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Apuntes Filosofía chilena:

TEXTO:
"Alonso Briceño.
Apuntes para una historia de la filosofía en Chile
Mirko Škarica"

-El punto es qué quiere decir independizarse de un pensamiento extranjero. En algún sentido no habría
filosofía chilena sino en quienes han pensado desde sí mismos fuera de toda influencia filosófica, puesto
que la filosofía se originó ya fuera de Chile. Aún hoy, por cumplirse el bicentenario de la Independencia,
no hay un filósofo propiamente tal que no acuse deuda con algún filósofo extranjero moderno
contemporáneo, francés, alemán, etc.

COMENTARIO:
TODA filosofía y la filosofía en Chile, por sus ansias de reflexionar todo cuanto roza con el entendimiento
humano, se obliga a observar "sus objetos", "sus cosas", "sus problemas", etc., considerando la premisa de
que existe el pensamiento pensado y, por lo mismo, sistemas y definiciones filosóficas ya considerables por
los otros hombres "desde su lugar y en su momento determinados", lo que sugiere, y abre las posibilidades
a nuevos pensamientos e ideas, al surgimiento de nuevos hombres pensantes que tendrán la función de
considerar "nuestros objetos", "nuestras cosas", "nuestros problemas", etc., dando origen -otra vez- a
pensamiento pensado desde un propio lugar y un propio momento, dando razones para considerar una
trascendencia filosófica, una especie de independencia reflexiva, la cual definiría una filosofía perenne y
propia.
Por lo tanto, esa cuestión de acusar deuda con filósofos extranjeros se refiere más a un reconocer la
presencia de "pensamientos pensados" de los cuales se nutrieron los colegios escolásticos y los forjadores de
nuestra patria, y de los cuales se nutren nuestras universidades; este reconocer la presencia de los
grandes autores y los sucesivos comentarios y estudios realizados por nuestros egresados en filosofía en
torno y basados en ellos, ha subsumido lo propiamente filosófico en cuanto tal al descrédito y a su
obsoluto desconocimiento y ha establecido una preeminencia de lo universal sobre lo propiamente tal y
particular de la filosofía, que es considerar "nuestros objetos", "nuestras cosas", "nuestros problemas", etc.

TEXTO:
"En torno a una filosofía americana"
Leopoldo Zea

- EN cuanto al hispanoamericano, se ha conformado con sentirse inferior no sólo al europeo, sino


también al norte americano. No sólo no trata de ocultar su sentimiento de inferioridad, sino que lo exhibe
autodenigrándose. Lo único que ha tratado hasta hoy ha sido vivir lo más cómodamente a la sombra de
ideas que sabe que no le son propias. De aquí que nuestra política se haya tranformado en burocracia. La
política deja de ser un fín y se convierte en un instrumento para alcanzar un determinado puesto
burocrático. No importan las banderas ni los ideales, lo que importa es que estas banderas o ideales
permitan alcanzar un determinado puesto. De aquí esos milagrosos y rápidos cambios de bandera y de

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ideales; de aquí también ese estar siempre proyectando, planeando, sin alcanzar nunca resultados
definitivos. Continuamente se está ensayando y proyectando de acuerdo con ideologías siempre
cambiantes. No hay un plan a realizar por todos los nacionales porque no hay sentido de Nación. Y no
hay sentido de Nación por la misma razón por la cual no ha habido sentido de lo americano. Quien se
siente inferior como americano se siente también inferior como nacional, como miembro de una de las
naciones del Continente Americano. Y no se piense que tiene sentido de Nación el nacionalista rabioso que
habla de hacer una Cultura Americana, Argentina, Chilena o de cualquier otro país americano,
excluyendo todo cuanto huela a extranjero. No, en el fondo no tratará sino de eliminar aquello frente a lo
cual se siente inferior. Este es el caso de quienes consideran que éste es el momento para eliminar de
nuestra cultura todo lo europeo.

COMENTARIO:
En contadas ocasiones hemos atendido a lo que nos propone el señor Leopoldo Zea. El americanismo,
como proyecto de búsqueda y esblecimiento de la propia identidad americana, supone independencia
intelectual a lo europeo, lo norteamericano, alemán, etc., sin embargo, a ocurrido todo lo contrario.
Lo que L. Zea llama "sentimiento de inferioridad" latinoamericana, es un aspecto, real, de lo que ocurrió y
ocurre en filosofía, sin advertir otro aspecto, desatendido, de "trascendencia", de superación filosófica que,
como filosófica, no se establece políticamente. Es decir, el discurrir teórico de todo cuanto ocurre en
nuestra realidad propiamente tal es desarrollado por el hombre que tiene la función definitoria de los
objetos reales y teóricos, es decir, el filósofo, y desde y con éstas definiciones (filosóficas) se nutre la
sociedad completa, aquella suscrita al tiempo y lugar del que la reflexiona. Con esto, la política es
alimentada de lo que sus hombres pensantes han propuesto, y, con esto, le corresponde al filósofo
"trascender" las ideas, proponer esa independencia ante lo extranjero. No habrán banderas ni ideales en
aquellos lugares donde no hallan filósofos y no habrán filósofos en aquellos lugares donde no se avisore
esta realidad. Aún más, no habrá filosofía verdaderamente real, filosofía en cuanto tal, en aquellos
lugares, a pesar de sus egresados de las facultades, de sus ensayos y estudios, en cuanto insistan en
imponerse a sí mismos "universales" imposibles de trascender. Tanto Latimoamerica -por lo mismo Chile-
tiene una deuda intelectual que satisfacer: trascender teóricamente hacia una realidad filosóficamente
verdadera.

TEXTO:
«¿Qué historia de la filosofía se necesita en América Latina?»
Pablo Guadarrama González. (Cuba - Santa Clara / Enero 1996)

Los controvertidos conceptos de filosofía americana y filosofía latinoamericana, fundamentalmente,


adquirieron cierta connotación peyorativa, por parte del resto de la comunidad filosófica aun cuando
fueron esgrimidos con carácter de yuxtaposición, confrontación o simple analogía con la filosofía europea.
En la medida en que sus principales propugnadores han coincidido en el carácter universal de la filosofía,
estos conceptos han logrado un mayor nivel de concreción y ajuste referido a la producción de ideas
filosóficas que se realiza en el ámbito latinoamericano, como sucede en cualquier otra parte del mundo, y
en tal sentido pueden ser y, de hecho, son más utilizados en la actualidad.

COMENTARIO:

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AQUELLA filosofía que pretende trascender teóricamente hacia una filosofía realmente verdadera,
reflexiona en torno a una realidad propiamente tal, concreta y suya, y por lo mismo en contraposición a
aquella filosofía extraña que la precede. Es más, descubrir y definir nuevos conceptos teóricos es signo de
trascendencia teórica, que -a la larga- significará independencia intelectual, y caracterizará una nueva
forma de hacer filosofía: tal es el destino de la filosofía latinoamericana y, por lo mismo, la filosofía
chilena.
Aún así, no se pretende proponer una filosofía yuxtapuesta, en confrontasión o como simple analogía a la
filosofía europea, estableciendo juicio de valor de una sobre la otra, sino una suscrita al ámbito propio de
realidad que le corresponde, pues es desde este lugar desde dónde el filósofo, el hombre que reflexiona,
establece sus definiciones teóricas.
En todo caso, la connotación peyorativa de nuestra forma de hacer filosofía en latinoamérica, o es
europea o es establecida por filósofos no suscritos al ámbito de realidad que le corresponde, es decir, de
hombres que piensan "desde y en" un lugar y momento no propiamente latinoamericano. Y para lograr
tal connotación no basta con declararse, nisiquiera abiertamente, latinoamericanista, sino desarrollar
reflexiones en torno a los temas propios latinoamericanos, el cual es conducido dialécticamente a
interrogarse por el ser propiamente latinoamericano, reflexión jamás lograda por la tradición europea.
Vale preguntarse, entonces, si es posible un carácter universal de la filosofía -concepto mediante el cual se
pretenden incluir las reflexiones particulares a un sentido general y universal, abandonando lo
propiamente tal, por el solo hecho de lograr un mayor nivel de concreción y ajuste a la producción de
ideas filosóficas. Con todo, el sentido de nuestra filosofía propia, no es incluírse en la historia de la filosofía
universal, sino todo lo contrario: escribir la historia de la filosofía latinoamericana, el conjunto de las
reflexiones acaecidas en el más acá de nuestros países intelectualmente libres.

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