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1. A manera de introducción:
“La nuestra es, sin duda, la época en que más se ha escrito y hablado sobre el
hombre, la época de los humanismos y del antropocentrismo. Sin embargo,
paradójicamente, es también la época de las más hondas angustias del
hombre respecto de su identidad y de su destino, la época del rebajamiento
del hombre a niveles insospechados, época de valores humanos conculcados
como jamás lo fueron antes.” (Juan Pablo II, CELAM Puebla, 28 – 01 – 79).
Es verdad que acerca del hombre abundan hoy los conocimientos técnicos y
analíticos y hay infinitas especializaciones que lo examinan, pero también es
ciento que existe una creciente incertidumbre con respecto al ser profundo y
último del hombre. Muchos contemporáneos – decía G. Marcel – no saben ya
“quienes son” y “para qué existen”. Seducidos por los encantos de la
cibernética y de la teoría de la información, amenazan con reducir al hombre a
las dimensiones de un “robot” electrónico. En medio de esta cultura centrada
en los valores de utilidad y de eficiencia inmediata, queda desierto el campo
por las preguntas fundamentales del hombre y de la humanidad sobre el
sentido de todo.
Por ello es importante pensar que el mayor servicio que se puede prestar hoy
en día a nuestros contemporáneos y, de manera particular, a la juventud que
se está formando para servir profesionalmente es el de ser “profetas del
sentido” como decía P. Ricouer: ayudarles a descubrir el sentido de las cosas,
el sentido de la acción y del dolor, el sentido de la vida y de la muerte.
1
Juan Pablo II, en Puebla, Cfr. Rev. “Eclesia”, n° 1924, n 19.
La pregunta ¿QUÉ ES EL HOMBRE? no es una pregunta entre otras, es más
bien la pregunta que las resume todas, como ya lo había intuido Kant 2. Pero
también sigue siendo verdad lo que en 1928 afirmaba otro filósofo alemán,
Max Scheler: “En ninguna época de la historia ha resultado el hombre
tan problemático para sí mismo como en la actualidad”3
Las ciencias de la naturaleza y las ciencias humanas, lo sabemos, nos dan del
hombre una imagen desdibujada; por exigencias de método nos entregan a un
hombre fraccionado.
2
Kant E.,”Logik”, 24 A y 25 A.
3
Max Scheler, “El puesto del hombre en el cosmos”, Buenos Aires, 1978, p. 24.
2
1.1. LA NUEVA IMAGEN DEL HOMBRE EN UN MUNDO EN
TRANSFORMACIÓN.
3
• Los grupos que promocionan y respetan los derechos fundamentales de
la persona humana y los que sistemáticamente la conculcan;
• Las personas e instituciones que trabajan por la paz y las que provocan
guerras absurdas que deshumanizan al hombre;
Uno de los fenómenos que saltan a la vista es la nueva relación del hombre
con el mundo, que configura una nueva imagen de sí mismo.
Pero las cosas han cambiado, sobre todo a partir del Renacimiento. El
hombre comenzó a distanciarse de la naturaleza, a verla no como algo
que “forma bloque con él”, sino como algo que “está delante de él”,
como un objeto. Y comenzó a dominarla.
5
1.1.3. AMBIVALENCIA DE ESTOS Y OTROS CAMBIOS.
4
Bestard Comas J., o.c. pp 50,51.
5
Bestard Comas J., o.c. p 73.
6
1.2. EL ORIGEN DEL PROBLEMA DEL HOMBRE.
6
GAVAERT J., “El problema del hombre”, Salamanca, 1981, p. 14 y ss.
7
consiste lo humano que es preciso salvar. El hombre busca su identidad,
su autocomprensión: ¿Qué significa ser hombre?
Decía Nietzsche: “Quien tiene un por qué para vivir, encontrará siempre
el cómo”8
7
Cf. Thielicke H., O.C., PP. 476-478.
8
Cit. Por Frankl V., “El hombre en busca de sentido”, o.c., p. 9.
8
La Antropología, sobre todo la filosófica, es precisamente una tentativa
de asumir la problemática que acabamos de describir, es decir, de
esclarecer el gran interrogante que el hombre se plantea a sí mismo:
“¿Qué significa ser hombre?; ¿Qué sentido tiene la existencia?”
Introducción general.
a). Ya se había indicado en las generalidades que la visión que el hombre tenía
del mundo hasta la edad moderna, era una visión estática, en la que dominaba
la categoría espacial, con su inmovilidad característica: todas las cosas
existieron como las vemos ahora.
Las nuevas ideas en astronomía (Copérnico, Galileo), hace unos 500 años
atrás asestaron un duro golpe a la concepción granítica multicelular del
universo.
(Lamarck, a principios del s. XIX y luego Darwin, descubrieron que los animales
no habían sido siempre los mismos: aplicaron el concepto de historia a la
biología. La obra de C Darwin, sobre todo la aparición de su libro capital “El
origen de las especies”, en 1859, representa la culminación de un largo
9
J L Ruiz de la Peña, “El último sentido”, Madrid, 1980.
10
Templado J., “Historia de las teorías evolucionistas”, Madrid, 1974, p. 9.
9
proceso en el que se han cruzado muchas corrientes intelectuales, y ha
influido decisivamente en las nuevas formas de pensar).
c). Si nos referimos a los seres vivos, la evolución es una descendencia con
modificaciones o cambios morfológicos, a partir de remotas poblaciones
ancestrales. Los troncos primitivos se denominan “phyla”. Los organismos
actuales descienden de esas “formas”: a través de innumerables generaciones
se han ido modificando en el transcurso de los tiempos geológicos. Las formas
superiores provienen de las formas inferiores, lo más perfecto viene de lo
menos perfecto.
10
2.1. EL ORIGEN DE LA VIDA: PROCESO DE EVOLUCIÓN.
Cosmogénesis.
Nuestro sistema solar se formó hace unos 5000 millones de años, al borde de
una de tantas galaxias. Parece un resultado de la autoatracción del polvo
11
cósmico por acción de la gravedad. En el disco plano de gases, polvo y
cascotes que giraban alrededor del sol, se fueron condensando los planetas
que no tenían suficiente masa para encender el fuego atómico.
Biogénesis.
En la tierra juvenil aparecieron los primeros vivientes hace unos 4000 millones
de años, relativamente poco después de su enfriamiento. Parece que hubo una
sola época favorable a la eclosión de la vida.
Después que se enfrió la tierra hubo unos 600 millones de años de evolución
química (era azoica: sin vida) que fue preparando el medio orgánico, un “caldo
primitivo” de elevada concentración… En él pudieron existir unas bacterias
extrañas, capaces de asimilar dióxido de carbono o de vivir en aguas
sulfurosas, como se las encuentra aún hoy.
Los primeros organismos fósiles tienen unos 3800 millones de años y son del
tipo “levaduras”. Después aparecieron las bacterias corrientes, las algas
azules y muy tardíamente, las algas verdes (hace unos 1500 millones de
años): éstas, gracias a la clorofila, liberaron el oxígeno.
Los pluricelulares, que existen desde hace unos 700 millones de años,
evolucionando por sucesivas mutaciones, adaptaciones, etc., llevaron la vida a
más de dos millones de especies existentes hoy.
Tenemos que llegar a los últimos 600 millones de años para ver la tierra
invadida por una extraordinaria cantidad de vivientes que, a través de una
lenta evolución de forma arborescente, formaron todas las especies animales
y vegetales que conocemos.
Antropogénesis.
Y los científicos están en su derecho. Uno puede dar una completa descripción
de un reloj en función de la materia y de la energía, sin apelar a la idea que el
relojero tuvo al diseñarlo. El científico prescinde, pero no tiene derecho a
negar esa idea, ese plan, esa finalidad incorporada a la estructura del reloj.
11
Como piensa que la materia es autosuficiente y eterna, excluye absolutamente
cualquier influjo trascendente de Dios, y no da la razón suficiente del finalismo que
brilla en los vivientes y en el mismo proceso evolutivo (telefinalismo que se revela
orientado al hombre). Deja sin explicación el fundamento de la realidad humana.
13
nivel de causas físicas, sino que obra legislando y sosteniendo todo el proceso
evolutivo, sin interferir en él12.
CREACIÓN Y EVOLUCIÓN.
Por otro lado, visto con ojos científico – positivos el mundo es una máquina
automática en la que “todo ocurre como si Dios no existiera”. No se ve por
ningún lado la mano del obrero. El cosmos es un conjunto de seres autónomos,
dinámicamente vinculados entre sí.
12
Dios realiza esos “saltos” que el mundo da, desde dentro. No añade nada desde
fuera. Al crear, pone a la creatura en la posibilidad de autorrealizarse, procurándole las
condiciones necesarias (leyes, energías, etc).
13
La evolución dice que la realidad existente está sometida a un proceso de cambio, la
creación habla de la causa primera de esa realidad sometida a dicho proceso. La
evolución es como la “historia de la creación”, la forma en que se está desarrollando la
creación.
14
Pero la mirada del pensador descubre que ese universo contingente, limitado,
depende totalmente de la acción “trascendente” del Obrero, con su accionar
creador que fundamenta todo el orden de los seres creados, con sus
actividades autónomas y sus interdependencias dinámicas.
En esta línea se ha encontrado una cadena de fósiles tan continua entre las
formas animales y las humanas que, si se trata de dos especies zoológicas,
nadie dudaría de que tienen un origen común.
El Homo Hábilis, cuyo primer ejemplar fue descubierto en Tanzania por Luis
Leakey (1961), capaz de tallar la piedra, tiene aproximadamente dos millones
de años y algo más de 700 cc de capacidad craneal. Diez años después, el hijo
de Luis Leakey (Richard), descubrió en Kenia un ejemplar más evolucionado: el
cráneo 1470 cc. El homo hábilis, el primer hombre (¿?), es contemporáneo de
los australopitecus más recientes.
16
El Hombre de Neandertal, que apareció hace poco más de 100.000 mil años
y se extinguió -según algunos- hace unos 35 mil años, a pesar de que su
capacidad craneal llega a superar la actual, de 1400 cc, parece una raza
menos evolucionada que los últimos Homo Erectus. Es dudoso antecesor del
hombre actual. Ya entierra a sus muertos y tiene ritos funerarios.
Conclusión.
3°. El desarrollo del cerebro. Los Australopitecus no pasan de 600 cc. Los
hombres van de 800 cc en adelante. Se reduce la cara, se eleva la frente (zona
pre – frontal).
• El paso a la reflexión.
15
Buettner-Janusch J., “Antropología física”, México, 1979, p. 31.
17
para construir utensilios es preciso conocer “el fin como fin y el medio como
medio”, lo cual supone la abstracción, el intelecto16.
16
Ruffie J., “El Homo Habilis es verdadero hombre” (“de la biologie a la cultura”, París,
p. 240).
17
El animal asocia pero no entiende. El instinto, que adapta el medio al fin, hereda
formas fijas de obrar, produce siempre la misma cosa. La inteligencia, en cambio, es
creadora: hace frente a situaciones nuevas e inventa cosas nuevas, progresa.
18
Marcozzi V., en Gregorianum, n° 60, 1979, pp. 696-701.
18
• La evolución, ¿continúa?
• Animal y hombre.
a). El problema se puede formular así: ¿es el hombre más entre los objetos,
una especie zoológica más, o dista cualitativamente de cualquier otro animal?
Nuestros parientes más cercanos son los grandes monos antropoides; como
ellos, somos animales. Thomas Huxley, en 1863, concluyó que el hombre,
desde el punto de vista orgánico, difiere del chimpancé y del orangután menos
de lo que éstos difieren de los restantes monos.
b). Sin embargo, Gehlen demuestra que el hombre, incluso desde el punto de
vista biológico, es un caso único en la biosfera.
b). Por todo esto, la persona –toda persona- tiene un valor absoluto,
simplemente por lo que es, no por lo que tiene o por lo que hace.
c). El valor absoluto de la persona abarca tres núcleos que no pueden ser
desconocidos sin serias consecuencias éticas:
1°. El primer núcleo es el valor del individuo, del “yo”. Frente a toda tentación
colectivista de resolver la realidad humana en “estructuras” o “mediaciones
sociales”, el enunciado de la dignidad humana recuerda permanentemente
que cada uno de nosotros es único, insustituible, irrepetible; que no es un
“trozo de mundo”, sino un mundo aparte y nadie lo puede sustituir en la
elección y realización de su destino.
2°. Pero esto no implica una postura “privatizante”, una concepción cerrada de
sí mismo. Somos interioridades abiertas, destinadas a la comunión. La
dimensión social entra en la definición de la persona. Hoy se insiste en que
el hecho decisivo que da origen a la persona es la intersubjetividad.
22
Rahner K., “Dignidad y libertad del hombre”, Escritos Teológicos II, Madrid, 1962, p.
256.
21
La alteridad, la “orientación al otro” corrige la posible concepción
individualista y abstracta del personalismo.
d). Insistimos, sin embargo, en que hoy se acentúa sobre todo la relación
interpersonal, frente al inflado “dominio del mundo” con la ciencia y la
tecnología. El humanismo que se va imponiendo es el humanismo personalista
y dialogal, que ubica la dimensión social en el centro de la Antropología.
Introducción
22
su propia realización. Su finalidad es normativa. La antropología que hemos
esbozado tiene, en cambio, un carácter informativo.
¿Serán las leyes la clave que nos permite distinguir lo bueno de lo malo?
Menos aún, porque hubo en todas las épocas leyes inicuas, y hay países donde
se permite lo que en otro país se prohíbe.
¿Será la voluntad de Dios? No. Dios no es un ser caprichoso que hace bueno o
malo lo que a él se le ocurre. Al crear los diversos seres dejó “escrita” en su
naturaleza la finalidad a que los destina.
23
La ética es ajena a cualquier tipo de imposición autoritaria. Las normas de
conducta se hayan insertas en la misma interioridad del hombre. lo que
nosotros “debemos” es, fundamentalmente, lo que nosotros amamos,
deseamos, queremos conseguir; en una palabra, los valores que contribuyen a
nuestra realización personal y comunitaria.
“Dime lo que estimas como valioso y te diré quién eres”, solía decir Spranger.
La clave del bien y del mal radica en la persona, centro y norma de los
valores morales. Ya en la antigüedad Protágoras decía que “el hombre es la
medida de todas las cosas”23.
23
DIELS, “Protágoras”, B.
24
Le responderemos que es bueno, moralmente, si lo que hace encaja en su
estructura y en su finalidad como persona. En este sentido el buscar la verdad,
el conservar la propia vida, el realizar el amor humano uniéndose al otro sexo,
el adorar a Dios como Ser Supremo… son actos buenos.
b). Volviendo al criterio que nos sirve para calibrar el valor moral de nuestros
actos, repetimos que moralmente bueno es lo que funciona humanamente, lo
que fomenta y enriquece la vida humana, en sus dimensiones individual y
social, es decir, lo que intensifica la libertad y el amor.
Una persona buena es quien está motivada en su conducta por los valores, es
quien responde al valor. Una persona mala es la que aparta sus ojos de los
valores y se interesa únicamente por lo que es subjetivamente satisfactorio,
agradable, sin preocuparse de si objetivamente la realiza o la degrada.
Hay quien dice: “Yo tengo mis ideas, mis convicciones; yo pienso así y soy
coherente, auténtico, obro como pienso”. No, no basta ser auténtico, hay que
ser verdadero, adherirse a los verdaderos valores.
Hay quienes piensan por ejemplo, que torturar para obtener información, es
algo lícito. De ahí la necesidad de educar la propia conciencia a la luz de los
valores.
25
sensibilidad que nos predispone a escuchar razones aportadas por la
inteligencia. Pero a veces la emotividad, azarada por intereses
mezquinos, nos vuelve ciegos e insensibles, y desencadena un
mecanismo de defensa para evitar el compromiso. Estos elementos
subjetivos también explican que haya opiniones tan dispares en el
campo ético.
26
esta misma lección. La sustantividad del viviente tiene dos vertientes: de un
lado posee una cierta independencia respecto del medio, y de otro un cierto
control específico sobre él. Una cierta independencia respecto del medio,
dentro de límites más o menos amplios. Esta independencia se refiere no sólo
a lo que pudiéramos llamar la vida propia del viviente, sus vicisitudes propias,
sino que se extiende a la conformación de sus estructuras propias, y hasta a la
elaboración de los materiales que las componen. Es verdad que se toman los
materiales de fuera, pero el viviente los somete en amplia medida a una
transformación peculiar para que puedan servir de piezas inmediatas en la
edificación de sus estructuras bioquímicas. Estar vivo significa ante todo tener
esta actividad propia. El viviente tiene además un cierto control específico
sobre el medio: sistemas de defensa, adaptaciones, movimientos de
persecución y de huida, etcétera; control además sobre los tipos de «cosas»
que constituyen su medio vital. Sin ello el viviente habría desaparecido
rápidamente, víctima de la colisión con ese medio. La unidad de estas dos
vertientes constituye la sustantividad biológica.
La habitud es lo que hace que las cosas entre las que está el viviente
constituyan en su totalidad un medio. El medio tiene dos dimensiones. Una es
la de mero «entorno»; por ella se aproxima el viviente a las realidades físicas
las cuales poseen siempre «entornos» y, en definitiva, se hallan formando
parte de uno o varios «campos». Pero no todas las cosas del entorno físico
forman parte del medio, sino tan sólo aquellas que pueden actuar sobre el
viviente, esto es, aquellas con las que puede habérselas en cualquier forma
que sea, bien en forma de conducta, bien en forma de acción físico-química.
Pero el medio tiene un segundo carácter constitutivo fundado sobre el
anterior. Con unas mismas cosas, en efecto, pueden habérselas los vivientes
de distinta manera según el distinto «respecto» en que quedan en virtud de
sus distintas habitudes. Este momento de «respecto» es el que confiere al
mero entorno su último y concreto carácter medial. En su virtud, el medio es el
fundamento de toda colocación y de toda situación: se está en cierto locus
dentro del medio, y en cierto sitios según el respecto en que quedan las cosas
en él.
Ahora bien, nos hemos propuesto aprehender con rigor la diferencia entre el
hombre y el animal; pero no una diferencia cualquiera, sino una diferencia
esencial. Por tanto hemos de llevar el problema a esta línea de las estructuras.
Es en ellas, en efecto, donde se halla la esencia de toda realidad.
Esta diferencia estructural no puede entenderse más que partiendo del análisis
de las habitudes del animal y del hombre. Por tanto, tenemos que examinar
dos cuestiones: primera, la habitud radical del hombre; segunda, la estructura
esencial del hombre.
Ahora bien, no siempre es este el caso del hombre. Posee ciertamente las
mismas estructuras nerviosas que el animal, pero su cerebro se encuentra
enormemente más formalizado, se diría «hiperformalizada». De aquí resulta
29
que, en ciertos niveles el elenco de respuestas que unos mismos estímulos
podrían provocar en el hombre queda prácticamente indeterminado, o lo que
es lo mismo, las propias estructuras somáticas no garantizan ya dentro de la
viabilidad normal la índole de la respuesta adecuada. Con ello el hombre
quedaría abandonado al azar, y rápidamente desaparecería de la tierra. En
cambio, precisamente por ser un animal hiperformalizado, por ser una
sustantividad «hiper-animal», el hombre echa mano de una función
completamente distinta de la función de sentir: hacerse cargo de la situación
estimulante como una situación y una estimulación «reales». La estimulación
ya no se agota entonces en su mera afección al organismo, sino que
independientemente de ella, posee una estructura «de suyo»: es realidad. Y la
capacidad de habérselas con las cosas como realidades es, a mi modo de ver,
lo que formalmente constituye la inteligencia. Es la habitud radical y específica
del hombre. La inteligencia no está constituida, como viene diciéndose desde
Platón y Aristóteles, por la capacidad de ver o de formar «ideas», sino por esta
función mucho más modesta y elemental: aprehender las cosas no como puros
estímulos, sino como realidades. Toda ulterior actividad intelectiva, es un mero
desarrollo de ésta su índole formal.
He aquí lo que desde el punto de vista de las habitudes arroja nuestro análisis
diferencial entre el animal y el hombre. Entonces surge la segunda pregunta:
¿en qué consiste la estructura esencial del hombre, esa estructura de la que
emerge su habitud intelectiva radical?
31
Ahora bien, una combinación funcional no es forzosamente el resultado de una
combinación de sustancias que produjera una sustancia nueva. Tampoco es un
mero agregado de sustancias, porque en tal caso sólo tendríamos funciones
aditivas. Es un acoplamiento de sustancias tal que todas ellas se codeterminan
mutuamente. Y esto es lo que hemos llamado estructura. La sustantividad está
determinada no siempre ni formalmente por sustancias, sino por estructura, y
consiste en una unidad coherencial primaria. Esta estructura es la esencia de
la sustantividad en cuestión. La suprema forma de unidad metafísica de lo
real, no es la unidad de sustancialidad, sino la unidad de sustantividad, la
unidad estructural.
¿En qué consiste esta unidad estructural? Por lo pronto observemos que contra
lo que los neurólogos suelen pensar, el psiquismo no se adscribe
exclusivamente al cerebro ni tan siquiera al sistema nervioso; no se trata de
que en el sistema nervioso acontezcan unos fenómenos puramente biofísicos y
bioquímicos, y que al llegar a no se sabe qué regiones «superiores» del
cerebro, surja esa especie de apéndice que sería, por ejemplo, la percepción.
Esto es quimérico. La función de sentir envuelve todas las funciones y
estructuras bioquímicas y biofísicas del organismo y no va adscrita en especial
a ninguna de ellas, como no sea en sentido «diferencial». El sistema nervioso
no crea la función de sentir sino que la autonomiza la desgaja, por
diferenciación.
Lo primero que hay que decir es que la psyché no es simple «espíritu», esto,
es, algo meramente dotado de inteligencia y voluntad, como pretendía
Descartes. No que la psyché carezca de estas notas, sino que la psyché es
algo que desde sí misma, por su intrínseca índole está entitativamente (es
decir, en el orden constitutivo) vertida a un cuerpo. No es que la psyché
«tenga» un cuerpo; no es que tan sólo «necesite» de un cuerpo para actuar.
Es que en si misma, por ser la realidad que es, es formalmente «versión-a» un
cuerpo. Y en este sentido decimos que no es simple espíritu sino que es
«ánima», alma. Alma y ánima, pues, no significan aquí que es algo que anima
a un cuerpo, sino que es algo cuya realidad constitutiva es ser exigencia
entitativa de un cuerpo. Tanto, que su primer estado de animación se lo debe
al cuerpo. Esta condición es lo que expresamos diciendo que el alma es
«corpórea» desde sí misma. Lo que hace que la psyché sea alma es su
«corporeidad». Esta expresión puede prestarse a equívocos. Puede entenderse
que se trata de que el alma sea una propiedad corporal en el sentido de
material. Pero esto nada tiene que ver con lo que acabamos de decir,
naturalmente.
33
3.4. EL PROCESO VITAL
Nuestro ciclo vital consta de etapas bien definidas, en las que se puede
observar el crecimiento, maduración y degeneración de los diferentes órganos
y tejidos que constituyen el cuerpo humano. No solo existen grandes
diferencias externas entre lo que fuimos cuando niños y lo que somos como
adultos o ancianos. Cada célula que nos constituye también sufre el paso del
tiempo.
El ser humano, en promedio, alcanza los 70 años de vida.
Expectativas de vida
34
En siglos anteriores esta era muy baja, ya que no existían vacunas ni
esterilización del instrumental ni la cura a muchas enfermedades que hoy ya
no son de riesgo vital.
Niñez
Durante este periodo los niños se vuelven más precisos en sus movimientos,
aprendiendo a saltar, correr o andar en bicicleta. Pueden coordinar variados
movimientos y su motricidad fina es cada vez mayor. También logran controlar
la eliminación de desechos, mediante el manejo de los músculos de la vejiga y
de aquellos implicados en la defecación.
Adolescencia
La adolescencia es uno de los periodos más complejos del ciclo vital. No tan
solo por la cantidad de cambios físicos y hormonales que acarrea, sino
también porque a nivel sicológico es una etapa de numerosos
cuestionamientos. Es el paso desde la infancia a la edad adulta, donde emerge
la figura del "yo". Un adolescente crítico, que enjuicia su entorno, su cuerpo,
sus amistades y las autoridades.
Todo individuo, durante esta etapa, se vuelve más complejo. Los órganos
sexuales se vuelven funcionales (producen hormonas y están listos para la
reproducción), son más notorias las diferencias entre hombres y mujeres y
existe un desarrollo emocional y personal clave.
35
Es necesario diferenciar que la adolescencia corresponde a una etapa de
transición que implica cambios tanto a nivel anatómico como sicológico. En
ella ocurre un importante proceso, la pubertad, periodo exacto en que las
características físicas y sexuales maduran, debido a diversos cambios
hormonales.
Adultez
Desde los 18 hasta los 65 años se desarrolla una de las etapas más estables a
nivel orgánico: la adultez.
36
A pesar de que en los primeros años de este periodo no es evidente, poco a
poco las células de todo el organismo comienzan a envejecer, iniciándose un
paulatino proceso de degeneración celular.
Los ovarios dejan de producir óvulos, así como también cesan en su tarea
hormonal. Ya no producen ni estrógeno ni progesterona, por lo que las mujeres
pueden sufrir bochornos, pérdida del deseo sexual, estrechamiento y
sequedad vaginal, osteoporosis y enrojecimiento de la piel, entre otros
trastornos.
Vejez
Inteligencia.
Posteriormente añadió:
39
(monocigóticos) y mellizos (dicigóticos) ayudan a establecer estas
diferencias.10 Es un factor más, no determinante.
Todo nuestro actuar se orienta por todo aquello que aparece bueno ante
nosotros, desde las actividades recreativas hasta el empeño por mejorar en
nuestro trabajo, sacar adelante a la familia y ser cada vez más productivos y
eficientes. En base a este punto, podemos decir que nuestra voluntad opera
principalmente en dos sentidos: .
- De forma consciente cada vez que debemos esforzarnos a realizar las cosas:
terminar el informe a pesar del cansancio, estudiar la materia que no nos
gusta o dificulta, recoger las cosas que están fuera de su lugar, levantarnos a
pesar de la falta de sueño, etc. Todo esto representa la forma más pura del
ejercicio de la voluntad, porque llegamos a la decisión de actuar contando con
los inconvenientes.
40
No es de sorprenderse que en muchas ocasiones algo que iniciamos con gusto,
al poco tiempo -sea por dificultades o rutina- se convierta en un verdadero
reto. En este punto nos enfrentamos a la disyuntiva: abandonar o continuar.
.
Con relativa facilidad podemos dejarnos llevar por el gusto dejando de hacer
cosas importantes; esto se aprecia fácilmente cuando vemos a un joven que
dedica horas y horas a practicar un deporte, cultivar una afición o a salir con
sus amigos, por supuesto, abandonando su estudio; en los muchos arreglos del
hogar o en la oficina que tienen varios días o semanas esperando atención: el
desperfecto en el contacto de luz; el pasto crecido; ordenar el archivero, los
cajones del escritorio, o los objetos y papeles sobre el mismo… .
Se nota claramente una falta de voluntad cada vez que retrasamos el inicio de
una labor; en nuestras actividades, cuando damos prioridad a aquellas que son
más fáciles en lugar de las importantes y urgentes o siempre que esperamos a
tener el ánimo suficiente para actuar. La falta de voluntad tiene varios
síntomas y nadie escapamos al influjo de la pereza o la comodidad, dos
verdaderos enemigos que constantemente obstruyen nuestro actuar.
.
Todos conocemos -al menos- a una persona que se distingue por su fuerza de
voluntad: el padre de familia que cada día se levanta a la misma hora para
acudir a su trabajo; la repetición de las labores domésticas de la madre; el
empresario que llega antes y se va después que todos sus empleados; quienes
dedican un poco más de tiempo a su trabajo y así no dejar pendientes; el
deportista que practica horas extras... Cada uno de ellos no sólo asume su
responsabilidad, lucha una y otra vez todos los días por cumplir y perfeccionar
su quehacer cotidiano, lo distinto en ellos es la continuidad y la perseverancia,
su voluntad esta capacitada para hacer grandes esfuerzos por períodos te
tiempo más largos. .
Esta decisión que se requiere para hacer las cosas debe ser realista, inmediata
y en algunos casos programada, de nada sirve esperar "el lunes", "el próximo
mes" o el "inicio de año", generalmente son buenos propósitos que se quedan
para cuando tengamos mejor disposición o se presenten circunstancias más
41
favorables. .
Pese a los modelos que personifican una fuerza de voluntad a toda prueba
frente a condiciones severamente adversas (digamos en la televisión o el
cine), la voluntad se fortalece en las pequeñas cosas de nuestra vida
cotidiana, normalmente en todo aquello que nos cuesta trabajo pero al mismo
tiempo consideramos poco importante. .
3.6. LA PERSONALIDAD
Definiciones
Teorías de la personalidad
Rasgos de la personalidad
43
ejemplo de ello podría ser una persona tan egoísta que
prácticamente todos sus gestos lo revelan.
Categorías de la personalidad
Cualidades de la personalidad
Factores de la personalidad
Anomalías de la personalidad
Tipos de personalidad
• Agricultura y ganadería
47
Los ecosistemas tienden naturalmente al incremento de estructura y
complejidad, disminuyendo su producción neta cuando están maduros. El
hombre, por el contrario, intenta obtener el máximo rendimiento del
ecosistema, por lo que le interesa mantenerlo en etapas juveniles en las que la
productividad neta es mayor. En las actividades agrícolas y ganaderas se
retira biomasa de los ecosistemas explotados y se favorece a las especies
oportunistas (frecuentemente monocultivos), lo que disminuye la diversidad de
especies del primitivo ecosistema.
La explotación del petróleo y del gas, la minería del carbón y del resto de
minerales y el transporte de materias primas y productos terminados suponen
también, un fuerte impacto sobre los ecosistemas. Traen consigo carreteras,
grandes movimientos de tierra, sobre todo en la minería a cielo abierto,
concentración y producción de sustancias tóxicas, en todos los lugares de la
tierra y los océanos.
• c) Reciclado de residuos
48
El hombre siempre ha confiado en los sistemas naturales para limpiar y
depurar sus residuos y los ha vertido a ríos, mares y vertederos terrestres. La
capacidad de la naturaleza para reciclar los materiales, diluir los tóxicos y
limpiar el aire y el agua es muy grande, pero la actividad industrial genera tan
gran variedad y cantidad de contaminación que sobrepasa la capacidad
equilibradora y depuradora de la atmósfera.
Especial interés tienen los compuestos que como el DDT se van acumulando
en la cadena trófica y llegan a alcanzar concentraciones muy altas en los
tejidos de los consumidores secundarios o terciarios, provocando importantes
alteraciones en su metabolismo.
49
controlen y se convierten en plagas. Siempre hay que tener en cuenta que la
alteración del ecosistema es muy difícil de prever y sus efectos secundarios
difíciles de controlar.
El estructuralismo
Durante las décadas del 40 y el 50, la escena filosófica francesa se caracterizó
por el existencialismo, fundamentalmente a través de Sartre, aparecen
también la fenomenología, el retorno a Hegel y la filosofía de la ciencia, con
Gastón Bachelard. Pero algo cambia en la década del 60 cuando Sartre se
orienta hacia el marxismo, surge una nueva moda, el estructuralismo. Claude
Levi Strauss inicia este nuevo movimiento en la etnología al que luego le
seguirán Lacan, en el psicoanálisis, Luis Altuhusser en el estudio del marxismo
y finalmente, Miguel Foucault. Cabe ser desatacado que Althusser y Foucault
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rechazaron la clasificación de su pensamiento dentro del e estructuralismo, y
en rigor, únicamente Levi Strauss realizó una reflexión explícita sobre el
estructuralismo como método. En cualquier caso, se trata de un alejamiento
de perspectivas historicistas o subjetivistas bajo en intento de hallar una
nueva orientación para la investigación.
No puede decirse claramente que el estructuralismo sea una escuela, sino más
bien un enfoque metodológico para las ciencias humanas, como la
antropología cultural, la lingüística, la historia... sin embargo, el método tiene
derivaciones filosóficas de consideración.
El concepto de estructura
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El método estructuralista
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1. MALINOWSKI: considera que dicho pensamiento reviste una calidad más
grosera que el nuestro y que está totalmente determinado por las necesidades
básicas de la vida. Son ellas las que explican sus instituciones sociales, sus
creencias, su mitología ... Es la corriente denominada en antropología
funcionalismo, su punto de vista es utilitarista.
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desplazada del mundo de la percepción (PS, p.33). 0, como dice respecto a
este tema en Estructuralismo y ecología: "la realidad no sólo es significativa en
el plano abstracto del conocimiento científico sino también en el plano de la
percepción sensible" (Ee, p.47). Se trata de escapar al largo divorcio entre
inteligibilidad y sensibilidad, no olvidando que el mundo en que vivimos es un
mundo hecho de formas, colores, texturas, sabores y olores.
4.1. INTERIORIDAD
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Esta “unicidad” se manifiesta en forma trágica en la muerte de una persona querida.
Una hermosa canción de Alberto Cortez ilustra con diversas metáforas esta afirmación
central: “cuando un amigo se va/queda un espacio vacío/que no lo puede llenar/la
llegada de otro amigo”.
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El hombre es un ser en el mundo pero radicalmente distinto y
exterior al mundo: no forma con él un “nosotros”.
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