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Nigromancia y cábala

en los procesos de la Inquisición


en Sicilia entre los siglos XVI y XVII *
Melita Leonardi

RESUMEN:
Los juicios de la Inquisición Española analizados en este artículo
permiten reconstruir algunos aspectos aún desconocidos de la historia
de la magia en la Edad Moderna. A través de los documentos, se cons-
tata la existencia de dos formas distintas de acceso a la práctica de la
magia: de una parte, las profesionales (brujas y hechiceras) fortalecidas
por los servicios prestados a una clientela influyente; de otra, grupos cu-
yos miembros debatían sobre el arte del ocultismo, la cábala y la hechi-
cería en igualdad de términos y con capacidad para organizar rituales
mágicos, por muy complicados que fueran, hasta el último detalle.

ABSTRACT:
The amount of trials organised by the Spanish Inquisition which are
discussed in this study allow us to reconstruct some still unknown as-
pects in the history of magic in Modern Age. Documents derived from
those trials help us to affirm that there were two different ways of access
to the magical practice: on the one hand, professionals (wizards, wise
women) strengthened by their services to an influential clientele; on the
other hand, groups whose members discussed the art of the occult, cab-
bala and spells on equal terms and who were able to organise magic ri-
tuals in great detail, even if they were complicated.

* Este ensayo fue publicado en Rivista di Storia e Letteratura Religiosa, 1 (2003),


pp. 65-99.
Las abreviaturas utilizadas en el texto son las siguientes:
AGS = Archivo General, Simancas.
AHNM, Inq. = Archivo Histórico Nacional, Madrid, Inquisición.
ASDN, Santo 0ficio = Archivo histórico diocesano, Nápoles, Santo Oficio.
BCP = Biblioteca municipal de Palermo.

62 (2004) MISCELÁNEA COMILLAS 513-548


514 MELITA LEONARDI

1.1. En la Sicilia española operaban verdaderos cenáculos en los cua-


les los adeptos unían la práctica y la experimentación de las distintas for-
mas de magia a la discusión sobre temas heterogéneos, desde los distintos
poderes de los demonios hasta la mayor o menor eficacia de maleficios y
conjuros. La composición de tales asociaciones era prevalentemente mas-
culina. Las mujeres, cuando estaban presentes, eran utilizadas, sobre to-
do, como «instrumento» en las prácticas mágicas. Los acusados poseían
textos manuscritos (Clavícula de Salomón) e imprimidos (Cardano y Tri-
temio), obras que, a menudo, estaban en el Índice, y se servían de ellos pa-
ra llevar a cabo los rituales. El debate interno desarrollaba cuestiones es-
pecialmente difundidas en los ambientes heterodoxos de aquellos siglos,
como la negación de la inmortalidad del alma y la entidad de los poderes
del demonio.
El análisis de los procesos ha permitido detectar, en un período relati-
vamente breve, importantes cambios en la proyectación y en la ejecución de
los ritos mágicos: circunstancia ésta que testimonia la capacidad de los se-
guidores para ampliar su horizonte intelectual de referencia y para conec-
tarse con las distintas tradiciones y corrientes del pensamiento mágico. Sin
embargo, no es fácil reconstruir su continuidad y dependencia, ya que en
1783 el archivo de la Inquisición de Sicilia fue destruido por decisión de los
soberanos 1. A pesar de esto, están a disposición como fuentes alternativas,
la correspondencia entre los inquisidores de Sicilia y la Suprema, y las re-
laciones de las causas enviadas de Palermo a Madrid.
Las actividades relativas a la primera sociedad duran, aproximadamen-
te, veinte años: desde 1585 hasta 1616. Alrededor de los protagonistas prin-
cipales de los procesos, maestros reconocidos por el conciliábulo (Geroni-
mo D’Alessandro, Gregorio De Rosa, Andrea Scarlatta), se reunían grupos
heterogéneos de individuos con el objetivo de realizar rituales mágicos.
Los jerarcas de la secta actuaron desde 1584 hasta 1589 en la ciudad de Pa-
lermo, vinculándose a la potente familia Moncada. Hacia 1590 se transfi-
rieron a Mesina, donde estrecharon relaciones con la otra muy ilustre fa-
milia Balsamo. La documentación permite poner en evidencia el paso de
una magia tradicional, anclada en un horizonte cultural medieval, a una
moderna, nacida de la peculiar alianza entre el pensamiento hermético y
la cábala hebrea, como se había configurado en la contemporánea filoso-
fía humanístico-renacimental.

1
Acerca de esta «pira política dictada por razones de Estado, una cancelación
útil y agradecida por todos, sobre todo la aristocracia y las altas jerarquías eclesiás-
ticas, solicitado, no obstante, por el mismo inquisidor general de Sicilia, Salvatore
Ventimiglia», cf. V. SCIUTI RUSSI, Gli uomini di tenace concetto, Leonardo Sciascia e
l‘Inquisizione spagnola in Sicilia, Milano, La Vita Felice, 1996, pp. 21-22.
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 515

En 1585 tuvo lugar el descubrimiento de la asociación, gracias a la de-


nuncia de uno de sus miembros ante el Santo Oficio de Palermo. En un lar-
go memorial, Antonio Cavalleri, palermitano, solicitador fiscal, reveló a los
inquisidores Juan de la Peña, Luis Corronero y Juan Aymar que había par-
ticipado en numerosas invocaciones al demonio con sacrificios de anima-
les, realizadas en la ciudad de Palermo en compañía de otras personas. El
solicitador fiscal huyó a Nápoles y fue procesado dos años después tras la
remisión por parte del tribunal romano. La iniciativa de la autodenuncia
fue asumida a causa del consejo de un amigo, comisario del Santo Oficio.
Probablemente Cavalleri ya sabía que estaba siendo investigado y quiso an-
ticipar la actuación de los inquisidores 2.
El tribunal de Palermo recibió estas denuncias extremadamente graves
en el apogeo de su poder tras la lucha victoriosa contra el virrey Marco An-
tonio Colonna y de la emanación, en 1580, de la favorable pragmática-con-
cordia, ratificación de los amplísimos privilegios jurisdiccionales disfruta-
dos en la isla 3. Sin embargo, algunas sombras se condensaban sobre la
institución, dado que los conflictos jurisdiccionales mediados en el lustro
precedente entre el Santo Oficio y la corte del virrey, no habían cesado. Los
choques se debían, no tanto a la personalidad de los contendientes, sino a
una compleja mutación acaecida en el equilibrio de los aparatos burocráti-
cos del imperio español y a la puesta en discusión otra vez, en el gobierno
de la provincia mediterránea, del dualismo virrey-Inquisición. La Peña y
Corronero eran los defensores de un Santo Oficio fuerte, baluarte del poder
del rey español en Sicilia. Sin embargo, el tercer inquisidor, Juan Aymar,
nombrado en 1585, opinaba de muy distinta manera. Su nombramiento tra-
ía a la unión palermitana nuevas instancias del gobierno central, orientadas
a reforzar el poder vicerreal a costa de la Inquisición. Por consiguiente, el
conflicto entre los asociados, fue inmediato y durísimo 4. Las denuncias for-
muladas por Cavalleri exasperaron aquella situación de disputa.
Entre las personas nombradas por Cavalleri, había un primer núcleo
—compuesto por los frailes franciscanos Serafino da Messina (cuyo nom-
bre de seglar era Giovanni Marchese) y Arcangelo da Catania— ligado a dos
miembros de la alta aristocracia palermitana: los caballeros de Malta Gio-
vanni y Francesco Moncada. Los dos Moncada eran hijos naturales del di-

2
Para el proceso a Cavalleri, cf. AHNM, Inq, lib. 898, f. 45lv.
3
Sobre el durísimo conflicto que opuso a Colonna y a los inquisidores de Sici-
lia, véase V. SCIUTI RUSSI, Astrea en Sicilia Il ministero togato nella società siciliana dei
secoli XVI e XVII, Napoli, Jovene, 1983, pp. 151-170, e ID., «Inquisizione, politica e gius-
tizia nella Sicilia di Filippo II», en Rivista storica italiana, CXI (1999), pp. 37-64.
4
M. RIVERO RODRÍGUEZ, «La Inquisición española en Sicilia (siglos XVI-XVIII)», en
Historia de la Inquisición en España América, a cargo de J. PÉREZ VILLANUEVA y B. ES-
CANDELL BONET, III, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2000, pp. 1117-1118.
516 MELITA LEONARDI

funto príncipe de Paternò y vivían con su viuda, Doña Luisa de Luna, en el


Palacio Aiutamicristo. La familia Moncada, en su rama principal de los
príncipes de Paternò, era la primera del Reino, vinculada muy estrecha-
mente por lazos de familia y de patronazgo político con los más importan-
tes linajes españoles. De hecho, Doña Luisa de Luna era, sobrina ex filia del
virrey Juan de Vega; tras la muerte del primer marido, Cesare Moncada
(1570), transfirió su residencia de Palermo a Caltanissetta (otro feudo de la
familia), donde había creado una corte brillante bajo la enseña del fasto y
de la piedad religiosa conforme a los modelos típicos del gusto de la con-
trarreforma. En 1577, Luisa desposó al duque de Montalto, viudo de una de
Medinaceli, hija de otro virrey de Sicilia, del primer matrimonio el duque
había tenido sólo una hija, María, destinada a ser esposa del único hijo de
Luisa y de Cesare, Francesco. Este último, como veremos, se encontrará,
junto a sus dos hermanos naturales, involucrado de lleno en este asunto 5.
Después del memorial de Cavalleri y la primera recogida de informa-
ción sobre los demás sospechosos, el doctor Aymar, próximo a la familia
Moncada, avisó a Doña Luisa de Luna de las acusaciones presentadas en
el tribunal contra Don Francisco y Don Giovanni Moncada, y, encubierta-
mente, contra el mismo joven príncipe, único heredero de su estirpe, y
contra su administrador Gaspare Morana. Los Moncada eran acusados,
sobre todo, de haber alojado en Palermo, a sus costas, a dos monjes para
ejecutar ritos mágicos 6.
El inquisidor reveló a la duquesa —acción muy grave por las peculiares
características de reserva del tribunal inquisidor— incluso los nombres de
los testigos, Antonio Cavalleri y Andrea Scarlata, un joven estudiante dete-
nido como consecuencia del memorial. Estos sucesos permiten determinar
las razones de la desgracia política y de la repentina destitución de Aymar,
acaecida en octubre de 1586, con la acusación de haber practicado la ni-
gromancia y la alquimia 7.

5
Sobre la figura de Doña Luisa y la corte de los Moncada en Caltanisetta, cf. G.
GIARRIZZO, «Alla corte dei Moncada (secoli XVI-XVII)», en Annali di Storia moderna e
contemporanea, V, 1999, pp. 429-436. Para las noticias biográficas acerca de la fa-
milia Moncada, cf. F. SAN MARTINO DE SPUCCHES, Storia dei feudi e dei titoli nobiliari di
Sicilia dalla loro origine ai nostri giorni (1925), Palermo, Scuola tip. «Boccone del pa-
vero», 1924-1941, en las voces: conte di Adernò, I, pp. 22-33; conte di Caltanisetta, II,
pp. 86-104; principe di Paternò, V, pp. 436-444.
6
AHNM, Inq. leg. 1744, 29, f. 34r.
7
De este suceso ha sido dada una interpretación exclusivamente política, como
castigo infligido al doctor Aymar por sus relaciones de amistad con el virrey, y las
acusaciones contra él han sido consideradas totalmente como pretexto. El destino
de Aymar, tras su regreso a España, no ha sido aclarado todavía. Fue considerado
culpable de practicar la alquimia y de falsificar moneda, pero no sufrió pena alguna:
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 517

Existe un legajo redactado por los inquisidores de Sicilia en el que están


relatados todos los cargos imputados al doctor Aymar. Gonzalo de Esguera,
secretario del santo tribunal, contó a los jueces que había llegado a saber, gra-
cias al mismo Giovanni Moncada, que había habido una encendida conver-
sación entre éste último y la duquesa. Doña Luisa lo había recibido y le había
dicho, fríamente, que conocía su gran deseo de buscar, junto a su hermano,
tesoros ocultos; no obstante, era preferible, que ambos satisfacieran esta pa-
sión más discretamente en países lejanos, y, sobre todo, que no implicaran al
joven heredero en actividades no conformes al decoro y a la nobleza de la fa-
milia. De este modo, invitó, a los dos hermanos a que se alejaran del Palazzo
Aiutamicristo y que no intentaran encontrarse con el príncipe. La noble se-
ñora, a continuación, convocó a su hijo Francesco y le llamó la atención, re-
cordándole que su rango le impedía frecuentar hombres notoriamente vicio-
sos y de mala vida. Los dos Moncada, turbados, huyeron a Roma y se
presentaron ante la Congregación del Santo Oficio. Los inquisidores del Ur-
be los remitieron, dos años después, al tribunal siciliano 8.
Otro grupo, en el seno del conciliábulo, también denunciado por Ca-
valleri, estaba compuesto por el ya mencionado Andrea Scarlata y por An-
tonio de Gange, estudiantes de filosofía en el convento de San Domenico
de Palermo, ambos de 18 años, y por su profesor, Andrea lo Restivo, pa-
lermitano, sacerdote de primera tonsura, de 28 años, lector de filosofía y
lógica en el mismo convento. El proceso a Andrea lo Restivo y a sus dos
estudiantes nos llevó a conocer mejor uno de los principales lugares de
cultura de Palermo, el convento de San Domenico, sede (antes de la fun-
dación del Collegium jesuita a mediados del siglo XVI) de la única escuela
de instrucción superior de la capital. El Studium era una institución de
prestigio que formaba profesionales con un alto grado de especialización,
como los calificadores del tribunal de la Inquisición o los funcionarios de
la curia del Arzobispado 9.

cf. RIVERO RODRÍGUEZ, La Inquisición española en Sicilia, cit., pp. 1119 y 1215. Quizás
muriera, olvidado, en una cárcel de la Inquisición.
8
El testimonio de Esguera y el de los inquisidores y el personal del tribunal fue-
ron recogidos en enero de 1586: cf. AHNM, Inq., leg. 1744, 29, ff. 21v-22v. El cardenal
Savelli, decano de la Inquisición romana, intervino a favor de los hermanos Moncada.
En una carta a los inquisidores de Sicilia, los exhortaba a tener en consideración el es-
tado social de éstos y a concluir lo antes posible el procedimiento sin hacerles abjurar
en público; por otra parte, se habían —subrayaba Savelli— presentado espontánea-
mente en Roma. Para la carta del cardenal, cf. AHNM, lnq., lib. 879, f. 92r (Roma, 29
de diciembre de 1586). Los dos hermanos fueron condenados a la abjuración y al re-
sarcimiento de 200 ducados a favor de los pobres de la cárcel: cf. AHNM, Inq., lib. 898,
ff. 450v-451r.
9
Sobre el convento de San Domenico y sobre el papel cultural de los domini-
cos en Palermo véase C. DOLLO, Modelli scientificie filosofici nella Sicilia spagnola, Na-
518 MELITA LEONARDI

El papel de jefe, reconocido por la secta, tocaba a Geronimo D’Alessan-


dro, sacerdote y teólogo de 26 años, nacido en Rometta, tierra del distrito
de Mesina. Todos los investigados estaban acusados, con distintos grados
de responsabilidad, de haber participado en evocaciones de demonios y de
haber sacrificado animales en honor del maligno, ejecutando un complejo
ceremonial. En una noche de Cuaresma, el sacerdote y sus cómplices fue-
ron a una gruta del monte Pellegrino y, después de lavarse los pies, se des-
nudaron. D’Alessandro se puso una estola de misa, otros dos participantes
un roquete. Después de la lectura de oraciones, pusieron sobre un altar un
folio con cien nombres de demonios escritos con letras de oro, y nueve ve-
las de cera encendidas; cogieron las calaveras de un moro, de un sacerdote
y de un ahorcado, y las lavaron devotamente con el vino, recitando salmos
e invocando a los demonios, a los que ofrecieron incienso. D’Alessandro ce-
lebró una misa cantada en honor del demonio, rogándole que apareciera y
que respondiera a sus preguntas a través de aquellos cráneos. Junto a sus
cómplices (vestidos de diácono y de subdiácono) el sacerdote mesinés de-
golló un perro y lo sacrificó a Lucifer; echó la sangre del animal en un in-
censario, mientras él decía: «O magne Lucifer, ego indignus [Ieronimus]
offero tibi sacrificium et introibo in regnun tuum; sacrificamus tibi et offe-
rimus» y los cómplices hicieron tres hostias con el pan y con su propia san-
gre. Escribieron sobre las partículas los nombres de Lucifer, Belcebú y
Satanás, y comulgaron con éstas y un vaso de vino, D’Alessandro y sus cóm-
plices. Renovaron este sacrificio muchas veces, y en la última sacrificaron
un cabrito al demonio.
En el seno de la secta había otros seguidores que intervinieron en los ri-
tuales con un papel marginal: el sacerdote Vincenzo Lupo, procesado en
1586, quien suministró las vestiduras, el incensario, el perro y el cabrito 10. An-
tonino Falcone, sacerdote, estaba de guardia fuera de la gruta donde se lleva-

poli, Guida, 1984, pp. 79-80. Para el testimonio contra Andrea lo Restivo, cf. AHNM,
Inq., leg. 1744, 29, ff. 33r-34r. Para el proceso, cf. AHNM, Inq., lib. 898, ff. 423r-v. El
lógico palermitano, acusado de propuestas heréticas, fue absuelto.
10
Geronimo D’Alessandro, Vincenzo Lupo, Andrea Scarlata, Serafino da Messi-
na, fueron condenados a la abjuración de vehementi, y a las galeras durante un pe-
ríodo de seis años: cf. AHNM, Inq., lib. 898, f. 406v-407v; f. 407v; f. 408r. Vincenzo
Lupo, en 1589, se presentó espontáneamente a los inquisidores para confesar el ha-
ber invocado, al no soportar la vida de galeras, al demonio para que lo liberase. El
tribunal lo condenó a galeras a perpetuidad aunque no había ningún otro testimo-
nio aparte del suyo: cf. AHNM, Inq., lib. 898, ff. 350v-351r. Antonio Cavalleri fue con-
denado a la abjuración de vehementi y a las galeras durante siete años; cf. AHNM,
Inq., lib. 898, f. 451v. Arcangelo da Catania fue condenado a la abjuración de levi y a
la reclusión en un convento de su orden; cf. AHNM, Inq., lib. 898, f 450v. Antonio de
Gange, sodomizado por Scarlata en el curso del ritual, fue condenado a la abjuración
de levi y al látigo, porque era menor de edad: cf. AHNM, Inq., lib. 898, f. 408r.
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 519

ban a cabo las invocaciones. Baldassarre de Neo, cirujano, facilitó los cráne-
os para el sacrificio y ofreció su casa como lugar de reunión para discutir y
organizar los rituales 11. Los miembros de la secta también estaban acusados
de poseer libros prohibidos: libros de astrología y de nigromancia, discutidos
e intercambiados entre los cómplices para producir otras copias 12.
Si los rituales realizados con la ayuda de la Clavícula de Salomón eran
esencialmente rituales de exorcismo, fundamentales para evocar a los de-
monios o para alejarlos de un lugar determinado, la ceremonia llevada a
cabo por D’Alessandro y por sus cómplices, usando los cráneos, constituía
también un ejemplo de magia nigromántica 13. La circunstancia de que los
protagonistas del ritual utilizaran calaveras para invocar al maligno parece
testimoniar una especie de superposición ocurrida en las dos prospectivas.
Primero se evocaban a los diablos con oraciones de exorcismo, con ritos li-
túrgicos (como la misa), para forzarlos a manifestarse. A continuación se-
guían, las prácticas nigrománticas en las que se sacrificaba un animal. Los
Padres de la Iglesia extendieron también a los diablos, en forma dubitativa
(«nam amare daemones sanguinem dicitur»), la atracción por el sacrificio
cruento con derramamiento de sangre, por lo tanto, también en los rituales
destinados a la evocación de espíritus malignos se consideraba necesario
matar a un animal 14.

1.2. D’Alessandro, Scarlata y otros cómplices fueron procesados diez


años después por prácticas mágicas bastante distintas de las precedentes.
Fueron acusados por haber realizado un complejo ritual caracterizado

11
Antonino Falcone fue condenado a la abjuración de vehementi y al exilio del
Reino durante cinco años: cf. AHNM, Inq., lib. 898, f. 417v. Baldassarre de Neo fue
condenado a la abjuración de vehementi y a las galeras durante tres años: cf. AHNM,
Inq., lib. 898, f. 450v.
12
Investigaciones conducidas sobre las relaciones de causas sicilianas, desde
1545 hasta 1599, estiman en 35 (en relación a 1.327 procesos) los juicios puestos en
marcha sobre la base de la acusación de posesión de libros prohibidos. En seis pro-
cedimientos no está especificado el tipo de libro confiscado. En diecinueve se cita ex-
clusivamente libros de nigromancia, quiromancia y astrología, y sólo en diez son
mencionados libros de autores de la Reforma: cf. A. BORROMEO, «Inquisizione spag-
nola e libri proibiti in Sicilia e in Sardegna durante il secolo XVI», en Annuario dell’Is-
tituto storico italiano per l‘età moderna e contemporanea, XXXV-XXXVI, 1983-1984,
pp. 219-271, 250-251.
13
Sobre la Clavícula de Salomón y su fruición en la edad moderna, cf. el reciente
volumen de F. BARBIERATO, Nella stanza dei circoli. «Clavicula Salomonis» e libri di ma-
gia a Venezia nei secoli XVII e XVIII, Milano, Edizioni Sylvestre Bonnard, 2002.
14
Para la citación, cf. M. MONTESANO, «Supra acqua et supra vento». «Supersti-
zioni, maleficia et incantamenta» nei predicatori francescani osservanti (s. XV), Roma,
Istituto storico italiano per il Medio Evo, 1999, p. 164.
520 MELITA LEONARDI

por fuertes tonos cabalísticos. El tribunal, ahora hegemonizado por la


fuerte personalidad de Luis Páramo, el brillante intelectual nombrado en
sustitución de Aymar, se movió en esta nueva fase de la investigación con
completa seguridad, gracias al clima de colaboración y de amistad que im-
peraba entre el mismo Páramo y su compañero Domingo Llanes de Es-
priela 15.
Andrea Scarlata, huido de la galera, a la que había sido condenado en
1586, fue arrestado de nuevo en 1593 por la justicia seglar, con la acusación
de haberse encerrado en una casa con algunas mujeres jóvenes, invocando al
demonio, para encontrar un tesoro; su caso fue enviado al Santo Oficio. Él,
para hallar el tesoro, hizo que prepararan una mesa como si fuera un altar,
con manteles, candeleros y velas encendidas (no se sabe —observaban los in-
quisidores— si estaban bendecidas). Cogió la Biblia, el Libro de los Salmos,
algunos manuscritos (alguno de los cómplices sostenía que también había al-
gunos pasajes del Flagellum demonum), imágenes sagradas, un incensario
con incienso y estoraque. Scarlata (vestido con un sobrepelliz de sacerdote,
un pañuelo sobre la cabeza a guisa de turbante, descalzo), sus cómplices y las
vírgenes (todos vestidos de blanco) con las candelas bendecidas encendidas,
se pusieron de rodillas frente al altar. Scarlata y los otros leyeron los libros en
voz alta; los presentes respondían en coro como si fuera una misa. Recitaron
oraciones en honor de la Pasión de Cristo y de la Anunciación de María, leye-
ron salmos y algunos fragmentos de un libro en el que se nombraba a Isaac,
Abraham, Enoch, Elia y los nombres hebreos de Dios. Todos los participan-
tes al ritual se dirigieron, después, al lugar donde presuponían que estaba el
tesoro y gritaban: «maldito espíritu que escondes este tesoro, yo te conjuro,
en nombre de Dios, que lo des a estas vírgenes, que lo han pedido en gracia a
nuestro Señor». Las virgenes, que antes se habían lavado con agua mezclada
con hierbas y ungidas con ungüentos, caían en un estado de inconsciencia. Al
despertarse referían las visiones que habían tenido, de las cuales los maestros
de este arte obtenían indicios para continuar la búsqueda. Participaba tam-
bién en los rituales Gregorio De Rosa, con 50 años, nacido en Aidone, de ori-
gen hebreo, astrólogo, arrestado en 1596. Era bien conocido por los inquisi-
dores, habiendo sido ya procesado por superstición dos veces (en 1582 y en
1589) 16. En su confesión, reveló que había ordenado y preparado con detalle

15
RIVERO RODRÍGUEZ, La Inquisición española en Sicilia, cit., pp. 1128-1140 y pp.
1215-1216.
16
En 1582, Gregorio De Rosa fue condenado a la reconciliación y a cinco años
en galeras: cf. AHNM, Inq., lib. 898, ff. 225v-226r. En 1589, Gregorio De Rosa fue
procesado de nuevo por haber practicado la astrología judicial y la quiromancia, y
condenado a ser penitenciado, al látigo y a otros cinco años de galeras: cf. AHNM,
Inq., lib. 898, ff. 348v-349r.
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el arte cabalístico ejercitado por Scarlata y sus cómplices, y que había extra-
ído de la Biblia, de los Salmos y del Apocalipsis las invocaciones formuladas
en el ritual por las vírgenes; además, precisó, que había dirigido las peticio-
nes a los demonios Alchimede y Barcan. El objetivo de la ceremonia era ob-
tener de los demonios, gracias a las invocaciones y a los sueños de algunas
vírgenes, un tesoro. A lo largo del proceso se defendió afirmando que la cá-
bala no era un arte ilícito, sino que operaba a favor de la fe, conforme a lo que
le había confiado el fraile romano del cual la había aprendido. Otros tres
cómplices fueron arrestados en 1596: Antonio Cassarino, estudiante de filo-
sofía, de 17 años 17, Giacomo Salvaggio, fiscal de la corte, de 22 años, ambos
con la acusación de haber participado en la invocación de demonios y en los
rituales cabalísticos con el fin de encontrar tesoros 18; y una mujer, Domenica
la Bianca (esposa de Sebastiano Blanco, un maestro herrero), acusada de ha-
ber suministrado a los investigados Scarlata y De Rosa algunas muchachas
vírgenes para invocar a los demonios y de haberlas preparado para la cere-
monia 19.
Para poner en evidencia la naturaleza de asociación «intelectual» de la
secta, me parece muy importante subrayar que, a lo largo de los procesos,
concluidos todos con la condena en el auto de fe de 1596, Gregorio de Ro-
sa, Andrea Scarlata y los otros adeptos fueron acusados de herejía formal a
causa de su convencimiento común acerca de los poderes del demonio. De
Rosa, después de haber sido torturado, admitió en la última audiencia, que
creía en la onmipotencia del maligno; éste podía donar tesoros y obrar mi-
lagros sin el permiso divino, porque Dios lo había creado libre. Los inquisi-
dores le hicieron notar la contradicción existente entre el sostener la auto-
nomía de Satanás y el reconocerlo, sin embargo, creado por Dios, ya que la
criatura es siempre, ontológicamente, inferior a su creador. Gregorio De
Rosa volvió a reafirmar la absoluta libertad de Lucifer, pero subrayó la fa-
cultad de Dios de privar al diablo, cuando quisiera, de sus poderes. Los cua-
lificadores quisieron ver en persona al indagado para poder interrogarlo y

17
Antonio Cassarino fue acusado también de haber ayudado a Scarlata (en la
cárcel desde 1593) a corromper las pruebas, fabricando algunas falsas para hacérse-
las llegar a los inquisidores a través de cómplices externos, con el fin de aliviar su po-
sición. El joven, dado que era menor de edad, fue condenado a la abjuración de levi
y a la reclusión en monasterio o en un hospital durante tres años: cf. AHNM, Inq.,
lib. 898, ff. 299r-v.
18
Giacomo Salvaggio fue condenado, porque era menor de edad, a la abjura-
ción de levi y a la reclusión en monasterio o en un hospital durante cuatro años: cf.
AHNM, Inq., lib. 898, ff. 299v-300r.
19
Domenica la Bianca fue también acusada de complicidad en el intento reali-
zado por Scarlata de contaminar las pruebas. Fue condenada a la abjuración de levi
y a la fustigación: cf. AHNM, lnq., lib. 898, ff. 301v-302r.
522 MELITA LEONARDI

decidir, con conocimiento de causa, sobre su proceso 20. Sometido a tortura,


también Andrea Scarlata, en dos ocasiones, confesó que creía en el arbitrio
absoluto del espíritu del mal, que calificó como criatura no sujeta a la vo-
luntad de Dios. Los inquisidores creyeron en las sucesivas retractaciones
puesto que «no parecía verosímil ni probable lo que confesó a la cuerda»,
manifestaciones casi de locura causadas por los tormentos. Por este moti-
vo, decidieron no cederlo al brazo seglar 21. Antonio Cassarino afirmó, bajo
tortura, que había creído, durante un cierto período, en la libertad de Luci-
fer de operar en el mundo sin el permiso ni la voluntad de Dios (definido,
escolásticamente, «causa causarum») 22.

1.3. Para reconstruir otros aspectos de este complejo asunto, se con-


serva mucha documentación de extraordinaria importancia en el archivo
del Santo Oficio de Nápoles. De estos documentos, posteriores a las fuentes
de la Inquisición española ya utilizadas (relaciones y correspondencia), se
sabe que desde los años 90 del siglo XVI los jefes de la secta, D’Alessandro,

20
En el tercer proceso Gergorio de Rosa fue penitenciado y condenado a las ga-
leras durante diez años: cf. AHNM, Inq., lib. 898, ff. 300r-301v.
21
Los inquisidores escribieron al pie de página en la sentencia de Scarlata: «re-
almente se vio y entendió que el haber dicho que creía que el diablo tenía tal potes-
tad absoluta fue por el dolor de la cuerda, si entendía que aquella potestad absoluta
fuese sin el permiso de Dios, y porque juntamente se consideró [que] no parecía ve-
rosímil ni probable lo que confesó a la cuerda este reo». A Scarlata fue impugnada
también la voluntad de contaminar las pruebas a través de cómplices externos; de
haber intentado, con este objetivo, de minar la buena fe de un fraile dominico y de
haber querido engañar a los inquisidores. Fue condenado a la abjuración de vehe-
menti y a diez años de galeras: cf. AHNM, Inq., lib. 898, ff. 302r-304r.
22
La posición de la Iglesia católica respecto a los poderes del diablo era, como
es bien conocido, muy cauta. El diablo era un ángel creado por Dios, convertido, por
un acto de su propia voluntad, en malvado. Para Santo Tomas la opinión contraria
es herética. Lucifer se había rebelado a Dios y había perdido, por su soberbia, su con-
dición original. Había conservado, sin embargo, su naturaleza espiritual y parte de
su naturaleza angelical. No obstante, podía operar en el mundo sólo por voluntad de
Dios: cf. Dictionnaire de théologie catholique, Paris, Librairie Letouzay et Ané,
1903-1950, términos: démon y tentation, respectivamente IV, pp. 321-409, y XVI,
pp. 116-127. Ideas maniqueas que hacían del demonio una divinidad equivalente, en
saber y en potencia, a Dios, circulaban en el siglo XVI por toda Europa, sobre todo
entre los anabaptistas y entre autores próximos a ellos: cf. G. SCHENEIDER, Il libertino.
Per una storia sociale della cultura borghese nel XVI e XVII secolo, Bologna, Il Mulino,
1974, p. 68 (trad. It. de Der Libertin. Zur Geiste-und Sozialgeschichte des Bürgen-
tums in 16 und 17 Jabrhundert, Stuttgart, Metzler, 1970). Acerca del maniqueísmo
en la edad moderna, cf. P. CRISTOFOLINI, «Discussioni sui preadamiti e temi manichei
nella letteratura filosofica tra Seicento e Settecento», en Ricerche su letteratura liber-
tina e letteratura clandestina nel Seicento, a cargo de T. GREGORY, G. PAGANINI, G. CAN-
ZIA, O. POMPEO FARACOVI, D. PASTINE, Firenze, La Nuova Italia, 1981, pp. 365-376.
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 523

Scarlata y De Rosa, se habían transferido a la ciudad de Mesina (proba-


blemente, para ellos, sería demasiado peligroso permanecer en Palermo),
donde habían establecido lazos de amistad con exponentes de la potente fa-
milia Balsamo. En 1599, las nuevas acusaciones contra los cabalistas sici-
lianos fueron hechas por un joven calabrés, Giovanni Sposata, y por un
siciliano, Giovan Battista la Magna, prisioneros en el tribunal secular de
Nápoles, ambos culpables de falsificar moneda, gravísimo delito de lesa ma-
jestad, y condenados a la pena capital 23. Los jóvenes, en el intento desespe-
rado de salvarse la vida, durante la confesión sacramental hecha a los
miembros de la local Compañía de la Buena Muerte antes que los llevaran
al patíbulo, revelaron que conocían los nombres de los maestros de una sec-
ta cabalística siciliana y que querían revelar todo a la Inquisición.
Giovanni Sposata, en sus primeras audiencias, fue muy cauto, temiendo
jugarse la única posibilidad de sobrevivir; para estimular la curiosidad del
inquisidor reveló una parte del complejo ceremonial, pero omitió los nom-
bres de los jefes y, probablemente, utilizó los pseudónimos que utilizaban
los mismos. Inició su relato revelando que, durante un largo período, había
sido soldado en una galera. Hacia 1592, cuando desembarcó en Mesina, en-
contró a Andrea Scarlata (a quien ya había conocido antes en Palermo), y
que le contrató como servidor. Describió a su amo como un hombre de
unos 30 años, de estatura media, con barba negra, de constitución robusta;
para vivir daba lecciones de latín. Scarlata lo condujo a un palacio donde
vivió con él durante un mes sin salir jamás, porque éste estaba haciendo un
trabajo de copiado: aquellos manuscritos, explicó a Sposata, servían para el
arte de la cábala Poco tiempo después, se trasladaron, a un palacio distan-
te ocho millas de Mesina; se unió a ellos un sastre con la tarea de coser las
vestiduras para los maestros y los discípulos. Desde Mesina se trajeron las
colgaduras negras para aislar la «cámara de las tinieblas», que evitaban la
entrada de la luz. Un granjero del propietario llevó, poco a poco, a cin-
cuenta doncellas a aquel palacio. Las vírgenes fueron instruidas por el mis-
mo Scarlata, en lo que tenían que hacer y preparadas para el ritual con ba-
ños purificadores; las muchachas y los maestros se vistieron con hábitos
blancos. El propietario del palacio, un familiar suyo llamado el barón, un
sacerdote y un notario, se unieron a la ceremonia con el grado de discípu-
los. Dentro de la «cámara de las tinieblas» se colocó un altar y sobre éste la

23
El complejo asunto de Giovanni Sposata ha sido reconstruido por G. ROMEO,
Aspettando il boia. Condannati a morte, confortatori e inquisitori nella Napoli della
Controriforma, Firenze, Sansoni, 1993, pp. 35-39; véase también el apéndice del en-
sayo donde está publicada una parte de las confesiones de Giovanni Sposata (ivi,
pp. 225-235). Deseo agradecer al prof. Romeo por haberme ofrecido la posibilidad
de consultar una copia del fascículo original.
524 MELITA LEONARDI

Sagrada Biblia y otro libro utilizado para anotar los sueños de las jovenci-
tas. En la confesión, Giovanni Sposata mencionó también la utilización de
«una obra de bastante importancia» en los rituales. Dado que no conocía el
latín, ignoraba que se trataba de una edición de la Biblia comentada por Ni-
colò de Lyra 24.
Cada doncella, en el momento de narrar la visión para que fuera trans-
crita, debía decir: «Ésta es la revelación de la hija de N.». Y precisar el nom-
bre del santo al cual estaba asociada. En las ceremonias se invocaba a los
ángeles y «aquellos se aparecían a las mencionadas vírgenes», las cuales les
hablaban y les preguntaban muchas cosas relativas al mencionado arte «cá-
bala». Ya que las jovencitas no comprendían la lengua latina, el maestro las
instruía con atención sobre lo que debían decir. Antes de empezar el ritual,
cada una de ellas pronunciaba estas palabras: «Yo, N. N. [nombre], mísera
pecadora, a ti Dios, principio de todo, ofrezco este aroma de incienso» (y
ponía el incienso o el benjuí en el fuego, sobre el altar), «y antes de iniciar
a ser instrumento de esta divina ciencia, confieso todos los pecados que he
cometido, dichos, pensados y obrados, y te ruego que me los perdones». A
continuación, iniciaba la invocación del ente angelical propiamente dicho:
«A ti, ángel Metratón, doctor de esta divina ciencia, de parte de Dios, prin-
cipio de todo, te invoco, para que, apenas haya caído en este profundo sue-
ño, te apoderes de esta alma intelectiva y que la transportes al paraíso te-
rrestre». El alma, en el paraíso terrestre, encontraría a una entidad llamada,
en las confesiones de Sposata, reina Aldrag del Genes. Ésta debía acompa-
ñar al espíritu de la joven delante de Dios para que recibiera el agua y el óleo
de la vida, conservados en el Paraíso terrestre, para así poder lavar su psi-
que, hacerla más pura y recibir mayores revelaciones. El ritual concluía
cuando, una vez sincronizados los sueños, el número de las vedentes se re-
ducía a doce, quedando las más capaces.
Según las confusas confesiones de Sposata las visiones de las sensitivas
eran cinco: el paraíso terrestre, el infierno, la gruta de la Sibila cumana, lla-
mada la cabalista (en la cual la joven debía prestar atención a no alimentarse
de nada de lo ofrecido por Sibila porque, si lo hubiera probado, jamás habría

24
El volumen, cuyo incipit es Biblia latina cum postillis Fratis Nicolai de Lyra,
fue publicado en Venecia en varias ocasiones (en 1481 por Giovanni di Colonia y Ni-
colò Jenson; en 1483 por Francesco Renner de Hailbrum). En la biblioteca Zelantea
de Acireale se conserva (en las señas III.A.6.26) el segundo volumen de la edición de
1483, donde está señalado en el último papel, en el verso, el nombre del primer po-
seedor; don Hiero, mi Alexandri messanensis, siculi. La obra fue, a continuación, uti-
lizada por los frailes Petri et Pauli ordinis predicatorum, como demuestra otra anota-
ción en el interior, seguida por la locución Pertinet ad conventum Santi Joseph Acis
Realis. El volumen, probablemente incautado al sacerdorte mesinés en el momento
de su captura, fue conservado en el tribunal y vendido con posterioridad.
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 525

podido reunirse otra vez con su cuerpo), las profundidades del mar (donde se
encontraban las «hadas»), y finalmente la contemplación de los gigantes 25. La
ascensión del espíritu a través de los citados lugares parece que hace referen-
cia a una experiencia estática. El alma, separada del cuerpo, alcanzaba el Pa-
raíso terrestre, situado en el límite del mundo, frontera entre el reino de los
vivos y el de los muertos, y recibía a Dios a través de un guardián (la reina Al-
drag), el agua y el óleo de la vida. Estas bebidas eran un símbolo de inmorta-
lidad y eran comparables a la ambrosía de los dioses griegos o a la sangre de
Cristo recogida en el santo grial del ciclo artúrico. El agua de la vida tenía co-
mo finalidad aumentar las energías psíquicas de la sensitiva y hacerle de es-
cudo protector para superar las pruebas sucesivas sin sufrir daños. Sobre la
naturaleza de los otros sueños no tenemos indicaciones precisas por parte de
Sposata. Evidentemente, el pasaje a través de los cinco estadios, podría enri-
quecer la mente de las vírgenes con poderes mágicos cada vez más potentes.
Sin embargo, no está claro, si la visión consistía en una simple contemplación
o si sobrevenía una interacción entre el alma y el ente visitado. La adverten-
cia de carácter talismánico, es decir, la recomendación de no aceptar la co-
mida de la Sibila, bajo pena de ser asimilada por el mundo de los muertos,
daría un mayor peso a la segunda hipótesis.
Los inquisidores supieron por Sposata cuál era el objetivo último del ri-
tual: los adeptos a la secta, a través del éxtasis de las jovencitas, querían,
no sólo conocer a través de los ángeles el lugar dónde estaba escondido el
maravilloso tesoro, sino que consideraban que esta experiencia les habría
hecho «llegar a ser los amos del mundo e inmortales, porque serían consa-
grados en cuerpo y alma, y después transportados, en el momento de la
muerte, al paraiso terrestre, y allí permanecerían hasta el día del Juicio Fi-
nal» 26. Creían, por lo tanto, que al concluir el ritual superarían el limitado
conocimiento humano (llegar a ser los amos del mundo) y que en el mo-
mento de la muerte corporal, a causa de la particular condición alcanzada
(consagrados en cuerpo y en alma), no estarían muertos realmente. Eleva-
dos al cielo, morarían en el Paraíso terrestre hasta el día del Juicio Final. La
invocación inicial al ángel Metratón, nombre adoptado por el patriarca an-
tediluviano Enoch tras su rapto al cielo, demostraba la ambición de la ma-
gia ceremonial, la más alta: remontar todos los grados del Ser y lograr en-
trar en posesión de los misterios de la ciencia divina.
Antes de avanzar en la lectura de las confesiones de Sposata, es necesa-
rio formular una hipótesis acerca del tipo de tradición cabalística a la que
hay que comparar todo lo dicho hasta este momento. El ritual analizado ha

25
ASDN, Santo Oficio, 300c, cc. 7v-8r. Véase, además, ROMEO, Aspettando il bo-
la, cit., pp. 225-228.
26
ASDN, Santo Oficio, 300c, c. 40V.
526 MELITA LEONARDI

puesto de manifiesto aspectos claramente heterogéneos (visiones, vírgenes,


uso de drogas), elementos no imputables a ningún tipo de cábala tradicio-
nal. Pero los adeptos a la secta, en primer lugar, creían pertenecer a la tra-
dición cabalística. Nos encontramos de frente a un contexto cultural fuer-
temente dominado por la interpretación cristiana de la cábala, y, sobre
todo, por su probable contaminación con elementos de proveniencia cultu-
ral diferente y por una vulgarización que confunde la dimensión simbólica
original. El punto de partida para nuestra reconstrucción será el segui-
miento de la tradición mística (hebrea y no) que orbita alrededor del nom-
bre del patriarca Enoch (transformado en el ángel Metatrón tras su asun-
ción al cielo), unida a los otros estímulos de distinta matriz cultural
derivados de las fuentes.
Entre todos los que circundaban al abad benedictino Giovanni Tritemio
se difundió, entre mediados y finales del siglo XV, la descripción de una
compleja ceremonia mágica, gracias a la cual, era posible la comunicación
directa con los ángeles. En el centro de esta divulgación se encontraba un
personaje misterioso del cual, conocemos solamente el nombre artístico, Li-
banio Gallo. Éste, en el curso de sus largos viajes, llegado junto a Tritemio,
reveló al abad benedictino, a través de la obra Magistri Pelagii heremitae
sanctissimi ad Libanium suum in philosophia naturali discipulum epistola,
in opus subjectum Peri anacriseon ton hypnoticon, el gran secreto que le ha-
bía sido revelado por el ermitaño Pelagio, su maestro, o sea, la extraordina-
ria experiencia de comunicar con los ángeles, de aprender de ellos todos los
secretos y de recibir de los mismos ayuda en el peligro. Libanio Gallo la lla-
maba anacrisi, palabra griega que significaba praenotio, presciencia. La
obra compuesta por él estaba dividida en tres secciones: en la primera, dis-
cutía acerca de la condición de los hombres admitidos en la anacrisi; la par-
te concluía con la lista de los principales tipos de anacrisi: visión imagina-
ria, visión durante el sueño, visión intelectual. En la segunda, explicaba en
qué modo se debían recitar durante el ritual, para obtener la revelación an-
gelical, las oraciones en memoria de la Pasión y de la muerte de Cristo; en
la tercera, aclaraba con detalle las operaciones que había que realizar para
obtener la anacrisi: tener buenos asistentes; ornamentar una estancia don-
de hubiera un altar consagrado y recitar las oraciones en honor de Cristo,
mentalmente o en voz alta, según un modelo propuesto 27. Se pueden apre-

27
La técnica de la anacrisi tuvo una gran difusión a través de los discípulos del
abad benedictino: en De occulta philosophia, de Enrico Cornelio, y en una obra de
Paulo Scalichio, un extraño personaje, considerado un Pico Delia Mirandola; éste, en
la obra Miscellaneorum de rerum causis et successibus et de secretiore quodam met-
hodo, publicada en 1570 por el mismo editor de Agrippa, sostenía que «l’anacrise est
la même chose que la Kabbale pour les Juifs, la science de nombres pour les Pytha-
goriciens, la spéculation des Gymnosophistes pour les Indiens et la Tetractys pour
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 527

ciar, de esta breve descripción, algunos notables parecidos con la ceremo-


nia realizada por los adeptos de la secta siciliana.
En modo menos explícito (probablemente a causa del voto de silencio),
la experiencia de la anacrisi parece evocada en una obra del humanista del
siglo XV Ludovico Lazzarelli. Éste, conocedor del griego, del latín, y sobre
todo del hebreo, ligado a los círculos humanistas napolitanos y romanos,
pero ajeno a los florentinos, adoptó, como iniciado en los misterios ocultos,
precisamente el nombre de Enoch, y escribió en Nápoles, después de 1492
aproximadamente, el tratado Crater Hermetis, dedicado al rey Ferrante de
Nápoles 28. En la obra, un diálogo entre el propio Lazzarelli, Gioviano Pon-
tano, y el soberano mismo, el autor proclamaba la sustancial identidad del
hermetismo y del cristianismo (de los cuales la cábala era un ulterior apén-
dice). La discusión se concluía con la revelación, a sus deslumbrados inter-
locutores, de un gran secreto: del mismo modo que el Padre celeste creaba
a los ángeles, el iniciado en los misterios herméticos generaba seres divinos,
entidades que le provocaban sueños, a través de los cuales, él podía conocer
los eventos futuros y disponer de asistencia en los peligros. La parte más in-
teresante de esta obrita, para nuestros fines, es la que se concentra en la
identidad de los primeros maestros de este gran misterio. El primero en co-

Pitagore»: cf. el ensayo de F. SECRET, Libanius Gallus, I’abbé Trithème, Agrippa et Gio-
vanni Francesco Pico della Mirandola, in Hermétisme et Kabbale, Napoli, Bibliopolis,
1992, pp. 91-118; para la citación, cf. ivi, p. 100.
28
Ludovico Lazzarelli (1450-1500) escribió muchas obras, aunque no fueron to-
das publicadas: Fasti christianae religionis, De apparatu Patavini hastiludii (Patavii,
Giovan Battista Martini, 1629), Bombyx (Aesii, Pietro Paolo Bonelli, 1765), Epistola
Enoch, Vademecum di alchimia, Crater Hermetis (ya mencionado, publicado en 1505
en París por Lefrève d’Estaples en un volumen en el que estaban recogidos el Pi-
mander y el Asclepius latino), y tradujo el tratado hermético número dieciséis Diffi-
niciones Asclepii Hermetis Trimegisti ad Ammorem regem, ignoto a Marsilio Ficino
(publicado en 1507, en Lyon, por Symphorien Champier con una dedicatoria a
Lefrève d’Estaples, su maestro): cf. P. O. KRISTELLER, «Marsilio Ficino e Lodovico
Lazzarelli. Contributo alla diffusione dalle idee ermetiche nel Rinascimento», en
Studies in Renaissance Thought and Letters, I, Roma, Edizioni di Storia e Letteratu-
ra, 1956, I, pp. 221-248, y C. MORESCHINI, Dall’Asclepius al Crater Hermeti. Studi
sull’ermetismo latino tardo-antico e rinascimentale, Pisa, Giardini Editori, 1985, don-
de está publicado el Crater Hermetis de Lazzarelli en la versión íntegra conservada en
un manuscrito napolitano: cf. ivi, pp. 220-265. En la versión publicada en Francia en
1505, por motivos de prudencia, el propio autor, probablemente suprimió los pasa-
jes de la obra en los cuales Gioviano Pontano intervenía en el diálogo, e hizo menos
explicita la identificación entre el cristianismo y el hermetismo. P. O. Kristeller, el
primero en ocuparse de Lazzarelli y de sus obras, reconducía la revelación, divulga-
da por Lazzarelli, a la capacidad del iniciado en el hermetismo de inflamar a su vez
a otras almas. Por el contrario, Moneschini la lleva, al núcleo de la mezcla de her-
metismo y de magia típica del Renacimiento.
528 MELITA LEONARDI

nocerlo por revelación divina había sido, según Lazzarelli, Ermete y des-
pués de él, Enoch: «In primis quidem Hermes per omnes suos qui nunc ha-
bentur dialogos de hac re occulte praecipit. Sed in dialogo ad Asclepium,
qui téleios logos inscribitur, multo apertius narrat. Item asserunt Hebraeo-
rum magistri Henoch in quodam suo libro de superiori et inferiori rege
mentionem fecisse, et qui ambos uniret: quotidie sibi disponi laetitiam de-
super. Quod nihil aliud est mea sententia nisi huius arcanum mysterii» 29. El
tema de la visión, ligada a una experiencia mística, estaba fuertemente re-
lacionado tanto con la figura de Enoch-Metratón (aunque orientado a otros
fines a partir de entonces ajenos al espíritu del patriarca bíblico), como con
la figura de Ermete Trismegisto, cuya revelación acaecía, en los diálogos
herméticos, durante el sueño por medio de visiones. El rapto místico del pa-
triarca bíblico y el del profeta egipcio, sin embargo, se transformaron, para
la cultura mágico-esotérica, en los involuntarios exempla de una verdadera
y propia magia espiritual ansiosa de conocer, por medio de los ángeles, los
secretos últimos de la naturaleza.
Para verificar las declaraciones ofrecidas por Sposata fue interrogado
Giovan Battista La Magna, hacendado siciliano, amigo de Sposata y su con-
fidente. Admitió conocer a Geronimo D’Alessandro, hijo de un escribano,
descrito como un hombre hermoso, claro de piel, con barba castaña, delga-
do; se paseaba vestido de sacerdote, convivía con una mujer llamada Gra-
zia y habitaba, en Palermo, en una casa próxima al palacio de la Corte
del Pretor, reveló también que conocía la condena precedente sufrida por
D’Alessandro, con el Santo Oficio siciliano, por haber sacrificado un corde-
ro al demonio junto a otro hombre llamado Gregorio [de Rosa], hebreo, que
había muerto en galeras algunos años antes. Encontró también a Andrea
Scarlata, pero no a menudo. Había oído hablar del palacio mesinés y de los
ritos llevados a cabo allí. El propietario del palacio era don Giuseppe Bal-
samo, hermano de Pietro Balsamo, barón de la Limina 30. Para organizar y

29
La citación proviene de L. Lazzarelli, Crater Hermetis, publicado en MORESCHINI,
Dall’Asclepius al Crater Hermehs, cit., pp. 257-258. Lazzarelli afirmaba que había apren-
dido esta doctrina de Giovanni da Correggio, su maestro, cuyo nombre de iniciado era
Mercurio. Éste, nuevo Mesías, había predicado, en Roma, dos veces: en 1484 y en 1492;
de nuevo en Florencia en 1494 (y lo habría hecho también en 1501 en Lyon). Lazarelli,
conquistado por su credo y adoptado el nombre de iniciado de Enoch, había celebrado
la aparición de la obrilla, titulada no por casualidad Epistola Enoch de admiranda ac
portendenti apparitione novi atque divini prophetae ad omne humanum genus, que saca-
ba del apócrifo bíblico el carácter apocalíptico y la espera del aevum novum.
30
Giuseppe Balsamo, hermano de Pietro Balsamo, barón de la Limina, era señor
de Cattasi o Cattafi. Se instaló en el feudo en 1600, y otra vez en 1622. Falleció en 1642:
cf. SAN MARTINO DE SPUCCHES, Storia dei feudi di Sicilia, cit., en la voz: signore del feudo
Cattasi, II, pp. 455-458. Para la reconstrucción de su ascendencia véase A. MINUTOLO, Me-
morie del Gran Priorato di Messina, Messina, en la imprenta fiscal de Vincenzo D’Ami-
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 529

disponer el complejo ritual era necesario mucho dinero y Sposata llegó a sa-
ber que, don Giuseppe ya había gastado al menos 4.000 escudos. Las cere-
monias se interrumpieron gracias a un incidente: una de las vírgenes falle-
ció después de ingerir una dosis de somnífero excesivamente fuerte. Todos
huyeron y, para tratar de silenciar el asunto, ofrecieron al padre de la mu-
chacha doscientos escudos. Geronimo huyó a Nápoles con su compañera,
Grazia, y vivió allí durante un año y medio. Celebraba misa en la iglesia de
Santa María degli Angeli, donde confesaba a las monjas y predicaba. Parti-
cipaba a los rituales también don Sergio Ruffo, hermano del príncipe de
Scilla, caballero de Malta. La lista incluía a otras seis personas de distinto
linaje, que habían intervenido, con distinta importancia, en las complejas
ceremonias; entre ellos, había cuatro señoras ancianas con el papel de «ma-
estras», un granjero del propietario del edificio y un joven palermitano, hi-
jo de Antonio Maccingo 31.
El joven calabrés Giovanni Sposata, una vez revelado en las confesiones
precedentes el fin último del ritual, callaba pensando haber dicho bastante
como para alimentar la ulterior curiosidad de los inquisidores napolitanos.
Estaba convencido de poder salvar su vida a cambio de los verdaderos nom-
bres de los adeptos a la secta no mencionados hasta aquel momento 32. Fue in-
terrogado nuevamente el 3 de octubre de 1599. Se negó a seguir hablando; así,
los inquisidores votaron a favor de la tortura. Para cesarla, fue obligado a de-
cir lo que todavía sabía. Los inquisidores, con diligencia, interrogaron otras
dos veces a Sposata. En las audiencias del 4 y del 5 de octubre, confirmó am-
pliamente lo que había revelado a los inquisidores, los cuales pidieron expli-
caciones acerca de aspectos menores del ritual; el joven de Cosenza confirmó
los nombres de los diablos invocados por los maestros: Alchimede y Barcan 33.

co, 1699, p. 179. Don Giuseppe disfrutará, en su madurez, un gran prestigio por los múl-
tiples encargos ciudadanos ocupados (príncipe de los caballeros de la Stella, varias ve-
ces senador) y, de un modo notorio, será considerado uno de los mayores eruditos y co-
leccionistas de la ciudad. Poseyó una Wunderkammer muy alabada por sus
contemporáneos, museo enriquecido por una eminente biblioteca: cf. G. ROSSO CACO-
PARDO, Saggio storico delli vari musei che in diversi tempi ànno esistito in Messina, in Ope-
re, I, Scritti minori (1832-1857), a cargo de G. MOLONIA, Messina, Società messinese di
storia patria, 1994, pp. 434-475: 457-459. Para un cuadro de los principales exponentes
de la familia Balsamo, cf. SAN MARTINO DE SPUCCHES, Storia dei feudi di Sicilia, cit., en las
voces: barone della Limina, IV, pp. 322-325, y principe di Roccafiorita, VI, pp. 251-256.
31
La Magna fue interrogado brevemente también el 3 y el 5 de octubre: cf. ASDN,
Santo Oficio, 300c, cc. 11r-15v, cc. 15v-16r y cc. 35r-36v.
32
ASDN, Santo Oficio, 300c, cc. 6r-18v. Véase, además, ROMEO, Aspettando il boia,
cit., pp. 231-233.
33
ASDN, Santo Oficio, 300c, cc. 24r-26v y cc. 33r-37r. Véase, además, ROMEO,
Aspettando il boia, cit., pp. 233-235. Las condenas a muerte de Sposata y de La Mag-
na fueron ejecutadas el 5 de octubre de 1599 (cf. loc. ult. cit., p. 290, nota 27).
530 MELITA LEONARDI

1.4. Volviendo a las fuentes inquisitoriales españolas, el testimonio


posterior de una de las vírgenes, Francesca Maria La Cava, de 22 años (na-
rración, a los inquisidores, de hechos acaecidos por lo menos 15 años antes,
más o menos en 1593, cuando era una niña de 7-8 años), revelaba los nom-
bres de otros participantes al ritual. Hija de Geronimo D’Alessandro, recor-
daba el caserío, en Santo Stefano, al cual la había llevado su padre, y las dis-
tintas personas que estaban en su compañía: don Tommaso Balsamo, don
Giuseppe Balsamo, Andre Scarlata (huido de la galera), Antonino Ranieri,
barón de Catalimina, y el notario Giuseppe Chiafo. Con ella se encontraban
una maestra y algunas vírgenes de las cuales no recordaba el nombre. El ca-
serío era propiedad de don Giuseppe Balsamo 34.
El 30 de octubre de 1599, el tribunal de la Inquisición de Palermo recibió
del de Nápoles el memorial que contenía las confesiones de Sposata y de La
Magna 35. No obstante, algunas de las personas mencionadas, no fueron in-
vestigadas (Giuseppe Balsamo, el sastre, el granjero y otros ya citados). Otras
estaban ya expiando sus penas en la galera (Scarlata); otras ya habían muer-
to (De Rosa). El único que quedaba sin capturar era D’Alessandro.
La última fase de la actividad de la secta está documentada por las fuen-
tes de la Inquisición española. Geronimo D’Alessandro, sacerdote de 45 años,
buscado como consecuencia de las denuncias de sus cómplices y de Sposa-
ta, quien, durante años, logró burlar a la Inquisición siciliana refugiándose
en el reino de Nápoles. Desde allí volvió a tejer una nueva red de relaciones
que le permitieron, en 1605, volver a Sicilia y entregarse a la Inquisición,
contando con el apoyo de protectores influyentes. De hecho, se presentó an-
te al tribunal siciliano, «espontáneamente». Durante su proceso, admitió so-
lamente que había tratado a algunos enfermos con remedios naturales y que
había percibido el precio pactado. Sin embargo, los inquisidores lo acusaron
de ejercitar el arte de la cábala y de la nigromancia, invocando a los demo-
nios mediante la aplicación de humo aromático, con exorcismos y con la co-
laboración de jóvenes vírgenes en comunicación con los espíritus. Era defi-
nido por los inquisidores como el maestro y el ministro principal de la secta,
el verdadero motor de los rituales.
La discusión del proceso de D’Alessandro fue laboriosa; arriesgó que lo
entregaran al brazo secular, ya que los teólogos lo calificaron como «vio-
lentamente sospechoso» de herejía. En los datos marginales de su proce-
so, los consejeros de la Suprema anotaron: la calificación y la abjuración
de vehementi, porque si se hubiera mantenido la valoración de violenta
sospecha de herejía, se le habría tenido que entregar al brazo secular 36. Fi-

34
Para la deposición de Francesca Maria la Cava, cf. AHNM, Inq., leg. 1748, 20.
35
ROMEO, Aspettando il boia, cit., p. 289, nota 22.
36
Para las citaciones, cf. Consultationum causarum tribunalis SS. Inquisitionis
regni Siciliae libri quinque ad anno 1604 ad annum 1611, Mss. 3 Qq C 64, ff. 683r-688r.
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 531

nalmente, fue condenado, a la abjuración de vehementi y a galeras de por


vida 37.
Pero, D’Alessandro no se daba por vencido. En 1610 fue procesado por-
que se escapó de la galera con ayuda de cómplices, signo de la fuerte red de
amistades que lo apoyaba. Había prometido a uno de sus liberadores, tal y
como se lee en el proceso, que le revelaría algunos secretos de su propio ar-
te 38. Probablemente, este detalle, le salvó la vida. Examinadas las distintas
auctoritates en la materia, los teólogos decidieron seguir la «opinio et tutior
et benignior», según la cual D’Alessandro no podía ser definido como relap-
sus, «quia fuga non facit [eum] relapsum sed impenitentem». El sacerdote,
con mucha habilidad, confesó en las audiencias que no había creído nunca
en aquellos sortilegios, que nunca los había realizado, «sed solum illa do-
cuisse illum discipulum iuvenem panormitanum». Según la confesión de
D’Alessandro, la enseñanza se verificó in scriptis, sin ninguna demostración
práctica, circunstancia que reforzaba las opiniones de los teólogos 39.
Los informes de los procesos de los dos cómplices defraudan bastante,
son brevísimos. Pero las copias de los procesos originales de Mariano la
Cava y de Luca Dimitri —los acusados principales de la fuga de D’Ales-
sandro—, conservadas en algunos legajos en el Archivo Histórico Nacio-
nal de Madrid, han permitido reconstruir de modo exhaustivo el asunto y
las motivaciones por las cuales los dos hombres realizaron un acto tan
arriesgado y con tan graves consecuencias. La praxis de la inquisición im-
ponía a los jueces del tribunal, tras el auto de fe, ejecutar el castigo cor-
poral: en este caso, el traslado de D’Alessandro a la galera y la consi-
guiente entrega al licitador. Fue destinado a la galera de don Cesare de la
Torre. Entre los testigos de la acusación contra La Cava y contra Dimitri
había dos compañeros de cautiverio de D’Alessandro. El primero de ellos,
Antonino Ferraro, nacido en Monterosso, de 40 años, subrayaba la exis-
tencia de una vasta red de cómplices para ayudar a huir a D’Alessandro.
Él, había informado al escribano de la galera cuáles eran las intenciones
del prisionero, pero éste no había adoptado ninguna contramedida. Otras
deposiciones de encarcelados iban en la misma dirección. Uno de los prin-
cipales cómplices era uno de los marineros, el cual, después de la fuga de
D’Alessandro, desapareció sin dejar rastro.
La Cava y Dimitri sufrieron condenas muy duras, ya que obstaculizar la
actividad del Santo Oficio constituía, como es sabido, un delito gravísimo:

37
Para la citación, cf. loc. ult. Cit, ff. 683r-688r. Para el segundo proceso de Ge-
ronimo D’Alessandro. cf. AHNM, Inq., lib. 899, ff. 202r-203r.
38
Para el tercer proceso de Geronimo D’Alessandro. cf. AHNM, Inq., lib. 899, ff.
383v-385r.
39
Para las citaciones, cf. loc. ult. cit.
532 MELITA LEONARDI

el fabricante de cuchillos abjuró de levi y fue condenado a diez años de ga-


lera. El joven rentista palermitano, con la fuerza de su posición social, lo-
gró que le conmutaran la pena de la galera por el exilio de Palermo duran-
te cinco años 40.
El asunto de Gerónimo D’Alessandro no ha llegado todavía a su epílogo.
En un memorial de 1616 dirigido al Consejo de la Suprema, los inquisidores
narraban los últimos sorprendentes cambios. Encarcelado tres veces y decla-
rado impenitente e incorregible, el sacerdote mesinés fue condenado a pri-
sión de por vida en un lugar sin concretar y a la degradación verbaliter de su
sacerdocio, conservado hasta aquel momento a pesar de las distintas conde-
nas. Mientras se encontraba el lugar adecuado, tenía que continuar sirviendo
en la galera. Entonces, de repente, llegó a oídos de los inquisidores, la noticia
de su liberación, llevada a cabo por orden de Pedro Téllez de Girón, duque de
Osuna, virrey del Reino. Los inquisidores le pidieron explicaciones a éste; el
duque afirmó con fuerza que D’Alessandro no estaba en condiciones de re-
mar, y escribió que había dado la orden de encarcelarlo en el castillo de Ter-
mini. D’Alessandro permaneció allí durante más de dos años. Poco antes de
su partida de Sicilia, Osuna ordenó que fueran a recoger al sacerdote mesinés
y se lo llevó con él a Nápoles. Los inquisitores le pidieron que restituyera al
prisionero. A pesar del compromiso del virrey de devolverlo a su pena, los jue-
ces del santo tribunal, después de buscarlo en todas las galeras del Reino, no
lograron encontrar al reo en ninguna de ellas 41.
La conclusión de las peripecias de D’Alessandro puede parecer paradó-
jico: un potente aristócrata se interesaba por el destino de un condenado
por magia, reincidente, y se lo llevaba consigo, a su servicio. El destino que
le tocó vivir al sacerdote mesinés era, sin embargo, similar al de otros cua-
trocientos presidiarios, sacado por orden del ambicioso «procónsul», de las
galeras del reino de Sicilia. Para constituir la magnífica flota que soñaba
con dar de nuevo a España la supremacía sobre el mar Mediterráneo, Osu-
na saqueó los recursos de la isla: dinero, galeras, cañones, soldados, gale-
otes y esclavos. Al día siguiente de la muerte de Felipe III, las fuertes acu-
saciones presentadas acerca de la gestión de su cargo, primero en Palermo
y después en Nápoles, llevaron como consecuencia, a la compilación de
largos informes, pruebas aplastantes de las apropiaciones y de las confis-

40
Para los procesos de Mariano La Cava y a Luca Dimitri, cf. AHNM, Inq., lib.
899, f. 293r. Luca Dimitri nunca expió la pena de galeras porque, tras el reconoci-
miento médico, fue declarado no apto; fue entonces encarcelado, por orden del vi-
rrey, en la cárcel de la Vicaria: frc. AHNM, Inq., lib. 884, f. 154r. Éste, ofreció «a cam-
bio de su libertad» un esclavo que, en opinión de los oficiales de la galera, sería «de
más servicio para el remo que no su persona»: cf. AHNM, Inq., lib. 884, f. 157r.
41
AHNM, Inq., lib. 885, f. 68r (Palermo, 12 de agosto de 1616).
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 533

caciones. En una de estas últimas se hacía referencia a un prisionero de


nombre Geronimo D’Alessandro, embarcado en junio de 1615 en la galera
hospital «para loco depósito, sin declaración de la causa». En julio de 1616,
el mismo galeote era conducido a Nápoles en la galera Sant Jorge, propie-
dad del duque 42. El nuevo virrey de Sicilia, el conde de Castro, y el capitán
general del mar, Filiberto de Savoia, solicitaron en nombre del Reino, la
restitución de todos los forzados pertenecientes a Sicilia. Pero sólo un exi-
guo número de estos últimos regresó a la isla, y el sacerdote mesinés no es-
taba entre ellos.
La edad avanzada de D’Alessandro hace sospechar del interés de Osuna.
En su primera respuesta a los inquisidores, el duque reconoció la sustancial
inutilidad de D’Alessandro para remar. Consideraciones, curiosidad, intere-
ses diferentes de la simple necesidad de conseguir brazos para sus galeras,
probablemente impresionaron al impetuoso virrey. Un comportamiento
que demuestra la atracción ejercitada sobre los hombres de aquel tiempo
con personalidades singulares, expertas en cultura esotérica. Según creen-
cias supersticiosas muy difundidas, se consideraba que el favor de los sobe-
ranos y, en general de los potentes, podía conseguirse con medios mágicos,
verdaderos hechizos realizados por el cortesano a perjuicio de su señor. Los
realizados por Osuna no le bastaron para evitarle caer en desgracia en la
corte madrileña y morir en prisionero en 1624 43.

2.1. En 1626 se descubrió otra secta de nigromantes en Palermo. Los


informes del proceso son, desafortunadamente, muy breves, pero es posible
reconstruir este asunto a través de la correspondencia de los inquisidores.
También en este caso fue decisivo el mecanismo de la auto-denuncia por
parte de algunos cómplices.

42
Para la carta del conde de Castro (Palermo, 30 de mayo de 1620), con la cual
se solicitaba la restitución de los los forzados condenados en Sicilia y se ofrecía ha-
cer lo mismo con los forzados condenados en Nápoles, cf. AGS, Estado, Sicilia, leg.
1892, ff. 167r-v; véase también la adjunta Relación de los remeros que llevó el Señor
Duque de Osuna en su galera Sant Jorge a Nápoles - Forçados que primero estuvieron
en las galeras de administración: Geronimo De Alessandro de Palermo fue condena-
do por su Excelencia a bogar el remo para loco deposito, sin declaración de la cau-
sa; y se recibió en Palermo sobre la galera hospital a 8 de junio 1615». Esta apropia-
ción de forzados se convirtió en un verdadero problema político con recíprocos
intercambios de acusaciones entre las facciones en lucha: cf. AGS, Estado, Napoli,
leg. 1882, Disgusto del duque de Osuna por la saca de esclavos de hace de las galeras
de Nápoles el Principe Filiberto.
43
Acerca de la vida del duque de Osuna véase el curioso volumen dedicado al
mismo por el polígrafo G. LETI, La vie de don Pedro Giron, duc de Ossune, viceroi de
Sicile et Naples, le quel à été un prodige de bon gouvernement, Amsterdam, George Ga-
llet, 1700.
534 MELITA LEONARDI

Por lo que sabemos, el único que se presentó espontáneamente ante los


jueces palermitanos, fue el doctor Iacopo Cerasa, sacerdote de 26 años,
nacido en Bisacquino y vicario foráneo de Chiusa Sclafani, en la diócesis
de Agrigento, residente en Palermo en una casa situada cerca de la iglesia
de los padres carmelitas de Santa Maria del Soccorso, en el barrio de la
Albergheria 44. Podría sorprender, en el proceso contra Cerasa, como el
obispo de Agrigento no intervino a favor de su vicario. Pero, el caso de Ce-
rasa llegaba en un período de gran conflicto entre los inquisidores de Pa-
lermo y los obispos de Sicilia, en general, y sobre todo con el obispo de
Agrigento. En el siglo XVI no faltaron momentos de fricción con el poder
episcopal aunque, efectivamente, se había creado una situación de equili-
brio constante hasta los primeros decenios del siglo XVII. A continuación,
el santo tribunal tuvo que confrontarse con una autoridad pastoral que,
cada vez, era más resistente y agresiva de frente a las usurpaciones juris-
diccionales de los jueces de la perversidad herética. En 1625, la Suprema
intervino para reconfirmar las competencias específicas de los prelados y
de los inquisidores, y las comunes a todos ellos. Eran fuente de graves
choques los sacerdotes —entre los cuales se reclutaba con frecuencia a los
comisarios del Santo Oficio—, quienes solicitaban la afiliación como fa-
miliares, adquirían el derecho al fuero de la Inquisición, y se libraban del
fuero eclesiástico, provocando las quejas de los jueces ordinarios 45. Un

44
La tierra de Bisacquino era un feudo de la diócesis de Monreale: cf. B. LUCIA,
Monografía di Bisacquino, Palermo, Tip. «Fiamma serafica», 1968. Chiusa Sclafani
era un territorio baronal dependiente de la diócesis de Agrigento. El clero de la tie-
rra era dirigido por un vicario foráneo responsable también de la local Congregazio-
ne dei Bianchi, administradora del hospital. La Congregazione poseía una renta
anual de 140 onzas: cf. G. DI GIORGIO, Storia di Chiusa Sclafani e della frazione di San
Carlo, Palermo, Stass, 1983, p. 120. Para la Congregazione dei Bianchi véase también
R. PIRRI, Sicilia sacra disquisitionibus et notitiis illustrata, Panormi, apud haeredes
Petri Coppulae, 1733, I, p. 757. Acerca de la iglesia de Santa Maria del Soccorso, edi-
ficada en 1595, cf. ivi, I, p. 302. El cargo de vicario foráneo era similar al de vicario
general del obispo. Este último desarrollaba sus funciones en la ciudad, mientras
que el vicario foráneo las ejercitaba en la zona rural.
45
A. BORROMEO, «Contributo allo studio dell’Inquisizione e dei suoi rapporti col
potere episcopale nell’Italia spagnola del Cinquecento», en Annuario dell’Istituto sto-
rico italiano per l’età moderna e contemporanea, XXIX, XXX, 1977-78, pp. 219-276:
249-258. La victoria del tribunal fue completa cuando también el delito de bigamia
y el de blasfemia cayó dentro de su jurisdicción con la bula papal In multis deprava-
tis de 1554. El arzobispo de Palermo Pietro Tagliavia D’Aragona intentó reivindicar,
en 1556, sus propias competencias en los delitos de nicromancia y sortilegio, sin nin-
gún éxito. En el siglo XVII la relación de fuerzas entre inquisidores y obispos se vol-
vió más equilibrada: cf. RIVERO RODRÍGUEZ, La Inquisición española en Sicilia, cit. pp.
1161-1168, y H. C. LEA, L’Inquisizione spagnola nel Regno di Sicilia, a cargo de V.
SCIUTI RUSSI, ESI, 1995, pp. 59-60.
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 535

contraste, por un banal conflicto de competencias entre el obispo de Agri-


gento, Francesco Traina, y los ministros del tribunal siciliano, degeneró
de tal manera que fue necesaria la intervención del Papa para apaciguar
los ánimos. La «buena inteligencia» entre la Inquisición y los obispos de
Sicilia, recomendada por el Papa Urbano VIII, encontró una respuesta in-
mediata en el proceso de Cerasa: Francesco Traina —escribían satisfechos
los inquisidores a la Suprema— daba la impresión de querer concluir el
conflicto y ofrecía su plena colaboración 46.
El mismo tribunal de la Inquisición no vivía días tranquilos. De hecho,
había en curso un conflicto sin precedentes en el seno de la institución.
Martín Real, el más anciano de los miembros del Santo Oficio, aprove-
chándose del vacío de poder que se había creado a causa de la lucha en-
tre el Consejo de la Suprema (hostil al conde-duque de Olivares) y Zapa-
ta, el nuevo inquisidor general (fiel al valido), había monopolizado todas
las decisiones y convertido el distrito de Palermo en independiente de Ma-
drid, a pesar de haber sido varias veces amonestado y llamado a la obe-
diencia. El otro juez, Juan de la Cueva, era demasiado débil para oponer-
se a su decidido colega 47.
Después de la presentación espontánea de Cerasa ante el Santo Oficio,
los inquisidores lo encarcelaron, por haber intentado agilizar su posición.
En efecto, conocía las graves acusaciones en su contra y había intentado
prevenir su captura, confesando sólo una mínima parte de los hechos a él
impugnados. Los ministros de la fe consideraban, como escribieron a la Su-
prema, que el proceso contra Cerasa era una de las más importantes causas
de superstición en la historia del tribunal de Sicilia.
Cerasa se acusaba a sí mismo y a sus cómplices, no sólo de haber rea-
lizado el experimento de la «garrafa» 48 y de haber buscado tesoros sir-
viéndose de varillas de madera de olivo en las que estaban entalladas al-
gunas fórmulas, sino también de haber atentado voluntariamente contra
la vida de uno de los inquisidores. En una carta se le informaba del epi-
sodio a los ministros de la Suprema: «cuando, el 21 de marzo del año
1626, hubo aquella tremenda granizada, que causó tantos daños, en la ca-
sa donde yo, el inquisidor Juan de la Cueva, vivía en aquella época, cayó
un rayo que dio en la librería, lugar en el que yo solía encontrarme. Mila-
grosamente, me había alejado justo en aquel momento». Según los testi-
gos, en el mismo instante, los secuaces de la secta realizaban, en los cír-

46
Para la carta a la Suprema, cf. AHNM, Inq., leg. 1750, 6, f. 222r.
47
RIVERO RODRÍGUEZ, La Inquisición española en Sicilia, cit., pp. 1174-1176 y pp.
1217-1218.
48
Ritual mágico, realizado con fin divinatorio, con evocación del demonio a
través de una garrafa llena de agua.
536 MELITA LEONARDI

culos mágicos, un maleficio a través del bautismo de algunas estatuas. La


víctima designada no era sólo Juan de la Cueva, sino también don Geró-
nimo de la Veniero, arzobispo de Monreale 49. Además éstos, según lo re-
velado por uno de sus cómplices, poseían un agua venenosa que, en con-
tacto con la epidermis, mataba en pocos días. En el caso en el que fueran
llamados para presentarse ante el Santo Oficio, tenían que llevarse consi-
go una garrafa de aquella agua y se la tenían que arrojar al rostro de los
magistrados con la intención de matarlos 50.
El asunto, ya enmarañado, se complicó posteriormente cuando Jacopo
Cerasa reveló la existencia de un complot organizado por el arzobispo de
Palermo, Giannettino Doria (antes presidente ad interim del Reino, deseoso
de permanecer en el cargo), contra el virrey, marqués de Tavora, quien,
efectivamente, había muerto de repente. Las revelaciones fueron dadas a
conocer por Cerasa más o menos un año después de que los inquisidores lo
encarcelaran, exactamente el 7 de agosto de 1630, y sucesivamente lo repi-
tió en otras audiencias. Cerasa señaló como ejecutor material del maleficio
al fraile Carlo d’Alcamo, del tercer orden franciscano, residente en Nápo-
les 51. En una carta de 1631, los jueces daban cuenta a la Suprema de la com-
plejidad del caso, sin omitir los graves problemas de procedimiento implí-

49
En otro fragmento de la correspondencia está precisado por el inquisidor que
«el rayo que cayó [...] fue efecto del círculo que hizieron, aora abra quatro años, en
21 de marzo de 1626, para matar el arzobispo de Monreal, Don Gerónimo de Venie-
ro, y, a mi, el Inquisidor Juan de la Cueva»: cf. AHNM, Inq., lib. 888, ff. 215r-216r
(Palermo, 4 de abril de 1630). El arzobispo Gerónimo de Veniero y Leyva se instaló
en la diócesis de Monreale y falleció el 6 de agosto de 1628: cf. PIRRI, Sicilia Sacra,
cit., pp. 476-476.
50
En 1633, en Palermo, fueron ajusticiadas varias mujeres acusadas de haber
envenenado a algunas personas con un agua a base de arsénico que, del nombre de
una de las envenenadoras, adoptó la denominación de agua «tufania». Para una re-
construcción de este episodio, cf. R. LA DUCA, I veleni di Palermo, Palermo, Sellerio,
1988; para la exportación del agua «tufania» a otras partes de Italia y a Europa, cf.
G. FIUME, La vecchia dell’aceto. Un processo per veneficio nella Palermo di fine Sette-
cento, Palermo, Gelka, 1990, pp. 180-184.
51
AHNM, Inq., lib. 888, ff. 379r-382r (Palermo, 18 de agosto de 1631). Anto-
nio Pimentel, marqués de Tavora, tomó posesión del cargo de virrey de Sicilia el
11 de junio de 1626; habiendo enfermado en enero de 1627, murió en marzo de
aquel mismo año. Arrigo Pimentel, su hijo primogénito, fue nombrado presidente
del Reino por el propio virrey moribundo. El nombramiento, según narra Di Bla-
si, no fue apreciado por el cardenal Doria, y, por este motivo, fue ordenado a
los canónigos que no abrieran las puertas de la catedral para impedir a Pimentel
que jurara y que asumiera el cargo: cf. G. E. DI BLASI, Storia cronologica de’viceré,
luogotenenti e Presidenti del Regno di Sicilia, Palermo, Stamperia Oretea, 1842, III,
pp. 82-84.
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 537

citos en la revelación de Cerasa 52. Dado que los adherentes al conciliábulo


eran más de 80 personas, los ministros del tribunal palermitano, después de
una atenta ponderación, decidieron proceder solamente contra los maes-
tros de la secta y contra los principales cómplices, los que habían cedido sus
casas para las ceremonias de conjuro, para destilar venenos, para obrar ma-
leficios capaces de matar, de plagiar y de hacer vencer en el juego, de hacer
encontrar tesoros y de «obligar» a espíritus a que respondieran acerca de
acontecimientos pasados, presentes y futuros 53.
Cerasa no era considerado el único «maestro» de la asociación; otros
investigados, tras las confesiones de éste, formaron parte de la lista de los
sospechosos. Don Geronimo Reitano, nacido y residente en Palermo, mé-
dico de 28 años, estaba acusado de ejercitar, además de la nigromancia,
también la geomancia con el fin de curar a sus pacientes, de prestar libros
y escritos prohibidos inherentes al arte mágico, de trazar un círculo en la
tierra, de invocar a los demonios para «inmovilizarlos» y obtener, con su
ayuda, cargos influyentes; de que un platero cincelara una placa y dos ani-
llos con caracteres y letras 54.
Una posición grave en el proceso la tenía, inicialmente, el maestro pla-
tero Vincenzo Bova, nacido y vecino de Palermo, de 31 años. En la corres-
pondencia inquisitorial se encuentra un informe más amplio del mismo
proceso: a éste se le acusaba de grabar sobre una campanilla y sobre ani-
llos, letras y caracteres a petición de Geronimo Reitano, y de invocar, con
la ayuda de una mujer (Vincenza Bargnoli, prostituta de 30 años) 55, al de-
monio para «ligarlo», según un ritual que le había enseñado uno de los
cómplices. Parece interesante la directa intervención, en el proceso de Bo-
va, del arzobispo de Palermo Giannettino Doria. En su carta a los inquisi-

52
Escribían los miembros del tribunal, omitiendo el nombre del cardenal Do-
ria: «Del mismo personaje grave han querido algunos de los reos presos dezir algu-
nas cosas que no tocan a la complicidad y pareció no reducirlas a proceso». El asun-
to no fue de ningún modo abandonado. La Inquisición llevaba a cabo también
funciones de espionaje, y, por lo tanto, creaba expedientes secretos sobre importan-
tes personalidades. En esta carta del 9 de diciembre de 1631 se establecía no hacer
referencia de ese momento en adelante a este personaje en cuestión «por su nom-
bre», sino simplemente indicando la fecha de la primera carta (18 de agosto).
53
Los inquisidores fueron muy duros con Cerasa. Lo condenaron a la reconci-
liación, al hábito de penitente, a la confiscación de sus bienes, al emparedamiento du-
rante 10 años y, transcurrido el período de detención, al exilio de por vida del Reino:
cf. AHNM, Inq., lib. 901, ff. 236v-237v.
54
Geronimo Reitano fue condenado a la abjuración de vehementi y a la reclu-
sión durante tres años «en un aposento, sin comunicar sino con quien le diese lo ne-
cesario para su sustento»: cf. AHNM, Inq., lib. 901, ff. 231v-232r.
55
Vincenza Bargnoli fue condenada a la abjuración de vehementi y al servicio
en un hospital durante cinco años: cf. AHNM, Inq., lib. 901, ff. 232r-233r.
538 MELITA LEONARDI

dores (que no aparece en la correspondencia, pero sí figura como docu-


mentación adjunta), éste solicitaba para el maestro platero, en primer lu-
gar, rapidez en la tramitación de su proceso; si, después, se demostraba la
efectiva culpabilidad de su protegido, pedía que abjurara privadamente. De
cualquier modo, los inquisidores en el duro clima de enfrentamiento que
se había creado con los obispos sicilianos, deseosos de mantener «gustoso»
al potente cardenal palermitano, no infravaloraron sus peticiones y obede-
cieron al dictamen de la Suprema de tener en cuenta esto en el momento
de pronunciar la sentencia 56.

2.2. Otro exponente importante de la secta era el doctor Ludovico


Garrano, nacido y vecino de Palermo, jurisconsulto y censor, de 29 años,
acusado de delitos muy graves. Gracias a un informe muy amplio de su
proceso (enviado en 1640, junto a la petición de remisión de la pena a la
Suprema de Madrid) es posible reconstruir detalladamente las actividades
de la secta 57.
El principal testigo en contra de Garrano era justamente Cerasa. Éste lo
acusaba de haber realizado junto con él un tremendo maleficio para asesi-
nar al arzobispo de Monreal y al inquisidor Juan de la Cueva. Ambos mo-
delaron dos figuras con cera virgen y las atravesaron con dos clavos, uno de
madera de ciprés y otro con madera de laurel, en los cuales habían entalla-
do los sellos de Lucifer y del arcárgel Miguel. Mientras golpeaban los clavos
con un martillo, recitaron salmos sacados de la Biblia. Pusieron a conti-
nuación las imágenes frente al fuego y éstas empezaron a derretirse, cuan-
do el ritual se interrumpió por la explosión inesperada de una tormenta con

56
Para el proceso a Vincenzo Bova, cf. AHNM, Inq., lib. 901, ff. 227v-228r. Por
su proceso adjunto a la correspondencia, cf. AHNM, Inq., lib. 888, ff. 261r-262r. Pa-
ra la letra en la que es mencionada la intervención del cardenal, cf. AHNM, Inq., lib.
888, 255r-256r (Palermo, 4 de abril de 1630). Vincenzo Bova tuvo una condena blan-
da: la abjuración de levi y el exilio de Palermo durante dos años.
57
Un resumen muy largo del proceso contra Ludovico Garrano ha sido conser-
vado por error junto a los relaciones del auto de fe del 9 de septiembre de 1640. Un
descuido en el momento de la encuadernación quizás provocó este cambio de pues-
to. El proceso de mayor extensión había sido adjuntado a una carta que informaba
a la Suprema de la petición de gracia enviada por Garrano al inquisidor general. In-
cluso Michele Garrano, padre del investigado, había enviado una súplica. Garrano
permaneció en las cárceles secretas desde 1629 hasta 1633, año del auto de fe. Con-
denado a reclusión durante cinco años, sólo expió tres; de hecho, fue liberado en ene-
ro de 1636 por decisión del inquisidor general. Los inquisidores en una carta a la Su-
prema manisfestaron la necesidad, dada la insolencia mostrada por Garrano durante
el proceso, de que no apareciera por la ciudad tan pronto. La opinión pública se ha-
bía quedado muy impresionada por el asunto, y su liberación habría podido provo-
car asombro cf. AHNM, Inq., lib. 902, ff. 119r-135v.
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 539

truenos y rayos. Una persona (no especificada en el proceso) les dio 250 es-
cudos para ejecutar el maleficio contra el arzobispo; y el maleficio contra el
inquisidor fue llevado a cabo a petición de un amigo suyo en conflicto con
Juan de la Cueva.
Además, de esta fuente, conocemos cuáles eran los libros que, con tanta
avidez, se intercambiaban y comentaban los adeptos entre sí. Garrano, ba-
sándonos en los testigos, encargaba a emisarios que los adquirieran para él
fuera del Reino. El más importante, entre los poseídos por Garrano, era el
De subtilitate rerum de Girolamo Cardano, colocado en el Índice español de
libros prohibidos, como todos los otros volúmenes del médico milanés, ya
desde 1559. El jurisconsulto palermitano poseía también una obra de Giu-
lio Cesare Scaligero, Exotericarum exercitationum libri XV de subtilitatead
Hyeronymum Cardanum, en la cual el autor polemizaba violentamente con-
tra Cardano. Es muy interesante también la mención de la Polygrafia de
Giovanni Tritemio, el abad de Sponheim (1462-1516). Éste gozaba de una
fama todavía más siniestra que la de Cardano. Su libro más famoso, la Ste-
ganographia, de hecho, circuló como manuscrito y fue publicado un siglo
después de su muerte e integrado inmediatamente en el Índice. La Poly-
graphiae libri sex (publicada sin el lugar de impresión en 1518) parecía, apa-
rentemente, inofensiva, pero según la opinión de las autoridades religiosas,
era un texto mágico de los más peligrosos. En realidad, esta larga obra era,
un manual de criptografía con distintos tipos de códigos cifrados obtenidos
con claves cada vez más complejas, pero sus contemporáneos la interpreta-
ron como un preciso manual de magia. Una rehabilitación del Tritemio fue
intentada, en el siglo XVII, y, entre otros, los jesuitas Juan Caramuel y Lob-
kowitz, y Athanasius Kircher, publicaron obras en defensa de su memoria,
argumentando contra su pretendida implicación en evocaciones de demo-
nios. Otra obra que poseía Garrano (mencionada por los inquisidores con
el nombre de Vaucherio) era J. J. Wecker, De secretis libri XVII, ex variis auc-
toribus collectis, editada en Basilea en 1588, una antología de recetas mági-
cas y de mirabilia. Garrano poseía además el famoso texto helenístico sobre
la oniromancia de Artemidoro de Daldi, De insomnis, varias copias de la
Clavicola di Salomone, y los escritos de magia atribuidos al filósofo y médi-
co Pietro d’Abano, procesado como hereje por la Inquisición medieval 58.
¡Una biblioteca esotética digna de todo respeto! 59.

58
Para la condenación de las obras de Cardano y para una comparación entre
el Índice español y el romano, cf. J. M. DE BUJANDA, «Censure romaine et censure
spagnole au XVIe siecle. Les Index romain et espagnol de 1559», en Annuario dell’Isti-
tuto storico italiano per l’età moderna e contemporanea, XXXV-XXXVI, 1983-1984,
pp. 169-186. Las obras de Cardano, con excepción de las de medicina, fueron prohi-
bidas e incorporadas en el Índice romano promulgado en 1596, durante el pontifi-
540 MELITA LEONARDI

Los principales adeptos de la secta fueron acusados de herejía formal:


negaban la inmortalidad del alma y la divinidad de Cristo. Carlo de Alcamo,
fraile del tercer orden de San Francisco, que vivía en el reino de Nápoles,
explicaba que la inmortalidad del alma era sustentada por razones de Esta-
do. Necesariamente, los reyes debían forzar a los hombres a creer en la
inmortalidad, a fin de que no hubiera rebeliones. Sólo el temor a las san-
ciones en el más allá alejaba, de una manera eficaz, a los súbditos de las su-
blevaciones 60. En sus discusiones sobre el alma, los seguidores de la secta
comentaban a menudo un pasaje de Cardano extraído de De subtilitate re-
rum, libro XVIII: De mirabilibus, et modo rapraesentandi res varias praeter fi-
dem. Cardano, en este libro, sostenía que «Multa sunt mirabilia, quae tamen
cum noveris causam, cessat omnis admiratio». La polémica, ni siquiera tan
encubierta, afectaba al concepto de milagro y al problema de distinguir los
milagros verdaderos de los falsos; estos últimos, según Cardano, constituían
la mayoría. A esto se añadía el tratamiento del problema de la resurrección

cado de Clemente VIII: cf. L. SIMONUTTI, «Miracula et mirabilia», en Cardano, en Gi-


rolamo Cardano. Le opere, le fonti, la vita, Atti del Convegno internazionale di Stu-
di-Milano (11-13 de diciembre de 1997), a cargo de M. BALDI y de G. CANZIANI, Mila-
no, Franco Angeli, 1999, pp. 181-214: 191, nota 38. Acerca de la fama sinistra de
Tritemio véase K. ARNOLD, Johannes Trithemius (1462-1516), Würzburg, Kommis-
sionverlag Ferdinand Schöningh, 1991, pp. 180-200. Sobre los sistemas criptográ-
ficos ideados por el abad benedictino, cf. W. SHUMAKER, Renaissance curiosa. John
Dee’s Conversation with Angels. Girolamo Cardano’s Horoscope of Christ. Johannes
Trithemius and Cryptography. George Dalgano’s Universal Language, Binghamton-New
York, Center for Medieval & Early Rennaissance Studies, 1982, pp. 91-131. Sobre la
vida y la obra de Artemidoro de Daldi, cf. la introducción de D. DEL CORNO a Il libro
dei sogni, Milano, Adelphi, 1975, pp. XXVIII-XLIII. Sobre Pietro d’Abano y su Eluci-
darium veáse G. FEDERICI VESCOVINI, el «Lucidator dubitabilium astronomiae» di Pie-
tro d’Abano. Opere scientifiche inedite, Padova, Programma e 1+1 Editori, 1988,
pp. 17-104.
59
Para el informe de Garrano referente al auto de fe de 1633: cf. AHNM, Inq.,
lib. 901, ff. 228v-229r. El jurisconsulto palermitano fue condenado a la abjuración de
vehementi y a la reclusión durante cinco años «en un aposento sin comunicar con
otra persona más de la que le diese lo necesario para su sustento».
60
Para la doctrina de la inmortalidad del alma en la teología católica véase el
Dictionnaire de théologie catholique, cit., voz: âme, I, pp. 968-1041. El pensamiento de
los «averroistas» italianos del siglo XVI ha sido considerado como la raíz teorética del
pensamiento libertino que se difundió en Francia y en Inglaterra entre los siglos XVII
y XVIII: cf. L. FEBVRE, Le problème de l’athéisme, Paris, A. Michel, 1947; R. LENOBLE,
Histoire de l’idée de nature, París, A. Michel, 1969; R. PINTARD, Le libertinage érudit,
Genève, Slatkine, 1983. Es fundamental para Italia el ensayo publicado en 1950 por
G. SPINI, Ricerca dei libertini. La teoria dell’impostura delle religioni nel Seicento italia-
no, reeditado en una nueva edición revisada y ampliada, Firenze, La Nuova Italia,
1982. Véase, para más detalles sobre el mismo tema, T. GREGORY, Theophastus redi-
vivus. Erudizione e ateismo nel Seicento, Napoli, Morano, 1979.
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 541

definida por el médico milanés, tout court, un acontecimiento «contra na-


turam», más que un «naturae error». Era suficiente para atraer la atención
de los inquisidores, diligentes funcionarios, que con burocrático celo lo es-
cribieron a la Suprema 61.

2.3. Del informe del auto de fe del 16 de octubre de 1633 emergen los
nombres de otros investigados cuyo papel en la cuestión no está muy claro:
Jacopo La Piana, de 36 años, nacido en Randazzo y residente en Palermo,
cirujano, acusado de poseer libros prohibidos y de prestarlos a otras perso-
nas, además de permitir a los otros cómplices que se reunieran en su pro-
pia casa para llevar a cabo el experimento de la garrafa 62. Antonio Panaino,
de 49 años, nacido en Laino (Basilicata) y residente en Palermo, sacerdote
y maestro de escuela, acusado de poseer e intercambiar con los correos li-
bros y escritos prohibidos inherentes al arte mágico, de enseñar a los demás
el experimento para volverse invisibles y el uso de las varillas de oliva para
buscar los tesoros, de bautizar el día de Navidad un imán y una antorcha de
cera 63. El rigor de las penas conminadas revela un papel no marginal en el
seno de la secta.
En el auto de fe de 1633 fueron penitenciados otros seis hombres, en re-
lación a esta cuestión, por complicidad y encubrimiento. Francesco Benfa-
to, nacido y residente en Chiusa, clérigo, de 28 años, estaba acusado de po-
seer y prestar a otras personas libros y escritos relativos al arte de la
nigromancia, de participar en el experimento de la garrafa, en el de las ra-
mitas de olivo, y bautizar un imán 64. Onorio de Simone, nacido y residente
en Vampolieri, caserío de Mesina, sacerdote de 36 años, fue acusado de po-
ner en práctica y enseñar a los demás el experimento de la garrafa, el de las
ramitas de olivo y de realizar ceremonias de nigromancia ayudado por los
adeptos de la secta, de los que era gran amigo y a los que frecuentaba asi-
duamente 65. Giuseppe Basco, nacido en Alcamo y residente en Palermo, sa-

61
Para la mención del libro XVIII de la obra de Cardano véase AHNM, Inq., lib.
888, ff. 400r-401r. Para las citas, cit. Cf. SIMONUTTI, «“Miracula et mirabilia” in Car-
dano», en Girolano Cardano. Le opere, le fonti, la vita, cit., pp. 200-202.
62
Jacopo La Piana fue condenado a la abjuración de vehementi y al confina-
miento en la isla de Pantelleria durante cinco años y, finalizada la pena, al exilio per-
petuo del Reino: cf. AHNM, Inq., lib. 901, ff(r-v).
63
Antonio Panaino fue condenado a la abjuración de vehementi y a la reclusión
durante cinco años en un lugar elegido por los inquisidores: cf. AHNM, Inq., lib. 901,
ff. 230v-231r.
64
Francesco Benfato fue condenado a la abjuración de vehementi y a remar en
las galeras durante cuatro años: cf. AHNM, Inq., lib. 901, ff. 233v-234r.
65
Onorio de Simone fue condenado a la abjuración de vehementi, a la reclusión
en un convento durante tres años y exiliado de Palermo durante cinco años. Cf.
AHNM, Inq., lib. 901, f. 320v.
542 MELITA LEONARDI

cerdote de 47 años, fue acusado de pedir prestada a unos amigos suyos una
casa fuera de Palermo para trazar, acompañado por otros cómplices, círcu-
los en la tierra para invocar a los demonios y «ligarlos». Era imposible lle-
var a cabo este ritual en Palermo porque las palabras del ritual debían ser
pronunciadas en voz alta 66. Cosma Filone, nacido en San Mauro, caserío de
Mesina, residente en Tusa, sacerdote de 40 años, fue condenado por parti-
cipar en el experimento de la garrafa, por discutir con los otros investigados
sobre el modo de trazar círculos mágicos y pentáculos, y por realizar exor-
cismos y otros experimentos de magia 67. Fray Clemente, residente en Paler-
mo, maestro en teología, sacerdote y religioso profeso de los franciscanos
descalzos, prior del convento extramuros de Zisa, de 44 años, fue condena-
do por jactarse de tener un amigo experto en el arte de la nigromancia y de
hacerlo venir para que hablase con los otros frailes, por comentar varios li-
bros prohibidos que negaban la inmortalidad del alma y por asistir al expe-
rimento de la garrafa; además estaba acusado de consagrar, vestido con
paramentos sacerdotales, algunas piedras y cuchillos necesarios para los ri-
tuales, y de aconsejar a algunos cómplices que no fueran al Santo Oficio pa-
ra contarlo todo, porque él les administraría la absolución ó8.
El balance de este proceso mostraba a los inquisidores una realidad que
se alejaba mucho del dócil cumplimiento de los preceptos de la Iglesia. Más
de ochenta eran, según los inquisidores, las personas implicadas con dis-
tinto título en la secta: once hombres y una mujer fueron penitenciados;
otras cinco personas (Carlo di Alcamo, el doctor Michele Moraschino, Ce-
cilia Imperiale, el hijo de ésta y otro hombre) fueron arrestadas y, quizás,
procesadas. No ha sido posible encontrar los legajos de los procesos contra
éstos últimos y, por este motivo, ignoramos su destino 69.

3. La de 1633 no fue la última secta descubierta por el tribunal. Se


menciona otra en la correspondencia entre los inquisidores de Sicilia y la
Suprema madrileña. Las lagunas en la documentación permiten reconstruir
el asunto sólo en modo fragmentado. El descubrimiento de la nueva secta

66
Giuseppe Basco fue condenado a la abjuración de vehementi, y al exilio del va-
lle de Mazara durante cinco años. Cf. AHNM, Inq., lib. 901, ff. 231r-v.
67
Cosma Filone fue condenado a la abjuración de vehementi, y al exilio duran-
te cinco años. Cf. AHNM, Inq., lib. 901, ff. 233r-v.
68
Fray Clemente fue condenado a la abjuración de vehementi, y a la reclusión
en un convento de su orden durante cinco años. Cf. AHNM, Inq., lib. 901, ff. 229v-
230r.
69
Sólo se han encontrado trazas del proceso contra el doctor Moraschino (o
Moraschini). Los ministros de la Suprema solicitaban a los inquisidores sicilianos,
en 1642, el envío del proceso a Monaschino y de la sentencia emitida por el tribunal
palermitano: cf. AHNM, Inq., lib. 897, f. 167r.
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 543

llegaba en un momento delicadísimo en la vida del tribunal. Su poder en la


isla estaba en una fase descendente, a pesar de que la revolución de 1647
demostrara que sus capacidades de control político y social estaban todavía
intactas 70. A la crisis institucional se le unió la administrativa; en 1657, el
Santo Oficio perdió dos jueces: Marco Antonio Cotoner y Juan López de
Cisneros. El primero, falleció de muerte natural; el segundo, fue asesinado
por un detenido, Diego La Matina 71. El promotor fiscal Pablo Escobar des-
cubrió, probablemente a través de una denuncia, la existencia de una secta.
Informó de este asunto a la Suprema, con el desarrollo del proceso a La Ma-
tina, en una carta del 10 de julio de 1657: «Mientras tanto ha llegado de im-
proviso el descubrimiento de una secta de magos, la más grande y conside-
rable que se haya visto u oído jamás en este tribunal; y sobre ésta han sido
realizadas las pesquisas necesarias e improrrogables» 72. Escobar no conti-
nuó con el expediente porque falleció algunos meses después, probable-
mente envenenado. Sus sucesores en el cargo arrestaron a un farmacéutico
con la acusación de suministrar a Escobar una medicina que, según los mé-
dicos, fue la causa de la muerte del mismo. El farmacéutico Michele Salo-
mone, encarcelado inmediatamente, resultó, de algún modo, implicado
también en el grupo mencionado en la misiva de Escobar a la Suprema 73.
En una carta sucesiva, los inquisidores comunicaban el efectivo arresto de
los acusados por cargos más graves: dos religiosos y dos seglares 74. Los dos

70
Acerca del papel político ejercido por el tribunal tras la revolución de 1647,
cf. SCIUTI RUSSI, Astrea in Sicilia, cit., p. 242, nota 111.
71
Diego La Matina era un fraile agustino acusado de propuestas heréticas. Pro-
bado por un larguísimo cautiverio, se liberó de las cadenas y, apoderándose de un
hierro apoyado sobre la mesa, acabó con la vida del inquisidor López de Cisneros,
mientras éste llevaba a cabo su visita cotidiana a los detenidos. Este asunto (en la ac-
tualidad famoso por ser el objeto del ensayo de LEONARDO SCIASCIA, Morte dell’inquisi-
tore) ha sido revisado en modo crítico por SCIUTI RUSSI, Gli uomini di tenace concet-
to, cit., a la luz de la nueva documentación surgida de la correspondencia entre los
inquisidores de Palermo y la Suprema.
72
Escribían los inquisidores: «Y en medio de ella nos sobrebino una complici-
dad de magos, la mayor y de más consideración que jamás se haya visto ni oydo en
este tribunal; se atendió a hazer diligenzias precisas y que no pidían dilazión»: cf.
AHNM, Inq., lib. 898, ff. 42r-44v (Palerno, 10 de julio de 1657). La carta está publi-
cada en un apéndice, entre la correspondencia relativa al caso del fraile Diego La
Matina, por SCIUTI RUSSI, Gli uomini di tenace concetto, cit., pp. 164-166.
73
El farmacéutico y un sacerdote, Francesco Ramos, acusados del homicidio
de Escobar, fueron después absueltos de esta acusación; no fue probada la perte-
nencia de Salomone a la secta: cf. AHNM, Inq., lib. 892, ff. 138r-v (Palermo, 11 de
julio de 1659).
74
En la carta, los jueces palermitanos comunicaban la noticia del descubri-
miento de «una gravissima complicidad de ocho o nuebe personas sortílegos, negro-
mánticos y endemoniados, y adoradores del diablo con horrendas circunstancias;
544 MELITA LEONARDI

religiosos eran Martino (llamado Giacinto Cirino cuando era seglar), naci-
do en Mesina, de 25 años, según el informe fraile «agustino» (rectius, bene-
dictino), de la congregación de Montecassino, y Filippo Fladida, nacido en
Palermo, de 48 años, prebendado de la catedral de Palermo, acusado de ser
un nigromante, blasfemo, poseedor de obras prohibidas, y sospechoso de
anabaptismo 75. Los dos seglares, ambos curiales de la Gran Corte, eran Pie-
tro Falcone, nacido en Catania, de 27 años (en la sentencia de la condena
era definido como mago, blasfemo herético, nigromante, sospechoso de
pertenecer a las sectas anabaptista, luterana, calvinista y judaica, poseedor
de libros prohibidos, especialmente de la Clavicola di Salomone) 76, y Fran-
cesco Belarbolo, nacido en Cefalù, de 19 años, acusado de ser un maestro
del arte mágico 77.
En una posición de segundo plano se consideraba a Lorenzo Bellis, na-
cido a Palermo, de 52 años, guantero, con el oficio de pesador de nieve, y
Nunzio, nacido en Palermo, fraile franciscano en el convento de San Anto-
nio de Palermo, de 58 años, acusados ambos de nigromancia, de posesión
de libros prohibidos y de utilizar objetos sagrados durante los rituales 78.

ahora están pressos los quatros principales, que son un frayle descalzo de s. Fran-
cisco, un racionero de la santa Iglesia de aquí y dos seglares; de los seglares el uno,
que es el capital, confessó plenamente a tres dias de carcerado; de los otros, uno es-
tá aquí en la ciudad, que tiene officio, no se ha votado asta aora, votarase presto; el
otro, que es medio caballero, vino espontaneo antes de ser testificado, aunque des-
pués de preso el principal de la complicidad»: cf. AHNM, Inq., lib. 892, f. 80v (Pa-
lermo, mayo de 1658).
75
Los indagados fueron penitenciados en el auto de fe llevado a cabo el 6 de
marzo de 1661. Martino, alias Giacinto Cirino, fue reconciliado y condenado a gale-
ras durante un período de cinco años, y, una vez finalizada la pena, a reclusión du-
rante tres años: cf. AHNM, Inq., lib. 902, f. 396v. Filippo Fladida fue condenado a la
abjuración de vehementi, a la pérdida de su beneficio y a la reclusión en un conven-
to durante diez años: cf. AHNM, Inq., lib. 902, ff. 396r-v.
76
Pietro Falcone fue condenado a la reconciliación y a doscientos latigazos; se
ordenó, además, que durante la lectura de la sentencia su mano derecha estuviera in-
movilizada con un clavo, quizás para indicar la presencia de un pacto acordado con
el demonio; le fue conminada, al final, la reclusión de por vida con sentencia «no re-
visable» en un lugar elegido por los inquisitores: cf. AHNM, Inq., lib. 902, f.
396v-397r.
77
Francesco Belarbolo fue condenado a la abjuración de vehementi, a doscien-
tos latigazos, a galeras a remar durante cinco años, y, cumplida la pena, a reclusión
durante cinco años en un lugar elegido por los inquisidores: cf. AHNM, Inq., lib. 902,
f. 296r.
78
Lorenzo Bellis fue condenado a la abjuración de levi y al exilio del Reino du-
rante diez anos: cf. AHNM, Inq., lib. 902, f. 395v. El fraile Nunzio fue condenado a
la abjuración de levi y a la reclusión en un convento durante cinco años: cf. AHNM,
Inq., lib. 902, f. 293v.
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 545

Llama la atención, en estos procesos, la extrema dureza de las condenas.


Normalmente, en la praxis inquisitorial, la reclusión de por vida era acom-
pañada de la especificación «revisable». El condenado transcurría en la ga-
lera dos o tres años bajo el control de un confesor escogido por el tribunal
para vigilar su evolución espiritual y el aprendizaje de las enseñanzas reli-
giosas. Los jueces, tras un atento examen, podían ordenar la excarcelación.
Pietro Falcone vivió, como sabemos a través de la petición de gracia al in-
quisidor general, cuatro años en las galeras secretas y veintiún años en las
galeras de penitencia; y sólo en 1686, con extrema dificultad, logró obtener
la gracia, aceptando, a cambio, residir en Mesina y no en Palermo 79. El otro
investigado, Francesco Belarbolo, era menor de edad y la praxis del tribu-
nal impedía conminar a los menores de edad la pena de las galeras. Sin em-
bargo, en este caso, la costumbre fue ignorada.
La extraordinaria severidad podría ser un signo de evolución en los pro-
cedimientos del tribunal y de las mayores sospechas con las que, en la se-
gunda mitad del siglo XVII, los jueces examinaban la apostasía con trasfondo
mágico-demoníaco, en la misma dirección que las duras tomas de posición
de la Curia romana. El menor número de procedimientos, consecuencia in-
mediata de una reducida actividad del tribunal, parecería, pues, que llevó a
una mayor dureza en la aplicación de las penas.

4. Estudios de las áreas española e italiana sostienen la hipótesis de una


fase represiva, entre finales del siglo XVI y los primeros decenios del XVII, en
la que los religiosos (exponentes del clero regular y secular de sexo masculi-
no) constituyen los principales destinatarios de la acción de los tribunales in-
quisitoriales a causa de los delitos de superstición. En Sicilia, los miembros
del clero ocupaban, con 66 procesos, el primer puesto en este tipo de delito.
Se trata, en relación al total de 176 investigados de sexo masculino en el pe-
ríodo de 1571-1650, del 37 por ciento. Los procesos celebrados tienen como
protagonistas 46 exponentes del clero secular y 20 miembros del regular (do-
ce franciscanos, cuatro carmelitas, dos agustinos, un dominico y un bene-
dictino) 80.

79
Para la petición de gracia de Pietro Falcone, cf. AHNM, Inq., leg. 1743, 19, ff.
306r-314v.
80
Para el análisis estadístico, reenvío a mi tesis de doctorado: M. LEONARDI, In-
quisizione, magia e stregoneria nella Sicilia spagnola (secoli XVI-XVII), Università di Ca-
tania, dottorato di Storia moderna (IX ciclo), 1994-1997, p. 193. Romeo, en la zona
de Nápoles, detecta cómo un porcentaje consistente de los investigados por magia
pertenece, por el contrario, a las órdenes mendicantes (franciscanos, carmelitas), y,
sobre todo, a los franciscanos observantes. Los abusos supersticiosos de las órdenes
mendicantes y, sobre todo, de los miembros de la Observancia franciscana preocu-
paron de tal modo a la Congregación del Santo Oficio que se hizo necesaria la pro-
546 MELITA LEONARDI

Los procesos, analizados en las páginas precedentes, muestran clara-


mente cómo los tribunales inquisitoriales sicilianos identificaron en el cle-
ro secular y en el regular un peligroso vehículo de difusión de rituales que
vulgarizan los resultados mágicos de la cultura renacentista. En especial,
dos elementos diferenciadores, hacen a los eclesiásticos particularmente
idóneos para divulgar estos conocimientos: la cultura y la movilidad en el
espacio. El conocimiento del latín era fundamental para acceder a los tex-
tos de nigromancia, de cábala y de otras ciencias ocultas, y los eclesiásticos
se jactaban, casi todos, de tener una cierta familiaridad con dicha lengua.
La movilidad espacial era otra prerrogativa específica de los religiosos. Los
miembros de las órdenes regulares podían transferirse de un convento a
otro, viajar al extranjero, acceder a las bibliotecas de los conventos y, gra-
cias a las eventuales relaciones de patronazgo entabladas por la comunidad
monástica de residencia con eminentes familias locales, acceder a las bi-
bliotecas privadas. Pero también los sacerdotes consagrados, ya que no es-
taban vinculados por beneficios, circulaban libremente por el Reino, ejerci-
tando, a veces, un oficio (eran, a menudo, maestros de escuela). De las
declaraciones recogidas por los inquisidores, un fraile romano no bien iden-
tificado, amigo de Gregorio de Rosa (uno de los maestros del ritual), difun-
dió entre los compañeros el conocimiento de la cábala y favoreció el desa-
rrollo de la ceremonia realizada, en Mesina, en el palacio de Giuseppe
Balsamo, barón de Cattasi. Sin el encuentro acaecido después de la prime-
ra condena inquisitorial, probablemente no existiría la elaboración del ri-
tual mesinés con sus múltiples facetas cabalísticas, verdadero salto de cali-
dad madurado en el transcurso de pocos años.
Las relaciones surgidas, a lo largo de los procesos, entre los maestros de
las sectas y los miembros de las familias aristocráticas, suscitan un problema
distinto: el de la difusión, en los estratos nobiliarios más altos, de una cultu-
ra esotérica unida a los otros intereses eruditos investigados por la historio-
grafía 81. En algunas formas de mecenazgo cultural nobiliario se incluían, co-

mulgación de dos decretos, en 1591 y en 1601, para desarraigar dichos abusos: cf. G.
ROMEO, Inquisitori, esorcisti e streghe nell’Italia della Controriforma, Firenze, Sansoni,
1990, p. 197, nota 64.
81
Acerca de la relación entre la potente familia Ventimiglia y el célebre mate-
mático Francesco Maurolico, cf. R. MOSCHEO, Mecenantismo e scienza nella Sicilia del
‘500. I Ventimiglia di Geraci e il matematico Francesco Maurolico, Messina, Società
messinese di storia patria, 1990. DOLLO (Modelli scientifici e filosofici nella Sicilia
spagnola, cit., pp. 213-219) ha indagado sobre la compleja actividad del científico y
astrónomo Giovan Battista Odierna, llevada a cabo en Palma di Montechiaro bajo la
protección de la familia Tomasi. Distintos estudios han analizado los asuntos del ce-
lebérrimo científico Giovanni Alfonso Borelli, ligado a los círculos neotéricos, y la
publicación, en el seno de una decidida renovación cultural madurada en Mesina en
NIGROMANCIA Y CÁBALA EN LOS PROCESOS DE LA INQUISICIÓN EN SICILIA 547

mo resulta de los asuntos narrados, curiosidades específicamente mágicas,


aunque indicios tan comprometedores han dejado pocos rastros en los archi-
vos familiares. Sólo recientemente en el grupo de investigaciones realizadas
en otros ámbitos científicos se ha indagado, con atención, sobre el papel del
apoyo de la nobleza y de sus relaciones con la intellighenzia siciliana e italia-
na en aquel sistema cortesano en forma de círculo con radios dirigidos dal
centro a la periferia; cómplices también las estrechas relaciones entre élites si-
cilianas y la alta aristocracia española, predicadora de curiosidades y de mo-
das en voga en la isla 82.
Si el maleficio obrado por los componentes de la segunda secta para ase-
sinar al alto prelado y al inquisidor no se aleja de la clásica ceremonia exor-
cística ejemplificada en el modelo de las descritas en la Clavicola di Salo-
mone, el especial interés de este asunto está unido, según mi opinión, a dos
circunstancias. La primera hace referencia al altísimo número de personas
(las fuentes indican más o menos ochenta) involucradas en primera perso-
na en los rituales, síntoma de una profunda atracción, difundida en todos
los estratos sociales, hacia aquel polo definido por la cultura oficial como
«demoníaco». Las actas del proceso testimonian que la preocupación de las
altas jerarquías eclesiásticas (inquisidores y obispos, en primer lugar) por
una superstición difundida no era una exageración alarmista orientada a
obtener la confirmación de viejos privilegios y a solicitar otros nuevos, sino
que registraba, en modo exclusivamente negativo, algunas experiencias que
la Iglesia romana quería eliminar del panorama cultural de los fieles, alen-
tando más bien prácticas devocionarias populares patrocinadas por las au-
toridades eclesiásticas y seglares. La segunda circunstancia, que debe ser
valorada totalmente, es la de la difusión, todavía en pleno siglo XVII, de obras

la segunda mitad del siglo XVII, de algunas de sus obras con el patrocinio del Senado
de su ciudad y con el apoyo de la potente familia Ruffo de Francavilla: cf. DOLLO, Mo-
delli scientifici e filosofici nella Sicilia spagnola, cit., pp. 180-203, y también D. BER-
TOLONI MELI, «L’attività politica di Giovanni Alfonso Bonelli a Messina», en Filosofia
e scienze nella Sicilia dei secoli XVI e XVII, cargo de C. DOLLO, I, Catania, Centro studi
per la storia della filosofia in Sicilia, 1995, pp. 183-189.
82
Fueron creadas cortes en ciudades feudales por la ya mencionada Luisa Lu-
na Moncada, por Eleonora Mirabella, Agata Lanza y Giovanna de Austria, hija de
Don Juan de Austria, el héroe de Lepanto: cf. GIARRIZZO, Alla corte dei Moncada (se-
coli XVI-XVII), cit.; D. LIGRESTI, «Le piccole corti aristocratiche nella Sicilia spagnola»,
en Archivio storico per la Sicilia Orientale, CIV, 1998, I, pp. 11-35. Acerca de la cultu-
ra nobiliaria, cf. G. GIARRIZZO, Il cavaliere giostrante, Catania, Giuseppe Maimone Edi-
tore, 1998. Acerca del coleccionismo de curiosidades naturales y artísticas y sobre el
papel del apoyo nobiliario en la isla, cf. la introducción de V. ABATE, Wunderkammern
e meraviglie in Sicilia en el volumen de arte Wunderkammer Siciliana. Alle origini del
musco perduto, Napoli, Electa, 2001, pp. 17-46, y M. C. CLABRESE, I Ruffo a Francavi-
lla. La «corte» di Giacomo nel Seicento, Catania, A. Siciliano Editore, 2001.
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prohibidas, objeto de conversaciones pero, sobre todo, de una intensa acti-


vidad de copiado entre los miembros de las sectas. De los procesos a los
componentes de la segunda secta, el vaivén aflora de modo evidente; libros
prohibidos que pasan de una mano a otra; los investigados se encuentran
en casa de amigos complacientes para discutir acerca de las ceremonias
mágicas y de argumentos heterodoxos, temas difundidos, como ya ha sido
explicado en las páginas precedentes, en la contemporánea literatura liber-
tina. Sobre la circulación de libros prohibidos en la sociedad italiana exis-
ten dos hipótesis contrapuestas: una pesimista que considera eficaz el con-
trol inquisitorial y, consecuentemente, escasa la posibilidad para el posible
interesado de acceder a las obras prohibidas; una optimista que resalta las
grandes fisuras en esta vigilancia, y de esto se deduce la efectiva accesibili-
dad de la literatura prohibida. Los procesos a la segunda secta parecían dar
razón a esta última hipótesis. Pero los miembros de la segunda secta eran
cultos (Garrano era licenciado en Derecho), poseían notables recursos fi-
nancieros y presumían de tener amistades fuera del Reino, privilegios en
grado de activar caminos alternativos. Por lo tanto, la posibilidad de acce-
der a los libros incluidos en el Índice era verosímil, y al precio de notables
riesgos, por una parte extremadamente restringida de la población. Los tes-
timonios, de todas formas, abren resquicios interesantes acerca de la circu-
lación de libros y sobre la real eficacia de la censura en la isla 83.
La documentación analizada ha permitido la reconstrucción de aspectos
inéditos en la historia de la magia durante la edad moderna. La existencia
de las sectas es la prueba de distintas formas de acceso a la fruición de las
prácticas mágicas: por un lado hay profesionales (el mago, la hechicera),
conscientes de sus conocimientos puestos al servicio de una clientela incul-
ta; por el otro, hay círculos en los que los adeptos discuten, desde un plano
de igualdad, de artes ocultas, de cábala, de maleficios, y organizan, con cui-
dado, rituales mágicos de compleja ejecución.

83
Acerca de la circulación de libros prohibidos en Italia, véanse A. ROTONDÒ, «La
censura ecclesiastica e la cultura», en Storia d’Italua, V, I Documenti, Torino, Einau-
di, 1973, pp. 1397-1492; U. ROZZO, «Dieci anni di censura libraria (1596-1605)», en
Libri e documenti, IX, 1983, pp. 161-195. Son muy importantes las consideraciones
de G. FRAGNITO, La Bibbia al rogo. La censura ecclasiastica e i volgarizzamenti della
Scrittura (1471-1605), Bologna, Il Mulino, 1997, pp. 227-273. Sobre los retrasos y las
dificultades encontradas por el poder episcopal para asegurar una adecuada ejecu-
ción del Índice clementino, cf. EAD, «“In questo vasto mare di libri prohibiti e sos-
pesi tra tanti scogli di varietà e controversie”. La censusa ecclesiastica tra la fine del
Cinquecento e i primi del Seicento», en Censura ecclesiastica e cultura politica in Ita-
lia tra Cinquecento e Seicento, VI giornata Luigi Firpo. Actas del Convenio del Con-
vegno del 5 de marzo de 1995, a cargo de C. STANGO, Firenze, Olschki, 2001, pp. 1-35.
Para la censura y el embargo de los libros prohibidos en Sicilia, cf. BORROMEO, In-
quisizione spagnola e libri proibiti in Sicilia e in Sardegna durante il secolo XVI, cit.

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