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HISTORIA DE GRECIA:

1. El marco geográfico:

La Grecia continental, por el carácter de su orografía, está dividida en regiones muy


diversas de difícil comunicación entre sí. Esto contribuyó de modo importante a la
creación de ciudades-estado independientes que, a la vez que buscaron el mar como
medio más rápido de comunicación, evolucionaron independientemente sin olvidar
nunca los frecuentes contactos que existieron entre ellas.
Las islas del Egeo fueron un puente apto para poner pronto al mundo griego en
contacto con Asia Menor y con los grandes imperios del Oriente próximo. Dado el
favorable emplazamiento de la isla de Creta, será ésta la que primero desarrolle una
civilización superior.

2. El segundo milenio a.C.:

Creta: su privilegiada posición de cercanía respecto a Egipto y


Mesopotamia dio sus frutos. Los datos más antiguos que disponemos
sobre este territorio datan de mediados del segundo milenio a.C.,
centrándose en las Cícladas, las islas que se disponen en torno a la
Península por las zonas sur y este, pero sobre todo en la isla de
Creta. Por esta época aparecen en el mundo griego dos técnicas
revolucionarias: el torno de alfarero, con lo que se mejora la calidad
de la cerámica y la generalización de las técnicas de aleación del
cobre con otros metales, sobre todo el estaño, con lo que se
conseguía un bronce apto para la fabricación de utensilios y armas.
De esta época datan los primeros "laberintos" o palacios
cretenses de entre los que destaca el de Cnosos, un importante
centro de poder que se extendió a las Cícladas y a parte de Grecia.
Estos palacios eran centros de poder político y económico, actuando
como núcleos redistribuidores de los excedentes fruto de la
agricultura y su comercio.
Cuando el poder de los reyes de Cnosos no mostraba aún
síntomas de decadencia, se produjo su súbita caída hacia el 1400 a.C.
en que fue destruido el propio palacio. A partir de esta época
comienza el poder de la Grecia continental, sobre todo de la ciudad
de Micenas, por lo que, no sin razón se ha atribuido la caída de
Cnosos a un golpe militar de los reyes de Micenas.

El estado micénico: durante un tiempo se creyó en la


existencia de un poder único en la Grecia continental dirigido por los
reyes de Micenas. La Ilíada contribuía a crear este espejismo al poner
a Agamenón, rey de Micenas, como el jefe más importante de los
aqueos que marcharon contra Troya. Sin embargo hoy se considera
que hubo, al menos en el Peloponeso, dos reinos aqueos: uno con
centro en Micenas y otro con centro en Pilos.
La forma política institucional para el mundo micénico fue la
monarquía. No se sabe con certeza qué papel tenía el pueblo, pero
aparece no como un elemento pasivo, sino como una fuerza política
real, capaz de tomar ciertas decisiones. La tierra era trabajada por
esclavos.
Por esta época, mediados del siglo XIII, se situaría la guerra de
Troya. Hoy en día, y al margen de la narración homérica, se explica
esta guerra como una guerra comercial: Troya competiría
comercialmente con los micénicos por el control de las importantes
rutas del Mar Negro, por lo cual se produciría una coalición de
ciudades griegas para luchar y derrotar a Troya.

3. La Edad Oscura:

Transcurre aproximadamente del año 1200 al 800 y se denomina


oscura por la escasa información que nos proporcionan las fuentes.
Tradicionalmente se consideraba que el mundo que el mundo
micénico había desaparecido como consecuencia de las invasiones
dorias, que replegaron a los micénicos hacia el este de la Península,
forzando a muchos a emigrar a Asia Menor en lo que se conoce como
la primera colonización griega. Aunque se desconoce bastante de
este momento de la historia griega, ciertamente, para este período
(1.200 a.C. aproximadamente) se recogen para toda la zona del
mediterráneo oriental, movimientos de pueblos, los conocidos como
"pueblos del mar", que acabaron con el Imperio Hitita en Oriente y
atacaron el Egipto de Ramses II; es posible que ataques de estos
pueblos afectasen de alguna manera la civilización micénica, pero
también hay que pensar en una descomposición del propio sistema.
Lo cierto es que a partir del 1.200 se entra en lo que se conoce
como la época oscura en Grecia, siendo muy difícil obtener ideas
claras sobre este período. Se la ha denominado a veces período
Protogeométrico y Geométrico por la abundancia de este tipo de
temas en sus cerámicas. También coincide esta época con la llegada
de las técnicas de explotación y manipulación del hierro. Finalmente,
la ciudad-estado o polis aristocrática fue la fórmula de organización
política que empiezan a crear los pueblos griegos de los siglos
inmediatos a las invasiones.
Curiosamente, y aunque en la Ilíada y la Odisea, Homero
intentase describir el esplendor de la época micénica, al escribirlas en
este período, se acabó recogiendo la situación del momento; así nos
encontramos un mundo poblado de pequeños reyezuelos, con menos
poder que en el mundo micénico y donde su poder equivalía al de un
primus inter pares, es decir, es un noble con más poder que los
demás. Económicamente eran pueblos agricultores y ganaderos, con
escasos intercambios comerciales en los que, además, se vivía de la
piratería, forma económica primitiva que consiste en ataques para
depredar lo más posible.

4. La época arcaica:

La inestabilidad de estas pequeñas monarquías hará que con


el tiempo se vaya tendiendo a formas políticas aristocráticas,
entrando ya de esta forma en lo que se conoce como época arcaica
(del 800 a finales del siglo VI a.C.). Los órganos de gobierno de este
período eran una asamblea de los notables o gerusía, los arcontes o
máximos magistrados y la asamblea del pueblo, la cual no se puede
entender en el sentido moderno del término, sino como una
agrupación de los hombres libres que tenían derecho al voto, lo cual
hacía que su número fuese muy reducido. El hecho de que el paso de
la monarquía a la aristocracia no se hiciese de forma traumática hizo
que quedase de forma más o menos honorífica una magistratura (el
arconte basileus) con poderes únicamente religiosos que recordase la
antigua institución monárquica.
Hacia el siglo VII a. C. nace la moneda, lo cual indica una
complejidad e importancia de los intercambios que hacen necesaria la
aparición de este elemento de cambio; parece ser que en sus
orígenes la moneda comenzaría a funcionar no tanto como medio de
intercambio, sino como unidad contable y ésta ha de ser la
explicación fundamental del interés de cada ciudad por acuñar su
propia moneda. La tarea de gobierno se hacía más complicada a
causa del crecimiento de los pagos por los trabajos públicos, a los
magistrados, a los soldados y operarios, y por la recepción de multas,
tributos, impuestos, rentas del Estado y otros tipos de ingresos. La
moneda, estampada con el sello oficial de la ciudad, simplificaba esas
operaciones al unificarlas y al hacer posible una contabilidad pública
efectiva.
Otro tipo de transformaciones se observan también en el
ejército, las guerras se van transformando y en lugar de los
tradicionales combates a caballo entre grupos de notables, se tiende
a enfrentamiento en los que la infantería comienza a jugar un gran
papel, así nace el llamado ejército hoplítico, en el que podía participar
todo aquel que pudiese costearse un equipo; el hecho de que se
amplíe la base de los que defienden los intereses de sus territorios,
sin que sus derechos políticos se amplíen dan lugar a una crisis social
y política que irá acabando con los regímenes aristocráticos, siendo
sustituidos en algunos casos por tiranías en la evolución hacia la
democracia.

Las tensiones sociales y la aridez ya comentada de la tierra


griega provocarán tempranamente las colonizaciones griegas. Las
colonizaciones de esta época no deben confundirse con las de época
moderna y contemporánea. Aunque estuviesen patrocinadas por
alguna ciudad, los colonos tendrán total independencia, aunque les
liguen ciertos lazos con su ciudad de origen, pero nunca habrá una
dependencia. Como hemos dicho, las causas son de tipo económico,
la agricultura no puede alimentar a ciertos excedentes de población,
y de tipo socio-político, como ya hemos apuntado más arriba; así se
forman grupos que entre mediados del siglo VIII y mediados del s. VI
a. C., en diversas oleadas y provenientes de diversas ciudades se
extienden en varias direcciones: occidente (llegando hasta la
Península Ibérica), Egeo y mar Negro, norte de Africa y el Adriático.
Las consecuencias de este proceso consistirán en la expansión de la
cultura material griega, provocando que en algunos momentos se
haya negado las originalidades de ciertas civilizaciones, como pudiese
ser la ibérica, en virtud del parentesco estilístico griego. Otra
consecuencia importante fue el desarrollo de la industria en Grecia,
gracias a los intercambios comerciales, que estaba en manos no
aristocráticas; estos nuevos grupos de comerciantes y artesanos
enriquecidos podrían atacar políticamente a la aristocracia que
detentaba el poder, tradicionalmente terrateniente. Esta situación,
junto con la expansión comercial y los cambios en el ejército ya
vistos, provocó crisis políticas que desembocaron en muchas
ciudades hacia formas políticas democráticas. Sin embargo, en
algunos casos, antes de las democracias surgieron tiranías, las cuales
se apoyaban en el pueblo para desarticular el poder político de la
nobleza; cuando esto se consiguió, las tiranías fueron cayendo.

Quizás las dos grandes ciudades griegas hayan sido Atenas y


Esparta que, junto a otras como Mesina, Corinto, Tebas, las islas y las
ciudades de Asia Menor, se disputaron en diversos momentos la
primacía política de la Península. Centrándonos en las dos primeras y
comenzando por Esparta, ésta se caracterizó desde épocas
tempranas (med. s. VIII-med s. VII a.C.) por un dominio militar de las
llanuras de Mesenia, la zona más rica agrícolamente; sus habitantes
fueron reducidos a un tipo de servidumbre comunitaria (denominada
en Esparta hilotas) característica del mundo antiguo. El hecho de que
la población de Esparta dependiese económicamente de sus esclavos
mesenios, y las numerosas revueltas de éstos imprimieron a la ciudad
un carácter militar cuya fama ha llegado hasta nuestros días.
Políticamente estaban dirigidos por dos reyes, 5 éforos o magistrados
encargados de administrar la ciudad, la Gerusía o Consejo, tribunal de
justicia y que controlaba la asamblea del pueblo y ésta última, que
tenía escaso papel político y en la intervenían por los espartanos con
plenos poderes políticos. Junto a los espartanos y los hilotas, estaban
los periecos, habitantes de territorios semicontrolados por Esparta,
que participaban en el ejército de la ciudad pero que no disponían de
derechos políticos. Esparta manifestó sus intenciones de control del
territorio circundante creando la Liga del Peloponeso, que pronto
entraría en fricción con los intereses atenienses.
Atenas, por su parte, debido a su pobre suelo, se vio abocada
desde muy temprano a la expansión marítima y la colonización.
Políticamente evolucionó, al igual que hemos visto para el conjunto
de Grecia, de una aristocracia a la democracia pasando por un
período de tiranía. Las diversas reformas socio-políticas de Solón
primero y posteriormente de Clístenes y Pericles no son más que el
reflejo de los cambios de una sociedad que, enriquecida por su
floreciente comercio, ve como la base que detenta el poder
económico se va ampliando, y cómo los antiguos lazos de unión de
tipo familiar o tribal se ven sustituidos por otros de tipo económico;
así las antiguas tribus se verán modificadas, en primer lugar por
Solón que las dividirá en cuatro grupos, separados según su poder
adquisitivo; posteriormente Clístenes deshará los lazos familiares
creando nuevas tribus según el lugar de asentamiento: costa, llano y
montaña, culminándose el proceso con las últimas reformas de
Pericles donde se llega a un sistema democrático que no debe ser
confundido con el concepto actual del término; tenían derecho al voto
aquellos varones que fuesen de padre y madre ateniense,
eliminándose a los extranjeros (metecos) y esclavos. Todos estos
procesos legislativos fueron, por tanto, fortaleciendo el papel del
pueblo; la administración de justicia pasaba a manos de los tribunales
de la ciudad y las leyes se ponían grabadas donde todos pudieran
verlas.

Los cambios sociopolíticos de este periodo no pueden ser


comprendidos sin los nuevos componentes ideológicos. La
consolidación de la individualidad, paralela al proceso de desarrollo
de la propiedad privada, generó otras formas ideológicas de entre las
que destacan los nuevos géneros literarios, la filosofía jonia (Thales,
Heráclito, Pitágoras…), los cambios en el arte y las nuevas formas de
religiosidad (cultos a Dionisisios o el orfismo). Durante el Periodo
Arcaico, por tanto, se consolida la ideología de la polis y se ponen las
bases para una interpretación racional de la política y del mundo.

5. La época clásica:

Las posibles tensiones que pudiesen producirse entre las florecientes ciudades
griegas fueron evitadas ante las amenazas que surgieron provenientes de Asia Menor,
allí las ciudades griegas estaban siendo atacadas por el nuevo imperio Persa; esto
provocó las conocidas como Guerras del Médicas (500-479; paz de Calias 449 a.C.).
Se conoce con esta denominación a las luchas que mantuvieron las ciudades griegas
contra el Imperio Persa, a principios del siglo V. La expansión del Imperio Persa, hacia
Tracia, Macedonia y las costas del Asia menor, desató el conflicto. Ciro, rey de Persia,
atacó el reino de Lidia, que hasta ese momento era un estado estratégico que señalaba el
límite de las colonias griegas con el imperio persa. Con la dominación de Lidia, los
demás reinos griegos del Asia Menor, fueron dominados por los persas, que les
exigieron tributos y hombres para el ejército. Las ciudades griegas del Asia menor, se
rebelaron contra la dominación persa, en el año 500 a. C. Lograron expulsar a los
gobernadores persas y se decidieron a atacar Sardes, capital de la satrapía de Asia
Menor. Allí no tuvieron el éxito esperado, y huyendo hacia la costa, los rebeldes fueron
derrotados cerca de Efeso. Como castigo, la mayor ciudad griega del Asia Menor,
Mileto, fue arrasada, y otras ciudades corrieron suerte parecida. Varias polis griegas,
entre ellas Atenas, apoyaron a los rebeldes, ya que ellos mismos se sentían amenazados
ante el avance persa, sobre todo en el control de las rutas comerciales que los
comunicaban con las costas del mar Negro, de donde obtenían, sobre todo, trigo. Ante
su victoria, los persas, una vez sofocada la rebelión, decidieron vengarse de la
entrometida Atenas, que había colaborado con los sediciosos. Los persas arribaron a las
costas del Ática, en el año 490 a. C., siendo mucho más numerosos que los atenienses,
sin embargo, éstos se impusieron en la batalla de Maratón.

Tras diez años de calma, los persas avanzaron nuevamente sobre el territorio
griego, esta vez, bajo el mando de Jerjes, sucesor de Darío. Bajo el mando de Esparta,
las ciudades griegas, se dirigieron al desfiladero de las Termópilas, donde lograron
detener a los persas por el lapso de dos días, hasta que fueron traicionados por Efialtes,
que condujo a los persas por un camino secreto hasta la retaguardia griega. Los
espartanos se defendieron heroica pero inútilmente, hasta morir, y los persas siguieron
avanzando hacia Atenas por tierra y por mar. Al principio, la guerra pareció favorecer a
los invasores, cuya fuerza terrestre era imposible de detener, y Atenas resultó
incendiada y devastada. Sus moradores ancianos, mujeres y niños, habían sido
trasladados a islas cercanas. Sin embargo, la batalla naval de Salamina, significó un
importante triunfo para los griegos, que se habían apoyado en la superioridad de su
flota, y alentados por el éxito, y con la ayuda de los espartanos, vencieron a los persas
en forma definitiva, obligándolos a replegarse a la zona del Asia Menor. Todavía debió
librarse, un año más tarde una nueva batalla, donde Esparta se impuso en Platea.

Como consecuencia del papel jugado por Atenas en las luchas,


su papel director en la Península se vio reforzado, creándose
entonces la Liga Atico-Délica (478 a.C.). Esta liga fue un instrumento
en manos de la potente ciudad que, gobernada por Pericles, vivía un
momento de esplendor, reflejándose en sus realizaciones artísticas
(es la época de la construcción del Partenón); sin embargo su
hegemonía se verá amenazadora desde la vecina Esparta, que
lideraba la Liga del Peloponeso, no tardándose en llegar a un
enfrentamiento entre ambas en la llamada Guerra del Peloponeso.
Las causas directas del conflicto fueron las disputas entre Corinto, miembro de la liga
del Peloponeso y Corcira, que no integraba ninguna de las alianzas defensivas, y que
veía amenazada por Corinto, su colonia de Epidamno, en la costa de Iliria. Atenas
brindó ayuda a Corcira, temerosa de que en caso de vencer Corinto, la flota de la Liga
del Peloponeso se hiciera cada vez más fuerte, y, a su vez, Corinto envió su apoyo a
Potidea, colonia ateniense que deseaba liberarse. El comercio de la ciudad de Mégara,
integrante de la Liga del Peloponeso se vio afectado por el bloqueo impuesto por Atenas
y Tebas, en apoyo a Esparta, atacó Platea, aliada de Atenas. En el año 429 a. C. una
peste asoló a Atenas (fallece Pericles), y fue el detonante para debilitarle y permitir el
avance espartano. Tras la toma de Anfípolis y el fracaso de su reconquista, Atenas firmó
la paz con Esparta, en el año 421 a. C. por la cual ambas ciudades-estados debían
devolver el producto de sus conquistas, aunque Esparta no cumplió. En el año 415 a. C.
Atenas mandó sus fuerzas a Sicilia, contra Siracusa, integrante de la Liga del
Peloponeso, para impedir la ocupación de Segesta, pero en el año 413 a. C., Atenas
sufrió una nueva derrota y los espartanos se apoderaron de Decelia. Las colonias del
Egeo se emanciparon de Atenas, mientras Esparta consolidaba su poder, ayudada por
los persas, gran rival de Atenas, desde las Guerras Médicas. Los espartanos tomaron el
poder en el año 411 a. C., y a pesar que en el año 407 a. C., Alcibíades, derrotó a los
espartanos en la isla de Samos, la debilitada Atenas, sufrió una aplastante y definitiva
derrota en el año 405 a. C., en Egospótamos, que selló definitivamente su suerte, y
consagró a Esparta en el poder. Esparta impuso su forma aristocrática de gobierno,
condenando y erradicando la democracia ateniense. Atenas debió reducir su flota, al
contrario de la espartana, que con la ayuda de los persas, se transformó en una potencia
marítima y comercial.
Sin embargo no puede decirse que Esparta quedase como
virtual vencedora y controladora de la Península, sino que este papel
se lo reservó el nunca eliminado Imperio persa, cuya influencia se vio
como una amenaza por parte de las ciudades griegas. Otra
consecuencia de la guerra fue el desarrollo comercial y artesanal que
adquieren ahora las ciudades griegas occidentales y por las del Mar
Negro; sólo algunas ciudades de la Grecia Madre consiguieron
restablecerse, cayendo todas las demás en un lento pero constante
empobrecimiento.

Así pronto se alzaron voces que abogaban por una unidad


política de la zona, pero faltaba un poder griego fuerte que lograse
esta unidad y este poder fue el incipiente reino de Macedonia. En
este territorio del norte de Grecia, tardíamente desarrollado donde se
fue creando una fuerte monarquía dirigida por Filipo II, se vio por
algunos (Demóstenes) al defensor de Grecia frente a los persas. Sin
embargo, la cada vez mayor influencia macedónica en Grecia, supuso
una progresiva pérdida de autonomía de ésta, que culminó con el
enfrentamiento militar de Filipo con una coalición griega dirigida de
nuevo por Atenas. La batalla de Queronea en el 338 a. C. supuso el
final de la autonomía griega. El paso siguiente serían los preparativos
para que un ejército greco-macedonio se enfrentara contra los persas,
pero la muerte de Filipo planteaba a Macedonia el problema de la
elección de un sucesor, elección que recayó en Alejandro, hijo de
Filipo.

6. La época helenística:

Alejandro Magno sofocó los levantamientos de algunas ciudades griegas contra


Macedonia y dirigió su ejército contra el Imperio Persa tras cruzar el Helesponto. En el
curso de once años derrotó a los persas en una serie de impresionantes victorias:
Gránico, Isos, expedición a Egipto, Gaugamela... Tras la toma de Persépolis inició una
gran expedición hacia el Este para conocer los límites de su enorme imperio, que se
extendía desde los Balcanes hasta Afganistán y desde Egipto al Indo.

En la organización y administración de su imperio Alejandro mostró una gran amplitud


de miras: bajo su inspiración se produjo la fusión de la cultura helénica y la de los
pueblos conquistados, la adopción de ritos y ceremoniales autóctonos, la fundación de
ciudades con vistas a fomentar el estilo griego de vida y la mejora de las vías de
comunicación a fin de potenciar las actividades económicas. Su temprana muerte a los
33 años frustró la realización de mayores empresas. Se desmoronó el gran
imperio que había conquistado, siendo sus generales los que se
hicieron cargo de los diversos restos. Las numerosas guerras que se
producirán en esta zona harán que la primacía política detentada por
Grecia en buena parte del mediterráneo se vea ahora disputada por
nuevas civilizaciones que comienzan a manifestar su fuerza, como
Cartago, en el norte de Africa, o sobre todo Roma. Este período que
sucede a la muerte de Alejandro se ha denominado, por influencias
de la Historia del Arte, Helenístico, considerándose a Roma como un
apéndice, artísticamente hablando, del mismo.

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