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Ningún lugar está lejos, o Reflexiones sobre las políticas del libro infantil

Dra. Emilia Gallego Alfonso, Presidenta del IBBY cubano.

Resumen a cargo de la Prof. María Silvia Pérsico, profesora en Letras, especialista en

gestión y políticas culturales, Directora de Cultura de la Municipalidad de Vicente López.

El llamado libro infantil y juvenil existe, en estrecha relación, no sólo con el sistema del

libro al cual pertenece por definición, sino también con otros factores que, de manera

directa, condicionan y determinan la existencia cultural de cualquier sociedad, y en la cual

el libro actúa como un indicador veraz del desarrollo porque es, a la vez, un hecho y un

espacio cultural.

Como hecho cultural, es una fuerza resultante de otras de carácter social, económico,

político que se fusionan en el soporte privilegiado del libro, expresando de esta forma

todas las manifestaciones de la creatividad humana.

Como espacio cultural, es un detonante de la lectura en el cual los lectores dialogan,

confrontan, aprehenden y asumen sus propias identidades individuales, las de sus pueblos, y

la esencial de la especie, y las dimensionan transformándose así el propio hecho cultural, el

espacio de su realización y los propios realizadores.

Entonces, cualquier política del libro infantil que se diseñe, además de centrarse en este

producto cultural, lo hará también en sus receptores y en la difusión del respeto de sus

derechos a una vida en la cual puedan desarrollar al máximo sus potencialidades y elegir

libremente su propio destino.

De esta forma, las políticas del libro infantil y juvenil estarán en mejores condiciones de

contrarrestar las políticas que crean abismos de desigualdad social y sumen en la pobreza

profunda a millones de seres.

Tanto la elaboración de esta política como su ejecución deben inspirarse en una integración

que aúne esfuerzos y voluntades, y en cuya concepción y realización regional, nacional y

local no debe faltar el concurso de los conocimientos y experiencias que resumen a lo largo

de su trayectoria las organizaciones internacionales como UNESCO y UNICEF, las


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intergubernamentales como el CERLALC, las regionales como la OEI, las no

gubernamentales internacionales- IBBY e IFLA-, los gobiernos y sus respectivos

ministerios de educación y cultura, y las fundaciones como la Germán Sánchez Ruipérez de

España, por sólo citar ejemplos.

Este espíritu de concertación democrática podría concretarse en la creación de:

• un equipo o comisión multidisciplinaria en la cual estén representados organismos

internacionales, intergubernamentales, regionales, ONGs, representaciones de

gobiernos y personas de prestigio y trayectoria probada, seleccionados entre

funcionarios y especialistas de la cultura y la docencia, y cuyas funciones principales

serían las de elaborar, controlar y garantizar la ejecución de la política regional y

asesorar y apoyar las políticas nacionales y locales -comunitarias, barriales, etc.

• Un fondo monetario para el desarrollo del libro infantil y juvenil, al cual tributarían

los gobiernos, organismos internacionales, grandes casas editoriales, y otros

factores involucrados y que se contrapongan a la dependencia que tiende a

establecerse de los donantes directos.

La comisión multidisciplinaria habría de realizar investigaciones previas que le permitan

informarse científicamente del estado de la realidad socio-económico-política en la cual las

políticas del libro infantil y juvenil van a insertarse, la realidad de la situación de las

políticas vigentes para el libro infantil y juvenil y la promoción de la lectura, la realidad del

estado de la publicación, de la distribución y de la comercialización del libro infantil y

juvenil.

De la misma forma que la humanidad ha ratificado la necesidad de proteger a niños y

jóvenes, las políticas del libro infantil y juvenil deben considerar como objetivo principal

proteger a este producto cultural singular y trascendente de convertirse en un producto de

consumo y que garantice que no se coarte a los autores ni a los editores en su acción

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creativa o de selección, así como permita a las editoriales nacionales publicar obras

significativas que dimensionen las identidades de sus pueblos y preserven sus culturas.

De lo que se trata es de promover y fortalecer la lectura crítica, concibiendo la

competencia lectora no como una tarea técnica sino como un proceso social. Y es en este

ejercicio democrático que el niño y el joven deben ser escuchados, para contribuir a que

aprendan a respetar la opinión ajena, fundamento del entendimiento y la comprensión entre

los pueblos y sustento proteico de la paz.

En consecuencia, las políticas del libro infantil y juvenil deben inspirarse y dirigirse a la

creación de las condiciones necesarias y suficientes para que este libro se pueda

desarrollar como un verdadero producto cultural, sin menoscabo de su calidad ni de su

función social, y cuya publicación y existencia se fundamente en la calidad y la garantía de

expresar las distintas identidades que conforman lo humano y formando un receptor

crítico.

Con el propósito de lograr los objetivos anteriores, se sugiere:

• la creación de un acervo regional que rescate las obras significativas de cada país y

universales y que mediante la promoción de coediciones preserve las identidades

nacionales, únicas en lo diverso .

• La creación de una biblioteca iberoamericana de la infancia y la juventud que,

articule un mecanismo de información rápida y de largo alcance que no olvide el

desfasaje tecnológico de gran parte de los países de la región y que, además pueda

coordinar y potenciar así, el desarrollo de cursos, seminarios, entrenamientos, que

actualicen los conocimientos relacionados con el libro infantil y juvenil y la lectura.

• Garantizar y multiplicar las oportunidades de acceso a la lectura a través de las

bibliotecas públicas y escolares, la elaboración de planes emergentes de lectura.

• Apoyar y promover las ferias del libro infantil y juvenil como lugar de encuentro y

de conocimiento mutuos, que den cabida a diversas formas editoriales que incluyan

maneras casi manufacturadas de hacer.


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• Garantizar la retroalimentación de las políticas realizando investigaciones periódicas

que informen acerca de la situación del libro infantil y juvenil.

• Promover concursos que permitan conocer y divulgar las investigaciones y las

reflexiones acerca del libro infantil y juvenil y la lectura, así como el conocimiento

de las historias de personajes que constituyan símbolos de cada pueblo.

• Apoyar las iniciativas de selección de los mejores libros nacionales e importados,

indicadores de calidad y diversidad.

• Promover la cooperación mediante programas de hermanamiento de países, ciudades,

instituciones, comunidades, etc.

• Apoyar los eventos que promueven la reflexión y el intercambio acerca del libro

infantil y juvenil y la lectura.

• Apoyar a los gobiernos y sensibilizarlos con la imperiosa necesidad de crear la Ley

del Libro en sus respectivos países, mediante la asesoría que necesiten.

• Apoyar los programas de lectura y contribuir a su fomento cuando no existan.

En cualquier caso, tanto las políticas regionales como las nacionales, deben dirigir sus

acciones hacia las comunidades (rurales, indígenas, barriales), porque ellas, como espacio

donde se resume y se potencia la vida ciudadana, constituyen el lugar de realización de

dichas políticas.

• Sensibilizar a las cadenas televisivas que promuevan y resalten el interés por la

lectura.

• Contribuir a la presencia y divulgación de revistas infantiles y juveniles y teóricas

sobre temas afines al libro y la lectura en cada país y en la región.

Con independencia de que las sugerencias de propuestas de política anteriores u otras

similares puedan realizarse, siempre quedará un lugar para inquirir sobre qué libro infantil y

juvenil se debe privilegiar; qué deben leer los receptores que ocupan, en última instancia, el

centro y la atención de estas políticas.


Junio 2005
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