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El terremoto y tsunami:

enseñanzas y preocupaciones
más allá de los simulacros

Un nuevo simulacro hubo el 31 de mayo pasado. Una manera de preparar sobre todo a
los estudiantes que concurren a las escuelas públicas y privadas para que estén
prevenidos si sucede un sismo o un tsunami. Sin duda es un esfuerzo de coordinación, de
despliegue de determinado personal y de enseñar a los niños y jóvenes cómo debe ser el
comportamiento en un evento de esta naturaleza.

Quisiera en esta oportunidad tratar sobre dos eventos sucedidos que deben ser tenidos
en cuenta para preparar una política de prevención que le de sentido al simulacro que se
torna mecánico en tanto y en cuanto no se asuma como responsabilidad y compromiso de
toda la comunidad. A continuación van estas reflexiones que apuntan a sugerir que debe
trabajarse en conocimientos y no sólo en rituales preventivos (desplazamientos,
responsabilidades a cumplir, manejo de vendas, camillas, botiquines, etc.) que serían
provechosos si en cada local escolar se contara con los equipos de prevención que se
requieren.

Los simulacros que hemos visto en estos meses y en el último donde se apreció que los
alumnos salían mecánicamente unos bajando escaleras y corriendo hacia el patio, con
risas y sonrisas, como si se tratara de un divertimento, quitándole seriedad al acto en
ejecución. Pocos profesores asumían la responsabilidad de liderar al grupo. No se trataba
de “hacer el círculo” en el punto determinado sino en el cuidado que debe tenerse con el
desplazamiento desde el aula, los pasadizos y escaleras de las instituciones educativas.

Lo que llama la atención es que los informes difundidos versen sobre cómo respondieron
los alumnos de un colegio emblemático, ¿y las escuelitas del cercado, de los distritos,
aquellas que están en casas con estrechos pasadizos, con escaleras deterioradas?. ¿Qué
pasará en las instituciones educativas que funcionan en casas habitación con patios
reducidos (zaguanes por lo general) escaleras estrechas, aulas precarias? ¿Y las
instituciones educativas del interior del país?

El 21 de marzo pasado, en el diario El Comercio se publicaba lo siguiente.

“–Luego de los terremotos en Arequipa, Ica, Haití, Chile y Japón, ¿qué hemos aprendido?,
preguntamos a Hernando Tavera, uno de los sismólogos más importantes del país e
investigador del Instituto Geofísico del Perú (IGP).

–Nada, no hay una decisión seria del gobierno. Solo de vez en cuando se hacen
simulacros, pero eso no basta para enfrentar un desastre, responde el científico.”

Por lo tanto no basta que se haga todo un show cada vez que se realiza un evento de
esta naturaleza, pues debe estar considerado dentro de los PEI de cada institución
educativa y el plan operativo de las municipalidades a nivel nacional. ¿Están previstos o
debe esperarse que un viceministro iluminado haga un panegírico del simulacro y
“obligue” a que sea incorporado en la prevención permanente que debe hacerse? ¿Por
qué no se pone como parte de las actividades de la formación cívica?

Hacen ya cerca de tres meses que el mundo se conmovió por un terremoto de 9.0 y un
tsunami, denominado por la Agencia Meteorológica del Japón como el terremoto de la
costa Pacífico de la región de Tōhoku de 2011. El epicentro del terremoto se ubicó en
el mar, frente a la costa de Honshu, 130 km al este de Sendai, en la prefectura de Miyagi,
Japón. El terremoto duró aproximadamente 2 minutos según expertos.

De todo lo que acontece debemos aprender y no sólo admirar cómo el pueblo de esos
lugares ha soportado los sucesos. Lo mostrado en el comportamiento del pueblo es digno
de elogio, de reconocimiento. La calma y tranquilidad a pesar de las angustias vividas nos
hablan de una civilidad probada y una observancia de normas y recomendaciones para
esta situación. Orden, disciplina, protección en medio del caos, pero también
desesperación por la seguridad personal y comunitaria.

¿Podríamos tener la misma reacción a pesar de los simulacros realizados y el pavoneo de


las autoridades? Creo que nos falta y bastante para alcanzar ese comportamiento. Hemos
visto en algunas escuelas donde no hay cámaras de TV ni autoridades cómo todo se
toma a la chacota, sin la menor preocupación. ¿Por qué? Y en los simulacros que se
realizan en la comunidad no se tiene claridad sobre los sitios de reunión, ni señales
preventivas, ni grupos que lideren y conduzcan. Más allá del casco urbano de Lima y de
las autoridades, el desorden es lamentable. ¿Quién garantiza las comunicaciones
rápidas, la entrega de información dinámica y la organización de la evacuación? ¿Por qué
se cree que sólo los militares pueden conducir la Defensa Civil? ¿Por qué no incorporar
verdaderamente a las organizaciones sociales en esta actividad? El mensaje que envían
no tiene fuerza, no transmite tranquilidad sino mandato, orden. Para transmitir un mensaje
existen los comunicadores. No siempre quien tiene más galones significa que sabe
comunicar. ¿Por qué se insiste en que estos personajes son los únicos que pueden dirigir
los simulacros y comunicar los mensajes preventivos? Días previos a este último
simulacro fue entrevistado un alto funcionario de Defensa Civil y la forma cómo se
desempeñó en la entrevista –llena de términos técnicos y advertencias sacadas de un
manual- fue bastante confuso. El entrevistador le sugirió que debería haber una jornada
de información para los comunicadores sociales. La respuesta fue que no se daban
abasto, que no tenían recursos, que acaban de dar un curso para los responsables a nivel
regional, etc. ¿Acaso el estado no tiene la responsabilidad de prever los recursos que se
necesitan para estas actividades de educación?

Volviendo al sismo de Japón, se dice hoy que además de la preparación que tienen los
japoneses para estos eventos, también responden a una manera de ser propia de su
cultura. Tienen un llamado ‘gaman’, la virtud japonesa de paciencia ante la adversidad,
que los hace proceder como los vemos: ordenados, pacientes, solidarios ante la
adversidad. ¿Y nosotros? ¿La resiliencia? Según Cedro es ese conjunto de atributos y
habilidades innatas para afrontar adecuadamente situaciones adversas, como factores
estresantes y situaciones riesgosas. ¿Se ha trabajado sobre estos atributos? ¿Se ha
pensado que también sirve para estas situaciones? ¿Por qué insistir sólo en
desplazamientos? ¿Y qué sucede con el ánimo de las personas?

Transcribo un párrafo del artículo de Beatriz Boza que sobre el tema publicó en un diario
local. “Mientras nos educamos en ‘gaman’, la virtud japonesa de paciencia ante la
adversidad, podemos comenzar por: Primero, fortalecer las estructuras de hospitales y
colegios, pues son espacios claves inmediatamente después del terremoto. Necesitamos
equipar nuestros hospitales, cierto, pero quizás tanto más importante resulta consolidar la
infraestructura de los principales hospitales en el ámbito nacional y ello va a requerir de
presupuesto. Segundo, reubicar ahora, en tiempos normales, a los pobladores que han
edificado sus hogares en zonas de alto riesgo. Allí están los mapas de vulnerabilidad
elaborados por Indeci que todo alcalde y vecino debería consultar. Ello también va a
suponer recursos. Tercero, mejorar nuestros sistemas comunitarios de alerta temprana,
prevención y alternativas de evacuación. Esto último requiere más bien de voluntad
política, como lo demuestran exitosas experiencias en Lambayeque y La Punta. El
Gobierno Regional de Lambayeque lideró un proceso participativo de organización de la
población ante desastres, e identificó en sus 38 distritos los peligros, vulnerabilidad y
principales capacidades locales. En La Punta, el municipio lideró un plan de evacuación
de veinte minutos coordinado con las principales empresas para poder usar los techos de
las plataformas como zonas de seguridad. Debemos repetir estas buenas prácticas en el
ámbito nacional.” (EL COMERCIO. 17.03.11).

A esta recomendación debemos añadirle que debe haber preocupación por los refugios,
que por lo general en las ciudades son los locales escolares. No se trata de que cada año
se revisen para las aulas como dijo un viceministro, sino evaluarlas en la perspectiva de
servir de refugio para la población una vez producido un terremoto, un cataclismo. ¿Están
preparados? ¿Se evalúa la infraestructura? ¿Se tienen señalados los lugares a ocupar?
¿Los servicios higiénicos son eficientes? ¿Y el agua potable? ¿Las conexiones
eléctricas? ¿Formas de comunicación? Es decir pensar no sólo en función de las clases
que allí se imparten sino de acuerdo a una función social que debe tener la institución.
¿Existe los recursos? Sabemos la respuesta, pero es bueno advertir que también en ese
campo debe preverse.

Es injusto que a 250 kms de Lima, en Pisco, luego de producido el terremoto de hace dos
años estuviéramos incomunicados y hasta hoy el pueblo siga luchando por la
reconstrucción. ¿Por qué? El protagonismo presidencial con vocación de redentor, se
volvió fútil si nos atenemos a lo realizado y las penurias del pueblo hasta hoy. ¿Es posible
que desde el terremoto de agosto del 2007, no se reconstruya la I.E. María Parado de
Bellido del distrito de San Clemente que alberga a más de 900 estudiantes de los niveles
inicial, primaria y especial. (EL COMERCIO 22.03.11) Pero eso sí a pocos kilómetros se ha
construido un hotel exclusivo que es una afrenta para la pobreza que se atraviesa antes
de llegar a sus lujosas instalaciones.

No estamos a la altura del pueblo japonés en responsabilidad cívica. A pesar de todo el


desastre, el problema de la central de Fukushima nos da a conocer que quienes están en
ella luchando son hombres anónimos y casi todos mayores de 60 años. Algunos no
cobran más de 80 euros al día por su trabajo. Tratando de explicar esta decisión un
anciano de 89 años veterano de la Segunda Guerra Mundial, que vive como refugiado en
el Centro Deportivo de Fukushima, dice que no ha sido el dinero o el reconocimiento lo
que los ha llevado hasta allí. “Llevan –dice- el yamato-damashii, el espíritu japonés. Es
decir desde nuestra cultura esto es valor, patriotismo y dedicación al bien común por
encima del interés individual. (El País. Madrid, 17.03.11)

Sin duda se puede contar muchas lecciones del comportamiento del pueblo japonés en
medio del sufrimiento, pero el mundo sigue su curso.
El terremoto y tsunami del Japón además de la central nuclear deben quedar como
símbolo de la prevención –a pesar del número de muertos y desaparecidos- y de las
decisiones oportunas que deben tomarse.

En nuestras escuelas además de las recomendaciones preventivas y los simulacros


deberíamos preocuparnos por el conocimiento de los fenómenos naturales y sus
consecuencias. Esto llevará a la acción, a la convicción de por qué debe hacerse y no
tomar las cosas a la broma. Desde la historia, por ejemplo, es bueno recordar que Lima y
Callao en 1746 a las 10.30 pm del 28 de octubre. En el Suplemento El Dominical (El
Comercio 27.03.11 Cuando la tierra tiembla), se describe este sismo: “La placa tectónica de Nasca se
sacude violentamente a uno 160 kilómetros de la costa peruana. La tierra se estremece
de abajo hacia arriba y provoca un terremoto en Lima y Callao”. A las “11pm. Un
espeluznante ruido viene del mar. El agua retrocede y en contados minutos una gran ola
golpea el Callao… ingresa cinco kilómetros tierra adentro… El tusnami hundió 19
embarcaciones y de los cinco mil habitantes que tenía el Callao, sobrevivieron menos de
200. En Lima los muertos fueron más de 2 mil y los efectos de la catástrofe se sintieron
desde Ecuador hasta Chile.

Ronald Woodman Pollit expresó (Entrevista de Milagros Leiva a en El Comercio. Lima, 28.02.10). que es
bueno conocer que “…los tsunamis sí se pueden predecir, pero los terremotos no. Los
terremotos nos sorprenden siempre. El tsunami es el trueno después del relámpago.
Cuando ocurre un sismo las ondas se propagan a miles de metros por segundo y casi de
forma inmediata los sismógrafos detectan la magnitud, profundidad y epicentro. Si está en
el fondo marino y tiene suficiente magnitud podemos dar una alerta.”

¿Y cómo va nuestro sistema de alerta de tsunamis? No funciona. Cuando ocurre un sismo


como el que acaba de suceder en Chile o en Pisco las comunicaciones telefónicas
colapsan y nuestro sistema sismográfico depende de la red telefónica. Continúa diciendo
Woodman “Si el tsunami que ocurrió en Pisco hubiera ocurrido en el Callao habrían
muerto miles de personas y estas se podrían salvar con una alerta temprana. Lima ya
tuvo tsunami y puede volver a ocurrir. Cuando ocurre un tsunami en Pisco y los que viven
en el Callao se preguntan si pasará lo mismo es cuando entra a tallar el sistema de
alarma satelital que no tenemos. En 1746 hubo un terremoto que destruyó Lima y originó
un tsunami que arrasó La Punta y el Callao. ¿Volverá a suceder? Es una regla: todo lo
que sucede geológicamente vuelve a suceder. Vamos a tener un tsunami con la misma
intensidad que tuvimos en el pasado, lo único que nos favorece es que cuanto más grave
es la situación, menos frecuente es. Sismos como los que acaban de suceder en Chile
ocurren una vez cada doscientos años. “¿Y cómo sabemos cuándo es terremoto y no
temblor? Si puedes correr es temblor, si no puedes caminar es terremoto. Conclusión: los
peruanos vivimos en una tierra que tiembla en cualquier momento. Así es. Y mejor
asumirlo que negarlo. Ha temblado en el pasado y en el futuro pasará lo mismo.

También deberíamos considerar que somos un país diverso y que estos fenómenos
naturales son interpretados por nuestros pueblos de diversa manera. Existe una sabiduría
de nuestras culturas ancestrales que debe conocerse y tomarse en cuenta en las
previsiones. Antonio Muñoz Monge, periodista, nos dice que “El canto de un ave, el color
del cielo, un arco iris, la ausencia de nubes, el viento…, son augurios, despiertan
sospechas, son la causa o el aviso de algo que ocurrirá…” (EL DOMINICAL El Comercio. 27.03.11).

El tema de educar para la prevención va más allá de las formas y maneras de


desplazarse y organizarse. Por ello desde el aula debe irse construyendo conocimiento,
actualizando información y no quedarse con el anuncio de un cronograma anual o como
ocurrió de que el primer simulacro de sismo sería el 20 de abril, el siguiente el 31 de
mayo, los siguientes serán el 23 de junio 2011, en recuerdo al terremoto del año 2001 en
Arequipa, el 11 de agosto 2011; el 13 de octubre 2011 “Día Internacional para la
Reducción de Desastres” y el 16 de noviembre 2011 Se ha realizado un taller con
especialistas de las regiones y el contenido ha sido “conocer la estrategia nacional de
gestión de riesgos en el sector Educación y fortalecer la capacidad de acción de los
participantes” (ANDINA.24.03.11). ¿Por qué no conocer esta estrategia? ¿En qué consiste la
gestión de riesgos? ¿La comunidad no puede saberlo? La información que tenemos del
31 de mayo es “El Ministerio de Educación realizó hoy, en las más de 93 mil instituciones
educativas del país, el Segundo Simulacro Nacional Escolar de Sismo 2011, donde más
de ocho millones y medio de escolares y sus 500 mil profesores recordaron a los cien mil
muertos por el terremoto del 31 de mayo del 1970, considerado el más devastador de la
historia del Perú. (Oficina de Prensa y Comunicaciones del Ministerio de Educación).

Esta información además nos dice que “Los niños, niñas y jóvenes escolares, así como
sus profesores se colocaron un lazo de color azul y naranja en homenaje a todos los
hombres, mujeres y pueblos afectados por el citado terremoto, que con una magnitud de
7,8 grados en la escala de Richter, asoló el departamento de Ancash hace 41 años. (Ibidem)
¿Se explicó qué ocurrió ese 31 de mayo? ¿Por qué se produjo ese cataclismo? No basta
sólo recordar. A los niños y jóvenes debe explicárseles lo ocurrido y por qué de la
cantidad de muertos. El recuerdo con símbolos y discursos es anecdótico.

Consideramos además que este evento llamado simulacro debe ser realizado no sólo con
conocimiento sino con toda la rigurosidad y seriedad que esto requiere. Llama la atención
la nota que dice “Pero mayor fue la satisfacción de las autoridades al visitar uno de los
laboratorios del colegio, donde las alumnas, mediante el uso de las computadoras y
material educativo entregado por el Ministerio de Educación, habían preparado
simuladores de sismo a varias escalas y en tiempo real. ¿Es esto importante en un evento
donde la consigna es evacuar antes que demostrar, seguridad antes que exhibicionismo?
¿Qué mensaje se ha querido dar? ¿Que se utilicen las computadoras para demostrar el
conocimiento del manejo de la tecnología o que es de irresponsables hacer que los
alumnos preparen la simulación en tiempo real?. Más allá de lo anecdótico sería
importante una explicación científica de lo que sucede en la tierra y sus efectos en el
litoral y los andes y de qué manera la tecnología podría utilizarse. ¿Se proporcionó este
conocimiento?, ¿los profesores lo saben? Se recuerdan la cantidad de muertos y
catástrofe, pero por qué no enseñar a qué se debió y cómo la tierra es afectada por el
sismo.

¿Se ha explicado por ejemplo qué es la placa de Nasca y por qué se produce la fricción
entre esta placa y la placa sudamericana? Los alumnos requieren hoy información,
conocimiento y no sólo recetas de comportamiento. ¿Saben que la placa de Nasca se
desplaza a una velocidad promedio de 11 centímetros por año? ¿Por qué no explicar que
la placa sufre un proceso de subducción (la corteza oceánica antigua se introduce bajo la
corteza continental) por debajo de la placa Sudamericana, la cual es la causa de los
sismos más importantes que ya ha sufrido no solo este país sino América del Sur, es su
parte oeste? Esta información está contenida en el currículo, pero es bueno recordársela
a los alumnos cuando se hace estos simulacros. Y a los más pequeños, explicarles lo
mismo de una manera más sencilla.
Desde Japón también se plantearon algo para explicar sobre la crisis nuclear a los niños
japoneses. Se puede encontrar en la siguiente dirección electrónica, está en inglés:
http://www.youtube.com/watch?v=5sakN2hSVxA&feature=player_embedded#at=14

¿No podríamos hacer algo parecido para explicar los sismos y secuelas en el aula, en el
país? Creo que costaría menos que toda la parafernalia que se despliega para que cada
funcionario se luzca... ¿qué conocimiento le queda a los niños? Simplemente la visita de
la autoridad para ¿dar fe? de cómo se cumplen las directivas y luego declarar con regocijo
cómo hubo orden y cumplimiento. Además que “cada día se tiene más conciencia”. ¿De
qué?

Es importante dedicarle un poco más de creatividad a la prevención de los sismos y


desastres naturales Recursos y creativos tenemos. ¿Qué es lo que falta? ¿Cuándo
pondremos la imaginación al alcance de la educación y de la prevención? El terremoto de
Pisco está cerca y parece que más allá de las poses para las cámaras y “visitas de
médico”, la situación de calamidad está a la vera del camino. Que la prevención no se
vuelva un rito, sino una vivencia y responsabilidad. ¿Alguien se ha preocupado en decirle
a los niños y niñas que debe contener la mochila para la emergencia? ¿Se ha previsto la
preparación de las mochilas que debe haber en cada escuela?

Queda mucho por realizar y no sólo debe quedarse en elaborar un cronograma de futuros
simulacros ni en montar un show con cámaras, fotos, atriles en donde el centro es la
autoridad y su arenga, antes que el cumplimiento de una actividad. Es necesario tener
clara desde la política educativa para saber cómo abordar la prevención de sismos y otros
desastres. ¿Es mucho pedir? Estamos a tiempo. (04.06.11)

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