Sunteți pe pagina 1din 16

JUSTIFICACIÓN

El tema resulta sumamente atractivo para quien escribe pues es


la materia que diariamente se controvierte en el órgano jurisdiccional en el cual
laboro (Sala de Derecho Constitucional y Social Permanente de la Corte
Suprema), y si puedo abordarlo como tema materia de monografía ello me
permitirá delinear con más claridad y precisión mis conocimientos para poder
proyectar resoluciones más acordes con lo esgrimido por profesores en materia
constitucional y que permitan presentar al público un producto acabado que
nos haga sentir satisfechos de nuestra labor.

Resultará claro para el lector de estas cortas líneas que no se


realizará una exposición erudita del tema ni mucho menos, pues lo que se
pretende es simplemente es exponer una cuantas ideas sobre nuestra
comprensión del debido proceso y sobre lo que nuestra experiencia nos ha
presentado; experiencia en la cual han convergido procesos constitucionales
ahítos de pretensiones absurdas, de la desidia del Poder Judicial al momento
de analizarlas y de la incesante pretensión de un Tribunal Constitucional
generador de sentencias que han marcado un hito en la manera de resolver
procesos pero que sin embargo cada día amplía más sus competencias sin
advertir los peligros que ello conlleva.

1
Pregunta 5: ¿Cuál sería, a su criterio, el contenido del debido proceso, en
el sistema jurídico peruano?. Haga un esquema y comente las principales
instituciones que considera como contenido del debido proceso.

DEBIDO PROCESO Y TUTELA PROCESAL EFECTIVA:

Para dar una adecuada respuesta a la interrogante, resulta


pertinente primero señalar que el artículo 139 de la Constitución Política de
1993 establece como uno de los principios y derechos de la función
jurisdiccional (sin establecer específicamente dentro de cuál de las 2 categorías
se incardina) “la observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional”. De
ello se deduce fácilmente que ambos conceptos son entendidos como distintos
por el constituyente de 1993, sin embargo, la distinción conceptual entre ambos
conceptos no resulta de fácil precisión.

Las brumas en las cuales se sumen ambas categorías han sido


dispersadas en buena medida con la dación del Código Procesal Constitucional
(Ley N° 28237), cuyo artículo 4 establece que la tutela procesal efectiva
“comprende el acceso a la justicia y el debido proceso”, lo cual, prima facie,
parece dar solución al problema estableciendo como categoría continente del
debido proceso a la tutela procesal efectiva. Sin embargo, dicha comprensión
debe ser dejada de lado pues el TC en la sentencia de fecha 14 de noviembre
de 2005 emitida en el expediente 8123-2005-PHC/TC ha establecido
claramente el criterio distintivo entre ambos derechos, a los cuales nombra
como referentes de los derechos de los justiciables, señalando que “mientras
que la tutela judicial efectiva supone tanto el derecho de acceso a los órganos
de justicia como la eficacia de lo decidido en la sentencia, es decir, una
concepción garantista y tutelar que encierra todo lo concerniente al derecho de
acción frente al poder-deber de la jurisdicción, el derecho al debido proceso, en
cambio, significa la observancia de los derechos fundamentales esenciales del
procesado, principios y reglas esenciales exigibles dentro del proceso como
instrumento de tutela de los derechos subjetivos”.

2
En los términos antes expuestos, el máximo interprete de la
Constitución1, determina en una de sus resoluciones de un modo translúcido
las esferas en que ambas categorías se desenvuelven, apareciendo el debido
proceso como un derecho que engloba una serie de derechos ausentes del
contenido de la tutela procesal efectiva, resultando ambos derechos
adyacentes pero partes de un mismo iter procesal, colocándose la tutela
procesal efectiva al inicio y al término de dicho iter (acceso a los órganos de
justicia y eficacia de lo decidido en la sentencia) mientras que el debido
proceso correspondería a la parte intermedia entre ambos estadios extremos.

Sin embargo, esa misma postura ha sido muchas veces negada


por el mismo Tribunal Constitucional ya que al momento de desarrollar cada
uno de los derechos contenidos en ambos conceptos abstractos que
constituyen el debido proceso y la tutela procesal efectiva los enuncia
indistintamente como contenidos en uno y otro2. Y ello se complica aún más
cuando el mismo órgano señala que “el derecho a la tutela jurisdiccional no
solo implica el derecho de acceso a la justicia y el derecho al debido proceso,
sino también el derecho a la “efectividad” de las resoluciones judiciales; busca
garantizar que lo decidido por la autoridad jurisdiccional tenga un alcance
práctico y se cumpla, de manera que no se convierta en una simple declaración
de intenciones”3.

Siendo tal el orden de las cosas, resulta pertinente dilucidar cuál


es la relación existente realmente entre ambas nociones genéricas. Para ello
resulta imprescindible partir de un elemento poco considerado, que es el hecho
de que ambas instituciones emergen de sistemas jurídicos diferentes, pues el
debido proceso es producto del common law mientras que la tutela procesal
1
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, Ley 28301, “artículo 1: El
Tribunal Constitucional es el órgano supremo de interpretación y control de
la constitucionalidad. Es autónomo e independiente de los demás órganos
constitucionales. Se encuentra sometido sólo a la Constitución y a su Ley
Orgánica”
2
Así, respecto al derecho a la motivación de las resoluciones judiciales, en la
resolución 06698-2006-PA/TC indica “es un derecho que forma parte del
contenido esencial del derecho a la tutela procesal efectiva”, mientras que
en la resolución 03283-2007-PA/TC señala que es “parte del debido
proceso”
3
Expediente Nº 0015-2005-PI/TC, fundamento 17.

3
efectiva deriva del sistema continental europeo, sin embargo ambas nociones
surgieron en diversas épocas y en ámbitos territoriales distintos para solucionar
problemas semejantes. Respecto de ello Carocca señala que “importantes
autores han puesto de relieve que el reconocimiento de la garantía de la tutela
judicial efectiva es propia de un sistema de derecho continental, la respuesta
de algunos de los países en los que rige este sistema jurídico a los problemas
que antes había venido (a) solucionar en el Common Law, el “debido proceso”
y que, por lo tanto, ambos pueden ser considerados equivalentes. En definitiva
se trataría de de instrumentos distintos que obedecen a concepciones jurídicas
diferentes para el logro de los mismos fines. Esta tesis ha venido siendo
desarrollada hace ya tiempo por destacados autores italianos que se han
encargado de poner de relieve la semejanza de soluciones desde sus
respectivas perspectivas, a que han conducido y continúan conduciendo el
derecho a la tutela judicial y el debido proceso”4. Por su parte, Rubio Correa
considera plausible dicha afirmación y señala que “muchas instituciones nacen
paralelamente en el Derecho Anglosajón y en el Derecho Romano Germánico y
adoptan dos nombre distintos para decir, en sustancia, la misma cosa”5.

Tal afirmación refleja el sentir de quien prosa estas líneas, pues


resulta sumamente lógico que pese a ser producto de tiempos y espacios
distintos las respuestas procesales a los conflictos intersubjetivos deben haber
sido nomenclaturadas de modo distinto, pero ello no impedía que pudieran
tener un sustrato semejante, y los nomen iuris adoptados por cada uno de los
institutos analizados responden simplemente a la idiosincrasia de los pueblos
en los cuales han surgido pero que en esencia contienen un mismo plexo de
derechos, razón por la cual concluimos que el debido proceso y la tutela
procesal efectiva son principios indistintos6, y, en tal razón, al haberlos el
4
Carocca Pérez, León; citado por Marcial Rubio Correa; en “Estudios de la
Constitución Política de 1993”; tomo V; Fondo Editorial PUCP; Lima; pág. 64.
5
Rubio Correa, Marcial, op. cit.; pág. 64
6
En contra de ello, Juan Monroy Gálvez señala que en su opinión “se trata
de dos categorías distintas, aunque entre ellas existe una relación de
inclusión (una está comprendida dentro de la otra). Cuando se hace
referencia al derecho a un debido proceso, se afirma la existencia de un
derecho continente al interior del cual existen cierto número de derechos
fundamentales que aseguran el reconocimiento y plenitud de un sujeto de
derecho dentro de un procedimiento o proceso. Así, serán expresiones del
derecho continente (debido proceso) el de ser juzgado por un juez

4
artículo 139 de nuestra Constitución incardinado como institutos distintos en su
inciso 2 ha. propiciado una confusión que el legislador ha intentado diluir en el
Código Procesal Constitucional pero que el Tribunal Constitucional no ha
logrado distinguir de modo satisfactorio ni consecuente.

En concordancia con lo concluido anteriormente nos adherimos


a las palabras de Marcial Rubio Correa cuando señala que “es importante
tomar en cuenta que el principio del debido proceso viene de la jurisprudencia
anglosajona en la que no se comienza nunca por los grandes conceptos
definidos sino por los casos concretos, las analogías y diferencias. No es
extraño que en el Derecho Anglosajón lo esencial de un concepto esté perfilado
con claridad, pero que sus alcances varíen con las diversas sentencias
añadiéndosele contenido porque así es el sistema de resolución y de
establecimiento de precedentes en el Derecho Anglosajón. No debe pues
extrañarnos que el concepto llegue hasta nosotros empapado de este espíritu
por su origen y que, por lo tanto, complique las cosas al aplicarse en nuestro
sistema porque nosotros sí exigimos conceptos prefigurados y definidos en sus
alcances por la doctrina o la ley”7. Añade el mismo autor que “el debido proceso
es una institución anglosajona que se comporta como anglosajona y que, por
consiguiente, sólo puede ser definido y precisado por la propia ley y por la
jurisprudencia que lo aplique creativamente. Desde luego esto lo hicieron
también (y antes que los anglosajones) los romanos. De manera que no hay
inconsistencia fundamental entre el concepto de debido proceso y nuestra
familia jurídica. Lo que pasa es que hay que pensarlo como un concepto claro,
pero abierto a las determinaciones que hagan los jueces respecto de él”8.

Por tanto, la existencia de los 2 institutos sólo puede


considerarse inconveniente y en tal razón el legislador debió decidir la
estructura constitucional incluyendo sólo uno de ellos; al no haberse hecho ello

competente, de ser emplazado válidamente, de poder contradecir en un


plazo razonable, de ser procesado en base a un procedimiento previamente
establecido legalmente, de poder probar sus afirmaciones o de impugnar las
decisiones que no lo conformen, entre otras. En “La Constitución
Comentada”; tomo II; Gaceta Jurídica; Lima; 2005.
7
Rubio Correa, Marcial; op. cit.; pág. 58
8
Rubio Correa, Marcial; op. cit.; pág. 58

5
así deberá comprenderse al debido proceso y a la tutela procesal efectiva
como un mismo instituto siendo las referencias atribuibles a uno aplicables
también respecto del otro, ello en el entendido de que el logro de la finalidad
del proceso, esto es, “hacer el conflicto mediante un debate preordenado por
acto de la autoridad”9 debe recorrer por cauces que procuren la paz social en
justicia y en ello poco importan las nomenclaturas de debido proceso o de
tutela procesal efectiva.

ORIGEN Y ANTECEDENTES DEL DEBIDO PROCESO

En la actualidad el debido proceso es considerado como una de


las conquistas mas importantes que ha logrado la lucha por el respeto de los
derechos fundamentales de la persona.

Sus antecedentes se remontan a la carta magna de 1215 10, en


la que el rey Juan Sin Tierra, otorga a los nobles ingleses, entre otras
garantías, la del due process of law, consignada en la cláusula 48 de ese
documento que disponía que “ningún hombre libre podrá ser apresado, puesto
en prisión, ni desposeído de sus bienes, costumbres y libertades, sino en virtud
del juicio de sus partes, según la ley del país”.

De la lectura de la Carta Magna de Juan Sin Tierra se aprecia


que el debido proceso se consagra incluso para proteger la libertad de la
persona humana antes de iniciado el proceso judicial propiamente dicho,
presentándose la detención y la prisión como excepciones a la libertad, las
mismas que se concretizan previo juicio.

Desde el reconocimiento del debido proceso legal, el Estado


monárquico inglés asumió el deber y el compromiso que al momento de
restringir las libertades personales, el derecho de propiedad, la posesión, o de
cualquier otro bien perteneciente “solo a los nobles” deberían respetar las
9
Couture, Eduardo; “Introducción al Estudio del Proceso Civil; Editorial
Desalma; Buenos Aires; 1953; página 55.
10
Ticona Postigo, Victor. El debido proceso y la demanda civil. Editorial
Rodhas. 2º edición; Lima; 1999, página 63

6
garantías previstas en la Carta Magna, que en ese entonces sólo se
expresaban en el derecho a un juicio previo legal y a ser tratado con igualdad,
es decir, sin discriminaciones.

Del derecho inglés, la garantía del debido proceso, que


entonces amparaba solo a los nobles, pasó a la constitución de los Estados
Unidos de Norteamérica, que no lo contenía en su texto originario sancionado
en Filadelfia en 1787. A diferencia del derecho inglés, en el que era una
garantía procesal de la libertad personal contra las detenciones arbitrarias del
Estado y contra las penas pecuniarias y confiscaciones, el derecho
constitucional de los Estados Unidos, adquiere un gran desarrollo debido a los
aportes del iusnaturalismo, encontrándose, por tanto, el valor justicia presente
en las instituciones inglesas transportadas a América.

El concepto de debido proceso se incorporó en la Constitución


de los Estados Unidos en las enmiendas V y XIV. En la primera de ellas
efectuada en 1791, se estableció que “ninguna persona será privada de su
vida, libertad o propiedad, sin el debido proceso legal”. En la segunda realizada
en 1866, se dispuso que “ningún estado privará a persona alguna de la vida,
libertad o propiedad, sin el debido procedimiento legal, ni negará, dentro de su
jurisdicción a persona alguna la igual protección de las leyes”. Mientras la V
enmienda impone la limitación a los poderes del gobierno federal, la XIV
enmienda, establece la misma restricción pero a los poderes de los estados
locales.

Con la evolución de la jurisprudencia americana, a fines del


siglo XIX, el debido proceso pasó de ser una garantía procesal de la libertad a
una garantía sustantiva, por medio de la cual se limita también al órgano
legislativo. Es un medio de controlar la razonalidad de las leyes, que permite a
los jueces verificar la validez constitucional de los actos legislativos, es decir,
que para ser válidos requieren al legislador, al reglamentar los derechos
reconocidos por la Constitución, que no haya actuado en la forma arbitraria
sino dentro de un marco de razonabilidad.

7
También se consideran como antecedentes del debido proceso
algunas normas garantistas del procedimiento plasmadas en los siguientes
instrumentos legales:11
- El código de Magnus Erikson de 1350 de Suecia.
- Constitución Neminem Captivabimus de 1430 de Polonia.
- Las leyes Nuevas Indias del 20 de noviembre de 1542.
- La Hill of Rights inglesa, consecuencia de la revolución de 1688.
- Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia del 12 de junio de
1776.
- Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano del 26 de agosto
de 1789.
- Constitución española de 1812.

Todas estas normas tiene en común establecer las garantías


procesales del justiciable, respetando su dignidad como persona.

La garantía del debido proceso ha sido incorporada, en forma


más o menos explicita, a la mayor parte de constituciones del siglo XX, no sólo
del resto del continente americano sino de todo el mundo, además fue incluida
en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre aprobada por la
Asamblea de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, en cuya
cláusula 8 se establece que “toda persona tiene un recurso ante los tribunales
competentes que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales, reconocidos por la Constitución o por la ley“; este principio se
complementa con la cláusula 10, en la que se preceptúa que” toda persona
tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con
justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus
derechos y obligaciones y para el examen de cualquier acusación contra ella
en materia penal”.12

11
Olivera Vanini, Jorge; “Fundamentos del debido proceso”; artículo
publicado en Conferencia episcopal de acción social
12
Chichizola, Mario. El debido proceso como garantía constitucional. En
revista jurídica la ley, 1983-c, Buenos Aires, pág 910-912

8
NOCIÓN Y CONTENIDO DEL DEBIDO PROCESO:

Tal como han sido formuladas las cosas, debe entenderse el


debido proceso como el derecho humano o fundamental que tiene toda
persona y que le faculta a exigir del Estado un juzgamiento imparcial y justo,
ante un juez responsable, competente e independiente pues el Estado no sólo
está obligado a proveer la presentación jurisdiccional sino a proveerla bajo
determinadas garantías mínimas que le aseguren un juzgamiento imparcial y
justo; por consiguiente es un derecho esencial que tiene no solamente un
contenido procesal y constitucional sino también un contenido humano de
acceder libre y permanentemente a un sistema judicial imparcial13. Así el
debido proceso “comprende una serie de garantías formales y materiales, de
muy distinta naturaleza, cuyo cumplimiento efectivo garantiza que el
procedimiento o proceso en el cual se encuentra comprendida una persona
pueda considerarse como justo” (expediente 6149-2006-PA/TC y 6662-2006-
PA/TC); ello lo configura como un derecho continente, que “no tiene un ámbito
constitucionalmente garantizado en forma autónoma, sino que su lesión se
produce como consecuencia de la afectación de cualesquiera de los derechos
que lo comprenden” (expediente 5194-2005-PA/TC). Este derecho tiene, a su
vez, dos expresiones: una formal y otra sustantiva; “en la de carácter formal,
los principios y reglas que lo integran tienen que ver con las formalidades
estatuidas, tales como las que establecen el juez natural, el procedimiento
preestablecido, el derecho de defensa, la motivación; en su faz sustantiva, se
relaciona con los estándares de justicia como son la razonabilidad y
proporcionalidad que toda decisión judicial debe suponer” (expediente 8123-
2005-PHC/TC).

La importancia capital del debido proceso radica en la


importancia capital de los derechos fundamentales pues el debido proceso no
solo en un canal que hace viable y factible el ejercicio de aquellos sino que
también es un parámetro que encuadra o limita el accionar de quien tiene
autoridad, buscando evitar el abuso del poderoso sobre el más débil; ello le

Linares, Juan; citado por Victor Ticona Postigo; en “El Debido Proceso y la
13

Demanda Civil”; Editorial Rodhas; Lima; 1998; página 66.

9
proporciona un rol vital en la configuración y consolidación de todo Estado
Social y Democrático de Derecho en general, y de una Jurisdicción
Constitucional eficaz en particular.

Las garantías y derechos que forman el plexo que constituye el


debido proceso son:
1) Derecho a probar: Facultad de los justiciables de producir la prueba
necesaria con la finalidad de acreditar los hechos que configuran su
pretensión o defensa. Se trata de un derecho complejo que está
compuesto por el derecho a ofrecer medios probatorios que se
consideren necesarios, a que estos sean admitidos, adecuadamente
actuados, que se asegure la producción o conservación de la prueba a
partir de la actuación anticipada de los medios probatorios y que estos
sean valorados de manera adecuada y con la motivación debida, con el
fin de darle el mérito probatorio que tenga en la sentencia (expediente
6712-2005-HC/TC).

2) Derecho de defensa: Derecho fundamental de naturaleza procesal que


conforma, a su vez, el ámbito del debido proceso, y sin el cual no podría
reconocerse la garantía de este último. Por ello, en tanto derecho
fundamental, se proyecta como principio de interdicción para afrontar
cualquier indefensión y como principio de contradicción de los actos
procesales que pudieran repercutir en la situación jurídica de algunas de
las partes, sea en un proceso o procedimiento, o en el caso de un
tercero con interés (expediente 05085-2006-PA/TC)

3) Derecho de igualdad procesal: El derecho a la igualdad de armas o


igualdad procesal, como uno de los componentes del “debido proceso” y
del derecho “de igualdad” debe garantizar que, en todo proceso, judicial,
administrativo o en sede privada, las partes del proceso detenten las
mismas oportunidades de alegar, defenderse o probar, de modo que no
se ocasione una desventaja en ninguna de ellas respecto de la otra; por
tanto, de no ser así, no se lo podría reputar como “debido” (expediente
06135-2006-PA/TC)

10
4) Derecho al Juez natural: El derecho del juez natural o juez
predeterminado por ley comporta dos exigencias. En primer lugar, que
quien juzgue sea un juez o un órgano que tenga potestad jurisdiccional,
garantizándose, así, la interdicción de ser enjuiciado por un juez
excepcional, o por una comisión especial creada ex profeso para
desempeñar funciones jurisdiccionales, o que dicho juzgamiento pueda
realizarse por comisión o delegación, o que cualquiera de los poderes
públicos pueda avocarse al conocimiento de un asunto que deba ser
ventilado ante un órgano jurisdiccional. En segundo lugar, que la
jurisdicción y competencia del juez sean predeterminadas por la ley, por
lo que la asignación de competencia judicial necesariamente debe
haberse establecido con anterioridad al inicio del proceso,
garantizándose así que nadie pueda ser juzgado por un juez ex post
facto o por un juez ad hoc (expediente 01937-2006-HC/TC)

5) Derecho a obtener una resolución fundada en derecho : El derecho a la


debida motivación de las resoluciones como parte del debido proceso,
implica que una resolución deba contar con suficiente motivación tanto
de los hechos como de la interpretación y/o razonamiento de normas
invocadas. No solo consiste en expresar la norma legal en la que se
ampara, sino fundamentalmente en exponer suficientemente las razones
de hecho y el sustento jurídico que justifican la decisión tomada
(expediente 03283-2007-PA/TC).

6) Derecho de pluralidad de instancia: Garantiza que en la dilucidación de


una controversia planteada en sede judicial, exista una estructura
jurisdiccional que, cuando menos, se encuentre organizada en una doble
instancia, y para cuyo acceso se prevean los medios impugnatorios que
correspondan. Este derecho no garantiza, que toda pretensión planteada
a través de los medios impugnatorios deba ser amparado u otorgado.
Tampoco garantiza un pronunciamiento sobre los extremos planteados
en el medio impugnatorio, cuando la instancia judicial superior advierta
que en su concesión o en el desarrollo del proceso, se ha producido una

11
causal de nulidad contemplada en la ley (expediente 06149-2006-PA/TC
y 06662-2006-PA/TC acumulados)

7) Derecho a la cosa juzgada: Instituye el derecho de todo justiciable, en


primer lugar, a que las resoluciones que hayan puesto fin al proceso
judicial no puedan ser recurridas mediante nuevos medios
impugnatorios, ya sea porque éstos han sido agotados o porque ha
transcurrido el plazo para impugnarla; y, en segundo lugar, a que el
contenido de las resoluciones que hayan adquirido tal condición, no
pueda ser dejado sin efecto ni modificado, sea por actos de otros
poderes públicos, de terceros o, incluso, de los mismos órganos
jurisdiccionales que resolvieron el caso en el que se dictó (expediente
04587-2004-PA/TC).

8) Derecho a ser juzgado en un plazo razonable: El carácter razonable de


la duración de un proceso se debe apreciar según las circunstancias de
cada caso y teniendo en cuenta: a) la complejidad del asunto; b) el
comportamiento del recurrente; c) la forma en que el asunto ha sido
llevado por las autoridades administrativas (es decir, lo que
ordinariamente se demora en resolver determinado tipo de procesos), y
d) las consecuencias que la demora produce en las partes (expediente
3778-2004-PA/TC)

9) Derecho al juez imparcial: No se encuentra reconocido expresamente en


la Constitución. El TC lo ha reconocido como un derecho implícito que
forma parte del derecho al debido proceso. El contenido
constitucionalmente protegido del referido derecho está relacionado con
aquello que el Tribunal ha identificado como las dos vertientes de la
imparcialidad: a) subjetiva, que garantiza que una persona no sea
sometida a un proceso o procedimiento en el que el juez, o quien está
llamado a decidir sobre la cuestión litigiosa, tenga algún tipo de
compromiso con alguna de las partes o con el resultado del mismo; y b)
objetiva, referida a la influencia negativa que puede tener en el juez la
estructura del sistema, restándole imparcialidad, es decir, si el sistema

12
no ofrece suficientes garantías para desterrar cualquier duda razonable
(expediente 06149-2006/PA/TC y 0662-2006-PA/TC, acumulados).

10) Presunción de inocencia: Por esta presunción iuris tantum, a todo


procesado se le considera inocente mientras no se pruebe su
culpabilidad; vale decir, hasta que no se exhiba prueba en contrario.
Rige desde el momento en que se imputa a alguien la comisión de un
delito, quedando el acusado en condición de sospechoso durante toda la
tramitación del proceso, hasta que se expida la sentencia definitiva
(expediente 00618-2005-HC/TC)

11) Publicidad del proceso: Consiste en que las actuaciones judiciales tanto
escritas como orales sean públicas, es decir, que pueden ser
presenciadas por todos aquellos que así lo deseen. No se restringe a
una parte de los procesos, sino que incluye a todas sus etapas, y en tal
sentido debe ser entendida. No obstante, se pueden poner límites a tal
publicidad, a través de una norma de desarrollo legal. El secreto
sumarial constituye un límite constitucionalmente válido de la publicidad
de los procesos, pero sólo tendrá sentido si está relacionado con el
mantenimiento de la justicia en los casos concretos (expediente 2262-
2004-PA/TC)

12) Prohibición de la reforma peyorativa de la pena: La interdicción de la


reformatio in peius es una garantía del debido proceso implícita en
nuestro texto constitucional. Si bien tal interdicción se identifica
íntimamente con el derecho de defensa, pues agravar una pena para
condenar por un ilícito que no haya sido materia de acusación importa
una grave afectación del mentado derecho, es indudable que la
proscripción de la reformatio in peius también tiene una estrecha
relación con el derecho de interponer recursos impugnatorios
(expediente 01918-2002-HC/TC).

13) Derecho a la observancia del principio de legalidad procesal penal : El


principio de legalidad en materia sancionatoria impide que se pueda

13
atribuir la comisión de una falta si ésta no está previamente determinada
en la ley, y también prohíbe que se pueda aplicar una sanción si ésta no
está también determinada por la ley (expediente 08957-2006-PA/TC).

14
BIBLIOGRAFÍA

1. Mesia, Carlos; “Exégesis del Código Procesal Constitucional”; Gaceta


Jurídica; tercera edición; Lima; 2007.
2. Couture, Eduardo; “Introducción al Estudio del Procesal Civil”; Librería
Editorial Depalma; Buenos Aires; 1953.
3. Espinosa-Saldaña Barrera, Eloy; “Jurisdicción Constitucional, Impartición de
Justicia y Debido Proceso”; Ara Editores; Lima; 2003.
4. Pico i Junoy, Joan; “Las Garantías Constitucionales del Proceso”; Editorial
Bosch; Barcelona; España; 1997.
5. Esparza Leibar, Iñaki, “El Principio del Proceso Debido”; parte III; Editorial
Bosch, Barcelona, España; 1995.
6. Ticona Postigo, Victor; “El Debido Proceso y la Demanda Civil”; Editorial
Rodhas; Lima; 1998.
7. Rubio Correa, Marcial; “Estudios de la Constitución Política de 1993”; tomo
V; Fondo Editorial PUCP; Lima.
8. Monroy Gálvez, Juan; “La Constitución Comentada”; tomo II; Gaceta
Jurídica; Lima; 2005.

15
CONCLUSIONES

1. El debido proceso tiene un origen disímil al de la tutela procesal efectiva,


origen que los asigna en diversos sistemas jurídicos pero en los cuales
cumplen funciones similares.
2. El legislador constitucional de 1993 incardinó erróneamente ambos
conceptos sin delimitarlos y sin tener una comprensión cabal de los
alcances que tenía cada uno de dichos institutos jurídicos.
3. Si alguno de dichos conceptos fuera eliminado del sistema jurídico el otro
asimilaría sin mayor problema el contenido constitucional del otro derecho
eliminado.
4. El debido proceso es un derecho continente cuyo contenido se define en
cada uno de los derechos que lo conforman y su análisis en cada caso
referirá a éstos de manera concreta.
5. El Tribunal Constitucional no ha sido constante en la bifurcación que
pretende hacer entre el debido proceso y la tutela procesal efectiva pero
debe entenderse que comprende a aquél dentro de éste, pese a haber
también emitido sentencia en el sentido de separarlos entendiéndolos como
referidos a ámbitos distintos.

16

S-ar putea să vă placă și