fowler- a quien se le impidió tomar cualquier decisión
en el caso del hijo de Sonia, la madre del niño, que (también por presiones de la familia) había decidido
darlo en adopción.

Las leyes para la custodia conjunta o "compartida" de los hijos

En este movimiento de cambio, hay otro punto importante que podría reconvertir el "desencanto"
25afectivo, espiritual y sexual que ha inspirado la legislación actual sobre la familia en una visión más
cálida y respetuosa de la vida de todos: madre, padre y, sobre todo, los niños. Se trata de una fuerte
tendencia que se da en todo el mundo occidental para que se hagan leyes para la "custodia conjunta o
compartida" de los niños tras la separación y el divorcio. Se trata de un procedimiento ya en vigor en
gran parte de los Estados Unidos: el último estado en adoptarlo -mientras se escribe este libro- ha sido
30el de Maine, en marzo del 2002. En Francia se aprobó en junio del 200114.
En Italia hay un proyecto de ley sobre custodia compartida firmado por el diputado Tarditi y
redactado por el abogado Maurizio Paniz, que ha sido propuesto por la mayoría de la Cámara y está en
discusión en ella. Como es natural, es ferozmente combatido por la poderosa mesnada de la máquina
del divorcio, que ve en él una peligrosa amenaza de reducción de su cifra de negocios.
35 A pesar de estos grandes obstáculos, la custodia compartida de los niños en las familias separadas
es un paso obligado en un mundo occidental que quiere invertir el proceso de disolución moral y
psicológica característica de los tiempos modernos. Una época que pensadores laicos como Hokheimer
y Adorno veían ya -antes de la mitad del siglo pasado- como marcada por un "carácter infernal".

13
Lara Macmillan, Young dads who don't give up, Edinburgh News, disponible en http://www.edinburghnews.com/
14
Francia, vía libera alla paternità "congiunta" en Corriere della Sera, p. 18.
64
Setenta y cinco años después, Juan Pablo II lo denunció: "El misterio de la iniquidad sigue marcando la
realidad del mundo"15.
Sin embargo y a pesar de todo, la vida es más fuerte que el infierno (como lo demuestra a diario la
psicología clínica), aunque debe luchar continuamente con la iniquidad y el mal. La vida quiere
5realizarse, desplegar sus fines de amor, de crecimiento, de donación. Y hoy día hay quienes (en
realidad, muchísimos) han sentido en lo más hondo el deber ineludible de estar disponible al impulso
de la vida, de su necesidad. Como dice Testori en las líneas repetidamente citadas en estas páginas16,
quizás hablando de sí mismo: "Hay quien, no siendo ya joven, ha visto, se ha dado cuenta, se ha sentido
conmovido al descubrir precisamente en estos jóvenes la esperanza, el ímpetu y la pasión del amor al
10Padre y, por consiguiente, del amor al hombre".
Ya hay algunos, muchos, que lo han visto y que harán lo que deban y puedan porque regrese el
padre, ausente inaceptable por ser la figura del Padre (sin el cual nada tiene sentido)17.

El paso adelante: asumir responsabilidades

Sin embargo, todavía es pronto para decir si los muchos movimientos de sectores del mundo
15juvenil dotados de "visión del mundo" y de la vida conseguirán cambiar la orientación utilitaria de la
legislación familiar en la posmodernidad occidental. De hecho y como hemos visto, es el fruto de un
proceso muy definido desde hace por lo menos tres siglos, tras la Ilustración y las grandes
revoluciones, y que hoy mueve enormes intereses y poderes igualmente fuertes.
Por otra parte, las nuevas generaciones tienen de su lado el arma, nada desdeñable, del rechazo. El
20marriage strike -la huelga contra el matrimonio-, tal como ha sido organizada por leyes tan insensatas
que han liquidado en pocas décadas la célula básica de la comunidad -la familia- es algo que practican
hoy gran parte de los jóvenes de Occidente. Los políticos tratan de obviar esto con el reconocimiento
de las "familias de hecho". Es cierto que son un "amortiguador social" (algo muy querido por los
políticos de las sociedades materialistas); pero, como lo demuestra el caso de la auto-inseminación de
25las lesbianas inglesas, sordas y pretendiendo un hijo sordo, es un camino que bordea y puede
precipitarse fácilmente en el horror.

15
Homilía en Cracovia, ya citada.
16
G. Testori, Il senso della nascita, cit.
17
También es en este cuadro donde en los últimos años se han multiplicado los estudios sobre la función y las condiciones
del padre de hoy, muchos de los cuales no hemos podido citar a lo largo del texto. Los recordaremos aquí rápidamente. Es
5muy apreciable el estudio de F. Dumesnil, Genitore responsabile, bambino equilibrato, San Paolo, Cinisello Balsamo 2000.
Intervenciones a varias voces en Dove abbiamo sbagliato, dirigido por G. Martignoni y G. Zois, Ediciones "Il Giornale del
Popolo", Lugano 2001. Estudios a varias voces en La Famiglia italiana, dirigida por V. Melchiorre, San Paolo Cinisello
Balsamo 2000. Son interesantes los estudios reunidos en Al crepuscolo del padre, dirigido por G. Martignoni, ed. Alice,
Comano, 1994. En la colección de ensayos Fathers, Suns, and Daughters dirigida por Charles Scull, J. P. Thatcher Inc., Los
10Angeles, 1992, con intervenciones, entre otras, de R. Bhly, W. Farrell, J. Hillman. Entre los estudios jungianos, el cuidado
The Father. Mythology and changing roles, de A. y L. Colman, Chiron, Wilmette, Illinois, 1988. También The Father,
dirigido por A. Samuels, FAB, 1985 y A. Pirani The absent father, Arkana-Penguin, 1989. Sin dramatizar e
ideológicamente políticamente correctos, pero con algún dato también, T. Arendall, Father and Divorce, Sage, Londres,
1995 y, dirigido por A.J. Hawkins y D.C. Dollahite, Generative Fathering, Sage, 1997. Intuitivo y sensible: G. Corneau,
15Père manquant, fils manqué. Les Editions de l'Homme, Québec, 1989, traducido después a varios idiomas. En Royal
Segolen, es importante La socièté doit arrêter de marginaliser les pères, Pastorale familiare números 5-6, 2001, p. 2; St-
Germain Louise, Krymko-Bleton Irène, Sur les traces du déni. Récits d'hommes sur l'avortement, en Dialogue n.° 131,
1996, págs. 93-109; Zaouche-Gaudron Chantal, Le Camus Jean, Devenir père: du désir d'enfant aux premiers liens, en
Dialogue, n.° 121, 1993, págs. 95-110.
20 65
En cualquier caso, los millones de víctimas inocentes causadas por el divorcio y el aborto algo han
conseguido: el despertar (¿o un verdadero renacimiento?) de un sentido de responsabilidad paterna
fuerte y estable en los jóvenes, que se rebelan contra tanto desastre.
El padre que volverá a ocupar su puesto en la familia occidental será muy distinto del individuo
5que liquidó, en el siglo XIX, sus pesadas responsabilidades patriarcales espulgando los libros de
cuentas de la naciente industria o cambiando a sus hijos por un montón de talleres, como el molinero
del cuento, que se los vende al diablo. En los jóvenes que piden un matrimonio indisoluble, lo mismo
que en los que oponen todo lo que pueden al aborto de sus hijos, se entrevén (todavía confusamente)
los rasgos de este nuevo padre. Se trata de un hombre que sabe que no tendrá amor ni placer ni
10seguridad si no es capaz de asumir su responsabilidad de adulto de este amor, de sus placeres y de la
seguridad necesarios para su bienestar y el de la familia.
Es como si, saliendo primero de los libros de cuentas de la sociedad industrial y después del
consumismo (concluido en una bancarrota total, más moral que financiera), el hombre padre volviese a
descubrir una verdad muy sencilla, conocida por lo menos desde que Jesús entró en Jerusalén montado
15en un asno: su misión es amar y cuidar a los suyos sin ahorrar esfuerzos. Y se le devolverán amor y
honor. Como explicó también Simone Weil (que, como todas las grandes mujeres, era capaz de
expresar con lucidez lo que el hombre sólo percibe inconscientemente), en las cosas esenciales de la
vida no hay derechos: sólo deberes.
En el fondo, en el centro de la virilidad no ha habido nada más que esta honda consciencia. El
20derecho protege al débil y al hombre le toca asumir los deberes.
El nuevo padre, que ha atravesado la tierra quemada de los tiempos modernos, parece haberlo
descubierto de nuevo. Y hay muchas señales que hacen pensar que se está preparando para cambiar una
sociedad calculadora en una comunidad viva.

APÉNDICE AL CAPITULO VII


25 Italia. La demanda "Por el padre"

También en Italia, la reflexión varonil y paterna crítica frente al aborto está tomando formas nuevas
y más visibles, incluso fuera de la tradicional oposición de los católicos que, no obstante, siguen siendo
determinantes para modificar la situación actual. Cada vez es más difícil permanecer indiferentes ante
las trágicas noticias en las que, de vez en cuando, un joven padre intenta oponerse al aborto decidido
30por su mujer o su novia, ofreciéndose a hacerse cargo del niño cuando nazca, para caer después ante la
ley que no da margen para su sentimiento y su proyecto de padre.
Por ejemplo, en Italia, el 26 de noviembre de 2001, hubo varios diarios que reseñaron la valiente
lucha de un joven napolitano que no aceptaba la decisión de abortar de su ex-novia. Animado por su
deseo de ser padre, envió telegramas al hospital y a la Seguridad Social, para apelar después al Papa y
35al Parlamento. A pesar de ser el padre del nasciturus y estar dispuesto a criarlo solo, no tuvo ninguna
posibilidad de salvar al niño. La ley 194 que regula la "interrupción voluntaria del embarazo" sólo tiene
en cuenta la voluntad femenina: lo que decida el varón no cuenta.
Entrevistado por la periodista Simona Coppa para el semanario Grazia declaró: "El aborto no es
sólo una tragedia femenina. Aunque la mujer lo vive más en cuerpo y alma, también implica mucho al
40hombre. Representa el fracaso de un proyecto de paternidad que ya existe. Un don ofrecido y luego
negado. Una puerta cerrada en las narices sobre un proyecto de vida que también el hombre ha
contribuido a crear". Y sobre las tendencias actuales de la sociedad observaba: "Cada vez hay más
padres que luchan por la custodia en caso de separación o divorcio. Y se multiplican los maridos,
novios, parejas que se oponen al poder absoluto de la mujer sobre la vida que llevan dentro, un poder
45que excluye al padre y no escucha lo que dice ni su dolor. Estas decisiones no deben dejarse a la
66
voluntad de una sola de las dos partes. Hoy, el padre no puede defender la vida de su hijo sin el
consenso de la mujer. Ni siquiera si se atienden las necesidades de la mujer durante el embarazo y
después de él. Ni tampoco si va a ser él quien atienda y críe al niño. La discriminación es evidente. Se
mantiene a la familia como base de la sociedad, pero ¿qué queda de la familia si se margina al padre, si
5se le deja fuera de la decisión más importante? Entonces, la periodista le dijo: "Pero si la mujer no
quiere o no se siente con fuerzas, desde luego no se la puede obligar a llevar a buen fin el embarazo". Y
la he respondido: "Una vez hechas las valoraciones oportunas sobre la personalidad del padre y su
capacidad de mantener al hijo, la sociedad podría hacer que la mujer cumpliese un deber, de interés
humano y social, que ella ha iniciado conscientemente y que se reconoce socialmente desde aquel
10momento, garantizando a la madre una compensación y una serie de tutelas. En otras palabras, se
sanciona la conciencia responsable del mantenimiento de la vida del niño hasta el parto". La
entrevistadora ha vuelto a preguntar: ¿Esto no equivale a apropiarse por la violencia del cuerpo de
otro?" Y yo he contestado: "Creo que no. No hay ninguna violencia. El cuerpo femenino es y sigue
siendo de la mujer; nadie reivindica su posesión. Pero ese cuerpo ha aceptado una unión que ha llevado
15a la concepción. Y, además, el cuerpo esencial es el del niño. El encarna el derecho principal, el de
vivir"18.
Como es lógico, este artículo ha suscitado una discusión amplia -y también dura-, como desde
luego esperábamos nosotros y seguramente también el periódico y la articulista, que probablemente
querían tratar de un tabú: la intocable ley del aborto que hoy día hace aguas por todas partes.
20 Sin embargo, al multiplicarse este tipo de episodios, la mayoría escondidos y en silencio pero
importantes -por ejemplo, el estudio del psicoterapeuta- pocas semanas después ha surgido en Italia una
iniciativa para modificar este estado de cosas. El mismo mes de diciembre del 2001, un grupo de
profesores de universidad, científicos, periodistas, profesionales, asistentes de cónyuges separados y
miembros de distintos grupos del variopinto -pero ya bastante activo- movimiento de los hombres, han
25pedido una modificación de la actitud hacia el padre en la cultura actual y en las normas de ley.
La campaña se ha iniciado con una primera llamada programática denominada Por el Padre. Desde
el primer documento, los firmantes han subrayado la necesidad de una ayuda y un reconocimiento
mayores para el padre dispuesto a correr con todos los gastos de un hijo concebido que la madre tenga
intención de abortar. He aquí la llamada Por el padre.
30 "En Occidente, la figura del padre ha sido separada de sus funciones educadoras y sociales.
Los resultados, totalmente previsibles según las ciencias humanas son: inseguridad y falta de
iniciativa de los hijos; incapacidad para aceptar el principio de autoridad; soledad y cansancio en las
madres al tener que llevar ellas solas el peso de la educación; frustración en los varones adultos,
subestimados en este aspecto esencial de la identidad masculina. En conjunto, una situación que
35perjudica gravemente al individuo, a la vida de relación y la vida familiar, a la sociedad y a nuestra
civilización. Hay que intervenir para volver a dar dignidad y responsabilidad a la figura del padre.
En este contexto, tiene una gran significación afectiva y simbólica la posición del padre con
respecto al hijo procreado. La praxis vigente actualmente priva al padre de cualquier responsabilidad
en el proceso reproductivo. Es una situación paradójica, injusta desde el punto de vista afectivo,
40infundada en el aspecto biológico y antropológico y destructiva en el plano simbólico.
Por el bien de los hijos y de la sociedad, es necesario que se permita al padre asumir la
responsabilidad que le corresponde como coautor del proceso de procreación. Las noticias que
aparecen de padres desesperados que quieren, asumiendo cualquier responsabilidad, que nazca el hijo
al que la madre quiere abortar, son sólo la punta del iceberg del luto del hombre-padre, expulsado del
45proceso de reproducción de la que es promotor. Es necesario hacer una reflexión colectiva que equipare
realmente la dignidad de la mujer y el hombre en la procreación, como garantía de la vida, la familia y

18
S. Coppa, Aborto. Se lui non é d'accordo, en Grazia, 18-12-2001.
67
la sociedad. Hay que tutelar debidamente el interés y la voluntad de la mujer, en el contexto social de la
defensa de la vida y la promoción de la familia, núcleo vital de la sociedad.
Por lo tanto, los ciudadanos y grupos que suscriben hacen una fuerte llamada a las fuerzas políticas,
sociales y civiles, para que se rehagan las normas y se supriman los prejuicios que sustraen, fuera de
5todo sentido común, al padre de la vida del hijo".
Los primeros cinco firmantes (posteriormente se adhirieron numerosos particulares y
asociaciones), fueron los siguientes profesores: Claudio Risé, psicoanalista de la universidad de
Insubria; Stefano Zecchi, de la universidad de Milán; Giuseppe Sermonti, profesor emérito de genética
molecular; Claudio Bonvecchio, de la universidad de Insubria; Giulio Maria Chiodi, de la universidad
10Federico II de Nápoles.
En principio, los promotores querían, sobre todo, llamar la atención sobre la peligrosa tendencia a
minimizar y suprimir la figura del padre en la sociedad. Pero los periódicos -incluidas las revistas
femeninas- han dado relieve notable a esta llamada; ha habido responsables de la política de familia de
los partidos del gobierno que se han adherido inmediatamente (como puede verse en la nota de
15adhesiones)19; también hay políticos con responsabilidad en el sector juvenil.
Sobre todo, con esta llamada se ha iniciado en Italia, en los círculos sociales, una discusión20 sobre
la posibilidad de hacer algo para promover un serio proceso de reflexión sobre la madre, que en
principio tiene intención de abortar, cuando haya un padre capaz de asumir la custodia y la
responsabilidad del hijo después de nacer. Es interesante que a la revista Grazia, que había publicado
20mi primera entrevista sobre el tema, hayan escrito sobre todo hombres, de acuerdo con la propuesta, y
ninguna mujer en sentido contrario21.
En cambio, a uno de los portales de internet que han apoyado la petición, ha llegado una carta de
una mujer contraria a la iniciativa. Es interesante la contestación de los redactores de la página web,
para comprender mejor las motivaciones de los hombres que han apoyado la iniciativa de todos esos
25profesores y periodistas.
"Querida Cinzia: Es bonita tu descripción de la maternidad que, como dices, ^''empieza de repente,
apenas se inicia la concepción" con cambios en el cuerpo y en la mente. Si la maternidad empieza de
repente, se deduce que la vida del niño comienza en el mismo momento, prescindiendo de cualquier
consideración de orden religioso. Por lo tanto, un niño en el vientre de su madre, no puede considerarse
30un amasijo de células. Es una vida que depende por completo del cuerpo que lo hospeda, pero es otra
vida y distinta de la de la madre. El desdichado experimento del útero artificial que hubiéramos querido
no ver, lo mismo que los úteros de alquiler, la inseminación artificial, la concepción sin fecundación,
etc., están ahí para demostrarlo también desde el punto de vista científico, suponiendo que hubiera sido
necesario.
35 Si esto es cierto -y lo hemos deducido de tus propias palabras-, no puede haber un derecho
incondicional de nadie, ni siquiera de la madre, sobre la vida y la muerte del niño que alberga. Los
retorcimientos verbales y los malabarismos de las diversas leyes sobre el aborto son una demostración
de la existencia de este problema, que no puede eludirse. Guste o no guste, el derecho del concebido
puede estar en conflicto con el de la madre a disponer de su cuerpo y, por lo menos en principio, el
40derecho a vivir no puede subordinarse a ningún otro. Por otra parte, históricamente, los varones
siempre han tenido limitaciones para disponer de su propio cuerpo, sin que esto haya suscitado
escándalo. Basta con pensar en el servicio militar obligatorio que, en caso de guerra, entraba en
conflicto casi con seguridad con el derecho a vivir. Ahora se trata de impedir el aborto si hay un padre
19
Ver Vogliamo i nostri figli. ¡Vivi! en la página web www.claudio-rise/sommario.htm
20
A cuya promoción también ha contribuido el llamamiento Per una nuova paternita, difundida por el profesor Claudio
Bonvecchio, profesor titular de Filosofía de las Ciencias Sociales en el último curso de Ciencias de la Información de la
Universidad de Insubria. Reproducida en: www.maschiselvatici.it/figli/bonvecchio.htm.
521 Revista Grazia, 29-1-2002.
68
digno y capaz de asumir la responsabilidad de atender al hijo él solo, eximiendo de ello para siempre a
la madre que no lo quiera. Actualmente, ya hay una ley que permite que la madre no reconozca a su
hijo, confiándolo a los servicios sociales. Con más razón, nos parece razonable la propuesta de Risé y
los demás que hemos suscrito... En cualquier caso, el argumento de que, como el aborto es un trauma,
5nadie tiene derecho a discutir la opción de la mujer, nos parece muy débil. En realidad, hay que
preguntarse cómo es posible que el sexo que dice ser el único portador del don de la vida y su
continuidad considere más traumático confiársela al padre -que es su coautor- que suprimirla 22. Pero
nuestra propuesta/llamada procede de otro problema que quiere presentar con fuerza: el de la función
del padre y su reconocimiento como coautor de la vida, que para nosotros se identifica estrechamente
10con el papel y la función del varón. Si es cierto que las mujeres, reivindican justamente el derecho a no
ser consideradas como meras incubadoras, igualmente legítima es la reivindicación masculina de no ser
considerados como simples donantes de semen, como ocurre con la ley actual que, sin el
consentimiento femenino, prohibe el padre hasta el derecho de ser consultado"23.

22
La carta continúa: "El hecho es que, inconscientemente, muchas mujeres piensan que son las únicas depositarias legítimas
del derecho de vida y muerte sobre sus hijos. Los mitos de la antigüedad nos cuentan este lado oscuro femenino y la
realidad de hoy lo confirma. No es una casualidad que los infanticidios sean prerrogativa casi exclusivamente materna".
23
Otros pasajes interesantes de la carta: buscar el contacto con su pareja y ponerla en condiciones para hacerla capaz de
5afrontar la maternidad, es tarea del hombre. Pero no lo es el aceptar cualquier decisión de ella, porque el hijo es de los dos.
Si, a pesar de todo, la mujer siguiese rechazándolo, la ley le tendría que permitir el derecho/deber de asumir por sí solo sus
responsabilidades de padre. De lo contrario, que nadie se lamente del escaso relieve de la figura paterna y de sus trágicos
efectos sobre los hijos y sobre la propia mujer Admitirán con nosotros que, cuando la ley te considera un cero a la izquierda
o sólo te toma en cuenta cuando hay que pagar (nos estamos refiriendo a la custodia de los hijos en sentido único en las
10separaciones), es más difícil llegar a "sentir" la paternidad. Los machos salvajes.
69
AGRADECIMIENTOS

Este libro ha sacado linfa, pasión e información de un campo muy amplio de comunicaciones,
experiencias y sufrimientos por la actual condición del padre en Occidente y sus devastadoras
consecuencias para los hijos y para la sociedad.
5 Mi agradecimiento especialmente para los amigos que han suscrito la llamada Per il padre
(reproducido en el apéndice del capítulo VII) y que han dado vida después a la valiosa red de internet
de investigación y trabajo sobre el padre, cuyos documentos he utilizado ampliamente.
Y gracias también a: Giuseppe Sermonti, Claudio Bonvecchio, Giulio María Chiodi, Stefano
Zecchi por la cercanía afectiva y de pensamiento; a Federico Medici por la cuidada información de la
10prensa internacional, que nos ha permitido mantener una atención constante sobre las evoluciones más
actuales del asunto; a Giovanni Ventimiglia, por sus trabajos sobre la paternidad de Dios; a Massimo
Vagnarelli y Massimiliano Fiorin, por el material divulgado en la red, a los colegas psicoterapeutas del
grupo psicomasculino de la Escuela de formación LISTA, por sus cuidados trabajos, recogidos en el
texto, y sus opiniones sobre el tema. Un recuerdo muy agradecido a Antonello Vanni y Paolo Marcon,
15valiosos y sensibles cultivadores de esta delicada materia, decisiva para la sociedad del mañana.

70
ÍNDICE

EL PADRE
EL AUSENTE INACEPTABLE...................................................................................................................1
PRÓLOGO
5SOBRE LA NOSTALGIA Y LA ESPERANZA..................................................................................................1
I.
LA HUELLA DEL PADRE......................................................................................................................3
El padre y la herida..........................................................................................................................4
La herida paterna y la separación de la madre................................................................................5
10 Los ritos de iniciación.....................................................................................................................6
El padre que hiere y el "complejo de castración"............................................................................7
Relación con el padre y renuncia a la omnipotencia.......................................................................9
La búsqueda de la norma y el síndrome de Adhd:
"trastorno de la atención por hiperactividad"....................................................................................9
15 Eneas: la pérdida y el padre...........................................................................................................10
Ícaro, su padre y la reina de Creta.................................................................................................11
II.
EL PADRE Y DIOS.............................................................................................................................13
El padre como creador...................................................................................................................14
20 El padre y la libertad......................................................................................................................15
Las terapias hostiles al padre.........................................................................................................15
El padre y el futuro........................................................................................................................16
El custodio.....................................................................................................................................17
El padre y el adiestramiento para el trabajo..................................................................................18
25 Educador y corrector.....................................................................................................................18
III.
OCCIDENTE SE ALEJA DEL PADRE........................................................................................................21
El "proceso de secularización"......................................................................................................21
Lutero, la Reforma y el eclipse del padre......................................................................................21
30 De testigo de Dios en la familia, a proveedor de alimentos..........................................................22
La pedagogía protestante y el desprecio por la modestia del padre..............................................25
Desaparición de la iniciación.........................................................................................................25
Iniciación y educación de la agresividad.......................................................................................27
La hija sin padre............................................................................................................................27
35 Las guerras mundiales y la "fabricación" del individuo................................................................28
La sociedad tipo "Gran Madre".....................................................................................................29
IV.
LA "FÁBRICA DE DIVORCIOS" Y SU LUCHA CONTRA EL PADRE..................................................................31
Historias de padres........................................................................................................................31
40 Los padres destrozados..................................................................................................................33
Quién rompe la familia..................................................................................................................34
La custodia de los menores............................................................................................................35
El caso norteamericano: una encuesta política..............................................................................36
El padre fuera de la ley..................................................................................................................37
45 Italia: anacronismos y confusión sobre los hombros de los niños.................................................39
71
Apéndice al Capítulo IV
Breve "estupidario" divorcista.............................................................................................................40
V.
PATOLOGÍA DE LA SOCIEDAD SIN PADRE...............................................................................................42
5 Una sociedad que no sabe perder..................................................................................................42
Las venganzas contra la sociedad sin padres.................................................................................44
La regresión de la personalidad a niveles infantiles......................................................................45
La mente adulta, el padre y el regalo.............................................................................................45
La perversión "devoradora" en la sociedad sin padre....................................................................46
10 La perversión sádica en la sociedad sin padre...............................................................................47
Hiperconformismo y agresividad sádica.......................................................................................48
La violencia soft............................................................................................................................50
La neurosis priva de la libertad.....................................................................................................51
Estrategias de distracción: de las drogas a la pornografía.............................................................51
15 VI.
SUPRESIÓN Y USO DE LA MUERTE EN LA
SOCIEDAD DEL "PADRE ELIMINABLE"...................................................................................................53
La muerte: pérdida y transformación............................................................................................53
El científico y la muerte: la óptica de Luc Montagnier.................................................................54
20 El estilo del biopoder.....................................................................................................................54
La muerte negada se vuelve "complejo autónomo"......................................................................55
La muerte "secularizada"...............................................................................................................55
El control sobre la vida..................................................................................................................56
Técnicas para mandar a la muerte. El aborto................................................................................56
25 La narración psicológica permitida por el biopoder......................................................................57
Arrojar a la muerte: otros ejemplos de los que está prohibido hablar...........................................58
VII.
EL MUNDO QUE CAMBIA, DEL PADRE "ELIMINABLE"
AL PADRE RESPONSABLE....................................................................................................................59
30 Es mejor casarse............................................................................................................................59
La revuelta de los "hijos del divorcio"..........................................................................................60
Las leyes del covenant marriage ...................................................................................................61
¿Restricciones pactadas en el nuevo aborto?.................................................................................62
Padres contra el aborto..................................................................................................................63
35 Escocia: el caso de los chicos que se convierten en padres...........................................................64
Las leyes para la custodia conjunta o "compartida" de los hijos...................................................64
El paso adelante: asumir responsabilidades..................................................................................65
APÉNDICE AL CAPITULO VII
Italia. La demanda "Por el padre"........................................................................................................66
40 AGRADECIMIENTOS....................................................................................................................70
ÍNDICE.....................................................................................................................................71

45

72

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