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PSICOVAMPIRISMO

Tanto si usted lo cree, como si le da absolutamente igual, los vampiros – en cierto modo –
existen.

Aunque quizás no sean esas bestias infernales chupadoras de sangre que aparecen en el
folklore.

A día de hoy existe un porcentaje tenebroso, tan alto como alarmante, de gente que practica
el nefando y sibilino arte de hacer sentir a cuantos les rodean responsables y deudores para
con ellos sin causa justificada alguna.

Lo que antaño era rareza ahora se está convirtiendo en norma.

A este tipo de personas se les denomina como “vampiros psíquicos” y en la actualidad este
nombre se les viene dando a aquellas no menos abominables personas que perpetran acosos
tales como los laborales o escolares. Pero estos son sólo una parte del nutrido grupo de estos
seres de los que podría decirse que tienen severos trastornos mentales y sobretodo
emocionales.
Por otros nombres son conocidos: Vampiros emocionales, energéticos o “pinches tiranos”, tal
como los designase Castaneda.

Estos vampiros psíquicos son personas que privan a otros de su energía vital, pudiendo ser
hallados sin excepción en todos y cada uno de los estratos de cualquier tipo de sociedad.
Esencialmente son parásitos que roban la vida a aquellos que tienen la desgracia de cruzarse
en su camino, de forma sutil y perfectamente organizada.

Estos individuos realmente no sirven para nada útil en nuestras vidas, ni siquiera en las suyas
mismas, ya que necesitan de la captación de nuevas víctimas para dar un tono de color a sus
ya de por sí tristes y grises vidas. Sin embargo, y sin saber porqué, nos sentimos
inexplicablemente responsables de ellos.

Ya advierto que nada de bueno hay en esto, porque su habilidad para drenar la energía vital de
la persona que hayan tomado por víctima radica en el nivel de atención prestada por ésta.
Cuanto mayor es la atención de la víctima para con el vampiro psíquico, mayor es la cantidad
de energía que este podrá succionar, ya sea en un único encuentro o en una consecución de
ellos.

A pesar que la duración de uno de estos encuentros vampirizantes con uno de estos personajes
puede ser variada, los efectos perniciosos del mismo pueden mantenerse y ser notorios hasta
tres días después del infortunado evento. No siendo la consunción de este lapso temporal,
garantía de su desaparición o mejora.

Estos efectos, o sintomatología – si se prefiere – van desde el cansancio a la extenuación,


pasando por mareos y una acusada sensación de vacío o falta de vitalidad. Dolores de cabeza
en sus diversos formatos y la nausea también son comunes entre los afectados. Los sucesivos
ataques sobre la misma persona, suelen producir en ésta cansancio y fatiga crónica,
desarreglos del sueño, irritabilidad, depresión y algunos trastornos de orden psíquico, aunque
sólo en los casos más severos.

El vampiro energético seleccionará de su entorno cercano, a una persona que esté


relativamente satisfecha con su vida – una persona que esté felizmente casada, satisfecha con
su trabajo, y que por lo general está bien adaptada al mundo que le rodea – para alimentarse
de ella, canibalizando su energía.

El sólo hecho de que un vampiro psíquico escoja a una persona feliz para hacerla su víctima
demuestra que a él le faltan todas y cada una de las cualidades y calidades que esa otra
persona tiene. Por lo general son personas no realizadas que no han llegado a nada en la vida,
con mediocres trabajos y mediocres existencias.

Dado que el psicovampiro hará todo lo que pueda para provocar problemas y discordia entre
su víctima y las personas a quien esta más estima recomiendo encarecidamente tener cuidado
con cualquier persona que parezca no tener amigos de verdad y sin interés aparente en la vida.
Lo más seguro, excepciones contadas, es que le diga que es muy selectivo con sus amistades,
o que no hace amigos fácilmente debido a que sus parámetros son muy altos a la hora de
escogerlos (aunque para conseguir y conservar amigos, uno debe estar dispuesto a dar algo de
sí mismo, cosa que el vampiro psíquico es incapaz de hacer), para luego añadir que usted
cumplimenta todos y cada uno de los requisitos y criterios; y que verdaderamente usted es una
persona especial y sobresaliente sobre todo el género humano. No sabe cuánta razón hay en
esta afirmación porque realmente usted es sumamente importante para él, ya que usted bajará
un nivel en la cadena trófica y pasará a ser su alimento.

En un mundo globalizado, como lo es este, a través de los medios de comunicación, la red de


redes ha proporcionado cierta facilidad para que estas aberraciones encuentren nuevas
víctimas de las que sustentarse. Esto ha ocasionado lo que puede denominarse como
psicovampirismo a distancia, que si bien a existido desde la aparición del teléfono, la radio y
la televisión ahora se acrecienta con el uso de Internet.

Si esto que vengo diciendo encajase de alguna manera con su situación y creyera usted que
pueda ser la víctima de una abominación tal, debería de formularse las siguientes preguntas:

1.- ¿Existen una o varias personas a las que llame o visite frecuentemente, aunque realmente
no quiera hacerlo, porque sabe que se sentirá culpable si no lo hace?

2.- ¿Se encuentra usted haciendo favores constantemente para alguien en concreto a pesar de
que no se los pide directamente, sino que se los insinúa?

3.- ¿Existen una o varias personas de las que podría decir literalmente que cuando se haya en
su presencia le agotan moral o físicamente?

4.- ¿Esa persona o personas en concreto son siempre las mismas?

Una respuesta afirmativa en cualquiera de las preguntas denota la presencia de estos seres,
siendo el cúmulo de afirmaciones la expresión del grado de exposición al mismo.

Independientemente de su ralea, el vampiro psíquico suele utilizar la psicología inversa para


forzar las reacciones de su víctima, ya que desde su punto de vista el hecho de imponerle algo
a su presa sería tan osado como presuntuoso. Esto es una argucia defensiva que tienen como
objeto el evitar mostrarse como la plaga que estos vampiros son.

Vampiro psíquico es un genérico que engloba dentro de sí hasta diez subtipos diferentes.
Aunque probablemente exista alguno más que se me haya podido escapar. Estos perfiles
pueden darse puros en los individuos o mezclados en una única figura que por reunir más
características que otras, será más terrible aún.

Los diez tipos que reconozco son, en síntesis, los siguientes:

1.- Intimidatus. Son fácilmente reconocibles porque atraen la atención de su presa a base de
actos violentos tales como gritos, el uso de la fuerza bruta y todo tipo de exabruptos y
amenazas. Este tipo concreto mantiene a sus objetivos a raya mediante el temor a una
situación o comentario molesto que inevitablemente desembocará en ira, rabia y explosión de
furia mal contenida. Es tal el estado de miedo y ansiedad que provocan en sus víctimas que
literalmente se nutren de estas esencias y no es raro ver que junto con uno o varios sometidos
exista un más que felicísimo y satisfecho opresor. De natural egocéntrico estos personajes
siempre pretenderán ocupar la escena, de hecho creen o se saben centro de atención lo que les
llevará a dar órdenes a cuantos le rodeen, hablar en demasía, mostrar un carácter autoritario y
hacer gala de unos comportamientos más que violentos. No debemos olvidar que la violencia
no sólo es ejercida con la fuerza o con las armas, la violencia puede expresarse de múltiples
maneras, por ejemplo de forma verbal o gestual.

2.- Indeploratus. Pueden identificarse por su continua propensión al lloriqueo. Estos


indeseables arguyen su falta de poder o capacidades para enfrentarse a los problemas que el
día a día tiene reservados para su persona. Creen que el mundo está en contra de ellos y no
dejarán de repetir amargamente esta cantinela a su víctima selecta. Sus quejas sobre todo y
sobre todos son su baza fundamental. Estos engendros siempre encontrarán alguien a quien
culpar antes que asumir su parte en la culpa. Suelen atraer la atención del incauto mediante
gestos o expresiones faciales de carácter apesadumbrado que deje entrever que padecen algún
tipo de desmán. Tampoco faltarán los suspiros, chasquidos, llantos y hasta temblores, con los
que seducir a su objetivo. Sin embargo, cuando se les ofrecen alternativas de mejora a su
situación o algún tipo de solución para la misma, la desatenderán, excusarán y expondrán toda
una serie de argumentos para su descarte que irán en detrimento de la víctima y en provecho
suyo. Característico de estos sujetos es cosificarse a sí mismos, apareciendo como objetos o
muñecos rotos que se indignarán y quejarán amargamente cuando se les trate como a tales,
acusando a su presa de una presunta minusvalorización.

3.- Questor. El diabolismo propio de este tipo de vampiros psíquicos radica en no dejar de
cuestionar cada actuación, exposición o motivación de los que han elegido como sus
objetivos. Siempre se muestran como críticos hostiles buscando con ello que su presa acabe
por sentirse mal en tal manera que llegan a la desesperación más absoluta. Consiguen que el
objeto de su deseo caiga en esta espiral atacando sus errores puntuales en lugar de mejorarlos.
La presa, cuando invierte sus esfuerzos en justificarse, mostrar su valía y restar hierro al
asunto acrecienta de una forma desmesurada los ataques vampirizantes de este lóbrego ser,
que vienen renovados en su poderío por la vulnerabilidad de la víctima porque, obscenamente
manipuladores, emplearán cualquier tipo de argumento en contra de quien lo profiera. Son
vigilantes celosos y tienden a identificarse como escépticos aunque sus comportamientos
tengan que ver más con el cinismo, lo sarcástico, perfeccionista y una pretendida
santurronería. Embaucan con su ingenio, intelecto aparente, lógica infalible que se acaba
rebelando como espúrea y unos hechos siempre tergiversados. Cuentan verdad para a
continuación meter seis medias docenas de mentiras.

4.- Imprecator. Es un caso curioso de estos tipos de entidades anómalas que gusta de culpar a
los demás de todo cuanto suceda obteniendo de ahí a sus presas. Parecido al Indeploratus
difiere de este en que no es que el mundo esté contra él, sino que él está contra el mundo. A
menudo muestran una actitud agresiva y de ataque, sobre todo en lo verbal. Sobreactúan
sobremanera e invierten tiempo y esfuerzo en encontrar un pretendido culpable a la situación
que ellos mismos han creado. Lejos de llorar por los rincones atacan una y otra vez a todo
cuanto se les cruza y culpabilizan a su presa de todo cuanto acontece. Ahí se crecen y de ello
se nutren.

5.- Dramatis Personae. Son identificables por su tan característico: “¡A que no sabes que es
lo que me a pasado! Dan la impresión de tener una vida que oscila de lo bueno a lo malo sin
pasar por lo regular. Todo lo que acontece en su vida es o muy bueno o muy malo. Arenga
esta con la captan la atención del objeto de su deseo que subido en una especie de caótica
montaña rusa es drenado por lo cambiante de las situaciones, que van desde el éxtasis y
felicidad más absoluta a la desgracia más inenarrable.

6.- Fabulator. Identificables por estar continuamente hablando y continuamente de sí


mismos. Nada hay en el mundo que no sean ellos mismos y nada ha habido antes, ni habrá
después de su existencia mundana. El Yoismo del que hacen gala es el modo y manera con la
que seducen y atraen a sus víctimas, que acaban siendo meros espectadores de sus insufribles
y eternos monólogos.

7.- Parallelum. Dan la apariencia de encontrarse distantes, de estar atrapados por un conflicto
interno de proporciones bíblicas. Atraen al objetivo mediante un halo de misterio y desapego
que deja entrever dudas y temores no resueltos, así como una amplia gama de problemas de
índole moral sin resolver. La falsa independencia de la que hacen gala, así como el glamour
de lobo solitario que desprenden como personas que se están arruinando la vida, hace que más
de cuatro acudan en su ayuda. Característico es también que tienen que hacerlo todo solos, y
nunca jamás pedirán ayuda a nadie. Al caer en error atraerán quien venga a ayudarles. Estos
individuos consideran que su problema radica en la falta de algo no definido y que por tanto
no se puede obtener. La indiferencia, el escaqueo, el no estar nunca disponibles ni prestos, el
no arrimar el hombro rebelan aquello de lo que adolecen.

8.- Iugulator. Son aquellos que cuando se les comenta cualquier situación adversa ellos
siempre han pasado por algo peor, o que cuando se les informa de algún tipo de situación
favorables, éstos, siempre han tenido una mejor. Gustan además de echar en cara tanto de lo
bueno como de lo malo. Sus televisores siempre son más grandes y baratos que el nuestro. La
muerte de uno de nuestros progenitores puede llegar a verse eclipsada por el extravío de un
simple bolígrafo. Este es el proceder por el que se puede identificar a uno de estos individuos
que a priori podría parecernos perteneciente al conjunto de los denominados como Dramatis
Personae.

9.- Adulator. Fácilmente reconocibles por, en esencia, ser falderos. Cantarán nuestras
alabanzas, besarán el suelo que pisemos e incluso nos agasajarán con regalos e invitaciones.
No se deje engañar. Este tipo de sujetos le darán cosas materiales con el propósito expreso de
hacerle sentir que le debe algo a cambio y de esta forma es como le atrapan. La diferencia
entre el dar, y el de ellos, es que su forma de pagarles a cambio siempre ha de ser algo no
material. Esta clase de psicovampiros espera fervientemente que usted se sienta obligado
hacia ellos y se mostrarán muy decepcionados y hasta resentidos si intentase compensarles
con algún tipo de cosa material. En esencia, y sin saberlo, usted le habrá “vendido su alma” y
de continuo le recordarán que por esto y por aquello usted está en deuda. Una deuda que, dada
su naturaleza, se verá incapaz de saldar retroalimentando la situación.

10.- Amarus. Este es un caso tan curioso como común y hasta peligroso. Puede decirse que
los pecados de este tipo de sujetos no son de hecho, sino de omisión. Se alimentan de la
miseria ajena. De natural morboso, su indolencia es absoluta y jamás intentarán solucionar
una situación amarga ya que de ello se alimentan. No engatusan a sus víctimas sino que
aparecen allí donde exista la posibilidad de deleite por medio del sufrimiento ajeno.
Puntualizan sobre la nueva condición de viudedad de un vecino al que han encontrado en la
escalera para, a continuación, cerrar la puerta sin más. No hay palabra amable, no hay
intención de socorro, no hay otra cosa que no sea satisfacción y regodeo en el sufrimiento
ajeno.

Expuestos ya estos diez tipos de vampiros psíquicos diré que sólo existe una manera de
neutralizar la influencia que estos sujetos pudieran estar teniendo sobre usted.

Esta solución no son visualizaciones de escuditos energéticos, rayos mágicos o patrañas


similares. Las actitudes positivistas que a lo que nos conducen es a conformarnos con nuestra
situación por malévola que esta sea, tampoco son la solución.

La única forma de acabar con uno de estos seres es con una estaca. Pero no una de esas
consabidas estacas de madera noble y maza de plata, sino con una proverbial, la estaca de la
indiferencia.

El no hacerles caso hará que se alejen de usted.

Si es usted presa de uno de estas personas rompa inmediatamente con ella, por muy trágico o
doloroso que en principio pueda resultar (o parecerlo), ganará en salud.

Cuando haya aprendido a identificar a este tipo de personas no se involucre en su vida, ni deje
que ellos se involucren en la suya. Recuerde que usted ya tiene suficientes problemas como
para cargarse otro encima. Evidentemente no recomiendo dejar al mundo a su suerte, pero si
que digo que debe de distanciarse de aquellas personas y situaciones que le fatigan, que
merman sus capacidades y potencial, y que en definitiva le roban la vida.

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