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¡INDIGNADOS DEL MUNDO…!

Rigoberto Lanz

“Lo llaman democracia y no lo es”/”Que


no nos representan”.

¡Espléndido espectáculo! Emergencia de lo subterráneo. Palabra


súbita de la multitud. La gente se junta porque sí, sin esperar “la
línea”, al margen de los “canales regulares”, saltándose todo. Orgía
del significante, delirio del significado. Nadie entiende nada (eso es
lo bueno) Puerta del Sol--así, de repente--es puerta de una especie
de agujero negro de la vieja política, de sus rituales, de sus
saturaciones, de sus cansancios. El patetismo del status quo
(apenas animado por las travesuras sexuales del señor aquel del
FMI) se queda impúdicamente desnudo porque unos desmelenados
y bochincheros se les ha ocurrido que pueden acampar allí en la
Plaza Mayor. ¿A cuenta de qué? susurra perplejo el filósofo Rajoy.
“Bueno, hay que escucharlos”, atina tartamudeando el ilustre
Presidente Zapatero. Todos corretean por aquí y por allá sudorosos
en las casas de los partidos buscando una explicación. Nada.
Los analista de ocasión se andan escondiendo (mejor así) Pero
tendrán que dar la cara, y ya verá usted el catálogo de tonterías
que circularán por los medios. Los flamantes politólogos andan de
carreritas armando el guión para tranquilizar a las audiencias que
requieren con urgencia sus ungüentos ideológicos para la
tranquilidad colectiva. Simulacros, imposturas, manipulaciones y
más simulacros. Esa estética de la política le queda demasiado
grande a los esquemas rutinarios con los que se lee la realidad.
Estos modos de sentir juntos suelen estar reservados para la
frivolidad, para la vida privada, para la invisibilidad de lo
sumergido. El especio público es una cuadrícula burocrática
secuestrada por el Estado, por la partidocracia, por las marañas
institucionales, por los poderes fácticos agazapados. La famosa
“ciudadanía” es un supositorio ideológico con el que marean a la
gente para hacer creer que la flamante “democracia” se porta bien.
¿Cuál democracia? ¿Cuál representación? ¿Cuál participación?
Conceptos vacíos que se manipulan impúdicamente para reproducir
este “como si” que ya nadie soporta.
Irrupción impertinente de una presencia inesperada en la plaza
pública. ¡OH! ¿Y ahora? La ridiculez de las primeras reacciones de
los funcionarios de turno, policías y sucedáneos, es una clara
ilustración del despiste general del discurso políticamente correcto
frente a lo que acontece. De momento no saben qué hacer. No
tienen registro para encasillar esos “delitos”; no tienen equipaje
para atender esta “emergencia”; no han sido entrenados para poner
orden a este singular desorden público. El aparataje represivo
enseña los dientes pero se queda momentáneamente paralizado
porque no tiene “protocolo de actuación” ante un fenómeno que no
entienden (afortunadamente)
“Puerta del Sol” no es un campamento de “Alcaeda” como cree la
señora que está aquí en la mesa de al lado. Tampoco un grupo de
choque entrenado por los Zapatistas o por las “Brigadas Rojas” de
Toni Negri. El rollo es que tampoco es un pic-nic organizado por las
“Carmelitas descalzas” para recoger fondos para ayudar a los pobre
del mundo. Con el desparpajo de la anti-política hay allí un
poderoso dispositivo brutalmente político. Hechos los locos--al
mejor estilo del “Mayo Francés”--los tipos han comenzado por
romper las reglas de discurso oficial: parece que hablaran un
extraño idioma, nombran las cosas de otra manera, van en el
sentido inverso de la lógica. ¿Dónde lo estudiaron? ¿Cómo lo
acordaron? ¿Quién los autorizó? ¡Malas noticias! Los tipos parece
que vienen de otro planeta porque no entienden esas preguntas.
Las autoridades dicen una cosa y ellos dicen otra. Diálogo, diálogo,
lo que se llama diálogo, pare que no hay.
Imagino ahora al inefable filósofo Javier Muguerza, mostrando
desde el balcón el título de su renombrado libro: “Desde la
perplejidad”. Todo ha sido dicho.
“Puerta de Sol” no puede durar allí eternamente como show
político. La gente volverá a sus casas y todo parecerá de nuevo
“normal”. No se lo crea. Tal vez se esté abriendo la puerta de todas
las puertas: el salto a la libertad radical.

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