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José Antonio Coderch escribió en 1960 un ensayo que ha trascendido por su contenido y
claridad “No son genios los que necesitamos ahora”, reflexiona en el texto:
“Necesitamos que miles y miles de arquitectos que andan por el mundo piensen menos
en Arquitectura (en mayúscula), en dinero o en las ciudades del año 2000, y más en su
oficio de arquitecto. Que trabajen con una cuerda atada al pie, para que no puedan ir
demasiado lejos de la tierra en la que tienen raíces, y de los hombres que mejor
conocen, siempre apoyándose en una base firme de dedicación, de buena voluntad y de
honradez (honor).”
A casi 50 años de esta publicación estos conceptos siguen vigentes, necesitamos más y
mejores arquitectos que den respuesta a los problemas más cotidianos de los ciudadanos, a
todos sin excepción. Esto no implica que los pasantes y arquitectos jóvenes no aspiren a
sobresalir y trascender, lo que la sociedad actual les pide con urgencia es solucionar los
problemas arquitectónicos más cotidianos en las viviendas, edificios y ciudades.
El sentido de servicio significa ser útil o valer para algo, la profesión de arquitecto en un
sentido social es un servicio, el arquitecto utiliza su talento para que la obra que produce
sirva a su cliente.
Necesitamos más y mejores arquitectos que cómo los médicos vayan a las comunidades
más necesitadas y presten sus servicios. Muchos municipios del Estado de Jalisco necesitan
los servicios de los arquitectos para mejorar y embellecer sus comunidades, que utilicen
toda su experiencia y arte para que sus espacios públicos sean un verdadero lugar de
encuentro. La pregunta es ¿hemos hecho lo suficiente para mejorar la calidad de vida de
nuestras ciudades?, y si no es así ¿qué nos impide hacerlo?
En otra parte del escrito de José Antonio Coderch se refiere a la vida colectiva en las
ciudades:
“(en el pasado) las pequeñas ciudades crecían como plantas, en formas diferentes, pero
con lentitud y colmándose de vida colectiva. Rara vez existía ligereza, improvisación o
irresponsabilidad. Se realizaban obras de todas clases que tenían un valor humano que
se da hoy muy excepcionalmente. A veces, pero no con frecuencia, se planteaban
problemas de crecimiento, pero afortunadamente sin esa sensación, que hoy no
podemos evitar, de que la evolución de la sociedad es muy difícil de prever como no sea
a muy corto plazo”.
El arquitecto español Julio Cano Lasso en su última clase en 1996 (año en que murió) y
después de 57 años de ejercer la profesión, habló así del sentido social de la arquitectura:
“Es preocupante la brecha de incomprensión cada vez más profunda entre los
arquitectos y la sociedad, porque a la larga la arquitectura es reflejo de la sociedad que la
construye y habita. Es poco lo que podemos hacer los arquitectos en una sociedad
desinteresada por la arquitectura y desconfiada hacia los arquitectos, una sociedad en
cuyo orden de valores la arquitectura ocupa un lugar muy secundario. Y una sociedad
que no demanda buena arquitectura difícilmente podrá tenerla”.
“Detrás de toda buena obra de arquitectura hay siempre un buen cliente, cuyo primer
mérito comienza por la elección del arquitecto”.
En una sociedad que casi no se interesa por la arquitectura y los temas urbanos ¿cómo
hacer para que los ciudadanos participen en los temas de arquitectura y urbanismo?, ¿cómo
podemos tener más y mejores clientes que demanden mejor arquitectura?, esos son retos
apasionantes que tendremos que solucionar de inmediato, el destino ya nos alcanzó, los
problemas de las grandes urbes son más que urgentes, ¿nos estamos preparando?
Arquitectos de la comunidad y la Arquitectura de la vida cotidiana.
El arquitecto argentino Rodolfo Livingston (1931) trabaja desde hace varios años en una
propuesta que considera a la arquitectura como un servicio a la comunidad, en 1990 publica
su primer libro “Cirugía de casas”, que sorprende al abordar los problemas de la vivienda
desde la vida cotidiana, se trata de un estudio profundo de las necesidades humanas que se
modifican en el transcurso de la vida.
En este último libro Rodolfo Livingston hace las siguientes preguntas que contesta de
manera detallada en el contenido de la obra:
Cómo lograr que los arquitectos tengan trabajos interesantes que los ayuden a ser
más felices.
Cómo lograr que los arquitectos presten nuevos servicios a la población: consulta
para elegir casa, para mudarse, asesoramiento sobre ubicación de muebles y objetos
en general, ambientación del hogar con pocos recursos, etc.
“Millones sin techo, millones de errores bajo los techos y miles de arquitectos sin trabajo”.
La pertinencia social de la profesión y era un tema de debate entre los círculos de los
arquitectos y las escuelas. La población contrata cada vez menos los servicios de los
arquitectos en parte sus servicios los consideran un lujo.
Los datos ilustran lo que desde hace años se discute ¿las escuelas de arquitectura en
México, están formando en cantidad y calidad a los arquitectos que nuestra sociedad
demanda?