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Las expresiones que usamos suelen generar a menudo ambigüedades que dificultan la
comprensión de las cosas. Y aunque a primera vista puedan parecer sutilezas, en
realidad son con frecuencia nudos de malos entendidos que entorpecen nuestra
actividad. Un ejemplo de ello lo encontramos en los casos en que se habla de la
enseñanza o aprendizaje de las ciencias. Cuando se habla, dentro del contexto de la
educación escolar, de la enseñanza de las Ciencias Naturales: ¿a qué nos referimos?
¿Nos referimos a que los estudiantes deben aprender los conceptos y teorías más
actuales de las ciencias constituidas? ¿O nos referimos a que los estudiantes deben
aprender a conocer los fenómenos presentes en su entorno natural? La elección en esta
disyuntiva nos conducirá a dos situaciones radicalmente distintas.
Si lo que se quiere es lo primero, esto es, que los estudiantes aprendan los conceptos y
teorías ya establecidos de las ciencias respectivas, entonces seguramente nos
encaminaremos hacia el diseño de planes y programas de estudio sumamente abstractos,
enciclopédicos, alejados de los intereses y niveles de conceptuación de los educandos.
Lo que se pretende en este caso es que los niños repitan verbalmente las conclusiones a
que han llegado las distintas ciencias, independientemente de si ellos comprenden o no
lo que dicen. Y es necesario enfatizar que para los niños y jóvenes de los ciclos de
educación básica (e incluso para muchos maestros) los discursos “finales” de las
ciencias son palabras huecas. Paradójicamente, se pretende formar en los estudiantes
actitudes y habilidades favorables para la investigación científica sin acudir ni a la
observación ni a la comprobación empírica, sino al adoctrinamiento. Este ha sido el
punto de vista dominante hasta hoy en la educación escolar en general. Por ello se
diseñan los planes y programas con enfoques por disciplinas, donde se incluyen los
temas que interesan a los especialistas y no lo que necesitan e interesa a los educandos.
Por el contrario, si el propósito fuera que los niños aprendieran a conocer los fenómenos
que componen su entorno natural, entonces nos tendríamos que conducir por un camino
muy distinto, no importando si los estudiantes llegan o no a las conclusiones últimas de
la vanguardia científica, sino buscando que estén abiertos al estudio continuo de su
entorno natural, y se impliquen cada vez más en ello según su propio ritmo de
desarrollo cognitivo y según la inclinación natural de sus intereses.
No faltará quien argumente que este camino impedirá que los estudiantes lleguen a tener
una comprensión del mundo acorde con los avances de la ciencia actual. Pero este
argumento es falaz, porque: a) en primer lugar, actualmente nadie tiene una
comprensión del mundo que incluya todos los adelantos de las ciencias; b) en segundo
lugar, porque pretender que los estudiantes lleguen de un salto a los resultados que a la
La Importancia de aprender Ciencias
humanidad le ha llevado milenios conseguir, es ignorar las leyes que rigen los procesos
de construcción del conocimiento; y c) en tercer lugar, puesto que en los procesos de
construcción del conocimiento no hay un punto de inicio absoluto, ni un punto de
llegada absoluto, lo que importa no es el arribo a un punto determinado, sino el proceso
de avance continuo. El conocimiento no se adquiere por la conversación ni por la
lectura, se adquiere por la experimentación directa con los fenómenos que se desea
conocer. Precisamente lo que caracteriza a la investigación científica moderna es la
exigencia de comprobación empírica de las cosas. A las prácticas consistentes en hacer
repetir discursos verbales a los aprendices sin preocuparse por la comprensión se le
llama “adoctrinamiento” y a su resultado mental se le denomina “creencia”, no
conocimiento. Porque éste último es resultado de una construcción gradual cuyo
proceso se prolonga por muchos años y nada tiene que ver con repetir verbalmente las
conclusiones a que han llegado las ciencias, que además son siempre provisionales.
¿Cuál es entonces la finalidad de la enseñanza en esta área? ¿Qué los estudiantes repitan
verbalmente las teorías, leyes y conclusiones de las ciencias actuales? ¿O que se
interesen por la investigación del entorno natural y que avancen continuamente en ese
camino?
Lo más coherente con lo que hoy se sabe acerca de cómo funcionan las leyes del
aprendizaje es que los niños y jóvenes se ejerciten en la investigación de los fenómenos
de la naturaleza. Pretender que los estudiantes aprendan de entrada las teorías de la
vanguardia científica es condenarlos a memorizar discursos verbales sin significado
para ellos. De ahí que advirtamos la necesidad de utilizar la expresión de “Investigación
de los Fenómenos de la Naturaleza”, que enfatiza el proceso de construcción del
conocimiento, en lugar de utilizar la de “Enseñanza de las Ciencias Naturales, que
enfatiza el resultado únicamente.
Lo anterior no quiere decir que se renuncie a que los estudiantes conozcan los conceptos
y teorías científicas vigentes. El problema está creer que la verbalización es equivalente
La Importancia de aprender Ciencias
Documento extraído de
http://www.observatorio.org/colaboraciones/vazquez. .html