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DECLARACIONES OFICIALES

De la Iglesia Adventista del Séptimo Día

Sobre temas delicados pero necesarios a la opinión


pública

Desde 1980 a 2005

Departamento de Comunicación

Documentos digitalizados y publicados por la propietaria ACES

(Asoc. Casa Editora Sudamericana, Bs As, Argentina – www.aces.com.ar )

Prohibida su reproducción total o parcial sin el debido permiso de esta


editorial (ISBN 987-567-147-9).

Documentos ordenados temáticamente

ADICCIONES

Drogas

Uso, abuso y dependencia de sustancias químicas

BIBLIA

Métodos de estudio de la Biblia .

CIENCIA

Clonación humana
Intervenciones genéticas, Principios cristianos sobre

Terapia genética humana

ECOLOGÍA

Creación y el Medio Ambiente, Cuidado de la

Cambios en el clima, Peligros de los

Medio ambiente

Medio ambiente, Mayordomía del

IGLESIA ADVENTISTA

Doctrinas

Creación, Una afirmación de la

Diezmo, Usos del

Espíritu de Profecía, Confianza en el (Congreso Mundial en Utrecht)

Espíritu de Profecía , Resolución sobre (Congreso Mundial de St. Louis)

Sábado, La observancia del

Sagradas Escrituras

Santa Biblia

Ser transformados en Cristo

Dinámica eclesial (Dinámica y funcionamiento de la Iglesia)

Declaración de protocolo para las adiciones o revisiones de la “Declaración


de creencias fundamentales”

Asuntos estratégicos para la IASD


Comisión de Estrategias de Comunicación

Competición, Actividades con elementos de

Compromiso total con Dios

Creación, Respuesta a Una afirmación de la

Declaración de misión de la IASD

Empleadores y empleados, Relaciones entre

Fundamentos éticos para la Asoc. General

Libertad y responsabilidad teológica y académica

- Orientaciones para evaluar conceptos divergentes y para disciplinar a


los disidentes

- Libertad académica en las instituciones de educación superior

Marcas registradas

Música, Filosofía adventista acerca de la

Música en la IASD de Sudamérica

Orientaciones para participar en Misión global

Renovación espiritual e impacto sobre la sociedad

Valores de la IASD

MATRIMONIO Y FAMILIA

Abuso y violencia familiar

Control de la natalidad

Familia, Afirmación de la

Fertilización humana asistida

Hogar y familia (El Hogar y la Familia)

Matrimonio, Afirmación del


Uniones del mismo sexo

Violencia familiar

MUJER

Mujer, Temas acerca de la

Mutilaciones genitales femeninas

NIÑOS

Abuso sexual de menores

Niños, Bienestar y valor de los

RELIGIÓN - (tema relacionado con "Sociología")

Catolicismo Romano

Libertad religiosa

Libertad religiosa, evangelización y proselitismo

Relaciones con otras iglesias cristianas .

Minorías religiosas y libertad religiosa .

Movimiento ecuménico .

Relaciones entre Iglesia y Estado .

Tolerancia

SALUD

Fumar y ética
Fumar y tabaco

Instituciones de salud

Paciente terminal

Principios de temperancia y aceptación de donaciones

SEXUALIDAD

Aborto

- Principios para una visión cristiana de la vida humana

Conducta sexual .

Enfermedades de transmisión sexual .

Homosexualidad

Pornografía

SIDA

SIDA, Epidemia del

SIDA–Una respuesta adventista

SOCIOLOGÍA

Acoso .

Acoso sexual .

Alfabetización

Año 2000, El adventismo y el .

Ataque terrorista en Londres

Derechos humanos

Desamparo y pobreza
Extremismo religioso

Juegos de azar

Kosovo

Mensaje de paz para la gente de buena voluntad

Paz

Paz, Un llamado a la

Racismo

Relaciones humanas

Respeto por todas las personas

Venta de armas, Proscripción de

Terrorismo

Ataque terrorista en Londres

APENDICE I . Vea estos documentos ordenados por año de aparición en


ingles.

APENDICE 2: Otros documentos

LIBRERIAS: Se pueden adquirir en formato libro en los siguientes lugares

Declaración de misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

Nuestra misión

La misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es proclamar a todas las


personas el evangelio eterno del amor de Dios, en el contexto de los
mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12, tal como está revelado
en la vida, muerte, resurrección y ministerio sumo sacerdotal de Jesucristo,
invitándolas a aceptar a Jesús como su Señor y Salvador personal, y a unirse
a su iglesia remanente; y nutrir y educar a los creyentes como discípulos, en
preparación para su pronto regreso.

Nuestro método

Llevamos adelante esta misión, bajo la dirección del Espíritu Santo, a través
de:

1) El ministerio de la predicación. Aceptando la comisión de Cristo (Mat.


28:18-20), proclamamos a todo el mundo el mensaje de un Dios amante,
revelado más plenamente en el ministerio reconciliador y la muerte
expiatoria de su Hijo. Reconociendo que la Biblia es la revelación infalible de
la voluntad de Dios, anunciamos su mensaje completo, incluyendo el
segundo advenimiento de Cristo y la autoridad permanente de su Ley de los
Diez Mandamientos con su recordatorio del séptimo día, sábado, como día
de reposo.

2) El ministerio de la enseñanza. Reconociendo que el desarrollo de la


mente y el carácter es esencial dentro del plan redentor de Dios,
promovemos el desarrollo de una comprensión madura de Dios y de una
relación con él, con su Palabra y con el universo creado.

3) El ministerio de la sanidad. Afirmando el énfasis bíblico sobre el bienestar


integral de la persona, damos prioridad a la preservación de la salud y la
curación del enfermo, y, a través de nuestro ministerio a los pobres y
oprimidos, cooperamos con el Creador en su compasiva obra de
restauración.

Nuestra visión

En armonía con las grandes profecías de las Escrituras, entendemos que el


clímax del plan de Dios es restaurar toda su creación a la completa armonía
con su perfecta voluntad y justicia.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la


Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en el Concilio de
Primavera realizado en Silver Spring, Maryland, en abril de 1993, y
enmendada en el Concilio Anual llevado a cabo en Silver Spring, Maryland,
el 10 de octubre de 2004.
Abuso y violencia familiar

Los adventistas afirman la dignidad y el valor de cada ser humano, y


condenan toda forma de abuso físico, sexual y emocional, y cualquier tipo
de violencia familiar. Reconocemos la difusión global de este problema y
los efectos serios y de largo alcance que tienen sobre las vidas de todas las
personas involucradas. Creemos que los cristianos deben reaccionar frente
al abuso y la violencia familiar, tanto dentro de la iglesia como en la
comunidad. Tomamos con seriedad los informes de abuso y violencia, y
hemos planteado estos

problemas para su análisis en asambleas internacionales. Creemos que


permanecer indiferentes y sin dar una respuesta es condonar, perpetuar y,
potencialmente, extender tales conductas.

Aceptamos nuestra responsabilidad de cooperar con otros servicios


profesionales, para escuchar e interesarnos por aquellos que sufren el
abuso y la violencia familiar, destacar las injusticias y hablar en defensa de
las víctimas.

Ayudaremos a las personas que tengan esa necesidad para identificar y


acceder al espectro de servicios profesionales disponible.

Cuando las actitudes y conductas modificadas abran las posibilidades del


perdón y de un nuevo comienzo, proveeremos un ministerio de
reconciliación.

Ayudaremos a las familias que sufren por las relaciones que no puedan ser
restauradas. Enfocaremos las preguntas espirituales que confrontan a las
personas que sufrieron el abuso, procurando comprender el origen del
abuso y la violencia a familiar, y ayudar a desarrollar mejores maneras de
prevenir ciclos recurrentes.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la


Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día (ADCOM), y fue
publicada por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en el
Congreso de la Asociación General realizado en Utrecht, Holanda, del 29 de
junio al 8 de julio de 1995.
El SIDA

El síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y las condiciones


asociadas con él se están esparciendo rápidamente alrededor del mundo.
Sobre la base de estudios estadísticos, se estima que en un futuro próximo,
en muchos países del mundo, cada congregación eclesiástica con 100
feligreses o más incluirá por lo menos a un miembro con algún amigo o
familiar con SIDA.

El SIDA es transmitido mediante dos fuentes principales: la intimidad sexual


con una persona infectada, y la introducción de sangre contaminada con
VIH (virus de inmunodeficiencia humana; o HIV en inglés) en el cuerpo, ya
sea por inyecciones con agujas y jeringas no estériles, o con productos de
sangre contaminados.

Los adventistas están comprometidos con la educación para la prevención


del SIDA. Durante muchos años los adventistas han luchado contra la
circulación, venta y uso de drogas, y siguen haciéndolo. Los adventistas
apoyan la educación sexual que incluye el concepto de que la sexualidad
humana es un don de Dios a la humanidad. La sexualidad bíblica limita
claramente las relaciones sexuales al cónyuge de una persona, y excluye
las relaciones promiscuas y toda otra relación sexual con su consecuente
exposición al VIH.

Una respuesta semejante a la que Cristo daría al SIDA debe ser personal,
compasiva, útil y redentora. Así como Jesús se interesó por los leprosos, la
temida enfermedad comunicable de sus días, sus seguidores hoy se
interesarán por quienes tienen SIDA. Santiago amonestó: “¿De qué le sirve
a uno decir...: ‘Que les vaya bien; abríguense y coman todo lo que quieran’,
pero no les da lo que su cuerpo necesita?” (Sant. 2:14, 16).

Esta declaración fue anunciada por el presidente de la Asociación General,


Neal C. Wilson, después de una consulta con los 16 vicepresidentes
mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el 5 de julio de 1990, en
la sesión de la Asociación General realizada en Indianápolis, Indiana, EE.UU.

Proscripción de venta de armas ofensivas a los civiles


Los civiles tienen a su disposición armas automáticas o semiautomáticas de
tipo militar en forma creciente. En algunas regiones del mundo es
relativamente fácil adquirir tales armas. Se las ve no sólo en la calle, sino
también en las manos de los jovencitos en las escuelas. Se han cometido
muchos crímenes con el uso de tales armas, ya que están hechas para
matar gente. No tienen uso recreativo legítimo.

Las enseñanzas y el ejemplo de Cristo constituyen la guía para los cristianos


actuales. Cristo vino al mundo para salvar vidas, no para destruirlas (Luc.
9:56). Cuando Pedro sacó un arma, Jesús le dijo: “Guarda tu espada en su
lugar... Todos los que pelean con la espada, también a espada morirán”
(Mat. 26:52). Jesús no participó en la violencia.

Algunos sugieren que la proscripción o prohibición de las armas


ofensivaslimita los derechos de las personas, y que las armas no cometen
crímenes sino sólo las personas. Aunque es cierto que la violencia y las
inclinaciones criminales conducen a las armas, también es cierto que la
disponibilidad de las armas de fuego conduce a la violencia. La oportunidad
que tienen los civiles de comprar o adquirir de diversos modos armas
ofensivas automáticas o semiautomáticas, sólo aumenta el número de
muertes como resultado de crímenes humanos.

En la mayor parte del mundo tales armas no pueden ser adquiridas por
medios legales. La iglesia considera con alarma la relativa facilidad con la
cual pueden ser obtenidas en otras regiones. Su disponibilidad sólo puede
abrir la posibilidad de nuevas tragedias.

La búsqueda de la paz y la conservación de la vida deberían ser las metas


de los cristianos. El mal no puede frenar eficazmente al mal, sino que tiene
que ser vencido con el bien. Los adventistas, junto con otras personas de
buena voluntad, desean cooperar en el uso de todo medio legítimo para
reducir y eliminar, donde sea posible, la causa básica del crimen. Además,
pensando en la seguridad pública y en el valor de la vida humana, la venta
de armas ofensivas automáticas y semiautomáticas debería ser
estrictamente controlada. Esto reduciría el uso de armas por parte de
personas mentalmente perturbadas y de los criminales, especialmente
quienes están involucrados en actividades con drogas y de pandillas.

Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación


General, Neal C. Wilson, después de consultar con los 16 vicepresidentes
mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el 5 de julio de 1990, en
el Congreso de la Asociación General celebrado en Indianápolis, Indiana,
EE.UU.
El control de la natalidad

Declaración de consenso

Las tecnologías científicas de nuestros días permiten un control de la


fertilidad y la reproducción humanas mayor que en el pasado. Esas
tecnologías hacen posible que las expectativas de embarazo y nacimiento
resultantes de la relación sexual sean grandemente reducidas. Los
matrimonios cristianos tienen la posibilidad de controlar la fertilidad, lo que
ha creado muchas discusiones con una amplia gama de implicaciones
religiosas, médicas, sociales y políticas. Las oportunidades y beneficios
existen debido a las nuevas técnicas, pero también hay desafíos y
desventajas. En ese sentido, deben considerarse varias cuestiones morales.
Los cristianos, que son los que finalmente deben hacer sus propias
elecciones sobre estos asuntos, deben ser informados para que puedan
tomar decisiones sólidas basadas en principios bíblicos.

Entre los asuntos que deben ser considerados está la cuestión de si la


intervención humana en el proceso biológico natural es apropiada o no. Si
se considera que una intervención tal es apropiada, entonces se levantan
otras cuestiones adicionales en relación con el qué, cuándo y cómo debe ser
hecha esa intervención. Además hay otros asuntos relacionados, tales
como:

● La posibilidad del aumento de la inmoralidad sexual, en virtud de la


disponibilidad y el uso que los métodos de control de natalidad pueden
promover.

● El dominio de uno de los sexos en relación con los privilegios y las


prerrogativas sexuales tanto de las mujeres como de los hombres.

● Diversos asuntos sociales, incluyendo la discusión sobre si una sociedad


tiene derecho a limitar la libertad individual en beneficio e interés de la
sociedad en general; y la discusión sobre la carga y el apoyo económico y
educacional para los que están en desventajas.

● Aspectos relacionados con el aumento de la población mundial y con el


uso de los recursos naturales.

Entendemos que una declaración sobre las consideraciones morales en


relación con el control de la natalidad debe ser vista dentro del contexto
más amplio de las enseñanzas bíblicas acerca de la sexualidad, el
matrimonio, la paternidad y el valor de los hijos; y que debe haber una
comprensión de la interrelación entre esos asuntos. Conscientes de que
dentro de la iglesia hay una diversidad de opiniones al respecto, se
mencionan los siguientes principios bíblicos con el objeto de educar y
ayudar en la toma de decisiones.

1) Mayordomía responsable. Dios creó a los seres humanos a su propia


imagen, hombre y mujer, con la capacidad de pensar y tomar decisiones
(Isa. 1:18; Jos. 24:15; Deut. 30:15-20). Dios le dio a los seres humanos el
dominio sobre la Tierra (Gén. 1:26, 28). Ese dominio requiere e incluye la
supervisión y el cuidado de la naturaleza. La mayordomía cristiana requiere
también que se asuma la responsabilidad por la procreación humana. La
sexualidad, como uno de los aspectos de la naturaleza humana sobre la cual
el individuo ejerce mayordomía, debe ser expresada en armonía con la
voluntad de Dios (Éxo. 20:14; Gén. 39:9; Lev. 20:10-21; 1 Cor. 6:12-20).

2) Propósito procreador. La perpetuación de la familia humana es uno de los


propósitos de Dios para la sexualidad humana (Gén. 1:28). Aunque, de
manera general, se puede inferir que los matrimonios están destinados
producir descendientes, la Escritura nunca presenta la procreación como
una obligación de la pareja con el fin de agradar a Dios. Sin embargo, la
revelación divina le confiere un alto valor al hecho de tener hijos y expresa
la alegría encontrada en la paternidad (Mat. 19:14; Sal. 127:3). Tener y
educar hijos ayuda a los padres a entender a Dios y a desarrollar
compasión, solicitud, humildad y abnegación (Sal. 103:13; Luc. 11:13).

3) Propósito unificador. La sexualidad tiene un propósito unificador dentro


del matrimonio, propósito que es ordenado por Dios y se distingue del
propósito procreador (Gén. 2:24). El propósito de la sexualidad en el
matrimonio incluye alegría, placer y deleite (Ecl. 9:9; Prov. 5:18, 19; Cant.
4:16-5:1). El propósito de Dios es que los casados puedan tener comunión
sexual, independiente de la procreación (1 Cor. 7:3-5), una comunión que
establezca lazos fuertes y que proteja a los cónyuges de una relación
impropia con otra persona (Prov. 5:15-20; Cant. 8:6, 7). En el designio de
Dios, la intimidad sexual no tiene como único propósito la concepción. La
Escritura no prohíbe que las parejas casadas disfruten de las delicias de las
relaciones conyugales, aunque tomen medidas para prevenir el embarazo.

4) Libertad de elección. En la creación, y de nuevo a través de la redención


provista por Cristo, Dios les dio a los seres humanos libertad de elección, y
les pide que usen su libertad responsablemente (Gál. 5:1, 13). En el plan
divino, el marido y la mujer constituyen una unidad familiar única, y ambos
tienen la libertad y la responsabilidad de participar en la toma de decisiones
acerca de su familia (Gén. 2:24). Los cónyuges deben ser considerados el
uno con el otro al tomar decisiones acerca del control de la natalidad,
estando dispuestos a considerar las necesidades del otro así como las suyas
propias (Fil. 2:4). Para los matrimonios que deciden tener hijos, la
elección procreadora tiene límites, ya que hay varios factores que deben
orientar su elección, tales como la capacidad para proveer a las
necesidades de los hijos (1 Tim. 5:8); la salud física, emocional y espiritual
de la madre (3 Juan 2; 1 Cor. 6:19; Fil. 2:4; Efe. 5:25); las circunstancias
sociales y políticas en las cuales los hijos nacerán (Mat. 24:19); la calidad de
vida y otros recursos globales disponibles. Somos mayordomos de la
creación de Dios y, por lo tanto, debemos mirar más allá de nuestra propia
felicidad y deseos y considerar las necesidades de los demás (Fil. 2:4).

5) Métodos apropiados para el control de la natalidad. La decisión moral


acerca de la elección y el uso de los diferentes métodos para el control de la
natalidad debe surgir de la comprensión de sus probables efectos sobre la
salud física y emocional, de la forma sobre la cual dichos métodos o agentes
actúan, y de los gastos financieros involucrados. Hay varios métodos de
control de la natalidad, incluyendo los métodos de barrera, los espermicidas
y la esterilización, los cuales impiden la concepción y son moralmente
aceptables. Algunos métodos contraceptivos* pueden impedir la liberación
del óvulo (ovulación), impidiendo la unión del óvulo y el espermatozoide
(fertilización), o pueden impedir la fijación del óvulo ya fertilizado
(implantación), pero, debido a la incertidumbre acerca de cómo funcionarán
en un caso dado, pueden ser considerados moralmente sospechosos por
quienes creen que la protección de la vida humana comienza en la
fertilización. Sin embargo, considerando que la mayoría de los óvulos
fertilizados no llegan a implantarse o se pierden después de la implantación,
aunque no se hayan usado métodos de control de la natalidad, los métodos
hormonales de control y los DIUs, que representan un proceso similar,
pueden ser vistos como moralmente aceptables. El aborto, es decir, la
intencional terminación de un embarazo establecido, no es moralmente
aceptable para propósitos del control de la natalidad.

6) Mal uso del control de la natalidad. Aunque la creciente capacidad


técnica para manejar los asuntos que tienen que ver con la fertilidad y para
protegerse contra las enfermedades sexualmente transmisibles pueden

ser útiles a muchas parejas casadas, el control de la natalidad puede ser


mal usado. Por ejemplo, aquellos que se involucran en relaciones sexuales
premaritales o extramaritales pueden consentir más rápidamente en tales
conductas a causa de la disponibilidad de los métodos de control de la
natalidad.

Es verdad que el uso de esos métodos para proteger las relaciones sexuales
fuera del matrimonio puede reducir los riesgos de contraer enfermedades
sexualmente transmisibles y/o la gravidez. Sin embargo, el sexo fuera del
matrimonio es perjudicial e inmoral, independientemente de si esos riesgos
han sido o no disminuidos.
7) Un enfoque redentor. La disponibilidad que existe actualmente de los
métodos de control de la natalidad hace que la educación sobre la
sexualidad y la moralidad sea aun más imperativa. Debe emplearse más
esfuerzos en la educación y en los enfoques redentores, y menos en la
condenación, para que cada individuo sea persuadido por la apelación
profunda del Espíritu Santo.

* Algunos ejemplos actuales de esos métodos incluyen los aparatos


intrauterinos (DIU), las píldoras hormonales (incluyendo “la píldora del día
siguiente”), las inyecciones y los implantes. Las cuestiones sobre esos
métodos deben ser consultadas con un profesional médico.

Esta declaración fue votada durante el Concilio Anual de la Junta Directiva


de la Asociación General,

el miércoles 29 de septiembre de 1999, en Silver Spring, Maryland, EE.UU.

El cuidado de la Creación y el Medio Ambiente

Una declaración sobre el medio ambiente

El mundo en el cual vivimos es una dádiva de amor de parte del Dios


Creador, que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas (Apoc.
14:7; 11:17, 18). En medio de esta creación colocó a los seres humanos,
creados intencionalmente para relacionarse con él, con otras personas y con
el mundo que los rodeaba. Por consiguiente, los adventistas sostenemos
que la preservación y el mantenimiento de este planeta están íntimamente
relacionados con nuestro servicio al Creador.

Dios estableció el séptimo día, sábado, como una conmemoración y un


recordativo perpetuo de su acto creativo y del establecimiento del mundo.
Al descansar en este día, los adventistas ponemos en relieve la especial
relación con el Creador y su creación. La observancia del sábado acentúa la
importancia de nuestra integración con el medio ambiente general.

La decisión humana de desobedecer a Dios interrumpió el orden original de


la creación, dejando como resultado una falta de armonía ajena a sus
propósitos. De este modo la atmósfera y el agua están contaminados, los
bosques y la vida silvestre saqueados, y los recursos naturales en extinción.
Siendo que los adventistas reconocemos al ser humano como parte de la
creación de Dios, nuestra preocupación por el medio ambiente abarca
también la salud personal y el estilo de vida. Defendemos una manera de
vida saludable y rechazamos el uso de sustancias tales como el tabaco, el
alcohol y otras drogas que dañan el cuerpo y consumen los recursos de la
tierra; promovemos un régimen de alimentación vegetariana simple.

Los adventistas, al relacionarnos con otras personas estamos


comprometidos a respetarlas y cooperar con ellas reconociendo nuestro
origen común y teniendo en cuenta nuestra dignidad humana, que es un
don del Creador. Debido a que la pobreza humana y la degradación
ambiental están relacionadas entre sí, nos empeñamos por mejorar la
calidad de vida de la gente. Nuestro objetivo es el desarrollo de los
recursos, porque ellos satisfacen las necesidades humanas.

El progreso genuino, orientado hacia el cuidado de nuestro medio ambiente


natural, recae sobre el esfuerzo ya sea individual o mancomunado. Los
adventistas aceptamos el desafío de trabajar para restaurar el propósito
total de Dios. Motivados por la fe en Dios, nos dedicamos a promocionar la
salud tanto a nivel personal como a nivel medioambiental.

En este compromiso, confirmamos ser mayordomos de la creación de Dios y


creemos que la restauración total se concretará recién cuando Dios haga
nuevas todas las cosas.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la


Asociación General en las sesiones del Concilio Anual realizado en Silver
Spring, Maryland, EE.UU., el 12 de octubre de 1992.

El paciente terminal

Para quienes somos guiados por la Biblia, la realidad de la muerte es


aceptada como parte de la condición humana actual, afectada por el
pecado. “Tiempo de nacer, y tiempo de morir” (Ecl. 3:2). Aunque la vida
eterna es un regalo para los que aceptan la salvación por medio de
Jesucristo, no entraremos en completa posesión de ese don hasta que
obtengamos la inmortalidad en ocasión de la segunda venida de Cristo
(Gén. 2:17; Rom. 5; Heb. 9:27; Juan 3:36; Rom. 6:23; 1 Cor. 15:51-54).
Mientras tanto, podemos ser llamados a atender a un paciente terminal o
aun a enfrentar nuestra propia muerte.
Aunque el dolor y el sufrimiento afligen a cada ser humano, ese sufrimiento
no tiene valor expiatorio o meritorio. No importa cuánto pueda ser el dolor
de un enfermo, no puede expiar el pecado. Sólo el sufrimiento de Jesucristo
es suficiente. La Biblia nos enseña a no desesperarnos ante las aflicciones;
antes bien, a aprender obediencia, paciencia y perseverancia. La Biblia
también da testimonio del poder vencedor de Jesucristo frente a la aflicción
y nos enseña que ministrar el sufrimiento humano es un importante deber
cristiano. Al hacerlo, miramos con anticipación hacia el día cuando Dios
acabará para siempre con el sufrimiento (Heb: 5:7, 8; Sant. 1:2-4; Rom. 5:3;
Juan 16:33; Mat. 25:34-40; 9:35; Luc. 10:34-37; Apoc. 21:4).

En el pasado se podía hacer muy poco para alargar la vida. Pero los
desarrollos que se han producido en la medicina moderna, con su poder
para impedir la muerte, o al menos, alargarla artificialmente, han generado
interrogantes morales y éticos y han hecho que sean más complejas las
decisiones en la atención del paciente terminal. ¿Qué restricciones
establece la fe cristiana al uso de tal poder? ¿Cuándo el objetivo de
posponer la muerte debe dar lugar al objetivo de aliviar el dolor al final de la
vida? ¿Quién puede tomar debidamente esas decisiones? ¿Qué límites, si es
que los hay, debería tener la caridad cristiana al actuar con la intención de
terminar el sufrimiento humano?

Es común oír hablar de la “eutanasia”. Originalmente ese término


significaba “buena muerte”. Pero hoy tiene dos significados diferentes. A
veces se habla de la “eutanasia activa” o “muerte misericordiosa”, lo que
equivale a la interrupción intencional de la vida del paciente para evitarle
una muerte dolorosa, o para aliviar la carga de la familia. Otras veces se
habla de “eutanasia pasiva”, lo que equivale a detener o retirar los aparatos
o las médicas que prolongan artificialmente la vida humana, permitiendo de
este modo que la persona muera naturalmente. A la vista de los adventistas
se juzga impropio el proceso de prolongación artificial de la vida, por lo que
la iglesia cree que permitir a un paciente que muera por abstenerse de usar
medios médicos, que sólo prolongan el sufrimiento y posponen el momento
de la muerte, es moralmente diferente que la acción que tiene como directa
y primera intención la de quitar la vida.

Nosotros deseamos enfrentar los problemas éticos relacionados con el fin de


la vida en una forma que demuestre nuestra fe en Dios como el Creador y
Redentor de la vida; y en una forma que revele cómo la gracia de Dios nos
capacita para realizar actos de amor al prójimo. Afirmamos que la creación
de la vida humana es una maravillosa dádiva que debe ser protegida y
sustentada (Gén. 1 y 2). También confirmamos la maravillosa dadiva de
Dios que ofrece redención y que provee vida eterna a aquellos que creen
(Juan 3:15; 17:3). Aunque apoyamos el uso de los recursos médicos
modernos para prolongar la vida, creemos que ese poder debe ser usado de
manera compasiva, de manera que revele la gracia de Dios al minimizar el
sufrimiento.
No necesitamos asirnos ansiosamente al último vestigio de vida en esta
tierra, porque los cristianos tenemos la promesa de vida eterna en la tierra
renovada. Tampoco creemos que sea necesario aceptar u ofrecer aquellos
tratamientos médicos que sólo prolongan el proceso de morir.

Los adventistas estamos comprometidos con el cuidado de la persona


integral, es decir, con la atención física, emocional y espiritual del paciente
terminal. Para este fin, resultarán útiles los siguientes principios bíblicos:

1) Conocer la verdad. Una persona que se acerca al fin de la vida, y que


está consciente, merece conocer la verdad acerca de su condición, y las
opciones de tratamientos y sus posibles resultados. No debe retenerse la
verdad; es mejor compartirla con amor cristiano y con la sensibilidad
adecuada a las circunstancias personales y culturales del paciente (Efe.
4:15).

2) Libertad de elección. Dios ha otorgado a los hombres la libertad de elegir


y les pide que la usen responsablemente. Creemos que esta libertad incluye
las decisiones acerca de la atención médica. Creemos que una persona que
posee su capacidad de juicio, debe determinar —después de buscar la
orientación divina, considerar los intereses de los que resulten afectados
por su decisión (Rom. 14:7) y sopesar el consejo médico— si acepta o
rechaza la intervención de técnicas médicas para prolongar la vida. No debe
ser forzada a someterse a tratamientos médicos que encuentre
inaceptables.

3) En caso de incapacidad del paciente. El plan de Dios es que la gente sea


nutrida dentro de una familia y una comunidad de fe. Las decisiones acerca
de la vida humana se toman mejor dentro del contexto de una relación
familiar sana y después de considerar el consejo médico (Gén. 2:18; Mar.
10:6-9; Éxo. 20:12; Efe. 5 y 6). Cuando un paciente terminal es incapaz de
dar consentimiento o expresar preferencias en relación a la intervención
médica, dichas decisiones deben ser tomadas por alguien elegido por el
paciente o, si no ha designado a nadie, por alguien muy próximo al
paciente.

Excepto en circunstancias extraordinarias, los profesionales médicos o


legales deben dejar que las decisiones relativas a la atención médica de un
paciente terminal sean tomadas por los seres más íntimos del paciente.

Es preferible que los deseos del individuo estén por escrito, y deberían
concordar con las exigencias legales existentes.

4) El amor cristiano es práctico y responsable (Rom. 13:8-10; 1 Cor. 13;


Sant. 1:27; 2:14-17). Ese amor no niega la fe, ni nos obliga a ofrecer ni a
aceptar intervenciones médicas que sean cargas que excedan los probables
beneficios. Por ejemplo, cuando el tratamiento únicamente preserva las
funciones del cuerpo, sin esperanza de que el paciente recupere el nivel de
conciencia mental, es fútil y puede, en buena conciencia, ser retenido o
retirado.

Es decir, los tratamientos médicos tendientes a prolongar la vida pueden ser


omitidos o detenidos si es que solamente añaden sufrimiento al paciente o
le prolongan innecesariamente el proceso de morir. Naturalmente, en todos
los casos, lo que se haga debe estar en armonía con los mandatos legales
existentes.

5) No a la muerte “misericordiosa”. Aunque el amor cristiano nos puede


llevar a detener o retirar la participación médica que sólo aumenta el
sufrimiento o prolonga el proceso de morir, como adventistas no
practicamos la “muerte misericordiosa”, ni prestamos ayuda en suicidio
(Gén. 9:5, 6; Éxo. 20:13; 23:7). Nos oponemos a la eutanasia “activa”, es
decir, a la forma intencional de quitar la vida a una persona que sufre o que
está muriendo.

6) Aliviar el sufrimiento. La compasión cristiana nos lleva a aliviar el


sufrimiento (Mat. 25:34-40; Luc. 10:29-37). Es una responsabilidad cristiana
aliviar al paciente terminal del dolor y sufrimiento en el mayor grado
posible, sin utilizar la eutanasia activa. Cuando es claro que la intervención
profesional no curará al paciente, el principal objetivo de nuestra atención
debe ser el procurar aliviarle el sufrimiento.

7) El principio de justicia. Este principio bíblico dice que debe brindarse


atención adicional a las necesidades de los indefensos y dependientes (Sal.
82:3, 4; Prov. 24:11, 12; Isa. 1:1-18; Miq. 6:8; Luc. 1:52-54). Debe dedicarse
al paciente terminal un trato de respeto a su dignidad y sin discriminación
injusta, basado en sus necesidades espirituales y médicas, y en su expresa
voluntad antes que en base a percepciones relativas a su mérito social
(Sant. 2:1-9).

Cuando los adventistas tratamos de aplicar estos principios, obtenemos


esperanza y coraje al saber que Dios contesta las oraciones de sus hijos y
que tiene la facultad de realizar milagros en su favor (Sal. 103:1-5; Sant.
5:13-16). Siguiendo el ejemplo de Jesús, también oramos para aceptar la
voluntad de Dios (Mat. 26:39). Sabemos que podemos pedir el poder de
Dios para ayudarnos a atender las necesidades físicas y espirituales de
personas que están muriendo. Sabemos que la gracia de Dios es suficiente
para capacitarlos para soportar la adversidad (Sal. 50:14, 15), y creemos
que la vida eterna está asegurada para todos los que tienen fe en Jesús y en
el triunfo del amor de Dios.
Esta declaración de consenso fue aprobada y votada por la Junta Directiva
de la Asociación General en las sesiones del Concilio Anual, el 9 de octubre
de 1992, en Silver Spring, Maryland, EE.UU.

Esta declaración pública fue publicada por el presidente de la Asociación


General, Neal C. Wilson, después de consultar con los 16 vicepresidentes
mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el 5 de julio de 1990, en
el Congreso de la Asociación General realizado en Indianápolis, Indiana,
EE.UU.

Uso, abuso y dependencia de sustancias químicas

La Iglesia Adventista del Séptimo Día, organizada oficialmente en 1863,


desde el comienzo de su historia se ocupó de combatir el uso de bebidas
alcohólicas y tabaco. La iglesia condenó el uso de ambas sustancias por ser
destructoras de la vida, la familia y la espiritualidad. Adoptó, en la práctica,
una definición de temperancia que estimulaba a “la abstinencia total de lo
que es perjudicial, y al uso cuidadoso y juicioso de lo que es bueno”.

La posición de la iglesia con respecto al uso del alcohol y del tabaco no ha


cambiado. En décadas recientes, la iglesia ha promovido activamente la
educación contra el alcohol y las drogas dentro de la iglesia, y se ha unido
con otras agencias para educar a la comunidad en general en la prevención
del alcoholismo y la drogodependencia. A principios de la década de 1960 la
iglesia creó un “Programa para dejar de fumar” que se extendió por el
mundo entero y ayudó a decenas de miles de fumadores a dejar el hábito.

Originalmente se lo conoció como “Plan de 5 días para dejar de fumar”, y ha


sido uno de los que alcanzaron mayor éxito entre programas similares.

La creación de centenares de drogas nuevas en los laboratorios, y el


redescubrimiento y la popularización de productos químicos muy antiguos,
tales como la marihuana y la cocaína, han complicado gravemente un
problema comparativamente sencillo, y plantean un desafío creciente tanto
a la iglesia como a la sociedad. En una sociedad que tolera y aun promueve
el uso de drogas, la adicción es una amenaza creciente.

Redoblando los esfuerzos en el campo de la prevención de la dependencia,


la iglesia está desarrollando nuevos programas para sus escuelas y
promoviendo programas que ayudan a los jóvenes a mantenerse abstemios.
La iglesia también procura ser una voz influyente en llamar la atención de
los medios de comunicación, las autoridades públicas y los legisladores
acerca de los daños que la sociedad está sufriendo por la promoción y
distribución continuas del alcohol y el tabaco.

La iglesia cree que la instrucción de Pablo (1 Cor. 6:19, 20) todavía es


aplicable: el “cuerpo es templo del Espíritu Santo”; debemos glorificar a
Dios en nuestro cuerpo. Le pertenecemos, somos testigos de su gracia.
Debemos procurar hallarnos en las mejores condiciones físicas y mentales,
con el fin de gozar del compañerismo de Dios y glorificar su nombre.

Bienestar y valor de los niños

Los adventistas afirman el derecho de cada niño a un ambiente hogareño


feliz y estable, y la libertad y el apoyo necesarios para crecer y ser las
personas que Dios quiere que sean. En 1989, la Asamblea General de las
Naciones Unidas reconoció la importancia fundamental de los niños al
adoptar la “Convención de los derechos de los niños”. En armonía con
muchos de estos principios elevados, y considerando el valor que Jesús les
dio a los niños cuando dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo
impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mat. 19:14),
procuramos ayudar a los niños que sufren por las siguientes influencias
destructivas:

Pobreza: La pobreza afecta el desarrollo de los niños, robándoles el


alimento, la ropa, el abrigo que necesitan, y afectan adversamente su salud
y su educación.

Analfabetismo: El analfabetismo dificulta a los padres obtener salarios


apropiados o cuidar de su familia, o que los niños alcancen su potencial.
Escaso cuidado de la salud: Millones de niños no tienen acceso al cuidado
de la salud porque no tienen una cobertura adecuada de seguros o viven
donde la atención médica no está disponible.

Explotación y vulnerabilidad: Se corrompe y explota a los niños cuando se


los usa como mano de obra barata, en fábricas inhumanas, en conflictos
armados, y en el placer sexual pervertido de depredadores adultos, o
cuando se los expone a materiales sexuales explícitos en los medios de
comunicación y en Internet.

Violencia: Cada año muchos niños mueren por la violencia. La vasta mayoría
de quienes sufren en conflictos armados son las mujeres y los niños. Los
niños reciben heridas profundas en lo físico y en lo psicológico, aún después
del cese de los conflictos.
En respuesta a los problemas y a las necesidades mencionados, los
adventistas sostienen los siguientes derechos de los niños:

1) El derecho a un hogar amante y estable donde haya seguridad y estén


libres de los abusos.

2) El derecho a tener alimentos, ropa y abrigo adecuados.

3) El derecho a tener cuidado médico y de la salud.

4) El derecho a una educación que los prepare para un papel positivo en la


sociedad, al desarrollar su potencial personal y capacidad de ganar el dinero
necesario.

5) El derecho a una educación moral y religiosa en el hogar y la iglesia.

6) El derecho a estar libres de discriminación y explotación.

7) El derecho a ser una persona, a que se lo respete, y a desarrollar una


estima propia positiva.

Esta declaración fue votada por la Comisión Administrativa de la Asociación


General (ADCOM) para ser publicada en ocasión del Congreso de la
Asociación General desarrollado en Toronto, Canadá, entre el 29 de junio y
el 9 de julio de 2000.

Peligros de los cambios en el clima

Declaración para los gobiernos de los países industrializados

Los científicos advierten que el calentamiento gradual de la atmósfera es el


resultado de la actividad humana, y que tendrá serias consecuencias para el
ambiente que nos rodea. El clima cambiará, y resultará en más tormentas,
inundaciones y sequías.

Para mantener los cambios climáticos en niveles tolerables, las emisiones


de gases que producen el efecto invernadero, especialmente el anhídrido
carbónico (CO2), necesitan ser reducidos en forma significativa. Los países
industrializados son la fuente principal de estas emisiones, aunque las
primeras víctimas son los pequeños estados en las islas y en los países con
muchas costas.

A pesar de estos riesgos claros, los gobiernos parecen muy lentos en actuar.
Los feligreses de la Iglesia Adventista del Séptimo Día del mundo entero
solicitan que los gobiernos aludidos den los pasos necesarios para evitar ese
peligro al:

1) Cumplir el acuerdo logrado en Río de Janeiro (1992, Convención sobre el


cambio del clima), para estabilizar las misiones de anhídrido carbónico para
el año 2000 a los niveles que había en 1990;

2) Establecer planes para reducir aún más las emisiones de dióxido de


carbono después del año 2000; e

3) Iniciar un debate público con mayor energía sobre los riesgos del cambio
del clima.

Al firmar esta declaración, los adventistas afirman que proponen un estilo


de vida sencillo, saludable, en el que las personas no sigan la rutina del
consumismo ilimitado y la producción de basura. Llaman a respetar la
creación, a restringir el uso de los recursos mundiales y a revaluar nuestras
necesidades como individuos.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la


Asociación General (ADCOM) el 19 de diciembre de 1995.

Una afirmación de la creación

Informe de las Conferencias Internacionales sobre Fe y Ciencia 2002-2004 a


la Comisión organizadora de la Junta Ejecutiva de la Asociación General,
mediante la oficina del Presidente de la Asociación General, 10 de setiembre
de 2004.

Introducción

Las primeras palabras de la Biblia proporcionan el fundamento de todo lo


que sigue. “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gén. 1:1). En
todas las Escrituras se celebra la creación como procedente de la mano de
Dios, a quien se alaba y adora como Hacedor y Sustentador de todo lo que
existe. “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra
de sus manos” (Sal. 19:1).

Desde esta cosmovisión surgen una serie de doctrinas entrelazadas que se


encuentran en el núcleo central del mensaje adventista para el mundo: la
creación de un mundo perfecto sin pecado ni muerte hace no mucho
tiempo; el sábado; la caída de nuestros primeros padres; la difusión del
pecado, la degeneración y la muerte a toda la creación; la venida de
Jesucristo, Dios en la carne, para vivir entre nosotros y rescatarnos del
pecado por medio de su muerte y resurrección; la segunda venida de Jesús,
nuestro Creador y Redentor; y la restauración final de todo lo que se había
perdido con la caída.

Como cristianos que tomamos con seriedad la Biblia y procuramos vivir


sobre la base de sus preceptos, los adventistas tenemos una elevada
consideración por la naturaleza. Creemos que, aun en su condición caída
actual, la naturaleza revela el poder eterno de Dios (Rom. 1:20), y que como
dice la escritora Elena de White, “ ‘Dios es amor’ está escrito en cada
capullo de flor que se abre, en cada tallo de la naciente hierba” (El camino a
Cristo, p. 8).

Para nosotros, toda la Escritura es inspirada y es el criterio y la prueba de


todos los demás medios por los que Dios se revela a sí mismo, incluyendo la
naturaleza. Tenemos un gran respeto por la ciencia, y aplaudimos la
importancia de los departamentos de ciencia de nuestras instituciones de
educación superior y de atención de la salud. También valoramos la obra de
los hombres de ciencia e investigadores adventistas no empleados por la
iglesia. Además, enseñamos a los estudiantes en nuestros colegios y
universidades a emplear el método científico en forma rigurosa. Pero, al
mismo tiempo, rehusamos limitar nuestra búsqueda de la verdad dentro de
las restricciones impuestas por el método científico exclusivamente.

El tema de los orígenes

Durante siglos, por lo menos en el mundo cristiano, la historia bíblica de la


creación fue la explicación corriente para el tema de los orígenes. Durante
los siglos XVIII y XIX la metodología científica resultó en una comprensión
creciente de cómo operaban las cosas. Hoy nadie puede negar que la
ciencia ha tenido un impacto notable en nuestra vida mediante los avances
en la agricultura, las comunicaciones, la ecología, la ingeniería, la genética,
la salud y la exploración espacial.
En muchas áreas de la vida, el conocimiento derivado de la naturaleza y el
conocimiento de la revelación divina en las Escrituras parecen estar en
armonía. Los avances en el mundo científico a menudo confirman y dan
validez a los puntos de vista de la fe. Sin embargo, con respecto al origen
del universo, de la tierra, y de la vida y su historia, encontramos
cosmovisiones contradictorias.

Las afirmaciones basadas en un estudio de las Escrituras a menudo se


encuentran en contraste total con las que surgen de las premisas y

metodologías usadas en el estudio de la naturaleza. Esta tensión tiene un


impacto directo sobre la vida de la iglesia, su mensaje y su testimonio.

Celebramos la vida de fe. Abogamos por una vida de aprendizaje. Tanto en


el estudio de las Escrituras como en el de los procesos ordenados de la
naturaleza vemos indicadores de la maravillosa mente del Creador. Desde
sus primeros días, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha estimulado el
desarrollo de la mente y la comprensión mediante las disciplinas de la
adoración, la educación y la observación.

En décadas anteriores, la discusión acerca de las teorías sobre los orígenes


ocurría principalmente en los ambientes académicos. Sin embargo, el
naturalismo filosófico (procesos completamente naturales, aleatorios y no
dirigidos en el correr del tiempo) ha logrado una aceptación amplia en la
educación, y forma la premisa básica de mucho de lo que se enseña en las
ciencias naturales y sociales. Los feligreses y los estudiantes adventistas
encuentran este concepto y sus implicaciones en muchas áreas de la vida
diaria.

En su “Declaración de creencias fundamentales”, la Iglesia Adventista del


Séptimo Día afirma una creación divina como se la describe en la narración
bíblica de Génesis 1. “Dios es el Creador de todas las cosas, y reveló en las
Escrituras el relato auténtico de su actividad creadora. El Señor hizo en seis
días ‘los cielos y la tierra’ y todo ser viviente que la habita, y reposó en el
séptimo día de esa primera semana. De ese modo estableció el sábado
como un monumento perpetuo conmemorativo de la terminación de su obra
creadora. Hizo al primer hombre y a la primera mujer a su imagen como
corona de la creación; y les dio dominio sobre el mundo y la responsabilidad
de cuidar de él. Cuando el mundo quedó terminado, era ‘bueno en gran
manera’, y proclamaba la gloria de Dios” (Gén. 1; 2; Éxo. 20:8-11; Sal. 19:1-
6; 33:6, 9; 104; Heb. 11:3).

Razones para las conferencias sobre fe y ciencia


Por causa de la influencia penetrante y creciente de la teoría de la
evolución, la Junta Ejecutiva de la Asociación General (Concilio Anual de
2001) autorizó una serie de conferencias sobre fe y ciencia de tres años de
duración. Estas conferencias no fueron convocadas para modificar la
posición sustentada por largo tiempo acerca de la creación, sino para
repasar las contribuciones y las limitaciones que tanto la fe como la ciencia
presentan a nuestra comprensión de los orígenes.

Las razones principales que condujeron a la convocación de estas


conferencias incluyen:

1. Cuestiones filosóficas: Existe un desafío siempre presente en la definición


de la relación entre teología y ciencia, entre fe y razón. Estas dos corrientes
del conocimiento, ¿están asociadas o en conflicto? ¿Debería considerárselas
como interactivas o como esferas independientes del conocimiento, no
superpuestas? La cosmovisión dominante en la mayoría de las sociedades
modernas interpreta la vida, la realidad física y la conducta en formas
marcadamente diferentes de la cosmovisión cristiana. ¿De qué modo deben
los cristianos relacionarse con estas cosas?

2. Cuestiones teológicas: ¿Cómo debe interpretarse la Biblia? ¿Qué requiere


del creyente una lectura directa del texto? ¿Hasta qué punto el
conocimiento de la ciencia debe informar o dar forma a nuestra
comprensión de las Escrituras, o viceversa?

3. Cuestiones científicas: Los mismos datos de la naturaleza están a


disposición de todos los observadores. ¿Qué dicen o qué significan los
datos?

¿De qué modo podemos llegar a interpretaciones y conclusiones correctas?


¿Es la ciencia una herramienta o una filosofía? ¿De qué manera podemos
diferenciar entre la ciencia buena y la errónea?

4. El problema de educar y nutrir en estos asuntos a los miembros de


iglesia: ¿De qué manera debe el miembro de iglesia considerar la variedad
de interpretaciones del registro del Génesis? ¿Qué tiene para decir la iglesia
a quienes encuentran en el currículo educativo ideas que están en conflicto
con su fe? Mantener silencio con respecto a tales problemas envía señales
confusas; crea incertidumbre y proporciona un terreno fértil para conceptos
dogmáticos e injustificados.

5. El desarrollo de una fe viva: Una clarificación y reafirmación de una


teología de los orígenes con base en la Biblia equipará a los feligreses con
un marco de referencia para tratar los desafíos que presenta este tema. Las
Conferencias Internacionales sobre Fe y Ciencia no fueron convocadas
sencillamente para la estimulación intelectual de quienes asistieran a ellas,
sino como una oportunidad para proporcionar orientación y una guía
práctica para los miembros de iglesia. La iglesia no puede pretender
mantener sus creencias en un lugar seguro, a prueba de desafíos. Si así lo
hiciera, pronto ellas serían reliquias. Las enseñanzas de la iglesia deben
confrontar los problemas del momento y relacionarse con ellos de modo que
permanezcan siendo una fe viva; de otro modo, no serán más que dogmas
muertos.

Las conferencias sobre fe y ciencia

Hubo dos Conferencias Internacionales sobre Fe y Ciencia: una en Ogden,


Utah, en 2002, y la otra en Denver, Colorado, en 2004, con amplia
representación de teólogos, científicos y administradores de la iglesia.
Además, siete1 de las trece divisiones de la iglesia realizaron conferencias
regionales o de toda la División que trataron la interacción de la fe y la
ciencia en las explicaciones acerca de los orígenes. La comisión
organizadora expresa su aprecio a los que participaron en esas conferencias
por sus contribuciones a este informe.

La agenda de la conferencia realizada en Ogden estaba destinada a poner


en conocimiento de los asistentes la variedad de maneras en las cuales la
teología y la ciencia ofrecen explicaciones del origen de la tierra y de la
vida. Las agendas de las conferencias en las divisiones fueron preparadas
por sus organizadores, aunque la mayoría incluyeron varios de los temas
considerados en Ogden. La reciente conferencia en Denver fue la conclusión
de la serie de tres años. Su agenda comenzó con resúmenes de los
problemas en teología y en ciencia, y luego pasaron a diversos temas con
respecto a los problemas de fe-ciencia en la vida de la iglesia. Estos temas
incluyeron:

• El lugar permanente de la erudición en la iglesia. ¿De qué manera la


iglesia mantiene la naturaleza confesional de sus enseñanzas mientras
permanece abierta para futuros desarrollos de su comprensión de la
verdad?

• Modelos educacionales para los profesores y los líderes de la iglesia, para


tratar con temas controvertidos y los problemas éticos involucrados en
ellos. ¿De qué modo enseñaremos cursos de ciencias en nuestras escuelas
de modo que enriquezcan la fe y no la erosionen?

• ¿Qué consideraciones éticas aparecen en el foco cuando las convicciones


privadas difieren de las enseñanzas denominacionales? ¿De qué manera la
libertad personal de creencias se relaciona con su rol público como líder en
la iglesia? En otras palabras, ¿cuáles son los principios que rigen la
responsabilidad personal y la ética del disenso?
• ¿Cuáles son las responsabilidades y procesos administrativos al tratar con
variaciones en los conceptos doctrinales, o en las nuevas expresiones de
ellas?

En todas las conferencias se presentaron y analizaron escritos eruditos


preparados por teólogos, científicos y educadores. (El Instituto de
Investigación en Geociencias conserva un archivo de todos los escritos
presentados en las conferencias.) Las conferencias de Ogden y de Denver
incluyeron, por lo menos, a algunos representantes de cada una de las
divisiones mundiales. Más de 200 personas participaron en las conferencias
durante el período de tres años. Más de 130 personas asistieron a la reunión
de Denver, la mayoría de los cuales había asistido por lo menos a una de
las otras conferencias sobre fe y ciencia.

Observaciones generales

1. Aplaudimos la seriedad y excelencia que caracterizó las conferencias.

2. Notamos el sólido sentido de dedicación y lealtad a la iglesia que


prevaleció en ellas.

3. Experimentamos que, aun cuando algunas veces aparecieron tensiones,


se mantuvieron relaciones cordiales entre los asistentes, y el compañerismo
trascendió las diferencias de opiniones.

4. En estas conferencias fuimos testigos de un alto nivel de acuerdo en la


comprensión de temas básicos, especialmente en cuanto al papel normativo
de las Escrituras, apoyado por los escritos de Elena de White, y la

creencia, por parte de todos, en Dios como el Creador benéfico.

5. No encontramos apoyo ni defensa del naturalismo filosófico: la idea de


que el universo llegó a existir sin la acción de un Creador.

6. Reconocemos que el conflicto entre las cosmovisiones bíblica y


contemporánea impacta tanto a los científicos como a los teólogos.

7. Reconocemos que la tensión entre la fe y la comprensión es un elemento


de la vida con la que el creyente tiene que aprender a vivir.

8. Observamos que rechazar las interpretaciones científicas


contemporáneas de los orígenes en conflicto con el informe bíblico no
implica despreciar la ciencia ni a los científicos.
9. Aunque encontramos una amplia afirmación de la forma en que la iglesia
comprende la vida sobre la tierra, reconocemos que entre nosotros algunos
interpretan el registro bíblico de maneras que conducen a conclusiones
definidamente diferentes.

10. Aceptamos que tanto la teología como la ciencia contribuyen a nuestra


comprensión de la realidad.

Hallazgos

1. El grado de tensión que existe con respecto a nuestra comprensión de los


orígenes varía alrededor del mundo. En aquellas áreas donde la ciencia ha
hecho los mayores progresos en la sociedad, las preguntas entre los
miembros de iglesia están más difundidas. Con el avance de la ciencia en
todos los sistemas educativos y en las sociedades, habrá un aumento
significativo de feligreses que se preguntarán cómo reconciliar la enseñanza
de la iglesia con las teorías naturalistas de los orígenes. Grandes números
de estudiantes adventistas asisten a las instituciones públicas donde se
enseña y promueve el evolucionismo en las aulas, sin que ellos tengan los
materiales y los argumentos correspondientes en favor del registro bíblico
de los orígenes.

2. La reafirmación de la creencia fundamental de la iglesia con respecto a la


creación fue sólidamente apoyada. La creencia adventista en una creación
literal e histórica en seis días es teológicamente sólida y consistente con la
enseñanza de la Biblia en su totalidad.

3. La creación es un pilar fundamental de todo el sistema de doctrinas


adventistas, y tiene una relación directa con muchas de las demás
creencias fundamentales, si no con todas. Cualquier interpretación
alternativa de la historia de la creación necesita ser examinada a la luz de
su impacto sobre todas las otras creencias. Varias de las Conferencias
Internacionales sobre Fe y Ciencia repasaron interpretaciones alternativas
de Génesis 1, incluyendo la idea de la evolución teísta. Estas otras
interpretaciones no tienen coherencia teológica con todas las Escrituras, y
revelan áreas de inconsistencia con el resto de las doctrinas adventistas.
Por ello, son sustitutos inaceptables para la doctrina bíblica de la creación
sostenida por la iglesia.

4. Se expresó preocupación con respecto a lo que algunos ven como


ambigüedad en la frase “En seis días” que se encuentra en la declaración de
la iglesia acerca de la creación. Se sintió que no se menciona el significado
intencional (una creación en seis días, descrita en el Génesis, realizada en
una semana literal e histórica). Esta situación permite algo de incertidumbre
con respecto a lo que la iglesia realmente cree. Además, proporciona
espacio para que otras explicaciones de la creación sean acomodadas en el
texto. Está el deseo de escuchar la voz de la iglesia trayendo mayor claridad
a lo que realmente se quiere decir en la Creencia fundamental Nº 6: “La
creación”.

5. Aunque algunos datos de la ciencia pueden ser interpretados de manera


consistente con el concepto bíblico de la creación, también repasamos los
datos interpretados de formas que desafían la creencia de la iglesia en una
creación reciente. La fuerza de esas interpretaciones no debe ser
descartada en forma ligera. Respetamos las pretensiones de la ciencia, las
estudiamos y esperamos una resolución. Esto no excluye un nuevo examen
de las Escrituras para estar seguros de que se las comprende
adecuadamente. Sin embargo, cuando no es posible una interpretación que
armonice con los hallazgos de la ciencia, no permitimos que la ciencia
asuma una posición

privilegiada que automáticamente decida el resultado. Más bien,


reconocemos que no es justificable mantener las claras enseñanzas de la
Biblia como rehenes de las interpretaciones científicas actuales de los datos.

6. Reconocemos que hay diferentes interpretaciones teológicas entre


nosotros con respecto a Génesis 1 al 11. En vista de las diversas
interpretaciones, sentimos un alto grado de preocupación, y deseamos que
quienes participan en el ministerio de la enseñanza adventista conduzcan
su trabajo con ética y con integridad: de acuerdo con las normas de su
profesión, las enseñanzas de las Escrituras y la comprensión básica
sostenida por el cuerpo de creyentes. Siendo que los adventistas reconocen
que su comprensión de la verdad es una experiencia siempre creciente, hay
una necesidad siempre presente de proseguir el estudio de las Escrituras, la
teología y la ciencia con el fin de que las verdades que sostenemos
constituyan una fe viva capaz de ocuparse de las teorías y las filosofías del
momento.

7. Apreciamos y endosamos el importante valor del diálogo internacional e


interdisciplinario continuo entre los teólogos, científicos, educadores y
administradores adventistas.

Afirmaciones

Como resultado de las dos conferencias internacionales y de las siete


conferencias de las divisiones, la comisión organizadora informa las
siguientes afirmaciones:

1. Afirmamos la primacía de las Escrituras en la comprensión de los


orígenes que tenemos como adventistas.
2. Afirmamos la comprensión histórica de los adventistas de Génesis 1: que
la vida sobre la tierra fue creada en seis días literales, y que es de origen
reciente.

3. Afirmamos el registro bíblico de la caída que dio como resultado la


muerte y el mal.

4. Afirmamos el registro bíblico de un diluvio catastrófico, un acto de juicio


divino que afectó al planeta entero, como una clave importante para
comprender la historia de la tierra.

5. Afirmamos que nuestra comprensión limitada de los orígenes demanda


humildad, y que una exploración adicional de estos temas nos llevará más
cerca de misterios profundos y maravillosos.

6. Afirmamos la naturaleza entrelazada de la doctrina de la creación con


otras doctrinas adventistas.

7. Afirmamos que a pesar de la caída, la naturaleza es un testigo del


Creador.

8. Afirmamos a los científicos adventistas en sus esfuerzos por entender la


obra del Creador mediante las metodologías de sus disciplinas.

9. Afirmamos a los teólogos adventistas en sus esfuerzos por explorar y


articular el contenido de la revelación.

10. Afirmamos a los educadores adventistas en su ministerio clave a favor


de los niños y los jóvenes de la iglesia.

11. Afirmamos que la misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día,


identificada en Apocalipsis 14:6 y 7, incluye un llamado a la adoración de
Dios como Creador de todo.

Recomendaciones

La comisión organizadora de las Conferencias Internacionales de Fe y


Ciencia recomienda:

1. Con el fin de atender lo que algunos interpretan como falta de claridad en


la creencia fundamental Nº 6, “La creación”, que la comprensión histórica
de la narración del Génesis de los adventistas sea afirmada en forma más
explícita.
2. Animar a los líderes de la iglesia en todos los niveles a evaluar y observar
atentamente la efectividad y el éxito de los sistemas y programas
denominacionales en preparar a los jóvenes, incluyendo a quienes asisten a
instituciones no adventistas, para que puedan tener una comprensión
bíblica de los orígenes y una percepción de los desafíos que ellos pueden
afrontar con respecto a esa comprensión.

3. Proporcionar más oportunidades para el diálogo y la investigación


interdisciplinaria, en un ambiente seguro, entre eruditos adventistas del
mundo entero.

Conclusión

La Biblia comienza con la historia de la creación, y la Biblia concluye con la


historia la nueva creación. Todo lo que se perdió con la caída de nuestros
primeros padres quedará restaurado. Aquel que hizo al principio todas las
cosas por la palabra de su boca, hará que la larga lucha con el pecado, el
mal y la muerte llegue a una conclusión triunfante y gloriosa. Él es quien
vivió entre nosotros y murió en nuestro lugar en el Calvario. Mientras los
seres celestiales cantaban de gozo en la primera creación, así los redimidos
de la tierra proclamarán: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y
el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y
fueron creadas”.

“El Cordero que fue inmolado es digno” (Apoc. 4:11; 5:12).

1 División Africana Centro-Oriental, División Euroafricana, División


Norteamericana, División del Pacífico Sur, División Sudafricana y Océano
Índico, División Sudasiática, División Africana Occidental.

Este documento, preparado por la comisión organizadora de las


Conferencias Internacionales de Fe y Ciencia 2002-2004, fue presentado
ante, y recibido por, la Junta Ejecutiva de la Asociación General en el
Concilio Anual llevado a cabo en Silver Spring, Maryland, el 11 de octubre de
2004.

Respuesta a “Una afirmación de la Creación”


Considerando que la creencia en una creación literal en seis días está
indisolublemente ligada con la autoridad de las Escrituras; y Considerando
que tal creencia se entrelaza con otras doctrinas de las Escrituras,
incluyendo el sábado y la expiación; y considerando que los adventistas
comprendemos nuestra misión, como está indicada en Apocalipsis 14:6 y 7,
que incluye un llamado al mundo para que adore a Dios como el Creador,
Nosotros, como Miembros de la Junta Ejecutiva de la Asociación General
reunidos en el Concilio Anual de 2004, declaramos lo siguiente como

nuestra respuesta al documento “Una afirmación de la creación”, sometido


por las Conferencias Internacionales de Fe y Ciencia:

1. Endosamos sólidamente la afirmación que presenta este documento


acerca de la posición histórica y bíblica de nuestra creencia en una creación
literal, reciente, hecha en seis días.

2. Instamos a que este documento, acompañado con esta respuesta, sea


diseminado ampliamente en la Iglesia Adventista del Séptimo Día de todo el
mundo, usando todos los canales disponibles de comunicación y en los

principales idiomas de la feligresía mundial.

3. Reafirmamos la comprensión adventista de la historicidad de Génesis 1 al


11: que los siete días del registro de la creación fueron días literales de 24
horas, las cuales formaron una semana idéntica en duración a la que ahora
experimentamos como una semana; y que el diluvio fue de naturaleza
global.

4. Invitamos a todas las juntas directivas y a los educadores de las


instituciones adventistas en todos los niveles que sigan sosteniendo y
defendiendo la posición de la Iglesia Adventista en cuanto a los orígenes.
Nosotros, junto con los padres adventistas, esperamos que los estudiantes
reciban una exposición científicamente rigurosa, completa y equilibrada, y
una afirmación de nuestra creencia histórica en una creación literal,
reciente, en seis días; a la vez, que sean educados para comprender y
evaluar filosofías rivales de los orígenes que dominan la discusión científica
en el mundo contemporáneo.

5. Instamos a los dirigentes de la iglesia en todo el mundo a que busquen


medios para educar a los feligreses, especialmente a los jóvenes que
asisten a instituciones educativas no adventistas, en los problemas
involucrados

en la doctrina de la creación.
6. Invitamos a todos los miembros de la familia mundial de adventistas a
proclamar y enseñar la comprensión que tiene la Iglesia Adventista de la
doctrina bíblica de la creación, viviendo a la luz de ella, regocijándonos en
nuestra condición de hijos e hijas de Dios y alabando a nuestro Señor
Jesucristo, nuestro Creador y Redentor.

Este documento fue aceptado y votado por la Junta Ejecutiva de la


Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en el Concilio
Anual desarrollado en Silver Spring, Maryland, el 13 de octubre de 2004.

Actividades con elementos de competición

Perspectiva y análisis

Introducción

La Iglesia Adventista del Séptimo Día y sus diversas organizaciones, en su


preocupación acerca de la competencia y la rivalidad, desean clarificar su
posición y recomendar ciertas orientaciones para las actividades que
puedan incluir elementos de competición. Estas propuestas están dirigidas a
orientar y guiar a los feligreses en forma individual, a las iglesias,
asociaciones e instituciones de la iglesia desde la perspectiva de la Biblia y
del Espíritu

de Profecía.

El plan de Dios

1) Un camino mejor. El ideal es la cooperación y la unidad en la iglesia de


Dios, como lo ilustra 1 Corintios 12:12-31, donde los diversos miembros que
conforman la iglesia, simbolizados por las partes del cuerpo, trabajan

juntos para el bien de todo el ser. Esto es cooperación con simpatía; no hay
rivalidad.

2) El plan divino para su obra. “La edificación del carácter es la obra más
importante que jamás haya sido confiada a los seres humanos, y nunca
antes ha sido su estudio diligente tan importante como ahora... Nunca antes
se hallaron los jóvenes frente a peligros tan grandes como los que tienen
que arrostrar hoy... En el plan de vida de Dios hay un lugar para cada ser
humano. Cada uno debe perfeccionar hasta lo sumo sus talentos, y la
fidelidad con que lo haga, sean éstos pocos o muchos, le da derecho a
recibir honor. En el plan de Dios no tiene cabida la rivalidad egoísta” (La
educación, pp. 225, 226).

Un enfoque equilibrado de la vida

Los adventistas creen que el hombre es un ser integral cuyas necesidades


físicas, mentales, espirituales y sociales están entretejidas y son
interdependientes. Están preocupados por el desarrollo total de todo
individuo, sintiendo que cada persona necesita ejercicio físico planificado,
consecuente y adecuado. Para satisfacer esta necesidad, a comienzos del
siglo XX, las instituciones adventistas, generalmente ubicadas en zonas
rurales, ofrecían abundantes oportunidades para hacer ejercicio físico.

Hoy las instituciones operan en ambientes cada vez más atestados, con
oportunidades menguantes para el trabajo útil como medio de recreación.
Además de este cambio de una sociedad rural a una urbana, las
ocupaciones

que demandan actividad física han disminuido, las tensiones han


aumentado, y el tiempo libre está crecientemente ocupado por
entretenimientos sedentarios tales como la radio, la televisión y las
películas. Con el fin de compensar estos cambios, las instituciones
educativas, las iglesias y otras instituciones deben estimular un enfoque
cuidadosamente equilibrado de las actividades físicas.

En la situación de cualquier iglesia o colegio que involucre actividades


físicas, los resultados pueden ser benéficos si predominan los siguientes
ideales: cooperatividad, utilidad, abnegación, un espíritu cordial, jugar por
placer en lugar del deseo de ganar, y observar el espíritu de las reglas y no
sólo la letra de ellas.

“La recreación, cuando responde a su nombre, re-creación, tiende a


fortalecer y reparar” (La educación, p. 207). No fomentará el egoísmo, la
rivalidad, la hostilidad, las luchas, el amor por el dominio, el amor por los
placeres o una excitación malsana. Un liderazgo efectivo se responsabilizará
por lograr estos objetivos.

Propósitos y metas de las actividades eclesiásticas


Todos los programas y las actividades de la iglesia deben contribuir al
desarrollo de un carácter cristiano y a un testimonio efectivo. Fomentarán el
logro de los siguientes aspectos:

1) El pleno desarrollo del amor cristiano y la consideración abnegada por los


demás (1 Cor. 13).

2) El respeto y el compañerismo mutuo entre los creyentes, como lo ilustra


la figura del cuerpo de la iglesia como una unidad (1 Cor. 12).

3) La exclusión de la rivalidad egoísta, y el desarrollo de una experiencia


superior en emprendimientos cooperativos.

4) El desarrollo de un cuerpo, una mente y un espíritu saludables.

5) La promoción y puesta en práctica de relaciones sociales sanas.

6) La inspiración y orientación hacia una adoración a Dios aceptable.

7) El estímulo en cada persona para buscar lo más elevado y lo mejor que


pueda lograr en toda actividad digna.

8) La movilización de los inmensos recursos humanos de la iglesia para la


salvación de las almas.

Debe rechazarse cualquier actividad que tienda a malograr estos objetivos


básicos.

Situaciones específicas

En armonía con las declaraciones de propósito anteriores, se recomienda lo


siguiente para minimizar el uso de competencias donde haya rivalidad como
herramienta motivadora dentro de la iglesia:

1) No estimular la exposición a actividades comerciales altamente


competitivas.

2) Buscar actividades alternativas que satisfagan a los participantes y que


eviten la competitividad malsana.

3) Con el fin de desarrollar incentivos para la acción y la participación


individual y el progreso personal en la obra de la iglesia, el programa se
estructurará de modo que las personas procuren alcanzar una norma de
realizaciones
más bien que un sistema que involucre rivalidad entre personas, iglesias o
instituciones.

4) Aunque se reconozcan los esfuerzos o los logros de los individuos o de los


grupos, es importante que se haga de manera que se dé la gloria a Dios por
el éxito obtenido más bien que estimular la glorificación de los individuos.

5) Se deberán preparar programas y actividades que proporcionen algún


nivel de éxito para cada individuo, ayudándole a conservar la individualidad,
la identidad, la personalidad y la dependencia constante de Dios. Cada

participante deberá recibir cierto grado de reconocimiento. Un


reconocimiento tal evitará la extravagancia y las diferencias extremas.

6) Al reconocer las realizaciones, se considerará la manera en que quien las


hizo pueda mejorar su eficiencia y efectividad en la obra de Dios.

7) Los informes estadísticos con respecto al crecimiento de la feligresía o de


los asuntos financieros deben usarse con el fin de estimular las buenas
obras y no como herramientas para expresar actitudes de rivalidad creadas

sólo para mejorar la eficiencia de las organizaciones.

8) El sistema de evaluación con notas en las instituciones educativas debe


reflejar el crecimiento y el desarrollo personal del alumno individual, y su
dominio de los requisitos esenciales en cada disciplina, en vez de indicar

la posición relativa que tiene entre sus compañeros.

9) Cualquier actividad que se limite al éxito potencial de unos pocos será:

a) interrumpida, o

b) limitada a combinaciones temporarias en un ambiente de recreación, o

c) usada como una herramienta necesaria para ayudar a identificar las


habilidades básicas requeridas para entrar en una profesión específica (por
ejemplo, tests de aptitudes o requisitos de ingreso a instituciones de
desarrollo profesional).

10) La construcción y expansión de edificios para las iglesias y las


instituciones educativas tendrán el propósito de satisfacer una necesidad y
una función, con la debida consideración por el buen gusto, las demandas
estéticas y la sencillez de la hermosura arquitectónica. Todo intento de
erigir edificios que superen o rivalicen con edificios de una institución o
asociación hermana, se considerará como incompatible con los ideales
adventistas.
“No debemos fiar en el reconocimiento del mundo ni en la distinción que
nos pueda dar. No debemos tampoco tratar de rivalizar, en cuanto a
dimensiones y esplendor, con las instituciones del mundo... sino cultivando
un espíritu manso y humilde como el de Cristo” (Joyas de los testimonios, t.
3, p. 122).

11) Siendo que la rivalidad y muchas actitudes egoístas pueden originarse


en el hogar, es imperativo que los padres cultiven en sus hijos las actitudes
que evitarán, en el futuro de ellos, la rivalidad egoísta.

Actividades patrocinadas por la iglesia con elementos de competición

Las normas establecidas para las realizaciones, y las presiones que resultan
de ellas, no deben confundirse con la rivalidad destructiva. En todas las
áreas de la actividad de la iglesia se reconoce que puede haber normas de
realizaciones establecidas por las organizaciones y las comisiones
controladoras.

Las orientaciones dadas más arriba se aplicarán a todas las actividades y


programas de la iglesia, las asociaciones y las instituciones, tales como:

1) Campañas

2) Concursos: concursos realizados en los colegios, concursos de oratoria,


de Conquistadores, de conocimientos bíblicos, debates

3) Recreación, incluyendo programas atléticos

4) Sistemas de calificaciones 1

5) Becas, honores académicos

6) Luchas por ocupar cargos

7) Diseño, estilo y dimensiones de los edificios

8) Alcanzar los blancos de la iglesia.

Control de los programas motivadores

Siendo que un liderazgo sabio es esencial para poner en acción y controlar


los programas motivadores, son oportunas las siguientes observaciones:
1) Liderazgo. Al seleccionar líderes para los programas de la iglesia, se
enfatizarán las siguientes cualidades:

a) Espiritualidad, dedicación, experiencia y capacidad organizativa.

b) La capacidad de obtener el respeto de los estudiantes y de otros


dirigentes, y mantener una autoridad y disciplina adecuada.

c) Dedicación al propósito y las metas afirmadas en esta declaración.

d) La capacidad de desafiar e inspirar a los participantes para tomar parte


con entusiasmo en el logro de las metas propuestas.

e) El conocimiento acerca de las actividades en las que están involucrados,


y de las implicaciones de ellas: físicas, mentales, espirituales y sociales.

2) Salvaguardias y controles. La experiencia ha demostrado la necesidad de


establecer salvaguardias y controles apropiados en las actividades de la
iglesia.

La puesta en práctica de ellos incluye lo siguiente:

a) Obtener y usar equipos e instalaciones aceptables con todas las


precauciones de seguridad adecuadas.

b) Hacer planes para el transporte de grupos de la iglesia bajo la conducción


y dirección de adultos responsables.

c) Respetar el sábado, absteniéndose de viajar en relación con actividades


seculares y, en lo posible, con actividades religiosas.

d) Contratar un seguro amplio para la protección de los participantes y del


equipo, incluyendo el medio de transporte.

e) Proteger la salud y la seguridad de los grupos en viajes, absteniéndose,


hasta donde sea posible, de viajar de noche, de comer a horarios irregulares
y de hospedaje incómodo.

Actividades físicas y recreativas organizadas

1) Objetivos de las actividades físicas.

a) Mejorar el desarrollo físico y las funciones corporales del participante.


b) Desarrollar el control neuromuscular del individuo en los movimientos
fundamentales, la mecánica general del cuerpo y las habilidades básicas
que armonicen con los principios presentados en esta declaración.

c) Eliminar los defectos de las personas que pueden ser corregidos, y


mejorar la condición física general de ella, hasta donde éstos puedan ser
influenciados por un programa de ejercicios adecuadamente diseñado.

d) Lograr el desarrollo mental e intelectual mediante el uso de estrategias,


hacer decisiones bajo presión y la organización del pensamiento necesarios
para operar con éxito.

e) Lograr el desarrollo del carácter por medio de la disciplina propia, la


confianza propia, el control emocional, el respeto por los derechos de los
demás y una conducta moral y ética basada en los ideales cristianos.

f) Proporcionar experiencias físicas adecuadas, y reconocer los logros


alcanzados que contribuirán al fortalecimiento de la personalidad, la
estabilidad emocional y las relaciones sociales cooperativas.

g) Desarrollar las cualidades espirituales y las características sociales que


conforman un buen ciudadano con moral y ética cristianas para guiarlo en
las relaciones humanas.

h) Desarrollar habilidades recreativas que tengan una función beneficiosa,


como ser actividades para el tiempo libre a lo largo de la vida.

i) Desarrollar habilidades de seguridad y de defensa propia que aumentarán


la capacidad para protegerse y ayudar a otros en las actividades diarias y
en las emergencias. Debe evitarse el adiestramiento en las artes marciales
y las actividades físicas que enfatizan la agresividad y la competitividad.

j) Desarrollar la percepción de los valores estéticos inherentes en las


actividades físicas y recreativas.

k) Promover el amor por la naturaleza y el aire libre, y reconocer la


contribución que cada uno puede hacer para vivir una vida más feliz y
abundante.

l) Ayudar a desarrollar una filosofía de la vida que incluya las actitudes y


prácticas apropiadas con respecto al cuidado del cuerpo de cada uno.
Actividades como las siguientes han promovido el enfoque equilibrado del
desarrollo físico, mental, espiritual y social, y pueden seguir promoviéndose.

# Recreación al aire libre y actividades en la naturaleza como la natación,


el ciclismo, la colección de rocas, inmersiones con escafandra autónoma,
exploración de cavernas, y otras actividades recreativas.

# Ocupaciones recreativas como la cerámica, la lapidación o corte de rocas


semipreciosas, la mecánica de automóviles, la agricultura, trabajos en
madera, trabajos en cuero, escultura y fotografía.

# Programas “intramuros” formalmente organizados y adecuadamente


dirigidos, que involucren la participación como miembros de equipos y a
todos aquellos que deseen tomar parte en ellos.

Actividades “intramuros” y recreativas

“Intramuros” significa “dentro de los muros”, y tales actividades están


limitadas a las personas en cada iglesia, escuela o institución específica.

Cuando se las conduce adecuadamente, desarrollarán el carácter,


beneficiarán el físico y establecerán relaciones grupales sanas. Para
asegurar que se obtengan beneficios saludables derivados de un programa
intramuros de

actividades recreativas, se recomiendan los siguientes objetivos:

1) Se debe establecer una comisión de líderes representativos y algunos


participantes para hacer los planes y controlar las actividades recreativas
organizadas en una iglesia, escuela o institución.

2) Los directores de las actividades físicas deben darse cuenta de la


necesidad que tienen los participantes de un programa equilibrado que
incluya recreaciones que no sean sólo deportes.

3) Se debe establecer una clasificación de los participantes basados en


factores tales como el tamaño físico, la edad y las habilidades, y se debe
hacer provisión para incluir a todos los que deseen participar.

4) Se debe cuidar de proveer el equipo y las instalaciones adecuados, en


bien de la salud y la seguridad.

5) Un requisito de las actividades físicas organizadas debe ser la orientación


de participantes y espectadores en cuanto a la filosofía y los objetivos
afirmados en esta declaración.

6) Se deben evitar los excesos en las reacciones de los equipos y los


espectadores, y debe haber oficiales bien calificados para asegurar un
espíritu sano en la participación.
7) Los participantes en los equipos deben rotarse periódicamente con el fin
de disminuir la rivalidad.

Deportes intercolegiales

La Iglesia Adventista del Séptimo Día se opone a las ligas intercolegiales


(conocidas generalmente como atletismo interuniversitario) en su sistema
educativo. Las razones principales para ello son:

1) Los riesgos inherentes que resultan de la rivalidad en la competencia, y


que tienen el potencial de ser exagerados en eventos entre organizaciones;
y

2) El tiempo, el personal y las finanzas que se les dedican, los cuales


generalmente no están en proporción con el número de personas que
pueden participar.

Conclusiones

1) Los cristianos deben actuar con los motivos más elevados en su


búsqueda de excelencia atlética.

2) Los juegos amistosos ocasionales, que involucran instituciones en


reuniones sociales conjuntas, no son clasificadas como atletismo intramuros
o interescolares.

3) Todas las personas tienen talentos: algunos más, otros menos. Dios
espera la fidelidad en el servicio sin tomar en cuenta los talentos o la paga
(Mat. 20:1-16). Aun cuando Dios distribuye los talentos en forma diferente,
él espera que las personas desarrollen los que tienen hasta lo mejor de sus
habilidades; y se les darán responsabilidades en armonía con su fidelidad.
La Biblia nos recuerda: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como
para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la
recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” (Col. 3:23). 2

Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la


Asociación General en el Concilio Anual realizado en Nairobi, Kenia, el 7 de
octubre de 1988.

———————
Referencias:

1 Se reconoce que en muchos sistemas educativos la promoción de un nivel


de educación a otro se basa en las notas obtenidas en exámenes
competitivos. Los exámenes de admisión a las escuelas profesionales o de
posgrado, necesarios en la preparación para ciertas vocaciones, permiten
que ingresen los que alcanzan excelencia por sobre sus compañeros, o que
hayan obtenido notas altas en las clases. También el éxito en muchas
vocaciones en las que participa mucha gente puede lograrse sólo por actuar
en un nivel más alto que los demás. Siendo que algunos aspectos de la
competencia son inherentes a la vida moderna, el cristiano genuino
minimizará los tales todo lo que pueda. Se espera que las orientaciones aquí
presentadas sean útiles para eliminar la rivalidad egoísta o la competencia
malsana que tanto daño hace en el desarrollo de un carácter cristiano.

2 Los Editores: Un análisis más detallado de este mismo documento puede


verse en la Revista Adventista de febrero de 1989.

Las drogas

La Iglesia Adventista del Séptimo Día anima a cada persona y a cada nación
a cooperar en la erradicación de la epidemia mundial de drogas, la cual
socava la estructura social de las naciones y que, en el nivel individual,

a menudo mata a sus víctimas o las conduce a una vida de crimen.

Los adventistas creen que la Biblia enseña que cada cuerpo humano es
“templo del Dios viviente”, que debe ser cuidado en forma inteligente (2
Cor. 6:15-17).

La Creencia Fundamental Nº 22 de la Iglesia Adventista, basada en la Biblia,


afirma: “Junto con el descanso y el ejercicio adecuados, debemos adoptar el
régimen alimentario más sano posible... Ya que las bebidas alcohólicas,

el tabaco y el uso irresponsable de drogas y narcóticos son dañinos para


nuestro organismo, debemos abstenernos también de ellos. En vez de
usarlos, debemos ocuparnos en todo lo que contribuya a colocar nuestros
pensamientos y cuerpos bajo la disciplina de Cristo, quien desea para
nosotros gozo, bondad y salud perfecta”.
Para tener una vida plena, los adventistas animan a todos a seguir un estilo
de vida que evite los productos derivados del tabaco, las bebidas
alcohólicas y el mal uso de las drogas.

Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación


General, Neal C. Wilson, después de consultas hechas a los 16
vicepresidentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, en junio
de 1985, en el Congreso de la Asociación General celebrado en Nueva
Orleans, Luisiana.

El medio ambiente

Los adventistas creen que la humanidad fue creada a la imagen de Dios, y


así representan a Dios como administradores, para gobernar el ambiente en
forma fiel y fructífera.

Desafortunadamente, la corrupción y la explotación han entrado en las


responsabilidades de la administración del dominio humano. En forma
creciente, los hombres y las mujeres han estado involucrados en una
destrucción

megalomaníaca de los recursos de la tierra, lo que resulta en sufrimientos


extendidos, desarreglos ambientales y la amenaza de cambios en el clima.
Aunque la investigación científica debe continuar, resulta claro por las
evidencias acumuladas que el aumento de emisión de gases destructivos, el
agotamiento de la capa protectora de ozono, la destrucción masiva de los
bosques americanos y el así llamado “efecto invernadero”, todos amenazan
el ecosistema de la Tierra.

Estos problemas son principalmente debidos al egoísmo humano y a la


búsqueda egocéntrica de tener más y más mediante la producción siempre
creciente, el consumo ilimitado y el agotamiento de los recursos no
renovables.

La crisis ecológica está arraigada en la avaricia de la humanidad y en el


rechazo de la práctica de una buena y fiel administración dentro de los
límites divinos de la creación.

Los adventistas abogan por un estilo de vida sencillo y saludable, en el que


la gente no participa de la rutina del consumismo ilimitado, la búsqueda
incesante de bienes y la producción de basura. Llamamos a respetar la
creación, a restringir el uso de los recursos del mundo, a evaluar de nuevo
las necesidades personales y a reafirmar la dignidad de la vida creada.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la


Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día (ADCOM) y fue
publicada por la Oficina del presidente, Robert S. Folkenberg, en el
Congreso de la Asociación General realizado en Utrecht, Holanda, del 29 de
junio al 8 de julio de 1995.

Mayordomía del medio ambiente

La Iglesia Adventista del Séptimo Día cree que la humanidad fue creada a la
imagen de Dios, y de este modo actúa como sus mayordomos para
administrar el ambiente natural que lo rodea en forma fiel y fructífera. La
naturaleza es un don de Dios.

Desafortunadamente, los hombres y las mujeres han estado involucrados en


forma creciente en una destrucción irresponsable de los recursos de la
Tierra, lo que resulta en sufrimiento muy difundido, degradación del
ambiente

y la amenaza de cambios en el clima. Aunque la investigación científica


debe continuar, por las evidencias acumuladas es claro que la creciente
emisión de gases destructivos, la destrucción masiva de los bosques
tropicales

del continente americano y el agotamiento de la capa protectora de ozono


(el así llamado “efecto invernadero”), todos están amenazando el
ecosistema de la Tierra. Hay predicciones lúgubres de calentamiento global,
de elevación del nivel del mar, de frecuencia creciente de tormentas e
inundaciones destructivas, y de devastadoras desertificaciones y sequías.

Estos problemas son principalmente causados por el egoísmo y la codicia


humanos, que resultan en producción siempre creciente, consumo sin
límites y el agotamiento de los recursos no renovables. Se analiza la
solidaridad

con las generaciones futuras, pero la presión de los intereses inmediatos


reciben la prioridad. La crisis ecológica nace de la codicia humana y del
rechazo de practicar una buena y fiel administración.
El gobierno y el pueblo de Costa Rica merecen felicitaciones por su apoyo a
una reglamentación abarcante de desarrollo sustentable en armonía con la
naturaleza.

Los adventistas abogan por un estilo de vida sencillo y sano, en el que la


gente no entra en la rutina del consumo sin límites, la acumulación de
bienes y la producción de basura. Se necesita una reforma en el estilo de
vida, basada en el respeto por la naturaleza, la restricción del uso de los
recursos humanos, la evaluación renovada de las necesidades personales y
la reafirmación de la dignidad de la vida creada.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la


Asociación General (ADCOM) para ser difundida por la Oficina del
presidente, Robert S. Folkenberg, en la sesión del Concilio Anual celebrado
en San José, Costa Rica, del 1º al 10 de octubre de 1996.

Afirmación de la familia

El lazo familiar es el más íntimo, el más tierno y la más sagrada de todas las
relaciones humanas sobre la Tierra. Dios instituyó la familia como la
proveedora principal de las relaciones cálidas y preocupada por el bienestar

que el corazón humano anhela.

En el círculo familiar se satisfacen en forma significativa la necesidad


profunda y permanente de un sentido de pertenencia, del amor y de la
intimidad.

Dios bendice a la familia y tiene la intención de que sus miembros se


ayuden mutuamente a alcanzar la madurez y la integración. En la familia
cristiana, el sentido de valor personal y de dignidad de cada miembro es
afirmado y protegido en un ambiente de respeto, igualdad, sinceridad y
amor. En este círculo íntimo se desarrollan las primeras actitudes y las que
son las más duraderas como relaciones, y se trasmiten los valores de una
generación a la siguiente.

Dios también deseaba que por las relaciones familiares se obtuviera una
revelación de sí mismo y de sus caminos. El matrimonio debe estar
sostenido con amor mutuo, honor, intimidad y una dedicación para toda la
vida, pues son los materiales que lo constituyen. Esta unión refleja el amor,
la santidad, la proximidad y la permanencia del lazo entre Cristo y su
iglesia.

El adiestramiento y la corrección de los niños por sus padres, y la


correspondiente respuesta de los hijos al afecto que les muestran, refleja la
experiencia de los creyentes como hijos de Dios. Por la gracia de Dios, la
familia puede ser una agencia poderosa para conducir a sus miembros a
Cristo.

El pecado ha pervertido los ideales de Dios para el matrimonio y la familia.


Además, la complejidad creciente de la sociedad y el enorme estrés que
afecta a las relaciones lleva a que haya crisis en muchas familias actuales.

Los resultados son evidentes en las vidas con relaciones quebradas, que son
disfuncionales, y caracterizadas por una falta de confianza, conflictos,
hostilidad y separación. Muchos miembros de la familia, incluyendo a los
padres y los abuelos, pero especialmente las esposas y los hijos, sufren de
violencia familiar. El abuso, tanto emocional como físico, ha alcanzado
proporciones epidémicas. El creciente número de divorcios es una señal de
un lto grado de discordia e infelicidad matrimoniales.

Las familias necesitan experimentar una renovación y una reforma en sus


relaciones. Esto les ayudará cambiar las actitudes y prácticas destructivas
que prevalecen en muchos hogares de hoy. Mediante el poder del
evangelio, los miembros de las familias son capacitados para reconocer su
pecaminosidad individual, y para aceptar las necesidades de unos y otros, y
recibir el efecto redentor de Cristo en sus vidas y sus relaciones. Aunque
algunas

relaciones familiares no llegan a ser las ideales, y el restablecimiento de las


experiencias dañinas sufridas pueden no lograrse en forma completa, donde
reina el amor de Cristo, su Espíritu promoverá la unidad y la armonía,
haciendo de esos hogares canales de gozo y poder que den vida en la
iglesia y la comunidad.

Esta declaración pública fue puesta en circulación por el presidente de la


Asociación General, Neal C. Wilson, después de consultas con los 16
vicepresidentes mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, el 5 de
julio de 1990 en el Congreso de la Asociación General realizado en
Indianápolis, Indiana, EE.UU.

La violencia familiar
La violencia familiar incluye cualquier tipo de agresión —verbal, física,
emocional, sexual, o la negligencia activa o pasiva— cometida por una

persona o personas contra otra dentro del círculo familiar, sin importar si
son casados, parientes, o de si viven juntos o separados, o son divorciados.

Estudios actuales llevados a cabo internacionalmente muestran que la


violencia en la familia es un problema global, y que ocurre entre individuos
de todas las edades y nacionalidades, en todos los niveles socioeconómicos,
y en familias con todos los tipos de antecedentes religiosos o no religiosos.
Se encontró también que el promedio de incidencia es similar tanto en las
ciudades, como en las comunidades urbanas, suburbanas, y rurales.

La violencia familiar se manifiesta de diferentes maneras. Por ejemplo,


puede ser la agresión física contra uno de los cónyuges. Las agresiones

emocionales tales como las amenazas verbales, los accesos de ira, la


desvalorización de la personalidad del otro y las exigencias irreales de
perfección, son también abuso. El abuso puede, incluso, tomar la forma de
coerción y violencia física dentro de la relación sexual conyugal, o la de una
amenaza de violencia a través del uso de un comportamiento intimidatorio
verbal o no verbal. Incluye prácticas tales como el incesto y el maltrato o el
descuido de menores de edad que resulta en lesiones o daños producidos
por parte de uno de los padres o tutores. La violencia contra los ancianos se
manifiesta en agresiones físicas, psicológicas, sexuales, verbales,
materiales, y en el abuso o negligencia médica.

La Biblia indica claramente que la señal distintiva de los cristianos creyentes


es la calidad de sus relaciones humanas, tanto en la iglesia como en

la familia, que, en el espíritu de Cristo de aceptación y amor, busca afirmar


y edificar a los otros en vez de abusar o agredirse uno a otro. No hay lugar
entre los seguidores de Cristo para el control tiránico y el abuso de poder o
la autoridad. Los discípulos de Cristo, motivados por su amor, son llamados
a respetar y preocuparse por el bienestar de los otros, a aceptar a hombres
y a mujeres como iguales, y a reconocer que cada persona tiene derecho al
respeto y a la dignidad. El fracaso en relacionarse de esta forma con los
demás viola su personalidad y desvaloriza a los seres humanos creados y
redimidos por Dios.

El apóstol Pablo, al referirse a la iglesia, habla de los “domésticos de la fe”


que actúan como una prolongación de la familia, proveyendo aceptación,
comprensión y ánimo a todos, especialmente a aquellos que están heridos o
tienen desventajas. La Escritura habla de la iglesia como una familia donde
el crecimiento personal y espiritual puede ocurrir a medida que los
sentimientos de traición, rechazo y dolor son sustituidos por el perdón, la
confianza y la entereza. La Biblia también habla de la responsabilidad
personal del cristiano de proteger el templo de su cuerpo contra la
profanación porque es el lugar de habitación de Dios.

Lamentablemente, la violencia familiar ocurre en muchos hogares


cristianos, y nunca debe ser justificada porque afecta profundamente la vida
de

todos los involucrados y muchas veces produce una percepción


distorsionada de Dios, de uno mismo y de los demás.

Creemos que la iglesia tiene la responsabilidad de:

1) Cuidar de las personas involucradas en violencia familiar y atender a sus


necesidades:

a) Escuchando y aceptando a las personas que sufren abuso, dándoles amor


y la seguridad de su valía e importancia.

b) Destacando las injusticias del abuso y hablando en defensa de las


víctimas, tanto en la comunidad de fe como en la sociedad.

c) Proveyendo un ministerio humanitario y de apoyo a las familias afectadas


por la violencia y el abuso, tratando de que tanto las víctimas como

los agresores tengan acceso al consejo de profesionales adventistas,


cuando tal cosa es posible, o a la red de recursos profesionales disponibles

en la comunidad.

d) Animando a los profesionales adventistas a especializarse y al


establecimiento del servicio de profesionales licenciados por la iglesia, tanto

para los miembros de iglesia como para las comunidades circundantes.

e) Ofreciendo un ministerio de reconciliación cuando el arrepentimiento del


agresor abre la posibilidad del perdón y la restauración en las relaciones. El
arrepentimiento siempre incluye la aceptación total de la responsabilidad
por los errores cometidos, la disposición para hacer restitución en todas las
formas posibles, y cambios en la conducta para eliminar el abuso.

f) Proyectando la luz del evangelio sobre la naturaleza de las relaciones


esposo-esposa, padres-hijos y otras relaciones próximas, y capacitar

a las personas y familias a crecer a la luz de los ideales de Dios en su vida


de relación.
g) Guardándose contra la tendencia a aislar en la familia o en la iglesia,
tanto a las víctimas como a los agresores, aunque responsabilizando

firmemente a los agresores por sus actos.

2) Fortalecer la vida familiar:

a) Ofreciendo una educación para la vida familiar que esté orientada hacia
la gracia y que incluya la comprensión bíblica de la reciprocidad, la igualdad
y el respeto indispensable en las relaciones cristianas.

b) Comprendiendo mejor cuáles son los factores que contribuyen a la


violencia familiar.

c) Tratando de romper el círculo recurrente de la violencia y el abuso


observado a menudo dentro de las familias y a través de las generaciones.

d) Corrigiendo aquellas creencias religiosas y culturales sostenidas


comúnmente que pueden ser usadas para justificar o encubrir la violencia

familiar. Por ejemplo, aunque los padres son instruidos por Dios para
corregir redentoramente a sus hijos, esta responsabilidad no les da licencia

para el uso de la crueldad, o para tomar medidas disciplinarias punitivas.

3) Aceptar nuestra responsabilidad moral de estar alerta y reaccionar frente


al abuso dentro de las familias de nuestras congregaciones y comunidades,
y sostener que tal conducta abusiva es una violación de las normas de vida
adventistas. Ninguna indicación o informes de abuso debe ser minimizado,
sino por el contrario, seriamente considerado. Para los miembros de la
iglesia el permanecer indiferentes e insensibles equivale a condonar,
perpetuar y, posiblemente, extender la violencia familiar.

Si vamos a vivir como hijos de la luz, debemos iluminar las tinieblas


dondequiera la violencia familiar ocurra en nuestro medio. Debemos cuidar

los unos por los otros, aunque sería más fácil hacernos los desentendidos.

(Estas declaraciones están basadas en los principios expresados en los


siguientes textos: Éxo. 20:12; Mat. 7:12; 20:25-28; Mar. 9:33-35; Juan 13:34;
Rom. 12:10, 13; 1 Cor. 6:19; Gál. 3:28; Efe.

5:2, 3, 21-27; 6:1-4; Col. 3:12-14; 1 Tes. 5:11; 1 Tim. 5:5-8.)


Esta declaración fue votada por la Comisión Administrativa de la Asociación
General (ADCOM) el 27 de agosto de 1996, y fue enviada para su
consideración por el Concilio Anual realizado en San

José, Costa Rica, realizado entre el 1º y el 10 de octubre de 1996.

Mutilaciones genitales femeninas

Introducción

Como parte de su misión al mundo entero, los adventistas tienen el


compromiso firme de proporcionar el cuidado de la salud que conserve y

restaure la integridad humana. Por integridad queremos decir el desarrollo


armonioso de las dimensiones física, intelectual, social y espiritual de la vida
de una persona, unificados mediante una relación amante con Dios y
expresada en un servicio generoso en favor de otros. Por cuanto los
adventistas creen que cada ser humano fue creado a la imagen de Dios
como una persona unificada, en vez de una dualidad de cuerpo y alma,
creemos en un ministerio de gracia que afecta todos los aspectos de la vida
humana, incluyendo el bienestar físico y emocional.

El ministerio a toda persona lleva a los adventistas a estar preocupados por


la práctica generalizada de la mutilación genital femenina.* Con frecuencia
se la menciona como “circuncisión femenina” o, más recientemente, como
el “corte genital femenino”, prácticas que cada año afectan a decenas de
millones de mujeres y niñas vivientes, y millones de otras niñas
desfiguradas. Estas estimaciones no incluyen las niñas jóvenes que mueren
como resultado de formas más radicales de mutilación genital. Estas
prácticas varían desde la extirpación del prepucio del clítoris hasta la
eliminación total de la vulva con el cierre de la abertura vaginal. Nuestra
preocupación central, expresada en esta declaración de principios, es por
todas las formas de daños genitales femeninos que conducen a una
disfunción física o un trauma emocional. Además, tales procedimientos a
menudo se hacen con instrumentos que no están limpios, sin anestesia, y
en niñas sometidas a la fuerza entre los cuatro y los doce años de edad. El
resultado son hemorragias, shock, infecciones, incontinencia, daños a los
órganos que rodean la región y grandes cicatrices. En adición a esta
devastación física, la mutilación genital es también emocionalmente
traumática.
Las mujeres que han estado sujetas a la mutilación genital a menudo
también están afligidas con diversos problemas ginecológicos de largo
alcance, incluyendo fístulas, infecciones crónicas y problemas con la
menstruación.

Al ingresar al matrimonio, el acto sexual generalmente es un evento


doloroso y traumático, que a menudo necesita la reapertura de la zona

vaginal sacrificada. También se dificulta el parto debido a la escarificación


rígida de los tejidos. A veces, también ocurre la muerte del feto y de la

madre.

En las culturas donde abunda la mutilación genital femenina, por diversas


razones dicha práctica se considera justificada. Por ejemplo, se cree que

tal mutilación preservará la virginidad de una mujer no casada, ayudará a


controlar sus impulsos sexuales, fortalecerá la fidelidad sexual en las
mujeres casadas y aumentará el placer sexual de sus esposos. También se
cree que la eliminación de todo o de parte del aparato genital femenino
mejora la limpieza, es deseable desde el punto de vista estético y hace que
el parto sea más seguro para el niño. Por causa de estas creencias, las
mujeres que no han sufrido tales procedimientos pueden ser consideradas
no preparadas para el matrimonio. A pesar de las evidencias contra esas
razones, y a pesar de los esfuerzos de numerosas organizaciones en favor
de los derechos humanos, la práctica de la mutilación genital femenina
continúa en diversas culturas, y en algunos países sobrepasa el 90%.

En algunas culturas se defiende la mutilación genital femenina como una


forma de práctica religiosa. Aunque los adventistas sostienen firmemente

la protección de la libertad religiosa, creen que el derecho de practicar una


religión no autoriza el dañar a otra persona. De este modo, la apelación

a la libertad religiosa no justifica la mutilación genital femenina.

Principios bíblicos

La oposición de la Iglesia Adventista a la mutilación genital femenina se


basa en los siguientes principios bíblicos:

1) Preservación de la vida y la salud. La Biblia señala que la creación de


Dios era buena, incluyendo la creación de los seres humanos (Gén. 1:31;

Sal. 139:13, 14). Dios es la fuente y el sustentador de la vida humana (Job


33:4; Sal. 36:9; Juan 1:3, 4; Hech. 17:25, 28). Dios demanda la preservación
de la vida humana y tiene a la humanidad por responsable de su
destrucción (Gén. 9:5, 6; Éxo. 20:13: Deut. 24:16; Jer. 7:3-34). El cuerpo
humano

es el “templo del Espíritu Santo”, y se anima a los seguidores de Dios a


cuidar sus cuerpos y conservarlos, incluyendo el don divino de la
sexualidad, como una responsabilidad espiritual (1 Cor. 6:15-19). Como la
mutilación genital femenina es perjudicial para la salud, una amenaza a la
vida y dañina para la función sexual, es incompatible con la voluntad de
Dios.

2) La bendición de la intimidad marital. Las Escrituras celebran el don


divinamente ordenado de la intimidad sexual dentro del matrimonio (Ecl.

9:9; Prov. 5:18, 19; Cant. 4:16-5:1; Heb. 13:4). Debe renunciarse a la
práctica de la mutilación genital femenina porque amenaza el propósito del

Creador de que la experiencia sexual fuera gozosa para las parejas casadas.

3) Procreación saludable. Para las parejas casadas, el don de la unión sexual


puede ser bendecido en forma adicional por el nacimiento de niños

(Sal. 113:9; 127:3-5; 128:3; Prov. 31:28). El hecho de que la mutilación


genital femenina amenaza el nacimiento exitoso es una razón adicional para

la oposición a esa práctica.

4) La protección de personas vulnerables. Las Escrituras prescriben que


deben hacerse esfuerzos especiales para cuidar de los que son más
vulnerables (Deut. 10:17-19; Sal. 82:3, 4; 24:11, 12; Isa. 1:16, 17; Luc 1:52-
54). Jesús enseñó que se debe amar a los niños y protegerlos (Mar. 10:13-
16; 18:4-6). La mutilación genital de las niñas viola el mandato bíblico de
salvaguardar a los niños y protegerlos de daños y abusos.

5) Cuidado compasivo. El amor al prójimo estimula a los cristianos a


proporcionar cuidado compasivo a quienes han sido lastimados (Luc.

10:25-37; Isa. 61:1). Se pide a los cristianos que cuiden con compasión a
quienes han experimentado traumas físicos o emocionales causados por la

mutilación genital femenina.

6) Compartir la verdad. Se llama a los cristianos a vencer el error


expresando la verdad con amor (Sal. 15:2, 3; Efe. 4:25). La verdad
fundamental
del evangelio tiene la intención de liberar a la gente de todo tipo de
esclavitud a la falsedad (Juan 8:31-36). De este modo, los cristianos
deberían

unirse para compartir información exacta acerca del daño de la mutilación


genital femenina y de las creencias que apoyan esta práctica.

7) Respeto por la cultura. Los cristianos deben ser sensibles y respetuosos


de las diferencias culturales (1 Cor. 9:19-23; Rom. 12:1, 2). Al mismo

tiempo, creemos que los principios divinos trascienden las tradiciones


culturales (Dan. 1:8, 9; 3:17, 18; Mat. 15:3; Hech. 5:27-29). Los principios

fundamentales de las Escrituras proporcionan una base para la


transformación de las prácticas culturales. Aunque reconocemos que la
mutilación genital femenina está firmemente arraigada en muchas culturas,
encontramos que esta práctica es incompatible con los principios
divinamente revelados.

Conclusión

Por cuanto la mutilación genital femenina amenaza la salud física,


emocional y de relaciones, los adventistas se oponen a esta práctica. La
iglesia

llama a sus profesionales del cuidado de la salud, a los educadores, a las


instituciones médicas y a sus feligreses, junto con las personas de buena
voluntad, a cooperar en los esfuerzos por eliminar la práctica de la
mutilación genital femenina. Mediante la educación y la presentación
amante del evangelio, es nuestra esperanza y nuestra intención que
quienes están amenazadas por esta práctica encuentren protección e
integridad, y que quienes han sufrido con esa práctica encuentren solaz y
cuidado compasivo.

Este documento fue adoptado por la Comisión del Concepto Cristiano de la


Vida Humana de la Asociación General en abril de 2000, y fue referido a
aquellos departamentos e instituciones de la

iglesia que pueden encontrar útil este material

———————

* Actualmente se clasifica la práctica de los diferentes tipos de mutilación


genital femenina del siguiente modo:
“Tipo I - Extirpación del prepucio, con o sin extirpación de una parte o de
todo el clítoris.

“Tipo II - Extirpación del clítoris con extirpación parcial o total de los labios
menores.

“Tipo III - Extirpación de una parte o de todos los órganos genitales


exteriores y la sutura/estrechamiento de la abertura vaginal (infibulación).

“Tipo IV - No clasificados: incluye perforar, pinchar o hacer incisiones en el


clítoris y/o los labios; cauterización por quemadura del clítoris y tejidos
circundantes; raspado de los tejidos que rodean el

orificio vaginal (cortes angurya) o cortes en la vagina (cortes gishiri);


introducción de sustancias corrosivas o hierbas en la vagina para producir
sangrados, o con el propósito de estrecharla o endurecerla,

y cualquier otro procedimiento que caiga dentro de la definición de


mutilación genital femenina dada más arriba”.—Clasificación tomada de
Female Genital Mutilation: A Joint WHO, UNICEF, UNFPA Statement.
Publicado por la Organización Mundial de la Salud, Ginebra, 1997.

———————

Los juegos de azar

Los juegos de azar —definidos como aquellos en los que hay que pagar,
impactan en forma creciente a más y más personas en el mundo entero.

La idea de ganar a expensas de otros ha llegado a ser una maldición


moderna.

La sociedad paga grandes costos por los crímenes asociados a ellos, por el
sostén de las víctimas y por la destrucción de las familias, ya que todo

esto erosiona la calidad de vida. Los adventistas se han opuesto en forma


consistente a los juegos de azar por ser incompatibles con los principios
cristianos. No es una forma apropiada de entretenimiento o un medio
legítimo para recolectar fondos.

Los juegos de azar violan los principios cristianos de la mayordomía.


Dios identifica al trabajo como el método apropiado para obtener beneficios
materiales, y no un juego de azar en el que se sueña con ganar a expensas
de otros. Los juegos de azar tienen un impacto masivo sobre la sociedad, y
producen grandes costos financieros por los crímenes que se cometen para
mantener los hábitos del juego, por el aumento en el costo de la seguridad
pública y los gastos legales, así como por los crímenes asociados que
involucran drogas y prostitución. Los juegos de azar no generan ingresos;
más bien, lo quitan de aquellos que a menudo no pueden darse el lujo de
perder, y produce unos pocos ganadores; el mayor ganador, por supuesto,
es el operador de esos juegos. La idea de que la práctica del juego puede
tener un beneficio económico positivo es una ilusión. Además, los juegos
por dinero violan el sentido cristiano de responsabilidad por la familia, los
vecinos, los necesitados y la iglesia.1

El juego crea esperanzas falsas. El sueño de ganar “la Grande” reemplaza a


la verdadera esperanza con falsos sueños de posibilidades de ganar,

porque estadísticamente son improbables. Los cristianos no deben poner


sus esperanzas en la riqueza. La esperanza cristiana de un futuro glorioso
prometido por Dios es “segura y verdadera”, a diferencia y en oposición al
sueño de juego. La gran ganancia que señala la Biblia es una “piedad
acompañada de contentamiento”.2

Los juegos de azar son adictivos. La cualidad adictiva del juego es


claramente incompatible con un estilo de vida cristiano. La iglesia procura

ayudar a quienes sufren de la adicción al juego y a otras adicciones, y no


culparlos. Los cristianos reconocen que son responsables ante Dios por sus
recursos y estilo de vida.3

La organización adventista no condona las rifas o loterías para reunir


fondos, y estimula a sus miembros a no participar en alguna actividad tal,
bien intencionada que sea. Tampoco la iglesia mira con buenos ojos los
juegos de azar patrocinados por el Estado. La Iglesia Adventista del Séptimo
Día invita a todas las autoridades a prevenir la siempre creciente
disponibilidad del juego con sus efectos dañinos sobre los individuos y la
sociedad.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día rechaza los juegos de azar como
fueron definidos más arriba, y no solicitará ni aceptará financiaciones que

sean claramente derivadas del juego.

———————

Referencias:
1 1 Tes. 4:11; Gén. 3:19; Mat. 19:21; Hech. 9:36; 2 Cor. 9:8, 9.

2 1 Tim. 6:17; Heb. 11:1; 1 Tim. 6:6.

3 1 Cor. 6:19, 20.

Esta declaración fue votada por la Comisión Administrativa de la Asociación


General (ADCOM), para ser publicada en ocasión del Congreso de la
Asociación General celebrado en Toronto, Canadá,

del 29 de junio al 9 de julio de 2000.

Terapia genética humana

Introducción

Los avances recientes en medicina y tecnología genética permiten tratar


enfermedades humanas por medio de la alteración de los genes en las

células del paciente. Aunque los métodos del naciente campo de la


medicina genética todavía están en desarrollo, el ritmo de las pruebas
clínicas y

los recientes progresos sugieren que la terapia genética llegará a ser una
opción común y versátil. Esta perspectiva subraya la necesidad de que los
cristianos identifiquen los principios morales de su fe que se aplican a la
práctica de la terapia genética humana.

Descripción general

La terapia genética utiliza el ADN o el ARN, los productos químicos que


constituyen los genes, para curar o mejorar defectos heredados o
enfermedades adquiridas. El material genético terapéutico puede destinarse
a remplazar genes defectuosos en las células de los pacientes, o a
proporcionar información genética suplementaria para regular la función de
los genes normales. El ADN puede provenir casi de cualquier fuente:
animales, plantas, microbios, virus, o pueden ser sintéticos sin contraparte
en la naturaleza.

El efecto del material introducido puede ser intencionalmente temporario, o


puede ser permanente. A menudo los resultados alcanzados por la

terapia genética no se pueden obtener de ninguna otra manera. Las


enfermedades que primero fueron consideradas para la terapia genética
eran
condiciones hereditarias poco comunes. Posteriormente, el foco avanzó a
tratamientos genéticos para males corrientes: cáncer, enfermedades del
corazón, hipertensión, diabetes, etc.

Descubrir maneras eficientes de introducir genes en un gran número de


células específicas para producir los mayores beneficios ha sido el desafío

técnico que limita la utilidad de la terapia genética. En la mayoría de las


pruebas clínicas se usaron virus como “vectores” o “vehículos” para llevar

el ADN nuevo, porque los virus son increíblemente eficientes para infectar
las células con sus propios genes. Un virus vector típico se construye
quitando los genes que el virus usaría para replicarse, o dañar la célula
huésped, y remplazarlos con genes terapéuticos. Se han usado en
diferentes casos el adenovirus (el virus del resfriado común), el retrovirus
(virus pariente del HIV), un virus adenoasociado (un pequeño virus que no
causa enfermedad), el virus del herpes y varios otros. Todos los virus
vectores tienen características que limitan su utilidad y a menudo
involucran un riesgo médico en su uso. Otros medios para insertar genes en
las células, que no involucran virus, pueden desarrollarse también, pero los
métodos no virales

son menos efectivos.

Terapia genética somática

Las categorías de la terapia genética se definen por la posibilidad de


heredar los cambios que ella causa. La terapia genética somática altera los
genes en las células que pueden estar ubicadas en cualquier lugar del
cuerpo, excepto en las células reproductoras. Se han propuesto como
blancos muchos órganos diferentes: médula ósea, hígado, músculos, piel,
pulmones, vasos sanguíneos, corazón, cerebro. Sin embargo, la terapia
somática evita conscientemente hacer cambios genéticos que pueden ser
trasmitidos a los descendientes del paciente. En consecuencia, esta forma
de terapia genética tiene el mismo blanco que la medicina convencional:
salvar la vida, o aliviar el sufrimiento de la persona tratada.

La terapia genética somática se divide en dos clases, que dependen de


cómo se introduce el gen nuevo. En muchas situaciones las células primero

se retiran del paciente, y luego se tratan en el laboratorio, un procedimiento


que a menudo se llama terapia genética ex vivo. Después que se ha

realizado la modificación genética, las células son devueltas al paciente con


la esperanza de que se ubicarán en el tejido determinado, en número
suficiente para lograr los efectos deseados. Como los protocolos ex vivo
deben ser designados individualmente para cada persona, exigen mucha
labor y gran costo. Un objetivo actual es lograr la modificación genética in
vivo, introduciendo los genes terapéuticos directamente en el paciente.
Actualmente, ninguno de los vehículos disponibles puede buscar la célula
blanco en forma efectiva e inyectar su carga de genes con suficiente
eficiencia para lograr los efectos deseados.

Aunque ha habido muchas pruebas clínicas de terapia somática, pocos han


tenido éxito sin ambigüedades. Las técnicas para introducir los genes

terapéuticos en las células del cuerpo son todavía primitivas, ineficientes y


potencialmente riesgosas. La muerte de un joven paciente en una prueba
clínica a fines de 1999 demuestra que no se ha logrado todavía un nivel de
seguridad adecuado.

Terapia genética germinal

En contraste con la terapia genética somática, la terapia genética germinal


hace cambios genéticos intencionales en las células reproductoras. Como
resultado, el cambio puede ser heredado por los descendientes del paciente
original. De este modo, la terapia germinal deliberadamente intenta mejorar
no sólo la condición del paciente, sino también la de sus descendientes por
varias generaciones futuras. A este respecto representa un objetivo
fundamentalmente nuevo para la intervención médica. Ofrece la ventaja
potencial de eliminar la causa de una condición debilitante, en vez de tratar
separadamente a los individuos afectados en cada generación sucesiva.

La técnica involucra la introducción manual precisa del ADN en los huevos


fertilizados individualmente, o en las células de los embriones en

etapas muy tempranas de su desarrollo. Actualmente, las modificaciones


germinales se han realizado sólo en animales. Además de los riesgos de
salud que comparte con las tecnologías avanzadas de reproducción,* la
terapia germinal está asociada con un riesgo más alto de muerte
embrionaria y fetal, nacimiento de fetos muertos, y muertes infantiles,
anormalidades físicas y defectos genéticos. Más allá del problema
fundamental de la seguridad, la terapia genética plantea serias
preocupaciones ética. Éstas incluyen el problema del consentimiento
informado de las personas que no han nacido todavía, evaluar las
consecuencias de largo alcance de las alteraciones genéticas, la posible
reducción de la diversidad humana por la eliminación sistemática de rasgos
específicos, el determinismo genético impuesto por las elecciones del
paciente original y los terapeutas genéticos, la perspectiva de que la terapia
germinal pueda ser usada en programas eugénicos, y el tema problemático
de usarlo para desarrollar mejoras cosméticas. Por causa de estos
problemas de seguridad y éticos no resueltos todavía, se procura desanimar
la terapia germinal o prohibirla.
Principios bíblicos

Aunque la terapia genética todavía está en su infancia, es nuestra


responsabilidad moral como cristianos reflexivos darnos cuenta de su
potencial

para satisfacer necesidades humanas, para comprender los riesgos


biológicos y genéticos que involucra, y evitar su mal uso. Las decisiones en
esta área compleja y en evolución deberían ser hechas en armonía con los
siguientes principios bíblicos:

1) Aliviar el sufrimiento y preservar la vida. La Biblia describe a Dios como


incansablemente preocupado por la salud, el bienestar y la restauración de
sus criaturas (Prov. 3:1-8; Sal. 103:2, 3; Mar. 10:29-31; 11:4, 5; Hech. 10:38;
Juan 10:10). Explícitamente nos ordena seguir con su ministerio de curación
(Mat.10:1; Luc. 9:2). Hasta el punto en que la terapia genética pueda
prevenir enfermedades y restaurar la salud, debería dársele la bienvenida
como un medio de cooperar con la iniciativa divina para aliviar sufrimientos
evitables.

2) Seguridad, protección de daños. Las Escrituras nos encargan que


defendamos a los vulnerables en la sociedad (Deut. 10:17-19; Sal. 9:9; Isa.

1:16, 17; Mat. 25:31-36; Luc. 4:18, 19). Cuando la enfermedad o el desorden
genético no amenaza la vida, la intervención genética puede considerarse
sólo cuando se haya logrado un alto nivel de seguridad y la vida sea
protegida en todas las etapas de su desarrollo. Aun en situaciones donde la
vida está en juego, los riesgos involucrados en la intervención genética
debe ser ampliamente equilibrada por las perspectivas de curación.

3) Honrar la imagen de Dios. Los seres humanos, creados a la imagen de


Dios (Gén. 1:26, 27), son diferentes en clase y grado de todas las demás

criaturas terrenales, con capacidades dadas por Dios de razonar, de


apreciar valores espirituales y de hacer decisiones morales (1 Rey. 3:9; Dan.
2:20-23; Fil. 4:8, 9; Sal. 8:3-8; Ecl. 3:10, 11). Debe tenerse gran precaución
en cualquier acto que pueda cambiar en forma permanente el genoma
humano de manera que afecte estas capacidades.

4) Proteger la autonomía humana. Dios asigna un alto valor a la libertad


humana (Deut. 30:15-20; Gén. 4:7). Deben rechazarse las alteraciones
genéticas que podrían limitar las capacidades individuales, restringir la
participación en la sociedad, reducir su autonomía o socavar la libertad
individual.
5) Entender la creación de Dios. Siendo que Dios otorgó a los seres
humanos la inteligencia y la creatividad, él quiere que ellos acepten su
responsabilidad sobre su creación (Gen. 1:28) y crezcan en su comprensión
de los principios de la vida, incluyendo el funcionamiento de sus cuerpos
(Mat. 6:26, 29; 1 Cor. 14:20; Sal. 8:3-9; 139:1-6, 13-16). La investigación y
el examen éticos sólo pueden aumentar nuestro aprecio de la sabiduría y la
bondad de Dios.

———————

* Ver la declaración de la CVHLC (Comisión del Concepto Cristiano de la Vida


Humana), “Consideraciones sobre la reproducción humana asistida”,
emitida el 26 de julio de 1994.

Los Editores: Dicha declaración fue incorporada a este libro (ver las pp. 270
y 271).

Este documento fue adoptado por la Comisión del Concepto Cristiano de la


Vida Humana (CVHLC) de la Asociación General en abril de 2000, y enviado
a los departamentos de la iglesia y

las instituciones que puedan encontrar útil este material.

Las instituciones de salud

Principios operativos

1) Cristo ministró a la persona total. Siguiendo su ejemplo, la misión de la


Iglesia Adventista del Séptimo Día incluye un ministerio de curación

para la persona completa: cuerpo, mente y espíritu. El ministerio de sanidad


incluye el cuidado y la compasión por los enfermos y los que sufren.

También incluye el mantenimiento de la salud. Este ministerio de sanidad lo


integra la enseñanza de los beneficios positivos de seguir las leyes

de la salud, la interrelación de las leyes espirituales y las naturales, la


responsabilidad del hombre por estas leyes, y la gracia de Cristo que
asegura

una vida victoriosa.


2) Las instituciones del cuidado de la salud (hospitales, clínicas médicas y
dentales, hogares de ancianos y de recuperación, centros de rehabilitación,
etc.) funcionan como parte integral del ministerio total de la iglesia, y
siguen las normas de la iglesia que incluyen el mantenimiento de lo sagrado
del sábado al promover una atmósfera sabática para el personal y los
pacientes, evitando los trabajos rutinarios, los servicios electivos de
diagnostico y las terapias electivas en sábado. Estas normas también
incluyen la promoción de una dieta lacto-ovo-vegetariana libre de
estimulantes y alcohol, y un ambiente libre del humo del tabaco. Se
promoverá el control del apetito, se controlará el uso de drogas que
potencialmente pueden llevar al abuso y no se permitirá el uso de técnicas
que involucren el control de una mente por otra. Las instituciones deben ser
dirigidas como una función de la iglesia, con actividades y prácticas
claramente identificadas como un testimonio singular de los adventistas.

3) En armonía con la reafirmación que dio Cristo de la dignidad del hombre


y su demostración de amor, que perdona y se interesa sin tener en

cuenta el pasado, y que mantiene el derecho de elección individual en el


futuro, las instituciones para el cuidado de la salud adventistas deben poner
en una prioridad elevada la dignidad personal y las relaciones humanas.
Esto incluye el diagnóstico y el tratamiento apropiados hechos por personal
competente; un ambiente seguro y cuidadoso que conduce a la curación de
la mente, el cuerpo y el espíritu; y una educación en los hábitos saludables
de vida. También incluye el cuidado y el apoyo del paciente y su familia a lo
largo del proceso que conduce a la muerte.

4) Los procedimientos médicos y los reglamentos acerca del cuidado de la


salud siempre deben reflejar una elevada consideración y preocupación

por el valor de la vida humana como así también la dignidad humana.

5) Las instituciones del cuidado de la salud adventistas funcionan como


parte de la comunidad y la nación en la que están localizadas. La salud de

la comunidad y de la nación es una preocupación de cada institución


mientras representan el amor de Cristo ante esas comunidades. Se respetan
las leyes y las reglamentaciones del país para el funcionamiento de las
instituciones y se siguen los procedimientos para obtener la habilitación de
su personal.

6) Las instituciones dan la bienvenida a los clérigos de todos los credos para
visitar a sus parroquianos.

7) La misión de las instituciones de representar a Cristo ante la comunidad,


y especialmente ante quienes utilizan sus servicios, se cumple por
medio de un personal compasivo y competente que sostiene las prácticas y
las normas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Para el desarrollo del
personal de las instituciones se ofrecen regularmente clases que ayudan al
personal a mantenerse al día en lo profesional, a crecer en la comprensión
de Dios y a compartir el amor de Dios. Planes de largo alcance sostienen la
educación formal del personal en perspectiva, incluyendo la utilización de la
institución con el propósito de prácticas para los estudiantes.

8) Las instituciones deben operar de un modo financieramente responsable,


y en armonía con el Workíng Policy [Manual de reglamentos eclesiástico
administrativos] de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

9) La prevención primaria y la educación para la salud serán una parte


integrante del énfasis en la salud de las instituciones para el cuidado de la

salud.

10) La administración y el funcionamiento de las instituciones específicas


para el cuidado de la salud se realizará con consultas regulares y
permanentes con el Departamento de Salud y Temperancia. La
comunicación incluirá los departamentos de Salud y Temperancia de la
asociación/misión, la unión, la división y la Asociación General, según lo
sugieran las circunstancias y las ocasiones.

Establecimiento y clausura de instituciones para el cuidado de la salud

1) Cuando se considere la apertura de una institución nueva, la construcción


de una adición importante, o la evaluación del funcionamiento de

una institución existente, se considerarán:

a) Los planes de largo alcance de la iglesia en esa región, y si la institución


facilita el cumplimiento de la misión de la iglesia.

b) Las necesidades del cuidado de la salud en la región.

c) La disponibilidad de recursos, especialmente los financieros, de personal


y equipamiento, para el funcionamiento de la institución.

d) Las normas gubernamentales para el funcionamiento de la institución.

e) La reglamentación gubernamental para clausurar una institución.

f) El impacto que la apertura o la clausura de la institución producirá sobre


la iglesia en la región y en la comunidad.
g) Las necesidades educativas de la iglesia.

Esta declaración fue publicada por la Junta Directiva de la Asociación


General en la sesión del Concilio Anual realizado en Nairobi, Kenia, en
octubre de 1988.

Este documento fue aprobado en el 58º Congreso de la Asociación General,


realizado en St. Louis, Missouri, EE.UU., el 1º de julio de 2005.

Resolución acerca de la Santa Biblia

Como delegados al Congreso de la Asociación General reunido en St. Louis,


Missouri, en el año 2005, reafirmamos la centralidad de las Escrituras

en el mensaje y la vida de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. En ellas se


revelan la belleza, el amor y la gracia de nuestro Señor Jesucristo, y

se nos ofrecen como un don de salvación por medio de la fe en su sacrificio


expiatorio. Por medio de ellas Dios se nos revela, transmitiéndonos una
expresión auténtica de su carácter, una concepción verdadera de la
naturaleza de la realidad, un registro confiable de sus actos, una revelación
de sus propósitos y una expresión de su voluntad amorosa hacia nosotros.
Las Escrituras constituyen nuestra suprema regla de fe y práctica, y la
norma por la cual toda enseñanza y experiencia debe ser probada. Su
origen divino les confiere una autoridad y un mensaje que son relevantes
para todas las culturas y las trasciende, y puede satisfacer nuestras
necesidades más profundas.

Considerando la naturaleza única de las Escrituras, su importancia y los


múltiples beneficios que su estudio sistemático trae a la iglesia, nosotros,

los delegados al Congreso de la Asociación General, apelamos a todos los


creyentes adventistas alrededor del mundo para que hagan una provisión
intencional en su rutina diaria para la lectura regular y con oración de las
Escrituras. Además, como las verdades bíblicas son para el beneficio de
todos, especialmente de aquellos que vendrán a Cristo, instamos a todo
creyente a buscar activamente maneras de compartir el mensaje de las
Escrituras con otros con el fin de preparar al mundo para el pronto retorno
de nuestro Señor.
El hogar y la familia

La salud y la prosperidad de la sociedad están directamente relacionadas


con el bienestar de sus partes constitutivas: la unidad familiar. Hoy, tal

vez como nunca antes, la familia está en problemas. Los comentadores


sociales condenan la desintegración de la vida familiar moderna. Se ataca el

concepto cristiano tradicional del matrimonio entre un hombre y una mujer.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día, en esta época de crisis familiar,


anima a cada miembro de la familia a fortalecer su dimensión espiritual y

su relación familiar mediante el amor mutuo, el honor, el respeto y la re


sponsabilidad.

La Creencia Fundamental Nº 23 de la Iglesia Adventista afirma que la


relación matrimonial “debe reflejar el amor, la santidad, la intimidad y la

permanencia de la relación que existe entre Cristo y su iglesia... Si bien es


cierto que algunas relaciones familiares pueden estar lejos de ser ideales,

los cónyuges que se entregan enteramente el uno al otro en Cristo pueden


lograr unidad en amor por medio de la conducción del Espíritu y el apoyo de
la iglesia. Dios bendice a la familia y se propone que sus miembros se
ayuden unos a otros en sus esfuerzos por lograr la madurez completa. Los
padres deben guiar a sus hijos en amor y enseñarles a obedecer al Señor.

Por su ejemplo y sus palabras deben enseñarles que Cristo es su amoroso


Maestro, siempre tierno y solícito, que anhela verlos convertirse en
miembros de su cuerpo, la familia de Dios”.

Elena de White, una de las fundadoras de la iglesia, afirmó: “La obra de los
padres es cimiento de toda otra obra. La sociedad se compone de familias, y
será lo que la hagan las cabezas de familia. Del corazón ‘mana la vida’
(Prov. 4:23), y el hogar es el corazón de la sociedad, de la iglesia y de la
nación. El bienestar de la sociedad, el buen éxito de la iglesia y la
prosperidad de la nación dependen de la influencia del hogar” (El ministerio
de curación, p. 269).
Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación
General, Neal C. Wilson, después de consultas con los 16 vicepresidentes
mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo

Día, el 27 de junio de 1985 en el Congreso de la Asociación General


celebrado en Nueva Orleans, Luisiana, EE.UU.

El desamparo y la pobreza

En un mundo devastado por el pecado, se multiplican los amargos frutos de


la codicia, la guerra y la ignorancia. Aun en las así llamadas “sociedades
opulentas” los desamparados y los pobres constituyen poblaciones
crecientes. Más de 10.000 personas mueren de hambre cada día. Dos mil
millones de personas más están mal nutridas, y miles más se convierten en
ciegos cada año por causa de deficiencias en la dieta. Aproximadamente
dos tercios de la población del mundo está atrapada en un ciclo de hambre,
enfermedad y muerte.

Hay quienes son culpables por su propia condición, pero la mayoría de estas
personas y sus familias se encuentran desamparadas por eventos políticos,
económicos, culturales y sociales, que en su mayor parte están fuera de su
control.

Históricamente, los que están en tales circunstancias han encontrado


socorro y auxilio en el corazón de los seguidores de Cristo. La Iglesia
Adventista organizó instituciones compasivas que más tarde fueron
asumidas por agencias del gobierno, o viceversa. Estas agencias, aparte de
cualquier trivialidad ideológica, reflejan el reconocimiento de la sociedad de
que es en bien de sus propios intereses tratar en forma compasiva a los
menos afortunados.

Los especialistas en ciencias sociales nos dicen que una cantidad de males
encuentra terreno fértil en la pobreza. Sentimientos de desesperanza, de
alienación, de envidia y de resentimiento, a menudo conducen a actitudes y
conductas antisociales. Luego la sociedad tiene que pagar los efectos
posteriores de tales males por medio de tribunales, prisiones y sistemas de
asistencia social. La pobreza y el infortunio, como tales, no son la causa de
los crímenes y no proporcionan excusas por ellos. Pero cuando se deniegan
las demandas de compasión, es muy posible que sigan el desánimo y aun el
resentimiento.

La demanda de compasión cristiana está bien fundada. No surge de ninguna


teoría de contratos sociales o legales, sino de la clara enseñanza de la
Escritura: “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide
Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte
ante

tu Dios” (Miq. 6:8).

El capítulo 58 de Isaías es precioso para los adventistas. Vemos en este


capítulo nuestra responsabilidad como quien debe ser “reparador de
portillos, restaurador de calzadas para habitar” (vers. 12).

Se llama a restaurar y “desatar las ligaduras de impiedad”, a partir “tu pan


con el hambriento... a los pobres errantes albergues en casa... cuando

veas al desnudo, lo cubras” (vers. 6, 7). Así, como reparadores de brechas,


debemos restaurar y cuidar de los pobres. Al cumplir los principios de la ley
de Dios en actos de misericordia y amor, representaremos el carácter de
Dios ante el mundo.

Al cumplir hoy el ministerio de Cristo, debemos hacer lo que él hizo, y no


sólo predicar el evangelio a los pobres, sino también sanar a los enfermos,
alimentar a los hambrientos y levantar a los caídos (ver Luc. 4:18, 19; Mat.
14:14). Pero el versículo 16 de Mateo 14 explica que era así para que no
tengan “necesidad de irse”. El propio ejemplo de Cristo es decisivo para sus
seguidores.

La respuesta que dio Jesús a la fingida preocupación de Judas por los


pobres: “Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no
siempre me tendréis” (Mat. 26:11), nos recuerda que lo que la gente
necesita más desesperadamente es el “Pan de vida”. Sin embargo, también
reconocemos que lo físico y lo espiritual son inseparables. Al apoyar los
planes públicos y de la iglesia para aliviar el sufrimiento, y por los esfuerzos
compasivos personales y de conjunto, aumentaremos esa misma actividad
espiritual.

Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación


General, Neal C. Wilson, después de consultas con los 16 vicepresidentes
mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo

Día, el 5 de julio de 1990 en el Congreso de la Asociación General realizado


en Indianápolis, Indiana, EE.UU.

La homosexualidad
La Iglesia Adventista del Séptimo Día reconoce que cada ser humano es
valioso a la vista de Dios, y por eso buscamos ministrar a todos los

hombres y mujeres en el espíritu de Jesús. Creemos también que, por la


gracia de Dios y con el ánimo de la comunidad de fe, una persona puede

vivir en armonía con los principios de la Palabra de Dios.

Los adventistas creemos que la intimidad sexual es apropiada únicamente


dentro de la relación marital de un hombre y una mujer. Ese fue el

designio establecido por Dios en la creación. Las Escrituras declaran: “Por


tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y
serán una sola carne” (Gén. 2:24). Este patrón heterosexual es afirmado a
través de todos las Escrituras. La Biblia no da cabida a la actividad o
relación homosexual. Los actos sexuales realizados fuera del círculo de un
matrimonio heterosexual están prohibidos (Lev. 20:7-21; Rom. 1:24-27; 1
Cor. 6:9-11). Jesucristo reafirmó el propósito de la creación divina cuando
dijo: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los
hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer,
y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola
carne’’ (Mat. 19:4-6). Por estas razones los adventistas nos oponemos a las
prácticas y relaciones homosexuales.

Los adventistas nos empeñamos en seguir la instrucción y el ejemplo de


Jesús. Él afirmó la dignidad de todos los seres humanos y extendió la mano
compasivamente a las personas y familias que sufrían las consecuencias del
pecado. Él ofreció un ministerio solícito y palabras de consuelo a las
personas que luchaban, aunque diferenciaba su amor por los pecadores de
sus claras enseñanzas sobre las prácticas pecadoras.

Esta declaración fue votada durante el Concilio Anual de la Junta Directiva


de la Asociación General el 3 de octubre de 1999 en Silver Spring, Maryland,
EE.UU.

La clonación humana

Consideraciones éticas
Durante varias décadas se consideró improbable la posibilidad de que
pudieran producirse por clonación nuevos miembros de la familia humana.

Sin embargo, los avances recientes en el área de la genética y la biología de


la reproducción han indicado que podrían desarrollarse muy pronto

las técnicas para la clonación de seres humanos. Juntamente con esta


expectativa viene la responsabilidad cristiana de considerar las profundas
implicaciones éticas asociadas con la clonación humana. Como cristianos
que creen firmemente en el poder creativo y redentor de Dios, los
adventistas aceptan la responsabilidad de enunciar principios éticos que
emergen de sus creencias.

La clonación incluye todos esos aspectos por medio de los cuales se


producen réplicas de plantas y animales vivientes a través de medios
asexuales; métodos que no implican la fusión de los gametos femeninos y
masculinos.

Muchos procesos naturales son ciertas formas de clonación. Por ejemplo, lo


microorganismos, como la levadura común, se reproducen partiéndose en
dos células hijas que son clones de la célula madre y una de la otra. Al
cortar una rama de una planta de rosas o de una vid, haciéndola propagarse
en otra planta completa, se crea también un clon de la planta original. De la
misma manera, muchos organismos animales simples, tales como la estrella
de mar, pueden generar organismos completos a partir de pequeñas partes
de un predecesor. Por tanto, el principio biológico de la clonación no es
nada nuevo.

La nueva técnica usada se conoce como transferencia nuclear de célula


somática. La esencia de este método es tomar una célula de un ser viviente
y manipularla de manera que se comporte como una célula embrionaria.

Dadas las condiciones apropiadas, la célula embrionaria puede proliferar y


generar un nuevo y completo ser. Actualmente esta reprogramación celular
se lleva a cabo colocando una célula completa adulta dentro de un óvulo
más grande a la que se le ha quitado el núcleo. El óvulo utilizado en este
proceso funciona como incubadora, proveyendo un ambiente esencial para
reactivar genes de la célula adulta. El óvulo alterado debe entonces ser
implantado en un organismo femenino adulto para su gestación.

Los biólogos han desarrollado esta técnica como un instrumento en la cría


de animales. A través de éste esperan crear un conjunto de animales

bien calificados, genéticamente idénticos al ejemplar seleccionado. Los


beneficios potenciales de esta tecnología, que incluyen la expectativa de lo
grar productos para el tratamiento de las enfermedades humanas, son de
gran interés para los investigadores y para la industria biotécnica. Sin
embargo, la misma capacidad tecnológica podría ser utilizada para la
clonación humana, lo cual causa serias preocupaciones éticas.

La primera de esta preocupaciones es la seguridad médica. Si fuera a


usarse en los seres humanos la técnica actual de transferencia nuclear de

célula somática, deben obtenerse donadores de óvulos. La mayoría de éstos


se destruyen por causa de las manipulaciones celulares durante las
primeras fases de crecimiento embrionario en el laboratorio. Otros se
perderán después de su implantación, abortados espontáneamente en
algunas de las fases del desarrollo fetal. En ese sentido, la sensibilidad
exhibida hacia el valor de la vida fetal y embrional sería similar a la
relacionada con el desarrollo de otros métodos de reproducción manipulada,
tales como la fertilización in vitro. Habría probablemente un aumento en el
riesgo de defectos de nacimiento en los niños bajo estas condiciones.
Actualmente, las preocupaciones con respecto al daño físico causado a
vidas en desarrollo, implícito en el acto de desarrollar vidas humanas, es
suficiente como para descartar el uso de esta tecnología.

Sin embargo, aun cuando mejorara el promedio de éxito de clonación y


disminuyeran los riesgos médicos, quedarían todavía serias inquietudes.

Por ejemplo, ¿es intrínsecamente problemático crear un individuo que no es


el producto de la fertilización de un óvulo a través de un espermatozoide?

Se necesitan estudios más amplios para resolver las interrogantes con


respecto a la naturaleza esencial de la procreación en el plan de Dios.

Otras de las preocupaciones expresadas más frecuentemente es que se


ponga en peligro la dignidad y singularidad de una persona producida por

clonación. Este riesgo incluye el daño sicológico que puede experimentar la


persona que sería lo que se ha llamado “gemelo idéntico diferido” del
individuo que proporcionó la célula inicial. ¿Tiene el ser humano el derecho
de ejercitar tal nivel de control sobre el destino genético en un nuevo
individuo?

Existe también la preocupación de que la clonación humana pueda socavar


las relaciones familiares. Podría reducirse la fidelidad hacia los compromisos
con respecto a las funciones unitivas y procreadoras de las relaciones
sexuales humanas. Por ejemplo, podría considerarse la práctica
cuestionable de usar un sustituto gestante. El uso de la célula de un
donante que no forma parte de la pareja matrimonial puede acarrear
problemas en términos de relaciones y responsabilidades.
Un riesgo adicional es que la clonación podría llevar al uso ventajoso de
aquellos seres producto de clonación, a quienes se les asigna valor
primordialmente en términos de su utilidad. Por ejemplo, siempre habrá la
tentación de clonar individuos que sirvan para proporcionar órganos para su
trasplante. Hay otros cuya preocupación es la creación deliberada de
individuos subordinados o con calidad de siervos, cuya autonomía sería
violada.

Los individuos egoístas o narcisistas podrían sentirse inclinados a usar la


tecnología para “duplicarse” ellos mismos.

Finalmente, el costo financiero de la clonación sería probablemente muy


considerable, aun después de su perfeccionamiento tecnológico. Si

fuera a comercializarse la clonación, se añadirían conflictos de interés al


riesgo del abuso.

Aunque ésta es solamente una lista parcial de los usos erróneos y peligros
potenciales de la clonación humana, debe ser suficiente para hacer meditar
a los cristianos que deseen aplicar los principios morales de su fe a la
cuestión de la clonación humana. Sin embargo, es importante que tales
reocupaciones respecto a los abusos de la tecnología, no nublen nuestra
visión de las posibilidades de usarla para atender necesidades humanas
genuinas.*

El motivo de esta declaración de relevantes principios cristianos es la


posibilidad de clonación humana, aun cuando parezca remota.

Deben aplicarse los siguientes principios éticos a la transferencia nuclear de


célula somática si tal tecnología fuera a aplicarse a seres humanos.

El ritmo vertiginoso de progreso en este campo requerirá una revisión


periódica de esos principios a la luz de nuevos desarrollos.

1) Protección de la vulnerable vida humana. Las Escrituras son muy claras


en cuanto a su llamado a proteger la vida humana, especialmente

aquellas vidas que son más vulnerables (Deut. 10:17-19; Isa. 1:16, 17; Mat.
25:31-46). La tecnología biológica de clonación es éticamente inaceptable
siempre que represente un riesgo desproporcionado de daño a la vida
humana.

2) Protección de la dignidad humana. Los seres humanos fueron creados a


la imagen de Dios (Gen. 1:26, 27) concediéndoseles, por tanto, la dignidad
personal que merece respeto y protección (Gen. 9:6). La clonación podría
amenazar la dignidad humana en diferentes formas, por lo cual debe
ejercerse una vigilancia moral resuelta. Debe ser rechazado por cualquier
uso de tecnología que socave o disminuya la dignidad personal o la
autonomía de los seres humanos. Esta prohibición moral se aplica a toda
clonación humana que valore la vida humana primordialmente en términos
de su función utilitaria o su valor comercial.

3) Alivio del sufrimiento humano. Es una responsabilidad cristiana de


prevenir el sufrimiento y preservar la calidad de la vida humana (Hech.

10:38; Luc. 9:2). Si es posible prevenir enfermedades genéticas a través del


uso de transferencia nuclear de célula somática, el empleo de esta
tecnología podría tener el objetivo de prevenir sufrimientos evitables.

4) Apoyo familiar. El plan de Dios es que sus hijos se desarrollen en el


contexto de una familia amorosa con la presencia, participación y apoyo

tanto del padre como de la madre (Prov. 22:6; Sal. 128:1-3; Efe. 6:4; 1 Tim.
5:8). Cualquier uso de transferencia nuclear de célula somática, como medio
de participación en la reproducción humana, debe ocurrir en el contexto de
la fidelidad en el matrimonio y el apoyo de una familia estable. Como en el
caso de otras formas de reproducción asistida, la participación de una tercer
parte, como lo es la persona sustituta, introduce problemas morales que
sería mejor evitar.

5) Mayordomía. Los principios de la mayordomía cristiana (Luc. 14:28; Prov.


3:9) son importantes en relación con todo tipo de reproducción humana
asistida, incluyendo la posibilidad de la transferencia nuclear de la célula
somática, que probablemente sería sumamente costosa. Las parejas
matrimoniales que buscan tales medios deben considerar los gastos
implicados en términos del ejercicio de su mayordomía.

6) Veracidad. La demanda de las Escrituras en cuanto a la comunicación es


que sea honesta (Prov. 12:22; Efe. 4:15, 25). Cualquier uso de clonación

propuesto debe explicarse por medio de los datos informativos más precisos
que estén disponibles, incluyendo la naturaleza del procedimiento,

sus riesgos potenciales y su costo.

7) Comprensión de la creación de Dios. El deseo de Dios para los seres


humanos es que aumente su aprecio y comprensión de su creación, que

incluye el conocimiento con respecto al cuerpo humano (Mat. 6:26-29; Sal.


8:3-9; 139:1-6, 13-16). Por esta razón, deben alentarse los esfuerzos por
conocer las estructuras biológicas en relación con la vida a través de
investigaciones éticas.
Dado el grado presente de conocimientos y el actual refinamiento del
procedimiento de transferencia nuclear de célula somática, la Iglesia
Adventista del Séptimo Día considera inaceptable el uso de esta técnica
para la clonación humana. Desde el punto de vista de nuestra
responsabilidad para aliviar la enfermedad y enriquecer la calidad de vida
humana, considera aceptable la continuación de las investigaciones con
animales apropiadas.

———————

* Probablemente habrá situaciones en las que se considere provechosa y


moralmente aceptable la clonación humana. Es posible, por ejemplo,
imaginar circunstancias en las que se contemple la clonación

en el contexto del matrimonio como único medio disponible de reproducción


para una pareja que no puede participar de la procreación normal. En otros
casos, los padres potenciales podrían ser agentes de los genéticos
defectuosos y desearían evitar el riesgo de dar a luz un bebé con una
enfermedad genética. El uso de transferencia nuclear de célula somática
podría ayudar a los padres a tener un hijo libre de esa enfermedad genética.
Por supuesto, muchas de las inquietudes con respecto a la identidad y
dignidad personal continúan presentes aun en el contexto de la fidelidad
familiar.

Como sucede con otras formas de reproducción humana asistida, los


beneficios potenciales de la transferencia nuclear de célula somática deben
ser comparados con sus riesgos.

Esta declaración fue votada durante el Concilio Anual de la Junta Directiva


de la Asociación General el domingo 27 de septiembre de 1998 en Foz de
Iguazú, Brasil.

———————

Los Editores: Ver un tratamiento de este tema en los números de


septiembre y noviembre de 1997 de la Revista Adventista.

Glosario:

Alelo: Una de las formas alternativas de un gen particular. Cada gen de un


organismo puede existir en formas levemente diferentes. Estas pequeñas
divergencias son responsables de algunas de las variaciones que
observamos en individuos diferentes dentro de poblaciones naturales. Por
ejemplo, alelos distintos para los genes que producen la hemoglobina
proteica de la sangre afectarán en gran medida la forma como las células
sanguíneas llevarán el oxígeno.
Célula germinal: Célula reproductiva. En los mamíferos y los seres humanos,
las células germinales son el esperma y los huevos (óvulos).

Célula somática: Cualquier célula del cuerpo de un mamífero o ser humano


que no sea una célula germinal.

Citoplasma: Todos los contenidos de una célula, menos el núcleo. El


citoplasma es el sitio donde ocurren muchos procesos importantes,
incluyendo la conjunción de proteínas y enzimas, y el procesamiento de
productos celulares. El citoplasma también contiene los mitocondrios,
cuerpos pequeños que son responsables de la trituración de los alimentos
que producen la energía necesaria para las actividades de las células.

Clones: Dos o más individuos con idéntico material genético. Los clones
humanos ocurren naturalmente en la forma de “gemelos idénticos”. Aunque
los gemelos comienzan la vida con el mismo material genético, a su debido
momento desarrollan distintas diferencias físicas (por ejemplo, huellas
digitales). Más adelante llegarán a ser individuos plenamente únicos, y con
distintas personalidades, como resultado de experiencias diferentes y
elecciones independientes. Un individuo concebido por medio de una
transferencia nuclear de célula somática sería al fin tan diferente de sus
progenitores como lo son los gemelos naturales.

Embrión: El estadio primitivo del desarrollo de un huevo fertilizado. En la


transferencia nuclear de célula somática se refiere a los estadios de
desarrollo primitivo de un

huevo sin núcleo después que se lo ha fusionado con una célula corporal.

Esperma: Una célula reproductora masculina.

Gestación: El período de tiempo que le toma a un embrión desarrollarse en


el útero a partir de un huevo fertilizado hasta el alumbramiento del nuevo
ser. La gestación comienza con la implantación del embrión en el útero y
termina con el nacimiento.

Huevo sin núcleo: Una célula reproductiva o embrionaria de la cual se ha


quitado el núcleo. Por lo general esto se realiza penetrando en la célula con
una aguja de vidrio muy fina y absorbiendo el núcleo mientras se observa el
proceso bajo un microscopio.

Núcleo: La estructura dentro de una célula que contiene el material genético


o los genes. El núcleo está rodeado por una membrana que lo separa de los
restantes componentes de la célula.
Óvulo (latín: ovum; plural: ova): Una célula embrionaria. Una célula
femenina fértil.

Transferencia nuclear de célula somática: Nombre técnico para el método


usado para producir el primer animal clonado, una oveja llamada “Dolly”.
Aunque el nombre sugiere que se usó un núcleo de una célula somática, en
realidad se trata de la fusión de una célula somática completa dentro de un
huevo sin núcleo.

Las relaciones humanas

Los adventistas deploran toda forma de discriminación basada en la raza, la


tribu, la nacionalidad, el color o el género, y procuran combatirla.

Creemos que cada persona fue creada a la imagen de Dios, quien hizo de
una sangre a todas las naciones (Hech. 17:26). Procuramos continuar el

ministerio reconciliador de Jesucristo, quien murió por todo el mundo porque


en él “ya no hay judío ni griego” (Gál. 3:28). Cualquier forma de racismo
elimina el corazón del evangelio cristiano.

Uno de los aspectos más perturbadores de nuestros tiempos es la


manifestación de racismo y tribalismo en muchas sociedades, algunas veces
con violencia, pero siempre con la denigración de los hombres y las
mujeres.

Como un cuerpo mundial presente en más de 200 naciones, los adventistas


procuran manifestar aceptación, amor y respeto hacia todos, y esparcir

este mensaje sanador a través de toda la sociedad.

La igualdad de todos los pueblos es una de las enseñanzas de nuestra


iglesia. Nuestra Creencia Fundamental Nº 14 declara: “En Cristo somos

una nueva creación; las distinciones de raza, cultura, educación y


nacionalidad, así como las diferencias entre posiciones elevadas y humildes,
ricos y pobres, varones y mujeres, no deben producir divisiones entre
nosotros.

Somos todos iguales en Cristo, el cual por un Espíritu nos ha unificado en


una comunión con él y los unos con los otros; debemos servir y ser servidos
sin parcialidad ni reservas”.
Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administratíva de la
Asociación General (ADCOM), y fue publicada por la Oficina del presidente,
Robert S. Folkenberg, en el Congreso de

la Asociación General realizado en Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de


julio de 1995.

Los derechos humanos

A propósito del 50º aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos

Desde sus mismos comienzos, a mediados del siglo XIX, la Iglesia


Adventista del Séptimo Día ha sostenido los derechos humanos. Inspirados

por los valores bíblicos, los primeros adventistas estuvieron involucrados en


la lucha contra la esclavitud y la injusticia. Reclamaban el derecho

de cada persona a elegir las creencias de acuerdo con su conciencia, y a


practicar y enseñar su religión con toda libertad, sin discriminación, siempre
respetando los iguales derechos de los demás. Los adventistas están
convencidos de que el ejercicio de la fuerza en la religión es contrario a los
principios divinos.

Al promover la libertad religiosa, la vida familiar, la educación, la salud, la


asistencia mutua y la satisfacción de las clamorosas necesidades humanas,
los adventistas afirman la dignidad de la persona humana creada a imagen
de Dios.

En 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos fue escrita y


adoptada por personas que habían salido de la destrucción sin precedentes,
la desorientación y la angustia de la Segunda Guerra Mundial. Esta
experiencia desgarradora les dio una visión de un mundo futuro de paz y
libertad, y el deseo de verlo. La Declaración Universal, salida de la parte
mejor y más elevada del corazón humano, es un documento fundamental
que apoya firmemente la dignidad humana, la libertad, la igualdad y la no
discriminación de las minorías. El Artículo 18, que sostiene la libertad
religiosa incondicional para creer y practicar la religión, es de importancia
especial, porque la libertad de religión es el derecho humano básico que
subyace y sostiene todos los demás derechos humanos.
Hoy, la Declaración Universal de los Derechos Humanos es a menudo
violada, y en particular el Artículo 18. La intolerancia, frecuentemente,

muestra su horrible cabeza, a pesar del progreso de los derechos humanos


logrados en muchas naciones. La Iglesia Adventista del Séptimo Día anima a
las Naciones Unidas, a las autoridades de los gobiernos, a los líderes
religiosos, a los creyentes y a las organizaciones no gubernamentales, a
trabajar en forma consistente en favor de la puesta en práctica de esta
Declaración.

Los políticos, los dirigentes sindicales, los maestros, los empleadores, los
representantes de los medios y todos los líderes de opinión deberían

apoyar firmemente los derechos humanos. Esta sería una respuesta al


creciente y violento extremismo religioso, a la intolerancia, a los crímenes
por odio y a la discriminación, ya sean basados en la religión o en un
secularismo antirreligioso, y ayudaría a reducirlo. De este modo, la
Declaración Universal crecería en importancia práctica y brillo, y nunca
llegaría a ser un documento irrelevante.

Esta declaración fue votada por la Comisión Administrativa de la Asociación


General el 17 de noviembre de 1998, y difundida por la Oficina de Asuntos
Públicos de la Asociación General.

Kosovo (una guerra)

La Iglesia Adventista del Séptimo Día expresa su grave preocupación con


respecto a la situación en Yugoslavia, particularmente en la provincia de

Kosovo. Aunque está preocupada por el bienestar de sus muchos feligreses


y del funcionamiento de la organización de la iglesia en esa parte del
mundo, la iglesia está aún más preocupada acerca del empeoramiento de la
situación humanitaria en Kosovo y otras zonas de la región, donde existen
centenares de miles de personas desplazadas y desamparadas.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día es una comunidad religiosa mundial y,


por principio, procura no involucrarse en problemas políticos. La

iglesia ha rehusado consistentemente a hacerlo, y tiene la intención de


mantener esta posición en la crisis actual que se centra en Kosovo. Sin
embargo, rechaza el uso de la violencia como método para resolver
conflictos, sean de limpieza étnica o de bombardeos.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día está lista para hacer su parte, con su
larga tradición de trabajo activo y silencioso en favor de los derechos
humanos, incluyendo específicamente la libertad religiosa y los derechos de
las minorías. La iglesia procurará hacerlo mediante su estructura
organizativa mundial, en cooperación con los dirigentes y los miembros de
la iglesia en la región de los Balcanes, para promover una comprensión más
profunda y un mayor respeto por los derechos humanos y la no
discriminación, para satisfacer las clamorosas necesidades humanas, y para
trabajar en favor de la reconciliación entre las comunidades nacionales,
étnicas y religiosas.

En la crisis actual, la Iglesia Adventista del Séptimo Día se ha comprometido


a hacer todo lo posible, a través de la Agencia de Desarrollo y Recursos
Asistenciales (ADRA, la agencia humanitaria establecida por la iglesia), a
llevar alivio a los muchos miles de refugiados, sin tomar en cuenta su
religión, grupo étnico al que pertenecen o estatus social, que han huido de
la provincia de Kosovo a los estados vecinos, observando muy de cerca la
situación y las necesidades de la población civil de Yugoslavia, dentro y
fuera de Kosovo. La iglesia utilizará su infraestructura en la región en sus
esfuerzos por aliviar la crisis.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día anima a la comunidad internacional y


a las autoridades de los gobiernos involucrados a luchar para poner

fin a la crisis sobre la base de los principios éticos, morales y cristianos de


los derechos humanos, y a la buena fe en las negociaciones que sean justas
para todos los que están involucrados, y que conduzca a mejores relaciones
entre ellos.

Además, la iglesia solicita a todos sus miembros, y a la comunidad de fe en


general, que ore por la ayuda divina con el fin de restaurar la paz y la

buena voluntad a esta región que tanto sufre.

Esta declaración fue votada por la Comisión Administrativa de la Asociación


General el 6 de abril de 1999, y publicada por la Oficina de Asuntos Públicos
de la Asociación General.

La alfabetización
La Iglesia Adventista del Séptimo Día aprecia el esfuerzo singular que las
mujeres realizan al cumplir la misión de la iglesia de difundir el evangelio.

Parte de esa misión involucra satisfacer las necesidades físicas,


intelectuales y sociales de quienes nos rodean, así como lo hizo Jesús
cuando

vivió sobre esta Tierra.

La investigación indica que existen seis grandes desafíos en la vida de todos


los seres humanos, y de las mujeres en particular, los cuales son:
alfabetización, pobreza, abuso, salud, horas y condiciones de trabajo, y
oportunidades para su adiestramiento. Para satisfacer mejor estas
necesidades, la Oficina del Ministerio de la Mujer de la Iglesia Adventista ha
lanzado un énfasis especial sobre la alfabetización para 1995.

La incapacidad de leer impacta todos los aspectos de la vida de una


persona: poder adquisitivo, oportunidades de carrera, acceso a las
informaciones sobre el cuidado de la salud, y aun la capacidad de criar
adecuadamente a sus hijos. Sin la habilidad de leer, pocas puertas de
oportunidad se abrirán ante ellas.

Enseñar a leer crea posibilidades sin límites para las personas con el fin de
informarse sobre temas tales como carreras, salud, cómo ser padres y el

matrimonio, y ofrece a los maestros oportunidades inmejorables para


afectar la vida de ellas mediante el ministerio.

Los adventistas reconocen una razón más vital para compartir el don de la
lectura. Creemos que la capacidad para leer la Palabra de Dios, las buenas
nuevas de la salvación, no debería reservarse para unos pocos privilegiados.

Afirmamos que cada hombre, mujer y niño debe tener acceso a las
verdades y al poder elevador de la Biblia.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la


Asociación General (ADCOM) y fue publicada por la Oficina del presidente,
Robert S. Folkenberg, en el Congreso de

la Asociación General celebrado en Utrecht, Holanda, entre el 29 de junio y


el 8 de julio de 1995.
Ataque terrorista en Londres, Inglaterra

Una declaración

En nombre de todos los que asistimos al 58º congreso mundial de la Iglesia


Adventista del Séptimo Día aquí, en St. Louis, deseamos expresar

nuestra conmoción y horror ante los actos de terror, brutalidad y


extremismo sin sentido vistos hoy en Londres. Nuestros pensamientos y
oraciones están con los heridos y desconsolados.

Estamos viviendo en un mundo crecientemente inestable y peligroso.

Reconocemos que existen los que equivocadamente ven la violencia como


la manera de promover su causa, pretendiendo que su causa es absoluta y
está plenamente justificado destruir vidas.

Los adventistas somos personas de paz y compasión. Nuestro Señor es el


Señor de la paz. Como pueblo, inequívocamente condenamos la violencia
como una solución. Las iglesias en el sur de Inglaterra están abiertas para
oraciones especiales, y el Centro Adventista, cercano a una de las
explosiones en el centro de Londres, permanece abierto para atender las
necesidades de los que están en el área. La iglesia está en contacto con
capellanes de hospitales en el área proveyendo apoyo en la medida que se
necesita.

Tristemente, vivimos en un mundo en el que estas atrocidades continúan


ocurriendo. Es una señal de los tiempos en los que vivimos. Pero aun

en el contexto de la aflicción agradecemos a Dios por la esperanza que él da


a todos los que creen. Anhelamos que llegue el momento cuando el pecado,
la muerte y el sufrimiento no existan más. Cuando regrese Jesús.

Emitido por el Departamento de Comunicación de la Asociación General de


la Iglesia Adventista del Séptimo Día, en el 58º Congreso de la Asociación
General, realizado en St. Louis, Missouri, Estados

Unidos de Norteamérica, el 7 de julio de 2005.


Afirmación del matrimonio

Las cuestiones relativas al matrimonio sólo pueden ser apreciadas en su


verdadera dimensión cuando se las contempla en el contexto del ideal

divino para el mismo. Dios estableció el matrimonio en el Edén, y Jesucristo


afirmó su carácter monógamo y heterosexual, definiéndolo como una

unión de amor y compañerismo para toda la vida entre un hombre y una


mujer. Al culminar su actividad creadora, Dios formó a la humanidad como

hombre y mujer hechos a su propia imagen; e instituyó el matrimonio como


un pacto basado en la unión física, emocional y espiritual de dos géneros, a
la que la Escritura llama “una sola carne”.

La unidad matrimonial, formada por la diversidad de los dos géneros


humanos, refleja de un modo singular la unidad dentro de la diversidad de

la propia Divinidad. A través de toda la Escritura, la unión heterosexual en el


matrimonio es exaltada como un símbolo de los lazos entre Dios y la
humanidad.

Es un testimonio humano del amor de un Dios que se da a sí mismo y de su


alianza con su pueblo. La armoniosa vinculación de un hombre

y una mujer en el matrimonio es el microcosmos de la unidad social que


siempre ha sido reconocida como el ingrediente fundamental de las
sociedades estables. Además, en la intención del Creador, la sexualidad
matrimonial no estaba destinada a servir sólo a un fin cohesivo, debía
también contribuir a la propagación y perpetuación de la familia humana. En
el propósito divino, la procreación brota de, y se entrelaza con el mismo
proceso mediante el cual el esposo y la esposa pueden encontrar alegría,
placer e integridad física. Es precisamente a un marido y a una esposa, cuyo
amor les ha permitido conocerse el uno al otro en un vínculo sexual
profundo, a quienes un niño puede ser confiado. El hijo es la personificación
viviente de su propia unidad. El niño en crecimiento se desarrolla
idóneamente en la atmósfera de unidad y amor matrimonial en el cual fue
concebido, y se beneficia de la relación con cada uno de sus padres
naturales.

Se declara que la unión monógama de un hombre y una mujer es el


fundamento divinamente ordenado de la familia y de la vida social, y que es
el
único ámbito moralmente apropiado para la expresión genital y las
intimidades sexuales a ella asociadas. No obstante, el estado matrimonial
no es el único plan de Dios para satisfacer las necesidades humanas de
relación o para conocer la experiencia de la familia. Las personas que están
solas en la vida y la amistad entre ellas están también dentro del plan de
Dios. El compañerismo y el apoyo de los amigos aparecen de modo
destacado en ambos testamentos de la Biblia. La confraternidad de la
iglesia, la casa de Dios, está disponible para todos, independientemente de
su estado civil. Sin embargo, la Escritura establece una clara demarcación
social y sexual entre dichas relaciones de amistad y el matrimonio.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día adhiere sin reservas a esta visión
bíblica del matrimonio, creyendo que cualquier atenuación de esa elevada

perspectiva supone, en idéntica medida, una rebaja del ideal celestial.


Debido a que el matrimonio ha sido corrompido por el pecado, la pureza y la

belleza del mismo, tal y como fue concebido por Dios, necesitan ser
restauradas.

Por medio de una adecuada valoración de la obra redentora de Cristo y de


la acción de su Espíritu en los corazones humanos, puede recobrarse

el propósito original del matrimonio y realizarse la deliciosa y benéfica


experiencia del matrimonio de un hombre y una mujer que unen sus vidas

en el compromiso conyugal.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa del


Asociación General (ADCOM) el 23 de abril de 1996.

La paz

Uno de los problemas políticos y éticos más grandes de nuestros días es el


tema de la guerra y la paz. Es confuso y complejo. La desesperanza

flota en los corazones y las mentes, pues millones temen un holocausto


nuclear sin una esperanza básica en una vida posterior o una vida eterna.

Hoy hay una situación nueva, sin paralelo en la historia. Los seres humanos
han desarrollado los medios para destrucción propia de la humanidad,
medios que están llegando a ser cada vez más “efectivos” y
“perfeccionados”, aunque difícilmente sean estas las palabras correctas.
Desde la Segunda Guerra Mundial, los civiles ya no son dañados en forma
ocasional o incidental; han llegado a ser el blanco.

Los cristianos creen que la guerra es el resultado del pecado. Desde la caída
del hombre, la lucha ha sido un hecho permanente de la existencia

humana. “Satanás se deleita en la guerra... Su objetivo consiste en hostigar


a las naciones a hacerse mutuamente la guerra” (El conflicto de los siglos,
p. 646). Es una táctica de distracción para interferir con la tarea del
evangelio.

Aunque se ha evitado un conflicto global durante los últimos 40 años, ha


habido tal vez unas 150 guerras entre naciones y dentro de algunas
naciones, en las que perecieron millones de personas.

Hoy, virtualmente cada gobierno pretende trabajar para el desarme y la


paz. Pero a menudo los hechos conocidos parecen apuntar en otra
dirección. Las naciones gastan una porción enorme de sus recursos
financieros para acumular materiales nucleares y otros materiales de
guerra, suficientes para destruir la civilización como la conocemos hoy. Los
informes que dan las noticias se concentran en los millones de hombres,
mujeres y niños que sufren y mueren en guerras e intranquilidad civil, y
tienen que vivir en la pobreza y la miseria. La carrera armamenticia, con su
colosal desperdicio de fondos y recursos humanos, es una de las
obscenidades obvias de nuestros días.

Por lo tanto, es correcto y adecuado que los cristianos promuevan la paz. La


Iglesia Adventista del Séptimo Día anima a cada nación a transformar

“sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces” (Isa. 2:4). La


Creencia Fundamental Nº 7 de la Iglesia Adventista, basada en la Biblia,

afirma que los hombres y las mujeres fueron “creados para la gloria de
Dios” y “se los llama a amar a su Creador y los unos a los otros, y a cuidar

de su ambiente”, no a destruirlo o a herirse entre sí. Cristo mismo dijo:


“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de

Dios” (Mat. 5:9).

Aunque no se puede obtener la paz con pronunciamientos oficiales de la


iglesia, la iglesia cristiana auténtica debe trabajar por la paz entre el primer
y el segundo advenimientos de Cristo. Sin embargo, la esperanza de la
segunda venida de Cristo no debe existir en un vacío social. La esperanza
adventista debe manifestarse y traducirse en una profunda preocupación
por el bienestar de cada miembro de la familia humana. Al mismo tiempo,
es verdad que la acción cristiana de hoy y mañana no introducirá por sí
misma el próximo reino de paz; sólo Dios puede iniciar este reino con el
regreso de su Hijo.

En un mundo lleno de odio y contiendas, en un mundo de luchas ideológicas


y conflictos militares, los adventistas desean ser conocidos como

pacificadores, y trabajar para la justicia y la paz universales bajo Cristo


como la cabeza de una nueva humanidad.

Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación


General, Neal C. Wilson, después de consultas con los 16 vicepresidentes
mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo

Día, el 27 de junio de 1985 en el Congreso de la Asociación General


desarrollado en Nueva Orleans, Luisiana, EE.UU

Un llamado a la paz

Vivimos en un mundo cada vez más inestable y peligroso. Los eventos


recientes resultaron en un aumento del sentimiento de vulnerabilidad

y del temor individual o colectivo ante la violencia. En el mundo, millones de


personas son perseguidas por la guerra y por un sentimiento de aprensión,
oprimidas por el odio y por la intimidación.

Guerra total

Desde mediados del siglo pasado la humanidad ha vivido en una era de


guerra total. Eso implica que, teóricamente hablando, los habitantes de la

Tierra pueden eliminar toda su civilización, evitable sólo por la providencia


divina. Armas bioquímicas y nucleares de destrucción masiva están

apuntadas hacia los grandes centros urbanos. Naciones y sociedades son


movilizadas para la guerra o son su blanco, y, cuando irrumpe el conflicto,
éste se desarrolla con gran violencia y destrucción. La justificación para la
guerra se ha tornado más compleja, sobre todo porque los avances
tecnológicos hacen posible una mayor precisión en los blancos de
destrucción con un mínimo de muertes entre la población civil.

Una nueva dimensión

Mientras las Naciones Unidas y varios organismos religiosos han proclamado


a la primera década del siglo XXI como la década de la promoción de la paz
y seguridad en lugar de la violencia en sus diferentes formas, ha surgido
una nueva e insidiosa dimensión de la violencia: el terrorismo internacional
organizado. El terrorismo en sí no es algo nuevo, lo nuevo es la red mundial
de terrorismo. Un nuevo factor es asociar el terrorismo a supuestos
mandatos divinos que darían un fundamento intelectual, bajo pretexto de
una guerra cultural o incluso una guerra “religiosa”.

El aumento del terrorismo internacional deja en claro que no se trata sólo de


una nación o Estado que hace la guerra, sino de grupos humanos que

se unen para ese fin. Como lo destacó una prominente fundadora de la


Iglesia Adventista del Séptimo Día cien años atrás, “la inhumanidad del
hombre para con el hombre es nuestro mayor pecado” (El ministerio de
curación, p. 121). Es un hecho que la naturaleza humana tiende hacia la
violencia.

Partiendo de la perspectiva cristiana, todas esas acciones deshumanas son


de hecho parte de la guerra cósmica, del gran conflicto entre el bien y el
mal.

El terrorismo explota el concepto de Dios

Los terroristas, especialmente aquellos cuyas motivaciones están fundadas


en la religión, reivindican que su causa es absoluta, y que por eso matar
indiscriminadamente se justifica plenamente. Mientras reivindican ser
representantes de la justicia de Dios, dejan de representar totalmente el
gran amor de Dios.

También este tipo de terrorismo internacional es totalmente ajeno al


concepto de libertad religiosa. Se basa en un extremismo político y/o
religioso,

y en un fanatismo fundamentalista que se arroga el derecho de imponer


determinada convicción religiosa o visión mundial y de destruir a los

que se oponen a sus convicciones. Imponer el punto de vista religioso


personal a otros por medios inquisitivos y de terror involucra el deseo de
explotar y manipular a Dios dándole una imagen maligna y violenta. El
resultado es desconsideración por la dignidad de los seres humanos creados
a imagen de Dios.
Aunque es inevitable que las naciones y los pueblos intenten defenderse de
la violencia y el terrorismo a través de una respuesta militar que puede
representar éxito a corto plazo, una respuesta efectiva a los problemas
profundos de divisiones en la sociedad no puede ser alcanzada por el uso de
medios violentos.

Los pilares de la paz

Tanto desde la perspectiva cristiana como desde la práctica, la paz


duradera involucra por lo menos cuatro elementos: diálogo, justicia, perdón

y reconciliación.

Diálogo - Existe la necesidad de diálogo o discusión en lugar de discursos


violentos y gritos de guerra. La paz duradera no es el resultado de medidas
violentas, sino que se la alcanza por medio de la negociación, el diálogo e,
inevitablemente, el compromiso político. El discurso racional tiene más
autoridad que la fuerza militar. Conforme lo enseña la Biblia,
particularmente los cristianos tienen que estar dispuestos al “diálogo”.

Justicia - Lamentablemente, el mundo está lleno de injusticia, que tiene


como consecuencia la contienda. La justicia y la paz van tomadas de la
mano, así como la injusticia y la guerra. La pobreza y explotación originan el
descontento y la desesperanza, que conducen a la desesperación y la
violencia.

Por otro lado, “la palabra de Dios no sanciona los métodos que enriquezcan
a una clase mediante la opresión y las penurias impuestas a otra”

(El ministerio de curación, p. 141).

La justicia requiere respeto por los derechos humanos, en especial por la


libertad religiosa, que trata acerca de las aspiraciones humanas más
profundas y es el fundamento de todo derecho humano. La justicia requiere
ausencia de discriminación, respeto por la dignidad e igualdad humanas, y
una distribución más equitativa en la atención de las necesidades de la vida.

Las políticas sociales y económicas darán por resultado la paz o el


descontento.

La preocupación de los adventistas por la justicia social se manifiesta a


través del apoyo y la promoción de la libertad religiosa, y por medio

de organizaciones y departamentos de la iglesia que trabajan para mitigar


la pobreza y las condiciones de marginación. Tales esfuerzos por parte
de la iglesia pueden, a lo largo del tiempo, reducir el resentimiento y el
terrorismo.

Perdón - El perdón normalmente es considerado como algo necesario para


restablecer las relaciones interpersonales rotas. Es enaltecido en la oración
que Jesús enseñó a sus seguidores (Mat. 6:12). Sin embargo, no debemos
olvidar las dimensiones corporativas, sociales e incluso internacionales.

Para que exista paz es vital dejar los fardos del pasado, trasponer el suelo
devastado por la guerra y empeñarse en la reconciliación. Como mínimo

requiere el olvido de las injusticias y violencias del pasado; y más, involucra


el perdón que absorbe el dolor sin venganza.

Debido a la naturaleza pecaminosa de los seres humanos y a la violencia


resultante, es necesario algún tipo de perdón con el fin de romper el círculo
vicioso de resentimiento, odio y deseo de venganza en todos los niveles.

El perdón es contrario a la naturaleza humana. Lo natural para los seres


humanos es la venganza y el devolver mal por mal.

Por tanto, en primer lugar, existe la necesidad de promover la cultura del


perdón en la iglesia. Como cristianos y líderes de la iglesia, es nuestro

deber ayudar a individuos y naciones a libertarse de las amarras del pasado


y a rehusarse, año tras año y generación tras generación, a gestar el odio y
la violencia en relación con experiencias pasadas.

Reconciliación - El perdón proporciona el fundamento para la reconciliación,


que está acompañada de la restauración de las relaciones rotas y

hostiles. La reconciliación es la única vía para el éxito en el camino de la


cooperación, armonía y paz.

Convocamos a iglesias y a líderes cristianos a ejercer el ministerio de la


reconciliación y a actuar como embajadores de buena voluntad, sinceridad

y perdón (ver 2 Cor. 5:17-19). Ésta siempre será una tarea difícil y sensible.

Mientras intentamos evitar las muchas trampas que están a lo largo del
camino, debemos proclamar la libertad en la tierra y decir NO a la
persecución, discriminación, abyecta pobreza y otras formas de injusticia.
Es responsabilidad cristiana empeñarnos en proveer protección a los que
están en peligro de sufrir violencia, explotación y terrorismo.

Apoyo a la calidad de vida


Son válidos, pero no bastan, los esfuerzos silenciosos de organismos
religiosos y de individuos que actúan detrás de escena. “No somos
solamente criaturas de un ambiente espiritual. Estamos activamente
interesados en todo lo que afecta al trazado del camino por el que nuestra
vida transita, y estamos preocupados con el bienestar de nuestro planeta”.
El ministerio cristiano de la reconciliación “contribuirá a la restauración de la
dignidad, igualdad y unidad humana por medio de la cual los seres humanos
se ven unos a los otros como miembros de la familia de Dios” (Citado del Pr.
Jan Paulsen, presidente de la Asociación General de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día).

Las iglesias no deberían ser sólo conocidas por sus contribuciones


espirituales, aunque éstas sean fundamentales, sino también por su apoyo a
la

calidad de vida; en relación con esto último, promover la paz resulta


esencial.

Necesitamos arrepentirnos de las expresiones o los actos de violencia en los


cuales los cristianos y las iglesias, a lo largo de la historia y hasta
recientemente, estuvieron involucrados como actores, o siendo tolerantes y
hasta justificándolos. Convocamos a los cristianos y a las personas de buena
voluntad alrededor del mundo a participar activamente en la promoción y
sustentación de la paz, siendo de este modo parte de la solución y no del
problema.

Pacificadores

La Iglesia Adventista del Séptimo Día aboga por una armonía no coercitiva
del venidero reino de Dios. Esto requiere la construcción de puentes

que promuevan la reconciliación entre los varios lados del conflicto. De


acuerdo con las palabras del profeta Isaías, “serás llamado reparador de

portillos, restaurador de calzadas para habitar” (Isa. 58:12). Jesucristo, el


Príncipe de la Paz, desea que sus seguidores sean pacificadores en la
sociedad, y por eso los llama bienaventurados (Mat. 5:9).

Cultura de la paz por medio de la educación

La Iglesia Adventista del Séptimo Día opera el segundo mayor sistema


educacional eclesiástico del mundo. Cada una de sus más de seis mil
instituciones de enseñanza, desde los cursos elementales hasta el superior,
está siendo incentivada a dedicar una semana del año lectivo para enfatizar
y enaltecer, por medio de programas diversos, el respeto, la conciencia
cultural, la no-violencia, el ser pacificadores, la solución de conflictos y la
reconciliación; todo como una contribución “adventista” específica a la
cultura de la armonía y de la paz social. Con esto en mente, el
departamento de Educación de la iglesia está preparando un currículo y
otros materiales que tienen como objetivo ayudar a la implementación de
este programa relacionado con la paz.

La instrucción del feligrés con relación a la no-violencia, a la paz y a la


reconciliación necesita ser un proceso continuo. Los pastores son
convocados a utilizar el púlpito para proclamar el evangelio de la paz, el
perdón y la reconciliación –que rompe las barreras creadas por las
diferencias raciales, étnicas, de nacionalidad, de sexo y religiosas–, y a
promover relaciones humanas pacíficas entre individuos, grupos y naciones.

La esperanza cristiana

Aunque la promoción de la paz parezca una tarea imposible, existe la


promesa y la posibilidad de transformación por medio de la renovación.
Toda

violencia y terrorismo es, desde el punto de vista teológico, un aspecto de la


continua controversia entre Cristo y Satanás. El cristiano tiene esperanza
porque tiene certeza de que el mal, el misterio de la iniquidad, seguirá su
curso y será vencido por el Príncipe de Paz cuando el mundo sea
restaurado.

Esta es nuestra esperanza. El Antiguo Testamento, a pesar de registrar


guerras y violencias, presenta el anhelo de la nueva creación y sus
promesas que, así como en el Nuevo Testamento, ponen fin al círculo
vicioso de guerra y terror, cuando las armas desaparecerán y se tornarán
implementos agrícolas, y la paz y el conocimiento de Dios y su amor
cubrirán la tierra así como las aguas los océanos (ver Isa. 2:4; 11:9).

Mientras tanto, debemos seguir en todas nuestras relaciones la regla de oro,


que nos pide que hagamos a los demás aquello que gustaríamos que

los otros nos hagan (ver Mat. 7:12), y no sólo amar a Dios sino también
amar como él ama (ver 1 Juan 3:14, 15; 4:11, 20, 21).

Esta declaración fue votada durante el Concilio de Primavera de la Junta


Ejecutiva de la Asociación General realizada el 18 de abril de 2002 en Silver
Spring, Maryland.

El mensaje de paz para toda la gente de buena voluntad


Nuestro mundo tiene tensiones internacionales, explotación habitual, caos
económico, terrorismo frecuente y repetida apelación a las armas.

Esta hostilidad e incertidumbre ponen en peligro la paz y la civilización en


este planeta. Crean obstáculos al testimonio cristiano a través de las
fronteras, y tienden a inhibir la evangelización. Pueden conducir a crear
restricciones a la libertad religiosa.

Cuando los adventistas enfrentan este mundo tormentoso y confundido, se


despierta su conciencia. Los delegados a la 53ª sesión del Congreso

de la Asociación General invitan al pueblo de Dios de todos los países a orar


fervientemente por la paz mundial y la retención de los vientos de
contiendas y guerras. Los adventistas, por precepto y por ejemplo, deben
levantarse y trabajar en favor de la paz y la buena voluntad hacia los
hombres, y así ser llamados pacificadores y constructores de puentes.

Invitamos a todos los adventistas y a otras personas de buena voluntad que,


en lo que esté a su alcance, ayuden a crear una atmósfera de cooperación y
fraternidad que conduzca a intercambios entre culturas y sistemas
ideológicos diferentes, y a una mejor comprensión entre las personas de
todas las razas, creencias religiosas y convicciones políticas.

Siendo que el tiempo es corto, y en vista de las innumerables oportunidades


ante el pueblo de Dios para testificar y hacer avanzar el evangelio,

mientras la situación preapocalíptica prevalezca todavía, llamamos con


sentido de urgencia a cada hijo de Dios a participar en un programa
concertado de evangelización en todos los continentes y conducido “por su
Espíritu”.

Esta declaración fue adoptada por el Congreso de la Asociación General


realizado en Dallas, Texas, en abril de 1980.

La pornografía

Diversos tribunales y culturas podrán debatir las definiciones y


consecuencias de la pornografía (las publicaciones de desviaciones
sexuales),
pero sobre la base de principios eternos, los adventistas de cualquier
cultura estiman que la pornografía es destructiva, degradante,
insensibilizadora y explotadora.

Es destructiva de las relaciones maritales, aniquilando el propósito de Dios


de que el esposo y la esposa se mantengan tan estrechamente unidos

que lleguen a ser, simbólicamente, “una carne” (Gén. 2:24).

Es degradante, pues define a una mujer (y en algunos casos a un hombre)


no como un todo espiritual, mental y físico, sino como un objeto sexual

de una sola dimensión y descartable, privándola así de su valor y el respeto


que merece y su derecho como hija de Dios.

Es insensibilizadora del lector u observador, encalleciendo la conciencia y


oscureciendo su corazón, y produciendo así una “mente reprobada”

(Rom. 1:22, 28).

Es explotadora, complace la sensualidad y, básicamente, es abusiva, por lo


que es contraria a la Regla de Oro, que insiste en que uno trate a otros

como desea ser tratado (Mat. 7:12). La pornografía infantil es


particularmente detestable. Jesús dijo: “Y cualquiera que haga tropezar a
alguno de

estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello
una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar”
(Mat. 18:6).

Aunque Norman Cousins puede no haberlo dicho en lenguaje bíblico, ha


escrito con gran percepción: “El problema con esta pornografía tan
difundida... no es que corrompe sino que insensibiliza; no es que desata las
pasiones, sino que paraliza las emociones; no es que estimula una actitud
madura, sino que es una reversión a las obsesiones infantiles; no es que
quita las anteojeras, sino que distorsiona la visión. Se proclama la destreza
pero se niega el amor. Lo que tenemos no es liberación sino
deshumanización” (Saturday Review of Literature, 20 de setiembre de
1975).

Una sociedad infestada con normas cada vez más bajas de decencia, con
una creciente prostitución infantil, embarazos de adolescentes, ataques
sexuales a mujeres y niños, mentalidades deterioradas por las drogas y el
crimen organizado, no puede realmente permitirse que la pornografía
contribuya a esos males.
Muy sabio es el consejo del primer gran teólogo del cristianismo: “Todo lo
que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo

lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo


digno de alabanza, en esto pensad” (Fil. 4: 8). Este es un consejo que todos
los cristianos harían bien en aceptar.

Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación


General, Neal C. Wilson, después de consultas a los 16 vicepresidentes
mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día,

el 5 de julio de 1990 en ocasión del Congreso de la Asociación General


celebrado en Indianápolis, Indiana, EE.UU.

Libertad religiosa, evangelización y proselitismo

Los adventistas creen que la libertad religiosa es un derecho humano


básico. Como cristianos, estamos convencidos de que la diseminación de

la religión no es sólo un derecho, sino una gozosa responsabilidad basada


en un mandato divino para testificar.

Dios ha llamado a los cristianos a la evangelización, la proclamación de las


buenas noticias de la salvación en Cristo (Mat. 28:19, 20). Esto es central en
la vida y el testimonio cristianos. Por esta razón, el cristianismo es
misionero por su misma naturaleza.

Al afirmar la misión global y la evangelización, los adventistas están


motivados por una obediencia voluntaria y dispuesta a cumplir la comisión

de Cristo, y por un sincero deseo de que cada ser humano sea salvo y
herede la vida eterna. También están motivados por un sentido de urgencia
en espera del inminente regreso de Cristo. Al procurar cumplir la comisión
evangélica, los adventistas están testificando, predicando y sirviendo en
más de 200 naciones.

En el contexto de la diseminación de la religión, el problema del


proselitismo ha surgido por cuanto se define el término “proselitismo” de
diferentes maneras y se le da en forma creciente una connotación
peyorativa, asociado con medios de persuasión no éticos, incluyendo la
fuerza. Los adventistas condenan inequívocamente el uso de tales métodos.
Ellos creen que la fe y la religión se diseminan mejor cuando se manifiestan
las convicciones enseñándolas con humildad y respeto, y cuando el
testimonio de la vida de cada uno está en armonía con el mensaje
anunciado, evocando una aceptación alegre y libre de los que son
evangelizados.

Las actividades misionales y de evangelización necesitan respetar la


dignidad de los seres humanos. Las personas deben ser trasparentes y
veraces cuando tratan con otros grupos religiosos. Se debe usar
terminología que evite ofender a otras comunidades religiosas. No deben
hacerse declaraciones que sean falsas o que ridiculicen a otras religiones.

La conversión es una experiencia del Espíritu, y por lo tanto no debería estar


conectada con ofertas o recepción de incentivos materiales. Aunque

debe reconocerse plenamente el derecho de ocuparse en actividades


humanitarias, tales acciones nunca deben estar ligadas a la evangelización
de manera que exploten a personas vulnerables con la oferta de incentivos
financieros o materiales para inducirlos a cambiar de religión.

Los adventistas están comprometidos en servir a su prójimo con la


predicación del evangelio eterno a toda nación, tribu, lengua y pueblo
(Apoc.

14:6).

Esta declaración fue votada por la Comisión Administrativa de la Asociación


General (ADCOM), para ser difundida en ocasión de la sesión de la
Asociación General en Toronto, Canadá, entre el 29 de junio y el 9 de julio
de 2000.

Ser transformados en Cristo

Una afirmación de los valores y la calidad de vida cristianos

Para los adventistas, el cristianismo es más que un conjunto de creencias o


la asistencia regular a la iglesia; es una manera de vivir. Los
acontecimientos de los años recientes han mostrado que nuestro mundo
necesita de personas cuyas vidas sean un ejemplo de los valores históricos
del cristianismo, particularmente ante el relativismo que prevalece en la
sociedad.

Como lo revela la Santa Palabra, Dios ofrece valores eternos en los Diez
Mandamientos, que fueron grabados en piedra por su propia mano (Éxo.

31:18), y en Jesucristo, la personificación de esos valores. Jesús dijo que


vino “para cumplir” cada punto de esa ley, que ni siquiera una tilde
desaparecería “hasta que todo se haya cumplido” (Mat. 5:18).

El estilo de vida adventista es distintivo. Asignamos alto valor a la sencillez


y a las virtudes que desde hace mucho tiempo han constituido la base

de la sociedad: la familia, la integridad, el trabajo, la honestidad y la pureza.

Defendemos la modestia en el vestir y en el adorno personal, y una buena


mayordomía de nuestros recursos. Buscamos la belleza y el refinamiento

en palabras y acciones, a medida que crecemos continuamente hacia la


integridad que Dios desea para nosotros.

Hay dos elementos claves del estilo de vida adventista que tienen una
relación directa con la “calidad de vida”: específicamente el sábado y la
vida saludable. Los adventistas observamos el séptimo día, sábado, de
acuerdo con el mandato bíblico (Éxo. 20:8). Durante 24 horas dejamos de
lado los trabajos y cuidados de la semana, entrando en el ritmo del
descanso sabático, que refleja nuestro reposo en la salvación en Jesucristo,
nuestro Salvador y Señor. Pasamos el sábado en adoración, con la familia y
ayudando a otros.

Como cristianos, los adventistas también hacemos un fuerte énfasis en la


salud. Todo lo que somos –incluyendo nuestros cuerpos físicos– existe

para el uso de Dios y su alabanza. Por lo tanto, promovemos una dieta


saludable (incluyendo una dieta vegetariana), el ejercicio, el suficiente
descanso, la confianza en Dios y la abstinencia de alcohol, tabaco y otras
drogas dañinas.

Además de estos valores personales y colectivos, los cristianos adventistas


(en realidad, todos los que aceptan a Cristo como su Señor y Salvador) son
llamados a mantener los valores cristianos del amor y la esperanza,
expresándolos en una vida de fe. Tal expresión es, en sí misma, un desafío a
la ambigüedad moral y la decadencia de valores que impregna la sociedad,
y da testimonio de la calidad de vida disponible para todo el que responda a
la invitación del evangelio.
Esta declaración fue votada por la Junta Directiva de la Asociación General
de los Adventistas del Séptimo Día, para ser publicada en ocasión del
Congreso de la Asociación General realizado en St.

Louis, Missouri, EE.UU., el 5 de julio de 2005.

El racismo

Uno de los males odiosos de nuestros días es el racismo, la creencia o la


práctica que considera o trata a ciertos grupos raciales como inferiores

y, por lo tanto, justifica que se los haga objeto de discriminación,


dominación y segregación.

Aunque el pecado del racismo es un fenómeno muy antiguo basado en la


ignorancia, el miedo, la separación y el falso orgullo, algunas de sus
manifestaciones más repugnantes han ocurrido en nuestros días. El racismo
y los prejuicios irracionales actúan como un círculo vicioso. El racismo está
entre los prejuicios más arraigados que caracterizan a los seres humanos
pecaminosos. Sus consecuencias son generalmente muy devastadoras,
porque el racismo fácilmente llega a institucionalizarse y a legalizarse en
forma permanente, y sus manifestaciones extremas pueden conducir a una
persecución sistemática y aun al genocidio.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día deplora todas las formas de racismo,
incluyendo la política del apartheid con su segregación forzada y su

discriminación legalizada.

Los adventistas desean ser fieles al ministerio reconciliador asignado a la


iglesia cristiana. Como una comunidad mundial de fe, la Iglesia Adventista
del Séptimo Día desea testificar y exhibir en sus propias filas la unidad y el
amor que trasciende las diferencias raciales y se sobrepone a la pasada
alienación entre las razas.

Las Escrituras claramente enseñan que cada persona fue creada a la


imagen de Dios, quien “de una sangre ha hecho todo el linaje de los
hombres,

para que habiten sobre toda la faz de la tierra” (Hech. 17:26). La


discriminación racial es un agravio a los seres humanos compañeros
nuestros, quienes fueron creados a la imagen de Dios. Por lo tanto, el
racismo es realmente una herejía y en esencia una forma de idolatría,
porque limita la paternidad de Dios al negar la hermandad de toda la
humanidad y al exaltar la superioridad de la raza de uno mismo.

Las normas para los adventistas son reconocidas en la Creencia


Fundamental Nº 14, basada en la Biblia, “La unidad en el cuerpo de Cristo”.
Allí

se señala: “En Cristo somos una nueva creación; las distinciones de raza,
cultura, educación y nacionalidad, así como las diferencias entre posiciones
elevadas y humildes, ricos y pobres, varones y mujeres, no deben producir
divisiones entre nosotros. Somos todos iguales en Cristo, el cual por un
Espíritu nos ha unificado en una comunión con él y los unos con los otros;
debemos servir y ser servidos sin parcialidad ni reservas”.

Cualquier otro enfoque destruye el centro del evangelio cristiano.

Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación


General, Neal C. Wilson, después de consultas con los 16 vicepresidentes
mundiales de la Iglesia Adventista del Séptimo

Día, el 27 de junio de 1985 en el Congreso de la Asociación General


celebrado en Nueva Orleans, Luisiana, EE.UU.

Extremismo religioso

Un peligro para la libertad religiosa

Desde el comienzo de la iglesia, los adventistas han reconocido su


responsabilidad cristiana como promotores activos de la libertad religiosa,

creyendo que cada persona tiene libertad de conciencia y el derecho de


expresión religiosa, sujeto a iguales derechos que los demás. Los
adventistas han estado y continuarán cooperando y trabajando junto con
otras personas y organizaciones con el fin de defender la libertad religiosa
de todos los pueblos, particularmente en conjunción con la Asociación
Internacional de Libertad Religiosa, fundada en 1893.

Si bien las Naciones Unidas en sus declaraciones y convenciones han


expuesto claramente los principios de la libertad religiosa, y aun cuando
muchos países han adoptado estos principios en sus constituciones y leyes,
en la práctica esta libertad está siendo atacada a menudo en un número
creciente de países, especialmente en relación con las minorías religiosas.

Dos peligrosas fuerzas opositoras están obrando en el mundo moderno,


ambas con la capacidad de violar la libertad religiosa:

1) Primeramente, existe un tipo de secularización antirreligiosa que quiere


eliminar la religión de la vida pública y social. En varios países se

han publicado listas de grupos religiosos supuestamente “peligrosos”, que


casi siempre son minorías, y se los cataloga como “sectas”. A esos cuerpos
religiosos se les puede negar el acceso a los medios de comunicación y a
veces experimentan la hostilidad de la prensa.

2) En segundo lugar, existe un crecimiento del fundamentalismo religioso –


que es extremismo religioso– que está surgiendo en muchas religiones

mundiales. En sus peores manifestaciones, este extremismo religioso está


comprometido en la violencia dirigida, no solamente para restringir la

libertad religiosa, sino también para eliminar aquellos que sostienen


creencias diferentes. También están surgiendo la discriminación y los
crímenes basados en el odio religioso. Esta posición extremista expresa
oposición hacia las creencias y los creyentes que considera que están en
error, y pisotea derechos humanos fundamentales. Tales actitudes son
condenadas correctamente por todas las personas de buena fe.

Llamamos a todos, tanto dentro como fuera de nuestra comunidad de fe, a


trabajar sabia y efectivamente para reducir la intolerancia y el extremismo
religiosos. La educación debería jugar un papel cada vez más significativo al
enseñar el respeto por los derechos religiosos de toda persona y ayudar a
establecer una cultura de la paz y la tolerancia religiosa. La dignidad de
todos los seres humanos, creados a la imagen de Dios, requiere respeto
mientras los cristianos buscan testificar a los que tienen otra fe. Se debería
usar una terminología precisa, transparente, y que no sea deliberadamente
ofensiva.

Esta declaración fue votada por la Junta Directiva de la Asociación General


de los Adventistas del Séptimo Día, para ser publicada en el Congreso de la
Asociación General realizado en St. Louis,

Missouri, EE.UU., el 5 de julio de 2005.


La libertad religiosa

Durante más de un siglo, los adventistas han sido activos promotores de la


libertad religiosa. Reconocemos la necesidad de defender la libertad

de conciencia y de religión como un derecho humano fundamental, en


armonía con los instrumentos de las Naciones Unidas.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día tiene presencia en 209 países. Con
algunas excepciones, los adventistas constituyen una minoría religiosa, y

en ocasiones han estado sujetos a restricciones y discriminación. En


consecuencia, han sentido la necesidad de defender los derechos humanos.

Como ciudadanos leales, los adventistas creen que tienen el derecho a la


libertad de religión, sujetos a los mismos derechos que los demás. Esto

implica la libertad de reunirse para recibir instrucción y para adorar, adorar


en el sábado, séptimo día de la semana, y a diseminar sus conceptos
religiosos por medio de predicaciones públicas o por los medios de
comunicación.

Además, esta libertad incluye el derecho de cambiar de religión, así como el


de invitar respetuosamente a otros a hacer lo mismo. Cada persona

tiene el derecho de demandar consideración cuando la conciencia no le


permita realizar ciertos deberes públicos, tales como el llevar armas.
Siempre

que las iglesias tengan acceso a los medios públicos, los adventistas
deberían ser incluidos por razones de equidad.

Seguiremos cooperando con otros para defender la libertad religiosa de


todas las personas, incluyendo aquellos con quienes no estemos de
acuerdo.
Esta declaración pública fue difundida por el presidente de la Asociación
General, Neal C. Wilson, después de consultas a los 16 vicepresidentes
mundiales de 1a Iglesia Adventista del Séptimo Día, el 5 de julio de 1990 en
ocasión del Congreso de la Asociación General celebrado en Indianápolis,
Indiana, EE.UU.

Minorías religiosas y libertad religiosa

Declaración de compromiso y preocupación

Alo largo de la historia las minorías religiosas con frecuencia han estado
sujetas a discriminación y persecución directa. Hoy la intolerancia religiosa

y el prejuicio están aumentando otra vez. A pesar de la afirmación de que


todos pueden tener y diseminar conceptos religiosos y cambiar su religión,
más una afirmación sostenida por instrumentos y documentos de las
Naciones Unidas que incluyen un “Documento Internacional de Derechos”,

muchos países niegan este derecho a sus ciudadanos.

Los instrumentos internacionales condenan la discriminación en contra de


las minorías, pero trágicamente algunas naciones han publicado listas de

grupos religiosos descritos como sectas potencialmente peligrosas. Se han


establecido comisiones en contra de las sectas, se ha adiestrado a personal

de investigaciones y se han publicado leyes restrictivas. Centenares de


miles de creyentes inocentes están ahora bajo la sospecha oficial y se los
trata

como ciudadanos de segunda clase. Todo esto viola la libertad religiosa, que
es el derecho fundamental más básico y esencial de la humanidad. Los

adventistas creen en la obediencia a las leyes del país en que viven,


mientras ellas no estén en conflicto con las leyes de Dios. Sin embargo, nos
oponemos a toda ley, reglamento o actividad que discrimine contra las
minorías religiosas.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día sostiene la libertad religiosa para
todos, así como la separación de la Iglesia del Estado. Las Escrituras
enseñan

que el Dios que dio la vida también dio la libertad de elegir. Dios sólo acepta
el homenaje que se le da libremente. Los adventistas creen, además,

que la ley debe ser aplicada por igual y sin favoritismo caprichoso.
Afirmamos que ningún grupo religioso debería ser juzgado porque algunos
de sus

adherentes parecen ser extremistas. La libertad religiosa es coartada


cuando una conducta agresiva o violenta viola los derechos humanos de los
demás.

En apoyo al Artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos


Humanos de las Naciones Unidas y otros instrumentos internacionales, y

en armonía con sus creencias y su historia, la Iglesia Adventista del Séptimo


Día se compromete plenamente a promover, defender y proteger la libertad
religiosa para cada persona, en todas partes. Con ese fin, seguiremos
cooperando con la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas
y otras agencias internacionales y organizaciones religiosas, para animar a
cada nación a poner en práctica el derecho fundamental a la libertad

religiosa.

Además, seguiremos promoviendo el diálogo y una mejor comprensión


entre las autoridades gubernamentales y las personas que pertenecen a las
minorías religiosas.

Esta declaración fue votada durante el Concilio Anual de la Asociación


General el 29 de setiembre de 1999, en Silver Spring, Maryland, EE.UU.

Respeto por todas las personas

Hacer que las iglesias y la comunidad sean seguras


La Iglesia Adventista del Séptimo Día afirma la dignidad y el valor de cada
ser humano como la obra del Creador y el centro de la acción redentora

de Dios en Jesucristo. La Escritura claramente indica que una característica


distintiva de los creyentes cristianos es la calidad de sus relaciones

humanas. El espíritu de Cristo incluye amarnos y aceptarnos unos a otros,


esforzarnos por afirmar y habilitar a los demás, y proteger al vulnerable y

desfavorecido.

Con esta finalidad, los adventistas, como cristianos, buscan vivir de acuerdo
con los más elevados principios de conducta moral y ética al relacionarse

con otros seres humanos. Nos unimos a otros dirigentes religiosos y


comunitarios que censuran todas las formas de abuso sexual y violencia
familiar, y todo tráfico y explotación de mujeres y niños, sin importar su
género, edad, raza, salud o status social o económico. Creemos que
permanecer indiferentes e insensibles es, en realidad, condonar, perpetuar
y potencialmente extender tal conducta.

Las declaraciones de la posición adventista que existen hace mucho tiempo


denunciando el abuso sexual de niños y la violencia familiar, y ofreciendo

orientaciones prácticas para una respuesta adecuada y solícita de la iglesia,


se han esforzado por proveer un modelo para otras comunidades de

fe que buscan romper el silencio y responder adecuada y compasivamente


a las personas que conocen de primera mano esta experiencia devastadora.

Profesionales adventistas han desarrollado muchos recursos y los han


compartido a través de canales gubernamentales e interconfesionales para

educar a pastores, educadores y dirigentes eclesiásticos y comunitarios


respecto de la naturaleza del problema, y de cómo ayudar a los individuos y

las familias para que puedan acceder a la red de servicios sociales y


profesionales que puedan responder mejor a sus necesidades específicas.

Anualmente se dedica un sábado en las iglesias adventistas para continuar


rompiendo el silencio respecto de estos asuntos y para aumentar la
efectividad de la iglesia en la protección del vulnerable, con la vista puesta
en la prevención. Los adventistas toman muy seriamente su responsabilidad
de ayudar a hacer de la iglesia y la comunidad un lugar seguro para los
niños. En el año 2000 se emitió una declaración contundente respecto del
bienestar y el valor de los niños, enumerando los derechos de los niños y los
múltiples desafíos que enfrentan las familias y las comunidades encargadas
de su cuidado. En iglesias y escuelas adventistas de diferentes partes del
mundo se han implementado políticas vigorosas para la protección de los
niños. Estas políticas pueden proveer un modelo para el desarrollo de tales
orientaciones en otros lugares respecto de la selección de voluntarios y las
medidas apropiadas para segurar que los transgresores sean denunciados y
removidos de los cargos que colocan a los niños en riesgos ulteriores. Sin
embargo, las políticas son valiosas solamente en la medida en que sean
implementadas.

Los adventistas han estado involucrados en forma práctica, entre otros,


para establecer orfanatos. También hemos estado involucrados en
actividades

comunitarias para combatir el abuso. Además de hablar claramente en


contra de las violaciones de la dignidad humana, los adventistas están
comprometidos con el desarrollo de cada persona hasta su máximo
potencial. La iglesia conduce un sistema educativo global. La Agencia
Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) provee una
diversidad de servicios de desarrollo para la familia y la comunidad que
incluyen pequeños préstamos, seguridad de alimentos y agua,
alfabetización, educación respecto del Sida y respuesta a las emergencias.
A través de las iglesias adventistas en todo el mundo se ofrecen programas
de entrenamiento de líderes para muchas áreas de ministerio y servicio
comunitario, tales como educación en vida familiar, educación para la salud,
ministerios de la mujer y de los niños, etc. Los adventistas consideran tal
obra como una extensión del ministerio de Cristo, y consideran que es su
privilegio unir sus manos con otros para ayudar a todos los seres humanos
con los que compartimos esta aldea global.

Esta declaración fue votada por la Junta Directiva de la Asociación General


de los Adventistas del Séptimo Día, para ser publicada en el Congreso de la
Asociación General realizado en St. Louis, Missouri, EE.UU., el 5 de julio de
2005.

El Catolicismo Romano
Cómo consideran los adventistas a los católicos

Los adventistas consideran a todos los hombres y mujeres como iguales a la


vista de Dios. Rechazamos el fanatismo contra cualquier persona, sin tomar
en cuenta su raza, nacionalidad o credo religioso. Además, reconocemos
que pueden encontrarse cristianos sinceros en todas las denominaciones,
incluyendo el Catolicismo Romano, y trabajamos en armonía con todas las
agencias y cuerpos que procuran aliviar el sufrimiento humano y elevar a
Cristo ante el mundo.

Los adventistas procuran acercarse en forma positiva a las demás iglesias.


Nuestra tarea principal es predicar el evangelio de Jesucristo en el contexto

del pronto regreso de Cristo, y no buscar fallas en otras denominaciones.


Las creencias adventistas están arraigadas en las enseñanzas bíblicas
apostólicas y por ello comparten muchos aspectos esenciales del
cristianismo en común con los seguidores de otras iglesias cristianas. Sin
embargo,

tenemos una identidad específica como movimiento. Nuestro mensaje


apremiante para los cristianos y los no cristianos por igual es comunicar
esperanza al concentrarnos en la calidad de la vida que es completa en
Cristo.

Como adventistas, al relacionarnos con el Catolicismo Romano en particular,


entran en nuestro pensamiento tanto el pasado como el futuro. No

podemos borrar ni ignorar el registro histórico de gran intolerancia, y aun


persecución, por parte de la Iglesia Católica Romana. El sistema Católico-

Romano de gobierno eclesiástico, basado en enseñanzas extrabíblicas, tales


como la primacía del papado, resultaron en severos abusos de la libertad
religiosa mientras la Iglesia estuvo aliada con el Estado.

Los adventistas están convencidos de la validez de nuestros conceptos


proféticos, de acuerdo con los cuales la humanidad vive ahora cerca del fin
del tiempo. Los adventistas creen, basados en las predicciones bíblicas, que
precisamente antes de la segunda venida de Cristo esta tierra
experimentará un período de agitación sin precedentes, en el cual el sábado
estará en el centro. En ese contexto, esperamos que las religiones del
mundo, incluyendo los principales cuerpos cristianos como participantes
importantes, se alinearán con las fuerzas que se oponen a Dios y al sábado.
Una vez más la unión de la Iglesia con el Estado resultará en una extensa
opresión religiosa.

Echar la culpa de las pasadas violaciones de los principios cristianos sobre


una denominación específica no es una representación apropiada ni de

la historia ni de las preocupaciones de las profecías bíblicas. Reconocemos


que a veces los protestantes, incluyendo a los adventistas, han manifestado
prejuicios y aun fanatismo. Si, al exponer lo que la Biblia enseña, los
adventistas dejamos de expresar amor por los oyentes, no estamos
exhibiendo un cristianismo auténtico.

Los adventistas procuramos ser equitativos al tratar con otros. De este


modo, aunque percibimos el registro histórico y continuamos manteniendo

nuestros conceptos con respecto a los eventos del fin del tiempo,
reconocemos algunos cambios positivos en el catolicismo reciente, y
enfatizamos

la convicción de que muchos católico-romanos son hermanos y hermanas


en Cristo.

Esta declaración fue registrada el 15 de abril de 1997 por la Comisión


Administrativa de la Asociación General (ADCOM), y difundida por la Oficina
del presidente, Robert S. Folkenberg.

Respuesta a las uniones del mismo sexo

Una reafirmación del matrimonio cristiano


Durante las últimas décadas la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha sentido
la necesidad de declarar claramente y de varias maneras su posición

con respecto al matrimonio, la familia y la sexualidad humana. Estos temas


están en el corazón de muchos problemas acuciantes que enfrenta la
sociedad. Aquello que por siglos ha sido considerado como la moralidad
cristiana básica en el contexto del matrimonio, actualmente está siendo

cuestionado en forma creciente, y no sólo en la sociedad secular sino


también dentro de las iglesias cristianas mismas.

Las instituciones de la familia y el matrimonio están bajo ataque y enfrentan


fuerzas centrífugas crecientes que las están destrozando. Un número

creciente de naciones está debatiendo el tema de las “uniones del mismo


sexo”, haciendo de esto un problema mundial. La discusión pública ha
despertado fuertes emociones. A la luz de estos desarrollos, nuevamente la
Iglesia Adventista del Séptimo Día expone con claridad su posición.

Reafirmamos, sin ninguna duda, nuestra posición de larga data. Como está
expresado en las creencias fundamentales de la iglesia, “el matrimonio

fue establecido por Dios en el Edén y confirmado por Jesús para que fuera
una unión para toda la vida entre un hombre y una mujer, en amante
compañerismo”1 Aunque “el pecado ha pervertido los ideales de Dios
para el matrimonio y la familia”, “el lazo familiar es el más íntimo, el más
tierno y

la más sagrada de todas las relaciones humanas”, por lo que “las familias
necesitan experimentar una renovación y una reforma en sus relaciones”.2

Dios estableció “el matrimonio como un pacto basado en la unión física,


emocional y espiritual de dos géneros, a la que la Escritura llama ‘una sola

carne’ ”. “La unión monógama de un hombre y una mujer [...] es el único


ámbito moralmente apropiado para la expresión genital y las intimidades

sexuales a ella asociadas”. “Cualquier atenuación de esa elevada


perspectiva supone, en idéntica media, una rebaja del ideal celestial”.3
La homosexualidad es una manifestación del desorden y la fractura en las
inclinaciones y relaciones humanas producidos por la entrada del pecado

en el mundo. Mientras que todos estamos sujetos a una naturaleza humana


caída, “creemos también que, por la gracia de Dios y con el ánimo de

la comunidad de fe, una persona puede vivir en armonía con los principios
de la Palabra de Dios”.4

Sostenemos que todas las personas, no importa cuál sea su orientación


sexual, son hijos de Dios. No aprobamos que se señale a ningún grupo para

hacerlo objeto de burlas o escarnio, y menos de abuso. Sin embargo, es


muy claro que la Palabra de Dios no aprueba un estilo de vida homosexual;

ni lo ha hecho la iglesia cristiana a lo largo de sus 2.000 años de historia.


Los adventistas creemos que la enseñanza bíblica continúa siendo válida

hoy, porque está anclada en la misma naturaleza de la humanidad y en el


plan de Dios para el matrimonio en la creación.

____________

1 Creencias fundamentales de los adventistas del séptimo día, doctrina 23:


“El matrimonio y la familia”.

2 Declaración “Afirmación de la familia”, dada a conocer el 5 de julio de


1990 en el Congreso de la Asociación General realizado en Indianápolis,
Indiana, EE.UU. (ver p. 50 en esta obra).

3 Declaración “Afirmación del matrimonio”, votada por la Comisión


Administrativa de la Asociación General el 23 de abril de 1996 (ver p. 84 en
esta compilación).

4 Declaración “La homosexualidad”, votada por el Concilio Anual de la


Asociación General el 3 de octubre de 1999 (ver p. 72 en este libro).

Este documento fue aprobado y votado por la Junta Directiva de la


Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día el 9 de marzo de
2004.
Las Sagradas Escrituras

Las Sagradas Escrituras constituyen el fundamento de la comprensión del


propósito, el mensaje y la misión de los adventistas. Respetamos la

Biblia como el mensaje de Dios trasmitido mediante escritores humanos.


Aunque el formato de las Escrituras se manifiesta en el lenguaje, el
trasfondo

y el marco histórico humanos, su contenido consiste en mensajes divinos


trasmitidos a la humanidad como un todo, y especialmente a los creyentes

en Dios. Por sobre la diversidad reflejada en el lenguaje humano, se erige la


verdad unificadora que une el todo en la Palabra de Dios.

Las Escrituras proporcionan los informes auténticos y confiables acerca del


Dios Creador y sus actividades, al traer a la existencia el mundo como

también a sus habitantes. Ellas proveen el conocimiento de los orígenes,


dan significado a la vida y revelan el destino último de la humanidad.

Por sobre todo, las Escrituras dan testimonio de Jesucristo, quien es la


revelación última, Dios entre nosotros. Tanto el Antiguo Testamento como

el Nuevo Testamento dan testimonio de él. Por estas razones, las Sagradas
Escrituras son la revelación infalible de la voluntad de Dios, la norma de

los valores en la vida cristiana, la medida de todas las cosas dentro de la


experiencia humana y la única guía confiable para la salvación en Cristo.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la


Asociación General (ADCOM), y publicada por la Oficina del presidente,
Robert S. Folkenberg, en el Congreso de la Asociación

General celebrado en Utrecht, Holanda, entre el 29 de junio y el 8 de julio


de 1995.

Abuso sexual de menores


El abuso sexual de menores ocurre cuando una persona mayor o más fuerte
que el menor usa su poder, autoridad o posición de confianza para

involucrar a un menor en alguna actividad sexual. Cualquier actividad


sexual entre un menor y uno de los padres, un hermano, algún otro
miembro

de la familia, padrastro, madrastra o un tutor legal es incesto.

En los países donde se hicieron estudios se encontró que una de cada tres
niñas y uno de cada once niños sufrieron abuso sexual antes de los 18

años. En más de la mitad de los casos el abuso se repitió a lo largo de cierto


tiempo, durante algunos meses en ciertos casos, y durante muchos años

en otros. Se descubrió también que la comunidad cristiana no es inmune a


este problema.

Los abusadores sexuales son generalmente hombres de todas las edades,


nacionalidades o posición socioeconómica. Frecuentemente son hombres

casados que tienen hijos, empleos respetables y hasta pueden ser asiduos
asistentes a la iglesia. Es común que nieguen vehementemente su conducta

abusiva, recusándose a ver sus acciones como un problema, racionalizando


su comportamiento o colocando la culpa sobre alguna otra persona.

Muchos le echan la culpa al estrés, a su profunda necesidad de sentir apoyo


y afecto, a una relación sexual inadecuada e indiferente con su esposa,

a los efectos del alcohol y/o a un lapso en su estabilidad mental. Sin


embargo, la mayoría de las autoridades concuerdan en que el problema real
del

abuso sexual de menores está más relacionado con el deseo de poder y


control que con el sexo. Aunque es verdad que muchos de los abusadores

muestran inseguridades enraizadas en una baja autoestima, estos


problemas nunca deben ser aceptados como una excusa para el abuso
sexual de
un menor. Es un mito que la conducta insinuante o seductora de un menor
lleve al agresor a abusar.

El abuso sexual de menores tiene un efecto devastador sobre las víctimas


porque influye profundamente en la manera como piensan, sienten y

se conducen durante y mucho después que cesa el abuso. Frecuentemente


produce una amplia serie de dificultades emocionales, de la conducta y en

las relaciones que impiden el desarrollo normal del menor. Las víctimas del
abuso pueden desenvolver dolencias sicosomáticas, perturbaciones de la

personalidad o comportamientos autodestructivos, y/o sentimientos de baja


autoestima, temor, aislamiento, ira, culpa, vergüenza y depresión. A
menudo tienen dificultad para formar relaciones estrechas o íntimas, y
frecuentemente desarrollan una visión distorsionada sobre Dios y sobre los

demás. A largo plazo, el abuso sexual puede llevar a romper con el


matrimonio y la familia, a la vagancia, la drogodependencia, la
promiscuidad, la

prostitución, la enfermedad mental y el suicidio.

La educación preventiva, adecuadamente adaptada a cada nivel de


desarrollo, es esencial. Luego que el abuso ocurre, la intervención temprana
de

profesionales debidamente entrenados es la clave para la recuperación de


este trauma. Los efectos a corto y a largo plazo pueden reducirse cuando se

busca el consejo profesional para ayudar a las víctimas a manejar sus


sentimientos en relación al abuso. Cuando Dios creó la familia humana,
comenzó con un matrimonio basado en el amor y la confianza mutua entre
un hombre y una mujer. Este tipo de relación es todavía el fundamento
básico para una familia estable y feliz, en la cual la dignidad, el valor y la
personalidad de cada uno de sus miembros es protegida y enaltecida. Cada
hijo, sea hombre o mujer, debe considerarse como un don de Dios. A los
padres se les da el privilegio y la responsabilidad de alimentar, proteger y
cuidar físicamente de los hijos que Dios les confió. Los hijos deben poder
honrar, respetar y confiar en sus padres sin correr el riesgo del abuso.

La Biblia condena el abuso sexual en los términos más fuertes, y considera


como un acto de traición y una violación brutal de la personalidad cualquier
intento de confundir, empañar o denigrar los límites personales,
generacionales o de sexo a través de un comportamiento sexual abusivo. La
Biblia también condena abiertamente el abuso del poder, de la autoridad, y
de la posición de responsabilidad, porque todo ello impacta en el corazón de
los sentimientos más íntimos y profundos de las víctimas acerca de sí
mismas, de los demás y de Dios, y destruye su capacidad de amar y confiar.

Jesús usó un lenguaje muy fuerte para condenar la acciones de cualquier


persona que, a través de palabras o acciones, llevase un niño a tropezar.
Creemos que la iglesia tiene la obligación moral de involucrarse
activamente en la prevención del abuso sexual de menores. También
estamos comisionados para asistir, tanto a la víctima del abuso como al
abusador y a sus familias, en su proceso de curación y recuperación, y para
exigir que los agresores, principalmente si son obreros o líderes laicos, se
responsabilicen de mantener un comportamiento digno de personas en
posición de líderes y confianza espiritual.

Creemos que como iglesia tenemos la responsabilidad de:

1) Escuchar a y creer en aquellos que sufrieron abuso sexu al. Los estudios
indican que sólo en un porcentaje muy pequeño de casos lo niños fabrican

una historia. En la mayoría de los casos, los niños no tienen la experiencia ni


el lenguaje para inventar mentiras acerca del comportamiento sexual.

2) Informarnos adecuadamente acerca del abuso sexual y su impacto en


nuestra propia congregación.

3) Ayudar a los ministros y laicos a reconocer las señales de advertencia del


abuso sexual de menores, y saber cómo reaccionar apropiadamente

cuando se sospecha de abuso, o cuando un niño informa que está siendo


abusado sexualmente.

4) Establecer, con el objeto de remitirles las víctimas directas e indirectas


del abuso sexual, relaciones apropiadas con consejeros profesionales

cristianos y con las oficinas locales de protección al menor, a quienes se


puedan enviar los informes correspondientes, ya que son ellos quienes
pueden, con su entrenamiento profesional, asistir a las víctimas del abuso y
a sus familias.
5) Establecer pautas/reglamentos para ayudar a los líderes de la iglesia
responsables de hacer que los agresores den cuenta de sus actos y de
administrar la disciplina apropiada.

6) Apoyar la educación y la preparación de las familias y de sus miembros:

a) Modificando aquellas creencias religiosas y culturales populares que


puedan ser usadas en algunos países para justificar o encubrir el abuso

sexual de menores.

b) Ayudando a cada niño a alcanzar un saludable sentido de su propio valor


que lo capacite para respetarse a sí mismo y a los demás.

c) Fomentando el establecimiento de relaciones cristianas entre hombres y


mujeres tanto en el hogar como en la iglesia.

7) Desarrollar un ministerio redentor y de apoyo dentro de la comunidad de


la iglesia para las víctimas y los agresores del abuso y, al mismo tiempo,

animándolas a recurrir a la red disponible de profesionales cristianos y otras


oficinas especializadas de la comunidad.

8) Animar la preparación de más profesionales del área de la familia,


especializados en el proceso de cura y recuperación de las víctimas y los
agresores

del abuso.

(Este documento está basado en los principios expresados en los siguientes


pasajes bíblicos: Gén. 1:26-28; 2:18-25; Lev. 18:20; 2 Sam. 13:1-22; Mat.
18:6-9; 1 Cor. 5:1-5; Efe. 6:1-4; Col 3:18-

21; 1 Tim. 5:5-8.) Esta declaración fue votada durante el Concilio de


Primavera de la Junta Directiva de la Asociación General el 1º de abril de
1997 en Loma Linda, California, EE.UU.

———————

Los Editores: Para variantes de este documento ver la edición en inglés.

La conducta sexual
Preocupación acerca de la conducta sexual

ios creó a la humanidad en su infinito amor y misericordia, hombre y mujer,


y al hacerlo basó la sociedad humana sobre el firme fundamento

de hogares y familias llenos de amor. Sin embargo, Satanás procura


pervertir toda cosa buena; y la perversión de lo mejor conduce
inevitablemente a lo que es peor. Bajo la influencia dea pasión, sin los
frenos de los principios religiosos y morales, la asociación de sexos ha
degenerado, en una extensión profundamente perturbadora, en licencia y
abuso. Esto lleva a la esclavitud. Con la ayuda de muchas películas, videos,
televisión, programas de radio y materiales impresos, el mundo es
conducido hacia mayores profundidades de vergüenza y depravación. No
sólo se hace un enorme daño a la estructura básica de la sociedad, sino que
la destrucción de la familia también provoca otros males graves. Los
resultados en vidas distorsionadas de niños y jóvenes son inquietantes y
provocan nuestra compasión, y los efectos no sólo son desastrosos sino
también acumulativos.

Estos males se están haciendo en forma más abierta y constituyen una


amenaza seria y creciente a los ideales y propósitos de los hogares
cristianos.

Las prácticas sexuales contrarias a la expresa voluntad de Dios son el


adulterio y el sexo premarital, así como una conducta obsesivamente
sexual.

El abuso sexual del cónyuge, el abuso sexual de niños, el incesto, las


prácticas homosexuales (gays y lesbianas) y la bestialidad se encuentran

entre las perversiones más obvias del plan original de Dios. Al negar la
intención de claros pasajes de las Escrituras (ver Éxo. 20:14; Lev. 18:22, 23,

29; 20:13; Mat. 5:27, 28; 1 Cor. 6:9; 1 Tim. 1:10; Rom. 1:20-32), y al
rechazar sus advertencias para remplazarlas por opiniones humanas,
prevalece

mucha incertidumbre y confusión. Esto es lo que Satanás desea. Él siempre


ha intentado lograr que el pueblo se olvide que cuando Dios creó a Adán,

también creó a Eva para ser su compañera femenina (“varón y hembra los
creó”, Gén. 1:27). A pesar de las claras normas morales presentadas en la
Palabra de Dios para las relaciones entre los hombres y las mujeres, el
mundo está hoy siendo testigo de un resurgimiento de perversiones y
depravaciones que caracterizaron a algunas civilizaciones antiguas.

Los resultados degradantes de la obsesión con el sexo y la búsqueda de


placeres sensuales en esta época están claramente descritos en la Palabra
de

Dios. Pero Cristo vino para destruir las obras del diablo y restaurar una
relación correcta de los seres humanos entre si y con su Creador. De este
modo, aunque caídos por medio de Adán y cautivos del pecado, los que se
vuelven a Cristo arrepentidos reciben un perdón completo y escogen un
camino mejor, el camino a una restauración completa. Por medio de la cruz,
el poder del Espíritu Santo en el “hombre interior” y el ministerio de la
iglesia, todos pueden ser liberados de las garras de la perversión y las
prácticas pecaminosas.

La aceptación de la gratuita gracia de Dios inevitablemente lleva al


creyente individual a una clase de vida y conducta que “adornen la doctrina

de Dios nuestro Salvador” (Tito 2:10). También llevará a la iglesia, como


cuerpo, a mostrar una disciplina firme y amante de los miembros cuya
conducta represente mal al Salvador, distorsione y rebaje las normas de
vida y conducta verdaderas.

La iglesia reconoce la verdad penetrante y la poderosa motivación de las


palabras de Pablo a Tito: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para

salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la


impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y
piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación
gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo
por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo
propio, celoso de buenas obras” (Tito 2:11-14; ver también 2 Ped. 3:11-14).

Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la


Asociación General en la sesión del Concilio Anual desarrollada en
Washington, D.C., el 12 de octubre de 1987.

Las enfermedades de transmisión sexual


Desafíos

El mundo contemporáneo confronta graves problemas éticos, médicos y


sociales como resultado del aumento de la permisividad sexual y la
promiscuidad correspondiente. Siendo que los cristianos son parte de la
comunidad social total, tales actitudes y conductas se han infiltrado también
en la Iglesia Adventista, lo cual demanda que se les preste atención.

Tan serios son los desafíos que presentan las enfermedades de transmisión
sexual (ETS), que las Naciones Unidas, juntamente con la mayoría de

los gobiernos de todo el mundo, la comunidad de servicios médicos y los


dirigentes religiosos, políticos y económicos, han instituido una serie de

programas de investigación y educación sobre salud cuyo enfoque es la


prevención y el tratamiento. El objetivo es prevenir, curar y minimizar los

efectos, o por lo menos disminuir la propagación de tales enfermedades.


Corren un mayor riesgo los jovencitos que entran a la pubertad cada vez

a una edad menor, cuando son especialmente vulnerables a la presión de


grupo y a un alud de mensajes de los medios de comunicación y de sus

compañeros que consideran los encuentros sexuales casuales y fuera del


matrimonio como aceptables y normales. Muchos jóvenes son sexualmente

activos desde los primeros años de su adolescencia y establecen muy


pronto patrones de actividad sexual.

Juntamente con el incremento de la actividad sexual aparece un aumento


dramático de las enfermedades de transmisión sexual, con sus serios

problemas físicos y emocionales. Se han hecho avances en los aspectos


siguientes:

● Las investigaciones proporcionaron datos más precisos.

● Se documentaron beneficios del uso de condones para reducir embarazos


no deseados y la propagación de enfermedades de transmisión sexual.

● Se reconocieron los peligros de la promiscuidad.


● Tratamientos más efectivos redujeron la propagación y progresión de
muchas enfermedades transmitidas sexualmente.

● Se reconocieron riesgos a largo plazo de daños emocionales como


resultado de encuentros sexuales casuales.

● Aumentó el consenso en favor de que la abstinencia de actividad sexual


fuera del matrimonio preserva la salud sexual y emocional.

A pesar de sus limitaciones, estos avances ha probado ser benéficos y


deben alentarse por razón de sus efectos positivos. Debe animarse a
quienes

proporcionan tales ciudades y servicios a participar en la promoción de


estos esfuerzos, pues merecen el apoyo de los miembros de iglesia al
hacerlo.

El enfoque práctico dado a tan serios problemas y el uso de las


intervenciones apropiadas no debe interpretarse en términos de endoso o
estímulo

de las actividades sexuales fuera del matrimonio o de infidelidad dentro de


éste. Tales esfuerzos deben verse más bien como tentativas humanitarias

para prevenir o reducir las consecuencias negativas de comportamientos


sexuales dañinos.

Algunas veces los familiares, pastores, maestros, consejeros, médicos y


otros profesionales podrían trabajar en favor de personas que, a pesar de
recibir la correcta orientación, se rehúsan a abandonar sus prácticas
sexuales incorrectas para vivir de acuerdo con las elevadas normas morales
de Dios. En tales casos, quienes ministran en su favor pueden, como último
recurso, aconsejar a la persona específica el uso de métodos
contraconceptivos y profilácticos, tales como los condones, en un esfuerzo
por prevenir el embarazo y reducir el riesgo de propagación de las
enfermedades transmitidas sexualmente que diezman la existencia. Debe
tenerse sumo cuidado al aconsejar al respecto, hablando muy claro a las
personas y miembros de la comunidad correspondiente: que esta medida
extrema no debe de ninguna manera interpretarse como anuencia bíblica
respecto a las relaciones sexuales fuera del matrimonio. Tal acción por
parte de los profesionales en el área debe tener carácter provisional y ser
utilizada solamente en casos individuales.
Aunque tales intervenciones puedan proveer un poco de tiempo para que la
gracia haga su obra en el corazón humano, no proveen una solución viable
a largo plazo. La iglesia debe continuar esforzándose en aprovechar al
máximo cada oportunidad de subrayar el concepto de la sabiduría

del diseño divino tocante a la sexualidad humana, y en llamar a hombres y


mujeres a la más elevada norma de conducta moral.

Principios bíblicos

Aun cuando los esfuerzos descritos anteriormente son benéficos en muchos


sentidos, son, por otra parte, sólo una respuesta a situaciones existentes

creadas por el impacto del pecado. En las Escrituras Dios ha establecido un


plan superior como guía para el uso del don de la sexualidad. Basado

en una serie de principios guiadores, presenta en términos prácticos el ideal


de Dios para su pueblo que vive en un mundo herido por el pecado.

1) La intimidad sexual se reserva para el matrimonio. La sexualidad es un


don amoroso del Creador a la humanidad (Gén. 1:26, 27). El evangelio pide
de los creyentes que aprecien y hagan uso de su sexualidad en armonía con
los propósitos divinos (1 Cor. 3:16, 17; 6:13-20; Efe. 5:1-8; Fil. 1:27; 1 Tes.
4:3-7). En el plan de Dios, la intimidad sexual se reserva para un hombre y
una mujer dentro de los límites del convenio matrimonial (Gén. 2:24, 26;
Éxo. 20:14; Prov. 5; Cant. 4:12; 8:8-10; 2:6, 7; 3:5; 8:3, 4; Ose. 3:3; Heb.
13:4). La fidelidad sexual dentro del matrimonio es esencial para la plena
comprensión de la metáfora divina que compara al matrimonio con la
relación de Dios con su pueblo (Isa. 54:5; Ose. 2:14-23; 2 Cor. 11:2; Apoc.
19:6-9; 21:9).

2) La intimidad fuera del matrimonio es inmoral y dañina. Tal relación íntima


tiene un efecto perjudicial sobre la persona (Lev. 18:6-30; Rom. 1:24-27; 1
Cor. 6:18) así como sobre la relación matrimonial (Prov. 5:1-23). Las
Escrituras la consideran parte de la vida de pecado (Gál. 5:19; Col. 3:5).

3) Dios reconoce la fragilidad humana. Su divina voluntad hacia los seres


humanos y sus propósitos en la creación son inalterables (Mal. 3:6; Mat.

5:17-20; Hech. 20:27). También son invariables su absoluto amor por la


humanidad y sus esfuerzos por redimirla (Juan 3:16; Rom. 5:8; 8:35-39; Efe.
1:1-14; 3:14-19; Juan 4:7-10). El mensaje del evangelio, cuyo centro es
Jesucristo, une todas estas verdades (Sal. 85:10; 1 Juan 2:1, 2). La única
esperanza para la humanidad caída es la gracia de Dios (Rom. 3:23, 24; 5:1,
2, 20; Efe. 2:1-5). Dios es paciente y misericordioso hacia la fragilidad
humana (Núm. 14:18, 19; Sal. 86:15; 103:13, 14; Ose. 11:8, 9; Jon. 3:1;
4:10, 11; Mat. 23:37; 1 Tim. 1:15, 16). Aun cuando la gracia de Dios no le da
al hombre licencia para pecar (Rom. 6:1, 2), es a través de esa gracia que
Dios lleva a cabo sus esfuerzos redentores dentro de las circunstancias que
son resultado del pecado (Rom. 5:12-21). Las transacciones prácticas de
Dios con respecto a casos de divorcio (Deut. 24:1-5; Esd. 10: 10, 11; Mat.
19:7, 8), la poligamia (Éxo. 21:10; Deut. 17:17; 21:15-17; Mat. 19:4, 5), la
introducción de los alimentos de origen animal (Gén. 1:11, 12, 29, 30; 9:3;
Lev. 3:17; 11:47) y la provisión de un rey terrenal (1 Sam. 8:7; 10:19; Ose.
13:11) ofrecen ejemplos de intervenciones muy lejos del ideal divino. A
través de tales casos podemos ver su gracia y misericordia obrando en un
mundo deformado por el pecado.

4) La iglesia lleva a cabo su misión en un mundo caído. Las condiciones


existentes contrastan agudamente con el ideal de Dios. Tanto creyentes

como no creyentes son vulnerables a la inmoralidad sexual como uno de los


trágicos resultados del pecado (Juan 17:15; 1 Juan 2:15). La iglesia está

llamada a servir tanto a los creyentes como a los no creyentes, alcanzando


con su misión y llamado a los pecadores (Mat. 28:19; Mar. 2:17; 2 Cor.

5:20, 21), fomentando el desarrollo de los creyentes (Efe. 2:19-22; 4:11-13,


15; 1 Tes. 5:11; 2 Ped. 3:18), exaltando el valor infinito de cada persona

(Isa. 43:3, 4, 7; Mat. 12:12; Luc. 12:7; 15:1-32; 1 Ped. 1:18, 19), protegiendo
al débil y vulnerable (Rom. 15:1; 1 Tes. 5:14; Heb. 13:3), promoviendo y
preservando la vida y la salud (Juan 10:10; 1 Cor. 6:19; 3 Juan 2), y
llamando a hombres y mujeres a ocupar su elevada posición como pueblo

santo y elegido de Dios (Efe. 4:1; 5:8; 1 Ped. 1:15, 16; 2:5, 9). El ministerio
de la iglesia alcanza a los individuos en el lugar donde se encuentran (1

Cor. 3:1, 2; 7:1-28) y les presenta una norma más elevada (Luc. 19:5-10;
Juan 8:3-11; Hech. 17:18-34).

5) Se espera que ocurra un desarrollo espiritual en la vida cristiana. El


cambio efectuado en el cristiano implica tanto la conversión (Juan 3:3, 7;

Hech. 3:19; Rom. 12:2; 2 Cor. 5:17) como el crecimiento (Prov. 4:18; Luc.
2:52; Efe. 3:17-19; 4:11-15; 2 Ped. 3:18). En la conversión, el cristiano
acepta como suya, por fe, la vida perfecta de Cristo y experimenta una
transformación de valores guiada por el Espíritu (Juan 3:5; Gál. 2:20). Tanto
fuerzas externas como internas podrían provocar un receso en el
pensamiento o la conducta (Gál. 5:16-18; 1 Juan 3:20), pero la dedicación al
progreso

inducido por la gracia en la vida cristiana (1 Cor. 15:10; Fil. 3:12-14; Col.
1:28, 29) y la confianza en los medios provistos por Dios (Rom. 8:5-7; Gál.
5:24, 25) producirán el crecimiento hacia la semejanza de Cristo (Gál. 5:22-
25; Efe. 5:1).

Las Escrituras demandan del ser humano que progrese moral y


espiritualmente a través de su existencia (Luc. 2:52; 1 Cor. 13:11; 14:20). La
acción

planificadora y facilitadora de tal crecimiento es vital en el cumplimiento de


la comisión evangélica (Mat. 28:20; Efe. 3:14-24). La tarea de la educación
religiosa es prestar atención al desarrollo individual y presentar la verdad en
forma tal que quienes la escuchan puedan comprenderla (Mat. 11:15),
logrando con ello ampliar su comprensión sin hacerlos tropezar (Rom. 14:1-
21; 1 Cor. 8:9-13). Aunque debe tratarse con indulgencia a quienes tienen
menos conocimiento o madurez (Mat. 13:34; Juan 16:12; Hech. 17:30; 1 Cor.
3:1, 2), la persona debe, con el paso del tiempo, progresar hacia una
comprensión más amplia de la voluntad de Dios (Juan 16:13), y hacia una
más completa expresión de su amor por Dios y hacia los demás (Mat. 22:37-
39; Juan 13:35; 8:9; 13:11; 1 Juan 3:14; 4:11, 12).

Con la bendición de Dios, la presentación clara del evangelio y la atención


cuidadosa al proceso de hacer discípulos darán frutos espirituales aun entre

los que han estado implicados en pecados sexuales (1 Cor. 6:9-11).

Implicaciones

1) La iglesia sostiene la perspectiva bíblica de la sexualidad como un sano


atributo de la naturaleza humana creada por Dios, para ser gozada y
utilizada

en forma responsable en el matrimonio, como parte del discipulado


cristiano.

2) La consigna de la iglesia es dar a conocer la perspectiva bíblica de la


sexualidad humana en forma intencional y culturalmente apropiada. Se
enfatiza
el aprecio hacia el organismo humano y el conocimiento de sus funciones,
defendiendo la castidad sexual fuera de las relaciones matrimoniales y la
fidelidad dentro de las mismas, y desarrollando habilidades con respecto a
la comunicación y toma de decisiones tocante a la conducta sexual. El
cometido de la iglesia es transmitir la verdad de que el uso indebido de la
propia sexualidad y el abuso de poder en las relaciones son contrarios al

ideal de Dios.

3) La iglesia llama a las personas a consagrarse delante de Dios a una vida


de abstinencia sexual fuera del convenio matrimonial y la fidelidad sexual

en relación con el cónyuge. Aparte de la sana expresión de intimidad sexual


dentro del matrimonio, la abstinencia constituye el único camino seguro

y moralmente aceptable para el cristiano. En cualquier otro contexto, las


prácticas sexuales son a la vez perjudiciales e inmorales. Esta elevada
norma representa la intención de Dios en cuanto al uso de este don y se
pide que los creyentes sostengan este ideal, independientemente de las
normas

prevalecientes en la cultura a su alrededor.

4) La iglesia reconoce la pecaminosidad de la humanidad. Los seres


humanos cometen errores, usan un mal criterio y pueden deliberadamente
elegir involucrarse en prácticas sexuales contrarias al ideal divino. Otros
posiblemente no saben a quién acudir en busca de ayuda para vivir una
vida

sexualmente pura. Sin embargo, nada puede librar a tales personas de las
consecuencias de apartarse del plan divino. Las heridas emocionales y
espirituales producto de las prácticas sexuales que violan el plan de Dios,
dejan inevitablemente sus cicatrices. Pero la iglesia brinda su ministerio de

gracia y misericordia ofreciendo el perdón, la sanidad y el poder restaurador


de Dios. Debe procurar proveer el apoyo personal, espiritual y emocional

que le permita a la persona lastimada echar mano de los recursos del


evangelio. La iglesia también debe ayudar a las personas y a las familias a
identificar y lograr acceso a la completa red de recursos profesionales
disponibles.

5) La iglesia reconoce como moralmente aceptable el uso de medidas


anticonceptivas, incluyendo los condones, por parte de parejas
matrimoniales
que tratan de controlar la concepción.1 Los condones, en particular, podrían
hasta ser prescritos en ciertas circunstancias matrimoniales; por ejemplo,
cuando uno de los cónyuges ha estado expuesto a, o contraído alguna
enfermedad transmitida sexualmente, exponiendo así a su pareja a una
infección casi segura.

Por otra parte, el uso premarital o extramarital del condón, ya sea para
disminuir el riesgo de embarazo no deseado o para prevenir la transmisión

de una enfermedad de transmisión sexual, presenta una dificultad de orden


moral. Tal preocupación debe considerarse en el contexto del plan divino

para la sexualidad humana, la relación entre el propósito creador de Dios y


su consideración de la fragilidad humana, el proceso de crecimiento
espiritual y desarrollo moral del individuo, y la naturaleza misional de la
iglesia. Aun cuando el uso del condón ha demostrado ser más o menos
efectivo en cuando a la prevención del embarazo y la propagación de la
enfermedad, 2 esto no hace moralmente aceptables las prácticas sexuales
fuera del matrimonio. Tampoco previene este hecho el daño emocional que
resulta de tal comportamiento. El llamado de la iglesia tanto a jóvenes como
adultos, a creyentes como a no creyentes, es a vivir una vida digna de la
gracia que se nos ofrece a través de Cristo, usando tan completamente
como sea posible los recursos divinos y humanos para vivir de acuerdo con
el ideal de Dios con respecto a la sexualidad.

6) La iglesia reconocer que en casos en los cuales las personas casadas


enfrentan el riesgo de transmitir o contraer a través de su cónyuge
enfermedades transmitidas sexualmente, tales como el SIDA, el uso de un
condón es no solamente moralmente aceptable, sino altamente
recomendable

si los cónyuges deciden continuar teniendo relaciones sexuales. Debe


advertírseles a los usuarios de condones acerca de la importancia de usarlos

apropiadamente y de sus límites en cuanto a su efectividad para prevenir la


transmisión del SIDA.

Llamado

Enfrentamos una crisis que hace peligrar la vida y amenaza el bienestar de


muchas personas, incluyendo a los miembros de iglesia. Tanto los jóvenes
como los adultos están en peligro. La iglesia debe desarrollar sin mayor
dilación una estrategia completa de educación y prevención. Deben
movilizarse los recursos en términos de profesionales de la salud, servicios
sociales, educativos, ministeriales y otros, tanto dentro como fuera de la
iglesia. La crisis demanda atención prioritaria usando recursos y métodos
legítimos a disposición de la iglesia dirigidos al hogar, la escuela, la iglesia y
la comunidad. De ello depende el destino de una entera generación de
seres humanos, y hoy estamos corriendo contra el tiempo.

———————

Referencias:

1 Ver “Control de la natalidad: Declaración de consenso de la IASD” (160-


98G; pp. 16-19 de este libro).

2 Las investigaciones indican que los condones, cuando se usan


correctamente, son un 97% seguros en relación con la prevención del
embarazo y de un 85 a un 90% en la prevención de la transmisión

de virus, según los utiliza la población en general. Entre los grupos que los
usan consistente y correctamente, su efectividad es de un 97%. Esta
declaración fue votada durante el Concilio Anual de la Junta Ejecutiva de la
Asociación General el 27 de septiembre de 1998 en Foz de Iguazú, Brasil.

El fumar y la ética

Fumar es la mayor causa de muertes que se podrían evitar en el mundo.


“La prevención es mejor que la curación”, dice un concepto universal

de ética. En lo que respecta al fumar, la mayoría de los países se encuentra


frente a una paradoja ética: aunque muchas décadas de investigación han

producido evidencias incontrovertibles de los riesgos para la salud que


produce el fumar cigarrillos, la industria del tabaco continúa floreciendo, a

menudo con el apoyo tácito o más declarado del gobierno. La ética del
fumar es aún más seria por las revelaciones alarmantes acerca de las
muertes

y riesgos para la salud causados por el fumar “de segunda mano”.


Un serio problema ético es la exportación de cigarrillos a países en
desarrollo, especialmente los cigarrillos con ingredientes letales más
elevados

de lo que se admite en otras partes. Por más de un siglo la Iglesia


Adventista del Séptimo Día ha advertido a sus jóvenes y al público en
general con respecto a la naturaleza adictiva y destructora de la salud que
produce el fumar cigarrillos. Los cigarrillos son un riesgo de salud a nivel
mundial por la combinación de la adicción junto con la avaricia económica
de la industria del tabaco y otros segmentos de la comunidad mercantil. Los
adventistas creen que la ética de la prevención requiere políticas públicas
que reduzcan el fumar, tales como:

1) Una prohibición uniforme de la publicidad del tabaco;

2) Ordenanzas para proteger a los niños y los jóvenes, que son el blanco
favorito de la industria del tabaco;

3) Leyes más estrictas que prohíban fumar en lugares públicos;

4) Un uso más agresivo y sistemático de los medios para educar a los


jóvenes acerca de los riesgos del fumar;

5) Impuestos sustancialmente más elevados sobre los cigarrillos;

6) Reglas que requieran que la industria del tabaco pague los costos del
cuidado de la salud asociados con el uso de sus productos.

Reglas como éstas salvarían millones de vidas cada año.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la


Asociación General (ADCOM) para ser publicada por la Oficina del
presidente, Robert S. Folkenberg, en las sesiones

del Concilio Anual desarrollado en San José, Costa Rica, del 1º al 10 de


octubre de 1996.

El fumar y el tabaco
Por más de un siglo la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha advertido a sus
jóvenes y al público en general que el fumar tabaco es de una naturaleza

adictiva y destructora de la salud. Fumar cigarrillos es la causa individual


mayor de muertes que podrían evitarse en el mundo. Uno de los conceptos
éticos más firmes de la mayoría, si no de todas las sociedades, es que la
prevención es mejor que la curación.

En lo que respecta al fumar, la mayoría de los países se enfrentan con una


paradoja ética: aunque muchas décadas de investigaciones han producido
evidencias incontrovertibles de los riesgos del fumar cigarrillos, la industria
del tabaco todavía florece, y a menudo lo hace con apoyo tácito o abierto de
los gobiernos. La ética del fumar es aun más seria por las revelaciones
alarmantes acerca de las muertes por causa del cáncer y de otros riesgos
de salud causados por el fumar “de segunda mano”.

Creemos que la ética de la prevención requiere en cada país una prohibición


uniforme de toda la publicidad del tabaco, leyes más estrictas que

prohíban fumar en lugares públicos no residenciales, una educación pública


más agresiva y sistemática, e impuestos sustancialmente más elevados

sobre los cigarrillos. Estas medidas salvarían millones de vidas cada año.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la


Asociación General (ADCOM), y difundida por la Oficina del presidente,
Robert S. Folkenberg, en el Congreso de la Asociación General celebrado en
Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de julio de 1995.

Confianza en el Espíritu de Profecía

Nosotros, los delegados reunidos en Utrecht para celebrar el 56º Congreso


de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, alabamos
agradecemos a Dios por el gracioso don del Espíritu de Profecía.
En Apocalipsis 12, Juan el Revelador identifica a la iglesia en los últimos días
como “el remanente”, “el resto”... “los cuales guardan los mandamientos

de Dios, y tienen el testimonio de Jesucristo” (vers. 17). Creemos que, en


este breve cuadro profético, el Revelador está describiendo a la Iglesia
Adventista del Séptimo Día, la cual no sólo guarda “los mandamientos de
Dios”, sino que tiene también “el testimonio de Jesucristo”, el cual es “el

espíritu de profecía” (Apoc. 19:10). En la vida y el ministerio de Elena de


White (1827-1915) vemos cumplida la promesa de Dios de proveer y
otorgar a la iglesia remanente el “espíritu de profecía”. Aunque Elena de
White nunca reclamó para si el título de “profeta”, creemos que hizo la obra
de un profeta, y más que un profeta. Ella dijo: “Mi misión abarca la obra de
un profeta pero no termina allí” (Mensajes selectos, t. 1, p. 40). “Si otros me
llaman así [profetisa], no lo discuto” (Ibíd, p. 39); “Mi obra incluye mucho
más de lo que significa ese nombre. Me considero a mí misma como una
mensajera, a quien el Señor le ha confiado mensajes para su pueblo” (Ibíd,
p. 40).

La misión principal de Elena G. de White fue dirigir la atención hacia las


Sagradas Escrituras. Ella escribió: “Poco caso se hace a la Biblia, y el Señor

ha dado una luz menor para guiar a los hombres y las mujeres a la luz
mayor” (El colportor evangélico, p. 174). Ella creía que, aunque sus escritos

eran una “luz menor”, eran luz, y que la fuente de esa luz es Dios. Como
adventistas creemos que “en su Palabra Dios comunicó a los hombres el
conocimiento necesario para la salvación. Las Santas Escrituras deben ser
aceptadas como dotadas de autoridad absoluta y como revelación infalible
de su voluntad. Constituyen la regla del carácter; nos revelan doctrinas, y
son la piedra de toque de la experiencia religiosa” (El conflicto de los siglos,
p. 9) . Aunque consideramos que el canon bíblico está cerrado, creemos
también, como creyeron los contemporáneos de Elena de White, que sus
escritos tienen autoridad divina, tanto en lo que se refiere a la vida cristiana
como a la doctrina. Por lo tanto, Recomendamos que (1) busquemos como
iglesia el poder del Espíritu Santo para aplicar más plenamente a nuestras
vidas el consejo inspirado contenido en los escritos de Elena de White, y (2)
que incrementemos los esfuerzos para publicar y hacer circular estos
escritos alrededor del mundo.

Esta declaración fue aprobada y votada por el Congreso de la Asociación


General realizado en Utrecht, Holanda, el 30 de junio de 1995.
Resolución acerca del Espíritu de Profecía

Como delegados al Congreso de la Asociación General reunido en St. Louis,


Missouri, en 2005, reconocemos que la Iglesia Adventista del Séptimo Día
ha sido ricamente bendecida por el Señor a través del don de profecía
manifestado en el ministerio y los escritos de Elena G. de White. Por su
medio, el Señor guió el desarrollo de la iglesia desde un pequeño número de
miembros hasta llegar a ser un movimiento mundial al que se le encargó la
proclamación de un mensaje de salvación en Cristo y la esperanza de su
pronto retorno en gloria. Su ministerio ha contribuido directamente a la
preservación de la unidad de la iglesia y la ha sustentado en tiempos
difíciles. Sus escritos continúan siendo una influencia sumamente positiva
en la vida de la iglesia, proveyéndole consuelo, orientación, instrucción,
corrección y estímulo teológico. Su estudio guiará constantemente a la
iglesia nuevamente a la Biblia como el mismo fundamento de la fe y la
práctica.

Como delegados, afirmamos la importante función que todavía tienen los


escritos de Elena G. de White para nutrir al movimiento adventista y
preservar la unidad de la iglesia mundial. Consecuentemente, llamamos a
los adventistas de todo el mundo a estudiar con oración sus escritos, con el

fin de comprender más plenamente el propósito de Dios para su pueblo


remanente. Llamamos a los dirigentes de la iglesia en todos los niveles
administrativos a planificar y facilitar la promoción y el estudio de los
escritos del Espíritu de Profecía en sus respectivos territorios. Llamamos a
nuestra juventud a familiarizarse con la riqueza de consejo divino
encontrada en estos escritos, porque enriquecerá grandemente sus vidas
mientras sirven al Señor y a sus semejantes.

Documento aprobado en el 58º Congreso de la Asociación General,


desarrollado en St. Louis, Missouri, EE.UU., el 3 de julio de 2005.

Renovación espiritual e impacto sobre la sociedad


La presencia muy real del mal en el mundo y la pecaminosidad de los seres
humanos, complicada por los rápidos cambios en la educación, la

industria, la tecnología y la economía, continúan confundiendo a nuestro


planeta con cambios sociales masivos. Los individuos y las familias a
menudo se sienten impotentes y víctimas de sistemas y circunstancias
sobre los cuales perciben que no tienen control.

La Iglesia Adventista del Séptimo Día considera como una parte de su


misión el extender el ministerio de Cristo al mundo afectado por el
sufrimiento.

El ministerio de Jesús fue dar consuelo, poder, liberación y reconciliación.


Junto con otros cristianos, somos una fuerza sanadora y estabilizadora

en tiempos de cambio. Cuando todo es turbulento a nuestro alrededor, la


iglesia proporciona seguridad de que hay Uno que está por sobre todo el
tumulto de este mundo, que no cambia, y cuyo propósito prevalecerá en
última instancia. La iglesia sirve como un vigía en la sociedad y una
comunidad que comparte poder, animando a las personas y a las familias a
evaluar las condiciones que las rodean, sosteniendo lo que es bueno, y
trascendiendo y alterando lo que es perjudicial.

Se dijo de los primeros cristianos: “Estos que trastornan el mundo entero


también han venido acá” (Hech. 17:6). El evangelio de Cristo es, en sí

mismo, un agente de cambio. En el evangelio hay compasión por la


fragilidad humana; y al mismo tiempo hay estímulo para formar relaciones
perfectas

con Dios y unos con otros, como fue el plan divino en la creación. Creemos
que, mediante el poder del Espíritu Santo, llegamos a ser nuevas criaturas
(Efe. 4:22-24), salimos de la oscuridad a la luz (1 Ped. 2:9) y
experimentamos ahora el poder transformador del mundo por venir (Heb.
6:5). La renovación espiritual satura a la sociedad así como la sal
proporciona sabor y la luz ilumina la oscuridad. La presencia de personas
espiritualmente renovadas en la comunidad puede hacer una obra que las
iniciativas políticas y sociales solas no pueden realizar. Los cristianos que
han experimentado el poder transformador de Cristo son pilares
estabilizadores y fortalecedores de la sociedad, y conservan los valores que
afirman la vida. Actúan como agentes de cambio ante la decadencia moral.
Su presencia activa en la comunidad proporciona esperanza, mientras las
personas y las familias son ennoblecidas por principios cristianos, de modo
que sus vidas y relaciones producen un impacto sobre quienes las rodean.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la


Asociación General (ADCOM), para ser publicada por la Oficina del
presidente, Robert S. Folkenberg, en las sesiones

del Concilio Anual desarrollado en San José, Costa Rica, entre el 1° y el 10


de octubre de 1996.

Principios de temperancia y aceptación de donaciones

Desde su mismo comienzo, la Iglesia Adventista del Séptimo Día le ha dado


importancia a la temperancia y a la lucha contra el avance de las

bebidas alcohólicas, del tabaco y de otras drogas. Mientras que algunas


denominaciones cristianas disminuyeron el énfasis en relación con la
temperancia, los adventistas continuamos oponiéndonos vigorosamente al
uso de alcohol, tabaco y drogas inadecuadas. La iglesia aboga a favor de la
abstinencia total de estas sustancias dañinas. Su posición está bien
planteada entre las creencias fundamentales que sostiene.

Hay evidencias que indican que en algunas partes del mundo ha habido un
decaimiento de la promoción de los principios de verdadera temperancia

dentro de la iglesia. Esta situación, sumada a las agresivas campañas de


publicidad por parte de las industrias de bebidas alcohólicas y tabacaleras,

han creado las condiciones para que algunos adventistas estén siendo
alcanzados por estas influencias negativas e insidiosas. Un asunto que
surge de tanto en tanto es el ofrecimiento de fondos destinados a
organizaciones religiosas por parte de las industrias de bebidas alcohólicas
o tabacaleras. La posición de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es que
dicho ofrecimiento no deberá ser aceptado por la iglesia ni por ninguna de
sus instituciones. Los recursos mencionados están teñidos por la miseria
humana, y en el caso de la industria de bebidas alcohólicas, llega a través
de la pérdida de vidas humanas (Elena de White, Review and Herald, 15 de
mayo de 1894). La comisión evangélica de la Iglesia Adventista del Séptimo
Día es la de censurar el mal y no alabar ni estimular a quienes fabrican
venenos que acarrean miseria y ruina y cuyo negocio viene a ser un robo
(ver El ministerio de curación, p. 259).

La Iglesia Adventista del Séptimo Día reafirma su posición histórica en


cuanto a los principios de temperancia, mantiene sus normas y programas

del Artículo 22 de las Creencias Fundamentales, e insta a cada miembro a


reafirmar y revelar un compromiso de abstinencia de todo tipo de alcohol

y tabaco y del uso irresponsable de drogas. El Concilio Anual de 1992


convoca a un reavivamiento de los principios de temperancia dentro de la
iglesia, e insta a los feligreses y a las organizaciones de la iglesia a que
rechacen donaciones y favores de las industrias mencionadas.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la


Asociación General en la sesión del Concilio Anual del 11 de octubre de
1992 realizado en Silver Spring, Maryland, EE.UU.

Libertad y responsabilidad teológica y académica

Documento 1:

Declaración sobre libertad y responsabilidad teológica y académica

La iglesia y sus instituciones

La libertad para el pastor/obrero, de aquí en adelante referido como obrero,


se basa en la premisa teológica de que Dios valora la libertad, y que

sin ella no puede haber amor, verdad o justicia. El amor pide que el afecto y
la dedicación se den sin restricciones; la aceptación de la verdad requiere
un examen dispuesto y la recepción de las evidencias y los argumentos; la
justicia demanda el respeto por los derechos personales y la libertad. La

presencia de estos elementos dentro de la iglesia alimenta el espíritu de


unidad por el cual Jesús oró (Juan 17:21-23; Sal. 133).

Los adventistas han derivado su concepto distintivo del mundo del Antiguo
Testamento y del Nuevo Testamento. Creen que la verdad bíblica y la

libertad de conciencia son asuntos vitales en el gran conflicto entre el bien y


el mal. Por su misma naturaleza, el mal depende, para mantenerse, del
engaño y la falsedad, y a veces de la fuerza. La verdad prospera mejor en
un clima de libertad, persuasión y un sincero deseo de hacer la voluntad de

Dios (Juan 7:17; Sal. 111:10). En consecuencia, es consistente con la


práctica administrativa adventista el reconocer el privilegio del obrero de
estudiar la Biblia por sí mismo con el fin de examinarlo todo (1 Tes. 5:21).
Sería inconsecuente para la iglesia predicar que la verdad y la libertad no
pueden existir la una sin la otra, y luego negar a sus obreros el derecho de
investigar libremente todas las afirmaciones de la verdad. Por lo tanto, esto
significa que la iglesia no pondrá obstáculos a la búsqueda de la verdad,
sino que animará a sus obreros y feligreses a ocuparse en el estudio serio
de las Escrituras y a apreciar la luz espiritual que ellas revelan (Sal.
119:130).

Aunque el obrero es libre para seguir sus estudios, no debe suponer que su
perspectiva personal y limitada no necesite las percepciones y la influencia
de la iglesia a la que sirve. Lo que él piensa que es la verdad, la comunidad
mayor de los creyentes puede considerar que es un error. Y se invita a los
obreros y a los miembros a estar en armonía sobre los puntos esenciales
para “que no haya entre vosotros divisiones” (1 Cor. 1:10).

La libertad para el cristiano individual surge de pertenecer a la comunidad


de Cristo. Ninguno está libre en el sentido bíblico si no está en relación con
Dios y los demás. Por lo tanto, el estudio de la comunidad afirma y confirma
la verdad teológica. Una persona puede estimular a la comunidad a estudiar
un tema, pero sólo el pueblo de Dios y la iglesia como un todo pueden
decidir qué es la verdad o qué no es la verdad a la luz de las Escrituras.

Ningún miembro u obrero puede servir como un intérprete infalible para


ningún otro. Por cuanto muchas veces surgen dentro de la misma iglesia
enseñanzas engañosas, perjudiciales para el bienestar de las almas (Hech.
20:29-31; 2 Ped. 2:1), la única seguridad para ella es no recibir ni fomentar
una doctrina o una interpretación nuevas sin primero someterla al juicio de
hermanos de experiencia, porque “en la multitud de consejeros hay
seguridad” (Prov. 11:14).

Aun una vislumbre genuina de una verdad descubierta por un obrero puede
no ser aceptable para el cuerpo de la iglesia cuando se la expone por

primera vez. Si tal enseñanza es divisiva, no debería ser enseñada ni


predicada hasta ser evaluada de la manera descrita más arriba. Los
apóstoles mismos proporcionan un ejemplo de este enfoque (Hech. 15:2, 6;
Gál. 2:2). Sería un uso irresponsable de la libertad de un obrero insistir en
un punto de

vista que ponga en peligro la unidad del cuerpo de la iglesia, que es tanto
una parte de la verdad en sí misma así como lo son las declaraciones de
doctrina formuladas (Fil. 1:27; Rom. 15:5, 6).

Además, los obreros deberían distinguir entre las doctrinas que no pueden
ser comprometidas sin destruir el evangelio en el marco de los mensajes

de los tres ángeles, y otras creencias diferentes que no son sostenidas por
la iglesia. Un ejemplo de esta distinción puede verse en la decisión del

Concilio de Jerusalén (Hech. 15). La preocupación del apóstol Pablo era


establecer la verdad de la libertad cristiana en el evangelio para los
gentiles.

Una vez que el principio fue aceptado por la iglesia, estaba dispuesto a
hacer concesiones en asuntos menores (Rom. 14:5-13) por amor a la
unidad.

Permitir que un principio o una verdad nuevos se trasladen a la vida diaria


e la iglesia muestra respeto por la integridad del cuerpo de Cristo.

Pero, ¿dónde debe trazarse la línea entre libertad y responsabilidad? Se


espera que una persona que entra al servicio de la iglesia asuma el
privilegio

de representar la causa de Dios de una manera responsable y honorable.


Se espera que exponga la Palabra de Dios a conciencia y con preocupación

cristiana por el bienestar eterno de las personas que están a su cuidado.


Tal privilegio excluye la promoción de conceptos teológicos contrarios a la
posición aceptada por la iglesia. Si un obrero viola esta confianza, la iglesia
debe actuar para mantener su propio carácter (Hech. 20:28-31), por cuanto
la comunidad de la fe puede dividirse por la promulgación de conceptos
doctrinales divergentes. En consecuencia, los privilegios del obrero estarán
en peligro. Esto es así porque el obrero, estando al servicio de la iglesia, es
responsable por la conservación del orden y la unidad (Mar. 3:24, 25; Efe.
4:1-3; 1 Ped. 5:1-5)

Con el fin de conservar el progreso genuino en la comprensión espiritual (2


Ped. 3:18), la iglesia hará arreglos para que una comisión competente

examine los conceptos divergentes de un obrero, si él cree que constituye


nueva luz. Escuchar las alternativas siempre ayudará para que la verdad

avance. La alternativa fortalecerá y ampliará la verdad, o quedará expuesta


como falsa, confirmando con ello la posición presente. Por lo tanto, para
asegurar la equidad y una evaluación madura, los administradores
correspondientes seguirán las siguientes orientaciones al tratar con un
obrero que alega que tiene conceptos doctrinales conflictivos.

Orientaciones para evaluar conceptos divergentes y para disciplinar a los


disidentes: iglesias, asociaciones, instituciones primarias o secundarias, e
instituciones no académicas.

La iglesia se reserva el derecho de emplear sólo a aquellas personas que


creen personalmente en las doctrinas de la iglesia resumidas en el
documento

“Creencias fundamentales de los Adventistas del Séptimo Día” (1980), y se


comprometen a sostenerlas. Estas personas reciben de las respectivas
organizaciones eclesiásticas credenciales especiales que los identifican
como obreros permanente de la iglesia. Como miembros de la iglesia, los
empleados siguen sujetos a las condiciones de feligresía como están
presentados en el Manual de la iglesia. Este documento también se
relaciona con el empleo de personal que trabaja por un salario.

Se entiende que la disciplina que se aplica a un obrero de la iglesia que


persiste en propagar conceptos doctrinales que difieren de los de la iglesia

no constituye una violación de su libertad, sino más bien una protección


necesaria de la integridad e identidad de la iglesia. Hay derechos
eclesiásticos corporativos así como hay libertades individuales. Los
privilegios de los obreros no incluyen la licencia para expresar conceptos
que puedan dañar o destruir la comunidad misma que los sostiene. A pesar
de un cuidadoso proceso de examen y selección, todavía puede haber
ocasiones en que los conceptos teológicos de un obrero lleguen a un
análisis crítico. Si es necesario un examen tal, se recomienda el siguiente
proceso:

1) Consulta privada entre el presidente/director y el obrero.

La consulta debe ser hecha con un espíritu de conciliación que dé a cada


obrero la oportunidad de expresar libremente sus convicciones de manera
honesta y abierta. Si esta conversación preliminar indica que la persona
sustenta conceptos doctrinales que divergen de la teología adventista
aceptada, y no está dispuesto a abstenerse de su difusión, el presidente
enviará el tema a la junta directiva o a la comisión administrativa de la
asociación o de la institución, la que hará arreglos para que una comisión
selecta repase la situación con el obrero.

En ocasión de la consulta entre el presidente/director y el obrero, la


percepción que tenga el presidente acerca del punto en cuestión
determinará

las opciones administrativas que se seguirán.

a) Si el obrero voluntariamente inicia una consulta e informa al presidente


acerca de sus dudas teológicas, y si su actitud está abierta para recibir
consejo sin un deseo de promulgar sus dudas y conceptos, se recomienda el
siguiente plan de acción:

(1) Que el obrero siga actuando en su puesto y presente un informe escrito


de su posición antes de completar seis meses.

(2) Si durante ese período el asunto es resuelto satisfactoriamente, no será


necesario tomar ninguna medida.

(3) Si el asunto no queda resuelto, la junta directiva o la comisión


administrativa de la asociación/ institución en la que trabaja el obrero hará
los arreglos para que se presente ante una comisión examinadora (ver más
abajo para los detalles acerca de su constitución y funciones).
b) Si el obrero promueve activamente sus opiniones doctrinales divergentes,
y su presidente/director se ve obligado a iniciar consultas, se recomiendan
los siguientes pasos:

(1) El obrero, a discreción de la junta directiva/comisión administrativa de la


asociación/institución, permanecerá en su puesto con instrucciones
expresas de abstenerse de hacer presentaciones públicas o privadas de sus
conceptos, o se le dará una licencia administrativa durante el período de las
consultas.

(2) La junta directiva/comisión administrativa de la asociación/institución en


la que el obrero está empleado hará los arreglos para una presentación ante
la comisión examinadora (ver más abajo por los detalles de su composición
y funciones).

2) La comisión examinadora: su composición y funciones.

a) La comisión examinadora, incluyendo algunos colegas elegidos por la


junta directiva/comisión administrativa de la asociación, con la participación
de la organización inmediata superior, indicará el camino a seguir y
evaluará el tema doctrinal.

b) El obrero presentará por escrito a la comisión examinadora los conceptos


doctrinales antes de la reunión. En ocasión del examen, el obrero estará a
disposición de la comisión para las consultas necesarias.

c) La comisión examinadora realizará su tarea con seriedad de propósito,


honestidad completa y equidad cuidadosa. Después de la determinación
cuidadosa de los puntos que constituyen el problema, dará un detallado
informe escrito del análisis y de las recomendaciones a la junta
directiva/comisión administrativa de la asociación/institución. Si dentro de la
comisión no se alcanza un acuerdo, se dará también un informe de la
minoría.

d) Si la comisión examinadora encuentra que los puntos de vista del obrero


son compatibles con las creencias fundamentales de la iglesia, no será
necesario hacer nada más. Sin embargo, si la posición teológica del obrero
discrepa con la doctrina adventista, la comisión examinadora analizará sus
conclusiones con el obrero y le aconsejará:

(1) Volver a estudiar su posición teológica con la esperanza de que esto le


ayudará a eliminar su divergencia teológica.

(2) Abstenerse de promulgar sus conceptos doctrinales divergentes.

e) Si el obrero es incapaz de reconciliar sus conceptos teológicos con la


posición denominacional, y además se siente impulsado por su conciencia a
defender sus conceptos, tanto privadamente como en público, la comisión
examinadora recomendará a la junta directiva/comisión administrativa que
se le retire la credencial.

f) Si el obrero ha descubierto una posición nueva que es aceptada como


válida por la comisión examinadora, sus conceptos serán estudiados por los
dirigentes de la unión (o en el caso de una institución de la división/

Asociación general, por los oficiales de la división/Asociación General) y,


con las recomendaciones adecuadas, será referido al Instituto de
Investigación Bíblica de la Asociación General para su definición final.

3) Provisiones para una apelación.

a) El obrero que disiente del informe, puede apelar a una comisión de


apelación de siete miembros designada por la junta directiva (o la junta de
la división en el caso de una institución de división/Asociación General), y
presentarse ante ella. Esta comisión será dirigida por el presidente de la
unión o la persona que él designe, e incluirá al secretario ministerial de la
unión, dos representantes designados por la junta directiva de la
división/Asociación General, el presidente/director de la
asociación/institución, y dos de los colegas del obrero elegidos de entre
cinco nombres sugeridos por el obrero.

b) Cualquier recomendación de la comisión de apelación de la unión/división


será referida a la junta directiva de la unión/división. Los

oficiales de la unión/división, por medio del presidente, notificarán al obrero


de su decisión colectiva.

c) Cualquier recomendación de la junta directiva de la unión/división será


referida a la junta directiva de la asociación/institución para la decisión final
acerca del empleo del obrero.

d) El obrero puede hacer una última apelación a la junta directiva de la


división en la cual reside. La decisión de la división será final y se le
comunicará a la junta directiva de la institución/asociación empleadora del
obrero.

e) Durante el período de la presentación, el examen y la apelación, el obrero


se abstendrá de presentar en público los temas en discusión.

Documento 2:
Libertad académica en las instituciones de educación superior de los
Adventistas del Séptimo Día

Toda enseñanza y todo aprendizaje debe ocurrir dentro del marco de una
visión de la naturaleza de la realidad, del hombre, del conocimiento y

de los valores. Las raíces de la universidad cristiana se encuentran en un


principio que ha sido el fundamento del largo desarrollo de toda institución

de educación superior: la creencia de que la mejor educación es la que se


obtiene cuando el crecimiento intelectual se realiza dentro de un ambiente

en el que los conceptos basados en la Biblia son centrales para las metas
de la educación. Este es el blanco de la educación adventista.

En un colegio superior o universidad adventista, como en cualquier otra


institución de educación superior, el principio de la libertad académica ha

sido central en el establecimiento de esas metas. Este principio refleja la


creencia en la libertad como un derecho esencial en una sociedad
democrática,

pero con un enfoque particular en una comunidad académica. Esto


garantiza que los profesores y los estudiantes podrán llevar adelante las
funciones

de aprendizaje, de investigación y de enseñanza con un mínimo de


restricciones. Se aplica a los temas dentro de la especialidad profesional del
profesor, dentro de los cuales hay una necesidad especial de libertad para
buscar la verdad. También se aplica a la atmósfera de indagaciones
necesaria en una comunidad académica si el aprendizaje ha de ser honesto
y cabal.

Para un colegio superior o universidad de la iglesia, la libertad académica


tiene una importancia adicional. Es más importante de lo que es en una

institución secular, y no menos, porque es esencial para el bienestar de la


iglesia misma. Esto pone la responsabilidad sobre el profesor cristiano de

tener disciplina propia, ser responsable y maduro, a investigar, enseñar y


publicar dentro del área de su competencia académica, sin limitaciones
externas, pero con la debida consideración del carácter y las metas de la
institución que le proporciona la credencial, y con una preocupación por el
bienestar espiritual e intelectual de sus estudiantes. Por ello, los colegios
superiores y universidades adventistas sustentan los principios de libertad
académica, generalmente considerados importantes en la educación
superior. Estos principios permiten la búsqueda disciplinada y creativa de la
verdad. También reconocen que las libertades nunca son absolutas, y que
implican responsabilidades proporcionales.

Los siguientes principios de libertad académica se establecen dentro del


contexto de la responsabilidad, con atención especial a las limitaciones
necesarias por causa de las metas religiosas de una institución cristiana.

Libertades

1) Libertad de expresión. Aunque el derecho de tener una opinión privada


es una parte de la herencia humana como criaturas de Dios, al aceptar

empleo en un colegio superior/universidad adventista el profesor reconoce


ciertos límites a la expresión de sus conceptos personales. Como miembro
de una profesión erudita, debe reconocer que el público juzgará su profesión
por las declaraciones que haga. Por lo tanto, será exacto, respetuoso de las
opiniones de otros y ejercerá una restricción apropiada. Dejará en claro
cuándo no habla en nombre de la institución. Al expresar conceptos
particulares recordará su efecto sobre la reputación y las metas de la
institución.

2) Libertad de investigación. El erudito cristiano realizará sus


investigaciones dentro del contexto de su fe, y desde la perspectiva de la
ética cristiana.

Es libre para hacer investigación responsable con el respeto apropiado de la


seguridad pública y la decencia.

3) Libertad de enseñanza. El profesor realizará sus actividades profesionales


y presentará los contenidos de sus materias dentro del concepto del

mundo descritos en el párrafo inicial de este documento. Como especialista


dentro de una disciplina específica, le corresponde la libertad en el aula
para analizar su materia con honestidad. Sin embargo, no introducirá en su
enseñanza temas controvertidos que no tengan relación con su tema. La
libertad académica es libertad para buscar el conocimiento y la verdad en el
área de la especialidad de cada uno. No le da licencia para expresar
opiniones controvertidas sobre temas fuera de su especialidad, ni la protege
de ser tenida por responsable de su enseñanza.

Responsabilidades compartidas

Del mismo modo que la necesidad de libertad académica tiene una


significación especial en una institución de la iglesia, las limitaciones
aplicadas

a esa libertad reflejan las preocupaciones de dicha institución. La primera


responsabilidad del profesor y de los líderes de la institución y de la iglesia
es buscar y diseminar la verdad. La segunda responsabilidad es la
obligación de profesores y líderes de la institución y de la iglesia a tomar
consejo juntos cuando los resultados de las investigaciones tengan algo que
ver con el mensaje y la misión de la iglesia. El verdadero erudito, humilde
en su búsqueda de la verdad, no rehusará escuchar los hallazgos y el
consejo de otros. Reconocerá que los otros también han descubierto y están
descubriendo la verdad. Aprenderá de ellos y buscará activamente el
consejo de ellos con respecto a la expresión de sus conceptos que no estén
en armonía con los que generalmente se enseñan en su iglesia, porque su
preocupación es la armonía dentro de la comunidad de la iglesia.

Por otro lado, se espera que los líderes de la iglesia fomenten una atmósfera
de cordialidad cristiana dentro de la cual el erudito no se sentirá amenazado
si lo que encuentra difiere de los conceptos mantenidos tradicionalmente.
Siendo que el desarrollo dinámico de la iglesia depende del estudio continuo
de eruditos consagrados, el presidente, la junta directiva y los dirigentes de
la iglesia protegerán al erudito, no sólo por su propio valor, sino también por
la causa de la verdad y del bienestar de la iglesia. La posición doctrinal
histórica de la iglesia ha sido definida por la Asociación General en
Congreso, y se ha publicado en el Seventh-day Adventist Yearbook [Anuario
de los Adventistas del Séptimo Día] bajo el título

“Creencias fundamentales”. Se espera que un profesor, en una de las


instituciones educativas de la iglesia, no enseñará como verdad lo que es
contrario a dichas creencias fundamentales. La verdad, recordará, no es
sólo el producto del crisol de la controversia; también produce
perturbaciones.
El erudito consagrado ejercerá discreción al presentar conceptos que
podrían amenazar la unidad de la iglesia y la efectividad de la acción de la
iglesia. Aparte de las creencias fundamentales pueden existir hallazgos e
interpretaciones en las que ocurran diferencias de opinión dentro de la
iglesia,

pero que no afectan la relación de la persona con ella ni con su mensaje. Al


expresar tales diferencias, un profesor será justo en su presentación y
mostrará claramente su lealtad a la iglesia. Intentará diferenciar entre
hipótesis y hechos, y entre temas periféricos y centrales. Cuando surgen
preguntas que tratan de asuntos de libertad académica, cada universidad o
colegio superior debe tener procedimientos claramente establecidos para
seguir en caso de tales dudas. Estos procedimientos deben incluir el
examen por sus colegas, un proceso de apelación, y un examen del tema
por la junta directiva o el directorio. Se debe tener el máximo cuidado para
que las decisiones sean justas y equitativas, y que protejan tanto los
derechos del profesor como la integridad de la institución. La protección de
ambos no es sólo un asunto de justicia, sino que en un campus universitario
o de colegio superior también es un asunto de crear y proteger la
colegialidad. También es una protección contra lo que es disociador, lo
servil y lo fraudulento.

Puesta en práctica

Se recomienda que la administración presente las declaraciones sobre


Libertad Académica al cuerpo docente de cada colegio superior/universidad

y al directorio, con el fin de ser usado como la base para la preparación de


la declaración de libertad académica de cada institución.

Este documento fue aprobado y votado por la Junta Directiva de la


Asociación General en la sesión del Concilio Anual realizado en Washington,
D.C., el 11 de octubre de 1987.

La tolerancia
Los adventistas apoyan la proclamación de las Naciones Unidas de designar
el año 1995 como el Año de la tolerancia. Esta proclamación llega

en un momento oportuno, cuando la intolerancia abunda en todos los


continentes: extremistas religiosos fanáticos, racismo, tribalismo, limpieza
étnica,

enemistad lingüística y otras formas de terrorismo y violencia. Los cristianos


deben aceptar su parte de la culpa por el prejuicio y la falta de humanidad
hacia los seres humanos. La tolerancia, la capacidad de soportar
circunstancias desfavorables, es sólo el comienzo. Los cristianos y todas las
personas de buena voluntad deben ir mucho más allá de este concepto
negativo, y desarrollar simpatía por las creencias y prácticas que no sólo
son diferentes, sino que aun pueden estar en conflicto con las propias. El
diálogo es ciertamente mucho mejor que las diatribas. Los seres humanos
deben aprender a estar de acuerdo o en desacuerdo, sin violencia; deben
ser capaces de analizar diferentes puntos de vista sin odio ni rencor. Esto no
significa docilidad o sumisión abyecta, sino una participación y respeto por
los derechos iguales de los demás.

Cada persona tiene el derecho y la responsabilidad de expresar sus ideas y


sus ideales con entusiasmo y vitalidad, pero sin alcanzar el ardor o

la virulencia de palabras o actos violentos. Finalmente, la tolerancia, en su


mejor expresión no es sólo la aceptación de otros conceptos y personas,
sino avanzar en benevolencia, capacidad de respuesta y comprensión hacia
los demás, hacia cada ser humano.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión Administrativa de la


Asociación General (ADCOM), y difundida por la Oficina del presidente,
Robert S. Folkenberg, en el Congreso de la Asociación General celebrado en
Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de julio de 1995.

Los valores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

Los valores adventistas están enraizados en la revelación de Dios provista


por la Biblia y la vida de Jesucristo. Nuestro sentido de identidad y
de llamado derivan de una comprensión de las profecías bíblicas,
especialmente de aquellas que hacen referencia al tiempo que precede
inmediatamente al retorno de Jesús. Como consecuencia, todo en la vida
pasa a ser una experiencia y demostración del involucramiento con Dios y
con su reino. Nuestro sentido de misión está orientado por la percepción de
que cada persona, independientemente de las circunstancias, es de infinito
valor para Dios y, por tanto, merecedora de respeto y de dignidad. Mediante
la gracia de Dios cada persona posee un don y es necesaria en las distintas
actividades de la familia de la Iglesia Adventista. Nuestro respeto por la
diversidad, individualidad y libertad se equilibra en consideración de la
comunidad. Somos uno, una familia de fe mundial, comprometida en la
representación del reino de Dios en el mundo a través de una conducta
ética, una consideración mutua y un servicio amante.

Nuestra fidelidad a Dios comprende el compromiso y el apoyo a su cuerpo,


la Iglesia Adventista.

Esta declaración fue votada por la Junta Ejecutiva de la Asociación General


en el Concilio Anual realizado en Silver Spring, Maryland, EE.UU., el 10 de
octubre de 2004. Esta declaración fue aprobada y votada por la Comisión
Administrativa de la Asociación General (ADCOM), y publicada por la Oficina
del presidente, Robert S. Folkenberg, en el Congreso de la Asociación
General realizado en Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de julio de 1995.

Temas acerca de la mujer

Los adventistas creemos que todas las personas, hombres y mujeres, fueron
creados iguales, a la imagen de un Dios amante. Creemos que tanto

los hombres como las mujeres fueron llamados a desempeñar papeles


importantes en cumplir la misión principal de la Iglesia Adventista: trabajar

juntos para el beneficio de la humanidad. Sin embargo, sentimos con dolor


que a través del mundo, en las naciones desarrolladas y las que están en
desarrollo, condiciones societarias adversas a menudo inhiben a las mujeres
de cumplir el potencial dado por Dios.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha identificado varios problemas
importantes, bien documentados por la investigación, que a menudo
impiden

que la mujer haga contribuciones valiosas a la sociedad. El estrés, el


ambiente y las demandas crecientes han colocado a la mujer en mayores
riesgos

de tener problemas de salud. La pobreza y una pesada carga de trabajo no


sólo privan a la mujer de su capacidad para gozar la vida, sino también

menoscaban su bienestar físico y espiritual. La violencia familiar demanda


un pesado tributo de sus víctimas.

Las mujeres tienen derecho a los privilegios y oportunidades que Dios les ha
dado, y que fueron destinados a todo ser humano: el derecho a la
alfabetización, a la educación, a un cuidado adecuado de su salud, a la
capacidad de hacer decisiones y a la libertad de abusos mentales, físicos o
sexuales. También sostenemos que las mujeres deberían desempeñar un
papel creciente en el liderazgo y en los cuerpos de decisión de la iglesia y
de la sociedad. Por último, creemos que la iglesia cumplirá su misión sólo
cuando las mujeres puedan lograr alcanzar su pleno potencial.

El adventismo y el año 2000

Los adventistas basamos nuestra esperanza en la vida, muerte y


resurrección de Cristo, y esperamos gozosamente la consumación de esa
esperanza

en el pronto retorno de Jesús. Fundamentamos nuestra fe en las enseñanzas


de las Escrituras, y creemos que el paso del tiempo es significativo

porque nos acerca al acontecimiento más maravilloso que jamás será


presenciado por ojos humanos. Sin embargo, aunque esperamos
ansiosamente

el retorno visible de Cristo, no especulamos sobre el momento histórico


preciso cuando ese acontecimiento sucederá, ya que Jesús nos dijo: “No os

toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su
sola potestad” (Hech. 1:7). Por consiguiente, como adventistas no
atribuimos ningún significado religioso a la terminación de un milenio ni al
comienzo de uno nuevo. El año 2000 no tiene significado profético
particular; no se lo menciona en la Biblia, y cualquier especulación con
relación a su significado religioso debe ser rechazada. Sin embargo,
sabemos que cada año que pasa nos lleva más cerca del retorno de nuestro
Señor.

Comprendemos que el paso de un milenio a otro tiene un impacto


emocional significativo en los seres humanos. Nadie de los que estamos
vivos

ha experimentado un evento tal. Muchos están llenos de preocupación,


expectación e incluso temor, a medida que nos aproximamos al año 2000.

Aunque muchas personas están aprensivas ante el desorden en la


naturaleza y en la sociedad, nuestro Señor dice: “No se turbe vuestro
corazón...” (Juan 14:1). Por lo tanto, como adventistas, compartimos la
esperanza de un futuro glorioso que llegará a ser realidad en el momento
designado por

Dios.

Esta declaración fue votada durante el Concilio Anual de la Junta Directiva


de la Asociación General el 29 de septiembre de 1999 en Silver Spring,
Maryland, EE.UU.

Orientaciones

El aborto

Orientaciones

Muchas sociedades contemporáneas han enfrentado el conflicto de la


moralidad del aborto.1 Dicho conflicto también ha afectado a muchos
dentro del cristianismo, que quieren aceptar la responsabilidad de la
protección de la vida humana prenatal a la vez que preservar la libertad
personal

de la mujer. La necesidad de orientaciones pasó a ser evidente en el intento


de la iglesia de seguir las Escrituras para proveer orientación moral a

la vez que respetar la individualidad de consciencia. Los adventistas desean


relacionarse con la cuestión del aborto de una manera que revele su fe en

Dios como el Creador y Sustentador de toda vida, y que también refleje su


responsabilidad y libertad cristianas. Aún cuando entre los adventista
existen francas diferencias en cuanto al aborto, las siguientes orientaciones
representan un intento de proveer orientaciones en una cantidad de
principios y temas. Las orientaciones están basadas en amplios principios
(transcriptos al final del documento) para ser estudiados.2

1) La vida humana prenatal es un magnífico don de Dios. El ideal de Dios


para los seres humanos establece la santidad de la vida humana, a imagen

de Dios, y exige respeto por la vida prenatal. No obstante, las decisiones


acerca de la vida deben ser tomadas en el contexto de un mundo caído. El
aborto nunca es un acto de pequeñas consecuencias morales. De esta
manera la vida prenatal no debe ser destruida irreflexivamente. El aborto
debería ser practicado únicamente por razones muy serias.

2) El aborto es uno de los trágicos dilemas de la condición degradada del


hombre. La iglesia debería ofrecer un respaldo amable para quienes
enfrentan

personalmente la decisión del aborto. Las actitudes de condena son


impropias en los que han aceptado el evangelio. Como cristianos tenemos el
cometido de transformarnos en una comunidad de fe afectuosa, solícita
para ayudar a quienes están en crisis al considerar alternativas.

3) En forma práctica y de manera tangible la iglesia como una comunidad


sustentadora deberá expresar su compromiso hacia el valor de la vida

humana. Estas manera deberán incluir:

a) fortalecer las relaciones familiares,

b) educar a ambos sexos en relación con los principios cristianos de la


sexualidad humana,
c) enfatizar la responsabilidad del hombre y la mujer en relación con la
planificación familiar,

d) señalar a ambos que deben ser responsables en relación con las


consecuencias del comportamientos que son inconsistentes con los
principios

cristianos,

e) crear una atmósfera segura para el desarrollo de discusiones acerca de


asuntos morales asociados con el aborto,

f) ofrecer ayuda y asistencia a las mujeres que deciden completar


embarazos con problemas, y

g) animar y apoyar al padre a participar responsablemente en la tarea de


cuidar a sus hijos.

La iglesia también deberá proponerse la misión de mitigar los


desafortunados factores sociales, económicos y psicológicos que puedan
llevar hacia

el aborto, y prestar atención redentora a quienes sufren las consecuencias


de decisiones individuales en esta cuestión.

4) La iglesia no debe servir como conciencia para los individuos; de


cualquier modo, debería proveer orientación moral. El aborto por razones

de control de la natalidad, selección de sexo o por conveniencias no es


tolerado por la iglesia. Sin embargo, a veces las mujeres pueden enfrentar
alguna circunstancia excepcional que presenta serios dilemas morales o
médicos tales como una amenaza significativa para la vida de la mujer
embarazada, serios peligros para su salud, severos defectos congénitos
cuidadosamente diagnosticados en el feto, y embarazos resultantes de una
violación o incesto. La decisión final en cuanto a la interrupción del
embarazo o no debería ser hecha por la mujer embarazada luego de
adecuada consulta. Para tomar su decisión, ella deberá ser ayudada con
informaciones precisas, principios bíblicos y la orientación del Espíritu
Santo. Por otra parte, estas decisiones son mejor tomadas dentro del
contexto de una relación familiar saludable.

5) Los cristianos reconocen que su primera y principal responsabilidad es


para con Dios. Procuran un equilibrio entre el ejercicio de la libertad
individual y la responsabilidad hacia la comunidad de fe y la sociedad en
general y sus leyes. Realizan sus elecciones conforme a las Escrituras y las
leyes de Dios y no en base a normas de la sociedad. Por consiguiente,
cualquier intento de obligar a una mujer a permanecer embarazada o
interrumpir

su embarazo deberá ser rechazado como transgresión de la libertad


personal.

6) Las instituciones de la iglesia deben ser provistas de orientación para


desarrollar sus propios reglamentos institucionales, en armonía con estas

orientaciones. Las personas que tengan objeciones religiosas o éticas hacia


el aborto no deberían ser obligadas a participar en la realización del mismo.

7) Los miembros de iglesia deberían ser animados a participar en el


desarrollo de las discusiones acerca de sus responsabilidades morales con
relación

al aborto a la luz de las enseñanzas de las Escrituras.

Principios para una visión cristiana de la vida humana

Introducción

“Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a


Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). En Cristo está la promesa de
vida eterna; pero siendo que la vida humana es mortal, los seres humanos
están confrontados al difícil tema de la vida y la muerte. Los siguientes
principios se refieren a la persona total (cuerpo, alma y espíritu), un todo
indivisible (Gén. 2:7; 1 Tes. 5:23).

La vida: nuestro valioso don de Dios

1. Dios es la Fuente, el Dador y Sustentador de toda vida (Hech. 17:25, 28;


Job 33:4; Gén. 1:30; 2:7; Sal. 36:9; Juan 1:3, 4).

2. La vida humana tiene un valor único, puesto que los seres humanos, aún
cuando caídos, son creados a la imagen de Dios (Gén. 1:27; Rom. 3:23; 1
Juan 2:2; 3:2; Juan 1:29; 1 Ped. 1:18, 19).

3. Dios da valor a la vida humana no sobre la base de los logros o las


contribuciones humanas, sino porque somos creación de Dios y el objeto de
su amor redentor (Rom. 5:6, 8; Efe. 2:2-6; 1 Tim. 1:15; Tito 3:4, 5; Mat. 5:43-
48; Efe. 2:4-9; Juan 1:3; 10:10).
La vida: nuestra respuesta al don de Dios

4. Estimable como es, la vida humana no es la sola y única preocupación. El


autosacrificio en devoción a Dios y sus principios pueden ocupar un lugar de
prioridad sobre la vida misma (Apoc. 12:11; 1 Cor. 13).

5. Dios reivindica la protección de la vida humana y considera a la


humanidad responsable por su destrucción (Éxo. 20:13; Apoc. 21:8; Éxo.
23:7; Deut. 24:16; Prov. 6:16, 17; Jer. 7:3-34; Miq. 6:7; Gén. 9:5, 6).

6. Dios está especialmente preocupado por la protección de los débiles, los


indefensos y los oprimidos (Sal. 82:3, 4; Sant. 1:27; Miq. 6:8; Hech. 20:35;
Prov. 24:11, 12; Luc. 1:52-54).

7. El amor cristiano (agápe) es la valiosa dedicación de nuestras vidas para


elevar la vida de los otros. El amor también respeta la dignidad personal y
no tolera la opresión de una persona bajo el comportamiento abusivo de
otra (Mat. 16:21; Fil. 2:1-11; 1 Juan 3:16; 4:8-11; Mat. 22:39; Juan 18:22, 23;
Juan 13:34).

8. La comunidad creyente es llamada a demostrar amor cristiano en forma


tangible, práctica y sustancial. Dios nos llama para restaurar suavemente al
quebrantado (Gál. 6:1, 2;1 Juan 3:17, 18; Mat. 1:23; Fil. 2:1-11; Juan 8:2-11;
Rom. 8:1-14; Mat. 7:1, 2; 12:20; Isa. 40:42; 62:2-4).

La vida: nuestro derecho y responsabilidad de decidir

9. Dios da a la humanidad la libertad de elegir, aún cuando esto lleve al


abuso y a consecuencias trágicas. Su renuencia a forzar la obediencia

humana requirió el sacrificio de su Hijo. Él nos pide que usemos sus dones
en concordancia con sus deseos y finalmente juzgará el mal uso (Deut.
30:19, 20; Gén. 3; 1 Ped. 2:24; Rom. 3:5, 6; 6:1, 2; Gál. 5:13).

10. Dios nos llama a cada uno de nosotros individualmente a hacer


decisiones morales y a buscar en las Escrituras las principios bíblicos
fundamentales para dichas elecciones (Juan 5:39; Hech. 17:11; 1 Ped. 2:9;
Rom. 7:13-25).

11. Las decisiones acerca de la vida humana desde sus comienzos hasta su
fin son mejor hechas dentro del contexto de una relación familiar saludable,
con el apoyo de la comunidad de fe (Éxo. 20:12; Efe. 5; 6).

12. Las decisiones humanas deben siempre estar centradas en la búsqueda


de la voluntad de Dios (Rom. 12:2; Efe. 6:6; Luc. 22:42) .
Estas orientaciones fueron aprobadas y votadas por la Junta Ejecutiva de la
Asociación General en la sesión del 12 de octubre de 1992 del Concilio
Anual realizado en Silver Spring, Maryland, EE.UU.

———————

Referencias:

1 Aborto, tal como se usa en este documento, está definido como cualquier
acto que encamine a la interrupción de un embarazo ya establecido. Esto lo
distingue de la anticoncepción, que es un intento de impedir un embarazo.
Por tanto, el tema de este documento es el aborto.

2 La perspectiva fundamental de esta orientación está tomada a partir de


un amplio estudio de las Escrituras tal como se ve en “Principios para una
visión cristiana de la vida humana” (arriba de estas notas).

La epidemia del SIDA

Pautas

Fundamentación

La epidemia global del SIDA afecta profundamente a la misión evangélica


mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Los líderes de la

iglesia deben estar preparados para responder a través de iniciativas en el


área de la educación, la prevención, el servicio a la comunidad, y a través

de actos personales de bondad para con las familias involucradas en la


crisis. El SIDA no respeta las fronteras nacionales, la feligresía de iglesia, ni
el

género, el estado civil, la educación, los ingresos o la posición social de las


personas. Está diezmando la población en muchos de los países del mundo,
llevándose la vida de muchas personas, incluyendo miembros de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día.

Todos, especialmente los jóvenes, nos desenvolvemos en una era de laxitud


moral, y necesitamos conocer los principios bíblicos concernientes a
la sexualidad y al plan de Dios, en el sentido de que la intimidad sexual
debe ser experimentada dentro de la protección del pacto matrimonial. Los
líderes de la iglesia deberían proporcionar a los miembros información
confiable y actualizada, presentada en su propio idioma y sensible a su
propia

cultura. La iglesia es llamada a ser, al mismo tiempo, una voz profética y


compasiva, el portavoz y las manos de Dios al extender el ministerio de

Cristo en la comunidad.

La misión global de la iglesia, al intentar alcanzar a todas las razas y


pueblos, atrae a la hermandad de la iglesia a muchos que se infectaron con

el virus del SIDA antes de unirse a la iglesia, o que están afectados por
tener miembros de la familia portadores del SIDA. La epidemia es de tal
magnitud que, finalmente, ninguna familia quedará sin ser afectada.
Muchos están infectados involuntariamente, sin su participación. Una
actitud crítica es siempre inapropiada, especialmente porque la fuente de
infección no puede ser determinada con certeza. Muchos han
experimentado vergüenza, temor y agonía cuando un familiar sufrió y murió
con SIDA, sintiéndose muchas veces compelidos a mantener en secreto su
situación de dolor.

Así como Cristo vino para ofrecer curación a un mundo sufriente, así los
adventistas son comisionados a cuidar compasivamente a quienes sufren o

están afectados con el virus del SIDA. Los miembros pueden servir con
seguridad como dadores de cuidados, en el hogar o en las instituciones de
salud, si son debidamente instruidos en cuando a cómo hacerlo.

Recomendaciones

La Iglesia Adventista del Séptimo Día reconoce su responsabilidad cristiana


de responder a la crisis global del SIDA y a sus devastadores resultados

sobre la humanidad y desea hacerlo de múltiples maneras, que incluyen:

1) Extender la enseñanza y el ministerio de curación de Cristo, quien sin


prejuicios cuidó de todos los necesitados, participando en campañas para
reducir el riesgo de que las personas adquieran el virus del SIDA, y cuidando
compasivamente y sin ningún juicio crítico de todos los que resultan
afectados cuando una persona sufre de SIDA.

2) Designar a una persona para que, juntamente con el personal y los


recursos financieros que puedan conseguirse, responda a los desafíos del

SIDA a través de iniciativas apropiadas y esfuerzos en cooperación con otras


entidades en la comunidad o en el país.

3) Desarrollar y dirigir programas de educación sobre el SIDA usando los


recursos de la Guía HIV/AIDS cuando sea posible.* Estos programas deben

ser contextualizados de acuerdo con las peculiaridades lingüísticas y


culturales, y dirigidos a:

a) Pastores: Los cursos de educación continua y los encuentros ministeriales


deben tener el objetivo de preparar a los pastores para relacionarse

con los miembros afectados por la crisis del SIDA. Los pastores necesitan
información sobre la prevención del SIDA, y sobre cómo desarrollar un
ministerio compasivo y cumplir ciertas funciones eclesiásticas relacionadas,
tales como cómo conducir el servicio fúnebre de una persona que falleció
como resultado de haber sido infectada con el SIDA.

b) Profesores: Deben ofrecérseles a los docentes cursos de educación


continua y entrenamiento local, con énfasis en la transmisión de los valores
espirituales y en cómo ayudar a los jóvenes a desarrollar la capacidad de
enfrentar las presiones sexuales.

c) Padres: Los padres deben ser concientizados en cuanto a la necesidad de


practicar un estilo de vida que enaltezca los valores cristianos, reconociendo
que las relaciones conyugales insatisfactorias y el uso de bebidas
alcohólicas u otras drogas tiene un efecto directo y negativo en los valores y
las prácticas sexuales de sus hijos.

d) Miembros de iglesia: Se les puede proveer información con respecto a la


sexualidad en general, y al SIDA en particular, a través de sermones,
lecciones de Escuela Sabática, aconsejamiento prematrimonial, encuentros
de matrimonios, seminarios sobre el SIDA, etc.

e) Comunidades: La iglesia necesita reconocer la oportunidad de testificar


por Cristo y ministrar en la comunidad en general, desarrollando un
programa misionero y participando en esfuerzos cooperativos con otras
fuerzas de la comunidad.
4) Proteger y fortalecer el matrimonio:

a) Enalteciendo el ideal de la abstinencia del sexo premarital.

b) Prescribiendo el examen prematrimonial de HIV para ambos novios como


parte de la preparación ofrecida por la iglesia para el matrimonio.

c) Exaltando el ideal de Dios de absoluta fidelidad en el matrimonio.

d) Recomendando medidas de protección contra otras formas posibles de


contagio, transfusiones, cuidado en consultorios, etc.

5) Transmitir intencionalmente los valores cristianos a la siguiente


generación, reconociendo que los valores sexuales individuales se
establecen

en la juventud. Debe darse con prioridad información exacta y al día,


celebrar forums de discusión abierta, y enfatizar la dimensión moral al hacer
decisiones en cuanto a la sexualidad.

* Provisto por el Departamento de Salud y Temperancia de la Asociación


General, en cooperación on los miembros de la Comisión de Estudio sobre el
SIDA de la AG.

Orientaciones para participar en Misión global

NOTA: Las siguientes orientaciones fueron elaboradas por la Comisión de


Asuntos de Misión Global (ADCOM-S) y editadas por el Instituto de
Investigaciones Bíblicas. Estas son las primeras de una serie de
orientaciones presentadas para su aprobación a la Comisión Administrativa
de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día en junio y julio
de 2003. El propósito de estas orientaciones es que se utilicen, según sea
apropiado, por administradores eclesiásticos, educadores y otros al
proclamar el evangelio en ambientes predominantemente no cristianos.
Cuando se aprueben nuevas orientaciones, serán agregadas a esta sección.

1. El uso de la Biblia en Misión en relación con los “Escritos sagrados”


Al construir puentes con los no cristianos, el uso de sus “escritos sagrados”
odría ser muy útil en el contacto inicial con el fin de mostrar sensibilidad

y guiar a las personas en las sendas que les son en cierta forma familiares.
Pueden contener elementos de verdad que encuentran su significado

más pleno y rico en el estilo de vida que se encuentra en la Biblia. Estos


escritos debieran ser usados en un intento deliberado por presentarles la
Biblia a las personas como la Palabra inspirada de Dios y para ayudarlos a
transferir su fidelidad a los escritos bíblicos como su fuente de fe y práctica.

Sin embargo, existen ciertos riesgos que están implicados en el uso de


estos escritos. Las siguientes orientaciones contribuirán a evitar esos
riesgos.

a. La Biblia debiera ser reconocida como el instrumento de enseñanza y la


fuente de autoridad que debe ser usada para guiar a una persona a Cristo

y a una vida de fe en una sociedad donde es otra la religión dominante.

b. La iglesia no debiera usar un lenguaje que pueda dar la impresión de que


reconoce o acepta la naturaleza y la autoridad asignada a los “escritos

sagrados” por los seguidores de religiones no cristianas específicas.

c. Quienes usan los “escritos sagrados” como se expone más arriba


debieran elaborar o crear un plan que indique cómo se llevará a cabo la
transferencia de fidelidad.

d. La educación y el crecimiento espiritual de los nuevos creyentes en


sociedades no cristianas se logrará sobre la base de la Biblia y su autoridad

exclusiva.

2. Estructuras organizacionales transicionales

De acuerdo con Mateo 28:18 al 20, la misión de la iglesia tiene tres


componentes principales inseparables:

1) La misión debiera guiar a la gente a Jesús como su Salvador y Señor por


medio de la conversión y el bautismo;

2) la misión es incorporar a una comunidad de creyentes, la iglesia, en un


ambiente donde puedan crecer en la fe, el conocimiento y el gozo de una
comunión universal de creyentes; y,
3) la misión es alimentar y capacitar a los miembros como discípulos activos
que reconozcan y utilicen sus dones espirituales para ayudar a compartir el
evangelio. La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha sido fundada y
organizada por el Señor para cumplir esa comisión evangélica. La
naturaleza universal de la iglesia requiere la existencia de una estructura
organizacional básica y común en todo el mundo que facilite el
cumplimiento de su misión.

Las condiciones políticas y religiosas en algunos países podrían dificultar o


incluso imposibilitar el funcionamiento de la iglesia dentro de su estructura
organizacional tradicional. Tal vez se necesite una estructura organizacional
transicional. En tales casos, debieran emplearse las siguientes

orientaciones para hacer frente a la situación:

a. La estructura organizacional transicional sería justificable bajo una de las


siguientes condiciones:

1) Cuando se necesiten probar nuevas iniciativas en la misión de alcanzar a


pueblos resistentes o no alcanzados previamente;

2) Cuando la obra y la organización regular de la iglesia no estén permitidas


debido a circunstancias locales religiosas o políticas.

b. Los líderes eclesiásticos de la División/Unión/Campo local donde se crean


las estructuras organizacionales transicionales debieran determinar la

naturaleza de la organización transicional, y si es apropiado elegir un


liderazgo local. Además, debieran definir la administración del diezmo y las

ofrendas dentro de la organización transicional.

c. Los obreros que prestan liderazgo en la organización transicional


debieran estar comprometidos personalmente con la unidad doctrinal y la
misión

de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y de su organización eclesiástica


mundial.

d. Los nuevos conversos debieran, lo antes posible, ser conscientes del


hecho de que pertenecen a una comunidad eclesiástica mundial en
particular

–la Iglesia Adventista del Séptimo Día–, y de que esta tiene un mensaje y
una misión particulares para el mundo.
e. Lo antes posible, la estructura organizacional transicional debiera ser
reemplazada por el sistema organizacional regular de la iglesia.

3. Creencias fundamentales y preparación para el bautismo

Las creencias fundamentales y los no cristianos La “Declaración de


creencias fundamentales” es una expresión del mensaje eclesiástico en un
lenguaje significativo para las comunidades cristianas. El desafío es
determinar cómo hacer que esta declaración sea significativa para las
sociedades donde los cristianos son minoría o no existen. La misión para los
no cristianos despertará nuevos interrogantes que no están contemplados
en las creencias fundamentales, y debieran brindarse respuestas bíblicas
relevantes. Las siguientes sugerencias podrían ser de ayuda cuando se
aborda este tema en particular:

a. La forma en que se presenten las creencias fundamentales y el lenguaje


usado para presentarlas debe ser cuidadosamente estudiado y seleccionado

con el fin de facilitar la comprensión del mensaje de la iglesia por parte de


los no cristianos. Han de incentivarse la creación de estudios bíblicos

preparados localmente y los instrumentos de enseñanza.

b. La tarea recién descripta debiera hacerse en centros de estudios


religiosos, con la ayuda de obreros de primera línea y en consulta con la
comunidad

eclesiástica, teólogos, “misiólogos” y administradores.

c. Los directores de los centros de estudios religiosos debieran remitir las


preguntas y preocupaciones locales no tratadas en las creencias
fundamentales a la Oficina de Misión Global de la Asociación General para
su estudio.

Orientaciones bautismales

Deben seguirse estas orientaciones secuenciales en la preparación de los


nuevos conversos para el bautismo y la membresía de la Iglesia Adventista

del Séptimo Día:

a. Un candidato debe dar clara evidencia de una experiencia personal de


salvación por fe en Cristo y de una comprensión clara del mensaje
adventista.
b. Un candidato debe ser guiado por la comunidad local de creyentes hasta
que la comunidad pueda testificar que el candidato ha alcanzado un
conocimiento y una experiencia adecuados de la fe adventista.

c. El voto bautismal, como se explica en el Manual de la iglesia, debe ser


tomado como un resumen de las mínimas creencias y experiencias
requeridas

para el bautismo.

4. Formas de adoración

Dado que la Iglesia Adventista del Séptimo Día continúa entrando en


contacto con muchas culturas diferentes de países no cristianos, el tema de

las prácticas apropiadas de adoración se vuelve muy relevante. En esos


lugares, es importante decidir qué es y qué no es aceptable en un servicio
de

adoración adventista. Convocar a las personas para adorar al único Dios


verdadero desempeña un papel significativo en el mensaje y la misión de la

iglesia. De hecho, en la escatología adventista el elemento central en la


controversia final es el tema de la adoración y del verdadero objeto de
culto.

Debiéramos ser cuidadosos y prudentes al buscar formas de contextualizar


la adoración adventista alrededor del mundo. En esta tarea debiéramos
estar constantemente informados de los siguientes aspectos de la adoración
adventista:

a. Dios está en el centro mismo de la adoración como su objeto supremo.


Cuando nos acercamos a Dios en adoración, entramos en contacto con la
misma fuente de la vida, nuestro Creador, y con quien en un acto de gracia
nos redimió por medio de la muerte sacrificial de su amado Hijo. Ningún ser
humano debiera usurpar ese derecho divino.

b. La adoración colectiva es el pueblo de Dios que entra en su presencia


como el Cuerpo de Cristo en reverencia y humildad para honrarlo y rendirle

homenaje por medio de la adoración, la confesión, la oración, la acción de


gracias y el canto. Los creyentes se reúnen para escuchar la Palabra, para el
compañerismo, para la celebración de la Santa Cena, para servir a todos y
estar equipados para la proclamación del evangelio. Nuestra fe es una
invitación a la adoración sincera y muy participativa, donde la Palabra de
Dios es central, la oración es ferviente, la música es sentida y la comunión
en la fe es palpable. Estos elementos de adoración son indispensables en
los servicios de adoración adventistas alrededor del mundo y debieran
formar parte de cualquier intento de contextualizar el culto adventista.

c. Somos criaturas complejas en las que la razón y la emoción desempeñan


un papel significativo. La verdadera adoración se expresa a través del

cuerpo, la mente, el espíritu y las emociones. La Iglesia Adventista requiere


un equilibrio apropiado en la participación de estos aspectos de nuestra

personalidad en la adoración. Es importante tener en cuenta que cualquier


elemento del servicio de adoración que tiende a colocar al ser humano en

el centro debe ser rechazado. El grado de participación del cuerpo en la


adoración puede variar de una cultura a otra, pero todo lo que se realice
debiera hacerse bajo disciplina y dominio propio, teniendo en cuenta que el
aspecto central del servicio de adoración es la proclamación de la Palabra y
su llamado a servir a Dios y a los demás.

d. La adoración adventista debiera recurrir a la colección de tesoros de la


teología adventista para proclamar con exuberancia y gozo la comunión

y la unidad de creyentes en Cristo, y el gran tema del infinito amor de Dios


como se ve en la creación, el plan de redención, la vida de Cristo, su obra

sumo sacerdotal en el santuario celestial y su pronto regreso en gloria.

e. La música debiera ser usada para alabarlo a él y no como un medio de


sobreestimular las emociones que simplemente harán que los individuos

“se sientan bien”. Por medio de ella, los adoradores debieran expresar sus
sentimientos más profundos de gratitud y gozo al Señor en un espíritu de

santidad y reverencia. El culto adventista es para celebrar el poder creador


y redentor de Dios.

Si surge la necesidad de contextualizar la forma de adorar en una cultura


particular, debieran seguirse las orientaciones provistas en el documento

titulado “Contextualización y sincretismo” que se desarrolla a continuación.

5. Contextualización y sincretismo
La contextualización se define en este documento como el intento
intencional y discriminatorio de comunicar el mensaje evangélico de una
forma

culturalmente significativa. La contextualización adventista está motivada


por la seria responsabilidad de cumplir la comisión evangélica en un mundo
muy diverso. Se basa en la autoridad de la Escritura y en la dirección del
Espíritu y apunta a comunicar la verdad bíblica en una forma culturalmente
relevante. En esa tarea, la contextualización debe ser fiel a la Escritura y
significativa para la nueva cultura anfitriona, recordando que todas las
culturas son juzgadas por el evangelio. La contextualización intencional del
modo de comunicar nuestra fe y práctica es bíblica, legítima y necesaria.
Sin ella, la iglesia enfrenta los peligros de la incomunicación y de los malos
entendidos, de la falta de identidad y del sincretismo. Históricamente, la
adaptación se dio alrededor del mundo como una parte crucial de la
divulgación del mensaje de los tres ángeles a cada familia, nación, tribu y
pueblo. Esto seguirá aconteciendo.

Puesto que la iglesia sigue entrando en más ámbitos no cristianos, la


cuestión del sincretismo –la combinación de verdad religiosa y error– es un

desafío y una amenaza constantes. Afecta a todas las partes del mundo y
debe ser tomado en serio al explorar la práctica de la contextualización.
Este

tema se destaca por la comprensión adventista del gran conflicto entre el


bien y el mal que explica el modo de operación de Satanás: distorsionar y

comprometer la verdad; no negándola, sino mezclando verdad y error, y de


este modo le roba al evangelio su verdadero impacto y poder. En este
contexto de peligro y distorsión potencial, es indispensable la
contextualización crítica.

Dado que los efectos del pecado y la necesidad de salvación son comunes a
toda la humanidad, hay verdades eternas que todas las culturas necesitan
saber, que en algunos casos pueden ser comunicadas y experimentadas en
formas diferentes, aunque equivalentes. La contextualización trata de
apoyar todas las Creencias fundamentales y hacer que sean plenamente
entendidas.
En la búsqueda de la mejor forma de contextualizar, mientras que al mismo
tiempo se rechaza el sincretismo, deben seguirse ciertas orientaciones:

a. Dado que la contextualización poco crítica es tan peligrosa como la falta


de contextualización, no ha de realizarse a la distancia, sino dentro de

la situación cultural específica.

b. La contextualización es un proceso que debiera involucrar a líderes,


teólogos, “misiólogos”, gente local y ministros de la iglesia mundial. Estos

individuos debieran tener una comprensión clara de los elementos centrales


del panorama mundial de la Biblia con el fin de poder distinguir entre

la verdad y el error.

c. La inspección del elemento cultural específico necesitaría un análisis


especialmente cuidadoso por parte de personas que estén culturalmente
informadas del significado del elemento cultural particular en cuestión.

d. El análisis de lo que dice toda la Escritura acerca del tema o de temas


relacionados es indispensable. Las implicancias de las enseñanzas y los

principios escriturales debieran ser meditados cuidadosamente e incluidos


en las estrategias propuestas.

e. En el contexto de la reflexión y la oración, las revelaciones bíblicas son


normativas y deben ser aplicadas al elemento cultural específico en
cuestión. El análisis puede llevar a uno de los siguientes resultados:

1) El elemento cultural particular es aceptado, porque es compatible con los


principios escriturales;

2) El elemento cultural particular es modificado para hacerlo compatible con


principios cristianos;

3) El elemento cultural particular es rechazado, porque contradice los


principios de la Escritura.

f. El elemento cultural particular que fue aceptado o modificado es


implementado cuidadosamente.

g. Después de un período de prueba, tal vez sea necesario evaluar la


decisión tomada y determinar si debiera discontinuarse, modificarse o
retenerse.
Al final, toda verdadera contextualización debe estar sujeta a la verdad
bíblica y producir frutos para el reino de Dios. La unidad de la iglesia global

requiere que nos expongamos constantemente ante los demás, con la


cultura de los demás, y con las ideas de los demás para que seamos
“plenamente

capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la


longitud, la profundidad y la altura y de conocer el amor de Cristo” (Efe.
3:18).

El acoso sexual

Pautas

1) Conducta personal. Los empleados en organizaciones denominacionales


han de ejemplificar una vida semejante a la de Cristo, y deberían

evitar toda apariencia de mal. No deberían ceder ni por un momento en una


conducta sexual que sea dañina para sí mismos o para los demás, y

que arroje una sombra sobre su consagración a un estilo de vida cristiano.

2) Respeto mutuo. Los empleados deben respetarse y ayudarse unos a


otros. Nunca deben poner a otro empleado en una situación embarazosa o

de falta de respeto debido a insinuaciones sexuales. Hacerlo sería violar la


ley de Dios y las leyes del país que protegen los derechos humanos en su

lugar de trabajo.

3) Definición. Acoso sexual incluye, aunque no se limita a, lo siguiente:

a) Insinuaciones sexuales inoportunas, solicitud de favores sexuales, y otras


conductas verbales o físicas de naturaleza sexual que afectan la

situación de empleo de una persona. Tales insinuaciones constituyen


acosos sexuales cuando:

(1) El sometimiento a tal conducta se ponga explícita o implícitamente como


condición para el empleo de una persona.

(2) El sometimiento o el rechazo de tal conducta sea usado como una base
que afectará la decisión de emplear a tal persona.
(3) Tal conducta tenga el propósito o el efecto de interferir de manera
irrazonable con la realización del trabajo de una persona, o crear un

ambiente que produzca intimidación, hostilidad o que sea ofensivo.

(4) Se hagan amenazas o sugerencias de que el trabajo futuro,


promociones, salarios, etc. de una persona dependan de si se somete a las
demandas

sexuales o tolere el acoso.

b) Comentarios inoportunos orientados hacia el sexo (fastidiar, bromear,


decir chistes subidos de tono, etc.);

c) Presiones sutiles o pedidos de actividad sexual;

d) Tocar innecesariamente a la persona (pellizcar, dar palmaditas, abrazar,


rozar repetidamente el cuerpo de otra persona, etc.); y

e) Pedido de favores sexuales.

4) El ambiente de trabajo. Las organizaciones denominacionales informarán


a sus empleados de que el acoso sexual en el lugar de trabajo no será

tolerado. Se espera que todos los empleados eviten conductas o


comportamientos inoportunos que pudieran ser interpretados como acoso
sexual.

Cada organización designará a un hombre y a una mujer a quienes se les


podrán presentar las quejas que hubiere.

5) Información de incidentes. Si un empleado recibe acoso sexual de


supervisores, colegas empleados, clientes o personas no empleadas, se
seguirán de inmediato los siguientes pasos:

a) Se indicará claramente que esa conducta es agraviante.

b) Se informará del incidente a la persona apropiada. Si es posible,


presentando la queja por escrito.

c) Se analizará la situación en forma objetiva y completa, y se advertirá a la


persona que planteó la queja de que no debe hablar del tema con

ninguna otra persona por causa de lo delicado de la situación. La persona


que recibe la queja debe conservar la información en estricta confidencia,

excepto lo que sea necesario para investigar o rectificar el problema.


6) Informes de terceras personas. Todos los empleados que sepan de
incidentes de aparente acoso sexual en el lugar de trabajo son responsables
de informar estos incidentes a la persona apropiada para que se investigue.

7) Investigación. Las quejas de acoso sexual deben investigarse con


prontitud. La determinación de si cierto acto específico constituye acoso
sexual o no, se hará en base a los hechos, caso por caso. Al determinar si
cierta conducta mencionada constituye acoso sexual, el supervisor o la
persona apropiada considerará el registro como un todo y la totalidad de las
circunstancias, tales como la naturaleza de las insinuaciones sexuales y el
contexto en que ocurrió el incidente.

8) Acción. Si realmente existió acoso sexual, los dirigentes apropiados


tomarán una medida correctiva expedita. La disciplina puede variar desde
una advertencia escrita, de la cual una copia se guarda en el legajo de la
persona que ofendió a la otra, hasta el despido inmediato, dependiendo de
la

gravedad del acto.

Estas orientaciones fueron adoptadas por la Junta Directiva de la Asociación


General en la sesión del Concilio Anual realizado en Nairobi, Kenia, el 6 de
octubre de 1988. Este documento fue posteriormente

expandido para incluir todas las formas de acoso (ver el documento en la


página siguiente).

El acoso

1) Ambiente de trabajo. La Asociación General reconoce su responsabilidad


de mantener un ambiente de trabajo libre de acosos para todos

los empleados. Procura alcanzar este ambiente mediante la educación de


sus empleados mostrando que el acoso viola la ley y no será tolerado en la

Asociación General. Ésta también procura prevenir el acoso mediante la


publicación de este reglamento, el desarrollo de las sanciones apropiadas

por la mala conducta, y la información a todos los empleados de que tienen


el derecho a quejarse por el acoso.
Para mantener un ambiente de trabajo libre de acoso y ayudar a prevenir
una conducta inapropiada en el lugar de trabajo, la Asociación General

procurará seguir las siguientes acciones:

a) Cada empleado recibirá una copia de este reglamento sobre el acoso y


procedimiento para las quejas;

b) Cada empleado informará del recibo de este reglamento y procedimiento


de quejas, que será mantenido en el legajo personal del empleado;

c) La Asociación General ha designado al director del servicio de Recursos


Humanos y a los directores asociados como las personas a quienes

pueden presentarse las quejas de acoso, además del director del


departamento del empleado.

2) Conducta personal. Los empleados de la Asociación General han de


ejemplificar una vida semejante a la de Cristo, y deben evitar toda
apariencia

de mal. No deben ocuparse en conductas que sean perjudiciales para ellos


mismos o para otros, o que arrojen una sombra sobre su dedicación al

estilo de vida cristiano. Los empleados deben respetarse y ayudarse


mutuamente. Los empleados nunca deberían ser puestos en situaciones
embarazosas, de falta de respeto o de acoso por causa de su género, raza,
color, origen, nacionalidad, edad o incapacidad. Hacerlo es una violación de
la ley de Dios y de las leyes civiles que protegen los derechos humanos y
que gobiernan la conducta en el lugar de trabajo.

3) Acoso sexual. El acoso sexual es una forma de acoso, e involucra


insinuaciones sexuales inoportunas, pedidos de favores sexuales u otros
comportamientos verbales, escritos o físicos de naturaleza sexual cuando:

a) Someterse a tal conducta se señala, explícita o implícitamente, como una


condición o requisito para el empleo de la persona; o

b) Someterse o rechazar esa conducta se usa como base para las decisiones
de empleo que afectan a la persona; o

çc) Tal conducta tiene el propósito o el efecto de interferir de manera


irrazonable con la realización de las tareas de una persona, o crea un
ambiente intimidatorio, hostil u ofensivo.
4) Conducta inapropiada. La conducta inapropiada del empleador,
compañeros de trabajo o, en algunos casos, de no empleados, incluye pero
no se limita a:

a) Cualquier presión sutil u otra, o pedido de favores o actividades sexuales,


incluyendo cualquier sugerencia de que el solicitante o el empleado que
acepta o que rechaza los requerimientos sexuales tendrá efectos en el
empleo de esa persona o en las condiciones de empleo;

b) Flirteos sexuales o propuestas molestas;

c) El toque innecesario o inapropiado de naturaleza sexual o abusiva (por


ejemplo, dar palmadas, pellizcar, abrazar, roces repetidos contra el cuerpo
de otra persona, etc.);

d) La exhibición de figuras, dibujos, caricaturas u objetos sexualmente


sugerentes;

e) Amenazas o demandas de favores sexuales;

f) Declaraciones inoportunas o derogatorias con respecto al género, la raza,


el color, el origen nacional, la edad o la incapacidad (por ejemplo,

bromear, molestar, chistes degradantes o comentarios ofensivos o


travesuras);

g) Comentarios degradantes o que menosprecian la apariencia personal de


una persona;

h) Negar a un empleado la oportunidad de participar en un entrenamiento o


curso por causa del género, la raza, el color, el origen nacional, la edad o la
incapacidad;

i) Limitar las oportunidades para la promoción, el traslado o el ascenso por


causa de género, raza, color, nacionalidad, edad o discapacidad; o

j) Requerir a un empleado que realice tareas más difíciles, o asignarle


trabajos menos deseables, con el fin de forzarlo a retirarse del empleo o
renunciar a él.

5) Informes de incidentes. Los empleados que creen que han sido acosados
deberían dar inmediatamente los siguientes pasos:

a) Aclarar que tal conducta es ofensiva y que debería ser detenida


inmediatamente;
b) Informar del incidente al director de su departamento o al director o
directores asociados de Recursos Humanos. Al informe inicial debe seguir
una declaración escrita describiendo el incidente e identificando a testigos
potenciales.

6) Informes respecto de terceros. Los empleados que sepan de incidentes


potenciales de acoso en el lugar de trabajo hacia otras personas deben
informar de los incidentes al director de su departamento, o al director o
directores asociados del servicio de Recursos Humanos para que se
investigue.

7) Investigación. Las quejas por acoso deben ser atendidas inmediatamente


y mantenidas en reserva hasta donde sea posible.

8) Disciplina. Una violación de este reglamento puede resultar en una


medida disciplinaria, suspensión y hasta el despido del empleado.

9) Prohibición de represalias. La Asociación General prohíbe las represalias


contra los empleados que presenten quejas de acoso.

Este documento fue adoptado por el Servicio de Recursos Humanos de la


Asociación General el 20 de marzo de 2000, y refleja la práctica de la
División Norteamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Una filosofía adventista acerca de la música

Dios ha entretejido la música en la trama misma de su creación. Por


ejemplo, cuando hizo todas las cosas, “alababan todas las estrellas del alba,
y se regocijaban todos los hijos de Dios” (Job 38:7). El libro del Apocalipsis
describe el cielo como un lugar de alabanza incesante, que resuena con
cánticos de adoración a Dios y al Cordero por parte de todos (Apoc. 4:9-11;
5:9-13; 7:10-12; 12:10-12; 14:1-3; 15:2-4; 19:1-8). Debido a que Dios hizo al
ser humano a su imagen, compartimos el amor y el aprecio por la música
con todos los seres creados. De hecho, la música puede tocarnos y
conmovernos con un poder que va más allá de las palabras o cualquier otro
tipo de comunicación.1 La mejor música, la más pura, eleva nuestro ser
hasta la misma presencia de Dios, donde los ángeles y los seres no caídos lo
adoran con cánticos.
Pero el pecado ha lanzado una plaga sobre la creación. La imagen divina ha
sido desfigurada y casi borrada; en todos los aspectos, este mundo y los
dones de Dios nos llegan con una mezcla de bien y de mal. La música no es
moral ni espiritualmente neutra. Puede elevarnos hasta la experiencia
humana más sublime, o puede ser usada por el príncipe del mal para
rebajarnos y degradarnos, para despertar sensualidad, pasiones,
desesperación, ira y odio.

La mensajera del Señor, Elena de White, continuamente nos anima a elevar


nuestra perspectiva en cuanto a la música. Ella nos dice: “Cuando no se
abusa de la música, ésta es una gran bendición; pero mal empleada, es una
terrible maldición” (El hogar cristiano, p. 371).2 “Debidamente empleada es
un precioso don de Dios, destinado a elevar los pensamientos hacia temas
más nobles, y a inspirar y levantar el alma” (La educación, p. 167). En
cuanto al poder del canto, ella escribe: “¡Cuán a menudo, para el alma
oprimida y a punto de desesperar, la memoria recuerda alguna palabra de
Dios – [por ejemplo,] el tema olvidado de algún canto de la infancia–, y las
tentaciones pierden su poder, la vida adquiere nuevo significado y nuevo
propósito, y se imparte valor y alegría a otras almas! [...] Como parte del
servicio religioso, el canto no es menos importante que la oración. En
realidad, más de un canto es una oración. [...] Al conducirnos nuestro
Redentor al umbral de lo infinito, inundado con la gloria de Dios, podremos
comprender los temas de alabanza y acción de gracias del coro celestial
que rodea el trono, y al despertarse el eco del canto de los ángeles en
nuestros hogares terrenales, los corazones serán acercados más a los
cantores celestiales.

La comunión con el cielo empieza en la tierra. Aquí aprendemos la clave de


su alabanza” (La educación, p. 168). Como adventistas creemos y
predicamos que Jesús pronto vendrá otra vez. En nuestra proclamación
mundial de los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6-12,
llamamos a todos los pueblos a aceptar el evangelio eterno, a alabar a Dios
el Creador y a prepararse para encontrarse con nuestro Señor en su pronto
regreso. Desafiamos a todos a elegir lo bueno y no lo malo, para que,
diciendo NO “a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo
sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la
manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito
2:12, 13). Creemos que el evangelio afecta todos los aspectos de la vida.
Por eso sostenemos que, dado el vasto potencial de la música para el bien o
el mal, no podemos ser indiferentes a ella. Aunque percibimos que los
gustos en música varían en gran manera de un individuo a otro, creemos
que la Biblia y los escritos de Elena de White sugieren principios que pueden
moldear nuestras elecciones.
Definiciones

“Música sacra”: También llamada “música religiosa”, es una expresión que


se usa en este documento para designar a la música que se centraliza en
Dios, y en temas bíblicos y cristianos. En la mayoría de los casos, es música
compuesta para ser utilizada en los cultos, las reuniones de evangelización
o la devoción personal, y puede ser música vocal e instrumental. Sin
embargo, no toda música considerada sacra/religiosa puede ser aceptable
para un adventista. La música sacra no debería evocar asociaciones
seculares o invitar a la conformidad con normas mundanas de pensamiento
o comportamiento.

“Música secular”: Es la música compuesta para ambientes ajenos al servicio


de culto o de devoción personal. Apela a los temas comunes de la vida y a
las emociones básicas del ser humano. Proviene de nuestro ser interior, y
expresa la reacción del espíritu humano ante la vida, el amor y el mundo en
el que el Señor nos ha colocado. Puede elevar o degradar moralmente al ser
humano. Aunque no está destinada a alabar a Dios, puede tener un lugar
legítimo en la vida del cristiano. En su elección debería seguirse los
principios presentados en este documento.

Principios guiadores para el cristiano

La música con la que se deleita el cristiano debería estar regulada por los
siguientes principios:

1. Toda la música que el cristiano escuche, interprete o componga, ya sea


sacra o secular, glorificará a Dios: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra
cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31). Éste es el principio
bíblico fundamental. Cualquier cosa que no pueda satisfacer esta norma
elevada debilitará nuestra experiencia con el Señor.

2. Toda la música que el cristiano escuche, interprete o componga, ya sea


sacra o secular, debería ser la más noble y la mejor: “Por lo demás,
hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo
puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna,
si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Fil. 4:8). Como seguidores de
Jesucristo que esperamos y anhelamos unirnos a los coros celestiales,
consideramos la vida en esta tierra como una preparación para, y un
anticipo de, la vida en un cielo nuevo y una tierra nueva. De estos dos
fundamentos –glorificar a Dios en todas las cosas, y elegir lo más noble y lo
mejor– dependen los demás principios que se presentan a continuación para
la selección musical por parte de los cristianos:

3. La música debe caracterizarse por ser de calidad, equilibrada, apropiada


y auténtica. Fomentará nuestra sensibilidad espiritual, psicológica y social, y
nuestro crecimiento intelectual.

4. Apelará tanto al intelecto como a las emociones, y tendrá un efecto


positivo sobre el cuerpo.

5. La música revelará creatividad y estará compuesta con melodías de


calidad. Cuando se utilice armonía,3 ésta debe ser usada de una forma
interesante y artística, con ritmos que la complementen.

6. La música vocal empleará letras que estimulen positivamente nuestras


habilidades intelectuales, así como nuestras emociones y nuestra fuerza de
voluntad. Las buenas letras son creativas, ricas en contenido y de buena
composición. Se concentran en lo positivo y reflejan valores morales;
educan y elevan; y se corresponden con una teología bíblica sólida.

7. Los elementos musicales y literarios deben obrar armoniosamente unidos


para influir sobre el pensamiento y la conducta, en concordancia con los
valores bíblicos.

8. La música debe mantener un equilibrio prudente de los elementos


espirituales, intelectuales y emocionales. 9. Debemos reconocer y aceptar la
contribución de diferentes culturas en la adoración a Dios. Las formas y los
instrumentos musicales varían en gran manera dentro de la familia
adventista mundial, y la música proveniente de una cultura puede sonar
extraña para alguien de una cultura diferente. Hacer música adventista
significa elegir lo mejor y, sobre todo, acercar- nos a nuestro Creador y
Señor para glorificarlo.

Enfrentemos el desafío de tener una visión musical alternativa viable y,


como parte de nuestro mensaje profético, hacer una contribución musical
adventista distintiva como un testimonio al mundo respecto de un pueblo
que espera el pronto regreso de Cristo.

____________

Referencias:

1 “Es uno de los medios más eficaces para grabar en el corazón la verdad
espiritual” (La educación,p. 168).
2 Ella también dice que “justamente antes de la terminación del tiempo de
gracia [...] habrá vocerío acompañado de tambores, música y danza. El
juicio de algunos seres racionales quedará confundido de tal manera que no
podrán confiar en él para realizar decisiones correctas. Y a esto consideran
como la actuación del Espíritu Santo. El Espíritu Santo nunca se manifiesta
en esa forma, mediante ese ruido desconcertante. Esto constituye una
invención de Satanás para ocultar sus ingeniosos métodos destinados a
tornar ineficaz la pura, sincera, elevadora, ennoblecedora y santificadora
verdad para este tiempo” (Mensajes selectos, t. 2, p. 41).

3 Reconocemos que en algunas culturas la armonía no es tan importante


como en otras culturas.

Estas orientaciones fueron aprobadas por la Junta Ejecutiva de la Asociación


General en el Concilio Anual desarrollado en Silver Spring, Maryland, el 13
de octubre de 2004, y por la Junta Directiva Plenaria de la División
Sudamericana realizada en Brasilia el 3 de mayo de 2005.

La música en la IASD de Sudamérica

La Iglesia Adventista del Séptimo Día surgió en cumplimiento de la profecía


con el objetivo de preparar a un pueblo para el regreso de Jesús.

Fue escogida como un instrumento divino para proclamar a todo el mundo


las buenas nuevas de salvación por la fe en el sacrificio de Cristo y la

obediencia a sus mandamientos.

La vida de quienes aceptan esa responsabilidad debe ser tan consagrada


como su propio mensaje. Este principio se aplica, de manera especial, a los

que, por medio de la música, tienen la misión de conducir a la iglesia de


Dios en la adoración, la alabanza y la evangelización, ya que “la música sólo

es aceptable para Dios cuando el corazón es consagrado, enternecido y


santificado” (Elena de White, Carta 198, 1895). Es necesario recibir primero

para ofrecer después. Es necesario tener un compromiso personal con el


mensaje para poder transmitirlo luego. Es necesario tener un encuentro
personal con Dios para entonces reconocer su santidad, y así desarrollar
una sensibilidad musical adecuada.

Ante esta realidad, los que producen, seleccionan o interpretan la música


usada en la iglesia necesitan mucha comunión, sabiduría, orientación y

apoyo. Deben tener una visión de la grandeza del ministerio que tienen en
sus manos, y también el máximo cuidado al hacer sus elecciones. “No es

suficiente entender los rudimentos del arte de cantar, sino que, junto con la
comprensión y el conocimiento, debe haber tal conexión con el Cielo

que los ángeles puedan cantar por intermedio de nosotros” (Mensajes


selectos, t. 3, p. 383).

La música es uno de los dones más grandes dados por Dios y, por eso
mismo, es un elemento indispensable en el proceso de crecimiento
cristiano.

La música es uno de los grandes dones que Dios concedió al hombre, y uno
de los elementos más importantes en un programa espiritual. Es una

avenida de comunicación con Dios, y “es uno de los medios más eficaces
para grabar en el corazón la verdad espiritual” (La educación, p. 168).

Ejerce influencia sobre asuntos de consecuencias eternas. Puede elevar o


degradar, y ser empleada tanto para el bien como para el mal. “Tiene poder
para subyugar naturalezas rudas e incultas, para avivar el pensamiento y
despertar simpatía, para promover la armonía en la acción, y desvanecer la
melancolía y los presentimientos que destruyen el valor y debilitan el
esfuerzo” (La educación, p. 168).

La música es uno de los elementos más importantes en cada actividad de la


iglesia, y por eso debe ser usada siempre de manera edificadora. “El canto
es uno de los medios más eficaces de impresionar el corazón con la verdad
espiritual. A menudo, por las palabras del cántico sagrado, fueron abiertas
las fuentes del arrepentimiento y de la fe” (El evangelismo, p. 365).

Las siguientes orientaciones son presentadas procurando el crecimiento del


área de la música, de cada músico involucrado y de la iglesia como un todo.
Complementan los principios presentados por la Asociación General, y
deben guiar el uso de la música dentro de la Iglesia Adventista en
Sudamérica. Su aceptación proporcionará elecciones sabias, el
cumplimiento de la misión y la conquista de mejores resultados. Con el fin
de identificar correctamente el papel de la música y de los músicos
adventistas, toda la actividad musical de la iglesia deberá ser llamada
Ministerio de la Música. Los músicos adventistas tendrán una visión clara de
su papel como ministros; y la iglesia, una visión distinta de la música, su
objetivo y su mensaje como un ministerio.

I. El músico

1. Debe cultivar una vida de devoción, a la altura de un cristiano auténtico,


basada en la práctica regular de la oración y la lectura de la Biblia.

2. Necesita expresar su encuentro personal con Cristo por medio de la


música.

3. Debe, en consecuencia, tratar a la música como una oración o un sermón,


preparándose espiritualmente para cada presentación (El evangelismo,

pp. 371, 372).

4. Debe representar correctamente los principios de la iglesia en su vida y


reflejar el mensaje de la música que presenta, edita o compone.

5. Debe estar en armonía con los principios de la iglesia, viviendo los


principios de la mayordomía cristiana y siendo miembro activo de una
iglesia local.

6. Necesita desarrollar el arte, en todas sus actividades, como un ministerio.


No resaltar su imagen personal, sino el mensaje que será transmitido.

7. Cuida su apariencia personal, para reflejar el patrón de modestia y


decencia presentado por la Biblia.

8. Canta con entonación clara, pronunciación correcta y articulación distinta


(Obreros evangélicos, p. 370).

9. Evita todo lo que pueda apartar la atención del mensaje de la música,


como gesticulación excesiva y extravagante, y orgullo en la presentación

(El evangelismo, p. 365).

10. Evita la amplificación exagerada, tanto vocal como instrumental, en sus


presentaciones.

11. Evita el uso de tonos estridentes, distorsiones vocales o instrumentales,


así como también el estilo de los cantantes populares.

12. Respeta el ambiente de la iglesia y las horas del sábado al vender sus
materiales.
13. Debe recibir orientación y apoyo espiritual por parte del liderazgo del
Ministerio de la Música, los líderes de la iglesia y el pastor local.

II. La música

1. Glorifica a Dios y ayuda a los oyentes a adorarlo de manera aceptable.

2. Debe ser compatible con el mensaje, manteniendo el equilibrio entre el


ritmo, la melodía y la armonía (1 Crón. 25:1, 6, 7).

3. Debe armonizar la letra con la melodía, sin mezclar lo sagrado con lo


profano.

4. No sigue tendencias que abren la mente hacia pensamientos impuros,


que llevan a comportamientos pecaminosos o que destruyen el aprecio por
lo que es santo y puro. “La música secular o aquella que sea de naturaleza
dudosa o cuestionable nunca debiera introducirse en nuestros cultos”
(Manual de la iglesia, p. 74).

5. No se deja guiar sólo por el gusto y la experiencia personales. Los hábitos


y la cultura no son guías suficientes en la elección de la música. “En algunas
de nuestras iglesias he escuchado solos que eran inapropiados para el
servicio de culto en la casa de Dios. Las notas prolongadas y los sonidos
peculiares, tan comunes en el canto de ópera, no agradan a los ángeles.
Éstos se complacen en oír los sencillos cantos de alabanza expresados en
un tono natural” (El evangelismo, p. 372).

6. No debe rebajarse con el fin de obtener conversos, sino que debe elevar
al pecador hacia Dios (El evangelismo, p. 105). Elena de White dice que se
volverá a escuchar, justo antes de la terminación del tiempo de gracia, “[...]
vocerío acompañado de tambores, música y danza. El juicio de algunos
seres racionales quedará confundido de tal manera, que no podrán confiar
en él para realizar decisiones correctas. Y a eso consideran como la
actuación del Espíritu Santo. El Espíritu Santo nunca se manifiesta en esa
forma, mediante ese ruido desconcertante. Eso constituye una invención de
Satanás para ocultar sus ingeniosos métodos destinados a tornar ineficaz la
pura, sincera, elevadora, ennoblecedora y santificadora verdad para este
tiempo” (Mensajes selectos, t. 2, p. 41).

7. Provoca una reacción positiva y saludable en quienes la oyen.

III. La letra

1. Debe ser de fácil comprensión y estar en armonía con las enseñanzas de


la Biblia.
2. Debe tener valor literario y teológico consistente. No usar letras livian as,
vagas y sentimentales, que apelen sólo a las emociones.

3. No debe ser superada por los arreglos o los instrumentos de


acompañamiento.

4. Debe mantener el equilibrio entre himnos dirigidos a Dios y cánticos que


contienen peticiones, llamados, enseñanzas, testimonios, amonestaciones

y ánimo (Col. 3:16; Efe. 5:19).

5. No debe presentarse en otro idioma que no sea el local, para que pueda
ser comprendida y los oyentes sean edificados.

IV. La alabanza de la congregación

1. Debe ser más valorada, porque por medio de ella toda la iglesia participa.
“No siempre unas pocas personas deben hacerse cargo del canto.

Tan a menudo como sea posible, hay que hacer participar a toda la
congregación” (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 116). Los momentos de
alabanza de la congregación:

a. Involucran la participación de todos en el culto.

b. Armonizan el corazón del hombre con Dios.

c. Ejercen una influencia unificadora del pueblo de Dios en un solo


pensamiento.

d. Dan oportunidad para expresar las emociones y los sentimientos


personales.

e. Fortalecen el carácter.

f. Tienen gran valor educativo.

g. Resaltan un buen principio de mayordomía, al desarrollar un talento dado


por Dios.

h. Dirigen al oyente hacia Cristo.

2. No debe ser usada para llenar espacios vacíos, o un imprevisto. Debe


estar incluida dentro de cualquier culto o programa, en un momento
especial, valorando su importancia.
3. No debe ser realizada de manera fría, automática o con falta de
preparación. Los himnos que serán cantados y el mensaje que será
expuesto deben estar unidos entre sí, fruto de la planificación y de la
cuidadosa organización entre los líderes y el Ministerio de la Música (Joyas
de los testimonios, t. 1, p. 458).

4. Siempre y cuando sea posible, el ministro de la alabanza debe ocupar un


lugar en la plataforma, como uno de los participantes en el culto de
adoración.

5. Deben ser estimulados grupos musicales que involucren a una buena


cantidad de personas. “[...] Muy pocas veces convendrá que los cantos sean
ofrecidos por unos pocos” (Consejos sobre la salud, p. 481).

6. Debe haber cuidado especial para no usar músicas que apenas agraden a
los sentidos, tengan conexión con lo carismático o den prioridad al ritmo.

V. Los instrumentos

1. Los instrumentistas de la iglesia siempre deben ser estimulados a


participar de los cultos de adoración, con instrumentos en vivo. Hablando
del

canto, Elena de White recomienda: “[...] Acompáñese entonces el canto con


instrumentos musicales tocados con habilidad. No hemos de oponernos al
empleo de instrumentos de música en nuestra obra” (El evangelismo, p.
370).

2. Debe haber mucho cuidado al utilizar instrumentos asociados con la


música popular y folclórica, o que necesiten amplificación exagerada.
Cuando son mal utilizados, hacen competencia al mensaje de la música y lo
debilitan.

3. El uso de play-backs para números especiales debe ser alternativo.


Deben ser usados de manera equilibrada, siempre en apoyo al canto de la
congregación.

4. Los instrumentos deben ocupar su papel de acompañamiento, dando


prioridad al mensaje. “La voz humana que canta la música de Dios con un
corazón lleno de gratitud y agradecimiento, es para él mucho más
agradable que la melodía de todos los instrumentos musicales que han sido
inventados por manos humanas” (El evangelismo, p. 369).

5. Debe tener prioridad –antes que las orquestas, las bandas y otros grupos–
la presentación de música que esté dentro de las recomendaciones de la
iglesia y que edifique a los oyentes.
VI. Las producciones musicales

1. Deben caracterizarse por resaltar nuestro mensaje distintivo.

2. Los compositores, los arregladores, los productores y los directores deben


dar prioridad, valorar y trabajar con músicos que estén comprometidos con
los principios musicales de la iglesia.

3. Las producciones musicales de las instituciones adventistas deben ser


referencias de los valores musicales de la iglesia.

4. Se debe prestar atención y cuidado especial a las producciones vendidas


en locales de propiedad de la iglesia, para que reflejen nuestros valores
musicales.

5. La música presentada en las estaciones de radio y los canales de


televisión que son propiedad de la iglesia, también debe reflejar nuestros
valores musicales. Ella posee una gran influencia, forma la cultura musical
de la iglesia, y llega a ser una referencia musical de la iglesia para los
oyentes y los telespectadores.

VII. La educación musical

1. Debe considerarse la posibilidad de apoyar a los niños en su


entrenamiento musical, con el fin de preparar a futuros músicos que
servirán en la iglesia. Este apoyo podrá ser dado por medio de maestros de
música de la propia iglesia, o patrocinar clases de música para algún
interesado.

2. La música debe ser valorada y bien trabajada en los hogares cristianos.


La instrucción y la formación de un gusto musical saludable debe comenzar
temprano en la vida de los niños. Los padres deben conversar, orientar y ser
un modelo positivo para sus hijos al escoger con sabiduría la música que
será escuchada en casa.

3. La educación adventista debe estimular a los alumnos en el aprendizaje


de instrumentos musicales, lectura de partituras y canto vocal en coros o
grupos.

4. En todas las instituciones educativas adventistas, las presentaciones


musicales deben estar en armonía con las directrices de la iglesia. Esto se
aplica tanto a los talentos locales como a artistas y grupos visitantes, y
también al uso de los medios de comunicación para entretenimientos
(películas y otros) patrocinados oficialmente por la institución.

VIII. La administración de la música en la iglesia


1. Cada iglesia debe tener su comisión de música debidamente organizada y
que mantenga reuniones regulares. La administración del Ministerio de la
Música no debe estar en manos de una sola persona.

2. Deben realizarse charlas, sermones, seminarios o festivales de alabanza


que involucren a cantantes o grupos, y fortalezcan el compromiso con la
iglesia y sus principios musicales.

3. El liderazgo de la iglesia debe animar a sus miembros a desarrollar sus


talentos musicales, al establecer un coro, un cuarteto, un grupo musical,
una orquesta o fortalecer un talento individual.

4. La iglesia debe, dentro de lo posible, tratar de adquirir algún instrumento


musical propio para fortalecer la alabanza y la formación musical.

5. La comisión directiva del Ministerio de la Música debe organizar y


preparar música especial, y elegir un responsable de la alabanza de la
congregación para todos los cultos de la iglesia.

6. La salida o la recepción de grupos musicales o cantantes debe tener una


recomendación oficial de la iglesia de la que son miembros. Esta actitud
valora a los buenos músicos y da seguridad a la iglesia.

7. La música no debe ser motivo de discusiones o actitudes radicales. La


búsqueda del modelo divino debe ser guiada por el amor y la oración, y no

por la imposición.

IX. La música en la evangelización

1. Toda presentación musical debe contener, siempre y cuando sea posible,


un mensaje bíblico y un llamado u ofrecimiento de un curso bíblico a
quienes aún no estén bautizados, tratando de llevarlos a Jesús.

2. Los grupos musicales y los cantantes deben buscar maneras de actuar


directamente, y de forma sistemática, en las campañas misioneras y
evangelizadoras de la iglesia; o desarrollar sus propios proyectos para
cumplir la misión.

X. La música en el culto

1. Dentro del culto y la adoración a Dios, la música debe ocupar un lugar tan
especial como la oración y el mensaje de la Biblia. La música es un sacrificio
de alabanza, un medio de promover el crecimiento espiritual, de glorificar a
Dios y de dirigir al oyente hacia él. 2. El mensaje musical especial y la
alabanza de la congregación deben estar en armonía con el mensaje bíblico
que será presentado. Eso fortalece su impacto. 3. La música para el culto
debe tener belleza, majestad y poder (Joyas de los testimonios, t. 1, p. 458).

4. La música debe ser escogida de manera específica para cada ambiente,


programa o culto de la iglesia. “Los que hacen del canto una parte del culto
divino, deben elegir himnos con música apropiada para la ocasión, no de
notas fúnebres, sino alegres, y, con todo, melodías solemnes” (El
evangelismo, p. 370).

XI. El equipo de audio y vídeo

1. Debe trabajar, en sociedad con el Ministerio de la Música, en la


planificación y la organización del programa musical de la iglesia.

2. Mantendrá los principios presentados en este documento, especialmente


en lo que se refiere al uso de materiales sonoros y visuales en la adoración,
la alabanza y la liturgia.

3. Ofrecerá apoyo técnico a los cantantes, músicos, grupos vocales e


instrumentales, antes y durante las presentaciones, con el objetivo de tener
una buena calidad en la adoración y la alabanza.

XII. La música secular

1. Los principios de elección musical deben servir tanto para la música


“sacra” como para la “secular”. En ningún momento dejamos de ser hijos e
hijas de Dios que tratan de glorificarlo en todas las cosas. Siempre
escogeremos sólo lo mejor.

2. La elección de la música “secular” debe estar caracterizada por un


equilibrio saludable en los elementos del ritmo, la melodía y la armonía, con
una letra que exprese ideales de gran valor.

3. Debe haber cuidado especial en la elección de la música en programas


especiales dentro de la iglesia, tales como: ceremonias de matrimonio,
cultos de acción de gracias, seminarios y otros.

Conclusiones

Vivimos en un momento difícil, en el que cada vez más las personas y las
sociedades expresan sus sentimientos religiosos sin una clara orientación
cristiana y bíblica. La música ha llegado a ser un asunto fundamental, que
requiere discernimiento y decisión espirituales. En consecuencia, debemos
formularnos las siguientes preguntas importantes mientras tratamos de
hacer buenas elecciones musicales:
1. La música que estamos escuchando o presentando, ¿tiene consistencia
moral y teológica tanto en la letra como en la melodía?

2. ¿Cuál es la intención que está detrás de esta música? ¿Transmite un


mensaje positivo o negativo? ¿Glorifica a Dios (1 Cor. 10:31) y ofrece lo que
es más noble y mejor (Fil. 4:8)?

3. ¿Está la música comunicando su intención eficazmente? ¿Está el músico


promoviendo una atmósfera de reverencia? La letra y la música, ¿dicen la
misma cosa?

4. ¿Estamos buscando la orientación del Espíritu Santo en la elección de la


música religiosa y secular?

El consejo de Pablo es claro: “[...] Cantaré con el espíritu, pero cantaré


también con el entendimiento” (1 Cor. 14:15). No hay duda de que la
música es una expresión artística que toca los sentimientos. Esto nos lleva a
evaluar, escoger y producir música de manera racional, teniendo en cuenta
su poder, y tratando de cumplir el propósito de Dios para la edificación de la
iglesia y la salvación del mundo.

No podemos olvidar que “la música es de origen divino. Hay gran poder en
ella. Fue la música de la hueste angelical la que emocionó el corazón de los
pastores en las llanuras de Belén y alcanzó el mundo entero. Es mediante la
música como nuestras alabanzas se elevan hacia quien es la personificación
de la pureza y la armonía. Es con música y con cantos de victoria como los
redimidos entrarán finalmente en la recompensa eterna” (Mensajes
selectos, t. 3, p. 382).

Estas orientaciones fueron aprobadas por la Junta Directiva Plenaria de la


División Sudamericana, realizada en Brasilia, el 3 de mayo de 2005.

Usos del diezmo

Introducción
El diezmo y las ofrendas de su pueblo constituyen el plan de Dios para el
sostén de su obra en esta tierra. El diezmo es la principal fuente de recursos
de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para la proclamación total del
evangelio en todo el mundo. Esto incluye las tareas de evangelización para
el público, equilibradas y abarcantes, y la alimentación espiritual de los
feligreses. Siendo que el diezmo está reservado para propósitos especiales,
las ofrendas voluntarias deben proporcionar los recursos para muchas
tareas de la obra del evangelio.

Principios con respecto al uso del diezmo

1) Sólo las asociaciones están autorizadas para distribuir porciones de los


diezmos. El diezmo es del Señor y debe ser entregado en la tesorería de la
asociación por medio de la iglesia local. “Traed todos los diezmos al alfolí y
haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los
ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre
vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3:10).

“El diezmo es sagrado, reservado por Dios para sí. Ha de ser traído a su
tesorería para ser empleado en el sostén de los obreros evangélicos en su
obra” (Obreros evangélicos, p. 238).

2) Las asociaciones y uniones deben compartir el diezmo con la iglesia


mundial. “Más y más debemos llegar a ver que los medios que llegan a la
asociación en diezmos y ofrendas de nuestro pueblo deben ser usados para
el sostén de la obra no sólo en las ciudades norteamericanas, sino también
en campos extranjeros. Sean distribuidos abnegadamente los medios
reunidos tan celosamente. Los que perciben las necesidades de los campos
misioneros no serán tentados a usar el diezmo para lo que no es necesario”
(Manuscrito 11, 1908).

3) La naturaleza del trabajo de un obrero determinará si será sostenido por


los diezmos. De este modo, otros factores, incluyendo la credencial que
tiene en ese momento, no son los criterios finales para usar el diezmo para
sostenerlos. “El diezmo debe ir a quienes trabajan en palabra y doctrina,
sean ellos hombres o mujeres” (Manuscrito 149, 1899).

4) El diezmo debe ser usado sólo para el sostén de personas que están
ocupadas en ministerios de evangelización y alimentación espiritual. “El
diezmo ha de ser usado con un propósito: sostener a los ministros que el
Señor ha designado para hacer su obra. Ha de ser usado para sostener a
quienes hablan palabras de vida a la gente y llevan las cargas del rebaño de
Dios” (Manuscrito 82, l904).

5) El funcionamiento de la iglesia local es importante, pero no debe ser


sostenido por el diezmo.
a) “El diezmo ha de ser usado con un propósito: sostener a los ministros que
el Señor ha designado para hacer su obra. Ha de ser usado para sostener a
quienes hablan palabras de vida a la gente, y llevan las cargas del rebaño
de Dios” (Manuscrito 82, 1904).

b) “El diezmo no debe ser consumido en gastos incidentales. Eso


corresponde a la obra de los feligreses de la iglesia. Ellos deben sostener su
iglesia mediante sus donaciones y ofrendas” (Carta 81, 1897).

Reglamentos con respecto al uso del diezmo: Actividades para las cuales
puede usarse el diezmo

1) El sostén de evangelistas, pastores e instructores bíblicos.

2) El sostén del personal que proporciona liderazgo administrativo y


servicios para los ministerios de extensión evangelizadora y alimentación
espiritual de la iglesia. El personal incluye a los oficiales de las asociaciones,
directores de departamentos, contadores, oficinistas y secretarias.

3) Los gastos necesarios para financiar las actividades de los ministerios de


evangelización y alimentación espiritual de la iglesia tales como:

a) Gastos de evangelización.

b) Gastos de funcionamiento de la oficina de la asociación.

c) Equipo de oficinas y de evangelización.

d) Gastos de funcionamiento de lugares de congresos campales y de


campamentos.

4) El sostén de las operaciones que se consideran esenciales para los


ministerios de evangelización y alimentación espiritual de la iglesia.

a) Escuelas primarias: asignaciones de hasta el 30% del total de los salarios


y gastos de los directores y profesores en reconocimiento de su papel como
líderes espirituales.

b) Colegios secundarios: el equivalente del sostén total de un profesor de


Biblia, directores y directoras de los internados.

c) Colegios superiores y universidades: una cantidad igual al costo total de


los departamentos de Biblia de los colegios y universidades, los directores
de los internados, del director/rector, y de los decanos de bienestar
estudiantil.
d) Colportores: la parte que corresponde a la asociación de los beneficios de
los colportores.

e) Campamentos y centros de la asociación: asignación de los gastos de


funcionamiento de los campamentos para jóvenes o centros de la
asociación.

f) Programas de medios masivos: la producción de impresos, radio y


televisión.

g) Jubilados: los beneficios de la jubilación de los empleados


denominacionales (excepto los que tienen otras provisiones, por ejemplo,
empleados del sistema de cuidado de la salud).

Reglamentos con respecto al uso del diezmo: Actividades para las cuales no
debe usarse el diezmo

1) Gastos de mantenimiento y funcionamiento de las iglesias locales. Estos


deben ser financiados por ofrendas de los feligreses.

2) Mantenimiento y otros costos de funcionamiento de las escuelas


primarias. Estos deben ser financiados con las matrículas y cuotas
mensuales de la enseñanza y/o subsidios de la iglesia.

3) Mantenimiento y gastos de funcionamiento de instituciones de educación


secundaria y superior. Estas deben ser financiadas con las matrículas,
cuotas mensuales de la instrucción y otras entradas de la institución.

4) Proyectos de edificaciones de la iglesia, la asociación o las instituciones.


Estos deben ser financiados por los feligreses y/u otras fuentes que no sean
los diezmos.

Administración del diezmo: Declaración de posición

1) El papel de la familia de la iglesia con respecto a la administración de los


fondos constituidos por los diezmos. La iglesia mundial es la familia de Dios
sobre la Tierra. Cada miembro, como parte de esa familia, goza de
privilegios y tiene responsabilidades acerca de cómo se determinan la
reunión y la distribución de los fondos constituidos por diezmos. La familia,
actuando colectivamente por medio del Congreso de la Asociación General y
el Concilio Anual de la Junta Directiva de la Asociación General determina
los reglamentos, en armonía con los principios de las Escrituras y del
espíritu de profecía, para la reunión, distribución y desembolso de los
fondos constituidos por diezmos. Esta declaración es el producto de muchas
consultas con diversas personas dentro de la iglesia: laicos, pastores,
administradores de asociaciones y líderes mundiales. Como miembros de la
familia, cada persona, institución y organización respetará el honor de la
familia operando dentro de estas orientaciones, con el fin de proporcionar el
sistema de sostén financiero regular, confiable y siempre creciente para la
proclamación del evangelio a todo el mundo.

2) El “alfolí” o la “tesorería” de la Iglesia Adventista. De acuerdo con las


Escrituras, el diezmo es del Señor y debe ser traído al alfolí o tesorería como
un acto de adoración. La Iglesia Adventista hace esto al enviar el diezmo a
la tesorería de la asociación por medio de la iglesia de la cual es miembro el
feligrés. En circunstancias desusadas, los feligreses deben consultar a los
dirigentes de la asociación/misión local. Seguir cualquier otro plan produce
confusión y competencia, y socava la estructura financiera de la iglesia, y
con ello debilita la capacidad de la iglesia de cumplir su misión mundial. Con
el fin de seguir un programa equilibrado y sólido alrededor del mundo, los
miembros no deben dirigir el diezmo del Señor hacia otrosproyectos que
ellos mismos quieran elegir. 3) Formas alternativas para hacer ingresar
fondos a la tesorería.

a) El Señor promete bendiciones sin medida a quienes devuelvan un diezmo


fiel al alfolí. La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha determinado que la
forma normal de ingresar depósitos a la tesorería es mediante la
asociación/misión local.

b) Si los miembros, con el deseo de mantener en reserva su remesa, eligen


enviar una cantidad de diezmo a la Asociación General o a su unión, esas
oficinas pueden aceptar ese diezmo, pero lo enviarán, sin el nombre de la
persona, a la asociación a la que pertenece el miembro para su distribución
a la iglesia mundial. Tales personas deberían ser estimuladas a procesar sus
diezmos a través de los canales regulares.

4) Diezmos compartidos.

a) El plan de compartir diezmos es una forma equilibrada de distribuir


equitativamente los recursos financieros con toda la iglesia mundial. Este
plan es básico y esencial para el sistema de sostén de la obra mundial de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día.

b) Las iglesias, asociaciones, uniones, la Asociación General y las divisiones


de la Asociación General no aceptarán diezmos de los miembros que
soliciten su uso contrariamente a los porcentajes usuales que se comparten
en los diversos niveles de la organización.

c) La iglesia local sólo tiene autorización para aceptar y enviar los fondos
del total de diezmos a la tesorería de su asociación/misión.

5) Solicitación de diezmos. Los pastores, administradores de asociaciones y


misiones no solicitarán fondos de diezmos de los feligreses de otras
asociaciones o divisiones. La iglesia ha hecho provisión para la
compensación de los recursos financieros.

6) Diezmos a las instituciones. Las organizaciones denominacionales, tales


como la Fundación Christian Record Braille, La Voz de la Esperanza, Fe para
Hoy, Está Escrito, Breath of Life, no aceptarán fondos que se sepa que son
diezmos de adventistas. Cuando los miembros envían diezmos a la
organización denominacional, ellos tienen la responsabilidad de indicar que
son diezmos.

7) Diezmos de feligreses que se trasladan. Se anima a los feligreses que se


mudan a un lugar nuevo a que soliciten la transferencia de su feligresía
dentro de los seis meses, y que comiencen a sostener a su nueva iglesia
local y a la asociación, de las que reciben alimento espiritual, cuidado
pastoral y servicios.

8) Préstamo de diezmos. Las iglesias, las instituciones educativas (diezmos


de los alumnos), las asociaciones y las personas no deben “pedir prestados”
fondos de diezmos para las necesidades personales o de la iglesia. Los
fondos de diezmos serán retenidos sólo hasta la fecha del envío regular de
los fondos a la asociación.

9) La no aceptación de diezmos. Si, de acuerdo con estos reglamentos,


surge una situación donde no es permisible que una organización acepte
fondos de diezmos, se harán esfuerzos para obtener autorización del
feligrés para dirigir los fondos por los canales regulares. Si no se obtiene esa
autorización, el diezmo será devuelto con una explicación apropiada y una
apelación para que la persona participe en el plan de la iglesia de compartir
el diezmo del Señor con la iglesia mundial.

10) La no devolución del diezmo. El diezmo que ha sido aceptado y por el


cual se ha otorgado recibo no será devuelto a las personas que por diversas
razones pudieran solicitar su devolución.

11) Responsabilidad de los líderes. La dirección de la iglesia a todo nivel es


un cometido sagrado. Dejar de cooperar o rehusar aceptar estos
reglamentos acordados por la familia de la iglesia con respecto a la
administración del diezmo, erosiona la capacidad de la iglesia para realizar
su misión mundial. Las personas que desprecien estos reglamentos se
descalifican para el liderazgo en ella.

Estas orientaciones fueron adoptadas y votadas por la Junta Directiva de la


Asociación General en la sesión del Concilio Anual desarrollada en
Washington, D.C., el 14 de octubre de 1985.
————————

NOTA: Los reglamentos anteriores no se aplican a las ofrendas. Los


feligreses harán su decisión acerca de a dónde deben ir sus ofrendas. Los
Editores: En los números de enero, febrero, marzo, abril y mayo de 1993 de
la Revista Adventista se encuentra un extenso desarrollo de este tema en el
Espíritu de Profecía.

Las marcas registradas

Orientaciones

Las marcas registradas de la iglesia tales como “Adventistas del Séptimo


Día”, “Adventista” y “Ministerio” sólo pueden ser usadas en relación con los
ministerios denominacionales y actividades no comerciales de grupos laicos
y profesionales autorizados. El uso de estas marcas será controlado por la
Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día por medio de la
Comisión de Marcas Registradas. Las marcas de la iglesia no se usarán de
ninguna manera que ponga en peligro la condición de exención de
impuestos de la iglesia.

Procedimiento

1) Entidades existentes. Las entidades de la iglesia que pertenecen a la


iglesia y que están incluidas en el Seventh-day Adventist Yearbook [Anuario
de la Iglesia Adventista del Séptimo Día], en ocasión de la adopción de este
reglamento y procedimiento, pueden usar las marcas registradas en sus
nombres y ministerios.

2) Entidades administrativas denominacionales nuevas. Las entidades


administrativas nuevas, tales como misiones, asociaciones, uniones y
divisiones que hayan sido aprobadas por la Junta Directiva de la Asociación
General, pueden usar las marcas registradas en sus nombres y ministerios.

3) Instituciones denominacionales nuevas. Cuando instituciones nuevas


solicitan la condición de ser denominacional (ver NAD C47), la comisión del
plan de jubilación referirá todas las solicitudes de instituciones que usan
una de las marcas registradas a la Comisión de Marcas de la Asociación
General para su autorización, y antes de que la solicitud sea aprobada por la
Comisión del Plan de Jubilaciones.
4) Iglesias locales. Las iglesias y grupos locales pueden usar las marcas
registradas en sus ministerios, una vez que su situación haya sido aprobada
por la asociación o misión local.

5) Grupos de laicos. Los grupos profesionales y de laicos que deseen usar


una de las marcas, deben solicitar por escrito el permiso al secretario de la
Comisión de Marcas Registradas de la Asociación General. Los artículos de
la constitución y los reglamentos de tales grupos deben indicar que son
independientes de la iglesia, y que no son sus agentes. Después de recibir
la información escrita de la aprobación de la Asociación General, tales
grupos pueden usar las marcas exclusivamente para propósitos no
comerciales.

6) Revocación de los permisos. Cuando hay alguna causa, la Comisión de la


Asociación General puede revocar el permiso de usar las marcas registradas
a cualquier entidad denominacional o grupo de laicos. “Cuando hay una
causa” incluye conflictos con los objetivos y las doctrinas de la iglesia como
lo determina la Asociación General, y el uso comercial por grupos que no
son de la iglesia, pero no se limita a ellos.

Procedimiento interno de la Comisión de Marcas Registradas de los


adventistas

1) Solicitud de uso de una marca registrada de la iglesia.

a) La Comisión de Marcas considera el pedido.

b) Si la Comisión de Marcas la aprueba, envía el pedido a los


administradores para su consideración.

c) Si los administradores lo aprueban, la Comisión de Marcas Registradas


notifica de ello a la Corporación de la Asociación General.

d) La Comisión de Marcas Registradas envía un informe escrito con la


aprobación a los solicitantes.

2) Evaluación del uso no autorizado de las marcas registradas de la iglesia.

a) La Comisión de Marcas evalúa el problema junto con la Oficina Legal


General y con los asesores legales de las marcas registradas.

b) La Comisión de Marcas Registradas informa a los administradores.

c) Si los administradores lo autorizan, la Oficina Legal General envía una


carta conciliatoria enunciando el problema y ofreciendo la discusión

de soluciones posibles.
d) Si la respuesta es negativa, la Comisión de Marcas y luego los
administradores consideran el problema. Si los administradores lo autorizan,
el consejo legal de marcas envía una carta cortés pidiendo que cesen y
desistan de ese uso.

e) Si el consejo legal de marcas registradas recibe una respuesta negativa,


la Comisión de Marcas Registradas y los administradores reconsideran la
situación para una posible acción legal u otra.

3) La renovación del permiso para usar una marca de la iglesia seguirá el


mismo procedimiento básico descrito en la subsección b) de estos
procedimientos internos. Sin embargo, la decisión final de la revocación
debe ser votada por la Junta Directiva de la Asociación General. Se solicita
que las divisiones fuera de la Norteamericana tomen acuerdos apropiados
en armonía con estas orientaciones.

Estas orientaciones fueron adoptadas por la Junta Directiva de la Asociación


General para ser insertadas n el Libro de Reglamentos eclesiástico-
administrativos de la Asociación General y la División Norteamericana en la
sesión del Concilio Anual realizada en Washington, D.C., el 11 de octubre de
1983.

Las relaciones entre empleadoresy empleados

Introducción

Los miembros, las entidades y las instituciones adventistas están ubicados


en casi cada sistema político y legal del mundo. De tiempo en tiempo los
miembros y los administradores de la iglesia buscan consejo acerca de
cómo los cristianos deberían responder a los pedidos o a las demandas que
hacen los empleados, los gremios y los gobiernos. En vista de la gran
variedad de situaciones políticas, legales y culturales, es imposible ofrecer
recomendaciones específicas que se apliquen por igual en cada lugar. Sin
embargo, los principios bíblicos y los valores espirituales proporcionan un
fundamento común.

La historia de las relaciones empleadores-empleados es testigo de los


excesos y las limitaciones a los cuales están inclinadas las instituciones y
organizaciones humanas. La industrialización de las sociedades introdujo
cambios importantes en la organización, la administración y la realización
del trabajo. Las fraternidades o asociaciones de personas del mismo oficio
dieron lugar a los gremios que llegaron a ser los agentes para las
negociaciones colectivas de los empleados. Las relaciones entre los gremios
y los empleadores han variado de la condición de adversarios a la de
colaboradores. Hoy en día, el ambiente de la plaza de trabajo recibe la
influencia de numerosas fuerzas: los sistemas políticos, la legislación y los
reglamentos de los oficios, la economía, la tecnología, los gremios y las
organizaciones profesionales. Estos factores cumplen funciones desde las
regulaciones de la

industria, las licencias profesionales y la definición de trabajo, hasta la


defensa y representación de los empleados, la codificación de las mejores
prácticas y el escrutinio de la conducta ética. La multiplicidad de las
organizaciones y funciones desafía las generalizaciones. Por tanto, es
importante identificar y reiterar principios y valores generales, que provean
al cristiano una base para tratar con los problemas específicos en el lugar
de trabajo. El concepto adventista de las relaciones empleadores-empleados
se basa en las enseñanzas y las narraciones de la Biblia, especialmente las
que tratan con la creación, el pecado y sus efectos sobre las personas y las
comunidades, la salvación provista a través de Jesucristo, y la restauración
última de la armonía y el orden perfecto en el universo. Las Escrituras
afirman y equilibran el valor de los individuos con la importancia y el bien
de la sociedad como un todo.

El consejo de Elena de White acerca de las relaciones empleadores-


empleados está basado en situaciones históricas de su tiempo, y una
percepción profética con respecto a las condiciones sociales y económicas
del futuro. Ella dio advertencias severas acerca de las prácticas de los
gremios de sus días. Fue una ardiente protectora contra las incursiones
sobre la conciencia de las personas o la intrusión de barreras para la misión
de la iglesia. Algunos afirmarían que la situación es considerablemente
diferente en nuestros días. Hasta el punto en que las cosas son diferentes,
se necesita un discernimiento cuidadoso para identificar y aplicar los
principios sobre los cuales se apoyaban sus consejos.

Principios y valores

1. Los seres humanos, aunque corrompidos por el pecado, todavía llevan la


semejanza de Dios (Gén. 1:26, 27). Por ello, todos deben ser tratados con
respeto y justicia. La libertad para ejercer juicios morales y éticos es un
ingrediente esencial en la dignidad de la persona humana.

2. Para un cristiano, el señorío de Jesucristo satura su vida entera: sus


actitudes, actos y relaciones (Isa. 8:13; Mat. 6:24; Hech. 5:29; Col. 3:23, 24).
Otras fuentes de autoridad en la vida están subordinadas a la autoridad de
Cristo, y, a menos que sean complementarios de ella, no son sanas ni
confiables. El Espíritu de Profecía avala esta posición: “El mundo no ha de
ser nuestro criterio. Permitan que el Señor obre; permitan que la voz de él
sea oída” (Testimonios para los ministros, p. 463). “ ‘Amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda
tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo’. Estas palabras resumen todo el
deber del hombre. Significan la consagración del ser entero –cuerpo, alma y
espíritu– al servicio de Dios. ¿De qué modo puede el hombre obedecer estas
palabras, y al mismo tiempo comprometerse a apoyar aquello que priva a
sus prójimos de la libertad de acción? ¿Y de qué manera puede el hombre
obedecer estas palabras, y formar combinaciones que roben a las clases
más pobres las ventajas que con justicia les pertenecen, impidiéndoles
comprar y vender, excepto bajo ciertas condiciones?” (Carta 26, 1903).

3. El entorno del lugar de trabajo debería caracterizarse por una atmósfera


de servicio y respeto mutuos. Las relaciones de oposición entre empleador y
empleados, generadas por sospechas, intereses propios y rivalidad, niegan
dignidad a las personas e ignoran los intereses y necesidades mayores de la
sociedad (Sant. 5:1-6).

4. El lugar de trabajo no debería deshumanizar a las personas. Los


empleados deben tener acceso a un proceso de consultas y discusión
genuinas en asuntos que afectan su trabajo y la conducción de la empresa
o industria que emplea sus talentos y pericia (1 Rey. 12:6, 7; Mar. 10:42-45;
Fil.2:3-8).

5. Los cristianos debieran abstenerse de la violencia, la coerción, o cualquier


método incompatible con los ideales cristianos, como instrumentos

para el logro de metas sociales o económicas. Tampoco debe el cristiano


dar su apoyo a organizaciones o empleadores que recurran a tales acciones
(2

Cor. 6:14-18; 10:3).

6. Los empleadores adventistas deberían apoyar y demostrar con hechos la


libertad de conciencia, los salarios y las condiciones de trabajo justos, la
igualdad de oportunidades, y la justicia y equidad para todos (Luc. 10:27).

7. La autonomía y la integridad espirituales para las entidades de la iglesia


incluyen la libertad de sostener y mantener las doctrinas y las prácticas
religiosas básicas, tales como la observancia del sábado, la libertad para
establecer reglamentos en armonía con los objetivos de la iglesia, y la
libertad de emplear sólo a quienes apoyan las enseñanzas y los objetivos de
la iglesia.

8. Con el fin de cumplir su misión divina, la Iglesia Adventista del Séptimo


Día se abstiene de alinearse con organizaciones políticas o respaldarlas. Por
tanto, se anima a los feligreses a conservar y proteger su propia libertad e
independencia frente a las alianzas que puedan comprometer las virtudes y
los valores cristianos.

“Debemos emplear ahora todas las capacidades que se nos han confiado
para dar el gran mensaje al mundo. En la obra que nos incumbe debemos
conservar nuestra personalidad. No debemos unirnos a sociedades secretas
ni sindicatos. Debemos permanecer libres delante de Dios y esperar de
Jesús las instrucciones que necesitamos. Todos nuestros movimientos
deben realizarse comprendiendo la importancia de la obra que debemos
hacer para Dios” (Testimonios selectos, t. 5, p. 44 [Testimonios para la
iglesia, t. 7, p. 84]).

9. Los adventistas reconocen la necesidad de gobiernos, y por lo tanto


procuran ser ciudadanos que apoyan la ley y el orden. Las situaciones
legales y sociales varían grandemente en diferentes partes del mundo. Las
libertades civiles y religiosas no existen del mismo modo en todo el mundo.
Por estas razones, las divisiones de la Asociación General pueden aprobar
reglamentos más específicos, que reflejen los principios espirituales aquí
afirmados, a la luz de las realidades y prácticas legales, políticas o
culturales en sus áreas. Se anima a todos a obtener amplio consejo, de
modo que se mantengan decisiones basadas en principios que preserven la
integridad del testimonio y la misión de la iglesia. (Ejemplos actuales de
declaraciones aprobadas por las divisiones incluyen el reglamento HR 30 de
la División Nor- teamericana, y la declaración “Los adventistas y los
gremios”, aprobada por la Junta Directiva de la División del Pacífico Sur el
22 de mayo de 2003.)

Estas orientaciones fueron aprobadas durante el Concilio Anual de la


Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día llevado a cabo en
Silver Spring, Maryland, el 14 de octubre de 2003.

Otros Documentos

SIDA—Una respuesta adventista

Introducción

El SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) se acrecienta cada


semana. Tenemos miedo por nosotros mismos y por nuestras familias. Nos
preocupa que no haya vacunas ni curación a la vista. Por sobre todo,
quisiéramos ser fuertes pero nos sentimos impotentes frente a algo que
está llegando a ser una plaga en nuestros días.

¿Cómo reaccionarán los adventistas a esta crisis global? ¿De qué manera
reaccionarán la administración de la iglesia, el sistema educativo, el sistema
médico y las iglesias locales? ¿De qué modo reaccionarán las personas
individualmente? Por sus respuestas a la epidemia de SIDA, los adventistas
demuestran su misión y propósito. Debemos preguntar: “Nuestra misión y
propósito, ¿revelan claramente el rostro y el corazón de Dios como se vio
reflejado en la vida y en las acciones de Jesucristo?” Si deseamos revelar el
amor redentor de Cristo, necesitamos separar la enfermedad del problema
de la moralidad, demostrando una actitud compasiva y positiva hacia las
personas que tienen SIDA, ofreciendo aceptación y amor, y proveyendo para
sus necesidades físicas y espirituales. Deberíamos sentirnos avergonzados
cuando vemos el rechazo social de la gente hacia quienes tienen SIDA.
Debemos estar adecuadamente informados acerca de los peligros del SIDA
y de qué manera se disemina. Debemos usar esa información para
protegernos nosotros mismos como también compartir con otros la
información acerca de la prevención.

¿Qué es el SIDA?

El SIDA es una enfermedad contagiosa causada por un virus llamado virus


de inmunodeficiencia humano (VIH, o HIV según sus siglas en inglés). El
virus entra en la sangre y destruye una parte vital del sistema inmunológico
del cuerpo. Esto deja al cuerpo sin la capacidad de defenderse contra una
amplia variedad de infecciones y ciertas clases de cáncer.

La ciencia médica está trabajando febrilmente para combatir el SIDA.


Algunos medicamentos han demostrado ser útiles para demorar el
comienzo del SIDA, y otros ayudan contra algunas de las infecciones que
adquieren las personas con SIDA, pero hasta la fecha no hay ninguna
vacuna ni cura para el SIDA, y no se espera ninguna en el futuro cercano.

¿Cuáles son los síntomas del SIDA?

Poco después de adquirir el virus, los seres humanos pueden transmitir la


enfermedad aunque se sientan bien y no tengan ningún síntoma. Las
pruebas de sangre comúnmente usadas para detectar la presencia del virus
son negativas por unos dos a seis meses después del contacto inicial, y en
algunos casos raros hasta doce meses. Después que las pruebas en la
sangre se muestren positivas debido a la presencia del virus, las personas
siguen sin mostrar síntomas durante varios años. Durante este período de
incubación pueden seguir difundiendo el virus a otras personas. El SIDA se
desarrolla, generalmente, entre cinco y quince años desde la adquisición de
la infección. En este momento, 1990, parece que casi todos los que están
infectados con el VIH eventualmente desarrollarán los síntomas de la
enfermedad y morirán por ella.

Una etapa intermedia de la infección llamada Complejo Relacionado con el


SIDA (CRS) se presenta con diversos síntomas, incluyendo: pérdida del
apetito, drástica pérdida de peso, fiebre, erupciones cutáneas, nodos
linfáticos inflamados, diarrea, sudores nocturnos, fatiga y debilidad. Las
personas afectadas pueden morir del CRS sin desarrollar las infecciones
específicas asociadas con el SIDA. Las personas con SIDA generalmente
sufren de ataques repetidos de enfermedad, muchas veces debidos a
infecciones. Estos ataques están marcados por neumonía; infecciones
severas de la boca, garganta o intestinos; diarrea; pérdida de peso; fiebre
prolongada; y cánceres poco comunes. El virus también puede atacar el
sistema nervioso y producir daños en el cerebro, provocando la pérdida de
la memoria y de la coordinación, debilidad grave y cambios en la
personalidad.

Impacto global del SIDA

Se ha informado de casos de SIDA en casi todos los países del mundo.


Durante la década de 1980 el SIDA comenzó a ser una pandemia
internacional, y el número de personas que mostraban sus síntomas se
duplicaba cada 18 a 24 meses. Algunas personas están llamando al SIDA la
“plaga” del siglo XX. Se estima que unas siete millones de personas están
infectadas con el virus en 1990. Sin embargo, en el momento actual,
enfermedades bien conocidas como la malaria, la esquistosomiasis y el
sarampión afectan y matan a mucho más personas en todo el mundo que el
SIDA. Sin embargo, el SIDA sigue siendo una amenaza grande a la salud
pública en la mayor parte del mundo. La Organización Mundial de la Salud
cree que para comienzos del siglo XXI más de 100 millones de personas en
todo el mundo estarán infectadas con el virus. Un especialista en
epidemiología, el Dr. B. Frank Polk, de la Universidad Johns Hopkins, en los
Estados Unidos, dice que algunos países pueden perder el 25% de su
población por causa del SIDA para mediados de la década de 1990.

¿Puede tratarse el SIDA?

Hay drogas, como la zidovudine (AZT), que demoran en forma efectiva el


progreso del SIDA. Muchas otras drogas están en diferentes etapas de
ensayo, y pueden ser liberadas en un futuro próximo. Mientras esperan
mejores drogas contra el VIH, se trata a los pacientes por las infecciones
específicas o el cáncer a medida que se presentan. El tratamiento médico
para una persona con SIDA en los Estados Unidos cuesta de 40 a 60 mil
dólares por año. La gran cantidad de casos de SIDA agota la capacidad de
las instalaciones médicas en muchos países. Los gastos para tratar a los
pacientes con SIDA amenazan con abrumar al sistema del cuidado de salud
aun en los países más ricos.

Cómo las personas adquieren o no el SIDA

El SIDA se extiende en la mayoría de los casos mediante el contacto sexual.


Hombres y mujeres infectados se lo pasan a sus parejas. Por cuanto el virus
del SIDA se encuentra en la sangre, pueden ser trasmitido cuando los
usuarios de drogas intravenosas comparten agujas o jeringas, por medio de
transfusiones de sangre o productos de sangre infectados y por medio de
agujas hipodérmicas mal esterilizadas. Los instrumentos usados para hacer
tatuajes, perforar las orejas, producir cicatrices tribales o penetrar la piel
con cualquier propósito, también pueden llevarlo al organismo. Las madres
pueden pasarlo a sus hijos durante el embarazo y/o el parto, y en raras
ocasiones al amamantarlo.

El SIDA no se esparce en forma casual. El SIDA no se trasmite al dar la


mano, al tocar, abrazar o estar cerca de personas que tienen SIDA, mientras
no haya contacto sexual o con sangre. No se contagia por medio de las
manijas de las puertas, el uso del teléfono, comer en un restaurante, nadar
en una piscina pública, usar baños públicos, o mediante la ordenanza del
lavamiento de los pies o el bautismo. Aunque el virus del SIDA se encuentra
en concentraciones muy bajas en las lágrimas, las secreciones nasales y la
saliva, no se transmiten fácilmente al estornudar, toser o por contactos
incidentales. No se transmite por picaduras de mosquitos u otros insectos o
por el contacto con animales. No se puede contraer al donar sangre. El SIDA
y la obra mundial de la Iglesia Adventista

El SIDA constituye un desafío para el ministerio de los pastores y capellanes


adventistas. Ya existen personas con la infección del VIH en sus
congregaciones, comunidades y hospitales. Los números se elevarán. No
deben tener temor del contacto físico pasajero, incluyendo dar la mano o
bautizarlos. Los pastores deberían seguir visitando a los enfermos en sus
casas o en el hospital. La infección de VIH no debe cambiar los planes de
visitación ni debe limitar su ministerio del modo más mínimo.

La crisis del SIDA proporciona a los pastores y capellanes una oportunidad


de hablar públicamente acerca del SIDA, la sexualidad, la santidad y belleza
del matrimonio, las relaciones interpersonales y las prácticas saludables que
proporcionan una barrera contra la adquisición del SIDA. Al abogar en favor
de conductas y al enseñar acerca de ellas como maneras de prevenir la
trasmisión del VIH, los pastores y capellanes demuestran el amor y la
compasión de Dios en su ministerio adventista.

El SIDA y el cuidado pastoral


El temor al SIDA no debería poner en compromiso nuestra compasión o
nuestro testimonio. Los que demuestran ser positivos para el VIH o que
pueden estar enfermos con ese mal deberían encontrar aceptación y
compañerismo en la congregación local. Deberían sentirse cómodos en
nuestros cultos y ser bienvenidos para participar en todas las actividades de
la iglesia: bautismo, lavamiento de los pies y servicio de comunión. La
iglesia local puede encontrar muchas maneras de ministrar a quienes tienen
SIDA. Los feligreses pueden unirse o formar grupos de apoyo, e involucrarse
personalmente para sostener y para satisfacer las necesidades de personas
o familias que reciben el impacto del SIDA.

El SIDA y las escuelas adventistas

Los niños infectados con VIH deben ser bienvenidos a las escuelas
adventistas, así como Dios nos da la bienvenida cuando nos relacionamos
con él. El SIDA predispone a la persona a otras enfermedades infecciosas
como la tuberculosis. Si éstas están presentes, pueden ser necesarias las
precauciones adecuadas, y debe mantenerse en forma confidencial la
identidad de quienes son positivos en cuanto al VIH. Los padres y maestros
deben ser educados con respecto a la naturaleza del SIDA y los pasos
necesarios para evitar su difusión. Se encuentran orientaciones para las
instituciones educativas y un currículo recomendado para la educación
acerca del SIDA a disposición del Departamento de Educación de la
Asociación General.

El SIDA y las instituciones de salud adventistas

Los hospitales y las clínicas adventistas deberían proporcionar un ambiente


en el cual los pacientes de SIDA reciban cuidado compasivo y de calidad. Al
mismo tiempo, deben ponerse en práctica procedimientos y reglamentos
para la seguridad de los empleados con el fin de minimizar cualquier
exposición descuidada al virus del SIDA. Todas las agujas, las jeringas y los
equipos de cirugía deben ser adecuadamente esterilizados. La sangre y los
productos de la sangre deberían ser analizados y tratados de la manera más
segura. Por medio del Departamento de Salud y Temperancia de la
Asociación General se pueden obtener orientaciones para prevenir el SIDA
en instituciones médicas.

El SIDA y los obreros internacionales

Los obreros asignados a lugares fuera de su patria reciben adiestramiento


especial para los problemas médicos en los países donde servirán. Estos
obreros están recibiendo educación acerca del SIDA. La iglesia está
sugiriendo que los viajeros eviten inyecciones cuando hay disponibles
sustitutos por vía oral. Se les aconseja que lleven consigo agujas y jeringas
descartables para su uso personal cuando sean necesarias las inyecciones,
y se les aconseja evitar las transfusiones con sangre o productos de sangre
que no se hayan

analizado debidamente.

Una palabra final acerca del SIDA

Los feligreses y empleados adventistas tienen una obligación cristiana de


responder y tratar a las personas que sufren del SIDA, así como Jesús
nuestro Salvador trató a los enfermos y a los parias. Trágicamente, el
mundo responde a quienes sufren de SIDA como una vez lo hicieron con los
leprosos: como pecaminosos portadores de la muerte que deben ser
aislados y evitados. ero Dios, en Jesús, nos dio su respuesta. Se salió de su
camino, y a veces caminó varios días, sólo para tocar y sanar a una
persona afligida con la lepra. Siempre ofreció amor, aceptación y perdón a
quienes estaban afligidos por el orgullo religioso y otros pecados de sus
días. Mediante su amor redentor ofreció vida y libertad de la carga del
pecado. La Iglesia Adventista del Séptimo Día debe ocuparse en el
ministerio de Cristo. Debe responder con amor y aceptación al tratar con la
gente, incluyendo a los que tienen SIDA.

Cómo prevenir el SIDA

1) Limitar la actividad sexual a una relación matrimonial monogámica con


una persona que se sabe no está infectada con VIH. Cuando una persona
está infectada y continúa con las actividades sexuales, se recomienda el uso
de condones.

2) Usar sólo agujas y jeringas esterilizadas para las inyecciones.

3) Analizar la sangre antes de recibir una transfusión.

4) Esterilizar los instrumentos filosos que se usan para producir cicatrices,


tatuajes y la circuncisión.

5) Consultar al médico en las primeras etapas del embarazo.

6) Educar a otras personas acerca de cómo prevenir el SIDA.

7) Elegir evitar conductas de alto riesgo tales como la promiscuidad sexual y


el uso de agujas no esterilizadas.

Este documento de estudio fue publicado por la Comisión acerca del SIDA
de la Asociación General, y difundido por el Departamento de Salud y
Temperancia en el Congreso de la Asociación General celebrado en
Indianápolis, Indiana, en 1990.

Principios cristianos sobre intervenciones genéticas

Introducción

La mayoría de los nuevos avances en genética son el resultado de un


conocimiento acrecentado con respecto a la estructura fundamental de los
genes, no sólo en los seres humanos sino también en todo el ámbito de la
vida sobre la Tierra (las palabras en cursiva se definen en un glosario al final
de la declaración). Entre estos avances están los mapas genéticos, nuevos
medios de pruebas genéticas, nuevas posibilidades de realizar ingeniería
genética y una variedad de estrategias eugénicas que hubieran sido
imposibles de imaginar hace sólo pocos años. En poco tiempo, el nuevo
conocimiento genético ha producido un poder sin precedentes. Con ese
poder también llega una gran responsabilidad. Desde el punto de vista de la
fe cristiana, somos responsables por el uso de este poder no sólo hacia la
humanidad global, sino también hacia todo el ámbito de la vida creada que
Dios nos ha dado para su administración. En última instancia, tenemos que
dar cuenta ante el Creador del universo, quien nos ha hecho responsables
por el cuidado mutuo y el de la Tierra.

Cuando la creación salió de las manos del Creador todo era “bueno en gran
manera” (Gén. 1:31). La dotación genética que Adán y Eva recibieron e su
Creador no tenía defectos. Las enfermedades genéticas que la humanidad
sufre hoy no son sólo el resultado de las variaciones normales. Se han
desarrollado mediante mutaciones perjudiciales. Al restaurar el genoma
humano a una condición más saludable, las ciencias de la salud modernas
pueden intentar recuperar más de la condición original de la creación.
Mientras estas intervenciones genéticas útiles puedan ser conducidas en
armonía con principios cristianos, han de ser bienvenidas como una
cooperación con la intención divina de aliviar los penosos resultados del
pecado. Cualquier intento por establecer principios éticos abarcantes para
la intervención genética debe confrontarse con las complejidades de un
campo de la ciencia que está cambiando rápidamente. Desde el
descubrimiento de la estructura molecular del ADN (ácido
desoxirribonucleico), ha florecido el conocimiento de la genética en un
espectro de formas de vida cada vez más amplio. Muchos de los aumentos
de información y capacidad tecnológica han sido acompañados por graves
preocupaciones éticas. Sólo podemos comenzar a imaginarnos las
preguntas que surgirán en el futuro a medida que la ciencia genética
avanza. La complejidad de los problemas y la velocidad de los cambios hace
probable que las declaraciones de principios cristianos relevantes requieran
expansión y modificaciones con el paso del tiempo.

Un ejemplo en un área de cambios rápidos es la determinación del mapa


genético. Un esfuerzo científico internacional denominado Proyecto del
genoma humano está intentando construir un diagrama genético detallado,
o “mapa”, de todos los cromosomas humanos. La meta es proporcionar una
descripción abarcante de la secuencia de los millones de pares de bases en
el ADN que contienen los cromosomas humanos.* Los investigadores hacen
planes de usar esta información para facilitar la identificación y el
aislamiento de los genes humanos, y con ello proporcionar una ayuda útil
para la comprensión del desarrollo humano y para el tratamiento de las
enfermedades humanas. Continuamente surgen nuevos detalles acerca de
la identidad, el papel y la función de los genes humanos.

El conocimiento aumentado acerca de la identidad de los genes humanos ha


originado una variedad de nuevas posibilidades para hacer pruebas
genéticas. En lo pasado, la información genética acerca de una persona se
infería mayormente de la historia de la familia u observaciones clínicas del
fenotipo de la persona, o de las expresiones físicas de los genes de la
persona. Hoy, un número creciente de análisis genéticos sofisticados
permiten identificar genes defectuosos que causan enfermedades genéticas
tales como la fibrosis cística, la corea de Huntington [baile de San Vito] y
algunos tipos de cáncer. Muchos de estos análisis pueden ser ahora
realizados antes del nacimiento. Existe el potencial para identificar
centenares de características genéticas, incluyendo un amplio espectro de
desórdenes genéticos. Un resultado adicional del conocimiento genético
básico es la capacidad

para alterar los genes intencionalmente, o ingeniería genética. Mediante el


uso de enzimas que son capaces de cortar segmentos de genes específicos,
es posible cambiar la composición genética de las células insertando,
eliminando o cambiando genes específicos. La ingeniería genética presenta
asombrosas posibilidades nuevas, incluyendo la transferencia de genes a
través de las fronteras biológicas, tales como de los animales a las plantas.
El potencial para mejorar las formas de vida parecen interminables. Plantas
genéticamente manipuladas, por ejemplo, pueden hacerse más productivas,
más resistentes a las enfermedades, o menos susceptibles a los procesos
internos de degeneración. La ingeniería genética ha beneficiado
directamente la medicina humana.

Ha permitido, por ejemplo, la producción de insulina humana y el factor de


crecimiento humano, ninguno de los cuales se podía obtener antes en
cantidades suficientes. La ingeniería genética también permite tratar
enfermedades mediante alteraciones genéticas. Con este tipo de
tratamiento,
———————

* Los Editores: Al momento de editarse este libro, el proyecto se cumplió y


ya se dispone del mapa completo.

un paciente cuyas células tienen genes defectuosos o faltantes puede


recibir el material genético necesario. Nadie sabe cuántas enfermedades
genéticas podrán ser tratadas de este modo algún día, pero los éxitos
iniciales con enfermedades, como la fibrosis cística, dan esperanza de que
otros desórdenes genéticos puedan ser tratados.

Un conocimiento genético aumentado también produce nuevas


posibilidades para la eugenesia, o los intentos de mejorar el conjunto de
genes de varias especies, incluyendo a los seres humanos. En términos
generales, tales intentos caen en dos categorías. La eugenesia negativa,
que usa estrategias cuyas metas son prevenir que se hereden genes
defectuosos. La eugenesia positiva, que usa estrategias cuyas metas son
promover la transmisión de genes deseables. Un ejemplo de la eugenesia
negativa, común en lo pasado, es la esterilización de personas que se
consideraban que tenían genes defectuosos capaces de ser heredados. Un
ejemplo de la eugenesia positiva es la inseminación artificial por donantes
elegidos con características tales como inteligencia elevada, esas que se
estiman como deseables.

Preocupaciones éticas

Con el fin de ver las cosas claramente es útil considerar una muestra de las
preocupaciones éticas actuales para las cuales procuramos afirmar
principios cristianos. Estas preocupaciones pueden ser ubicadas en cuatro
categorías básicas: la santidad de la vida humana, la protección de la
dignidad humana, la aceptación de responsabilidades sociales, y la
mayordomía de la creación de Dios.

La santidad de la vida humana

Si el determinismo genético reduce el significado de la calidad de existir


como ser humano a la operación mecánica de la biología molecular, existe
una posibilidad muy seria de devaluar la vida humana. Por ejemplo, las
nuevas capacidades para hacer pruebas genéticas antes del nacimiento,
incluyendo el examen de preembriones antes de su implantación, generan
preguntas acerca del valor de la vida humana cuando es genéticamente
defectuosa. ¿Cuán serio debe ser un defecto genético, diagnosticado en
forma prenatal, antes de que sea una razón éticamente legítima para
descartar el preembrión o para inducir un aborto? Algunas condiciones,
tales como la trisomía 18, se consideran generalmente incompatibles con la
vida. Pero la seriedad relativa de la mayoría de los defectos genéticos es un
asunto de opinión.

Protección de la dignidad humana

La protección de la intimidad personal y la confidencialidad es una de las


mayores preocupaciones asociadas con las nuevas posibilidades de
pruebas genéticas. El conocimiento del perfil genético de una persona
podría ser de valor significativo para los empleadores potenciales, las
compañías de seguros, y todas las personas relacionadas con dicha
persona. Hay asuntos de importante preocupación ética, como determinar si
las pruebas genéticas deberían ser voluntarias o mandatorias, cuándo y
quién debe hacer esas pruebas, cuánta información debe ser suministrada
y a quién. Deben tomarse decisiones difíciles acerca de si habrá
excepciones a las expectativas usuales de reserva y privacidad, cuando
otras personas pueden sufrir un daño considerable por la falta de
información. Está en juego la protección de las personas del estigma y la
discriminación injusta sobre la base de su constitución genética.

Otro conjunto de preocupaciones relacionadas con la dignidad humana


surge de la posibilidad de alterar intencionalmente el fondo de genes
humanos. Las intervenciones médicas en las enfermedades genéticas
pueden ser destinadas ya sea a un tratamiento de células del cuerpo que
son enéticamente defectuosas, o a la alteración de las células
reproductivas. Los cambios en las células reproductivas humanas podría
llegar a ser una parte permanente del fondo de genes humanos. Las
intervenciones pueden también extenderse más allá del tratamiento de la
enfermedad, e incluir intentos de mejorar lo que anteriormente se habían
considerado características humanas normales. ¿Cuáles son las
implicaciones para el sentido de pertenecer al género humano, por ejemplo,
cuando estén disponibles las intervenciones que apunten a fortalecer la
inteligencia humana o su psiquis? La aceptación de responsabilidades
sociales

El poder que resulta del nuevo conocimiento genético genera también


preocupaciones acerca de la ética de las reglas sociales y los límites entre
las libertades individuales y las responsabilidades sociales. Por ejemplo,
¿debe la sociedad desarrollar reglas destinadas a estimular la eugenesia
positiva o la negativa? ¿Debe darse plena libertad reproductiva a los
individuos con desórdenes genéticos serios? Otra área de preocupación
social tiene que ver con el uso de los recursos de la sociedad. Se pueden
plantear preguntas acerca de la cantidad de recursos sociales que deberían
gastarse para realizar intervenciones genéticas humanas cuando hay
atención básica de la salud que no está plenamente disponible. Otras
preguntas surgen con respecto a la distribución de los beneficios y las
cargas de las intervenciones genéticas, y cómo se las compartirá entre los
ricos y los pobres de la sociedad.
La mayordomía de la creación de Dios

A medida que se desarrollan más los poderes de la ingeniería genética,


podrían hacerse muchos cambios en las diversas especies que habitan la
tierra. Estos cambios tienen el potencial de ser permanentes y, hasta cierto
punto, impredecibles. ¿Qué limites en los cambios genéticos deberían
aceptarse, si se aceptaran algunos de éstos? ¿Existen límites que no
deberían cruzarse al transferir genes de una forma de vida a otra? Podemos
esperar que los cambios genéticos tengan la intención de realzar la vida
sobre nuestro planeta. Pero hay razones de preocupación. Por ejemplo, ya
se han considerado alteraciones genéticas con el propósito de desarrollar
nuevas armas biológicas. La explotación de otras formas de vida con
propósitos de seguridad militar o ganancia económica deberían reclamar un
escrutinio cuidadoso y moral.

Con esta clase de preocupaciones éticas en la mente, afirmamos los


siguientes principios cristianos para la intervención genética.

Principios

1) Reserva. El amor cristiano demanda que se mantenga la confianza en las


relaciones humanas. La protección de la confidencialidad es esencial para
esta confianza. Con el fin de salvaguardar la privacidad personal y proteger
contra una discriminación injusta, debería mantenerse en reserva la
constitución genética de una persona, a menos que ella elija compartir el
conocimiento con otros. En los casos en que otros puedan sufrir daños
serios

y evitables sin la información genética acerca de otra persona, hay una


obligación moral de compartir la información necesaria (Mat. 7:12; Fil. 2:4).

2) Fidelidad a la verdad. La obligación cristiana de ser fieles a la verdad


requiere que los resultados de las pruebas genéticas sean informados
honradamente a la persona afectada, o a miembros responsables de su
familia, si la persona misma es incapaz de entender la información (Efe.
4:25).

3) Honrar la imagen de Dios. En toda la creación divina, sólo los seres


humanos fueron creados a la imagen de Dios (Gén. 1:26, 27). El
reconocimiento cristiano de la sabiduría y el poder de Dios en la creación
debería conducir a ser cautos en intentar alterar permanentemente el fondo
genético humano Gén. 1:31). Dado el conocimiento actual, las
intervenciones genéticas en los seres humanos deberían limitarse al
tratamiento de individuos
con desórdenes genéticos (terapias de células somáticas) y no debería
incluir intentos de cambiar las células reproductivas humanas (alteraciones
de células germinales) que pudieran afectar la imagen de Dios en
generaciones futuras. Todas las intervenciones por razones genéticas en los
seres humanos deberían ser hechas con grandes precauciones morales y
con la protección apropiada de la vida humana en todas las etapas de su
desarrollo (con referencia al aborto selectivo, ver los principios afirmados en
“El aborto. Orientaciones adventistas”, pp. 108-111 de este libro).

4) La prevención del sufrimiento. Es una responsabilidad cristiana prevenir o


aliviar el sufrimiento siempre que sea posible (Hech. 10:38; Luc. 9:2). Por
esta razón, el propósito principal de la intervención genética humana
debería ser el tratamiento o la prevención de enfermedades y el alivio del
dolor y el sufrimiento. Por causa de las tendencias de la naturaleza humana
pecaminosa, la posibilidad de abusos, los riesgos biológicos desconocidos,
los intentos de modificar características físicas o mentales con
intervenciones genéticas a las personas sanas que están libres de
desórdenes genéticos, debería enfrentarse con gran cuidado.

5) Libertad de elegir. Dios valora la libertad humana y rechaza toda forma


de coerción. Las personas que son capaces de hacer sus propias decisiones
deberían estar libres para decidir si se someterán a pruebas genéticas o no.
También deberían estar libres para decidir cómo actuar con respecto a la
información que resulta de las pruebas, excepto cuando otros puedan sufrir
daños serios y evitables. Renunciar a la procreación puede ser una elección
moralmente responsable para evitar riesgos conocidos de defectos
congénitos serios. Aunque tales decisiones acerca de la procreación y de
las pruebas genéticas son profundamente personales, la persona debería
hacerlo con la debida consideración por el bien común.

6) Mayordomía de la creación. Salvaguardar la creación de Dios incluye


estimar la diversidad y el equilibrio ecológico del mundo natural con sus
innumerables especies de criaturas vivientes (Gén. 1). Las intervenciones
genéticas con plantas y animales deberían mostrar respeto por la rica
variedad de formas de vida. La explotación y las manipulaciones que
destruirían el equilibrio natural o degradarían el mundo creado por Dios,
deberían ser prohibidas.

7) La no violencia. Usar manipulaciones genéticas para desarrollar medios


de guerra es una afrenta directa a los valores cristianos de paz y vida. Es
moralmente inaceptable abusar de la creación de Dios cambiando formas
de vida en armas de destrucción (Apoc. 11:18).

8) Equidad. Dios ama a todos los seres humanos, sin tomar en cuenta su
condición social percibida (Hech. 10:34). Los beneficios de la investigación
genética deberían ser accesibles a las personas que la necesitan sin
discriminación injusta.
9) Dignidad humana. Los seres humanos creados a la imagen de Dios son
más que la suma de sus genes (Gén. 1:27; Hech. 17:28). La dignidad
humana no debería reducirse a mecanismos genéticos. Las personas
deberían ser tratadas con dignidad y respeto por sus cualidades
individuales, y no ser estereotipadas sobre la base de su herencia genética.
10) Condiciones de salud. Los cristianos tienen la responsabilidad de
mantener la salud de sus cuerpos, incluyendo su salud genética (1 Cor.
10:31). Esto significa que los cristianos deberían evitar aquello que es
probable que sea genéticamente destructivo para sí mismos o para sus
hijos, tales como el abuso de drogas y las radiaciones excesivas.

Glosario:

ADN (ácido desoxirribonucleico). La molécula en forma de una doble hélice


que contiene el código de la información genética y es la molécula
hereditaria principal en la mayoría de las especies.

ADN recombinante. Una secuencia nueva de ADN que se produce


artificialmente al unir segmentos de ADN.

Célula germinal. Célula reproductora.

Célula somática. Cualquier célula del cuerpo fuera de las células


reproductivas.

Cromosoma. El bastón condensado constituido por un hilo lineal de ADN


entretejido con proteína que es la estructura que contiene los genes

de las células vivientes. Los seres humanos tienen 23 pares de


cromosomas.

Enzimas. Una proteína que facilita una reacción química específica sin
cambiar su dirección ni su naturaleza.

Eugenesia. Estrategias para intentar mejorar el conjunto de genes de una


especie, ya sea para impedir la transmisión de características no deseadas

o para aumentar la transmisión de las deseadas.

Eugenesia negativa. Estrategias para impedir la transmisión de


características genéticas que se consideran indeseables.

Eugenesia positiva. Estrategias para promover la transmisión de


características genéticas que se consideran deseables.
Fenotipo. Las características observables que resultan de un genotipo con la
influencia de factores ambientales.

Gen. La unidad básica de la herencia; una sección del ADN que contiene
información para la producción de moléculas específicas de proteína.

Genoma. Todo el material genético contenido en los cromosomas de un


organismo o individuo específico.

Genotipo. La constitución genética de un individuo.

Implante. La fijación de un embrión a la pared del útero.

Ingeniería genética. El proceso de alterar la constitución genética de una


célula u organismo individual por medio de la inserción, eliminación o
cambio intencional de genes específicos.

Mapa de genes. El resultado del proceso de determinar la secuencia


genética de una especie.

Mutación. Una alteración permanente del ADN que puede ser heredada.

Pares de bases. Pares de bases complementarias que forman la estructura


del ADN; las unidades de medida de la longitud del ADN. Los pares de bases
consisten de adenina (A), que siempre debe estar junto con la tiamina (T) y
la guanina (G), que debe formar siempre un par con la citonina (C).
Preembrión. Un huevo fertilizado antes de su implante y el comienzo del
embarazo.

Proyecto del genoma humano. El esfuerzo científico internacional para


construir un mapa detallado de los genes humanos, identificando su
estructura y función.

Pruebas genéticas. El examen de la constitución genética de los individuos


con el propósito de identificar rasgos hereditarios posibles, incluyendo
defectos o anormalidades.

Terapia genética. El reemplazo o la reparación de genes defectuosos en


células vivientes con propósitos médicos [ver las pp. 161-164 por un
documento acerca de este procedimiento científico].

Este documento fue adoptado por la Comisión del Concepto Cristiano de la


Vida Humana en marzo de 1995, y votado por la Comisión Administrativa de
la Asociación General (ADCOM) el 13 de junio de 1995.
Relaciones entre Iglesia y Estado

Preámbulo

Dios es amor. Su gobierno de este universo se basa en la obediencia


voluntaria de su creación evocada por su benevolencia magnificente.1 Sólo
una fe que descansa en el corazón humano,2 y sólo las acciones impulsadas
por el amor,3 son aceptables para Dios. Sin embargo, el amor no está sujeto
a la regulación civil. No puede ser invocado por mandato ni sustentado por
estatuto. Por consiguiente, los esfuerzos por legislar la fe, por su misma
naturaleza, se oponen a los principios de la verdadera religión, y por lo tanto
se oponen a la voluntad de Dios.4

Dios colocó a nuestros primeros padres en esta tierra con la capacidad de


elegir entre el bien y el mal.5 A las generaciones subsecuentes nacidas en
este mundo se les ha concedido una elección similar. Esta libertad de elegir,
así otorgada por Dios, no debiera ser infringida por el hombre.

La relación apropiada entre la religión y el Estado fue muy bien


ejemplificada en la vida de nuestro Salvador y Ejemplo, Jesucristo. Como
uno de la deidad, Jesús poseía autoridad sin parangón en la tierra. Tenía
revelación divina,6 poder divino7 y un estatuto santo.8 Si alguien en la
historia del mundo tenía el derecho de forzar a otros a adorar según él
dictara, éste era Jesucristo. No obstante, Jesús nunca utilizó la fuerza para
hacer avanzar el evangelio.9 Es para que los seguidores de Cristo emulen
este ejemplo. La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha intentado, desde sus
comienzos, seguir el ejemplo de Cristo al abogar por la libertad de
conciencia como parte integral de su misión evangélica. Dado que el papel
de la iglesia en la sociedad se amplía, es apropiado declarar los principios
que guían a nuestra iglesia mundial en los contactos con los gobiernos de
los países en los que actuamos.

Libertad de conciencia

En el corazón del mensaje adventista está nuestra destacada creencia de


que la libertad de conciencia debe garantizarse para todos. La libertad de
conciencia incluye la libertad de creer y practicar plenamente la fe religiosa
de elección, la libertad de no creer o practicar fe religiosa alguna, la libertad
de cambiar de fe, y la libertad de establecer y administrar instituciones
religiosas de acuerdo con las creencias religiosas. Estamos dedicados a
trabajar para el avance de la protección legal y política de la libertad
religiosa

y sustentamos la amplia interpretación de las cartas constitucionales que


garantizan la protección de esta libertad.10

Como cristianos, los adventistas reconocemos el papel legítimo del gobierno


organizado en la sociedad.11 Apoyamos el derecho del Estado de legislar en
materia secular y apoyamos el acatamiento de dichas leyes.12 No
obstante, cuando nos enfrentamos con una situación en la que la ley del
país está en pugna con los mandatos bíblicos, concordamos con el mandato
de la Escritura de que debemos obedecer a Dios antes que a los hombres.13

La dedicación adventista a la libertad de conciencia reconoce que existen


límites para esta libertad. La libertad de religión sólo puede existir en el
contexto de la protección de los derechos legítimos e iguales de los demás
en la sociedad. Cuando la sociedad tiene un interés apremiante, como la
protección de sus ciudadanos de un perjuicio inminente, por ende puede
restringir las prácticas religiosas. Dichas restricciones debieran ser puestas
en práctica de manera tal que limiten lo menos posible la práctica religiosa
y aún así proteja a los que se ven amenazados por ella. La limitación de la
libertad de conciencia con el fin de proteger a la sociedad de ofensas o
perjuicios intangibles similares, de riesgos hipotéticos o para imponer una
conformidad social o religiosa por medio de medidas como las leyes
dominicales u otras observancias religiosas autorizadas por el Estado, no
son limitaciones legítimas de la libertad.

Los adventistas son llamados a defender el principio de libertad de


conciencia para todos. Al conservar nuestro amor por los demás,14
debemos estar dispuestos a trabajar en defensa de grupos cuya libertad de
conciencia se ve afectada inadecuadamente por el Estado. Dicha obra tal
vez resulte en pérdidas personales y colectivas. Éste es el precio que
debemos estar dispuestos a pagar con el fin de seguir a nuestro Salvador,
quien hablaba consistentemente en favor de los desdichados y
desposeídos.15

Participación en el gobierno

La Iglesia Adventista del Séptimo Día es consciente de la larga historia de


participación del pueblo de Dios en asuntos civiles. José ejerció el poder civil
en Egipto.16 De forma similar, Daniel subió a las alturas del poder civil en
Babilonia y, como resultado, la nación se benefició.17 En la historia de
nuestra iglesia, los adventistas se han unido con otras organizaciones
religiosas y seculares para ejercer influencia sobre las autoridades civiles
para acabar con la esclavitud y para hacer avanzar la causa de la libertad
religiosa.

Sin embargo, la influencia religiosa no siempre ha resultado en el adelanto


de la sociedad. La persecución religiosa, las guerras religiosas y los
numerosos ejemplos de supresión social y política perpetradas a instancias
de personas religiosas confirman los peligros que existen cuando se utilizan
los medios del Estado para hacer progresar los objetivos religiosos.

El crecimiento de la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha ocasionado un


crecimiento correspondiente de nuestra capacidad de ejercer influencia
política en algunas áreas del mundo. Esta influencia política no es
problemática en sí misma. De hecho, los adventistas tal vez aspiren
correctamente a servir en puestos de liderazgo civil.18 No obstante,
siempre debemos ser cuidadosos con los peligros que están asociados con
la influencia religiosa en materia civil, y asiduamente evitamos tales
peligros.

Cuando los adventistas se convierten en líderes o ejercen cierta influencia


en la sociedad, esto debiera hacerse de una forma consistente con la regla
de oro.19 Por lo tanto, debiéramos trabajar para establecer una robusta
libertad religiosa para todos y no debiéramos utilizar nuestra influencia con
los líderes políticos y civiles para promover nuestra fe o inhibir la fe de los
demás. Los adventistas debieran tomarse en serio las responsabilidades
cívicas.

Debiéramos participar en el proceso de votación dispuesto para nosotros


cuando sea posible hacerlo en plena conciencia20 y debiéramos compartir
la responsabilidad de erigir nuestras comunidades. Sin embargo, los
adventistas no debiéramos preocuparnos por la política ni utilizar el púlpito
o nuestras publicaciones para promover teorías políticas.21

Los adventistas que son líderes cívicos deben procurar adherir a las normas
más elevadas de la conducta cristiana. Como Danieles modernos, Dios los
guiará, y su fidelidad hacia él inspirará a la comunidad.

Representación de gobiernos y cuerpos internacionales

A lo largo de la historia del pueblo de Dios, el Señor ha visto conveniente


delegar individuos para exponer su mensaje a los gobernantes de su
tiempo. Abraham,22 José23 y Moisés24 trataron directamente con el faraón
de su tiempo. Como resultado de la presencia de Ester en la corte del rey
Asuero el pueblo de Dios se salvó de la destrucción.25 Daniel primero fue
representante del Imperio Babilónico,26 y posteriormente de Ciro el Persa y
Darío el Medo.27 Pablo llevó el evangelio a la clase gobernante del Imperio
Romano.28

De modo similar, muchos de los grandes reformadores estuvieron frente a


gobernantes de su tiempo para defender su posición. Por consiguiente,
seríamos negligentes si no nos esforzáramos por exponer a Cristo ante los
líderes de este mundo en este tiempo presente. De hecho, los adventistas
son llamados a ser portavoces de la libertad de conciencia para este
mundo.29 Parte integral para esta misión es el desarrollo de las relaciones
con los gobernantes temporales.30 Con el fin de lograr esto, la Iglesia
Adventista del Séptimo Día designa representantes para los gobiernos y
cuerpos internacionales que tienen influencia en la protección de la libertad
religiosa. Esta obra debe considerarse esencial para la misión
evangelizadora y debieran concederse los recursos necesarios para
asegurarse que nuestra representación sea del grado más elevado.

Expectativas de los gobiernos

Los gobiernos se establecen para satisfacer las necesidades de los


gobernados. Como tales, deben asegurar la protección de los derechos
humanos fundamentales de la población, incluyendo la libertad de
conciencia. Además, el Estado debe empeñarse en construir comunidades
con orden público, salud pública, un ambiente limpio y una atmósfera que
no inhiba indebidamente la capacidad de los ciudadanos de educar familias
y explorar libremente las facetas de su humanidad. Es responsabilidad del
Estado esforzarse por eliminar la discriminación sobre la base de la raza, la
etnia, la clase social, la religión, la persuasión política y el género, y
garantizarle a sus residentes igual acceso a una justicia imparcial. Los
estados no sólo tienen la responsabilidad de proteger a los que viven dentro
de sus fronteras, sino también de trabajar para la protección de los
derechos humanos de la comunidad internacional y brindar asilo a los que
escapan de la persecución.

Receptores de fondos gubernamentales

Los adventistas han debatido extensamente acerca de si la iglesia o sus


instituciones debieran aceptar fondos gubernamentales. Por un lado, la
iglesia ha enseñado que el Señor se mueve en los corazones de los que
tienen poder civil, y que la iglesia no debiera erigir barreras que cortarían la
asistencia para el avance de su causa.31 Por otro lado, la iglesia ha
advertido en contra de la unión de la Iglesia y el Estado.32

Así, cuando las leyes de una nación permiten la asistencia del gobierno a las
iglesias o sus instituciones, nuestros principios permiten recibir fondos que
no vayan acompañados de condiciones que inhiban nuestra capacidad de
practicar y promulgar libremente nuestra fe, de contratar sólo a adventistas,
de quedarse con la administración a cargo de adventistas solamente y de
observar sin compromiso los principios expresados en la Biblia y los escritos
de Elena de White. Además, para evitar una unión de Iglesia y Estado, los
fondos gubernamentales no debieran aceptase para pagar actividades
religiosas como servicios de adoración, evangelización, publicación de
textos religiosos o salarios de los que trabajan en la administración
eclesiástica o en el ministerio evangélico, excepto para la provisión de
servicios espirituales a aquellos cuyas vidas están tan completamente
reguladas por el Estado que la provisión de tales servicios sea impracticable
sin la participación estatal.33

En ocasiones cuando la aceptación de los fondos gubernamentales no viola


los principios precedentes, debiera considerarse cuidadosamente si se han
de aceptar los fondos del gobierno. Los fondos del gobierno vigente, en
oposición a las contribuciones financieras individuales, presentan un peligro
particular. Es virtualmente imposible que las instituciones no se vuelvan
dependientes, al menos en parte, de las corrientes de fondos del gobierno
vigente. Dichos fondos de gobierno comúnmente van acompañados de
regulación gubernamental. Si bien dicha regulación tal vez no viole los
principios cristianos cuando el dinero se recibe por primera vez, dichas
regulaciones están sujetas a cambios. En caso de que cambien las
regulaciones que rigen la recepción de los fondos del gobierno y requieran
abandonar los principios de nuestras instituciones descriptas en la Biblia y
por Elena de White, los fondos del gobierno vigente deben rechazarse,
incluso si como resultado la institución se deba cerrar, vender o
reestructurar significativamente.

Cuando los adventistas recibimos fondos del gobierno, debemos manejar


dichos fondos con suprema integridad. Esto incluye el cumplimiento estricto
de las regulaciones adjuntas a la donación y el uso de rigurosas medidas de
contabilidad. Si los procedimientos no están en orden como para asegurar
tal cumplimiento, la donación debe ser rechazada.

En algunas circunstancias excepcionales, los adventistas sólo podemos


lograr tener presencia en un país si contamos con programas controlados
por el gobierno y que prohíben una testificación abierta. Debe dedicarse un
tiempo considerable a la oración y la meditación por las implicancias de
participar en dichos programas. Debiéramos considerar si la participación
ayuda al gobierno a mantener sus políticas restrictivas, si la participación
asocia el nombre de la iglesia con el gobierno coercitivo, y si la participación
brindará la oportunidad de difundir el evangelio a corto y largo plazo,
incluyendo el mensaje de los tres ángeles34 en el país en cuestión.
Debemos evitar asiduamente asociar el nombre de Cristo con regímenes
que suprimen y tratan brutalmente a su población.

Conclusión

Dios ha puesto a cada individuo en la tierra con la capacidad de determinar


lo bueno y lo malo bajo la dirección del Espíritu Santo y de acuerdo con su
Palabra. Por consiguiente, esta declaración no está designada para sustituir
el consejo divino y no está designada para ser una interpretación autorizada
de ese consejo. Más bien, la declaración sirve para resumir la comprensión
de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en este tiempo. La forma en que los
adventistas conducimos nuestras relaciones Iglesia- Estado tiene un
impacto significativo en nuestros esfuerzos mundiales. Por tanto, debemos
abordar esta área con mucha meditación y oración. Al trabajar bajo la
dirección del Espíritu Santo, los adventistas continuarán abogando por el
principio de libertad de conciencia.

____________

Referencias:

1 “Dios desea de todas sus criaturas el servicio por amor; servicio que brota
de un aprecio de su carácter. No halla placer en una obediencia forzada; y a
todos otorga libre albedrío para que puedan rendirle un servicio voluntario”
(Elena de White, Patriarcas y profetas, pp. 12, 13).

2 Ezequiel 36:26.

3 1 Corintios 13.

4 El ejemplo del antiguo Israel bajo gobierno teocrático a veces se utiliza


para justificar los esfuerzos modernos para legislar sobre preceptos
religiosos. Tales justificaciones aplican erróneamente el precedente bíblico.
Por un período relativamente corto de la historia de esta tierra, Dios utilizó
métodos particulares para preservar su mensaje para el mundo. Estos
métodos se basaban en un pacto de acuerdo mutuo entre Dios y una familia
que crecía en una nación relativamente pequeña. Durante este período,
Dios directamente gobernaba de una manera que hasta entonces no había
elegido utilizar. La experiencia del gobierno directo de Dios basado en un
pacto de acuerdo mutuo, si bien tiene una importancia inestimable para
nuestra comprensión del Señor, no se aplica directamente a la manera en
que debieran gobernarse las naciones modernas. Más bien, el ejemplo más
aplicable de la relación entre la Iglesia y el Estado es la provista por
Jesucristo.

5 Génesis 3.

6 Ver, por ej., Juan 4:17-19.

7 Ver, por ej., Juan 11.

8 1 Juan 2:1.

9 Muy por el contrario, Jesús explícitamente declaró que su “reino no es de


este mundo”, y por lo tanto sus siervos no fueron comisionados para
ejercer poder por medio de la fuerza (Juan 18:36).

10 Ver, por ejemplo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos de


las Naciones Unidas; Art. 18; La Convención Norteamericana de los
Derechos Humanos, Art. 12; la Carta Fundacional Africana de los Derechos
Humanos y de las Personas, Art. 8; la Convención Europea para la
Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, Art.
9; la Constitución de la República de Sudáfrica, Art. 15; la Constitución de la
República Federativa del Brasil, Art. 5; la Constitución de la República de
Corea del Sur, Art. 20; la Constitución del Commonwealth de Australia, Art.
116; la Constitución de la India, Arts. 25-28; la Constitución de los Estados
Unidos de Norteamérica, Primera Enmienda.

11 1 Pedro 2:13-17.

12 Romanos 13.

13 Hechos 5:29. “El pueblo de Dios reconocerá el gobierno humano como


una ordenanza divinamente designada, y por precepto y ejemplo enseñará
la obediencia a ella como un deber sagrado, siempre y cuando su autoridad
se ejerza dentro de su esfera legítima. Pero cuando sus demandas entren en
conflicto con las de Dios, debemos elegir obedecer a Dios antes que a los
hombres. Debe reconocerse y obedecerse la Palabra de Dios como una
autoridad que está por encima de toda legislación humana. El ‘Así dice el
Señor’ no debe desecharse por un ‘Así dicen la Iglesia o el Estado’. La
corona de Cristo debe elevarse por encima de todas las diademas de los
potentados terrenales” (Elena de White, Eventos de los últimos días, p.
145).

14 Mateo 22:39.

15 Ver, por ej.: Lucas 4:18; Mateo 5:1-12; Lucas 10:30-37.


16 Génesis 41:40-57.

17 Daniel 6:3.

18 “¿Han pensado lo que no se atreven a expresar, de que un día puedan


estar en la cima de la grandeza intelectual; que pueden sentarse en los
concilios deliberantes y legislativos y ayuden a dictar leyes para la nación?
No hay nada de malo en esas aspiraciones. Cada uno de ustedes puede
dejar su huella. No deberían conformarse con logros insignificantes.
Apunten alto y no escatimen esfuerzos para alcanzar esa norma” (Elena de
White, Mente, carácter y personalidad, t. 1, p. 378).

19 “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así
también haced vosotros con ellos” (Mateo 7:12).

20 Si bien los adventistas han de votar, han de emitir sus votos con
cuidadosa oración. Ver Elena de White, Mensajes selectos, t. 2, pp. 387-389
(exhorta a los adventistas a que voten); Elena de White, Obreros
evangélicos, p. 406 (declara que los adventistas no pueden votar sin riesgos
a partidos políticos); y Elena de White, Eventos de los últimos días, p. 131
(los adventistas se convierten en partícipes de los pecados de los políticos si
apoyan a candidatos que no defienden la libertad religiosa).

21 Elena de White, Obreros evangélicos, pp. 406, 407.

22 Génesis 12:15-20.

23 Génesis 41.

24 Éxodo 4-12.

25 Ester 8.

26 Daniel 3-5.

27 Daniel 1:21; 5:31-6:28.

28 Hechos 23-26.

29 “No estamos haciendo la voluntad de Dios si permanecemos quietos sin


hacer nada para preservar la libertad de conciencia” (Elena de White, Joyas
de los testimonios, t. 2, p. 321).

30 “Reyes, gobernantes y concilios han de tener un conocimiento de la


verdad por medio del testimonio de ustedes. Ésta es la única forma en que
el testimonio de la luz y la verdad pueden alcanzar a los hombres de gran
autoridad” (Elena de White, Review and Herald, 15 de abril de 1890).
31 “Durante todo el tiempo en que estemos en este mundo, y el Espíritu de
Dios esté luchando con el mundo, hemos de recibir e impartir favores.
Hemos de dar al mundo la luz de la verdad como se la presenta en las
Sagradas Escrituras, y hemos de recibir del mundo lo que Dios los induce a
hacer en favor de su causa. El Señor todavía actúa en corazones de reyes y
gobernantes para que favorezcan a su pueblo, y conviene que los que están
tan profundamente interesados en el asunto de la libertad religiosa no
rechacen ningún favor, o dejen de aceptar la ayuda que Dios ha inducido a
los hombres a dar para el progreso de la causa” (Elena de White,
Testimonios para los ministros, p. 203).

32 “El consorcio de la Iglesia con el Estado, por muy poco estrecho que sea,
puede en apariencia acercar el mundo a la iglesia, mientras que en realidad
es la iglesia la que se acerca al mundo” (Elena de White, El conflicto de los
siglos, p. 342).

33 Esta categoría incluye capellanes retenidos por el Estado para brindar


servicios espirituales a los que sirven en el servicio militar, a los que están
encarcelados, a los que están en hospitales estatales y a aquellos cuyas
vidas están restringidas de modo similar a instituciones del Estado, o cuyas
vidas de igual modo están poderosamente reguladas por el Estado.

34 Apocalipsis 14:6-12.

Comisión de Estrategias de Comunicación

Informe

VOTADO, 1. Aceptar el Informe de la Comisión de Estrategias de


Comunicación como un documento de estudio; 2. Solicitar a las divisiones
que pongan el documento a revisión y eleven un informe a la Asociación
General con recomendaciones antes de la Reunión de Primavera* de 1995;
3. Remitir a la Reunión de Primavera* de 1995 para acciones ulteriores el
Informe de la Comisión de Estrategias de Comunicación que dice lo
siguiente: El informe de la Comisión de Estrategias de Comunicación
(COECO) brinda estrategias que tratarán varios temas significativos que
afectan a la iglesia en cuanto a la comunicación interna y externa.
TRASFONDO

En el Concilio Anual de 1992 se tomaron medidas para hacer frente a las


preocupaciones y problemas que afectan a la iglesia Mundial para ser
comunicadas, bajo la dirección del Presidente de la Asociación General, a
todos los niveles de la iglesia a través de medios de prensa establecidos.
Propuso el uso más amplio de los medios electrónicos, y recomendó que las
administraciones le den prioridad a su uso. Los objetivos de esta propuesta
de comunicación en el ámbito mundial incluyen mantener la unidad de
creencia y misión, alimentar la vida espiritual de los miembros, brindar
información sobre la posición de la iglesia sobre problemáticas públicas y
contrarrestar elementos disgregadores. El propósito de la Comisión de
Estrategias de Comunicación no es repetir el trabajo de la comisión anterior;
sino buscar reforzar, complementar y fortalecer sus propuestas. En el
Concilio Anual de 1993 se tomaron medidas adicionales y se identificó a la
Comunicación como uno de los seis problemas centrales que necesitan ser
tratados por la iglesia. La Comisión de Estrategias de Comunicación, en
parte, fue una respuesta directa a las medidas de 1993. El informe de la
comisión se refiere a la necesidad de “preparar una estrategia que le dé
dirección a la comunicación dentro y fuera de la iglesia” (Medida del
Concilio Anual 250-93G, “Informe de la Comisión de Evaluación Mundial y
Recomendaciones para la Planificación Estratégica”, Folleto del Concilio
Anual 1993, p. 28).

El informe siguiente tiene dos partes principales: una estrategia propuesta,


y otras medidas que incluyen varios tipos de implementaciones que
debieran mejorar la activación y la efectividad de la estrategia.

DECLARACIÓN ESTRATÉGICA Y FUNDAMENTOS

Se recomienda:

1. Adoptar lo siguiente como declaración estratégica general para regular la


comunicación interna y externa de la iglesia: Los adventistas comunicarán
esperanza al centrarse en la calidad de vida que es completa en Cristo. El
resumen de toda la comunicación de Dios acerca de sí mismo es que “Dios
es amor” (1 Juan 4:16). Este amor inunda el corazón humano y crea
esperanza (Rom. 5:2). Dios, que es el fundamento de la esperanza,
comunica gozo y paz a la iglesia y a sus miembros, por lo que la esperanza
se desborda hacia el mundo (Rom. 15:13). Sólo en Cristo es que somos
completos (Col. 2:10). La Iglesia Adventista del Séptimo Día espera siempre
con la vista fija en la “bendita esperanza”. La iglesia cree que Dios le brinda
un mensaje de esperanza a la humanidad que mejora la calidad de vida
espiritual, mental, física y social. Por lo tanto, los adventistas comunicarán
este mensaje de esperanza con urgencia e insistencia crecientes, con el fin
de cambiar la vida aquí y ahora, y ofrecer la plenitud de vida que sólo viene
por medio de la fe en Jesucristo.

Elena de White insta repetidamente a la iglesia a desplegar su mensaje y


misión en forma tal que atienda las necesidades del cuerpo, la mente y el
espíritu. En un mundo en decadencia, de enfermedad y duda, hemos de
comunicar el plan original de Dios para la raza, el cual atiende las
necesidades de la persona toda.

La iglesia ya posee una ventaja considerable de cómo la ve el público.


Muchos, en todos los países, perciben a la iglesia como una fuente
preferencial para asegurarse una mejor calidad de vida. Puesto que la
iglesia percibe esto, y lo aumenta por medio de una estrategia cohesiva y
deliberada, los adventistas también serán percibidos como los mayordomos
de una esperanza que va mucho más allá de las expectativas terrenales. La
prueba más efectiva de toda comunicación es: ¿Demuestra amor y produce
esperanza? El propósito de la iglesia es crear una visión de comunicación
designada para cumplir el gran mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y a tu
prójimo como a ti mismo”. En dicha comunicación se puede ofrecer una
calidad de vida que brinde esperanza para el mundo presente y futuro.

2. Solicitar a cada entidad de la iglesia que desarrolle su comunicación,


tanto interna como externa, dentro de esta estrategia. La elección real de
las palabras utilizadas en iniciativas de comunicación puede depender de si
la iniciativa está dirigida para consumo interno o externo, el ambiente
cultural y social en el que la iglesia pueda estar actuando y la entidad que
crea la iniciativa. Dentro de esta estrategia las entidades eclesiásticas
pueden consignar positivamente la mejor forma de comunicar usando
palabras, lemas y modelos de pensamiento que sean atractivos en esa
cultura. Para que esta estrategia tenga un impacto global se deben acordar
prioridades en concepto y planificación. Por lo tanto, propone que la
Asociación General trabaje con las divisiones en la formulación de planes
para implementar la estrategia.

3. Incorporar los siguientes principios orientadores:

a. La congregación local: Hacer de la congregación local el principal centro


de comunicación interna.
La membresía mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día está
consistentemente organizada en iglesias locales. Estas comunidades
eclesiásticas locales sirven como base para todas las tareas esenciales
asociadas con el desarrollo de la fe y la práctica. El propósito de la
comunicación es crear comunidades de fe. La iglesia local se organiza, en el
plan de Dios, para la predicación del evangelio y la educación de los
creyentes. Estas dos tareas unen a los miembros individuales en
comunidades, y crean la necesidad de la comunicación.

El crecimiento rápido y diverso de la iglesia crea desafíos y oportunidades


especiales para la comunicación, que la iglesia debe atender en el ámbito
de la congregación local. El desarrollo de la esperanza y de una persona
integral son partes esenciales de la comunicación interna, y éstas se
brindan mejor dentro de la comunidad eclesiástica local.

1) La iglesia es responsable de:

a) Examinar y, cuando fuere necesario, adaptar sus sistemas de


comunicación interna para que el flujo de información sea hacia la
congregación

local.

b) Hacer que la información esencial esté disponible a través de las


congregaciones locales para que cada miembro de iglesia pueda estar
informado y educado.

c) Incluir la provisión de materiales mínimos de educación en idioma


apropiado como uno de los criterios de registrar un país, área o grupo de
personas cuando son penetrados.

d) Comunicar esperanza a sus miembros centrándose en la calidad de vida


que puede ser suya si están completos en Cristo. e) Comunicar amor a sus
miembros con el fin de que la esperanza pueda redundar en una
testificación efectiva.

2) Implementación

a) Que cada División/Unión revise sus sistemas de comunicación dentro de


la iglesia y prepare recomendaciones para la Junta Directiva de la División
sobre los sistemas apropiados y factibles para sus necesidades. Los
informes de las medidas tomadas y de los sistemas implementados han de
ser remitidos al vicepresidente de la Asociación General asignado a
Comunicación.
b) Que haya al menos una comunicación mensual a cada congregación de la
Asociación/Misión que brinde educación, conexión con la misión y el
mensaje de la iglesia, e información sobre el progreso y los desafíos.

c) Que se incluya lo siguiente dentro de los materiales mínimos de


educación disponibles para cada adventista:

(1) Cómo aceptar a Cristo.

(2) Cómo vivir como cristiano adventista.

(3) Cómo ser parte de la vida de la congregación y de la sociedad.

(4) Las creencias fundamentales de la iglesia.

La preparación de estos materiales es responsabilidad de la Asociación


Ministerial obrando conjuntamente con publicadoras denominacionales.

Nota: En congregaciones con creyentes analfabetos, los materiales mínimos


se pondrán a disposición en formatos comprensibles a través del líder
espiritual asignado a la congregación.

3) Beneficios proyectados

a) Sistemas capaces de comunicarse efectiva y rápidamente dentro de la


iglesia.

b) Cada miembro provisto de educación, conexión con el mensaje y la


misión de la iglesia, e información sobre el progreso y los desafíos.

c) Una presencia informada de testificación adventista en la que la iglesia


pueda desarrollar y expandir su misión.

d) Miembros de quienes fluya amor y esperanza al demostrar la calidad de


vida que crea la integridad en Cristo.

b. Comunicadores eficaces: Capacitar a las congregaciones y miembros de


iglesia para ser comunicadores eficaces en el contexto de sus comunidades.

1) La iglesia es responsable de:


a) Incluir los siguientes cuatro elementos en la comunicación interna, cada
uno en un ambiente contextualizado:

(1) Equipar: capacitar y comisionar discípulos.

(2) Informar: información esencial sobre la iglesia.

(3) Educar: sistema básico de creencias.

(4) Inspirar: con ejemplos de otros.

b) Brindar toda comunicación interna en forma tal que sea sensible a las
diversas necesidades de género, edad, raza, idioma, etnia y cultura.

c) Establecer iniciativas administrativas para que la entrega de la


información a las congregaciones se realice en tiempo y forma.

d) Compartir información de manera imparcial, honesta y responsable.

2) Implementación

a) Un programa de capacitación designado para equipar, informar, educar e


inspirar, desarrollado por el departamento de Comunicación en consulta con
la administración.

b) Métodos de comunicación: pueden incluir uno o más de lo siguiente:


multimedios, presentación personal, arte escénico, partes musicales,
dramatización improvisada y publicaciones.

c) Búsqueda agresiva de tecnología de la comunicación con el objetivo de


desarrollar sistemas de entrega que puedan mantenerse. Estos sistemas
han de ser identificados y evaluados a través del departamento de
Comunicación.

3) Beneficios proyectados

a) Congregaciones y miembros de iglesia capaces de comunicarse


eficientemente entre sí, con otras entidades eclesiásticas y con sus
comunidades.

b) Comunicación que pueda ser recibida positivamente por todo el espectro


de miembros.

c) Entrega eficiente de la comunicación.


d) Confianza en el liderazgo y mejor comprensión de los problemas y
desafíos que afectan a la iglesia y a su misión.

c. Calidad de vida: La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha de convertirse


en la fuente preferida para el desarrollo integral de la persona.

1) La iglesia es responsable de:

a) Relacionar la verdad bíblica con las necesidades actuales de una forma


teológicamente correcta y experimentalmente satisfactoria.

b) Comunicar la seguridad de la calidad de vida que se puede encontrar por


medio de una comprensión de la provisión divina para el desarrollo integral
de la persona (físico, mental, espiritual y social).

c) Mejorar la efectividad de la comunicación, haciéndola sensible a las


necesidades de la comunidad abordada, y permitiendo que la gente acepte
la comunicación de manera que satisfaga su situación y contexto.

d) Idear iniciativas de costo efectivas y ministerios que incluyan la


capacidad de autosostenerse.

2) Implementación

a) Toda actividad de servicio a la comunidad debe ser sensible a tres


bloques básicos de la evangelización: 1) relevancia para el oyente; 2)
disposición del oyente hacia la verdad; y 3) permiso del oyente para
compartir el evangelio cristiano.

b) Solicitar a los ministerios y las instituciones que creen instrumentos para


autoevaluarse, y solicitar a los usuarios que los evalúen en su efectividad
para comunicar una calidad de vida que halla su plenitud en la esperanza
que da Dios en Jesucristo.

c) Solicitar a los ministerios que escuchen metódicamente las


preocupaciones de los que no son miembros en cuanto a problemas sobre
de la calidad de vida al menos una vez por año.

d) Utilizar los resultados del punto c) de arriba para crear iniciativas de


alcance comunitario. Estas iniciativas debieran confirmar a la congregación
que organiza el evento y debieran guiar a los interesados a optar por la
calidad de vida adventista.
e) Servir a la persona integral: espiritualmente, con convincentes
oportunidades evangelizadoras y de adoración; mentalmente, con
educación de calidad; físicamente, con información y programas; y
socialmente, a través de la participación en la iglesia y de eventos
comunitarios.

f) Diseñar recursos que permitan que los ministerios y las instituciones usen
información de usuarios individuales o grupales para estructurar materiales
específicamente aplicables a esos usuarios individuales o grupales.

g) Crear instrumentos para informar y ev aluar, que midan si la Iglesia


Adventista del Séptimo Día es el recurso elegido por la calidad de vida y el
desarrollo integral de la persona, junto con la información que se recoge
habitualmente.

3) Beneficios proyectados

a) Ministerios que comuniquen el evangelio en forma tal que respondan a


las necesidades del momento y que creen esperanza en Cristo.

b) Instituciones que brinden un desarrollo integral de la persona y que


comuniquen esperanza.

c) Una conciencia pública de la Iglesia Adventista del Séptimo Día como el


recurso predilecto para el desarrollo integral de la persona.

d) Materiales ministeriales para que utilicen las congregaciones con el fin de


satisfacer las necesidades individuales o grupales con los recursos de la
iglesia.

e) Ministerios y recursos que utilizan las personas y que tienen la capacidad


de autosostenerse.

d. Percepción de la imagen: Mejorar la percepción pública de la Iglesia


Adventista del Séptimo Día y de sus miembros.

1) La iglesia es responsable de:

a) Crear y mantener iniciativas que muestren a los adventistas como


contribuyentes creíbles para la calidad de vida de las personas y de la
comunidad.
b) Involucrar a todas las entidades, de la congregación local y de la
Asociación General, a todas las instituciones de las escuelas y clínicas
locales para especializarse en instituciones educativas, de salud, de
publicaciones y otras, para mejorar la percepción pública de la iglesia, de
acuerdo con los principios delineados en la estrategia de comunicación.

c) Hacer de la comunicación de la esperanza, que se centra en la calidad de


vida que es completa en Cristo, un concepto clave en las iniciativas de la
comunicación pública.

2) Implementación

a) Desarrollar en todos los niveles, bajo la dirección del departamento de


Comunicación, un activo plan intencional para tener parte en la comunidad
con participación y reconocimiento de las entidades de la iglesia y de sus
miembros individuales.

b) La creación de una red de noticias internacional adventista, bajo la


dirección del departamento de Comunicación, para brindar noticias e
información a las principales agencias de noticias mundiales y a las
agencias de prensa de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Las noticias
describirán actividades eclesiásticas internacionales, incluyendo las que
mejoran la calidad de vida.

c) El desarrollo y la adopción de un paquete de identidad colectiva,


incluyendo logotipo y letreros, bajo la dirección del departamento de
Comunicación, para ser usado por la iglesia en el ámbito mundial.

d) El establecimiento de un programa de acreditación por parte del


departamento de Comunicación para ser usado en la evaluación de imagen
de las congregaciones locales en sus comunidades locales. Las cualidades
clave incluyen aspecto de la iglesia, hospitalidad de la congregación e
interacción comunitaria. e) La institución de un programa variado de
relaciones mediáticas y de control de las crisis para abordar las necesidades
de información de los medios masivos en todos los niveles de la iglesia, con
énfasis en cómo los adventistas contribuyen a la calidad de vida de sus
comunidades.

f) La inclusión de relaciones públicas básicas y de capacitación en


comunicación masiva en todo curso formal teológico y pastoral, y en
programas de educación continua para pastores.

g) Los comunicadores y pastores de las iglesias locales recibirán


capacitación similar para saber evaluar y aprovechar las oportunidades
locales de comunicación. Todos estos programas han de erigirse sobre la
base de la estrategia de comunicación de la iglesia.
h) El desarrollo y la implementación de programas de concienciación de
imagen de cinco y diez años por parte de cada División que aborde
necesidades particulares de su División.

i) La provisión de oportunidades para comunicarse, por medio de una


variedad de estilos de camaradería y adoración, para satisfacer las
necesidades de las diversas comunidades, así como reconocemos el valor
del lenguaje y de la diversidad étnica dentro de la iglesia.

3) Beneficios proyectados

a) La percepción pública de la iglesia cada vez más enfocada hacia el


cumplimiento de la comisión evangélica en forma tal que mejore la vida del
individuo y de la comunidad.

b) Trabajo de la iglesia en conjunto para mejorar la aceptación pública al


llevar a cabo su misión.

c) Cohesión y consistencia en la percepción de imagen.

4. Divisiones y uniones

Debido a la amplia gama de diferentes tecnologías necesarias para


comunicarse con las congregaciones locales, la diferente percepción pública
de la iglesia en los países de las divisiones, y la necesidad de utilizar
plataformas y planteamientos de comunicación adaptados a diferentes
contextos en el que actúa la iglesia, debe haber continuación para el
desarrollo de la estrategia en el ámbito de División y de Unión.

Recomendado:

a. Solicitar a cada División que utilice el proceso participativo desarrollado


para los “seis problemas centrales” con el fin de implementar y desarrollar
la estrategia de comunicación, y brindar informes acerca de las iniciativas
de la estrategia para ser revisada por el Concilio de Estrategias de
Comunicación.

b. Solicitar a las comisiones de las divisiones/uniones que implementen la


estrategia de comunicación en el territorio de la División y que establezcan
objetivos mensurables para la revisión y la valoración de las iniciativas de
comunicación.

5. Instituciones que utilizan medios masivos para llegar a la comunidad


(incluyendo centros de medios y casas editoras)
Recomendado: Solicitar a las instituciones que utilizan medios masivos para
llegar a la comunidad (incluyendo centros de medios y casas editoras) que:

a. Implementen en el mundo la estrategia de comunicación creando


programas consistentes con la Declaración Estratégica.

b. Acepten el papel clave para comunicarse con las audiencias no cristianas


y seculares.

6. Ciclo de planificación 1994-1997

a. Recomendado: Adoptar el siguiente ciclo de planificación para 1994-1997

1) Acciones administrativas

a) Concilio anual 1994: Distribución de la Estrategia como documento de


estudio a los líderes de la iglesia.

b) Juntas de División para fines del año 1994: Explicación y presentación


preliminar del documento de estudio en las juntas de fin de

año de las divisiones.

c) Juntas de Primavera* de 1995: Análisis y acción que recomienden la


estrategia ante el Congreso de la Asociación General y el Concilio Anual
1995.

d) Juntas de División de mitad de año en 1995: Presentación de la estrategia


en las juntas de División de mitad de año.

e) Congreso de la Asociación General: Análisis y adopción de la estrategia


central en el Congreso de la Asociación General.

f) Concilio Anual 1995: Acción final acerca del plan detallado.

g) Juntas de División para fines del año 1995: Adopción e implementación


de la estrategia por parte de las juntas de fin de año de las divisiones.
b. Implementación de los planes - La implementación de la estrategia
requiere:

1) La distribución de la estrategia.

2) Capacitación para comprender el uso de la estrategia.

3) Investigación básica para establecer medidas para la evaluación y la


medición.

4) Utilización de la estrategia como prueba.

5) Contextualización de la estrategia para regiones y actividades


específicas.

6) Adopción de la estrategia como norma para la comunicación. Si bien esto


puede llevar un período de varios años, pueden obtenerse resultados
mensurables tempranos en estas áreas para el ciclo de implementación.

c. Recomendado:

1) Solicitar al Concilio de Comunicación recientemente establecido que su


prioridad número uno sea el desarrollo de un plan de implementación de
tres, cinco y diez años.

2) Adoptar el siguiente plan de implementación de tres años como plan


interino hasta que se defina el plan formal. Este plan interino habrá de
coordinarse con los calendarios eclesiásticos más amplios. (El trabajo de
coordinación será responsabilidad del vicepresidente consejero del
departamento de Comunicación y del director de Comunicación con la
ayuda del asistente del Presidente para la planificación).

a) 1995

(1) Tercer trimestre: Desarrollo de un currículum de capacitación para


entender y utilizar la estrategia; provisiones presupuestarias hechas para
los presupuestos de 1996 para la implementación de la estrategia.

(2) Cuarto trimestre: Investigación básica realizada en 100 mercados


designados, siendo al menos el 40% de los objetivos en áreas donde la
iglesia tiene poca o ninguna actividad. La investigación básica incluirá 10
preguntas comunes a todas las divisiones.

b) 1996

(1) Primer trimestre: Comienzo de una revisión estratégica de un año de


duración por parte de instituciones, departamentos y divisiones mundiales
sobre cómo contextualizar y adoptar el plan a situaciones locales; el
desarrollo de los planes de acción para la implementación comenzará el
primer trimestre de 1997.

(2) Segundo trimestre: Informes iniciales recibidos de todas las divisiones


mundiales de un Plan de Control de las Crisis, incluyendo cuatro
componentes comunes:

(a) Protocolos escritos del control de las crisis.

(b) Portavoz nombrado.

(c) Cadena de mando en una crisis.

(d) Estrategias para respuestas anticipadas ante una crisis.

(3) Tercer trimestre: Informes iniciales recibidos de todas las divisiones


mundiales con los resultados de la estrategia en el área de evangelización,
incluyendo tres componentes comunes:

(a) Investigación básica previa a un esfuerzo de evangelización.

(b) Resumen de cómo se utilizó la estrategia en el esfuerzo de


evangelización.

(c) Investigación posterior al esfuerzo de evangelización para medir y


evaluar los resultados.

(4) Cuarto trimestre: Informes iniciales recibidos de todaslas divisiones


mundiales con la actividad de identificación pública, incluyendo tres
componentes comunes:

(a) Investigación básica en mercados designados.

(b) Tres por ciento de mejoramiento de la imagen pública en mercados con


una presencia establecida de adventistas.

(c) Cinco por ciento de mejoramiento de la imagen pública en mercados sin


presencia adventista.

(5) Informe ante el Concilio Anual 1996 de tres iniciativas de prueba:

(a) Manejo de las crisis.

(b) Evangelización.

(c) Identidad pública.


(6) Registro de planes de implementación regionales para 1997.

c) 1997

(1) Primer trimestre: Lanzamiento de la implementación regional


contexualizada, que tendrá continuación a lo largo de todo 1997.

(2) Segundo trimestre: Informe ante el Concilio de Primavera* de 1997 por


parte de las divisiones mundiales y de las instituciones eclesiásticas para el
lanzamiento de la implementación.

(3) Tercer trimestre: Inspección de las iniciativas de la estrategia por parte


del Concilio de Comunicación.

(4) Cuarto trimestre: Informe ante el Concilio Anual 1997 del progreso de las
iniciativas regionales.

d) 1998

Primer trimestre: Revisión y evaluación de las iniciativas regionales por


parte de cada región.

7. Concilio de Estrategias de Comunicación a. Recomendado: Nombrar un


Concilio de Estrategias de Comunicación para la Asociación General como
sigue:

1) Miembros:

Presidente, Vicepresidente asignado a Comunicación Secretario, Director del


departamento de Comunicación Además del presidente y del secretario,
quince personas que representen varias funciones y habilidades de
comunicación incluyendo las siguientes:

Una persona de cada División

Líder del departamento de Comunicación

Redactores

Relaciones Públicas y Libertad Religiosa


Ministerios de emisión radial

Relaciones públicas institucionales

Laicos especialistas en comunicación

2) Términos de referencia

a) Implementar el tema de comunicar “esperanza centrándose en la calidad


de vida que es completa en Cristo”.

b) Recomendar planes de acción a departamentos, divisiones o instituciones


para ayudarlos a crear comunicación que sea coherente y consistente con la
estrategia.

c) Informar a las divisiones u otras entidades acerca de ideas específicas


que la División y las otras entidades puedan utilizar para resolver problemas
que las divisiones hayan presentado ante el concilio en la junta anual.

d) Identificar y diseminar iniciativas de comunicación creativa de las


divisiones e instituciones.

e) Identificar individuos que puedan ayudar al concilio a desarrollar planes e


ideas para recomendar.

f) Establecer prioridades en el desarrollo de iniciativas de comunicación


estratégica.

g) Establecer costos para proyectos e iniciativas recomendados para su


implementación.

h) Recibir y revisar informes de las divisiones acerca del desarrollo de la


estrategia de comunicación.

3) Fundamento administrativo

a) Constituido por la Comisión Administrativa de la Asociación General e


informado a ella.

b) Informe para la Comisión de Presupuesto y Planeamiento Estratégico de


la Asociación General.

c) Las reuniones se alternarán anualmente entre Maryland, EE.UU., y las


ubicaciones de las divisiones mundiales. La Asociación General cubrirá los
gastos de viaje. Otras recomendaciones de la Comisión:
1. Estructura de Comunicación para la Asociación General a. Recomendado:

1) Organizar la comunicación en el ámbito de la Asociación General con el


fin de que sea parte de la tarea del Presidente bajo la dirección de un
vicepresidente de la Asociación General asignado a comunicación (ver
diagrama adjunto).

2) Definir el papel del vicepresidente general asignado a comunicación


como sigue:

a) Responsable ante el Presidente de la Asociación General del programa


total de comunicación interna y externa de la Asociación General.

b) Presidente de la Junta del Centro de Medios Adventista y de la Radio


Mundial Adventista.

c) Consejero de presidencia del departamento de Comunicación.

d) Consejero de presidencia de la Oficina de Conciencia deMisión.

3) Asignar autoridad para hablar al público en general y a los medios en


nombre de la Asociación General como sigue:

a) El o los portavoces de la iglesia serán cuidadosamente seleccionados por


la administración, y desempeñarán funciones designadas por la
administración utilizando los criterios siguientes para la selección y la
función:

(1) El portavoz generalmente no será miembro de la administración.

(2) El portavoz tendrá acceso a la administración.

(3) El portavoz estará muy familiarizado con el tema en cuestión.

(4) El portavoz trabajará estrictamente en conjunto con el grupo de


coordinación.

b) Se crearán grupos de recursos para establecer bases de datos útiles para


la iglesia en el desarrollo de novedades mediáticas que traten temas de
interés para la iglesia y sus audiencias.

4) Establecer un sistema de comunicaciones para la Asociación General que


les permita al Presidente de la Asociación General, al vicepresidente
asignado a comunicación y al Director de Comunicación ser parte del
proceso de consulta para determinar el contenido, el momento y la forma
de emisión de la información, si tiene importancia local o internacional, si es
para consumo interno o externo de la iglesia.

2. Funciones departamentales a. Recomendado:

1) Solicitar a la Asociación General que realice un estudio más profundo de


cómo pueden coordinarse las funciones de los departamentos de Relaciones
Públicas y Libertad Religiosa, que se relacionan estrechamente con las del
departamento de Comunicación.

2) Solicitar a la Asociación General que establezca una estructura con el fin


de que las publicaciones de la iglesia también puedan ser coordinadas
dentro de la estrategia de comunicación.

3. Escuelas y cursos bíblicos por correspondencia a. Recomendado:


Nombrar responsables de las escuelas y los cursos bíblicos por
correspondencia al departamento de Ministerios Personales.

4. Recursos estratégicos

a. Recomendado:

1) Crear una lista de profesionales adventistas con capacitación y


experiencia particulares en el área de facilitar cambios colectivos. Contratar
los servicios de una o más de estas personas para que trabajen con el
Concilio de Estrategias de Comunicación para evaluar la estrategia y crear
la estructura necesaria para lograr el producto colectivo deseado y el
cambio necesario para alcanzar los objetivos estratégicos.

2) Implementar grupos de recursos para establecer bases de datos útiles


para la iglesia en el desarrollo de novedades mediáticas que traten temas
de interés para la iglesia y sus audiencias.

____________

* Léase otoño en países del hemisferio sur.

Este informe fue elaborado por la Comisión de Estrategias de Comunicación


y presentado el 10 de octubre de 1994 en las oficinas de la Asociación
General, y fue aceptado por el Congreso de la Asociación General realizado
en Utrecht, Holanda, del 29 de junio al 8 de julio de 1995.

El movimiento ecuménico

La Junta Directiva de la Asociación General nunca ha aprobado una


declaración oficial con respecto a la relación de los adventistas con el
movimiento ecuménico como tal. Se ha publicado un libro (ver B. B. Beach,
Ecumenism—Boon or Bane? [El ecumenismo: ¿Bendición o aflicción?],
Review

and Herald, 1974), y a través de los años han aparecido una cantidad de
artículos en publicaciones adventistas, incluyendo la Adventist Review

(Revista Adventista). De ese modo, aunque exactamente no hay una


posición oficial, hay una abundancia de indicaciones claras acerca del punto
de

vista adventista.

Se puede decir, en general, que aunque la Iglesia Adventista del Séptimo


Día no condena completamente el movimiento ecuménico y su principal

manifestación organizativa, el Concilio Mundial de Iglesias (CMI, o WCC en


inglés) ha criticado diversos aspectos y actividades. No se puede

negar que el ecumenismo ha tenido metas loables y algunas influencias


positivas. Su gran meta es la unidad visible del cristianismo. Ningún
adventista puede oponerse a la unidad por la que Cristo mismo oró. El
movimiento ecuménico ha promovido relaciones más bondadosas entre las
iglesias, con más diálogo y menos diatribas, y ha ayudado a eliminar
prejuicios sin fundamento.

Por medio de sus diversas organizaciones y actividades, el movimiento


ecuménico ha proporcionado información más exacta y actualizada sobre

las iglesias, ha hablado en favor de la libertad religiosa y los derechos


humanos, ha combatido contra los males del racismo, y ha llamado la
atención
a las implicaciones socioeconómicas del evangelio. En todo esto las
intenciones han sido buenas y algunos de sus frutos son aceptables. Sin
mbargo,

en el cuadro general, las aflicciones pesan más que las bendiciones.


Examinaremos algunas de ellas.

El adventismo es un movimiento profético

Los adventistas creen firmemente que la Iglesia Adventista del Séptimo Día
surgió en el escenario de la historia en respuesta al llamado de Dios.

Los adventistas creen, y se espera que sea sin orgullo ni arrogancia, que el
movimiento adventista representa el instrumento divinamente designado

para la proclamación organizada del “evangelio eterno”, el último mensaje


de Dios, observado desde el punto de vista ventajoso de Apocalipsis 14 y

18. En la luz concentrada de esta comprensión profética, la Iglesia


Adventista del Séptimo Día se considera un movimiento “ecuménico” del
Apocalipsis, orientado escatológicamente. Comienza llamando a los hijos de
Dios a salir de los cuerpos eclesiásticos “caídos” que en forma creciente
organizarán una oposición religiosa a los propósitos de Dios. Junto con el
llamado a salir hay un llamado a entrar a un movimiento unido, mundial (es
decir ecuménico), caracterizado por “la fe de Jesús” y la observancia de “los
mandamientos de Dios” (Apoc. 14:12). En el Concilio Mundial de Iglesias

el énfasis está primero de todo a “entrar” en una comunión de iglesias, y


luego, se espera que en forma gradual, “salgan” de la falta de unión
corporativa.

En el movimiento adventista el acento está primero en “salir” de la falta de


unión y la confusión de Babilonia y luego inmediatamente a “entrar” al
compañerismo de la unidad, la verdad y el amor dentro de la familia
adventista que rodea el globo. Para comprender la actitud adventista hacia
el ecumenismo y otras iglesias importantes, es útil recordar que el
movimiento original adventista (caracterizado por los Milleritas) tenía
aspectos ecuménicos: surgió en muchas iglesias. De este modo, los
adventistas vinieron de muchas denominaciones. Sin embargo, las iglesias
en general rechazaron el mensaje adventista. Con frecuencia los
adventistas fueron expulsados de sus iglesias. Algunas veces los
adventistas llevaron consigo una parte de esas congregaciones. Las
relaciones se echaron a perder. Se hicieron circular historias falsas, algunas
de las cuales, desafortunadamente, todavía persisten hoy en día. Los
pioneros tenían puntos de vista sólidos, y sus oponentes no eran menos
dogmáticos. Eso era comprensible. Hoy, por supuesto, el clima entre las
iglesias tiende a ser más benigno y conciliador.

¿Cuáles son algunos de los problemas que los adventistas tienen con el
ecumenismo? Antes de que procuremos dar una respuesta breve a esta
pregunta, es necesario destacar que el movimiento ecuménico no es
monolítico en su pensamiento, y se pueden encontrar toda clase de puntos
de vista en sus filas (por supuesto, eso en sí mismo puede ser un problema).
Trataremos de hacer referencia a lo que puede ser considerado el
pensamiento general dentro del Concilio Mundial de Iglesias, una
organización que ahora representa a más de 300 iglesias y denominaciones
diferentes.

Comprensión ecuménica de la unidad

El Nuevo Testamento presenta una unidad eclesiástica limitada pero


anclada en la verdad, caracterizada por la unidad, el gozo, la fidelidad y la
obediencia (ver Juan 17:6, 13, 17, 19, 23, 26). Los “ecumentusiastas” (para
inventar una palabra) parecen dar por sentado una eventual unidad
orgánica

y la comunión de la gran mayoría de las iglesias. Enfatizan el “escándalo de


la división”, como si eso fuera realmente el pecado imperdonable. La herejía
y la apostasía son mayormente ignoradas. Sin embargo, el Nuevo Testaento
muestra la amenaza de la penetración anticristiana dentro del “templo de
Dios” (2 Tes. 2:3,4). El cuadro escatológico de la iglesia de Dios antes de la
segunda venida de Cristo no es el de una megaiglesia que reúne a toda la
humanidad, sino un “remanente” de la cristiandad, los que guardan los
mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús (ver Apoc. 12:17).

Existe un punto en el que claramente la falta de ortodoxia y un estilo de


vida no cristiano justifican la separación. El CMI pasa por alto este punto.

La separación y la división con el fin de proteger y sostener esa pureza y la


integridad de la iglesia y su mensaje son más deseables para la iglesia
adventista que la unidad en mundanalidad y error. Además, los adventistas
se sienten incómodos con el hecho de que los líderes del CMI parecen dar
poco énfasis a la santificación y al reavivamiento personal. Hay indicaciones
de que algunos consideran tal énfasis como un curioso resabio pietista, no
un ingrediente vital en una vida cristiana dinámica. Prefieren amortiguar la
piedad personal en favor de la moralidad social. Sin embargo, en la
comprensión adventista, la santidad personal de la vida es el material con
que está hecha la moralidad de la sociedad (pidiendo perdón a
Shakespeare). Sin cristianos genuinamente convertidos, cualquier unidad
organizacional formal es realmente de naturaleza plástica y de poca
relevancia.

La comprensión ecuménica de las creencias

En muchos círculos eclesiales se considera como una virtud ecuménica


tener la mente muy abierta. Se sugiere que el ecumenista ideal no es
dogmático

en sus creencias, sino algo fluido en sus conceptos doctrinales. Respeta


grandemente las creencias de otros, pero es menos rígido acerca de sus

creencias propias. Aparece como humilde y no agresivo acerca de las


creencias doctrinales, excepto las que se refieren a la unidad ecuménica.
Está convencido de que su conocimiento es parcial. Para los ecuménicos
mostrar arrogancia doctrinal es especialmente pecaminoso.

Todo esto es el lado loable. La humildad y la mansedumbre son virtudes


cristianas. En realidad, Pedro nos dice que siempre estemos listos para dar
razón de nuestra fe, pero esto debe hacerse en humildad, respeto y con una
buena conciencia (1 Ped. 3:15, 16). Sin embargo, hay en las filas
ecuménicas un peligro casi innato de blandura y relativización de las
creencias. Se pone en duda todo el concepto de herejía. En este último
tiempo, hasta se hacen preguntas con respecto a la idea de “paganismo”.
Algunas presuposiciones ecuménicas son la idea de que todas las
formulaciones

denominacionales de la verdad están condicionadas por el tiempo y son


relativas, y por lo tanto parciales e inadecuadas. Algunos ecumenistas hasta
irían tan lejos como abogar por la necesidad de síntesis doctrinales,
reuniendo varias creencias cristianas en una especie de ensalada de fruta.
Se nos dice que cada iglesia está desequilibrada, y que la tarea del
ecumenismo es restaurar el equilibrio y la armonía. Dentro de la diversidad
reconciliatoria del movimiento ecuménico, se presume que todos, en las
palabras de Federico el Grande, “serán salvos a su manera”.
Los adventistas creen que sin convicciones firmes, una iglesia tiene poco
poder espiritual. Hay peligro de que las arenas movedizas ecuménicas de

blandura doctrinal absorban a las iglesias en una muerte denominacional.


Por supuesto, eso es precisamente lo que espera el ecumenismo. Sin
embargo, los adventistas sienten que tal irresolución doctrinal debe ser
resistida vigorosamente, pues de otro modo este desarme espiritual dará
como resultado una época realmente poscristiana que caerá sobre nosotros.

Comprensión ecuménica de las Escrituras

Los adventistas consideran a la Biblia como la infalible revelación de la


voluntad de Dios, dotada de autoridad y el registro digno de confianza de

los poderosos actos de Dios en la historia de la salvación (ver Creencias


fundamentales de los Adventistas del Séptimo Día, Nº 1: “Las Sagradas
Escrituras”). Los adventistas creen que la Biblia es una unidad. Para
muchos dirigentes del CMI la Biblia no es normativa y dotada de autoridad
en sí

misma. El énfasis está sobre la diversidad bíblica, incluyendo a veces la idea


de desmitologizar los Evangelios. Para un gran número de ecumenistas,
como ocurre con el cristianismo liberal en general, la inspiración no reside
tanto en el texto bíblico como en la experiencia del lector. La revelación
proposicional está afuera; la experiencia está de turno. Las profecías
apocalípticas prácticamente no tienen, para ellos, un papel en el tiempo del
fin. Se hacen referencias nominales a la parousía, pero no tienen
implicaciones de urgencia, y ellos hacen muy poco impacto medible en el
concepto ecuménico de misión evangelizadora. Aquí hay un peligro de
ceguera escatológica.

Los adventistas ven el cuadro bíblico del pecado y la redención dentro del
marco del “gran conflicto” entre el bien y el mal, entre Cristo y Satanás,
entre la Palabra de Dios y las mentiras del impostor, entre el remanente fiel
y Babilonia, entre el “sello de Dios” y “la marca de la bestia”. Los
adventistas, primero y por sobre todo, son un pueblo de la Palabra.

Aunque creen en la autoridad incondicional de las Escrituras, los adventistas


reconocen que la Biblia fue “escrita por hombres inspirados, pero no es la
forma del pensamiento y de la expresión de Dios. Es la forma de la
humanidad. Dios no está representado como escritor... Los escritores de la
Biblia
eran los escribientes de Dios, no su pluma” (Mensajes selectos, t. 1, p. 24).
Muchos ecumenistas dirían que el texto bíblico no es la palabra de Dios
sino que contiene la palabra de Dios cuando los hombres responden a ella y
la aceptan. En contraste, los adventistas dirían que las declaraciones

de los escritores bíblicos “son la palabra de Dios” (Ibíd.) Dios no está en el


tribunal, ni lo está su Palabra, a pesar de la crítica de las formas. Es el
hombre frente a la Biblia quien está en el tribunal.

La comprensión ecuménica de la misión y del evangelismo

La comprensión tradicional de la misión destaca el evangelismo, es decir, la


proclamación verbal del evangelio. El enfoque ecuménico considera

la misión como la participación en el establecimiento del shalom, una


especie de paz y armonía sociales. Los adventistas tienen problemas con
cualquier tendencia que disminuya la importancia primaria de anunciar las
buenas nuevas de la redención de la cautividad del pecado. En realidad, el

concepto tradicional de la salvación, que incluye el pensamiento adventista,


ha sido siempre el salvar a las personas del pecado y para la eternidad.

El evangelismo ecuménico considera la salvación, primariamente, cómo


salvar a la sociedad de regímenes opresivos, de los estragos del hambre, de

la maldición del racismo y de la explotación de la injusticia. La compresión


adventista de la conversión significa que una persona experimente cambios
radicales mediante el nuevo nacimiento espiritual. El énfasis de la mayoría
en los círculos del CMI parece ser en cambiar (convertir) las estructuras
injustas de la sociedad. Como vemos, en el área de la evangelización y de
la obra misionera extranjera, los frutos (o tal vez deberíamos decir la falta
de frutos) del ecumenismo han sido, a menudo, menos evangelización
(como la entendemos, desde Pablo hasta Billy Graham), menos crecimiento
y más declinación de feligresía, menos misioneros enviados y
proporcionalmente menos apoyo financiero. En realidad, el esfuerzo
misionero se ha trasladado de las iglesias “ecuménicas” tradicionales a las
iglesias evangélicas conservadoras. Es triste ver la pérdida de un potencial
evangelizador tan grande en el movimiento misionero, especialmente en
una época de actividad y militancia creciente del Islam, y del despertar del
Oriente y de las religiones nativas.

La campaña reciente y exitosa de los Mil Días de Cosecha de los Adventistas


del Séptimo Día van en contra del enfoque ecuménico, de perfil bajo, de
“misión conjunta”. Esta última puede parecer muy buena en un documento
de estudio ecuménico, pero los resultados en ganancia de almas
generalmente no existen. La paráfrasis de un antiguo dicho tiene aquí
alguna relevancia: “La prueba del budín ecuménico se encuentra en la
evangelización que resulta”.

Comprensión ecuménica de la responsabilidad sociopolítica

Es cierto que todo el tema de la responsabilidad social y política del


cristiano es muy complejo. El CMI y otros concilios de iglesias (como el
Concilio

Nacional de Iglesias en los Estados Unidos) están muy involucrados en lo


que generalmente se consideran cuestiones políticas. La Iglesia Adventista
del Séptimo Día es mucho más circunspecta en esta área (en comparación
con la evangelización, donde las cosas son al revés). Mucho del
pensamiento ecuménico en el área de la responsabilidad política incluye o
involucra: 1) una secularización de la salvación; 2) un concepto posmilenial
que aboga por una mejora social gradual y un mejoramiento de la
humanidad, y el establecimiento del reino de Dios sobre la tierra mediante
el esfuerzo humano como agentes divinos; 3) la adaptación del cristianismo
al mundo moderno; 4) una fe utópica y evolucionista en el progreso; y 5) un
colectivismo socialista, que favorece ciertas formas de igualdad y del estado
benefactor, pero no el materialismo comunista.

Presumiblemente, los activistas sociales ecuménicos consideran que el


adventismo es una visión utópica apocalíptica en un futuro lejano, pero eso
está equivocado. Confrontados con muchos problemas de la sociedad, los
adventistas no pueden ser apáticos ni indiferentes, y generalmente no lo
están. Consideren esto: instituciones del cuidado de la salud, hospitales y
clínicas que sirven a millones de personas cada año; un gran sistema
educativo que circuye el globo con cerca de cinco mil escuelas y
universidades; la Agencia de Desarrollo y Recursos Adventistas, un servicio
mundial que se expande rápidamente en las áreas de necesidades agudas o
crónicas. Se podrían mencionar varias otras actividades de servicio. La
Iglesia Adventista del Séptimo Día cree que es necesario distinguir entre
actividad sociopolítica de los cristianos en forma individual como
ciudadanos, y la participación a nivel corporativo de la iglesia. Es la tarea de
la iglesia tratar con principios morales y señalar una dirección bíblica, y no
abogar por directivas políticas. El CMI ha estado involucrado en juegos de
poder político. Aunque el adventismo siembra semillas que inevitablemente
influirán sobre la sociedad y la política, no desea mezclarse en controversias
políticas. El Señor de la iglesia afirmó: “Mi reino no es de este mundo” (Juan
18:36), y como su Señor, la iglesia desea andar “haciendo bienes” (Hech.
10:38). No desea ejercer el gobierno, directa ni indirectamente.

Comprensión ecuménica de la libertad religiosa

En los primeros años del CMI, comenzando con su primera asamblea en


Amsterdam en 1948, la libertad religiosa fue puesta en la agenda
ecuménica.

La libertad religiosa es considerada como un prerrequisito vital para la


unidad ecuménica. En 1968 se estableció un secretariado de libertad
religiosa en las oficinas centrales del CMI. Sin embargo, en años más
recientes, la actitud sobre la libertad religiosa del CMI ha sido un tanto
ambigua. En 1978 se cerró el secretariado, principalmente por lo que se
consideró una falta de recursos. Por supuesto, esto habla mucho acerca de
la prioridad que se le da a la libertad religiosa en el movimiento ecuménico
organizado. Hoy, la tendencia ecuménica es considerar la libertad religiosa
sencillamente como uno de los derechos humanos en lugar de un derecho
fundamental que subyace a todos los demás derechos humanos. Por
supuesto, éste es el enfoque usado por la mente secular. Los secularistas o
humanistas rehúsan reconocer la creencia religiosa como algo aparte o por
sobre otras actividades humanas. Existe aquí el peligro de que la libertad
religiosa pierda su carácter singular que la hace la guardiana de todas las
demás libertades verdaderas. No debe olvidarse que, históricamente, han
sido el equilibrio de poderes y el denominacionalismo los que han
neutralizado la intolerancia religiosa y han trabajado en favor de la libertad
religiosa. Una unidad religiosa formal ha existido sólo con el uso de la
fuerza. De este modo hay una tensión innata en la sociedad entre la unidad
y la libertad religiosa. De hecho, el cuadro escatológico de los
acontecimientos finales es un panorama dramático de persecución religiosa,
cuando las fuerzas masivas de la Babilonia apocalíptica procuran forzar a la
iglesia del remanente en el molde de la apostasía unida. Finalmente, la
visión de la libertad religiosa llega a ser crecientemente oscurecida cuando
se observa que ciertos activistas ecuménicos aceptan bastante fácilmente
las restricciones a la libertad religiosa que afecta a los creyentes de un cuño
religioso-político diferente, quienes ejercen lo que se percibe como una
actitud social negativa. Además, algunos dirigentes ecuménicos están
bastante dispuestos, en situaciones revolucionarias, a considerar que la
libertad religiosa se cancele temporariamente con el fin de promover la
unidad, la construcción de la nación y el “bien” de la sociedad como un
todo.

La influencia de la comprensión profética


Lo que hemos escrito hasta ahora subraya algunas de las reservas que
tienen los adventistas con respecto a la participación en el movimiento
ecuménico organizado. La actitud general de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día hacia otras iglesias y hacia el movimiento ecuménico está
decididamente influenciada por las consideraciones dadas más arriba y
determinadas por la comprensión profética. Mirando hacia atrás, los
adventistas ven siglos de persecución y manifestaciones anticristianas del
poder papal. Ven la discriminación y mucha intolerancia del Estado y de las
iglesias establecidas.

Mirando hacia adelante, ven el peligro de que el catolicismo y el pro-


testantismo se unan y ejerzan poderes religioso-políticos en una forma
dominadora y potencialmente perseguidora. Ven a la iglesia fiel de Dios no
como una iglesia enorme, sino como un remanente. Se ven a sí mismos
como el núcleo de ese remanente y que no están dispuestos a unirse con la
creciente apostasía cristiana de los últimos días.

Mirando el presente, los adventistas ven su tarea de predicar el evangelio


eterno a todos los hombres, llamándolos a adorar al Creador, a una
adhesión obediente a la fe de Jesús y a la proclamación de que la hora del
juicio de Dios ha llegado. Algunos aspectos de este mensaje no son
populares. ¿Cómo pueden los adventistas tener éxito en cumplir con este
mandato profético? Es nuestra opinión que la Iglesia Adventista del Séptimo
Día puede cumplir mejor con el mandato divino conservando su propia
identidad, su propia motivación, su propio sentido de urgencia, sus propios
métodos de trabajo.

¿Cooperación ecuménica?

¿Deberían los adventistas cooperar ecuménicamente? Los adventistas


deberían cooperar mientras se proclame el evangelio auténtico y los
clamores de las necesidades humanas sean satisfechos. La Iglesia
Adventista del Séptimo Día no quiere pertenecer a cuerpos que la enreden,
y rehúsa cualquier relación que ponga en peligro de diluir su testimonio
distintivo. Sin embargo, los adventistas quieren ser “cooperadores
conscientes”. El movimiento ecuménico, como una agencia de cooperación,
tiene aspectos aceptables; como agencia para la unidad orgánica de las
iglesias, está bajo mucho más sospecha.

Relaciones con otros cuerpos religiosos


Allá por 1926, mucho antes de que el ecumenismo se pusiera en boga, la
Junta Directiva de la Asociación General adoptó una declaración importante
que ahora es parte del General Conference Working Policy (Libro de
reglamentos eclesiástico-administrativos de la Asociación General; O75).
Esta declaración tiene implicaciones ecuménicas significativas. La
preocupación de la declaración tenía que ver con los campos misioneros y
las relaciones con otras “sociedades misioneras”. Sin embargo, la
declaración ha sido ampliada ahora, para tratar de otras “organizaciones
religiosas” en general. Afirma que los adventistas “reconocen toda agencia
que eleva a Cristo ante los hombres como una parte del plan divino para la
evangelización del mundo, y... tiene en alta estima a los hombres y mujeres
cristianos de otras comuniones que están ocupados en ganar almas para
Cristo”. En el trato de la iglesia con otras iglesias, “la cortesía cristiana, la
amabilidad y la equidad” han de prevalecer. Se hacen algunas sugerencias
prácticas para evitar malos entendidos y ocasiones para fricciones. La
declaración deja bien en claro, sin embargo, que “el pueblo adventista” ha
recibido la “carga” especial de enfatizar la segunda venida de Cristo como
un evento que está “a las puertas”, y preparar “el camino del Señor como lo
revelan las Sagradas Escrituras”. Este “cometido” divino, por lo tanto, hace
que sea imposible que los adventistas restrinjan su testimonio a “alguna
región limitada” y los impele a presentar el evangelio “a la atención de
todos los pueblos en todas partes”. En 1980 la Asociación General nombró
un Concilio de Relaciones entre las Iglesias, con el fin de dar supervisión y
orientación general a las relaciones de la iglesia con los demás cuerpos
religiosos. Este concilio, de tiempo en tiempo, ha autorizado a tener
conversaciones con otras organizaciones religiosas cuando sentía que esto
podría ser beneficioso. Los líderes adventistas deberían ser conocidos como
constructores de puentes. Esta no es una tarea fácil. Es mucho más fácil
destruir los puentes eclesiásticos y servir como “comandos cristianos”
irresponsables. Elena de White ha dicho: “Se necesita mucha sabiduría para
alcanzar a los pastores y hombres de influencia” (El evangelismo, p. 409).
Los adventistas no han sido llamados a vivir en un gueto amurallado,
hablando sólo consigo mismos, publicando principalmente para ellos
mismos, mostrando un espíritu sectario y aislacionista. Por supuesto, es
más cómodo y seguro vivir en una fortaleza adventista con los puentes
levadizos alzados. En este marco alguno se aventura, de tanto en tanto, al
vecindario para realizar una breve campaña evangelizadora, capturar tantos
“prisioneros” como sea posible, y luego desaparecer con ellos de nuevo en
la fortaleza. Elena de White no creía en la mentalidad aislacionista.
“Nuestros ministros deben procurar acercarse a los ministros de otras
denominaciones. Oren por estos hombres y con ellos, pues Cristo intercede
por ellos. Tienen una solemne responsabilidad. Como mensajeros de Cristo,
debemos manifestar profundo y ferviente interés en estos pastores del
rebaño” (Joyas de los testimonios, t. 2, p. 386).
Utilidad de las relaciones de los observadores

La experiencia ha enseñado que la mejor relación con los diversos concilios


de iglesias (nacionales, regionales, mundiales) es la de observadorconsultor.
Esto ayuda a la iglesia a mantenerse informada y a comprender las
tendencias y los sucesos. Ayuda a conocer a los pensadores y líderes
cristianos. Los adventistas tienen la oportunidad de ejercer una presencia y
dar a conocer el punto de vista de ella. Pertenecer a esos grupos como
miembros no es aconsejable. Esas organizaciones ecuménicas
generalmente no son “neutrales”. A menudo tienen metas y reglas bastante
específicas, y desempeñan un papel de apoyo sociopolítico. No tendría
mucho sentido ser miembros con poco entusiasmo (en el mejor de los
casos) o nominales (como lo son muchas iglesias), o encontrarse con
frecuencia en la oposición (como a menudo sería el caso). A nivel local,
tratando con problemas más prácticos y menos teológicos, uno podría
visualizar algunas formas en que los adventistas podrían pertenecer a
alguna de estas organizaciones locales, sin embargo, con cautela. Estamos
pensando en relaciones organizadas como asociaciones ministeriales en una
ciudad, organizaciones locales de iglesias, grupos de estudio de la Biblia, y
grupos específicos o redes de estudio de las necesidades de la comunidad o
en la forma de ayudar a resolver problemas locales. No debe existir la
percepción de que los adventistas sencillamente se despreocupan de toda
responsabilidad cristiana por la comunidad local. En años recientes, los
líderes y teólogos adventistas han tenido oportunidades para dialogar con
representantes de otras iglesias. Estas experiencias han sido beneficiosas.
Se ha generado respeto mutuo. Se han eliminado los estereotipos gastados
e inexactos, y percepciones doctrinales incorrectas. Los prejuicios han sido
enterrados sin ceremonias. Se han aguzado las herramientas y comprensión
teológicas. Se han reconocido nuevas dimensiones y se han presentado
nuevos panoramas de extensión a los demás.

Antes que nada, sin embargo, se ha fortalecido su fe en el mensaje


adventista. No hay razón para que los adventistas tengan un complejo de
inferioridad. Es un privilegio maravilloso ser un adventista y saber que el
fundamento teológico y de la organización de la iglesia son seguros y
firmes.

Heraldos del verdadero oikouméne

Los adventistas son heraldos del único oikouméne verdadero y duradero. En


Hebreos se hace referencia al “mundo [griego: oikouméne] venidero”,

el reino universal de Dios que está por venir. Al fin de cuentas, éste es el
“ecumenismo” por el que trabajan los adventistas. Todo otro movimiento
ecuménico es efímero. Entretanto, es un deber cristiano estar “siempre
preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que
hay en ustedes. Pero háganlo con gentileza y respeto” (1 Ped. 3:15, 16,
Nueva Versión Internacional).

Este documento de estudio apareció por primera vez en el libro Patterns for
Progress: The Role and Function of Church Organization [Modelos para el
progreso: El papel y la función de la organización eclesiástica], por Walter
Raymond Beach y Bert Beverly Beach [Review and Herald, 1985], y fue
preparado por B. B. Beach, y publicado en relación con el Congreso de la
Asociación General celebrado en Nueva Orleans, Luisiana, en junio de 1985.
Se distribuyó por medio de la Oficina de Asuntos Públicos y Libertad
Religiosa de la Asociación General.

Métodos de estudio de la Biblia

Estudio de la Biblia: Presuposiciones, principios y métodos

Preámbulo

Esta declaración se dirige a todos los miembros de la Iglesia Adventista del


Séptimo Día con el propósito de proporcionar pautas sobre cómo estudiar la
Biblia, tanto para los eruditos bíblicos especializados como para los demás.

Los adventistas reconocen y aprecian las contribuciones de los eruditos


bíblicos que a lo largo de la historia han desarrollado métodos de estudio de
la Biblia útiles y confiables, consistentes con las afirmaciones y las
enseñanzas de la Escritura. Los adventistas están comprometidos a aceptar
la verdad bíblica y están dispuestos a seguirla, usando todos los métodos de
interpretación que sean consistentes con lo que la Escritura dice de sí
misma. Éstos están bosquejados en las presuposiciones que se detallan
abajo. En décadas recientes, el método más destacado en estudios bíblicos
ha sido conocido como “método histórico-crítico”. Los eruditos que lo usan,
tal como está formulado clásicamente, actúan sobre la base de
presuposiciones que, previo estudio del texto bíblico, rechazan la veracidad
de los relatos de los milagros y otros eventos sobrenaturales que se narran
en la Biblia. Aun un uso modificado de este método, que retiene el principio
de la crítica y subordina la Biblia a la razón humana, es inaceptable para los
adventistas.
El método histórico-crítico minimiza la necesidad de la fe en Dios y la
obediencia a sus mandamientos. Además, como un método así le resta
importancia al elemento divino en la Biblia como un libro inspirado
(incluyendo la unidad que resulta de esto), y desestima o malinterpreta la
profecía apocalíptica y las porciones escatológicas de la Biblia, instamos a
los estudiantes adventistas de la Biblia a que eviten confiar en el uso de las
presuposiciones y las deducciones resultantes asociadas con el método
histórico- crítico. En contraste con el método histórico-crítico y sus
presuposiciones, creemos que será de utilidad exponer los principios del
estudio de la Biblia que son consistentes con las enseñanzas de las mismas
Escrituras, preservan su unidad y están basados sobre la premisa de que la
Biblia es la palabra de Dios. Un enfoque así nos conducirá a una experiencia
satisfactoria y provechosa con Dios.

Presuposiciones que surgen de las afirmaciones de la Biblia

1) Origen

a) La Biblia es la Palabra de Dios y es el medio principal y autorizado por el


cual se revela a los seres humanos.

b) El Espíritu Santo inspiró a los escritores de la Biblia con pensamientos,


con ideas y con información objetiva; a su vez, ellos expresaron esto en sus
propias palabras. Por lo tanto, las Escrituras son una unión indivisible de
elementos divinos y humanos, ninguno de los cuales debe ser enfatizado a
expensas del otro (2 Ped. 1:21; compárese con El conflicto de los siglos, pp.
7, 8).

c) Toda la Escritura es inspirada por Dios y llegó a través de la obra del


Espíritu Santo. Sin embargo, no llegó en una cadena continua de
revelaciones ininterrumpidas. Mientras el Espíritu Santo comunicaba la
verdad al escritor de la Biblia, cada uno escribió como fue impelido por el
Espíritu Santo, recalcando el aspecto de la verdad que fue guiado a
enfatizar. Por esta razón, el estudiante de la Biblia adquirirá una
comprensión madura de cualquier tema al reconocer que la Biblia es su
propio y mejor intérprete, y que cuando se la estudia en su totalidad
describe una verdad consistente y armoniosa (2 Tim. 3:16; Heb. 1:1, 2;
compárese con Mensajes selectos, t. 1, pp. 21-23; El conflicto de los siglos,
pp. 7, 8).

d) Aunque fue dada a los que vivieron en el contexto del antiguo Cercano
Oriente y el Mediterráneo, la Biblia trasciende su trasfondo cultural para
servir como la Palabra de Dios para todos los contextos culturales, raciales y
situacionales, en todas las edades.

2) Autoridad
a) Los 66 libros del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento son la
revelación clara e infalible de la voluntad de Dios y de su salvación. La Biblia
es la palabra de Dios, y ella sola es la norma por la cual toda enseñanza y
experiencia debe ser probada (2 Tim. 3:15-17; Sal. 119:105; Prov. 30:5, 6;
Isa. 8:20; Juan 17:17; 2 Tes. 3:14; Heb. 4:12).

b) La Escritura es un registro auténtico y fidedigno de la historia y de los


actos de Dios en la historia. Proporciona la interpretación teológica
normativa de esos actos. Los actos sobrenaturales revelados en la Escritura
son históricamente ciertos. Por ejemplo, los primeros once capítulos del
Génesis constituyen un informe objetivo de eventos históricos.

c) La Biblia no es igual a los otros libros. Es una mezcla indivisible de lo


divino y lo humano. El registro que hace de muchos detalles de la historia
secular es esencial para su propósito total de transmitir la historia de la
salvación. Mientras que a veces puede haber procedimientos paralelos
empleados por los estudiantes de la Biblia para determinar los hechos
históricos, las técnicas normales de investigación histórica, basadas como
están en presuposiciones humanas y centralizadas en el elemento humano,
son inadecuadas para interpretar las Escrituras, que son una mezcla de lo
divino y lo humano. Únicamente un método que reconozca plenamente la
naturaleza indivisible de la Escritura puede evitar una tergiversación de su
mensaje.

d) La razón humana está sujeta a la Biblia, no es igual a ella ni está por


encima de ella. Las presuposiciones en cuanto a las Escrituras deben estar
en armonía con las afirmaciones de las Escrituras y sujetas a ser corregidas
por la Escritura (1 Cor. 2:1-6). Dios se propone que la razón humanasea
usada en toda su extensión, pero dentro del contexto y bajo al autoridad de
su Palabra antes que independiente de ella.

e) Cuando se entiende correctamente la revelación de Dios en toda la


naturaleza, está en armonía con la Palabra Escrita, y debe ser interpretada
a la luz de la Escritura.

Principios para acercarse a la interpretación de la Escritura

1) El Espíritu capacita al creyente para aceptar, entender, y aplicar la Biblia


a su propia vida, mientras busca el poder divino para rendir obediencia a
todos los requisitos bíblicos y para apropiarse personalmente de todas las
promesas de la Biblia. Sólo los que siguen la luz que ya recibieron pueden
esperar recibir nueva iluminación del Espíritu (Juan 16:13, 14; 1 Cor. 2:10-
14).

2) La Escritura no puede ser interpretada correctamente sin la ayuda del


Espíritu Santo, porque es el Espíritu el que capacita al creyente para que
entienda y aplique la Escritura. Por consiguiente, cualquier estudio de la
Palabra debería comenzar con una petición para tener la dirección e
iluminación del Espíritu.

3) Los que se acercan al estudio de la Palabra deben hacerlo con fe, con el
espíritu humilde de un principiante que trata de escuchar lo que dice la
Biblia. Deben estar dispuestos a someter todas las presuposiciones,
opiniones las conclusiones de la razón, al juicio y la rectificación de la
misma Palabra. Con esa actitud, el estudiante de la Biblia puede acercarse
directamente a la Palabra, y con un estudio concienzudo puede llegar a un
entendimiento de los elementos esenciales de la salvación, aparte de
explicaciones humanas, por muy útiles sean. Para una persona así, el
mensaje bíblico llega a ser significativo.

4) La investigación de la Escritura debe estar caracterizada por un deseo


sincero de descubrir y obedecer la voluntad de Dios más bien que buscar
apoyo o evidencia para ideas preconcebidas.

Métodos de estudio de la Biblia

1) Seleccione para el estudio una versión de la Biblia que sea fiel al


significado contenido en los idiomas en los cuales fue escrita originalmente
la Biblia, dando preferencia a las traducciones hechas por un amplio grupo
de eruditos y publicadas por un editor general, por encima de las
traducciones auspiciadas por una denominación particular o por un grupo
de miras estrechas.

jercite cuidado para no establecer puntos doctrinales principales sobre una


traducción o versión de la Biblia. Los eruditos bíblicos expertos usarán los
textos en hebreo y griego, que también los capacitarán para examinar las
lecturas variantes de los antiguos manuscritos de la Biblia.

2) Elija un plan definido de estudio, evitando enfoques caprichosos y que no


conducen a nada. Se sugieren los siguientes planes de estudio:

a) Análisis del mensaje libro por libro.

b) Método de versículo por versículo.

c) Estudio que busca una solución a un problema específico de la vida,


satisfacción bíblica para una necesidad particular, o una respuesta bíblica a
una cuestión específica.

d) Estudio por tópicos (fe, amor, segunda venida y otros).

e) Estudio de palabras.

f) Estudio biográfico.
3) Trate de captar el significado sencillo y más evidente del pasaje bíblico
que está estudiando.

4) Procure descubrir los grandes temas fundamentales de la Escritura tal


como se encuentran en los textos individuales, los pasajes y los libros. Dos
temas básicos, relacionados entre sí, corren a través de toda la Escritura:

(1) la persona y la obra de Jesucristo; y (2) la perspectiva del gran conflicto,


incluyendo la autoridad de la Palabra de Dios, la caída del hombre, el primer
y el segundo advenimiento de Cristo, la vindicación de Dios y de su ley, y la
restauración del plan divino para el universo. Estos temas deben ser
extraídos de la totalidad de la Escritura y no impuestos sobre ella.

5) Reconozca que la Biblia es su propio intérprete y que el significado de las


palabras, y los pasajes, se determina mejor al comparar diligentemente
escritura con escritura.

6) Estudie el contexto del pasaje bajo consideración relacionándolo con las


oraciones y los párrafos que le preceden y le siguen. Trate de relacionar las
ideas del pasaje con la línea total de pensamiento del libro bíblico que está
estudiando.

7) Tanto como le sea posible, averigüe las circunstancias históricas en las


cuales fue escrito el pasaje por el escritor bíblico bajo la dirección del
Espíritu Santo.

8) Determine el tipo literario que está usando el autor. Determinado


material bíblico está compuesto de parábolas, proverbios, alegorías y
profecías apocalípticas. Ya que muchos escritores bíblicos presentaron gran
parte de su material como poesía, es provechoso usar una versión de la
Biblia que presente este material en estilo poético, porque los pasajes que
emplean lenguaje figurado no deben ser interpretados en la misma manera
que los que emplean prosa.

9) Reconozca que un texto bíblico determinado no necesariamente se


conforma en cada detalle a las categorías literarias actuales. Sea cauteloso
para no imponer estas categorías al interpretar el significado del texto
bíblico. Es una tendencia humana encontrar lo que uno está buscando aun
cuando el autor [escritor] no haya querido decir eso.

10) Tome nota de la gramática y del orden de la oración, para descubrir el


significado que le dio el autor [escritor]. Estudie las palabras claves del
pasaje comparando su uso en otras partes de la Biblia por medio de una
concordancia y con la ayuda de léxicos y diccionarios bíblicos.
11) En conexión con el estudio del texto bíblico, explore los factores
históricos y culturales. La arqueología, la antropología y la historia pueden
contribuir a entender el significado del texto.

12) Los adventistas creemos que Dios inspiró a Elena de White. Por
consiguiente, sus exposiciones sobre un pasaje bíblico determinado ofrecen
una guía inspirada al significado de los textos sin agotar su significado o
reemplazar la tarea de la exégesis (ver, por ejemplo, El evangelismo, p.
190; El conflicto de los siglos, pp. 204, 205, 653; El otro poder, pp. 33-36).

13) Después de estudiar tal como se acaba de bosquejar, recurra a los


diferentes comentarios y ayudas secundarias tales como obras eruditas
para ver cómo han abordado otros el pasaje. Después, evalúe
cuidadosamente los diferentes criterios expresados, desde el punto de vista
de la Escritura como un todo.

14) Al interpretar la profecía, tenga en cuenta que:

a) La Biblia afirma el poder Dios para predecir el fut uro (Isa. 46:10).

b) La profecía tiene un propósito moral. No fue escrita simplemente para


satisfacer la curiosidad acerca del futuro. Algunos de los propósitos de la
profecía son: fortalecer la fe (Juan 14:29) y promover una vida santa y la
preparación para la segunda venida (Mat. 24:44; Apoc. 22:7, 10, 11).

c) El centro de atención de muchas profecías está en Cristo (tanto en su


primer advenimiento como en el segundo), la iglesia y el tiempo del fin.

d) Las normas para interpretar profecía se encuentran dentro de la misma


Biblia: la Biblia menciona profecías de tiempo y sus cumplimientos
históricos, el Nuevo Testamento cita específicamente cumplimientos de
profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías, y el mismo Antiguo
Testamento presenta a personas y eventos como tipos del Mesías.

e) En la aplicación que el Nuevo Testamento hace de las profecías del


Antiguo Testamento, algunos nombres literales llegan a ser espirituales: por
ejemplo, Israel representa a la iglesia; Babilonia, a la religión apóstata, etc.

f) Hay dos tipos generales de escritos proféticos: la profecía no apocalíptica,


como se encuentra en Isaías y Jeremías, y la profecía apocalíptica, como se
encuentra en Daniel y el Apocalipsis. Estos clases diferentes tienen
características diferentes.

(1) La profecía no apocalíptica se dirige al pueblo de Dios; la profecía


apocalíptica es más universal en su alcance.
(2) La profecía no apocalíptica con frecuencia es de naturaleza condicional,
declarando al pueblo de Dios las alternativas de las bendiciones si obedecen
y las maldiciones si desobedecen; la profecía apocalíptica recalca la
soberanía de Dios y su control sobre la historia.

(3) La profecía no apocalíptica con frecuencia salta de la crisis local, al día


de Jehová del tiempo del fin; la profecía apocalíptica presenta el curso de la
historia desde el tiempo del profeta hasta el fin del mundo.

(4) Las profecías de tiempo en la profecía no apocalíptica generalmente son


largas; por ejemplo, los 400 años de la servidumbre de Israel (Gén. 15:13) y
los 70 años de la cautividad babilónica (Jer. 25:12). Las profecías de tiempo
en la profecía apocalíptica generalmente están expresadas en términos
cortos; por ejemplo, 10 días (Apoc. 2:10) o 42 meses (Apoc. 13:5). Los
períodos de tiempo apocalípticos representan simbólicamente períodos
mayores de tiempo real.

g) La profecía apocalíptica es altamente simbólica y debe ser interpretada


en conformidad con esto. Al interpretar símbolos pueden usarse los
métodos siguientes:

(1) Busque interpretaciones (explícitas o implícitas) dentro del mismo pasaje


(por ejemplo, Dan. 8:20, 21; Apoc. 1:20).

(2) Busque interpretaciones en otra parte en el libro o en otros escritos por


el mismo autor [escritor].

(3) Usando una concordancia, estudie el uso de los símbolos en otras partes
de la Escritura

(4) Un estudio de los documentos del antiguo Cercano Oriente puede arrojar
luz sobre el significado de los símbolos, aunque el uso bíblico puede alterar
esos significados.

h) La estructura literaria de un libro con frecuencia es una ayuda para


interpretarlo. La naturaleza paralela de las profecías de Daniel es un
ejemplo de esto.

15) Los relatos paralelos en la Escritura a veces presentan diferencias en


detalle y en énfasis (por ejemplo, comparar Mat. 21:33-44, Mar. 12:1-11 y
Luc. 20:9-18; o 2 Rey. 18-20 con 2 Crón. 32). Cuando estudie pasajes
semejantes, examínelos primero con cuidado para estar seguro de que los
paralelos se refieren realmente al mismo evento histórico. Por ejemplo,
muchas de las parábolas de Jesús pudieron haber sido presentadas en
diferentes ocasiones a diferentes auditorios y con fraseología diferente. En
los casos donde parece haber diferencias en narraciones paralelas, uno
debe reconocer que el mensaje total de la Biblia es la síntesis de todas sus
partes. Cada libro o escritor comunica lo que el Espíritu le impulsó a escribir.
Cada uno hace su propia contribución especial a la riqueza, la diversidad y
la variedad de la Escritura (El conflicto de los siglos, pp. 7, 8). El lector debe
permitir que cada escritor de la Biblia se deje ver y se lo pueda escuchar,
mientras que al mismo tiempo reconoce la unidad básica de la revelación
divina. Cuando parezca que los pasajes paralelos indican discrepancia o
contradicción, busque la armonía fundamental. Recuerde que las diferencias
pueden ser debidas a errores sin importancia de los copistas (Mensajes
selectos, t. 1, p. 18), o pueden ser el resultado de diferentes énfasis y
elección de materiales de varios autores [escritores], quienes escribieron
bajo la dirección e inspiración del Espíritu Santo para diferentes auditorios
en circunstancias diferentes (Ibíd., pp. 24, 25; El conflicto de los siglos, p. 8).
Podría resultar imposible reconciliar diferencias de menor importancia en
detalles que no son necesariamente pertinentes al mensaje claro y principal
del pasaje. En algunos casos puede ser necesario posponer el juicio hasta
que podamos disponer de más información y mejores evidencias para
resolver la aparente discrepancia.

16) Las Escrituras fueron escritas con el propósito práctico de revelar la


voluntad de Dios a la familia humana. Por consiguiente, para que uno no
interprete erróneamente algunas clases de declaraciones, es importante
reconocer que fueron dirigidas a pueblos de las culturas del oriente y están
expresados en sus modelos de pensamiento. Expresiones tales como “pero
Jehová endureció el corazón de Faraón” (Éxo. 9:12) o “un espíritu malo de
parte de Jehová” (1 Sam. 16:15), los salmos imprecatorios, y los “tres días y
tres noches” de Jonás al compararlas con la muerte de Cristo (Mat. 12:40),
generalmente no son bien entendidos porque hoy se interpretan desde un
punto de vista diferente.

Es indispensable un conocimiento del trasfondo de la cultura del Cercano


Oriente para interpretar tales expresiones. Por ejemplo, la cultura hebrea
atribuía la responsabilidad a una persona por actos que no cometió, pero
que permitió que sucedieran. Por lo tanto, los escritores inspirados de las
Escrituras comúnmente le atribuyen a Dios el tener parte activa en lo que
en nuestra forma de pensar occidental diríamos que él permite o no impide
que suceda, como por ejemplo, el endurecimiento del corazón de Faraón.

Otro aspecto de la Escritura que molesta a la mente moderna es la orden


divina de Dios a Israel de empeñarse en guerra y ejecutar a naciones
enteras. Originalmente, Israel fue organizado como una teocracia, un
gobierno civil por medio del cual Dios gobernaba en forma directa (Gén.
18:25). Tal estado teocrático fue único. Ya no existe más y no puede ser
considerado como un modelo directo para la práctica cristiana. Las
Escrituras registran experiencias y declaraciones de personas a las que Dios
aceptó, pero que no estaban en armonía como los principios espirituales de
la Biblia como un todo, como por ejemplo, incidentes relacionados con el
uso del alcohol, la poligamia, el divorcio y la esclavitud. Aunque no se
explicita la condenación de semejantes costumbres sociales profundamente
arraigadas, Dios no necesariamente respaldó o aprobó todo lo que permitió
y soportó en las vidas de los patriarcas y en Israel. Jesús hizo esto claro en
su declaración con respecto al divorcio (Mat. 19:4-6, 8). El espíritu de las
Escrituras es el espíritu de restauración. Dios trabaja pacientemente para
elevar a la humanidad caída desde las profundidades del pecado hasta el
ideal divino. Por consiguiente, no debemos aceptar como modelos las
acciones de hombres pecadores tales como se registran en la Biblia.

Las Escrituras representan el despliegue de la revelación de Dios al


hombre. Por ejemplo, el Sermón del Monte de Jesús amplía y trata más
extensamente ciertos conceptos del Antiguo Testamento. Cristo mismo es la
revelación final del carácter de Dios a la humanidad (Heb. 1:1-3). Aunque
en la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis hay una unidad como un arco,
y mientras toda la Escritura es igualmente inspirada, Dios eligió revelarse a
sí mismo a seres humanos y por medio de seres humanos, y encontrarlos
donde estaban en términos de sus capacidades espirituales e intelectuales.
Dios no cambia, pero despliega progresivamente su revelación a los
hombres en la forma en que son capaces de comprenderla (Juan 16:12;
Comentario bíblico adventista, t. 7, pp. 956, 957; t. 7A, pp. 386, 387;
Mensajes selectos, t. 1, pp. 23, 24). Cada experiencia o declaración de la
Escritura es un registro divinamente inspirado, pero no cada declaración o
experiencias necesariamente normativa para la conducta cristiana hoy en
día. Deben entenderse tanto el espíritu como la letra de las Escrituras (1
Cor. 10:6-13; El Deseado de todas las gentes, p. 123; Joyas de los
testimonios,

t. 1, pp. 437-440).

17) Como objetivo final, haga la aplicación del texto. Haga preguntas tales
como: “¿Cuál es el mensaje y el propósito que Dios intenta trasmitir a través
de la Escritura?” “¿Qué significado tiene este texto para mí?” “¿Cómo se
aplica a mi situación y circunstancias hoy en día?” Al hacerlo así, reconozca
que aunque muchos pasajes bíblicos tienen un significado local, no obstante
contienen principios eternos aplicables a cada edad y cultura.

Conclusión

En la introducción al libro El conflicto de los siglos, Elena de White escribió:


“Pero la Biblia, con sus verdades de origen divino expresadas en el idioma
de los hombres, es una unión de lo divino con lo humano. Esta unión existía
en la naturaleza de Cristo, quien era Hijo de Dios e Hijo del hombre.

Se puede pues decir de la Biblia, lo que fue dicho de Cristo: ‘Aquel Verbo fue
hecho carne, y habitó entre nosotros’ (Juan 1:14)” (p. 8). Así como es
imposible para los que no aceptan la divinidad de Cristo entender el
propósito de su encarnación, así también es imposible para los que ven la
Biblia sencillamente como un libro humano entender su mensaje, por
cuidadosos y rigurosos que sean en sus métodos. Aun los eruditos
cristianos que aceptan la naturaleza divino-humana de la Escritura, pero
cuyos planteamientos metodológicos los mueven a detenerse mayormente
en sus aspectos humanos, corren el riesgo de vaciar al mensaje bíblico de
su poder, al relegarlo a un segundo plano, mientras se concentran en el
medio. Se olvidan de que el medio y el mensaje son inseparables, y de que
el medio sin el mensaje es una cáscara vacía que no puede dirigirse a las
necesidades espirituales vitales de la humanidad. Un cristiano
comprometido usará sólo los métodos que puedan hacer plena justicia a la
naturaleza dual e inseparable de la Escritura, aumenten su habilidad para
entender y aplicar su mensaje, y fortalezcan su fe.

Esta declaración fue aprobada y votada por la Junta Directiva de la


Asociación General en la sesión del 12 de octubre de 1986 del Concilio
Anual realizado en Río de Janeiro, Brasil.

Relaciones con otras iglesias y organizaciones religiosas cristianas

Para evitar crear fricciones o malos entendidos en nuestras relaciones con


otras iglesias y organizaciones religiosas cristianas, se ofrecen las siguientes
orientaciones:

1) Reconocemos aquellas agencias que eleven a Cristo ante los hombres


como parte del plan divino para la evangelización del mundo, y tenemos en

alta estima a los hombres y las mujeres cristianos de otras comuniones que
están ocupados en ganar almas para Cristo.

2) Cuando la obra fuera de nuestra división nos pone en contacto con otras
sociedades cristianas y cuerpos religiosos, el espíritu de cortesía, franqueza
y equidad cristianas debe prevalecer en todo momento.

3) Reconocemos que la verdadera religión está basada en la conciencia y la


convicción. Por tanto, es nuestro propósito constante que ningún interés

egoísta o ventaja temporal atraiga a alguna persona a nuestra comunión, y


que ningún lazo retenga a algún miembro, excepto la creencia y la
convicción de que de este modo se encuentra la verdadera conexión con
Cristo. Si un cambio de convicción conduce a un miembro de nuestra iglesia
a

no seguir en armonía con la fe y la práctica adventistas, reconocemos no


sólo su derecho sino también la responsabilidad de ese miembro de
cambiar, sin oprobio, su afiliación religiosa de acuerdo con sus creencias.
Esperamos que otros cuerpos religiosos respondan con el mismo espíritu de
libertad religiosa.

4) Antes de admitir en la feligresía a los miembros de otras organizaciones


religiosas, debe ejercerse cuidado para determinar si los candidatos están
impulsados a cambiar su afiliación religiosa por su convicción religiosa o por
consideración de su relación personal con Cristo.

5) Una persona bajo censura en otra organización religiosa, por una falta
claramente establecida contra la moral o el carácter cristianos, no será
considerado como aceptable para ser miembro de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día hasta que haya evidencias de arrepentimiento y reforma.

6) La Iglesia Adventista del Séptimo Día es incapaz de limitar su misión a


áreas geográficas por causa de su comprensión del mandato de la comisión
evangélica. En la providencia de Dios y el desarrollo histórico de su obra en
favor de los hombres, los cuerpos denominacionales y los movimientos
religiosos han surgido, de tiempo en tiempo, para dar énfasis especial a
diferentes fases de la verdad del evangelio. En el origen y surgimiento del
pueblo adventista se nos entregó la carga de enfatizar el evangelio de la
segunda venida de Cristo como un evento inminente, requiriendo la
proclamación de las verdades bíblicas en el marco de los mensajes
especiales de preparación descritos en la profecía bíblica, en especial
Apocalipsis 14:6-12. Este mensaje nos ordena predicar el “evangelio eterno
a toda nación, tribu, lengua y pueblo”, llevándolo a la atención de las
personas en todas partes. Cualquier restricción que limite el testimonio a
una región geográfica específica llega por lo tanto a ser una limitación de la
comisión evangélica. La Iglesia Adventista del Séptimo Día también
reconoce los derechos de otros grupos religiosos a actuar sin restricciones
geográficas.

Este es el texto del reglamento 075 del libro de Reglamentos eclesiástico-


administrativos de la Asociación General.

La observancia del sábado


Propósito y perspectiva

El objetivo principal de este documento sobre la observancia del sábado es


proporcionar consejo o directivas a los miembros de iglesia que desean

una experiencia más rica y más significativa en la observancia del sábado.


Se espera que éste ofrezca motivación a nivel mundial y que conduzca

a una auténtica reforma en la observancia del sábado. Conscientes del


hecho de que la comunidad religiosa mundial enfrenta numerosos
problemas en la observancia del sábado, los que surgen en una cultura y
contexto ideológico dado, se ha hecho un esfuerzo por tomar en cuenta
estas dificultades. No es la intención de este documento contestar cada
pregunta relacionada con la observancia del sábado, sino presentar los
principios bíblicos y las orientaciones dadas por el Espíritu de Profecía que
ayuden a los miembros de iglesia en su esfuerzo por seguir la dirección del
Señor. Se espera que los consejos dados en este documento sean una
ayuda, pero la decisión final que debe hacerse bajo circunstancias críticas
tiene que estar motivada por la fe y la confianza personal en el Señor
Jesucristo.

El sábado—Una salvaguardia de nuestra relación con Dios

El sábado abarca nuestra total relación con Dios. Es una indicación de la


acción de Dios en nuestro favor en el pasado, el presente y el futuro. El
protege la amistad del hombre con Dios y ofrece el tiempo esencial para el
desarrollo de esa relación. El sábado aclara la relación entre Dios y la
familia humana, porque señala a Dios como Creador en un momento
cuando a los seres humanos les gustaría usurpar la posición de Dios en el
universo. En esta era materialista, el sábado señala a hombres y mujeres lo
espiritual y personal. Las consecuencias de olvidar el sábado como un día
santo son serias, ya que llevan a la distorsión y eventual destrucción de la
relación del individuo con Dios. Cuando se observa el sábado, se da un
testimonio para los demás de lo que vendrá por confiar sólo en Dios como
nuestro sustentador, la base de nuestra salvación y el fundamento de
nuestra esperanza en el futuro. Como tal, el sábado es una delicia porque
hemos entrado en el descanso de Dios y hemos aceptado la invitación de
tener comunión con él. Cuando Dios pide recordar el día sábado, lo hace
porque quiere que lo recordemos a él.

Principios y teología de la observancia del sábado


1) Naturaleza y propósito del sábado. El origen del sábado se encuentra en
la misma creación (Gén. 2:1-3). El sábado tiene significado como señal
perpetua del pacto entre Dios y su pueblo, para que supiesen quién era
Aquel que los había creado (Éxo. 31:17) y los santificaba (Éxo. 31:13; Eze.
20:12), y conocieran que él era su Señor y Dios (Eze. 20:20).

2) La unicidad del sábado. El sábado es una ocasión especial para adorar a


Dios como Creador y Redentor, y como Señor de la vida con quien la familia
humana se reunirá en su segunda venida. El mandamiento del sábado
forma el centro de la ley moral como sello de la autoridad divina. Ya que
este es un símbolo de la amante relación de Dios con sus hijos terrenales,
los seres humanos están en la obligación de respetar este don en el sentido
de que harán todo lo que esté en su poder hacer para promover y participar
de actividades que los ayuden a establecer y realzar una relación duradera
con Dios. Por lo tanto, su pueblo se comprometerá sólo en aquellas
actividades dirigidas a Dios y a sus semejantes, y no en aquellas que llevan
a la gratificación e intereses personales.

3) La universalidad del sábado. La universalidad del sábado está arraigada


en la Creación; por lo tanto sus privilegios y deberes son obligatorios para
todas las naciones, sectores o clases (ver Éxo. 20:11; 23:12; Deut. 5:13; Isa.
56:1-8). La observancia del sábado pertenece a todos los miembros del
hogar, inclusive los hijos; y se extiende aún “al extranjero que habita en
medio de ti” (Éxo. 20:10).

4) Tiempo de duración del sábado. Información bíblica: El sábado comienza


al final del sexto día de la semana y dura un día, de tarde a tarde (Gén. 1;
Mar. 1:32). Este tiempo coincide con el horario de la puesta del sol. Como es
muy difícil lograr una clara demarcación del tiempo de la puesta del sol, la
observancia del sábado comenzará al final del día, marcado por la
disminución de la luz.

5) Principios orientadores para la observancia del sábado. A pesar de que la


Biblia no trata directamente muchas de las preguntas específicas en
relación con la observancia del sábado, nos ofrece principios generales que
son aplicables en nuestros días (ver Éxo. 16:29; 20:8-11; 34:21; Isa. 58:13;
Neh. 13:15-22). “La ley prohíbe el trabajo secular en el día de reposo del
Señor; debe cesar el trabajo con el cual nos ganamos la vida; ninguna labor
que tenga por fin el placer mundanal o el provecho es lícita en ese día; pero
como Dios abandonó su trabajo de creación y descansó el sábado y lo
bendijo, el hombre ha de dejar las ocupaciones de su vida diaria, y
consagrar esas horas sagradas al descanso sano, al culto y a las obras
santas” (El Deseado de todas las gentes, p. 177). Este concepto, sin
embargo, no es un apoyo para una inactividad total. Tanto el Antiguo
Testamento como el Nuevo Testamento nos invitan a atender las
necesidades y aliviar los sufrimientos de los demás, porque el sábado es un
buen día para todos, especialmente para los oprimidos y de baja posición
(Éxo. 23:12; Mat. 12:10-13; Mar. 2:27; Luc. 13:11-17; Juan 9:1-21) A pesar
de realizar buenas obras durante el sábado, éstas no deberían oscurecer la
característica bíblica principal de la observancia del sábado, es decir,
descansar (Gén 2:1-3). Esto incluye tanto el descanso físico como el
espiritual (Éxo. 23:12) en Dios (Mat. 11:28). Esto último lleva al observador
del sábado a buscar la presencia y la comunión con Dios mediante la
adoración (Isa. 48:13), tanto en la meditación tranquila (Mat. 12:1-8) como
en el culto público (Jer. 23:32; 2 Rey. 4:23; 11:4-12; 1 Crón. 23:30; Isa. 56:1-
8). Su objetivo es reconocer a Dios como Creador y Redentor (Gén. 2:1-3;
Deut. 5:12-15), lo que debería ser compartido con la propia familia y la
comunidad mayor (Isa. 56:1-8)

6) El sábado y la autoridad de la Palabra de Dios. Elena de White destaca el


hecho de que el mandamiento del sábado es único, porque contiene el sello
de la ley de Dios. Este es el único de los mandamientos que contiene tanto
el nombre como el título del Legislador. Declara que es el Creador del cielo
y de la tierra, y revela así el derecho que tiene para ser reverenciado y
adorado sobre todos los demás. Aparte de este precepto, no hay nada en el
Decálogo que muestre qué autoridad fue la que promulgó la ley (Conflicto
de los siglos, pp. 504, 505)

7) El sábado es la señal que muestra al Creador como propietario y


autoridad. Una observancia significativa del sábado indica, por lo tanto, que
se acepta a Dios como Creador y Propietario y se reconoce su autoridad
sobre toda la creación, incluyéndose uno mismo. La observancia del sábado
se basa en la autoridad de la Palabra de Dios. No existe otra razón lógica
para ello; así, los seres humanos tienen la libertad de entrar en una relación
con el Creador del universo como con un amigo personal. Es posible que los
observadores del sábado tengan a veces que enfrentar resistencia debido a
su compromiso con Dios de guardar el santo sábado. Para quienes no
reconocen a Dios como su Creador, parece arbitrario o inexplicable que
alguien deje todo trabajo durante el día sábado meramente por razones
religiosas. La observancia significativa del sábado testifica el hecho de que
hemos elegido obedecer los mandamientos de Dios. De esta forma
reconocemos que nuestra vida la vivimos ahora en obediencia a la Palabra
de Dios. El sábado será una prueba especial al fin del tiempo. El creyente
tendrá que elegir entre ser fiel a la Palabra de Dios o a la autoridad humana
(Apoc. 14:7- 2).

El hogar y la vida familiar en conexión con el sábado

1) Introducción. La vida de hogar es la piedra fundamental de una adecuada


observancia del sábado. Cuando las personas guarden conscientemente el
sábado en su hogar y acepten sus responsabilidades como miembros de la
familia, sólo entonces podrá la iglesia mostrar al mundo el gozo y los
privilegios del santo día de Dios.

2) Diferentes tipos de hogares. En el siglo XX existen diferentes clases de


hogares; por ejemplo, el hogar donde está el esposo, la esposa y los hijos; el
hogar donde los esposos no tienen hijos; el hogar donde está sólo el padre o
la madre y los hijos (donde por causa de muerte o divorcio, uno de los
padres debe actuar en los papeles de padre y de madre); el hogar en el cual
la persona no se ha casado nunca o donde la muerte o el divorcio la han
dejado sola y no hay hijos involucrados; y está también el hogar donde sólo
uno de los padres es miembro de iglesia. Al atender las necesidades y los
problemas de estas diferentes categorías, debiera entenderse que algunos
de los principios y las sugerencias enunciados se pueden aplicar a todos los
grupos y que otros son más especializados.

3) Dos instituciones sagradas: el hogar y el sábado. “En el principio” Dios;


colocó a un hombre y a una mujer en el Jardín del Edén, el cual sería su
hogar. También “en el principio” Dios dio a los seres humanos el sábado.
Estas dos instituciones, el hogar y el sábado, van juntas. Ambas son dones
de Dios; por lo tanto, ambas son sagradas. La última enriquece de una
forma única los lazos de la primera. La comunión íntima es un elemento
importante en el hogar. La comunión íntima con otras personas también es
un elemento importante del sábado. Visto desde esta perspectiva, no se
puede minimizar la importancia del sábado para el hogar.

4) Responsabilidades de los adultos como maestros/as. Cuando Dios eligió


a Abraham como padre de su pueblo elegido, dijo: “Porque yo sé que
mandará a sus hijos y a su casa después de sí” (Gén. 18:19). Entonces, es
claro que a los adultos les ha sido entregada una enorme responsabilidad
en cuanto al bienestar espiritual de sus hijos. Tanto por precepto como por
ejemplo, deben estos ofrecer ese tipo de estructura y atmósfera que hará
del sábado una delicia y una parte tan vital en la vida del cristiano, para
que, mucho después que los hijos hayan abandonado el hogar, continúen
con la

costumbre que se les enseñó cuando niños. En armonía con el mandato:


“Les enseñarás [los mandamientos de Dios] diligentemente a tus hijos” (ver
Deut. 6:4-9), los adultos de la familia les enseñarán a sus hijos a amar a
Dios y guardar sus mandamientos. Deberían enseñarles a ser leales a Dios y
seguir sus directivas. Desde su más tierna infancia los niños debieran ser
enseñados a participar en el culto familiar, para que el culto en la casa de
Dios sea una extensión de una costumbre familiar. También desde la
infancia debiera enseñarse a los niños la importancia de asistir a la iglesia;
pues laverdadera observancia del sábado incluye la asistencia a la casa de
Dios para adorar y estudiar la Biblia. Los adultos de la familia deben dar el
ejemplo asistiendo a los cultos el sábado, dando así un modelo que los hijos
verán como importante cuando les toque decidir sobre las cosas que
realmente valen en la vida. Los niños deben ser enseñados del significado
del sábado, de su perdurabilidad y la relación que éste tiene con la vida
cristiana, por medio de conversaciones, y a medida que crecen y maduran,
por medio del estudio de la Biblia.

5) Preparación para el sábado. Si el sábado ha de ser observado en forma


adecuada, entonces toda la semana debiera programarse de tal forma que
cada miembro esté listo para dar la bienvenida al santo día del Señor
cuando éste llegue. Esto significa que los miembros adultos de la familia
harán planes para que las tareas —compra y preparación de alimentos,
ropas listas, y otras necesidades de la vida diaria— estén terminadas antes
de la puesta del sol del viernes. El día de reposo debiera ser el eje central
alrededor del cual gira toda la semana. Cuando ya viene la tarde del viernes
y la puesta del sol se acerca, los adultos y los niños debieran estar listos
para, con mente tranquila, preparativos terminados y el hogar listo, dar la
bienvenida al sábado; entonces todo estará en orden para pasar las
próximas 24 horas en comunión con Dios y con nuestros hermanos. Los
niños pueden ayudar para que se logre esta preparación si se les
responsabiliza de algunos preparativos, lógicamente de acuerdo con su
madurez. La forma como la familia enfoca el comienzo del sábado a la
puesta del sol del viernes, y la forma como utiliza esa noche, dará el
escenario para la recepción de las bendiciones que el Señor ha guardado
para todo el día que vendrá.

6) Vestimenta adecuada para el sábado. En los hogares donde hay niños,


los sábados de mañana, mientras la familia se viste para ir a la iglesia, los
adultos pueden, por precepto y ejemplo, enseñar a los niños que una forma
de honrar a Dios es presentarse en su casa limpios, con ropas
representativas y adecuadas a la cultura en que viven.

7) Importancia de las horas de estudio de la Biblia. Cuando los niños no


tienen el privilegio de asistir a una escuela adventista, la escuela sabática
se convierte en el medio más importante —fuera del hogar— para la
instrucción religiosa. No puede sobreestimarse el valor de esta hora de
estudio de la Biblia. Es por esta razón que los padres debieran asistir a los
cultos matutinos del sábado y hacer todo lo posible por llevar a sus hijos con
ellos. 8) Las actividades de la familia durante el sábado. En la mayoría de
las culturas, la hora del almuerzo sabático, cuando la familia está reunida
alrededor de la mesa familiar, es el momento culminante de la semana. El
espíritu de gozo y sagrada comunión que comenzó al levantarse y aumentó
durante los cultos en la iglesia, ahora se intensifica. Al quedar libres de las
distracciones seculares, la familia puede conversar de temas de interés
mutuo y mantener el ambiente espiritual del sagrado día. Cuando se
comprende que el sábado es sagrado, y además existe una relación
cariñosa entre padres e hijos, todos colaborarán para que durante las horas
sagradas se evite la música secular, la radio, los programas de TV, los
periódicos, los libros y las revistas seculares. En la medida de lo posible, los
sábados de tarde debieran realizarse actividades con la familia: explorar la
naturaleza, hacer visitas misioneras a presidiarios, a enfermos y a otros que
necesiten de ánimo, y participar en la reunión de jóvenes en la iglesia.
Cuando los niños son más grandes, las actividades se ampliarán para
abarcar a otros amigos de la iglesia de su misma edad, teniendo siempre en
mente la pregunta: “¿Me ayudará esta actividad a comprender mejor la
verdadera naturaleza y santidad del sábado?” Al observar en forma
adecuada el sábado, el hogar tendrá una influencia perdurable en el tiempo
y para la eternidad.

La observancia del sábado y las actividades recreativas

1) Introducción. La observancia del sábado incluye tanto el culto como la


comunión. La invitación para gozar de ambos es amplia y generosa. El culto
de adoración sabático está dirigido a Dios y generalmente se realiza en
medio de la comunidad creyente. Esta misma comunidad ofrece comunión.
Tanto el culto como la comunión ofrecen un potencial ilimitado para alabar
a Dios y enriquecer nuestra vida como cristianos. Cuando se distorsiona el
culto o la comunión, o se abusa de ambos, se amenaza la alabanza a Dios y
el enriquecimiento personal. El sábado, como un don a través del cual el
mismo Dios se entrega a nosotros, es un gozo real en el Señor. También es
la oportunidad para que los creyentes reconozcan y alcancen todo ese
potencial que Dios les da. Es por esto que el sábado es una delicia para los
creyentes.

2) Factores ajenos a la observancia del sábado. Fácilmente pueden


introducirse elementos ajenos al espíritu sabático. El creyente debe estar
siempre alerta a los factores ajenos que podrían menoscabar su
comprensión de la santidad del sábado en su experiencia de adoración y de
comunión. El sentido de santidad del sábado es particularmente amenazado
por tipos de comunión y actividades erróneas. Al contrario de esto, la
santidad del sábado es realzada cuando el Creador permanece como el
centro del santo día.

3) Fenómeno de condicionamiento cultural en la observancia del sábado. Es


importante comprender que los cristianos rinden obediencia a Dios y que,
por lo tanto, observan el sábado en el ambiente cultural e histórico del lugar
donde viven. También es posible que tanto la historia como la cultura
condicionen y distorsionen falsamente nuestros valores. Apelando a la
cultura podríamos ser culpables de permitirnos o excusarnos por
condescender con actividades deportivas o recreativas incompatibles con la
santidad del sábado. Por ejemplo, ejercicio físico intenso y diversas formas
de turismo que están fuera de armonía con la verdadera observancia del
sábado. Cualquier intento por reglamentar la observancia del sábado más
allá de los principios bíblicos, como sería hacer una lista de prohibiciones
sabáticas, es contrario a una experiencia espiritual sana. Los principios
serán la medida que el cristiano utilizará para su propia experiencia
sabática. Sabe que, el propósito fundamental del sábado es fortalecer los
lazos de unión con su Dios; por lo tanto, son aceptables todas las
actividades guiadas por principios bíblicos que contribuyen a ese
fortalecimiento. Nadie puede evaluar correctamente los motivos personales
de los otros; por esto, un cristiano debe ser muy cuidadoso y no criticar a
sus hermanos que viven en un contexto cultural diferente al suyo. Durante
los viajes, los turistas adventistas debieran hacer todo lo posible para
observar el sábado con sus hermanos creyentes en cualquier área donde se
encuentren. Para respetar la santidad del séptimo día se recomienda que
los adventistas eviten usar el día sábado como un feriado utilizándolo para
visitar y realizar actividades seculares.

Las iglesias y las instituciones de la iglesia

Establecer pautas y reglamentos específicos para la iglesia y sus


instituciones como un todo, es ofrecer a la hermandad un ejemplo de
observancia del sábado. Es responsabilidad de los miembros aplicar en sus
propias vidas los verdaderos principios de la observancia del sábado. La
iglesia puede proveer de principios tal como se encuentran en la Biblia y en
el Espíritu de Profecía, pero no puede actuar como conciencia para sus
miembros.

1) Iglesias—Papel de la iglesia y de la familia en las actividades del sábado


de tarde. A los pastores y dirigentes de la iglesia se les ha confiado la
responsabilidad de planificar cuidadosamente las actividades para los niños,
jóvenes, adultos y ancianos, como también para las familias y las personas
solas. Al planificar, deben enfatizar la importancia de hacer del sábado un
día de gozo, adoración y descanso. Las actividades de la iglesia debieran
complementar y nunca reemplazar las actividades de la familia y del hogar.

2) Iglesias—Música para el sábado. La música tiene un poderoso impacto en


el ánimo y las emociones de la persona. Los dirigentes de la iglesia
seleccionarán música y músicos que realcen la atmósfera de adoración del
descanso sabático y la relación de la persona con Dios. Los ensayos del coro
debieran evitarse cuando ya existen otras reuniones regularmente fijadas
durante la hora en que piensan ensayar.

3) Iglesias—Actividad misionera en la comunidad. Aunque los cristianos


pueden participar en cierto tipo de trabajo social en beneficio de
estudiantes, de jóvenes y pobres de los barrios marginales, deben tomar el
cuidado de ejercer una influencia ejemplar y coherente de cómo observar el
sábado. Si se participa en una escuela de extensión o en clases especiales
para niños y jóvenes, pueden elegir temas y clases que sean diferentes de
los temas seculares y comunes que dan durante la semana. Podrían ofrecer
actividades que contribuyan a la cultura espiritual. Paseos por el vecindario
o junto a la naturaleza pueden sustituir a los recreos; caminatas o
excursiones en medio de la naturaleza, que exijan sólo un esfuerzo mínimo,
pueden sustituir a las materias o aulas seculares.

4) Iglesias—Recolección. El procedimiento general de la Iglesia Adventista


es que la recolección se realice en otro día que no sea el sábado. Donde se
practica recolectar en sábado, debe existir un plan que ofrezca beneficios
espirituales a todos los participantes.

5) Iglesias—Recolección de fondos en sábado. La doctrina de la


mayordomía cristiana es encontrada a través de todas las Escrituras. El acto
de dar tiene un lugar definido durante los cultos. Cuando se apela a dar
fondos, debe hacerse de tal manera que se preserve la santidad del culto y
del sábado.

6) Iglesias—Casamientos en sábado. La ceremonia matrimonial es sagrada,


y en sí misma no está en desarmonía con el espíritu de observancia del
sábado. Sin embargo, la mayoría de los casamientos exige mucho trabajo y
en los preparativos para la recepción es casi inevitable que surja un
ambiente secular. Para que el espíritu del sábado no se pierda, debería
desanimarse la realización de casamientos en este día.

7) Iglesias—Funerales en sábado. En forma general, los adventistas


debieran evitar realizar funerales durante el sábado. Es verdad que en
ciertos

climas y circunstancias puede ser necesario que se realice sin demora el


funeral, a pesar de ser sábado. En esos casos, debieran hacerse los arreglos
por adelantado con la empresa fúnebre y con los empleados del cementerio,
y de esta forma reducir el trabajo durante el sábado. En algunos casos
puede realizarse un culto el sábado y dejar el entierro para el día siguiente.

8) Las instituciones de salud de la Iglesia Adventista. Las instituciones de


salud ofrecen a muchas personas su única oportunidad de contacto con la
Iglesia Adventista. Los hospitales adventistas deben ser mucho más que
meros sistemas que ofrecen cuidado de la salud. Estos tienen la oportuni-
dad única de ser un testimonio cristiano a la comunidad que sirven, las 24
horas del día. Además, tienen el privilegio de presentar el mensaje del
sábado por el ejemplo cada semana. En la cura de los enfermos y en la
liberación de los portadores de debilidades físicas aún en sábado, Cristo
dejó un ejemplo que consideramos la base para el establecimiento y
funcionamiento de las instituciones médicas adventistas. Es por este motivo
que una institución que ofrece atención médica al público, debe estar
preparada para ministrar las necesidades del enfermo y doliente, sin tomar
en cuenta la hora o el día. Este enfoque pone una gran responsabilidad
sobre cada institución para que planifique y ejecute reglamentos que
reflejen el ejemplo de Cristo y apliquen los principios bíblicos de la
observancia del sábado enseñados en la Iglesia Adventista.

Los administradores tienen una responsabilidad especial para tratar de que


todos los departamentos mantengan el verdadero espíritu de la observancia
del sábado, instituyendo procedimientos adecuados y evitando la laxitud en
la observancia del séptimo día. Se recomienda la aplicación de los
siguientes principios para la observancia del sábado:

a) Proporcionar, cuando sea necesario, cuidado médico de emergencia


voluntario, alegre y de elevado nivel de excelencia. Sin embargo, no
deberían las instituciones y médicos adventistas ofrecer el mismo tipo de
atención o servicio clínico durante el sábado como lo hacen durante lo días
de la semana.

b) No continuar con las actividades de rutina que pueden postergarse. Eso


significa que deben cerrarse todos los servicios y departamentos que no
están relacionados directamente con el paciente, y que debe mantenerse
una cantidad mínima de personal calificado en otros departamentos para
atender emergencias.

c) Postergar diagnósticos y servicios terapéuticos electivos. Las decisiones


sobre qué es necesario o de emergencia, debieran ser hechas por el médico
que atiende. Si se abusa de este privilegio, la administración del hospital
debiera intervenir. Los funcionarios de la institución que no trabajen en la
administración, no deben involucrarse en las decisiones, ni ser obligados a
enfrentar al(a los) médico(s) de turno. Se pueden evitar malos entendidos si
se deja claro, en las reuniones y en los reglamentos, que sólo se realizarán
aquellas cirugías, diagnósticos o tratamientos terapéuticos que son
impostergables dada la condición del paciente. En el momento de contratar
al personal se puede dejar en claro todo esto, y eso ayudará a evitar abusos
y malos entendidos. Se debería desalentar, e incluso limitar en los viernes,
las cirugías convenientes o programadas para el sábado. Si se procediera de
otro modo, se le permitiría al paciente estar en el sanatorio u hospital todo
el fin de semana, por lo que perdería pocos días de trabajo. Sin embargo
colocaría el primer día postoperatorio, por lo general con el cuidado y la
atención profesional más intensos, en sábado.

d) Cerrar las oficinas de administración y contabilidad para atendimientos


de rutina. Aunque podría ser necesario admitir o dar de alta a los pacientes
en sábado, se recomienda evitar la entrega de recibos o recepción de
dinero. Jamás debiera ser la guardia del sábado un motivo de irritación para
aquellos que tratan de servir y salvar; sino por el contrario, que sea un
distintivo de que son “hijos de la luz” (Efe. 5:8; Los hechos de los apóstoles,
pág. 214).
e) Hacer del sábado un día agradable para los pacientes, un día cuando la
intensa actividad de la rutina sea puesta de lado y el personal esté libre
para pasar más tiempo con los pacientes, para instruirlos, aconsejarlos y
familiarizarlos con el maravilloso amor de Dios. Una actividad misionera
como ésta es un recuerdo de testimonio cristiano que los pacientes nunca
olvidarán. La observancia significativa del sábado será conseguida mucho
más fácilmente en una institución que emplee un equipo
predominantemente adventista. Es posible para los empleados creyentes
presentar el sábado en una luz adecuada mientras cuidan de los pacientes,
y pueden perfectamente bien ser una influencia convincente en las vidas de
quienes no son de nuestra fe.

f) El cuidado directo del enfermo es una actividad de siete días de la


semana. La enfermedad no tiene calendario. Sin embargo, cuando se
prepara el horario del personal, las instituciones de salud debieran tomar en
cuenta las creencias religiosas sinceras, la observancia y las prácticas de
cada empleado o futuro empleado. Las instituciones debiera hacer arreglos
razonables para tales creencias religiosas, a menos que se demuestre que
tales acomodaciones dificultarán el funcionamiento de la institución. Se
reconoce que la conciencia del individuo varía en relación con el adecuado
empleo del sábado. Ni la iglesia ni sus instituciones pueden actuar como la
conciencia de sus empleados. En lugar de esto, deberían hacerse ajustes
razonables en beneficio de la conciencia individual.

g) Resistir las presiones para rebajar las normas adventistas. Algunas


instituciones han recibido presiones de la comunidad, del equipo médico y/o
de empleados (donde la mayoría no es adventista) para abandonar o
debilitar los principios de la observancia y las prácticas en el sábado, de
modo que éste sea tratado como cualquier otro día. En algunos casos se ha
ejercido presión para mantener todos los servicios durante el sábado y
disminuirlos el domingo. Debe resistirse decididamente una acción tal. La
condescendencia puede provocar un serio análisis de la relación de esa
institución con la iglesia.

h) Enseñar a los empleados no adventistas los principios practicados por la


institución en relación con el sábado. Cada empleado no adventista, en el
momento de su contrato con una institución adventista de salud, debiera
ser advertido acerca de los principios de la iglesia, especialmente de los
reglamentos institucionales que tienen que ver con la observancia del
sábado. Aunque los no adventistas no crean como nosotros, debieran de
todas formas conocer desde el principio la forma en que se espera que ellos
calcen en el programa de la institución, para ayudar a ésta a alcanzar sus
objetivos.

i) Estimular en los empleados adventistas una actitud de continua


testificación cristiana. El único contacto que muchos empleados no
adventistas pueden tener con los adventistas, puede ser en la institución
que los emplea. Toda relación debiera ser amistosa, amable y una expresión
del amor que ejemplifica la vida y la obra del gran Médico. La compasión
por el enfermo, la consideración generosa por sus colegas, una voluntad de
servir, una ilimitada lealtad a Dios y a la iglesia pueden ser sabor de vida
para vida. Guardar el sábado es un privilegio y un honor tanto como un
deber. Nunca debiera ser una carga o una molestia para aquellos que lo
guardan o para aquellos que nos rodean.

9) Trabajo en sábado en hospitales no adventistas. Aunque es esencial que


en las instituciones médicas se realice un mínimo de trabajo todo el tiempo
para poder mantener el bienestar y la comodidad de los pacientes, los
empleados adventistas que trabajan en instituciones no denominacionales,
donde en las horas de sábado no se alivian de la rutina del deber, están
bajo la obligación de recordar los principios que reglamentan todas las
actividades sabáticas. Para evitar situaciones donde nuestros miembros de
iglesia podrían enfrentar problemas para guardar el sábado, hoy se
recomienda que:

a) Cuando los adventistas aceptan empleos en hospitales no adventistas,


manifiestan sus principios de observancia del sábado y solicitan un horario
que los libere de trabajo en sábado.

b) Donde los horarios de trabajo y otros factores hagan esto imposible,los


adventistas debieran claramente identificar los deberes, si los hubiere,

que puedan conscientemente realizar el sábado, y la frecuencia de los


mismos de allí en adelante. Entendemos que sólo en caso de epidemia,
accidentes en los que muchas personas están involucradas u otras
situaciones de emergencia regional, los llevará a prestar el servicio
humanitario propio de todo trabajo médico o paramédico.

c) Donde no se pueda realizar ninguno de los arreglos mencionados arriba,


los miembros debieran hacer de su lealtad a los requerimientos de Dios lo
máximo y abstenerse del trabajo rutinario.

10) Las instituciones educativas adventistas. Los colegios adventistas con


internado tienen un papel importante en la formación de hábitos de
observancia del sábado en las futuras generaciones de miembros de iglesia.
De la misma forma lo tienen los colegios y las universidades al moldear el
pensamiento de la clase pastoral profesional. Es por lo tanto importante que
en estas instituciones tanto la teoría como la práctica, de cómo aumentar el
gozo de las bendiciones sabáticas, se acerquen lo máximo posible al ideal.
La aplicación de estos principios incluye:

a) Preparación adecuada para el sábado.

b) Demarcación del comienzo y del fin de las horas del sábado.


c) Actividades adecuadas hogar-escuela: cultos, grupos de oración,
testificación, etc.

d) Mantener los deberes necesarios al mínimo; de preferencia confiarlos a


personas para quienes sea un servicio voluntario, y no utilizar aquellas para
quienes ese mismo trabajo es pagado durante la semana.

e) Cultos inspiradores, de preferencia que sirvan como modelo de aquello


que se espera caracterice los cultos en las iglesias de las escuelas.

f) Actividades variadas y adecuadas para los sábados de tarde.

g) Estructuración del programa semanal, para que el sábado sea un gozo


prolongado y el clímax de la semana, en lugar de ser el preludio para las
actividades totalmente diferentes del sábado de noche.

(1) Ventas en el comedor. Las cafeterías de los colegios han sido designadas
para servir a los estudiantes y a sus padres visitantes e invitados;

no debieran abrirse al público durante el sábado. Para evitar transacciones


comerciales innecesarias durante las horas sagradas, cada institución debe
establecer formas de pago fuera de las horas sabáticas.

(2) Asistencia del personal docente a reuniones profesionales. En algunos


países, los adventistas tienen el privilegio de asistir a reuniones
profesionales para estar al día con el desarrollo de su campo de
especialización. Podría ser una tentación justificar la asistencia en sábado a
esas reuniones. Sin embargo, se recomienda que el personal académico se
una con sus hermanos de iglesia para la adoración a Dios, y no se reúna con
sus colegas profesionales “en trabajo”.

(3) Estaciones de radio. Las estaciones de radio pueden ser una bendición
en sus comunidades. Para aumentar las bendiciones, la programación
durante las horas del sábado debiera reflejar la filosofía de la iglesia. Si se
hacen llamados para levantar fondos durante el sábado, éstos debieran
hacerse de manera tal que se mantenga la santidad de este día.

(4) Viajes de promoción. Para mantener el espíritu de total adoración


durante el sábado, los Tours de Promoción deben ser planificados de forma
que disminuyan los viajes en sábado y ofrezcan un máximo de tiempo para
la adoración con los creyentes. Las horas del sábado no deben usarse para
viajar con el fin de ofrecer programas de sábado de noche.

(5) La observancia del sábado en la formación de los pastores. Los pastores


tienen una gran responsabilidad con su ejemplo personal, pues deben
moldear la vida espiritual de la iglesia. Por lo tanto, las instituciones que
preparan a los pastores y esposas de pastores necesitan ayudar a sus
estudiantes a formar una saludable filosofía de la observancia del sábado.
Una orientación adecuada recibida en el colegio puede ser un instrumento
en la experiencia de una genuina renovación del gozo sabático en sus
propias vidas, tanto como en la vida de su iglesia.

(6) Exámenes en sábado. Los adventistas que enfrentan exámenes exigidos


en sábado en colegios no adventistas, o los profesionales que procuran
certificación del ministerio de educación, enfrentan un problema especial. Al
manejar tales situaciones, recomendamos hacer arreglos para que los
exámenes no sean en sábado. La iglesia debiera estimular a sus miembros
a una cuidadosa observancia del sábado y, cuando sea posible, debiera
interceder delante de las autoridades correspondientes para que permitan
la posibilidad de rendir los exámenes en otro día, para reverenciar el día de
Dios.

Empleos seculares y de negocios cuando se relacionan con el sábado

1) Declaración de principio. La visión bíblica del sábado incluye una


dimensión divina y otra humana (Mat. 12:7). Desde la perspectiva divina, el

sábado invita al creyente a renovar su compromiso con Dios al desistir del


trabajo diario para poder adorar a Dios más libre y completamente (Éxo.

20:8-10; 31:15, 16; Isa. 58:13, 14). Desde la perspectiva humana, el sábado
ordena al creyente que celebre el amor creador y redentor de Dios
mostrando

misericordia y preocupación hacia los demás (Deut. 5:12-15; Mat. 12:12;


Luc. 13:12; Juan 5:17). De esta forma el sábado incluye la cesación del
trabajo secular, con el propósito de honrar a Dios y realizar acciones de
amor y bondad hacia su prójimo.

2) Trabajo esencial y de emergencia. Para mantener la santidad del sábado,


los adventistas deben hacer elecciones sabias en materia de empleo,
orientados por una conciencia iluminada por el Espíritu Santo. La
experiencia ha mostrado que existe un peligro en la elección de vocaciones
que no permiten adorar al Creador con libertad durante el día sábado. Esto
significa que deberían evitarse aquellos empleos que, aunque esenciales
para el funcionamiento de una sociedad tecnológicamente avanzada,
puedan ofrecer problemas para la observancia del sábado. Las Escrituras y
el Espíritu de Profecía son claros en cuanto a nuestros deberes como
cristianos hacia nuestros semejantes, aún durante el sábado. En el contexto
moderno, a muchos que están empleados en profesiones que involucran la
salvación de la vida y la propiedad se los llama a atender emergencias. Los
arreglos para trabajo regular durante los fines de semana, con el objetivo
de ganancias extras, exigirán el uso de las horas de sábado, o aceptar
trabajar sólo los fines de semana en profesiones de emergencia

con el fin de aumentar el presupuesto familiar, lo cual no está en armonía


con los principios de observancia del sábado dados por Cristo. Es algo
totalmente diferente atender situaciones de emergencia donde la vida y la
seguridad están en peligro, a ganar el diario vivir por emplearse en
ocupaciones rutinarias durante el sábado, las que siempre están
acompañadas de actividades comerciales seculares o rutinarias (ver los
comentarios de Cristo al rescatar el buey o una oveja de un hoyo y ayudar a
personas en necesidad; Mat. 12:11; Luc. 13:16). Ausentarse de la casa de
Dios y ser privado del compañerismo con los hermanos en el sábado, puede
enfriar la vida espiritual de la persona.

Muchos patrones, en los llamados servicios esenciales, están dispuestos a


buscar arreglos para los observadores del sábado. Donde no se garantice
esto, los miembros debieran revisar cuidadosamente los principios bíblicos
de observancia sabática a la luz de esa actividad, ambiente, requisitos de
trabajo y motivos personales, antes de comprometerse a trabajar en
sábado. Debieran preguntar al Señor como lo hizo Pablo en su viaje a
Damasco: “Señor, ¿qué quieres que haga?” Cuando se tiene esta actitud de
fe, estamos convencidos de que Dios guiará a los creyentes a discernir su
voluntad y dará la fuerza y sabiduría necesarias para hacer lo que
corresponde.

3) Decisiones morales en relación con la observancia del sábado. Las


instituciones militares, educativas, gubernamentales y otras, muchas veces
niegan o cortan los privilegios sabáticos. Para prevenir y/o aliviar estas
situaciones lamentables, debieran considerarse las siguientes sugerencias:

a) Un dirigente de la iglesia, de preferencia el director de Relaciones


Públicas de Libertad Religiosa, debe ser designado para mantenerse al día
de los acontecimientos y las situaciones que puedan minar la libertad de
culto en el día sábado. De ser necesario, este oficial se aproximará a las
autoridades responsables con el fin de explicarles el impacto desfavorable
sobre los adventistas de cualquier medida o legislación en proyecto. Este
curso de acción puede prevenir la sanción de medidas que podrían, sin
intención, cortar o negar los privilegios del sábado.

b) Debe estimularse a los miembros adventistas a mantener por fe el


principio de la observancia del sábado, sin tener en cuenta las
circunstancias, y apoyarse en la seguridad de que Dios honrará su
consagración.

c) Los miembros de iglesia deben ofrecer ayuda espiritual, moral y, si es


necesaria, temporal, para ayudar a otros miembros que pasan por
problemas por causa del sábado. Tal ayuda servirá para fortalecer la
consagración al Señor, no solamente de la persona que está enfrentando el
problema del sábado sino también de la iglesia como un todo.

4) Compra de mercaderías y servicios en sábado.

a) El sábado está destinado para proporcionar libertad espiritual y alegría a


todos (Éxo. 20:8-11). Como cristianos, debemos ser sostenedores de este
derecho humano básico que ha otorgado el Creador a cada individuo. Como
regla general, la compra de mercaderías, comidas en restaurantes y el pago
de servicios hechos por otros deben ser evitados, porque no están en
armonía con el principio ni con la práctica de la observancia del sábado.

b) Además, las actividades comerciales recién mencionadas harían que la


mente se dirigiera al secularismo en lugar de detenerse en la santidad del
sábado (ver Neh. 10:31; 13:15 y siguientes). Con una adecuada
planificación, se pueden tomar las debidas precauciones para que no falte
nada de los necesario durante el sábado.

5) Viajes en sábado. Aunque viajar en sábado puede ser necesario para


poder cumplir con las actividades comprometidas para ese día, no se debe
permitir que los viajes en sábado se conviertan en una función secular; por
lo tanto, es necesario hacer los preparativos con anticipación. Antes del
comienzo del sábado deben estar atendidos el combustible del auto y otras
necesidades. Deben evitarse viajes por asuntos personales y de negocios.

6) Cuando debe tratarse un problema específico de trabajo. Cuando un


miembro de iglesia se encuentra en la necesidad de renunciar a un cargo, o
pierde su trabajo por causa de problemas con el sábado, y es empleado por
la denominación en un trabajo similar donde el nuevo trabajo, debido a su
naturaleza básica, exige que el miembro trabaje en sábado, se recomiendan
los siguientes pasos:

a) Ofrecer al miembro una cuidadosa explicación del tipo esencial de


trabajo.

b) Asegurar al miembro que sólo los aspectos indispensables del nuevo


trabajo se realizarán durante el sábado. También debieran explicar los
administradores los propósitos religiosos de la organización que lo ha
empleado.

c) Adoptar un horario rotativo para que el miembro que conscientemente


aceptó trabajar en sábado, pueda con frecuencia estar en condiciones de
realizar una total celebración del día sábado.

7) Turno de trabajo. Cuando un adventista trabaja para un empleador que


acostumbra utilizar los turnos de trabajo, puede éste pedirle que trabaje
el sábado o parte de él. En tales circunstancias, el miembro debe considerar
lo siguiente:

a) Tratar de ser el mejor trabajador posible, y un empleado tan valioso que


su patrón no pueda prescindir de él.

b) Si el problema continúa, puede apelar directamente al patrón y hacer un


arreglo en base a su buena voluntad y justicia.

c) Podría sugerirle al patrón arreglos tales como:

(1) Trabajar en un horario flexible;

(2) Tener los turnos que menos acepta el resto del personal;

(3) Negociar turnos con otros empleados; o

(4) Trabajar los feriados.

8) Si el patrón se resiste a un arreglo, el miembro debería inmediatamente


buscar la ayuda del pastor y del departamento de Relaciones Públicas y

Libertad Religiosa en los países donde se realicen este tipo de actividades.

La Junta Directiva y el Congreso de la Asociación General (realizado en


Indianápolis, Indiana, EE.UU.), en su sesión del 9 de julio de 1990, votaron
acusar recibo de este documento acerca de la observancia del sábado.

Compromiso total con Dios

Declaración de la responsabilidad espiritual de la familia de la fe

La historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día está llena de ejemplos


de personas e instituciones que han sido, y son, testigos vibrantes de su fe.
Debido a su apasionado compromiso con su Señor, y al profundo aprecio por
su ilimitado amor, todos tienen el mismo blanco: compartir las Buenas
Nuevas con los demás. El texto bíblico clave que los motivó, texto que
inflama a los adventistas en todas partes, conocido como la Comisión
Evangélica, el mandato del mismo Señor, está registrado en Mateo 28:19 y
20, y dice: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Otras
versiones, como la Nácar- Colunga, traducen: “Id, pues; enseñad a todas la
gentes...” Esta orden del mismo Señor es sencilla, hermosa y cautivante, y
es para todos sus seguidores, sean miembros, pastores o administradores:

Id... enseñad... bautizad... haced discípulos.

Este principio es la chispa de encendido de la misión de la iglesia y


establece la norma para toda evaluación, y toda medición, del éxito. Afecta
a todos, cualesquiera sean sus responsabilidades, sean laicos u obreros
abarca todos los aspectos de la vida de la iglesia, desde la iglesia local
hasta la Asociación General; y alcanza a las escuelas, colegios y
universidades, casas editoras, instituciones de salud y organizaciones de
alimentos saludables. Este compromiso está implícito, incorporado, como
encapsulado, en los votos bautismales, en las declaraciones de misión, en
las metas y objetivos, y en los reglamentos y estatutos de la iglesia: “Para
dar testimonio de su amante salvación”, “para ayudar en la proclamación
del evangelio eterno”, “para proveer el pan de vida a las multitudes” y para
“fortalecerlos en su preparación para su pronto retorno”. La cuádruple
orden de ir... enseñar... bautizar... hacer discípulos resuena en todos los
lugares donde los adventistas trabajan o se reúnen. A medida que la iglesia
crece en tamaño y complejidad, más y más feligreses, pastores y
administradores se han hecho serias preguntas acerca de cómo la iglesia
está cumpliendo la Comisión Evangélica. Las ruedas y los engranajes de la
iglesia, ¿producen apenas productos y servicios que, aunque están sobre el
promedio, no pueden fácil y rápidamente distinguirse de sus contrapartidas
seculares? ¿O está la iglesia asegurándose de que sus productos y servicios
básicos revelen al mundo el camino hacia la vida eterna? Nada debe ser
excluido de estas preguntas, no importa si se trata de los servicios de
adoración de la iglesia local o de los programas y productos de los campos e
instituciones de la iglesia.

Ha llegado el tiempo para que la iglesia como un todo se pregunte y


responda las difíciles cuestiones sobre cómo está relacionándose con el
principio guiador de la Comisión Evangélica. ¿Cómo puede ese principio
guiador ser una realidad en las vidas de los feligreses, los pastores y las
congregaciones? ¿Cómo pueden ellos medir su progreso en el cumplimiento
de este mandato? ¿Cómo pueden las universidades de la iglesia, los
colegios secundarios y superiores, las fábricas de alimentos, las clínicas, las
instituciones

médicas de alta complejidad, las casas editoras y los centros de


comunicaciones cumplir su responsabilidad tomando como base la Comisión
Evangélica?
Este desafío requiere una aproximación franca y analítica para determinar
dónde está la iglesia en relación con el mandato del Señor. No es suficiente
medir el éxito por las normas seculares, ni es suficiente darles prioridad a
esos estándares. El compromiso total para con Dios incluye, esencialmente,
la aceptación total de los principios del cristianismo tal como están
bosquejados en la Biblia y en el Espíritu de Profecía. Las congregaciones, las
instituciones, los obreros y los feligreses pueden fácilmente encontrar
satisfacción en alcanzar blancos, reunir recursos, completar edificios,
equilibrar presupuestos, obtener o renovar acreditaciones y, sin embargo,
dejar de cumplir su responsabilidad ante Dios con respecto a la Comisión
Evangélica. La primera y constante prioridad de la iglesia debe ser esta
orden del Señor:

Id... enseñad... bautizad... haced discípulos.

Aunque la Comisión Evangélica no cambia, su cumplimiento se demuestra


en diferentes formas, por ejemplo: Un pastor trabaja en un contexto
diferente del de un profesor en el aula, o del de un médico o un
administrador de institución. Pero, se trate de un rol personal o institucional,
cada uno es responsable ante el mandato de Dios. Entre los grandes
beneficios que se derivan cuando se evalúa la efectividad del cumplimiento
de esta misión, está la creciente confianza que se desarrolla cuando cada
feligrés, cada pastor, cada administrador y cada institución de la iglesia
toma en cuenta esta prioridad y le presta la debida atención. La familia de
Dios reconoce que cada persona es individualmente responsable ante Dios.
Al mismo tiempo, los creyentes son amonestados a examinarse a sí mismos
(ver 2 Cor. 13:5). Así como un proceso de evaluación espiritual tiene su
lugar en la vida personal, así también y seguramente tiene su lugar en la
vida organizacional.

Una evaluación espiritual, aunque es apropiada, es también un asunto muy


delicado, porque los humanos vemos sólo en parte. El marco de referencia
terrenal siempre está limitado a lo que es visible y al breve período que
rodea al presente. A pesar de eso, podemos ganar mucho mediante una
evaluación cuidadosa y meditada de nuestra vida personal y de la vida
organizacional. Es posible descubrir e identificar varios principios que
pueden guiarnos en tal evaluación y, aunque cualquier intento será
incompleto, las siguientes áreas de evaluación específica nos ayudarán a
concientizarnos de la responsabilidad que tenemos para con Dios y para con
la misión, que es, precisamente, una parte integral de la relación y el
compromiso del cristiano con él. La siguiente lista no agota todas las áreas
que necesitan atención, pero los principios bosquejados aquí se aplican
también a otras personas, organizaciones e instituciones.

Qué implica “Compromiso total con Dios” para cada feligrés individualmente
A cada adventista del séptimo día, sea obrero o laico, se le promete el don
del Espíritu Santo que le permitirá crecer espiritualmente en la gracia del
Señor y le dará poder para desarrollar y usar los dones espirituales en el
testimonio y el servicio. La presencia del Espíritu Santo en la vida del
creyente se demuestra al:

● Mantener un hogar cristiano en el que las normas y los principios de


Cristo se enseñan y se ejemplifican.

● Vivir una vida que se goza en la certeza de la salvación, impulsada por el


Espíritu Santo para dar un testimonio personal efectivo a los demás, y que
desarrolla con Cristo un carácter amable, consecuente con la voluntad de
Dios revelada en su Palabra.

● Usar los dones espirituales que Dios ha dado a cada uno.

● Dedicar el tiempo, los dones espirituales y los recursos, con oración y en


forma sistemática, para proclamar el evangelio y, ya sea individualmente o
como parte de la familia de la iglesia, llegar a ser la sal y luz del Señor al
compartir su amor en la vida de familia y en el servicio a la comunidad,
motivado siempre por el sentido del pronto regreso del Señor y por su
mandato de predicar su evangelio tanto en el hogar como fuera de él.

● Participar en un plan sistemático de crecimiento espiritual y evaluación


de la forma en que uno camina con Dios, formando parejas de socios
espirituales mutuamente responsables, cuyo principal objetivo sea el de
ayudarse unos a otros con oraciones.

Qué implica “Compromiso total con Dios” para un pastor de iglesia

Un pastor adventista del séptimo día, llamado y capacitado por el Espíritu


Santo, e impulsado por el amor a las almas, dirige a los pecadores hacia
Cristo como Creador y Redentor y les enseña cómo compartir su fe y llegar
a ser discípulos eficaces. Comparte regularmente una dieta espiritual
equilibrada y fresca, resultado de su comunión con Dios y con su Palabra. El
pastor muestra la gracia salvadora y el poder transformador del evangelio
al:

● Empeñarse en que su familia sea un modelo de lo que el Señor espera del


matrimonio y la familia.

● Predicar sermones basados en la Biblia, sermones cristocéntricos, que


alimenten a los miembros y apoyen a la iglesia mundial, enseñándoles las
creencias fundamentales con un sentido de urgencia basado en la
comprensión adventista de las profecías tal como las enseña la Iglesia
Adventista del Séptimo Día.

● Invitar a todos a someterse al poder transformador del Espíritu Santo con


el fin de que el evangelio pueda ser manifestado en la vida compasiva del
creyente dirigido por la fe.

● Conducir a la iglesia local en una vigorosa actividad evangelizadora que


dé como resultado no sólo un incremento de la hermandad, sino también el
establecimiento de nuevas congregaciones, manteniendo, sin embargo, un
fuerte apoyo tanto a la obra local como a la obra mundial de la iglesia.

● Dar evidencias de un ministerio eficaz al aumentar numéricamente la


feligresía y al crecer en experiencia espiritual y en la adoración,
apresurando así el regreso del Señor.

● Priorizar el crecimiento espiritual personal y la eficacia en la misión al


participar regularmente en procesos de evaluación de los resultados
espirituales. La División desarrollará un modelo de evaluación para ser
aplicado en cada Unión/Asociación/Misión, que incluya un módulo de
autoevaluación, como también aspectos que se refieran a la responsabilidad
del pastor para con la(s) congregación(es) y hacia la Organización mundial
de la iglesia.

Qué implica “Compromiso total con Dios” para una iglesia local

Una congregación adventista del séptimo día actúa creativamente y con un


sentido de autocrítica, como una comunidad que testifica y edifica,
facilitando la proclamación del evangelio, tanto a nivel local, como nacional
y aun global. Una congregación tal vive en el mundo como “el cuerpo de
Cristo”, mostrando la misma preocupación y acción positiva para con
aquellos con quienes entra en contacto, como la que mostraba el Señor en
su ministerio terrenal, al:

● Demostrar una absoluta seguridad en la gracia salvadora de Cristo y un


compromiso con las enseñanzas distintivas de su Palabra.

● Comprender y aceptar su papel como parte de un movimiento final que


tiene la responsabilidad de propagar el evangelio a nivel local, nacional y
global.

● Desarrollar planes estratégicos para compartir las Buenas Nuevas en su


comunidad, con el objeto de asegurarse que las personas comprendan
cómo puede Jesús cambiar sus vidas y prepararlas para su pronta venida, y
al ayudar a establecer nuevas congregaciones.

● Edificar la vida de los feligreses y sus familias con el fin de que crezcan
espiritualmente y prosigan confiadamente en la misión y en las verdades
expresadas por medio de la iglesia remanente.

● Reconocer el privilegio de ser una congregación adventista del séptimo


día y su correspondiente responsabilidad para con la familia mundial de
Iglesias Adventistas, tal como está bosquejada en el Manual de la iglesia al
aceptar e implementar planes amplios que permitan la difusión del
evangelio en contextos cada vez más abarcantes; y al participar en el
sistema organizativo, financiero y representativo de la iglesia, destinado a
facilitar la acción misionera mundial.

● Participar en un plan de evaluación que lleve a la congregación a


descubrir cuáles son sus puntos fuertes y sus puntos débiles, y cuáles son
los avances hechos en su misión de enseñar, bautizar y hacer discípulos. El
plan de evaluación será normalmente un programa de autoevaluación
realizado anualmente por toda la congregación en pleno; aunque
periódicamente deberá incluir una evaluación de la participación en, y la
responsabilidad para con, la Organización más amplia a la que pertenece.
Cada División ayudará en el desarrollo del proceso de evaluación, en
consulta con las uniones y las asociaciones/misiones locales, para ser usado
dentro de su territorio.

Qué implica “Compromiso total con Dios” para los colegios primarios y
secundarios

Un colegio de nivel primario o secundario crea un clima que nutre a los


alumnos mental, física, social y espiritualmente, e instila en ellos confianza
en la pertinencia, el papel, el mensaje y la misión de la Iglesia Adventista
del Séptimo Día. Los colegios proveen excelencia en la educación adventista
al:

● Desarrollar, para la institución, un plan maestro espiritual abarcante y un


currículo para todas las materias que, además de la excelencia académica,
apoyen la visión mundial de los adventistas e integren la fe con la
enseñanza.

● Emplear a profesores adventistas, totalmente comprometidos y


profesionalmente

competentes, que integren la fe con el conocimiento al nu-


trir a sus alumnos para que sean buenos ciudadanos y miembros de iglesia.

● Trabajar con los padres y las congregaciones locales para asegurar que

cada alumno conozca las demandas de Cristo y tenga la oportunidad de


decidirse

en favor de él y ser bautizado.

● Transmitir a los alumnos una comprensión de la razón bíblica de la

existencia del pueblo de Dios en los últimos días, y de cómo pueden


participar

en el cumplimiento de la misión de la iglesia.

● Involucrar al personal y a los alumnos en actividades de extensión del

evangelio en formas que sean apropiadas a la edad de ellos, planificando

oportunidades para la testificación en la comunidad.

● Participar sistemáticamente en un proceso de evaluación espiritual

desarrollado por la División, y puesto en práctica por las


uniones/asociaciones/

misiones, que proporcione informes anuales para presentar a la junta

directiva de la institución y a los delegados al congreso del campo local.

Qué implica “Compromiso total con Dios” para las instituciones superiores

y las universidades

Una institución superior o universidad adventista del séptimo día ofrece

a los jóvenes adventistas y a otros jóvenes de las localidades circundantes

que deseen tener la oportunidad de estudiar en un ambiente adventista,

una educación de nivel terciario y/o de posgrado académicamente sólida,

demostrada al:
● Desarrollar un plan maestro espiritual amplio, propuesto por el personal

de la institución y aprobado por su junta directiva, que identifique las

verdades y los valores espirituales, tanto de conocimiento como de relación,


que la institución se ha comprometido a compartir con sus alumnos; e
indique en qué oportunidades de un período determinado, y mediante qué
medios, serán transmitidos esos valores.

● Mantener un ambiente, tanto en el aula como en todo el campus, que


asegure oportunidades tanto para la instrucción académica como para
encuentros evangélicos, con el objeto de producir graduados que sean
reconocidos por la iglesia y por la sociedad por la excelencia académica y
espiritual de sus vidas; hombres y mujeres que sean bien equilibrados
mental, espiritual y socialmente; hombres y mujeres que amen a su Señor,
que mantengan en alto las normas divinas en su vida diaria, que ayuden a
formar congregaciones locales sólidas y prósperas, y que actúen como la sal
y la luz de sus comunidades, sean laicos u obreros.

● Afirmar inequívocamente en el aula, y en la vida diaria del campus, las


creencias, las prácticas y la visión mundial de la Iglesia Adventista del
Séptimo Día, compartiendo el gozo del evangelio, demostrando confianza
en el papel divinamente establecido para el movimiento adventista y en su
continua significación dentro del plan de Dios para estos últimos días,
facilitando las actividades para que los profesores, el personal y los alumnos
puedan testificar y realizar servicio cristiano; y estimular a profesores y
empleados a vivir un estilo de vida consecuente que se manifieste por
medio de relaciones positivas y formativas con los estudiantes;

● Emplear a profesores adventistas, totalmente comprometidos y


profesionalmente competentes, que sean activos en su iglesia local y que
integren la fe y el conocimiento en el contexto de la formación de sus
alumnos para que lleguen a ser miembros productivos tanto de la sociedad
como de la iglesia del Señor, y que interactúen con los padres de los
alumnos y otras personas interesadas en la educación, con el fin de
comprender y poner en práctica las elevadas expectativas académicas y
espirituales que tiene este programa educativo al servicio de la juventud.

● Evaluar el cumplimiento de los objetivos bosquejados en el plan maestro


espiritual mediante un programa de evaluación amplio, preparado por el
mismo personal docente, y aprobado por la junta directiva respectiva,
diseñado en forma suficientemente específica para que permita evaluar
cada aspecto de la vida en el campus; que sirva para guiar a la
administración de la institución educacional superior o universidad a tomar
las medidas afirmativas o correctivas que sean necesarias, que sirvan de
base para los informes anuales acerca de la salud espiritual de la institución
presentados a la junta directiva y a los delegados al congreso del campo
local.

● Someter el plan maestro propuesto para el área espiritual, y su programa


de evaluación, a un panel internacional de educadores altamente
calificados, nombrado por la Asociación General, el que a su vez, entregará
a la junta directiva de la institución educacional superior o universidad la
evaluación escrita del plan maestro en el área espiritual y de su programa
de evaluación.

Qué implica “Compromiso total con Dios” para los hospitales y otras
instituciones médicas

Un hospital o institución médica adventista ofrece, en la comunidad donde


sirve, atención de la salud de la más alta calidad, dirigida a la persona total,
desarrollando un plan amplio de evaluación espiritual que incluya:

● Crear una atmósfera positiva, bien planificada, que se concentre en


lapresencia sanadora del Señor.

● Desarrollar un equipo de médicos y enfermeros profesionalmente


competentes, orientados hacia la misión, y que sean compasivos; que
ministren con sensibilidad a los pacientes desde el contexto de su fe
cristiana como también de las creencias distintivas de los adventistas.

● Asegurarse de que todos los que estén dentro de la esfera de influencia


de la institución perciban que las instalaciones para el cuidado de la salud
son parte de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, para lo cual la institución
deberá desarrollar programas de orientación para el personal, y de
testificación a la comunidad, que representen positivamente tanto al
hospital como a la iglesia ante las personas a quienes sirve la institución.

● Estimular con sensibilidad las inquietudes espirituales de los pacientes y


responder a ellas en forma sistemática.

● Aplicar los recursos financieros y humanos que sean posibles para


participar en la misión local, nacional y global de la iglesia en las áreas del
cuidado de la salud y educación para la salud.

● Demostrar responsabilidad en el cumplimiento de la misión mediante la


participación, por lo menos una vez cada tres años, de un proceso amplio de
evaluación, desarrollado, planificado y supervisado por la junta directiva de
la División, para evaluar el progreso en la obtención de resultados
misionales específicos y mensurables.
Qué implica “Compromiso total con Dios” para las instituciones de
comunicación masiva: Casas editoras, centros de comunicaciones, Servicios
Educacionales Hogar y Salud, y estaciones de radio

Las instituciones de comunicación masiva adventistas proporcionan


productos de calidad que refuerzan la misión de la iglesia y el compromiso
de sus miembros con dicha misión al:

● Estimular iniciativas y al distribuir sólo aquellos productos que


contribuyan a la proclamación del evangelio y a la formación de los
feligreses, dentro del contexto del mensaje del tiempo del fin.

● Planificar y apoyar actividades evangelizadoras que puedan llevar a


contactos personales, involucrando a las congregaciones locales, donde sea
posible.

● Usar la tecnología y los medios de comunicación dentro de las


posibilidades de los recursos financieros disponibles, de modo tal que dichos
recursos sean maximizados para el cumplimiento de la misión de la iglesia.

● Coordinar iniciativas con otras entidades de la iglesia para asegurar una


adecuada interacción entre ellas, con el objeto de apoyar los programas y
proyectos relacionados.

● Asignar personal, en la medida de las posibilidades, para ayudar a los


pastores y a las congregaciones en los programas de seguimiento de las
personas alcanzadas, y para operar un sistema de retroalimentación para
desarrollar o modificar productos.

● Establecer, bajo la dirección de las juntas administradoras


correspondientes, revisiones periódicas de los materiales y programas,
tanto para los feligreses como para el público en general, con el fin de
proporcionar a las administraciones un análisis de la eficacia en el logro de
las metas misioneras; asegurar la armonía de dichos materiales con las
creencias y prácticas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día; y preparar
informes para presentar a cada reunión regular de los cuerpos legales
correspondientes y a las juntas directivas.

Qué implica “Compromiso total con Dios” para las industrias de alimentos
saludables
Una fábrica de alimentos adventista desarrolla productos que contribuyen
positivamente a la salud, y que, además, proporcionan recursos que ayudan
a proclamar el mensaje del evangelio en estos últimos días, al:

● Fabricar y vender únicamente aquellos productos que sean consistentes


con los principios divinos de la dieta y la salud.

● Adiestrar personal para informar al público acerca de las prácticas de vida


saludable, y ayudar a la iglesia a desarrollar una mejor salud entre los
feligreses.

● Proveer alimentos vegetarianos de bajo costo para los países en


desarrollo.

● Implementar programas mediante los cuales, quienes hayan recibido la


influencia del mensaje de salud, puedan recibir información adicional
acerca de la iglesia.

● Incluir en el presupuesto financiero ayuda para la misión de la iglesia


sobre la base que la División haya establecido.

● Evaluar periódicamente los logros obtenidos en términos de eficiencia,


retorno de las inversiones, y contribución a la misión de la iglesia, con base
en un sistema administrado por la junta directiva de la industria y aprobado
por la junta directiva de la División, en consulta con la Asociación
Internacional de Alimentos Saludables.

Qué implica “Compromiso total con Dios” para una unión o un campo local

Una unión o campo local de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, con un
liderazgo que tenga una relación personal con Jesús y esté sometida a la
conducción del Espíritu Santo, motiva a los feligreses, pastores, profesores y
todos los demás obreros denominacionales a presentar a sus vecinos y a
sus comunidades la verdad salvadora para estos días finales, supervisando
y estableciendo prioridades en sus planes, iniciativas y finanzas, para dar el
primer lugar a un testimonio continuo en favor de la ganancia de almas y su
edificación espiritual, al:

● Identificar y promover los objetivos espirituales, tanto de evangelización


como de crecimiento, de la unión, la asociación o la misión y, median- te un
proceso de planificación estratégica y financiera, involucrar la participación
colectiva de sus miembros y organizaciones.
● Demostrar, mediante el ejemplo personal de los líderes, que la iglesia
continúa sin vacilaciones llevando adelante su papel divinamente asignado
como testigo a este mundo necesitado y moribundo.

● Alimentar espiritualmente y apoyar a los pastores, a los miembros y a las


congregaciones, con el fin de que puedan crecer como discípulos y
experimentar con diversas formas de cumplir con la Comisión Evangélica.

● Ejercer el liderazgo administrativo de las instituciones y entidades bajo su


dirección, con el fin de asegurar que la misión de la iglesia se mantenga
claramente en foco, y de desarrollar y poner en práctica iniciativas para
establecer nuevas congregaciones en comunidades y regiones donde sean
necesarias.

● Asegurar que las provisiones presupuestarias para las actividades


evangelizadoras locales, nacionales y globales, sean cuidadosamente
balanceadas en relación con los recursos destinados para el alimento
espiritual de los creyentes, y que se le dé a ambos la más alta prioridad.

● Cooperar con la División en el desarrollo y la puesta en práctica de


procesos de evaluación, revisados por una comisión designada por la
Asociación General, mediante la cual los miembros, los pastores, las
congregaciones, las instituciones, las asociaciones y misiones y las uniones
puedan graficar su compromiso y eficacia al llevar adelante la Comisión
Evangélica, informando los resultados a las respectivas juntas y congresos.

Qué implica “Compromiso total con Dios” para la Asociación General y las
Divisiones

La Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día y sus divisiones


mundiales, con un cuerpo de líderes que tienen una relación personal con
Jesús y que se someten a la dirección del Espíritu Santo, proporciona la
dirección general y global para la vida espiritual y la misión de la iglesia,
desarrolla planes y reglamentos estratégicos, genera iniciativas y
programas, y asigna recursos financieros y humanos en formas que
demuestran la urgencia en completar la misión de la iglesia y la
subordinación al mandato de ir... enseñar... bautizar... hacer discípulos, al:

● Dar prioridad, en los concilios anuales y de primavera de la


AsociaciónGeneral y en las juntas directivas de la División, al desarrollo de
la vida espiritual de una iglesia en crecimiento con la clara misión de
predicar el evangelio eterno, en el tiempo del fin, y llevar el mensaje de los
tres ángeles a todo el mundo.
● Nombrar pequeñas comisiones con representación internacional, según
se vea necesario, para evaluar y hacer recomendaciones a las juntas
apropiadas con respecto a la evaluación de los programas que se están
desarrollando.

● Asegurar que las administraciones y juntas directivas de las instituciones


bajo su dirección establezcan procesos de rendición de cuentas en el área
espiritual, que den evidencia de su dedicación a la misión en estos días
finales de la iglesia, y que demuestren su efectividad en lograrla.

● Exigir que las iniciativas y actividades de alcance limitado, aunque tengan


algún mérito en sí mismas, estén realmente subordinadas a las metas más
amplias y coordinadas de la misión de la iglesia, disponiendo el desembolso
de los presupuestos con el propósito de promover la promulgación del
evangelio a todo el mundo.

● Asegurar que la misión de la iglesia sea claramente comprendida y


puesta en práctica mediante procesos de evaluación para ver el progreso en
el cumplimiento de los objetivos misionales, que involucran tanto el
desarrollo de los feligreses como las actividades evangelizadoras.

● Desarrollar un plan maestro espiritual y un programa de evaluación,


“monitorados” por una comisión nombrada, en cada nivel, por la junta
directiva de la Asociación General/División con el fin de evaluar la eficacia
de la Asociación General/División en relación con la misión de la iglesia, y
asistiendo a todas las organizaciones de la iglesia e instituciones en la
evaluación de su plan maestro espiritual y en sus programas de evaluación.
Realmente, el mandato espiritual es sencillo:

Id... enseñad... bautizad... haced discípulos.

Los feligreses responsables en la Iglesia Adventista del Séptimo Día y todos


los obreros de la iglesia deben recordar que cada uno tendrá que rendir
cuentas ante Dios en relación con este mandato. Algún día, en el gran
tribunal, el Señor preguntará: “¿Qué has hecho, apoyado en mi gracia, con
tus dones, tus talentos y con las oportunidades que te di?” Como lo hizo
hace dos mil años, el Señor manda a su iglesia hoy: “Por tanto id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo”.

Id... enseñad... bautizad... haced discípulos.

El compromiso total con Dios exige el cumplimiento de esta comisión, que


sigue siendo la base de la única y verdadera medida del éxito.
Este documento fue discutido y votado por la Junta Directiva de la
Asociación General en las sesiones del Concilio Anual realizado en San José,
Costa Rica, entre el 1º y el 10 de octubre de 1996.

Fertilización humana asistida

La tecnología aplicada a la medicina ha desarrollado varias alternativas


destinadas a asistir a la fertilización humana. Procedimientos como
fecundación, fertilización in vitro, alquiler de vientre, transferencia
embrionaria y clones,* proveen cada vez más opciones para ayudar a la
fertilización humana. Para los cristianos que buscan saber la voluntad de
Dios acerca de este asunto, estas intervenciones suscitan serios
cuestionamientos éticos. La esperanza de tener hijos generalmente es muy
intensa. Cuando se frustra por problemas de esterilidad, las desilusiones
que provoca la falta de hijos tiene un peso muy grande sobre muchos
matrimonios. Dicho impedimento exige comprensión y compasión. Al sufrir
tristezas a causa de la esterilidad, nadie debería sorprenderse de que
muchos recurran a las nuevas tecnologías que ayudan a la fertilización con
el fin de restaurar sus ilusiones. Sin embargo, junto con el poder que estas
tecnologías ponen al alcance del ser humano, está implícita la
responsabilidad de decidir si ellas deben o no ser utilizadas.

Fundamentada en la convicción de que Dios se interesa en todas las


dimensiones de la vida, la Iglesia Adventista del Séptimo Día está
comprometida en descubrir y adoptar los principios del Creador
concernientes a la fertilización humana. La capacidad de procrear es una
dádiva de Dios, y debe ser usada para su gloria y como una bendición para
la raza humana. Como resultado de un cuidadoso estudio de la Biblia y del
ministerio del Espíritu Santo, la comunidad de fe puede identificar los
principios fundamentales que orientan la toma de decisiones con respecto a
la fertilización asistida. Entre los más importantes están los siguientes:

1) La reproducción humana es parte del plan de Dios (Gén. 1:28), y los hijos
son una bendición del Señor (Sal. 127:3; 113:9). Cuando son practicadas en
armonía con los principios bíblicos, las tecnologías médicas que ayudan a
las parejas estériles pueden aceptarse con tranquilidad de conciencia.

2) La falta de hijos no debería implicar un estigma social o moral, y,


además, nadie debería ser presionado a tener hijos con o sin asistencia
profesional calificada (1 Cor. 7:4, 7; Rom. 14:4; Mat. 19:10-12; 24:19; 1 Tim.
5:8). La decisión acerca de utilizar o no tecnologías aplicadas a la
fertilización es un asunto muy íntimo, que debe ser decidido entre el marido
y la esposa sin ninguna coerción. Hay muchos motivos aceptables,
incluyendo la salud y los requerimientos especiales de algunas formas de
servicio cristiano (1 Cor. 7:32, 33), que pueden llevar a las personas a
privarse o a limitar voluntariamente la procreación.

3) Como resultado de la participación activa del padre y de la madre, el


ideal de Dios es que sus criaturas disfruten los beneficios de una familia
estable (Prov. 22:6; Sal. 128:1-3; Efe. 6:4; Deut. 6:4-7; 1 Tim. 5:8). Por esta
causa, los cristianos pueden buscar asistencia médica para la fertilización
sólo dentro de los límites de la fidelidad y de la continuidad del matrimonio.
El recurso de un tercer participante, como las donaciones de esperma, de
óvulo, o la del “alquiler de útero”, implica varios problemas médicos y éticos
que es mejor descartar. Además, el principio de la identidad familiar y
genética son fundamentales para el bienestar individual. Es por esto que
cualquier decisión concerniente a la fertilización asistida debe considerar el
impacto que sufrirá la herencia y el concepto bíblico de familia.

4) La vida humana debe ser tratada con respeto en todas las fases de su
desarrollo (Jer. 1:5; Sal. 139:13-16). La fertilización asistida exige
sensibilidad acerca del valor de la vida humana. Procedimientos como la
fertilización in vitro requiere decisiones previas acerca del número de óvulos
que serán fertilizados, y sobre otros aspectos morales referentes a la
eliminación de cualquiera de los preembriones que quede como remanente.

5) Las decisiones concernientes a la procreación deben estar


fundamentadas en informaciones completas y precisas (Prov. 12:22; Efe.
4:15, 25). Los matrimonios que están considerando la fertilización asistida
deben buscar tales informaciones. A su vez, los profesionales de la salud
deben orientar bien acerca de la naturaleza de los procedimientos, los
riesgos físicos y emocionales, los costos, los éxitos documentados y la
probabilidad de restricciones.

6) Los principios de la mayordomía cristiana son relevantes en las


decisiones concernientes a la fertilización asistida (Luc. 14:28; Prov. 3:9).
Considerando que las tecnologías mencionadas son demasiado caras, las
parejas que buscan ayuda con fines de lograr la fertilización,
responsablemente deben considerar los gastos que ello implica. Al buscar la
aplicación de estos principios, los cristianos pueden confiar que el Espíritu
Santo los conducirá en sus decisiones (Juan 16:13). Además, la comunidad
de fe debería ver el modo de comprender las aspiraciones de las parejas sin
hijos y los problemas que ellos enfrentan (Efe. 4:11-16). Entre las
alternativas para matrimonios estériles se encuentra la adopción. Las
parejas, al hacer una decisión cuidadosa, deben poder confiar en la
comprensión compasiva de la familia espiritual.
* Los Editores: “Clon” es el conjunto de descendientes genotípicamente
iguales que se origina de otro homocigoto por reproducción asexual o
partenogenética.

En la sesión plenaria de la Junta Directiva realizada en Brasilia del 17 al 23


de noviembre de 1994, la División Sudamericana estudió y asentó en sus
actas el presente documento.

Fundamentos éticos para la Asociación General y sus empleados

Nuestra misión

La misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es proclamar el evangelio


eterno a todas las personas, en el contexto de los mensajes de los tres
ángeles de Apocalipsis 14:6- 2, llevándolas a aceptar a Jesús como su
Salvador personal, y animándolas a unirse a su iglesia y prepararse para el
pronto regreso de Cristo. Dentro del panorama de esta misión, la oficina de
la Asociación General existe para conducir a la iglesia a dar un testimonio
mundial del reino de Dios, para la formación de discípulos de Jesucristo.

Nuestra responsabilidad

Los empleados de la Asociación General creen que:

● Somos responsables, primero, ante Dios, nuestro Creador. Las acciones


individuales y colectivas deben reflejar su carácter y exhibir su amor.

● Somos responsables ante las comunidades en las que trabajamos y


vivimos, y también ante la comunidad mundial. Aceptamos el desafío de ser
personas ejemplares y ciudadanos sociales. Sostenemos buenas obras y
obras de beneficencia. Estimulamos el mejoramiento cívico, una mejor
calidad de vida, seguridad, salud y educación para todos.

● Somos responsables ante los demás feligreses. Aceptamos la


responsabilidad por decisiones sólidas de liderazgo y una mayordomía
apropiada. ● Somos responsables mutuamente dentro del complejo de
oficinas. Cada persona merece ser tratada con dignidad y respeto; que su
rol y su contribución sean apreciados y afirmados; que actúen en un
ambiente sano de trabajo; que experimenten una atmósfera de desafío,
comunicación abierta y satisfacción.
Nuestros valores

● Valoramos la Biblia como la principal referencia de la dirección y de las


cualidades de la vida.

● Valoramos la excelencia en todo lo que hacemos.

● Valoramos la conducta moral y ética en todo momento y en todas las


relaciones.

● Valoramos la creatividad e innovación en la realización de nuestra misión.

● Valoramos la honestidad, la integridad y el coraje como los fundamentos


de nuestras acciones.

● Valoramos la confianza puesta en nosotros por los colegas y por la


feligresía mundial.

● Valoramos a las personas como hijos de Dios, y por lo tanto, hermanos y


hermanas de una misma familia.

Responsabilidades éticas como empleador y ciudadano corporativo

Al proseguir su misión, y mientras mantiene sus responsabilidades y


adhesión a sus valores, la Asociación General opera bajo las siguientes
orientaciones éticas:

● Igualdad de oportunidades para el empleo. La Asociación General seguirá


procedimientos para asegurar la igualdad de oportunidades para el empleo,
la remuneración y los ascensos sobre la base de capacidades y realización
de los trabajos, siempre dentro del marco de las leyes que permiten que la
feligresía denominacional sea una condición de empleo, y sujetos a las
reglas denominacionales en los cargos que requieren ordenación ministerial.

● Equidad, imparcialidad y no discriminación. La Asociación General tratará


a todas las personas y grupos con justicia amante. No practicará ni pasará
por alto la discriminación con respecto a la raza, el origen nacional, el
género, la edad, el estado civil, la condición de veterano o la incapacidad,
siempre que no impida la realización de las funciones esenciales para el
trabajo.

● Cumplimiento de las leyes establecidas. La Asociación General llevará


adelante sus actividades cumpliendo con las leyes establecidas, siempre
que éstas no estén en contradicción con la voluntad expresa de Dios.

● Lealtad y cumplimiento de las obligaciones contractuales. La Asociación


General cumplirá los compromisos que ha tomado por los canales
autorizados. Donde surjan malos entendidos con respecto a cualquiera de
esos compromisos, la Asociación General participará, con los grupos
involucrados, en procedimientos para encontrar solución a esos conflictos
dentro de la organización antes de buscar la ayuda de la comunidad más
amplia.

● Atmósfera de seguridad y alegría. La Asociación General está


comprometida en proveer un ambiente de trabajo que ofrezca seguridad
física y estabilidad. También procurará estimular y promover una felicidad
genuina mediante la percepción de que cada empleado es valioso y cada
tarea, no importa cuán rutinaria o silenciosa sea, es un servicio para Dios.
La Asociación General seguirá integrando la adoración, el trabajo y la
celebración de una manera que reconozca la integridad en la vida y las
relaciones.

● Respeto por la dignidad y la individualidad humanas. La Asociación


General afirma y respeta la cualidad única de cada empleado. Reconoce que
el valor de la persona sobrepasa el valor de su contribución a la
organización. Cree que la armonía comunitaria y los objetivos corporativos
son reforzados antes que comprometidos por un amplio mosaico de
personalidades, talentos, habilidades y puntos de vista dedicados a honrar a
Jesucristo. La Asociación General procurará que las comunicaciones sean
oportunas, veraces, abiertas, cándidas y bondadosas.

Responsabilidades éticas como empleados

Reconocemos que el recibir un empleo en la Iglesia Adventista del Séptimo


Día implica un compromiso con la misión de la organización, y la aceptación
de sus responsabilidades y valores. Afirmamos que la relación empleador-
empleado crece dentro de una reciprocidad de consideración mutua.
Nuestro servicio razonable como empleados incluye las siguientes
responsabilidades éticas:

● Una vida consecuente con el mensaje y la misión de la iglesia. Mientras


estemos empleados por la Asociación General viviremos de una manera
consecuente con las creencias y los valores de la iglesia. Sostendremos, en
palabras y conducta, las enseñanzas y los principios sostenidos y
propuestos por la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

● El respeto por los bienes pertenecientes a la iglesia. Respetaremos las


propiedades de nuestra organización, incluyendo cualquier propiedad
intelectual que se desarrolle en el curso de nuestro empleo. Usaremos la
propiedad, las instalaciones y los recursos exclusivamente para el beneficio
de nuestra organización, a menos que se nos permita hacerlo o cuando se
hagan arreglos para una compensación financiera por ellos.
● Respeto por los colegas. Respetaremos y apoyaremos a nuestros
compañeros de empleo. Nos abstendremos de avergonzar
intencionalmente, o de faltar el respeto o acosar. Evitaremos toda conducta
que pueda ser considerada como sexualmente inapropiada. Cuidaremos la
intimidad y la seguridad de los demás.

● Eficiencia y atención en el trabajo. Las horas de trabajo serán destinadas


a realizar las tareas que nos son asignadas. No usaremos el tiempo de
nuestro empleador para asuntos personales o para el progreso de nuestros
intereses que no estén relacionados con el trabajo que nos asignaron
nuestros supervisores. No perjudicaremos a nuestro empleador entrando en
otro empleo o en actividades que disminuyan nuestras acciones para la
Asociación General mientras estemos en nuestro puesto. Aspiraremos a una
mayor eficiencia y a la reducción de pérdidas de tiempo, esfuerzo y
recursos.

● Integridad personal en asuntos financieros. No nos ocuparemos de robos


o malversaciones de ninguna clase, incluyendo el mal uso de cuentas de
gastos, falsificación de informes de horas, o a la mala aplicación de recursos
por los cuales somos responsables.

● Abstención de influencias inapropiadas. Reconocemos que el dar o recibir


regalos empresarios puede fácilmente resultar en consideraciones ulteriores
en nuestro trabajo o relaciones de empleo. Por lo tanto, recibir regalos,
pagos u honorarios como incentivos o recompensas por una acción
determinada es inaceptable. No ofreceremos regalos, favores, pagos u otras
formas de recompensa directa o indirectamente a cambio de ganancias o
acciones específicas.

● Mantenimiento de un ambiente ético en el lugar de trabajo. Aceptamos la


obligación de mantener normas éticas en la vida personal y en el lugar de
trabajo. Creemos que es nuestra responsabilidad personal informar,
mediante los canales confidenciales establecidos, cualquier comportamiento
que sea inapropiado o que socave el ambiente ético en el complejo de las
oficinas. Debemos ser tenidos por responsables frente a nuestros
supervisores y colegas por una conducta profesional que represente los
valores morales y éticos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Este documento fue aprobado por la Junta Directiva de la Asociación


General en la sesión del Concilio Anual realizado en Silver Spring, Maryland,
EE.UU., el 29 de setiembre de 1999. El prefacio del documento incluye la
recomendación de que las divisiones mundiales adopten esta declaración
para ser usada en los territorios de su jurisdicción.
Asuntos estratégicos para la Iglesia Adventista del Séptimo Día

VOTADO, aprobar y remitir a cada División y a la Unión anexada el


documento Asuntos estratégicos para la Iglesia Adventista del Séptimo día,
como sigue:

Asuntos estratégicos para la Iglesia Adventista del Séptimo Día

“La misión de la Iglesia Adventista del Séptimo Día es proclamar a todos los
pueblos el evangelio eterno en el contexto del mensaje de los tres ángeles
de Apocalipsis 14:6-12, guiándolos a aceptar a Jesús como Salvador
personal y a unirse con su iglesia, y nutrirlos en preparación para su pronto
regreso” (Reglamento de la Asociación General, A 05). Esta Declaración de
Misión es el fundamento sobre el cual está establecido lo siguiente: El ideal
de Cristo para su iglesia es que ésta refleje la destreza de su Constructor,
porque él fue quien dijo: “Yo edificaré mi iglesia”. Cristo también afirmó que
él desea presentarla a su Padre como una iglesia perfecta, sin mancha ni
arruga. Este ideal será alcanzado en la medida en que los miembros
respondan al amor de Cristo manifestado en la cruz, se sometan
humildemente al señorío de Cristo como está expuesto en las Sagradas
Escrituras, y dependan completamente del poder y la dirección del Espíritu
Santo en ellos.

La Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, en respuesta a la


misión de Cristo, está colocando énfasis en tres asuntos estratégicos:

Calidad de vida, Unidad y Crecimiento.

Es nuestro deseo profundo que en la formación de una comunidad de fe,


cada persona experimente un compromiso incondicional con Cristo. Este
compromiso da como resultado una experiencia personal gozosa y amante,
participación activa en la vida de la iglesia y servicio compasivo a la
comunidad más extendida en el mundo. Los dirigentes de la Asociación
General diseñarán y llevarán a cabo su servicio al campo mundial de tal
manera que el señorío de Jesucristo encuentre expresión en la Iglesia
Adventista del Séptimo Día por medio de:

1. Calidad de vida personal y eclesial demostrada por:

a. Feligreses cuya vida demuestre e ilustre el gozo de la salvación, la


restauración y la anticipación del mundo venidero.
b. Grupos semanales de estudio de la Biblia para todas las edades con un
currículum organizacional apropiado.

c. Adoración semanal corporativa cada sábado. d. Desarrollo de una vida de


oración personal, familiar y en grupos.

e. Entrenamiento regular para discipular, testificar e involucrarse en


actividades de la iglesia local.

f. Conocimiento de, y participación en, la obra mundial de la iglesia. g.


Nutrición de los feligreses de todas las edades de acuerdo con sus diversas
necesidades, y conducción de los miembros para que descubran sus dones
espirituales.

h. Adventistas que son, además de que se los perciba así, ciudadanos


modelo en la comunidad y cuyos valores de vida mental, física y espiritual
estén asociados con la compasión y el servicio.

2. Unidad de la iglesia demostrada por:

a. Cohesión doctrinal: que resulta de que, guiada por el Espíritu, la iglesia


mundial aprueba doctrinas fundamentales basadas en la Biblia y centradas
en Cristo.

b. Unión de los creyentes: experimentada por la creación y la preservación


de una comunidad que abarca diversidad cultural y étnica.

c. Cohesión organizacional: percibida en una identidad distintiva de la


iglesia local y global, que surge del sistema de estructura y organización
aprobado por la iglesia mundial.

3. Crecimiento de la iglesia demostrado por:

a. Feligreses que tienen una rica experiencia espiritual, que han descubierto
sus dones espirituales y se han comprometido a testificar activamente. b.
Índices crecientes de ingreso y retención de miembros en las iglesias
locales.

c. Un impacto positivo de la presencia adventista dentro de la comunidad.

d. El número de iglesias establecidas en áreas no penetradas.

e. La transmisión del legado y la misión de la iglesia a la próxima


generación.
Votado por la Junta Directiva de la Asociación General de la Iglesia
Adventista del Séptimo Día en su reunión de Primavera, en abril de 2002.

Declaración de protocolo para las adiciones o revisiones de la “Declaración


de creencias fundamentales”

Para agregar o revisar la “Declaración de creencias fundamentales” es


imperativo involucrar en el proceso a la iglesia mundial tanto como sea
posible. Toda sugerencia debería partir de una preocupación seria por el
bienestar de la iglesia mundial y su mensaje y misión, debe estar
fundamentada en la Biblia e informada por los escritos de Elena de White.
Considerando la importancia y la necesidad de involucrar a la iglesia
mundial en el proceso de realizar adiciones a, o revisiones de, la
“Declaración de creencias fundamentales”, cualquier sugerencia de posibles
cambios debería llegar a la oficina del presidente de la Asociación General
no más tarde que dos (2) años antes de un Congreso de la Asociación
General. Si la percepción de la necesidad de realizar adiciones o revisiones
de la “Declaración de creencias fundamentales” se inicia en el campo
mundial, el asunto deberá ser discutido cuidadosamente en cada nivel
administrativo. En la evaluación del cambio propuesto el cuerpo gobernante
en cada nivel deberá establecer un proceso apropiado para la evaluación,
buscando que haya una amplia participación. Como resultado del proceso
en cada nivel, el cuerpo gobernante recomendará el cambio propuesto al
siguiente nivel administrativo o abandonará toda consideración posterior del
mismo. De este modo la recomendación de cambios en la “Declaración de
creencias fundamentales” arribará a la Asociación General. Una vez que las
sugerencias llegan a la Asociación General, o si las sugerencias se
originaran en la Asociación General, ésta designará una comisión ad hoc
para coordinar el proceso y facilitar el diálogo. La Asociación General
utilizará el siguiente procedimiento para buscarel consenso de la iglesia
mundial en favor o en contra del cambio propuesto:

1. La Asociación General coordinará y facilitará el proceso de discusión a


través de la presidencia y los miembros de la comisión ad hoc.

2. Se enviará a las divisiones un borrador preliminar aprobado por la


Reunión de Primavera o el Concilio Anual, para dar lugar a reacciones y
comentarios. Este borrador debería ser discutido en el ámbito de las
uniones y las asociaciones/misiones, e impreso en los periódicos locales de
la iglesia. 3. Se involucrará a los departamentos de teología y religión y los
seminarios.
4. La Comisión del Instituto de Investigación Bíblica y otras comisiones
pertinentes discutirán el borrador.

5. El borrador se publicará en la Revista Adventista, la revista Ministerio


Adventista y se lo colocará en Internet para dar lugar a comentarios y
reacciones de los miembros de la iglesia.

6. La comisión ad hoc de la Asociación General recibirá todas las


sugerencias de los campos mundiales y preparará la copia final a ser
sometida al Concilio Anual para su discusión, antes de que sea colocada en
la agenda del Congreso de la Asociación General.

7. Solamente un Congreso de la Asociación General puede aprobar


adiciones o revisiones de la “Declaración de creencias fundamentales” de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Esta declaración fue votada por el 58º Congreso de la Asociación General,


realizado en St. Louis, Missouri, EE.UU., el 3 de julio de 2005.

Apéndices

Apéndice I

Documentos ordenados por año de aparición*

1980

Mensaje de paz para la gente de buena voluntad

1983

Marcas registradas

1985

Diezmo, Usos del


Drogas .

Hogar y familia

Movimiento ecuménico

Paz .

Racismo

1986

Métodos de estudio de la Biblia

1987

Conducta sexual .

Libertad y responsabilidad teológica y académica (DSA:87-735)

1988

Acoso sexual

Competición, Actividades con elementos de (DSA:88-604)

Instituciones de salud

1990

Desamparo y pobreza .

Familia, Afirmación de la

Pornografía

Sábado, La observancia del (DSA:90-639 y 91-609)

SIDA

SIDA–Una respuesta adventista (DSA:96-341)

Uso, abuso y dependencia de sustancias químicas .

Venta de armas, Proscripción de

1992
Aborto (DSA:92-412)

Creación, Cuidado de la (DSA:92-410)

Paciente terminal (DSA:92-406)

Principios de temperancia y aceptación de donaciones (DSA:92-409)

1993

Declaración de misión de la IASD (DSA:96-338)

1994

Fertilización humana asistida (DSA:94-327)

1995

Abuso y violencia familiar

Alfabetización .

Cambios en el clima, Peligros de los

Comisión de Estrategias de Comunicación

Espíritu de Profecía – Utrecht (DSA:95-391)

Fumar y tabaco

Intervenciones genéticas, Principios cristianos sobre .

Libertad religiosa

Medio ambiente

Mujer, Temas acerca de la

Relaciones humanas

Sagradas Escrituras

Tolerancia

1996
Compromiso total con Dios (DSA:96-339)

Fumar y ética

Matrimonio, Afirmación del (DSA:96-340)

Medio ambiente, Mayordomía del

Renovación espiritual e impacto sobre la sociedad

Violencia familiar (DSA:96-343)

1997

Abuso sexual de menores (DSA:96-343)

Catolicismo Romano

1998

Clonación humana

Derechos humanos

Enfermedades de transmisión sexual

1999

Año 2000, El adventismo y el (DSA:99-170)

Control de la natalidad (DSA:99-171)

Fundamentos éticos para la AG

Homosexualidad (DSA:99-172)

Kosovo

Minorías religiosas y libertad religiosa

2000

Acoso

Juegos de azar

Libertad religiosa, evangelización y proselitismo


Mutilaciones genitales femeninas

Niños, Bienestar y valor de los

Terapia genética humana

2002

Asuntos estratégicos para la IASD (DSA:2002-114)

Paz, Un llamado a la (DSA:2002-110)

2003

Empleadores y empleados, Relaciones entre (DSA:2003-284)

Orientaciones para participar en Misión global

2004

Creación, Respuesta a “Una afirmación de la (DSA: 2004-273)

Creación, Una afirmación de la (DSA: 2004-273)

Declaración de Misión de la IASD**

Música, Filosofía adventista acerca de la

Uniones del mismo sexo

Valores de la IASD (DSA: 2004-276)

2005

Adiciones o revisiones a las creencias

fundamentales (DSA: 2004-067)

Ataque terrorista en Londres

Espíritu de Profecía – St. Louis

Extremismo religioso

Música en la IASD de Sudamérica


Respeto por todas las personas .

Santa Biblia

Ser transformados en Cristo

Sin fecha:

Relaciones con otras iglesias cristianas

Relaciones entre Iglesia y Estado

SIDA, Epidemia del

____________

* Los años son los consignados por la edición en inglés. El signo ?, al lado de
la referencia al voto de la DSA, indica una incongruencia que no pudo ser
verificada y corregida. En los años en que

hay más de un documento, el ordenamiento es alfabético y no por mes de


aprobación.

** Este documento es una revisión del aprobado en 1993.

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