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Batalla de Maipú

 LOS ANTECEDENTES
Apenas dos semanas antes se había producido
el desastre de Cancha Rayada, el ejército
patriota huía en desbandada, y a partir de la
noche del 19 de marzo de 1818, Chile
quedaba a merced de las tropas realistas.
 La noticia de la catástrofe sólo llegó a Santiago al anochecer del día 21, sembrando un
incrédulo espanto entre la población. La fácil victoria de Chacabuco (12 de febrero de 1817)
había llenado almas y corazones de un optimismo desbordado, la guerra se daba por ganada,
se aseguraba que el ejército unido argentino- chileno destruiría fácilmente al enemigo.
 Sin embargo, ahora corrían los rumores de una gran derrota y nadie podía comprender
qué había ocurrido. Sólo se sabía que los patriotas, diezmados en un inesperado ataque,
habían visto en el transcurso de breves horas la muerte definitiva de todas sus
esperanzas de libertad
 ECOS DEL DESASTRE
Apenas llegadas a la capital las primeras noticias se Cancha Rayada, el optimismo del día
anterior se trocó en terror. De casa en casa corrían los rumores que hablaban de una masacre
irreparable, de la muerte de O'Higgins, Freire, Bueras, Necochea, Lavalle.
 Se decía que San Martín había escapado
atravesando la cordillera por el paso de Teno,
de los diez mil soldados fugitivos, que nadie
salvaría a Santiago de las terribles represalias
del ejército español.
 Pero no todo era pavor, desolación o renunciamiento, había en Santiago dos hombres lo
suficientemente valerosos como para no pensar en el peligro que corrían sus vidas, en la lucha
a muerte contra la dominación extranjera.
Uno de ellos fue Manuel Rodríguez, el legendario guerrillero de la reconquista (1814-1817).
 PREPARANDO LA REVANCHA
El martes 24 ambos caudillos el guerrillero y el Director Supremo de la Nación se reunieron
secretamente. Un testigo presencial, el comerciante ingles Samuel Haigh, recordó que en la
histórica reunión "Manuel Rodríguez habló con su acostumbrada animación, inflamado por el
convencimiento profundo de que se libraría una batalla exitosa a las puertas de la ciudad".
 PROLOGO DE LA GRAN GESTA
En el preciso momento en que el General en Jefe de los ejércitos patriotas se instalaba en
sus habitaciones, situadas en el Palacio Obispal, llegaba a Rancagua el coronel Las
Heras con un ejército de tres mil hombres, seis batallones, además del cuerpo de
artillería de Blanco, salvados del desastre de Cancha Rayada.
 Ni San Martín ni O'Higgins conocían la existencia de esta columna de combatientes, se
creía que los batallones que la formaban, al igual que el resto del ejército patriota, habían
perecido en Cancha Rayada. Al anochecer del domingo 29 de marzo, Las Heras llegó a
Santiago e hizo acampar a sus hombres en lo que en ese entonces era un trozo de
pampa en las afueras, el lugar que hoy ocupa el barrio Franklin. Una salva de cañonazos
anunció la buena nueva. ¡Los patriotas aún tenían ejército!
 PREPARANDO LA DEFENSA
En los días que siguieron a la llegada de Las Heras y sus batallones, la capital se preparó a
defenderse de la embestida final de Osorio. Se fortificaron las calles, se erigieron trincheras en
torno a la Plaza de Armas, el vasto galpón que albergaba, desde hacía medio siglo, el mercado
fue transformado en improvisada santabárbara, donde se reunió la pólvora y las balas. De
noche, centinelas apostados en todas las esquinas interpelaban a los escasos transeúntes:
- ¿Quién vive?
- ¡La patria!
- ¿Qué gente?
- ¡De paz!
 ESCENARIO DE LA BATALLA
El "Llano del Maipo" era una planicie reseca y cubierta de zarzales, veinte mil cuadras de
terreno abierto, sin árboles, tapias ni caminos, sólo los senderos trazados por las recuas
de ganado entre los matorrales. Fue allí donde acamparon los patriotas durante los días
2, 3 y 4 de ese histórico mes de abril de 1818, y desde allí se desplazaron al campo de la
batalla en la mañana del memorable día 5. La ubicación exacta del campamento ha sido
determinada por varios historiadores: la intersección del Camino a Melipilla y el que
llevaba en ese tiempo a la vieja hacienda jesuita de La Calera, frente a la escuela de los
padres de Cottolengo (Don Orione). Allí, en un punto provisto de agua por la acequia de
riego de Lo Espejo, San Martín estableció el campamento base de sus fuerzas.
 ESTRATEGIA SAN MARTINIANA
El General San Martín, al planificar la disposición de sus tropas, previó todas las posibles
alternativas que podrían presentarse en el curso del encuentro. Sabía que el beatísimo general
Osorio hacía sus campañas rezando el rosario y besando sin interrupción el escapulario de la
virgen, confiado en la protección de la patrona del ejército real, pero también conocía la
sagacidad de otros dos jefes de los españoles, Ordoñez y Primo de Rivera, y sabía que ellos no
dejarían de prepararse un camino de retirada por la carretera que conducía a Valparaíso. Por
eso situó su campamento en un lugar que le permitiría, sin mayor esfuerzo ni pérdida de
tiempo, bloquear esta posible salida del enemigo. Por otra parte, él también organizó una ruta
de repliegue. En caso de desastre sus tropas se desplazarían hacia Santiago,Colina,Los
Andes,Mendoza.
 EMPIEZA LA BATALLA
Apenas despuntó el amanecer del 5 de abril, las guerrillas anunciaron que los españoles
iniciaban la marcha. Era evidente que Osorio se preparaba a desplazar sus tropas a lo largo del
margen izquierdo del Mapocho, para llegar a la capital tras un prolongado movimiento de
circunvalación. Fue una sorpresa para todos, menos para San Martín.
Con la primera claridad del alba, el general San Martín, disfrazado de campesino y escoltado
por su fiel O'Brien, subió a las lomas para comprobar por sus propios ojos los movimientos de
las tropas enemigas. A continuación, regresó al campamento, a ese galpón donde, en los días
anteriores, se reuniera a diario con O'Higgins y otros jefes para deliberar y trazar los planes de
guerra, para intercambiar a veces comentarios no exentos de humor. En una de esas
conversaciones, recuerda un testigo, el general comentó socarronamente, dirigiéndose al
prócer chileno,: "Si las cosas van mal, usted compañero, como es hijo de un virrey, saldrá bien
en el asunto; yo en cambio voy a parar a ceuta".
 RUGEN LOS CAÑONES
Los realistas, formados en el alto de una pequeña loma vecina a las viejas bodegas de la
hacienda de Lo Espejo, se detuvieron sorprendidos al constatar que, desde el noreste, se
acercaba el ejército patriota, a 500 metros de distancia, en otra loma, igualmente baja. No más
de quince o veinte minutos de tensa expectación. Sabían que allí, entre la Loma Blanca, punto
de detención de los criollos, y la loma de Lo Espejo, en ese mezquino recinto, se libraría la
batalla más famosa, sin exceptuar Boyacá ni Ayacucho, de la América española.
 Mientras tanto O'Higgins, poseído por la fiebre que le producen las heridas recibidas en
Cancha Rayada, se pone en camino a Maipú. Su noble corazón, su alma de guerrero, se resiste
a permanecer distante del sitio donde se está decidiendo el futuro de la tierra que le vio nacer.
Así avanza lejos de la ciudad. De pronto, un jinete sudoroso y sucio se acerca a él, después de
aplicar a su caballo el recio sostener de las riendas, entregándole esta nota: "Acabamos de
ganar completamente la acción. Un pequeño resto huye, nuestra caballería lo persigue hasta
concluirlo. La patria es libre. Dios guarde a Vuestra Excelencia, muchos años. San Martín.
O'Higgins ve realizado el sueño de su vida, apresura su caballo. Son las 3 de la tarde. Alcanza
a presenciar, junto a sus milicias, la persecución de los españoles.
 El sol comienza a ocultarse tras la montaña, todo ya ha concluido, el suelo está
sembrado de muertos y heridos. La victoria es completa. Las pérdidas realistas llegan a
1500 muertos y 2289 prisioneros.
Los patriotas se apoderan de toda la artillería, gran cantidad de fusiles y municiones; las
pérdidas de patriotas alcanzan 800 muertos y cerca de 1000 heridos.
 EL ABRAZO DE MAIPU
¿Cómo fue que O'Higgins pudo llegar, herido al campo de batalla?
Después de velar durante toda la noche anterior, manteniendo listo su caballo ensillado,
O'Higgins había reunido en la mañana del 5 de abril en la plaza de armas a un grupo de
jóvenes cadetes. Un mensajero enviado de madrugada al cuartel general de San Martín, para
preguntar dónde y a qué hora se produciría el choque de los ejércitos, había traído esta
espartana respuesta: "En las casas de Lo Espejo a mediodía". Cuando faltaba una hora para el
plazo señalado O'Higgins, preso de impaciencia, no pudo seguir soportando la espera, a la
cabeza de los adolescentes cadetes emprendió el camino al Llano. Tras él, marchaban los
inválidos de Cancha Rayada, los ancianos y las mujeres, una inmensa muchedumbre muda
pero resuelta.
 Llegó en el preciso instante en que la línea realista vencedora, tan sólo una hora y media
atrás, se replegaba ante el avance de las bayonetas criollas. Comprendiendo que la larga
lucha llegaba a su fin, que la independencia de Chile había sido conquistada ahí, entre
dos pequeñas lomas de Maipú, el prócer emocionado se acercó al artífice militar del
triunfo y lo estrechó con su brazo izquierdo.
 El recuerdo de ese abrazo, la sombra de esas dos varoniles figuras entrelazadas, persiste
hasta hoy sobre ese campo donde, poco después, un huerto de duraznos cubrió la tierra
empapada en sangre, las fosas gigantescas donde encontraron su último reposo, en grandes
piras funerarias, los cuerpos de mil realistas y ochocientos soldados del ejército patriota.
Vencedores y vencidos, entremezclados sus huesos bajo la tierra del Llano de Maipo, hoy
duermen el sueño eterno en este suelo donde combatieron por un rey al que no conocieron, o
por una patria que hoy exalta su memoria y los recuerda con emoción.

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