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INSTITUTO SUPERIOR “RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL”

FORMACIÓN PEDAGÓGICA DE GRADUADOS NO


DOCENTES Y TÉCNICOS SUPERIORES PARA LA
EDUCACIÓN SECUNDARIA
ESPACIO CURRICULAR: ÉTICA Y EDUCACIÓN
PROFESOR: MARCELO DUCART
ESTUDIANTE: SERGIO ADRIÁN VILLONE

EL BURACO DE AL LADO
Como metáfora de tiempos conflictivos, El hombre de al lado recupera
esa mirada del Otro que nos molesta y que sustrae lo peor de nosotros
en el medio de una disputa que un simple agujero en la pared puede
provocar, sin percatarnos en el fragor la oportunidad de acercarnos, no
sólo mirarnos con desconfianza.

Las ansias por cerrar esa brecha que despierta una fuga del estilo de
vida que supimos conseguir, ese vacío que se rellena rápidamente de los
peores miedos, esos que nacen en la admisión de la Otredad como
categoría ética que nos interpela y mueve los cimientos socio-culturales-
históricos no sólo de una comunidad sino principalmente los
individuales, en tanto sujetos vivientes que armamos con paciencia
aquello que el desconocido vendrá a derribar. No tanto como acción
violenta en sí misma sino más bien como invitación a diferentes
abordajes, habitualmente descartados por nuestras inseguridades y
cerramientos.

Esa abertura en la pared es un salto a la libertad censurada por tanta


diferenciación social impuesta por instancias hegemónicas desde lo
cultural y desemancipadoras desde lo social. Ese buraco llamado así
recupera mejor el contexto que nos rodea como habitantes de una
porción del país que no precisamente es donde está ambientada la
película, pero que nos permitimos en tanto espacio histórico que
subraya la alteridad como forma ética de ver lo diferente más desde la
apertura antes que en el cierre que acercan también aquéllos poderes
hegemónicos.

Cuántos discursos nos habrán hablado e incitado a derribar paredes,


quizás desde lo utópico que todavía pervive en muchos, que podemos,
intentamos proponer seguir haciendo agujeros en la conciencia
establecida y declarar zonas grietíticas desde donde operar cambios que
nos dijeron que el Otro siempre vino a amenazar.

Quizás en el encuentro con ese Otro esté el abordaje que nos libere de
esos miedos ancestrales, prisioneros de la ¿propia? mismidad, justo
nosotros, actores de un colectivo regional azotados por el Otro
Conquistador del cual tanto nos habla Dussel y tantos otros desde la
tradición latinoamericana de la liberación, mirada introspectiva que hoy
cobra mayor fuerza a la luz de lo que nos estamos permitiendo
descubrir.

Pero decíamos también en venir al acá, a Córdoba, Río Cuarto, y


rescatarnos como autores de un tramado dentro del campo educativo
tan necesitado de proveer martillos para hacer buracos grandes,
desprolijos, amorfos, altisonantes, pero llenos de aire y luz, la luz de la
autodeterminación de descartar lugares prolijos antes que desordenados
por el debate y la introducción a otra ética que denuncie las morales
pretendidamente pulcras.

Esa ética prisionera del relato conservador, simplista, de forma, como la


casa de Leonardo, rebasada de tanto puritanismo burgués acomodado,
miedoso de que su mundo se derrumbe ante el hedonista Víctor que
viene a espetarle otras realidades, esas que preferimos tirar debajo de
la alfombra y alejar con murallas (y, otra vez, muros).

El buraco de al lado está de nuestro lado aunque no lo hayamos


construido todavía. Sirve la idea de reproducir semejante alteridad para
que vayamos en el encuentro de la Otredad, que no es más que un símil
de nosotros en un campo moral ahora abierto al respeto y la tolerancia.

“La ontología de la mismidad que subyace en el estatuto epistemológico


de la ciencia occidental habrá de verse despedazada por una ontología
de la otredad o de la diferencia posibilitando con ello la emergencia de
plurales y alternativas versiones explicativas de la realidad. La
normatividad filosófica de la mismidad que obligaba a la determinación
de modos normalizados de pensamiento y acción, tenidos por
indudables en función de su aprehensión fotográfica de lo real, será
reemplazada por la normatividad de la diferencia que favorece la
multiplicación y coexistencia de las versiones de la realidad fundándose
en el cuidado y el respeto que merecen las experiencias existenciales
-lingüísticamente expresadas- de los individuos situados”, promete el
filósofo riocuartense Abelardo Barra Ruatta1.

Buracos y alteridades, un cóctel que desde una ética cordobizante desde


lo local y latinoameriquizante desde lo global nos debemos permitir aún
cuando nos amenacen con aislamientos, los mismos que no paran de
avizorar catástrofes cansados de tanto Otro que desafía su mismidad
desnudada.

1
http://www.unrc.edu.ar/publicar/cde/Barra%20Ruatta.htm (acc. 25/05/11)

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