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V Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente

Universidad Nacional de General Sarmiento


22 al 25 de junio de 2010

Putos eran los de antes. Una aproximación a los cambios y continuidades en la


sociabilidad gay Argentina.

Fernando Rada Schultze1

A la memoria de Marcos, “marquitos”, “la nona”.


Tus 73 años de risas, frescura y simpatía
se extrañarán en las mesas del Agrario

Resumen
El siguiente trabajo pretende, desde una óptica transgeneracional, dar cuenta
tanto de rupturas como persistencias en lo que a los códigos propios de la comunidad
gay competen. Para esto nos centraremos, mediante el desarrollo de entrevistas en
profundidad, en dos de las ciudades más importantes de la Argentina: Rosario y Buenos
Aires.
A tal fin analizaremos las representaciones sociales que tanto gerontes y actuales
jóvenes gays tienen respecto a su comunidad de pertenencia, lo cual nos brindará
herramientas para estudiar diversos acontecimientos ocurridos en el seno de dicho
colectivo. Esto creemos, a su vez nos permitiría dar cuenta de la pertinencia teórica de
ver en esta subpoblación un ethos propio y como se hubiera ido desarrollando en el
transcurso del tiempo.

I. Introducción
Diversos autores, desde las Ciencias Sociales, han abordado los innegables
cambios acontecidos en los últimos años en el Estado Argentino y la injerencia que
estos han tenido sobre la sociedad civil (Aronskind, 2001; Castellani, 2002; Murmis y
Feldman, 1993). Sin lugar a dudas, uno de los más característicos ha sido la
reconfiguración de la base social del país, acentuando rasgos tales como el
empobrecimiento y la exclusión (Svampa y Pereyra, 2003). Sin embargo, esta mirada
1
Fernando Rada Schultze. Lic. en Sociología – Universidad de Buenos Aires – Argentina.
fernandorada@hotmail.com

1
macro desde una sociología económica no alcanzaría para observar las particularidades
del objeto de estudio de nuestro trabajo: el desarrollo de la sociabilidad gay en la
historia reciente de nuestro país, centrándonos para el caso en las ciudades de Buenos
Aires y Rosario.
Por lo tanto, en el marco del UBACYT SO17, “Las transferencias
intergeneracionales de valores, conocimientos y savoir faire en las organizaciones”, al
cual pertenezco, debemos necesariamente analizar la influencia que otros procesos
sociales tuvieron sobre este subgrupo.
Una de las transformaciones de mayor injerencia sobre la comunidad gay
argentina, tal como señala Sívori (2004), parece ser la apertura democrática en 1983.
Otro tanto por su parte ocasionaron la Ley de unión civil dictada en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires para el año 2002, como así también la Resolución 671/2008
de la ANSES que reconociera a los convivientes del mismo sexo incluidos como
parientes con derecho a la pensión por fallecimiento del jubilado. 2 Por último, otro de
los cambios sociales ocurridos, y que podemos señalar que tuvo fuerte influencia sobre
el colectivo gay de la Argentina, es el hecho de que la Organización Mundial de la
Salud (OMS) quitará a la homosexualidad de entre su lista de enfermedades mentales
(Rada Schultze, 2009a).
Estos acontecimientos serán sobre los que haremos énfasis a la hora de analizar
el desarrollo de la sociabilidad gay en los últimos años y si esta se ha modificado por
influencia de dichas transformaciones sociales. Para esto, cabe destacar, tendremos en
cuenta las representaciones sociales de los actuales adultos mayores y jóvenes gays a fin
de estudiar qué cuestiones referidas al “ambiente” han cambiado, se han mantenido, o
han desaparecido.

II. Cambios políticos y cambios culturales


Tal como hemos advertido, la apertura democrática tuvo sobre la sociedad civil
una innegable influencia. La posibilidad de manifestarse públicamente crecía y las
discusiones respecto a los Derechos Humanos estaban en boga. El clima parecía ser el
adecuado para introducir en la agenda política cuestiones referidas a la diversidad
sexual. Sin embargo, recién a principios de los noventa se realizaría en Buenos Aires la

2
“Declárase a los convivientes del mismo sexo incluidos en los alcances del artículo 53 de la Ley Nº 24.241, como
parientes con derecho a la pensión por fallecimiento del jubilado, del beneficiario de retiro por invalidez o del afiliado en
actividad del Régimen Previsional Público o del Régimen de Capitalización”. http://www.cha.org.ar/articulo.php?
art=333&cat=8

2
primera marcha del orgullo GLTB (Gays, Lesbianas, Trans y Bisexuales). Los cambios
políticos no habían tenido una relación directamente proporcional con el plano socio-
cultural de nuestro país.
La diferencia de casi diez años entre la vuelta a la democracia y la primera
marcha del orgullo gay se debe explicar necesariamente desde un estudio
interdisciplinario que compendie a la Antropología, la Historia y la Sociología. A tal
fin, el estudio de Becker (2009), Los Extraños, y los conceptos de “carrera de desviado”
y el de “profecía autoconfirmatoria” que emplea el autor serán de gran utilidad para
aproximarnos a estas cuestiones.
El pensador norteamericano, con el concepto de “profecía autoconfirmatoria”
pretende dar cuenta de uno de los mecanismos que conduce al sujeto a realizar la
“carrera de desviado”. La misma consistiría en cumplir con el rol que la sociedad, a
través de la estigmatización, le atribuye a determinado grupo social. Así, el individuo
segregado llevaría adelante el estigma que la sociedad ha diseñado para él. A la vez, el
sujeto se aproximaría a esta marca que pesa sobre su vida, intentando parecerse al
modelo de desviación preestablecido que la sociedad tiene.
Si bien el foco del trabajo del sociólogo estadounidense difiere notablemente de
nuestro objeto de estudio, considero pertinente articular sus postulados con este escrito.
Para el caso que aquí trabajamos la “carrera de desviado” y la “profecía
autoconfirmatoria” se han forjado en torno a algo muy particular: la asociación histórica
entre la homosexualidad y la enfermedad, la homosexualidad y el delito, y la
homosexualidad y el pecado.
Tal como hemos manifestado, un cambio social de gran influencia sobre la
comunidad gay de la Argentina ha sido el quite por parte de la OMS de la
homosexualidad de entre su lista de enfermedades mentales. No obstante, lo reciente de
esta transformación (veinte años a cumplirse el próximo 17 de mayo) hace que en lo
inmediato no repercuta en la cultura local. Si a esto sumamos que quienes hoy son
adultos mayores han sido socializados en un contexto que los ha catalogado como
enfermos, perversos, delincuentes y pecadores, teniendo que desarrollar códigos de
sociabilidad propios para hacer más amena la vida, el viraje mental se hace aun más
complicado. Por tal motivo las poblaciones adultas GLTB tendieron a “cerrarse sobre si
mismos” volviéndose, en gran parte de los casos, sujetos aislados, solitarios y altamente
vulnerables (Rada Schultze, 2009b).

3
En este sentido, la posibilidad de ser detenido, demorado o advertido, fue uno de
los motivos que, sumado a la prohibición de concurrir con personas del mismo sexo a
albergues transitorios, llevó a que los sujetos dejasen parte de su vida social puertas a
adentro.3 Los encuentros sexuales fugases en baños públicos (“teteras”), la “mirada” y
el “yiro”, fueron otros de los artilugios que los gays de años anteriores implementaron
como distintivo de su “ambiente” a fin de volver más agradable la vida. Sin embargo
cierta amenaza estaba latente, motivo por el cual la sociabilidad gay por años solo
conoció un momento del día: la noche.
Otro tanto hizo la carga moral negativa que pesaba sobre la diversidad sexual.
Esta suerte de “obrar mal” encontraba eco en la opinión pública lo cual desmotivaba (y
hoy en día desmotiva) aun más a los actuales gerontes a “salir del closet”. No será raro
escuchar en ambas ciudades que personas mayores de sesenta años nos digan “¿para qué
voy a destaparme si así estoy bien?”, como así también que “no tengo necesidad de
decírselo a mi familia… sería generales un problema”. Algo que sencillamente para los
jóvenes de hoy en día resultaría aberrante.
Creemos que este ocultamiento a la familia argumentando cuestiones como
“sería generales un problema” o un disgusto, representan un claro ejemplo de la “carrera
de desviado” y de la “profecía autoconfirmatoria” de la que arriba hablábamos. El hecho
de que los actores hagan propio ese estigma en función del cual llevaran adelante
determinado rol prueba lo que aquí intentábamos manifestar. En la jerga de los
activistas GLTB existe un concepto para definir estas problemáticas que atañen en
mayor medida a los viejos de la comunidad y es el de la “homofobia interiorizada”. Con
esto la militancia gay propone dar cuenta de lo que aquí hemos preferido abordar desde
la sociología de Becker: los actuales gerontes GLTB han interiorizado la cultura en una
época donde se los estigmatizaba; donde sus actos o eran pecados, o eran delitos, o eran
producto de una enfermedad factible de curar. Cuestiones que los llevaron a desarrollar
en algunos casos una “doble vida” y en otros a quedarse solos, siendo mínimo el
número de ancianos gays que hoy son aceptados por otros y que a la vez se auto-
reconozcan.
Los actuales viejos gays por lo tanto realizaron la “carrera de desviado” llevando
adelante la “profecía autoconfirmatoria”: lo que hacían estaba mal y había que dejarlo
puertas adentro. En este aspecto un testimonio de una pareja es más que revelador:
3
Sívori (2004) señala que la sociabilidad gay a principios de los noventa “se desarrollaba contra un
trasfondo de condena moral y actos concretos de persecución. Los temores de la imaginación pública y la
persecución estatal estaban dirigidos (…) a la actividad homosexual pública o semi-pública” (P. 24)

4
“Nosotros somos compañeros hace mucho tiempo… pero nadie sabe que somos
pareja… En el edificio nos portamos bien”. Considero a este un claro ejemplo de la
homofobia hecha propia. La pareja entrevistada obviamente sigue pensando en una
lógica de obrar bien versus obrar mal y, como su acto tanto por ellos como por los otros
está considerado como algo negativo, prefieren fingir y “portarse bien”.
Esta “carrera de desviado” que la ancianidad gay ha llevado adelante (y que gran
parte de la población GLTB hoy en día desarrolla) será uno de los obstáculos culturales
que nos impedirá hallar una relación directa entre cambios políticos y cambios sociales.
No obstante, cabe destacar que el motivo de que ambas transformaciones no vayan a la
par no radica, a mi entender, en una responsabilidad de la población GLTB. Lo reciente
y limitado de la mayoría de estos cambios determina en gran medida la ausencia de una
alternativa cultural a la homofobia.

III. ¿Todo tiempo pasado fue mejor?


Líneas arriba intenté manifestar algunas problemáticas de la comunidad gay
desde el concepto de “carrera de desviado” atravesado por un análisis longitudinal.
Propongo, para este apartado, ahondar más profundo en estas cuestiones y dar cuenta de
algunas particularidades de la “vida social gay” si es que resulta pertinente emplear tal
concepto.
Como procuré evidenciar, aunque no inmediata, la sociabilidad gay a partir de
diversas transformaciones sociales y políticas adquirió una visibilidad sin precedentes.
Las discusiones en torno a los derechos de las minorías sexuales, a pesar de no ser
siempre escuchadas, se hicieron moneda corriente (cambio cultural por cierto celebrado
por la comunidad homosexual de nuestro país). Sin embargo, no todo desarrollo socio
cultural es visto por la totalidad del colectivo gay, ni festejado por los mismos, como
una suerte de evolución progresiva. Algunos de ellos encuentran en estos
acontecimientos, tomando el concepto del británico Giddens (1993) aunque no
empleado literalmente, “consecuencias no deseas de la acción”. Los resultados que
arrojó esta metamorfosis estructural no es del todo bien visto para alguno de ellos. En
este aspecto, es importante señalar que quienes no están del todo de acuerdo con el
viraje que adquirió la sociabilidad gay en los últimos quince o veinte años son los
actuales adultos mayores gays. Repasemos algunos de estos testimonios.
Para muchos de nuestros viejos gays de hoy en día este destape “mediático”,
como ellos prefieren llamarlo, que supuestamente han adquirido las problemáticas gays,

5
ha generado aún más rechazo en la sociedad. Ante tanto “espectáculo” que harían los
jóvenes gays mediante el presunto escándalo y la trasmisión televisiva de, por ejemplo,
un casamiento de personas del mismo sexo, solo conseguirían que la sociedad viese allí
algo gracioso. Si bien la siguiente cita es tan solo una opinión entre muchas, lo
recurrente de este tipo de testimonios es más que llamativo: “si bien hay una mayor
apertura y en base a eso se consiguen un montón de cosas, creo que la cosa tendría que
ser más medida… No suma. Es como gracioso para la sociedad. La sociedad ve eso y lo
rechaza… como algo raro. Yo creo que no hay que mostrar tanto”.
Para ellos, por el contrario a la opinión imperante en la actualidad, antes solían
estar más integrados. Piensan además que cierto giro mercantil que ha tomado la
comunidad es, hasta de algún modo, peligroso. Según creen los actuales viejos “hacer el
boliche gay, el hotel gay, el comedor gay” lo único que genera es que “nosotros solos
nos apartemos. Al final estamos solo entre mariquitas”. Tal como lo entienden, en esta
suerte de mecanismos para hacer más amena la vida y pensar un lugar de interacción
propio del colectivo solo consiguen “autodiscriminarse”.
La opinión respecto a una mayor integración en un pasado reciente se hace más
fuerte cuando agregan que “antes eran más aceptados” o cuando dicen que “siempre
fueron aceptados”, a lo cual añaden ejemplos y anécdotas personales más que
convincentes. No obstante, es conocida la opinión de los activistas de ONG’s que
pelean por derechos de minorías sexuales que claramente contrasta con el otro
argumento.4 Sin embargo aquí solo nos limitaremos a dar lugar a ambas
representaciones sociales sin esbozar ningún tipo de juicio de valor sobre las diversas
apreciaciones que los actores tienen sobre la coyuntura nacional.
Respecto a esta auto-exclusión que ellos observan en los últimos años acuerdan
que antes podían acudir a determinados lugares de público heterogéneo. Si bien piensan
que se ha ganado en materia de derechos, creen que esa “exposición” o “exhibición” de
los gays jóvenes, ha hecho que se perdiera una parte bastante grande de su vida
cotidiana. Según creen tanto “exhibicionismo innecesario lo único que consigue es que
la sociedad rechace”.Pese a esto, para ellos el cambio en los modos cotidianos de
interacción y la falta de participación en espacios heterogéneos no solo se debe a la
forma en la que se manejan los nuevos jóvenes (la cual según sostienen daría como

4
El pensador argentino Juan Jose Sebreli al respecto sostiene que desde 1943 hasta 1983, sin excepción
de gobiernos, los homosexuales fueron perseguidos. Su pensamiento por lo tanto está más próximo al de
los actuales activistas que al de los gerontes gays. Su testimonio podemos encontrarlo en el film Rosa
Patria de Santiago Loza, película documental que refleja la vida de Néstor Perlongher.

6
resultado una autosegregación). Para los adultos mayores se debe a un “problema”
mayor que involucra a la sociedad toda. Los códigos, lugares y modos de socialización
han cambiado en general.
Uno de los nuevos modos de interacción y del cual, a pesar de intentarlo sienten
que no pueden adaptarse del todo, es la consolidación de Internet como, sino la única, la
forma más importante de conocer gente, siendo el chat la vía más común. Es entendible
entonces que, con nostalgia, hagan mención a una suerte de “años dorados” donde en
largas jornadas de charlas y tragos en las mesas del Cairo, El Olmo o Sorocabana, como
así también La Buena Medida, podían conocer gente.
Tal como piensan, Internet se ha podido afirmar como el medio predominante
debido al beneficio económico que representa en contraposición a invitar a alguien a
tomar algo durante toda la noche. A esto debemos sumarle el hecho de la “extinción” de
los bares-cafés tan típicos en las ciudades de Buenos Aires y Rosario, cuya desaparición
fue suplantada con restoranes lo cual, no solo haría aún más costosa la jornada de
“levante”, sino que “es una lugar para otra cosa… para ir a comer algo e irte”.
En este sentido la aparición de boliches con canilla libre o valores reducidos en
las bebidas y destinado a un público, no solo selectivo (gays jóvenes), sino que además
a esa selección se la posiciona como meta deseable, habrían erosionado aun más las
maneras propias del interactuar gay de años atrás. Boliches como Gótica o Amerika
logran posicionarse por encima del tradicional bar-café por los motivos varios aquí
expuestos: resulta más económico, es un espacio que se siente como propio y es el lugar
de moda. En síntesis, es el lugar deseable.
Otro de los espacios que creen se ha ido perdiendo es el de la calle, y con él el
juego de miradas. La interacción en las calles céntricas de la ciudad (Córdoba y San
Martín en Rosario, Santa Fé en Buenos Aires) es algo que también ha cedido terreno
ante el avance del anonimato del chat. Los encuentros sexuales casuales y efímeros en
baños públicos o en plazas y parques es algo que parece muy lejano en el tiempo. Si
bien hoy en día las famosas “teteras” siguen vigentes, evidente es que ya no ocupa el
lugar del modelo de interacción dominante.
La vida social gay en la calle junto a la utilización de la mirada como
herramienta para averiguar si el otro era gay o no, fue algo muy característico de otras
épocas. De ahí la expresión tan común en la jerga homosexual masculina que dice
“mirada de loca nunca se equivoca”. En años anteriores, para hombres que buscaban
hombres solo era necesario mirar a la otra persona para saber si habría consenso. En

7
armonía con esto, uno de mis entrevistados al preguntarle si solo por chat la gente se
conoce, comenta que “para algunos el modo de levante es Internet… Para nosotros que
tenemos cierta edad [la adaptación] cuesta más”. En este sentido otro procura agregar
que “igualmente muchas veces en la calle hay miradas, se consiguen cosas, gente, pero
muy esporádico. Nadie te mira por la calle. Inclusive la gente que está en la joda, que
anda en la joda, en lo nuestro, directamente no te mira. Vos lo miras y te esquiva la
mirada”. Algo en el “ambiente” ha cambiado y los actores no sólo logran percibirlo,
sino que además intentan explicarlo.
Uno de los motivos de la desaparición de los encuentros fugaces callejeros tiene
una relación directa con lo acontecido en la totalidad de la sociedad. El evitar conocer
alguien en la calle y que “pase a mayores” (a saber, llevarlo a la casa para tener sexo) se
debe al temor creciente a la inseguridad: tanto robos como violencia física. Para los
viejos gays “la sociedad está más peligrosa” y si bien “hay mayor libertad, también hay
más problemas”. Otro de ellos por su parte, sin quererlo, resume la idea: “No me puedo
levantar un tipo en la calle… lo pienso dos veces y lo miro tres veces o cuatro para ver
si lo quiero llevar o no… Me puede salir peligroso… llevas a alguien a tu casa y te
afana”. En la actualidad la mirada de loca no se siente tan confiada y en verdad teme
equivocarse.
En relación con esto es importante tener en cuenta otro factor que, además del
temor a la inseguridad, hizo que las relaciones callejeras casuales perdieran espacio, y
es el auge del SIDA. Para los ancianos gays los años `80 constituyen un antes y un
después en los modos de socializar tanto o más importante que la apertura democrática,
por ejemplo. Un testimonio es esclarecedor en este sentido: “Si bien había
persecuciones. No había temores (…) Antes no existía este temor somero a las
enfermedades venéreas. Pero ahora, desde los años ochenta que se agudizó, entonces la
gente se retrae, tiene más temor”. Tal como ellos postulan “hasta el año `86, `87 era
mucho en la calle donde se conocía la gente”. Sin embargo, debido a la “aparición” del
VIH, como dicen, “la gente cambió”, “la gente dejó de tener relaciones… como que se
guarda”. Si bien ellos creen que las relaciones sexuales no se “cortaron” del todo,
piensan que de todos modos o las personas no lo reconocían o en verdad se redujo el
número de encuentros sexuales. Algunos de ellos, en armonía con esto comentan que el
temor al SIDA no solo cambió la vida social, sino el propio modo de las relaciones
sexuales; el acto en sí. Tal como informan “fueron dos años en los que se paró todo”.
Muchos recuerdan que “en esa época era solo masturbar y muchos tipos lo aceptaban

8
(…) Era besar, franelear y nada más… Después se volvió a la normalidad”. Según se
acuerdan esto trascendió a la sociabilidad entre personas del mismo sexo de nuestro
país. Algo de similares características, entienden, aconteció en Europa y los Estados
Unidos.
Respecto a esas percepciones de “normalidad” y de “aceptabilidad” de otros
años creo que necesariamente debemos problematizarlas antes de finalizar este cuarto
apartado. Si bien no es el objetivo de este trabajo refutar el discurso de los actuales
gerontes gays, al menos debemos, como hasta aquí hemos hecho, intentar contraponer
su visión con diversos acontecimientos. Así, mientras podemos encontrar diversos
testimonios que darían cuenta de una mayor tolerancia en tiempos pasados vemos, por
ejemplo, para el caso de la ciudad de Rosario, un contraste más que significativo. A
saber, a la par de la supuesta aceptación social existía dentro de la Municipalidad de
dicha ciudad un área de Moralidad Pública la cual ha extendido su existencia hasta el
año 2004.5 El mencionado organismo estatal se encargaba entre otras cosas de hacer
“razzia policial” a fin de evitar “escándalos” en la vía pública. Si bien desconozco que
en la ciudad de Buenos Aires haya existido una entidad semejante, podemos encontrar
similares actividades desarrolladas también por fuerzas de seguridad y funcionarios
estatales. Por lo tanto, en ambas ciudades fue más que común que a la salida de una
discoteca gay los estuvieran “esperando con un colectivo para llevarse a todo el
boliche”.
No obstante, la persecución estatal no sería aquí la única cuestión que vendría a
confrontar con el discurso de la ancianidad gay respecto a qué período histórico los
encontró más integrados. Otro eje al cual podríamos oponer su visión del mundo es la
“carrera de desviado” sobre la cual arriba hablábamos. Llamativamente a la par que
ellos acusan mayor aceptabilidad y tolerancia social en el pasado reciente, y culpan de
autosegregación a la creación de espacios culturales gays, podemos encontrar que
solamente un número muy reducido de ellos ha podido “salir del closet”. Ínfima es la
cantidad de viejos gays que han podido “destaparse” o “ventilar” su preferencia sexual.
Curiosamente, esta “carrera de desviado” ha generado que los mismos adultos mayores
se repriman. Algunos de ellos logran dar cuenta de este fenómeno y acotan “uno mismo
se reprime. El represor es uno mismo”. Otros profundizan el análisis y añaden que por
5
De tradición socialista, no deja de ser más que llamativo que, después de veinte años de democracia y
debido al asesinato de una trabajadora sexual en manos de dicha área, recién para 2004 desapareciera tal
organismo de esta Municipalidad santafesina. La perdurabilidad de áreas tan retrogradas en el pleno Siglo
XXI reafirman nuevamente lo que intentamos exponer aquí: los cambios políticos, sociales y culturales
no siempre responden al unísono.

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ejemplo no pueden presentar sus parejas a sus familias: “Lo presentamos como un
amigo porque sino choca”. Otro, al respecto dice “lo ocultamos nosotros por nuestra
vida social, vida familiar”.
La pregunta pertinente a realizar sería, ya que nos hemos centrado en el estudio
de las representaciones sociales, ¿por qué si sienten que antes tenían mayores libertades
ninguno, o muy pocos, han podido hacer su salida del armario? A esto algunos de ellos
responderán cosas como que “no es necesario… las familias sospechan”, como así
también que “no tiene importancia… para qué… uno no tiene porque andar ventilando
su vida privada”, o prefiriendo callarse por respeto: “[presentar a la pareja como
“amigo”] es una forma delicada de decir las cosas… total en las familias no se habla
pero todos saben… y hablar sería generarles un disgusto”. Otros de ellos acuerdan que
la decisión de no destaparse no radica tanto en una opinión personal, sino más bien en
una suerte de condicionamiento mayor: en primer instancia familiar, luego de la
sociedad civil, y por último del propio Estado. Para ellos entonces, la no salida del
closet responde a cuestiones generacionales (“tené en cuenta, me sugiere un
entrevistado, que hay diferencia de épocas, hay diferencias de edades”) y sociales
(“nosotros no podemos ir abrazados o del brazo porque todo el mundo te mira… no lo
podes hacer” agrega otro), sumado a la ya descrita persecución policial-estatal.
Por último, para finalizar este apartado, propongo revisar algunas cuestiones en
torno a las cuales hemos indagado. Si bien no hemos podido encontrar una opinión
homogénea al respecto que condene o avale los años anteriores, de algo al menos
podemos estar seguros y es de que la historia pasada de la homosexualidad masculina
no es tan idílica como algunos de los viejos gays pretenden enseñar. Tampoco es, ni ha
sido, tan traumática como algunos de los jóvenes de hoy en día piensan. Por el
contrario, creo que los mecanismos de sociabilidad, códigos propios del endogrupo,
posibilitaron hacer más fácil y agradable la vida. El problema radicaría, y es lo que en
estas líneas hemos intentado manifestar, cuando por diversos motivos (políticos,
culturales, económicos) esos valores se trastocan. Ante esto los actores deben
necesariamente responder de algún modo. El inconveniente se generaría cuando no
lograsen aprender y aprehender el fenómeno conflictivo, el cual a su vez tendería a
romper con las antiguas representaciones sociales. Por consiguiente, en la medida en la
que no apareciesen nuevos mecanismos de percepción del mundo este quedaría
inexplicado, lo cual conduciría, como ya señalamos, a tener una mirada nostálgica sobre

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el pasado. Sobre un pasado que no solo se dejaba conocer, sino también entender. Sobre
un pasado que se podía explicar.

IV. ¿Cambia, todo cambia…?


Si bien a lo largo de este escrito fuimos observando las particulares rupturas y
continuidades que ha experimentado en los últimos años la sociabilidad gay,
priorizamos sin embargo la influencia de acontecimientos externos a dicha comunidad
para observar el impacto de los mismos sobre este colectivo. También hemos preferido
centrarnos en la mirada que los adultos mayores tienen sobre los cambios sociales,
culturales y políticos. Para este apartado por el contrario, aunque sin descuidar la
perspectiva de los viejos, indagaremos en torno a la juventud homosexual a fin de tener
la otra opinión sobre lo ocurrido en el universo gay en lo que al desarrollo de los
códigos de sociabilidad compete.
Una de las transformaciones en los modos de relacionarse ha sido el uso de la
mirada como mecanismo de “levante”. No obstante este no es el único aspecto de la
socialización gay que ha experimentado una modificación en el último tiempo. Aquí nos
interesa señalar algunos elementos que podríamos denominar lingüísticos o de la jerga
gay que han ido cambiando en los últimos años. Algunas de estas metamorfosis cultural,
como veremos responden de forma directa a cambios mayores ocurridos en la sociedad
toda.
El fenómeno determinado que observaremos atañe a las parejas del mismo sexo
y la injerencia sobre estas que ha tenido la Resolución 671/2008 de la ANSES. Algo
más que importante a destacar que ha sucedido a partir de esta medida política es el
reconocimiento de la existencia de parejas del mismo sexo. Sin embargo, este no es la
única incidencia. Una decisión política de esta magnitud transformaría al individuo en
sujeto de derechos: el viudo se vería capaz de demandar algo que por ley le
correspondería. A esto debemos necesariamente anexarle el reconocimiento a la
historicidad de la relación amorosa y del duelo, proceso, aunque doloroso, inevitable.
No obstante estos no han sido los únicos cambios que ha traído aparejado este
decreto presidencial. El afirmar la existencia de parejas del mismo sexo y otorgarles
historicidad y derechos permitió que se reconfigure el modo en que la persona veía a
quien lo acompañaba.6 Así, se pasó de ver en el otro a un “compañero” o “amigo”,
6
Si bien podremos discutir si el fin último de esta decisión política radica en un acto de demagogia o en
un real interés en generar políticas para esta subpoblación (discusión que por cierto poca relación tendría
con este trabajo), innegable son los cambios positivos, aunque limitados, que tal medida genera para este

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como en años atrás se decía, a una “pareja”, palabra que domina en la actualidad. 7
Algunos de estos viejos por lo tanto pudieron asumir el rol de pareja y desvincular su
relación amorosa al compañerismo o la amistad. La siguiente cita, aunque un tanto
extensa, será esclarecedora. El testimonio corresponde a un abogado de la Comunidad
Homosexual Argentina (CHA): “…por los hechos históricos en los que estas personas
fueron socializadas tienen otra dinámica para ejercer su identidad. Está más esta idea del
compañero o compañera y de la cantidad de años que vivieron. Cuando se les presenta
este reconocimiento jurídico-administrativo es reforzar esto, no la identidad [sexual],
sino reforzar este compañerismo… Esto obviamente los convierte en sujeto de derecho,
aunque ya lo son, pero para mi los resignifica como viudos y viudas, sobre todo en algo
tan impensado como es enviudar a una persona del mismo sexo”.
Este viraje conceptual, debemos destacar, no solo se desarrolla en la concepción
de pareja que se tiene. Otro plano en donde se han experimentado cambios es en la
propia imagen que se tiene como homosexual. Conocida es la jerga del colectivo gay
argentino y la diversidad de palabras que emplean para denominar al varón que desea
otros varones. “Loca”, “chongo”, “puto” y “gay” eran algunos de los vocablos que en
otra época servían para identificar al homosexual masculino. Esta clasificación se
basaba sobre todo en el rol que el actor ocupaba en el acto sexual. No obstante algunas
de estas terminaciones siguen en la actualidad. Otras por el contrario han sido
resignificadas o han quedado en desuso.
Una de las terminaciones a la que difícilmente los gays jóvenes actuales
quisieran ser asociados es la categoría de homosexual. Identificado lo “homosexual”
como término biológico o médico, genera rechazo en el ambiente, prefiriendo por lo
tanto relacionarse a la idea de “gay”.
Años atrás por el contrario, y en la actualidad los gerontes, eligieron
identificarse con la idea de “homosexual”. Esto responde a diversos motivos. Uno es el
no querer aceptar la palabra “gay” porque esta se vinculaba a nociones como la de
diversión o alegría. Ellos por el contrario priorizaban el rol sexual, ponderando
categorías como la de “homosexual activo” u “homosexual pasivo” según su posición
en el acto sexual. Otro factor que genero repudio a clasificarse como “gay” era el hecho
de que aquella palabra provenía y estaba en boga en los denominados países
imperialistas que, según se creía sobre todo en los ´70 (años de efervescencia colectiva
sector de la población.
7
Si bien las parejas actuales utilizan este vocablo desde hace varios años, el cambio al cual yo me refiero
remite a los viejos que conviven, quienes a partir de tal resolución pudieron pensarse de este modo.

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de carácter antinorteamericano), pretendían convertir la homosexualidad en un negocio.
Someter la sexualidad a la lógica del mercado.8 Por consiguiente, la clasificación para
muchos de ellos giraría alrededor del lugar ocupado en la cama. Así, la “loca” sería el
homosexual pasivo más afeminado, mientras que el “chongo” sería el de un carácter
más masculino que rara vez asumiría su categoría de homosexual.
En la actualidad por el contrario, según aseguran nuestros entrevistados “hay
como una vuelta a la licuación de las identidades”. Con lo dicho este actor intenta
explicar que en el presente no tiene lugar una identificación sexual según el rol
cumplido. En oposición a otras épocas, hoy en día se da una “relación gay-gay”. Ya no
existiría en el seno de la comunidad gay, o se buscaría romper, una replica de la relación
heterosexista. Esta idea del “puto”, del “chongo” y de la “loca” pertenecería a otras
épocas, como así también a autodefinirse como “homosexual”.
Algunas de las agrupaciones que velan por los derechos de la comunidad GLTB
de la Argentina, y sobre todo en Rosario, procuran no solo disociarse de la categoría de
homosexual ya que ellos también observan ahí un concepto cercano al rango de
enfermedad, sino que además proponen escribir “gai” y no gay a fin de diferenciarse
también de una suerte de “moda” homosexual que encontraría como máximo productor
al primer mundo.
De todos modos los cambios y las persistencias en los modos de ser y de hacer
de la comunidad gay no se han limitado solamente al plano lingüístico.
Una de las cosas que aun se mantienen en actualidad es el momento del día que
ocupa el gay: la noche. Si bien en nuestra vida diaria existe una mayor aceptación y
tolerancia, históricamente los gays debieron desarrollar su vida en la noche. Las
persecuciones y el tener que ocultarse llevaron a que los sujetos debieran adecuar su
vida en función de eso. Por tal motivo es que muchos de ellos debieron fingir u ocultar
su modo de ser. A esto se debe entonces que, a pesar de la existencia de cierta
tolerancia, la noche sigua cumpliendo el rol de refugio o el momento de la jornada en la
que se sientan más cómodos.
Debemos señalar que esta no es la una de las pocas cuestiones que se han
mantenido en la sociabilidad gay. Algo que ha caracterizado a los modos de obrar de
este colectivo y que hoy perdura es la no moralización de las relaciones según edad. A
diferencia de las relaciones heterosexuales, para la población gay no está mal visto que
8
En este aspecto es más que interesante el pensamiento de Rodolfo Fogwill y de Néstor Perlongher sobre
este período y el análisis que ambos realizan en torno al significado y al valor de llamarse gay. Dichas
ideas pueden encontrarse en la película de Santiago Loza.

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dos personas con una amplia diferencia de edad sean pareja o amigos. Tanto jóvenes
como viejos en este sentido acuerdan y encuentran la explicación de esto en que el
acercamiento entre jóvenes y viejos no se moraliza por lo común de dicha práctica. Lo
regular de este tipo de relaciones se debe para ellos a que la juventud ve en el adulto
mayor una figura de autoridad. Una figura paternal. Una imagen de respeto.
Sin embargo no siempre las relaciones transgeneracionales en el seno del
colectivo gay se han dado en los mejores términos. Al igual que la sociedad toda, la
comunidad GLTB también segrega y discrimina por edad. Así por ejemplo los viejos no
tendrán ningún lugar en el activismo y serán vistos como inútiles e incapaces de encarar
una lucha política (Rada Schultze, 2010). Las problemáticas propias de la vejez para los
jóvenes activistas les resultarán temas ajenos.9
Es importante destacar que la discriminación no conoce una sola dirección, sino
que por el contrario la misma es reciproca: los viejos también discriminan a la juventud.
Para muchos de ellos los jóvenes son “unas mariquitas que quieren hinchar las bolas”.
“Unas mariquitas sufridas” asegura otro. A veces también, la descripción que se hace de
la población que ocupa el otro extremo de la vida trasciende la imagen de lo conflictivo
y posiciona al otro en el lugar de la inmadurez. El gay joven por lo tanto sería
problemático e incapaz.
Otro viraje importante que ha tenido la sociabilidad gay en el trascurso de estos
años es la ruptura a la asociación directa entre homosexualidad y enfermedad, delito y
práctica sodomita o pecaminosa. En síntesis, lo que líneas arriba denominamos “carrera
de desviado”. En la actualidad algunos gays podrán expresarse públicamente con mayor
o menos libertad, temor o vergüenza, pero difícilmente alguno de ellos piense que su
obrar puede ser juzgado o evaluado en términos de actuar bien-actuar mal.
Por el contrario, hoy en día la visión de una mayor apertura e integración
progresiva es para lo activistas factor de movilización y estimulo para continuar
profundizando estas cuestiones y luchar contra el rechazo social y contra el intento
normalizador según determinado patrón. No obstante es discutible el lema bajo el cual
marchan agrupaciones como VOX o la Federación Argentina LGTB: “Los mismos
derechos con los mismos nombres”. Aquí sin embargo abriremos un interrogante difícil
de cerrar. El mismo implicaría problematizar alrededor de la discusión histórica de si los

9
Raras veces en el activismo gay se da lugar a discusiones que giren en torno a problemáticas vinculas a
la gerontología. Las pocas veces que he tenido la posibilidad de participar cuando se observara el tema, el
mismo era abordado desde un enfoque de debilidad y enfermedad: viejo sería aquel individuo que no
podría sobrevivir solo.

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homosexuales necesitarían idénticos derechos que el resto de la población, o si ellos en
cambio precisarían políticas focalizadas debido a la posible existencia de un ethos,
subjetividad o modo de ser y hacer propios del grupo. No es interés de este trabajo
intentar responder esta cuestión. Por el contrario desde la perspectiva de
transformaciones y continuidades es propicio señalar que a diferencia del lema
levantado por las agrupaciones mencionadas, en los años ´70 el Frente de Liberación
Homosexual (FLH), con referentes como Sara Torres, Sergio Pérez Álvarez, Néstor
Perlongher y Héctor Anabitarte, pregonaban “no liberar al homosexual, sino a la
homosexualidad”. Con este discurso, el FLH lo que buscaba por aquel entonces era
romper con el intento de asimilación que para ellos la sociedad paternalista tenía. El
pensamiento más que moderno del FLH tenía como objetivo romper con las identidades
sexual.10
En este sentido, y tomando el antecedente del FLH, creo pertinente y necesario
discutir si la búsqueda de igualdad no podría acarrear como “consecuencias no deseadas
de la acción” el someter la diferencia a una nueva etapa de la asimilación heterosexista;
si el hecho de buscar justicia y equidad no podría traer aparejado el asimilarse al
machismo y al paternalismo; si el buscar “los mismos derechos con los mismos
nombres” no podría generar que se perdiera la diferencia y el derecho a la diversidad; y
si en el caso de no existir una subjetividad gay, el adecuarse a “los mismos derechos” ya
existentes y pensados para otra época y para otro conjunto de personas, y no discutir las
identidades sexuales y cómo estas se conforman, ¿no podría ser peligroso o
contraproducente? Sin embargo primero habría que discutir si en verdad existen
particularidades que hagan diverso y diferente al grupo en cuestión. Por lo tanto como
prometí estas cuestiones difícilmente puedan ser resultas en este escrito. De todos
modos, aunque esta vez el enfoque haya sido respecto al activismo, considero más que
importante darle lugar a estas inquietudes ya que denotan otro tipo de cambios y
continuidades en el universo gay.

V. Consideraciones finales
Lejos de ser una conclusión acabada, estas “consideraciones finales” tienen
como objetivo no solo repasar lo ya visto, sino también problematizar una serie de
cuestiones y abrir nuevamente diversos interrogantes.

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Flavio Rapisardi hace un análisis interesante de esta cuestión. Su testimonio puede encontrarse también
en la cinta cinematográfica de Santiago Loza.

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A lo largo de este escrito intentamos revisar quiebres y persistencias en la
sociabilidad gay de la Argentina. Sin embargo, debido a la dificultad de trazar una
relación directa entre cambios políticos y cambios sociales es que hemos recurrido al
estudio de las Representaciones Sociales. El concepto esgrimido por Moscovici y
retomado por León (2002) y Umaña (2002), da cuenta de cómo se configura la
subjetividad en un periodo de cambios. Las Representaciones Sociales surgen en un
contexto de transformaciones para resignificar aquel objeto de conocimiento extraño
que se ha vuelto cotidiano, permitiéndole a los individuos hacer frente a lo desconocido;
resignificamos ese objeto que nos resulta extraño o nuevo, pero que comienza a ser
habitual. Por lo tanto hemos indagado respecto al mecanismo empleado por los actores
para dar cuenta del fenómeno problemático del desarrollo de la sociabilidad gay y de los
virajes en los códigos en un contexto de cambios políticos, culturales, sociales y
económicos. Las transformaciones eran innegables y los individuos de algún modo
buscarían interpretar y explicar ese cambiante proceso; intentarían dar cuenta de ese
fenómeno conflictivo. Aquí procuramos entonces relevar aquel mecanismo utilizado
para observar el mundo y la visión que de este se tiene y se ha tenido.
Hecho propio este concepto es que abordamos una serie de problemáticas
particulares. Mediante la recolección de testimonios hemos podido analizar procesos
históricos de gran influencia sobre este colectivo. A lo largo de este trabajo estudiamos
la injerencia de determinados fenómenos sociales como la apertura democrática, el auge
del SIDA y diversas medidas políticas de alcance discutible. Sin embargo aquí nos
hemos centrado no en la importancia real de las mismas, sino en la interpretación que de
tales acontecimientos tienen los sujetos
Observados estos procesos y su injerencia sobre la comunidad gay de nuestro
país hemos logrado ver que no solo los modos de interactuar particulares de este grupo
cambiaron a lo largo del tiempo (como por ejemplo el uso del espacio y del cuerpo),
sino que también los códigos del habla se han ido modificando en los últimos años.
Algunos de ellos, lo cual a su vez da nombre a este trabajo, remiten a la identificación
del actor como homosexual. Hemos podido ver que en la comunidad homosexual de la
Argentina no ha existido una única categoría sexual. Por el contrario, en el pasado una
gama de términos describían a la persona según su rol sexual. En la actualidad en
cambio, la relación se plantea como gay-gay. Esto es, ambas personas no tendrían
problema en asumirse como homosexuales, cuestión más que difícil en un pasado no
muy lejano. Así, las terminaciones “loca”, “chongo”, “puto”, “homosexual” no solo

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cedieron terreno a la palabra “gay”, sino que las dos últimas de este cuarteto han sido
asociadas a agravios personales. Se las relacionó directamente con insultos.
También hemos podido dar cuenta de una serie de cuestiones que, a pesar de los
años, aun se mantienen. Algunas de estas son el modo de uso de la jornada, centrándose
la mayoría de las actividades gay por la noche. Otra cuestión que ha permanecido es la
particular relación que al interior del colectivo gay se da entre personas de diferente
edad: imagen de respeto y autoridad a la persona mayor.
Por último nos ha quedado por discutir, ya que no logramos encontrar una
opinión homogénea, los períodos en lo que habría mayor integración o aceptación. Si
aquí nos limitásemos solamente al estudio de las Representaciones Sociales debiéramos
decir que en el pasado los gays fueron más aceptados, ya que esa es su opinión. Sin
embargo, el estudio de la sociabilidad gay y de los códigos empleados para interactuar
nos ha enseñado una serie de mecanismos que los gays de otras épocas utilizaron para
hacer más amena la vida. La vida debía continuar motivo por el cual los actuales viejos
en el pasado diseñaron diversos artilugios a fin de volver más tolerable los días.
No obstante, a pesar de no encontrar una opinión homogénea, bien sabemos que
en la actualidad la población GLTB de nuestro país aún carece de una serie de derechos
de suma importancia. Si hay menos o más integración que en otras épocas no resulta del
todo relevante. No hay una igualdad plena y eso es lo que se debe tener en cuenta. La
cuestión ahora sería desde que punto de vista enfocar el problema: ¿Demandar “los
mismos derechos con los mismos nombres” o plantear un giro deconstructivo que
proponga romper con las identidades sexuales conocidas? ¿Es la solución al conflicto
escribir “gai” e ignorar la categoría “puto” o será conveniente resignificar estas
nociones y reasumirlas con orgullo identitario aunque esta vez no sexual? ¿Se debe
necesariamente optar por una de estas dos vías? En verdad irresoluble parece el
conflicto sobre cuál es la metodología adecuada para encarar estas cuestiones.
Muchas cosas han cambiado en la sociabilidad gay. El conflicto desde donde
encarar “el problema homosexual” (Ugarte Pérez, 2005) aun se mantiene. La cuestión
está abierta, y posiblemente lo más rico de este debate sea no cerrarla.

Bibliografía
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económicas en los ´90, Buenos Aires: Libros del Rojas, Nº 2.

17
 Becker, Howard (2009): Los extraños. Sociología de la desviación, Buenos Aires,
Editorial Siglo XXI.
 Castellani, A (2002): Implementación del modelo neoliberal y restricciones al
desarrollo en la Argentina contemporánea, En Schorr, M. Et.al.: Más allá del
pensamiento único. Hacia una renovación de las ideas económicas en América
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 Giddens, Anthony (1993): Las nuevas reglas del método sociológico, Buenos Aires,
Amorrortu.
 León, Marú (2002); Representaciones sociales: actitudes, creencias, comunicación
y creencia social, en J. Morales, D. Paéz, A. Kornblit, y D. Asun (Eds.); Psicología
Social; Buenos Aires; Prentice Hall; Pp. 367-385.
 Murmis y Feldman (1993): La heterogeneidad social de la pobreza, En Minujin, A
(comp.): Cuesta abajo, Buenos Aires, UNICEF-Losada.
 Rada Schultze, Fernando (2009a): “Envejecimiento y homosexualidad: El caso de la
Comunidad Homosexual Argentina” en Primer Congreso de Sociólogos de la
Provincia de Buenos Aires; La Plata – Buenos Aires, 1-2-3 de Julio y 20-21 de
Octubre de 2009.
 Rada Schultze, Fernando (2009b): “Vulnerabilidad, Aislamiento y Soledad: Algunas
problemáticas de la vejez gay en la Argentina”, en UXXS Magazine Nº 23, España.
 Rada Schultze, Fernando (2010): “Ser o no ser (viejo), esa es la cuestión: Edaísmo y
activismo”, en Revista de investigación en psicoanálisis Querencia Nro. 13 –
Uruguay.
http://www.querencia.psico.edu.uy/revista_nro13/fernando_rada.htm
 Sívori, Horacio Federico (2004); Locas, chongos y gays: Sociabilidad homosexual
masculina durante la década de 1990; Buenos Aires; Editorial Antropofagia
 Svampa y Pereyra (2003): Entre la ruta y el barrio: La experiencia de las
organizaciones piqueteras, Buenos Aires, Paidós.
 Ugarte Pérez, Javier (2005): Sin derramamiento de sangre: Un ensayo sobre la
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 Umaña, Sandra Araya (2002); Las Representaciones Sociales: Ejes teóricos para su
discusión, en Cuaderno de Ciencias Sociales 127; Costa Rica; FLACSO.

Otras fuentes
Cintas cinematográficas

18
 Loza, Santiago (2009): Rosa Patria [cinta cinematográfica], Argentina.

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