Sunteți pe pagina 1din 3

El hombre en la sociedad visto en lo moral

La moral surge cuando el hombre deja atrás su naturaleza puramente instintiva y forma
parte de una colectividad. La moral requiere forzosamente que el hombre se halle en
relación con los demás y una conciencia de esa relación, con el fin de poder conducirse
de acuerdo con las normas o prescripciones que lo rigen. Pero esta relación hombre -
hombre, no puede desvincularse de la relación hombre - medio. Dicha vinculación se
expresa, ante todo en el uso y la fabricación de instrumentos, es decir, en el trabajo
humano, mediante el cual el hombre crea un puente entre el y la naturaleza, a la que trata
de poner a su servicio.

Ante esta nueva situación (el hombre pasa de ser un individuo a ser un ser social), se
hace necesario ajustar la conducta de cada miembro a la comunidad, determinándose de
esta manera que se considere como bueno o beneficioso todo aquello que contribuye a
reforzar la unión o actividad común, y se ve como malo lo que contribuye a debilitar dicha
unión. Se establece pues una división entre lo bueno y lo malo, así como una tabla de
“deberes” basada en lo que se considera bueno y beneficioso para la comunidad, perfilándose una moral
colectivista.

Hombre y su cultura

Hombre y Cultura La relación entre el hombre y la cultura ha resultado siempre incómoda


para el hombre. El eje de la discusión es si el hombre como creador de la cultura, puede
modificarla y dirigirla hacia donde él mismo decida o, por el contrario, si la cultura es la
primer creación humana que, cual cuento de ciencia ficción, se ha revelado contra su
creador y es ella quien modifica al hombre y lo lleva por donde quiere. La única base
desde la que se puede partir con cierta seguridad, es que sin hombre no hay cultura. El
hombre crea pues cultura. Respecto al primer punto, aunque el mismo Freud no lo trata
explícitamente, no es difícil concluir que no sólo es la cultura quien modifica al hombre,
sino que, y esto es el centro del problema en Freud, le hace pagar al hombre un precio
por culturizarse y ese precio es la represión de sus pulsiones. Freud coincide con
Aristóteles en aquella vieja frase en la que se afirma que el que vive fuera de la polis o es
una bestia o es un dios, nótese que esta frase la expresó Aristóteles precisamente contra
los bárbaros que no tenían la producción cultural griega-ateniense. Así pues, si quieres
vivir en la polis, el peaje a pagar es la culturización, lo cual implica aprender a ganar
debates y persuadir a otros en el ágora con argumentos y no con golpes. Esta es, diría
Nietzsche, la tiranía del logos.

Hombre y su religión

EL HECHO RELIGIOSO ES INEGABLE

Los hombres han buscado siempre dar una respuesta a las preguntas acuciantes sobre el
sentido de su existencia, del dolor y de la muerte, a la espera de una realidad
definitiva en que creen encontrar su salvación.
Existe una búsqueda implacable del sentido de la vida, fuertemente enraizada al hombre
que se manifiesta en múltiples sentidos y creencias.

EL HECHO RELIGIOSO EN LAS CIVILIZACIONES

Todas las culturas primitivas han manifestado esa inquietud humana por referirse a
alguien venerado como sagrado y en quien esperan respuesta definitiva a sus preguntas
sobre el sentido de su existencia.

Innumerables indicios lo atestiguan: sepulturas, pinturas rupestres, monumentos


megalíticos, ritos funerarios, ofrendas y sacrificios.

Son manifestaciones muy arcaicas al principio, poco evolucionadas, pero cada vez mas
concretas a medida que progresa la historia.

LA DIMENSION FUNDAMENTAL RELIGIOSA:

La religión implica un hecho psicológico individual, unas manifestaciones colectivas y


unos contenidos morales, todo ello puede expresarse en términos racionales y simbólicos.

La religión supone en el hombre una apertura del misterio, mas allá de las explicaciones
que allá en la razón y en la experiencia sensible; y un encuentro con Dios, que
desembocara necesariamente en un compromiso de vida, en un estilo peculiar de
relacionarse consigo mismo y con el mundo.

A través de la evolución de la cultura occidental, el hombre ha ido desmitificando sus


primitivas concepciones de lo religioso.
Piensa que le cristianismo oculta mediante el misterio lo que es posible comprender
mediante la ciencia.

Si bien la propia iglesia reconoce los errores que, ya como institución humana, ya en
ciertos miembros destacados de ella, ha cometido, la realidad actual se aleja radicalmente
de esta visión ridiculizante de la actuación del clero.

El Vaticano II ofrece una perspectiva mas real y evangélica de lo que la iglesia


institucional representa.
En la actualidad los obispos afirman con su actitud la prolongación de la misión profética
de Cristo, poniéndose al servicio del pueblo de Dios, dando pruebas de ello aun a riesgo
de la propia vida.

Urge pues encontrar dentro del confusionismo ideológico que priva hoy en nuestra
sociedad, y a pesar del escándalo provocado por los mismos creyentes, la verdadera fe
de la identidad religiosa.

S-ar putea să vă placă și