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XVIII Semana de Pastoral de la Diócesis de Santiago del Estero

Devolución del trabajo de grupos

Ruth Ramasco de Monzón


17 de Septiembre de 2005.

1. Temas enunciados por los grupos

Acontecimientos eclesiales Acontecimientos provinciales y Acontecimientos


nacionales internacionales
Renuncia de Monseñor Santiagueñazo Atentado a las Torres
Maccarone. Suba de precios. Gemelas
Muerte de Monseñor Sueldo. Caída de Alfonsín. (vulnerabilidad del
Visita del P. Marins. Privatizaciones. poder)
Congreso Eucarístico Venta de Armas.
(participación, servicio de los Abolición del servicio militar.
jóvenes, vivencia de la Eucaristía) Crimen de la Dársena.
Jubileo 2000 Juarismo y corrupción
Jubileo de jóvenes Concientización de la gente.
Muerte de Juan Pablo II Problemas de tierra
Obra evangélica del P. Pierre. Mesa de Diálogo
Visitas de Monseñor Maccarone Intervención (respiro)
(visitó casi todo) Nuevos barrios.
Pensamiento reflexivo y crítico de
la juventud.
Visitas de Monseñor Sueldo al
interior (casa por casa)
Iglesia devuelta a la comunidad
Enfrentamiento con el gobierno.
Cambio en la Catequesis
Familiar.
Memoria de Monseñor Sueldo:
“antes poco acompañamiento y
mucho miedo”, “compromiso y
frontalidad”
Comienzos de evangelización de
la política.
Educación.
Festejos de las parroquias.
Agradecimiento a los sacerdotes.
Fiestas patronales.
Fallecimiento del P. Serí.
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Observaciones:

1. Lo primero que hay que remarcar es que casi todos los acontecimientos que
recuerdan son eclesiales. Después están los sociopolíticos más próximos, y por
último, sólo un acontecimiento del orden internacional.

2. Dentro de los acontecimientos eclesiales, sería posible distinguir lo siguiente:

a) Hay acontecimientos de gozo: fiestas patronales, Congreso Eucarístico,


Jubileo. La presencia de la juventud y de su capacidad de servicio forma
parte de esos recuerdos gozosos que aparecen en la memoria.

b) Recuerdan también a la vida de la Iglesia como devuelta a la


comunidad: por eso, han recordado ciertas instancias de su vida eclesial
más inmediata (los cambios en la catequesis, la evangelización de la
política, la educación, el enfrentamiento con el gobierno).

c) También hacen memoria de personas. Este recuerdo es de dos tipos:

 Recuerdos de presencia y compañía: lo han expresado con la


nostalgia de quien señala que ha sido “visitado”, en la lejanía y soledad
donde están, alguien los ha visitado: la visita de Sueldo “casa por casa”,
las visitas de Maccarone, “visitó casi todo”, las visitas del P. Marins.
También han recordado la obra evangélica del P. Pierre.
Es en esa presencia y compañía donde se asume el enfrentamiento con
el poder: antes poco acompañados y con mucho miedo (antes de M.
Sueldo), después comprometidos y frontales (acción de M. Sueldo),
continuación de la compañía (M. Maccarone)
La memoria reconoce que no han sido dejados solos, que alguien ha
querido ir hacia donde estaban, que no han tenido que venir sino que
han sido visitados, y que toda la acción de oposición al poder ha sido un
acto de acompañamiento.

 Recuerdos de sufrimiento y de muerte: recuerdan la muerte de Juan


Pablo II, la muerte de M. Sueldo, la renuncia de M. Maccarone. Dentro
de esta última, hacen memoria de sus propias dudas y sufrimientos. La
memoria lleva muy fuertemente grabados los acontecimientos de
sufrimiento y de muerte; lleva la muerte de los suyos. Ahí, pese a la
compañía y la presencia, se sienten abandonados.

Pese a esto último, es la memoria eclesial la que parece estar más llena de
vida y acontecimientos. Pero no hay memoria de ninguna semana pastoral, ni
tampoco de ninguna persona concreta que haya sostenido la fe. Allí, no parece
haber una memoria de sí mismos, fuera de su memoria de dolor.

3. En el orden social, la memoria tiene muchos acontecimientos cercanos: el


santiagueñazo, el crimen de la Dársena, la Mesa de Diálogo, el juarismo y la
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caída, la corrupción.. Más atrás en el tiempo recuerdan la caída de Alfonsín,


las privatizaciones, la venta de armas, la abolición del servicio militar, los
problemas de tierras.
Los acontecimientos parecen rodear, envolver; pero no son personales sino
colectivos. La injusticia, el mal, el poder, la explosión del pueblo: todo ello
atraviesa la memoria. Sólo han nombrado personas cuando han caído (Juárez,
Alfonsín).

4. En el orden mundial, hay un solo hecho, el atentado a las Torres Gemelas, y


esto precisamente porque ven en él la vulnerabilidad del poder mundial.

Esta memoria nos nombra: dice nuestra necesidad de compañía, lo que


entendemos del sufrimiento, el valor que damos a quienes nos defienden. Pero
también dice que muchas veces no nos nombramos a nosotros mismos, no
están nuestros dirigentes laicos, no están nuestros héroes privados. Como dice
una carta que manda la Capilla de Ntra Sra. De la Salette, de Villa Balnearia:
“el autoritarismo impone nombres”. Habría que decir que el autoritarismo
impone nombres, pero éstos no son los nuestros, no nos dicen a nosotros
mismos. Por eso, nos hemos convertido en un pueblo emigrante, y no sólo
físicamente: hemos emigrado hacia adentro, hacia el dolor, hacia la lejanía con
lo que somos. Necesitamos volver a tomar con nuestras manos a los hombres
y mujeres comprometidos que viven, luchan y crecen en nuestra tierra, dones
del Dios vivo a la Iglesia de Santiago del Estero.

En el plenario de decanatos, instituciones y escuelas, en cambio, la situación


ha sido muy diferente. Toda esa vida personal y esa memoria de sí mismos ha
aflorado en los distintos afiches. Ahí han superado la sistematización propuesta
y han mostrado lo que pensaban que había que mostrar.

1. Reconocen una nítida presencia de los obispos, delimitando claramente


lo que han recibido de cada uno: de M. Guirao, el inicio del cambio en la
vida eclesial; de M. Sueldo, la incitación al compromiso ciudadano; de
M. Maccarone, la actitud de diálogo.
2. Recuerdan nítidamente las Semanas Pastorales como acontecimientos
de su vida eclesial.
3. Experimentan que han sido ayudados en la participación y el
compromiso, ayudados a perder el miedo, tan presente en todas las
exposiciones grupales.
4. Reconocen la continuidad diocesana.
5. Innumerables rostros de laicos y laicas, sus propios rostros, aparecen
una y otra vez en el paso de los diversos grupos. Ahí sí pueden hacer
memoria de sí mismos más allá del dolor y la muerte.
6. Se reconocen parados y comprometidos.
7. Reconocen que la vida de la Iglesia, en sus obispos, sacerdotes,
religiosas y religiosos, ha sido sembrada en su vida de pueblo.
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XVIII Semana Pastoral de la Diócesis de Santiago del Estero

Palabras de cierre

Ruth Ramasco de Monzón


17 de Septiembre de 2005

Sólo unas pocas palabras para terminar, porque todos necesitamos ya de la Eucaristía
que viene.

Estamos juntos. Nuestra historia de Iglesia está ahí, a la vista de todos: no


queremos guardar nada.

No pensamos que tenemos que confiar en nosotros mismos: hemos


depositado nuestra fe y nuestra esperanza en el Dios Vivo. Jamás, nunca nos ha
defraudado. Es a Él a Quien anunciamos, no a nosotros mismos, ni siquiera a la Iglesia.
La Iglesia es sólo la comunidad del anuncio, una comunidad que tiene un canto, una
música, una fiesta adentro. Nuestra fiesta, nuestro canto, es Jesús, en Quien poseemos a
todo el Misterio de Dios.

Nuestra Iglesia no está hecha para vivir para sí misma. Es de los hombres, es
de Santiago. Porque es para ellos, sus dolores son nuestros, su falta de dignidad es
nuestra, su postergación, su falta de recursos, de caminos, de tierra, de agua, son los
nuestros. También son nuestras sus luchas. Y en ello, el Misterio en el que creemos no es
una magia poderosa: es el Misterio de una Humanidad Vulnerable, pero que dice a Dios.

Tenemos a la vista muchos desafíos:

a) En el orden sociopolítico: ¿cuáles serán nuestras prioridades en orden a la


dignidad de todos?, ¿cómo contribuiremos a la vida pública?, ¿qué criterios formaremos?,
¿a quiénes daremos nuestra adhesión?, ¿cómo impediremos la formación de nuevos
sistemas de corrupción y privilegios?, ¿cómo seguir luchando con los que ya conocemos?

b) En el orden de nuestra comunidad eclesial: ¿cómo viviremos este momento


de espera de un nuevo pastor?, ¿qué construcción de Iglesia en espera es preciso
hacer?, ¿cómo vivir nuestro anhelo del Sínodo como discernimiento de nuestra vida
eclesial?, ¿qué acciones puede generar?, ¿qué vida de fe, de esperanza, de caridad?

Algunas cosas sabemos, otras no: así es vivir. Pero sí sabemos que la
presencia de nuestros jóvenes nos dice que la Iglesia de Santiago está llena de vida, que
a ellos debemos recurrir cuando necesitemos hacer memoria de nuestra esperanza. Más
allá del dolor que todos sentíamos, estos jóvenes seguían queriendo expresar su alegría,
sus ganas de celebrar, su pertenencia a la vida de la Iglesia. De alguna manera, lo que
hemos construido está ahí, en sus rostros alegres, esperanzados, lúcidos: ellos son los
frutos de todos.

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