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Universidad Central de Venezuela

Facultad de Humanidades y Educación


Maestría: Información y Comunicación para el Desarrollo
Materia: Perspectivas económicas, sociales y políticas de las RUSI en América Latina.
Profesora: Mariketi Papatzicos

ENSAYO N° 1:

Desigualdad, conflicto y Religión:


La iglesia como instrumento de poder y control del
conocimiento en las sociedades.

Elaborado por:
Soc. Raquel Yasmir Ortega Colmenares
C.I. 15.049.928

Caracas, Mayo de 2011.


La Iglesia Católica ¿Instrumento de poder en el mundo occidental? La información y
el conocimiento bajo el control de una institución.

A lo largo de la historia el conocimiento y su aplicación ha representado un


importante activo para los seres humanos, que le ha permitido identificarse y
diferenciarse de otros, constituirse en sociedades y culturas, desarrollar distintas
disciplinas y áreas del saber, en función de su subsistencia y el mejoramiento de su
calidad de vida; Sin embargo, algunos sectores económicos, instituciones sociales,
religiosas, han orientado acciones en las sociedades para mantener la información, el
conocimiento y los saberes reservados para si, a fin de dominar los instrumentos o
medios con los cuales ejercer el control sobre los pueblos.
Es a partir del imaginario de dichos sectores que se generaron formas de
posesión, competencia y dominio, que más adelante, fueron determinando los
modelos de desarrollo en las distintas sociedades.
Partiendo de la teoría de la acción, cuyo principal autor es Max Weber
(1905), se conceptualiza la religión como una construcción social, cargada de
significados, por lo que “un grupo religioso o un individuo está sujeto a múltiples
influencias, pero si pretende actuar en el nombre de una creencia religiosa, debemos
intentar entender su acción primeramente desde el punto de vista religioso en sí
mismo.” (p. 84). Para Weber la religión tiene poder suficiente para construir la
representación que un individuo se hace del mundo. Esa representación afecta a su
vez la percepción de sus intereses y en definitiva el curso de sus acciones.
Es decir, el imaginario social orienta la acción de los miembros de una
sociedad, y de acuerdo a Castoriadis (1983), es el magma de creación permanente de
una sociedad, a partir de allí se crean las formas e ideales, se moviliza y estimula
tanto la acción individual como colectiva; “lo imaginario es un esfuerzo de
construcción de sentido, es la fuerza creadora que permite que, entre la percepción de
la realidad y la expresión de su experiencia, coagule una forma de interpretación”
(p.219).
En este contexto, Emile Durkheim (1928), afirma que la esfera religiosa,
como parte fundamental del aparato institucional, garantizaba la verdad del nuevo
orden del discurso, y representa un sistema solidario de creencias y de prácticas
relativas a las cosas sagradas. Asimismo expresa que la idea de religión es
inseparable de la idea de iglesia, hace presentir que la religión debe ser cosa
colectiva; y refiere que al institucionalizarse se volvió “normalizadora”, porque las
creencias (asociadas a los discursos sobre los fenómenos religiosos) y los ritos
(maneras de practicar lo religioso), constituyen las diversas reglas y normas que
prescriben las formas de actuar no sólo durante una determinada celebración
religiosa, sino en otros contextos sociales del ser humano, como pueden ser los
productivos y los morales.
Articulando estas ideas cabe preguntarse ¿Ha sido la religión a lo largo de la
historia un instrumento de involución y retraso para la ciencia, tecnología y la
humanidad? ¿La religión como instrumento de poder también contribuye a fortalecer
los procesos de desigualdad, inequidad y conflicto social? Asimismo, ¿Se opone al
intelectualismo y a la producción del conocimiento para el progreso de las
sociedades? Y ¿Cómo la necesidad constante del ser humano de manejar la
incertidumbre sobre su destino, lo hace cada vez más vulnerable y manipulable?
Bajo esta perspectiva traemos como ejemplo la idea central de la interesante
película “En nombre de la Rosa” recreada en una Abadía de monjes franciscanos en
el período de la edad media, donde se muestra un ejemplo de cómo es controlada la
información y el conocimiento por un grupo muy reducido de personas,
pertenecientes a las esferas clericales establecidas (la iglesia), que definían lo que se
conocía, quiénes y cómo debían conocerlo.
Más adelante, desde otro contexto histórico, la película “Ángeles y
Demonios” refleja algunas consecuencias de toda esta brecha asociada tanto al
manejo de la información y el conocimiento, derivando una marcada exclusión social
y cultural generada por la propia iglesia, donde por una parte, se promovió la
creación de organizaciones o sectas que se enfrentan a esta posición de secuestrar la
producción y avance del conocimiento, y por otra, demuestra cómo el poder político,
económico y cultural de una institución religiosa puede mantenerse durante tantos
siglos en el imaginario colectivo de las sociedades, y orienta el discurso científico en
las mismas.
Algunos autores Michael Foucault (1999) conciben que la relación entre el
conocimiento y lo que el público puede conocer es lo que se identifica como los
efectos del poder; “ya desde la Edad Media atribuyó a la ciencia y reservó a los
emisores de un discurso científico” (p. 23).
Igualmente, el autor hace énfasis en que desde la filosofía occidental se
insistió en el postulado de que el saber estaba ubicado en un espacio ideal,
sacralizado y aislado de todo cuanto aconteciera en a esfera del poder. Esta
separación permitió que se hablara de la idealidad del saber, pero también originó
“otra cosa curiosa y muy hipócrita división del trabajo entre los hombres de poder y
los hombres de saber, dio lugar a ese curioso personaje del sabio; el científico” (p.
155).
Desde la perspectiva, de la teoría del conflicto y las clases sociales, Karl
Marx (1844) sostuvo que la religión servía a las élites gobernantes para legitimar el
“status quo” y alejar la atención de la gente de las desigualdades sociales. De acuerdo
al autor, la mayoría de las religiones crean o refuerzan los sistemas de estratificación,
y se convierte “en el opio de los pueblos”. Es decir, desde este enfoque de la teoría
del conflicto, la religión se convierte en la respuesta espiritual a la condición de
alienación de las clases oprimidas, instrumentalizada para sostener las ideologías y
sistemas culturales que favorecen un sistema económico opresivo (capitalismo).

La desecularización del mundo: ¿La ola de la modernidad y postmodernidad están


demostrando un declive de la religión?

Después de todo, a medida que la ciencia y la racionalidad se vuelven más


importantes en el mundo moderno, los fenómenos naturales y hasta sociales que eran
explicados por medio de la religión, especialmente de la iglesia, a partir de la era
moderna y - actualmente postmoderna-, se vienen desmitificando. Peter Berger
(1999) asegura que “en el ámbito religioso internacional, son los movimientos
conservadores, ortodoxos o tradicionalistas, los que están en alza en casi todas partes
del mundo” (p. 9). Plantea que la religión siempre ha existido y siempre existirá, el
dilema esta ahora en ¿Cómo coexisten en una sociedad como la actual la ciencia y la
religión ambas como fuerzas con efectos similares en los individuos?
Por otro lado, aproximadamente en los siglos XVIII y XIX, cuando ciencia
adquirió una considerable independencia y fue creando sus propias instituciones,
prevaleció en ella una perspectiva epistemológica racionalista y paradigmas
positivistas, que de acuerdo a Hessen (1925), también encerraban al conocimiento en
presupuestos de la objetividad de la realidad, cuantificación, linealidad y conexiones
causales de los fenómenos, a las formas de organización de las sociedades, de los
sistemas de gobierno, educativos y de las propias disciplinas causando una profunda
fragmentación entre ellas, y que forman parte del legado de la modernidad.
En tal sentido, pienso que hoy surge con mayor fuerza la necesidad de
produzcan los quiebres y cambios paradigmáticos tradicionales tanto en la religión y
ahora en la ciencia, que permitan abrir espacios para abordar los fenómenos de la
realidad desde las esferas de su propia complejidad, y comprender la producción y
transferencia de conocimientos científicos y tecnológicos como un proceso social,
dinámico, y cambiante.
Encontramos en este elemento la clave de un verdadero desarrollo libre y ue
apunte al progreso, por lo que sabemos que aunque la información, el conocimiento,
la ciencia, y la tecnología son prometedores en crear oportunidades de inclusión, el
ser humano abre nuevos espacios para aumentar la dominación, que al igual que en
aspectos comerciales, nos diferencia a los países y a las sociedades. Es por ello, que
al hablar de Brecha Digital, debemos entender que ésta no es sino una de otras tantas
brechas sociales, económicas, del conocimiento, de la comunicación, alimentarias,
entre otras; que han venido afectando a nuestras sociedades, diferenciado a los países
en temas de su dominio y control sobre otros.
Tal vez por ello, deberíamos hablar de que nuestras sociedades deben
transitar hacia construir una Sociedad del Conocimiento, pues es allí en el
Conocimiento, donde radica realmente el valor diferencial que le dará a las
comunidades, organizaciones y en general a la sociedad la capacidad de crecer y
desarrollarse fortaleciendo sus capacidades y aprovechando sus potencialidades.

El Conocimiento y la Sociedad del Conocimiento.

Cuando hablamos de la construcción o del tránsito de nuestros países hacia


esta nueva sociedad basada en el Conocimiento, entendemos que manejar el
Conocimiento es el elemento fundamental y diferenciador para el crecimiento social.
Sin embargo, se comprende que no es suficiente manejar el Conocimiento, tal
vez generado por otros, sino es necesario incorporar un proceso de transferencia y
apropiación del mismo, como prioritario en el desarrollo y crecimiento, sobre todo
en los aspectos sociales.
De la misma forma, se reconoce en las Tecnologías de Información y
Comunicación (TIC), las herramientas habilitadoras que determinan los nuevos
paradigmas en el tránsito hacia esta Sociedad del Conocimiento. Y por ende resulta
evidente pensar que el Conocimiento de las propias TIC y garantizar su acceso sea
fundamental. No preguntamos entonces, ¿Cómo construir una Sociedad del
Conocimiento en donde se impide el acceso al conocimiento de las propias
herramientas que habilitan su construcción?

Por otra parte, se puede afirmar que esta lucha generacional entre dos
corrientes de promoción del conocimiento, ya sea éste, no libre o libre, promete
grandes debates, pues aunque sabemos que la tendencia al uso de este último es
innegable, aún no tenemos resuelto temas vitales para su apropiación y que tienen
relación más con las culturas societales y las responsabilidades tecnológicas hacia
terceros, y no con la propia esencia o bondades de la tecnología.
Desde esta perspectiva, Yves Courrier (2005) manifiesta lo siguiente,
“apostamos a un proyecto de sociedad donde la información sea un bien público, no
una mercancía, la comunicación un proceso participativo e interactivo, el
conocimiento una construcción social compartida, no una propiedad privada, y las
tecnologías un soporte para todo ello, sin que se conviertan en un fin en sí.

¿Qué está sucediendo en Venezuela?

Si queremos hacer una evaluación del comportamiento del desarrollo de la


Sociedad del Conocimiento en Venezuela, convendría citar al Iraset Páez Urdaneta
(1990) en su libro “Información para el Progreso de América Latina”, donde
revelaba algunos problemas que se debían abordar para materializar un plan
articulado de al tema de la información y los servicios -y que no han perdido
vigencia- entre ellos, la carencia de una política para el sector nacional de la
información, la carencia de un legislación actualizada; el inadecuado financiamiento;
la falta de planificación; la gestión deficiente de los recursos de información del
gobierno y el Estado; la infraestructura telecomunicacional ineficiente; la
inexistencia de una agencia para coordinar acciones del gobierno en el sector de
información.
Si partimos de la aceptación de los conceptos asociados a la Sociedad de la
Información, y lo que venimos entendiendo como la Sociedad del Conocimiento, al
igual que, en sus infinitas posibilidades para construir con ella los cambios
necesarios que permitan proponer soluciones a los tradicionales problemas de
exclusión social, no debemos olvidar que aún cuando queramos que nuestras
economías estén basadas en el conocimiento, serán la infraestructura y su
administración, junto a la educación y el libre acceso a los servicios, factores
limitantes para alcanzar un desarrollo acelerado en el nuevo modelo de sociedad,
incluyente, participativa, productiva y protagónica que realmente queremos
conformar.
En nuestro país hemos tenido experiencias y situaciones donde se ha
manifestado claramente, aparte del conocimiento, nuestro alto nivel de creatividad e
imaginación. Un valor fundamental que todos los venezolanos debemos aprovechar
en este momento, cuando se requiere de un cambio de actitud que nos permita
transitar adecuadamente hacia la Sociedad del Conocimiento.
Bibliografía

 BERGER, Peter (1999). The Desecularization of the Word. Washington DC:


Ethies and public policy, 1999.

 COURRIER, Yves (2005). Société de l’ information et Technologies. [En línea]


Disponible en: http://www.unesco.org/webworld/poin. [Consultado el 02-04-11].

 DURKHEIM, Emile (1915). Las formas elementales de la vida religiosa, s/t.


México, Colofón. 1965, original: 1915.

 FOUCAULT, Michel (1999). Estratégias de poder. Editorial Paidós Ibérica, S.A.


Colección Obras Esenciales. Vol. II. Argentina.

 HESSEN, Jhoan (1925). Teoría del Conocimiento. Ediciones ERA – LUZ. Caracas
–Venezuela.

 MARX, Karl. (1844). A Contribution to the Critique of Hegel's Philosophy of


Right, Deutsch-Französische Jahrbücher, February.

 RIVERO, Illa, Martín (2008). Desarrollo, Desigualdad y Tecnologías de la


Información y Comunicación (TIC) en Uruguay: el rol de las Política s Públicas.
Centro Cultural de España. Ciencia, Tecnología y Sociedad. Ponencias del
seminario realizado en Agosto de 2008.

 WEBER, Max (1905). La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Fondo de


Cultura Económica, 2003, p. 84. Original: 1905.

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