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SABER COMO

Lo que el viento se trae...


energía eólica: una oportunidad para el desarrollo industrial argentino

Cifras para pensar

Dinámica mundial de la industria de aerogeneradores


La industria de grandes aerogeneradores (>100 KW de potencia) es la más dinámica entre
las industrias productoras de grandes equipos para la generación eléctrica(1) y entre el
conjunto de ramas industriales emergentes sólo es superada por la telefonía móvil. Las
razones de ello se encuentran en que se basa en la aplicación y estudio de tecnologías y
conocimientos ya maduros o tradicionales –electromecánica, aerodinámia, dinámica
estructural, materiales plásticos compuestos, electrónica de control y de potencia, etc.- que
le permiten a esta industria tener un sendero de desarrollo con menor costo(2) y riesgo entre
aquellas sustitutas inmediatas de las centrales térmicas de combustibles fósiles –energía
solar y nucleoeléctrica, principalmente-.

La energía eólica, al igual que otras fuentes de energía alternativas, es subsidiada y


tributaria de las políticas públicas. En la matriz de decisiones –eólica, solar y nuclear- se
presentan diversas estrategias nacionales: Alemania, Dinamarca, España, India y el Estado
de California son los principales promotores del desarrollo de la energía eólica. Así como
Francia y China lo son de la nuclear, Japón y EE.UU. de la nuclear y solar principalmente.
Es así como las empresas dinamarquesas, alemanas y españolas –a partir del desarrollo
primario en sus mercados internos- concentran hoy cerca del 90% de la producción de
grandes aerogeneradores en el mundo. Este mercado en el último año, alcanzó los u$s
9.000 millones de dólares, teniendo amplios derrames de empleo calificado en los sectores
metalmecánicos tradicionales. La industria emplea directa e indirectamente 45 mil personas
en Dinamarca, 30 mil en Alemania y 15 mil en España.

El mayor fabricante es la dinamarquesa Vestas con cerca del 25% del mercado mundial –
que junto a Neg Micon y AN Bonus tienen un 45% del mercado mundial-. El segundo
fabricante es la española Gamesa Eólica(3) con cerca del 15%. Y los tres principales
fabricantes de molinos alemanes: Enercon, Nordex y Repower, acaparan el 22,6% del
mercado mundial.
El imperativo del cambio climático
El impulso a la expansión de la energía eólica ha venido cada vez más de la necesidad
urgente de combatir el cambio climático global. El Panel Intergubernamental del Cambio
Climático patrocinado por Naciones Unidas prevé que las temperaturas medias del planeta
aumentarán hasta 5,8ºC durante este siglo. Muchos países aceptan actualmente que las
emisiones de gases de efecto invernadero deben recortarse de manera drástica para limitar
la catástrofe medioambiental que se produciría.

La eólica y otras tecnologías energéticas renovables generan electricidad sin producir los
contaminantes asociados a los combustibles fósiles y a la energía nuclear, entre ellos, el
dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero más significativo.
A partir del Protocolo de Kyoto de 1997, que requiere una reducción global de las emisiones
de gases de invernadero del 5,2% para el periodo 2008-2012 respecto de los niveles de
1990, se han introducido en cascada una serie de objetivos de reducción a escala
regional y nacional. Éstos se han traducido, a su vez, en objetivos de introducción de una
proporción creciente de energías renovables en el mix de suministro. Los 15 Estados
miembros de la Unión Europea, por ejemplo, se han marcado como objetivo conjunto que el
22% de su electricidad provenga de fuentes renovables en el 2010, tomando como punto de
partida la cuota del 14% existente en 1997. Para alcanzar estos objetivos, los países
europeos y no europeos han adoptado una serie de mecanismos de apoyo al mercado que
van desde simples primas por unidad eléctrica producida por las plantas de energía
renovable a mecanismos más complejos que obligan a los generadores eléctricos a obtener
un porcentaje creciente de su suministro a partir de energías renovables.

El razonamiento que sostiene estos mecanismos es doble. En primer lugar, hay una
necesidad de estimular el mercado renovable hasta el punto en el que se pueda establecer
una industria sustancial. En segundo lugar, existe una distorsión histórica del mercado
energético en favor de los combustibles fósiles y del nuclear. Se estima que las fuentes de
energía convencionales reciben anualmente en todo el mundo subvenciones de entre 300 y
400 miles de millones de dólares. Por su parte, la energía nuclear continúa llevándose una
parte significativa de los fondos de investigación tanto en EEUU como en Europa. Al mismo
tiempo, en los costes de generación de los combustibles "convencionales" no se tienen en
cuenta sus costes externos medioambientales, sociales y sanitarios. Sumadas a la
liberalización competitiva de los mercados energéticos en todo el mundo, estas distorsiones
hacen difícil la consolidación de las nuevas tecnologías energéticas renovables.

La energía eólica es una fuente renovable y limpia en su etapa de generación, sin embargo
la industria de aerogeneradores provoca efectos contaminantes. Es alta consumidora de
acero, hormigón, y materiales plásticos compuestos, tales como epoxi y fibra de vidrio. Se
trata de industrias pesadas que concentran entre el 10% y el 15% de las emisiones de C2O
en el mundo. A pesar de ello, igualmente se encuentra entre las fuentes energéticas
relativamente más limpias.

Disminución de costos
Conforme el mercado ha ido creciendo y la energía eólica ha experimentado una enorme
disminución de sus costos. Por ejemplo, los costos de la producción de un kilovatio hora
eólico es hoy una quinta parte de lo que eran hace 20 años. Sólo durante los últimos cinco
años, se han reducido aproximadamente un 20%. La eólica ya es competitiva con nuevas
centrales térmicas de carbón y en algunos emplazamientos puede incluso competir con el
gas, -actualmente la opción de menores costos directos-, dependiendo de la velocidad
media de los vientos imperantes.

Los costos externos para la sociedad y el medio ambiente derivados de la quema de


combustibles fósiles o de la generación nuclear no están incluidos en los precios de la
electricidad. Estos costos tienen un componente local y otro global, este último relacionado
sobre todo, con las consecuencias finales del cambio climático. Existe, sin embargo, una
gran incertidumbre sobre la magnitud económica de tales costes, ya que son difíciles de
identificar y cuantificar. Un reciente estudio europeo, conocido como “Proyecto ExternE”,
llevado a cabo durante los últimos 10 años en los 15 estados miembros de la UE, ha
evaluado estos costes para distintos combustibles. Sus últimos resultados, publicados en
julio de 2001, señalan los siguientes costes externos (en centavos de euro/kWh): eólica de
0,05 a 0,25, energía nuclear de 0,2 a 0,6, gas natural de 1 a 4, carbón de 2 a 15.
El estudio concluye que si los costos externos sobre el medio ambiente y la salud fueran
tenidos en cuenta, el costo de la electricidad generada con carbón o petróleo se llegaría a
doblar y el de la obtenida con gas aumentaría un 30%. Por otro lado, la energía nuclear se
enfrenta a mayores costos externos por aspectos tan importantes como son la
responsabilidad civil asumida por los Estados, los residuos y el desmantelamiento

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