Confianza en tiempos conflictivos
PASAJE CLAVE: Romanos 8.28-39 | LECTURAS DE APOYO: Salmo 23.4; 37.4; 103.19 | Mateo 6.8 | Efesios 4.30
INTRODUCCIÓN:
¿Algunas veces usted cree que en la
vida siempre surge un desafío tras
otro?
Quizá usted sea uno de los miles que luchan
por no perder su casa, suplir sus necesidades
cotidianas o no perder su trabajo. O quizá
lucha contra una enfermedad, por salvar su
matrimonio o con un hijo rebelde. Sea lo que
sea, tarde o temprano la adversidad invade
nuestra vida porque vivimos en un mundo que
está bajo el maligno. Aun siendo creyentes,
nada en el mundo nos garantiza que nuestra
vida será fácil.
No obstante, no debemos desesperarnos ante
la adversidad. La Palabra de Dios nos presenta
cuatro verdades fundamentales que nos ayudarán
a confrontar los tiempos conflictivos con toda
confianza.
DESARROLLO DEL SERMÓN:
Dios controla nuestras circunstancias.
El Salmo 103.19 dice:“Jehová estableció en los
cielos su trono, y su reino domina sobre todos”.
Esta promesa es la base de nuestra confianza ante
las dificultades. Podemos estar seguros de que
Dios hace que aun las experiencias negativas sean
para el bien de todos los que le aman (Ro 8.28).
Muchos creen que la vida cristiana debe estar
exenta de problemas, pero la Biblia no menciona
nada a ese respecto. Al contrario, la meta del
Padre celestial para nosotros es que aprendamos
a depender de Él a fin de que seamos semejantes
a Cristo (Ro 8.29). Para lograrlo, primero debemos
estar convencidos de lo mucho que necesitamos
de Dios. Por eso Él permite que nos acosen la
enfermedad, los desastres naturales y los sinsabores
con el fin de enseñarnos a confiar en que: nada
puede sucederle a ninguno de sus hijos a menos
de que Él lo permita, y que pese a la gravedad
de la adversidad, Él puede tornarla en bien de
alguna u otra forma.
Dios suple nuestra necesidad.
Romanos 8.31-32 dice que: “Si Dios es por
nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no
escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó
por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también
con él todas las cosas?”. Es decir, puesto que el
Padre permitió que el Señor Jesús fuera a la cruz
para ser sacrificado por nosotros, no debemos
dudar de que Él suplirá nuestras necesidades.
Él sabe lo que nosotros creemos necesitar, así
como cuál es nuestra realidad; sabe lo que
deseamos así como lo que necesitamos, por
lo que puede distinguir entre las dos y nos da
lo mejor.
En el Salmo 37.4 nos dice: “Deléitate asimismo
en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu
corazón”. Dios se deleita en bendecirnos, pero
notemos que no dice que nosotros recibiremos
todo lo que deseamos. En efecto, si así lo hiciera,
no cabe duda que nosotros no quedaríamos
satisfechos con lo que pedimos. Pero nuestro
Padre celestial sabe lo que debe rehusarnos y lo
que debe darnos para que podamos cumplir sus
propósitos en todo momento.
PRINCIPIOS DE VIDA NOTAS DEL SERMÓN | SLP080427
 Dios está con nosotros.
En Romanos 8.35-39 vemos que nada podrá
separarnos del amor de Cristo. El problema
surge cuando nosotros confiamos en nuestros
sentimientos y no en la verdad de la Palabra de
Dios. A veces quizá no percibimos su presencia
y si Él no contesta nuestras oraciones como
esperamos ni cuando deseamos, quizá nos
preguntemos si en realidad las escucha. Pero si
hemos recibido a Cristo como nuestro salvador, el
Espíritu Santo habita en nosotros y está al tanto de
nuestros pensamientos y circunstancias, pues nos
ha sellado “para el día de la redención” (Ef 4.30).
Además, afirma que podemos ser expuestos a
toda clase de adversidades que pongan en riesgo
nuestra vida, quizá al borde de la muerte, pero
todas ellas nos hacen recordar la confianza que
el salmista expresó en el Salmo 23.4:“Aunque
ande en valle de sombra de muerte, no temeré
mal alguno, porque tú estarás conmigo…”.
Esto quiere decir que aunque muchas veces
dependamos de nuestros sentimientos y por
eso no sintamos su presencia en momentos de
dificultad, podemos estar seguros de que Él está
junto a nosotros. Gracias a eso, sabemos que
“somos más que vencedores por medio de aquel
que nos amó” (Ro 8.37).
Sin embargo, no olvidemos que la promesa de
su presencia es exclusivamente para quienes
han aceptado a Cristo como su salvador. Si una
persona no ha aceptado el don del perdón por
medio de su muerte en la cruz, no puede tener
acceso a la presencia del Dios amoroso y santo.
Los únicos que pueden decir:“El Señor siempre
está conmigo”, son los que han confesado que
Jesucristo es su Señor y salvador personal.
Dios nos ama con amor eterno.
El Señor ama a toda la humanidad aunque todos
seamos pecadores y aunque deteste nuestra
conducta pecaminosa. No obstante, Él disciplina
a los creyentes con amor para impedir que el
pecado nos perjudique y nos destruya.
Notemos que en cada versículo de este pasaje
encontramos expresiones inequívocas del amor
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de Dios. Por ejemplo, en el versículo 28 vemos
que hace que todas las cosas nos ayuden para
bien. En el 29, que en su amor Él nos conoció
desde antes de nacer y nos predestinó para ser
semejantes a su Hijo. En el 30, que nos predestinó,
nos llamó, nos justificó y nos glorificó por su
amor. En el 31, que nadie podrá acusarnos, pues
en el 32 afirma que Dios no escatimó ni a su
propio Hijo, sino que por su amor lo entregó por
todos nosotros. Luego, en el 33 y el 34, declara
que nos justifica y nos ha salvado de condenación
gracias a que Cristo murió, resucitó y está sentado
a la diestra de Dios intercediendo por nosotros.
Por fin, contesta las inquietudes expresadas en
el versículo 35 con una serie de preguntas y
afirmaciones que en última instancia nos llevan
a la conclusión de que nada ni nadie “nos podrá
separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús
Señor nuestro”.
Es decir, el pasaje enseña que pese a lo que
confrontemos, si nos entregamos a Dios, Él usará
cualquier situación para nuestro bien.
CONCLUSIÓN:
¿Tiene usted un problema de difícil solución
que le impida confiar plenamente en Dios? No
olvide que Dios le ama tanto que envió a su
Hijo a morir por usted a fin de liberarlo del
poder del pecado y que ante la tragedia o la
adversidad, su Padre celestial controla todo lo
que le rodea y usted no carecerá de lo que
necesite, cuando lo necesite.
Las cuatro verdades fundamentales presentadas
en este mensaje pueden transformar radicalmente
su actitud ante cualquier conflicto. Deposite
toda su confianza en el Señor y de esta manera
usted podrá decir que es más que vencedor, por
medio de Aquel que le amó (Ro 8.37).
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