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Sancho en su ínsula

1.PRESENTACIÓN:

En escena un libro gigante y dos pajes de cuento o arlequines, que


sostienen el libro en el que se lee: “ DON QUIJOTE DE LA MANCHA” Abren el
libro:

NARRADOR 1.- En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme,


NARRADOR 2.- (interrumpiendo con gracia), no hace mucho tiempo …
NARRADOR 1.- … que vivía un hidalgo, de los de lanza en astillero, adarga antigua,
NARRADOR 2.- ...rocín flaco y galgo corredor… ,
NARRADOR 1.- (Solemne) Don Quijote…
NARRADOR 2.- … de todos conocido por (muy solemne) ¡Don Quijote de la Mancha!,
NARRADOR 1.-Tenía un escudero…
NARRADOR 2.- (Explicando con gracia) o sea, el que le llevaba el escudo… ¡digo yo!
NARRADOR 1.- Sancho, se llamaba el buen hombre…
NARRADOR 2.- … más conocido por (solemne) ¡Sancho Panza! (gestos de abultada
barriga)
Porque llevaba, muy contento y orgulloso, su gran barriga… ¡digo yo!

Por el lateral derecho se oye un relincho y comentarios de don Quijote y


Sancho, al mismo tiempo, el Narrador 2 pasa la hoja mientras el otro dice:

NARRADOR 1.- Pero mira, mira, ahí llegan…(Compadeciéndose) Sancho Panza, un


Personaje digno de lástima y que …
NARRADOR 2.- (Con gran sonrisa) Sin embargo, nos hace reír.
NARRADOR 1.- ¡El pobre Sancho! Salió de su pueblo en busca de aventuras …
NARRADOR 2.- (gestos de admiración y exageración) … y…y…y...y cuando la aventura
no
Surgía, ¡él se la inventaba!
NARRADOR 1.- ¡Cuidado que llegan! (retira el libro a un lado, que se vea y no
estorbe.
Se gira y ve al Narrador 2 sentarse en el centro).
NARRADOR 2.- (Se sienta muy contento, frotándose las manos y mirando por donde
asomarán los protagonistas) A ver qué pasa… a ver qué pasa…
NARRADOR 1.- (Enfadado va hacia él y lo arrastra junto al libro, desde allí miran la
escena)
¡Vamos, hombre! Éste no es nuestro sitio.

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2.AVENTURA DE LOS MOLINOS.
Aparecen Don Quijote y Sancho.

DON QUIJOTE.- (Señalando al lejos) ¡Mira, Sancho, ya tenemos una aventura a la vista!
SANCHO.- (Mira sin entender) ¿Una aventura, mi señor Don Quijote?
DON QUIJOTE.- (Con la mano en su hombro y paciencia) Pero, abre los ojos, Sancho, abre
los ojos y observa. (Le señala donde es) ¿No ves en aquella colina más de
treinta o cuarenta gigantes que mueven los brazos?
SANCHO.- (Saca y mete el cuello varias veces, sin ver, mira con la mano de visera, al lateral.
Se rasca la cabeza.) Lo que veo, mi señor, son treinta o cuarenta molinos de viento
que mueven las aspas.

Don Quijote, enfadado, se tira de los pelos, mira al cielo y abre los brazos, se gira…

DON QUIJOTE.- ¡Sancho, Sancho!...¿ Qué me dices, hombre?


SANCHO.- (Mira, se rasca la cabeza. Corre a un lateral, mira con más atención y se vuelve
hacia su amo) ¡Que sí, mi amo! (Girando, graciosamente los brazos como aspas)
¡Que no son más que molinos girando las aspas!
DON QUIJOTE.- (Con paciencia) ¡Ay, Sancho, Sancho, mi buen escudero...!
SANCHO.- (Corre al otro lateral al oír un relincho) ¿Por qué no cogemos a Rocinante y nos
vamos de aquí, mi señor Don Quijote?
DON QUIJOTE.- Así no llegaremos a ninguna parte, Sancho.
SANCHO.- (Se rasca ingenuo y se acerca a Don Quijote) ¿No , mi amo?
DON QUIJOTE.- Parecen molinos de viento, pero en realidad son gigantes disfrazados de
molinos.
SANCHO.- (Mira de nuevo y exagera, convencido) ¡Gigantes, mi amo! ¡Y qué gigantes!
DON QUIJOTE.- Y ahora, abre bien los ojos y me verás en la aventura más maravillosa que
pueda existir...
SANCHO.- (Cansado, abre los brazos) ¿Más aventuras, mi amo? ¿Más aventuras?
DON QUIJOTE.- (Sin hacerle caso) Don Quijote enfrentándose a los cuarenta gigantes de
La Mancha. (Corre al lateral y sale de escena, Sancho se tapa los ojos.)
SANCHO.- (Gritando con las manos delante de los ojos) ¡Ay, mi amo! ¡Que son molinos, mi
amo! ¡Que son molinos!
DON QUIJOTE.- (Gritando) “No huyáis cobardes y viles criaturas, que sólo es un caballero
quien os ataca”

Sancho pone cara de dolor en cada golpe que se oye dentro, como si los recibiera él
mismo. Después de un gran ruido, Sancho también sale corriendo de la escena.

SANCHO.-(Corre a socorrerle) ¡Ay, mi amo, mi amo! Ya le dije que no eran gigantes sino
Molinos. ¡Y qué molinos!

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3.PRESENTACIÓN SEGUNDA.
Al quedar la escena vacía los narradores adelantan unos pasos

NARRADOR 1.- Y de esta forma Don Quijote embistió al molino.


NARRADOR 2.- (Con gestos) Y las aspas del molino, en una enorme sacudida, …
NARRADOR 1.- … le lanzaron al suelo con los huesos muy doloridos. (Pasea por la escena
renqueante y dolorido, con la mano en la espalda)
NARRADOR 2.- Contándole a Sancho que le habían cambiado los gigantes por molinos.
NARRADOR 1.- ¡Porque le tenía unas ganas!

Se oyen quejidos de Don Quijote y el Narrador 1 coge al 2 y lo arrastra junto al libro.

NARRADOR 2.- (Andando casi a gatas) ¿Eh? ¿Qué pasa, qué pasa, qué pasa?

DON QUIJOTE.-(Ayudado por Sancho)¡Ay,ay! ¡Ay,amigo! ¡Amigo Sancho! ¡Aay, amigo Sancho!
SANCHO.- (Lo sujeta con paciencia) ¿Qué, mi amo? ¿Qué?
DON QUIJOTE.- Ha sido algún mago que quiere impedir mis aventuras...
SANCHO.- Un mago, mi amo, un mago.
DON QUIJOTE.- Un mago que ha cambiado los gigantes por molinos de viento, Sancho…
SANCHO.- (Cargando con él) Claro mi amo. Un mago. Un mago muy mago, pero un mago.

En el centro Sancho lo suelta y Don Quijote, intenta mantenerse de pie, camina


torpemente, da una vuelta a la escena. Al tambalearse, acude Sancho, cómicamente, a
socorrerle. Se mantiene en pie y mirando a Sancho le sentencia con el dedo.

DON QUIJOTE.- Pero no te desanimes...


SANCHO.- ¡Claro que no, mi amo, claro que no!
DON QUIJOTE.- Continúa conmigo como buen escudero ...
SANCHO.- ¡Claro que sí, mi amo, claro que sí! (Baja la cabeza emocionado)
DON QUIJOTE.- ...y algún día llegarás a ser gobernador de una ínsula.
SANCHO.- (Levanta rápidamente la cabeza) ¿Verdad que sí, mi amo, verdad que sí?
DON QUIJOTE.- Te lo prometo, Sancho (Aturdido, sale por el lateral) Te lo prometo,
Sancho, te lo prometo...

Sancho ha quedado sólo, en el centro siguiéndolo con la mirada, se rasca la cabeza.


Viaja con la imaginación, levanta la cabeza, saca pecho, pasea por la escena dando
órdenes con las manos a imaginarios súbditos...creyéndose gobernador. Se oye un nuevo
relincho y, asustado de verse solo, sale corriendo por donde se fue Don Quijote.

SANCHO.- Pero...¡ No se vaya sin mí, mi amoooo! .

Los narradores pasan otra hoja.

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4.ENCUENTRO CON LOS DUQUES.

Entran el duque y la duquesa y un gran séquito de pajes y señores importantes. Pasean


conversando por la escena y se pararán. Entran Don Quijote y Sancho y los miran.

DUQUE.- Mirad qué pareja.


DUQUESA.- Por su aspecto parecen aquellos personajes de la historia que leemos….
CABALLERO 1.- Sus aventuras dan la vuelta al mundo…
DUQUE.- (Piensa con la mano en la barbilla) ¡Don Quijote y Sancho Panza.! Tenéis razón.
DUQUESA.- Podríamos invitarles a nuestro palacio y tratarlos como si fuesen grandes
señores.
DUQUE.- Sí. Y divertirnos muchísimo a su costa.
DUQUESA.- (Se acerca a Don Quijote y le habla con exagerada cortesía) Caballero, ¿por
ventura sois el valiente caballero Don Quijote, el que venció a los gigantes?
DAMA 1.- ¿El que ha hecho proezas tan grandes que incluso aparecen escritas en los libros?
DON QUIJOTE.- Soy el caballero Don Quijote, mi señora, (solemne reverencia que Sancho
trata, torpemente, de imitar; mientras, los demás aguantan sus risas)
DAMA 2.- ¿Aquel a quien también conocen como “El caballero de la triste figura”?
DON QUIJOTE.- (Enfadado con Sancho) Lo de la triste figura es ...disparate...
SANCHO.- (Inocente) ¿Disparate, Quijote?
DON QUIJOTE.- (Llamándole la atención por la falta de respeto) ¡Sancho!... fruto de la
mente ingenua de mi escudero...
SANCHO.- Mi Señor Don Quijote, con la luz de las antorchas parece usted...
DON QUIJOTE..- (No hace caso)...y mis armas de caballero siempre están dispuestas para
defender el bien y la justicia.
DUQUESA.-(Con cómica admiración) ¡Ooooh!

(Murmullo de falsa admiración y miradas con risas contenidas entre el grupo)

DAMA 1.- Y , ...aquí tenemos a Sancho Panza, (exagerando su cargo) ¡el más fiel escudero.!
DAMA 2.- (Como un anuncio) A quien su amo ha prometido hacerle ¡gobernador de alguna
ínsula!
SANCHO.- (Ofendido porque cree que quieren burlarse de él) – Naturalmente, soy Sancho
Panza, el escudero, y también he tomado parte en las aventuras de mi amo,
CABALLERO 2.- (Mirando con burla a los otros) Claro, claro, como buen escudero (Termina
llevándose la mano a la boca para simular la risa)
SANCHO.- (Palpándose el lomo) Sobre todo en lo que se refiere a los golpes. (Risas
contenidas) Y no hace falta que se rían vuestras mercedes...

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Don Quijote, detrás de Sancho, para “llamarlo al orden”, le pone una mano en el hombro
y éste sin mirar ni saber quién es, se la quita de encima.

DUQUESA.- Excuse nuestra alegría, pues nos reíamos de... ¡de sus golpes!

DUQUE.- Así pues, ...¿suponéis que es fácil gobernar una ínsula?


SANCHO.-(Don Quijote la pone su mano en el hombre y él se la quita) Me considero capaz de
gobernar una ínsula tan bien como muchos gobernadores que circulan por
aquí,(Juego de la mano) ¡o mejor!.
CABALLERO 2.- ¿Por qué pensáis así, buen hombre?
SANCHO.- (Juego de la mano) Porque, a veces, para ser un buen gobernante es preferible
tener un poco de buena voluntad que mucha inteligencia. .-(Juego de la mano)
DON QUIJOTE.- No me avergüences, Sancho.
SANCHO.- (Modesto, simplón) Si yo, mi amo, solo quería...
DON QUIJOTE.- Y recuerda lo que tantas veces te he dicho:
SANCHO.- (Cabizbajo) Mi amo me dice tantas cosas...
DON QUIJOTE.- La educación de las personas se mide por su moderación al hablar.
SANCHO.- Ya callo, señor; además, esto es hablar por hablar...
DAMA 2.- ¿Por qué os expresáis así, Sancho?
SANCHO.- Porque, aunque más vale pájaro en mano que ciento volando, yo no los tengo ni en
la mano ni volando...
DUQUE.- Pero ...tu amo te ha prometido la ínsula ... (Murmullo y risitas en el grupo)
DON QUIJOTE.- Y la tendrás, Sancho, y la tendrás.
SANCHO.- Ya. Veo que esto de ser gobernador de una ínsula va para largo y no sé si lo veré
algún día.
DON QUIJOTE.- Compórtate, Sancho.
DUQUESA.- No, con lo que acaba de decir ha conseguido ser gobernador.
DUQUE.- Precisamente ahora tenía que buscar un gobernador para una ínsula de mi
propiedad y ya lo he encontrado.
DUQUESA.- Tú, Sancho, serás el gobernador de la ínsula Barataria. (Todos ríen y aplauden)

Don Quijote, sorprendido, Sancho, muy satisfecho. La duquesa señalando a


Sancho con el dedo extendido y el duque y los otros personajes, aguantándose la
risa. Con bastante jolgorio y alegría, saludando y felicitando todos a Sancho,
Éste se regocija en su cargo.

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5.PRESENTACIÓN DEL GOBERNADOR.
Los Narradores pasan la hoja. Sala del palacio del duque, en la
”Ínsula Barataria”. Entran el Secretario, los Bachilleres, y
demás damas y caballeros.

NARRADOR 1.- Y de esta forma llegó Sancho a una aldea de unos mil habitantes, propiedad
del duque.
NARRADOR 2.- (Tira de imaginarias cuerdas de campanas) Tocaron, y tocaron, y tocaron ... y
tocaron las campanas...

El Secretario da un par de palmadas y aparecen tres pajes, traen un trono. El


Narrador 2, va,de un sitio para otro, mirando muy de cerca, como un miope, cada
acción.

PAJE 1.- (Solemnísima reverencia de los tres, Sancho trata torpemente de imitar). Este es el
sillón.
PAJE 2.- Este es el sillón que sirve.
PAJE 3.- Este es el sillón que sirve de silla
PAJE 1.- Este es el sillón que sirve de silla al señor.
PAJE 2.- Este es el sillón que sirve de silla al señor gobernador
PAJE 3.- Este es el sillón que sirve de silla al señor gobernador que gobierna
LOS TRES.- Este es el sillón que sirve de silla al señor gobernador que gobierna la Villa.

Ceremoniosamente colocan el sillón en el centro de la escena y le sientan en él el


Secretario y los Asistentes. Le enseñan la mejor postura para un gobernador... le ponen
apoyado en una mano, en la otra.. Se van los pajes..

SECRETARIO.- (Cantando)
Sancho gobernará
ya siempre nuestra isla.
El trono le dará
la altura que precisa.

Con jolgorio y con mucha solemnidad, repiten todos la tonadilla. Al acabar, vuelven los
pajes. El 1, entre los otros dos, trae un cojín con una gran llave.

PAJE 1.- Este es el cojín.


PAJE 2.- Este es el cojín que trae la llave
PAJE 3.- Este es el cojín que trae la llave de la puerta
PAJE 1.- Este es el cojín que trae la llave de la puerta de la Villa
PAJE 2.- Este es el cojín que trae la llave de la puerta de la Villa que gobierna.
PAJE 3.- Este es el cojín que trae la llave de la puerta de la Villa que gobierna el señor

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LOS TRES.- Este es el cojín que trae la llave de la puerta de la Villa que gobierna el señor
Gobernador.

Con ridícula solemnidad los “importantes, “ (siempre con la curiosidad del Narrador 2),
entregan la llave a Sancho. Buscan donde dejarla, aquí, allí, terminando por colgársela en
el cuello.

SECRETARIO.- (Cantando)
Sancho gobernará
ya siempre nuestra ísla.
Con la llave abrirá
al mundo nuestras vidas.

De nuevo repiten todos con la misma solemnidad. Los pajes salieron de escena para
volver enseguida con una gran vara adornada. (Llevará una cuerda para poderla colgar en el
sillón)

PAJE 1.- (Entre los tres sujetan la vara en forma de bandeja) Esta es la vara.
PAJE 2.- Esta es la vara que vale.
PAJE 3.- Esta es la vara que vale para valorar.
PAJE 1.- Esta es la vara que vale para valorar los asuntos.
PAJE. 2.- Esta es la vara que vale para valorar los asuntos del gobierno
PAJE 3.- Esta es la vara que vale para valorar los asuntos del gobierno que gobierna.
LOS TRES.- Esta es la vara que vale para valorar los asuntos del gobierno que gobierna el
señor Gobernador.

Entregan solemnemente la vara a Sancho y, ante su torpeza al sostenerla, se la colocan


de diferentes maneras, todas extravagantes, y terminan por dejarla colgada en el sillón,
Los pajes permanecen retirados en el lateral.

SECRETARIO.- (Cantando)
Sancho gobernará
ya siempre nuestra isla.
Con la vara obtendrá
mucha sabiduría

Cantan todos.

SECRETARIO.- (Tose y hace señas a los demás de que se pongan serios y formales) Señor
gobernador, en esta ínsula es costumbre,

(El Narrador 2, observaba la llave al pecho de Sancho, sale cómicamente disparado a


ocupar su sitio junto al libro)

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SANCHO.- Muy bien, muy bien. Costumbres, costumbres y tradiciones.
CABALLERO 3.- Claro, claro; las costumbres.
SECRETARIO.- Pues bien, señor, el día en que un nuevo gobernador toma posición de la
villa...(Duda y mira a unos y a otros, que, disimuladamente, le animan a
seguir)
SANCHO.- Continúe, continúe, señor...señor...(Se pone de pie, todos ríen y disimulan) ¿quién es
usted?
SECRETARIO.- (Con gran reverencia que Sancho trata de imitar y le hace tambalear, risitas
de todos) Su Secretario, señor.
CABALLERO 3.- ¡El secretario! (Con más solemnidad) ¡El Se cre tario!
SANCHO.- (Se sienta, se rasca la cabeza, como no entendiendo) ¡ Ah!, si es el secretario...
SECRETARIO.- (No puede disimular la risa) Continúen, continúen vuestras mercedes,
señores Bachilleres...
BACHILLER. 1- (Hace una leve reverencia al Secretario, Sancho lo imita con dos o tres
cabezadas rápidas de risa) Verá señor, al nuevo gobernador se le plantean
algunos problemas de difícil solución.
SANCHO.- (Se rasca) De difícil solución... (Se levanta y pasea acariciando la llave)
(Todos se miran y sonríen)
BACHILLER 2.- Problemas que el señor gobernador ha de juzgar y resolver delante del
pueblo.
SANCHO.- (Se gira a él rápido, asustado) ¿Delante del pueblo?
BACHILLER 1.- (Leve inclinación de cabeza, Sancho repite torpemente) Delante del pueblo,
mi señor.
CABALLERO 3.- Delante del pueblo, claro, claro. Delante del pueblo.
PAJE 1.- El gobernador
PAJE 2.- EL gobernador gobierna
PAJE 3.- El gobernador gobierna delante del pueblo
BACHILLER 2.- Y así, la gente sabrá si debe alegrarse o entristecerse con la venida del
nuevo gobernador.

Sancho pasea durante estas explicaciones y se gira rápidamente a sus interlocutores.

SANCHO.- (Negando con la cabeza y la mano) No, no... Se repite este juego varias veces.
CABALLERO 3.- ¡Cómo! ¡cómo!...
SANCHO.- De acuerdo, de acuerdo... (Los presentes muestra admiración, o se tapan la boca
ahogando las risas)
SECRETARIO.- (Aplaudiendo ridículamente) ¡Bravo, mi señor!
BACHILLERES.- Bien, muy bien.
SANCHO.- (Se ha acomodado en el sillón) Decidme los problemas, que yo pondré toda mi
buena voluntad por resolverlos.
SECRETARIO.- Es una excelente decisión, mi señor.
CABALLERO 3.- Excelente, brillante .. ¡Magnífica...!
BACHILLER 1.- (Aguantaba la risa) El pueblo quedará admirado ...
SANCHO.- Así lo haré, tanto si el pueblo se entristece como si revienta de risa.

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6.JUICIO DE LAS CAPERUZAS.

El Secretario da una palmada y los personajes se preparan entre risas y comentarios.


Unos salen y vuelven con unos bancos para sentarse; otros se acomodan en el suelo;
alguno en los brazos del sillón... Todo de manera vertiginosa. Sancho con los ojos
grandes, mira a unos y a otros. El Secretario da otra palmada y entran el labrador con
su esposa y el sastre.

SASTRE.- Mi señor Gobernador, este hombre vino ayer a mi casa con un pedazo de paño.
LABRADOR.- Sí señor, esto es verdad, fui ayer a su casa ...
ESPOSA.- (Interrumpe, muy enfadada) ¡Pero mirad, mirad lo que ocurrió.!

Mientras lo explican representan la escena. Se coloca el Sastre en un lateral, y simula


que está trabajando. El labrador y su esposa, que se habían retirado al otro lateral, se
le aproximan.

LABRADOR.- Buenos días nos dé Dios.


ESPOSA.- (Orgullosa, mandona, desconfiada) Buenos días.
SASTRE.- Buenos días.
LABRADOR.- ¿Qué opináis de este paño? (El sastre, está cosiendo otra prenda, lo mira casi
desde lejos y sigue con su imaginaria tarea sin echarle cuenta)
ESPOSA.- (Le quita de mala manera el paño a su marido y lo pone delante de los ojos al
sastre) Es un buen paño, ¿verdad, señor sastre?
SASTRE.- (Lo mira en las manos de la esposa) Es un paño de buena calidad.
LABRADOR.- Es muy bueno y me ha costado mucho dinero.
ESPOSA.- (Dándole con el paño cariñosamente a su esposo).- Mucho dinero, mucho dinero,
señor sastre.
SASTRE.- Es un buen paño, ¿y qué?
ESPOSA.- (Manos en jarra, con el paño en una mano) ¿Cómo que y qué? ¿No es usted sastre?
LABRADOR.- (Calma a su esposa) Me han dicho que erais un buen sastre.
SASTRE.- Y estoy a vuestra disposición.
ESPOSA.- ¡Pues entonces! (El marido le da un codazo, ella se pasa la mano por el lugar del
golpe sin echarle cuenta) ¡Pero será usted caro, ¿no? (Nuevo codazo y misma
reacción de la esposa)
SASTRE.- (Cose sin prestar mucha atención al matrimonio) Por poco dinero puedo haceros un
traje de terciopelo con un chaleco.
ESPOSA.-(Gesticulando mucho con las manos y reaccionando como siempre al nuevo codazo
del
esposo) ¡Alto, alto! Parad el carro., señor Sastre, parad el carro. ¿Pues qué os
habéis creído...?
LABRADOR.- (Retira a su esposa que sigue con el paño en las manos, mira con malos ojos al

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sastre) .- Os traemos este paño para que me hagáis una caperuza.
ESPOSA.- (No se aguanta) ¡Así es! ¿Podéis hacer una caperuza con este paño?. (le pone el
paño delante de las mismas narices)
El sastre, cuelga la imaginaria prenda que cosía en un imaginario perchero, bajo
la atenta mirada de la curiosa esposa, coge el paño, lo abre, por delante por detrás,
trata de estirarlo, lo roza con las uñas, etc. El matrimonio mete sus narices por abajo,
por arriba, entre los brazos del sastre, etc... La esposa con las manos en jarras,...De
vez en cuando el sastre se da cuenta, les mira y ellos disimulan mirando a otro lado…

SASTRE.- Sí, puedo hacerla. Pero os costará cinco reales. (Devuelve el paño y la esposa se lo
arrebata de mala manera y arrastra al marido a un lado para deliberar. La esposa
mira al sastre y consulta con su esposo con mucho cuchicheo, gesticulación,
encorvarse, incorporarse...)
LABRADOR.- (Se acerca al sastre) Está bien, de acuerdo. Queremos la caperuza.
ESPOSA.- (Amenaza con el dedo delante de las narices del sastre) ¡Pero sólo os daremos
cuatro reales!
SASTRE.- (Mira a la esposa que se le ha quedado estática señalándolo con el dedo) Os la haré
por cuatro reales.
LABRADOR.- De acuerdo, hasta mañana.
ESPOSA.- (Coge la mano del sastre y le coloca el paño en ella) ¡Ahí tenéis el paño!
(Muestra, enérgica, cuatro dedos ) ¡Cuatro reales!
SASTRE.- (Resignado) Hasta mañana.
LABRADOR.- (Aparte, a su esposa) Esto no me gusta. No ha protestado por el precio.
ESPOSA.- Eso significa que piensa quedarse con el paño que sobre y así ganará todavía más.
LABRADOR.- Seguro que sobra paño para otra caperuza.
ESPOSA.- (Con sus manos en jarra) Vamos, vamos. ¡Un momento, sastre!
SASTRE.- (Con el paño en el suelo, unas imaginarias tijeras, intentaba cortar, pero siempre
se arrepentía y lo intentaba de otra forma) ¿Qué queréis?

Mientras el labrador habla, la esposa se ha agachado y recoge, con genio, el paño del
suelo; se acerca a escuchar lo que dicen.

LABRADOR.- ¿Me habéis dicho que con esta tela me podéis hacer una caperuza?
ESPOSA.- (Interrumpe y mostrándole el paño abierto) ¿Y dos? ¿A que podéis hacer dos?
LABRADOR.- (Mostrando él el paño) ¿No os parece que aprovechando bien el paño saldrían
dos caperuzas?
ESPOSA.-(Se Apodera de nuevo de la tela que agita) ¡Claro que puede!
SASTRE.- (Recoge el paño, mira a la esposa y lo observa) Veamos. Sí. Pueden salir dos
caperuzas.
ESPOSA.- ¡Claro que sí, que salen!
LABRADOR.- Pues,... mirad, hacedme dos caperuzas.
SASTRE.- De acuerdo, pero os costará cuatro reales más. (La esposa asiente, enérgica.)
LABRADOR.- Hacedlas. Por eso no discutiremos ahora.

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La esposa se queda observando la tarea del sastre que, tratando el paño con mucha
delicadeza y muy ceremoniosamente, lo vuelve a colocar en el suelo, coge las tijeras,
etc…

ESPOSA.- (Repiten los “apartes”) No sé, no sé... En seguida ha dicho: “sí, sí; pueden salir dos
caperuzas” (Observan, desconfiados la labor del sastre que no se decide a cortar.
LABRADOR.- Seguro que todavía me robará algún trozo.
ESPOSA.- (Cogiéndole del brazo, hacia él, de nuevo) Vamos. ¡Eh, eh!
SASTRE.- (Lo interrumpen cuando, contento, se había decidido a cortar) ¿Qué pasa ahora?
repitiendo la esposa la misma operación de recoger el paño rápidamente y
mostrarlo)
LABRADOR.- Somos nosotros.
SASTRE.- Eso ya lo veo.
LABRADOR.- El de las caperuzas.
SASTRE.- El de las caperuzas, sí. (Aparte) Y la del genio
ESPOSA.- Hemos pensado...
SASTRE.- Y... ¿pensáis muy a menudo?
ESPOSA.-(Rascándose la cabeza) A veces no se puede evitar.
LABRADOR.- Pues he pensado que si apuráramos el paño, (La esposa lo muestra extendido)
quizá saldrían tres caperuzas
SASTRE.- (Recoge la tela) ¿Queréis que os haga tres caperuzas con este pedazo de paño?
ESPOSA.- (Mira el paño y al sastre mientras éste lo examina de nuevo) ¿Es que no salen?
SASTRE.- Sí, es posible. Sí.
LABRADOR.- Yo creo que sí, si lo intentáis.
ESPOSA.- (Dándole un codazo al marido) ¡Claro que sí!
SASTRE.- Puesto que me lo pedís, haré tres caperuzas.
LABRADOR.- ¿No encontráis ninguna dificultad en hacer tres caperuzas con este pedazo de
paño?
ESPOSA.- (Otro codazo, mirando al Sastre) Ninguna, ¿verdad?
SASTRE.- No, esto no es ninguna dificultad para mí. Puedo hacerlas, pero os resultará más
caro.
LABRADOR.- Ya os he dicho que, ahora, el dinero no me importa.
ESPOSA.- (Enérgica) Haced las caperuzas.

Se van. Nuevamente se paran al llegar al lateral. Se miran desconfiados y la esposa


repite la operación de cogerlo por el brazo y hacerle volver. El Sastre ha vuelto a repetir las
mismas operaciones con las mismas dudas, interrumpiéndoles ellos cuando estaba a punto de
cortar el paño.

ESPOSA.- Oiga, oiga, señor Sastre. (Se incorpora y la esposa repite la recogida del paño).
LABRADOR.- (Pensativo) ¿Me habéis dicho que no había ninguna dificultad?
SASTRE.- No, ninguna. (Codazo de la esposa al marido para animarle a que prosiga)
LABRADOR.- ¿Y si os dijera que en lugar de tres hicierais cuatro?

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Le esposa, que sostiene el paño en una mano, muestra con la otra, clara y
ostensiblemente, casi en las narices del sastre, cuatro dedos .

SASTRE.- (Retira muy tranquilamente la mano de la esposa) Si queréis puedo hacer cuatro
caperuzas.
ESPOSA.- (Coge una mano del Sastre y le planta el paño en ella) ¡Cuatro!
LABRADOR.- Haced cuatro, pues, y no hablemos más.

El sastre procede con la conocida ceremonia de estudiar el paño, sus incertidumbres


sobre cómo cortarlo, etc…

ESPOSA.- (Aparte, al esposo mientras se van). ¡Cómo engaña no saber el oficio!


LABRADOR.- Yo creía que el paño sólo era suficiente para hacer una caperuza.
ESPOSA.- (Vuelve hacia el Sastre, agitando cinco dedos) ¿Y cinco? ¿No podríais hacer cinco
caperuzas?
SASTRE.- (Se levanta y observa el paño en el suelo) Será un poco justo, pero también puedo
hacerlas.
LABRADOR.- (Muy contentos los dos) Entonces haced cinco.
ESPOSA.- (Se dirige a Sancho mostrando como antes al Sastre, los cinco dedos de la mano)
Cinco. Nos prometió cinco.
SASTRE.- (Se dirige a Sancho) Y así, señor, resulta que hoy ha venido a buscar las caperuzas
ESPOSA.- (Al Sastre, atosigándole) Claro, las caperuzas. ¡Las caperuzas!
SASTRE.- (Sin echarle cuenta) Y se las he dado y no las ha querido
NARRADOR 1.- (Extrañadísimo) ¿No las ha querido?
PAJE 1.- No ha querido coger.
PAJE 2.- No ha querido coger las caperuzas.
PAJE 3.- No ha querido coger las caperuzas del sastre.
ESPOSA.- (Con muchos aspavientos con las manos) ¡Claro que no! ¡Claro que no!
SASTRE.- (Enfadado) Y les he reclamado el dinero del trabajo y no me lo ha querido pagar
NARRADOR 2.- (De nuevo extrañadísimo) ¿No ha querido?
PAJE 1.- No ha querido pagar.
PAJE 2.- No ha querido pagar las caperuzas.
PAJE 3.- No ha querido pagar las caperuzas del sastre.
ESPOSA.- (Gesticulando, como siempre) ¡Claro que no! ¡Claro que no!
SASTRE.- (Ídem) Además, dice que soy yo quien ha de darle el dinero que le costó el paño.
ESPOSA.- ¡Naturalmente!. (Frota el pulgar y el índice en clara señal de “dinero” y se da
golpes con el puño en la palma de la mano) ¡El dinero! ¡El dinero!
SANCHO.- (Al labrador, que intenta calmar a su esposa) Y tú, ¿qué opinas de este asunto?
NARRADOR 1.-(Frotándose las manos loco de contento) Eso, eso, ¿qué opina el labrador?
PAJE 1.- ¿Qué opina el labrador?
PAJE 2.- ¿Qué opina el labrador del asunto?
PAJE 3.- ¿Qué pina el labrador del asunto de las caperuzas?
LABRADOR.- Pues… señor gobernador, es verdad, no pienso pagarle ni un real por el trabajo,
ESPOSA.-(Dando un paso hacia el trono) ¡Ni un real, señor gobernador! ¡Ni un real!
NARRADOR 2.- Eso, eso, ni un real.

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LABRADOR.- (Aparta a su mujer) Más bien creo que es él quien me ha de pagar el precio del
paño. (La mujer cruza los brazos y hace un gesto indicador de “claro que sí” )

Silencio. Breve pausa en la que Sancho se levanta y pasea. Los personajes nobles de la
isla se miran y sonríen disimuladamente, disfrutando del conflicto. El sastre debe
aprovechar para, disimuladamente, colocarse las caperuzas, e introducirse la mano en
la pechera)

SANCHO.- Veamos; enseñadme las caperuzas. (Saca la mano de la pechera)


SASTRE.- Éstas son las cinco caperuzas.
ESPOSA.- (Despectiva) ¡Esas son, señor!
SANCHO.- Son más bien pequeñas, ¿no?
ESPOSA.- ¿Pequeñas dice, mi señor?
SASTRE.- Si tenía que hacer cinco con el pedazo de paño que me trajo, no podía hacerlas más
grandes.
SANCHO.- Bien, esto es evidente.
LABRADOR.- Pero señor...
SANCHO.- Tú, por desconfiar del sastre, te quedas sin paño y sin caperuzas.
ESPOSA.- Pero, mi señor gobernador, el sastre prometió... (El sastre sonríe maliciosamente).
SANCHO.- Y tú, señor sastre, querías dar una lección al labrador, ¿no?.
SASTRE.- (Sonríe) En nuestro oficio, señor, hay que ser vivo.
SANCHO.- Puedes estar satisfecho, lo has conseguido y con esto considérate pagado porque
el trabajo de hacer las caperuzas no te lo pagará nadie.

Todos los presentes hacen comentarios de aprobación, mientras el matrimonio y el


sastre se van un poco enfadados , cada uno por su lado.

NARRADOR 1.- (Golpeándose los muslos) ¡Asunto cerrado!


PAJE 1.- Está cerrado el asunto.
PAJE 2.- Está cerrado el asunto de las caperuzas.
PAJE 3.- Está cerrado el asunto de las caperuzas del sastre.
NARRADOR 2.-¡A otro asunto!

13
7.JUICIO DE LOS ESCUDOS DE ORO.
SECRETARIO.- (Palmeando cómicamente) Que entre el segundo caso.

Entra un viejo, 1, que trae una caña y otro viejo, 2, sin caña ni bastón que viene
acompañado de una joven.

VIEJO 2.- Hace mucho tiempo que este hombre vino a pedirme dinero prestado. Le dejé diez
escudos de oro.
SANCHO.- (Sorprendido) ¿Diez escudos de oro?
SECRETARIO.- Eso ha dicho, señor gobernador
NARRADOR 1.- (Dudándolo) Pero, ¿existen diez escudos de oro?
PAJE 1.- (Asintiendo con la cabeza) Existen.
PAJE 2.- (Ídem) Existen diez escudos.
PAJE 3.- (Ídem) Existen diez escudos de oro.
VIEJO 2.- Así es, señor. Y pasaba el tiempo y no me los devolvía. Se los he pedido una y otra
vez y no me los ha devuelto nunca (Al Narrador 2 le da un ataque de tos)
…y…(tos) y… (tos) y… (tos)
SANCHO.- (De pié, enérgico y molesto) ¿Pueden traer agua?
PAJE 1.- (Cuadrándose firme, el Narrador 2 sigue con tos) ¡Que traigan agua incolora!
PAJE2.- ¡Que traigan agua incolora e inodora!
PAJE 3.- ¡Que traigan agua incolora, inodora e insípida!

El Secretario da una palmada y los tres precipitadamente Desaparecen para


entrar rápidamente. Uno trae una vasija, otro un vaso de barro y otro un paño blanco.
El narrador 2 bebe ávida y ceremoniosamente de la vasija, sin mirar los otros objetos
que le ofrecen. Al terminar entrega la jarra de nuevo al paje. Estos desaparecen para
volver enseguida, sin nada, a colocarse en su sitio.

NARRADOR 2.- (Después de limpiarse la boca con la manga, tranquilamente) ¡Me ahogaba!
SANCHO.- (Sentándose y acomodándose) ¿Por dónde íbamos?.
BACHILLER 1.- El anciano decía que no le habían devuelto los diez escudos de oro…
HIJA.- ¡Y así es, señor!
VIEJO 2.- (Dirigiéndose al Viejo 1, enfadado) Y ahora dice que me los ha devuelto
HIJA.- ¡Pues lo escudos no los hemos visto!
VIEJO 2.- ¡Yo no me acuerdo!
VIEJO 1.- (Tranquilo, seguro) Porque no te acuerdes…
VIEJO 2.- (Después de mirarlo de mala manera ) ¡Y juraría que no me los ha devuelto!
HIJA.- ¡Y él dice que juraría que sí!

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VIEJO 2.- Y yo digo que no.
HIJA.- Y él juraría que sí.
VIEJO 2.- Y yo que no, y él que sí, y yo que no, y él que sí, y yo que ...

(El Narrador 2, ha ido señalando con el índice al Viejo 1 y al 2, según éste decía : “y él…
y yo”… A su vez la hija, negaba graciosamente con la mano, cuando tocaba negar, y
asentía con la cabeza cuando tocaba que sí.)

SANCHO.- ¡Basta, basta, basta! Te he entendido.


VIEJO 2 .- (Reverencia) Disculpe, señor gobernador. (La hija se alza levemente el vestido e
inclina la cabeza, flexionando las rodillas).
SANCHO.- Y no te entenderé mejor porque me repitas diez veces la misma historia... (Al
viejo 1) y tú, ¿qué dices?
NARRADOR 1.-(Frotándose las manos, como antes) Eso, eso, ¿qué dices tú?
PAJE 1.- ¿Qué dice del asunto?
PAJE 2.- ¿Qué dice del asunto de los escudos?
PAJE 3.- ¿Qué dice del asunto de los escudos de oro?
VIEJO 1.- (Siempre con la caña en la mano) Digo que le he devuelto los escudos. (La hija da
un taconazo en el suelo, se cruza de brazos y mira hacia el cielo, desesperada.)
NARRADOR 2.- (Levanta los brazos y se da con las manos en los muslos) ¡Vaya lío! (Suspira)
PAJE 1.- ¡Vaya lío éste!
PAJE 2.- ¡Vaya lío este de los escudos!
PAJE 3 .- ¡Vaya lío éste de los escudos de oro!
VIEJO 1.- Y, ya que hablamos de jurar, estoy dispuesto a jurarlo aquí, delante de todos.
VIEJO 2.- Sí, sí; ¡que jure!
HIJA.- Eso, eso; ¡que jure! (El Narrador 2 asiente , divertido, con gestos muy expresivos)
SANCHO.- ¿Confías en su juramento?
VIEJO 2.- Sí, sí. Sé que no se atreverá a mentir si le hacéis jurar. (El Narrador 2 mira a
unos y a otros asintiendo y aprobando la actitud confiada del Viejo 2 )
SANCHO.- ¡Vamos a jurar sobre mi vara! (Si está colgada en el sillón, un paje se la acercará)
VIEJO 1.- Estoy dispuesto a jurar cuando sea y donde sea.
VIEJO 2.- ¡Pues no se hable más!
HIJA.- ¡Eso, que jure ya! (El Narrador 2, que se lo está pasando bomba, se frota las manos
de puro contento.)
SANCHO.- Y ten en cuenta que es una vara muy dura; no digas ninguna mentira si no quieres
que esta vara baile sobre tus costillas... (C on un gesto entre amenazador y
solemne, Sancho le ofrece la vara para que jure. Murmullo entre los presentes.)
VIEJO 2.- ¡Vamos, jura!
PAJE 1.- ¡Vamos , jura con la vara!
PAJE 2.- ¡Vamos, jura con la vara que vale!
PAJE 3.- ¡Vamos, jura con la vara que vale para jurar! (El viejo 1 le da la caña al otro viejo
para que la sostenga mientras jura.)
VIEJO 1.- Juro ... (En medio de la solemne expectación, le interrumpe un enorme estornudo
del Narrador 2, se encoge tímidamente ante las miradas fulminantes de todos)
NARRADOR 2.- (Tímidamente, encogido) Se me escapó

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LOS TRES PAJES.- (Mirando hacia arriba, suspiran pacientes) ¡Se le escapó!
VIEJO 1.- Yo… (Todos miran al Narrador 2 que niega, tímidamente, con un índice, mientras
se coloca el otro debajo de la nariz para evitar estornudar de nuevo)
VIEJO 2.- ¡Vamos, jura de una vez!
PAJE 1.- ¡Vamos , jura con la vara! (Sancho se impacienta)
PAJE 2.- ¡Vamos, jura con la vara que vale!
PAJE 3.- ¡Vamos, jura ....
SANCHO.- (Interrumpiendo enérgico) ¡Silencio! (Al Viejo 1) Prosigue. (Los tres pajes se
llevan, al unísono, las manos a la boca y, haciendo el cierre de cremallera,
permanecerán con los labios cerrados.)
VIEJO 1.- Juro que he devuelto a mi compañero los diez escudos de oro que le había pedido .
VIEJO 2.- ¿Qué me los ha…? (Gesto enérgico de Sancho, que se pone de pie. La hija oye
el juramento se coloca delante del Viejo 1, vuelve rápidamente a su sitio.)
SANCHO.- Me parece que es un buen juramento. (El Narrador 2 repite la acción de mirar a
todos y asentir con la cabeza) Y tu, ¿ qué dices? (El PAJE 1 hace intención de
comenzar la retahíla pero Sancho le fulmina con la mirada y, como antes, los
tres se cubren la boca con las manos.)
VIEJO 2.- (Pensativo) Digo que si mi compañero jura que me ha devuelto los escudos …
VIEJO 1 .- (Afirmando también con la cabeza) Lo juro, lo juro…
VIEJO 2.- Pues debe ser verdad y que yo he perdido la memoria.
SECRETARIO.- (Después de mirar y hacer gestos de complicidad a los demás, a Sancho, que
pasea ) Y el señor gobernador, ¿qué opina de todo este asunto?
SANCHO.- (Desorientado) Yo...como gobernador de esta ínsula...digo...digo… (Nuevo
estornudo del Narrador 2 con la consiguiente reacción de todos)
NARRADOR 2.- ¡Aaaaatchíss! (Tímidamente) Se me escapó (Los pajes, como antes, miran al
cielo, suspiran y hacen un gesto de “se le escapó”)
SANCHO.-Digo…(Se le ocurre una idea, se dirige al Viejo 1 que se alarma). Escucha, buen
hombre, ¿te importa dejarme tu caña para dictar sentencia? (Sorpresa en todos.
Miradas maliciosas entre El Secretario y Los Asistentes. )
BACHILLER 1 .- ¡La caña para dictar sentencia!
BACHILLER 2.- (Sonriendo maliciosamente) Original manera de administrar justicia!
SECRETARIO.- A fe mía que no había visto nada igual. (El Narrador 2 ha ido girando
enérgico
la cabeza a un lado y a otro para mirar a quien hablaba.)
SANCHO.- Si mi vara le ha servido para jurar, la suya puede servirme para impartir justicia.
SECRETARIO.- (Mirando a los demás que asienten, divertidos ) Bien razonado.
VIEJO 2.- (Más calmado, deja la caña a Sancho) Claro que sí; no faltaría más...
SANCHO.- (Pasea) Muy bien. ...Muy bien...(Pasea) Pues...(El Narrador 2 se muerde las uñas)
He pensado (Pasea) he pensado (El narrador 2 se impacienta más) que...que… que
para compensarte del dinero, que parece haber volado, (Pasea. El Narrador 2, se
desespera ante tanta incertidumbre)... que parece haber volado...(Se aproxima al
Viejo 2 y le pone una mano en el hombro) Pues puedes quedarte con esta caña.
(Se la entrega).
SECRETARIO.- (Por la bajini, como los demás comentarios) ¡Una caña!
BACHILLER 2.- ¡Le ha dado una caña!

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BACHILLER 1.- ¡La caña del pobre viejo!
VIEJO 1.- Señor gobernador, es una caña sin valor.
SANCHO.- Bueno, bueno. ¡Está sentenciado!
VIEJO 1.- Si queréis, le compraré un bastón mucho más bonito.
SANCHO.- ¡He dicho la caña!
VIEJO 2.- No importa, no importa. ¿Qué haría yo con una caña? Todavía ando muy derecho,
gracias a Dios.
SECRETARIO.- (Con retintín) Señor Gobernador, ¿arrebatáis una simple caña a un anciano?
SANCHO .- (Al viejo 2 que continúa con la caña) Rompe la caña y verás. (El Viejo 2 rompe la
caña y aparecen las diez monedas. Se apresura a recogerlas, mientras el 1 se
retira, avergonzado. Murmullo de aprobación. )
VIEJO 1.- (Guardándose las monedas) ¿Cómo lo habéis sabido? (Murmullo)
SANCHO.- Muy sencillo.
NARRADOR 1.- ¿Muy sencillo?
SANCHO.- (Aproximándose al Viejo 2) He visto que antes de jurar te daba la caña y por esto
he pensado que el dinero estaría dentro.
NARRADOR 2.- (Como antes, alza los brazos y se golpea en los muslos) ¡Claro!
PAJE 1.- (Que no pueden aguantar más sin intervenir) ¡Claro!
PAJE 2.- ¡Claro está!
PAJE 3.- ¡Claro está que está claro! (Ríen todos.)

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8.FINAL.
NARRADOR 1.- Y aquí terminan algunas de las divertidas aventuras que le ocurrieron a
Sancho gobernando la Ínsula Barataria.
NARRADOR 2.- (Adelantándose al primer término)
Y Sancho así demostró,
¡ Y además con lucidez!
Que no es tonto quien actúa
con cordura y sencillez.
PAJES.- (Cantando)
Sancho nos demostró
con mucha sensatez
el ingenio que tiene
también la sencillez.

Cantando, el Narrador 1 ha ido al libro y pasa una página donde se lee FIN.

telón

18
7.LA PREGUNTA.
CRONISTA: ¿Es posible que nuestros señores los duques hayan elegido para gobernarnos a
ese bruto destripaterrones con barba de tres semanas?
PERSONA 1: Ese gobernador es el gran Sancho Panza.
CRONISTA: ¿Él es el escudero de ese loco al que llaman don Quijote de la Mancha?
PERSONA 2: El mismo. Según parece, el tal Don Quijote le tenía prometido el gobierno de
una ínsula a su escudero que, por lo visto, no está mucho más cuerdo que su amo.
PERSONA 3: Y los duques no han podido imaginar más divertida burla que hacerle creer al
bueno de Sancho que este lugar es su ínsula prometida.
PERSONA 1: Y dejar que la gobierne unos días para ver hasta dónde llega su ignorancia, en
eso de administrar justicia y vivir como señor en un palacio.
CRONISTA: Entonces todos estos que le rinden honores ¿conocen el secreto?
PERSONA 2: Unos sí y otros no.
PERSONA 3: Para que así esta mentira parezca más de verdad.
PERSONA 1: Tenéis que tratarle con cortesía y anotar por escrito todo lo que hace y dice
Sancho Panza.
PERSONA 2: Para que lo pueda leer la señora duquesa, …
PERSONA 3: …que no sabe cómo aguantarse la risa.
CRONISTA: Bueno, escribiré esta inimaginable aventura.
CABALLERO 1: (Se dirige al gobernador) Es la costumbre que todo el que toma posesión de
esta famosa ínsula está obligado a responder a una pregunta que sea algo dificultosa.
CABALLERO 2: Por la respuesta el pueblo conocerá a su nuevo gobernador, y así se alegrará o
se entristecerá con su venida.
SANCHO: Pues venga esa pregunta. Y si no acierto, al que da lo que tiene, no se le pida más.
CABALLERO 1: Pues es el caso, señor, que a la entrada de esta villa hay un puente, …
CABALLERO 2: …y en la mitad del puente hay una horca…
CABALLERO 1: … Y está mandado que a todo el que pase el puente se le pregunte adónde va.
CABALLERO 1: Si contesta la verdad, se le deja ir libremente;…
CABALLERO 2: … pero si contesta mentira, se le debe ahorcar allí mismo.
CABALLERO 1: Pues bien, esta mañana llegó al puente un hombre, y al preguntarle los
centinelas adónde iba, contestó: “Voy a morir en esa horca”.
CABALLERO 2: Y ahí está lo grave, señor gobernador: que no hay manera de cumplir la ley.
CABALLERO 1: Porque si se le deja libre resultará que se le deja habiendo dicho mentira, …
CABALLERO 2: …y si se le ahorca resultará que se le ahorca habiendo dicho verdad. ¿Cuál es
vuestra sentencia?
SANCHO: (Se rasca la cabeza resoplando) Vamos despacio. ¿Manda la ley que al que diga
verdad se le deje ir libre y al que diga mentira se le ahorque?
CABALLERO 1 Y 2: ¡Así es!

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SANCHO: Y ese hombre, al preguntarle ¿adónde vas? Contesta: morir en esa horca.
CABALLERO 1 Y 2: ¡Así es también!
SANCHO: Luego si se le deja ir libre no se cumple con la ley porque ha dicho mentira, y si se
le ahorca tampoco se cumple con la ley porque ha dicho verdad.
CABALLERO 1: ¡Asimismo!
SANCHO: ¿Y eso es todo? Si no hay manera humana de ahorcar a medio hombre dejando en
libertad al otro medio,… lo que sobra es la ley. Con que perdónese a ese hombre.
CABALLERO 1 Y 2: ¿Han oído, señores?
TODOS: ¡Dios guarde a nuestro gobernador!
CABALLERO 1: ¡Viva mil años nuestro gobernador!
TODOS: ¡Viva! ¡Viva!
CRONISTA: No tiene un pelo de tonto este gobernador, y no seré yo quien le meta un dedo
en la boca. Por burla se le ha nombrado pero como sigua así puede ser que salgan burlados los
burladores. ¡Anoto! ¡Anoto!

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8.LA COMIDA.
SANCHO: Basta de pleitos y si de verdad queréis a vuestro gobernador, denme algo de
comer, que no soy de piedra.
MAYORDOMO: ¡Traigan aquí la mesa del señor Gobernador! (los criados traen una mesa rica
de platos cubiertos y manteles, hay tres médicos con varitas en la mano).
CRIADO 1: (trae el aguamanos y se lo ofrece de rodillas) ¡Mi Señor Gobernador!
SANCHO: ¿Qué diablos es esto?
CRIADO 1: El aguamanil, señor, para daros agua a las manos antes de la comida.
SANCHO: Nunca acostumbro yo; pero si es costumbre de la ínsula, bueno. (Se lava las puntas
de los dedos)
CRIADO 2: (Va a ponerle un babero) ¡Mi Señor Gobernador!
SANCHO: ¿Babero también? Nunca pensé que fuera tan difícil esto de empezar a comer en
los palacios?
CRIADO 2: Es la costumbre, Señor.
SANCHO: ¿Qué demonios miráis vosotros? (Se dirige a los doctores que lo vigilan todo)
DOCTOR 1: (Se colocan sus gafas) A usted miramos, señor, para saber por vuestra figura
qué convendrá mejor a vuestro estómago.
DOCTOR 2: Que somos los médicos de este gobierno y no podemos permitiros tomar nada que
dañe vuestra preciosa salud.
DOCTOR 3: ¡Servirle de esa fruta al señor gobernador! (Sancho coge un gran racimo de uva y
a la segunda uva los médicos le golpean con la varilla)
LOS 3 DOCTORES: ¡Basta!
SANCHO: ¿Cómo que basta si no había empezado?
DOCTOR 1: La fruta es peligrosa por ser demasiadamente húmeda.
DOCTOR 2: Sólo hay que comerla al principio de las comidas y sólo para mojar los labios.
DOCTOR 3: ¡Entren esas perdices estofadas!
SANCHO: ¿Perdices tenemos? Vengan en buena hora, que me aliviarán mejor que ninguna
fruta. (Destapa el plato y aspira con deleite, toma con las manos un muslo, antes de hincarle el
diente)
LOS 3 DOCTORES: ¡Basta!
SANCHO: ¡Cómo que basta si todavía no había empezado!
DOCTOR 1: Este manjar hay que comerlo con tiento.
DOCTOR 2: Toda hartura es mala, ya lo dice el gran maestro Hipócrates.
DOCTOR 3: ¡Retírese pronto ese peligro! ¿Qué plato es ese otro?
CRIADO 3: Conejo guisado.
DOCTOR 1: Fuera ese guiso también.
DOCTOR 2: Que el conejo es manjar peliagudo.
DOCTOR 3: Y demasiado bruto para estómagos delicados.

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SANCHO: ¿Delicado mi estómago? Despacito señores doctores, que más miedo tengo yo a el
hambre que a hartarme. Con que quitarse de delante y tengamos la fiesta en paz. ¡Trae ese
vino, muchacho!
CRIADO 1: (Sirve una copa) Mi señor gobernador… (y el médico 1 lo detiene)
DOCTOR 1: ¿Vino queréis decir? No, que el vino nubla el cerebro…
DOCTOR 2: … altera los pulsos y desata los malos humores del organismo.
DOCTOR 3: ¡Libre Dios del vino a nuestro gobernador!
SANCHO: (Se contrae)
DOCTOR 1: Ya lo dijo Hipócrates.
DOCTOR 2: Un sabio, señor.
DOCTOR 3: ¡Y qué sabio!
SANCHO: ¿Y era tonto el que dijo que “ajo crudo y vino puro pasan el puerto seguro”? Ese es
el sabio que yo quiero y no los doctores como ustedes, que de tanto cuidarme me quitarán la
vida. (Van desfilando platos, el doctor husmea y los va rechazando a golpe de varilla, van
dando la vuelta a la mesa delante de las narices de Sancho) ¿Qué plato es ese?
CRIADO 3: Salpicón de vaca con nabos y cebolla.
SANCHO: ¿Cebollas has dicho? Santa palabra querida.
DOCTOR 1: ¡Fuera de aquí eso!
DOCTOR 2: ¡Eso, fuera!
DOCTOR 3: ¿Y ese otro?
CRIADO 3: Ternera en adobo.
DOCTOR 1: ¿Caliente y con especias? Gran enemigo de la vida.
DOCTOR 2: ¡Fuera ese adobo! ¡Y ese otro plato también!
DOCTOR 3: ¡Y el siguiente! ¿Tenemos postre?
CRIADO 3: Menestra de cabra.
DOCTOR 1: Cogedla por los cuernos …
DOCTOR 2: Vuelva esa cabra al monte sin ensuciar estos manteles.
DOCTOR 3: ¿Queda algo más?
CRIADO 3: Puchero con arroz, señor.
SANCHO: ¡Alabado sea Dios! Ahora nadie podrá decir que no; que con todo los avíos que trae
un puchero me tendré que topar con algo que me guste y me aproveche.
DOCTOR 1: Que se aleje ese mal pensamiento.
DOCTOR 2; ¡Fuera los pucheros, que es comida de muertos de hambre!
DOCTOR 3: Y dejar libre las mesas de los palacios donde todo debe ser muy fino. ¡Retírese
ahora mismo ese puchero.
SANCHO: Entonces queréis decirme ilustrísimos doctores ¿qué es lo que yo puedo comer?
DOCTOR 1: Ahora, después de la fruta y los vapores de perdiz que habéis tomado…
DOCTOR 2: …bien será que terminéis con un gran vaso de agua y …
DOCTOR 3: …una ligera tajadita de carne de membrillo, que os ayude a una buena digestión.
SANCHO: (Enfurecido) Grandísimo consejo pero fuera ahora mismo de mi vista si no cojo un
garrote y no dejaré médico sano en toda la ínsula. ¡Fuera de aquí, enemigos de la salud! ¡Fuera!
MAYORDOMO: ¡Conténgase, señor, conténgase! (Los doctores huyen).
SANCHO: Mire, señor, si hay forma de que yo coma algo o si no quedarse su gobierno: que
oficio que no da de comer, cargue el diablo con él.

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MAYORDOMO: No desespere su señoría, yo daré órdenes terminantes para que mañana no
vuelva a ocurrir esto.
SANCHO: Para hoy las necesitaba yo: que el hoy ya está aquí y el mañana aún no lo vi.
MAYORDOMO: Imposible sin licencia de los médicos.
SANCHO: Me parece a mí que no es tan gustoso oficio este de ser gobernador como yo
imaginaba.
MAYORDOMO: ¡Levántese la mesa y vuelva a tomar su bastón de mando!

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