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Resumen
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Abstract
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Aproximaciones teóricas en torno a la representación sindical/ Nicolás Diana Menéndez ___
ción” que afectó todas las instancias En este artículo queremos justa-
sociales y políticas ha vuelto a poner mente aportar a estos debates. A partir
sobre el tapete esta problemática. de trabajos de importantes autores ta-
En la Argentina en particular, sur- les como Bourdieu, Laclau, Offe y
gieron durante los albores del nuevo Pizzorno, realizaremos un recorrido
siglo una plétora de estudios sociales teórico desde los conceptos más abs-
que marcaron el rumbo de la literatu- tractos de la representación, hasta arri-
ra vernácula, en torno a los nuevos re- bar a lo que consideramos constituyen
pertorios de acción colectiva durante los elementos más significativos para el
los años 90, encarnados básicamente análisis sindical en el singular ámbito
por las organizaciones de “piquete- del Estado. El derrotero entonces co-
ros”, que fueron interpretados como mienza definiendo cómo entendemos el
un desplazamiento de la representa- proceso de representación, esto es, qué
ción política tradicional, y un cambio complejos mecanismos encierra el acto
en los repertorios de acción colectiva de representar; luego afinaremos el
(Shuster y Pereyra, 2001; Auyero, análisis destacando cuáles son las ca-
2002; Farinetti, 1999). racterísticas específicas de la represen-
La crisis que desembocó en el esta- tación sindical, inmediatamente des-
llido social de diciembre de 2001, pués veremos los aspectos que nos per-
constituyó un punto de inflexión en la mitan observar el sindicato en movi-
Argentina, tanto en términos mate- miento; y finalmente algunos conceptos
riales como simbólicos. Los años si- que hacen a la especificidad de nuestro
guientes, específicamente a partir de ámbito de interés y que nos permitirán
2003, conocieron un proceso crecien- dar cuenta de ella.
te de revitalización de las disputas la-
borales recuperando centralidad en 1. La “magia” de la
la conflictividad social, las reivindi- representación
caciones sindicales. Los altos índices La ley que regula las prácticas sin-
de crecimiento económico, la recupe- dicales en la Argentina (Ley de Aso-
ración de la actividad industrial y ciaciones Sindicales 23.5512) dispone
particularmente la baja significativa en su artículo 23: “Son derechos exclu-
del desempleo (aunque mucho a ex- sivos de la asociación sindical con per-
pensas de empleo precario), han con- sonería gremial: defender y represen-
tribuido fuertemente a la nueva gra- tar ante el Estado y los empleadores
vitación del actor sindical en las pu- los intereses individuales y colectivos
jas por la distribución del excedente. de los trabajadores”; y más adelante
En este contexto, presenciamos ac- en el artículo 40:
tualmente, también un resurgimien-
“Los delegados del personal, las co-
to de los estudios sobre el sindicalis- misiones internas y organismos si-
mo en la Argentina (Fernández, milares, ejercerán en los lugares de
2005, 2007; Senén González y Med- trabajo o según el caso, en la sede de
win, 2007; VVAA, 2008). la empresa o del establecimiento al
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hasta el político, pasando lentamente cabal, al grupo sobre el cual habla. Sin
por el mundo teatral/actoral, esta no- esa instancia de decir, de hacer oír la
ción desconoce propietarios exclusi- voz del grupo, encarnada en el porta-
vos y significados unívocos. En este voz, que dice la realidad del grupo,
sentido, Abal Medina (2004), señala éste no abandonaría su existencia se-
cuatro posibles significados: en pri- rial, es decir, la de la pura suma de in-
mer lugar la idea de representación dividualidades. La voz del represen-
jurídica, proveniente del derecho pri- tante, es en definitiva, desde esta
vado romano, que se define como “ha- perspectiva, la voz del colectivo que
cer presente, manifestar o presentar en ese decir, termina de asumir su
de nuevo”; en segundo término, la existencia.
idea de representación como semejan- Lo que señala Bourdieu es la parado-
za, que Sartori llama representación ja de estas situaciones de representa-
sociológica, dando cuenta de esta ma- ción, en las que un grupo no puede exis-
nera de una idea de similitud entre re- tir sino por la delegación de una persona
presentante y representado (es el caso singular, que puede actuar como perso-
de una muestra estadística que se dice na moral, sustituyendo al grupo, en
“representativa” del universo); una cuyo caso, en apariencia, el grupo hace
tercera noción, que el autor denomina al hombre que habla en su lugar, mien-
iconoclasta, define el vínculo entre un tras que en realidad esto es tan cierto
símbolo o emblema que representa como afirmar lo inverso, es decir: que es
una entidad de manera simbólica (es el portavoz quien hace al grupo.
el caso de una bandera representando La existencia del grupo depende
una agrupación política o un país); así, de que se haya dotado de un órga-
finalmente, la definición que se refie- no permanente de representación,
re a “los términos de responsabilidad por lo tanto capaz de sustituir (hablar
de los representantes de responder a por, es hablar en lugar de) al grupo se-
sus representados”. rial, hecho de individuos separados y
En un breve pero jugoso artículo, aislados, en renovación constante, no
Pierre Bourdieu (1993) comienza a de- pudiendo actuar y hablar sino por
sentrañar los mecanismos que se defi- ellos mismos. Para salir de la existen-
nen y se configuran en la relación de cia serial, dice Bourdieu citando a
representación de un colectivo huma- Sartre, para acceder a la existencia
no. Representar es “hacer ver y hacer colectiva, no hay otro camino que pa-
valer los intereses de una persona o de sar por el portavoz3.
un grupo”. Ahora bien, el acto de re- El mandatario o portavoz, se en-
presentación encierra un proceso mu- cuentra de esta manera en una rela-
cho más complejo que el acto de enun- ción de “metonimia” con el grupo, “es
ciar los intereses de un grupo. El “gru- una parte del grupo que puede funcio-
po” existe en la medida en que alguien nar en tanto signo en el lugar de la to-
(el representante/mandatario), dice talidad del grupo (…). Pero además es
su existencia; es el portavoz, quien al un signo que habla, que en tanto por-
hablar, dota de existencia definitiva, tavoz, puede decir lo que es, lo que
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hace, lo que representa, lo que repre- individuos -y tanto más cuando más
senta representar” (Bourdieu, 1993: desposeídos son- no pueden consti-
160). Este proceso es denominado por tuirse (o ser constituidos) en tanto
el sociólogo francés como efecto de grupo, es decir en tanto fuerza capaz
oráculo, según él, el portavoz hace ha- de hacerse oír y de hablar y de ser es-
blar al grupo en nombre del cual ha- cuchada, si no desposeyéndose en pro-
bla, hablando así con toda la autori- vecho de un portavoz (aquí es donde
dad de este ausente inasible. Bourdieu retoma la idea de grupo ins-
Ahora bien, existe un doble acto de titución de Sartre, con lo que ello im-
delegación (en referencia a la delega- plica). De este modo, se produce un
ción que implica todo acto de repre- acto de usurpación por parte del man-
sentación), el primero es un pasaje de datario. Sin embargo, esta usurpa-
los sujetos atomísticos al buró (que es ción, propia de todo acto de represen-
el proceso recién explicado), el segun- tación política, no se devela a sí mis-
do, es el pasaje del buró al secretario. ma, opera como un fetiche.
Este segundo acto, abre la puerta de La pregunta que se deriva entonces
una nueva tensión en torno a la rela- y que Bourdieu se hace es ¿cómo es po-
ción de la organización con las bases sible que este doble juego del manda-
representadas, o la tensión entre la ló- tario no se denuncie a sí mismo?: “La
gica de la representación y la lógica de impostura legítima no se logra sino
la organización4. porque el usurpador no es un calcula-
Bourdieu, argumenta que hay una dor cínico, que engaña consciente-
suerte de antinomia inherente a lo po- mente al pueblo, sino alguien que se
lítico que obedece al hecho de que los toma con toda buena fe por otra cosa
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5 Siguiendo a Laclau, la identidad popular, colectiva, está constituida por una cadena
equivalencial (de demandas), esta cadena equivalencial requiere condensarse en
significantes que la expresen (palabras, imágenes). Ahora bien, la relación de signi-
ficación entre el significante y las demandas originales es inversa a la cantidad de
demandas expresadas, esto es, cuantas más demandas exprese un significante, mas
distancia guardará con las demandas originales. En tal sentido, la identidad se tor-
na más plena cuanto más extensiva, pero a expensas de su potencial intensivo por-
que debe despojarse de contenidos particulares a fin de abarcar demandas heterogé-
neas entre sí. Así es como una identidad popular funciona como un significante ten-
dencialmente vacío
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manos? Laclau considera que no, para establecer una relación verosímil
puesto que deja abierta la posibilidad de propiedades que definan un grupo.
de la autonomización radical de las En consecuencia, la relación de repre-
voluntades representadas. Desde esta sentación a la vez que expresa unos in-
perspectiva, lo que el autor llama ca- tereses, los termina de definir, y les
denas de equivalencias, podrían con- otorga una base común; pero lo hace
formarse sobre cualquier conjunto de sobre un común ya definido, que en
reivindicaciones, en la medida en que una instancia anterior, constituyó el
no define límites concretos, ni contra- plafón sobre el cual el grupo inacabado
dicciones centrales del entramado so- formuló un interés homogeneizable.
cial. Si bien menciona que existen al-
2. La representación
gunas demandas que no pueden ins-
de trabajadores
cribirse en una cadena equivalencial,
este límite es de alguna manera alea- Hasta aquí definimos cómo y qué se
torio, en el sentido de que no encuen- pone en juego en la relación de repre-
tra un limite estructurante de la so- sentación. Lo que nos convoca en este
ciedades actuales6. trabajo, no obstante, es un tipo de re-
Si bien coincidimos con que la ins- presentación en particular, aquella que
tancia de la representación culmina en el último siglo y medio, se ha dado
por constituir al grupo, y lo hace a tra- como la representación hegemónica de
vés de la redefinición de una heteroge- los trabajadores en las sociedades capi-
neidad de voluntades, de intereses, en talistas: la representación sindical.
una mayor homogeneidad. Nos resulta A partir de los años cincuenta del
también evidente que no es posible siglo XX, desde la segunda posguerra,
construir cadenas de equivalencias en y en función de cambios ocurridos en
cualquier terreno, ni sobre cualquier las sociedades capitalistas, entre los
continuidad. La disrupción, la contra- que se encuentran la incorporación y
dicción es esencial de toda sociedad. reconocimiento de los sindicatos como
En cada configuración social particu- interlocutores válidos y protagonistas
lar, existen contradicciones sociales de la distribución del excedente social
particulares. La contradicción estruc- y económico; se comenzó a estudiar
turante de las sociedades capitalistas estas organizaciones como una de en-
es la que se da entre capital y trabajo, tre otras articuladoras de intereses
aquí hay un límite. A lo que apunta- sectoriales, poniendo de esta manera
mos en definitiva es, a señalar con en un pie de igualdad, no sólo la cuali-
Bourdieu (1990) y con Sartre (1966), dad de los intereses representados,
que existe un principio de pertinencia sino de los esfuerzos requeridos para
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Sindicato
Autoridad
(eficacia) Estrategias y
Identidad, bienes
reglas de acción
públicos. Valores y
normas de pertenencia
Demandas e intereses Participación (democracia)
individuales y colectivos Apoyo, recursos, legitimidad
Afiliados
Representados, estructura de control desde la base
Asalariados y trabajadores
(mercados laborales, sociedad)
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rios) con el grado de apoyo de las bases ción de los intereses diferentes de los
y de los trabajadores en general”(Jo- trabajadores, esto significa establecer
dar et al., 2004:116). prioridades entre la diversidad de de-
Estas interacciones tienen como re- mandas y de aspiraciones concurren-
sultado otorgar al sindicato el carác- tes. En tal sentido, una amplia biblio-
ter de “organización normativa so- grafía coincide en que las condiciones
cial”, en el sentido de que su accionar en que los sindicatos fundaron histo-
se extiende al conjunto de la sociedad, ricamente la representación de inte-
en aspectos económicos pero también reses, se han modificado sustancial-
políticos y sociales. mente en los últimos dos decenios
“Es decir, el sindicato es visto como: (Catalano, 1992, Rosanvallon, 1988).
una organización compleja de repre- Muller-Jentsch (1988) identifica tres
sentación de intereses propios, de tipos de dificultades para los sindica-
los afiliados y de los trabajadores, tos: la heterogeneidad creciente en el
que aspira a ser voz de los represen- seno de los trabajadores; la descentra-
tados, obteniendo su compromiso lización de la negociación al nivel de
mediante la combinación de incenti-
empresa y de los lugares de trabajo,
vos diferenciados: materiales (sala-
rios, condiciones de trabajo), funcio- que tiene como consecuencia una cri-
nales (limitan el control empresa- sis de fidelidad de los trabajadores
rial en la ocupación, en los derechos con respecto a sus sindicatos; y final-
y las garantías laborales, etc.), de mente la incapacidad de implantarse
identidad (solidaridad), de sociabili- eficazmente entre los trabajadores
dad (compensaciones no materiales pertenecientes a los sectores más di-
por asociarse al grupo)” (Jodar et al., námicos de la economía.
2004:117). Para abordar la medida de esta cri-
Este esquema, permite “sacar una sis de agregación -y como complemen-
foto” al movimiento interno de las or- to del esquema anterior, al que le falta
ganizaciones sindicales, haciendo visi- una guía de observación-, Hyman
bles una serie de intercambios que se (1998) propone un modelo que permi-
producen entre agente y organización te observar el rol de los sindicatos en
sindical. Sin embargo para poder ob- la representación de intereses. El
servarlas en movimiento debemos uti- mismo se basa en la respuesta a tres
lizar una guía que nos proporcione una preguntas: ¿a quien representan (co-
forma de ver como funciona dinamica- lectivos y grupos de trabajadores afi-
mente. Hyman elabora un modelo muy liados)?; ¿qué intereses representan
simple que cumplirá ese rol de guía. (intereses y demandas que forman
La acción sindical, posee como un parte de la linea de acción sindical)?; y
elemento central la cuestión de la soli- finalmente ¿cómo representan esos
daridad, que como sostiene Hyman intereses (formas organizativas em-
(1998) “ha sido siempre, en el mejor de pleadas a los diferentes colectivos e
los casos, un proyecto incompleto y intereses)?
contradictorio”. La acción sindical su- Frente a la primera pregunta, el
pone de manera esencial la articula- autor enumera cuatro segmentos de
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Rial, 1986, 2001; Ortega, 1992)11; tor público12. No obstante, lo que pre-
más que sociológico o político (Ferner, tendemos desarrollar en este trabajo
1990; Moreno, 1992; Reymondes, es el componente central que consti-
2003). Las aproximaciones sobre el tuye, desde nuestro punto de vista, el
sindicalismo estatal que realizan los elemento definitorio de la distinción
trabajos especializados en sindicatos, cualitativa de la lógica sindical en el
suelen ser tangenciales y enumerati- sector público respecto del sector pri-
vos; dándose por sentada la asimila- vado. Nos referimos a la centralidad
ción de la lógica de la acción sindical, de la dimensión política en el accionar
en el sector privado y en el sector pú- sindical, de la que intentamos dar
blico. Para el caso argentino, los tra- cuenta con el concepto de intercambio
bajos que dedican una parte de su político (Pizzorno, 1979).
análisis a los sindicatos estatales ATE Siguiendo a este autor, los inter-
y UPCN (Murillo, 1995, 1997; Etche- cambios en los ámbitos laborales, es
mendy, 2001), no reparan en señalar decir los que se establecen entre capi-
factores específicos de su ámbito de tal y trabajo, están atravesados por
actuación, que es lo que nos interesa una serie de factores que son de dis-
destacar en este apartado. tinto carácter. En un primer nivel13
Pese a esta frecuente omisión, pue- se encuentra el intercambio indivi-
den destacarse diversos elementos dual, establecido directamente entre
que contribuyen a la singularidad del el trabajador individual y su emplea-
sindicalismo, y de las relaciones labo- dor. El bien intercambiado en este ni-
rales en general, en el ámbito del sec- vel denominado de “mercado atomís-
11 En el plano jurídico suele discutirse en torno a la especificidad del carácter del em-
pleo público, con su consiguiente debate sobre las posibilidades y potestades del ac-
cionar sindical en este sector. Las interpretaciones en disputa son las propiciadas
por la “teoría de la relación unilateral” y la sostenida por la “tesis contractualista”.
Para la primera no existe reciprocidad entre las voluntades en juego “voluntad pu-
blica vs. voluntad privada”, por lo que no es pasible de tutela sindical; mientras que
para la segunda posición entre el Estado y quien le presta un servicio personal, su-
bordinado y remunerado, se genera una relación laboral igual a la que existe en el
sector privado, dado que la naturaleza del empleador no justifica la exclusión de este
vínculo de su configuración como tal, aunque sí quepa implementar una regulación
especial para determinados casos (Neves Mujica, 2005). Paulatinamente, la segun-
da interpretación viene ganando terreno en el mundo por sobre la primera.
12 Para un análisis detallado de tales características ver Diana Menéndez (2009).
13 Cabe aclarar que la división en niveles sólo es de carácter analítico, puesto que en
cualquier negociación de alguna manera están presentes todos los aspectos. No im-
plica por tanto -a priori- una jerarquía de niveles, que si puede estar dada por la
perspectiva del analista.
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14 En nuestro caso las amenazas dirigidas a alterar la regularidad del trabajo, llevan
incorporadas la amenaza al orden o consenso social. Una huelga en un organismo
del sector público -en general- no afecta directamente intereses económicos, sino que
atenta contra un orden altamente visible.
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16 Para ilustrar esta situación con un ejemplo del caso argentino podemos señalar que
a lo largo de los dos gobiernos de Menem (1989-1999), como del medio gobierno de De
la Rua (1999-2001), para el sindicato ATE, la oposición a muchas medidas de su em-
pleador, no generó contradicciones internas a la organización, ni se produjeron obs-
táculos para llevar adelante una medida de fuerza. Por el contrario, en virtud de su
oposición ideológica a la gestión, casi podría decirse que objetó sistemáticamente
toda medida que fuera impulsada desde el empleador, incluso a lo que habían sido
reivindicaciones de larga data para el sindicato, como fue el caso del primer Conve-
nio Colectivo firmado en 1999 que ATE no refrendó. Con el cambio de gobierno y de
políticas, que significó la llegada al poder del presidente Kirchner (2003-2007), el
mismo sindicato rubricó el segundo Convenio Colectivo, que en rigor no contiene
grandes modificaciones respecto del anterior, salvo el hecho de que cambió la contra-
parte.
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