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Dichosa Saudade.

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Colección Poesía del Mundo
Serie Antologías

Dichosa Saudade
Quince poetas portugueses

Caracas - Venezuela
2007

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Dichosa Saudade
Quince poetas portugueses

Traducción, prólogo y notas de


A. P. Alencart

Ministerio del Poder Popular para la Cultura


Fundación Editorial el perro y la rana

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© Fundación Editorial el perro y la rana, 2007
© Traducción: Alfredo Pérez Alencart

Av. Panteón, Foro Libertador,


Edif. Archivo General de la Nación, planta baja, Caracas 1010
Telfs.: (58-212) 564 24 69 / 808 44 92 / 808 49 86 / 808 41 65
Telefax: (58-212) 564 14 11
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Hecho el depósito de Ley


Depósito legal: lf40220078003144
ISBN: 980-376-319-9 (Colección)
ISBN: 978-980-396-621-8 (Título)

Diseño y diagramación de colección:


Fundación Editorial el perro y la rana, 2007
Diseño de portada:
Clementina Cortés
Rediseño de portada:
Fundación Editorial el perro y la rana
Edición al cuidado de:
Paola Yánez
Diagramación:
Raylú Rangel
Corrección:
Marjori Lacenere
Gema Medina

Impreso en Venezuela

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Presentación

Poesía del Mundo, de todas las naciones, de todas las


lenguas, de todas las épocas: he aquí un proyecto editorial
sin precedentes cuya finalidad es dar a nuestro pueblo las
muestras más preciadas de la poesía universal en ediciones
populares a un precio accesible. Es aspiración del Ministerio
del Poder Popular para la Cultura crear una colección capaz
de ofrecer una visión global del proceso poético de la
humanidad a lo largo de su historia, de modo que nuestros
lectores, poetas, escritores, estudiosos, etc., puedan acceder
a un material de primera mano de lo que ha sido su desarrollo,
sus hallazgos, descubrimientos y revelaciones y del aporte
invalorable que ha significado para la cultura humana.
Palabra destilada, la poesía nos mejora, nos humaniza
y, por eso mismo, nos hermana, haciéndonos reconocer los
unos a los otros en el milagro que es toda la vida. Por la
solidaridad entre los hombres y mujeres de nuestro planeta,
vaya esta contribución de toda la Poesía del Mundo.

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A la memoria de José Antunes da Costa, lisboeta
que antaño emigrara al oriente boliviano y cuyos rastros
por la Rúa do limoeiro sigue buscando, saudosa, su nieta
Jacqueline Alencar.

¡Ah, todo el muelle es una saudade de piedra!


Fernando Pessoa

¡Saudades! Sí... tal vez... ¿y por qué no?...


¡Si nuestro sueño fue tan alto y fuerte
que bien pensaba verlo hasta la muerte
deslumbrándome de luz el corazón!
Florbela Espança

¿Qué olor, penetrando por las estrías


de las extintas alegrías repercutiendo,
se derrama como gozo expandido
en el canto de la saudade y del destino?
António Salvado

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Menos prólogo y más saudades

¿Por qué, si la lluvia se anuncia breve, debería apar-


tarles la mirada de los versos que van humedeciendo el
paisaje que se alza ante vuestros ojos?
No creo que el lector de poesía necesite re-aprender
a leer con silabarios proclives a esconder el valor exacto de
las palabras. Hay que evitar los circunloquios, o dejarlos
para sesudas sesiones de trabajo docente-dicente. Por ello,
tan sólo doy mi saludo a los amigos venezolanos y, de paso,
les remito algunos nutrientes principales para sus glóbulos
rojos, algunas esquirlas selectas de la poesía portuguesa
después de Camões, Pessoa y Florbela Espança.
No se trata de ninguna antología al uso (o abuso).
Fui al campo lusitano brotado en la primera mitad del siglo
XX, y coseché un manojo de espigas: cierto que las elegí
según mi parecer (faltan algunos nombres que estimo, pero
por razones propias de alguno o por cuestiones de espacio,
no creí conveniente ir ampliando la nómina). En tal sentido,
bien podría subtitularse “Antojolía”. Pero qué importan
esas minucias, cuando lo fundamental es la memoria útil
afianzada en cada página donde pernoctarán las savias que
acopié y traduje para los lectores en lengua castellana.
Llámese “Muestra personal” o “Inventario de afectos
y sensibilidades”, yo les invito a que se hundan en el fértil
cuerpo de cualquier poema expuesto. En ellos prevalece la
majestad de lo humilde, lo instantáneo que conmueve.
Gracias a la “saudade” hay poesía para rato en
dicho suelo de Iberia. Dichosa saudade, porque es más que
nostalgia: es la poesía intraducible del alma portuguesa.

XI

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Alguna vez, más adelante, cogeré mi hoz para cosechar
aquellas simientes sembradas en la segunda parte del siglo
XX.
Entonces seguiré diciendo, como Florbela:
“Hermana, sor Saudade, me llamaste…”.

A. P. Alencart
Abril y en Tejares, 2007

Nota: Agradezco al poeta Miguel Márquez el encargo de tan agradable


misión. Paola Yánez merece mi reconocimiento por el atento cuidado
de la edición.

XII

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Miguel Torga

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Miguel Torga
(S. Martinho da Anta, 1917-Coimbra, 1995)

Seudónimo de Adolfo Correia da Rocha. De joven


emigró a Brasil, volviendo en 1925 para estudiar Medicina.
Fue Premio Internacional de Poesía (1977), Premio Montaigne
(1981), Premio de la Crítica (1993), Premio Camões (1989),
Premio Vida Literaria de la Asociación Portuguesa de
Escritores (1992). Se le nominó en varias oportunidades
para el Premio Nobel de Literatura. Publicó poesía, cuento,
novela y dieciséis volúmenes de sus diarios (entre 1941 y
1995). Entre sus poemarios están: Ansiedade (1928); Abismo
(1932); O outro Livro de Job (1936); Lamentações (1943);
Nihil Sibi (1948); Cântico do Homem (1950); Penas do
Purgatório (1954); Orfeu Rebelde (1958); Câmara Ardente
(1962) y Poemas Ibéricos (1965). En 2000 se publicó su
Poesía Completa.

BRASIL

Brasil
Donde viví,
Brasil donde pené,
Brasil de mis asombros de muchacho:
Hace ya mucho tiempo que te dejé,
¡Muelle del otro lado de mi destino!

¡Cuántas millas de angustia en el mar de la saudade!


¡Cuánto salado llanto en la cubierta de la ausencia!

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Llegar.
Perderte más.
Otra orfandad,
Ahora sin el amparo de la inocencia.

¡Dos polos de atracción en el pensamiento!


¡Dos ansias opuestas en los sentidos!
Un purgatorio en el cual el sufrimiento
Nunca avista uno de los dos cielos apetecidos.

¡Ah, destierro del rostro en cada cara,


Tristeza de un regazo repartido!
Que antes naufragase la desesperación
Entre el suelo encontrado y el suelo perdido.

A LOS POETAS

¡Somos nosotros
Las cigarras humanas!
Nosotros,
Desde los tiempos conocidos de Esopo.
Nosotros,
Perezosos insectos perseguidos.
Somos nosotros los ridículos comparsas
De la fábula burguesa de la hormiga.
Nosotros, la tribu hambrienta de gitanos
Que se abriga
Al resplandor de la luna.
¡Nosotros, que nunca pasamos

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Al pasar!...
Somos nosotros, y sólo nosotros podemos tener
Alas sonoras,
Alas que en ciertas horas
Palpitan,
¡Alas que mueren, pero que resucitan
De la sepultura!
Y que de la planicie
De los sembríos
Yerguen a un campo de mayor altura
La mano que sólo altura sembrará.

¡Por eso a vosotros, Poetas, yo levanto


La copa fraternal de mi canto,
Y bebo en vuestro honor el dulce vino
De la amistad y de la paz!
¡Vino que no es mío,
Pero sí del mosto que la belleza trae!

¡A vosotros digo y conjuro que cantéis!


¡Que seáis trovadores
De una gesta de amor universal!
¡De una epopeya que no tenga reyes
Y sí hombres de tamaño natural!
¡Hombres de toda la tierra sin fronteras!
¡De todos los hechos y maneras
Del color que el sol les dio a flor de piel!
¡Criaturas verdaderas de Adán y Eva!
¡Hombres de la torre de Babel!

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¡Hombres del día a día
Que levantan paredes de ilusión!
¡Hombres de pies en el suelo,
Que se revistan de sueño y de poesía
Por la gracia infantil de vuestra mano!

UNAMUNO

D. Miguel...
Hacía palomas blancas de papel
Que volaban desde Iberia al fin del mundo...
¡Unamuno Tercero!
(Fue el Cid el primero,
D. Quijote el segundo).

Amante de una Dulcinea,


Ilusoria, también
(Patria, madre,
Idea
Y enamorada),
¡Era su defensor cuando nadie
Le defendía su honra amenazada!

Llamado por el resplandor de la ilusión,


Dejaba el Escorial donde vivía,
Y subía, subía,
A recostar en la hondura del paisaje,
El alma que, celoso, protegía.

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Después, correspondido,
Volvía a la celda de ese nuestro hogar
Construido por Felipe Segundo
Con granito de la fe peninsular.

Y hablaba con Dios en castellano.


Le contaba la conmovedora agonía
De un espíritu católico, romano,
Dentro de un cuerpo hirviendo de herejía.

Hasta que la madrugada lo despertaba


De la noche sepulcral.
Y allá iba de nuevo el caballero andante
Desafiando
A cada gigante iracundo
Que impidiera pasar a su delirio.

¡Unamuno Tercero!
Murió loco.
Y su amor, aun siendo inmenso, fue poco
Para ensanchar el vientre de la Doncella.
D. Miguel...
Hacía palomas blancas de papel,
Y guardaba la más pura en la solapa.

SAN JUAN DE LA CRUZ

¡Un santo y un poeta cogidos de la mano!


Uno negando al otro, y siempre unidos...

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Uno en el cielo de las vivencias sublimadas,
El otro penando en el infierno de los sentidos...

¡Ah, Castilla, Castilla, madre de tierra y luz!


¡Qué extraordinaria jornada
A la sombra de una cruz
Tan leve y tan pesada!

El alma ya liberada por el éxtasis;


El cuerpo todavía apresado a cada verso;
Y el deseo de ser hombre, mantenido
En esa totalidad
Contradictoria.
El Carmelo subido y recordado...
La paz de la eternidad
Sin sosiego posible en la memoria.

IBERIA

Tierra.
Cuanto la palabra diera, y nada más.
Sólo así la resume
Quien la contempla desde lo más alto de la cumbre,
Cargada de sol y de pinares.

Tierra-tumor-de-angustia de saber
Si el mar es profundo y al fin deja pasar...
Una antena de Europa para recibir
La voz lejana que le quiere hablar...

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Tierra de pan y vino
(El hambre y la sed sólo vendrán después,
cuando la espuma salada fuere camino
donde uno camina desdoblado en dos).

Tierra desnuda e inmensa


Que en ella caben el Viejo Mundo y el Nuevo...
Que en ella caben Portugal y España
Y la locura con alas de su pueblo.

¡HOSANA!

Bastón de flores y suelo del viejo mundo:


¡De ahí viene el futuro!
Deseado por todos los poetas
Y profetas
De la vida,
Dejó su ermita
Y se me metió al camino.
Nadie lo vio todavía, pero es bello.
Es el futuro…

Pongan pues romero


En cada calle,
En cada puerta,
En cada muro,
Y tengan confianza en los milagros
De este Mesías que renueva el tiempo.
El pasado pasó.

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El presente agoniza.
¡Cubran de flores la única verdad
que se eterniza!

PROSPECCIÓN

No son pepitas de oro lo que busco.


¡Oro dentro de mí, tierra estéril!
Busco solamente aquella
Riqueza universal
Del hombre que revuelve la soledad:
El tesoro sagrado
De ninguna certeza,
Soterrado
Por mil certezas de aluvión.
Cavo,
Lavo,
Cribo, pero sólo quiero la fortuna
De encontrarme.
Poeta antes de los versos
Y sed antes de la fuente.
Puro como un desierto.
Íntegramente desnudo y descubierto.

MADRE

Madre:
¿Qué desgracia sucedió en la vida
que quedaste fría e insensible?
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¿Por qué todo tu perfil se endureció
en una línea severamente trazada?

Como las estatuas, que son gente nuestra


Cansada de palabras y ternura,
Así tú me pareces en tu lecho.
Presencia cincelada en dura piedra
Que no tiene corazón dentro del pecho.

A gritos voy llamándote – no me respondes.


Te beso las manos y el rostro – siento frío.
O eres otra, o me engañas, o te escondes
Detrás del terror de este vacío.

Madre:
Al menos abre los ojos, ¡di que sí!
Di que todavía me ves y me quieres.
¡Que eres la eterna mujer entre las mujeres
Y que ni la muerte te apartó de mí!

LA TIERRA

¡También yo quiero abrirte y sembrar


Un grano de poesía en tu seno!
Anda todo a labrarse,
Todo a enterrar centeno,
Y son horas de ponerme yo a germinar
La simiente de los versos que cultivo.

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En la cosecha madura del mañana
Sin dueños ni fronteras,
Ha de existir la plaga del panizo,
La voluptuosidad del sueño
De la amapola roja y precoz,
Y el alegre abandono
De una banal cigarra.

Pero de las alas que agite,


¡El poema que cante
Será gracia y límite
Del pendón que levante
La fe que a tu fuerza resucite!

¡Nos casó Dios, el mito!


Y cada imagen que me viene
Es un retoño tuyo, o un grito
Que yo sencillamente repito
En la melodía que el poema tiene.

¡Tierra, aliada mía


En la creación!
Sea fecunda la tierra labrada,
Sea a la superficie del suelo,
¡Nada fecundas, nada,
Que yo no fermente también de inspiración!

Por eso te roturo de magia


Y te lanzo en los brazos la cosecha
Que has de parir después...

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Poesía deshecha,
Fruto maduro de nosotros dos.

¡Tierra, mujer mía!


Un amor es el gesto,
¡Otro la calentura que se quiere
Dentro de un cuerpo desnudo, moreno!

La arada de los surcos no concibe


Una bellota que no dé robles;
La mía planta rocíos...
Agua que la mañana bebe
En el pudor de los obstáculos.

¡Tierra, mi canción!
Oda alzada de polo a polo
¡Por la belleza que no sabe a pan
Pero sí al gusto de la vida!

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Jorge de Sena

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Jorge de Sena
(Lisboa, 1919-Santa Bárbara, California, 1978)

Poeta, dramaturgo, ensayista, profesor universitario,


narrador y traductor. En el ámbito literario fueron claves
sus exilios, primero en Brasil (1959-1965) y, después, en
Estados Unidos, impartiendo clases en las universidades
de Wisconsin y de California. Su obra poética comprende,
entre otros, los siguientes títulos: Perseguição (1942); Coroa
da Terra (1946); Pedra Filosofal (1950); As Evidências
(1955); Fidelidade (1958); Poesia-I (1961); Metamorfoses,
seguidas de Quatro Sonetos a Afrodite Anadiómena (1963);
Arte de Música (1968); Peregrinatio ad Loca Infecta (1969);
Exorcismos (1972); Trinta Anos de Poesia (antología, 1972);
Conheço o Sal... e Outros Poemas (1974); Sobre Esta
Praia... Oito Meditações à beira do Pacífico (1977); Poesia-
II (1978); Poesia-III (1978); 40 Anos de Servidão (1979);
Sequências (1980); Visão Perpétua (1982); Post-Scriptum-
II (1985); Dedicácias (1999).

VER

Tú juzgas que busco, y no busco.


Tú juzgas que yo acepto, y no acepto.
Ni de aceptar ni de buscar está hecha mi vida.
¿Sabes? ¿Será que alguna vida
está hecha de lo que juzgas?
En el corazón memorioso de tu juventud perdida
hay un pequeño centro ennegrecido,

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que ennegreció por falta de tu mirada.
No juzgues, míralo.
Míralo por amor de mi vida.
Verás que se desdobla inmaculado.
Estaré pensando fugitivamente en cómo
será que lo miras. Nada más haré.

ORIGEN DE LA POESÍA ÉPICA

Grande es la vida cuando la muerte pasa.

Hay un limpio consuelo de estar vivo,


una saciedad tan dulce por ver pasar,
que encubre un poco otra grandeza,
mayor, es cierto, pero tan dura, tan amarga,
de estar viviendo junto a ella, dentro de ella,
en la cara de ella, pasando nosotros
por el camino donde sólo ella queda,
señora de la grandeza que no tenemos
sino... fue entonces cuando... érase una vez... cuentan...

CANTAR DEL AMIGO PERFECTO

Pasado el mar, pasado el mundo, en largas playas


de arena y tenues olas, como esta
en la que habrá de nuestros pasos la memoria
aunque soterrada por la arena nueva,
y en la que sobre las murallas mucha sombra

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en piedra carcomida guarda que pasamos,
en largas playas, otras nubes, otras voces,
¿aún recuerdas esta, oh mi amigo?

Aquí paseamos tantas veces, entre los cuerpos


de la lejana juventud, impúdica o severa,
espléndida o sin gracia, ciega o rápida de entrega,
ido en la brisa el sol a los más sombríos recodos;
y, tu mirada y la mía guiándose leales,
de nosotros uno para el otro conquistando
–en largas playas, otras nubes, otras voces,
¿aún recuerdas, dilo, oh mi amigo?

También aquí rememoro las calles tenebrosas,


de rostro en rostro recorridas, lado a lado,
en una desnudez sin espíritu, confianza
tranquila y áspera, animal y tácita,
ya menos que amistad, pero diversa
de la suspensión del amor, tan cauta y delicada
–en largas playas, otras nubes, otras voces,
¿aún las recuerdas, dilo, oh mi amigo?

También aquí, sonriendo en blanda tristeza,


deshilamos, sin palabras castamente crudas,
no ya siquiera los íntimos secretos
que el propio amor, porque ama, no confiesa,
ni la vanidad humana de los sentidos, pero sí
sutiles flaquezas viles, ingenuas y secretas
–en largas playas, otras nubes, otras voces,
¿aún recuerdas, dilo, oh amigo?

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*

Partiste y fue contigo la juventud.


Quedó el silencio adulto, pensativo y pródigo,
y el terror de no ser mi estatua yacente
sobre el túmulo frío donde las cenizas de la infancia
desmienten –¡palpitar de traicionero fénix!–
que sólo del amor o sólo de la tierra haya saudade.
En largas playas, otras nubes, otras voces,
¿tú sabes que la llevaste, oh mi amigo?

LOS CINCO SENTIDOS

De mi tierra se exhala perfume a carne reprimida.

Hay huecos de escalera,


campos de arrabal, evasivos callejones,
y gestos y miradas que siempre encuentran basura.

Es falso que el amor no vea.


Es falso que el amor no tenga olfato.
El amor tiene todos los sentidos
para cuanto lo rodea y está con él
donde él esté.

No obtiene de eso un placer mayor


ni es menos amor por estar en eso.
Quien ama es quien a veces lo traiciona,
al recordar los gestos y el paisaje

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como la creación del mundo en un colchón de plumas,
perdiendo así esa memoria aún de amor
que es el sarro, la ceniza, la sombra de los lugares.

Hay huecos de escalera y campos de arrabal;


Se oyen voces, pasos que circulan…
El amor tiene todos los sentidos
para cuanto lo rodea y está con él
donde él esté.

RÉQUIEM

Serenamente será como yo moriré


y tal vez próximo a morir sufra conforme
el final de la vida cuando venga el final.

Toda esta tranquilidad de saber la ley


del mundo y la angustia de saberlo enorme,
lejano a mí siendo yo tan de él, querer
doliendo lejos, querer magullado cerca,
susurra al viento como arenal desierto
–y moriré de la muerte que fue viniendo
serenamente en el pavor que la trajo
todos los días (altas horas, noches
de insomnio, caminos solitarios,
silbatos de tren, perros ladrando,
un niño llorando dentro de casa,
vidrios rotos remendados con sudor,
lámparas en una cueva) – todo el mal,

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ah no es mal ni bien: sólo moriré
serenamente, si estuviese ya muerto.
¿¡Ya no veré el día de mañana!?
¿¡Ya no querré verlo!?

(Sobre mi cabello
estará descansando tu mano.

¡No! ¡No! No puedo: mi amor, tú, no).

PARA EL ANIVERSARIO DEL POETA

No pasan, Poeta, los años sobre ti,


aunque seas más mortal que cualquiera:
en el tiempo, vivirás lejos de aquí,
en el espacio, apenas dejarás señales.

Y cuando, por los campos silenciosos,


allá te encontraras
en las ondulaciones de los trigales,
contempla como huyen recelosos,
hacia poniente, los vientos luminosos –
–antes que los hombres nazcan tus iguales.

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EN LAS VASTAS AGUAS...

En las vastas aguas que las remadas miden,


tranquila la noche está como dormida.
Se desliza el barco, sin que se conozca
que el espacio o tiempo existe en otra vida,
cuando los barcos naufragan y en las playas
hay cascos arruinados que se pudren,
deshaciéndose al sol, al viento, a la lluvia,
y cuyos nombres ya no se ven.
Al que singlando va la noche esconde el nombre.

JAULA DE VIDRIO

Como paredes a través de las cuales


vemos el mundo a través de los otros,
quien vamos conociendo nos rodea,
multiplicando las apariencias de la jaula
en la que se teje envuelta nuestra vida.

En el espacio interior (que no depende


del número de apariencias o la distancia)
nosotros somos quienes somos: sólo distintos
de cada uno de los otros, para quienes
apenas somos una apariencia de las muchas,
pues en nosotros se torna, lejos del espacio,
una visión de espejos transparentes.

Pero lo que nos distingue no existe.

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PANFLETO

Me hiere esta idolatría más que todos los crímenes:


¡Tanto fervor desviado y perdido!
¡Tanta gente arrodillándose mientras pasa el tiempo
y tan pocos luchando por abrirle camino!

¡Hay una vida entera para tirar y gastar


en el inmenso manto verde de las llanuras del mundo.
Hay desiertos cautivos por una ausencia de los pueblos.
Hay una guerra devastando la vida
en cuanto la supusieran redimida!

¡Y en nosotros la redención casi perdida!...

Rasguemos, oh poetas, esta mentira del alma,


gritemos a los hombres que nos engañan,
que no es la fuerza, que no es la gloria,
que no es el sol, ni la luna ni las estrellas,
ni los hogares ni los hijos, ni los mares floridos,
ni el placer, ni el dolor ni la amistad,
ni el hombre sólo comprendiendo las causas,
ni los libros ni los poemas, ni las audacias heroicas,
–¡la redención soy yo, si fuésemos nosotros sin forma,
sin libertad o cuerpo, sin programas o escuelas!

Aquí está la redención. Tómala toda.

Y si es verdad el hambre,
si es verdad el abismo,

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si es verdad el pensamiento húmedo
que pestañea ansioso en los cortejos públicos,
si son verdad las redenciones que mantienen:

¡Mantiene a esta gente para salvar la vida!


¡Y mantenme con ellas para que las queme todavía!

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Natércia Freire

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Natércia Freire
(Benavente, 1920-Lisboa, 2004)

Poeta y periodista. Premio Nacional de Poesía en 1971


por el libro Os intrusos. También obtuvo el Premio Antero
de Quental. Como periodista coordinó –entre 1954 y 1974–
la página cultural de Diário de Notícias. Otros libros de
poesía son: Meu Caminho de Luz (1939); Estátua (1942);
Horizonte Fechado (1942); Rio Infindável (1947); Anel de
Sete Pedras (1952); Liberta em Pedra (1964); Liberdade
Solar (1977) y Obra Poética I y II (1977-1987).

CABELLO DE SOMBRA

Cortados los pies, cesaron los pasos.


Se abrió un caudal de sangre en la piedra.
Volaron de los ojos los pájaros cautivos.
Se escurrió de la boca un hilo de tiniebla.

Se fundió el Pasado con todo el Futuro


y el cuerpo subió tañendo metales.
Cesaron los pasos. Descendieron los muros
y en las cicatrices nacieron las alas de los pies
sepultados en el lodo del muelle.

Nunca más los hombres tendrán hijos víboras.


Si fuesen pastores, tañerán un ganado de mansos cóndores.
Si fuesen héroes, no tendrán de la muerte bautismos de soles.

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Si fuesen poetas, finos arquitectos
de bóvedas altas, de músicas largas,
no dirán palabras de bocas amargas
de tierras estériles.
Nunca más los hombres tendrán hijos víboras.
Nunca más las víboras tendrán hijos hombres.
Cortados los pies, cerrado el circuito
cavernas, guaridas, los pozos y madrigueras,
zozobrarán en un tiempo a oscuras.
Viejísima luz, cabello de sombra,
anónima cabeza y fronda en ciclón.
Permuta de rayos y cerebros blancos
en la aurora sangrienta de tímidos flancos
que la noche revela en la imagen insomne.

Cabello de sombra, cabello de sombra


y rostro de muerte y rostro de muerte
(multitud de rostros, Cecilia, Solombra1),
cabello de sombra pero rostro de sol.

¿Desierto? Todavía no. Apenas cesaron


los pasos en la lama, en el lodo, en el charco.
Partió del bosque un séquito mudo.
Cruzaron los aires marítimas voces
y esferas de fuego por los campos vacíos.

Cortados los pies, cesaron los pasos.


Cortados los brazos, cesaron las manos.
1 Solombra es el título de un libro de poemas de la brasileña Cecilia
Meireles.

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Abierto el telón, fundidos los lazos,
llegarán de los astros los otros hermanos.

AMOR

Vibrátil, fina, perfumada y clara,


ondula la brisa que el amor provoca.
Lejos, respira la vida. Aquí, el sueño.
Todo es infancia de aguas y colinas
en la mañana de tus ojos.
Y vosotros, cogidos de la mano,
y cantos, cantos de infinito amor,
en los retoños, en las corrientes y en las sombras veladas.

Se cubre de nubes nuestro abrazo.


Vibrátil, fina, perfumada y clara,
ondula la brisa. Hadas y duendes
agitan instrumentos en el bosque...

Vibrátil, fina, imperceptible, fluida,


orquesta a lo lejos, en el fondo de los sentidos:
dedos de flores ondean sobre la piel
de los cielos indefinidos...

Cantan misterios bocas fascinadas.


Abren corolas, sobre la luz que las toca
Vibrátil, fina, perfumada y clara,
ondula la brisa que el amor provoca.

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CANCIÓN DEL VERDADERO ABANDONO

Pueden todos reírse de mí,


pueden expulsarme a pedradas,
pueden espiarme por la ventana
y tener la puerta cerrada.

Con palabras de ilusión


no me convence nadie.
Todo lo que guardo en la mano
no tiene vislumbres de más allá.

No soy hermana de las estrellas,


ni de las palomas ni de los astros.
Tengo un dolor consciente
del animal que sufre las piedras
y se mueve entre los rastros.

LIBERTAD EN PIEDRA

Libre, libertad en piedra.


Hasta donde cupiera
todo lo que es dolor mayor,
por dentro de la armonía yacente,
aguda, fría, atroz
de cada día.

No importan facciones,
curvas del seno y nalgas,

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pies levantados a la luz
y blancas, blancas, blancas,
las manos.

Importa la libertad
de no ceder a la vida
un segundo siquiera.

Ser de piedra por fuera


y sólo por dentro ser.
–¿Hablabas? No oí.
–¿Besabas? No sentí.
–¿Murieron? ¡Ah, morí, morí, morí!

Libre, libertad en piedra,


vuelta hacia la luz
y para el mar azul
y para el mar revuelto...
y huir por la noche,
sin cuerpo, sin dinero,
para leer a mis santos
y a mis aventureros
(para ser de mis santos,
de mis aventureros),
filósofos y nautas
de tantas nieblas.

Entre el peso de las salas,


de la música concreta,
de espantajos de dioses,
¿qué hará el Poeta?
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COLOR

Es necesario soltar el ritmo que me apresa.


Esta amarra de hierro a la palabra y al sonido.
Enmudecer, en el espacio, el arco y la corriente.
Y ser en esta terraza sólo un poco de color.

No saber si una flor es también una criatura.


Si un muro de jardín es proa de navío.
Si el monumento habla, si el monumento danza.
Si esta niña ciega es una estatua de frío.

Un pájaro que vuela puede ser un perfume.


Una vela en el río, un pañuelo en mi rostro.
En tarde de febrero estar en un día de octubre.
En mis ojos de muerta una noche de agosto.

Es necesario soltar el ritmo de los mares,


de las estaciones, del Amor, de los signos y de las aguas,
los duendes de las plantas, los genios de los peñascos
en los cabellos del Viento, las trenzas de los árboles.

¡Desordéname, luz! Que nada más dependa


de las aguas, de los mares, de los signos y del Amor.

Es necesario callar el arco y la corriente


y ser en esta terraza solamente un poco de color.

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ESE NOMBRE

¡Ese nombre, Poesía! Ese nombre, ese nombre...


Ese rito, ese mito, el chacal de las angustias.

¡Esa arma de fuego que repele y que explota,


Que el pecho te alimenta y te come y te come!

El desierto floreciendo. El océano sangrando.


Tanta ave subiendo las ruinas ardientes.
Las piedras removidas. Los templos abatidos.
Los secretos de los dioses en humo desvelados.

Las promesas abiertas. Los sacrificios abiertos.


Descifrados en los muertos insolubles señales.

Los retratos del agua, quebrados. También los sellos,


De todos los misterios. En los vientos abisales
La purísima voz de los hombres inmortales.
Y ese nombre, ¿Poesía?... Ese amante, ¿dónde lo escondes?

Ese mágico heraldo. La sangre de tu cuerpo.


El laberinto. El guía, de la ciega caminata,
El terror, el terror, de los homosexuales,
Que genera y les destruye los días placenteros.

Y ese nombre, ¿Poesía? ¡... En las montañas, en los muelles,


Las multitudes de artistas, viejos adolescentes,
Adornan el arco de oro. Las fluidas espirales,
Del látigo que rasga coherencias incoherentes.

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Alocados andan en los cielos las máquinas y los ojos
Pensamientos sin cráneos.
Azules fosforescencias de azules mediterráneos.
Un atroz sufrimiento a los hombres prometido.

¡Di su nombre, Poesía! Oteros y balidos


De corderos dormidos le auguran la llegada.

Dile que venga, sin la hiel del fin:


–Ven, Hermano, como el agua.
No provoques la herida,
Ni estrella, ni cometa.

Ven consumado, finalmente,


Como un día vendrás
Para el último Poeta.

LOS ABANDONADOS

Cargando cajones en sus magros hombros,


Enterrando en la pulpa de las montañas
Los tobillos de acero,
Rasgando en el aire fino agudas troneras,
Caminan lentamente los abandonados.

Les escasea trabajo en los bosques,


En los puestos de la ciudad agitada
Y transportan la muerte con cuidado.

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Los padres se ocultan en sitios apartados.
Llevan a los hombros mitos sin límites
Con sus nombres en cera dibujados.

A la puesta del sol escucharon la llamada


Que venía siempre equivocada.
Y se sentaron a la mesa en un lugar
Entre desconocidos y extranjeros.

Venía un soplo de hogar


De una lengua de tiempos postreros.
Los silencios después cavaron valles.
Las márgenes sepultaron sus lechos.
Subieron las montañas sin voluntad.

Fabricaron metralla en su pecho.


Pidieron hijos a planetas muertos.
Durmieron con saudades mutiladas.

Bebieron sueños por el mismo vaso.


Huyeron de las ciudades en división.
Estrecharon las manos. Se sentaron a llorar
En el lloro de una isla.

Les llueve fuego en días de niñez.


Les llueve hiel en días ensombrecidos.
Joven pueblo sin esperanza
Desde el vientre de la madre, los abandonados.

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Ocupados en el mapa de los viajes,
Exaltados en el tiempo de ir a Marte.
Todos héroes, políticos y pajes
De Herodes y Medeas,
Abren los padres a las venas.

En el aire, escoria en cadenas voluntarias


La sangre colectiva de una ausencia.

LOS SOSPECHOSOS

“Quien descubriese alguien


sospechoso de ser cristiano
informe a la autoridad”.
La masacre de Simabara en 1638

Quien sospechase del amor


Con filiformes sedas
Y venas incorruptas
Y prolongadas fuentes,
Quien sospechase de la luz
En la dulce oscuridad,
Informe a la autoridad.

Quien sospechase del hambre,


A la mesa reluciente.
Quien sospechase de la Cruz

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Entre a la familia ausente.
Quien sospechase de la sed
Al interior de la amistad,
Informe a la autoridad.

Quien sospechase que hay lazos


De bíblicas imágenes,
Lázaro a nuestro lado.
Nuevas resurrecciones.
Y Cristo en el pecado
Y romanas ilusiones.

En los circos, en los verdugos,


Coronados de laureles.

Quien sospechase de la esperanza,


En el atrio de la memoria
De la inmensa libertad
Que el suicidio evade,
Informe a la autoridad.

Y el más sospechoso viene


A tocar a la noche muerta.
Trae en los dedos de uñas
Sangrando, un corazón.
Gota a gota, en los labios,
El futuro de la vida
Canta en el espacio humano
La enorme transfusión.
En la eterna leucemia

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Del renovado día
Asusta el sospechoso
La paz del hospital.

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Sophia de Mello Breyner
Andresen

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Sophia de Mello Breyner Andresen
(Oporto, 1919-Lisboa, 2004)

Estudió Filología Clásica en la Facultad de Letras de la


Universidad de Lisboa. Fue electa diputada por el Partido
Socialista y presidió el Centro Nacional de la Cultura. Premio
Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2003), Premio Max
Jacob Étranger (2001), Premio Rosalía de Castro, del PEN
Club de Galicia (2000), Premio Camões (1999), Premio Vida
Literaria de la Asociación Portuguesa de Escritores (1994),
Gran Premio Calouste Gulbenkian de Literatura Infantil
(1992) y Premio Petrarca, de la Asociación de Editores
Italianos. Entre sus libros de poesía y cuento se pueden
citar: Poesia (1944); Dia do Mar (1947); Oral (1950); No
Tempo Dividido (1954); A Fada Oriana (1958); Mar Novo
(1958); A Menina do Mar (1958); Livro Sexto (1962); O
Rapaz de Bronze (1965); O Cavaleiro da Dinamarca (1964);
Geografia (1967); A Floresta (1968); Dual (1972); Nome das
Coisas (1977) y Musa (1994). Tradujo a Dante, Shakespeare
y Eurípides.

PATRIA

Por un país de piedra y viento duro


Por un país de luz perfecta y clara
Por el negro de la tierra y por el blanco del muro

Por los rostros de silencio y de paciencia


Que la miseria largamente dibujó

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Próximo a los huesos con toda exactitud
De un largo informe irrecusable

Y por los rostros iguales al sol y al viento


Y por la limpidez de las tan amadas
Palabras siempre dichas con pasión
Por el color y por el peso de las palabras
Por el concreto silencio limpio de las palabras
Donde se yerguen las cosas nombradas
Por la desnudez de las palabras deslumbradas

–Piedra río viento casa


Llanto día canto aliento
Espacio raíz y agua
Oh mi patria y mi centro

Me duele la luna me solloza el mar


Y el exilio se inscribe en pleno tiempo

LA ESTRELLA

Yo caminé en la noche
Y entre el silencio y el frío
Sólo una estrella secreta me guiaba.

Grandes peligros en la noche me aparecieron:


De mi estrella juzgué que yo la juzgaba
Verdadera siendo ella sólo un reflejo
De una ciudad adornada de neón.

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Mi soledad me pareció corona.
Señal de perfección en mi frente.
Pero vi cuando en el viento me humillaba
Que la corona que yo llevaba era de un hierro
Tan pesado, que toda me doblaba.

Del frío de las montañas yo pensé:


“Mi pureza me cerca y me rodea”.
Sin embargo mi pensamiento se pudrió
Y la pureza de las cosas centelleaba
Y pude ver que la limpidez no era yo.

Y la flaqueza de la carne y el miraje del espíritu


En monstruosa voz se transformaban:
Pedí a las piedras del monte que hablasen
Pero ellas como piedras se callaron.
Solitaria me vi, delirante y perdida
Y una estrella serena me sorprendía.

Y yo caminé en la noche; mi sombra


De gestos desmedidos me cercaba
Silencio y miedo
En los confines de los desiertos caminaban:
Entonces vi llegar a mi encuentro
Aquellos que una luz iluminaba
Y así me dijeron: “Ven con nosotros
Si también vienes siguiendo aquella estrella”.
Entonces supe que la estrella me seguía.

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Era real y no imaginada.
Grandes y humanas ilusiones nos mostraban
En direcciones distantes nos llamaban
Y la sombra de los tres hombres sobre la tierra
Al lado de mis pasos caminaba.
Y yo sorprendida vi que aquella estrella
Para la ciudad de los hombres nos guiaba.

Y la estrella del cielo se detuvo encima


De una calle sin color y sin belleza
Donde la luz tenía el mismo tono que la ceniza
Lejana del verde-azul de la Naturaleza.

LAS MORAS

Mi país sabe a las moras salvajes


En el verano.
Nadie ignora que no es grande,
Ni inteligente, ni elegante mi país,
Pero tiene esa voz dulce
De quien se levanta pronto para cantar en las zarzas.
Raramente hablé de mi país, tal vez
No guste de él, pero cuando un amigo
Me trae moras salvajes
Sus muros me parecen blancos,
Reparo que también en mi país el cielo es azul.

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AUSENCIA

En un desierto sin agua


En una noche sin luna
En un país sin nombre
O en una tierra desnuda

Por grande que sea la desesperación


Ninguna ausencia es más honda que la tuya.

PIRATA

Soy el único hombre a bordo de mi barco.


Los otros son monstruos que no hablan,
Tigres y osos que amarré a los remos,
Y mi desprecio reina sobre el mar.

Gusto de aullar en el viento con los mástiles


Y de abrirme en la brisa con las velas,
Y hay momentos que son casi de olvido
En una dulzura inmensa de regreso.

Mi patria es donde el viento pasa,


Mi amada es donde los rosales dan flor,
Mi deseo es el rastro que quedó de las aves,
Y nunca despierto de este sueño y nunca duermo.

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EL POETA

El poeta es igual al jardín de las estatuas


Al perfume del Verano que se pierde en el viento
Viendo siempre sin que los otros nunca lo viesen
Y sus palabras devoraran el tiempo.

RETRATO DE UNA PRINCESA DESCONOCIDA

Para que ella tuviese un cuello tan fino


Para que sus pulsos tuviesen un quebrarse de talle
Para que sus ojos fuesen tan frontales y puros
Para que su columna fuese tan derecha
Y ella llevase la cabeza tan erguida
Con una tan simple claridad sobre la frente
Fueron necesarias sucesivas generaciones de esclavos
De cuerpo doblado y gruesas manos pacientes
Sirviendo sucesivas generaciones de príncipes
Todavía un poco toscos y groseros
Ávidos crueles y fraudulentos

Fue un grande desperdicio de gente


Para que ella fuese aquella perfección
Solitaria exiliada sin destino

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PENÉLOPE

Deshago durante la noche mi camino.


Todo cuanto tejí no es verdad,
Pero es tiempo, para ocupar el tiempo muerto,
Y cada día me aparto y cada noche me aproximo.

25 DE ABRIL

Esta es la madrugada que yo esperaba


El día inicial entero y limpio
Donde emergimos de la noche y del silencio
Y libres habitamos la sustancia del tiempo.

La bella y pura palabra Poesía


Tanto se arrastró por los caminos
Que en la alta noche la encontré perdida
En un burdel donde un muerto la asesinó.

La hora de la partida suena cuando


Oscurece el jardín y el viento pasa,
Revienta el suelo y las puertas baten, cuando
La noche desenlaza cada nudo suyo.

La hora de la partida suena cuando


Los árboles parecen inspirados
Como si todo en ellos germinase.

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Suena cuando en el fondo de los espejos
Me es extraña y lejana mi cara
Y de mí se desprende mi vida.

CÍCLADAS

(evocando a Fernando Pessoa)

La claridad directa del lugar me impone tu presencia


Tu nombre emerge como si aquí
El negativo que fuiste de ti se revelase

Viviste en lo avieso
Viajante incesante de lo inverso
Exento de ti mismo
Viudo de ti mismo
En Lisboa escenario de la vida
Y eras el inquilino de un cuarto alquilado encima de una
lechería
El empleado competente de una casa comercial
El frecuentador irónico delicado y cortés de los cafés de la
Baixa
El visionario discreto de los cafés orientados hacia el Tajo

(Donde aun en el mármol de las mesas


Buscamos el rastro frío de tus manos
–El imperceptible tamborilear de tus manos)

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Despedazado por las furias de lo no vivido
Al margen de ti de los otros y de la vida
Pusiste al día todos tus cuadernos
Con meticulosa exactitud dibujaste los mapas
De las múltiples navegaciones de tu ausencia –

Aquello que no fue ni fuiste quedó dicho


Como isla surgida a barlovento
Con plomadas sondas astrolabios brújulas
Al levantamiento del destierro

Naciste después
Y alguien empleará en sí toda la verdad
El camino de la India ya fuera descubierto
De los dioses sólo subsistía
El incierto caminar
En el susurro y en la fragancia de los paisajes
Y tenías múltiples rostros
Para que no siendo nadie lo dijeses todo
Viajabas en el revés, en lo inverso de lo opuesto

No obstante yo invoco, obstinada –lo dividido–


El momento que te uniese
Y celebro tu llegada a las islas donde jamás viniste

Estos son los archipiélagos que derivan a lo largo de tu


rostro
Estos son los rápidos delfines de esa alegría
Que los dioses no te dieron ni quisiste

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Este es el país donde la carne de las estatuas se estremece
como chopos
Atravesada por el leve respirar de la luz
Aquí reluce la respiración azul de las cosas
En las playas donde existe un espejo vuelto hacia el mar

Aquí el enigma que me interroga desde siempre


Es más desnudo e impetuoso y por eso te invoco:
“¿Por qué fueron arruinados tus gestos?
¿Quién te cercó de muros y de abismos?
¿Quién esparció en el suelo tus secretos?”

Te invoco como si llegases en este barco


Y posases tus pies en las islas
Y su abrumadora proximidad te invadiese
Como un rostro querido echado de bruces sobre ti

En el estío de este lugar reclamo por ti


Que invernaste tu propia vida como el animal en la
estación contraria
Que te hiciste distante como quien retrocede ante un
cuadro para verlo mejor
Y buscaste la distancia que sufriste.

Reclamo por ti –reúno los destrozos las ruinas los


pedazos–
Porque el mundo estalló como cantera
Y en el suelo ruedan capiteles y brazos
Columnas partidas y trozos

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Y del ánfora queda el esparcimiento de restos
Ante los cuales los dioses se vuelven extranjeros

No obstante, aquí las diosas color de trigo


Levantan la larga arpa de sus dedos
Y encandilan al sol azul donde te invoco
Donde invoco la palabra impersonal de tu ausencia

Pudiese este momento de fiesta romper tu luto


Oh viudo de ti mismo
Y que ser y estar coincidiesen
En la unidad de la boda
Como si tu navío te esperase en Tassos
Como si Penélope
En sus aposentos elevados
Te hilase entre sus cabellos

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Eugénio de Andrade

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Eugénio de Andrade
(Póvoa de Atalaia, Fundão, 1923-Oporto, 2005)

Seudónimo de José Fontinhas. Trabajó, desde 1947, en


la inspección administrativa de los Servicios Médicos-
Sociales, primero en Lisboa y, después, en Oporto. Fue
galardonado con el Premio de Poesía de la Asociación
Portuguesa de Escritores (1988), el Premio de Poesía Jean
Malrieu (1984), el Premio Europeo de Poesía de la comunidad
yugoslava de Varchatz (1996), el Premio Extremadura de
Creación Literaria (2000), el Premio Celso Emilio Ferreiro
(2001) y el prestigioso Premio Camões (2001). Su obra
poética, traducida a muchos idiomas, comprende títulos
como: Adolescente (1942); As Mãos e os Frutos (1948);
Os Amantes sem Dinheiro (1950); As Palavras Interditas
(1951); Até Amanhã (1956); Conhecimento da Poesia (1958);
O Coração do Dia (1958); Os Afluentes do Silêncio (1968);
Obscuro Domínio (1971); Limiar dos Pássaros (1972);
Véspera da Água (1973); Memória de Outro Rio (1978);
Matéria Solar (1980); O Peso da Sombra (1982); Poesia e
Prosa, 1940-1989 (1990), O Sal da Língua (1995), Alentejo
(1998), Os Lugares do Lume (1998) y Os Sulcos da Sede
(2001).

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ELEGÍA DE LAS AGUAS NEGRAS
PARA CHE GUEVARA

Atado al silencio, el corazón todavía


repleto de amor, yaces de perfil,
escuchando, por así decir, las aguas
negras de nuestra aflicción.

Pálidas voces te buscan en la bruma;


de prado en prado buscan
un potro, la palmera más alta
sobre el lago, un barco tal vez
o la miel esparcida de nuestra alegría.

Ojos apocados por el miedo


aguardan en la noche el sol donde creces,
donde te confundes con las ramas
de sangre del verano o el rumor
de los pies blancos de la lluvia en las arenas.

La palabra, como tú decías, llega


húmeda de los bosques: tenemos que sembrarla;
llega húmeda de la tierra: tenemos que defenderla;
llega con las golondrinas
que la bebieron sílaba a sílaba en tu boca.

Cada palabra tuya es un hombre de pie,


cada palabra tuya hace de la llovizna un cuchillo,
hace del odio un vino inocente

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para que bebamos, contigo
en el corazón, alrededor del fuego.

POEMA A LA MADRE

En lo más profundo de ti,


yo sé que traicioné, madre.

Todo porque ya no soy


el niño adormecido
en el fondo de tus ojos.

Todo porque tú ignoras


que hay lechos donde el frío no se detiene
y noches rumorosas de aguas matinales.

Por eso, algunas veces, las palabras que te digo


son duras, madre,
y nuestro amor es infeliz.

Todo porque perdí las rosas blancas


que apretaba junto a mi corazón
en el retrato enmarcado.

Si supieras cómo aún amo las rosas


tal vez no llenases las horas de pesadillas.

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¡Pero tú olvidaste muchas cosas;
olvidaste que mis piernas crecieron,
que todo mi cuerpo creció,
y que hasta mi corazón
se hizo enorme, madre!

Mira –¿quiere oírme?–


algunas veces aún soy un niño
que se duerme en tus ojos;

Aún aprieto contra el corazón


las rosas tan blancas
como las que tienes en el retrato;

aún oigo tu voz:


Era una vez una princesa
en medio de un naranjal...

Pero –tú sabes– la noche es inmensa,


y todo mi cuerpo creció.
Yo salí del marco,
di de beber mis ojos a las aves.

No me olvidé de nada, madre.


Guardo tu voz dentro de mí.
y te dejo las rosas.

Buenas noches. Me voy con las aves.

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CANCIÓN BREVE

Todo me une a la tierra donde me di:


el río súbitamente adolescente,
la luz tropezando en las esquinas,
las arenas donde ardí impaciente.

Todo me une al mismo triste amor


que hay al saber que la vida poco dura
y en ella pongo la esperanza y el calor
de unos dedos con restos de ternura.

Dicen que hay otros cielos y otras lunas


y otros ojos llenos de alegría,
pero yo soy de estas casas, de estas calles,
de este amor escurriendo melancolía.

ARIADNE

Ahora hablaré de los ojos de Ariadne.


Hablaré de tus ojos, pues de Ariadne
tal vez sólo haya memoria
entre las piernas de Teseo.

De Ariadne o no, los ojos son azules.


Azules de un azul muy frágil,
como si al preparar el color un niño
haya calculado mal el agua.
Es un azul diluido, el azul de tus ojos,

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diluido en dos o tres lágrimas
-una de ellas mía, por lo menos una,
las otras tuyas, las otras de Ariadne.

Hablaré de estos ojos. Los de Ariadne,


de ellos dejaré que sea Teseo quien hable.
Hablaré de ese azul que vi en Creta,
pues pasé la infancia en una tierra sin mar,
hablaré de ese azul que no vi en Naxos,
mas vi en Delfos, donde, entre columnas,
pasaba los días divinamente fornicando,
indiferente al oráculo de Apolo.
Del resto, ¿qué dios griego no me aprobaría?
¿Qué otra cosa se puede hacer en Grecia?
Allí podéis fornicar con toda la gente
–es clásico y barato–
hasta con los coroneles.

Ahora hablaré de los ojos griegos de Ariadne,


que no son de Ariadne ni griegos,
de esos ojos que si fuesen música
serán la música de agua de los oboes,
hablaré apenas de los ojos de mi amor,
de esos ojos de un azul tan azul
que son igual al azul de los ojos de Ariadne.

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LOS FRUTOS

Así yo quería el poema:


trémulo de luz, áspero de tierra,
rumoroso de aguas y de viento.

CANCIÓN DE LA MADRE DE UN SOLDADO


DE PARTIDA HACIA BOSNIA

Es muy joven, sin tiempo todavía

para ser triste. Se demora en mis ojos


cuando lleva la manzana a la boca.

Ninguna habla oscura oscurece la tarde,


la cabellera suelta es su bandera;
los pies blancos, hermanos
de la lluvia del verano, anuncian la paz.

Suplico a la estrella de la mañana


que le guíe los pasos, ahora que partió;
que tenga en cuenta su ignorancia,
no sólo de la muerte, también de la vida.

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ESCRITO EN LA TIERRA

De la migración de los pájaros hablaremos despacio


en otra ocasión

de la cal espesa esparcida en la boca


de los pozos
donde el silencio se pudre.

Hay una razón para que no rechacemos


tan cruel metáfora del semen

Descubrimos
en las altísimas y lúcidas bayas de septiembre
una sabiduría próxima todavía de las nacientes.

Era esto
donde una sola piedra quema los dedos.

Si quieres un ejemplo
coge en este mar de estaño
mírate en él
pero no te demores contemplando
la blanca quietud de las violetas.

Vamos
es noche ahora y tiempo
cuando mis labios brillan
de algún morir sobre tu cuerpo.

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LA PEQUEÑA PATRIA

La pequeña patria; la del pan;


la del agua:
la de la ternura, tantas veces
avergonzada;
la de ningún orgullo ni humildad;
la que no cercaba de muros el jardín
ni robaba a los ojos el torpe vuelo
de las cigüeñas; la del hedor caliente
y acidulado de la orina
de los caballos; la de los alisos
a cuya sombra aprendí
que el sexo se compartía;
la pequeña patria del alma y del estiércol
jugoso tibio blando;
la de la flor múltiple y tan amada
del girasol.

VERDAD POÉTICA

Hace tantos años que estás ahí, en la era


o en el tejado, cortando
el pan difícil sol a sol,
aceptando las migajas de nuestro corazón,
compartiendo entre la polvareda
la cama de nuestra obscura condición;
hermano del libidinoso y romano

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pájaro de Catulo; siempre
a nuestro entorno, más verdad poética
que criatura natural, como un poeta
americano dice del pardal.
Hoy eres un portugués nada orgulloso
del ser que te abre las puertas
del poema y te invita a entrar,
pues no hiciste de tu canto un lujo
ni traficaste con el bien común –
por eso, como los niños de la calle,
descubres el gusto de la vida
hasta en un charco de agua turbia.

EN MEMORIA DE CHICO MENDES

Llegan noticias de Brasil, Chico


Mendes fue asesinado, la muerte
se enrolla ahora en los primeros fríos,
ni siquiera la tristeza tiene sentido,
la esfera continúa en órbita, un día
estallará, el universo quedará más puro.

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EXILIO

Oh tiempo tiempo tiempo,


tiempo de cosechar
lo que tenemos maduro:
la luz de los ojos
luciendo en lo oscuro.

SIEMPRE FUE ASÍ

Siempre fue así: entras en la noche


completamente desarmado,
conducido por el ardor
de los decasílabos torcidos

donde sólo la memoria


de la luz vive todavía, señor apenas
de manos tan inseguras
que tanto ocultan como desvelan

el minúsculo motor de la vida –


manos propicias a los trabajos del barro,
mortales, decía yo, y tan comunes,
tan desiguales.

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CON ULISES

Con Ulises en proa, ¿quién no desearía


recorrer los mares? De la última vez
que estuve en la isla aún
su sombra me guiaba.
En la colina del templo
no reparé sino con columnas
caídas, cardos, silvas en torno
ocultando algún nido de víboras.
Cuando pensaba en esos hombres
que se batían como quien encuentra
voluptuosa la propia muerte, reparé
por casualidad en el blanco retoño
de un espino, y cómo de él
escurría un hilo de sangre negra
que en la tierra se perdía.

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Natália Correia

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Natália Correia
(Fajã de baixo, Açores, 1923-Lisboa, 1993)

Su obra comprende libros de poesía, novela, ensayo y


teatro. Fue una destacada figura de la cultura portuguesa
de mediados del siglo XX, elegida diputada por el Partido
Socialista. Su obra poética comprende los siguientes títulos:
Rio de Nuvens (1947); Poemas (1955); Dimensão Encontrada
(1957); Passaporte (1958); Comunicação (1959); Cântico do
País Imerso (1961); O Vinho e a Lira (1966); Mátria (1968);
As Maçãs de Orestes (1970); Mosca Iluminada (1972); O
Anjo do Ocidente à Entrada do Ferro (1973); Poemas a
Rebate (1975); Epístola aos Iamitas (1976); O Dilúvio e a
Pomba (1979); Sonetos Românticos (1990); O Armistício
(1985); O Sol das Noites e o Luar nos Dias (1993) y Memória
da Sombra (1994).

LA DEFENSA DEL POETA

Señores jurados soy un poeta


un polipétalo aullido una mancha
y ando con una camisa de viento
al revés del esqueleto

Soy un vestíbulo de lo imposible un lápiz


de almacenado espanto y por fin
con la paciencia de los versos
espero vivir dentro de mí

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Soy en código el azul de todos
(curtido cuero de cicatrices)
una dañada cantante
en el tabernáculo de los felices

Señores banqueros sois la ciudad


y vuestra hartura seré
no hay ciudad sin el parque
del sueño que os robé

Señores profesores que pusisteis


premio a mi rara acción
de convertirme en criatura salvada
del incendio de vuestra lección

Señores tiranos que de la baraja


en polvo os volvéis sois los reyes
soy un poeta me juego a los dados
gano los horizontes que no veréis

Señores héroes hasta los dientes


puro ejercicio de nadie
mi cobardía es esperar por vosotros
unas estrofas más allá

Señores tres cuatro cinco y siete


¿qué miedo pondrán por orden?
¿qué pavor cerró el abanico
de vuestra diferencia como hombres?

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Señores jueces que no mojáis
la pena en la tinta de la naturaleza
no apretéis mi pájaro
sin que él cante mi defensa

¡Soy una desvergonzada a la mesa puesta


de un verso que lo puedan escribir
los subalimentados del sueño!
La poesía es para comer.

LA EXALTACIÓN DE LA PIEL

Hoy quiero con la violencia prohibida.


Sin lirios y sin lagos
y sin el gesto vago
desprendido de la mano que un sueño agita.
Existe la savia. Existe el instinto. Y existo yo
colgada de mundos centelleantes por las venas
mitad hembra mitad mar como las sirenas.

MADRE PROEMIO

Para uso agrario de mis ojos


que material de luz acumulaban
la amarilla danza de las espigas
maternalmente copiabas.

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En la trémula garganta de las azaleas
el agua del piano cantaba:
solfeo de gestos modelando la vida.
Piano era todo lo que tocabas.

Doméstica en el sueño estabas


como en su verde está la era.
Casa era todo lo que restituías
a la maternidad de la piedra.

Con la exactitud de lo necesario


decías puerta y la puerta se abría.
Suavemente manufacturabas
un nombre: Madre.
¿Mas quién serías?

MADRE ISLA

Esa mañana las garzas no volaron


y de los confines de la luz llamó un dios.
Dulcemente tus pestañas se cerraron.
La tierra aulló. Todos los colores cambiaron.
El mar enmudeció. El aire se detuvo.
Oscuros velos de llanto taparon el sol.
De las azaleas lívidas la isla se cercó.
¿A qué piélago o esquife te llevaba?
No al término. A no llorar los muertos
tu florida esencia espiritual enseña.
Y si el mundo en ti comenzaba,

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en tu misterio entre astros absortos,
suavemente, oh madre, todo termina.

EL SOL EN LAS NOCHES Y LA LUZ DE LUNA


DURANTE LOS DÍAS

Del amor nada más resta que un octubre


y cuanto más amada más desisto:
cuando tú más me desnudas más me cubro
y cuando más me escondo más me avisto.

Y sé que más te arrobo y te deslumbro


porque si más me ofusco más existo.
Por dentro me ilumino, sol oculto,
por fuera te arrodillo, cuerpo místico.

No me despiertes. Estoy muerta en el festival


de tus besos. Etérea, a mi especie
ni tus celos amantes la disuaden.

Pero cuando más en la nube me deshago


más de tierra y de fuego es el abrazo
con el que en la carne quieres retenerme joven.

EL ESPÍRITU

Nada que hacer amor, yo soy del bando


Inestable de las aves friolentas;

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Y en las ramas de los años destiñendo
Ya las hojas me ofuscan macilentas;

Y voy con las golondrinas. ¿Hasta cuándo?


A la vida breve no preguntes: cruentas
Arrugas me humillan. No más en estilo blando
Ave juerguista seré en manos sedientas.

Eterna me piensa que lo eterno genera


Quien en la amada lo conjura. Más allá, más alto,
En ileso tejado, ahí espera:

Golondrina indemne al sobresalto


Del tiempo, mensajera de perenne primavera.
Confía. Yo soy romántica. No falto.

POEMA DESTINADO A QUE HAYA DOMINGO

Me bastan las cinco puntas de una estrella


Y la apariencia de un barco en movimiento
Y como ave, quedar parada en la vela
Y como flor, cualquier fragancia en el viento.

Me basta que la luna haya aquí dejado


Un luminoso hilo de cabello
Para llevar el cielo todo enrollado
En la discreta ambición de mi enredo.

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Sólo hay espigas creciendo conmigo
En un campo para pasear a pie
Esta distancia probada por el trigo
Que me da sólo el pan de aquello que es.

Dejen al día la cama de un domingo


Para acostar un lirio que le sobre.
Y la tarde color de rosa de un flamenco
Sea el techo de la casa que me cubre.

Baste lo que el tiempo trae en su anillo


Como una rosa trae abril en el seno.
Y que el mar dé el fruto de una isla
Donde el amor por fin tenga recreo.

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António Ramos Rosa

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António Ramos Rosa
(Faro, 1924)

Premio Fernando Pessoa 1988. Hizo labores de empleado


de oficina, visitador comercial, profesor, traductor y crítico
literario. En 1958, con la publicación de su poemario Grito
claro, se hace conocido como poeta. Fue director de las
revistas literarias Árvore, Cassiopeia y Cadernos do Meio-
Dia. En 1976 recibió el premio de traducción de la Fondation
de Hautvilliers. Otras obras poéticas: Viagem através de uma
Nebulosa (1960); Voz Inicial (1961); Sobre o Rosto da Terra
(1961); Ocupação do Espaço (1963); Terrear (1964); Estou
Vivo e Escrevo Sol (1969); A Construção do Corpo (1969);
Nos Seus Olhos de Silêncio (1970); A Pedra Nua (1972);
Não Posso Adiar o Coração (1974); Ciclo do Cavalo (1975);
Animal Olhar (1975); Respirar a Sombra Via (1975); Boca
Incompleta (1977); A Imagem (1977); As Marcas no Deserto
(1978); A Nuvem sobre a Página (1978); Círculo Aberto
(1979); O Centro na Distância (1981); Clamores (1993); O
Teu Rosto (1994); Pela Primeira Vez (1996) y A Imobilidade
Fulminante (1998).

LA MIRADA DE MURILO MENDES

La mirada de Murilo Mendes se abre a las fuerzas del


origen
y en un lento silencio hasta en el fondo de lo inmóvil
inaugura la nupcial articulación.
Vacío y presencia, ruptura y alianza

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en la atención penetrante a la evidencia y al enigma.
Entonces los dioses se muestran en la inmovilidad del aire
y se irisan en el puro instante de la contemplación.
Y la mirada se abre inmensamente a las nacientes
nocturnas
captando el eco perdido en cada cosa.
En esa gloria que todo lo ilumina, es alta y rapidísima
la lengua de la visión que contorna los confines
y permite transparentar el círculo invisible
que en sí preserva el silencio divino y el fulgor
de unas cuantas palabras que pulsan como estrellas.

TAL COMO ANTIGUAMENTE

Tal como antiguamente tal como ahora


esa estrella ese muro
ese lento
ese muerto
sonreír
ningún acaso
ninguna puerta
imposible salir

¿QUÉ COLOR LOS TEJADOS DE MISERIA…?

¿Qué color los tejados de miseria


donde nací
de tanta pequeñez de tan humildes huevos

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de ningún querer?
¿a qué horas nacieron las estrellas que
un día fueron?
¿a qué hora nací?

No vine embarcado no me encontré


en la calle
no nos vimos
no nos besamos
nunca partí

No sé qué edad tengo

Cuando antes había un antiguamente


había una esperanza
ahora en el propio corazón de la ilusión
donde el agua limpia las piedras de las ruinas
entre destrozos límpidos
me acuesto sobre mi sombra y duermo
y duermo

Cuando antes había un amanecer


a la orilla del abismo
ahora en el propio corazón del corazón
duermo estrangulando un monstruo inerme
un payaso de paja seca y pálido
cuando antes había un camino

No hubo nunca amigos ni pureza


ni cariños de madre salvan la noche

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Es necesario ir más lejos en la incertidumbre
Es necesario no escuchar en el silencio

La mañana que yo busco no fue soñada


un árbol me ignora en la raíz
perfectamente desesperado es mi sueño
los pájaros me insultan en la cama
Sólo con locos con locos amaría
perfectamente presente en la frescura
del mar

Una casa para tener la humildad de ser espacio


la líquida frescura de una jarra
un paso leve y cierto en cada sombra
un niño en cada oído
de dulces abejas ciegas

Una casa una caja de música y sosiego


Una guitarra adormecida en la dulzura
Un mar distante más allá del campo
Una inundación de verde y espesa paz
Una repetida y vasta constelación de grillos
y los gallos risueños del silencio

Un mar de espuma y alegría oscura


un mar de espuma y alegría clara
entre el verde y la brisa

En la blancura de las habitaciones


la inocencia podrá soñar desnuda

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los insectos podrán entrar
juntamente con las plantas y las aves
Una larga ala pasará
El mundo es el silencio la misma ave
y el mar
el mudo león lejano y vigoroso
chispeará entre la mirada y las láminas solares

POEMA DE UN FUNCIONARIO CANSADO

La noche me cambió los sueños y las manos


dispersó a mis amigos
tengo el corazón confundido y la calle es estrecha
estrecha a cada paso
las casas nos engullen
nos hunden
estoy solo en una habitación solo en una habitación
Soy un funcionario apagado
un funcionario triste
mi alma no acompaña a mi mano
Débito y crédito Débito y crédito
mi alma no baila con los números
intento esconderla avergonzado
el jefe me cogió con el ojo lírico en la jaula del jardín de
enfrente
y me descontó en mi cuenta de empleado
Soy un funcionario cansado de un día ejemplar
¿Por qué no me siento orgulloso de haber cumplido con mi
deber?

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¿Por qué me siento irremediablemente perdido en mi
cansancio?
Deletreo viejas palabras generosas
Flor muchachita amigo niño
hermano beso enamorada
mano estrella música
Son las palabras cruzadas de mi sueño
palabras soterradas en la prisión de mi vida
esto todas las noches del mundo en una sola noche dilatada
solo en una habitación.

UNA VOZ EN LA PIEDRA

No sé
si respondo o si pregunto.
Soy una voz que nació en la penumbra del vacío.
Estoy un poco ebrio y estoy creciendo en una piedra.
No tengo la sabiduría de la miel o la del vino.
De pronto me yergo como una torre de sombra fulgurante.
Mi ebriedad es la de la sed y de la llama.
Con esta pequeña centella quiero incendiar el silencio.
No sé lo que yo amo. Amo en total abandono.
Siento mi boca dentro de los árboles y de una oculta
naciente.
Indecisa y ardiente, algo todavía no es flor en mí.
No estoy perdida, estoy entre el viento y el olvido.
Quiero conocer mi desnudez y ser el azul de la presencia.
No soy la destrucción ciega ni la esperanza imposible.
Soy alguien que espera ser abierto por una palabra.

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PORQUE NO SUPE MERECER

Porque no supe merecer la gloria, la más suave


que me recostara a tu lado
es que la sangre a la palabra
aboliese la diferencia entre mi cuerpo y mi voz
porque te perdí
no sé quien soy

PARA VENIR AQUÍ

Para venir aquí, de lejos, a este sol de la casa.

Para esta casa del cuerpo – tan de lejos.

Llegar a la casa donde estoy,


ojos de la cara, ver a la orilla
de la casa el sol de la casa
tan cerca y lejos
el sol de la cara, el cuerpo
tan cerca – y de tan lejos.

ESPLENDOR CALCINADO

Calcando el suelo, pegado al viento,


ardo de sequedad, la frente abierta
hacia la llama de la tierra.

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Camino y ardo, el viento sopla
la llama viva,
la sangre sube, el hambre rompe
la pared del aire, la tierra abrasa
entre instrumentos frío. La tierra nace,
la tierra gira en silencio, el mirar muere.

Volver a la fuente, al nulo centro,


refluir a la onda fría y dura,
al extenso campo del abandono equivocado,
al ras de la tierra, al sueño animal,
al largo oído murmurante y oscuro.

Camino y ardo de sequedad, errante.


Hay palabras sueltas como tierra, hay dedos de agua
esparcidos,
sueño no cumplido, miembros entre espacios,
nombres, cuerpos, piedras, animales de rastro,
el hambre chamuscada sobre un muro blanco,
un tronco oscuro a la sed muerta,
una tristeza opaca de agua estancada,
la tierra con sus dientes calcinados, muertos.

Camino al sol. El hambre es una arcilla caliente


sobre la página vacía del arenal.
La tierra es un cuerpo ciego en la luz, un tronco
sin brazos, una cintura informe.
El sol sobre los bancales mil cuadrados vacíos,
mil espacios vacíos, el espacio de la sequía

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y de la sed. La sed multiplicada al sol, vacía.
Y el sol golpea en la frente fría, oscura, de la sed oscura.

Mi frente es de tierra, mi cuerpo tierra seca,


mis brazos sueltos, duros, sobre las dunas desiertas,
mi mirar abierto sobre un golfo desierto.
Y el sol estampando lo desnudo a sombra fría,
casas, arena, piedra, piedras
y mi sombra fría.

Tierra desierta al sol


Cuerpo desierto al sol.

¿Qué palabra sube de esta blancura ciega, de este mirar


blanco,
qué palabra respira en tu mirar perdido sobre este centro
desierto?
¿Qué palabra calienta y enfría, da sombra a la luz, de tu
cuerpo al sol,
de tu sombra al sol,
qué palabra camina, vive o muere
en el esplendor calcinado?

¡Ábrete aquí al refluir sin párpados


en un cuerpo de cal, de lágrimas sin memoria,
ábrete aquí entre la sombra y la luz,
cuerpo de tierra y huesos, de agua oscura y hambre
y sed, oh cuerpo desnudo, ansiosamente desnudo,
abierto a la luz del sol, a la sequedad de la tierra!

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Camino y ardo siempre en la sequedad calcinada
sobre la página vacía de un arenal sin fin,
asiento las plantas firmes sobre la arena lisa.
A cada paso la sed sube a la garganta seca,
a cada paso la tierra se chamusca sobre los pies.

Oh palabras quemadas, secas, como piedras.


Palabras ásperas que dibujan huesos, piedras, ortigas.
Palabras con nervios, con venas, palabras que son lascas
de piedra, palabras que no refrescan,
calientes, oscuras como el pelo de los animales,
desordenadas y desnudas, separadas como piedras,
entre espacios, desiertas palabras en el desierto.

Palabras áridas,
frente desierta,
pulso del sol.

LA NOCHE LLEGA CON TODOS SUS REBAÑOS

Una ciudad se madura en las vertientes del crepúsculo.


Hay un imán que nos atrae hacia el interior de la montaña.
Los navíos se desplazan en los estuarios del viento.
Algo asciende desde una negra región.
Alguien escribe sobre los espejos de la sombra.
La pasajera de la noche vacila como un ser silencioso.
El último pájaro se calló. Las estrellas se encenderán.
Las olas se adormecerán con los colores y las imágenes.
Las puertas subterráneas tienen perfumes silvestres.

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¡Qué sedosa y fluida es el agua de esta noche!
Diríase que las piedras entienden mis pasos.
Alguien me habita como un árbol o un planeta.
Estoy cerca y estoy lejos en el corazón del mundo.

LA PALABRA

La palabra es una estatua sumergida, un leopardo


que estremece por oscuros bosques, una anémona
sobre una cabellera. A veces es una estrella
que proyecta su sombra sobre un torso.
Ella queda sin destino en el clamor de la noche,
ciega y desnuda, pero vibrante de deseo
como una magnolia mojada. Rápida es la boca
que apenas aflora los rayos de otra luz.
Le toco los sutiles tobillos, los cabellos ardientes
Y veo un agua límpida en una concha marina.
Siempre es un cuerpo amante y fugitivo
Que canta en un mar musical la sangre de las vocales.

AMO TU DILATADO CANDOR DE ASTRO

A tu pura integridad delicada


a tu permanente adolescencia de secreto
a tu fragilidad ardiente siempre altiva
Por ti yo soy la leve seguridad de un pecho
que pulsa y canta a su llama
que se levanta e inclina a tu hálito de pájaro

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o a la lluvia de tus pétalos de plata
Si guardo algún tesoro no lo escondo
porque quiero ofrecerte la paz de un sueño abierto
y dure y fluya en tus lentas venas
y sea un perfume o un beso un suspiro solar
Te ofrezco esta delicada flor esta piedra de lluvia
para que sientas el verde frescor
de un manzanal de puras cortesías
porque es por ti que vivo y por ti que nazco
porque amo el oro vivo de tu rostro

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David Mourão-Ferreira

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David Mourão-Ferreira
(Lisboa 1927-1996)

Poeta, narrador, dramaturgo, traductor y ensayista. Fue


uno de los fundadores de la revista Tábola Redonda en 1950
y profesor en la Facultad de Filología de la Universidad de
Lisboa. Poemas suyos fueron cantados por Amália Rodrigues,
entre ellos el célebre fado “Madrugada de Alfama”.
Algunos de sus libros de poesía son: Secreta Viagem (1950);
Tempestade de Verão (1954, Premio Delfim Guimarães); Os
Quatro Cantos do Tempo (1958); In Memoriam Memoriae
(1962), Infinito Pessoal ou A Arte de Amar (1962); Do Tempo
ao Coração (1966); A Arte de Amar (1967); Lira de Bolso
(1969); Cancioneiro de Natal (1971, Premio Nacional de
Poesía); Matura Idade (1973); Sonetos do Cativo (1974); As
Lições do Fogo (1976); Obra Poética (1980); Os Ramos e os
Remos (1985), Obra Poética, 1948-1988 (1988) y Música de
Cama (1994, antología erótica). En 1996 recibió el Premio de
Consagración de la Sociedad Portuguesa de Autores.

PENÉLOPE

Más que un sueño: ¡conmoción!


Me siento atontado, enternecido
cuando, de noche, mis manos
son tu único vestido.

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Y rehaces con esa vestimenta,
que yo, sin saber, había tejido,
todo el pudor que deshiciste
como una tela sin sentido;
todo el pudor que deshiciste
a mi pedido.

Pero en ese manto que deshilas


y que después vuelves a ponerte,
yo reconozco los mejores días
de nuestro amor.

Y CUANDO ESTÁS DE RODILLAS...

Y cuando estás de rodillas


eres criatura total de la tierra
toda de cabellos fulgentes
toda brotada de noches
toda pesada en los besos
de un barro que nunca seca
ni en el cántico de los senos
ni en el sollozo de las piernas
toda raíces en los dedos
en las uñas toda silvestre
en los ojos toda naciente
en el vientre toda floresta
en todo toda secreto
si de rodilla me entregas

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siempre que estás de rodillas
todos los frutos de la Tierra.

ELECCIÓN

Entre el viento y la navaja elijo el viento


Entre el verde y el rojo aquel azul
que hasta en la muerte servirá de espejo
al viento que por dentro me deslumbra
Entre vientre y el luto elijo el sol
Entre las manos que se dan la que se oculta
Entre lo que nunca supe lo que ya sobra
Entre el césped un milímetro de bruma.

BLOQUES

Es así, vivimos dentro


de grandes bloques de hielo
sin calentarnos al menos
con los dedos los otros dedos
En el fondo de nosotros temiendo
que un día se resquebraje el hielo.

SECRETO

Ni el tiempo tiene tiempo


para sondear las tinieblas

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de este río corriendo
entre la piel y la piel
Ni el tiempo tiene tiempo
ni las tinieblas dan tregua
No descubro el secreto
que tu cuerpo segrega.

PLAYA DEL PARAÍSO

Era la primera
vez que estaban desnudos nuestros cuerpos
No obstante la penumbra con gusto se miraban
sorprendidos de tener tantos ojos
que podían ser luz de tantos candelabros
Era la primera vez cerradas las cortinas
Sólo el rumor del mar permanecía en casa
y sabías a sal, y olías a limos
Al haber oído el canto de las cigarras
había más que cielo en el cielo de sonrisa
Madrugada de todo en todo que soñabas
en tus brazos tocar era tocar los ramos
que estremecen al sol desde que el mundo es mundo
Al final es necesario llegar a los cincuenta años
para ver que a los veinte es cuando todo se tuvo.

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ALBORADA

¡Y de pronto un cuerpo!
Alborada sombría, alborada nefasta envuelta
en unos cabellos... Eran negros y vivos.
¿Quién sufría, sólo de verlos? Eran negros;
y vivos como llamas. Brillaban, azulados
como la lluvia. Brillaban, azulados, como
escamas de sirena sombría sobre la lluvia...
Veo demasiado pronto el gran estruendo;
El viento me recordó quién soy yo.
¡Alborada perpleja contemplada por alguien
que llegó a un balcón y al borde vaciló!

TESTAMENTO

Que quede sólo de mi vida


un monumento de palabras
Pero no de plata Ni de ceniza:
Antes de lava Antes de nada
De aquella nada que se aviva
cuando se aventura un viaje
entre los pantanos de la ira
lejos del sol de las barricadas
O cuando un pozo que centellea
parece el techo de una sala
O cuando importa que se extinga
dentro de nosotros la inexacta
irradiación que viene de las criptas

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con la cual el azul nos sobresalta
con la cual a la penumbra se diría
que crece el sonido de las arpas
O cuando la tierra no expira
sino secretos hechos de agua
O cuando la muerte nos avisa
O cuando la vida nos agarra
Adiós oh palomas
todas iguales ante las murallas
Adiós sendas invisibles
que en el bosque nos aguardan
Adiós oh barcos a la deriva
Adiós canales Adiós guitarras
Adiós oh sílabas de la brisa
Adiós sibilas numerosas
tantas que a Dios se prometían
pero sólo adioses encontraban
Adiós oh diosas de partida
en mi minuto de llegada
Adiós ardientes evasivas
a ver si algo las demoraba
Si las demoraba o disuadía
más rápido me dejaban
Adiós oh puertas clandestinas
que al atardecer se entreabren
Adiós adiós íntimas víctimas
de las ceremonias implacables
Cómo dejarlas todavía
si vuestras manos y rostros
ahora parecen despedirme

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ahora consiguen renovarme
Y tantas tantas tantas islas
en el mar que no nos limitase
Cómo dejarlas si en la línea
de este horizonte aquella playa
tan de repente se aproxima
tan de repente se me escapa
Chorrean volcánicas las crines
de recuas de yeguas subacuáticas
Chorrean del fondo Y a la superficie
crecen las islas asombradas
Es que de lejos recuerdas liras
pero entre las olas sólo navajas
Es cuando el poeta menos grita
cuando más se cree en sus lágrimas
Quede por todo de cuanto sienta
un monumento de palabras
Pero no de bronce ni de arcilla
Y ni de ceniza ni de mármol
De humo sí De lo que se infiltra
en el corazón de las viejas máquinas
en el estertor de los suicidas
en la risa triste de los apátridas
en el ondular de las celosías
por donde se espía la madrugada
De humo en fin que se eterniza
en el largo insomnio de las estatuas
Y que de nosotros el alma extirpa
no dejándonos ni la máscara
cuando sólo cuerpo es lo que nos queda

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para morir a las manos de los bárbaros
Y que nos cuenta sólo mentiras
Y nos acepta sólo verdades
Múltiples ágiles infinitas
sean las líneas que él trace
como las que traza la propia vida
sin libertad en libertad
Adiós oh fuego Adiós raíces
que todo el humo alimentaban
Y adiós oh miel Adiós ortigas
de mi tierra calcinada
Adiós colmena Adiós corteza
Oh madrugadas inflamables
Ya ni se sabe a qué crueldad
y por qué fin la boca sabe
Ni cuál la sombra que improvisa
esta sonámbula sonata
que apacigua que eriza
que nos destruye que nos exalta
Ni cuál el crimen aún más crimen
si acaso llega a descubrirse
Adiós adiós eterna esfinge
Adiós No pienses que me ultrajas
Y recuerdo todo lo que era simple
antes de la nada inevitable
Pero que de la nada al menos
quede un monumento de palabras

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Albano Martins

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Albano Martins
(Telhado, Fundão, 1930)

Licenciado en Filología Clásica por la Facultad de Le-


tras de la Universidad de Lisboa, da clases en la Universidad
Fernando Pessoa, de Oporto. Publicó su primer libro,
Secura Verde, en 1950. Su obra poética, con cerca de veinti-
cinco títulos, está reunida en Assim São as Algas (2000).
Posteriormente publicó Castália e Outros Poemas (2001)
e Três Poemas de Amor Seguidos de Livro Quatro (2004).
Ha traducido, entre otros, a Pablo de Neruda (el Canto
General le valió el Premio de Traducción APT/PEN Club),
Giacomo Leopardi, Rafael Alberti y Nicolás Guillén. Chile
le concedió la Orden de Mérito Docente y Cultural Gabriela
Mistral. Es Doctor Honoris Causa por la Universidad S.
Marcos (S. Paulo, Brasil).

PALABRAS

Ninguna rama
es segura. Frágiles
son las palabras.

EL RECORRIDO Y EL PERIPLO

Yo también
navegué, hice el recorrido

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y el periplo de las indias
naufragadas.
De las esencias,
la parte que me correspondió la disipé
en lumbre de esmeraldas
y abalorios.
Toda
la aventura humana
es corte de agua, lámpara febril.

ANTICIPACIÓN

Por ti desciendo hasta el fondo de la noche,


desenraízo el tiempo, termino en una estrella,
vivo en la imaginación de todas las aves
y enciendo el futuro, en un movimiento anticipado.

GEOGRAFÍA

Pertenezco a esta
geografía, a la blanca
luz de la resina, al filo
del arado. Mi casa
es esta: un lecho
de jaras y una rosa
entre hojas secas abriéndose
al amparo del rocío.

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PEQUEÑAS COSAS

Hablar del trigo y no mencionar


la cizaña. Recorrer
en vuelo raso los campos
sin posar
los pies en el suelo. Abrir
un fruto y sentir
en el aire el perfume
a espliego. Pequeñas cosas,
dirás, que nada
significan ante
esta otra, mayor: decir
lo indecible. O esta:
entrar sin brújula
en el bosque y no perder
el rumbo. O esa otra, mayor
que todas y cuyo
nombre por precaución
omites. Que es necesario,
a veces,
no despertar al silencio.

ENTRAS EN MÍ DESCALZA...

Entras
en mí descalza, vulnerable
como un blanco próximo, herida
en las rodillas y en los muslos. Por el tacto

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nos conocemos, es esa luz
oblicua que nos ciega. Y te pertenezco
y me perteneces como
la lámina,
la vaina, la llama
a la mecha.

JARDÍN DE LAS DELICIAS, de HIERONYMUS BOSCH

Lo que allí se llama


delicias es esto: la alianza
estrictamente
carnal
entre hombres
y animales: el casamiento
de un muchacho
con un búho, el vuelo
adivinado
de algunas aves de picos
alados y erguidos
como el de las mujeres
en celo. Y ojos
y bocas
y muslos
rodeando en el dorso
y en sexo
de las palomas.
Delicias
es el nombre

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que se da
a las lágrimas y a las flores
del deseo.

ARTE FLORAL

Arregla las flores


sin adornos. Las cosas
sencillas, aun cuando
de ornamento
poco sirven, dispensan
siempre lo que es gratuito.
Y sé
También, por eso,
una flor. O sólo
El rocío
que la sustenta. O sólo
su perfume
matinal.

LAS PALABRAS EN TRÁNSITO

Resbalas en este soplo.


Sabes
que tienes la mirada herida
desde siempre, que el incendio
de las palabras en tránsito celebra
ordenadas sílabas, anclados

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ritos, desprevenidos
equinoccios.
Antiguamente,
había un mar crispado
en la fisura de los labios. Hoy, apenas
algunas gotas de sal.

PERFIL

Gusto de ti como de una fotografía.


Amo los paisajes porque son
el foco donde tu cuerpo se ilumina.

Eres la mañana recostada de perfil.


perspectiva donde mi vida
gana forma y se fija, de repente.

UN DÍA

Un día volví
pegado a un verso, envuelto
en una hoja, doblegado
a un canto,

para que tus oídos


me susurren, tus ojos
me besen

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y yo no deguste

y yo no sienta.

COMO UN LIBRO

Numeré tu cuerpo como un libro


a la búsqueda de tu alma: la encontré en el índice.

RUTA

Dibujo en el mapa tu perfil


de carabela cósmica. Viajo
por hemisferios táctiles al encuentro
del lastre puro, del contraste
que me revele

y justifique

y satisfaga.

COMPÁS PARA ELEGÍA

No me vengan a decir que hay remedio:


nada sustituye la presencia de las cosas,
la presencia material de las cosas.

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Los días de la muerte
gravitan en lo oscuro,
mientras, enciendo fósforos de sombra
buscándote en los cajones,
en los armarios, en los cuartos,
en todos los lugares
donde fatalmente
tú no estás.

Ningún prodigio puede reconstituir


tu voz, sonrisa interior de tu boca,
voz humana, ardiente en el pecho,
cuyas palabras eran como llamaradas.

Sólo el silencio conmemora el hecho


que hayas vivido como el alcohol,
poseyendo poseída,
con las arterias llenas de vino dulce,
cuerpo de copa y sangre de licor.

INVICTA Y SOLEMNE

Duermes ahora. Sin sueño y sin reposo,


que no lo hay, posiblemente, para quien
en vida no lo quiso. Ni la piedra
ni el mármol fueron
alguna vez cofre o almohada
para cabezas donde el fuego
centellea. Duermes

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apoyada
a los senos de la mandrágora
perfecta, oblicua, fría, envenenada
por el oscuro fermento
de las raíces, los cabellos
lácteos ciñendo la muerte. Duermes
sobre las colinas
profundas
de la tierra, el corazón
tardo, detenido y suelto en los caudales
subterráneos de la memoria.
La mía.
La nuestra.
Invicta
y solemne.

SEGUNDA ALEGORÍA

De poetas y filósofos tú sabes,


sabes también por ti. Por eso yo digo:
esta piedra es roja, esta piedra es sangre.
Tócala: sabrás
cómo en secreto florecen las acacias
alrededor de los muros, cómo fluyen
sus concéntricas arterias. Acarícialas: tocas
la parte más sensible de ti mismo.

Decías ayer que el verano ardía


en esta piedra: En ella
quemabas tus manos. ¿Dónde
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las calientas hoy? Yo digo:
el verano no murió, esta piedra es el verano.

Y todo permanece. Y todo eres tú.

COMO UN ECO

No tenías
nombre. Existías
como un eco
del silencio. Eras
tal vez
una pregunta
del viento.

ERA AQUÍ, ERA EL TIEMPO

Era aquí. Llegaban,


con la noche, las serpientes
del frío, el ovillo
de las caricias: irrumpían
de la sombra
los deseos liláceos,
deshojándose en nuestras bocas
el malquerer de los besos.
Era
el tiempo de las
cerezas y de las malvas.

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António Osório

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António Osório
(Setúbal, 1933)

Poeta y abogado. Ha sido traducido al italiano, francés


e inglés. Obtuvo el Premio Municipal de Poesía (Lisboa,
1982 y 1983) y el Premio PEN Club (1983). Entre sus libros
de poesía están: A Raiz Afectuosa (1972); A Ignorância
da Morte (1978); Emigrante do Paraíso (1981, antología);
Décima Aurora (1982); O Lugar do Amor (1981); Adão, Eva
e o Mais (1983); Aforismos Mágicos (1985); Planetário e
Zoo dos Homens (1990); Oficio dos Touros (1991); Crónica
da Fortuna (1997); Bestiário (1997) y Libertação da Peste
(2002).

MADRE QUE LLEVÉ A LA TIERRA

Madre que llevé a la tierra


como me trajiste en el vientre,
¿qué haré de tus arterias?
¿Qué médula, placenta,
qué lágrimas unen a los tuyos
estos huesos? ¿En qué difiere
mi carne de tu carne?

Madre que llevé a la tierra


como me acompañaste a la escuela,
¿qué heredé de ti
además de muebles, polvo, detritos
de la tuya y otras casas extintas?

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¿Por qué guardabas
el soplo de tus abuelos?

Madre que llevé a la tierra


como me trajiste en el vientre,
veo tus retratos,
seguro en tus diecinueve años,
yo no existía, mi Padre ya te amaba.
¿Qué hiciste de tu sangre,
cómo fue posible, dónde estás?

AUGURIO

No anticipes la tristeza
de morir: no quieras mucho
las lágrimas: consuélate
bebiéndolas. Y sé grato al día
en que, vivo, las tragaste.

Y VUELVO A ULISES

Y vuelvo contigo a Ulises, la mayor


palabra, después de amor, que diste.
Mortal, no Dios, es la astucia.
El suyo, el cuerpo de Penélope prefería.
La barca de vivir sólo una vez
y quedar, recostado, en Ítaca.

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EL GEÓLOGO EBRIO

Aluviones, siltes, micas,


arenas arcillosas,
erupciones
múltiples: soñaba
el geólogo con las entrañas
muertas de la tierra.
Lo suyo era un rito
purificador y de perdón.
Solemne, de un ebrio.
Y conseguía avizorar
debajo
de bosques
y fósiles,
momificadas, nunca vistas
playas antiguas.

LOS LOCOS

Hay varios tipos de loco.

El hitleriano, que dice improperios.


El solícito, que dirige el tránsito.
El maniaco habla solo.

El idiota que se babea,


explicado por el psiquiatra gago.

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El legatario de otros,
el que nos gobierna.

El depresivo que salva


el mundo. Aquellos que lo destruyen.

Y siempre hay uno


(el más intratable) que no desiste
y escribe versos.

No me agradan estos locos


(¿torturados por la oscuridad, por la muerte?)
Gusto de esta vieja señora
que ríe suave, por la calle, de felicidad.

A UN MIRTO

Nacido antes de Cristo,


otra vez floreció
el viejo y ahora joven mirto.

Junto al pozo sus profundas raíces


y el vivificante, siempre generoso
aroma de las hojas; el tronco
torturado por nudosas llagas,
cavernas, golpeado de musgo y cobre,
pero con pequeños, con tenaces rebrotes.

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¿Cuántos perdiste allí, cuántos
se amaron a tu sombra?
¿Acaso te besó alguien como yo?
¿Cuántos pasos dando vuelta? ¿Cuánta lluvia
deseó el Romano que hasta aquí te trajo?
¿Y a cuántas exhalaciones de vida asististe
como mudo testigo, oh cuerpo mediterráneo
sobreviviente a tantos y tantos dioses muertos?

NACIENTE

Cuando siento la noche


y tu calor durmiente,
despacio,
para que no despiertes,
digo: cedro azul,
tierra vegetal,
o sólo
amor, amor;
cuando te acaricio
despacio,
para que no despiertes,
tomo en la mano derecha
las dos fuentes, iguales, de la vida,
busco la naciente
y adormezco.

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JARDÍN ZOOLÓGICO

Solamente la alegría de los niños


lo purifica de tanto mal.

LOS EMPEDRADORES

Escriben en la calle:
juntan
cuidadosamente
palabras.

Las pegan
sílaba a sílaba,
escogen, unen,
completan,
tocan
lo sencillo por encima
y continúan.

Con el martillo
y el sudor
firman.

MORS IPSAQUE NIHIL (Séneca)

Sí, vivir es más difícil.


La desmemoria duele menos.

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Morir más fácil
que parir un verso
repleto de savia.

LAS CONSTELACIONES

Veamos, Lucrecio, tus constelaciones.


En la noche beben, animales lentos.
Venus todavía rodea al sol y Sirio
en la esfera celeste que fue tuya.
Sin dioses, como querías, la máquina
del mundo. Allí tienes, en Roma, a tu exacta
longitud. Los mares llegan y parten –
olas puntuales como las estaciones.
Y marzo todo renueva, menos al hombre,
materia volátil. El primero, el eco
de su voz buscamos. Emigrante del paraíso.
Y el número incontable de sus hijos
y símbolos. El secreto peligroso de los rostros,
la constancia inhumana del esperma,
el origen ardiente al nacimiento:
gota simiesca, precipicio del ser.

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SÓLO COSAS

Sólo cosas, fuerzas elementales:

La sangre que se entrega,


la piel que se ama,
el tránsito de las nubes,
la voz de un amigo,
el negro revoque del tiempo,
también él lava corrupta,

la única, única vida,


el cuerpo, la carne,
el futuro de los hombres.

AMAR

Amar no debe ser infortunio.


El celo trasfunde
la lagartija y al hombre
en la creación tenaz.
Y el arbusto, el polen
y las primeras hojas
de la virgen viña. Amor
no tiene cuaresma,
en ella impetuoso regresa y copula.

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LA RAÍZ AFECTUOSA

Con los años


poco a poco
la raíz afectuosa
penetró
en el fondo de la tierra
hasta llegar al más pequeño
y más antiguo
filón de lágrimas.

LAS CARTAS DE AMOR

Las cartas de amor,


tuyas y de mi Padre,
quisiste contigo.

Embrujo
que fue necesario romper:
amada cal de palabras.

MAIAKOVSKI

A los treinta y seis años


un disparo en el corazón.
Así
crucificaste
este siglo.

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Emigrante de otro tiempo,
acertaste
donde era necesario
buscar,
por las manos,
encontrar el futuro,
Maiakovski.

NÚCLEO DE ABEJAS

No se debe comerciar con el amor,


aun cuando sea posible vivir de él.

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Pedro Tamen

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Pedro Tamen
(Lisboa, 1934)

Poeta y traductor. Fue editor de la Editora Moraes


(1958-1975), uno de los administradores de la Fundación
Calouste Gulbenkian y director-adjunto de “Flama”. La
temática religiosa, primero, y las vertientes del amor,
después, centran su decir poético. Premio D. Dinis de la
Fundación Casa de Mateus, el Gran Premio de la Crítica, el
Gran Premio de Poesía Inapa y el Premio del PEN Club de
Portugal. Entre sus libros están: Poemas Para Todos os Dias
(1956); O Sangue, a Água e o Vinho (1958); Primeiro Livro
de Lapinova (1960); Poemas a Isto (1962); Daniel na Cova
dos Leões (1970); Escrito de Memória (1973); Os Quarenta
e Dois Sonetos (1973); Horácio e Coriáceo (1981); Agora
Estar (1984); Delfos, Opus 12 (1987); Caracóis (1993, con
Júlio Pomar); Tábua das Matérias (recopilación de sus libros
publicados entre 1956 y 1991); Guião de Caronte (1997);
Escrita Redita (1999, antología); Memória Indescritível
(2000) y Retábulo das Materias (2001).

LOS NAUTAS

Cuando hasta pasada la tarde navegaban


la luz que dentro venía sobreponiendo
la lentejuela delgada de otro sol
al movimiento sombrío, idéntico, rodeando
los brazos inquietos, la sorpresa
que sólo de presentirse les dolía.

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A la fría sal que sobre los pies sentían
y a la oscuridad más profunda, al somnoliento
y tosco sonido de la cuerda y de la madera,
a las aflicciones del hambre y al débil gemido
de una saudade parda, a la soledad
sin espejo, a la gula insaciable, al miedo

–a todo combatía una pasión


tan nueva en ellos, otrora nebulosa,
cual ha de ver, de ver con los ojos abiertos
hasta sentir en el friccionar de los dedos,
el mínimo paisaje, más completo
que los montes abúlicos, patrios y cambiados:

a la contracción de la vela, al pez lento


surgiendo de pronto, ignotas flores,
colores purulentos, vasto y breve espacio
para estridentes pájaros libres
y otra vida mayor,
y todavía incierta
que no saben si es de este o de otro sueño.

MI MUERTE NO TE DOY

Mi muerte no te doy.
Tuviste todo el resto
-la flor, la siesta, el crepúsculo,
la inquietud del día 8,
el control de las madres, de las manos

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de las curiosas palabras que no dicen nada.
Todo lo tuviste: ¿estás contenta?

¿Feliz por tener todo lo que soy?


¿Feliz por perder todo lo que seré?

EL MAR ESTÁ LEJOS,


PERO NOSOTROS SOMOS EL VIENTO

El mar está lejos, pero nosotros somos el viento;


y el recuerdo que atrae, hasta ser él,
es de otro y semejante, es aire de tu boca
donde el silencio pace y la noche acepta.
¿Dónde estás, qué niebla me perturba
tanto que no veo los ojos de la mañana
como tú misma la ves y te aprovecha?
Cabellos, dedos, sal y larga piel,
donde se encierra tu vida los ofrece;
y es con manos solemnes, fugitivas
que te recojo viva y me concedo
la hora en que las olas se confunden
y nada es necesario a la orilla del mar.

ESCRITO DE MEMORIA

Formado en derecho y soledad,


a las oscuras te busco cuando brilla la lluvia.

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Es verdad que miras, es verdad que dices.
Que todos tenemos miedo al agua pura.

¿A qué dioses te debo, si te debo,


qué asombro es este, si hay razón para él?
¿Cómo te busco, entonces, si estás aquí,
o, si no estás, por qué te quiero poseída?
¿Cuáles ojos y cuál noche?
Aquella
cuando estuviste por decirme tu nombre.

UN FADO, PALABRAS MÍAS

Palabras que dijiste y ya no dices,


palabras como un sol que me quemaba,
ojos locos de un viento que soplaba
en ojos que eran míos, y más felices.

Palabras que dijiste y que decían


secretos que eran lentas madrugadas,
promesas imperfectas, murmuradas
en cuanto nuestros besos permitían.

Palabras que decías, sin sentido,


sin quererlas, mas sólo porque eran ellas
que traían la calma de las estrellas
a la noche que asomaba a mi oído...

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Palabras que no dices, ni son tuyas,
que morirán, que en ti ya no existen
-que son mías, sólo mías, pues persisten
en la memoria que arrastro por las rúas.

TE ESCRIBO DE CERCA

Te escribo de cerca, como si la mano


te fuese un ligero objeto aflorado,
como si de la calle te llegase
la tímida certeza para la compra
de los minutos siguientes. De cerca,
como el sol, como la cigarra.
Como un silencio pleno
que te viniese a los ojos de mañana
y amarte fuese la vestimenta
elegida al comenzar el día.

LA TINTA NEGRA QUE BAILA EN EL PAPEL

La tinta negra que baila en el papel


garantiza la eternidad del que empuña
el objeto frío y danzarín
(imaginaba yo un día, o simplemente
fingía creer). La tinta
de cualquier color y el papel
o hierro donde se inscribe
pasan volátiles como los dedos

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llenos de intenciones y como
el sonido del cuco tres veces repetido.
Al silencio siguiente nadie siquiera
responde, pues no sabe
que haya habido un sonido, una verdad, un antes.

LLAVE, KLEE

Eres, como en Klee,


la máquina de chillar,
la liquidez perfecta de los movimientos,
la música de los sordos.

¿Qué húmedo pilar


sustenta, amor, el palacio
en que me refugio y duermo
que no sea tu canto

al canto de mi día?
Eres, como en Klee,
la virgen matemática
que todo me desvenda

y sin que yo haga cuentas


calculas sumas, zumos,
entre el hueco de las olas
y la azul astronomía.

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SIBILA, DI QUE SÍ, SIBILA

Sibila, di que sí, Sibila


tus vientos tempestuosos, pero arrulla
nuestra pura sorpresa, cercano halo
donde se alinea, ciñe la sobremesa
de la vida inmensa, grueso y gordo callo
abierto de par en par a las potestades
donde el futuro aborta y pardo trastorna:
Sibila, sabes que prosigo,
que este camino preparo antes de venir
perdido y despedazado como el cordero
inventado después y donde cabes,
y donde hablas, mi centeno y trigo;
por eso, ahora, agónico pedir
es este mi tormento que te agrada
–Sibila, que mujer, el otro lado
de mí y de este mundo sea libre
de las iras desmedidas, de lo que genere
la rabia rigurosa del roído fin,
y venga aprisa soberbia como arado
a cortarme la carne para que el fruto
fructifique conmigo en todas las vidas.

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António Salvado

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António Salvado
(Castelo Branco, 1936)

Notable poeta y humanista lusitano. Ha sido distinguido


por la Universidad de Salamanca y por la Cátedra de
Poética “Fray Luis de León” de la Universidad Pontificia de
Salamanca. Ha recibido la Medalla al Mérito Cultural por el
Ministerio de Cultura de Portugal y el Premio “Chinaglia”
de la Unión Brasileña de Escritores. Su obra lírica acopia
cuarenta títulos, entre los que están: A Flor e a Noite, Na
Margem das Horas, Cicatriz, Difícil Passagem, Tropos,
Amada Vida, Vtere Felix, O Prodigio, Castalia, O Gosto
de Escrever, Rosas de Pesto, A Plana Luz do Dia, Largas
Vias, Pausas do Aedo, Rochas, Entre Pedras, o Verde,
Afloramentos... El año 2000 el Centro de Estudios Ibéricos
y Americanos de Salamanca publicó, en castellano, su
antología Los dominios de la mirada. La editorial Aríon,
de Lisboa, editó en 2005 la antología Na eira da Beira,
para conmemorar su Cincuentenario de Vida Literaria.
Representó a Portugal en la Cumbre Poética Iberoamericana,
celebrada en Salamanca en octubre de 2005.

EL MEJOR DE LOS MUNDOS...

No existe nada que guardar:


excepto la pobreza
que soezmente hermana;

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por la rota puerta de entrada
la baja claridad
les dibuja el perfil;

aguardando la llegada
de la muerte sin sorpresa:
del vacío al vacío.

Grandeza de existir:
el hambre como guía
de los cuerpos arruinándose.

(Un perro olfateando


da saltitos por allí
hecho guardián de nada).

MI MIRAR

Mi mirar acaricia a todo el mundo,


escribe hermano en la más lejana estrella
y besa la roca de la tierra más profunda;

reparte el corazón cuando los sollozos


inesperados sueltos atraviesan
la constancia que vive en la belleza.

Explayado es como un río que ve el mar,


montaña desposando la luz del cielo,
frutal que en la simiente levanta secreto.

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Y los ojos de vivir jamás cerrados,
en cada instante nunca son los míos,
pues para el mundo entero están abiertos.

SI UNA CANCIÓN DESESPERADA

A la memoria de Pablo Neruda

Si una canción desesperada nace


cuando los cielos nublan el amanecer,
si los acordes brumosos o si los arpegios
tiñen de oscuro la vasta claridad,

si en la vía solar del regocijo


se afilan las piedras que deslucen la fe,
si en la lejanía orilla la nostalgia
cubriendo los ojos de mudez y tinieblas,

la esperanza rompe en los confines de la sangre


circulando sin nada que perturbe
el íntimo fervor que ella derrama
sobre la tristeza agraz de la noche oscura.

Porque el amor existe en cada cosa


que espera brotar como simiente,
y su vaho de luz acaricia
las bocas que gozosas se encienden de nuevo,

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mientras la Tierra grita cuando sobrevive la paz
y cabe en un abrazo que no se acaba
sobre la vida que siembra en la frontera
el pan de la era de un porvenir sin fin.

INFANCIA

Del corazón se alimentan las ruinas.


Los juegos olvidados en la nostalgia:
muñecos dibujados en la pared
de la ternura y en los pétalos de la alegría.

La resurgida voz enmudecida


que hablaba de las hadas y del miedo:

El susurro murmullante del jardín


que sembró memoria de inocencia.

Del corazón se alimenta la vieja casa.

RÍO VELOZ

Río veloz de mi atardecer


¿dónde me llevan tus aguas mudas?
¿a qué mar corren en agraz murmullo
del lecho que abre grietas que no resisten?

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¿por qué se callan estos labios dúctiles
esta boca cansada que maldice
contra el dolor transparente de la tristeza
contra la luz débil que reluce inútil?

Los ramos secos caen en los lodazales


de la fría naciente... Río río
de mi atardecer –confluencia de recelo–
sinuoso caudal sin armonía,

¿dónde me llevan tus aguas turbias?


¿a qué mar corren por neblinas nubes?

POR EL NOMBRE DE LAS MUSAS

Con ellas hablo comulgo:


iluminan lo incierto
cuando humilde les entrego
los temores uno a uno
meandros de mí del mundo.

Me dicen sin palabras


–multiplicados gestos–
“Mira el curso de los astros,
cómo es distante cómo es extenso
el fulgor de la claridad”.

En el regazo de su calor
adormezco el cansancio,

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mi nublada faz.
Y por la mañana otros colores
me escriben con nuevas páginas.

¿Y EL AMOR...?

¿Y el amor entonces es todo ese remoto


ardor? ¿O la espera eterna y la soledad
que en él nace y de él va hasta
no ser más que el recuerdo de lo pasado?

Ah, mas si el amor fuese todo ello...


La lágrima y la risa, el verbo y la carne,
si el amor soñase en la claridad
y sin ella no fuese un sueño mayor...

Ahí viene la niebla, ahí viene el soplo


de la vida para levantar el dolorido
principio sin fin del tal vez, del casi...

Y si el amor entonces es todo el remoto


ardor, lo eterno a la espera y la soledad
que en él nace y muere, nace y muere.

EMIGRANTES

Las raíces navegan por la sangre


de los toscos colores de un albor sin brillo:

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humus de sol en trazos distantes
y la noche prolongándose en los declives.

La cavidad de las manos adquirió la forma


del río incierto suplicando al mar:
en las pupilas lejanas se construye
una tristeza hermana de la madrugada.

Tallados en granito y soledad,


de los matices de la ruta recorrida,
confluyen solos en la luz interior
que los emigró en derribados sueños.

APUNTE

No, no es cansancio; es brillo


de estrellas muertas cayendo.
Tal vez un poco de estiércol
donde hubo una flor abriéndose.

No es cansancio, tal vez


la fuerza de no pedir
más que vivir una vez
otra vez volver a vivir.

Me prende al dolor y a la alegría


mi vida agitada:
deseo de la melancolía
de ser algo más que nada.

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OPCIÓN

Mejor es cubrir de ceniza


los días que nunca más
me visitaron; mejor
es no saber esa leyenda
que amortajada revive
en un recuerdo apagado...
Mejor será pernoctar
donde comenzó el sueño,
y despedir a mis gestos
en dirección al vacío...

¡Mejor, todavía, no hablar


de la soledad, silenciar
la amargura, y no resistir
el peso de comunicar
la verdad!...

CUALQUIERA QUE SEA LA SUERTE

Cualquiera que sea la suerte u horizonte


que el destino me lleve a recorrer

Cualquiera que sea la tierra o mar donde


me aparten desaires y reveses

Cualquiera que sea el puente vacilante


que tendré que pasar y sin resguardos

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Cualquiera que sea el ruinoso encuentro
en la vía de los asombros y sorpresas
ya me sobre tan sólo horas minutos
segundos cediendo fugazmente

(un día que no llega a tener crepúsculo


o noche que no llega al sol que nace)

ha de bastarme unir mis labios a los tuyos


y agradecer porque estés a mi lado.

REVERSO

Siempre, donde nace el cántico


alguna sangre allá queda
marcando la esplendorosa
fuente del sufrimiento:
una señal que libera
la voz que va por el mundo
anunciando la vida
y despreciando la muerte.

Pero sobre el origen


de ese dolor transformado
en paz, mañana ¿quién
pues sabrá hablar?

¡Ah, sorbamos la luz


que los poetas nos dan,

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porque a ellos fue otorgado,
por nosotros, el sacrificio!

MIS VERSOS

Versos míos, sembrados en la distancia


y cosechados en el campo de la ternura:
por vosotros atravieso sinsabores júbilos,
entre tempestades y quebrantos
la concordia de un límpido crepúsculo.

La soledad que llora la risa mansa


la tristeza difusa la voz amante –
todo tiráis en las breves líneas puras
callosas de sudor teñidas de sangre
pues la noche se alarga y el día surge.

Mis versos peregrinos a qué altar,


romeros de imprecisas romerías:
vuestras voces las cuentas de un rosario
cuando deshilan sol ganan sentido.

EL EXTENSO CONTINENTE

La senda se prolonga
en el extenso continente
donde viven las palabras:
dentro de él se esconde

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el semen que las aumenta
cuando algunas mueren.
En mi deambular
hacia nuevos lugares,
tiernas palabras tengo:
nacidas en el corazón,
me ofrecen otras melodías
y un diferente aliento.

EPITAFIO

Le bastó ser origen de la felicidad: compitió,


no cono­ció triunfos; desdeñó coronas,
no recibió envidias.

¿A QUÉ PAÍS...?

A Ramón Palomares

¿A qué país distante y más propicio,


humilde suplicante, podrías
acogerte en las manos ceñidos ramos
de allá de los infortunios sinsabores,
herido por la fortuna y lamentando
la maraña de pesares y disgustos...

Una porción de sol en pleno invierno,


un fresco cielo en la rispidez del estío

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–¿a qué país sin mapas sin confines
tu anhelo llegaría cerca?

Firmes los pasos disconformes se encaminan


en dirección a la luz inesperada:
¿Y el corazón de amor hambriento voraz
late más fuerte deshaciendo amarras?

CONSERVAR LA POESÍA

No siempre el canto encanta


al cruzar el verano con la primavera:
una cigarra asesinada yace,
sin luto o llanto,
inútil cosa muerta sobre la tierra:

destrozadas voz y alas.

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María Teresa Horta

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María Teresa Horta
(Lisboa, 1937)

Estudió en la Facultad de Letras de Lisboa, dedicándose


después al periodismo. Dirigió el ABC Cine-Club, formó
parte de Poesía 61 y fue jefe de redacción de la revista
Mujeres. Militante del feminismo, publicó (con M. Costa
e I. Barreno) las Nuevas Cartas Portuguesas (1971), cuyo
contenido las llevó a los tribunales. Su obra poética, marcada
con la sensualidad y el erotismo, comprende los siguientes
títulos: Espelho Inicial (1960); Tatuagem (1961); Cidadelas
Submersas (1961); Verão Coincidente (1962); Amor Habitado
(1963); Candelabro (1964); Jardim de Inverno (1966);
Cronista Não é Recado (1967); Minha Senhora de Mim
(1971); Poesia Completa (1983, dos volúmenes). También ha
publicado las novelas Ambas as Mãos sobre o Corpo (1970);
Ana (1975); A Educação Sentimental (1975); Os Anjos (1983);
Ema (1984); O Transfer (1984); Rosa Sangrenta (1987);
Antologia Política (1994); A Paixão Segundo Constança H.
(1994) y O Destino (1997).

POEMA SOBRE EL RECHAZO

Cómo es posible perderte


si nunca te hube hallado
ni en la pulpa de mis dedos
si creamos el abrasamiento
sin haber tenido la ciudad

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ni haber horadado piedras
sin descubrirnos el color
ni el interior de la hierba

Cómo es posible perderte


si nunca te hube hallado
mi rabia de ternura
mi odio de conocerte
mi profunda alegría

ITINERARIO DE LISBOA

Vean mis señores


es una ciudad
con sus niños
hombres sin edad

Es una ciudad
cercada cogida
es una ciudad
una muchachita

Casas de ocultar
los hombres allá dentro
mujeres que se muestran
envueltas en el viento

Vean mis señores


es una ciudad

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con sus monumentos
historias de brazado

Historias de brazado
que enseñan en la escuela
un castillo un rey
más una gloria
vean mis señores
es una ciudad
con sus niños
hombres sin edad

Allá abajo el Tajo


que es nombre de río
lame las armas
con sus columnas

Con sus viejos edificios


un río allá abajo
lame las piedras
las cuerdas de amarre

De donde sus bateles


partían de día
vean mis señores
es una ciudad
de manos violentas
en el fondo sin edad
con sus niños
hombres de los ojos

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De bruces el cielo
como sus girasoles
Lisboa es ciudad
con héroes de luto

LOS SILENCIOS DEL HABLA

Son tantos
los silencios del habla

De sed
De saliva
De sudor

Silencios de sílex
en el cuerpo del silencio

Silencios de viento
de mar
y de entorpecimiento

De amor

Después, existen macetas


con rosas de silencio

Los gemidos
en las camas

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Las nalgas
El sabor

El silencio que puesto


encima del silencio
usurpa del silencio su magra labor

MADRE

madre
terminó el tiempo
de sonreír
discúlpame la muerte
de las plantas

tatué tu antigua
imagen rubia
en todos los pulsos
que ángeles demuestran
de existencias
me perdí noche en la planicie
blanca
sobreviviente de las madrugadas
de la memoria

me cambiaron los días


y las calles de ancas
verticales
te traje un naufragio de flores

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cansadas
y el único jardín del amor
que cultivé
en navíos anclados
al espacio

INVIERNO

Oyes mi amor
sobre este viento
y sonido de la lluvia cayendo en los tejados

en los altos tejados


de estos edificios
donde todo es silencio arrodillado

Y de rastros se propaga el invierno


un animal aullante
hinchado de agua
con los cabellos duros
la boca abierta
los ojos enfermos
inyectados

Persigues desde la ventana


el color de la lluvia
sobre los paseos
los límites de la ciudad

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Y es sobre ti que el temporal
se curva
en la curva, mi amor, de una ansiedad

SOBRE LA PAZ

Déjese la paz arrimada


como si fuese escopeta
y en el cuerpo una pistola
como si fuese navaja

el hombre osa entallar


la muerte con su rabia
que ya no usa en la esperanza
ni usa la nueva rueda

El plomo en el cuerpo
la rabia
canta como una escopeta
recostada a muchas muertes
la paz domada en las
casas
arrimada a muchos
hombres
la mentira se torna imagen

viajes de muchos
puertos

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navíos de muchos
viajes

Ya no hay entendimiento
entre una paz
fabricada
para servir muchos fondos
pero no del hombre o del árbol

Paz arrimada a la pared


como si fuese escopeta

o cuerpo no amistoso
de la marca de una navaja

CHARLA ÍNTIMA CON PABLO NERUDA

Buscaste – sí, la libertad.


Como la sangre busca
su vena.

Enredadera del sueño que soñaste


coloco la poesía y la patria
a tu cabecera.

Tanta pasión convertiste


rosa púrpura.
Tanta vida bebiste por lo hondo.

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Tanta llama impura
encendida en su asta,
tú agarraste muriendo de ternura.

Tal vez por eso busco


tu sombra ardiente,
cazador de esperanza en cada esquina.

Poeta trasgresor de verso y cuerpo


obstinadamente ardiendo.
A hierro y fuego.

PEQUEÑA CANTIGA A LA MUJER

Donde una tiene


el satén
la otra tiene
la rudeza

Donde una tiene


la cantiga
la otra tiene
la firmeza

Echa el cabello
en los hombros

el sudor por la
barriga

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Donde una tiene
la riqueza
la otra tiene
la fatiga

cubre la desnudez
con las manos

busca el pan
en el cajón

Donde una tiene


el rastro
tiene la otra
la piel seca

Cuando desliza
el vestido
coge a la otra en la
azada

cuando duerme
en la cama
la otra le arregla
la casa

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GOZO

Desvía el mar la ruta


del calor
y cede la arena al peso
de esta roca
que al cuerpo basto
del sol
de mi cuerpo
le abro abajo la venda de una puerta
y luego el vientre se curva
y adormece
y luego las manos se cierran
y muestran el camino
y luego la boca muerde
y desvaría
en mis flancos
el cuchillo y la frescura
de aquello que se abre y desfallece
cuando teje el espasmo o su disfraz
y uso del gozo
en su mejor parte

RODILLA

Pongo un beso
demorado
en lo alto de tu rodilla

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Te desciendo la pierna
arrastrando
la saliva por medio

Donde la lengua
sigue el trillo
hasta donde va el beso

No hay nada
que engañe
de ti aquello que veo

En torno un mar
tan revuelto
en la cumbre y en la cima del tiempo

Y los pañuelos desaliñados


como si fuesen
de viento

Vuelvo entonces a tu
rodilla
entreabriéndote las piernas

Dejando la boca
hambrienta
seguir el deseo en ellas

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Vasco Graça Moura

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Vasco Graça Moura
(Foz do Douro, Porto, 1942)

Poeta, ensayista y novelista. Estudió Derecho en la


Universidad de Lisboa. Fue director del Primer Canal de
la Radio-Televisión Portuguesa (1978); administrador
de la Imprenta Nacional-Casa de la Moneda (1979-1989)
y comisario-general para las Conmemoraciones de los
Descubrimientos Portugueses (1989-1995). Obras suyas
han sido traducidas al italiano, francés, alemán, sueco y
español. En 1999 fue electo diputado al Parlamento Europeo.
Tiene el Premio Fernando Pessoa (1995), el Premio de
Poesía del PEN Club (1997) y el Gran Premio de Poesía
de la Asociación Portuguesa de Escritores (1999). En 1997
recibió la Medalla de Oro de la Ciudad de Florencia por sus
traducciones de Dante. En 2004 ganó la Corona de Oro del
Festival de Poesía de Struga (Macedonia). Entre sus libros
de poesía están: Modo Mudando (1963); O Mês de Dezembro
(1977); Instrumentos para a Melancolia (1980); Nó Cego, o
regresso (1982); Os Rostos Comunicantes (1984); A Sombra
das Figuras (1985); A Furiosa Paixão pelo Tangível (1987);
O Concerto Campestre (1993); Poemas Escolhidos 1963-
1995 (1996); Poemas com Pessoas (1997) y Uma Carta no
Inverno (1997). En 2000 publicó Poesia 1997-2000.

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BLUES DE LA MUERTE DEL AMOR

ya nadie muere de amor, yo una vez


anduve muy cerca, estuve casi muerto,
era un tiempo de humores revueltos,
depresiones sincopadas, bien graves, querida mía.
pero al final no morí, como se ve, ah no
pasaba el tiempo oyendo a dios y la música del jazz,
enflaquecí bastante, mas me zafé a la justa, oh ves,
ah, sí, por la noche dentro, querida mía.

la gente sopla y no atina, hay un ahogo


en el corazón, una tensión en el clarinete, es
tan desgraciado lo que sentí, pero realmente,
realmente yo nunca tuve habilidad, ah no,
yo nunca tuve vocación de kamikaze,
es todo una cuestión de swing, de swing, querida mía,
saber salir a tiempo, saber salir, está claro, pero saber,
y yo nunca me arrepentí, querida mía, ah, no, ah, sí.

hay ritmos en la calle que vienen de casa en casa,


al encender las luces, una aquí, otra allí.
pero puede ser que el vendaval venga un día cualquiera
a parar en mi casa al anochecer de la canción,
lo que yo nunca pedí, ah, no, manda callar a la gente,
querida mía, a toda la gente del barrio,
y entonces susurraré, al ver salir las notas
del clarinete: –morir o no morir, darling, ah, sí.

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POEMA DE COMBATE

indecente rimar, una criatura


desencajando los ojos de pavor,
una ciudad ardiendo, la jefatura
del mundo esquivándose: su postura
rima obstinadamente con timor.

indecente rimar, luna asesina,


un corte y otro, un estertor,
un vivo, un cuerpo, un muerto en cada esquina,
honra del mundo que se contamina
en el alambre de púas de timor.

indecente rimar sándalo y vándalo,


apenas sacude la noche el tambor
de las sombras acosadas, tienes el escándalo
que te invade el alma, ¿pero sabes guiarlo
donde te lleva el grito por timor?

indecente rimar pues también riman


temor, temblor, terror e invasor
por más hipocresías que se expriman
cuando de hora en hora se repartan
los restos de lo que resta de timor.

indecente rimar: pero en las florestas


nunca rimarán tanta rabia y dolor
aunque a veces son precisas rimas de estas,
bumerán de sangre con aristas
de la propia carne viva de timor.
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PARA UNA EDUCACIÓN SENTIMENTAL

tantas veces se vive de una arrebatada


noción de los contrastes más fuertes entre el bien y el
mal, entre la grandeza y la abyección, entre las rápidas
peripecias de un heroísmo ansioso y el destino inexorable,

que el melodrama forma parte de nuestra más profunda


naturaleza,
nostálgica, oscuramente nostálgica del corazón radical,
de lo que va al desfile de los sueños contradictorios,
de lo que engendra imágenes capciosas y juzga vivir en
libertad,

pero sólo es imprudente y explosivo, pero tropieza


en las redes de este mundo, en los imprevistos
de la traición y de la muerte, o también de renunciar ante
los rasgos
más sublimes. la pasión desgarra bruscamente a los
personajes

apegados a la felicidad, los obstáculos


también tienen protagonistas, ajustes de cuentas, crueles
fulgores,
persecuciones, y en los casos delirantes de amor no hay
salida.
de ese gran fallo insoportable nace el melodrama,

lírico, incontenible, entre chorros de espiral vertiginosa


con la sangre y la memoria, con lo que no tiene remedio y
la música trágica,
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cuando alguien va a morir, alguien se pierde alucinado,
y alguien se salva y por ventura alguien escribe

la historia y alguien le reúne la música


para que las emociones sean más opresivas y tal vez más
devoradoras
y más fáciles, y alguien tiene el deseo de eso, un
estremecimiento
de escalofrío y vulgaridad, un ávido placer inconfesable.

CRÓNICA FEMENINA

estaba desnuda, sólo un collar le daba


horizontes de incendio sobre el pecho,
trasmutando, en un halo insatisfecho,
la rosa de rubíes en caliente lava.

estaba desnuda y blanca en un estrecho


vestido que el fin del sueño desdoblaba
y la noche era más libre y la luna esclava
y lo más breve pretérito imperfecto

sólo el tiempo verbal le huiría,


en el prolongar de los gestos y requiebros
junto al espejo donde las aves van.

toda la desnudez, toda la melancolía,


el dolor del mundo, el desrecuerdo, la fiebre, los
ojos rasos del agua y soledad.

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LAMENTO POR DIOTIMA

¿qué vamos a hacer mañana


en este caso de amor desesperado?
¿oír música romántica
o trepar por encima de las paredes?

¿apoltronarnos en un silla
o quedar fijamente delante
de un vaso de vino o de un barranco?
¿qué vamos a hacer mañana

que no sea un ajuste de cuentas?


¿qué vamos a hacer mañana
de lo que más se soñó o murió?
en una esquina tal vez te atropellen,

en un encespedado tal vez me fusilen


y tu cuerpo tal vez sea mío,
¿pero qué vamos a hacer mañana
entre los árboles y la soledad?

PARTO

vengan a ver el principio: hay poca luz.


la figura del padre desapareció.
hace días lo despedazó un obús.
la madre quedó sin leche. no comió

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más que unas raíces y algún desecho
ya ni lágrimas tiene para las desgracias,
no hay vaca ni burro. ningún bicho:
en la senda se pudren las carcasas.

no verán los reyes magos. no se engaña


la agenda traficante que combina
lo que puede valer la vida humana
en armamento y gramos de heroína.

en el cielo una claridad de muerte avanza


de la cola trazadora que despunta.
nació estropeada una criatura.
y dios, si acaso existe, hace de cuenta.

AUTORRETRATO CON LA MUSA

1.

me veo al espejo: la cara


severa de los sesenta,
algunos cabellos blancos,
las gafas a veces
más empañadas.

cejas espesas,
nariz ni mucha ni poca,
cicatriz en la frente izquierda,

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leve incisión en la barbilla
(andanzas de la hoja de afeitar).

iba a pasar fumando


otro cigarrillo
midiendo en tiempo y ceniza
cosas de mi pasado.
¿qué cosas? tantas cosas,

palabras y objetos,
sentimientos, paisajes.
también personas, claro,
y desenfocados, todo
lo que así se mezcla

y se entrevé en el espejo,
tiñendo sus aguas
de un vago manierismo
al que hoy cedo, quedando
hecho de tinta y feo.

2.

¿quién amo o qué es que puede


hacer de este retrato?
ni lo sabe de corazón,
ni lo tiene encuadrado,
ni lo guarda en un libro,

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ni lo rasga o lo quema,
pero puede ponerse al lado
y tener placer o pena
por hallarnos atractivos
o no. quien amo

no queda dibujado,
queda dentro de mí
y es cuando más me apago
y dejo de verme
y tan sólo me confundo,

amante transformado
en la propia cosa amada
por mucho imaginar.
así ni john ashberry
ni el parmegianino,

en el espejo convexo,
en el mismo autorretrato.
sólo una sombra que es,
en la sombra de quien amo,
probablemente la mía.

3.

quien amo tiene cabellos


castaños y castaños
los ojos, la nariz

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derecha, la boca dulce.
en nadie más conozco

tal prestancia de cuello


ni tan finas manos
con anillo de zafiro,
ni tanta luz tan húmeda
que sale de su mirada,

ni risa tan alegre,


contenida y conmovedora,
ni tan discretos ademanes,
ni cuerpo tan suave.
quien amo tiene facciones

de una belleza grave


y música en el alma.
flota en las ondulaciones
de un madrigal antiguo,
en olas de ternura.

es cuando yo siento la musa


posando en mi hombro
su cabeza. así
me paso horas al filo
y quedo meditando.

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VARIACIÓN

obscurent eum tenebrae et umbra mortis;


occupet eum caligo,
et involvatur amaritudine.
JOB, I, 5

un verso cubierto de amargura, “eclipse


en ese paso el sol padezca”,
en sus aliteraciones sordamente torturadas,
en su imprecación contra el destino: a la voz

de las desventuras ya poco tiempo le queda en


el susurrante oficio de las tinieblas.
oscuramente la muerte está en el alma
del mundo. cenizas, cenizas

para la inquietud de la vida, para el color avieso del tiempo


medido con velas de cera. cenizas para la desolación,
silencio para los silencios. la tierra yerma

es disonante, allá, donde la luz calla y la memoria


se apaga. fulgor negro, adversidad. eclipse
en ese paso el sol padezca.

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BARCAROLA

aquí quiero hablar de mi amor, quiero hablar


cuando el silencio es de oro ensimismado,
el tiempo es de herrumbre,
y el espacio es de agua en la larga soledad
surcada por las aves.

pobre relente de los sueños que soñamos:


pasamos por aquí, los ojos planos de luz
y el corazón entretenido por un hilo musical
diluyéndose en el crepúsculo
con las aguas lentas, la

sombra cargándose al ras de las casas, las


rosas semicerrándose en una suave respiración.
aguas del duero que corrían, ¿hacía dónde
llevaban los recuerdos como barcos
que se olvidasen de su rumbo?

leve brisa del mar que nos llegaba,


salina, sin que sepamos
que anunciaba las lágrimas, ¿de qué fondo
de los mares atormentados arrancaba?
muelle humilde de las cargas, ¿quién diría

que allí sólo atracaban desventuras?


ah, sólo quiero hablar de este chorro desprendiéndose
del sueño y oro al que te mezclabas

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en un jubiloso encantamiento, entre rumores
que se apagaban dorados con susurros

y sílabas, sílabas que en el alma poco a poco


enmudecían conmovidas. noche, oh noche
que cubriste esas horas con tu luto,
¿cuándo será mañana para que en otra tarde
vuelva a existir otra vez esa armonía?

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Nuno Júdice

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Nuno Júdice
(Mexilhoeira grande, Portimão, 1949)

Profesor en la Universidad Nueva de Lisboa. En París


fue consejero cultural de la Embajada de Portugal y director
del Instituto Camões. Tiene libros publicados en España,
Inglaterra, Venezuela, Francia e Italia. Ha recibido el
Premio PEN Club (1985), el D. Dinis de la Fundación Casa
de Mateus (1990), el Premio de la Asociación Portuguesa de
Escritores (1994), el Pablo Neruda o el Premio de la Crítica
(2000). Entre sus poemarios están: A Noção do Poema
(1972); Crítica Doméstica dos Paralelipípedos (1973); O
Mecanismo Romântico da Fragmentação (1975); A Partilha
dos Mitos (1982); Lira de Líquen (1985); A Condescendência
do Ser (1988); Enumeração de Sombras (1989); As Regras
da Perspectiva (1990); Um Canto na Espessura do Tempo
(1992); O Movimento do Mundo (1996); A Fonte da Vida
(1997); Teoria Geral do Sentimento (1999); Linhas de Água
(2000); A Árvore dos Milagres (2000) y Cartografia de
Emoções (2001), entre otros.

ENCANTAMIENTO

Vi a las mujeres
azules del equinoccio
volar como pájaros ciegos; y sus cuerpos
sin alas sumergirse, lentamente, en los lagos
volcánicos. Sus labios vomitaban el fuego
que traían de una infancia de magma

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calcinado. El agua quedaba negra, a su retorno;
y las ramas de las plantas sumergidas por las lluvias
primaverales las abrazaban, empujándolas en un
estertor de imágenes. Las tapé con un cobertor
de versos; las extendí en la gruesa arena
de la orilla, viendo a las cobras de agua huyendo
entre los cañaverales. Les observé
el sexo por donde escurría el líquido blanco
de un inicio. Les pude decir que las amaba,
abrazándolas, como si estuviesen vivas; y
oí un susurrar de niños por entre
los arbustos, repitiéndome las frases con una
entonación de risa. ¿Dónde están esas mujeres?
¿En qué lecho del río duermen sus cuerpos,
que mis dedos buscan con un gesto
vago de inquietud? Navego contra la corriente;
busco la fuente, el silencio frío de una génesis.

PRINCIPIOS

Podríamos saber algo más


de la muerte. Pero no sería eso lo que nos haría
tener voluntad de morir más
deprisa.

Podríamos saber un poco más


de la vida. Tal vez no precisaremos de vivir
tanto, cuando sólo es necesario saber
que tenemos que vivir.

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Podríamos saber un poco más
del amor. Pero no sería eso lo que nos haría dejar
de amar o saber exactamente lo que es el amor, o
amar más aún al descubrir que, asimismo, nada
sabemos del amor.

CARPE DIEM

¿Confías en el incierto mañana? ¿Entregas


a la sombra del azar la respuesta inaplazable?
Aceptad que la diurna inquietud del alma
sustituya la pura alegría de un cuerpo
que te exige el placer? Se escapan, por entre los dedos,
los instantes; y en los labios de esa que amaste
muere un final de frase, dejando la duda
definitiva. Un nombre inútil persigue tu memoria
para que lo robes al sueño de los sentidos. No obstante,
ningún rostro le da la forma que desearías;
y abrazas a la propia figura del vacío. Entonces,
¿por qué esperas para salir al encuentro de la vida,
del soplo caliente de la primavera, de las márgenes
visibles de lo humano? “No”, dices, “¡nada me obligará
a la renuncia de mí mismo --- ni ese mirar
que me ofrece el lecho profundo de su imagen!”
Loco, ignora que el destino, a veces,
se confunde con la brevedad del verso.

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GUSTO DE LAS MUJERES QUE ENVEJECEN

Gusto de las
mujeres que envejecen,
con la rapidez de sus arrugas, los cabellos
caídos por los hombros negros del vestido,
la mirada que se pierde en la tristeza
de los reposteros. Esas mujeres se sientan
en las esquinas de las salas, miran hacia fuera,
hacia el atrio que no veo, de donde estoy,
felizmente adiviné ahí la presencia de
otras mujeres, sentadas en los bancos
de madera, hojeando revistas
baratas. Las mujeres que envejecen
sienten que las miro, que admiro sus gestos
lentos, que amo el trabajo subterráneo
del tiempo en sus senos. Por eso esperan
que el día corra en esta sala sin luz,
evitan salir a la calle, y dicen bajo,
a veces, esa elegía que sólo sus labios
pueden cantar.

NAVIDAD

Me recuesto a la sombra del árbol sin sombra – el árbol


cuyas raíces nacen de la infancia – y es navidad, y
nunca más llega la medianoche
de esa noche sin fin. Rezo por las
más oscuras incertidumbres, por las almas

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que vacilan en las encrucijadas, por los vagabundos que
esperan la medianoche para sentarse a la puerta de la
iglesia,
en la única noche en que tienen dónde sentarse. Aprendí
con ellos el destino de los pasos humanos, la ausencia
de Dios en los caminos del mundo, el silencio
del cielo en las noches sin luna. Jugué con sus cartas
mientras la misa no terminaba, aprovechando
el calor que salía por la puerta de la iglesia, y oyendo el
refrán
de los muertos en el cementerio del atrio. Acepté
sus trampas – por esas almas que nos oían
en cuanto el juego cambiaba de compañeros. Pagué
el dinero que me exigían a la entrada, para que
no tuviese que acompañarlos en la nave del tiempo; y
los vi haciéndome adiós, antes que el olvido
los vistiese de oscuridad.
Y cuento, ahora, las bolas doradas que adornan
el árbol – sin nunca llegar al fin. Las cuento, mientras
tanto,
cuando las voy cogiendo, como si fuese el tiempo de los
frutos. Una a una, esas bolas se amontonan en mi
memoria,
dando un rostro a cada uno de esos que tocaban
a la puerta de la noche, pidiendo el pan que sobrara de
navidad. Los oigo
tocando, ahora, a la puerta del poema; distribuyo por ellos
cada una de estas palabras, para que las lleven consigo – y
ellos me dejen el polvo, la cera de velas consumidas hasta
el fin

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de su eternidad, el refrán de los muertos en respuesta
al latín del sacerdote. Les pregunto el camino para ese
atrio de la infancia; les pido que me devuelvan la moneda
que
les presté para que pagaran al barquero. Desaparecen,
uno a uno, sin decirme nada.
¡Recen por mí!, les digo. Y ellos no me oyen,
como si su destino fuese el de la sombra de este árbol
sin sombra, de raíces en la infancia, cuyos frutos cuento,
uno a uno, mientras espero la medianoche.

EL AMOR, UN DEBER DE PASO

Fui envenenado por el dolor oscuro del Futuro.


Ya sabía yo que algo se preparaba contra mi cuerpo.
Ahora me retuerzo de agonía
en los versos de este poema.
Esta es la tierra antaño fértil que mis dedos desgarran.
Mis labios están hechos de esta tierra,
son lama caliente.
Voy a irme por tu rostro hacia lo lejano.
Mi hambre es haberte mirado
y estar ciego. Ahora sé que te abres para el fuego
del relámpago.
Tengo la convicción de los temporales.
Ya no sé ni lo que digo ni lo que eso importa. Guía
de mis cabellos rasos, de la melancolía,
de la efímera vida de los gestos.
en ese día fueron mejor mis actos que mi sinceridad.

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La cicatriz me enerva el estómago.
Corté de mañana las puntas de los dedos pero ya sé que
ellas crecerán de nuevo para proteger las uñas.
Tal vez la vida sea extraña,
tal vez la vida sea sencilla,
tal vez la vida sea otra vida.

La línea blanca de la Belleza es mi actitud que se


transforma.
La violencia del sueño sube
sobre mi conocimiento.

Dondequiera fui un horizonte en la separación de los


párpados.

EMIGRACIÓN

Como una nieve antigua en las avenidas de la imagen,


desciendo
hasta el lago. Arrastro las memorias que ningún cielo me
dejó; y
las echo hacia el paseo, donde tal vez esperen que un
deshielo
primaveral las restituya a la vida presente.

A la orilla del lago, en un bar, frente a la explanada


de sillas apiladas, veo la otra orilla: montañas
de cumbres escondidas por las nubes, laderas blancas, de
donde a veces despuntan bosques y peñascos.

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Batiendo el café con la cucharilla de plástico, oigo
la música en la sinfonola y pregunto a la empleada de
dónde viene:
una aldea del norte, –un lugar por donde pasé, en coche,
sin siquiera
preocuparme en visitar la iglesia.

Fue donde me casé, me dice, sin aclarar


donde se divorciara (de hecho, no vi que usase alianza
ni tenía el aire de quien mantiene hábitos conyugales). Una
iglesia
es siempre una buena referencia, le respondí.

Le dejé algún poco de propina, al salir


hasta la orilla del lago. Después, pisé la nieve que resistía
en las aceras: para
que las memorias que allí dejara desapareciesen. Tal vez la
empleada
me haya enseñado que el pasado es inútil o,

al menos, que a la música de una sinfonola puede,


perfectamente, sobrevivir un canto de iglesia, en una aldea
del centro,
cuando se descubre un punto común entre dos personas, más
allá de ese encuentro solitario con vistas al lago.

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EL POETA

Trabaja ahora en la importación


y exportación. Importa
metáforas, exporta alegorías.
Podría ser un trabajador
por cuenta propia,
uno de esos que rellena
cuadernos de hoja azul con
números
de debe y haber. De hecho, lo que
debe son palabras; y lo que tiene
es ese vacío de frases que le
sucede cuando se apoya
a los cristales, en invierno, y la lluvia cae
del otro lado. Entonces, piensa
que podría importar el sol
y exportar las nubes.
Podría ser
un trabajador del tiempo. Pero,
en cierto modo, su
práctica se confunde con la de un
escultor del movimiento. Hiere,
con la piedra del instante, lo que
pasa camino
de la eternidad;
suspende el gesto que sueña el cielo;
y fija, en la dureza de la noche,
el batir de las alas, lo azul, la sabia
interrupción de la muerte.

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SIGUE TU DESTINO

Sigue tu destino,
riega tus plantas,
ama tus rosas.
El resto es la sombra
de árboles ajenos.
La realidad
siempre es más o menos
lo que nosotros queremos.
Sólo nosotros somos siempre
iguales a nosotros mismos.
Grato es vivir
solo.
Grande y noble es siempre
vivir sencillamente.
Deja el dolor en los altares
como exvoto a los dioses.
Mira de lejos
la vida.
Nunca la interrogues.
Ella nada puede
decirte. La respuesta
está más allá de los dioses.
Pero serenamente
imita el Olimpo
en tu corazón.
Los dioses son dioses
porque no se piensan.

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ARTE POÉTICA

Con cita de Hölderlin

El poema lírico
nació de un rosal. No
digo que fuese la rosa de arriba, aquella que todos
miran, primero que todo, pensando
en cortarla para llevársela consigo. Es
esa rosa ni blanca ni roja, la rosa pálida,
vestida con la sustancia de la tierra:
la que toma el color de los ojos de quien la sujeta, por
casualidad, y la agarra como si tuviese
manos abstraídas por dentro de sus hojas.

Cogí ese poema. Lo metí dentro del agua,


como la rosa, para que flotase a lo largo de un río
de versos. Y su cuerpo, desnudo como el de esa mujer
que amé en un sueño oscuro, bebió la savia
de los lagos, las venas subterráneas de las humedades
ancestrales, y se abrió como el vientre de la
propia flor. Llevó tras de sí mis ojos,
en un barco tan profundo como su propia
muerte.

Abracé ese poema. Lo extendí en la arena


de las orillas, cubriendo su desnudez con las ramas
de arbustos fluviales. Arranqué los capullos
que nacían de sus senos, bebiendo su color
verde como los charcos tupidos del otoño. Le pedí

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que me hablase, como si sólo él supiese todavía
las últimas palabras del amor.

(Metáfora
continua de un único sentimiento).

ELEGÍA

Ni los
días largos me separan de tu imagen.
La abro en el espejo de un cielo monótono, o
dejo que la tarde la prolongue en el tedio de los
horizontes. El perfil ceniciento de la montaña,
hacia el norte, y la línea azul del mar, al sur,
le dan el marco cuyo centro se desvanece
cuando, al decir tu nombre, la realidad del
sonido apaga la ilusión de un rostro. Entonces deseo
el silencio para que de él puedas renacer,
sombra, y de esa presencia pueda separar
tu memoria.

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Índice

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VII
Menos prólogo y más saudades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI
Miguel Torga. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
Brasil. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
A los poetas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4
Unamuno. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
San Juan de la Cruz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Iberia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
¡Hosana! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Prospección. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
Madre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
La tierra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
Jorge de Sena. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Ver. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Origen de la poesía épica. . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
Cantar del amigo perfecto. . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
Los cinco sentidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
Réquiem . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Para el aniversario del poeta. . . . . . . . . . . . . . . . 22
En las vastas aguas.... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Jaula de vidrio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Panfleto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
Natércia Freire. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Cabello de sombra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Amor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
Canción del verdadero abandono . . . . . . . . . . . . 32
Libertad en piedra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Color. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34

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Ese nombre. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Los abandonados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
Los sospechosos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Sophia de Mello Breyner Andresen . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Patria. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
La estrella . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
Las moras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
Ausencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
Pirata. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
El poeta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
Retrato de una princesa desconocida . . . . . . . . . 48
Penélope . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
25 de abril. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Cícladas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
Eugénio de Andrade. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
Elegía de las aguas negras
para Che Guevara. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
Poema a la madre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
Canción breve. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Ariadne. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Los frutos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Canción de la madre de un soldado
de partida hacia Bosnia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Escrito en la tierra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
La pequeña patria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Verdad poética. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
En memoria de Chico Mendes . . . . . . . . . . . . . . 66
Exilio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
Siempre fue así . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
Con Ulises. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68

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Natália Correia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
La defensa del poeta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
La exaltación de la piel. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Madre proemio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Madre isla. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
El sol en las noches y la luz de luna durante los
días . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
El espíritu . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Poema destinado a que haya domingo . . . . . . . . 76
António Ramos Rosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
La mirada de Murilo Mendes. . . . . . . . . . . . . . . 81
Tal como antiguamente. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
¿Qué color los tejados de miseria...?. . . . . . . . . . 82
Poema de un funcionario cansado. . . . . . . . . . . . 85
Una voz en la piedra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
Porque no supe merecer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
Para venir aquí . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
Esplendor calcinado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
La noche llega con todos sus rebaños. . . . . . . . . 90
La palabra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Amo tu dilatado candor de astro. . . . . . . . . . . . . 91
David Mourão-Ferreira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
Penélope . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Y cuando estás de rodillas.... . . . . . . . . . . . . . . . 96
Elección. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Bloques. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Secreto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Playa del paraíso. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98
Alborada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
Testamento .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

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Albano Martins. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Palabras. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
El recorrido y el periplo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
Anticipación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
Geografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106
Pequeñas cosas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
Entras en mí descalza.... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
Jardín de las Delicias, de Hieronymus Bosch. . . 108
Arte floral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
Las palabras en tránsito. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
Perfil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
Un día . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110
Como un libro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Ruta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Compás para elegía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Invicta y solemne . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 112
Segunda alegoría. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
Como un eco. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
Era aquí, era el tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
António Osório. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
Madre que llevé a la tierra. . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
Augurio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118
Y vuelvo a Ulises . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118
El geólogo ebrio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Los locos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
A un mirto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
Naciente. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
Jardín zoológico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
Los empedradores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
Mors ipsaque nihil (Séneca) . . . . . . . . . . . . . . . . 122

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Las constelaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Sólo cosas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
Amar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
La raíz afectuosa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
Las cartas de amor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
Maiakovski . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
Núcleo de abejas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
Pedro Tamen. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
Los nautas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129
Mi muerte no te doy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
El mar está lejos,
pero nosotros somos el viento. . . . . . . . . . . . . . . 131
Escrito de memoria. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
Un fado, palabras mías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132
Te escribo de cerca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
La tinta negra que baila en el papel. . . . . . . . . . . 133
Llave, Klee .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134
Sibila, di que sí, Sibila. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
António Salvado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
El mejor de los mundos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
Mi mirar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
Si una canción desesperada. . . . . . . . . . . . . . . . . 141
Infancia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
Río veloz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
Por el nombre de las musas. . . . . . . . . . . . . . . . . 143
¿Y el amor...?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144
Emigrantes .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144
Apunte. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
Opción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
Cualquiera que sea la suerte. . . . . . . . . . . . . . . . 146

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Reverso. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
Mis versos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
El extenso continente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 148
Epitafio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149
¿A qué país...?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 149
Conservar la poesía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150
María Teresa Horta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
Poema sobre el rechazo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
Itinerario de Lisboa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154
Los silencios del habla. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156
Madre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
Invierno. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158
Sobre la paz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
Charla íntima con Pablo Neruda. . . . . . . . . . . . . 160
Pequeña cantiga a la mujer . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
Gozo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
Rodilla. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
Vasco Graça Moura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
Blues de la muerte del amor . . . . . . . . . . . . . . . . 168
Poema de combate. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
Para una educación sentimental . . . . . . . . . . . . . 170
Crónica femenina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
Lamento por Diotima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172
Parto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172
Autorretrato con la musa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
Variación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177
Barcarola. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178
Nuno Júdice. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181
Encantamiento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
Principios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184

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Carpe Diem. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
Gusto de las mujeres que envejecen. . . . . . . . . . 186
Navidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186
El amor, un deber de paso. . . . . . . . . . . . . . . . . . 188
Emigración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189
El poeta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191
Sigue tu destino. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192
Arte poética. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193
Elegía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 194

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Esta colección ha sido creada con un fin estrictamente cultural y sus libros se venden a
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