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Apuntes de Derecho penal I, 2008 Prof. M. Magdalena Ossandón W.

, Pontifica Universidad
Católica de Valparaíso

EXTINCION DE LA RESPONSABILIDAD PENAL

I. CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN

Las causas de extinción de responsabilidad criminal son aquellos hechos o


situaciones por los que se pone fin al deber de responder penalmente, es decir, por los
que concluye el sometimiento de un individuo a la potestad punitiva estatal. Estas
causales no afectan a la configuración del delito ni impiden el surgimiento de
responsabilidad penal. Todo lo contrario, frente a un delito configurado y habiendo
nacido la responsabilidad penal, ésta se extingue por un hecho que ocurre con
posterioridad.
En sentido estricto, entonces, la extinción de la responsabilidad penal supone su
existencia previa, y para ello es necesario que haya sido declarada por una sentencia
de condena ejecutoriada. Sin embargo, cuando se refiere a la extinción de la
responsabilidad penal nuestro Código penal incluye varias causas que en realidad no
actúan de esa manera, sino que impiden de antemano una declaración tanto sobre la
presencia como sobre la ausencia de responsabilidad. Son en realidad causales de
exclusión de la responsabilidad penal, por ausencia de punibilidad. Es lo que sucede
con la prescripción de la acción penal, en todo caso; y con la muerte del delincuente,
el perdón del ofendido y la amnistía que tienen lugar antes del pronunciamiento de la
sentencia. Lo propio ocurre, desde un punto de vista procesal, con la aplicación del
principio de oportunidad, los acuerdos reparatorios y la suspensión condicional del
procedimiento1.
En cambio, sí son auténticas causales de extinción, entre las que enumera el
art. 93 CP, la prescripción de la pena, el cumplimiento de ésta y el indulto remisivo, en
todo caso; como asimismo, la amnistía, el perdón y la muerte del delincuente, cuando
el hecho en que consisten ocurre con posterioridad al pronunciamiento definitivo sobre
la responsabilidad del individuo. También lo es la suspensión condicional de la
imposición de la condena
En lo que sigue estudiaremos todos estos casos en los que, para decirlo en
términos más amplios, decae la pretensión punitiva del Estado, sea porque se hace
imposible exigir la responsabilidad penal (por la muerte del imputado o condenado),
porque ya se ha exigido en forma (cumplimiento de la pena), porque la comunidad
estima que ya no debiera exigirse para esa clase de hechos o respecto de una persona
1
En la doctrina generalmente se emplea un concepto amplio de “causas de extinción de responsabilidad”,
que incluye todas las mencionadas en el art. 93 CP. Desde esta perspectiva, en consecuencia, las causas de
extinción de la responsabilidad y las excusas legales absolutorias prácticamente se identifican. Cfr. Cury Urzúa,
Derecho penal. PG, p. 784.
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en particular (amnistía e indulto), porque se concede a la víctima del delito, al


Ministerio Público o al Juez la posibilidad de perdonar al autor (perdón del ofendido,
acuerdos reparatorios, principio de oportunidad y suspensión condicional del
procedimiento o de la imposición de la condena), o porque se entiende necesario
estabilizar ciertas situaciones jurídicas (prescripción de la acción penal y de la pena)2.
Atendiendo a su ámbito de aplicación, en tanto, las causales extintivas se
clasifican en generales y especiales. Son causales generales aquellas que pueden ser
aplicadas a todos los delitos, y son especiales, en cambio, aquellas que la ley prevé
respecto de una o más figuras determinadas.
Las circunstancias que enumera el art. 93 CP son todas generales, con
excepción del perdón del ofendido, que sólo opera en relación con los delitos de acción
privada.
Las causales contenidas en el Código Procesal Penal son especiales, pues su
aplicabilidad se restringe a supuestos de reducida penalidad o a los delitos
específicamente indicados en las normas respectivas.

II. CAUSALES DE EXTINCION EN PARTICULAR

1. La muerte del responsable

Esta causal se funda en el principio de personalidad de la responsabilidad penal


y en la consiguiente imposibilidad de determinar o hacer efectiva la responsabilidad
penal en el difunto. Por lo mismo, su inclusión en el Código penal es más bien inútil y
se presta a confusiones sobre sus efectos.
En todo caso, ha de tratarse de la muerte en sentido natural y absoluto, pues no
alcanza a extinguir la responsabilidad penal la muerte presunta, regulada en el Código
Civil, ni la muerte clínica, concepto empleado únicamente para permitir el trasplante
de órganos, de conformidad con la Ley Nº 19.451 (aunque luego deviene,
necesariamente, la muerte natural).
Como ya hemos dicho, en sentido estricto sólo es causa de extinción de
responsabilidad, la muerte del condenado. La muerte del responsable antes de que se
hubiese dictado sentencia condenatoria en su contra impide la determinación de la
existencia de dicha responsabilidad, por lo que es una causal de exclusión de la
responsabilidad.
El art. 93 Nº1 CP dispone que la responsabilidad penal se extingue a la muerte
del responsable, "siempre en cuanto a las penas personales, y respecto de las
pecuniarias sólo cuando a su fallecimiento no hubiere recaído sentencia ejecutoria".
La disposición resulta criticable en cuanto parece dar a entender que en el caso
de las penas pecuniarias la responsabilidad penal sí es transmisible. Sin embargo, la
2
Clasificación propuesta por POLITOFF/MATUS/RAMÍREZ, Lecciones de Derecho penal chileno. PG, Edit. Jurídica de
Chile, 2004, p. 567.
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multa y el comiso son sanciones penales, no restitución o indemnización de perjuicios.


Por lo tanto, no pueden subsistir más allá del fallecimiento del responsable y no
deberían extenderse a terceros inocentes (los herederos). Esto implica que lo único
transmisible a los herederos es la obligación de pagar la multa o entregar la especie
decomisada, haciéndolo efectivo en el patrimonio del difunto. En ningún caso se
transmite la sujeción a la potestad punitiva, por lo que en caso de incumplimiento de
cualquiera de estas sanciones no puede ordenarse el apremio sustitutivo sobre los
herederos. Tampoco se podría pretender obligar a los herederos a responder con sus
bienes de la multa impuesta al causante.
La responsabilidad civil, en cambio, subsiste después de la muerte del
responsable, como pretensión equitativa a la reparación y el restablecimiento de la
situación jurídica alterada por el injusto.

2. Cumplimiento de la condena

Es el modo más frecuente, normal y obvio de extinción de la responsabilidad


penal.
La forma de cumplir la condena dependerá de la naturaleza de la pena
impuesta, según sea privativa o restrictiva de libertad o de otros derechos, o una pena
pecuniaria.
Pero la ley habla de cumplimiento de la condena, no de la pena. Hay una serie
de situaciones en las que la condena queda cumplida a pesar de que la pena no llega
a aplicarse en absoluto o a cumplirse íntegramente. Así, se entiende cumplida la pena
privativa de libertad tanto cuando ello ocurre efectivamente, como cuando se cumple
por alguna forma alternativa (libertad condicional o reclusión nocturna) o, por último,
cuando transcurre el tiempo fijado sin haberse revocado la suspensión de su ejecución
(remisión condicional y libertad vigilada).

3. Amnistía

La amnistía es una forma de extinguir la responsabilidad criminal por ejercicio


del derecho de gracia ejercido por la comunidad a través de sus representantes en el
Congreso Nacional. Constituye un verdadero perdón que otorga el poder legislativo, y
que tiene el efecto de eliminar la pena y todas sus consecuencias.
El fundamento de esta institución radica en la exigencia de “facilitar la
pacificación de una comunidad cuya vida hubiese atravesado un período de grave
turbulencia política y social”3.
Se caracteriza fundamentalmente por dos aspectos:
a) Su efecto es especial: borra el delito, de tal modo que el delincuente queda en la
misma situación que el que no ha delinquido. La amnistía se extiende a todas las
penas, incluso las accesorias, y el sujeto no puede ser considerado reincidente en caso

GUZMÁN DÁLBORA, “De la extinción de responsabilidad penal”, en POLITOFF LIFSCHITZ/ORTIZ QUIROGA (dir.), Texto y
3

comentario del Código penal chileno, Tomo I, Edit. Jurídica de Chile, 2002, p. 445.
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de un posterior delito. Sólo subsiste la eventual responsabilidad civil por el hecho,


porque ésta deriva de su ilicitud y no de su punibilidad.
b) Sólo puede ser ejercida por ley, en la forma y con las limitaciones contempladas en
la Constitución.
Ahora bien, la amnistía puede ser otorgada en cualquier momento. Cuando se la
concede después de que se ha declarado la responsabilidad penal por sentencia firme,
la extingue; si ello ocurre antes, impide la determinación de la responsabilidad. Incluso
puede ser concedida después de haberse cumplido la pena; entonces no extingue la
responsabilidad penal, pues ésta dejó de existir por otra causa, pero puede surtir otros
efectos prácticos.
Como las leyes de amnistía son promulgadas con posterioridad a la ejecución de
los mismos ―para perdonarlos― les resulta aplicable el principio constitucional de
retroactividad de la ley posterior más benigna, conforme al cual ―sin importar la
etapa del proceso durante la cual adquiera vigencia dicha ley, como tampoco el hecho
que ya se haya dictado una sentencia condenatoria― todo aquel que hubiere
cometido un hecho delictivo comprendido dentro del ámbito de vigencia temporal de
la norma, podrá beneficiarse con la amnistía total del hecho.
Por último, este perdón público otorgado por ley, debe necesariamente fijar dos
cuestiones:
a) La naturaleza de los delitos amnistiados. En cuanto a esto, la Constitución no
contempla ningún límite, de modo que las leyes de amnistía pueden referirse a
cualquiera clase de infracción penal.
Sin embargo, considerando el fundamento político de la institución, existen
algunas exigencias formales para su dictación. Así, las leyes de amnistía sólo pueden
tener origen en el Senado (art. 65 inciso segundo CPR), y, además, deben ser
aprobadas con el requisito del quórum calificado, el cual es especialmente elevado (los
dos terceras partes de los senadores y diputados en ejercicio) en el caso de las
conductas calificadas como terroristas al tenor de lo que dispone el art. 9 de la propia
Constitución (art. 63 Nº 16, inciso segundo, CPR).
Por otra parte, existe un límite indirecto en razón del art. 5 inc. 2º CPR, que
restringe la soberanía de la nación por los tratados internacionales de derechos
humanos vigentes. Por lo tanto, puede considerarse contraria a la Constitución una
amnistía que abarque delitos que atenten contra dichos derechos y que hayan sido
declarados no amnistiables por los tratados respectivos.
b) El período que queda comprendido bajo los efectos de la amnistía. Al
respecto, adquiere especial importancia el tema relativo al momento en que se
entiende cometido el delito ―el de la ejecución de la conducta, en los delitos formales,
y el de la verificación del resultado, en los delitos materiales―, y su modalidad
temporal. El problema surge en los delitos cuya consumación se prolonga en el
tiempo, con posterioridad a la promulgación de la ley de amnistía. En relación con el
delito continuado, hay que distinguir: los hechos que alcanzan a quedar comprendidos
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en la amnistía son perdonados, mientras que procede el castigo de los hechos


posteriores a la vigencia de la ley. En los delitos permanentes, y dado que estas
figuras son indivisibles, la prolongación de la conducta delictiva más allá del período
amnistiado conduce a castigar el hecho, exceptuándolo de la aplicación de la ley.

4. Indulto

El indulto suele ser definido como la remisión total o parcial de la pena impuesta
en una sentencia condenatoria o su conmutación por una más benigna, dispuesta por
el Poder Legislativo o por el Poder Ejecutivo. Es también una gracia, pero se diferencia
de la amnistía por la menor amplitud de su alcance y efectos.
Así, el indulto sólo procede respecto de personas condenadas por sentencia
ejecutoriada y sólo alcanza a una o más de las penas impuestas en cada caso, pero
deja siempre subsistentes las demás connotaciones penales del hecho realizado. Por
esta razón, el art. 93 Nº 4, inc. 2º CP, aclara que "la gracia del indulto sólo remite o
conmuta la pena; pero no quita al favorecido el carácter de condenado para los
efectos de la reincidencia o nuevo delinquimiento y demás que determinan las leyes".
El indulto admite varias clasificaciones.
En primer lugar, en cuanto a sus efectos se distingue:
a) Indulto remisivo: es aquel que releva de tener que cumplir una determinada pena.
b) Indulto conmutativo: es aquel que sustituye una sanción impuesta en la sentencia
por otra de menor gravedad.
También desde el punto de vista de sus efectos puede ser:
a) Indulto total: se refiere a todas las penas comprendidas en la sentencia.
b) Indulto parcial: sólo afecta a alguna o algunas de las penas impuestas.
Por último, según su alcance o ámbito personal de aplicación, se distinguen dos
clases de indulto, distinción que tiene importancia en la determinación de la autoridad
facultada para concederlo:
a) Indulto general: el que favorece a un número indeterminado de personas. La
concesión de esta clase de indultos sólo puede hacerse por ley de quórum calificado
(art. 63 Nº 16).
b) Indulto particular: el que beneficia a un individuo en concreto. Es una de las
atribuciones especiales del Presidente de la República (art. 32 Nº 14 CPR), que no
puede ser ejercida mientras no se hubiere dictado sentencia condenatoria en el
respectivo proceso. También existe un caso especial de indulto particular que es
otorgado por el Congreso; según dispone el art. 32 Nº 14 CPR, "los funcionarios
acusados por la Cámara de Diputados y condenados por el Senado, sólo pueden ser
indultados por el Congreso".
Obviamente, sólo es causal de extinción de la responsabilidad penal el indulto
remisivo total, sea general o particular.
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3. Perdón del ofendido

El perdón del ofendido es el concedido por el sujeto pasivo del delito después de
la consumación del hecho típico. Opera como causal de extinción de responsabilidad
penal únicamente en los delitos de acción privada, cuando es concedido con
posterioridad al pronunciamiento de la sentencia condenatoria.
Sin embargo, también puede operar como causa de exclusión del castigo en los
delitos de acción privada cuando se manifiesta durante la sustanciación del proceso o
antes de su iniciación.
En los delitos de acción mixta, es decir, aquellos en que es necesaria la
denuncia previa de la víctima, el perdón de ésta también servirá para excluir de
castigo al delincuente siempre que aún no se hubiere iniciado proceso en su contra.
En términos generales, se acepta que el perdón puede ser expreso o tácito. Esto
último se da cuando la víctima ejerce actos que indudablemente demuestran su
voluntad contraria al castigo del autor. Asimismo, puede otorgarse a todos o sólo a
algunos de los varios sujetos que hubieren intervenido en un mismo acto delictivo.
Tal como sucede en la generalidad de las causales de extinción, el perdón dado
por el ofendido no opera con efecto retroactivo. Por lo tanto, extingue la
responsabilidad penal pero no elimina la calidad de condenado de quien hubiere sido
favorecido por la benevolencia de la víctima. Cuestión que es importante, por ejemplo,
en relación con la reincidencia.
En todo caso, el limitado número de delitos de acción privada en nuestra
legislación, implica también que esta causal tiene un limitado ámbito de aplicación.

4. Acuerdos reparatorios

De conformidad con lo dispuesto en el art. 241 CPP, en relación con delitos


que afecten bienes jurídicos disponibles de carácter patrimonial, lesiones menos
graves o delitos culposos, es posible que exista un acuerdo reparatorio entre la
víctima y el imputado. Si este se ha convenido libremente entre ellos y con pleno
conocimiento de sus derechos, el Juez de Garantía deberá aprobarlo. En este caso,
una vez cumplidas las obligaciones contraídas por el imputado o garantizadas
debidamente, “se extinguirá, total o parcialmente, la responsabilidad penal del
imputado” (art. 242 CPP).
Pese a la terminología utilizada por el legislador, es fácil advertir que en
términos estrictos no se trata de una causal de extinción de responsabilidad. Más
bien, un acuerdo reparatorio constituye una especie de perdón del ofendido que,
pese a concederse en delitos de acción pública, tiene la virtualidad de excluir la
responsabilidad penal antes del pronunciamiento de una sentencia condenatoria.

5. Perdón oficial

Dentro del nuevo proceso penal se establecen varias instituciones que,


aunque en sentido estricto no extinguen la responsabilidad penal, pues esta todavía
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no ha sido declarada por sentencia ejecutoriada, impiden que ésta llegue a hacerse
efectiva:

a) El principio de oportunidad:
Según el art. 170 CPP los fiscales del Ministerio Público pueden no iniciar la
persecución penal o abandonar la ya iniciada emitiendo una decisión motivada. Si
transcurren los plazos que determina la ley sin que el Juez de Garantía o el Fiscal
Regional, en su caso, revoquen esa decisión, se entenderá extinguida la acción
penal respecto del hecho de que se trate.
Para el ejercicio de esta especie de perdón oficial, eso sí, la ley impone ciertas
limitaciones:
1. La pena mínima asignada al delito no debe exceder la de presidio o reclusión
menor en su grado mínimo.
2. No puede tratarse de un delito cometido por un funcionario público en el
ejercicio de sus funciones.
3. No debe “comprometer gravemente el interés público”.

b) La suspensión condicional del procedimiento


Consiste en un acuerdo entre el fiscal del Ministerio Público y el imputado,
aprobado por el Juez de Garantía, en los casos que la ley señala, conforme al cual el
Juez suspende el procedimiento imponiendo algunas condiciones, por un plazo no
inferior a un año ni superior a tres. Conforme dispone el art. 240, transcurrido el
plazo, sin que se hubiere revocado la suspensión, se extingue la responsabilidad
penal.
Esta suspensión sólo puede decretarse si la pena probable a imponer al
imputado no excediere de tres años de privación de libertad, y siempre que el
imputado no hubiere sido condenado anteriormente por crimen o simple delito.
Como estas condiciones son las mismas que se fijan para conceder la remisión
condicional de la pena, la suspensión del procedimiento aparece como un
adelantamiento de ese beneficio.

c) La suspensión de la imposición de la pena


El juzgamiento de los delitos por los que el Ministerio Público requiere la
imposición de una pena que no excede de presidio o reclusión menores en su grado
mínimo se realiza de conformidad con el procedimiento simplificado (arts. 388 y ss.
CPP).
En estos casos, el Juez de Garantía puede dictar una sentencia condenatoria,
pero suspendiendo la imposición de la pena y todos sus efectos durante 6 meses, si
concurrieren antecedentes favorables que no hicieren aconsejable la imposición de
la condena. Transcurrido ese plazo sin que el condenado hubiese sido requerido por
otro delito, queda extinguida la responsabilidad penal.
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6. Prescripción4

El art. 93 CP, en sus números 6 y 7, contempla dos situaciones relacionadas con


la imposibilidad de aplicar sanción por haber transcurrido un cierto lapso: la
prescripción de la acción penal y la prescripción de la pena. Mientras la primera de
ellas constituye una causal de exclusión de la punibilidad, la segunda es una auténtica
causal de extinción de la responsabilidad criminal.
Los arts. 94 y 97 CP uniforman los términos en que el transcurso del tiempo
produce el efecto excluyente o extintivo de la responsabilidad penal, respectivamente.
Tales plazos son de: 15 años, tratándose de crímenes sancionados con pena de
muerte o con pena privativa o restrictiva de libertad perpetua; de 10 años, respecto de
los demás crímenes; de 5 años, en el caso de los simples delitos; y de 6 meses en el
de las faltas.
En el supuesto de la prescripción de la acción penal, dicho término se cuenta
"desde el día en que se hubiere cometido el delito" (art. 95 CP.); en el caso de la
prescripción de la pena, en cambio, el término respectivo "comenzará a correr desde
la fecha de la sentencia de término o desde el quebrantamiento de la condena, si
hubiere ésta principiado a cumplirse" (art. 98 CP.).
La mención a la fecha de la sentencia contenida en este último precepto implica
que no es necesaria la notificación de la misma, por lo que, ella deberá considerarse
firme desde la fecha de su dictación, si no proceden recursos a su respecto.
En cambio, sí suscita algunas dificultades la determinación del momento preciso
de comisión del hecho delictivo. En los delitos formales o de mera actividad no hay
problema, pues se entiende cometido al ejecutar la conducta. En los delitos materiales
o de resultado, en cambio, mayoritariamente se exige la consumación de los mismos,
la cual sólo puede tener lugar una vez que se produce el resultado externo. El prof.
Cury, por el contrario, estima incluso en relación con los delitos materiales el momento
de ejecución de la conducta marca el comienzo del cómputo de dichos plazos.
Cuando el delito queda en grado de tentativa o frustración, la prescripción
correrá desde el momento en que cese la actividad del delincuente.
Respecto de los delitos de omisión, han de aplicarse los mismos criterios que
respecto de los delitos activos, salvo en relación con aquellos raros casos en que el
legislador tipifica una conducta omisiva sin atender a resultado externo alguno, en
cuyo evento el término de prescripción de dicha figura comenzará a correr en el
instante en que hubiere concluido la oportunidad del sujeto de cumplir con la
obligación esperada.
Tratándose de un delito continuado, la prescripción comienza a contarse a partir
de la fecha en que se hubiere ejecutado la última conducta de las que lo integran.
Asimismo, respecto de los delitos permanentes, el cómputo se efectúa desde que cesa
el comportamiento que presta sostén al estado generado por el hecho delictivo. A
diferencia de estos últimos, en los delitos instantáneos de efectos permanentes, el
4
Párrafo redactado a partir de RODRÍGUEZ COLLAO, Apuntes de Derecho penal. PG, 2005.
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lapso se cuenta a partir de la realización de la conducta incriminada, sin perjuicio de la


persistencia de dichos efectos.
Si el delito tiene asignada una pena compuesta, es preciso atender a la mayor
de ellas a fin de determinar el plazo aplicable a la infracción respectiva.
Como una situación muy especial, debe mencionarse la figura de prescripción
gradual contenida en el art. 103 CP, aplicable tanto a una como a otra clase de
prescripción. Dicha figura constituye, en realidad, una atenuante privilegiada -en el
sentido que ella sola vale tanto como dos o más circunstancias muy calificadas, no
compensables por agravantes-, establecida en favor de quien se presentare o fuere
habido una vez transcurrida la mitad del tiempo necesario de prescripción.
Finalmente, es preciso tener en cuenta la regla común contenida en el art. 100
inc. 1º CP, que obliga a contar por uno cada dos días de ausencia del sujeto, si éste
abandonare el territorio nacional, salvo que se hubiere encontrado impedido de
ingresar al país por decisión de la autoridad política o administrativa, en cuyo evento
no se le considerará ausente del territorio de la República.
De acuerdo con el art. 96 CP., la prescripción de la acción penal se interrumpe
"perdiéndose el tiempo transcurrido, siempre que el delincuente comete nuevamente
crimen o simple delito...". Dicha prescripción se suspende, conforme al mismo
precepto, "desde que el procedimiento se dirige contra él; pero si se paraliza su
prosecución por tres años o se termina condenarle, continúa la prescripción como si no
se hubiere interrumpido".
Respecto de la prescripción de la pena, sólo se contempla, por razones obvias,
la figura de la interrupción a causa de un nuevo delinquimiento durante el período en
que se cumple.
El efecto propio de la interrupción es la pérdida para el delincuente del tiempo
transcurrido hasta ese entonces, a diferencia de lo que ocurre con la suspensión de la
acción penal, que sólo importa una situación transitoria de congelamiento de los
plazos respectivos, mientras se ventila el proceso.
En lo que concierne al momento desde el cual debe entenderse que se ha
dirigido procedimiento en contra del imputado, la doctrina concuerda que ello implica
la iniciación de un juicio penal, en cualquiera de las formas que señala el art. 81 CPP.,
sin que sea necesario que sea sometido a proceso. Es decir, incluso respecto de quien
sólo figura como inculpado en él, puede decirse que se ha suspendido la prescripción
que corría a su favor.
Esta suspensión, por regla general, se prolongará durante todo el tiempo que
dure la sustanciación del proceso. Sin embargo, en el caso que ésta se paralizare
durante tres años o más, o se termina sin condenarle, desaparece el efecto suspensivo
de la prescripción, contándose los plazos en forma continua desde el momento de la
perpetración del delito, como si jamás se hubiere producido la suspensión de aquélla.
A este respecto, cabe mencionar el error que se advierte en el art. 96 CP., en su parte
final, en cuanto alude a la interrupción debiendo referirse a la suspensión.
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Por último, en relación con los delitos sexuales cometidos contra menores de
edad, el art. 369 quáter establece una suspensión de la prescripción respecto de ese
menor que ha sido la víctima del delito, hasta el momento en que cumpla 18 años.
Dada la frecuente impunidad de estos hechos, se estableció esta regla para permitir
que la propia víctima pueda interponer la acción penal, pese a haber transcurrido más
de 5 ó 10 años desde el hecho.

EJERCICIOS:

1. Señala las diferencias que existen entre la amnistía y el indulto.


2. ¿Estás de acuerdo con la existencia del indulto como mecanismo de extinción de
la responsabilidad penal?
3. En relación con el comienzo del cómputo de la prescripción de la acción penal en
los delitos de resultado, busca argumentos para apoyar la tesis que te parece
más adecuada.

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