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Ministerio de Restauración – Hno Alejandro

Hay que seguir adelante


El texto que abordamos hoy está en Números 4:21 a 7:89 y continúa el tema del Censo
del Pueblo de Israel, que comenzamos la semana pasada.

En el mismo se especifican las tareas de los levitas, y se da de una serie de instrucciones


para resolver situaciones conflictivas en el camino, a fin de poder alcanzar el gran
objetivo final.

Se habla de apartar a los impuros del campamento, del pecado, la confesión y


la restitución, de los celos en el matrimonio, del voto de los nazareos, de la ofrenda de
los jefes de cada tribu, de la bendición de Dios y finalmente de cómo Moisés entraba al
tabernáculo para escuchar a Dios quien le hablaba desde lo alto y entre los querubines.

En apariencia, el texto tiene una serie de episodios desconectados entre si, que en
ocasiones se enumeran como leyes, pero que debemos considerar en el sentido de
instrucción o guía. Recordamos que la palabra “Torá” viene de “Horá” y significa
instrucción.

Estas instrucciones entonces, no están desconectadas entre sí, y todas tienen un


propósito en común. Dios desea que en el camino hacia la felicidad, en el camino hacia
ese reino prometido de paz, bondad y plenitud, nada nos detenga. Que sigamos adelante
a pesar de todo y analizaremos los distintos problemas, limitaciones u obstáculos, y
cómo resolverlos. Cada uno de los levitas, cada uno de los que estaban al servicio del
tabernáculo, debía llevar una carga. Cada hombre debía avanzar con su servicio y con su
carga. A unos se les había suministrado un vehículo, pero los que llevaban los
componentes más sagrados debían transportarlo sobre sus hombros y a pie. Dios había
dado instrucciones especiales al pueblo de que fueran excluidos del campamento,
aquellos que estaban contaminados puesto que constituían un peligro para el resto del
grupo, así que debían quedar afuera y no permanecer donde pudieran causar daños.

Vemos un apartado especial para el problema del pecado como ofensa a los demás y
ofensa a Dios, y dos aspectos relacionados con el arrepentimiento que Dios acepta, que
son la confesión de la falta, el hacerse cargo en lo verbal, ante la persona damnificada y
ante Dios, y también la restitución, el resarcimiento del daño cometido a la persona, o a
la familia si no está la persona, o incluso a la sociedad o a la obra de Dios, cuando no
hay otra alternativa.

Encontramos también el problema de los celos que se presentan en el matrimonio, ante


la sospecha de infidelidad y vemos que esto se solucionaba planteando la situación ante
el sacerdote, involucrando a Dios y dejando en sus manos el pago correspondiente que
merecía aquel que presuntamente había cometido adulterio. Básicamente habla de
amargura, infertilidad, vientre hinchado y cola caída en el caso de las mujeres, y aunque
no lo especifica suponemos que en el caso de los hombres existe también un pago
adecuado. También estaba la posibilidad de la bendición en caso de inocencia.

El voto de los Nazareos es particularmente interesante. Habla de las personas


consagradas a Dios por un período mayor o menor de tiempo. Los nazareos se dejaban
crecer el cabello, no bebían vino, no podían estar en presencia de muertos, y si alguien

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moría a su lado o por algún motivo debían interrumpir su nazareato, debían cortarse el
pelo, quemarlos y presentar ante Dios ofrendas para el pago de los pecados y para hacer
la paz nuevamente entre Dios y los hombres. Luego podía volver a tomar sus votos y
continuar como nazareo.

Por otro lado tenemos una serie de cosas que presentaba cada jefe del pueblo de Israel
como sacrificio de paz, ellos no estaban consagrados como los nazareos pero
igualmente debían presentar sus ofrendas y sacrificios, y finalmente tenemos el tema de
Moisés que entraba a escuchar a Dios al tabernáculo de reunión y la bendición del
pueblo.

Pasemos ahora a la reflexión general del texto y a ver cómo todo está interconectado
entre si. El deseo de Dios es que su obra no se detenga. Cuando en las ciudades vemos
obras de construcción importantes, vemos que muchas veces se trabaja a tres turnos, las
24 horas, hay contratos firmados, hay plazos que cumplir, y la obra no se puede detener
nunca porque el tiempo se acaba y hay que terminar el trabajo. En el plan de Dios pasa
lo mismo. Dios no quiere ver gente improductiva, el quiere que cada uno de nosotros
cumpla con su tarea, con su misión, que cada uno avance con su servicio y con su carga.

Cuando hacemos una proyección de esta enseñanza como cristianos, y recordamos las
palabras de Jesús de que cada uno debía cargar con su cruz automáticamente
encontramos un paralelismo, como encontraremos muchísimos en el texto de hoy, que
están relacionados con las enseñanzas de nuestro Maestro.

La cruz está relacionada con la letra TAV del alfabeto hebreo, esta letra representa la
perfección final y la verdad. Cargar con la cruz, es de alguna manera cargar con el deseo
de llegar a ser perfectos algún día y de llegar a vivir plenamente en la verdad, alejados
del pecado. En algún sentido cargar con la cruz, es estar dispuesto a sacrificar la
carnalidad, lo mundano, en beneficio de lo espiritual, pero esto debemos entenderlo no
efectuando una apología del sufrimiento, sino en el sentido de reconocer la carga que
significa anhelar la perfección de Dios, cuando sabemos que en esta forma de existencia
y por las limitaciones de estar en un cuerpo corruptible y en un mundo que tiende al
caos, no la podremos alcanzar. No obstante ese idea a seguir de perfección, es algo que
debemos cargar, y es una carga que se nos puede hacer más liviana si nos relacionamos
adecuadamente con Dios. Es cierto que hay veces que podemos tropezar y caer, pero
hay que levantarse y seguir, es cierto que por momentos nos pueden ayudar a cargar con
esa cruz pero solo por momentos, no podemos poner nuestras responsabilidades en los
hombros de los demás y debemos hacernos cargo de lo que nos corresponde.

Hablábamos de una forma correcta de relacionarnos con Dios y pasamos al tema del
pecado. El pecado ofende a los demás y a Dios. Es un daño que cometemos
egoístamente donde perjudicamos a otros y que es inadmisible para Dios, algo con lo
cual no está de acuerdo, que no aprueba. El pecado es algo que busca detenernos o
desviarnos en el camino, es algo que además nos hace impuros y nos excluye del
campamento, nos incapacita para el servicio. Cuando observamos el texto, uno puede
verse tentado a pensar en el problema de la discriminación, de cómo el Dios del antiguo
testamento era un Dios malo que excluía a los enfermos y leprosos, pero razonar así es
incorrecto. En primer lugar porque no hay un Antiguo y un Nuevo Testamento con un
Dios particular de cada uno. Hay sí, distintas alianzas, distintos pactos si se le puede
llamar así, que Dios va estableciendo con los hombres a lo largo de la historia, y que

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muchas veces son acumulativos aunque no excluyentes los unos de los otros. En los
evangelios, cuando Jesús habla de la “sangre del nuevo pacto” que es derramada para el
perdón de los pecados de muchos, la palabra en el original griego es DIATHEKE y hace
referencia a RELACION.

Lo que nos trae Jesús es una nueva forma de relacionarnos con Dios, una forma que no
necesariamente desprecia ni rechaza todos los pactos anteriores, pero que le da una
nueva forma de entendimiento. Hecha esta aclaración, decimos que hay un solo Dios,
Dios es Uno y Dios es el mismo siempre, no cambia. Y como no cambia, no deja jamás
la misericordia de lado y el perdón. Hay gente que cree que antes de la llegada de Jesús
no existía el perdón de los pecados, pero también decir esto es un error porque desde
siempre el perdón divino es una posibilidad. En el texto vemos dos requisitos para el
arrepentimiento: la confesión del pecado y la restitución del daño. Hay que reconocer el
error, hay que hacerse cargo de la ofensa y hay que tratar de resarcir en lo que nos sea
posible. Si no es posible hacerlo con la persona directamente afectada, hay que hacerlo
con la familia, si es un mal social habrá que hacer obras que beneficien a la sociedad, en
este caso la confesión sería pública y si no hay forma de resarcir ni a la persona, ni a la
familia, ni a la sociedad, está la posibilidad de ayudar a una obra que esté trabajando al
servicio del plan de Dios, de ayudar a una obra que esté ayudando a construir la paz en
la Tierra, a consolar a los afligidos, a enseñar la palabra de Dios buscando que la misma
de frutos de paz en la Tierra. Una vez que nos reconciliamos con aquellos contra los
cuales pecamos, una vez que nos reconciliamos con Dios, a través del arrepentimiento,
también estamos en condiciones de seguir adelante con nuestro servicio, y nuestra
carga.

Decíamos entonces más atrás, que los leprosos y otros impuros como los que habían
estado en contacto con muertos, quedaban excluidos del campamento y que esto no era
una medida discriminatoria sino un tema de preservación del interés colectivo, algo que
buscaba proteger a los que estaban sanos. Esto nos lleva a reflexionar, de cómo nosotros
debemos ser muy selectivos con nuestro grupo de amistades y con el tipo de proximidad
que establecemos con las personas con las cuales podamos tener trato en nuestra vida
cotidiana. Recuerde que uno puede tomar distancia, sin hacer sentir mal a la otra
persona. Uno puede dejar afuera de su vida a ciertas personas que le pueden ser
perjudiciales, pero eso no significa que tenga que maltratar o ignorar a esa persona o
que no pueda dirigirle un saludo de buen día, o incluso una palabra amable, pero
manteniendo las distancias. ¿Qué tiene Dios previsto para esas personas? La respuesta
la tiene una vez más Jesús. Cuando hasta Él se acercaron los leprosos y fueron sanados,
el milagro se produjo porque ellos anhelaban ser sanados. Cuando tomamos conciencia
de lo que nos ocurre y de lo que representa, y queremos ser sanados, Dios está dispuesto
a sanarnos, y a incluirnos nuevamente en el campamento, pero mientras tanto debemos
permanecer en cuarentena, para preservar la seguridad y el bienestar de los demás, es
una medida de protección y no de discriminación, y aquí en este caso, la persona que ha
quedado excluida, al sanarse como los leprosos quedarán en condiciones de regresar al
campamento y continuar con su marcha, con su servicio y con su carga.

Pasamos al tema de la familia y en particular el de los celos. La marcha del pueblo


estaba organizada por tribus y por familias. Está en el plan de Dios que el hombre forme
una familia y muchas veces, por problemas familiares la marcha puede detenerse. Entre
los problemas está el adulterio, la Biblia enseña que en caso de adulterio, existe la
posibilidad de divorcio, no dice que necesariamente tenga que ser así, sino que está

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dentro de las posibilidades. Pero hay veces donde no hay adulterio, sino sospechas,
celos y los celos generan discusiones, y las discusiones lo que hoy llaman
“incompatibilidad de caracteres” que es una de las mayores causas de divorcio que
existe. Claro que esas situaciones se podrían evitar si no hubieran problemas de celos.
Entonces lo primero que decimos a cada hombre, a cada mujer que esta leyendo o
escuchando, es que deben tener una conducta responsable, a modo de no generar celos
en la pareja, hay que ser responsable, hay que tener una buena comunicación, un
diálogo abierto todo el tiempo para evitar dar sospechas. No tener los celulares
apagados misteriosamente, no llegar fuera de hora del trabajo o estar desaparecido o
cosas que pueden engendrar desconfianza en la pareja. Eso por un lado para minimizar
la posibilidad de sospechas de infidelidad, para evitar que aparezcan celos. Ahora bien,
qué pasa cuando a pesar de todo, aparecen los celos? El texto de hoy nos enseña una
forma y es que la persona cuya conducta está en tela de juicio, la persona de la cual se
sospecha cometió adulterio, confiese su pecado si cometió adulterio y pida perdón, o
que en su defecto confiese su inocencia poniendo a Dios de testigo. Cuando la persona
miente delante de Dios y pone a Dios de testigo para ocultar el engaño, la persona
tendrá que hacerse cargo de las consecuencias, en el texto dice que entre otras cosas a la
mujer se le inflama el vientre, se le cae la cola y que tendrá amargura, o acidez
estomacal podría ser también. En el hombre, suponemos que tendrá sus equivalentes, tal
vez no se le caiga la cola pero puede tener alguna disfunción sexual, y el vientre
también se le puede hinchar o puede tener acidez. Esto no es para tomar literalmente, no
significa que el que tenga un poco de panza o problemas de acidez sea un adultero,
sabemos que la alimentación, el ejercicio y el stress influyen mucho en estos males,
pero lo tenemos como un referente de que si mentimos ante Dios , nos pueden llegar a
pasar cosas que no nos sean agradables. Más allá de todo, lo importante es poner fin al
problema de los celos. Si verdaderamente confiamos en Dios, pondremos el problema
delante de Él y daremos por terminado el asunto, y seguimos adelante, con nuestro
servicio y con nuestra carga, pero no nos detenemos.

La persona consagrada a Dios, como el nazareo, también puede ver en algún momento
de su vida, que no puede mantenerse todo el tiempo consagrado como le gustaría y que
también cae en errores y en pecado, incluso situaciones no previstas. Pero una vez más
vemos que Dios nos da la posibilidad de seguir adelante y siempre se puede retomar el
voto de consagración. Decíamos que Jesús fue un nazareo. Juan el Bautista también lo
fue y Sansón. Cuando uno mira y estudia en profundidad la vida de Jesús, ve como
desde el principio estuvo llamado a esta consagración, incluso como llega a beber vino
con sus discípulos y hace el sacrificio de expiación por los pecados y retoma en el cielo
su servicio consagrado, puesto que promete que hasta que se establezca definitivamente
el Reinado de Dios en la Tierra, no volverá a beber vino y yo los invito a pensar y
reflexionar con profundidad en el nazareato de Jesús. Hay veces que cuando estamos
directamente involucrados en el servicio de Dios como maestros, como pastores o en
cualquier área, por nuestros errores o pecados, nos sentimos muertos y queremos
abandonar todo, pero es necesario que sigamos adelante. Hay veces que tenemos que
quemar nuestra cabellera y hacer nuestra ofrenda especial de reconciliación con Dios,
en amor, en misericordia, en estudio de su palabra y seguir adelante, pero no detenernos.

Vemos como cada uno de los jefes de Israel dio su ofrenda, ofrendas que buscaban la
expiación del pecado, el restablecimiento de la paz con Dios, ofrendas que consideraban
las necesidades de los pobres y se convertían en actos de justicia, y ofrendas especiales
de fuentes y acetres de plata. Una fuente todos sabemos lo que es , pero tal vez no un

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acetre. Un acetre es como una jarra de la cual se saca agua de un pozo, y también puede
ser una jarra donde se lleva agua bendecida, algunas traducciones dicen un jarro de plata
o una taza. Vemos que la plata, era considerada un instrumento de expiación del pecado,
pero nos llama la atención de que todos entreguen fuentes y jarros de plata. ¿por qué?
Cuando uno quiere servir una comida especial, utiliza la mejor vajilla, y tanto la fuente
como los jarros son vajilla y son para servir. Vemos entonces un sentido espiritual del
texto de cómo el dinero que sería el equivalente de nuestro tiempo, puede ser
especialmente ofrendado para servir y para servir lo mejor.

No se trata de comprar el favor de Dios con dinero, se trata de ayudar con lo que
tenemos a nuestro alcance de contribuir a la creación de un mundo mejor, donde todos
seamos partícipes de las bondades de Dios, donde todos estén teniendo lo que necesitan
para vivir, incluso aquello que se desprende conocer más de Dios, incluso los bienes
espirituales como la fe, la esperanza y el amor.

Hoy Dios no nos exige sacrificio de animales, pero si nos da la posibilidad de hacer por
los demás, debemos tener una actitud compasiva ante el mundo, y ser capaces de
ponernos en el lugar del otro y pensar como nos gustaría que hicieran con nosotros en
una situación similar. A través de la posibilidad de tener buenas acciones como actos de
justicia, como actos de ayuda al prójimo, aunque pueda parecer insignificante, es
importante porque también nos da un motivo más, para seguir adelante, siempre
podemos hacer algo por los demás, hay veces que podemos dar algo, hay veces que
podemos dar y además de dar, decir algo, dar una palabra de aliento, de ánimo, algo que
empuje a las personas a salir de donde están, contribuir a su fe, eso también es
importante, y nos ayuda a continuar adelante con nuestro servicio y con nuestra carga.

Y finalmente, tenemos el ejemplo de Moisés. Cuando no sabemos como vamos a seguir


adelante, cuando necesitamos dirección, cuando necesitamos guía para poder continuar
en el camino, debemos hacer como Moisés y conectarnos con Dios para oír su voz. Y en
esto quiero ser particularmente muy cuidadoso cuando hablo de oír la voz de Dios, oír
es escuchar con atención, cuidado con las sugestiones, hay veces que por motivos que
no vamos a analizar aquí, las personas escuchan voces o tienen alguna forma de
alucinación y creen que Dios les habla…no me refiero a eso sino de oír específicamente
la voz de Dios, quien nos hace llegar su voz desde lo alto, hablándonos entre los
querubines. Y una cosa más, ante la duda, ante cualquier duda que tengamos para seguir
adelante, recordemos el episodio de la transfiguración de Jesús donde Dios, lo puso
frente a Elías y a Moisés como representantes de la autoridad de la Palabra y Dios dijo
claramente, Este es mi Hijo amado en quien yo tengo complacencia, a El oíd. Ante la
duda escuchemos a Jesús.

Termino hoy con la bendición que nos enseña Dios, todos queremos ser bendecidos y
muchas veces bendecimos por la mitad. Dios nos enseñó a bendecir de una manera en
particular y con ella quiero terminar, no sin antes decir, que el ser bendecidos es
fundamental para poder continuar adelante, el ser bendecidos, protegidos, el que Dios
mire hacia nosotros, que nos sea favorable y nos conceda la paz.

Me despido con la bendición, con el deseo de que por nada del mundo te detengas y
siempre sigas adelante, si estás caído levántate, si estuviste en un camino equivocado,
asegúrate de buscar el camino verdadero, si anduviste en caminos de justicia y te
alejaste, asegúrate de retornar, si estás afuera del campamento, asegúrate de ser

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limpiado para volver a entrar, si has pecado asegúrate de reconciliarte con aquellos a
quienes ofendiste para seguir adelante, y si sientes que puedes hacer algo por los demás,
hazlo, pero no te detengas, sigue adelante.

Que Dios te bendiga y te proteja, que Dios ilumine Su rostro sobre ti y te sea propicio,
que Dios dirija Su rostro hacia ti y te conceda la paz.

Paz y Descanso para todos

Alejandro Andrada (Hno Alejandro)

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