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EL PATO SALVAJE

De Henrik Ibsen
Versión de David Amitín y Mauricio Kartun

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 1


Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20

EL PATO SALVAJE
De Henrik Ibsen
Versión de David Amitín y Mauricio Kartun

El pato salvaje se estrenó, durante la tem- JENSEN: Dicen que en sus tiempos, el di-
porada 1997, en la Sala Casacuberta del rector...
Teatro San Martín de Buenos Aires, con
la dirección de David Amitín PETTERSEN: Mujeriego como el que mas.

PERSONAJES JENSEN: No sabia que tuviera un hijo.

El Director Werle PETTERSEN: Es que no ha vuelto ni una


Gregorio Werle, su hijo sola vez en todos estos anos. Gregorio
Teniente Ekdal no se mueve nunca de la fabrica de Hoidal
Hialmar Ekdal, su hijo alla en las montanas.
Gina Ekdal, mujer de Hialmar
Eugenia Ekdal, su hija JENSEN: (Por la presencia de Ekdal que
Sra. Soerby, ama de llaves del Director gesticula desde la puerta de entrada.)
Werle Pettersen... hay un viejo alli que...
Doctor Relling
Pastor Molvik PETTERSEN: (Descubriendo a Ekdal.)
Contador Graaberg ?Pero se puede saber que viene a hacer
Asesor Kaspersen aqui?
Senador Paulsen
Magistrado Guldstad EKDAL: Necesitaria... Necesitaria entrar en
Pettersen, criado la oficina, Pettersen.
Jensen, otro criado
Otros invitados PETTERSEN: Hace mas de una hora que
ha cerrado.
ACTO PRIMERO
EKDAL: Sí, sí, es lo que me han dicho en
Despacho del senor Werle. Dos criados, la entrada, pero Graaberg está ahí to-
Pettersen y Jensen, ordenan el lugar. Ru- davía y necesito... Sea bueno, Pettersen
mor de conversaciones, y risas que lle- y déjeme pasar por aquí. Ya otras ve-
gan desde el comedor. Tintinear de un ces...
cuchillo contra un vaso.
PETTERSEN: Bueno, pase rapido. Para sa-
PETTERSEN: ?Oiste Jensen? El viejo pide lir use la puerta de atras. Tenemos invi-
un brindis por la senora Soerby. tados.

JENSEN: ?Lo de ellos, entonces...? EKDAL: Claro, claro. Gracias amigo


Pettersen. Un millón de gracias... (Apar-
PETTERSEN: Claro como el agua. te.) Imbécil.

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JENSEN: ?Otro empleado de la oficina? HIALMAR: No tendrias que haberme invi-
tado, Gregorio.
PETTERSEN: No. El viejo Ekdal. Le dan a
hacer copias cuando hay mucho trabajo. GREGORIO: ¡Cómo! ¿Una fiesta en mi ho-
nor y no voy a invitar a mi mejor amigo?
JENSEN: Tiene un aire como de...
HIALMAR: Creo que a tu padre no le ha
PETTERSEN: Fue teniente del ejército en gustado. Como no frecuento la casa...
su época. Ahora ya lo ve. Era socio del
viejo en la fábrica de Hoidal. Dicen que GREGORIO: Lo sabía. Pero vamos a ver...
terminó jugándole una mala pasada al ¿Como estás? Hace por lo menos, no se...
señor. Le invito un trago cuando puedo. dieciséis años que no nos vemos. ¡O die-
Cuidado... Ya empiezan a levantarse de cisiete!.
la mesa.
HIALMAR: ?Tanto?
Entran los comensales.
GREGORIO: Y no has perdido el buen as-
SOERBY: Pettersen, sirva el café en el salón. pecto. Algo mas... relleno, tal vez.

PETTERSEN: Si senora. HIALMAR: Un poco, si.

ASESOR: ?Dios, que comida! Esto se lla- GREGORIO: El mismo buen aspecto de
ma trabajar. siempre.

SENADOR: Es increible lo que se puede HIALMAR: Bueno, el cuerpo puede ser. Pero
comer en tres horas con un poco de bue- el espiritu si que no es el mismo. No es
na voluntad. necesario que te cuente como se ha hun-
dido todo para nosotros desde entonces.
ASESOR: El problema no es la entrada...
es la salida mi amigo... La salida. GREGORIO: ¿Cómo está tu padre?

SENADOR: Ahh... Ahora un buen café y un HIALMAR: Mejor no hablar de ciertas co-
poco de música. sas. Vive conmigo el pobre. No tiene a
nadie mas en el mundo. Pero es tan do-
ASESOR: La senora Soerby tocara algo se- loroso para mi tener que hablar de eso
guramente. que... En fin: ?Como te ha ido alla en la
fabrica?
SENADOR: Con tal de que no nos olvide...
Digo, ahora que... GREGORIO: En fin... Aislado alli, en las
montanas, tanto tiempo... Digamos que
ASESOR: ?Berta? Berta no abandona a los fue una buena oportunidad para medi-
viejos amigos. tar sobre muchas cosas.

SOERBY: Por aqui, senores. (Salen.) HIALMAR: Gregorio, no se como agradecer-


te que me hayas invitado a comer aqui.
WERLE: Espero que nadie lo haya notado, Eso quiere decir que ya no te queda ren-
Gregorio. cor alguno conmigo.

GREGORIO: ¿Qué?. GREGORIO: ?Rencor? ¿A quién se le po-


dría ocurrir?.
WERLE: Terminamos siendo trece a la
mesa. HIALMAR: Bueno, sería natural. Con el...
desastre. Faltó muy poco para que tu
GREGORIO: ?Trece?. padre terminara también comprometi-
do en esas historias odiosas. Cuando me
WERLE: Nada menos. Y en principio ibamos dijo cómo te sentías, pensé: bueno, es
a ser justo doce. (A los comensales.) Por lógico.
aqui, senores.
GREGORIO: ?El te dijo que yo...? ?Es por
Salen todos dejando solos a Gregorio y eso que no diste senal de vida en estos
Hialmar. anos? No me has escrito una linea.

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HIALMAR: A él no le pareció conveniente. hombre más exigente. Y tiene su educa-
ción también, no vayas a creer. Su trato
GREGORIO: ¿Y quién es él para...? ¿Por eso diario conmigo... La vida educa. Aparte
tu silencio? de que nos relacionamos con gente de
talento. Seguro que si vieras a Gina aho-
HIALMAR: ¿Qué podía hacer? Todo se vol- ra no la reconocerias.
vió de pronto tan distinto. La desgracia
de mi padre, la vergüenza, la cárcel... GREGORIO: (Gregorio lo mira extranado.)
Gina...
GREGORIO: Lo entiendo.
HIALMAR: ?No recordabas su nombre?.
HIALMAR: No podía pensar en seguir con
mis estudios; no nos quedaba un centa- GREGORIO: Bueno, no...
vo; llenos de deudas, la mayoría con él.
HIALMAR: Gina Hansen. Trabajó en esta
GREGORIO: Con mi padre. casa algún tiempo.

HIALMAR: (Asiente.) Pensé que lo mejor era GREGORIO: ?Gina Hansen?.


romper con el pasado. El mismo me lo
aconsejaba cada vez que... Y como habia HIALMAR: Ella.
tenido la bondad de ocuparse de mi.
GREGORIO: ¿La que administró la casa
GREGORIO: ?El...? durante los dos últimos años de la en-
fermedad de mi madre?.
HIALMAR: ¿De dónde iba a sacar yo todo
ese dinero para estudiar fotografía, mon- HIALMAR: La misma, claro. Pero Gregorio,
tar mi estudio, y establecerme? Para mi estoy seguro de que tu padre te escribió
era una fortuna. que me había casado.

GREGORIO: ¿Y él pagó...? GREGORIO: Bueno, sí me lo anunció, pero


no me dijo que... Algo recuerdo, claro...
HIALMAR: Hasta el último centavo. Creí Mi padre escribe unas cartas tan cortas.
entender que te lo había escrito. ¿Cómo Pero bueno, ¿y cómo fue que...? Es cu-
es posible que no lo supieras?. rioso. ¿Dónde la conociste?.

GREGORIO: Lo habra olvidado. Nuestra HIALMAR: Había tanta complicación aquí


correspondencia es puramente comer- cuando la enfermedad de tu madre. Gina
cial, y... ?Asi que fue él...? no resistió mucho tiempo. Pidió su cuen-
ta y se fue. El año antes de la muerte de
HIALMAR: Nunca quiso que lo supiese na- tu madre, o el mismo año si mal no re-
die. También gracias a él pude casarme. cuerdo.
¿No lo sabías tampoco?
GREGORIO: El mismo ano, si. Yo ya esta-
GREGORIO: Tampoco. Pero, bueno, mi ba alla en la fabrica.
querido Hialmar, Me alegra muchisimo
todo esto. Y me remuerde al mismo tiem- HIALMAR: Bueno, Gina se fue a vivir con
po. Veo que en algunas cosas he sido in- su madre, que tenía una especie de fonda
justo con él. Si ha tenido corazón, si ha y disponía de una habitación para alqui-
tenido conciencia para... lar; una pieza bonita, y bastante cómoda.

HIALMAR: Conciencia. GREGORIO: ?Y alli...?

GREGORIO: O como quieras llamarlo. No HIALMAR: Tu padre mismo me sugirió


encuentro palabras para expresar la alquilarla. Ahí nos conocimos.
alegria que me das contandome eso de
mi padre... ?Pero asi que te has casado, GREGORIO: Y se inició el noviazgo.
Hialmar!. Yo sí que nunca podré decir lo
mismo. ¿Y ella?. HIALMAR: Bueno, un hombre joven, una
chica joven...
HIALMAR: Ah... Es una mujer tan honrada
y trabajadora como podría desearla el GREGORIO: ¿Y ahí fue donde mi padre se...

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se ocupo de... quiero decir cuando em- HIALMAR: Hojeaba un album, senor director.
pezaste tus estudios de fotógrafo?
SENADOR: Fotografias... Claro, eso debe
HIALMAR: Justamente. Tu padre insistió interesarle.
con que la fotografía era lo más adecua-
do. Gina opinaba lo mismo; y como ella ASESOR: ?No trajo ninguna de las suyas?
ya habia hecho tiempo atras algunos es-
tudios de retoque... HIALMAR: No...

GREGORIO: Te vino de perilla. ASESOR: Una pena. Con lo bueno que es


para la digestión sentarse a mirar fotos.
HIALMAR: De perilla. Una casualidad mas
que oportuna. SENADOR: Y siempre da algún tema de
conversación.
GREGORIO: Diríamos que mi padre termi-
nó siendo algo providencial en tu vida. SOERBY: Totalmente de acuerdo.

HIALMAR: Bueno: no abandonó en la ad- MAGISTRADO: Ya sabe: Si alguna vez vuel-


versidad al hijo de un viejo amigo. A eso ve a invitarlo el director Werle, recuerde
lo llamo yo un corazón noble. que lo esperamos con sus fotos. Ese sera
su pasaporte.
SOERBY: (Entrando junto al senor Werle.)
Ni una palabra mas, querido senor. Us- ASESOR: De muchachas bonitas sobreto-
ted no se queda alli adentro con tantas do... ?Se animan hasta su estudio las
luces. No le hace nada bien. muchachas del vaudeville?

WERLE: (Frotandose los ojos.) Creo que tie- HIALMAR: A... Algunas.
ne razón.
Continua la charla entre risas y bromas.
Entran Pettersen y Jensen con bandejas.
GREGORIO: (Por lo bajo.) Tendrias que
SOERBY: (A los invitados del salón.) Seño- animarte a participar en la charla,
res... Si gustan una copa... por aquí, por Hialmar.
favor.
HIALMAR: ¿Yo? De qué podría hablar...
ASESOR: ?Pero por amor de Dios! ?Es ver-
dad que nos ha derogado el sagrado de- GREGORIO: Vamos...
recho de fumar?
ASESOR: Buena idea la del oporto, senor
SOERBY: Si senor Asesor. Aqui en los do- Werle. Un magnifico digestivo.
minios del senor Werle, esta prohibidisi-
mo. WERLE: Y por si no se dio cuenta, el que se
acaba de servir es de uno de los mejores
SENADOR: ?Y cuando se ha decretado ese anos.
nuevo articulo en la ley de los puros?
ASESOR: Un bouquet francamente delicio-
SOERBY: Desde la ultima comida senor so.
Senador. Ciertas personas se abusaron
de tal forma... HIALMAR: (Inseguro.) ?Existe alguna di-
ferencia en el vino entre un ano y otro?
SENADOR: ?Y un poquito de exceso no esta
permitido senora Berta? ASESOR: (Ríe.) ¿Cómo...?

SOERBY: De ninguna manera, senor se- WERLE: A usted si que no vale la pena ser-
nador. virle bebidas nobles.

Los criados sirven las copas. SENADOR: Con los vinos, senor Ekdal,
pasa como con la fotografia: dependen
WERLE: (A Hialmar quien permanece jun- mucho de la luz del sol..
to a una mesa.) ¿Qué está mirando,
Hialmar? HIALMAR: Si... Claro...

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SOERBY: Algo asi como los funcionarios, tu...?
digamos: que se arriman siempre al sol
que mas calienta. ASESOR: ¿Qué pasa...? ¿Quién era?.

SENADOR: (Rie.) Ese si que es un chiste GREGORIO: Nada. El contador.


viejo.
MAGISTRADO: (A Hialmar.) ?Lo conocia?.
ASESOR: Y como si fuera poco, a costa
nuestra. ?Senora Berta, senora Berta...! HIALMAR: No se. No me fijé.

SOERBY: Lo que si es cierto es que hay una ASESOR: ¿Pero qué es lo que...
gran diferencia de un ano a otro. A mas
estacionados, mejor. Cuchicheos.

MAGISTRADO: ?A mi me contaria entre los SOERBY: (Al criado.) Fijese que le den algo
anejos?. para llevarse.

SOERBY: ?Senor magistrado...! De ningu- PETTERSEN: Si senora.


na manera.
GREGORIO: ¿Era él, no es cierto?
ASESOR: ¿Y a nosotros cómo nos clasifi-
caría?. HIALMAR: Si.

SOERBY: Como vinos dulces, naturalmen- GREGORIO: Pero dijiste que no lo conocias.
te, caballeros.
HIALMAR: En una circunstancia así...
Rien. Cómo podía yo...

WERLE: La señora Soerby siempre tiene GREGORIO: ?Negaste a tu padre!.


una salida. Señores: tomemos una copa.
Pettersen, por favor... Gregorio... (Grego- HIALMAR: Gregorio, tendrias que estar en
rio no se mueve.) Hialmar, ¿Y usted? mi lugar.
Acérquese a brindar.
ASESOR: ?No recuerda alguna poesia bo-
GRAABERG: (Asomandose por la puerta de nita que pueda recitar, senor Ekdal? Di-
la oficina.) Perdone senor director... Es cen por aqui que antes lo hacia muy
que no puedo salir por otro lado. bien.

WERLE: Otra vez se quedó encerrado. HIALMAR: No... No recuerdo ninguna.

GRAABERG: Si... Se han llevado las llaves. ASESOR: Una lástima. ¿Qué podríamos
hacer Senador? (Salen ambos hacia la
WERLE: Pase por aqui. otra habitación.)

GRAABERG: Es que... Somos dos. HIALMAR: Gregorio... Me voy. Cuando un


hombre se siente asi, golpeado por el des-
WERLE: Esta bien. Pasen de una vez. tino... Quisiera que me despidas de tu
padre.
Graaberg y el viejo Ekdal salen de las ofici-
nas. Werle no reprime un gesto de fasti- SOERBY: ?Ya se va, Hialmar?
dio. Cesan las conversaciones y las ri-
sas. Hialmar se estremece al ver a su HIALMAR: Si.
padre, y se vuelve dandole la espalda.
SOERBY: Mis saludos a Gina.
EKDAL: (Sin levantar la vista sale balbu-
ceando.) Estaba cerrada... La puerta... HIALMAR: Gracias.
Disculpen... (Salen con Graaberg.)
SOERBY: Y dígale que iré a verla un día de
WERLE: Este idiota de Graaberg. estos.

GREGORIO: (A Hialmar.) Pero... ?No era HIALMAR: Como no. (A Gregorio.) No hace

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falta que me acompañes. Prefiero salir sin WERLE: ¿Quién otro...?
llamar la atención.
GREGORIO: La compra de los bosques la
Jensen le entrega a Hialmar su sombrero y hicieron ustedes juntos.
abrigo. Sale.
WERLE: Fue Ekdal el que trazó el plano y fal-
SOERBY: (A Pettersen que regresa.) ?Le dio seó los límites. Y el que dirigió la tala ilegal
algo al viejo Ekdal? en los terrenos del estado. Toda la admi-
nistración del negocio estaba en sus ma-
PETTERSEN: (Asiente.) Una botella de nos. Yo ignoraba absolutamente todo lo que
aguardiente. se hizo allí hasta que estalló el escándalo.

SOERBY: ?Aguardiente, por Dios! ?No GREGORIO: Es probable que ni él mismo


habia nada mejor? supiese lo que estaba haciendo.

PETTERSEN: Nada le gusta mas al senor WERLE: Quizá. Pero lo cierto es que a él lo
Ekdal que su botella de aguardiente, condenaron y a mi me absolvieron. No
senora. encontraron una sola prueba en contra
mio.
ASESOR: (Asomandose con unas partitu-
ras.) ¿Qué le parece señora Soerby si to- GREGORIO: Lo sé.
camos algo a cuatro manos?
WERLE: Y una absolución es una absolu-
SOERBY: Con mucho gusto. ción. ¿Se puede saber a qué viene esto
de remover toda esa historia? ¿Esto es lo
LOS INVITADOS: ?Bravo! que estuviste rumiando todos estos años
alla? En lo que a mi respecta todo eso se
Salen todos hacia el salón. ha olvidado aqui hace tiempo.

GREGORIO: (Detiene a su padre que salía GREGORIO: Si. ?Y los Ekdal?


también.) Papá.
WERLE: ¿Y qué querías que hiciese por
WERLE: Si... ellos? Cuando el Teniente salió de la cár-
cel era un hombre quebrado. Absoluta-
GREGORIO: Tenemos que hablar. mente. Sin remedio. Hay personas que
apenas reciben la perdigonada se hun-
WERLE: ?No podrias esperar hasta que den hasta el fondo y no vuelven a salir a
estemos solos? la superficie. Te aseguro, Gregorio: hice
lo humanamente posible. Fui hasta don-
GREGORIO: No. (Pausa.) No, porque no de pude. De hacer mas hubiera termina-
creo que volvamos a encontrarnos solos. do comprometido en sospechas, en
habladurias...
WERLE: ¿Qué significa eso?
GREGORIO: Sospechas. Si, claro.
Desde el salón llega la música del piano.
WERLE: Le doy trabajo de copista a Ekdal
GREGORIO: ¿Cómo dejaste que esa fami- en la oficina, y por cierto lo pago bastan-
lia se hundiera de esa manera?. te mas de lo que vale.

WERLE: Estas hablando de los Ekdal por GREGORIO: Me lo imagino, si.


lo visto.
WERLE: Te hace reir, por lo visto. ?Te pa-
GREGORIO: Si. Hablo de ellos. Hubo un rece que no es verdad? Bueno no podria
tiempo en que el teniente Ekdal era tu mostrarte los libros de contabilidad por-
intimo amigo. que naturalmente no se asientan ciertos
gastos, pero...
WERLE: Sí. Tan íntimo que sus delitos ter-
minaron enturbiando mi reputación. GREGORIO: No, claro. Mas vale que no se
asienten ciertos gastos.
GREGORIO: ¿Y estás seguro que fue el
único culpable? WERLE: ?Que estas queriendo decir?

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GREGORIO: ¿El aprendizaje de fotógrafo de GREGORIO: Mi madre misma me lo dijo la
Hialmar no figurará, seguramente?. ultima vez que la vi.

WERLE: ¿A qué viene...? WERLE: ¡Ella!. Debí habérmelo imaginado.


Carne y uña. Fue ella la que te alejó de mí.
GREGORIO: Sé que se lo pagaste, y que
terminaste ayudándolo también a esta- GREGORIO: No fue ella. Fue todo lo que
blecerse. sufrió. Lo que tuvo que soportar hasta
que murió.
WERLE: Y a pesar de eso debo escuchar
cómo se me echa en cara el no haber he- WERLE: No sufrió más que otras mujeres.
cho nada por ellos. Te aseguro que esa (Pausa. Evasivo.) Gregorio: creo que ya
gente me ha costado realmente caro, estás en edad de dedicarte a algo más
Gregorio. útil.

GREGORIO: Insisto: ?estan anotados esos GREGORIO: Si. Creo que ya es hora.
gastos?
WERLE: Pensaba, justamente... ?De qué
WERLE: Sigo sin entender a qué viene eso. sirve que estés allá encerrado, en la fá-
brica, como un vulgar dependiente, sin
GREGORIO: Yo sí. ¿Este desprendimiento cobrar un centavo más que tu sueldo?.
tan generoso tuyo, no coincidió justa- Es una verdadera locura. (A un gesto de
mente con su casamiento? Gregorio.) No, no, lo entiendo. Ser libre...
No deberme nada... Lo entiendo. Pero
WERLE: ¡¿Como voy a acordarme después precisamente ahora se presenta la opor-
de tantos anos?!. tunidad de independizarte de una vez por
todas, Gregorio. De ser dueno de tu pro-
GREGORIO: Me escribiste una carta enton- pio destino.
ces -comercial, naturalmente- y en la
postdata me anunciabas el matrimonio GREGORIO: ¿Ah sí? ¿Y cómo?
de Hialmar con una tal senorita Hansen.
WERLE: Cuando te escribí pidiéndote que
WERLE: Asi se llamaba. Exactamente. volvieses enseguida a la ciudad, pensa-
ba...
GREGORIO: Pero no parecias recordar que
esa senorita Hansen era Gina, nuestra GREGORIO: Qué. Estuve esperando todo
antigua sirvienta. el dia a que me lo dijeras de una vez.

WERLE: No sabia que te interesaran tanto WERLE: Quiero proponerte que entres
las criadas. como socio en el negocio.

GREGORIO: Ningún interés particular. (Ba- GREGORIO: ?En tu negocio? ?Yo, socio
jando la voz) Pero aquí en la casa había tuyo?.
alguien que sí lo tenía.
WERLE: Si. No tendriamos necesidad de
WERLE: ¿De qué estás hablando? ¿Supon- estar siempre juntos. Dirigirias la casa
go que no te referiras a mi? central aqui en la ciudad, y yo me trasla-
daria a la fabrica.
GREGORIO: Precisamente.
GREGORIO: ?A la montana?
WERLE: ¿Pero cómo te...? ¿Cómo se per-
mite ese desagradecido... ese fotógrafo WERLE: Tengo que cuidar mis ojos, Gre-
de... de... insinuar que yo... gorio. Mi vista se ha debilitado bastante.

GREGORIO: Hialmar no me ha dicho una GREGORIO: Siempre fue delicada.


sola palabra. Ni creo que tenga la menor
idea de nada. WERLE: Nunca como ahora. Ademas, por
ciertas circunstancias creo que me con-
WERLE: ?Entonces de donde sacaste eso? viene vivir alli, al menos por un tiempo.
¿Quién te ha metido semejante idea en
la cabeza?. GREGORIO: No entiendo.

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WERLE: Gregorio: hay muchas cosas que WERLE: Temia que por respeto a la memo-
nos separan, pero no por eso dejamos ria de tu madre...
de ser padre e hijo. Me parece que
podriamos llegar a un acuerdo. GREGORIO: No soy un fanatico.

GREGORIO: Un acuerdo aparente, querras WERLE: Bueno, seas lo que seas me has
decir. quitado un peso de encima. Me alegra
mucho contar con tu aprobación.
WERLE: Bueno. Algo es algo. ¿Qué te pa-
rece? GREGORIO: Ahora termino de entender
para que me necesitabas. El cuadro vivo
GREGORIO: Hay algo detras de esto. de amor familiar. La escenita hogareña
de reconciliación entre padre e hijo para
WERLE: Nada. satisfacción de la señora Soerby.

GREGORIO: Algo util para tus planes se- WERLE: ?No te permito!.
guramente.
GREGORIO: ?Cuando hubo vida de fami-
WERLE: Entre un padre y un hijo siempre lia en esta casa?. Nunca, que yo recuer-
es probable que uno necesite al otro. de. Pero hoy, claro, seria de un efecto ex-
traordinario tener algo que se le parez-
GREGORIO: Asi dicen. ca. Poder decir que el hijo, en un arran-
que de amor filial ha vuelto volando al
WERLE: Me gustaría que te quedases al- hogar paterno para asistir al casamiento
gún tiempo en casa. Toda la vida me he del padre anciano. ¿Qué quedaría así de
sentido muy sólo, pero ahora que me los rumores sobre lo que tuvo que sufrir
estoy poniendo viejo... Necesito alguien la pobre difunta? Ni el eco. Su propio hijo
a mi lado. los habria desmentido ?no es asi?

GREGORIO: Esta la senora Soerby. WERLE: Gregorio, creo que no hay perso-
na en el mundo a la que desprecies mas
WERLE: Si. Esta la senora Soerby. Y ha lle- que a mi.
gado a hacerse indispensable para mi.
GREGORIO: Te he visto demasiado de cer-
GREGORIO: Bien. ¿Para qué más? ca.

WERLE: Bueno... Me temo que las cosas no WERLE: Si. Pero con los ojos de tu madre.
puedan seguir así. Una mujer en su situa- Y esos ojos vieron turbio muchas veces.
ción crea una imagen equívoca en los de-
más. No le conviene a un hombre como yo. GREGORIO: Es posible. ¿Pero quién tuvo la
culpa en todo caso? ¡El Director Werle, y
GREGORIO: Un hombre que da banquetes cada una de sus amantes! La última de
como el de hoy, a gente como la que esta las cuales fue esa mujer que encajaste a
alli, puede permitirse cosas peores. Hialmar Ekdal cuando te cansaste de ella.

WERLE: Yo si. Pero esta ella. Aun supo- WERLE: Palabra por palabra: Como si es-
niendo que por afecto hacia mi estuviese tuviera escuchando a tu madre.
dispuesta a desafiar el escandalo, ?Te pa-
rece admisible, Gregorio, con tu sentido GREGORIO: Y ahi queda ese infeliz, ese
tan estricto de la rectitud, que...? pobre ingenuo rodeado de enganos. Vi-
viendo bajo el mismo techo con una
GREGORIO: (Interrumpe.) Digamos, en re- mujer de esa clase y sin sospechar si-
sumen, que has decidido casarte. quiera que eso que llama inocentemente
«su hogar» esta edificado sobre una re-
WERLE: ¿Y si así fuese, qué? verenda mentira. Cuando miro tu vida,
tu pasado, me parece ver algo asi como
GREGORIO: Eso digo yo: qué. un inmenso campo de batalla sembrado
de cadaveres hasta el horizonte.
WERLE: ?Te seria muy... desagradable?
WERLE: Creo, Gregorio, que el abismo que
GREGORIO: ?A mi? De ninguna manera. nos separa es infranqueable.

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GREGORIO: Cada vez lo veo mas claro. Por le envió la invitación. (Pausa.) Nosotros
eso tomo mi sombrero y me voy. no tenemos nada que ver con el director,
Eugenia.
WERLE: ?Vas a abandonar la casa?
EUGENIA: Estoy deseando que vuelva de
GREGORIO: Si. Creo que al fin le encuen- una vez. Me prometió pedirle algo rico
tro un sentido a mi vida. para mi a la senora Soerby.

WERLE: ?Y cual es?, si se puede saber. Por la puerta de calle aparece el viejo Ekdal
con un rollo de papeles bajo el brazo y
GREGORIO: Te reirias si lo dijera. un paquete en el bolsillo del abrigo.

WERLE: Un solitario como yo no se rie tan GINA: Vuelve tarde esta noche, abuelo.
facilmente, Gregorio.
EKDAL: Habian cerrado la oficina. Tuve que
GREGORIO: (Senalando a la sala.) Los in- esperar a Graaberg y pasar por... (Calla)
vitados estan jugando a la gallina ciega
con la senora Soerby, senor Werle. Bue- EUGENIA: ?Te dieron algo mas para copiar,
nas noches, y buena suerte. (Sale.) abuelo?

WERLE: ?Infeliz...! ?Y dice que no es un EKDAL: Todo esto.


fanatico!.
GINA: Qué suerte.
ACTO II
EUGENIA: ?Y ese paquete del bolsillo?
Estudio de Hialmar Ekdal. Enorme techo
vidriado semicubierto con cortinados. Un EKDAL: ¿Qué...? Nada, nada... Una... Nada.
sofa y una estufa de hierro. Aparatos e (Transición.) Con esto tengo trabajo para
instrumentos fotograficos de toda clase. rato, Gina. (Entreabre la puerta de foro.)
Frascos y enseres. Sobre la mesa foto- Chist... (Cierra con precaución.) Ya se
grafias, pinceles, lapices, etc. A foro una durmieron todos. El se acostó en el ces-
ancha puerta corrediza. to. (Ríe satisfecho)

Gina Ekdal Cose. Eugenia, su hija, lee un EUGENIA: ?No pasara frio en el cesto, abue-
libro. lo?

GINA: Eugenia... (Eugenia absorta no la EKDAL: ¿Con tanta paja...? Qué ocurren-
escucha.) Eugenia. cia. (A Gina) Tengo mucho que copiar,
Gina... Que nadie me moleste en mi cuar-
EUGENIA: Si mama. to, ?eh?. Nadie. (Sale.)

GINA: Ya no es hora para leer. EUGENIA: ?Estaran en la mesa todavia,


mama?
EUGENIA: Un minuto... un minutito mas.
GINA: Quién sabe... Puede ser.
GINA: A guardar el libro. Vamos... A tu pa-
dre tampoco le gusta. Jamas lee de no- EUGENIA: Lastima que no se haya alquila-
che, tu padre. do el cuarto hoy. Seria lindo recibirlo con
buenas noticias, ?no?.
EUGENIA: Es que a papa no le entusiasma
mucho leer. GINA: Te gusta darle buenas noticias a papa.

GINA: Vamos... (Eugenia obedece. Tiempo.) EUGENIA: Si. Se pone mas alegre la casa,
?no?.
EUGENIA: ?No estas orgullosa, mama, que
el director Werle lo haya invitado a papa Hialmar Ekdal entra desde la calle. Lleva
a su banquete?. abrigo y sombrero.

GINA: Bueno... en realidad no podríamos GINA: ?Hialmar...! ?Ya de vuelta?.


decir que lo haya invitado el señor Werle
propiamente. Fue su hijo Gregorio que EUGENIA: ¿Cómo...? ¿Tan temprano?.

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HIALMAR: Si. Casi todos se retiraban, y... acababas de cruzar, y me apuré a ver si
te alcanzaba, pero...
EUGENIA: ?Tan pronto?.
EKDAL: Claro, claro. Gracias, Hialmar.
HIALMAR: Bueno... No era mas que una ¿Quién era toda esa gente?
comida.
HIALMAR: Bueno, habia de todo. El ma-
GINA: (Lo ayuda con el abrigo.) Dame. gistrado Gulstad, el senador Paulsen, el
asesor Kaspersen... el no se que, no se
EUGENIA: (Hace lo propio.) Yo también... cuanto...
(Gina cuelga el abrigo.) ¿Había mucha
gente, papá? EKDAL: ?Gina! ?Todos funcionarios!

HIALMAR: No, no mucha. Unas doce... o EUGENIA: ¿Y de qué hablaban, papá?.


catorce personas.
HIALMAR: ?Bah!. No hicieron mas que de-
GINA: ?Y estuviste charlando con todo el cir tonterias. Me pidieron a mi que reci-
mundo? tara, pero de ninguna manera.

HIALMAR: Bueno... Un poco. Un poco con EKDAL: ?Les dijiste que no?
cada uno. Gregorio me acaparó por com-
pleto. ¿Volvió papá? GINA: ?Hialmar, podrias haber...!

EUGENIA: Esta alli en su cuarto, escribien- HIALMAR: No, no. No va a andar uno ha-
do. ciéndole los gustos a todo el mundo.

HIALMAR: ?Dijo algo...? EKDAL: Bien, bien...

GINA: No. ¿Qué iba a decir? HIALMAR: Charlamos, tomamos una


copa... Después tuvimos una pequeña
HIALMAR: ¿No comentó de...? Voy a entrar discusión sobre el oporto...
a verlo.
EKDAL: ?Tomaron oporto? ?Un buen vino!.
GINA: Creo que seria mejor no...
HIALMAR: Puede ser. Depende, natural-
HIALMAR: (Desalentado) ?Dijo que no mente. No todas las cosechas son de ca-
queria verme?. lidad pareja. Influye mucho el sol que
haya tenido en el ano.
GINA: No quiere ver a nadie. (Un gesto.)
Entró con su... paquete. GINA: Cuantas cosas sabe tu padre,
Eugenia.
HIALMAR: ?Esta...?
EKDAL: ?Y te lo discutian?
GINA: Parece.
HIALMAR: Lo intentaron, digamos. Pero se
HIALMAR: Mi pobre viejo. Con sus canas y callaron enseguida cuando se les replicó
sus... Dejémoslo al menos que disfrute que pasaba lo mismo con el oporto que
un poco. con los funcionarios, que también depen-
den del sol que más calienta.
Entra el viejo Ekdal vestido de entrecasa y
fumando en pipa. EKDAL: ?Y tuvieron que tragarse eso?

EKDAL: ?Volviste? Me habia parecido re- HIALMAR: No volvieron a abrir la boca.


conocer tu voz.
GINA: ?Hialmar, Dios mio! Las cosas que
HIALMAR: Acabo de entrar. se te ocurren.

EKDAL: ?No me viste...? Alli cuando pasa- HIALMAR: Al final todo terminó amistosa-
ba, digo... mente, como es natural. Al fin y al cabo
eran buena gente, no había razón para
HIALMAR: No, no... Pero me dijeron que herirlos.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 11


EKDAL: ?Pero no te lo callaste! (Lo registra) Debería darte vergüenza.

EUGENIA: ¡Qué elegante estás con ese HIALMAR: No, no... Se me pasó, y... ¡Pero
smoking, papa. Y lo bien que te queda! tengo otra cosa que te va a gustar!. (Bus-
ca en los bolsillos del smoking.)
HIALMAR: ¿Verdad, no? Como a medida.
Un poco ajustado acá en los hombros. A EUGENIA: ?Mama... Mama...!
ver Eugenia... (Eugenia lo ayuda.) ¿Dón-
de está mi saco, Gina?. GINA: ?Ves? Hay que saber esperar.

GINA: Aquí. (Lo ayuda a ponérselo. Eugenia HIALMAR: (Sacando una cartulina.) Aqui
colabora amorosamente.) esta.

HIALMAR: No te olvides de devolver el smo- EUGENIA: ?Una hoja de papel!.


king a Molvic manana a la manana.
HIALMAR: La lista del banquete. El menú.
GINA: A primera hora. ¿Ves? Acá arriba: menú. En francés vie-
ne a ser lista de comidas de un...
HIALMAR: ¡Ah, qué bien se está en casa!.
La verdad... Nada más cómodo que la EUGENIA: (Interrumpe.) ?Nada mas que
ropa de todos los días. ¿No, Eugenia? eso?

EUGENIA: Claro que si, papa. HIALMAR: Bueno... Es que no valian gran
cosa todas esas golosinas. En cambio el
HIALMAR: La corbata abierta, así... ¿Qué menu... Vamos: no sentamos a la mesa y
tal? yo te voy diciendo el gusto que tenia cada
plato. A ver, Eugenia...
EUGENIA: Te combina con la barbita. Y con
los rulos. EUGENIA: (Tragandose las lagrimas.) Gra-
cias. (Se sienta pero no lee. Gina le hace
HIALMAR: Bueno, rulos... Algunas ondas, senas que advierte Hialmar.)
Eugenia.
HIALMAR: Pero... Es... ?Es increible la can-
EUGENIA: Los rulos mas bonitos del mun- tidad absurda de cosas que se pretende
do. que un padre de familia tenga presente
en la cabeza! ?Increible...! ?Y si se olvida
HIALMAR: Esta chica... de... del mas minimo detalle enseguida le
ponen mala cara!. En fin: a todo hay que
Tiempo. acostumbrarse. (A su padre.) ?Echaste un
vistazo ya?
EUGENIA: Papa...
EKDAL: Se metió en el cesto.
HIALMAR: Si mi amor.
HIALMAR: ?En el cesto! ?Ya empieza a fa-
EUGENIA: Vamos... miliarizarse!.

HIALMAR: ¿Qué hay?. EKDAL: Si senor, si senor. Hialmar... Creo


que es hora de hacer esas... refacciones
EUGENIA: ?No me hagas sufrir mas!
HIALMAR: Si, claro... ?A ver, vamos al sofa!
HIALMAR: ( ... ) Hay que charlar bastante todas esas me-
joras.
EUGENIA: Lo estás haciendo a propósito
para hacerme rabiar. Las cosas ricas que EKDAL: Bueno... Voy primero a cargar la
me prometiste... pipa y a limpiarla un poco. (Entra a su
cuarto.)
HIALMAR: ?Las...? Pero claro, las... Bue-
no, la verdad es que se me olvidó por com- GINA: ?A limpiar la pipa...!
pleto.
HIALMAR: ?Pobre viejo! (Transición.) Sí,
EUGENIA: No es cierto. Están escondidas. esas refacciones... será mejor terminar-

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 12


las de una buena vez mañana. EUGENIA: Papito querido...

GINA: Manana no creo que quede tiempo. HIALMAR: No, no. No me llames asi. No me
lo... Me he sentado a la mesa del hombre
EUGENIA: ?Si que habra tiempo, mama! rico, repleta de platos suculentos,
regodeandome... ?Y no fui capaz de...!
GINA: Con todas esas placas que hay que
retocar. Ya las han venido a buscar va- GINA: ¡Pero, qué tonterías, Hialmar...!
rias veces.
HIALMAR: Ninguna tonteria. Pero no me lo
HIALMAR: ?Otra vez las benditas fotogra- reprochen, ustedes saben que a pesar de
fias! Ya se haran. ?Hubo algun pedido eso yo las quiero.
nuevo?
EUGENIA: Y nosotras te adoramos, papa.
GINA: No. Para manana estan solo esos dos
retratos que ya sabias. HIALMAR: Y si... si... si a veces me ven así,
un poco lunático, tengan en cuenta que
HIALMAR: ?Nada mas?. Bueno, era previ- soy un hombre que ha tenido que pasar
sible. Cuando uno no se ocupa... muchas tormentas. (Pausa) No voy a to-
mar cerveza. La armónica, Eugenia.
GINA: ¿Qué más puedo hacer? Puse todos
los avisos que he podido. Hialmar sentado en el sofa. A su lado Gina
y Eugenia abrazandolo con gesto amo-
HIALMAR: ¡Bah, los diarios! Para lo que roso. Hialmar toma la armónica y co-
sirven. ¿Por la habitación ha venido al- mienza una melodía lenta y sentimen-
guien? tal.

GINA: Hasta ahora... HIALMAR: No importa que bajo este pobre


techo vivamos humildemente, ?eh Gina?.
HIALMAR: Es asi. Si no lo hago yo... ?Hay No deja de ser nuestro hogar.
que moverse un poco, Gina!
Vuelve a su armónica.
EUGENIA: (Toma del mueble la armónica
de Hialmar.) ¿La armónica, papá? Unos golpes a la puerta rompen el clima.

HIALMAR: No, no. Nada de armónicas. Está GINA: Hialmar... Alguien llama.
visto que esto de disfrutar no está hecho
para Hialmar Ekdal. Muy bien... Enton- HIALMAR: ?A esta hora!
ces, desde mañana trabajaré hasta que
no pueda más. Hasta deslomarme, sí Gina abre la puerta.
señor.
GREGORIO: (Desde el umbral.) Disculpe...
GINA: Hialmar, querido... No era eso lo que
yo queria... Gina retrocede un paso.

EUGENIA: ?Te traigo cerveza...? GREGORIO: ¿Vive aquí el fotógrafo Ekdal?

HIALMAR: No. No necesito absolutamente GINA: Si.


nada. ?Nada! (Pausa) Cerveza... ?Hay cer-
veza? HIALMAR: ¡Gregorio! ¿Dejaste la reunión...?

EUGENIA: Si. Fresquita. GREGORIO: Sí. La reunión y la casa. Bue-


nas noches señora Ekdal. No sé si me
HIALMAR: Bueno... Con tanta insistencia... reconocerá.
?Una sola, eh!
GINA: No hay manera de confundirlo. El
GINA: ?Eso! Pasemos un buen rato juntos. vivo retrato de su padre.

HIALMAR: (Detiene a Eugenia que sale ha- GREGORIO: En realidad me parezco mu-
cia la cocina. La abraza.) Eugenia... cho mas a mi madre. Usted seguramen-
Eugenia. te se acordara de ella.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 13


HIALMAR: ¿Cómo es eso que dejaste la casa? HIALMAR: Eso dice mi padre, pero yo no
me acuerdo.
GREGORIO: Acabo de dejar mis cosas en
un hotel. GREGORIO: ?Y ella?

HIALMAR: ¿Pero cómo...? Bueno, ya que HIALMAR: No sospecha nada. No nos he-
estás aquí dame el abrigo. Sentémonos mos atrevido a decirselo. Gorjeando como
un poco. un pajarito inconsciente, vuela hacia la
noche eterna. Es una verdadera tortura
GREGORIO: Gracias. para mi, Gregorio.

HIALMAR: En el sofa. Con confianza... Entra Eugenia con cerveza y vasos.

Gregorio se sienta en el sofa algo descon- HIALMAR: (Acariciandola.) Gracias, mi


certado. amor. (Eugenia le murmura algo al oido.)
No, no... Sandwiches ahora no. Salvo que
GREGORIO: Bueno... Así que ésta es tu casa... Gregorio...

HIALMAR: Bueno, como ves, éste es el es- GREGORIO: No, no, gracias.
tudio.
HIALMAR: Bueno, en todo caso... Solo un
GINA: Acostumbramos a estar aqui. Como par, con bastante manteca si hay.
es la pieza mas grande...
Eugenia vuelve a salir.
HIALMAR: Antes teniamos una casa me-
jor, pero esta tiene un desvan enorme. GREGORIO: Se la ve muy sana, sin em-
Es una gran ventaja. bargo. (Pausa.) ¿Y qué edad tiene?.

GINA: Y nos sobra una pieza ademas, que HIALMAR: Catorce. Los cumple pasado
la podemos alquilar si queremos. manana.

GREGORIO: Ah... ?Tienen inquilinos?. GREGORIO: Es alta para su edad.

HIALMAR: Bueno, todavia no. No es tan GINA: Pegó el estirón el año pasado.
facil. Hay que ocuparse mucho, y... A ver
Eugenia, esa cerveza... GREGORIO: Viendo crecer a los ninos uno
se da cuenta de lo viejo que es. Realmente
Eugenia sale hacia la cocina. grande y hermosa. (Pausa) ?Cuanto hace
ya que se casaron?
GREGORIO: ?Tu hija? (Hialmar asiente
orgulloso.) ?Y es hija unica? GINA: Pronto van a ser quince anos.

HIALMAR: Sí. Es nuestra mayor alegría en GREGORIO: ?Tanto?.


este mundo. Y también nuestra mayor
pena, Gregorio. HIALMAR: Quince menos unos meses.
Imagino que estos anos te habran re-
GREGORIO: ¿Porqué? sultado largos alla arriba en la fabrica,
Gregorio.
HIALMAR: Sus ojos. Esta en peligro de per-
der la vista. GREGORIO: Al principio. Pero ya no. Casi
no sé en que se me ha ido el tiempo.
GREGORIO: ?Ciega?
El viejo Ekdal sale de su cuarto con una
HIALMAR: Por ahora tiene solo los prime- gorra de uniforme. Da unos pasos, vaci-
ros síntomas, pero según el médico es lante.
irreversible.
EKDAL: Bueno Hialmar ya podemos hablar
GREGORIO: ¿Es posible? ¿Y a qué se debe?. de... de... ¿De qué era...?

GINA: La madre de Hialmar sufría de los HIALMAR: Papá, tenemos visita. Gregorio
ojos también. Werle, no sé si recordarás.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 14


EKDAL: (Mirando a Gregorio que se ha GREGORIO: ¿Qué cosa?.
puesto de pie) ¿Werle...? ¿El hijo, no? ¿Y
qué quiere de mí? HIALMAR: Nada... Un... Un... Otro dia. Esta
oscuro ya.
HIALMAR: Nada, papa. Ha venido a verme.
EKDAL: Tonterias. Hay luna llena. ?Lo tie-
EKDAL: ?Entonces... nada en particular?. ne que ver, si senor! .

HIALMAR: Nada. En absoluto. (Llenando los EUGENIA: ?Si, papa...!


vasos.) Cerveza, papa. (Le sirve a Grego-
rio.) Gregorio... HIALMAR: En fin...

GREGORIO: Le traigo saludos de sus anti- EKDAL: Una mano aqui, Hialmar, para ayu-
guos montes de caceria, teniente Ekdal. darme a abrir.

EKDAL: ?Los montes de caza?. GREGORIO: ¿De qué se trata?

GREGORIO: ?Se acuerda cuando Hialmar GINA: Bueno, no vaya a pensar que es nada
y yo lo ibamos a visitar alla arriba, en las extraordinario, tampoco.
vacaciones?
Hialmar y su padre van hasta la pared del
EKDAL: ?Usted y...? Bueno, mucho no re- fondo y empujan las hojas de la puerta
cuerdo. Pero si es por la caza, me per- corrediza. A través de la puerta se vis-
mito decirle que si ha habido alla en lumbra una buhardilla amplia y profun-
Hoidal un cazador, ese cazador fue el da, de dimensiones irregulares. Rinco-
Teniente Ekdal, si senor. ?Osos! He nes, vigas, y canos de chimenea que la
matado osos senor Werle! ?Nueve! Y de atraviesan de arriba a abajo. Por las cla-
buen tamano. raboyas, una luz lunar ilumina algunos
rincones y deja otros entre sombras.
GREGORIO: ?Y ahora? ?Ya no se dedica a
la caza?. EKDAL: Venga, venga... Acérquese.

EKDAL: Bueno tanto como no dedicarme... GREGORIO: ¿Pero qué es...?


Todavía de cuando en cuando... Claro,
ya no como antes, pero... ¿Y cómo están EKDAL: Véalo usted mismo.
esos bosques allá arriba?
HIALMAR: (Algo avergonzado.) Bueno,
GREGORIO: No tan frondosos como en su son... cosas de papa.
tiempo. Se ha talado mucho ultimamente.
GREGORIO: ?Teniente Ekdal! ?Cria galli-
EKDAL: ?Talaron...?. Eso es peligroso. El nas? ?En medio de la casa?
bosque se venga.
EKDAL: ¡Y qué gallinas, señor Werle! Aho-
HIALMAR: (Le llena el vaso.) Vamos papa, ra están echadas naturalmente, pero de
un poco mas. día... Hay que verlas, de día.

GREGORIO: ¿Y cómo es eso de que un hom- EUGENIA: Y ademas hay un...


bre amante de la naturaleza como usted
pueda vivir entre cuatro paredes? EKDAL: Chst... Chst... Todavia no.

EKDAL: (Rie.) Bueno... No se esta tan mal GREGORIO: ¿Palomas? ¿Tiene palomas
aqui, en realidad. No se esta tan mal... también?

GREGORIO: ?Y no extrana aquello...? ?Los EKDAL: Bajo el alero. Arriba. Les gusta
bosques, la vida libre, la montana...? anidar en altura.

EKDAL: (Cómplice.) Hialmar... ¿Se lo ense- HIALMAR: Pero no palomas vulgares...


ñamos?
EKDAL: ?Mensajeras! Pero venga... venga
HIALMAR: (Turbado.) Bueno no creo que mas cerca. Vea el nicho en el muro. ?Son
esta noche sea... conejos, amigo!

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 15


GREGORIO: ?Conejos? EKDAL: Estaba cazando desde un bote y le
disparó. Pero con su vista... En fin, no
EKDAL: ¿Oíste Hialmar?: Que si tenemos hizo más que inutilizarlo.
conejos. ¿Qué tal? Pero ahora viene lo
principal. Aquí está. Cuidado, Eugenia. GREGORIO: ?Unos perdigones en el cuer-
Póngase aquí. Desde aquí. Allí abajo. ¿Ve po?
el cesto con paja?
EUGENIA: En el ala. Aca. Por eso no pudo
GREGORIO: Si. Hay una gallina anidando volar.
en...
GREGORIO: ?Y se fue al fondo?.
EKDAL: ¡Cómo una gallina!
EKDAL: Al fondo, si, como hacen siempre,
GREGORIO: ?Un pato...? lo mas abajo que pueden. Se agarran con
el pico a las raices de los juncos y no
EKDAL: Pero claro que es un pato, senor vuelven a salir por nada.
mio.
GREGORIO: Pero parece que este sí salió.
HIALMAR: Pero no un pato cualquiera.
EKDAL: El perro de su padre. Un diablo de
GREGORIO: Me temo que yo, de patos... inteligente el perro ese. Se zambulló de-
trás del pato y lo sacó a flote.
EKDAL: Senor Werle: es un pato salvaje.
GREGORIO: ?Y se lo dieron a ustedes?
GREGORIO: ?Un pato salvaje?
HIALMAR: Estuvo un tiempo en casa de tu
EKDAL: Es nuestro pato, amigo. padre pero no se acostumbraba. Le or-
denaron a Pettersen que lo mate.
EUGENIA: Mi pato, porque es mio.
EKDAL: (Adormilado.) Pettersen, sí señor...
GREGORIO: ?Y puede vivir aqui en el Imbécil...
desvan?
HIALMAR: Y como papa lo conoce tanto a
EKDAL: Bueno, por supuesto le hemos Pettersen, se arregló para que se lo die-
puesto una tina con agua limpia, para ran.
que chapotee.
GREGORIO: ?Y esta contento en el desvan?
HIALMAR: Se la cambiamos dia por medio.
HIALMAR: ¡Muy contento! ¡Engordó! Lleva
GINA: Hialmar, querido, esta haciendo frio tanto tiempo aquí que ya casi se vuelve
aqui. doméstico.

EKDAL: Bueno... habra que ir cerrando por GREGORIO: ¿Encerrado?. Tal vez. Te doy un
hoy. Mas vale no interrumpirles el des- sólo consejo: que no vea nunca ni cielo ni
canso. La puerta, Eugenia. mar. (Un tiempo.) Entre paréntesis: Dijiste
que tenías una habitación para alquilar...
Cierran.
HIALMAR: Si. ?Se te ocurre alguien que...?
EKDAL: Ya lo verá mejor alguna otra vez.
(Se sienta en el sillón junto a la estufa.) GREGORIO: ?Me la alquilarias?.
Son muy extraños los patos salvajes,
?sabe?. GINA: Pero senor Werle...

GREGORIO: ¿Y cómo se las arregló para GREGORIO: ?Puedo alquilarla? Me trasla-


cazarlo vivo? daria manana a primera hora.

EKDAL: ?Yo...? En todo caso habria que HIALMAR: Por nosotros encantados...
preguntarselo a su padre.
GINA: Pero es que... Señor Werle esta no es
GINA: Pero no ha sido el senor Werle mis- una habitación digna de una persona
mo que nos ha regalado el pato. como...como...

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 16


HIALMAR: ¡Gina! ¿Por qué? a primera hora...? (A Gina.) Créame que
no voy a darle ninguna molestia. Yo me
GINA: Bueno, no es demasiado grande, y arreglo solo. (A Hialmar.) De lo demas,
es un poco oscura como para... ya hablaremos manana. (Saluda.) Senora
Ekdal... Eugenia...
GREGORIO: No tengo demasiados escru-
pulos, no vaya a creer. GINA: Buenas noches senor Werle.

HIALMAR: Yo, sin embargo, la encuentro HIALMAR: Cuidado, la escalera esta oscu-
bonita, y esta bastante bien amueblada. ra.

GINA: Con esos... esos dos que viven aba- Hialmar lo acompana hasta la puerta. Sale
jo... Esos... Gregorio.

HIALMAR: El licenciado Molvik, y el doctor HIALMAR: ?Al fin puede uno comerse un
Relling. bocado! (Come su sandwich.) ?Lo ves,
Gina...? Hay que saber moverse.
GREGORIO: ?Relling? Hubo un doctor
Relling durante un tiempo en Hoidal. GINA: Sí. Hubiese preferido que fuese otro
el inquilino. ¿Qué va a decir el director?
HIALMAR: El mismo.
HIALMAR: ¿Werle? ¿Y qué le puede impor-
GINA: Creo que lo mejor es consultarlo con tar?
la almohada antes de decidirse.
GINA: Es claro que algo no anda bien entre
GREGORIO: No la veo muy dispuesta a te- ellos.
nerme en su casa, senora Ekdal.
HIALMAR: Nunca anduvo bien.
GINA: ¡Dios me libre! ¿Cómo se le ocurre?.
GINA: No sea cosa que crea que somos no-
HIALMAR: ?Realmente Gina...! (A Gregorio.) sotros los que le hemos llenado la cabe-
?Vas a quedarte por el momento en la za.
ciudad?
HIALMAR: Bueno, si lo quiere creer... El
GREGORIO: (Poniéndose el abrigo.) Sí. director Werle ha hecho mucho por mi,
lo reconozco; pero eso no significa que
HIALMAR: ?Y que harias aqui?. yo tenga que estar a sus órdenes por toda
la eternidad.
GREGORIO: (Pausa) Bueno, si lo supiera
seguramente estaria mas tranquilo. Pero GINA: Mientras no se desquite con el po-
cuando uno tiene la desgracia de llamar- bre abuelo, y le saque el trabajo de las
se Gregorio Werle. copias.

HIALMAR: (Ríe.) Y si no fueras Gregorio HIALMAR: Bueno, casi te diria: mejor. Un


Werle, ¿qué te gustaría ser? hombre como yo... Un... un hombre de
ciencia, tener que ver que a su padre
GREGORIO: ?Si me dieran a elegir? (Tiem- anciano lo tratan como un... paria. Pero
po.) Un perro. ya está llegando el día. Sí, señor. (Come
otro sandwich.) Uno tiene una misión en
GINA: ?Un perro? la vida. Una misión, y la voy a cumplir.
Como que me llamo Hialmar Ekdal que
GREGORIO: Si. Un perro inteligente. De la voy a cumplir.
esos capaces de zambullirse y rescatar a
un pato salvaje que se agarra desespera- EUGENIA: Eso, papa.
do a las raices del fondo.
HIALMAR: Hemos alquilado el cuarto. Eso
HIALMAR: Francamente, Gregorio, no en- me da más independencia para mis...
tiendo una palabra. investigaciones. Sí señor: el hombre que
se impone una misión en la vida tiene
GREGORIO: No importa. Creo que ni si- que ser independiente. (Por su padre que
quiera tiene sentido. ¿Entonces mañana duerme en el sillón.) Gina: antes que

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 17


nada vamos a acostarlo. Pobre viejo. No Vuelve de mala gana a los retoques.
pierdas la fe en tu hijo. Tiene hombros
anchos. Y un dia, cuando te despiertes... EKDAL: (Vuelve a asomarse. En voz baja.)
?No te parece, Gina? ?Mucho que hacer?.

GINA: Si. Cuidado al levantarlo. ?Vamos? HIALMAR: No doy abasto con estas foto-
grafias.
HIALMAR: Si. Vamos.
EKDAL: Bueno, bueno, nada. Si estas tan
Se llevan con cuidado al viejo dormido. ocupado... (Vuelve a su cuarto dejando
la puerta abierta.)
ACTO TERCERO
HIALMAR: (Deja el pincel y va hasta la puer-
Estudio de Hialmar por la manana. Luz por ta de Ekdal.) ?Estas haciendo algo?
la claraboya del techo. Esta corrido el cor-
tinaje. Hialmar, a la mesa, retoca unas EKDAL: Ya que estas tan atareado, yo tam-
fotografias. Eugenia merodea y fastidia. bién, caramba.
Entra Gina de la calle.
HIALMAR: Bueno... bueno... (Vuelve al tra-
HIALMAR: ?Echaste una ojeada al cuarto bajo.)
de Gregorio?
EKDAL: (Unos instantes después vuelve a
GINA: Si. asomarse a la puerta.) En fin... Ahora,
ya, tanto apuro no tengo.
HIALMAR: Lo invité a desayunar. Como es
el primer dia. ?Hay algo en casa? HIALMAR: ?Hacias copias?.

GINA: Habra que buscar algo. EKDAL: ¡Maldita oficina! ¿No pueden es-
perar un día más? No es cuestión de vida
HIALMAR: Creo que Relling y Molvic van a o muerte, tampoco.
subir también. Me encontré con Relling
en la escalera y tuve que... HIALMAR: Y al fin y al cabo uno tampoco
es un esclavo, ?no?
GINA: ¿Así que también esa pareja de sin-
vergüenzas? EKDAL: Y con todo lo que hay que hacer
ahi adentro.
HIALMAR: ¡Dos más, dos menos...!
HIALMAR: Eso justamente es lo que iba a
EKDAL: (Asomando desde su puerta.) decirte. ?Abro?
Hialmar... (Nota la presencia de Gina.)
Ah... EKDAL: Y... No estaria mal, ir viendo...

GINA: ?Necesitaba algo, abuelo? HIALMAR: Asi acabamos de una vez por
todas, ?no?
EKDAL: No, no, es igual. (Vuelve a entrar.)
EKDAL: Tendria que estar listo manana a
HIALMAR: Gina... un poco de ensalada de la manana. ?Porque es manana, no?
arenque no vendria mal. Relling y Molvic
han andado de... de copas seguramente HIALMAR: (Asiente) Manana.
anoche, y...
Hialmar y Ekdal abren las puertas del
GINA: Mientras no se me aparezcan ahora. desvan. Entra luz por el tragaluz del te-
cho. Vuelan algunas palomas de aqui a
HIALMAR: Pero si no hay ningun apuro... alla, y otras permanecen en las vigas arru-
Tenemos todo el tiempo del mundo. llando. Las gallinas cacarean en el fondo.

GINA: Podrias ir trabajando un poco en esas HIALMAR: Cuando quieras.


fotos mientras tanto.
EKDAL: ?No me vas a ayudar?
HIALMAR: Pero si estoy trabajando, caram-
ba. Yo, cuando puedo, ya se sabe... HIALMAR: Bueno, después de todo creo

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 18


que... (Al ver a Gina en la puerta de la HIALMAR: (Tras un silencio.) Lo unico que
cocina.) ¿Yo?. No, no tengo tiempo... Con te veo hacer es meter las narices en todo.
todo el trabajo que hay. (Tirando de una ?Te han encargado que me vigiles?
cuerda baja una especie de telón ordina-
rio que deja invisible la parte baja de la EUGENIA: ¡Qué idea!
buhardilla. Vuelve a la mesa.) A ver si de
una vez por todas puedo tener un mo- HIALMAR: ¿Qué hace tu madre?
mento de tranquilidad.
EUGENIA: Esta ocupadisima con la ensa-
GINA: ¿Otra vez allí adentro, haciendo vaya lada de arenque. ?Te puedo ayudar?
a saber qué cosas...?
HIALMAR: No, no. Es mejor que haga todo
HIALMAR: Preferirias que ande por ahi to- yo sólo. Mientras me queden fuerzas. Al
mando... (Se sienta.) ?Buscabas algo? fin y al cabo qué importa que tu padre
consuma su salud...
GINA: Queria preguntarte si pongo la mesa
aqui. EUGENIA: ?No digas eso, papa!. (Espia
hacia el desvan.)
HIALMAR: Si... Supongo que no vendra
nadie tan temprano. HIALMAR: Eugenia... ¿Qué hace?

GINA: No. No espero a nadie. Solo esa pare- EUGENIA: Parece que quiere abrir un ca-
ja de novios que tienen que posar juntos. mino nuevo para que el pato llegue has-
ta la tina.
HIALMAR: ¡Pero caramba, ¿no podían po-
sar juntos otro día?! HIALMAR: Trabajando así, sólo, no lo va a
terminar nunca. Y yo aquí condenado a
GINA: Hialmar, mi amor... Los cité para esta silla.
después de comer, mientras estés hacien-
do la siesta. EUGENIA: Yo lo puedo hacer, papa. Dame
el pincel.
HIALMAR: Ah, bueno, bueno. Entonces si,
pondremos aqui la mesa. HIALMAR: ?Que locura! No harias mas que
estropearte la vista.
GINA: Igual no hay ningun apuro. Se la
puede seguir usando, digo. EUGENIA: Para nada. Dame ese pincel.

HIALMAR: Ya ves que estoy usandola todo HIALMAR: (Duda.) Bueno... (Levantándo-
lo que puedo. se.) Es sólo un minuto ¿eh?.

Gina vuelve a la cocina. Un tiempo. EUGENIA: ¿Qué daño me puede hacer?


Vamos a ver... Vamos a empezar por ésta.
Desde la buhardilla Ekdal lo chista.
HIALMAR: Nada de estropearte los ojos,
HIALMAR: ¿Qué...? ?Esta claro? No quiero hacerme respon-
sable de... Es tu propia responsabilidad.
EKDAL: Me parece que sea como sea va-
mos a tener que mover la tina. EUGENIA: Si, mia. Solo mia.

HIALMAR: Si, eso estaba pensando. HIALMAR: ?Ahi va! ?Muy bien, Eugenia...!
Muy bien... Un minuto, eh... Un minuto.
EKDAL: En fin... En fin... (Vuelve a entrar.) O dos. (Se mete apresuradamente en el
desvan.)
Hialmar trabaja un momento, mira de reojo
la buhardilla, se levanta a medias. Apa- Eugenia trabaja. Ekdal y Hialmar discuten
rece Eugenia por la puerta de la cocina. adentro. Hialmar se asoma.

HIALMAR: (Sentándose apresuradamente.) HIALMAR: Eugenia, dame las tenazas que


¿Qué pasa? estan en el estante. Y el martillo, ya que
estas. (Volviendo adentro.) Vamos a ver...
EUGENIA: Nada. Queria estar cerca tuyo. A ver si puedo explicarte como es la idea.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 19


(Eugenia le alcanza las herramientas.) Cuando tenga tiempo. Todavía no ha te-
Gracias hijita. Menos mal que llegué yo, nido, pero cuando tenga...
sino esto... (Vuelve adentro nuevamen-
te. Martillazos. Llaman a la puerta, pero GREGORIO: ?Y estás todo el día aquí?
Eugenia no lo advierte.)
EUGENIA: Todo el dia aqui.
GREGORIO: (Asomandose. De entrecasa.)
Buenos dias. GREGORIO: Y ese desvan, me imagino,
debe ser como un mundo aparte.
EUGENIA: ?Adelante!
EUGENIA: Hay tantas cosas extraordina-
GREGORIO: Permiso... (Por los golpes.) rias ahi.
Parece que tienen gente trabajando hoy
aqui. GREGORIO: ?De veras?

EUGENIA: Papa y el abuelo. Voy a avisarles. EUGENIA: Si. Unos armarios enormes, lle-
nos de libros... Y muchos tienen estam-
GREGORIO: No, no. Prefiero esperar un pas.
rato.
GREGORIO: ?Ah...!
EUGENIA: ?Hay un desorden en esta mesa!
(Empieza a sacar las fotos.) EUGENIA: Y un escritorio antiguo con ca-
joncitos, y un reloj grande con figuras
GREGORIO: Por favor, no... ?Son las foto- que salen cuando suena la hora. Pero no
grafias para retocar? funciona mas.

EUGENIA: Lo estoy ayudando un poco a GREGORIO: De manera que el tiempo se


papa. ha detenido alli, en los dominios del pato
salvaje.
GREGORIO: Por mi, no interrumpas tu tra-
bajo. EUGENIA: Ajá. También hay una caja muy
vieja, con pinturas; y otras cosas por el
EUGENIA: Voy a seguir otro ratito. estilo. Pero sobre todo: libros.

Gregorio la mira en silencio. GREGORIO: ?Y te gusta leer esos libros?

GREGORIO: ¿Durmió bien el pato salvaje EUGENIA: Siempre que puedo. Lo que pasa
esta noche? es que la mayoría están en inglés; y yo
no entiendo inglés. Pero miro las figu-
EUGENIA: Creo que si, gracias. ras. Hay uno enorme, así, que se llama
«History of London» y tiene muchísimos
GREGORIO: (Por el desvan.) Con luz de dia grabados. Debe tener, no sé, cien años,
se lo ve muy distinto. por lo menos. Doscientos... En la prime-
ra página se ve a la muerte con un reloj
EUGENIA: Cambia mucho, si. de arena, y una muchachita. ¡Horrible!
Mas adelante, si, hay otras con iglesias y
GREGORIO: Y... ?Te gusta estar alli? Con castillos, y barcos por los mares...
el pato salvaje, digo...
GREGORIO: Y digo yo, Eugenia. cuando
EUGENIA: Si. Siempre que puedo. estas ahi metida, mirando las estampas:
?No se sienten ganas de salir y ver el
GREGORIO: Seguramente, mucho tiempo mundo de verdad...?
de sobra no tendras. Con el colegio y to-
das esas cosas. EUGENIA: No senor. Me gusta asi. Quedar-
me siempre en casa con papa y mama. Y
EUGENIA: No voy al colegio. A papa le da el abuelo. Y el pato... Mi pato.
miedo que me estropee la vista.
GREGORIO: Aja...
GREGORIO: ¿Te enseña él mismo?
EUGENIA: (Aclara) Se lo presto a veces a
EUGENIA: Ajá. Bueno... me lo prometió. papá y al abuelo, pero el pato es sólo mío.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 20


GREGORIO: Supongo que alla adentro ese cocina y pone la mesa. Gregorio hojea
pato sera dueno y senor. un album.

EUGENIA: Claro. Es un auténtico pato sal- GREGORIO: Me han dicho que sabe reto-
vaje. Da tanta pena el pobre, sin tener car, senora Ekdal.
con quien entretenerse.
GINA: Claro que sé.
GREGORIO: No tiene familia, como los co-
nejos. GREGORIO: Una feliz coincidencia.

EUGENIA: No. Las gallinas, a ratos se jun- GINA: ¿De qué?


tan entre ellas. Pero él, pobrecito, sepa-
rado de los suyos... Tan extraño... Nadie GREGORIO: Que Hialmar se hiciera fotó-
lo conoce. Nadie sabe de donde salió. grafo, digo.

GREGORIO: Y, como si fuera poco, viene EUGENIA: Mamá también sabe hacer foto-
de la profundidad de los mares. grafías.

EUGENIA: (Reprime una sonrisa.) ¿Por qué GINA: Bueno. Tuve que aprender, claro.
dice «de la profundidad de los mares»?
GREGORIO: ?Asi, que en realidad, es us-
GREGORIO: ¿Y cómo habría que decirlo? ted la que lleva el negocio?.

EUGENIA: Bueno, podria haber dicho... «del GINA: Y... Cuando Hialmar no tiene tiem-
fondo del mar». po...

GREGORIO: ¿Y por qué no «de la profundi- GREGORIO: Claro, ocupado como esta, con
dad de los mares»? su padre...

EUGENIA: No sé. Me suena tan... raro que GINA: Sí. Se da cuenta que esto de tener
lo diga usted. que andar retratando a fulano o a men-
gano no es algo justamente para un hom-
GREGORIO: ¿Y por qué será? A ver. bre como él.

EUGENIA: En realidad... Bueno, no sé. Una GREGORIO: Bueno, pero estando en el ofi-
tontería. cio...

GREGORIO: No es ninguna tontería segu- GINA: ¿Oficio? Señor Werle: mi Hialmar no


ramente. Vamos a ver. ¿Por qué te hizo es un... un fotógrafo vulgar y silvestre.
sonreír?
Se escucha un tiro que proviene del altillo.
EUGENIA: Es que siempre que pienso en Gregorio se sobresalta.
el desván y en todo lo que hay adentro,
se me ocurre que eso allí se llama «la GREGORIO: ¿Qué es eso?
profundidad de los mares». No sé por
qué, pero así se me ocurre. Tonterias, GINA: ??Sera posible?! ?Ya empiezan otra
bah... vez con la escopeta!

GREGORIO: No me lo parece para nada. GREGORIO: ?Disparan?

EUGENIA: Al fin y al cabo no es mas que EUGENIA: Salieron de caza.


un desvan.
GREGORIO: ¡Cómo! (Se acerca a la puer-
GREGORIO: (La mira fijamente.) ?Estas ta.) ¡Hialmar! ?Estas... Estas disparan-
segura? do en el desvan?

EUGENIA: ?Que no es mas que un desvan? HIALMAR: (Desde adentro.) ¿Llegaste, Gre-
gorio? Ni me enteré, estaba tan ocupa-
GREGORIO: ?Absolutamente segura? do. (A Eugenia.) ¡Si nadie me avisa! (A
Gregorio, enseñando un pistolón de do-
Eugenia calla asombrada. Gina llega de la ble caño.) Es con esto nada más.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 21


GINA: Alguno de estos dias va a haber una GINA: En un momento. Eugenia... Necesi-
desgracia con esa arma. to que me ayudes.

HIALMAR: No va a haber ninguna desgra- Gina y Eugenia salen hacia la cocina.


cia, y se dice ese arma, no esa. Veinte
veces te lo he dicho ya. HIALMAR: Seria mejor que no te quedes ahi
mirando a mi padre. No le gusta.
GINA: Ese o esa. Un dia va a haber una Convendria que cierre la puerta antes que
desgracia. vengan los demas. (Da unas palmadas
para espantar a las aves.) ?Ush! ?Ush!
GREGORIO: Asi que el amigo Hialmar se ?Vamos, vamos! (Cierra la puerta.) Bue-
ha vuelto cazador, también. no... como ves, a Gina no le gusta mu-
cho esto de tener animales en el estudio.
HIALMAR: Bueno... ¡cazador...! Tiro un poco
a los conejos de vez en cuando. (Confi- GREGORIO: Lógico. Siendo el estudio su
dencial.) Por papá, Gregorio, no sé si... lugar de trabajo, ?no?.

GINA: Los hombres son gente rara. Si yo HIALMAR: Bueno, las cosas mas sencillas
tendria que divertirme... se las confio a ella. Asi puedo refugiarme
en la sala a pensar en cosas mas impor-
HIALMAR: (Interrumpe.) Tuviese. Si yo «tu- tantes, en mi... (Indeciso) Gregorio, te han
viese». hablado seguramente de mi invento...?

GINA: (Dolida.) Hialmar... GREGORIO: ?Un invento.? No.

HIALMAR: Y no hay más que hablar. (A HIALMAR: Bueno, todavía no está del todo
Gregorio.) De afuera no se escuchan... terminado, pero estoy trabajando en él.
Los tiros, digo. (Coloca el arma en el es- Te podrás imaginar que cuando decidí
tante.) Cuidado con el arma, Eugenia. dedicarme a la fotografía no era para
Uno de los cañones quedó cargado, ¿sí?. hacer retratos a cualquiera.

EUGENIA: Ahora que terminó la caceria GREGORIO: Eso justamente me comenta-


puede mirar al pato. ba Gina recién. ¿Y de qué se trata, si se
puede saber?
GREGORIO: (Mirando hacia adentro.) Tie-
ne un ala caida. HIALMAR: Amigo... no me pidas detalles,
¿sí?. La cosa precisa tiempo. Y no vayas
HIALMAR: La de la perdigonada. a creer que lo hago por dinero, por vani-
dad, o algo así. No trabajo para mí, Gre-
GREGORIO: Y arrastra una pata. gorio, no, no. Es la misión que me impu-
se, y no la abandono de dia ni de noche.
HIALMAR: Apenas.
GREGORIO: ¿Y cuál es esa misión, si se
EUGENIA: La que le mordió el perro. puede saber?

HIALMAR: Pero fuera de eso... Y es asom- HIALMAR: Hay un anciano de cabellos


broso, pensando en la acantidad de per- blancos en esta casa, Gregorio.
digones que lleva en el cuerpo, y que
anduvo entre los colmillos de ese perro. GREGORIO: ¿Tu padre...? ¿Y qué podrías
hacer por él?
GREGORIO: (Mira a Eugenia.) Y sobretodo
que ha estado tanto tiempo «en la pro- HIALMAR: Nada menos que devolverle la
fundidad de los mares». dignidad perdida. Recuperar el honor del
apellido Ekdal.
EUGENIA: (Sonrie.) Si.
GREGORIO: ¿Y esa es tu misión?
GINA: El bendito pato. Tanta preocupación
por un pato salvaje. HIALMAR: Quiero salvar a ese náufrago,
Gregorio. El doctor Relling dice que cuan-
HIALMAR: ?Falta mucho para el almuer- do esté listo el invento, cuando vengan
zo? los reconocimientos, las honras, le per-

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 22


mitirán a papá volver a vestir el unifor- te has infectado, y te has ido a lo mas
me. En todo caso, sólo exigiré eso como hondo para morir en la oscuridad.
premio. La única recompensa del pobre
inventor. HIALMAR: ¿En la oscuridad? ¿Morir...?
¿Qué disparates son esos Gregorio?.
GREGORIO: Entonces, es lo del uniforme
lo que... GREGORIO: Calma. Yo voy a sacarte a la
superficie, Hialmar. Yo también tengo
HIALMAR: Mi único anhelo. Nadie puede una misión en la vida. La encontré ayer.
imaginar lo que sufro por él. Si lo vie-
ras... No hay fiesta familiar que no haga HIALMAR: Gregorio, te pediría que no me
su entrada con el viejo uniforme, el de mezcles con esa... misión. Aparte de mi
los días felices. Pero basta que llamen a melancolía, que es una cosa natural en
la puerta, para que corra a su cuarto a mí, estoy tan a gusto con mi vida como
cambiarse. Asustado de que alguien pue- cualquiera lo podria desear.
da verlo. Eso desgarra el corazón de un
hijo, Gregorio. GREGORIO: Otro efecto del veneno.

GREGORIO: ?Y cuanto tiempo te llevara HIALMAR: Gregorio, no me hables de ve-


terminar tu invento? nenos, ni de enfermedades... No... No es-
toy acostumbrado. Aqui en casa no ha-
HIALMAR: ¡Bueno, por Dios, no me pidas blamos de esas cosas. No sera una casa
detalles así! ¡Cuánto tiempo...! En un des- rica, bueno, pero soy un inventor, un
cubrimiento hay muchas cosas imprevi- padre de familia. Esas cosas lo elevan a
sibles. Depende mucho de la inspira- uno por encima de las pequeñeces de
ción... de la... la intuición. todos los días. ¡Pero qué bien, aquí llega
el almuerzo!.
GREGORIO: ?Pero avanza al menos?
Entran Gina y Eugenia con bandejas. Des-
HIALMAR: ¡Y ya lo creo!. A su ritmo. Todas de la puerta de la escalera Relling y
las tardes, después de almorzar, me en- Molvik, vestido de riguroso negro.
cierro en la sala donde uno puede pen-
sar tranquilo, meditar. Sin urgencias, eso GINA: Hay dos que si llegan a tiempo.
sí. Si algo no sirve es que me apuren,
como dice el doctor Relling. RELLING: A Molvik se le metió en la cabe-
za que olía como ráfagas de arenque, y
GREGORIO: ?Y no te parece que toda esta ya no hubo manera de detenerlo. Bue-
cuestión del pato salvaje, y el desván te nos días de nuevo, Hialmar.
distraen del invento...?
HIALMAR: Gregorio, te presento al senor
HIALMAR: ?Todo lo contrario! No es hu- Molvic, licenciado en teologia... y al doc-
manamente posible estar eternamente tor Relling. ?Se conocian ya, verdad?
concentrado en lo mismo. Es importante
un... un pasatiempo, digamos para re- GREGORIO: Apenas.
frescarse un poco las ideas. La inspira-
ción, el rayo de luz, cuando llega, llega. RELLING: ¡El señor Werle hijo, cómo no!
Si es que llega. Nos hemos peleado bastante allá arri-
ba en Hoidal. ¿Ha venido a instalarse
GREGORIO: Mi querido Hialmar... Te miro, aquí?
y te veo tanto de pato salvaje.
GREGORIO: Desde esta manana.
HIALMAR: ?De pato salvaje?
RELLING: Abajo vivimos Molvik y yo, así
GREGORIO: Te has hundido hasta el ba- que si necesita médico, y después pas-
rro del fondo, y te has agarrado a las tor, no tiene que ir demasiado lejos.
raices.
GREGORIO: Gracias. Todo puede pasar:
HIALMAR: Gregorio... ayer fuimos trece a la mesa.

GREGORIO: Yo no diria que estas herido, HIALMAR: Basta, Gregorio, de ideas sinies-
pero si que te metiste en un pantano, que tras.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 23


RELLING: Calma, Hialmar Ekdal. El dedo compromiso que exigía. ¿Cómo era...?
de la fatalidad no te toca. Te lo aseguro
yo. GREGORIO: (Evasivo.) Ah, si.

HIALMAR: (Por Gina y Eugenia.) Así lo es- RELLING: ?»La exigencia de los ideales.»!
pero por ellas. ¡Pero ahora sentémonos, Asi era.
comamos, tomemos, y disfrutemos!
GREGORIO: Una tonteria.
GREGORIO: ?No esperamos a tu padre?
RELLING: ?Tonteria? Recorria el pueblo de
HIALMAR: No. Prefiere comer en su cuarto Hoidal reclamando el cumplimiento de
mas tarde. «La exigencia de los ideales.»

Comen y beben. Gina y Eugenia van y vie- GREGORIO: Bueno. Era muy joven.
nen sirviéndolos.
RELLING: Indudablemente era joven, sí. Y
RELLING: ?Que borracho estaba Molvik que yo recuerde, mientras estuve allí no
anoche, senora Ekdal! ?Habia que verlo! consiguió un solo seguidor.

GINA: Ninguna novedad. GREGORIO: Ni después tampoco.

RELLING: ¿No lo oyó cuando lo traje? RELLING: Presumo que habra tenido la
cordura de transigir un poco.
GINA: No, no escuché nada.
GREGORIO: No transijo nunca cuando tra-
RELLING: Mejor, porque estaba hecho una to con hombres dignos de ese nombre.
lástima, realmente.
HIALMAR: Eso me parece muy bien, muy
GINA: ?Si, Molvik? bien. Gina: un poquito mas de manteca,
?podria ser?
MOLVIK: Corramos un velo sobre los acon-
tecimientos de anoche, senora. Esas co- RELLING: Y una tajada de panceta para
sas son totalmente ajenas a mi yo supe- Molvik.
rior.
MOLVIK: ?Por favor, no...! ?Ni la palabra,
RELLING: El pobre se pone como un poseí- panceta!
do. Lo domina una especie de sugestión,
y no hay más remedio que sacarlo de fa- Se escuchan golpes en la puerta del altillo.
rra por ahí. No hay nada que hacer. Nos
guste o no nos guste el Licenciado Molvik HIALMAR: Eugenia... El abuelo quiere sa-
es un auténtico demoníaco. lir.

GREGORIO: ?Demoniaco? Eugenia abre. Entra el viejo Ekdal con una


piel de conejo recién arrancada, sangrante.
RELLING: Demoniaco.
EKDAL: Buenos días señores. Buena caza
GREGORIO: Aha. la de hoy. Maté uno de los grandes.

RELLING: Y las naturalezas demoniacas no HIALMAR: Y lo desollaste sin esperarme.


pueden andar por la senda recta. Eso no
esta hecho para ellos. Necesitan serpen- EKDAL: Y lo salé también, ya que estaba.
tear un poco de vez en cuando. Desviar- Me gusta la carne de conejo; es blanda y
se, perderse y volver a encontrarse. ?En dulzona. Gusto a azúcar. ¡Buen prove-
fin...! ?Y usted sigue resistiendo alla arri- cho, señores!
ba en esa fabrica espantosa?
Entra a su pieza.
GREGORIO: Hasta ahora lo vengo sopor-
tando. MOLVIK: (Levantandose.) Disculpen un
segundo. No... No puedo mas...
RELLING: ¿Y logró por fin convencer a al-
guien de esa famosa teoría suya...? Aquel RELLING: ?Sal de fruta, tonto!

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 24


Molvik sale apurado. HIALMAR: ?Gregorio, otra vez...!

RELLING: ?Un brindis por el viejo cazador! GINA: Dios sabe que en esta casa olor no
va a encontrar. Todas las mananas, an-
HIALMAR: ?Si, por nuestro Buffalo Bill al tes que nada se ventila pieza por pieza.
borde de la tumba!. (Brinda y ríe.)
GREGORIO: (Abandonando la mesa.) Créa-
RELLING: ¡Hialmar Ekdal sí que es un hom- me que el hedor al que me refiero no suele
bre feliz! ¡Tiene una misión por la cual ventilarse en esta casa.
luchar...! ¡Y una mujercita que va silen-
ciosa de aquí para allá moviendo esas HIALMAR: ?Hedor?
caderas... Haciendo todo confortable, y
abrigadito a su alrededor...! GINA: ¿Qué te parece eso, Hialmar?

HIALMAR: La verdad, Gina, es una buena RELLING: Perdone... ?No sera usted el que
companera. trae el olor de alla, de la fabrica?

GINA: Quieren hacer el favor de dejar de GREGORIO: Es propio de usted llamar olor
cotorrear sobre mi. a lo que yo traigo a esta casa.

RELLING: ?Y la pequena Eugenia, Hialmar! RELLING: Escuche, senor Werle hijo; me


parece que usted todavia conserva intac-
HIALMAR: ¡Eugenia...! ¡Eugenia sobre todo! ta en el bolsillo aquella «exigencia de los
(Le acaricia el pelo.) A ver... ¿Qué día es ideales»
mañana?.
GREGORIO: No en el bolsillo; en el cora-
EUGENIA: (Evadiéndose.) Esta bien, ya. zón.

HIALMAR: Se me parte el corazón cuando RELLING: ¡Métasela donde le guste! Pero


pienso que no tendrás más que esa hu- mientras yo esté aquí le aconsejo que no
milde fiestita en el desván. la saque.

EUGENIA: ?Pero si eso es justamente lo que GREGORIO: ¿Y si lo hago, qué?


quiero!
RELLING: Va a bajar las escaleras con la
RELLING: Un poco mas de paciencia cabeza. Y no diga que no se lo adverti.
Eugenia. Hasta que tu padre termine ese
invento extraordinario. HIALMAR: Pero Relling...

HIALMAR: Si señor. ¡Y no pasará mucho! GREGORIO: Inténtelo...


Eugenia, he tomado la decisión de ase-
gurar tu porvenir. Serás feliz mientras GINA: ¡Relling, por favor!, ¡Y usted, señor
vivas. Exigiré algo para mi hija. No se... Werle, no es quién para venir a hablar
algo. Va a ser la única recompensa del acá de olor!
pobre inventor.
Llaman a la puerta.
EUGENIA: (Lo abraza.) Papá... Querido
papá. EUGENIA: Llaman, mama.

RELLING: (A Gregorio.) ¡Señor Werle! ¿Qué HIALMAR: ?Uf, mas fotos!


se siente, para variar, compartiendo la
mesa bien servida de una familia dicho- GINA: (Abre la puerta. Se estremece y re-
sa?. trocede.) ?Usted...?

HIALMAR: ?Para mi, nada mejor que la hora El director Werle, con abrigo de piel, entra
de comer! en el estudio.

GREGORIO: Por mi parte, me ahoga el olor WERLE: Disculpen. Tengo entendido que
del pantano. mi hijo vive aqui.

RELLING: ?Del pantano? GINA: (Sofocada.) Si.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 25


HIALMAR: Senor director, por favor, ade- que lo estan llevando a la ruina.
lante...
WERLE: Creyendo, naturalmente, que con
WERLE: Gracias. Sólo deseo hablar con mi eso le estas haciendo un bien.
hijo.
GREGORIO: Tengo la seguridad absoluta.
GREGORIO: Bien, ?que hay? Aqui estoy.
WERLE: Y pensando que el fotógrafo Ekdal
WERLE: Quisiera hablar a solas. terminará agradeciéndote semejante
prueba de amistad.
HIALMAR: Por favor, pueden hacerlo aquí
mismo. Vamos al salón, Relling... Gina... GREGORIO: Si. Asi lo creo.

Salen. Pausa. WERLE: Ya lo veremos.

GREGORIO: Bueno, ya estamos solos. GREGORIO: Si voy a seguir soportando la


vida, tengo que encontrar un remedio
WERLE: Por las insinuaciones que hiciste para mi conciencia enferma.
anoche, y viendo que te has venido a vi-
vir aqui, presumo que tus intenciones WERLE: No se curará nunca. Ha estado
para conmigo no son muy buenas. enferma desde tu infancia. Herencia de
tu madre, Gregorio: La única que te legó.
GREGORIO: Mi única intención es abrirle
los ojos a Hialmar Ekdal. Que vea la rea- GREGORIO: Todavía no has podido digerir
lidad tal como es. Eso es todo. la desilusión que te llevaste cuando des-
cubriste que la fortuna con la que te
WERLE: Así que esa es la misión de la que creias casar... no era tal.
hablabas.
WERLE: No cambiemos de tema. Entonces
GREGORIO: Si. No me dejaste otra. estas decidido a poner a Hialmar sobre
una pista que te parece acertada.
WERLE: ?Soy yo quien te ha perturbado el
espiritu? GREGORIO: Esa es mi intención.

GREGORIO: Me arruinaste la existencia. Y WERLE: Creo que podria haberme ahorra-


no me refiero a lo de mi madre. Quien do el paseo hasta aqui. Deduzco que es
otro, si no, seria el culpable de los re- inutil preguntarte si volveras a casa.
mordimientos de conciencia que me ator-
mentan. GREGORIO: Inutil, si.

WERLE: Aha... Asi que es la conciencia la WERLE: ?Tampoco accederias a ser mi so-
que esta en juego. cio?

GREGORIO: Tendría que haber reacciona- GREGORIO: Tampoco.


do cuando se preparó esa trampa para el
teniente Ekdal. Tendria que haberlo WERLE: Muy bien. Pero como pienso vol-
prevenido porque sospechaba como ver a casarme voy a darte inmediatamen-
terminaria todo eso. te tu parte de mis bienes.

WERLE: Siendo asi, en efecto, ese era el GREGORIO: No quiero nada.


momento de hablar.
WERLE: ?No?
GREGORIO: Pero fui tan cobarde que no
me atrevi. Siempre te tuve terror. GREGORIO: No. Mi conciencia no me lo
permite.
WERLE: Por lo visto se te ha pasado.
WERLE: ?Vas a volver a la fabrica?
GREGORIO: Afortunadamente. El mal cau-
sado al viejo Ekdal por... nosotros, no pue- GREGORIO: No. Me considero despedido.
de remediarlo nadie; pero a Hialmar si
pienso salvarlo de la mentira y los enganos WERLE: ¿Y a qué vas a dedicarte en ade-

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 26


lante, si se puede saber? Sale.

GREGORIO: A cumplir mi misión. Exclusi- RELLING: Es una verdadera pena que este
vamente. tipo no se haya desbarrancado en uno
de esos precipicios de Hoidal.
WERLE: ¿Y de qué vas a vivir?
GINA: ¡Jesús! ¿Por qué dice una cosa así?
GREGORIO: Algo tengo ahorrado de mi
sueldo. RELLING: Yo me entiendo.

WERLE: ?Y para cuanto tiempo alcanzara? GINA: ?Le parece que esta loco de verdad...?

GREGORIO: Creo que durara lo que yo RELLING: No. no se trata de eso. No esta
dure. mas loco que la mayoria.

WERLE: ¿Qué significa eso? GINA: ¿Y qué tiene entonces?

GREGORIO: No tengo nada que contestar. RELLING: Voy a decirselo, Gina: Gregorio
Werle es nada mas ni nada menos que
WERLE: Entonces adiós, Gregorio. un extremista de la rectitud.

GREGORIO: Adiós. GINA: ?Y eso es una enfermedad?

Werle se va. RELLING: Hoy por hoy: grave. Por suerte apa-
rece sólo de manera esporádica. (Saludan-
HIALMAR: (Asomando.) ?Se fue? do a Gina.) Le agradezco el almuerzo.

GREGORIO: Si. Sale.

Entran los otros. ACTO IV

RELLING: Y nos estropeó el almuerzo. Estudio de Hialmar, momentos después de


hacer una fotografía. En medio de la ha-
GREGORIO: Hialmar: quiero que me bitación, la cámara, cubierta con un pano
acompanes a dar un largo paseo. negro, sobre un tripode, un par de sillas
y algun accesorio. Anochece. Gina, des-
HIALMAR: Bueno... Como no. ¿Qué que- de la puerta, despide a unos clientes.
ría?. ¿Se trataba de mí?.
GINA: Las tomas del sillón veré primero
GREGORIO: Vamos. Tenemos bastante que como salen antes de copiarlas. Las del
hablar. Voy a ponerme el abrigo. (Sale.) vestido de boda, que tienen más luz, se
las llevaré yo misma apenas las revele.
GINA: No deberías ir con él, Hialmar. Cuidado allí los escalones del recodo: son
estrechos, y con la oscuridad se ponen
RELLING: No vayas. Es mejor quedarse peligrosos.
aqui.
Cierra la puerta. Comienza a ordenar los
HIALMAR: (Toma su abrigo y su sombre- enseres del estudio.
ro.) ¿Cómo voy a...? Cuando un amigo
de la infancia necesita abrirme su cora- EUGENIA: ¿Cómo es posible que no haya
zón? vuelto todavía?

RELLING: Pero... ?Mierda! No ves que ese GINA: ?Estas segura que no esta abajo en
tipo esta chiflado, tocado de la cabeza, la pieza de Relling?
loco.
EUGENIA: Pregunté hace un momento.
GINA: ¡Que te decía yo! Su madre también
tenía ataques así, a veces. GINA: Se le va a enfriar la cena.

HIALMAR: Razón de más para necesitar el EUGENIA: Con lo puntual que es papa para
cuidado de un amigo. Adiós. Hasta luego. la comida.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 27


GINA: No te preocupes, Eugenia. No puede HIALMAR: ?Basta de estupideces, Eugenia!
tardar. (Descubre a Hialmar que llega.) Desde manana no piso mas ese desvan
?Aqui esta!
EUGENIA: ?Papa! Me prometiste que ma-
EUGENIA: ?Papa, cuanto te esperamos! nana habria fiesta.

GINA: (Mirandolo de soslayo.) Tardaste HIALMAR: Bueno... ?Desde pasado mana-


mucho, Hialmar. na!. Me dan ganas de retorcerle el cogote
a ese maldito pato.
HIALMAR: (Sin mirarla.) Si. Tardé bastan-
te. (Se quita el abrigo. Ellas quieren ayu- EUGENIA: ?Mi pato!
darlo pero él las rechaza.)
GINA: ?Dios me libre!
GINA: ?Comiste con Gregorio?
EUGENIA: (Sacudiéndolo.) ¡Papá! ¡El pato
HIALMAR: No. es mio...!

GINA: Te traigo la cena entonces HIALMAR: Por eso mismo no lo hago. Aun-
que en el fondo de mi alma sepa que es-
HIALMAR: No. No quiero comer. toy haciendo mal. No tengo por qué so-
portar bajo mi techo nada que venga de
EUGENIA: ?Te estas sintiendo mal, papa? esas manos.

HIALMAR: Regular. Dimos un paseo muy GINA: ¿Pero qué tiene que ver que el idiota
largo Gregorio y yo. de Pettersen se lo haya regalado al abue-
lo, para que...?
GINA: No tendrias que haber ido. No estas
acostumbrado. HIALMAR: Hay ciertas exigencias... la exi-
gencia de los ideales, ciertos compromi-
HIALMAR: Bah... Hay muchas cosas en este sos que un hombre no puede eludir sin
mundo a las que un hombre tiene que danar profundamente su alma.
acostumbrarse. ?Vino alguien mientras
yo no estuve? EUGENIA: Papa... Es solamente un pato...
un pato salvaje...
GINA: Los dos novios solamente.
HIALMAR: ?Y por eso te dije que lo perdo-
HIALMAR: ?Ningun encargo nuevo? no! Porque es tuyo. Y porque tengo otros
deberes mas importantes que cumplir.
GINA: No. Hoy tampoco. Bueno Eugenia, es hora de tu paseo.

EUGENIA: Seguro que manana va a haber EUGENIA: No tengo ganas de salir, ahora.
muchos.
HIALMAR: Este aire viciado no te sienta
HIALMAR: Espero. Porque desde mana- bien.
na pienso ponerme a trabajar en se-
rio. EUGENIA: Papa... Dame tu promesa de que
no le vas a hacer nada malo al pato cuan-
EUGENIA: ¿Mañana? ¿Qué día es maña- do yo esté afuera.
na, papá...?
HIALMAR: Te dije que no le tocaré ni una
HIALMAR: Ah... si. Verdad. Pasado mana- pluma. (La abraza.) Eugenia... Nosotros...
na, entonces. En adelante voy a hacer- (Le señala la puerta.) Vamos.
me cargo yo mismo de todo el trabajo.
Eugenia sale.
GINA: ?Y cual seria la ventaja, Hialmar?
Complicarte la vida... Si yo con la HIALMAR: Gina...
fotografia me arreglo bien. Mientras pue-
das seguir con el invento... GINA: ¿Qué?

EUGENIA: Y con el pato salvaje, papa, y HIALMAR: Desde manana..., o bueno, pa-
con las gallinas, los conejos... sado manana, quiero llevar yo mismo las

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 28


cuentas de la casa. rector Werle hayas tenido algo con él?

GINA: ?Las cuentas? GINA: No, no es verdad. En ese momento no.


El director siempre me anduvo atrás, eso
HIALMAR: Si. Bueno, o comprobar los in- sí. Y la señora creyendo que había algo armó
gresos, por lo menos. un escándalo horrible. Me tiró de los pelos,
un día, me pegó. Ahí me fui de la casa.
GINA: ?Jesus! ?Los ingresos...! Eso se com-
prueba enseguida. HIALMAR: Entonces fue después.

HIALMAR: No parece. Tengo la impresión GINA: Volvi a casa de mi madre. Ella... no


de que el dinero dura demasiado aquí. era como creias, Hialmar. No hacia mas
¿Cómo es eso? que insistirme con que si el senor era
viudo... ?Esta claro, no?
GINA: Sencillamente nos arreglamos con
poco. HIALMAR: ¿Y qué más?

HIALMAR: ?No sera que a mi padre le estan GINA: Bueno... Supongo que sera mejor que
pagando demasiado generosamente esas lo sepas de una vez por todas: No paró
copias que hace para Werle? hasta que consiguió lo que buscaba.

GINA: No lo sé. No sé cual es el precio que HIALMAR: ¡Y ésta es la madre de mi hija!


se paga por un trabajo como ese. ¡Cómo pudiste ocultarme todo eso!

HIALMAR: Resumiendo: ?Cuanto cobra, GINA: Hice mal. Lo reconozco. Tendría que
mas o menos? habértelo contado mucho antes.

GINA: Lo que gasta. Y algo mas para algu- HIALMAR: Si. Asi me habria dado cuenta a
na pequenez. tiempo de quién eras.

HIALMAR: ?Lo que gasta...? No me habias GINA: ?Te habrias casado conmigo?
dicho nada de eso.
HIALMAR: No.
GINA: No. Te hacia tan feliz pensar que con
tu plata lo mantenías. GINA: Por eso justamente no me animé. Yo
te quería demasiado, Hialmar. Y nadie
HIALMAR: Y resulta que lo mantiene el di- busca su propia desgracia.
rector Werle.
HIALMAR: ¡La madre de mi Eugenia! ¡Y
GINA: A Werle le sobra el dinero. pensar que mi casa...,(Patea una silla.)
todo ésto que llamo mi hogar, se lo debo
HIALMAR: (Seco) ?Podrias encender la al canalla de Werle!
lampara?
GINA: ?Vas a renegar de los quince anos
Gina lo hace. que vivimos juntos?.

GINA: Además, no fui yo quien le buscó ese HIALMAR: ?Y no sentias remordimiento


trabajo. Fue Berta Soerby, cuando entró cada dia, cada hora, por esta red de men-
en la casa del director. tiras que tejiste como una arana? ?La ver-
dad! ?No sentias remordimiento... Angus-
HIALMAR: Me parece que te tiembla la voz. tia, al menos!

GINA: ?La voz? GINA: ?Hialmar, mi amor! Tenia tanto que


hacer. Tanto en que pensar todo el dia
HIALMAR: Y las manos también. ¿O me en la casa.
equivoco?
HIALMAR: ¿Y nunca se te ocurrió mirar
GINA: Vamos, Hialmar. ¿Qué te dijo de mí, ése?. hacia atrás? ¿Examinar tu pasado?

HIALMAR: ?Es verdad..., puede ser verdad, GINA: Bien sabe Dios que casi me habia
que cuando trabajabas en casa del di- olvidado esas viejas historias.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 29


HIALMAR: ¡Qué insensibilidad! ¡Qué indi- mi despedida. Y mi sueño era que me
ferencia más monstruosa! Eso es lo que sobrevivieras, acomodada y sin preocu-
más me indigna. Ni el menor arrepenti- paciones. Que todo el mundo honrara en
miento. Gina Ekdal a la viuda del famoso inven-
tor desaparecido.
GINA: Hialmar: ¿Qué hubiese sido de tu
vida si no hubieras encontrado una mu- GINA: ?Hialmar, no hables asi! ?El senor
jer como yo? no me permita ver el dia en que me que-
de viuda!
HIALMAR: (Con ironia.) ?Una mujer como
ella! HIALMAR: ¡Qué importa, ahora que se ter-
minó todo!
GINA: Si. La que fui siempre. La mujer prac-
tica de la casa, como quien dice. Gregorio Werle abre cautelosamente la
puerta y mira.
HIALMAR: ¿Que qué habría sido de mi?
GREGORIO: ?Puedo pasar?
GINA: En la época en la que nos conoci-
mos ya empezabas a descarriarte. HIALMAR: Adelante.

HIALMAR: ?A descarriarme? Nunca vas a GREGORIO: (Radiante, tendiéndole las


entender lo que llega a sentir un hombre manos.) ¡Y bien, queridos amigos...! (A
desesperado, con un caracter impulsivo Hialmar por lo bajo.) ¿No lo hiciste toda-
como el mio, encima. vía?

GINA: No quiero discutir eso ahora. Lo cier- HIALMAR: (Sombrio.) Si. Ya lo hice.
to es que te volviste una buena persona
gracias a que tenias un hogar y una fa- GREGORIO: ?Si?
milia. Viviamos tranquilos y felices, y
ahora que nos habiamos instalado bien, HIALMAR: Y pasé la hora más amarga de
que Eugenia y yo ibamos a comprar un mi vida.
poquito de ropa, a comer un poco me-
jor... GREGORIO: Pero también la más pura,
¿no?
HIALMAR: ?Si, en el pantano de la menti-
ra!. HIALMAR: Lo cierto es que ya esta todo en
claro.
GINA: ?Dios mio! ?Ojala ese lunatico no
habria venido nunca a esta casa! GINA: Dios lo perdone senor Werle.

HIALMAR: ?Hubiese venido! GREGORIO: (Sorprendido.) No entiendo.

GINA: ?Hialmar...! HIALMAR: ¿Qué cosa?

HIALMAR: ¡Y yo que estaba tan contento GREGORIO: La gran explicación que debía
con mi casa, que creía que el mío era un servir de punto de partida a una nueva
verdadero hogar! ¿Dónde voy a encon- vida conyugal, Hialmar... basada en la
trar ahora el estado de ánimo necesario verdad, y sin ninguna reserva.
para sacar mi invento a la luz?. Va a morir
conmigo, Gina, y el culpable de ese cri- HIALMAR: Sí, sí, ya sé... Lo sé muy bien.
men habra sido tu pasado.
GREGORIO: Estaba convencido de que al
GINA: (A punto de llorar.) Hialmar, yo no entrar iba a saltarme a la vista la transfi-
he querido mas que tu bien. guración resplandeciente del marido y la
esposa. ¡Y qué veo! ¡Sombras y oscuridad!
HIALMAR: Cada vez que me recostaba alli
en el sofa a pensar sobre el invento, GINA: (Quitando la pantalla de la lampara.)
sentia el presentimiento claro que la ta- Si es por eso...
rea me estaba absorbiendo hasta las úl-
timas fuerzas; que el día que tuviese la GREGORIO: Bueno, usted no entiende se-
patente entre mis manos ése sería el de ñora Ekdal. Pero, Hialmar: es imposible

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 30


que no sientas todo tu ser vibrar y ele- RELLING: Usted cree que el matrimonio
varse después de la gran crisis. Ekdal no es lo que deberia ser.

HIALMAR: Si, naturalmente, es decir, has- GREGORIO: No es un matrimonio muy dis-


ta cierto punto... tinto de tantos otros. Pero todavía no ha
llegado a ser una verdadera unión con-
GREGORIO: Hialmar: no hay nada mas yugal.
noble que perdonar a la pecadora y ele-
varla hasta uno por amor. HIALMAR: ?Nunca pensaste en la exigen-
cia de los ideales, Relling?
HIALMAR: ?Y te parece tan facil para un
hombre digerir un trago amargo asi? RELLING: ?Basta de sermones, Hialmar!
Perdone, senor Werle: Así, en números
GREGORIO: Para un hombre vulgar tal vez redondos... ¿podría decirme cuantas
no. Pero para Hialmar Ekdal... uniones conyugales verdaderas -como
usted dice- ha visto en su vida?
HIALMAR: ¡Dios mío, sí, lo sé! Pero necesi-
to que me ayudes, Gregorio. Necesito GREGORIO: Si tengo que decir la verdad,
tiempo. ninguna.

GREGORIO: ?Cuantas cosas quedan RELLING: Yo tampoco.


todavia de pato salvaje, Hialmar!
GREGORIO: Pero he visto muchas del gé-
Entra Relling. nero opuesto. Y pude comprobar de cer-
ca el dano que esa clase de uniones le
RELLING: ?Otra vez el pato salvaje sobre el puede causar a una pareja.
tapete!
HIALMAR: Toda la base moral de un hom-
HIALMAR: Si. La presa del senor Werle con bre se puede derrumbar bajo sus pies.
el ala rota. Eso es lo terrible.

RELLING: ¿El director Werle? ¿Hablaban RELLING: Miren, nunca estuve lo que se
de él? dice casado propiamente, con lo que no
puedo hablar mucho de esto. Pero de lo
HIALMAR: De él, y de nosotros. que no tengo la menor duda es de que la
unión incluye también a los hijos. ¡Así
RELLING: (Por lo bajo a Gregorio.) ?Vayase que dejen en paz a Eugenia!
a la mierda!
HIALMAR: Eugenia... Mi pobre Eugenia.
HIALMAR: ¿Qué estás diciendo?
RELLING: Hagan el favor, les pido, de no
RELLING: Expreso el deseo sincero de que mezclar a Eugenia en nada de esto. Us-
este charlatan vuelva a su lugar de ori- tedes son personas mayores. Pueden
gen. Si sigue aqui es capaz de arruinar- chapotear en sus existencias y arruinar-
les la vida a los dos. las si se les antoja. Pero la de Eugenia
no.
GREGORIO: Pierda cuidado senor Relling.
Aqui nadie va a arruinarse. Ni Hialmar, HIALMAR: No, Relling, no. Mientras Eugenia
a quien conocemos bien, ni esa mujer que me tenga a mi, mientras yo viva...
conserva a pesar de todo un fondo leal y
honrado. Llaman a la puerta de la escalera. Callan.

GINA: ?En ese caso, porqué no me aceptó GINA: Adelante.


como soy?
Entra la senora Soerby.
RELLING: (A Gregorio.) Sería indiscreto
preguntarle a qué ha venido realmente a SOERBY: Buenas noches.
esta casa.
GINA: ?Berta!
GREGORIO: A conseguir una verdadera
unión conyugal. SOERBY: Si, yo. ?Estorbo?

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 31


HIALMAR: ?No, por favor! Alguien que vie- HIALMAR: (Por lo bajo.) ?Si te callaras un
ne de parte de esa casa. poco!

SOERBY: (A Gina.) Francamente no espe- RELLING: Adiós señora... Werle. (Sale.)


raba encontrar a tus hombres a estas ho-
ras. Me vine a la disparada para charlar GREGORIO: Por lo visto usted y el senor
un ratito y despedirme. Relling se conocen bastante.

GINA: ¿Cómo? ¿Te vas? SOERBY: Bastante sí. Hace muchos años
hubo algo entre nosotros. En esa época
SOERBY: Sí. Mañana a la mañana. A parecía que las cosas irían mucho más
Hoidal. El director se ha ido esta tarde. lejos.
(A Gregorio.) Me pidió que le dejara salu-
dos de su parte. GREGORIO: Fue una gran suerte para us-
ted que no sucediera, ?no?
HIALMAR: Asi que el senor Werle... ?Y aho-
ra se va usted? SOERBY: Tiene razón. Pero siempre me
cuidé mucho de actuar impulsivamente.
SOERBY: Si. ?Que le parece? A una mujer no le conviene desperdiciar
sus oportunidades.
HIALMAR: Que tenga cuidado. Eso me pa-
rece. GREGORIO: ¿Y no le asusta que yo le ha-
ble a mi padre de esa vieja relación suya?
GREGORIO: Hialmar... Mi padre se casa
con la senora Soerby. SOERBY: ?Usted piensa que no lo he ha-
blado yo misma?
HIALMAR: ?Se casa...!
GREGORIO: ?Lo hizo?
GINA: ?Si, Berta? ?Por fin!
SOERBY: Su padre esta enterado hasta del
RELLING: (Acusando el impacto.) ?Eso no menor detalle de cuanto se pueda decir
sera en serio, no? de mi. Jamas me he valido de mentiras
ni de enganos. Quiza parezca que he te-
SOERBY: En serio querido Relling. Abso- nido suerte, y asi es en cierta forma. Pero
lutamente en serio. creo en realidad que no recibo mas de lo
que doy. Bueno; lo cierto es que puedo
RELLING: ?Asi que piensa casarse de nue- decir con seguridad que estaré a su lado
vo, Berta? siempre y que me considero capacitada
para cuidarlo y atenderlo cuando no pue-
SOERBY: Asi parece. Werle ha arreglado los da valerse por sí mismo, como va a ocu-
papeles, y haremos una boda sencilla alla rrirle pronto.
arriba, en la fabrica.
HIALMAR: ?Que no podra valerse...?
GREGORIO: Entonces como buen hijastro
que cumple con su deber tendré que fe- GREGORIO: (A Soerby.) Esta bien, esta
licitarla. bien. Mas vale que no hable de eso aqui.

SOERBY: Muchas gracias. SOERBY: Es imposible ocultarlo por más


tiempo, por mucho que él lo quiera. Se
RELLING: Bueno... Buena excusa para sa- está quedando ciego.
lir esta noche a emborracharme con
Molvic. HIALMAR: ¿Ciego? ¿El también?

SOERBY: No lo haga, Relling. No vuelva a GINA: ?Hay tantos que lo son!


eso. Se lo pido yo.
SOERBY: Y ya se imaginan lo que eso sig-
RELLING: Es inevitable. (A Hialmar.) Estas nifica para un hombre de negocios. Na-
invitado, por supuesto. turalmente haré todo lo que esté a mi al-
cance para que pueda valerse de mis pro-
GINA: No gracias. Mi Hialmar no anda en pios ojos. Bueno, siento mucho, pero ya
esas cosas. no puedo entretenerme más. Tengo can-

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 32


tidad de cosas por hacer antes del viaje. GREGORIO: O por lo menos, pronto lo
Ah, me encargó decirles el señor Werle estaras.
que si puede serles útil en algo no tienen
mas que comunicarse con Graaberg. HIALMAR: ?Estuve... bien, verdad?

GREGORIO: Estoy seguro de que Hialmar GREGORIO: Como el hombre que siempre
Ekdal no aceptara esa oferta. imaginé.

SOERBY: ?No? Bueno, yo tenia entendido HIALMAR: Hay momentos en la vida en los
que en otro tiempo... que uno no puede andar eludiendo la exi-
gencia de los ideales. Como sostén de la
GINA: No, Berta. Ahora Hialmar no necesi- familia sé el esfuerzo que me va a costar
ta nada del director. conseguirlo. No es broma, ni mucho me-
nos que un hombre así, sin fortuna, como
HIALMAR: (Lentamente.) Salude a su futu- yo, se proponga saldar una deuda...
ro esposo en mi nombre y dígale por fa- ¿cómo es que se dice...? Enterrada...,
vor que en estos días iré a ver al conta- digámoslo así, en el polvo del olvido.
dor Graaberg...
GREGORIO: Hialmar, ?no estas contento
GREGORIO: ?Serias capaz?. finalmente de que haya venido?

HIALMAR: ...que iré a ver al contador HIALMAR: Si.


Graaberg, repito, para pedirle la cuenta
de lo que le debo a su patrón. Quiero GREGORIO: ?No te alegra de ver como todo
pagar esa... deuda de honor. (Ríe.) ¡Deu- se ha aclarado?
da de honor...! Bien, no hablemos más
del asunto. Estoy dispuesto a devolver HIALMAR: Si, claro.
todo lo recibido con el cinco por ciento
de interés. Entra Eugenia, de la calle, alegre y sofocada.

GINA: ¡Hialmar...! ¿De dónde vamos a sa- GINA: Volviste.


car...?
EUGENIA: Sí. No tenía más ganas de pa-
HIALMAR: Hagame el favor de informar a sear. Y fue una suerte, porque volviendo
su prometido que estoy trabajando sin me encontré con alguien en la puerta.
descansar en mi invento. Y que lo que
sostiene mi ánimo en este trabajo forza- GINA: Con la senora Soerby.
do es el deseo de librarme de una deuda
que me tortura. Sólo ese es el objetivo de EUGENIA: Si.
mi invento. Todas las ganancias se em-
plearán en pagar las obligaciones que he HIALMAR: Y espero que sea la ultima vez.
contraído con él.
EUGENIA: (Acercandose carinosa a su pa-
SOERBY: Algo ha pasado en esta casa. dre.) Papa.

HIALMAR: Si. Algo ha pasado. HIALMAR: Si.

SOERBY: Bueno, adiós. Me hubiera gusta- EUGENIA: La senora Soerby me trajo algo.
do que habláramos algunas cosas más
Gina, pero tendrá que ser en otra opor- HIALMAR: ?Algo?
tunidad.
EUGENIA: Si. Para manana.
Gina acompana a la senora Soerby al um-
bral. GINA: Berta siempre te ha regalado alguna
cosita para tu cumpleanos.
HIALMAR: No pases del umbral, Gina.
HIALMAR: ¿Qué es?
Sale Soerby. Gina cierra la puerta.
EUGENIA: No, no se puede ver todavia.
HIALMAR: Muy bien. Aqui me ves, Grego- Mama me lo tiene que traer manana a la
rio, libre de esa deuda intolerable. manana a la cama.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 33


HIALMAR: ?Otra cosa mas que se me oculta? EUGENIA: ?A mi? ¿Todo ese dinero?

EUGENIA: Si vas a ponerte de mal humor HIALMAR: Dice que podras disfrutarlo
te lo enseno. Es una carta. (La saca.) mientras vivas. ?Se entiende, Gina?

HIALMAR: ?Una carta? GINA: Si. Lo oigo.

EUGENIA: Sí. Lo otro vendrá después, me EUGENIA: ?Imaginense, toda esa plata para
imagino. ¡La primera carta que recibo en mi! ?Papa, no estas contento?
mi vida! Y pone: «Señorita Eugenia Ekdal»
¡Esa soy yo! HIALMAR: (Rechazandola.) ?Contento? (Se
pasea excitado.) ?Con el panorama que
HIALMAR: Eugenia... ?Puedo abrir esa carta? estoy empezando a...? ?Asi que es a la
propia Eugenia a quien dota de esta
EUGENIA: Bueno... si te pone contento, si. manera?

HIALMAR: (Abre el sobre, saca un papel, lo GINA: Por el cumpleanos...


lee y se muestra confundido.) ¿Pero, qué
es esto? EUGENIA:: Papa, yo no necesito... Todo
sera para ustedes. Para mama, y...
GINA: ¿Qué dice?
HIALMAR: Para mama, si. Muy oportuno.
EUGENIA: ¿Qué?
GREGORIO: Hialmar, esta es una trampa
HIALMAR: (Vuelve a leer. Empalidece.) Es que te prepara.
una donación, Eugenia.
HIALMAR: ?Otra?
EUGENIA: ¿Para mí? ¿Sí...? ¿Y qué me da?
GREGORIO: Cuando estuvo esta manana
HIALMAR: Ahi esta escrito. (Le da el papel me dijo textualmente «Hialmar Ekdal no
a Eugenia, que lo lee junto a la lampara. es el hombre que estas imaginando»
Hialmar murmura.) Los ojos... Esos ojos,
y ahora la carta. HIALMAR: Qué yo no soy...

EUGENIA: Pero me parece que es para el GREGORIO: «Lo vas a comprobar ensegui-
abuelo. da», me dijo.

HIALMAR: (Le arrebata la carta. Nervioso.) HIALMAR: Y lo que ibas a comprobar es


Gina; ¿Qué es esto? que me desarmaba con dinero.

GINA: ¡Pero si ni sé de lo qué se trata! EUGENIA: ¿Pero mamá, qué pasa?

HIALMAR: El director Werle le comunica a GINA: Será mejor que vayas a dejar el abri-
Eugenia que su abuelo ya no necesitara go en tu habitación.
cansarse haciendo copias, y que desde
ahora podra cobrar cien coronas men- Eugenia sale a punto de llorar.
suales en la oficina.
GREGORIO: Hialmar: éste es el momento
EUGENIA: ?Cien coronas mama, lo dice de demostrar quién tenía razón.
clarito...!
HIALMAR: (Rompe lentamente el papel en
GINA: ¡Qué suerte para el abuelo! dos pedazos y los deja sobre la mesa.)
Esta es mi respuesta.
HIALMAR: Cien coronas mientras viva.
GREGORIO: Es lo que esperaba.
GINA: Bueno, ya esta asegurado el pobre,
entonces. HIALMAR: (A Gina. Oscuro.) Y ahora basta
de mentiras. Si las relaciones entre us-
HIALMAR: Hay más. No leíste lo que sigue, tedes habian acabado cuando... empe-
Eugenia. (A Gina.) Después la donación zaste a quererme, como decías, ¿por qué
será transferida a ella. nos dio los medios para casarnos?

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 34


GINA: Supongo que creyó que así podría GINA: No llores hija. Va a volver. No llores.
seguir viniendo a casa.
EUGENIA: No, no; no volvera nunca mas.
HIALMAR: ?Nada mas? ?No tendria otro
motivo? GREGORIO: Créame señora Ekdal; lo hice
con la mejor intención.
GINA: No entiendo.
GINA: Tal vez. Pero que Dios lo perdone, de
HIALMAR: Quiero saber si tu hija tiene el todas maneras.
derecho de vivir en mi casa.
EUGENIA: (En el sofá.) ¡Me voy a morir!
GINA: (Indignada.) ?Hialmar! ¿Qué le hice yo? ¡Qué vuelva, mamá!

HIALMAR: ??Si o no?! ?Eugenia es hija mia, GINA: Si, si, pero no llores mas. Voy a bus-
o...? ?Pronto! carlo. (Se pone el abrigo.) Debe estar aba-
jo, en casa de Relling. Pero no llores mas,
GINA: (Desafiante.) No lo sé. ?si, Eugenia? ?Prometido?

HIALMAR: ¿Cómo? EUGENIA: (Deshecha en llanto.) No... no


voy a llorar mas. Con tal de que vuelva
GINA: ¡Qué puede saber una mujer igno- no lloro mas.
rante como yo...!
GREGORIO: (A Gina.) ¿No sería mejor de-
HIALMAR: Entonces ya no tengo nada que jarlo sólo con su batalla interior?
hacer en esta casa.
GINA: Eso lo resolverá después. Ahora lo
GREGORIO: Hialmar... Es importante re- importante es tranquilizar a la criatura.
flexionar muy bien lo que se hace. (Sale.)

HIALMAR: Para un hombre como yo, aqui EUGENIA: Ahora digame qué es lo que
no hay nada que reflexionar. pasa. ¿Por qué papá no me quiere más?

GREGORIO: Al contrario. Hay mucho que GREGORIO: Mejor no preguntar eso hasta
reflexionar. Para llegar al supremo sacri- que seas mayor, Eugenia.
ficio, el que lleva a la auténtica purifica-
ción, es necesario que sigan viviendo los EUGENIA: ?Pero no puedo seguir así has-
tres juntos. ta que sea grande...! Yo sé lo que pasa.
Me lo imagino. ¿Es que no soy hija de
HIALMAR: ?Nunca! ?Mi sombrero! (Lo toma.) papá, no?
Se ha derrumbado mi hogar. (Estalla en
llanto.) ?Gregorio, ya no tengo hija! GREGORIO: (Inquieto.) ¿Y cómo sería po-
sible...?
EUGENIA: (Que llega desde la cocina.) ¿Qué
estás diciendo? (Corre hacia él.) ¡Papá, papá! EUGENIA: A lo mejor mamá me encontró
en alguna parte y papá no sabía. En los
GINA: (A Hialmar.) ?Lo unico que faltaba! libros leí una vez una cosa asi.

HIALMAR: ¡No te me acerques! ¡Fuera! ¡No GREGORIO: Sin embargo, aunque fuese
puedo verte! ¡Ah, esos ojos...! Adiós. (Va asi...
hacia la puerta.)
EUGENIA: Igual podría quererme. ¡Sí, más
EUGENIA: (Se le cuelga.) ?No, no, papa! ?No que antes todavía ! El pato salvaje tam-
me hagas eso! bién nos lo dieron de regalo y yo igual lo
quiero muchísimo.
HIALMAR: ?No puedo! ?No quiero! ?Tengo
que irme lejos de todo esto! (Se despren- GREGORIO: (Tratando de cambiar de
de violentamente de Eugenia y sale ha- tema.) Ahi esta: el pato salvaje... Vamos
cia la calle.) a hablar del pato salvaje, Eugenia.

EUGENIA: ?Nos deja mama! ?Se va para EUGENIA: Pobre pato. Ya ni a él lo quiere
siempre! ver más. Le quería retorcer el pescuezo.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 35


GREGORIO: No lo hara, Eugenia. ros... Miré en el café de la señora Eriksen,
pero no estaban.
EUGENIA: No, pero lo dijo. Y eso no esta
bien. Porque yo rezo todas las noches por EUGENIA: ?Mama, ?y si no vuelve?!
el pato, para que Dios lo proteja de la
muerte y de cualquier dano. GREGORIO: Volvera. Yo lo buscaré maña-
na. Vas a ver como vuelve, Eugenia. Aho-
GREGORIO: ?Y eso te dijo? ?Que le ra a dormir. Buenas noches.
retorceria el pescuezo al pobre pato?
Sale Gregorio.
EUGENIA: Dijo que era lo que debía hacer.
Pero después lo perdonó por mí. ¿En eso EUGENIA: (Salta llorando al cuello de su
sí fue bueno, no? madre.) ?Mama, mama!

GREGORIO: Eugenia... ?Y si por tu volun- ACTO V


tad... Por tu propia voluntad... Por amor
a papa, sacrificaras el pato? Estudio de Hialmar. Por las vidrieras incli-
nadas y cubiertas de nieve penetra una
EUGENIA: ?El pato salvaje? fria luz matinal.

GREGORIO: Si le ofrecieras aquello que te En escena Gina, barriendo, y Eugenia.


es mas precioso en el mundo, como un...
como un supremo sacrificio... Una ofren- El viejo Ekdal se asoma a la puerta de su
da para que vuelva. habitación.

EUGENIA: ?Y usted cree que serviria de algo? EKDAL: Hialmar, queria decirte... ?No esta
Hialmar...?
GREGORIO: Yo haria la prueba.
GINA: Salió.
Un tiempo. Se miran.
EKDAL: ¿Tan temprano? ¿Y con esta neva-
EUGENIA: Sí. Probaré. da? Bueno, bueno... daré el paseo solo,
entonces. (Se dirige al desván al que en-
GREGORIO: ?Tendras el valor que hace tra ayudado por Eugenia, quien cierra la
falta? puerta tras él.)

EUGENIA: Le puedo pedir al abuelo que lo EUGENIA: (En voz baja.) Mamá... ¿Qué va
haga. a hacer el abuelo cuando se entere que
papá nos va a dejar?
GREGORIO: Muy bien. Pero ni una pala-
bra sobre esto a tu madre. GINA: No, Eugenia. El abuelo no tiene que
saber nada. Fue una bendición del cielo
EUGENIA: ¿Por qué no? que no estuviera aquí durante el disgus-
to de ayer.
GREGORIO: Bueno... Ella no nos compren-
de. EUGENIA: Si, pero...

EUGENIA: El pato salvaje, si... Manana a la Entra Gregorio desde la puerta de la escalera.
manana... (Entra Gina.) ??Lo encontraste?!
GREGORIO: ?Alguna novedad?
GINA: No. Salió con Relling.
GINA: Dicen que esta abajo en casa de
GREGORIO: ?Seguro? Relling.

GINA: Me lo dijo la portera. Molvic iba con GREGORIO: ?Pero es posible que haya sa-
ellos. lido con esos individuos...!

GREGORIO: ?Justo cuando su alma nece- GINA: Si.


sitaba tanto la soledad!
GREGORIO: Ahora, precisamente que ne-
GINA: Los hombres son tan raros. Tan ra- cesitaba tanto de la soledad.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 36


GINA: Ya ve. sis, cuando toda su vida va a reconstruir-
se sobre una base nueva. Cómo puede
Entra Relling. decir que un carácter como el de Hial-
mar...
EUGENIA: ?Papa esta en su casa...?
RELLING: ¿Carácter, él? No me haga reír. Si
GINA: (Al mismo tiempo.) ?Esta alli? es que alguna vez -de chico- tuvo predis-
posición para esas anormalidades mor-
RELLING: Si, claro, ¿dónde va a estar? bosas que usted llama carácter, le puedo
asegurar que le fueron extirpadas de raíz
EUGENIA: ¡Y no nos avisó!
GREGORIO: No recibió otra cosa en su in-
RELLING: Es verdad. Soy un animal. Lo que fancia que educación y afecto.
pasa es que primero tuve que ocuparme
del otro animal; del demoníaco. Y des- RELLING: ?Usted se refiere a las dos solte-
pués me dormí como un tronco. ronas histéricas de sus tías?

GINA: ¿Y él... qué dice? GREGORIO: ?Le informo, para su dominio,


que eran mujeres que jamas soslayaron el
RELLING: No dice nada en absoluto. cumplimiento de sus deberes! Por supues-
to... A usted estas cosas le causan gracia.
EUGENIA: ?No habla?
RELLING: No. Ni siquiera estoy de humor
RELLING: Ni una palabra. para eso. Conozco bien a esas damas.
Hialmar ha vomitado abundante retóri-
GREGORIO: Lo comprendo bien. ca sobre sus dos madres espirituales. La
verdad, no creo que tenga gran cosa que
GINA: ¿Y qué hace, entonces?. agradecerles. La desgracia de Hialmar es
la de haber pasado siempre por talento-
RELLING: Tirado sobre el sofa. Ronca. so entre los que lo rodeaban.

GINA: ?Si? ?Y cuando mi Hialmar ronca...! GREGORIO: ?Y no lo es? ?En el fondo de


su alma, por lo menos?
EUGENIA: ?Duerme? ?Puede dormir?
RELLING: Ni alli. Nunca le he notado nada
RELLING: Por lo visto. que pueda ser llamado asi. No me sor-
prende que su padre lo creyera un pro-
GREGORIO: Es comprensible. Después de digio, porque el teniente, al fin y al cabo,
la lucha interior que ha sostenido. ha sido un idiota toda su vida.

GINA: Ademas de que no esta acostumbra- GREGORIO: Lo que ha sido Hialmar es un


do a callejear por ahi de noche. hombre con corazón de niño. Y eso es
algo que usted no puede entender.
EUGENIA: A lo mejor es bueno que duer-
ma un poco, mama. RELLING: ¡Bueno, bueno...! Mire Werle:
cuando nuestro pequeño Hialmar fue es-
GINA: Puede ser. Seria mejor no despertarlo tudiante también terminó convenciendo
demasiado temprano. Gracias Relling. a sus compañeros de que él era el autén-
Ahora voy a arreglar un poquito la casa, y tico genio del futuro. Como era amable,
después... Podrías ayudarme, Eugenia. buen mozo, blanquito y sonrosado... el
ideal de las muchachitas; sentimental,
Entran las dos en el salón. con ese timbre seductor en la voz... ¡Y
con ese talento para recitar los versos, y
GREGORIO: (A Relling.) ¿Y cómo me expli- las ideas, de los demás!
caría usted este tumulto que está vivien-
do el alma de Hialmar? GREGORIO: (Indignado.) ?Y usted se per-
mite hablar asi de Hialmar Ekdal?
RELLING: ?Que me caiga muerto aqui mis-
mo si le he visto algun «tumulto del alma»! RELLING: Bueno, si... con su permiso. Asi
es por adentro el idolo ese ante el cual
GREGORIO: ¡Qué dice! ¡Con semejante cri- usted se arrodilla.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 37


GREGORIO: No creo haber estado ciego hoy es un auténtico «demoníaco». Unas
hasta ese punto. inhalaciones de fe que le he recetado y
que le han hecho extraordinariamente
RELLING: Sin embargo no me extranaria. bien.
Usted también es un enfermo como él.
GREGORIO: Entonces, ?no es realmente un
GREGORIO: En eso tiene razón. «demoniaco»?

RELLING: ¡Y cuánta! Pero el suyo es un caso RELLING: ¿Y qué quiere decir eso de «de-
complicado. Primero esa molesta fiebre moníaco»? Una ocurrencia cualquiera.
de rectitud extremista y después, lo que Una estupidez que inventé para salvarle
es peor, esos delirios de adoración que lo la vida. Si no lo hubiera hecho, ese po-
hacen admirar aturdido cualquier cosa bre cerdo bonachón se hubiera dejado
de las tantas que usted no tiene. destruir por su complejo de inferioridad
hace ya mucho tiempo. ¡Y ni hablar del
GREGORIO: Es verdad. Siempre he nece- teniente! ¡Aunque ese encontró el reme-
sitado buscar fuera de mi. dio solo!

RELLING: Es que usted sufre unas aluci- GREGORIO: ¿Ekdal? ¿Cómo?


naciones espantosas, Gregorio, con esas
fantásticas moscas gigantes que cree ver RELLING: ¡Qué me cuenta del viejo terror
alrededor. Entró de nuevo, como en de los osos que se dedica ahora a cazar
Hoidal, a la casa de una pobre gente a conejos en un desván...! No hay en el
reclamar que se pague «la exigencia de mundo un tirador más feliz que el pobre
los ideales». Pero en esta casa, Werle, no hombre merodeando ahí adentro entre
hay nadie solvente. todos esos cachivaches viejos. Los cua-
tro árboles de navidad apolillados que
GREGORIO: ¿Y cómo es que con esa opi- conserva como oro, son para él el fron-
nión sobre Hialmar igual le guste estar doso bosque de Hoidal en primavera. El
en su compañía? gallo, y cinco gallinas viejas son las gran-
des aves, posadas en la copa de los pi-
RELLING: Bueno, sea como sea, al fin y al nos. Y los conejos que le cagan sin parar
cabo soy médico. ¿Quién se ocuparía sino el piso de la buhardilla son los osos que
de los enfermos de su propia casa? el indómito cazador de las montañas
aniquila sin piedad.
GREGORIO: ?Aja...! ?Asi que Hialmar Ekdal
es un enfermo? GREGORIO: Pobre viejo. El si que tuvo que
abandonar el ideal de juventud.
RELLING: Uno mas. En realidad todo hom-
bre es un enfermo. RELLING: Oiga, Werle... No use esa espan-
tosa palabra extranjera de «ideal». Aqui
GREGORIO: ¿Y qué tratamiento le aplica?, usamos otra mas apropiada: «mentira».
si se puede saber.
GREGORIO: ?Y usted cree que significan
RELLING: El de costumbre. Trato de man- lo mismo?
tenerle viva la mentira salvadora.
RELLING: Son tan distintas como tifus y
GREGORIO: ¿Mentira... salvadora? ¿Escu- fiebre tifoidea.
ché bien?
GREGORIO: ¡Doctor Relling, no pararé hasta
RELLING: Sí. Mentira salvadora. Algunas haber salvado de sus garras a Hialmar!.
almas más cursis la llaman ilusión.
RELLING: Peor para él. Si le quita la men-
GREGORIO: ?Y puede decirme que clase tira salvadora a un hombre vulgar, sus
de mentiras quiere inocularle a Hialmar? quimeras, le estirpa también la felicidad.
(Vuelve Eugenia.) Y bien, mi querida ma-
RELLING: ¡Jamás! Nunca revelo secretos drecita de patos salvajes, voy a bajar a
profesionales a curanderos. Sería capaz mi cuarto a ver si tu padre está todavía
de arruinar a mi paciente más de lo que despatarrado en mi cama meditando so-
está. Pero el método es infalible. Se lo bre su maravilloso invento. (Sale por la
apliqué a Molvic también, y gracias a mí puerta de la escalera.)

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 38


GREGORIO: (A Eugenia.) Veo por esa cara se les acierta! Bueno, voy a vestirme. (En-
que todavia no lo has hecho. tra a su cuarto.)

EUGENIA: ¿Qué? ¿Lo del pato...? No. Ano- Eugenia se acerca a la estantería. Toma el
che cuando conversábamos me parecía pistolón de dos caños y lo examina. En-
una idea extraordinaria, pero hoy al des- tra Gina con la escoba. Eugenia deja el
pertarme ya no me parecía tan buena. arma sin que su madre lo note.

GREGORIO: Tiene su precio haberse criado GINA: No revuelvas las cosas de papa,
en esta casa. Algunas cualidades tuyas Eugenia.
tenian forzosamente que malograrse.
EUGENIA: Estaba quitandoles un poco el
EUGENIA: No me importa. Lo unico que polvo.
quiero es que mi papa vuelva.
GINA: Más vale que vayas a la cocina a ver
GREGORIO: Bueno... Si tuvieras verdade- el café. Quiero llevarle la bandeja cuan-
ro espiritu de sacrificio, decidido y ale- do baje a verlo.
gre, ya verías como regresaba él a casa.
En fin... No pierdo la fe, Eugenia. (Sale Sale Eugenia. Gina barre. Se abre la puerta
por la puerta de la escalera.) con timidez y asoma Hialmar con el abri-
go puesto, pero sin sombrero. El cabello
Eugenia se pasea inquieta. Se dirige hacia desgrenado y la mirada somnolienta.
la cocina. Llaman a la puerta del desvan.
Eugenia abre a medias. Sale Ekdal. GINA: ?Hialmar...! De vuelta...

EKDAL: Humm... No es nada divertido dar HIALMAR: Sólo... solo un minuto. Vuelvo
el paseito de la manana solo. para irme enseguida.

EUGENIA: ?No te gustaria salir de caza, GINA: Sí... Claro... ¡Pero cómo estás, Dios
abuelo? mío...!

EKDAL: No hace buen tiempo hoy. Muy HIALMAR: ¿Cómo?


nublado.
HIALMAR: Cómo te has puesto el abrigo
EUGENIA: Y... ?no te gustaria cazar algo nuevo... Arruinado.
mas que conejos?
EUGENIA: (Asomandose.) ?Mama, no se-
EKDAL: ?Te parecen poca cosa los conejos? ria mejor...? (Ve a Hialmar.) ?Papa,
papa...!
EUGENIA: Un pato salvaje...
HIALMAR: (Volviéndose y rechazándola con
EKDAL: Aja... Aja... ?Te ha dado miedo que un gesto.) ¡Fuera, fuera! (A Gina.) ¡Que
mate a tu pato...? No lo haria por nada se vaya de aquí, Gina, vamos!
en el mundo.
GINA: Eugenia. Es mejor que esperes en el
EUGENIA: Bueno, supongo que no te seria salón.
nada facil; dicen que es muy dificil ma-
tar a un pato salvaje. Eugenia se va silenciosamente.

EKDAL: ??Difícil para mí?! HIALMAR: (Saca nervioso el cajón de la


mesa.) Tengo que llevarme mis libros.
EUGENIA: ¿Y cómo harías? Bueno, no con ¿Donde están mis libros?
mi pato, con un pato cualquiera.
GINA: ¿Qué libros, Hialmar?
EKDAL: Una perdigonada en la pechuga.
Lo mas directo. Y siempre a contrapelo; HIALMAR: Los libros cientificos, por su-
nunca en el sentido de las plumas. puesto. Y las revistas técnicas que uso
para el invento.
EUGENIA: ?Y se mueren?
GINA: (Busca en la biblioteca.) ?Estas que
EKDAL: ?Por Dios, claro que se mueren si estan sin encuadernar?

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 39


HIALMAR: Si. mirando los dos pedazos. Los suelta rá-
pidamente al entrar Gina.)
GINA: ?Le digo a Eugenia que te corte las
paginas? GINA: (Coloca una bandeja sobre la mesa.)
Un poquito de café. Y unas tostadas, por
HIALMAR: No. ?No necesito que nadie cor- si quisieras... Y un poco de arenque ahu-
te las paginas! mado.

GINA: Entonces... ?Estas decidido a aban- HIALMAR: (Mira de reojo.) ¿Arenque...?


donarnos, Hialmar? ¡Bajo este techo, nunca más! No probé
un solo bocado desde hace casi veinti-
HIALMAR: ?Hay alguna duda? cuatro horas, pero no importa. ¡Mis
apuntes! ¡El comienzo de mi autobiogra-
GINA: Bueno, bueno... fía! A ver ¿Dónde está mi diario íntimo,
y todos mis documentos importantes?
HIALMAR: ¿Cómo puedo seguir viviendo en (Abre la puerta del salón. Es evidente
esta casa donde me clavan un puñal en que vuelve a encontrar a Eugenia. Re-
el corazón a cada hora? trocede.) ¡¿Aquí también me la encuen-
tro?!
GINA: Dios te perdone por pensar de mi
esas cosas tan injustas. GINA: ?Por Dios! ?En alguna parte tiene
que estar la criatura!
HIALMAR: ?Pruebas! ?A ver... Pruebas! ?Me
gustaria que pudieras probar algo! HIALMAR: ¡Fuera! ¡Qué salga de ahí! (Se
aparta para dejar pasar a Eugenia que
GINA: No soy yo la que tiene que probar vuelve atemorizada al estudio. A Gina.)
nada. Preferiría que durante los últimos mo-
mentos que paso en mi antiguo hogar se
HIALMAR: ?Con un pasado como el tuyo? me evitara la presencia de intrusos. (Pasa
Hay ciertas exigencias, que yo llamaria al salón.)
las exigencias de los ideales...
EUGENIA: (A Gina. En voz baja y temblo-
GINA: ¿Y el abuelo? ¿Qué va a ser del po- rosa.) ?Habla... de mi?
bre viejo?
GINA: Vamos Eugenia... será mejor que te
HIALMAR: Conozco muy bien mis deberes. quedes en la cocina. (Hacia el salón.)
Se vendrá conmigo. Ahora mismo me voy ¡Hialmar, no revuelvas los cajones de esa
a hacer los trámites necesarios, y... (Du- manera!. Yo sé donde están guardadas
dando.) ¿No encontró nadie mi sombre- las cosas. (Entra al salón también ella)
ro en la escalera?
EUGENIA: (Permanece un tiempo inmóvil.
GINA: ?Lo perdiste? Conteniendo el llanto.) ¡El pato salvaje!
(Se acerca a la estantería y toma el arma.
HIALMAR: Estoy seguro de que anoche al Entreabre la puerta del altillo, entra y
volver lo traia puesto; pero hoy no lo en- cierra.
cuentro por ninguna parte.
HIALMAR: (Entra seguido por Gina. Pone
GINA: ¡Válgame Dios! ¿Adónde te habrán sobre la mesa unos papeles y cuadernos
arrastrado ese par de calaveras? deshojados.) ¿Qué voy a hacer con esa
valijita...? Con todo lo que tengo para lle-
HIALMAR: ?No me vengas ahora con var.
pavadas! ?Como si tuviera humor para
recordar detalles! GINA: Podrias dejar esto aca por ahora y
llevarte una camisa y unos calzoncillos
GINA: Menos mal que no tomaste frio. (Pasa de frisa.
a la cocina.)
HIALMAR: ?Todos estos preparativos
HIALMAR: (Vaciando el cajón. Para sí.) agotadores! (Se quita el abrigo y lo deja
¡Relling, miserable...! ¡Instigador sinver- sobre el sofa.)
güenza! ¡Maldita sea la...! (Encuentra el
papel que rompiera la víspera. Se queda GINA: Se te va a enfriar el café.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 40


HIALMAR: Si. (Toma maquinalmente un HIALMAR: ?Esos dos esclavos del vicio!
trago y otro.) Necesito un sombrero como sea. (Come
otro bocadillo.) De alguna manera voy a
GINA: Lo dificil va a ser encontrar otra bu- tener que conseguirlo. No estoy dispues-
hardilla asi de grande como para los co- to a andar arriesgando la salud tampo-
nejos. co. (Busca algo en la bandeja.)

HIALMAR: ¿Qué...? ¿Voy a tener que lle- GINA: ¿Qué estás buscando?
varme también los conejos...?
HIALMAR: Manteca.
GINA: El abuelo no podria vivir un dia sin
sus conejos. GINA: Ahora mismo te la traigo. (Sale ha-
cia la cocina.)
HIALMAR: Tendra que acostumbrarse. Yo
voy a hacer sacrificios mas grandes que HIALMAR: ?No hace falta! Me arreglo con
esos conejos. un pedazo de pan seco.

GINA: ?Te guardo la armónica en la valija? GINA: (Trae la manteca.) Aquí está. Recién
batida. Fresquita. (Vuelve a llenarle la
HIALMAR: ¡Como para armónica estoy yo! taza de café. El se sienta en el sofá, unta
¡La escopeta quiero! ¡Cargada! manteca en el pan. Come y bebe en si-
lencio.)
GINA: (Buscandola.) No esta. La debe ha-
ber agarrado el abuelo. HIALMAR: ¿Te... Te parece que podría vivir
un par de días en el salón sin que nadie
HIALMAR: Estara en el desvan. me molestara, nadie en absoluto?

GINA: Si. Seguramente. GINA: Por supuesto que si.

HIALMAR: Mi pobre viejo... Tan sólo y... HIALMAR: Porque, la verdad, no veo como
(Toma una tostada, la come, y termina voy a poder sacar todas esas cosas de
su taza de café.) papa en tan poco tiempo.

GINA: Si no habrias alquilado el cuarto... GINA: Y ademas, primero tendrias que de-
cirle que no vas a vivir mas con noso-
HIALMAR: (Corrige mecanicamente.) Hu- tras.
bieses.
HIALMAR: Sí, claro, sí. No tendré más re-
GINA: Hubieses... Si no hubieses alquila- medio que revelarle toda esta historia
do el cuarto te podrias haber mudado ahi. sórdida. Tengo que ver cómo... Necesito
unas horas de respiro. Pensar un poco.
HIALMAR: ?Yo? ?En la misma casa que...? No puedo cargar con todo esto en un solo
?Jamas! dia.

GINA: Podrías instalarte en el salón un par GINA: No... Y menos con este tiempo horri-
de días. Estarías completamente sólo, ble...
con tus cosas.
HIALMAR: (Repara en el papel del director
HIALMAR: Nunca entre estas paredes. Werle.) Veo que ese papel anda por aqui,
todavia.
GINA: ?Y abajo, con Relling...?
GINA: Si. Yo no le he tocado.
HIALMAR: ?No me nombres a esa gentuza,
te lo pido!. Me da nauseas de solo pen- HIALMAR: Por lo que me importa.
sarlo. No; esta visto que no hay mas re-
medio que salir en medio de la nieve y el GINA: Si, claro... Yo tampoco pienso utili-
viento a buscar de casa en casa un refu- zarlo.
gio para mi padre y para mi.
HIALMAR: De todos modos ésto no es ra-
GINA: ?Pero sin sombrero, Hialmar...? Lo zón para dejar que se pierda. Entre tan-
perdiste. to papelerío podría pasar que...

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 41


GINA: Yo lo guardo, Hialmar. HIALMAR: ¿Y qué voy a hacer? No nací para
ser desgraciado, Gregorio. Necesito tran-
HIALMAR: La donación es para papá, y a él quilidad alrededor mío.
le corresponde aceptarla o rechazarla.
GREGORIO: ¿Y por qué no aquí? ¿No val-
GINA: (Suspira.) ?Pobre abuelo! dría la pena intentarlo? Ahora estás pi-
sando terreno firme, Hialmar. Ahora sí
HIALMAR: Para mayor seguridad... ?No se puede construir. Está tu invento, ade-
habra por ahi un poco de engrudo? más, que es un ideal que le da sentido a
la vida de un hombre.
GINA: (En el estante.) Aqui esta el frasco.
HIALMAR: No me hables de ese invento.
HIALMAR: ?Pincelito, habra? Vaya a saber si alguna vez estara termi-
nado.
GINA: Y el pincel. (Le trae ambas cosas.)
GREGORIO: ¡¿Por qué?!
HIALMAR: (Toma la tijera.) Con una tira
de papel pegada atras... (Corta la tira y HIALMAR: ¿Qué puedo inventar yo?. Ya hay
la pega uniendo los dos pedazos.) Si hay otros que inventaron casi todo. Cada vez
algo que no va con mis principios mo- se hace más difícil encontrar algo que no
rales es apropiarme de lo que no me esté inventado.
pertenece. Menos tratandose de un vie-
jo sin medios. En fin, ni de un viejo ni GREGORIO: ?Y todo el esfuerzo que has
de nadie, ?no...? Ya está. Hay que de- puesto en esto?.
jarlo secar. Cuando esté seco lo sacan
de mi vista ¡No quiero volver a verlo ja- HIALMAR: Culpa de ese libertino de Relling
más! que me insistió, y me insistió...

GREGORIO: (Entra por la puerta de la es- GREGORIO: ?Relling?


calera.) ??Hialmar, estabas aqui?!
HIALMAR: El me dio el empujón. Me con-
HIALMAR: (Se levanta disimulando.) Esta- venció de que tenía talento como para
ba muerto de cansancio. descubrir algo en el arte de la fotografía.

GREGORIO: Veo que ya te desayunaste. GREGORIO: Así que fue él...

HIALMAR: El cuerpo también tiene sus exi- HIALMAR: ?Y lo feliz que me hizo, meterme
gencias. en todo eso...! No tanto por el invento en
si... Por Eugenia, que estaba tan entusias-
GREGORIO: ?Decidiste algo? mada, que confiaba en el invento con esa fe
ingenua que tiene los chicos. Bah... por lo
HIALMAR: Para un hombre como yo hay menos asi me lo hacia creer. Tonto de mi.
un solo camino posible. Estoy recogien-
do mis cosas. Pero... lleva su tiempo, GREGORIO: ?Podrias creer que fue falsa?
?no?.
HIALMAR: ¿Qué importa lo que crea o no?.
GINA: (Algo impaciente.) ?Entonces, prepa- Lo cierto es que se me cruza en el cami-
ro la habitación o la valija? no. Va a ensombrecer mi existencia siem-
pre.
HIALMAR: (Enojado. Mirando de reojo a
Gregorio.) ¡La valija, por supuesto...! ¡Y GREGORIO: ?Eugenia? ?Es posible que
la habitación! pienses asi?

GINA: (Toma la valija.) Te pongo la cami- HIALMAR: ¡Con el cariño que he sentido
sa... Y los calzoncillos. (Sale hacia el sa- por esa criatura!. ¡Qué felicidad volver
lón.) cada vez a esta casa humilde y verla co-
rrer hacia mí con sus hermosos ojos en-
GREGORIO: (Tras un silencio.) Nunca hu- fermos! ¡Cuánto amor!. Y me hacía la ilu-
biera pensado que esto terminaria asi. sión que ella me correspondía.
?Te parece verdaderamente necesario
abandonar el hogar? GREGORIO: ¡¿Hialmar, por qué ilusión?!

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 42


HIALMAR: ¿Y cómo se puede saber la ver- Suena un disparo en el altillo.
dad? Es una duda horrible. Pensar que
quizá Eugenia jamás sintió por mí un ca- GREGORIO: (Jubiloso.) ?Hialmar!
riño verdadero.
HIALMAR: ¡Bueno. Ya salió de caza otra
GREGORIO: (Escucha algo.) Tal vez haya vez...!
una manera de probártelo. ¿Qué es eso?
¿No es ese el graznido del pato salvaje? GINA: (Apareciendo.) Hialmar... Seria me-
jor que veas al abuelo. Esta cazando solo.
HIALMAR: (Escucha.) Debe estar papa en
el desvan. HIALMAR: Voy a verlo.

GREGORIO: (Se ilumina.) ?En el desvan...? GREGORIO: (Emocionado.) Hialmar, no


Creo que vas a tener una prueba del podrias imaginar lo que esta pasando.
carino de la pobre Eugenia.
HIALMAR: ¿Qué...?
HIALMAR: ¿Qué prueba me puede dar?
¿Por que tendría que creerle? GREGORIO: La prueba.

GREGORIO: Eugenia no conoce la falsedad, HIALMAR: ?Cual prueba?


Hialmar.
GREGORIO: El sacrificio infantil de su te-
HIALMAR: Eso es lo que no sé. Vaya a sa- soro más preciado. Eugenia convenció a
ber lo que Gina y esa señora Soerby han tu padre para que mate al pato salvaje.
andado cuchicheando por aquí tantas ve-
ces. Y Eugenia que anda siempre con los HIALMAR: ?Al pato...?
oídos alerta. No sé si lo del donativo no
es simplemente el comienzo. La señora GINA: ¡¿Dios mío, y por qué...?!
Soerby siempre tuvo debilidad por
Eugenia. Ahora tiene la posibilidad de GREGORIO: Decidió sacrificarte lo más
hacer lo que se le ocurra con ella. En el valioso que tenía en este mundo porque
momento que quieran, me la quitan. piensa que de esta manera volveras a
quererla.
GREGORIO: Eugenia no te abandonara
nunca. HIALMAR: (Conmovido.) Esta criatura...

HIALMAR: Yo no estaría tan seguro. Si la GINA: Las cosas que se le ocurren.


llaman con las manos llenas... Ahora veo
claro que este oscuro fotógrafo de buhar- GREGORIO: Quería reconquistar tu cari-
dilla nunca significó nada para ella. Que ño, eso es todo. Se le hacía imposible vi-
todo fue ni más ni menos que una arti- vir sin él.
maña para llevarse lo mejor posible con
él hasta el momento oportuno. GINA: (Conteniendo el llanto.) Yo lo ves,
Hialmar.
GREGORIO: Es una locura lo que estas
diciendo, Hialmar. Nadie podria creer algo HIALMAR: ¡Gina, ¿dónde está?!
asi.
GINA: Pobre, seguramente esta sentadita
HIALMAR: Eso es justamente lo terrible. en la cocina.
Que no sé lo que tengo que creer. Que no
lo sabré nunca. Mi buen Gregorio: estás HIALMAR: (Abre la puerta de la cocina.)
confiando demasiado en la exigencia de ?Eugenia, hijita de mi amor...! (Mira.) No,
los ideales. Si vinieran los otros, los de aqui no esta.
las manos llenas, y le dijeran «Vamos
Eugenia, aquí te espera la buena vida...» GINA: Estara en su cuarto...

GREGORIO: ?Y entonces? HIALMAR: (Desde adentro.) No, tampoco.


(Regresa.) Debe haber salido.
HIALMAR: Y yo le dijera: «?Estas dispuesta
a renunciar a esa vida por mi?» Ya verias GINA: Seguramente. Como no la querias en
lo que me contestaba. ninguna parte.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 43


HIALMAR: ?Dios mio, si volviera pronto GINA: ?Donde esta herida? No veo...
para poder decirle... Para poder... ?Gre-
gorio, creo que ahora si puedo empezar RELLING: (Entra seguido de Molvic.) ¿Qué
una nueva vida! pasa?

GREGORIO: Lo sabia. Por la nina debía GINA: Dicen que Eugenia se pegó un tiro.
iniciarse la redención.
HIALMAR: (Le indica que se acerque)
El viejo Ekdal se asoma a la puerta de su ?Relling, por favor...!
cuarto, vestido de uniforme, muy ocu-
pado en cenirse el sable. RELLING: ?Un tiro? (Revisa a Eugenia.)

HIALMAR: (Estupefacto) Papa... HIALMAR: ?No es nada grave, no...?


Relling... Sangra apenas... ?No es nada,
EKDAL: (Fastidiado.) ?Desde cuando vas no?
de caza sin mi?
RELLING: ¿Cómo fue?
HIALMAR: ?No estabas en el desvan?.
HIALMAR: ?No sabemos!
EKDAL: No.
GINA: Quiso matar al pato salvaje.
HIALMAR: Y ese disparo entonces...
HIALMAR: Se le debe haber escapado el tiro.
GREGORIO: ?Hialmar, ella misma ha ma-
tado al pato! EKDAL: El bosque se venga... Pero no ten-
go miedo. (Se mete en el desvan y cierra
HIALMAR: ¡¿Qué ha pasado aquí...?! (Abre tras de si.)
de par en par la puerta del altillo. Lla-
ma.) ¡Eugenia! (Entra en el desván.) HIALMAR: ¡Relling...! ¡¿Qué pasa...?!

GINA: ¡Jesús, ¿qué pasó?! RELLING: El disparo penetró en el pecho.

HIALMAR: ?Esta tirada en el suelo! HIALMAR: ?Si, pero esta reaccionando, no?

GREGORIO: Tirada... RELLING: Ya murió, Hialmar.

GINA: (Simultáneamente.) ¡Eugenia! (Entra GINA: (Deshecha en llanto.) ?Hija de mi


también en el altillo.) ¡No, no, no! alma!

EKDAL: ¿Así que también la criaturita se GREGORIO: (Oscuro.) En lo profundo de


dedica a cazar? los mares...

Hialmar, Gina y Gregorio traen a Eugenia. HIALMAR: ?No senor, no senor! ?Tiene que
En su mano crispada trae el arma. vivir! ?Por el amor de Dios, Relling...!
?Aunque sea un momento! ¡Para que
HIALMAR: (Trastornado.) ¡Se disparó...! ¡El pueda decirle que no la dejé de querer...!
arma se disparó...! ¡Se hirió sin querer!
¡Pidan auxilio! ¡Auxilio! RELLING: La bala le atravesó el corazón.
Hemorragia interna. Murió instantánea-
Entre Hialmar y Gregorio acomodan a mente.
Eugenia en el sofa.
HIALMAR: ¡Yo, yo...! ¡Yo la rechacé como a
GINA: (Por la puerta del pasillo.) ?Relling! un perro! ¡Se mató por mí! ¡Y ya no lo
?Doctor Relling! ?Venga rapido por fa- podré reparar! ¡Ya no le podré decir...!
vor! (Los puños al cielo.) ¿Por qué me hiciste
esto, Dios...? Si es verdad que estás ahí
EKDAL: (Por lo bajo.) Yo lo decia yo. El bos- arriba, ¿por qué me hiciste esto? ¡Por qué!
que se venga.
GINA: Por lo que mas quieras, no cometas
HIALMAR: ?Ahora va a reaccionar! ?Ya esta ese pecado, Hialmar. Sera que no
recobrando el conocimiento! ?Si, si...! teniamos derecho a conservarla.

Dramática Latinoamericana de Teatro/CELCIT N° 20 pag 44


MOLVIC: La nina no ha muerto... Esta solo esplendor?
dormida en el sueno eterno...
GREGORIO: ?No cree que lo conservara
RELLING: ¡Imbécil! toda la vida...? ?Que ira aumentando dia
a dia?
HIALMAR: (Observa a Eugenia como quien
no entiende.) Qué tranquila se la ve. RELLING: Antes de un año la pequeña
Eugenia no será para él más que un bo-
GINA: Habria que llevarla a su cuarto. nito tema de declamación.

HIALMAR: (Mientras la llevan.) ?Gina, GREGORIO: ¿Cómo se atreve a decir eso


Gina...! ?Vas a poder soportarlo...? de Hialmar Ekdal?

GINA: Tendremos que ayudarnos entre los RELLING: Ya hablaremos cuando se hayan
dos, Hialmar. Porque ahora si que es hija secado las primeras flores sobre la tum-
de los dos. ba. Entonces lo escuchará recitar a cho-
rros sobre «la niña arrebatada prematu-
MOLVIC: (Con los brazos abiertos.) ?Ala- ramente del corazón de su desconsolado
bado sea el senor! ?Polvo eres y en polvo padre...» Luego verá como se empapa en
te convertiras! un jarabe de sentimentalismo y autocom-
pasión. Ya lo verá.
RELLING: ?Basta animal...! ?Estas borracho!
GREGORIO: Si usted tiene razón, y yo soy
Hialmar y Gina se llevan el cuerpo de el equivocado, entonces sí que la vida no
Eugenia por la puerta de la cocina. merece ser soportada.
Relling la cierra tras ellos. Molvic se es-
cabulle por la escalera. RELLING: La vida podria ser bastante so-
portable si nos dejaran en paz esos mal-
RELLING: (A Gregorio.) Nadie me va a ha- ditos acreedores que vienen a golpear-
cer tragar lo del accidente. nos la puerta, en medio de nuestras mi-
serias, exigiendo que se les pague en
GREGORIO: (Aterrado.) ?Quién puede sa- nombre de no se que ideales.
berlo?
GREGORIO: (Con la mirada perdida.) En
RELLING: El disparo quemó la blusa. Dis- ese caso estoy satisfecho de la resolu-
paró apoyando el caño contra el pecho. ción que he tomado.

GREGORIO: Al menos no murió en vano. RELLING: ?Y seria indiscreto preguntarle


¿Ha visto cómo el dolor despertó en él cual es?
toda su grandeza de espíritu?
GREGORIO: (Marchandose.) Ser el nume-
RELLING: La mayoria de la gente se enno- ro trece a la mesa.
blece ante la sola presencia de la muer-
te. ?Pero cuanto calcula que le durara el Sale.

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Toda representación de esta versión deberá contar con las cátedras Creación Colectiva, y Dramaturgia; y dicta
la debida autorización de ARGENTORES. J.A. Pacheco en la Escuela de Titiriteros del Teatro San Martín la
de Melo 1820 (1126) Capital Federal. Rep. Argentina. materia Dramaturgia para títeres y objetos. De
continuada actividad pedagógica en su país y en el
Dramaturgo y Maestro de Dramaturgia, Mauricio exterior, ha dictado talleres y seminarios en España,
Kartun ha escrito desde 1973 hasta la fecha mas de México, Cuba, Colombia, Venezuela y Puerto Rico.
quince obras teatrales entre originales y adaptaciones.
Chau Misterix, La casita de los viejos, Pericones, Sacco y Alumnos formados en sus talleres se han hecho
Vanzetti, El partener, Desde la lona, y Rapido Nocturno, acreedores a la fecha a mas de setenta premios
aire de foxtrot, son sus producciones mas representadas, nacionales e internacionales en la materia.
y publicadas, en la Argentina y en el extranjero.
Mauricio Kartun. Correo electrónico:
Sus obras han ganado en el país algunos de los mkartun@arnet.com.ar
premios más importantes: Asociación de Cronistas del
Espectáculo, Nacional, Municipal, Konex, Argentores, Todos los derechos reservados
Prensario, Fondo Nacional de las Artes, Léonidas Buenos Aires, Argentina. Abril de 2000
Barletta, María Guerrero, Pepino el 88, y Trinidad
Guevara. CELCIT. Centro Latinoamericano de Creación e
Investigación Teatral
Creador de la Carrera de Dramaturgia de la E.A.D., Director: Carlos Ianni
Escuela de Arte Dramatico de la Ciudad de Buenos Bolivar 825. (1066) Buenos Aires. Argentina
Aires, es responsable allí actualmente de su Cátedra de Teléfono/fax: (5411) 4361-8348. e-mail:
Taller. Es docente de la Universidad Nacional del celcit@sinectis.com.ar
Centro en cuya Escuela Superior de Teatro es titular de Internet: http://argen-guia.com/celcit

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