Nuestro Dios de toda consolación
PASAJE CLAVE: Isaías 40.1–31 | LECTURAS DE APOYO: Éxodo 3.14 | 2 Corintios 1.3–4 | Juan 10.11; 14.18; 15.26.
INTRODUCCIÓN:
Todos necesitamos ser consolados en
algún momento.
Es posible que alguien le haya herido y aún no
pueda recuperarse; quizás se ha lesionado y le
sea difícil soportar el dolor físico; quizás un
amigo le traicionó; un ser querido falleció; le
despidieron; o se sienta deprimido por todas
estas adversidades en su vida y no pueda
superarlas.
Frente a esto, ¿a quién acude usted? ¿A quién
acuden los demás? La mayoría busca el remedio
más rápido. Escoge la vía más corta para dar
fin a su dolor, sus heridas, penas, o aflicción.
Puede probar muchas cosas, pero solo existe
una ayuda segura para el dolor, las heridas y
las adversidades que se encuentra en nuestro
Dios, el eterno Consolador.
En Isaías 40 se nos presentan los atributos de
nuestro Dios. El profeta describe el corazón
sensible del Señor hacia su pueblo al decirnos
que podemos acercarnos al Padre con toda
confianza, pues Él puede solucionar cualquier
problema que afrontemos y ayudarnos a
vencerlo. Él promete consolarnos en cada
circunstancia de la vida.
DESARROLLO DEL SERMÓN:
El cuadro completo de nuestro
Consolador.
■ Dios es eterno: «Sécase la hierba, marchítase la
flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece
para siempre» (Is 40.8). Los seres humanos
vivimos por corto tiempo y un día partiremos.
Dios es eterno, lo que significa que para Él no
existe pasado, presente y futuro; siendo el gran
Yo Soy revelado a Moises (Éx 3.14). Su Palabra
permanece para siempre, sus preceptos no solo
son poderosos, sino eternos.
■ Dios es soberano: «He aquí que Jehová el
Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he
aquí que su recompensa viene con él, y su paga
delante de su rostro» (Is 40.10). Él controla
todas las cosas, en todo momento y en toda
circunstancia. Nuestra mente es limitada para
comprender la totalidad de su soberanía. Muchas
veces no entendemos sus propósitos cuando
pasamos por el valle de lágrimas, pero tiene el
poder para dejar las cosas como están, cambiarlas,
sanarnos o levantarnos, no importa lo que pase.
■ Dios es el Buen Pastor: «Como pastor
apacentará su rebaño; en su brazo llevará los
corderos, y en su seno los llevará; pastoreará
suavemente a las recién paridas» (Is 40.11). El
Señor Jesús se describe como «el Buen Pastor»
(Jn 10.11). Un pastor provee, protege, cuida,
apacienta, guía al rebaño por la senda correcta.
El Buen Pastor estará allí cuando pasemos por
alguna adversidad.
■ Dios es omnisciente: «¿Quién enseñó al
Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?»
(Is 40.13). Dios es trascendente, está sobre todo y
más allá de todo. Mientras nosotros solo podemos
ver el horizonte, Él observa el mundo en su
totalidad. Isaías describió que desde la perspectiva
de Dios, Él mide los océanos y los cielos en
el hueco de su mano (v. 12). Su sabiduría y
conocimiento están más allá de nuestra
comprensión. No hay nada que Él no sepa (v. 13).
Usted pudiera sentir que Dios se ha olvidado de
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 usted, pero Él ve realmente su situación. Él es apto
para guiarnos en cada circunstancia de la vida, Él
es el Consolador de consoladores (v.14).
■ Dios es omnipotente: «He aquí que las naciones
le son como la gota de agua que cae del cubo… El
está sentado sobre el círculo de la tierra… él
extiende los cielos como una cortina, los despliega
como una tienda para morar. El convierte en
nada a los poderosos, y a los que gobiernan la
tierra hace como cosa vana» (Is 40.15, 22–23).
Dios controla los reinos de este mundo y rige
sobre toda la tierra. A Dios no le placen los logros,
el orgullo ni la arrogancia del hombre. Él no solo
creó todas las estrellas, Él conoce cada una por su
nombre (v. 26).
■ Dios es inagotable: «¿No has sabido, no has
oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los
confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga
con cansancio, y su entendimiento no hay quien
lo alcance» (Is 40.28). Las energías humanas se
acaban, pero Dios nunca se cansa. Podemos
acercarnos a Él con la misma petición en repetidas
ocasiones, y todavía nos escucha con paciencia. El
Señor no siempre responde de inmediato a
nuestra necesidad; a veces Él permite que
lleguemos al punto de desesperación. En última
instancia, su deseo es que aprendamos a depender
totalmente en Él.
La promesa de nuestro Consolador.
■ Fuerzas en la debilidad: «El da esfuerzo al
cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene
ningunas» (Is 40.28). Dios nos da energía cuando
pasamos por momentos de dolor y aflicción en la
vida, Él quita el dolor, el estrés, la depresión que
nos consumen y los reemplaza con su fuerza. Él
espera que seamos pacientes, así Él actuará a su
manera y a su tiempo en nosotros y lograremos
llegar a ser lo que Él desea.
■ Capacidad para sobreponernos a nuestras
penas: Nuestra fe nos hace aptos para levantar
«alas como las águilas» (v. 31). Así como estas aves
majestuosas usan la energía del viento para volar
en medio de las tormentas, podemos estar seguros
de que Dios nos sostendrá en tiempos de angustia
y dificultad. Por la fe, tenemos la capacidad de
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elevarnos por encima de nuestras circunstancias.
Incluso cuando servimos al Señor y las cosas se
tornan rutinarias o nos sentimos poco apreciados,
Dios nos provee de su fuerza para perseverar.
Como el águila que pone su ojo en la presa,
podemos mantenernos enfocados en los objetivos
de Dios y en su llamado para nuestras vidas.
Tenemos éxito cuando permitimos que el
Señor nos sostenga. Él nos da la capacidad para
perseverar sin desmayar.
CONCLUSIÓN:
¿Cómo describiremos al Dios todopoderoso a
quien servimos? Eterno: no tiene principio ni
fin. Soberano: controla todas las circunstancias.
Buen Pastor: alimenta y cuida con amor.
Omnisciente: conoce todas las cosas y nuestras
circunstancias nunca lo toman por sorpresa.
Omnipotente: Él tiene todo el poder para
ayudarnos. Inagotable: nunca tenemos que
estar preocupados, pues Él nunca se quedará sin
fuerzas para manejar nuestras necesidades.
Dios nos llama a levantar «alas como las
águilas» (v. 31). Dios responde a nuestra fe, y
cuando nos levantamos y nos movemos ¿qué
pasa? Comenzamos a volar. Dios quiere que
remontemos en las alturas, por encima de lo que
enfrentemos para que aprendamos a confiar en
su poder en medio de las tormentas de la vida.
¿Ha descubierto cómo acercarse a Él, o
todavía lucha para vivir la vida cristiana como
mejor pueda? Dios anhela darle la capacidad de
perseverar con gozo en medio de las dificultades
de la vida. Deje de creer ilusoriamente que
puede hacer todo por sí solo sin la ayuda del
Señor. Su poder maravilloso está disponible
cuando usted decide confiar en el «Dios de
toda consolación» (2 Co 1.3).
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