Décima edición Por : Enrique Jezik cortesía de http://www.latinartcritic.com
Otro intento fallido que confirma la necesidad de actualizar los criterios
desde los que funciona este certamen que pretende ser un fenómeno cultural relevante en nuestro medio. Capítulo I: citas Dos citas del texto de sala, de Víctor Palacios (aunque pueda parecer tendencioso comenzar con citas fuera de contexto de alguien que es parte de): "La disolución de los muros que solían separar de forma tajante una disciplina artística de otra es en la actualidad un hecho fehaciente y una de las transformaciones vertebrales en el desarrollo del arte contemporáneo." "...frente a un efervescente arte contemporáneo en México, la Bienal de Pintura Rufino Tamayo enfrenta una serie de interrogantes y retos que de ser ignorados terminarán por sentenciar su obsolescencia. Esta necesidad de transformar la estructura y el concepto de 'Bienal de Pintura' ha sido señalada ya por diversos críticos y artistas en oportunos momentos. Es tiempo de imprimir cierto riesgo, cierta experimentación y actualización a los cometidos y bases de este certamen."
Capítulo II: opinión
Lo primero que pensé al ver las obras que integran la Bienal Tamayo es que un criterio de "corrección política" más o menos ajustado a la idiosincrasia vernácula ( y, por supuesto, al rubro de que trata una Bienal de Pintura) se había adueñado de las salas del Museo. Podemos ver ejemplos de las diversas tendencias o subgéneros pictóricos y citas a diversas corrientes históricas, no hay temas irritantes ni tratamientos técnicos conflictivos (el único desnudo no asustaría ni a una directora de museo tapatía), están representados casi todos los estados de la República. Todo bien, ¿no le parece? Todo manso y tranquilo, como decía (parafraseando a la doctora Del Conde) un cantante argentino de cuyo nombre no quiero acordarme... Veamos los premios. También aquí se abarca un buen espectro, finalmente, dentro de lo que una terna puede permitir: desde la postura decididamente contemporánea, neo pop con técnicas no tradicionales y el imprescindible texto en inglés, de Fabián Ugalde, hasta el realismo decimonónico y demagógico (tendencia que va creciendo acorde con la derechización que promueve el postcapitalismo nuestro de cada día) de Daniel Lezama. Pasando por la loa del voyerismo discreto con guiños al lenguaje fotográfico (quizá debiera especificar, al de la instantánea fotográfica), pero sin alejarse de la academia, de Claudia Pérez-Pavón. En las menciones honoríficas se reitera, en cierta forma, el mismo esquema: tenemos el comentario al lenguaje fotográfico (Trini), la referencia al grafismo del comic (Fernanda Brunet) y la versión con tintes academicistas del punto de inflexión entre pintura matérica, shaped canvas y escultura (Víctor Guadalajara).
Capítulo III: distribución
En las salas donde se despliega este conjunto pictórico, un guión museográfico sin sorpresas ni estridencias nos lleva, escolarmente, de la figuración a la abstracción. Al principio del recorrido se concentran academicismos y referencias a (y representación de) la fotografía. En la segunda sala está más presente la tradición que nos heredó el auge de la pintura de los ochentas (aquella transvanguardia, aquellos nuevos salvajes). Llama la atención (es una forma de decir) la última sala, que congrega diversos nostálgicos de la abstracción lírica. Allí parece que estamos viendo los saldos de aquella antología de gestualistas europeos y action painters de los cincuentas reunida por Rufino Tamayo y que hoy forma el acervo principal del museo que lleva su nombre.
Capítulo IV: historieta y final
Y para terminar. Regresé a ver la Bienal un día de mucho público y me encontré con varios personajes del "medio". Uno me obsequió la imagen de los "saldos", otro comentaba desde su experiencia personal las broncas y negociaciones entre miembros de cualquier jurado, alguien se quejaba de lo aburrida que resultaba la exposición y de que, como siempre, "nadie critica". Creo que a este último personaje le hubiera gustado que alguien criticara la Bienal pieza por pieza ("este es malo, ese es malísimo, aquel es peor"). A mí eso me parece una pretensión estéril. Lo necesario no es adoptar una actitud de "lavadero", que sólo sirve para el chisme, sino instaurar una discusión crítica que lleve a la puesta al día de la Bienal, de su intención de ser "un espacio de confrontación para las nuevas generaciones de artistas con trayectoria..." Es necesario revisar incluso el formato mismo de bienal de pintura en función de la multiplicidad de lenguajes que interactúan en la producción plástica contemporánea de México. No es casual que este reclamo provenga no sólo de las voces críticas externas al fenómeno sino desde su mismo texto de presentación. La discusión va emergiendo por sí sola, hasta el grado de que los mismos jurados reconocen que este conjunto de obras está lejos de ser representativo de lo que actualmente se produce en el país.
Julienne Lopez. Las Artes Visuales Latinoamericanas y Caribenas-su Difusion en Cuba a Traves de Una Muestra de Las Principales Publicaciones Seriadas en Soporte Papel en El Periodo Comprendido Entre 1990 y 2011