Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Reconozcámoslo en lugar de negarlo hasta que la ceguera ilusa nos lleve por
delante a todos.
Esto nos lleva al siguiente problema que subyace a “la mundaneidad”.
“1984”… ¿esperanza o pesimismo?
Sin embargo, se suele dejar de lado todo esto cuando se encara una crítica o
un análisis de un texto, ya que, como he sostenido en la primera parte, se
selecciona aquello que, cuanto menos, evite perturbar la tranquilidad ideológica
o mítica de quienes los encaran; tranquilidad que ha hecho raíces en aquello a
lo que se aferra uno para garantizar la supervivencia. Sea esto real, y lo sea en
un contexto dado, o acabe resultando, al cabo de la ruina de ese contexto, algo
puramente imaginario... y por ende muy decepcionante.
La segunda parte empieza no obstante con la frase: "Al fin lo hicieron", que en
el fondo adelante la respuesta de "los otros" (o "ellos") que sobrevendrá como
consecuencia de la decisión que ha tomado la pareja, por lo visto de mutuo
acuerdo... Lo que "hicieron" es ponerse a disposición de la Hermandad como
militantes de base... quieren "hacer algo", no pueden seguir estando "callados"
o mantenerse "pasivos"... hasta que un día los detengan sin más por sus
"travesuras". Si tienen igualmente que morir o "ser vaporizados", si tienen que
desaparecer de la Historia y del Pasado como si no hubiesen existido nunca,
preferían que sea por una acción significativa, históricamente significativa, que
deje o intente dejar huella en la posteridad... gracias a desviarla de su curso
actual, gracias a salvar... "el pasado", por el que la pareja, a instancias
obviamente de Winston, acabará brindando con O'Brien (no olvidemos la
preocupación de Winston por la posteridad y la sensación suya de que en ese
régimen y gracias a la visible inamovilidad basada en impuesta "mutabilidad del
pasado", nada de lo que el pudiera escribir (y denunciar) tendría sentido dado
que si la situación se perpetuaba "no le haría ningún caso", aunque tampoco lo
tendría si cambiaba radicalmente porque "carecería de todo sentido para ese
futuro" (1984, ed. cit., pág. 14 y pág. 39); una evidente preocupación intelectual
(y sin duda de Orwell). Y, cuando el final se anuncia y por fin se precipita, será
informado dos veces de que la situación es inmune a la denuncia y la crítica
individual (ibíd., págs. 262-263) y que debe "perder toda esperanza de que la
posteridad te reivindique" (ibíd., págs. 310-311). Ya desde un inicio, pues, se
pone en tela de juicio la propia actividad del intelectual, incluida la de él mismo,
claro. Y sin duda Orwell se refiere a su propio espacio-tiempo cuando se dice
en realidad a sí mismo, en 1949, Winston mediante por supuesto:
Salvando las distancias (para que mis lectores no puedan objetar que no lo
considero), es la trampa y la burla que en las democracias representativas
impone el recambio político mediante la celebración de elecciones periódicas
donde se asume la apariencia de que cada uno valga un voto... aunque a
veces la apariencia es aún más miserable.
Winston y Julia vislumbran con matices, una o dos veces, la supuesta salida...
proletarizarse en el sentido concreto de adoptar la forma de ser de "los proles
(que) continuaban siendo humanos" (ibíd., pág. 205), ya que "seguir siendo
humanos, aunque esto no tenga ningún resultado positivo, los habremos
derrotado" (ibíd., pág. 206; se entiende que usa "humanos" en el sentido
mencionado en pág. 205) y convertirse en felices inconscientes, en unos niños
a perpetuidad... y, en todo caso y a lo sumo, rebeldes, como propone ella,
"burlar las normas y seguir viviendo a pesar de ello" (ibíd., pág. 164), ya que
"Dentro de tí no pueden entrar nunca" (ibíd., pág. 206). Pero, más allá de que
salir de ese mundo en el que parecen anclados les resulta al parecer imposible,
no se pueden resistir a sus propios impulsos... revolucionarios, es decir,
básicamente dictatoriales (o vamos a seguir diciendo que Lo Bueno es lo
propio y por ello Lo Justo para todo el mundo... lo quieran relativamente unos o
lo rechacen otros?) Y por eso aceptan todas las cláusulas del juramento de
lealtad, inclusive la de estar dispuestos a las crueldades más abyectas y
gratuitas siempre que les sean simplemente ordenadas.
Insisto y resumo: más allá de los detalles, lo que Winston y Julia aceptan es
una militancia imaginaria que se basa en los mismos presupuestos (lealdad, fe
ciega, desconocimiento, dogma, promesas de futuro...) que definen al Régimen
imperante y a su Partido, y esto apunta a dos cosas muy significativas: no
parece haber una alternativa sustitutoria, ni otra vía para producir "un cambio",
que el método del enemigo; la segunda, el resultado final sólo puede ser algo
tan parecido que sólo podrá resultar equivalente. Por ello, son devueltos al
Partido, no del todo leales a lo Único que puede existir y donde se puede hacer
algo... es decir, ser lo que son, sino convencidos de que nada que pueda
llamarse vida pueda darse en otra parte ni a través de ningún camino... Incluso,
que es en ese mundo donde, bajo las condiciones impuestas, está todo lo que
se puede vivir y todo lo que puede ser amado... en definitiva y en síntesis: El
Gran Hermano.
Y aquí asoma, más de hecho que de derecho, más de una manera ambigua y
ambivalente que como parte y resultado del proceso, una realidad que en
Orwell pesa a medias del lado del pesimismo y que sin embargo es decisiva,
aunque no tanto causa, como se piensa sino como parte de la interactiuvidad,
resultado y consecuencia al unísono. Se trata de la idiosincrasia de las masas
(y su evolución a instancias de la burocratización y desarrollo tecnológico-
industrial generalizados, un proceso que de todas manera no considero lineal
ni mucho menos) así como de la idiosincrasia del estamento productor de ideas
(intelectual) y su propia evolución, es decir, del conjunto del pueblo o de la
ciudadanía, cualesquiera sea el nombre que se le quiera dar excluyendo o no a
propios y a convenientes, todos ellos separados del ejercicio real del poder
político o dependientes de unos representantes cada vez más ungidos como
"únicos posibles" y que se conforman de manera estrictamente profesional
(debiéndose añadir precisamente la evolución de estos últimos y de las
instituciones que integran, gestionan y recrean).
George Orwell situó el futuro previsible (a la luz de las evidencias que había
estado observando) a sólo treinta y cinco años de su tiempo... en un mundo
que tenía por centro neurálgico a la mismísima Inglaterra... ¡el escenario por
excelencia del conflicto final entre "los medios de producción" y "las relaciones
de producción", ni más ni menos!
¿Falta algo en este cuadro cuyo progreso podríamos observar como hizo
Orwell, esto es, si dejamos a un lado el temor de renunciar a los viejos
atavismos mágicos y a las supersticiones que lo disfrazan y animarnos a...
mentar al diablo?
A mi modo de ver hay tres cosas notables que se pueden añadir al cuadro, y
que ya existían en 1949 , que existieron en 1939, y en 1789... e incluso desde
los tiempos clásicos en cierto modo:
En Ante la guerra, Castoriadis expuso su visión pesimista que sin afirmar que
podría conducir al 1984 orwelliano sí parecía ser nada más que su antesala, al
menos en caso de triunfo soviético, es decir, de las fuerzas sociales burcráticas
representantes por antonomasia de la Fuerza Bruta en sí. La caracterización, a
mi modo de ver, era realista: nada persigue una tal Fuerza que se pueda
señalar como significativa, nada que levante ella misma para justificar -y
camuflar- sus pasos en la niebla puede ser considerada auténtica y ni tan
siquiera simbólica o alegórica o camuflaje de otra que bajo el maquillaje
pudiera ser seriamente dibujada: es la neolengua la que habla, el doblepensar,
que dice lo que simplemente parece útil para que todo siga marchando hacia la
nada, para que el equilibrio se mantenga o se dirima en beneficio propio, para
que los que escuchen reciban lo que quieren o prefieren oir, etc. En neolengua
sólo hay tacticismo, no estrategia; o la estrategia única se reduce en todo caso
a la conservación del mando "a cualquier precio" y no a la consecución de
metas, no a construir utopías sino a conservar una ficción básicamente
desconcertante, ilusa, aunque esto sea incluso secundario. No hay ideología
en el sentido que se le diera al término y como se entendiera históricamente,
sino extinsión del pensamiento; puro... amor, puro amor al Gran Hermano, diga
y haga lo que diga, sea real o fantasmal; es la pura adopción de un mundo sin
pasado ni futuro...
Sin duda, no es como supone o sugiere Winston, el intelectual, en voz alta (es
decir, mientras es registrado por la Policía del Pensamiento): "...aquel pájaro
cantó para nosotros", sino tal y como sostiene sencillamente Julia
enmendándole la plana: "No cantaba para nosotros. (...) Tampoco,
sencillamente, estaba cantando" (tal como redondea la sentencia,
enmendándose a su vez a sí misma de manera inmediata y corrigiendo el
previo desliz antropomórfico dicho en primera instancia, situado en el lugar en
el que puse los puntos suspensivos entre paréntesis, a saber: "Cantaba para
distraerse, porque le gustaba." (ibíd., pág.268). Nuevamente, Orwell nos
sorprende (aunque para muchos pasará desapercibida la intención o no calará
en su manera de ver y de pensar las cosas) al volver a señalar a la naturaleza
del pájaro y no a la proyección de la nuestra en él, en atención a nuestra
conveniencia psicológica o ideológica a la manera en que la practica
inutilmente Winston... lamentable o inevitablemente arrastrándola también a
ella. Y nada es el ser humano en todas sus manifestaciones que nos diga, más
allá de nuestra perplejidad congénita y de nuestra confusión concomitante, que
nos permita tratarlo con otro enfoque. En todos los casos, se trata de unos
resultados particulares.
En De la tiranía, Jenofonte nos hace ver entre otras cosas interesantes, lo que
desespera al tirano, lo que precisamente Simónides le indica el camino para
conseguirlo. Se trata, respectivamente, del amor que por cualquiera de los
camino de su consecución llevaría al propio tirano a la autodestrucción o
autodilución de su dominio. Esa necesidad tiránica es lo que la hacía en sí
misma defectuosa o imperfecta. Lo que pondría en entredicho la necesidad de
continuar con el Terror...
Y esto nos lleva a contar con mi propio ejemplo como caso de la mencionada
excentricidad y reflexividad inevitable (aunque tal vez extirpable, en cuanto sea
molesta y el molestado tenga la capacidad de extirparla).
No hemos llegado aún a una situación tan extrema, pero es innegable que, si
no consideramos más que las dos tendencias mencionadas (filotiranía masiva
y potencia exterminadora), los días de la excentricidad y de la brillantez están
sentenciados, y puede verse en el horizonte lo que ya viera Orwell en 1949 y lo
que daría lugar, con Nietzsche, a que sólo reste reir... aunque ya sólo se trate
de la risa de los fantasmas a cuya condición serán finalmente reducidos (es
decir, a nuestra actual subespecie de cuestionadores), fantasmas aherrojados
entre tapas de libros polvorientos y registros magnéticos que se volatilizan, que
nadie se preocupará por preservar siquiera como reliquias porque, al final,
perderán todo interés.
Pero... ¿podría haber aún diversos Edenes para grupos reducidos de Sabios
que estuviesen dispuestos a dejar los demás atrás, a abandonar el resto del
mundo a su suerte, incluso a manos de Morloks; tal vez a manos del proceso
de autodestrucción anunciado... ? ¿Serían realmente Sabios, se podrían
reproducir como Sabios desde entonces...? Parece claramente imposible
imaginar a la vista de lo que estamos viviendo, un mundo en el que todos los
humanos puedan conformar una sociedad única y a la vez desfragmentada...
La humanidad sólo puede vivir grupalmente, o sea, fragmentada, separada o
en lucha, por lo que la humanización universal soñada por la filosofía moderna
(o tan sólo agitada como se agitan las banderas aglutinantes) sólo puede
realizarse como opresión y/o exterminio sistemáticos y cíclicos destinados al
colapso. Pero, sea o no de un modo transitorio, muchos grupos a lo largo de la
Historia supieron construirse o crearse un mundo satisfactorio (aunque fuese a
costa de someter y mandar, de legislar y contentar, de aniquilar y ponerse en
riesgo de ser aniquilados... en fin, de hacer trampas en nombre de la seguridad
y la certeza...)
Sin embargo, la idea de que los hechos puedan obligarnos a vivir de otra
manera, renunciando a la idea de unificar a la humanidad o igualarla a nuestra
imagen y semejanza, podría ser una alternativa de futuro menos cruel...
aunque sea por un tiempo... Algo así da un pequeño giro al sueño de
Sócrates!, aunque sin desembarazarse del todo del mismo. ¡A mí, que lo sueño
y lo desprecio por momentos, me produce risa! ¡Sé que se trata de un sueño
infantil y tramposo, es decir, de otro juego!
Notas:
(1) En la entrevista, Miguel Henrique Otero señala que el caso venezolano (entre “otros” que
no menciona pero con los que aquel formaría un espectro de regímenes "mucho más
inteligentes") es "más sofisticado" que, por ejemplo, el cubano, en tanto mantiene y "usa el
aparato legal" contra la oposición en lugar de anularlo.
Esta caracterización, por otra parte, se corresponde con el criterio general de que la
democracia representativa engendra burocratización y que a su vez ésta se conforma en el
límite como dictadura camuflada; lo que vengo exponiendo en mi blog Una nueva conciencia
desde sus primeros posts propiamente políticos, como por ejemplo, en el post "Leonas y
leones". Esto no es algo completamente nuevo (Platón en cierto modo si no lo comprendía bien
al menos reconocía las evidencias), aunque sí intenta ser ignorado, pero su tratamiento merece
ser tratado más exhaustivamente, por lo que lo dejaré para otra oportunidad.
Es interesante notar de paso cómo la burocracia se manifiesta como un problema que afecta
con un signo común a todos los demás grupos sociales a pesar de los conflictos que estos
tengan entre sí y de la diversidad de percepciones que los estos tienen de sus propios
problemas; esto no sólo pone en evidencia el carácter específico de la burocracia y de sus
intereses sociales (y antisociales, justo en las antípodas de su supuesta encarnación de lo
general) sino la apariencia de una sociedad capitalista democráticamente depurada de sus
nefastas consecuencias… algo que alimenta el embanderamiento mencionado en lo general.