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María Montessori

(1870-1952)

l Sobre la Educación

"Y así descubrimos que la educación no es algo que haga el


maestro, sino que es un proceso natural que se desarrolla
espontáneamente en el ser humano. No se adquiere escuchando palabras,
sino en virtud de las experiencias que el niño realiza en su medio ambiente. La
tarea del maestro no es hablar, sino preparar y organizar una serie de motivos
para la actividad cultural en un ambiente especialmente preparado para el
niño".

l Sobre los programas educativos

A menudo la educación de los niños consiste en volcar en su inteligencia el


contenido intelectual de los programas escolares. Y a menudo estos programas
han sido compilados en el departamento oficial de educación y su uso es
impuesto por ley sobre el maestro y el niño. ¡Ah, ante tan denso y obcecado
desprecio por la vida que está creciendo dentro de estos niños, deberíamos
ocultar nuestras cabezas con vergüenza y cubrir con las manos nuestros
culpables rostros!

l Sobre la disciplina

"La disciplina debe surgir de la libertad. He aquí un gran principio que no logran
entender los seguidores de los métodos escolares tradicionales. ¿Cómo
obtener disciplina en una clase de niños libres? En nuestro sistema, por cierto,
tenemos un concepto de disciplina muy distinto del que comúnmente se
acepta. Si la disciplina se funda en la libertad, la disciplina misma debe ser
necesariamente activa. No consideramos a un individuo disciplinado sólo
cuando se lo ha reducido artificialmente al silencio como a un mudo, o inmóvil
como un paralítico. Éste es un individuo aniquilado, no disciplinado. Llamamos
a un individuo disciplinado cuando es dueño de sí mismo, y puede, por lo tanto,
regular su propia conducta cuando resulte necesario para seguir alguna norma
de vida".

l Sobre los límites

"La libertad del niño debe tener como límite el interés colectivo, y como forma
lo que universalmente consideramos 'buen comportamiento'. Debemos, por lo
tanto, controlar en el niño todo lo que ofenda o moleste a otros, o cualquier
cosa que apunte hacia actos rudos o de mal gusto".

l Sobre los premios y los castigos

"... Quien ejecuta un trabajo verdaderamente humano, quien hace algo


realmente grande y victorioso, nunca es alentado en su tarea por esas vanas
atracciones que reciben el nombre de "premios", ni por el miedo a esos
minúsculos males que llamamos "castigos". Si en una guerra un ejército de
gigantes pelease sin otra inspiración que no fuese el deseo de promoción,
honores y medallas, o por miedo a ser heridos; si tales hombres se opusieran a
un puñado de pigmeos inflamados de amor por su tierra, la victoria sería para
estos últimos. Cuando el heroísmo ha muerto en un ejército, los premios y los
castigos no logran sino completar el deterioro, trayendo corrupción y cobardía.
Todas las victorias humanas, todo el humano progreso, se basan en la fuerza
interior".

l Sobre la individualidad

"No podemos conocer las consecuencias de sofocar una acción espontánea en


un tiempo en el cual el niño recién comienza a ser activo: tal vez sofoquemos
la vida misma. La humanidad se muestra a sí misma en todo su esplendor
intelectual durante esta tierna edad como el sol se muestra en la alborada,
como la flor que abre sus pétalos; y debemos respetar religiosamente,
reverentemente, estas primeras señales de individualidad. Si un acto educativo
pretende ser eficaz, lo será sólo aquél que tienda a asistir al desarrollo de esa
vida. Es necesario evitar rigurosamente impedir los movimientos espontáneos y
no imponer tareas arbitrarias. Se entiende, por supuesto, que no hablamos
aquí de actos inútiles o peligrosos, ya que éstos deben ser suprimidos,
destruídos".

l Sobre el orden en la clase

"Sentar a los niños en filas, como en las escuelas comunes, y asignarle a cada
pequeño un lugar, y proponer que así se queden sentados en observación del
orden de la clase como en una asamblea, ésto puede obtenerse más tarde, al
comienzo de la educación colectiva. Porque también en la vida sucede a veces
que debemos quedarnos sentados y quietos, cuando, por ejemplo, asistimos a
un concierto o a una disertación. Y sabemos bien que incluso para nosotros,
como adultos, ésto no se hace sin sacrificio. Si podemos -cuando hemos
establecido la disciplina individual- enviar a cada uno a su propio sitio, en
orden, tratando de hacerles entender que es una buena cosa estar ubicados
así; que hay entonces un orden agradable en el cuarto, este ajuste ordenado y
tranquilo de su parte, quedándose en sus sitios quietos y silenciosos, será el
resultado de una especie de lección, no de una imposición".

l Sobre la independencia personal

"Que no hayamos asimilado acabadamente el concepto de la palabra


independencia se debe a que la forma social en la que vivimos todavía es
servil. Nuestros sirvientes no son nuestros dependientes; antes bien somos
nosotros quienes dependemos de ellos. No es posible aceptar universalmente
como parte de nuestra estructura social tan profundo error humano sin sentir
sus efectos bajo la forma de una inferioridad moral. Muy a menudo creemos
ser independientes nada más que porque nadie nos manda, o porque
mandamos a otros, pero el noble que necesita llamar a un sirviente en su
ayuda realmente es dependiente por causa de su propia inferioridad. Cualquier
nación que acepta la idea de la servidumbre y cree que es ventajoso que el
hombre sirva al hombre, admite la servidumbre como si fuera un instinto, y en
verdad somos propensos a entregarnos muy fácilmente al servicio más
obsecuente, dándole nombres complacientes como cortesía, buena educación,
caridad. En realidad, el que es servido ve su independencia limitada. Este
concepto debe ser el cimiento de la dignidad futura del hombre: "No deseo ser
servido, porque no soy un impotente". Y esta idea debe ser conquistada antes
de que los hombres puedan sentirse verdaderamente libres".

l Sobre la lección

"... la brevedad debe ser una de sus principales características. Dante nos da
un excelente consejo a los maestros cuando dice "Sean tus palabras
contadas". Cuanto más cuidadosamente eliminemos palabras innecesarias,
más perfecta será la lección. Y al preparar sus lecciones, la maestra debe
prestar especial atención a este punto, contando y pesando el valor de las
palabras que va a pronunciar".

l Sobre la misión del educador

"Estimular la vida -dejándola libre para desarrollarse, para desenvolverse-


he aquí la primera tarea del educador. En tan delicada empresa, un gran
arte nos debe sugerir el momento y limitar nuestra intervención, de modo
que no haya ninguna perturbación, no se cause ninguna desviación, sino
que en cambio ayudemos al alma que surge a la plenitud de la vida, y que
habrá de vivir por su propia fuerza".

"Ésta es nuestra obligación hacia el niño: darle un rayo de luz, y seguir


nuestro camino".

Montessori
Escuela de Reforma Pedagógica

Esta orientación pedagógica fue creada por la pedagoga y médico italiana Maria
Montessori (1870-1952). Su pedagogía está basada en la antropología, centrándose
en el desarrollo, tanto físico como psíquico de los niños, así como en sus
necesidades específicas. En esto se diferencia de la escuela tradicional, basada en
un plan de estudios rígido. Montessori confiaba en la capacidad del niño para
identificar sus necesidades y deseos.

En las escuelas Montessori los niños reciben una orientación, más que una dirección
determinada. Ellos deben encontrar su propio camino, para convertirse así en
adultos inteligentes y solidarios, con capacidad de trabajo y dispuestos a la
cooperación.

Uno de los principios básicos de las escuelas Montessori es la convicción de que los
niños aprenden mucho más si realmente están dispuestos a ello. Por ello es
conveniente ofrecer al niño una libertad en su organización de su tiempo y espacio,
donde poder llevar a cabo el trabajo que él mismo haya elegido hacer, en un
ambiente relajado y de forma independiente. Sólo de este modo podrá desarrollar el
menor su seguridad en sí mismo y apreciar el valor de su trabajo.

Esta pedagogía se basa fundamentalmente en:

Observación

La Dra. Montessori habla del profesor como un orientador, cuyo papel principal
consiste, sobre todo, en observar atentamente al niño, para poder identificar así,
individualmente, sus necesidades e intereses. Se trataría de apoyarles en sus
progresos, motivando a los más desganados y frenando a los revoltosos.

Material didáctico
La utilización del material didáctico está basada en la aptitud del niño para
aprender. Según María Montessori: "Las manos de un niño son su mejor
profesor".La mejor manera de que un niño aprenda es concentrándose en una sola
tarea y llevándola a cabo con sus propias manos. Por este motivo las escuelas
Montessori ponen una gran cantidad de material didáctico a disposición de sus
alumnos, para que puedan experimentar con sus propias manos.

Independencia e individualidad
Es importante permitir al menor que sea independiente. El niño debe cometer sus
propios errores, ya que éstos forman parte del aprendizaje. Darle al niño autonomía
le permite desarrollar el amor propio y la seguridad en sí mismo.

Ambiente pedagógico adecuado


Es importante prestar atención al espacio donde los menores desarrollan sus
capacidades. El equipamiento debe ser adecuado a la estatura, el ritmo y los
intereses de los menores, de acuerdo a su edad. El niño debe encontrarse a gusto,
en un ambiente que le resulte atractivo.

Grupos de edades mixtas


El hecho de mezclar edades diferentes en los grupos, representa una ventaja para
los estudiantes, ya que pueden aprender los unos de los otros: los más pequeños
imitan a los mayores y los mayores pueden reforzar sus propios conocimientos
ayudando a los pequeños.

Estos grupos suelen estar organizados de la siguiente forma:


- 18 meses a 3 años
- 3 a 6 años
- 6 a 9 años
- 9 a 12 años

El método Montessori permite, a través de la observación y la detallada


documentación de la evolución de los procesos de trabajo, comprobar los avances
del niño y detectar posibles problemas. Profesores, formadores y padres, trabajan
conjuntamente con el menor, a fin de establecer cuáles son las mejores decisiones
a tomar en beneficio del niño.

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