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El ejercicio de la función docente, desde antaño, ha constituido el


quehacer educativo de mayor relevancia en la formación integral del hombre.
Bertrand Russell (1926), refiriéndose a la importancia de la función docente
señalaba: ¡Una generación de maestros valientes y osados bastaría para
cambiar al mundo erradicando la injusticia y el sufrimiento para siempre!

Hasta la primera mitad del siglo XX, los docentes gozaban de un


considerable estatus social como parte de la ³clase pensante´. Los maestros
sabían ser reconocidos como la voz de la autoridad en cuestiones tan vitales
como el desarrollo madurativo, mental y afectivo de los niños y jóvenes, y su
ascendiente social en estos asuntos se percibía como decisivo. No serían los
productores de la cultura, pero sin duda eran vistos como quienes la hacían
posible sentando sus bases. Podían no ser capaces de alterar el orden social a
corto plazo, pero indudablemente sus enseñanzas ostentaban el poder de
determinar el curso futuro de las comunidades, las naciones e incluso del
planeta entero (Tavárez, 2008).

El quehacer educativo, como toda actividad profesional, se inscribe en


un marco legitimador que le confiere una determinada legalidad. Por ello, todo
paradigma pedagógico define su sujeto y es a partir de la misma en cómo se
concibe el rol del educador (Puigros, 1990), es decir, que la sociedad legitima
su rol a partir de la ideología imperante y acorde con las necesidades de la
misma, no necesariamente a favor de las necesidades reales de la humanidad.

En esta misma lógica, Mariátegui (1928) hacía referencia que ³no era
posible democratizar la enseñanza de un país sin democratiz ar su economía y
sin democratizar, por ende, su superestructura política. O, en términos
igualmente coherentes: ³La crisis de la enseñanza coincide universalmente con
una crisis política´.

Estas afirmaciones significan que todo proyecto educativo que est é


sustentado en una base social que no refleje los intereses del pueblo terminará
por ser más bien un azote para él (Ríos, 2008). La satisfacción de las amplias
masas, pasa por una solución política al problema social económico y en
nuestro caso, referido a la calidad de la educación básica y a la mejora de la
imagen social del docente.


   

En la actualidad, el término ³ë hace referencia a los profesionales


educadores que laboran en el sistema escolar y las características de su perfil
es motivo de controversia.
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Torres (1998), fruto de revisiones bibliográficas acerca del quehacer
docente, presenta una síntesis de las características prin cipales del rol docente
esperado, rol docente ideal ³que supera los límites de lo humano´, en tanto que
supone que el maestro sea ³un sujeto polivalente, profesional competente,
agente de cambio, practicante reflexivo, profesor investigador, intelectual cr ítico
e intelectual transformador, entre otras características deseables. Su perfil y
función incluyen un largo listado de "competencias deseadas", en el que
confluyen contradictoriamente, postulados inspirados en la teoría del capital
humano y los enfoques eficientistas de la educación, así como posturas
largamente acuñadas por las corrientes progresistas, la pedagogía crítica y los
movimientos de renovación educativa, que hoy han pasado a formar parte de la
retórica de la reforma educativa mundial.
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En este contexto, si bien se reconoce la importancia del docente, éste no
cuenta con la atención ni la asistencia del Estado, ni con el apoyo de la
comunidad educativa que favorezca los procesos formativos, ni con el debido
reconocimiento salarial a su función, ni con una comprensión integral de lo
importante de su labor pedagógica. Ello produce desubicación y confusión
social respecto de la situación laboral, cultural y política del maestro en la
sociedad y por ende, sobre su posicionamiento epistemológico e hi stórico de su
saber, desconociendo su aporte ético y político a la transformación de la
sociedad a través de la enseñanza (Ibarra, 2007).

 
 
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Mejorar la imagen social del docente de Educación Básica en la Región
Ayacucho.

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a. Fortalecer la Imagen Social concebida de la formación profesional del
docente en la Región Ayacucho.

b. Fortalecer la Imagen Social concebida del desempeño docente en el


aula en la Región Ayacucho

c. Fortalecer la Imagen Social concebida de la relación docent e - docente


en la Región Ayacucho

d. Fortalecer la Imagen Social concebida de la relación docente ±


comunidad en la Región Ayacucho.

    

1. A nivel legislativo, se debe dar cumplimiento a la Ley General de


Educación, en lo que respecta a la universalización, calidad y equidad
de la educación. Para tal efecto, es imprescindible cumplir con el
acuerdo nacional de asignar al sector educación un p resupuesto anual
equivalente al 6% del producto bruto interno que incentive, entre otros, el
desarrollo profesional y el buen desempeño laboral docente. Es
necesario que los docentes cuenten con los insumos y el equipamiento
básicos para cumplir con efectividad su función, lo que permitirá revertir
la imagen negativa hacia el docente de educación básica. Como
señalara Bunge (2002), es preciso ³desarrollar la filosofía práctica´, es
decir que las intenciones para mejorar la calidad educativa no sean
cuestiones demagógicas y trasciendan el plano ideológico para
encontrar coherencia con la práctica.

2. A nivel gubernamental, el Estado debe revalorar la carrera docente


como una de las profesiones de mayor importancia y transcendencia
para el desarrollo del país. La educación es el pilar más importante para
construir un futuro promisorio, ya que un pueblo educado tiene mayor
capacidad de decisión y participación para transformar la sociedad.

3. A nivel de los medios de comunicación masiva, convocar su compromiso


para revalorar el rol docente. Los maestros deben difundir sus aportes
en: investigación pedagógica, innovación, fortalecimiento de
capacidades técnico productivas y del talento humano. Los medios de
comunicación masiva según afirmaciones de Sánchez, Núñez y
Loscertales (2000), siempre desempeñan un importante papel, ya que
no sólo comunican contenidos informativos, sino que paralelamente a
ello, persiguen la creación o potenciación de determinados estereotipos
culturales (profesionales). En este sentido, los medios de comunicación
masiva también ejercen influencia en la modificación de una imagen
social negativa. Por tanto, como argumenta Esteve (2006), es más
importante que nunca reivindicar la imagen del docente y devolverles el
orgullo de una profesión imprescindible, que está obteniendo logros muy
importantes y que, al medir su éxito en un trabajo masivo, callado y
cotidiano, corre el riesgo de pasar inadvertida y de ser injustamente
valorada.

4. A nivel de las instituciones de educación superior, debe fortalecerse la


formación de los futuros docentes no sólo potenciando el desarrollo de la
inteligencia intelectual, sino también de la emocional (Goleman, 1996) y
moral (Coles, 2005). Al respecto, Tavárez (2008) menciona que en las
universidades, se manejan los hechos científicos y tecnológicos como
acabados y sólo repetibles. En las asignaturas se separan aun las
teorías de las prácticas y en muchas ocasiones no son compatibles. En
esas condiciones dicha formación se queda sólo en lo académico y ese
docente no podrá responder a su perfil, ya que le faltarán las
competencias que únicamente el trabajo sistemático, critico, innovador y
consciente, lo hace posible.

5. La universidad debe monitorear a sus egresados a través de la unidad


de Proyección Social e informar a los padres de familia y a la
colectividad acerca de sus logros académicos, artísticos, deportivos,
gremiales, etc.

6. A nivel gremial, es importante que los docentes reafirmen su


compromiso con la función docente y con el desarrollo de la sociedad.
La docencia no se puede seguir sustentando en discursos de confianza
moral, nacionalismo y patriotismo, sino en hechos prácti cos que
contribuyan al desarrollo del país. El Sindicato de docentes debe
promover y difundir los trabajos de investigación pedagógica
desarrolladas por los docentes.

7. A nivel de las Instituciones de Educación Básica Regular, fortalecer el


trabajo con las escuelas para padres, informando los logros de los
docentes en la ³educación integral´ de sus hijos. De esta manera será
posible revertir la imagen negativa del docente de educación básica.

8. A nivel docente, promover, generar y difundir los trabajos de


investigación científica dentro de la realidad regional, así como las
intervenciones en producción científica (concursos, encuentros juveniles,
ferias de ciencia y tecnología, etc.), artística (talleres de danza, música,
pintura, etc.) y deportiva, que permita cambiar la imagen negativa hacia
los docentes.

9. A nivel comunitario, es imprescindible que los padres de familia asuman


su compromiso y participación en la educación de sus hijos. Debe
desterrarse la creencia errónea de que el docente es el único
responsable de la educación de sus hijos.
10. Finalmente, materializar el perfil deseado del docente peruano de
acuerdo a las necesidades del país. Por ello , es necesario una política
que promueva efectiva y sostenidamente el diálogo y la participación,
tanto de los docentes, como de los padres, los alumnos y la comunidad
en su conjunto.

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