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Poder Judicial de la Nación

///nos Aires, 19 mayo de de 2011.


Autos y vistos
Para resolver en la presente causa nro. 2637/04 caratulada
“Vaello, Orestes y otros sobre privación ilegal de la libertad agravada y homicidio
agravado” del registro de la Secretaría nro. 6 del J uzgado Nacional en lo
Criminal y Correcci onal Federal nro. 3, a mi cargo, y respecto de la situación
procesal de Rolando Oscar Nerone, Comisario Inspector (retirado) de la
Policía Federal Argentina, de nacionalidad argentina, de 64 años de edad,
titular del DNI n° 7.598.585, nacido el 24 de febrero de 1947 en esta ciudad,
hijo de Oscar Donato (f) y de Zul ema J osefina Bartolomei ( f), con domicilio
sito en la call e Arregui 2286 de esta ciudad; y Oscar Roberto Gutiérrez,
Subcomisario (reti rado) de la Policía Federal Argentina, de nacionalidad
argentina, de 66 añ os de edad, ti tular del DNI n° 4.516.308, nacido el 3 de
octubre de 1944 en esta ciudad, hijo de Lorenzo y de Delia Lugo, con último
domicilio sito en la calle Sucre 2829, 1° “C” de esta ciudad, y;
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Considerando
Considerando Primero
1.1. Introducci ón
En forma previa a adentrarnos a la materia propia del presente
pron unciamiento y con el objetivo de l ograr una acabada comprensión del
marco fáctico en el cual tuvieron l ugar los hechos an alizados; resulta
imprescindible efectuar una breve introducci ón a los hechos materi a de
investigación, que permita entender la forma en la cual, desde el propio seno
del Estado, se i deó un plan de represión clandestino que desembocó en
algunos de l os sucesos que aquí se ventil arán.
Cabe resaltar que tales consideraciones son en cierto modo una
reiteración de aquell as formul adas por este Tribunal en oportunidad de dictar
el auto de procesami ento con prisión preventiva –en fecha 6 de septiembre de
2006- con respecto a Néstor Horacio Guillamondegui –actualmente bajo
suspensión del proceso, en orden a lo preceptuado en el art. 77 del C.P.PN.,
Rubén Víctor Visuara –fallecido-, Eduardo Rodolfo Cabanillas, Honorio
Carlos Martínez Ruiz y Raúl Antonio Guglielminetti (fs. 2820/3065),
también de las que se reprodujeran en fecha 23 de noviembre del mismo año
respecto de Eduardo Alfredo Ruffo (fs. 3860/4057) ; en el auto de clausura
parcial de la instrucción de fecha 4 de septiembre de 2008 (fs. 6499/791),
como tambi én en el procesami ento que en fecha 2 de junio de 2010, se dictara
con respecto al ex agente de la SIDE, Miguel Ángel Furci.
En tales resoluci ones se efectuó una minuciosa descripción no
sólo de los hechos aquí investigados sin o también del marco en el que ell os

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habrían si do cometi dos, cuya reproducción se impone tambi én aquí, al ef ecto
de di scerni r acabadamente l a responsabilidad penal de l os aquí imputados
Rolando Oscar Nerone y Oscar Roberto Gutiérrez.
Previamente a efectuar tal descri pción, es necesario acl arar que
en fecha 31 de marzo pasado, el Tribun al Oral en lo Cri minal Federal n ro.1,
que realizó el juicio por los hechos acaecidos en el centro clandestino de
detención y tortura Orletti, dictó condena con respecto a Ruffo, Cabanillas,
Martínez Ruiz y Guglielminetti. Visuara falleció previamente a la
culminación del j ui cio y con respecto a Guillamondegui , el proceso f ue
suspendido en orden a lo preceptuado en el art. 77 del C.P.P.N.
Sentado ello, a conti nuación, efectuaré una breve introducci ón a
los hechos materia de investigación, consistente en describir las acciones
desplegadas por la última Dictadura que permi tieron a miembros de las
fuerzas armadas y de seguri dad ( en especial, en el sub examine, a la Secretaría
de Informaci ones del Estado auxili ada por personal de Policía Federal , por
agentes de inteli gen cia y personal del Ej ército Argentino y l a Fuerza Aérea),
secuestrar, torturar, asesinar, crear centros clandestinos de detención y
tortura, con un velo de impunidad y bajo la dirección de quienes controlaban
-mediante la usurpación del poder- la totalidad de los mecan ismos de control
del Estado.
Durante l os años compren didos entre 1976 y 1983 el gobierno de
facto impuso un plan sistemático de represión ilegal, lo cual se ha acreditado
en diversas resol uciones judiciales, entre las que merece destacarse la
sentencia dictada por la Excma. Cámara Naci onal de Apelaciones en lo
Criminal y Correccional Federal en l a causa nro. 13/84.
Uno de l os puntos centrales de este plan estatal de represión -que
conforme veremos a lo largo de l a presente resol ución estaba contaminado de
las prácticas e ideol ogías propias del gobierno nacionalsocialista de Alemania
de las décadas del ‘ 30 y ‘40 del sigl o XX- era el secuestro de personas, su
traslado a l ugares cl andestinos de detención, su sistemática tortura, y l uego
la liberación, la legal ización o l a muerte.
El gobi erno de facto, para cumpli r estos oscuros desi gnios, se
valió de personal de las distintas fuerzas de seguridad; de hecho, convivían
en los centros de detención clandesti nos -a los cual es el propio régimen
llamaba eufemísticamente ”LRD”, es decir, lugar de reuni ón de detenidos-,
policías, militares y penitenciari os, q uienes se hallaban si empre bajo la tutela
de la estructura represiva implementada desde el Primer Cuerpo del Ejército;
y en este caso, también del Consej o de Def ensa, integrado por l os
Comandantes de las Fuerzas Armadas.

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Los centros cl andestinos de detención y tortura existentes en el


país compartían distintas características comunes, entre ellas, el
funcionamiento en l ugares secretos, bajo el directo contral or de la autoridad
militar responsable de dicha zona; y el sometimi ento de l as personas allí
alojadas a prácticas degradantes, tales como la tortura físi ca y psicológica en
forma sistemática, el tabicamiento (estar vendado día y n oche y aislado del
resto de la poblaci ón concentracionaria), la prohibición absol uta del uso de l a
palabra o de la escri tura, en fin, de cual quier ti po de comunicación humana;
la asignaci ón de una letra y un n úmero en reemplazo del n ombre, el
alojamiento en peq ueñas celdas llamadas “tubos”, la escasa comida y bebi da,
y la total pérdida de identidad, entre otras.
Asimismo, la estructura jerárquica de los distintos centros
clandestinos de detención también era si milar.
Como se verá a l o largo del presente resolutorio, el centro
clandestino de detención y tortura con ocido como “Autom otores Orletti”, si
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bien poseía como particular característi ca una cierta desorganización en el


reparto de tareas y funciones en l o relativo a su f uncion amiento interno;
como l os restantes sitios de esta natural eza, poseía una estructura vertical,
detectán dose en este caso, un “Jefe” del personal argentino, representado por
Aníbal Gordon; y un Jefe funcional, bajo la órbita de quien funcionaba el
centro de detención, representado por el Coronel del Ejército Argentino Otto
Carlos Paladino, entonces titular de la Secretaría de Inteligencia del Estado.
Por debajo de tales mandos, se encontraba el grupo integrado por
personas de diversas procedencias que conformaban los llamados “grupos de
tareas” -o también llamados “patotas”- los cuales eran los encargados, en
primer término, del secuestro y trasl ado al “centro” de los ilegalmente
detenidos; a la vez q ue el rol de l os integrantes de las “patotas” muchas veces
se completaba con los interrogatorios y torturas q ue se realizaban en los
centros cl andestinos de detención; y por último, las f raccion es de “guardias”
que se encargaban de custodiar a los detenidos.
Así en la presente resol ución se analizará la actuación de dos
agentes policiales que habrían formado parte de l as llamadas patotas, las q ue
se ocupaban de reali zar el operativo de detención, y muchas veces, trasladar
a la víctima hasta el centro clandestin o. Es necesario destacar la importancia
de la diluci dación de este tramo del procedimi ento de detención ilegal, ya
que la conformaci ón de las patotas en general aún actual mente y l uego de
años de ardua investigación de estos sucesos, no ha sido aún develada, ni se
ha encontrado la lógica de conformación de las mismas.

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Descri ptos de manera sucinta los sucesos materi a de
investigación, corresponde comenzar con el análisis de las cuestiones
enunciadas.
1.2. Génesis del plan clandesti no de represión
Los hechos ocurri dos en el centro clandestino de detenci ón y
tortura conocido como “Automotores Orletti” durante el último gobierno de
facto, no f ueron producto del comportamiento criminal de sus perpetradores
y realizados por su excl usiva iniciati va; sino que, por el contrari o, se
encontraron inscri ptos en el plan sistemático de represión clandestino e il egal
impuesto por el “Proceso de Reorganización Nacional” que se extendi ó desde el
24 de marzo de 1976 al 10 de diciembre de 1983.
El Poder J udicial de la Nación, a través de diversos Juzgados y
Cámaras de Apelaci ones, se abocó al conocimiento de numerosas denuncias
vinculadas con las violaciones a los derechos humanos y a la desaparición de
personas ocurri das durante el gobierno de facto.
Así, la Excma. Cámara del Fuero en ocasión de dictar sentencia
en la causa nro. 13/84, realizó un ajustado análisis del contexto histórico y
normativo en el cual sucedi eron los hechos que serán objeto de análisis en la
presente resol ución:
“...La gravedad de l a situación imperant e en 1975, debido a la
frecuencia y extensión geográfica de los actos terroristas, consti tuyó una amenaza
para el desarrollo de vida normal de la Nación, estimando el gobierno nacional que
los organismos policiales y de seguridad resultaban incapaces para prevenir tales
hechos. Ello motivó que se dictara una legislación especial para la prevención y
represión del fenómeno terrorista, debidamente complementada a través de
reglamentaciones militares”.
“El gobierno constitucional, en ese entonces, dictó los decretos 261/75
de febrero de 1975, por el cual encomendó al Comando General del Ejército ejecutar
las operaciones militares necesarias para neutralizar y/o aniquilar el accionar de los
elementos subversivos en la Provincia de Tucumán; el decreto 2770 del 6 de octubre
de 1975, por el que se creó el Consejo de Seguridad Interna, integrado por el
Presidente de la Nación, los Ministros del Poder Ejecutivo y los Comandantes
Generales de las fuerzas armadas, a fin de asesorar y promover al Presidente de la
Nación las medidas necesarias para la lucha contra la subversión y la planificación,
conducción y coordi nación con las diferentes autoridades nacionales para la
ejecución de esa lucha; el decreto 2771 de la misma fecha que facultó al Consejo de
Seguridad Interna a suscribir convenios con las Provincias, a fin de colocar bajo su
control operacional al personal policial y penitenciario; y 2772, también de la misma
fecha que extendió la «acción de las Fuerzas Armadas a los efectos de la lucha anti
subversiva a todo el territorio del país»”.

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“La primera de las normas citadas se complementó con la directiva del


Comandante General del Ejército nro. 333, de enero del mismo año, que fijó la
estrategia a seguir contra los asentamientos terroristas en Tucumán, dividiendo la
operación en dos partes, caracterizándose la primera por el aislamiento de esos
grupos a través de l a ocupación de punt os críticos y control progresivo de la
población y de las rutas, y la segunda por el hostigamiento progresivo a fin de
debilitar al oponente y, eventualmente, atacarlo para aniquilarlo y restablecer el
pleno control de la zona. En su anexo n° 1 (normas de procedi miento legal) esta
directiva cuenta con reglas básicas de procedimiento sobre detención de personas,
que indican su derivación preferentemente a la autoridad policial en el plazo más
breve; sobre procesam ientos de detenidos, q ue disponen su sometimiento la justicia
federal, o su puesta a disposición del Poder Ejecutivo Nacional; sobre allanamientos,
autorizándolos en casos graves, con presci ndencia de toda autorización judicial
escrita, habida cuenta del estado de sitio.”
“La directiva 333 fue complementada con la orden de personal número
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591/75, del 28 de febrero de 1975, a través de la cual se disponía reforzar la quinta


brigada de infantería con asiento en Tucum án, con personal superior y subalterno
del Tercer Cuerpo del Ejército [...]”.
“Por su parte, lo dispuesto en los decretos 2770, 2771 y 2772, fue
reglamentado a través de la directiva 1/75 del Consejo de Defensa, del 15 de O ctubre
del mismo año, que i nstrumentó el empleo de la fuerzas armadas, de seguridad y
policiales, y demás organismos puestos a su disposi ción para la lucha anti
subversiva, con la idea rectora de utilizar simultáneamente todos los medios
disponibles, coordinando los niveles nacional es [...]”.
“El Ejército dictó, como contribuyente a la directiva precedentemente
analizada, la directiva del Comandante General del Ejército n° 404/75, del 28 de
Octubre de ese año, que fijó las zonas prioritarias de lucha, dividió la maniobra
estratégica en fases y mantuvo la organización territorial -conformada por cuatro
zonas de defensa - nros. 1, 2, 3 y 5 - subzonas, áreas y subáreas - preexistentes de
acuerdo al Plan de Capacidades para el año 1972 - PFE - PC MI72 -, tal como
ordenaba el punto 8 de la directiva 1/75 del Consejo de Defensa [ ...]”.
“Al ser interrogados en la audiencia los integrantes del Gob ierno
constitucional que suscribieron los decretos 2770, 2771, y 2772 del año 1975,
doctores Ítalo Argentino Luder, Antonio Cafiero, Alberto Luis Rocamora, Alfredo
Gómez Morales, Carlos Ruckauf y Antonio Benítez, sobre la inteligencia asignada a
la dichas normas, fueron contestes en afirmar que esta legislación especial obedeció
fundamentalmente a que las policías habían sido rebasadas, en su capacidad de
acción, por la guerril la y que por “aniquil amiento” debía entenderse dar término
definitivo o quebrar la voluntad de combate de los grupos subversivos, pero nunca la
eliminación física de esos delincuentes [...] ”.

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“Sostener que este concepto, insertado en esos de cretos, impli caba
ordenar la eliminación física de los delincuentes subversivos, fuera del combate y
aún después de haber sido desarmados y apresados, resulta inaceptable [...]”.
“En el Orden Nacional, el Ejército dictó: a) la orden parcial nro.
405/76, del 21 de mayo, que sólo modificó el esquema territorial de la directiva 404
en cuanto incrementó la jurisdicción del Comando de Institutos Militares; [...] b) La
Directiva del Comandante General del Ejército nro. 217/76 del 2 de abril de ese año
cuyo objetivo fue concretar y especificar los procedimientos a adoptarse respecto del
personal subversivo detenido; [...] c) la directiva del Comandante en jefe del
Ejercito nro. 504/77, del 20 de abril de ese año, cuya finalidad, expresada en el
apartado I fue «actualizar y unificar el contenido del PFE - OC (MI) - año 1972 y la
Directiva del Comandante General del Ejército 404/75 (lucha contra la
subversión)»; [...] d) Directiva 604/79, del 18 de mayo de ese año, cuya finalidad
fue establecer los lineamientos generales para la prosecución de l a ofensiva a partir
de la situación alcanzada en ese momento en el desarrollo de l a lucha contra la
subversión” (cfr. Causa nº 13/84, de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en
lo Criminal y Correccional Federal de la Capital Federal. Sentencia de fecha 9 de
diciembre de 1985, Imprenta del Congreso de la Nación, Tomo I, 1987, pág. 69 y
sig.).
Con la toma del poder del gobierno militar, dio comien zo el
fenómeno de la desaparici ón de personas mediante la utilización de un plan
sistemático de represión en cabeza del aparato de poder estatal que dominaba
las Fuerzas Armadas.
La desaparici ón forzada de personas, tenía un patrón común de
acción que la Cámara Federal, en la sentencia señalada precedentemente,
sistematizó de la siguiente manera:
"...1) Los secuestradores eran i ntegrantes de las f uerzas arm adas,
policiales o de seguri dad, y si bien, en la mayoría de los casos, se proclamaban
genéricamente como pertenecientes a alguna de di chas fuerzas, normalmente
adoptaban preocupaci ones para no ser identificados, apareciendo en algunos casos
disfrazados con burdas indumentarias o pelucas [...]”
“2) Otra de las características que tenían esos hechos, era la
intervención de un número considerable de personas fuertemente armadas [...]”.
“3) Otra de las características comunes, era que tales operaci ones
ilegales contaban frecuentemente con un aviso previo a la autori dad de la zona en
que se producían, advirtiéndose incluso, en algunos casos, el apoyo de tales
autoridades al accionar de esos grupos armados.”
“El primer aspecto de la cuestión se vincul a con la denominada «área
libre», que permitía se efectuaran los procedimientos sin la interferencia poli cial,
ante la eventualidad de que pudiera ser reclamada para intervenir [ ...]”.

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“No sólo adoptaban esas precauciones con las autoridades policiales en


los lugares donde debí an intervenir, sino que en muchas ocasiones contaban con su
colaboración para real izar los procedimientos como así también para la detención de
las personas en las propias dependencias poli ciales [...]”.
“4) El cuarto aspecto a considerar con característica común, consiste
en que los secuestros ocurrían durante la noche, en los domicilios de las víctimas, y
siendo acompañados en muchos casos por el saqueo de los bienes de la vivienda [...]”
(cfr. La Sentencia…, Tomo I, pág. 97 y si g.).
Una vez secuestradas, las víctimas eran llevadas de inmediato a
lugares especi almen te adaptados, situados dentro de unidades mili tares o
policiales o l ugares creados especial mente por el plan represivo, conocidos
con posteri ori dad como centros clandestinos de detención y tortura (CCDT).
En dichos sitios, los secuestrados generalmente eran sometidos a
largas sesi ones de torturas para obtener algún ti po de información.
Luego de ello, la víctima podía correr tres destinos: la liberación,
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la legalización de su detención o la muerte.


Los centros clandestinos de detención y tortura, además de servir
para al ojar a detenidos, eran utilizados por los grupos de tareas (los
denominados “GT”) como base de operaciones para reali zar sus secuestros.
La primera conclusión sobre l o hasta aquí expuesto, lleva a
razonar que, baj o la existencia de un supuesto orden normativo -amparado
por las leyes, órden es y di rectivas que reglaban formal mente la actuación de
las Fuerzas Armadas en la lucha contra el terrorismo- , en reali dad las Fuerzas
Armadas se conducían merced a mandatos verbales y secretos. Como fuera
asentado en la sentencia dictada el 15 de diciembre de 1985 en la causa n ro.
13/84, el orden normativo se excl uía con aquel aplicado para el combate de la
“guerrill a”, y uno implicaba la negación del otro. Precisamente, en lo
referente al tratamiento de personas detenidas, la actividad desplegada por el
gobierno militar lejos de responder al marco j urídico anteriormente señalado,
se encontraba signado por un procedi miento absolutamen te ilegal , el cual,
como habrá de detall arse posteriormente, habrá de transformarse en un tramo
plagado de atrocidades que habrán de conformar el peor capítul o de la
historia argentina.
Las prácticas ilegal es mencionadas comenzaban al deten er y
mantener ocultas a las personas, torturarlas para obtener informaci ón y
eventual mente matarlas haciendo desaparecer el cadáver, o bien fraguar
enfrentamientos armados como modo de j ustificar dichas muertes.
En definitiva, el plan criminal de represi ón, llevado a cabo
durante el últi mo gobierno mili tar consistió en:

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a) pri var de su libertad en f orma ilegal a las personas que
considerasen sospechosas de estar enfrentadas al orden por ellos impuesto;
b) el traslado a l ugares de detención clan destinos;
c) ocultar todos estos hechos a l os familiares de las víctimas y
negar haber ef ectuado la detención a los j ueces que tramitaran habeas corpus;
d) aplicar torturas a las personas capturadas para extraer la
información q ue con sideren necesaria;
e) liberar, legali zar la detención o asesi nar a cada vícti ma según
criterios poco estables, lo que puso de manifiesto la más ampli a
discreci onalidad y arbitrariedad con relación a la vida o muerte de cada una
de las víctimas.
Dentro de este sistema, se otorgó a los cuadros inferiores de las
Fuerzas A rmadas una gran discrecionalidad para seleccionar a q uienes
aparecieran, según la información de inteligencia, como “elementos
subversivos” –termin ología del régi men-; en tal contexto, se di spuso que se los
interrogara baj o tormentos y que se los someti era a regímen es inhumanos de
vida, mi entras se l os mantenía clandesti namente en cautiverio; se concedi ó,
por fin, una gran li bertad para apreciar el destino final de cada víctima, el
ingreso al sistema l egal, la libertad o, simplemente, la eli minación física.
Con relación a la organización del sistema represivo y el acci onar
de las fuerzas armadas, el catedrático de Teoría Pol ítica Contemporánea
(UBA), sociólogo y doctor en fil osof ía Marcos Novaro, ha expresado, junto
con su colega Vicente Palermo: "...En su diseño como hemos dicho se priorizó
ante toda otra consi deración la eficacia de la ofensiva a desarrollar contra el
enemigo que enfrentaba la Nación y las Fuerzas Armadas, cuya naturaleza era
política e ideológica, más que militar: «el comunismo subversivo» o más
simplemente «el subversivo» actuaba dentro de las fronteras y su entramado social,
podía tener o no vinculación ideológica, política y financiera con los centros
mundiales de la revolución, y actuaba en todos los planos de la vida social, la
educación, la cultura, las relaciones laborales, la religión. Lo q ue debía combatirse
en él era su condi ción subversiva que no estaba asociada sólo con una práctica
revolucionaria (la lucha armada) ni con una determinada estrategia de toma
revolucionaria del poder (el modelo cubano, el vietnamita o el chileno) ni con la
pertenencia a un determinado tipo de organización (los grupos revolucionarios y
guerrillas) sino que se extendía mucho más allá”.
“Para identificar la «condi ción subversiva» era un dato relevant e la
ideología marxista y el izquierdismo. Se entendía, entonces, que para combatir
eficientemente a «la subversión» había que atacarla especialmente, en su causa
primera el «virus ideológico» que es diseminado por los marxistas, los comunistas o
criptocomunistas, los izquierditas, los revolucionarios en general. Aunque también

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los católicos tercermundistas, los freudianos, los ateos y en una medida


considerable, los peronistas, los liberales y los judíos representaban una amenaza
para el orden, ya que difundían ideas contrarias a su preservación, por lo que
también debía perseguírselo. Igual que todos aquellos que, con su prédica agnóstica,
igualitaria o populista atacaron las bases del orden nacional. Es así que, si bien esas
filtraciones eran datos suficientes, no eran del todo necesarias para identificar al
enemigo que podía est ar solapado bajo otros disfraces y ser inconsciente de su papel
en esta guerra. Bastaba que la persona en cuestión actuara a favor de un «cambio
social» y en contra del orden. En este sentido los activistas no violentos, ajenos a
las organizaciones clandestinas que desarrollaban actividades políticas sindicales,
religiosas o intelectuales legales y legítimas en cualquier sistema de derecho
resultaban a los militares especialmente intolerantes, porque solían ser los más
eficaces transmisores del virus subversivo para la sociedad. Sub versivo, en suma,
equivalía a ser enemigo de la Patria, de esa Patria uniforme, integrada e inmutable
tal como la entendían los militares. No importaría, por lo tanto, que como sucedió
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en muchos casos, los secuestrados result aran ser nacionalistas convencidos o


devotos cristianos animados por sentimientos no menos profundos que los de sus
verdugos. La inclusión de entre las señas de identidad del enemigo, de una amplia
gama de «delitos de conciencia» y actitudes cuestionadoras fue expresada de modo
prístino y reiterado por Videla: «Subversión es también la pelea entre hijos y
padres, entre padres y abuelos. No es solamente matar militares. Es también todo
tipo de enfrentamiento social (Gente n° 560, 15 de abril de 1976) » [...]. Y tal como
había explicado Galtieri a fines de 1974, continuando con las metáforas médicas
frente a la subversión como con el cáncer, «a veces es necesario extirpar las partes
del cuerpo próximas aunque no estén infect adas para evitar la propagación»" (ver
su Historia Argenti na: La Dictadura 1976/1983. Del Golpe de Estado a la
Restauración Democrática. Ed. Paidós, Bs. As., 2003, pp. 88 y si g.).
No es de extrañar entonces, que el resultado de esta lógica haya
llevado a resultados desastrosos; que este discurso del enemigo haya
conducido sin escalas a l a más pura arbitrariedad, especialmente en la
selección de las víctimas a someter a este perverso y feroz sistema penal
ilegal subterráneo, el cual -como toda agencia policial descontrol ada e
impune-, arrasó con cuanto vesti gio de Estado de Derecho tuvo del ante; para
sólo detener su propensión a la vi olación de las más elemen tales normas del
Derecho y la raci onalidad frente a la aparici ón en el hori zonte de contra
pulsi ones provenientes del exterior, más precisamente, la presi ón del
gobierno demócrata norteamericano y la visita de la Comisión Interamericana
de Derechos Human os (con más detalle al respecto, Novaro, ob. cit., pp. 102-
3); en palabras del historiador Romero, “[l]o cierto es que cuando la amenaza
real de las organizaciones cesó, la represión continuó su marcha. Cayeron militantes

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de organizaciones polí ticas y sociales, dirigentes gremiales de base […] y junto con
ello militantes políticos varios, sacerdotes, intelectuales, abogados relacionados con
la defensa de presos políticos, activistas de organizaciones de derechos humanos, y
muchos otros, por la sola razón de ser parientes de alguien, figurar en una agenda o
haber sido mencionado en una sesión de tortura […] con el argumento de enfrentar
y destruir en su propi o terreno a las organizaciones armadas, la operación procuraba
eliminar todo activismo, toda protesta social -hasta un modesto reclamo por el boleto
escolar-, toda expresi ón de pensamiento crítico […] En ese sentido los resultados
fueron exactamente los buscados”.
Corresponde asi mismo recordar que el Poder Ejecutivo Nacional,
mediante la sanción del decreto nro. 187/83, dispuso l a creaci ón de la
Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP), cuyo objetivo f ue
esclarecer l os hechos relaci onados con este fenómeno acontecido en el país.
En el informe final presentado por la mentada Comisión se señaló que:
“...De la enorme documentación recogida por nosotros se infiere que
los derechos humanos fueron violados en forma orgánica y estatal por la represión
de las Fuerzas Armadas. Y no violados de manera esporádica sino sistemática, de
manera siempre la misma, con similares secuestros e idénticos tormentos en toda la
extensión del territorio. ¿Cómo no atribuirlo a una metodología de terror
planificada por los alt os mandos? ¿Cómo podrían haber sido comet idos por perversos
que actuaban por su sola cuenta bajo un régimen rigurosamente militar, con todos
los poderes y medios de información que esto supone? ¿Cómo puede hablarse de
«excesos individuales»? De nuestra información surge que esta tecnología del
infierno fue llevada a cabo por sádi cos pero regimentados ejecut ores. Si nuestras
inferencias no bastaran, ahí están las pal abras de despedida pronunciadas en la
Junta Interamericana de Defensa por el Jefe de la Delegación Argentina, Gral.
Santiago Omar Riveros, el 24 de enero de 1980: «Hicimos la guerra con la
doctrina en la mano, con las órdenes escritas de los Comandos Superiores».
Así cuando ante el cl amor universal por los horrores perpetrados, miembros de la
Junta Militar deploraron los «excesos de la represión, inevitabl es en una guerra
sucia», revelan una hipócrita tentativa de descargar sobre subalternos
independientes los espantos planificados.”
“Los operativos de secuestros manifestaban la precisa organizaci ón, a
veces en los lugares de trabajo de los señalados, otras en plena cal le y a luz del día,
mediante procedimientos ostensibles de las fuerzas de seguridad que ordenaban
«zona libre» a las Comisarías correspondientes. Cuando la vícti ma era buscada de
noche en su propia casa, comandos armados rodeaban la manzana y entraban por la
fuerza, aterrorizaban a padres y niños, a menudo amordazándolos y obligándolos a
presenciar los hechos, se apoderaban de la persona buscada, la golpeaban
brutalmente, la encapuchaban y finalmente la arrastraban a los autos o camiones,

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mientras el resto de los comandos casi siempre destruía y robaba lo que era
transportable. De ahí se partía hacia el antro en cuya puerta podí a haber inscriptas
las mismas palabras que Dante leyó en los portales del infierno: «Abandonad toda
esperanza, los que ent ráis»”.
“De este modo, en nombre de la seguridad nacional, miles y miles de
seres humanos, generalmente jóvenes y hasta adolescentes, pasaron a integrar una
categoría tétrica y hasta fantasmal: la de los desaparecidos. Palabra - ¡triste
privilegio argentino! - que hoy se escrib e en castellano en t oda la prensa del
mundo.“ (cfr. Nunca Más, Informe de la Comisión Nacional de Desaparici ón de
Personas, EUDEBA, Buenos Aires, 1996).
Lo hasta aquí expuesto, nos permite conocer el marco histórico
nacional en el cual se desarrollaron los sucesos investigados como parte del
despliegue de un sistema represivo impl ementado por las Fuerzas A rmadas,
que reitero, consistió en la captura, privación ilegal de la libertad,
interrogatori os con tormentos, clandestin idad y en much os casos, eliminaci ón
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física de l as vícti mas, que fue sustancialmente idéntico en todo el territorio


de la Nación.
Resulta rel evante traer a col ación aq uí los desarrollos teóricos
que en el marco del discurso penal se han efectuado, a partir de la irrupción
de Estados autoritarios tanto en Europa como en América Latina, durante
todo el siglo XX, desarrollos que sintetizan las preocupacion es de los juristas
y pensadores proven ientes no sólo del Derecho penal sino de diversas ramas
de las ciencias social es, como lo son la sociología del casti go, la antropología
jurídica y la criminología.
Estas preocupaciones han buscado comprender la relaci ón entre
el poder y la legali dad (entendi da esta última según el model o kel seniano q ue
se impuso durante las décadas del ’20 y ’ 30 del sigl o pasado), especial mente a
parti r de la crisis en esta relación, puesta en evidencia con la irrupci ón de los
regímenes autocráticos de entreguerras, en especial, el naci onalsocialismo.
De estos desarrollos teóricos –entre l os cual es se destacan los
emprendidos por l os juristas europeos A lessandro Baratta y Luigi Ferrajoli y
nuestro E. Raúl Zaffaroni-, surge claro que hoy en día sólo es posible
comprender al Derecho penal como una técnica de minimización de la
violencia, con especial referencia a la violencia estatal, que por su
concentración de poder punitivo ( monopolio del uso de la f uerza,
disponibilidad de aparatos de poder, posesi ón de arsenal es bélicos, etc.) ,
siempre tiende al abuso y a la desproporción en las réplicas f rente a la puesta
en peligro de dicho poder que surgen de sectores alejados del mismo.
De hecho, el Derecho penal moderno nació al calor de la
Ilustración de fines del siglo XVIII (la obra de Beccari a, Dei delitti e delle pene,

11
es de 1766), precisamente a parti r de la necesidad de poner diques de
contención al despotismo que l os regímenes absol utistas ejercían sobre los
súbditos, quienes hasta ese momento carecían de todo tipo de derechos.
Pues bien, los hechos ventilados en este proceso muestran a las
claras que el supuesto progreso civil izatorio de la mano de l a modernidad y
de las luces está lej os de haber alcanzado, al menos de modo concluyente,
estadi os superadores en la relación entre el Estado y la sociedad civil.
Es a parti r de este marco conceptual, q ue es posibl e visual izar
una tensión permanente entre el ejercicio de poder puni tivo (propi o del
Estado policial) y el Derecho penal como técnica proveedora de mayor paz
social (propi o del Estado de Derecho) , tensión que está presente en todas las
sociedades, más all á de la organización política que las configure (sigo aquí
especial mente a Zaf faroni, E. Raúl, Alagia, Alejandro y Sl okar, Alejandro:
Derecho Penal - Parte General, Ed. Ediar, Bs. As., 2000, pp. 5 y sgts. y 38 y
sgts.).
Esta dialéctica Estado de Derecho-Estado policial no se puede
concebir espacialmente como dos frentes que coliden entre sí, dado que en
verdad, el primero contiene al segundo en su interior: así, el Estado polici al
pugna permanentemente por su expansi ón en desmedro de espacios propios
del Estado de Derecho, y a su vez, el Estado de Derecho aspira a reduci r y
encapsul ar todo lo posible l os espaci os li brados al Estado pol icial que pervive
en su interior.
En tal sentido, la mayor expansión del ejercicio de poder pun itivo
estatal trae como consecuencia su necesaria contrapartida, la virtual
desaparici ón del Derecho penal limitador y l o que éste presupone, el Estado
de Derecho.
No es posible i magin ar una sociedad en donde todo sea Estado de
libertades (un mínimo de poder de pol icía resul ta absol utamente necesario
para la coexistenci a aún pacífica), así como tampoco es concebible una
sociedad con todos sus espaci os de libertades an uladas: una sociedad así,
abierta y completamente totalitaria, terminaría aniquilando a todos sus
súbditos a través del ejercicio del terror sistemático, masi vo e implacabl e,
generando uno tras otro, n uevos estereotipos de enemigos. Si bien han
existi do regímenes que se han acercado bastante al ideal (probablemente, l a
Alemania nazi en la plenitud de su poder, circa 1942, el régimen estalinista
soviético de mediados de la década del ’ 30 del si glo pasado), lo cierto es q ue
también el Estado policial puro es solamente una hipótesi s de trabajo para el
científico social ( al respecto, ver Arendt, Hannah: Los orígenes del

12
Poder Judicial de la Nación

totalitarismo, trad. de Guillermo Solana, Alianza Editorial, Madrid, 2002, pp.


687-688).
Pues bien, lo q ue surge claro tanto de los elementos de prueba
colectados en la causa 13 instruida por el Superior, como por las
investigaciones históricas del período inaugurado con el golpe de Estado del
24 de marzo de 1976, es que l as pulsi ones del Estado polici al –conduci do por
la Junta Mili tar de aquel entonces- finalmente rompieron los últi mos diques
de contención que le ofrecían resistencia desde el Estado de Derecho, y
anegaron todos aquellos espacios de derechos y libertades a los que desde
siempre apuntaron y que hasta ese momento tenían resguardo de la Ley,
mediante el empleo de un poder autoritario y manifiestamente ilegal .
Para ello, y habi da cuenta que el catálogo de respuestas jurídico-
penales q ue ofrecía el Estado de Derecho usurpado les resul taba
manifiestamente insuficiente a los diseñ adores del régimen militar instaurado
para canalizar el en orme caudal de viol encia estatal que preveían inyectar en
USO OFICIAL

la sociedad, f rente a la disyuntiva –absolutamente facti ble debido a la


sustituci ón de la mi smísi ma norma fundamental del orden jurídico vigente- de
cambiar a su antojo la legalidad formal en lo referente a delitos, j uicios y
penas, prefiri eron una solución aún más drástica, como lo fue la de transferi r
todo el aparato bélico de poder estatal a la más pura clandestinidad, esto es,
a la más abierta il egalidad.
Y reafirmo esta nota de abierta il egalidad, puesto que el Estado
argentino, pese a la clara dominación del Estado policial, mantuvo remanente
ciertos espacios del Estado de Derecho en ámbitos no vitales (no debemos
olvidar que el códi go penal casi no fue modificado, así como tampoco el
derecho civil, comercial, todos los cual es seguían siendo apli cados por jueces,
etc.).
Dicho de otro modo, nos encontramos a parti r de fines de marzo
de 1976 en nuestro país con un Estado no ya constitucional sino meramente
legal de Derecho, con casi todos sus espacios internos ocupados por un Estado
policial liberado de toda contención y dominado por las agencias polici ales
(fuerzas armadas y de seguridad), y que para colmo de males, y como nota
distintiva de la viol encia estatal que se dio en l a Argentina en aquellos años,
con todos sus aparatos verticalizados de poder (fuerzas armadas, policías,
servici os penitenciarios, servicios de seguri dad del Estado) alineados en una
sola estructura –al estilo del Leviatán que describe Hobbes-, liberado de toda
atadura o contenci ón desde la esfera de la legali dad, aunque más no sea la
legalidad formal que regi ría l a organ ización pol ítica l uego del golpe de
Estado y hasta la restauración del sistema democrático de gobierno.

13
Es más, lo que se tuvo por probado en aquella causa 13 de la
Excma. Cámara Federal, fue que desde el Estado legal de Derecho, la J unta
Militar de gobi erno que ocupaba el poder pol ítico del Estado Argentino, le
proporcionó a los detentadores del aparato de poder unif icado que había
pasado a la clandestinidad, todo lo necesario para operar impunemente y en
el mayor de los secretos: en primer l ugar la asignación de los recursos
económicos y logísticos, derivada de fondos públicos, si n los cuales la
enorme empresa cri minal jamás podía h aberse llevado a cabo, y en segundo
lugar, la promesa –cumplida por cierto-, de poner en funcionamiento el
enorme poder discursivo y mediático q ue estaba al servici o del régimen (a
través de órganos de informaci ón estatal es o de aq uellos privados
controlados y del si lenciamiento y persecución de los medi os informativos
independientes u opositores) para negar sistemáticamente ante la opinión
pública, los estados extranjeros y las organizaciones de derechos h umanos,
todo lo concerniente a la actuación de aq uel Leviatán desatado.
Dicho de otro modo, no fue con las herramientas del ej ercici o de
poder punitivo formal que el régimen militar en cuesti ón llevó a cabo la
represi ón contra los que consideraba sus enemigos pol íticos, sino que fue a
través de un premeditado y perverso ejercicio masivo y criminal de poder
punitivo subterráneo (cfr. Zaffaroni-Alagi a-Slokar, op. cit., p. 24) que dieron
cuenta de ell os, metodol ogía que fue mantenida en secreto por todos los
medios posibl es y q ue, como todo ejercici o de viol encia estatal liberada de las
sujeciones del Estado de Derecho, degen eró en forma inmedi ata en terrori smo
de estado.
Debemos recordar aquí que la cuestión del mantenimiento en
secreto del aparato de poder puesto al servicio de la activi dad criminal no f ue
algo privativo del régimen militar aquí en estudio; similar estrategia f ue
emprendida entre otros, por el nazismo y el stalinismo, siguiendo la l ógica de
todo modelo autoritario de poder estatal , según la cual “…cuanto más visibles
son los organismos del Gobierno, menor es su poder, y cuanto menos se conoce una
institución, más poderosa resultará ser en definitiva […] el poder auténtico
comienza donde empieza el secreto” (cf r. Arendt, Los orígenes... cit., p. 608).
Para cumpli r l os objetivos propuestos, el régimen militar en el
marco del cual se desempeñaron l os aq uí juzgados, extrajo por la f uerza a los
supuestos enemigos pol íticos de sus ámbitos de pertenencia, ya sea
familiares, sociales, culturales, y de l os circuitos de comunicación social,
despojándolos de este modo de toda si gnificación soci o-jurídica: “el primer
paso esencial en el camino hacia la dominación…” –sostiene Arendt- “…es matar
en el hombre a la persona jurídica” (Los orí genes... cit., p. 665).

14
Poder Judicial de la Nación

Ello se logra col ocando a ciertas categorías de personas f uera de


la protecci ón de la l ey: el hasta entonces ciudadano, con nombre y apellido,
profesión, etc., con derechos y obli gaciones de diversa índol e, pasa a ser una
no-persona, alguien de la cual sólo q ueda pendiente un cuerpo vital, l o que
Agamben ha llamado la nuda vida del homo sacer, el cual está enteramente en
manos del Estado policial subterráneo, no sólo para torturarl o, negarl e
alimento, agua o condiciones sanitarias mínimas, sino además para disponer
definitivamente de esa vida, an ulándola en cualqui er momen to impunemente,
sin necesidad de razón o justificación alguna más allá del puro acto de poder,
negándole inclusive, los ritual es debi dos a toda muerte, propi os de la
condición humana.
Señala Agamben que allí cuando se desvanece la frontera entre
orden jurídico y estado de excepci ón (como lo fue el régi men militar en toda
su extensión), la nuda vida pasa a ser a la vez el sujeto y el objeto del
ordenamiento pol íti co y de sus conflictos: “Todo sucede como si, al mismo
USO OFICIAL

tiempo que el proceso disciplinario por medio del cual el poder estatal hace del
hombre en cuanto ser vivo el propio objeto específico, se hubiera puesto en marcha
otro proceso […] en el que el hombre en su condi ción de [mero ser] viviente ya no
se presenta como objet o, sino como sujeto del poder político […] en los dos está en
juego la nuda vida del ciudadano, el nuevo cuerpo biopolítico de la humanidad” (cf r.
Agamben, Gi orgio: Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, trad. de
Antonio Gimeno Cuspinera, Ed. Pre-textos, Val encia, España, 2003, p. 19) .
De este modo, el ciudadano, la persona f ísica y jurídica, pasaba a
ser simplemente un desaparecido, sobre el cual, como bien q uedó asentado en
los considerandos de la causa 13, l os detentadores del aparato de poder -
liberados de toda atadura por parte de las cúpulas militares gobernantes-
tenían amplia disponibilidad, ya sea para aniquil arlo, o bien para contin uar
su detención pero transfiri éndolo desde el sistema penal subterráneo al
sistema penal formalizado (legalización por parte del Poder Ejecutivo), o bien
liberándol o di rectamente o permitiendo su sali da al exteri or.
En definitiva, y en palabras de Ferrajoli :
“La vida y la seguridad de los ciudadanos se encuentran en peligro hoy
más que nunca, no sól o por la violencia y los poderes salvajes de l os particulares, ni
por desviaciones indi viduales o la ilegalidad de específicos poderes públicos, si no
también, y en medida mucho más notable y dramática, por los mismos estados en
cuanto tales: […] torturas, masacres, desaparición de personas, representan
actualmente las amenazas incomparablement e más graves para la vida humana. Si es
cierto, como se dijo, que la historia de las penas es más infamante para la
humanidad que la hist oria de los delitos, una y otra juntas no igualan, en ferocidad
y dimensiones, a la delincuencia de los estados: baste pensar […] todas las variadas

15
formas de violencia predominantemente ilegales con que tantísimos estados
autoritarios atormentan hoy a sus pueblos” (Ferrajoli, Luigi : Derecho y Razón, Ed.
Trotta, Madrid, 1989, p. 936).
Los hechos que fueran objeto de investigación en esta instrucción
se revelan como la resultante de ese poder puniti vo desprovi sto de toda
contención.
El CCDT conocido como “Automotores O rletti” constituyó, como
tantos otros, uno de los epicentros en los que fueron perpetrados atroces
delitos contra la humanidad como parte integrante del plan sistemático de
represi ón instaurado durante l a úl tima Di ctadura.

Considerando Segundo
2.1. Los C.C.D.T. durante la última dictadura
En el marco de la política de terrorismo de estado desarrollada
por la última Dictadura y el mecanismo de desaparición sistemática de
personas, los centros de clandestinos de cautiveri o, tambi én conocidos como
“pozos”, “chupaderos ” o “cuevas”, han constituido una pieza fundamental del
aberrante engranaje represivo: sosti ene Hannah Arendt que estos espacios
físicos especi almente preparados para el cautiverio, la tortura y la muerte son
la verdadera insti tución central del poder organizador en el marco del
terrorismo de estado (ver Los orígenes del totalitarismo, tomo III, trad. de
Guillermo Sol ana, Al ianza Editorial, Madrid, 2002, p. 653).
La exi stencia de centros de detención, tortura y muerte en la
Argentina de mediados de la década del ’70 del si glo XX es, sin lugar a
dudas, la página más negra de toda nuestra historia como país, no solamente
por el hecho en sí de su existencia, sin o además, porque estos sitios infernales
irrumpi eron en el marco de una sociedad supuestamente “ci vilizada”, con l a
tasa de educaci ón más alta de toda América Latina y con estándares
culturales simil ares a los de Europa, al menos en los grandes centros urbanos.
En sí, la generalizada irrupción en la Argentina de ámbi tos que
en gran medi da respondían a la lógica concentracionaria no tiene nada de
original. Se inscriben en una tri stemente larga lista de siti os similares que
acompañaron a casi todos los regímen es autoritarios al menos durante el
siglo XX (es recurren te la atribuci ón de la idea primigenia a los colonizadores
ingleses en la guerra contra los boers en África austral , alrededor de 1910) y
que tuvieron su pun to culminante a partir de su empleo masi vo por parte del
régimen nacionalsocialista durante la Segunda Guerra Mundi al.
En todos ellos –y l os nuestros no han sido la excepción- los
niveles de violencia y de terror infligidos a las víctimas han sido de tal

16
Poder Judicial de la Nación

magnitud, y la muerte ha campeado en tan alta escala, que de ellos sól o


puede afirmarse, como denominador común, que en su seno “todo era posible”
(así en A rendt, Los orígenes... cit., p. 652).
En referencia a ello, podemos señalar que estos cen tros
clandestinos de tortura y de muerte con stituyen “…un espacio de excepción, en
el que no sólo la ley se suspende totalmente, sino en el que, además, hecho y derecho
se confunden por completo: por eso todo es verdaderamente posible en ellos […]
quien entraba en el campo de movía en una zona de indistinción entre […] lícito e
ilícito, en que los propios conceptos de derecho subjetivo y de protección jurídica ya
no tenían sentido alguno” (cfr. Agamben, Giorgio: Homo sacer. El poder soberano
y la nuda vida, trad. de Antonio Gimeno Cuspinera, Ed. Pre-textos, Valencia,
España, 2003, p. 217) .
La imagen que nos devuelve el reflejo frente a este espej o, es la
de un espectro que se acerca a l a concepción del mal más radi cal.
La multiplicación de estos l ugares por todo el país y su
USO OFICIAL

permanencia en el tiempo refleja la imagen del colapso moral de una sociedad


y a la vez, del f racaso del supuesto progreso civilizatorio de toda una Nación.
Los centros clandestinos de detención y tortura, como todo
espacio que adopta ciertas características del universo concen tracionario, han
sido f uncionales en más de un aspecto al poder q ue l os engendró.
En primer l ugar, fueron sitios que reforzaron el adoctrinamiento
ideológico de l os integrantes del aparato de poder, en el sentido de que el
terror absol uto i mperante en estos siti os, y las atrocidades cometi das, se
convirtieron en aplicación práctica del adoctrinamiento ideológico, de
comprobaci ón de l a i deología (Arendt, Los orígenes... cit., p. 652/3).
En segundo lugar, los CCDT fueron concebidos no sólo para
degradar a los seres humanos y eventualmente eliminarlos f ísicamente, sino
además para “…transformar a la personalidad humana en una simple cosa, algo
que ni siquiera son los animales” (ídem, p. 653).
“El auténtico horror de los campos de concentración radi ca en el hecho
de que los internados, aunque consigan mantenerse vivos, se hallan más
efectivamente aislados del mundo de los vivos que si hubieran muerto […]
Cualquiera puede morir como resultado de l a tortura sistemática o de la inanición o
porque el campo esté repleto y sea preciso liquidar el material humano superfluo”
(íd., p. 659).
“No existen paralelos para la vida en los campos de concentración. Su
horror nunca puede ser abarcado completamente por la imaginación por la simple
razón de que permanecen al margen de la vida y la muerte […] las masas humanas
encerradas son tratadas como si ya no existieran, como si lo que les sucediera
careciera de interés para cualquiera, com o si ya estuviesen muertas y algún

17
enloquecido espíritu maligno se divirtiera en retenerlas durante cierto tiempo entre
la vida y la muerte…” (íd., p. 662).
En lo q ue atañe a la investigación en particular, veamos cómo fue
en concreto q ue operó el imputado como parte integrante de esa maq uinara
represiva. Las personas privadas ilegal mente de su libertad eran conduci das
de inmedi ato a este tipo de lugares, situados ya sea dentro de unidades
militares o policiales con dependencia operaci onal de las Fuerzas Armadas,
acondicionados al efecto, di stribuidos a lo largo de todo el territori o
nacional, y cuya existencia era ocultada del conocimiento público no obstante
haber superado l os 340 centros: “En todos estos casos, un lugar aparentemente
anodino delimita en realidad un espacio en que el orden jurídi co normal queda
suspendido de hecho y donde el que se cometan o no atrocidades no es algo que
dependa del derecho, sino sólo […] de la policía que actúa provisionalmente como
soberana” (cfr. Agamben, cit., p 222).
Mientras l os famili ares y amigos agotaban los recursos a su
alcance para dar con el paradero de l os “desaparecidos”, las autoridades
públicas respondían negativamente a todo pedido de informe -incluso de
gobiernos extranjeros u organismos internacional es- vinculado a l as
detenciones de los buscados y los recursos de habeas corpus interpuestos
ingresaban en el destino inexorabl e del rechazo.
En tal sentido, la estrategia negaci onista llevada adelante por el
régimen militar de un modo contemporáneo a la perpetraci ón de los crímenes
que se estaban llevando a cabo de modo masivo a través del aparato
clandestino de poder que ellos mismos comandaban, quedó en la historia
como uno de l os ej emplos más cabal es de lo que puede l legar a ser una
estrategia comunicacional del poder autoritario.
Es que el mantenimi ento en secreto, en especial de estos sitios de
secuestro y tortura, es una cuestión central para su constante reproducción.
“El experimento de dominación total en los campos de concentración depende del
aislamiento respecto del mundo de todos los demás, del mundo de los vivos en
general, incluso del m undo exterior” (cf r. A rendt, Los orígenes... cit., p. 653).
Bajo esas premisas, l a tortura de l os secuestrados constituyó una
actividad sistemática de l os centros clan destinos de detenci ón y tortura.
Y es que la actividad por los responsables de los mismos no se
limitaba a privar en forma ilegal de la l ibertad a una víctima, sino que a ese
injusto se le sumaba la imposición de tormentos desde el pri mer momento en
que la persona era secuestrada. La tortura era algo innato y de aplicación
sistemática en cada uno de los centros de detención y era la regla de
tratamiento, siendo l a excepción el cautivo que no la padeci ó.

18
Poder Judicial de la Nación

Prueba acabada de l a aplicaci ón sistemática de tales prácticas, es


la similitud que ha podido adverti rse en tre los sucesos que tuvieron lugar en
distintos centros cl andestinos de detención y tortura, donde las víctimas
padecieron similares mecanismos de tortura que en el cen tro de detención
bajo estudi o en este decisori o, con la salvedad de q ue en “Automotores
Orletti”, se visuali zaron mecanismos especialmente abyectos de tortura.
Los centros clandestinos en los que imperaba este terror
sistemático contaban con personal especialmente abocado a ello, ámbitos
acondicionados al efecto -l os “quirófanos” o “salas de la máquina” o “el
gancho”-, una variada gama de instrumentos y distintas técn icas destinadas a
provocar los padeci mientos.
Entre las técnicas de tortura, la más emblemática de ellas –la
picana eléctrica- venía aplicándose en actividades represivas policial es
ilegales desde hacía ya varias décadas en nuestro país, aunque nunca en l a
escala que se vio a parti r del 24 de marzo de 1976 (cfr. Rodríguez Molas,
USO OFICIAL

Ricardo: Historia de la tortura y del orden represivo en la Argent ina, Eudeba, Bs.
As., 1985, pp. 114/5 y ss.).
En rigor de verdad, estas técnicas y metodol ogías destinadas ad
hoc a imponer a otro ser humano graves padecimientos físi cos y psíquicos,
insoportables a los ojos de toda comunidad con cierto grado de avance
civilizatorio, resultan tributarias de toda una cul tura autori taria, arraigada
desde los propios ci mientos de n uestra Nación, pero rei tero que la dimensi ón
de lo sucedi do a parti r del golpe de estado del ’76 constituyó un salto
cuantitati vo y cualitativo nunca antes vi sto en nuestra historia, a tal punto
que el Legi slador Nacional de la democracia restaurada en 1983, movido no
tanto por un medi tado estudio de la cuestión sino más bien por el espanto
frente a los recientes horrores del terrorismo de estado (de los cuales los
hechos aquí ventilados son una acabada muestra) sancionó la ley 23.097 por
la que, como se sabe, se aumentaron las penas drásticamente, equiparando el
delito de torturas al del homicidi o si mple, decisión político-criminal que
quiso poner de mani fiesto el afán por la protección de los bienes jurídicos en
juego (di gnidad, li bertad, integridad física y psíquica, integridad de la
función pública).
Asimismo, este salto en la dimensión del terror desatado a parti r
del ’76, en l o que respecta a la calidad y cantidad de torturas impuestas en
estos centros, está condensado en estos dos pasajes de la obra “Nunca Más”:
“En la casi totalidad de las denuncias recib idas por esta Comisión se
mencionan actos de tortura. No es casual. La tortura fue un elemento relevante en
la metodología empleada. Los Centros Clandestinos de Detención fueron concebidos,

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entre otras cosas, para poder practicarla impunemente. La existencia y
generalización de las prácticas de tortura sobrecoge por la imaginación puesta en
juego, por la personal idad de los ejecutores y de quienes la aval aron y emplearon
como medio […] ¿qué otra cosa sino un i nmenso muestrario de las más graves e
incalificables perversi ones han sido estos actos, sobre los que gobi ernos carentes de
legitimidad basaron gran parte de su domi nio sobre toda una nación? (vid. Nunca
más, Informe de la Comisi ón Naci onal sobre la Desaparición de Personas –
CONADEP-, Eudeba, Bs. As., 1984, p. 26).
“La comprobación de l a extensión q ue adquirió la prácti ca de la tortura
en tales centros y el sadismo demostrado por sus ejecutores resultan estremecedores.
De alguno de los métodos empleados no se conocían antecedentes en otras partes del
mundo. Hay varias denuncias acerca de niños y ancianos torturados junto a un
familiar, para que éste proporcionara la información requerida por sus captores”
(íd., pp. 479/ 0).
Como se dijo, el centro cl andestino de detención “Automotores
Orletti” no sólo no escapó a esta lógica sistemática perversa sino que incluso,
se erigió como un si tio en el que se visualizaron mecanismos especial mente
abyectos de tortura.
Si bien la imputación de Nerone y Gutiérrez, no se extiende más
allá de la intervenci ón de los nombrados en el operati vo ilegal llevado a cabo
en el domicili o que habitara Victoria Gri sonas, junto a su pareja Mario Roger
Julien Cáceres, val e realizar una descripción de la acreditación de la
existencia del CCDT Automotores Orletti, en la medida en que la nombrada,
una vez detenida, f ue trasladada al citado centro clandestino.
2.2. La acreditación de la existencia del CCDT “Automotores
Orletti”
a. Etimología de “Automotores Orletti”, ubicación geográfi ca y
titularidad del predio
Curiosamente, la denominación del centro cl andestin o de
detención “Automotores Orletti” fue producto de una deformación gramatical.
En vari os tramos de los documentos en los que se explica el porqué de esta
denominación, aparece la referencia a un cartel inserto en el frente del local ,
que poseía la l eyen da “Automotores Orletti”. Sin embargo, entre las medidas
que se produjeron en el marco de esta i nvestigación, como ya se adel antara,
fue convocado como testigo Santiago Cortell, quien en el contrato de locación
celebrado entre los presuntos miembros de la SIDE y los propietarios del
inmueble sito en Ven ancio Flores 3519/21, aparece como locador del predio.
El nombrado, al decl arar (fs. 920/1 vta.), especificó q ue en el año
1976, el local tenía un cartel de tres caras y vertical, que poseía por un lado,
la inscripci ón “Automotores” y por el otro “Cortell”, y agregó que n unca

20
Poder Judicial de la Nación

figuró en tal sitio el nombre “Orletti”; y atribuyó el error a que las personas
que se fugaron del sitio, leyeron mal, quedando de esta forma la errónea
denominación ya mencionada.
En cuanto a su ubicación, el CCDT “Automotores Orletti” se
encontró situado en calle Venancio Flores 3519/ 21 –entre calles Emili o
Lamarca y San Nicol ás-, en pleno barri o de Flores de Capital Federal, en una
cuadra de vi viendas comunes, l o q ue h a podido observarse al realizarse la
inspección judici al en el lugar, oportuni dad en la cual se pudo adverti r, a la
derecha de lo que f uera el CCDT, una casa de familia, de dos plantas, y a su
izquierda, los fondos de una escuela primaria pública, lo cual resulta
coincidente con l os numerosos rel atos de víctimas q ue señalan que desde
“Orletti” se escuchaba a niños jugar como en un recreo; y también se ha
acredi tado mediante diversas diligencias, que el CCDT se encontraba frente a
la vía del Ferrocarril Sarmient.o
Por otro lado, se l ogró identificar al propietario del inmuebl e en
USO OFICIAL

el cual funcionó el CCDT, surgiendo en la causa nro. 42.335 bis “Rodríguez


Larreta, Enrique s/ su querella”, la declaración informativa prestada por
Santiago Cortell –fs.534/6 vta.- quien refirió ser el propietario del inmueble
de calle Venancio Fl ores 3519/21 desde el año 1968; textual mente consta en
dicha acta que “…en junio de 1976 alquila dicho inmueble según consta en la
fotocopia certificada del contrato de locación secuestrado en autos. Que desde abril
de dicho año en que quedó desocupado, el dicente colocó avisos en el diario «Clarín».
Que de todo este tema se encargaba un encargado que tenía el dicente de nombre
Eduardo Fernández, quien trabajaba para el dicente desde al año 1970, que dicha
persona falleció hace unos dos años y medio atrás. Que dicha persona se encargó de
todo lo atinente a la locación, por tal motivo no se le dio a ninguna inmobiliaria.
Que los avisos se colocaban informando sólo el teléfono, m otivo por el cual
Fernández, acordaba entrevistas personales con los posibles interesados. Es así que
en una de las oport unidades Fernández le presentó a los interesados, creyendo que
eran dos seguros, uno un tal Silva y otro, Castells, quienes informaron que el
inmueble lo ocuparían con importación y exportación de productos alimenticios,
motivo por el cual se llegó a un arreglo con las partes, realizando posteriormente
Fernández el contrato, que el mismo se firmó en Directorio 2917 […] que el contrato
estaba pactado por dos años, pero avisaron que se tenían que reti rar ya que tenían
problemas, no aclarando los motivos, entonces de común acuerdo rescindieron el
mismo, lo que facilitó al dicente ocupar el mismo con un taller […] que cuando los
inquilinos abandonaron el local dejaron las llaves en el i nmueble mismo. Que luego
Fernández le comentó que en la parte superior se habían hecho algunos tabiques
divisorios, quedando un cuarto grande y tres cuartos más pequeños. Que no dejaron
objeto alguno en el lugar ni mercadería ni muebles, sí en cambio quedó una puerta

21
en la cual se encontraba soldada una reja […] que en cierta oportunidad tuvo una
conversación con el al macenero de la esquina de Emilio Lamarca y Venancio Flores,
de nombre Camilo Hernández, que actualmente ese local fue demolido y el
almacenero ya no se encuentra en dicho l ugar ignora ndo el paradero, que dicha
persona le comentó que el barrio estaba alborotado ya que escuchaban gritos en el
inmueble y no sabían qué pasaba en realidad”.
Cortell tambi én fue convocado a declarar en las presentes
actuaci ones, esta vez como testigo (fs. 920/1 vta.), oportunidad en la cual
recordó n uevamente las circunstancias relativas al alquil er que en el año 1976
se hizo del inmueble sito en Venancio Flores 3519/21 de Capital Federal. Dijo
el nombrado que luego de publicar diversos avisos en los diarios –habiendo
aportado copia del de fecha 29 de marzo de 1976 en el Di ario Clarín-, su
empleado Eduardo Fernández, ya fal lecido, le comentó que recibi ó un
llamado de unas personas que estaban in teresadas en alq uilar el l ugar. Que a
raíz de ello, el nombrado les mostró el lugar, y que luego, los interesados
decidieron alq uilar dicho siti o.
En cuanto a la descripción q ue se le pidió q ue realizara del
inmueble, dijo –en coincidencia a lo que se observara al realizarse la
inspección judicial en el mismo- que “posee una planta baja, q ue consiste en un
galpón de 12 metros de ancho, por 30 metros. Que abajo hay un b año, y que no hay
cocina. Que hay una puerta de entrada lateral y una persiana metálica de 7,50 m por
4 m de alto. Que el piso es de hormigón y que en la parte superior, a la cual se
accede por una escalera de madera que se encuentra a la derecha del predio […] que
en la parte superior también posee piso de hormigón, que posee un baño chi co, que
tenía tres habitaciones, un baño grande y uno chiquito. Que el baño chiquito estaba
afuera en una terraza que hay en la parte superior. Que los locatarios no
modificaron las habitaciones de arriba, pero en la parte del galpón de arriba e
hicieron como tres cuartuchos. Que cuando le devuelven el lugar había una puerta
con rejas colocada”.
En dicha decl araci ón también relató el modo en que encontró el
inmueble cuando éste le f ue devuel to a fines del año 1976: “había como
cincuenta lámparas de 500 bujías. Que en el lugar funcionaba el teléfono 612-3060,
que cuando se lo devuelven quedan pendientes de pago llamadas efectuadas a
Uruguay, Francia, que no recuerda si había otras llamadas, que puede ser que a
Chile” y agregó “Que la parte inferior del lugar cuando se lo devuelven, estaba
igual, pero en la parte superior habían levantado paredes y divisiones, que habían
hecho cuartos”, y en cuanto a l os fiadores, refi rió “Agrega q ue los fiadores eran
reales, y que toda la documentación que se procuró con respecto a la utilidad de las
fianzas, también fue secuestrada por la citada Magistrada en el año 1984”.
b. El período en el cual funcionó el CCDT. Los locatari os

22
Poder Judicial de la Nación

También se ha acreditado en el marco de estas actuaci ones, q ue el


CCDT “Automotores Orletti” funcionó entre mayo y noviembre de 1976. Para
arribar a tal concl usi ón se tiene en cuenta por un lado el contrato de locación
celebrado con respecto a la locaci ón del i nmueble sito en Ven ancio Flores nro.
3519 y 3521 de Capi tal Federal, y conforme se advierte en dicho documento –
el cual obra en copi a fs. 41/5 vta.- el mi smo f ue fi rmado en fecha 1º de junio
de 1976 estipulándose en dicho documento la locaci ón del inmueble con fecha
anterior: desde el 11 de mayo del mi smo año.
Es necesari o asentar que en dicho contrato se establece que
Cortell Automotores SACI F, representada por su presidente Santiago Ernesto
Cortell, alquila el inmueble citado a Feli pe Salvador Sil va, CI nro. 4.854.254 y
a Julio César Cartel s, CI nro. 4.568.410; por el tiempo de dos años a contar
desde el 11 de mayo de 1976, fecha en que se deja constanci a de que se dio la
posesi ón provisori a.
Acorde con la descripción que se efectuara anteriormente, en
USO OFICIAL

dicho documento se consigna que el inmueble posee dos pl antas, una inferior
de treinta metros de fondo por doce de frente; una cortina metálica de seis
metros de ancho por cuatro de alto, acci onada por motor el éctrico, con llave;
baño, pileta de lavar, oficina de control , dos escaleras, una de acceso a la
oficina y otra al gal pón. Que la planta alta posee dos ambientes para oficina,
dos habitaci ones para vivienda, hall, cocina y baño; se deja constancia
también de que hay dos terrazas, las cuales se hallan separadas por pared y
puertas de hierro, habiendo en una de ell as un lavadero.
Asimismo se consigna que se trata de un gal pón de
aproximadamente doce metros por veinte metros, que posee techo de zinc,
cuatro divisi ones que forman en total ci nco ambientes, q ue uno de ell os da a
la escalera de planta baja y otro, a una de las terrazas; que posee el abonado
telefónico 612-3060, surgi endo que a los efectos legales, los locatarios
constituyen domicili o en calle Bacacay 4232 de Capital Federal.
Como fiadores de l os nombrados figuran Juan Rodríguez, LE
2.958.947 y Eduardo Alfredo Ruffo, LE 4.541.399, qui enes consti tuyen
domicilio en el mismo lugar en el cual l o constituyeran los locatari os, esto es:
Bacacay 4232 de Capital Federal.
Vale tener en cuenta que a parti r de medidas real izadas en la
causa “Rodríguez Larreta, Enrique s/ su querell a” se determi nó la existencia
de Feli pe Salvador Silva, con CI nro. 4.854.254, consi gnándose q ue la CI
informada como perteneciente a Julio César Cartel s, perten ece en verdad a
José Pereira (fs. 53 de la causa ci tada).

23
En procura de más datos sobre l a identificación de Silva, se ofició
a la Excma. Cámara Nacional Electoral, la cual informó a fs. 757 de la
presente causa q ue Felipe Salvador Si lva, con M. 5.595.721 –número de
matrícula perteneci ente a Silva con CI 4.854.254 conforme constancias
obrantes en la causa antes mencionada-, f alleció el 16 de mayo de 2003.
Sin embargo, l os dichos verti dos ante esta sede por el imputado
Eduardo Cabanillas (fs. 2768/84) dejan entrever que “Felipe Salvador Silva”
era una de las i denti dades falsas utilizadas por Aníbal Gordon.
Asimismo, las matrículas consignadas como correspondi entes a
Juan Rodríguez y Ruffo, pertenecen efecti vamente a los mismos.
Por otro lado, es rel evante la circunstan cia de que al cel ebrarse
dicho contrato, l os f iadores consti tuyeron domicilio en call e Bacacay 4232 de
Capital Federal , siti o en el cual habría f uncionado una base de la SIDE, según
surge de l os dichos de personal que prestó declaraci ón en el sumario mili tar
nro. 417/77 ( Nieto Moreno); y según fue confirmado an te esta sede por
Eduardo Rodolfo Cabanillas al prestar declaraci ón indagatoria –fs. citadas-.
Si bien el contrato se estipula por el plazo de dos años, el
inmueble f ue devuelto a su propietari o en noviembre de 1976, es decir,
apenas seis meses después de que se celebrara el mismo.
El momento en el cual el inmueble dejó de ser usado por qui enes
estuvi eron al mando de “Automotores Orletti” no fue arbi trario, tuvo una
razón de ser, y f ue precisamente la fuga de dos de los detenidos all í alojados
lo que moti vó el cierre del centro clandestino y la devol uci ón de su tenencia
al propietari o.
Esta ci rcunstancia fue relatada por diversos testigos que
estuvi eron en el centro clandestino citado, pero f ue la propia víctima qui en
realizó un pormenorizado relato de las circunstancias relativas al tiempo,
modo y lugar en que se llevó a cabo di cha fuga, la cual, conforme se pudo
advertir a través del paso del tiempo, coincidió con el cierre del lugar como
centro cl andestino de detención.
En cuanto a l a fech a que se tiene en cuenta como de cierre del
centro clandestino, la misma se desprende del testimonio de Graciela
Vidaillac, en cuanto relató su fuga del CCDT. Su testimonio, brindado en
fecha 3 de abril de 1984 en el marco de la causa nro. 42.335 bis “Rodríguez
Larreta Piera, Enrique su querella” es el siguiente: “…siente que la atadura de una
mano está floja y es así que comienza a tirar hasta lograr desatarse de esa mano
haciendo después lo propio con la otra mano y sus pies, q ue posteri ormente se dirige
hasta una habitación que se encuentra frente a una sala donde había sido torturada
y ve a dos personas, reconociendo a una de ellas como su suegro que estaba atado y

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Poder Judicial de la Nación

encapuchado sentado en una silla, la deponente le expresa que tratarían de salir del
lugar a lo que el suegro se negó ya que se hallaba mal físicamente, luego de ello se
dirige a otra habitaci ón donde encuentra a su esposo que estaba atado con unas
esposas, es así como la declarante, como había observado donde los carceleros
dejaban las llaves de las esposas, se dirige al lugar y posteriormente libera a su
marido, agrega que cuando estaba liberando a su esposo personal de guardia se
despierta y es así que comienzan a tirar con revólveres o pistolas, aclara que se
trataba de dos personas, agrega que como había gran cantidad de armas largas en la
habitación en que se hallaba su esposo, éste repele la agresión, pasan a la habitación
contigua refugiándose en muebles que había en la misma, llegando de esa manera a
la escalera de madera, observando la deponente la presencia de una persona que le
dispara, produciéndole una herida, teniendo orificio de entrada y salida […] agrega
que esta persona al ver a su marido que se hallaba detrás de la declarante al
momento de recibir el impacto, sale corriendo hacia la calle y es así que
conjuntamente con su esposo logran llegar a la calle por la puerta que está en la
USO OFICIAL

parte del costado derecho de la cortina metálica. Que ya en la calle personal de


guardia les tira de l a parte de arriba del edificio, logrando cruzar las vías del
ferrocarril, tirando su esposo el arma, pidiendo ayuda a una persona que estaba en
automotor, la que los conduce a la casa de una persona amiga de su marido a la que
no conocía, saliendo del domicilio de esa persona cuando abandona el país” (fs.
141/3 vta.).
El análisis cronológi co de l os casos de víctimas que se ti enen por
acredi tadas que pasaron por este CCDT, ha permitido advertir que las
últimas personas al lí al ojadas fueron Graciela Vi daillac y su marido José
Morales y no es casual que el centro de detención se haya cerrado j ustamente
cuando se produjo l a fuga de estos dos detenidos, sino q ue por el contrario,
ello obligó a los responsables de “Orletti” a abandonarl a por cuestiones de
seguridad, ya q ue l a fuga de los deteni dos consti tuyó el fi n del sistema de
clandestinidad y en consecuencia, el ri esgo de que el lugar se conociera y
perdiera su esencia como sitio inaccesible para eventual es reclamos de
terceros.
c. Dependencia operacional. Fuerzas que operaron en el CCD T
El CCDT “Automotores Orletti” dependió operacionalmente de la
Secretaría de Intel igencia del Estado. Como se ha asentado en otras
resol uciones dictadas con respecto a los hechos acaecidos en el centro
clandestino, es necesari o tener en cuenta la existencia de la división
territorial que del i mitaba el ámbito geográfico de actuación del Ejército
Argentino.
En el Considerando Primero –punto 1.2.- de esta misma
resol ución se efectuó ya una descripci ón de l a legislación q ue especial q ue se

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dictara “para la prevención y represión del fenómeno terrorista” que se expresara
con mayor gravedad en el año 1975. Como se ha destacado, tal legislación,
implicó la delegaci ón, en órganos del Estado, del poder de ejecución y
operación destinado a la represi ón mentada y la creación de otras
dependencias en mi ras a la misma misión .
Fue en este marco en el cual fue creado el Consejo de Defensa, que
presi dido por el Ministro de Defensa e integrado por l os Comandantes
Generales de las Fuerzas Armadas (conf. Decreto 2770, artícul o 3°), tuvo entre
sus atribuciones la f acultad de: a) Asesorar al Presidente de la Nación en todo lo
concerniente en la lucha contra la subversión; b) proponer al Presidente de la
Nación las medidas necesarias a adoptar, en los distintos ám bitos del quehacer
nacional para la lucha contra la subversión; c) Coordinar con las autoridades
nacionales, provinciales y municipales, la ejecución de medidas de interés para la
lucha contra la subversión; d) Conducir la lucha co ntra todos los aspectos y
acciones de la subversión; e) Planear y conducir el empleo de las Fuerzas Armadas,
Fuerzas de seguridad y fuerzas policiales para la lucha contra la subversión.
Debe destacarse que el mencionado decreto del Poder Ejecutivo
Nacional, en su artículo 4°, establecía que la Secretaría de Informaciones del
Estado quedaba f uncionalmente afectada al Consejo de Defensa.
Por otro lado, no debe olvidarse que en este marco hizo su
aparici ón la di recti va del Comandante General del Ejército n° 404/75, del 28
de octubre de 1975, que estableció una división estratégica de las fases de
lucha, y mantuvo l a organizaci ón terri torial fijada por el Plan de Capaci dades
para el año 1972 - PFE - PC MI72 -, tal como ordenaba el punto 8 de la
directi va 1/75 del Consejo de Defensa. Dicho Plan había estableci do una
división de zonas q ue se enumeraron como 1, 2, 3 y 5 que a su vez se divi dían
en subzonas, áreas y subáreas; y que en la Directiva 1/75 del Consejo de
Defensa se reitera la asignación del control funcional de la SIDE, al Consejo
citado.
En este contexto, se visualiza que en el establecimiento y la
organizaci ón pergeñ ada en el objetivo tenido en miras por el régimen militar,
la SIDE n o quedó al margen de dicha composici ón, sino que por el contrari o,
se insertó en el rumbo adoptado por el gobierno de facto y fue un esl abón
esencial para la consecución de los objeti vos -clandestin os e i lícitos- del pl an
llevado a cabo en la llamada “l ucha contra la subversión”, ya que, como ha sido
desarroll ado en anteriores resoluci ones, ha sido éste el organismo mediante
el cual se ha canalizado la situación de los detenidos extranjeros o bien de
aquellos de nacionalidad argentina; ci rcunstancias que en prof undidad no
corresponden ser reveladas en el marco de estas actuaciones, en la medi da en
que –como se ha mencionado al momento de dictar anteriores

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Poder Judicial de la Nación

pron unciamientos jurisdicci onales- pertenecen a la investigación del plan de


actuaci ón coordinada entre países o “Plan Cóndor”, actuaci ones radicadas
actualmente en el Tribunal Oral Nacional en lo Criminal Federal nro. 1.
En los tramos de la sentencia dictada en la causa 13/84,
transcri ptos en el Considerando P rimero, se advi erte la descripción de cómo
ha sido ll evado a cabo el plan si stemático desarroll ado desde el Estado, y
cuáles fueron l os mecanismos de organización y l a modalidad de acción
desarroll ada por las fuerzas subordinadas al gobi erno de facto en lo atinente
a la desaparición de personas; ya que di cho accionar ha signado el proceder
del conjunto de las f uerzas de seguri dad, y sus rasgos se han repetido en cada
uno de l os centros de detención que h e tenido baj o estudio, no siendo el
centro de detención “Orletti”, ni de lejos, una excepción a ello.
La vinculación del personal de la Secretaría de Informaciones del
Estado con el centro de detención, se ha acreditado mediante diversos
elementos, que f ueron descri ptos en resoluciones anteri ores, sin embargo, a
USO OFICIAL

los efectos del análi sis que corresponde realizar en este auto de mérito, es
preciso tener en cuenta que se ha acredi tado en las resoluci ones citadas que
este CCDT dependía de la SIDE y q ue en el ámbito de la misma funcionaba la
Secretaría de Informaciones del Estado del Grupo de Tareas 5 –GT5-, al cual
habrían pertenecido Nerone y Gutiérrez, hipótesis q ue habrá de desarrollarse
en forma pormenorizada en el Consi derando siguiente.
Sin embargo, corresponde señalar en este apartado que la
Secretaría de Inteli gencia del Estado ( ex Secretaría de Informaci ones del
Estado) ha sido un brazo fundamental de la maq ui naria de poder
desarroll ada para la implementación del plan sistemático de represión.
La conformaci ón orgánica de la Secretaría mencionada, se conoce
por medi o del sumario 417 del “Comando de la Cuarta Bri gada de Infantería
Aerotransportada” –acumulado como prueba-, por un lado; y por las
actuaci ones remitidas por la propia SIDE ante diversos requerimientos
efectuados por este Tribunal, por el otro; lo cual a su vez, encuentra
corroboración en las constancias q ue surgen de l os legajos personales de las
personas que integraron las divisi ones que, se presume, han estado
vinculadas al f uncionamiento del centro de detención “Automotores Orletti”.
De tales elementos se llega a la siguiente conclusi ón: la SIDE, en
el año 1976, se componía al menos de tres Departamentos: I, II y III. En el
ámbito del Departamento III “Dirección de Operaciones Informativas” entonces
a cargo del ya fall ecido Coronel Carlos A. Michel, funcionaba la División
Operaciones Tácticas I –OT I-, a cargo de q uien fue procesado por este Tribunal
y falleció antes de ser sometido a jui cio, Teniente Coron el Rubén Víctor

27
Visuara; y en el ámbito de ésta, l a División Operaciones Táct icas 18 -OT 18-,
que desde agosto de 1976, estuvo a cargo del Capi tán Marcelo Alberto
Calmon, también fall ecido.
En el ámbi to del Departamento II “Dirección de Inteligencia
Interna” funcionaba el Departamento de Contrainteligencia, a cargo del fallecido
Teniente Coronel (RE) Juan Ramón Nieto Moreno, quien en el sumario del
“Comando de la Cuarta Brigada de Infantería Aerotransport ada”, al prestar
declaración testimonial a fs. 279/286, bri ndó un relato esclarecedor, preciso y
contundente de cuál era la conformación del citado organismo, cuando Otto
Paladino ejercía su titularidad; encontrándose los dichos del nombrado en
gran parte corroborados por la informaci ón suministrada por la SIDE.
Como será desarrollado en el considerando siguiente, Nieto
Moreno se habría desempeñado simultáneamente como Jefe del Grupo de
Tareas nro. 5 q ue funcionaba en el ámbito de la SIDE, y en el cual Nerone y
Gutiérrez se habrían encontrado en comi sión.
En cuanto a l a descripción que Nieto Moreno realizara en torno a
la exi stencia del CCDT, vale tener en cuenta que se refi rió a la existencia de
una base operativa que se denomin ó OT 18, que dependía del Departamento de
Operaciones Tácticas I. Dijo que dicha base fue constituida por Aníbal
Gordon, a quien en marzo de 1976 conoció bajo el apodo “Silva”, por orden
del Secretario General Otto Carlos Pal adino. Agregó que el Departamento
citado estuvo comandado por el i mputado Vicecomodoro Guillamondegui,
quien a su vez dependía de la Di recci ón III de la SIDE, que estaba –como se
ha asentado- bajo las órdenes del Coronel Michel.
En cuanto a las funciones desarrolladas por la OT 18 dijo que el
grupo que integraba Gordon “…era el ejecutor de los blancos operacionales, q ue
surgido de la labor de Inteligencia Contrasubversiva que efectuaba el Departamento
de Contrainteligencia, eran girados al Departamento Operaciones Tácticas I (uno), a
través de la Dirección II y III de la SIDE […] La citada Base O.T. 18 efectuaba
la actividad operaci onal antisubversiva de SIDE”. Agregó Ni eto Moreno q ue
dicha base era utili zada para “actividades operacionales y como lugar de
detención transitori o e interrogatorio de prisioneros de la SIDE” (resal tado
agregado) .
También se refi rió al lapso en el cual esta Base OT 18 funci onó, y
específicamente dijo que la misma se constituyó en marzo de 1976 y q ue dejó
de funcionar a fines de ese mismo año.
Los dichos de Nieto Moreno, fueron corroborados por otros
testimonios brindados en el marco del sumario militar. El Capitán Eduardo
Rodolfo Cabanillas, prestó declaración a fs. 146/7 vta. y en tal ocasi ón expuso

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Poder Judicial de la Nación

que desde mediados de 1976 y hasta el mes de diciembre prestó servicios en


una dependencia de la Secretaría de Informaciones del Estado en el curso del
año 1976, y q ue precisamente l o hizo en la identificada con l a sigla “OT 18”,
la cual dependía de la identificada como OT I, de la cual era Jefe el Teniente
Coronel Vi suara. Que “Aníbal” prestaba funciones en la OT 18, entonces a
cargo del Capi tán Calmon. En esta declaración acl aró Cabanillas que f ue
segundo Jefe de la OT 18, ya que el primer Jefe era Calmon, a la vez que dijo
Cabanillas que las personas de la OT 18 estaban a cargo de él y de Calmon.
También el Capitán Marcos Alberto Calmon prestó decl aración
testimonial en el citado sumario y refiri ó que prestó funciones en la
Secretaría de Informaciones del Estado desde agosto hasta di ciembre de 1976,
que el Teniente Coronel Nieto Moreno era el Jefe del Departamento de
Contrainteligencia y el Mayor Cabanillas trabajaba junto a él. También
recordó Calmon que Gordon también llamado “Silva”o “Ezcurra” era un
agente agregado a l a Base OT 18. En esta ocasi ón refiri ó que se desempeñó
USO OFICIAL

como Jefe de la Base OT 18 del departamento A III 1, integrado por varias


personas contratadas o inorgánicas lideradas por Gordon y por personal
agregado a sus órdenes, que cumpl ían las funciones ordenadas por el
Departamento citado.
La estructura de la SIDE que puede recomponerse a través de las
declaraciones reseñadas, ha si do asimismo convali dada por otros el ementos
incorporados a esta i nvestigación, precisamente las actuaciones remi tidas por
la Secretaría de Intel igencia del Estado permiten advertir que, efectivamente,
en el año 1976, dicho organismo se componía de los Departamentos I, II y III.
De igual forma, los l egajos del personal que prestó servicios “en comisión” en
la SIDE como de los agentes de dicha Secretaría, han permi tido la
confirmación de la estructura mencionada.
En efecto, en las actuaciones remi tidas por l a SIDE surge, entre
otros datos, que Otto Paladino se desempeñó como Secretario; que como
Director de Operaci ones Informativas se encontraba Carlos Michel, como Jefe
de Departamento OT I se desempeñaba Rubén Víctor Vi suara; y que qui en se
desempeñaba como Jefe de Contrainteligencia era J uan Ramón Nieto Moreno.
También los legajos de los nombrados corroboran su desempeño
en la citada Secretaría en las divisi ones en las Divisi ones y cargos
mencionados.
Por otro lado, se determinó que la OT 18 no fue otra cosa que el
propio centro clandestino de detención.
La hipótesis propuesta en un principio, consistía en afirmar que
“Orletti” funcionada dentro de la órbi ta de una estructura formal como era la

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División OT 18, l a cual a su vez se encontraba subordinada a OT 1, y la cual
no necesari amente se superpon ía con el centro de detención.
Sin embargo, las versiones traídas al proceso por dos de los
imputados, como ser Cabanillas –conden ado en la presente causa, el reciente
31 de marzo por el Tribunal Oral Federal en lo Crimin al nro. 1- y el
procesado Miguel Ángel Furci, permiten desechar esta postura y entender que
la OT 18 no existía como estructura más allá de l o q ue era el propi o centro
clandestino de detención, o como era llamada en aquel momento por l os
propios agentes de l a SIDE “La Cueva”.
Basta recordar al respecto la versión bri ndada ante esta sede por
el Capi tán del Ejérci to Eduardo Rodolfo Cabanillas, q uien se desempeñara a
la fecha de los hechos en la Secretaría de Inteligencia del Estado, y fue
imputado en el marco de estas actuaci ones –habiéndose elevado l a causa a
juicio, a su respecto- en virtud de su cargo como segundo Jefe de la “OT 18”.
En su declaración indagatoria el nombrado refi rió “Que en cuanto a la «OT18»
refiere que cuando llegó a la SIDE Paladino le dijo que i ntegraría la División citada
junto a Calmon, que con el tiempo se dio cuenta de que ésta no existía en verdad, al
menos orgánicamente; y también luego supo que OT 18 era Automotores Orletti o
«La Cueva», y que en consecuencia los miem bros de la OT 18 eran de Orletti o «La
Cueva»” (fs.2768/84) .
Por otro l ado, corresponde tener en cuenta que el imputado
Miguel Ángel Furci, con respecto a q uien se dicta el presente resolutorio, al
prestar declaración en la presente causa, refiri ó “«Ot 18»” era la denominación
formal de “La Cueva de la Vía”, que las personas que prestaban servicios en
«Operaciones técni cas 18» no tenían otro destino más que “la Cueva” (fs.
7540/60).
Asimismo, vale mencionar que en la misma declaración, Furci
hizo mención a “la cueva de la calle Ven ancio”, y que como se ha consignado,
Cabanillas en el acta de mención, asimiló los términos “La Cueva” y
“Automotores Orletti”.
Un tercer elemento que da f uerza a esta hipótesi s, son los dichos
vertidos por el entonces Teniente Coronel del Ejérci to J uan Ramón Nieto
Moreno en el marco del sumari o militar 417 del “Comando de la Cuarta Brigada
de Infantería Aerotransportada”, en el cual en la decl aración testimonial
agregada a fs. 279/286, y a raíz del conocimiento de los hechos como
encargado del Departamento de Contrainteligencia durante el año 1976,
sostuvo que en la órbita de la Secretaría de Inteligencia del Estado, existía la
“OT 18, la cual dependía del Departamento de Operaciones Tácticas I, comandado
por el Vi cecomodoro Guillamondegui; Departamento que dependía a su vez de la

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Poder Judicial de la Nación

Dirección III de la SI DE, a órdenes del Coronel Carlos A. Michel […] La citada base
OT 18 efectuaba la act ividad operacional ant isubversiva de SIDE […] en la base OT
18, inactivada a fines del año 1976, trabajaba personal orgáni co de la SIDE y no
orgánico” y l uego agregó “inicialmente cuando el declarante conoció al citado
Silva [con referencia a Aníbal Gordon] el mismo tenía una base en la calle
Bacacay; q ue posteriormente esa base se trasladó a otra sita en la calle Venancio
Flores, ambas de la Capital Federal y que las mismas se inactivaron a fines de
1976".
Lo que debe destacarse en este punto es que si bien los dichos de
los imputados Cabanillas y Furci, no son por su naturaleza fuente probatori a,
en virtud de que han sido verti dos en ejercicio del derecho constituci onal de
defensa y como descargo de la imputación que se l es efectuara, no por ello,
debe omi tirse la consideraci ón de sus dichos, como elemento que permite
arribar a la de verdad histórica en cuanto a los hechos que se i nvestigan.
Al respecto, resul ta fundamental ten er en cuenta que las
USO OFICIAL

versiones aportadas por l os nombrados han sido coincidentes en cuanto a la


superposición de OT 18 con “La Cueva” o “Automotores Orletti”, hipótesis
esta que venía sugerida en función de la versión del entonces testigo Nieto
Moreno, quien según constancias de fs. 561 de la presente causa, habría
fallecido en el año 1994.
Tal aserto abre un espectro de in vestigaci ón en el cual
corresponde ahondar, teniendo en cuenta que la asignación y corroboraci ón
del destino OT 18, representaría en prin cipio, el ejercicio de funciones en el
centro de detención y tortura “Automotores Orletti”.
En cuanto a l as fuerzas que operaron en el CCD T, confl uyeron
agentes de diferentes procedencias, sin embargo, el ámbito bajo el cual
funcionó este lugar fue el perteneciente a la Secretaría de Inteligencia del
Estado, entonces a cargo de Otto Carlos Paladino. La acredi tación de dicho
vínculo funcional no sólo encuentra sustento en los elementos antes
detallados, sino que asume particular importancia el reconoci miento en rueda
efectuado por vícti mas del centro de detención sobre la persona de Otto
Paladino, Aníbal Gordon y Eduardo Ruff o.
Estos elementos, más aquellos enunciados anteriormente,
permiten dar por acreditada, con el grado de certeza q ue esta etapa procesal
demanda, que el centro de detención “Orletti” funcionaba en el ámbito de la
Secretaría de Intel i gencia del Estado, que allí actuaba personal bajo las
órdenes de l os responsables de la División OT 18 que incluso, se confunde
con la misma existencia de “Orletti”; y por cadena de mando, de la División
Operaciones Tácticas I, a su vez dependiente de la Dirección III –de

31
Operaciones Informativas-, a su vez dependiente del Secretario del
organismo.
Las pruebas acumuladas han permitido determinar que en el
centro de detenci ón ejercía un evi dente liderazgo Aníbal Gordon, personaje
que ha cobrado estado público a raíz de su actuaci ón en el grupo de la
“Tri ple A” y que en tal contexto ejercía el mando de personal también
subordinado a la SIDE, como el imputado –condenado en el marco de esta
causa, por el Tribun al Oral n ro. 1- Hon orio Martínez Ruiz, quien según las
constancias de autos, actuaba en el lugar bajo el apodo “Pájaro” o
“Pajarovich”; o sobre otros agentes de la SIDE, que respondían a di versos
apodos como “Utu”, “Murciélago”, “Payo” , “Cri Cri”, “Tordo”, “Pericles”,
entre otros.
La presencia del fal lecido Gordon en el centro de detención fue
percibi da por la mayoría de las personas que pasaron por allí, incluso se
registran casos de personas que han visto al nombrado, como Marta Bianchi o
Luis Brandoni, q uienes durante parte de las cinco horas en q ue estuvieron en
“Orletti” fueron destabicados y pudi eron ver a los captores que estaban a su
alrededor.
Pero además de personal argentino, dependiente de la Secretaría
de Inteligencia del Estado, por ser orgánicos o contratados, en este CCDT
coexistieron otros agentes de nacionalidad uruguaya, pertenecientes al
Servici o de Información de Defensa de Uruguay, dependien te del Ministerio
de Defensa (SID); o del Organismo Coordinador de Operaci ones
Antisubversivas (OCOA). En las fil as de estos organismos, fueron
identificados por l os sobrevivientes uruguayos, numerosos agentes, de
quienes se ha solici tado ya su extradici ón, o se ha ordenado su captura.
Es deci r, se ha afirmado en el marco de estas actuacioners que en
el centro citado habría conflui do personal de diversas procedencias: de la
Secretaría de Inteli gencia del Estado ( ex Secretaría de Informaci ones del
Estado), orgánicos y contratados; del Ejército Argentino e incluso de policía,
a la vez que se presume fundadamente que tambi én actuó en este si tio,
personal de origen uruguayo.
1. La presenci a de agentes de la Triple “A”
Merece una especial significación la corroboración en este CCDT,
de la existencia de la “Tripl e A”. Esta organizaci ón, que habría tenido su
aparici ón bajo la denominación “Alianza Anticomunista Argentina” en el año
1974, y cuyo mentor habría sido el enton ces Ministro de Bien estar Social J osé
López Rega; ha sido expresión del terror instaurado en aquellos años y l os
venideros, en el marco de la comisión de secuestros, asesinatos, atentados, en

32
Poder Judicial de la Nación

perj uicio de disiden tes políticos; habien do contado con personal armado de
distintas procedencias, entre l os que confluyeron agentes policiales,
militares, no funcion arios y personal de l os servicios de inteli gencia.
La pertenencia de A níbal Gordon a la “Tri ple A” fue de público
conocimiento; Gordon, fue un eslabón de fundamental i mportancia en la
citada organización; y en tal tarea habría estado acompañ ado de diversas
personas, al gunas pertenecientes a la SIDE, otras a diversas f uerzas de
seguridad.
Al respecto, merecen especial interés para ilustrar la evidente
presencia de personal de esta agrupaci ón, en el centro citado, las
declaraciones prestadas por los testi gos Marta Raq uel Bianchi (fs. 2296/8) y
Adalberto Luis Bran doni (fs. 2343/5). La primera, al declarar ante esta sede,
refiri ó que al encon trarse en el centro de detención, Aníbal Gordon y las
personas que l o secundaban, entre las que nombró a Raúl Gugli eminetti, l e
dijeron a Brandoni “…«vos, por qué te fuiste» él dijo «porque me amenazó la
USO OFICIAL

Tri ple A», a lo que le preguntaron «¿y por qué volviste?» a lo que Brandoni les
dijo algo así como «porque soy argentino y estoy en mi derecho de estar en mi
país», entonces Gordon le dijo «bueno, nosotros somos la Triple A, volviste
para cagarnos y ah ora nosotros nos vamos a cagar en ustedes». También
recordó que Gordon l e dijo a uno de sus colaboradores, «sacale la venda q ue la
vamos a fusilar a esta zurda» y luego «bajá la vista zurda de mierda»; y que
luego de un rato, apareció nuevamente Gordon y les dijo «bueno, se salvaron,
ustedes ¿saben que de aquí nadie sal e vi vo? ustedes tienen un Dios aparte, se
sacaron la lotería», y posteri ormente, cuando los liberaron, antes de bajar del
auto les dijeron “…«bueno, ahora basta de obras bolches y de amigos judíos»,
a lo que preguntó cuáles eran las obras bolches, y contestándole «vos sabés, vos
sabés»…”, y Brandoni la tomó del brazo y bajaron. Al tomar vista del álbum
de fotos, reconoció al mentado Gordon en la fotografía nro. 18 –dejándose
constancia a esta altura, de que l a identi ficación fue correcta-.
También el testimonio de Brandoni fue coincidente con el de
Bianchi, en cuanto a que el nombrado recordó que, en el añ o 1974, había ya
recibido una amenaza de la Tri ple A, mediante la cual se lo conminaba a
abandonar el país en 24 hs. y que esa amenaza incluía los nombres de otros
actores, como Nacha Guevara, Héctor Alterio, Norman Bri sky y también el
cantante Horaci o Guaraní.
El desempeño de personal de esta organización en “Orletti” no
aparece descabellada, si se tiene en cuenta que algunos de los integrantes de
ella, pertenecían a l a Secretaría de Intel igencia del Estado y que habría sido
en el ámbito de ésta, en que funcionó dicho centro de detención; en un

33
período en el cual l a “Tri ple A” estaba aún en alerta y operaba a modo de
colaboración con el régimen mili tar impuesto desde el gobierno de facto.
2. La actuación conj unta de argentinos y uruguayos
La coexi stencia de personal argenti no y de nacionalidad
uruguaya en el centro de detenci ón “Orletti” ha sido reiteradamente invocada
por l os testigos sobrevivientes de este centro, tanto en sus testimonios
agregados en la causa “Rodríguez Larreta…”; como en el marco de esta
investigación; habi endo sido las víctimas uruguayas, quienes han
principal mente señalado que en el centro de detención citado había personal
de diferentes ramas de la República Oriental del Uruguay.
Sin embargo, la coexistencia de exponentes de ambas
nacionalidades no será analizada en profundidad en este resolutori o, ya que
como se ha mencionado al disponerse los procesamientos respecti vos, la
presencia de militares o personal de f uerzas de seguridad de nacionalidad
uruguaya, ha sido presumida de forma tal que ha autorizado el libramiento
de órdenes de deten ción y de extradici ones de diez personas de nacionalidad
uruguaya, específicamente: José Nino Gavazzo Pereira, Gilberto Vázquez
Bissio, Jorge Alberto Silveira Quesada, Ernesto Avelino Rama Perei ra,
Ricardo José Medin a Blanco, José Ricardo Arab y Juan Manuel Cordero
Piacentín –habido en la República Federativa de Brasil-, de quienes se solicitó
su extradición por encontrarse detenidos; y Luis Alfredo Maurente Mata,
Soldado Ramón Díaz Olivera y Cabo Ernesto Soca, de q uienes se solicitó su
orden de captura internacional.
Resta aclarar que conforme las constancias obrantes en autos
Ramón Alfredo Díaz Olivera habría fallecido -conf. informes de fs. 3080/2 y
5032/6-.
3. La presencia de la SIDE y el uso de “Automotores Orl etti”
como sede del “Plan Cóndor”
La acredi tación –con las exigencias de certeza que esta etapa
procesal req uiere- de la presencia de personal de la Secretaría de Inteligencia
del Estado, como asimismo, las declaraciones testi moniales brindadas por
numerosos testi gos y en particul ar por los de nacionali dad uruguaya, en
cuanto a la presenci a en “Automotores Orletti” de personal del país vecino, se
inscribe en el contexto en el cual se desarrollara el denominado “Plan
Cóndor”, en el cual “Orletti” habría sido el centro de detención de la
Secretaría de Informaciones del Estado, en el marco del pl an clandestino de
represi ón instaurado por el régimen de f acto, al cual di cho organismo no fue
ajeno.

34
Poder Judicial de la Nación

Efectivamente, esta utilizaci ón del centro citado por parte de la


SIDE, con su denominación burocrática OT 18, pudo materializarse en el
marco del plan cri minal de represión ilegal impuesto por la junta militar
dominante en aquel entonces y en la cual la Secretaría ci tada habría tenido un
rol f undamental en l o atinente a la persecución de los opositores pol íticos de
distintas naci onalidades.
Para ell o se consoli dó el menci onado “Plan Cóndor”, que i mplicó
un plan coordinado supranacional entre las estructuras de gobierno y los
servici os de inteli gencia de Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Paraguay y
Bolivia, para brindar cooperación en la l ucha contra todos aquellos definidos
por quienes detentaban el poder en la región como enemigos pol íticos y
oposi tores a la ideol ogía de las dictaduras instauradas en cada uno de tal es
países.
Es decir, fue éste el motivo por el cual en “Automotores Orletti”
habría si do advertida la presencia de personal de ori gen uruguayo, a la vez
USO OFICIAL

que fueron allí alojadas gran cantidad de víctimas de la misma nacionalidad y


también de otras nacionalidades, como chilenos (el caso de “Mauro”, de q uien
no se han l ogrado aportar más datos rel ativos a su i dentidad o circunstancias
de cautiverio y por eso no ha si do acreditado su caso como materi a de
imputación), o como es el caso de P atricio Biedma, qui en si bien era
argentino, pertenecía al MIR chileno y proven ía justamente de este país; o el
caso de Graciel a Rutila y Ef raín Vill a, quienes si bi en son nacionales
argentinos, fueron secuestrados en Bolivia y trasladados a “Automotores
Orletti”; o incluso, y tal vez más sorpresivo, el caso de los dos diplomáticos
cubanos Cresencio Galañena Hernán dez y Jesús Cejas, quienes f ueron
secuestrados en el barri o de Belgrano y trasladados a “Orletti”, hallándose
todos los nombrados desaparecidos.
Tal alusi ón se hace imperativa si se trata de enmarcar y describir
cuál f ue l a actuaci ón de l a SIDE en el régimen militar y cuál su relación con el
centro de detención citado; sin embargo, la investigación de lo que fuera el
“Plan Cóndor”, ha sido llevada a cabo en la órbita del Juzgado Nacional en lo
Criminal y Correcci onal Federal nro. 7 y que contin úa actual mente en trámite,
por lo cual basta esta pequeña remisi ón, no siendo oportuno ni necesari o
adentrarnos en una descri pción más detallada de tales hechos.
4. La presenci a de personal policial
Por último, surge también la vinculación del personal actuante en
la base de Venancio Flores, con personal de Policía Federal. Ello surge con
motivo de los testi monios recogidos en la presente causa y en aquella
caratulada “Rodríguez Larreta, Enriq ue s/ su querella”. Recuérdese por

35
ejemplo el brindado por Washington Pérez a fs. 150/5 de di cha causa donde
recordó q ue la detención de Gerardo Gatti, a quien vio en “Orletti” y quien
había sido secuestrado por personal de Policía Federal, q uienes lo habían
entregado al centro de detención; el brindado por Nelson Eduardo Deán
Bermúdez (fs. 1230/ 2), quien relató q ue fue detenido el 13 de juli o de 1976
aproximadamente a las 22 hs. cuando se hallaba junto a Inés Quadros en un
bar si to en l a esq uina de calles Boedo y Carlos Calvo de Capital Federal por
efectivos de la Policía Federal y agentes de civil; y que desde ese lugar fueron
conducidos hacia un a camioneta y l uego al garaje que resul tara ser “Orletti”.
También el testimon io de Elba Rama (legajo de CONADEP de la
nombrada) resul ta coincidente con dicha hipótesis. En efecto, la nombrada
expuso que fue detenida el día 14 de juli o de 1976 cuando se encontraba en la
ciudad de Buenos Ai res, q ue f ue reti rada de su domicili o en l a madrugada de
ese día por cuatro o cinco personas, una de las cuales se identificó como de
Policía Federal.
Alicia Raquel Caden as Ravela, también declaró que f ue detenida
por personal de Poli cía Federal : su declaración obrante en el legajo nro. 7413
de la CONADEP, dijo que el Jefe de dicho centro de detención era un
argentino al que apodaban “Jovato” o “Jova”; que los guardias y oficiales
argentinos se hacían llamar todos por alias y que los comentari os de l os
mismos permi tían percibir que al gunos de ellos eran de la Policía Federal y
mencionó entre los apodos a “El Jova” o “El Jovato”, que era el jefe del local,
“El Capi”, “El Pájaro”, “El Ronco”, "Igor", "el Grumete" y "Lui s", quien era el
cocinero.
Por otro lado, también debe tenerse en cuenta que la testigo
María del Pilar Nores Montedónico, al declarar ante esta sede, relató que
previ o a encontrarse alojada en el CCDT aquí investigado, f ue trasladada en
un primer momento a lo q ue supon e que era la Superintendencia de
Seguri dad Federal , donde vi o al Mayor de Artillería Cordero, a qui en luego –
siempre según sus di chos- vio en “Orletti”.
Esta versión resul ta coincidente con el relato que habría
efectuado Luis Alberto Martínez alias “El japonés”, y explicado al describirse
los casos que tuvi eron por víctimas a dos personas q ue fueron privadas de su
libertad en el centro de detención -Crescencio Gal añena Hernández y Jesús
Cejas Arias-; en cuanto a que Gordon cumpl ía órdenes de l a SIDE, como así
también de la Superi ntendencia de Seguri dad Federal.
Finalmente, resta aclarar que las pruebas reunidas en el
expediente permiten determinar la presencia de personal de policía federal en
el operativo que terminara con la deten ción de Victoria Gri sonas, conforme

36
Poder Judicial de la Nación

habrá de exponerse en el Considerando siguiente; no descartándose q ue


personal de la misma Divisi ón, o de otra dependencia de l a repartición, haya
partici pado también en otros operativos relaci onados con los hechos
investigados en el marco de esta causa.
En definitiva, y más allá de que aún no ha sido esclarecida del
todo hasta el momento la relación exi stente entre el personal establ e de
“Orletti”, y las personas que prestaron servici os en la Superintendencia de
Seguri dad Federal, lo cierto es que los elementos con los que hasta el
momento contamos, permi ten adverti r cierta vinculación, y apreciar l a
partici pación de personal del Departamento de Asuntos Entranjeros en los
operativo de detención ilegal de Grisonas, quien luego fue trasladada al
centro cl andestino.
Por otro lado, val e mencionar que esta hipótesi s ha sido
reforzada por el testimonio de Alvaro Nores Montedónico, qui en ante el
Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1, en el marco del juicio oral
USO OFICIAL

llevado a cabo en esos estrados, con respecto a los hechos acaecidos en el


CCDT Orletti y que terminara con l as con denas dictadas con respecto a Ruffo,
Martínez Ruiz, Gugli elminetti y Cabanillas.
Álvaro Nores Montedónico relató al respecto –conforme surge del
registro audi ovisual de la audiencia en la cual prestara declaración
testimonial-: “cuando estaba en Montevideo, los Oficiales del Ejército uruguayo
dijeron que había dos miembros del Departamento de Asuntos Enhtranjeros de la
Policía Federal en la banda, que uno se ocupaba de chilenos y el otro se ocupaba de
uruguayos. En algún momento yo creo que pude haber sabido el nombre pero no me
acuerdo ahora”.
d. La acreditación de la imposición de t orturas
Al hacer una somera descri pción del f uncionamiento del CCDT
Orletti, corresponde mencionar que en este centro clandestino, en forma
generalizada, l as víctimas fueron someti das a distintas pautas de cautividad
o condiciones infrahumadas de vida, equiparables a la imposici ón de
torturas, ci rcunstan cia que f ue esbozada en las diversas resolucuiones
dictadas por el Tribunal, encaminadas a determinar la responsabilidad de las
personas que actuaron en el CCDT.
También en tales oportunidades se dejó constancia de la
generalizada imposi ción de tormentos f ísicos a los detenidos; relatos que han
sido coincidentes acerca de la modalidad de tales prácticas.
Según los testimonios, las víctimas eran generalmente al ojadas en
la planta inferior o garaje, all í eran man tenidas ti radas o sen tadas en el piso,
tabicadas y con medi os de sujeción que l es impedían moverse. Desde allí, se

37
escuchaban gritos provenientes de la planta superi or, y por turnos, y casi
siempre por la noche, los deteni dos eran subidos por una escalera a la parte
superior, donde eran interrogados y desnudados. Ya en el cuarto de tortura,
eran colgados del “gancho”; esto impl icaba ser esposados por detrás, de
donde eran colgados hasta que los pi es quedaban a unos 20 ó 30 cm. del piso;
se col ocaba por la ci ntura o cuerpo de la vícti ma una especie de cinturón de
cables que llegaban a una terminal eléctrica donde eran conectados,
produci endo esto un shock eléctrico en todo el cuerpo, y no en una parte
específica. En el piso, por debajo de l os pies del colgado, se colocaba agua y
sal gruesa; cuando ya la víctima perdía toda resistencia y sus pies vencidos
por su propio peso y cansancio, llegaban al piso con agua y sal, y así la
electrici dad era reconducida desde l os pi es hacia arri ba. Mientras la
electrici dad se apoderaba del torturado, baldes de agua fría eran ti rados
sobre su cuerpo, para q ue la sensación propia del sh ock eléctrico se
intensificara al extremo, ya inimaginabl e.
Ésta era la rutina de tortura por la que cada uno de l os alojados
en “Automotores Orletti” debía pasar a l as pocas horas de ser ingresados al
CCDT, sin perj uicio de que much os de el los eran sometidos a otras prácticas
de tortura.
Como he mencionado, l os testimonios de l os sobrevivientes
resultan contundentes no sólo en cuan to a los mecanismos específicos –y
particularmente abyectos- de tortura q ue se aplicaban en “Orletti” sino
también respecto del sometimiento a condiciones infrahumanas en las que
eran mantenidos l os cautivos que son configurativas, de por sí, del
someti miento a torturas.
e. Víctimas. Secuestros por grupos
Otra de las expresiones del plan sistemático de represión ilegal,
la encontramos al tener en cuenta el criterio de sel ección que se utilizó para
el secuestro de las personas.
En lo que atañe puntualmente al centro de detención bajo
estudio, se advi erte que muchas de las personas que han sido secuestradas en
fechas cercanas e incluso, consecutivas, no casual mente tenían en común la
pertenencia a determinado parti do pol ítico o grupo nacional.
Una de las particul aridades q ue tuvo el centro clandestin o de
detención bajo análi sis fue la cantidad de extranjeros que permanecieron all í
en cautiveri o. Así, observamos q ue además de las víctimas argentinas, hubo
gran número de uruguayos, dos cubanos y otras personas que, si bien eran
argentinas, ten ían pertenencia chilena (tal el caso de Patricio Biedma) o
boliviana (ver los casos de Ef raín Fernan do Villa Isola y Graciela Rutila).

38
Poder Judicial de la Nación

1. El caso de los ciudadanos uruguayos


Otro de los reflej os de la organización del plan cri minal
orquestado por las Fuerzas Armadas, f ue el secuestro en seri e de ci udadanos
uruguayos. La mayoría de ellos relaci onados de una forma u otra con la
militancia política uruguaya, en particular del Partido por la Victoria del
Pueblo (PVP).
Se trata de una agrupación pol ítica con larga historia en el
Uruguay, aunque con las distintas coyunturas pol íticas f ue mudando de
nombre. Así, resulta clarificador lo manifestado por la sobreviviente Sara
Méndez, q uien recordó: “Que el PVP se forma en Argentina en julio de 1975, que
es una extracción de l a FAU, q ue es la Federación Anarquista Uruguaya, que a los
años se conforma la Resistencia Obrero Estudiantil, y la OPR 33, que es la
Organización Popular Revolucionaria y 33 por los 33 Orientales. Que acá en
Argentina esa fuerza política y junto a gente proveniente de otras organizaciones, se
USO OFICIAL

forma el PVP, q ue actualmente es parte del Frente Amplio” (fs. 1097/0).


Si bien los testimonios son muchísi mos, como se habrá de
advertir en detalle en el Considerando en el cual se describen los hechos
imputados, dada la alta cantidad de mi litantes de esta agrupaci ón política
que pasaron por “Automotores Orletti”, cabe reseñar aquí algunas de ell as.
Los primeros casos que se registran son los de Gerardo Francisco
Gatti y María del Pi lar Nores Montedón ico, quienes fueron secuestrados el 9
de junio de 1976. Según constancias del citado libro “A todos ellos...” Gatti fue
presi dente del Sindicato de Artes Gráficas en Uruguay y dirigente de l a
Federación Anarqui sta del Uruguay ( FAU), luego, ya en Buenos Aires,
conformó el Partido por la Victoria del P ueblo. Pilar Nores era su secretaria.
El 13 de junio del mismo añ o fue secuestrado Washington Pérez
junto con su hijo, a quien, como ya vi mos supra, le asignaron la mi sión de
consegui r dinero del Partido a cambio de la liberación de Gerardo Gatti (para
mayor abundamiento ver el ampli o desarroll o obrante en su caso).
Luego de estos casos ocurri ó una segui dilla de secuestros que se
prof undizó entre los días 13 y 14 de j ulio de ese año.
Ariel Soto, por ejemplo, fue detenido el 14 de j ulio de 1976, y
según explicó al ser interrogado, se le preguntó específ icamente por el
Partido. Así, declaró ante esta sede: “Que el deponente en ese entonces tenía 23
años; que militaba en el PVP y que el interrogatorio era sobre gente, lugares y
contactos” relacionados con su mi litancia (fs. 1648/51).
Otra de las detenidas que pertenecía a dicho parti do pol íti co fue
Cecilia Gayoso, secuestrada el 6 de julio de 1976, quien también fue

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interrogada sobre su activi dad en la citada agrupación . Textual mente
recordó: “Que al llegar a «Orletti » fue interrogada por el Mayor Manuel Cordero,
que estaba vendada, que la interrogaba sobre su vinculación con el PVP, por locales
o casas donde se reunían y contactos, que de este interrogatorio participó otra gente
también pero sólo identificó a Cordero” (fs. 1101/2).
Margarita María Michelini fue detenida el 13 de julio de 1976. En
“Automotores Orletti” fue interrogada para q ue diera información sobre las
personas del partido. Precisó: “Que los i nterrogatorios versaron sobre con quién
se iba a ver, o le pedían el nombre de alguna persona, pero que no eran
interrogatorios concretos. Que ellos eran de una organización política, que eran del
Partido para la Victoria del Pueblo, que l uego se desvinculó” (fs. 1188/90).
También Enrique Rodríguez Larreta, q uien fue secuestrado el 13
de julio de 1976, ref irió que los interrogatori os de los ilegal mente detenidos
versaba sobre el partido. Así recordó: “En general la gente que estaba
secuestrada era de lo que después se llamó PVP, y que las preguntas versaban sobre
la organización del partido” (fs. 716/9).
No puede dejar de mencionarse q ue h ay casos q ue ten ían una
vinculación sól o tan gencial con el partido, tal es el caso de Ana María Salvo,
quien en esta sede declaró: “Yo era de la militancia estudiantil, Resistencia
Obrero Estudiantil, el PVP se formó más tarde y yo ya no militaba. Mi hermano y
mi esposo eran del PVP los dos, yo ya estaba separada de mi esposo” (fs. 2236/8).
Es de público y notorio que han sido muchos más los ci udadanos
uruguayos, víctimas del terrori smo de Estado, que fueron secuestrados en
esta mi sma época.
Aquellos hechos descriptos en anteri ores resolui ones se refieren a
los probados judicialmente, dejando de lado posiblemente el tratamiento de
los padecimi entos de otras personas q ue estuvieron cautivas en el mi smo
centro cl andestino, por no haber sido estos hechos puestos en conocimeinto
del suscri pto, o bien, por no haberse aunado l a suficiente prueba en tal
sentido.
En tales resolutorios se hizo alusión a la organizaci ón del plan
represivo llevado a cabo por sus operadores, y se ha realizado la descri pción
del funcionamiento del aparato de poder en cuanto a las víctimas allí
tratadas, haci éndose mención de q ue la gran mayoría de l os secuestros de los
grupos de tareas que operaban desde “Automotores Orletti” no eran al azar ni
dependían de l os muchos perpetradores de propi a mano, si no que exi stían
estrategias planificadas en los máximos niveles, de persecución sistemática
de grupos o agrupaciones que se consi deraban enemigas, estrategias que, a
través de órdenes de mando, fl uían a través de las di versas jerarq uías del

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Poder Judicial de la Nación

aparato de poder (en este caso, desde la jefatura de l a SIDE a cargo de


Paladino hasta l a dependencia conocida como OT 18 a cargo de Calmon y
Cabanillas, creada ad hoc mi entras “Orletti” se mantuvo operabl e), que
alimentaban el trabajo de “inteli gencia” y pon ían en marcha el aceitado
mecanismo que comenzaba con las patotas o grupos de tareas, y daba paso
luego a l os torturadores.
Tambi én en anteriores resol uciones se ha mencionado la
existencia de vícti mas de diversas nacionalidades, confluyendo en este centro
clandestino l os di plomáticos cubanos Jesús Cejas Ari as y Crescencio
Nicómedes Galañen a Hernández, ambos de nacionalidad cubana, que f ueron
detenidos el 9 de agosto de 1976 en el barri o de Belgrano en las cercanías de
la sede de la Embajada de Cuba, quienes permanecen hoy en día
desapareci dos; como también personas de nacionalidad uruguaya, boliviana y
chilena.
También en resol uci ones anteri ores se ha analizado el caso de
USO OFICIAL

aquellas personas que se ha probado que fueron asesinadas, con especial


referencia a Carl os Híber Santucho, qui en fue asesinado el 19 de j ulio de 1976
y cuyo cuerpo fue hallado en un terreno baldío en la call e Pringles, entre
Caseros y Garay, el mismo día a las 15 hs. aproximadamente; haciéndose
mención a que Santucho, hermano del di rigente del ERP Mari o Roberto, había
sido detenido el 15 de juli o de 1976 y l levado a “Automotores Orletti” junto
con su hermana, Manuela Santucho, y con su cuñada Cristina Navaja.
Por otro lado, se ha desarroll ado el caso de relativo a otras ci nco
personas, tratándose de: Ricardo Alberto Gayá, Gustavo Gayá, Ana María del
Carmen Pérez, Dardo Zelarayán y Marcelo Gel man, cuyos cuerpos fueron
hallados en el Cementerio de San Fernando.
Así, entre l os medi os de elementos de prueba colectados hasta el
presente y que guardan relaci ón con l os hechos investigados, el Tribunal
cuenta con el expediente nro. 29.696 del registro del J uzgado Federal de
Primera Instancia n ro. 1, Secretaría en lo Criminal y Correccional, de San
Martín, Provincia de Buen os Aires.
Esta investigaci ón comprendió el hallazgo de ocho tambores que
fueron encontrados en el Canal de San Fernando por personal de la Prefectura
Naval Argentina y que contenían en su i nterior cuerpos sin vida.
Tales actuaciones fueron iniciadas en octubre de 1976 a raíz de la
denuncia efectuada por un prefecto de nombre Juan Castilla que, en
circunstancias de di rigirse a su trabajo, observó entre el 13 y el 14 de octubre
de aquel año, tres vehícul os ubicados sobre la calzada y q ue desde un o de
ellos –un cami ón- se arrojaban bultos contundentes al río. Castilla manifestó

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en sus declaraci ones que las personas que habrían realizado ese acto, estaban
vestidas de civil y que serían unas vei nte. El nombrado, l uego de observar
estos hechos, se diri gió a la Oficina de Guardia de la Prefectura y anotició a
las autoridades de ese destacamento, l as cual es enviaron una comi sión al
lugar de referencia - por l a Call e Col ón a la altura del puente ferroviario que
atravi esa el Canal San Fernando- que no logró encontrar los vehícul os pero
que sí pudo establecer la existencia de huellas. En vi rtud de esto, se realizó
una búsqueda de los bultos en el río, cuyo resultado f ue el hallazgo de ocho
tambores f ondeados, que estaban herméti camente cerrados y con cadenas.
Tras la apertura de esos tambores, se hallaron ocho cadáveres en
estado de putrefacci ón y con una mezcla de arena y cemento adherida a ellos,
que rellenaba el tambor. Había un cadáver en cada uno de los tambores. Estos
cuerpos en ese momento no lograron identificarse, pudi endo establecerse que
se trataba de dos N.N. de sexo femenino y seis N.N. de sexo masculino. Estos
cuerpos fueron trasl adados al Cementeri o de San Fernando, en cuya morgue
fueron analizados. El informe final establecía que seis N.N. masculinos y uno
de los femeninos presentaban como causa de muerte lesión cerebral
produci da por orificio de bala mientras que el restante presentaba muerte por
lesión cerebral por traumatismo de cráneo. Se estableci ó asimismo que los
fallecimientos databan de más de diez días. Los cuerpos f ueron inhumados en
el Cementeri o de San Fernando el 20 de octubre de 1976.
Vinculado a ese expediente, se encuentra la causa nro. 4439/89
caratulada “Guarino, Mirta Liliana...” del Juzgado Federal en lo Criminal y
Correccional nro. 1 de San Isidro. De estas actuaciones, surge que fueron
encontrados en el Cementerio de San Fernando restos óseos N.N. y que
realizados los análisis de rigor se determinó que pertenecían a Ana María del
Carmen Pérez, Marcelo Ariel Gelman, l os hermanos Ricardo y Gustavo Gayá
y Dardo Albeano Zelarayán como así también la fecha de defunción (el 9 de
octubre del mismo año) y la causa de muerte (por destrucción de masa
encefálica por herida de arma de f uego).
El expediente ci tado resulta de vital importancia, ya que permite
conocer una de las f ormas escogidas por los operadores del plan sistemático,
para efectivizar la “desaparición” de los detenidos ilegal es. Se advierte q ue la
metodología utilizada al colocar los cadáveres en los tambores estuvo
diseñada con el fin de que estos no afloren a la superficie; para ell o, se
entiende, la colocaci ón de cal y cemento junto a los cuerpos.
Por otro lado, también permi te adverti r la mise en scene
desarroll ada por l os responsabl es de “Orletti” para esta últi ma fase de
“traslado” de los cautivos; pues la disposición de varios veh ículos, entre ellos

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Poder Judicial de la Nación

un camión y una ambulancia, y la asi gnación de aproxi madamente veinte


hombres para tal tarea, previo a lo cual se habrían avocado a la procura de
los tambores de capacidad de 200 litros, como de también cal y cemento;
demuestra cuánto esfuerzo ha sido destinado por los agentes del plan
represivo para perpetuar el ocul tamiento del destino dado a las vícti mas.
El proceso de deshumanización, que comenzaba con la captura y
continuaba en el campo de detención y tortura, tuvo en estos casos, un final
que difícil mente pueda ser superado desde la perspectiva de la eliminación
de todo vesti gio de condición humana para con los cautivos: hay que caer en
la cuenta q ue personas con las que compartimos una mi sma cultura, una
misma civili zación, ejecutaron de un disparo en la cabeza a hombres y
mujeres que estaban a su merced; luego se procuraron tambores, arena y
cemento; l uego, no sin esfuerzo y seguramente de propia mano, colocaron los
cadáveres en los tambores, l os rell enaron, l os sellaron, ll evaron con sus
brazos la carga de restos human os hasta l os camiones, y finalmente, arrojaron
USO OFICIAL

los tambores al río, último acto éste en el que -según relataran los testigos-
partici paron una vei ntena de victimarios.
La mayor parte de l a prueba que ha permitido la reconstrucción
del funcionami ento del centro clandestino, se encuentra en los testimonios de
los sobrevivientes, es decir, de aquellas personas que l uego de estar en el
centro clandestino, fueron liberadas, a la vez que también, entre los
sobrevivientes, en el caso particular de este centro clandestin o, se cuenta con
dos personas que se fugaron del mismo, tratándose de José Ramón Morales
(hijo) y Graci ela Lui sa Vidaillac.
Los nombrados estaban casados en la época en que fueron
detenidos. Su detención se produjo el 2 de octubre de 1976 en circunstancias
en que volvían de la casa de los padres de José, que se ubicaba en la localidad
de Haedo, Provinci a de Buenos Aires. Fueron trasladados a “Automotores
Orletti” donde los sometieron a tormentos, y en l os primeros días de
noviembre de 1976, se fugaron de este centro de tortura, siendo ilustrativas al
respecto las palabras de Graci ela Vidaill ac, al prestar decl aración en la causa
“Rodríguez Larreta” (fs. 142/vta).
En cuanto a las vícti mas de nacionali dad uruguaya, la mayoría de
ellas fueron trasladadas a la República Oriental del Uruguay. Esta modalidad
responde a la estrategia internacional conocida como “Plan Cóndor”, que
trasciende el objeto procesal de la presente causa.
El centro de detenci ón bajo investigación funcionó en el período
comprendido entre el 12 de mayo –fecha en que es entregado el local en
alquiler- hasta noviembre del año 1976. El primer traslado de víctimas al país

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vecino tuvo lugar entre los días 24 y 26 de julio del mismo año. Se trató de un
traslado masivo q ue comprendió a veinticuatro de las personas que estaban
en el centro. De estas personas, salvo una, todas eran de nacionalidad
uruguaya. Víctor Hugo Lubi án, aunque de nacionalidad argentino, era
residente uruguayo.
En ocasión de decl arar ante este Tribunal, Ana María Salvo
Sánchez aportó al Tribunal los nombres de quienes fueron en ese primer
vuelo. Dijo: “...estaba yo, Asilú, Elba Rama, Mónica Soliño, Cecilia Gayoso,
Edelweis Zhan, Marta Petrides, Quadros, Margarita Michelini, Laura Anzalone,
Sara Méndez, Elizab eth Pérez Lutz, Ali cia Cadenas, creo que éramos catorce
mujeres. De los varones me acuerdo de Gastón Zina, Eduardo Deán, Ariel Soto,
Altuna, Lubián, Rodríguez Larreta hijo y padre, Jorge González (marido de Pérez
Luz), López Burgos. En el vuelo también iba José Díaz, el compañero de Laura
Anzalone, a los dos los sacaron para Europa. Todos salimos de Orletti. Puedo
estarme olvidando de alguno, estos son los que recuerdo ahora...”. El Tribunal ha
dado por acreditado que, además de l os mencionados por Salvo Sánchez, ha
viajado en el primer vuelo a la ciudad de Montevideo Raquel Noguei ra, quien
fuera la esposa de Rodríguez Larreta hijo.
Las personas menci onadas, que fueran indicadas como aquellas
que entre el 24 y el 26 fueron subidas a un avión y llevadas a la República
Oriental del U ruguay.
A modo de ejemplo, merece ser mencionado un o de los
testimonios de q ui enes fueran vícti mas de estos hechos. Eduardo Deán
Bermúdez, al declarar ante este Tribunal dijo “que lo subieron en un camión
militar con soldados y efectivos mixtos -uruguayos y argentinos- con una caravana
de dos o tres vehículos más con sirena abierta. Que llevaban las muñecas atadas con
alambre y les pusieron leuco en la boca y en los ojos. Que los llevan hasta un avión
de la compañía TAMU en lo que aparentemente era Aeroparque. Que viajan
directamente al Aeropuerto de Carrasco en Montevideo y de allí los llevan a una
casa clandestina en la costa de Montevideo, Punta Gorda. Que allí estaban
totalmente desligados de efectivos argentinos. Que ya desde el avi ón por las voces y
órdenes se trataba de efectivos militares uruguayos”.
Resulta i mportante aclarar que estos hechos ocurridos en
territorio del país vecino no conforman parte del objeto procesal que se
investiga en l a presente, por lo cual no comprenden l a presente imputaci ón;
ni tampoco ha de al canzar esta investi gación a los hechos acaecidos una vez
que las víctimas luego de egresar de “Orletti” ingresaron al avión q ue las
transportó a l a República Ori ental del Uruguay.
Asimismo, otras de las personas cuyo destino tomó l a forma de
viaje a la República de Uruguay, fueron trasladadas en avión de línea. Se

44
Poder Judicial de la Nación

trata de casos aislados, es deci r, que no consistió en un trasl ado masivo como
sí lo fue el vuel o descrito anteri ormente.
Tal es el caso de María del Pilar Nores Montedónico, María Elena
Laguna, Beatriz Victoria Barboza Sánchez, Francisco Javier Peralta y Álvaro
Nores Montedónico. Estas cinco personas fueron subidas a aviones de línea y
llevadas a la Repúbli ca Ori ental del Uruguay en distintas fech as (ver gráfico).
El caso de Beatriz Victoria Barboza Sánchez y Francisco J avier
Peralta, casados, tiene una particul aridad más pues los nombrados f ueron
detenidos el 30 de septiembre de 1976, en forma separadas, llevados a
“Automotores Orletti” y obligados a salir de la República Argentina con
destino a la de Uruguay.
Barboza Sánchez declaró ante estos estrados que en la
tarde/noche del mismo día la llevaron donde estaba su mari do y les dijeron
que les iban a dar la posibili dad de volver a Montevi deo, a lo que ellos
manifestaron su negativa a tal of erta, ya que en Buenos Aires tenían trabajo.
USO OFICIAL

A continuación ell a contó que “...a esto los represores les di cen que o
van a Montevideo o son boleta. Que les dicen que los van a liberar en un punto de la
ciudad y los iban a seguir para cerciorarse de que fueran a Montevideo y que iban a
ir en un vuelo de línea normal y corriente. Que efectivamente, los vuelven a vendar,
los sacan y los dejan en un lugar de Buenos Aires que no recuerda. Que se toman un
taxi y van a su apartamento. Que en el trayecto era obvio que los seguían, que no se
ocultaban. Que van al apartamento, se llevan un par de cosas y van a aeroparque.
Que era de noche y había muchísima gente”. Agregando luego que
ostensiblemente los seguían y que en el avión a Mon tevideo viajaron
normalmente (fs. 1658/9).
Por otro lado, muchas de las personas que estuvieron en el centro
clandestino, revi sten la calidad de desaparecidos.
Como f uera asentado precedentemente, la metodología de la
desaparici ón fue uno más de los mecanismos el egidos por l as Fuerzas
Armadas para propi ciar la i mpunidad de los crímenes cometi dos. Asi mismo y
como muy claramen te explicara el informe de la Comisi ón Nacional sobre la
Desaparición de Personas, “…fue otra de las formas de paralizar el reclamo
público, de asegurarse por un tiempo el silencio de los familiares. Precisamente,
alentando en ellos la esperanza de que su ser querido estaba con vi da, manteniéndolo
en la imprecisa calidad de persona desaparecida, se creó una ambigüedad que obligó
al aislamiento del familiar, a no hacer nada que pudiera irritar al Gobierno,
atemorizado por la sola idea que fuera su propia conducta el factor determinante de
que su hijo, su padre o su hermano pasara a revistar en la lista de personas
muertas.” (Nunca más, Informe de la Comi sión Nacional sobre la Desaparición
de Personas –CONADEP-, Eudeba, Bs. A s., 1984, p. 26) .

45
Considerando Tercero
3.1. El Grupo de Tareas 5
Conforme se ti ene por acredi tado en autos, la privaci ón ilegal de
la libertad agravada de la que fuera víctima Victoria Lucía Grisonas, se
concretó a través de un operativo efectuado por integrantes del
“Departamento de Asuntos Extranjeros” de la Policía Federal Argentina que
se desempeñaron en comisión en el Grupo de Tareas 5 de l a Secretaría de
Informaci ones del Estado –SIDE-.
Respecto de la existencia de los Grupos de Tareas, como un idad
operacional del aparato represivo instaurado durante la úl tima dictadura,
cabe traer a colaci ón los dichos de J uan Antonio del Cerro en ocasión de
prestar declaración i ndagatoria en el marco del Legajo de Prueba nro. 119 de
la Causa nro. 450 de la Excma. Cámara del Fuero, actuaciones que lucen
agregadas a fs. 8239/72.
El nombrado hizo especi al hincapié en esa actuación
especiali zada de l os Grupos de Tareas en base a obj etivos determinados,
señalando que “cuando el Ejército toma el control de la lucha contra el terrorismo,
se crea la Central de Reunión y distribuye en grupos de tareas y qué dependencia
iba a tener asignado cada grupo, se determinó también qué grupo iba a investigar a
cada organización terrorista” –fs. 8241-.
En el mi smo sentido, di o cuenta de cuáles eran los “Grupos de
Tareas, dependientes de la Central de Reunión dependiente del Estado Mayor del
Ejército”, expresando que estos grupos eran: “G.T.1., que trabajaba las
organizaciones PRT-ERP y tenía asiento en el Servicio Penitenciario Federal; G.T.2.
que trabajaba la organización MONTONEROS y tenía asiento en el Batallón de
Inteligencia 601; G.T.3. que trabajaba P.C.M.L.A., E.P.L., F.A.P. y F.A.R. con
asiento en el Servici o de Inteligencia Naval y el G.T.4. que trabaja E.R.P.22,
O.C.P.O., y finalmente el G.T.5., con asiento en S.I .D.E. que trabajaba
Tupamaros, M.I.R. chileno y M.I.R. boliviano, contr olando tam bién
elementos de la Junta Coordinadora Lati noamericana” –fs. 8240vta.-.
Asimismo corresponde mencionar lo expresado por Roberto
Peregrino Fernández ante la Comisión Argentina de Derechos Humanos el día
8 de marzo de 1983, declaración agregada en el Legajo Conadep 8066 que luce
a fs. 8414/85 de autos.
Fernández expresó en dicha oportunidad “que los Grupos de Tareas
(GT) son creados con motivo del golpe de 1976, pese a que, dentro de la jerga militar
es costumbre denominar «grupos de tareas» a los efectivos a quienes se encomienda
el cumplimiento de un determinado objetivo operacional”, indicó que “estos grupos
implican una distorsi ón del normal organi grama militar y de hecho constituyeron
un aparato paralelo que subvirtió y distorsionó la estructura jerárquica

46
Poder Judicial de la Nación

organizativa. Esto en la medida en que estaban integrados por oficiales de distintas


especialidades con poderes al margen del escalafón, de hecho, incluso, sobre sus
superiores jerárquicos”.
Respecto de la conformaci ón de los mismos, Fernández expresó
que le constaba que “pertenecían a los GT civiles y miembros de otras fuerzas de
seguridad como por ejemplo Policía Federal, Policía de la Provincia de Buenos
Aires, Prefectura Marítima, Gendarmería Nacional, etc.”., afirmando también que
los “GT dependían de los respectivos Comandos Generales de las Fuerzas Armadas.
Como manera de centralizar la actividad operativa de los grupos militares y
policiales que actuaron en la represión llamada «guerra sucia» se crearon GT con
jurisdicción dentro del área de competencia original del Primer Cuerpo de Ejército,
es decir, Capital Federal, Gran Buenos Aires, La Plata, etc.” –fs. 8432-.
Asimismo, el nombrado señaló la exi stencia de una “amplia
colaboración entre los distintos Grupos de Tareas (GT)”, indicando que ella se
tradujo “en el pedido de allanamientos y secuestros en cualquier lugar del país y
USO OFICIAL

que surgieran de la continuación del procedi miento inicial”, agregando luego que,
sin perj uicio de ell o, “cuando se trataba de un operativo importante tanto por
razones represivas como por la presunta existencia de dinero o bienes en el lugar
señalado como objetivo, la práctica habitual era que el GT que había iniciado el
operativo continuara con él sin solicitar colaboración” –fs. 8445vta.-.
En sentido coincidente con lo expresado por Del Cerro respecto
de la especiali zación de los Grupos de Tareas en base a determinados
objetivos del aparato represi vo, Fernández dijo: “los distintos Grupos de Tareas
(GT) habían especializado su act uación por grupos políticos. Así, por ejemplo, el
Ejército tenía a su cargo la represión del ERP, la Armada a Montoneros, la Fuerza
Aérea, a organizaciones menores, FAL, FAP, etc., y la PFA, a pesar de trabajar bajo
jurisdicción del Ejército también se encargaba de la represión a Montoneros.
Cuando algunos de los GT secuestraban a alguna persona que por su parti cipación
interesara a otro GT, se trasladaba al prisionero” –fs. 8445vta.-.
Como se dejó sentado, a parti r del ofi cio glosado a fs. 7 del
expediente LETRA P – 237.029 N° 1976 iniciado por la División Reti ros y
Pensiones y vinculado con l os trámi tes de retiro obli gatorio de Rolando Oscar
Nerone, el Teniente Coronel (retirado) J uan Ramón Ni eto Moreno dio cuenta
de que el operativo que culminara con la detención de Victoria Lucía
Grisonas fue efectuado por el Grupo de Tareas 5de la S.I.D.E.
En efecto, dicho ofi cio que fuera firmado por el fallecido Nieto
Moreno identificándose como “Jefe G.T.5.” fue dirigi do al Comisari o Inspector
Mariano González, Jefe del Departamento de Asuntos Extranjeros de l a
Superinten dencia de Seguridad Federal, informando “la actuación que cupo a
los Oficiales Inspectores Rolando Oscar Nerone, Roberto Gómez Migenes y Oscar

47
Roberto Gutiérrez del Departamento a su cargo en comisión en el G.T.5., en los
procedimientos que condujeron al desbaratamiento del sector militar de la
organización sub versiva O.P.R.33 (ORGANIZACI ÓN POPULAR
REVOLUCIONARIA 33 ORIENTALES)”, consignándose específicamente lo
sucedi do en el procedimiento efectuado “el domingo 26 de septiembre en la
localidad de Grl. San Martín (Avda. Mitre 1050) Pcia. de Bs. As.”.
Al respecto, corresponde señalar que a esta altura de la
instrucci ón corresponde tener por probado que el Grupo de Tareas 5 estuvo
integrado por personal civil de inteligencia de la Secretaría de Inteligencia
del Estado y personal del Departamento de Asuntos Extranjeros de la
Superinten dencia de Seguridad Federal de la P.F.A., siendo dicho grupo de
tareas, dependiente del Departamento de Contrainteligencia -A.II.4- de la
Direcci ón Interior - A.II- de esa Secretaría de Estado, conforme la estructura
orgánica de la misma resultante de la resolución 643/76, con vigencia entre el
20 de agosto y el 20 de diciembre de 1976.
Debe destacarse q ue el Grupo de Tareas 5 no aparece, sin
embargo, en las nomenclaturas resultantes de las estructuras orgánicas
vigentes durante l os años 1976 a 1977.
En primer l ugar, cabe decir q ue, a partir del día 1° de f ebrero de
1976, conforme f uera estableci do por l a resoluci ón “S” n° 855 del 30 de
diciembre de 1975, el Departamento de Contrainteli gencia -A.II.4-, tuvo como
dependencias las Divisiones Fichero - A.II.4.a-, Organizaci ones Armadas y
Clandestinas -A.II.4.b- y Si tuación Subversiva -A.II.4.c-, así como por las
secciones Inteligenci a Técnica -A.II.4._.1- y “Doc. y Public.” - A.II.4._.2-.
La estructura orgáni ca de la S.I.D.E. f ue modificada a través de la
resol ución “S” n° 643 de fecha 20 de agosto de 1976.
A través de la resol ución “S” n° 734/76 se adecuaron las si glas de
encumbramiento de las dependencias, a parti r del 23 de septiembre de 1976,
surgiendo de esta nomenclatura que del Departamento de Contrainteli gencia
dependi eron las Divisiones “Fichero” –A.II.4.a-, “O.A.C.” –A.II.4.b-,
“Situación Subversi va” –A.II.4.c-, y “J.C.R.” –A.II.4.d-; así como también la
Sección Inteli gencia Técnica –A.II.4._.1-.
Recién en la estructura orgánica resultante de la resol ución “S”
47 de fecha 1° de noviembre de 1977 y bajo la codificación estableci da
mediante resol ución “S” n° 1231/77 del 20 de diciembre de ese año, surge la
existencia de la “División G.T.5.” –cód. 8273- dependiente del Departamento
de Subversión –cód. 827-, correspondiente a la Di rección de Inteligencia
Interior –cód. 82-.

48
Poder Judicial de la Nación

No obstante ell o, la existencia del Grupo de Tareas 5 en el ámbito


del Departamento de Contrainteli gencia a cargo de Nieto Moreno, debe
tenerse por acreditada a la l uz del ofi cio de fecha 3 de octubre de 1976
obrante en el expedi ente de reti ro obligatori o de Nerone, en tanto allí Nieto
Moreno hace referen cia a su existencia, a la Jefatura que sobre ese grupo él
ejercía, a la concreción de operativos en el marco de l a llamada “l ucha
antisubversiva”, y a la existencia de personal del Departamento de Asuntos
Extranjeros que se desempeñaba en comi sión en el mismo.
Ahora bien, existen otras numerosas constancias documen tales
que deben sumarse a la precedentemente citada.
En pri mer lugar, corresponde indicar aquellas q ue surgen de
legajos personales de la Secretaría de Inteligencia de la P residencia de la
Nación correspondi entes a distintos agentes civiles de inteligencia que se
desempeñaron a la fecha del operativo y durante el período en el que
funcionara en el CCDT “Automotores Orletti” en ese grupo de tareas.
USO OFICIAL

Conforme fuera informado por la S.I.D.E. en fecha 8 de abril de


2005, durante el lapso comprendido, al menos, entre los meses de mayo de
noviembre de 1976, seis integrantes de esa Secretaría se desempeñaron
teniendo como desti no el Departamento A.II.4 –es decir, el Departamento de
Contrainteligencia a cargo de Nieto Moreno-, teniendo como superior
jerárq uico a Carl os Alberto Roq ue Tepedino –a cargo de la Dirección de
Interior A.II.- y por función, la de ser “Agente de Seguridad GT5” o “Auxiliar
de Seguridad GT5”.
Asimismo, compulsados los legajos de estos agentes, se advierte
que en fecha 13 de septiembre de 1976 (trece días antes del operativo de la
calle Mitre) el General de Brigada Otto Carlos Paladi no solicitó al
Subsecretari o C –de Personal- la incorporación de los mismos, en estos
términos: “El Señor Subsecretario se servi rá adoptar las medidas pertinentes para
incorporar al organi smo como «Agentes Secretos» del Sub cuadro C 2 de
conformidad con lo est ablecido por los artículos 9° y 10° de la ley 19.373 y art. 10°
del decreto S N° 4639/73 al personal que figura en la planilla adjunta el que será
asignado a la Direcci ón A.II (Dpto A.II.4) para satisfacer las necesidades de
infraestructura de una base instalada fuera del organismo. Atento a la
perentoria necesidad de incorporación de los causantes, l os recaudos de
contrainteligencia han sido inicialmente satisfechos por la D irección A.II que
oportunamente remitirá a esa Subsecretaría los antecedent es incorporados.
Paralelamente, el citado personal será enviado por la Dirección A II al
Departamento Personal a efectos de llenar las fichas y planillas de estilo salvándose
los restantes requisitos en función de la categoría de agentes secretos de las

49
personas en cuestión. A los efectos del alta en el organismo deberá considerarse el
20 Set 76” –fojas 5 del legajo correspondiente a Rubén Müller-.
Según la nómina correspondiente, di ez personas serían las
incorporadas para “satisfacer las necesi dades de infraestruct ura de una base
instalada fuera del organismo”, siendo al menos seis de ellas las que luego
serían destinadas como Agentes Secretos del G.T.5.
Tales personas, f ueron nombradas a través de la resolución
738/76 del 24 de septiembre de 1976, que ordenó darles “al ta con fecha 20 de
septiembre de 1976 con carácter condi cional …”
Otra cuestión relevante y que vincul a a estos integrantes del
Grupo de Tareas 5, con la Jefatura del Departamento de Contrainteligencia a
cargo de Nieto Moreno, resulta ser la ci rcunstancia de que en su primera f oja
de concepto, aparecen como calificados por “Ramón Chui. Jefe A.II.4”.
En la ficha de personal de los sei s agentes, los mismos aparecen
presentados a l a Secretaría, precisamente, por Juan Ramón Ni eto Moreno.
De manera que, la urgencia con la q ue fueron designados tales
agentes, la circunstancia de hayan sido destinados a funciones de Seguridad o
Secretas en el G.T.5., consignándose que su ámbi to de actuación quedaba
situado en una base operativa fuera de la Secretaría, el hecho de que todos
ellos hayan sido presentados por el Jefe de Contrainteligenci a Nieto Moreno
de quien, una vez nombrados, dependerían en el Departamento A.II.4, son
pruebas claras de la existencia de ese grupo a la fecha de l os hechos, que se
suman a la nota suscripta por Nieto Moreno q ue da cuenta de que al menos
tres oficiales del Departamento de Asuntos Extranjeros de la
Superinten dencia de Seguridad Federal de la P.F.A. se desempeñaban en el
mismo.
Asimismo, distintas constancias a las que hiciera referencia el
informe de la Comisión Provincial por la Memoria glosado a fs. 8891/95 dan
cuenta de la existen cia del Grupo de Tareas 5 de la S.I.D.E. y de l a acti vidad
desplegada en torno a determinadas grupos pol íticos fundamentalmente de
origen extranjero, que concurren en consonancia con los ya citados el ementos
probatorios que dan cuenta de la especiali zación por objetivos que
caracterizó la existencia de los grupos de tareas.
Mediante dicho inf orme, entre otras constancias documentales
obrantes en el archi vo a cargo de esa Comisión, se aportó el legajo “Carpeta 1
– Prefectura naval Zona Atlántico Norte”.
Dicha legajo se inició con un memo que la Sección Información
dirigi ó al Servicio de Inteligencia de l a Prefectura Zona Atl ántico Norte con

50
Poder Judicial de la Nación

el objeto de “Remitir Información” producida por la “Comunidad Informativa”


sobre diferentes organizaciones.
Concretamente, en el legajo luce un informe de inteli gencia
fechado el 1° de septiembre de 1977, elaborado por el Grupo de Tareas 5
(“Cen Reun/G.T.5.”).
Conforme el informe de la Comisi ón de fs. 8891/95, “[a]ll í se
consignan vínculos entre organizaciones de Argentina, Uruguay, Chile y Boli via
que conformaron la denominada Junta Coordinadora Revolucionaria (JCR). Se hace
una evaluación de cada organización: «Situación Actual, Probable Evolución,
Capacidades, Vulnerabilidades», etc”.
Compulsada dicha documental se advi erten distintos “Inf ormes
Especial es” en los que consta un acabado estudio referen te a la “Junta de
Coordinación Revolucionaria”, el “Movimi ento de Liberación Nacional-Tupamaros
(Uruguay)”, el “Movimiento de Izquierda Revolucionaria (Chile)” y el “Ejército de
Liberación Nacional (Bolivia)”.
USO OFICIAL

Para cada una de tales organizaci ones se consignó información


relativa a su “Organización”, “Situaci ón actual”, “P robabl e Evol ución” y
“Vulnerabilidades”.
Así, puede destacarse que, en cuanto a l a Junta de Coordinación
Revol ucionaria, se consignó que a l a fecha del informe, carecía de “estruct ura
orgánica, habiendo incidido fundamentalmente en ello, las siguientes
circunstancias:
- La muerte de Mario Roberto SANTUCHO, principal gestor de la aludida
organización subversi va continental integrada por:
- «PRT - ERP»
- «MLN - T»
- «MIR»
- «ELN»
- La muerte o reclusi ón de los principales miembros que atendieron las
relaciones internacionales de la «JCR» y/o representaron a sus respectivas
organizaciones ante la misma.
- La neutralización del accionar político y paramilitar de la organización que
ejercía prácti camente l a rectoría de la «JCR» (PRT ERP) .
- La desactivación experimentada por el resto de las organizaciones subversivas
componentes de la «JCR», que lograron eludi r la acción antisubversiva de las
FF.LL en el país”.

En el acápite “Si tuación Actual” de dicha organización, se


informó que se encontraba “[p]rácticamente desactivada en nuestro país,

51
careciendo cada una de las organizaciones componentes de representación a nivel
«JCR»”.
Como se dijo, el in forme tambi én se ocupó de la situación del
“Movimiento de Liberación Nacional-Tupam aros (Uruguay)”.
En este caso, se in dicaron como causas de la carencia de una
estructura orgánica del movimiento en nuestro país, las si guientes: a) “El
decidido y sostenido accionar antisubversivo emprendido por las Fuerzas Conjuntas
Uruguayas, que reduj eron sustancialmente el potencial operacional primigenio que
caracterizó a esa organización subversiva”; b) “La caída del Gobierno de Salvador
ALLENDE en CHILE, país donde la organización subversiva analizada había
establecido una importante base operacional y de formación de cuadros”; c) “La
detención en ARGEN TINA de los principales miembros del MLN-T que emigraron
de URUGUAY y CHI LE y que constituyeron en nuestro país el Comité Central y el
aparato militar de la aludida agrupación sub versiva”, y d) “El proceso de escisiones
internas que experimentó el MLN-T en ARGENTINA. La consecuente dispersión de
sus cuadros”.
Asimismo, al señalar las “vulnerabilidades” del movimi ento
uruguayo, se consi gnaron como tales, entre otras: a) “La experiencia
adquirida por las FF.LL. en la lucha contra la subversión y el conocimiento
que éstas poseen sobre la identidad de los principales cuadros de la
organización clandesti na, modus operandi, etc.”; b) “El estado de sensibilidad e
inseguridad permanente de la pérdida por muerte y/o reclusión de sus
principales miembros directivos combatientes; la dispersión de cuadros; las
escisiones producidas en su seno; la permeabilidad que han presentado sus
estructuras de seguri dad; la infiltración en las mismas, etc.”; y c) “La endeble
resistencia que los detenidos oponen a las FF.LL. y las ulteriores
consecuenci as que generalmente producen en detrimento de la organización”.
Sobre el ya mencionado “Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(Chile)” se f ormularon idénticas consideraciones a las ya precedentemente
citadas.
A través del informe glosado a fs. 8891/ 95, la Comisión concluyó
sobre este informe: “se debe precisar que el mismo fue elaborado por el GT5 -grupo
de tarea 5– que de acuerdo al análisis comparativo de legajos DIPBA y las piezas
documental de Prefectura, se puede afirmar que GT5 es por lo menos, uno de los
grupos de tareas de la SIDE”.
A ello, corresponde señalar q ue el inf orme es absolutamente
concordante con lo declarado por J uan Antonio Del Cerro en el marco de
legajo n° 119 ya ci tado, en cuanto hiciera referencia que el G.T.5. tenía
asiento en la S.I.D.E. y que “trabajaba” l as organizaciones ”Tupamaros, M.I.R.

52
Poder Judicial de la Nación

chileno y M.I.R. boliviano, controlando tam bién elementos de la J unta Coordinadora


Latinoamericana” –f s. 8240vta.-.
Otras constancias documentales remi tidas por la Comi sión
Provincial por la Memori a tambi én surgen corroborando la ubicación que el
Grupo de Tareas 5 tuvo en la estructura orgánica de la S.I.D.E. y de su
actuaci ón durante el año 1976.
En efecto, del legajo n° 8767, Mesa “Ds”, carpeta “Vari os” de la
Direcci ón General de Inteligencia de la Policía de la Provi ncia de Buenos
Aires, que se iniciara con motivo de un memo fechado en noviembre de 1976
procedente del Batallón de Inteligencia 601 hacia otras dependencias, entre
ellas el “GT5 SIDE”.
Asimismo, el l egajo 10.897, Mesa “Ds”, carpeta “Vari os” se i nició
con un parte confidencial de fecha 16 de dici embre de 1977 producido por
“S.I.D.E. – A.II.4 – (G.T.5.)”, señal ándose así la ubicación precisa de ese
grupo dentro de la estructura orgánica de la Secretaría.
USO OFICIAL

A través de es comunicación, se inf orma que “elementos no


identificados sustrajeron del consulado de Italia en Basilea, 200 pasaportes en
blanco” y se da cuenta de q ue “se advierte sobre tal circunstancia, en razón de que
en un operativo simil ar perpetrado en oportunidad anterior, documentación de ese
tipo fue hallada en distintos países (Rumania, México y Canadá) en poder de
extremistas y delincuentes comunes” –se acl ara q ue en la documental el formato
del texto está consi gnado en mayúsculas-.
Luego, y “ante la posibilidad de que a la documentación de referencia
se le diera la finalidad apuntada precedentemente”, se solicitó que “de detectarse
y/o secuestrarse algún pasaporte de los sustraídos al consulado de Italia en Basilea
se informe a esta SIDE (DPTO. A.II.4 –G .T./5)”.
Resta señalar q ue di cha comunicación produci da por el G.T.5. fue
remiti da a los restantes grupos de tareas, que figuran en el parte del
siguiente modo: “B.ICIA 601 ( G.T./1 Y G.T./2)”, “SIN ( G.T./3)”, y “SIA
(G.T./4)”.
Así las cosas, la concurrencia de las declaraci ones prestadas al
inicio de este punto con las diversas con stancias documental es obrantes en la
Secretaría de Inteli gencia del Estado y en los archivos remiti dos por la
Comisi ón Provincial por la Memoria dan muestra acabada de la existencia, a
la fecha de l os hech os investi gados, del Grupo de Tareas 5 en el ámbito del
Departamento de Contrainteli gencia de esa Secretaría a cargo de Nieto
Moreno.
Sobre la intervención de personal del Departamento de Asuntos
Extranjeros en ese grupo de tareas habremos de tratar a conti nuación.

53
3.2. La conexión de la Policía Federal Argentina con el CCDT
“Orletti”
Tal como f uera señalado en el consi derando primero, en el
decurso de l a instrucción de estos actuados, se ha tenido por acreditado que
el centro cl andestin o de detención y tortura conocido como “Automotores
Orletti” se encontró ubicado en la call e Venancio Flores 3519/21 –entre calles
Emilio Lamarca y San Nicolás- de esta ciudad, en un inmuebl e que pertenecía
a Santiago Ernesto Cortell .
Se tiene por probado que “Orletti” funcionó en el ámbito de la
Secretaría de Inteligencia del Estado, q ue orgánicamente la ubicación de esa
“base operativa” se encontraba inserta en la llamada “Di visión OT 18” –a
cargo del fall ecido Capitán Calmon-; q ue esa divi sión se confunde con la
misma existencia del centro clandestin o y que l a misma, por cadena de
mando, dependía de la División Operaci ones Tácticas I –a cargo del falleci do
Teniente Coronel Visuara-, a su vez dependi ente de la Direcci ón III de
Operaciones Informativas –a cargo del fallecido Coronel Michel-, a su vez
dependi ente del Secretario del organi smo, en ese entonces, Otto Carl os
Paladino.
Las pruebas acumul adas han podido determinar que en el centro
de detención ejercía un evi dente li derazgo “de hecho” Aníbal Gordon,
personaje que ha cobrado estado público a raíz de su actuaci ón en el grupo de
la “Tri ple A” y que en tal contexto ejercía el mando de personal también
subordinado a la SIDE, como el imputado Honori o Martínez Ruiz; o sobre
otros agentes de la SIDE, que respondían a diversos apodos como “Utu”,
“Murciélago”, “Payo” , “Cri Cri”, “Tordo”, entre otros.
También se ha establecido, que además de personal argentino,
dependi ente de la Secretaría de Inteligencia del Estado, por ser orgánicos o
contratados, en este centro de detención coexisti eron otros agentes de
nacionalidad uruguaya, pertenecientes al Servicio de Información de Defensa
de Uruguay, dependiente del Ministeri o de Def ensa (SID); o del Organismo
Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA).
Ahora bien, distintos elementos probatorios, tambi én permiten a
esta altura de la instrucci ón establecer una clara vinculaci ón existente entre
personal de la Policía Federal Argentina y la base que f uncionara en Venancio
Flores.
Ello surge, tal como fuera señalado inici almente en el auto de fs.
2820/3065, a partir de distintos testi monios que fueran colectados en autos y
en la causa caratulada “Rodríguez Larreta, Enrique s/ su querella”.

54
Poder Judicial de la Nación

En pri mer lugar, corresponde recordar lo expresado por


Washington Pérez a fs. 150/5 de la causa mencionada, donde hizo referencia
a la detención de Gerardo Gatti, a quien vio en “Orletti”, fue realizada por
personal de la Poli cía Federal Argenti na, siendo los poli cías quienes lo
habían entregado al grupo de Gordon.
En efecto, en dicha oportunidad Pérez relató l os pormenores
relativos a su secuestro y dando cuenta de que fue obli gado a obrar de
mediador para la li beración de Gatti y otros detenidos en el Uruguay, a
cambio de dinero.
Concretamente, dijo que al ser trasladado a “Orletti”, le dijeron
que “vería a Gerardo Gatti […] en forma inmediata dialoga con Gatti quien le
expresa que no había sido por su voluntad que el dicente se encontraba en esa
situación y le explica cuáles eran las imposiciones puestas por l os militares que
consistían en la obtención de la suma de dos millones de dólares para que Gatti y
unos diez sindicalist as uruguayos detenidos en Uruguay pudiesen recuperar su
USO OFICIAL

libertad” –fs. 150/1 de la causa mencionada-


Así las cosas, expresó que encontrándose en la oficina de Gordon
–conforme la descri pción que efectuara de esa habitación-, dijo que “la
persona que se hacía llamar Capitán, reconocido posteriormente como Eduardo
Ruffo, le expresa al deponente que felizmente podía hablar con Gatti ya que habían
logrado que la Policía Federal se lo entregue, puesto que el secuestro de Gatti lo
habían llevado a cabo personal de la Policía Federal y que, además, le habían dado la
atención médi ca que Gatti necesitaba” –fs. 151-.
Por otra parte, corresponde resaltar lo expresado por Nelson
Eduardo Deán Bermúdez -fs. 1230/2-, q uien relató que f ue detenido el 13 de
julio de 1976 aproxi madamente a las 22 hs. cuando se hallaba junto a Inés
Quadros en un bar sito en la esquina de calles Boedo y Carlos Calvo de
Capital Federal por efectivos de la Policía Federal y agentes de civil; y que
desde ese lugar f ueron conducidos hacia una camioneta y l uego al garaje que
resultara ser “Orletti”.
También el testimon io de Elba Rama (legajo de CONADEP de la
nombrada) resul ta coincidente con dicha hipótesis. En efecto, la nombrada
expuso que fue detenida el día 14 de juli o de 1976 cuando se encontraba en la
ciudad de Buenos Ai res, q ue f ue reti rada de su domicili o en l a madrugada de
ese día por cuatro o cinco personas, una de las cuales se identificó como de
Policía Federal.
Alicia Raquel Caden as Ravela, también declaró que f ue detenida
por personal de Poli cía Federal : su declaración obrante en el legajo nro. 7413
de la CONADEP, dijo que el Jefe de dicho centro de detención era un
argentino al que apodaban “Jovato” o “Jova”; que los guardias y oficiales

55
argentinos se hacían llamar todos por alias y que los comentari os de l os
mismos permi tían percibir que al gunos de ellos eran de la Policía Federal y
mencionó entre los apodos a “El Jova” o “El Jovato”, que era el jefe del local,
“El Capi”, “El Pájaro”, “El Ronco”, "Igor", "el Grumete" y "Lui s", quien era el
cocinero.

Asimismo, también corresponde tener en cuenta que la testigo


María del Pilar Nores Montedónico, al declarar ante esta sede, relató que
previ o a encontrarse alojada en el centro de detenci ón aquí i nvestigado, fue
trasladada en un primer momento a lo que supone que era la
Superinten dencia de Seguridad Federal, donde vio al Mayor de Artillería
Cordero, a quien l uego –si empre según sus dichos- vio en “O rletti”.
Pilar Nores expresó, respecto del primero de los siti os en el que
estuvo detenida, que “la trasladan en un primer momento a un l ugar que era muy
grande y que poseía oficinas, que piensa que podía ser la superintendencia de
seguridad federal, porque conocía el centro y llegaron al centro; que se quedó con la
idea de que era la Superintendencia, que hab ía muchos pasillos y salas de tortura y
calabozos. Que en este lugar debe haber estado no más de tres o cuatro días; que sabe
que en ese lugar había policías, que en realidad cree ello. Que de las personas
argentinas o que cree que eran argentinas que escuchó, le quedó el recuerdo de uno
que llamaban «Zapato», que se convenció de que éste era oficial de la policía; que
esta persona cree que no fue uno de los que la secuestró, que estuvo su presencia en
la superintendencia durante todo el tiempo, en las sesiones de tortura y que después
lo volvió a escuchar en Orletti”.
Más adelante, expresó que “en este lugar, es decir, en lo que cree que
era la Superintendencia, que había ratos la tiraban en un calab ozo desnuda y le
tiraban un trapo enci ma, que así estuvo durante 36 horas. Que en el cuarto citado,
estuvo sola, que está convencida de que estaba Gerardo [Gatti] cerca, pero que no lo
escuchó ni vio a otra persona tampoco”.
Los testimonios reseñados, relativos a la vinculación de personal
y dependencias de la Policía Federal Argentina -en particular de la
Superinten dencia de Seguridad Federal de esa f uerza de seguri dad-, resultan
absolutamente concordantes con el relato que habría efectuado Luis Alberto
Martínez y que obra en el legaj o SDH nro. 3237.
Vale aclarar q ue dicho relato se vincula con el secuestro de J esús
Cejas Arias y Cresencio Nicomedes Gal añena Hernández, funcionari os de la
embajada de la República de Cuba en nuestro país, que se encuentran
desapareci dos. Conforme se tuvo por acreditado a partir del de auto de fs.
2820/3065, fueron il egalmente privados de su libertad el día 9 de agosto de
1976, en el barrio de Belgrano por personal de fuerzas de seguri dad, luego de

56
Poder Judicial de la Nación

lo cual fueron aloj ados en el centro de detención llamado “Automotores


Orletti” donde fueron someti dos a tormentos, permaneciendo desaparecidos.
Como se dij o, en el referido testi monio del legajo SDH 3237 se
dice: “El jefe del grupo que realizó el operativo fue Aníbal Gordon, (A) «Jova» o
«el Jovato». Toma conocimiento del mismo a través de los dichos de Raúl
Guglielminetti [...] Me relató que la operación fue realizada debido a informaciones
recibidas respecto a que dos presuntos diplomáticos de la Embajada de Cuba en
realidad efectuaban una activa colaboraci ón con los grupos subversivos en la
Argentina, fundament almente en lo relacionado con la infraestructura económica de
los mismos. El secuestro fue realizado por veinte personas que se movilizaban en
vehículos no identificables con balizas sobre el techo. Aníbal Gordon vestía en el
momento del rapto uniforme de Oficial del Ejército Argentino. Cabe aquí señalar
que Aníbal Gordon intervenía personal mente sólo en operaciones de gran
envergadura o aquellas en las que hubiera un interés económico concreto, como en
este caso. El objeto del rapto era establecer la conexión e intervención de los
USO OFICIAL

cubanos en el aparato económico de la subversión, y acceder a los fondos manejados


por ellos. En cuanto al «modus operandi» de Gordon, las operaciones que
efectuaba Gordon, eran ordenadas por el Servicio de Informaciones del
Estado (SIDE) o por Superintendenci a de Seguri dad Federal de la Policía
Federal Argenti na. Los cubanos [..] fueron inmediatamente trasladados a un centro
de detención clandest ino, sito en la calle Venancio Flores 3519, en el barrio de
Floresta de la Capital Federal [...] Los cubanos fueron sometidos a torturas durante
quince días aproximadamente, luego fueron muertos con ráfagas de ametralladora
con silenciador” (fs. 46/7 del mencionado legajo).
Corresponde señalar entonces, a esta altura, q ue los distintos
elementos probatori os reseñados permi ten tener por probado la estrecha
vinculación de personal de la Policía Federal Argentina con aquel que se
desempeñaba en el centro clandestino de detención y tortura conocido como
“Automotores Orletti”.
Y es que, a la luz de tales probanzas, en principio aquella
actuaci ón de l a fuerza de seguri dad habría tenido singular gravitación en el
secuestro y posteri or traslado de las vícti mas que luego serían mantenidas en
cautiverio en el centro clandestino, sin descartarse la presen cia del personal
policial en esa base operativa de l a O.T.18.
Como se verá, la i ntervención del personal polici al se habría
concretado a través de la actuación conjunta o coordinada de personal de esa
división dependiente del Departamento de Operaciones Tácticas I –A.III.1-
con personal del Grupo de Tareas 5, dependi ente del Departamento de
Contrainteligencia –A.II.4- a cargo del f allecido Nieto Moreno, insertándose
dentro de esta úl tima unidad orgán ica, el Departamen to de Asuntos

57
Extranjeros de la Superintendencia de Seguri dad Federal de l a Policía Federal
Argentina.
Respecto de l a vi nculación específica del Departamento de
Asuntos Extranjeros de la P.F.A. con los hechos acaecidos en “Orletti”,
habremos en el últi mo punto del presente considerando.
3.3. La pertenenci a de personal de Superintendencia de
Seguridad Federal al Grupo de Tareas 5
Sobre la inserción del personal del Departamento de Asuntos
Extranjeros de la Superintendencia de Seguri dad Federal en el Grupo de
Tareas 5 de la S.I.D.E., que habría actuado coordinadamente con la división
O.T.18., en primer lugar, corresponde reiterar lo expresado por Roberto
Peregrino Fernández respecto del particular f uncionamiento de los grupos de
tareas, en cuanto expresó que “estos grupos implican una distorsión del normal
organigrama militar y de hecho constituyeron un aparato paralelo que subvirtió y
distorsionó la estructura jerárquica organizativa. Esto en la medida en que estaban
integrados por oficiales de distintas especialidades con poderes al margen del
escalafón, de hecho, incluso, sobre sus superiores jerárquicos”.
Asimismo, sobre la peculi aridades q ue presentó su integración,
en cuanto a la participación en los mismos de personal de di stintas fuerzas de
manera simultánea e incluso, con civiles, Fernández relató que “que
pertenecían a los GT civiles y miembros de otras fuerzas de seguridad como por
ejemplo Policía Federal, Policía de la Provincia de Buenos Aires, Prefectura
Marítima, Gendarmería Nacional, et c.”
Las características precedentemente señaladas resultan
absolutamente concordantes con aquellas colectadas en la instrucci ón que dan
cuenta de q ue el Grupo de Tareas 5, habría estado conformado por una serie
de agentes civil es de inteligencia contratados especial mente por la S.ID.E. a
mediados del mes de septiembre de 1976 para su integraci ón en esa
dependencia del Departamento de Contrainteligencia y, tambi én, con aquellas
que permiten tener por acredi tado la intervención de oficiales del
Departamento de A suntos Extranjeros en ese grupo y que se tratarán a
continuación.
En primer lugar corresponde señalar l o declarado por Álvaro
Nores Montedónico ante el Tribunal Oral en lo Cri minal Federal nro. 1,
audiencia de la q ue se cuenta con un registro audi ovisual remiti do por ese
Tribunal de Juici o a fs. 8015.
Recordemos que Álvaro Nores, conforme se tuvo acreditado a
través del auto de fs. 2820/3065, fue secuestrado el día 2 de octubre de 1976 y
fue mantenido en cautiverio en el CCDT “Automotores Orletti” donde fue

58
Poder Judicial de la Nación

someti do a tormentos, hasta el día 5 de octubre de ese año, fecha en que fue
trasladado en avi ón a Montevideo.
En la audiencia al udida más arriba, a preguntas del Tribunal Oral
en lo Criminal Federal nro. 1, Álvaro Nores dijo: “cuando estaba en Montevideo,
los oficiales del Ejército Uruguayo dij eron que había dos miembros del
Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal en la banda, que uno se
ocupaba de chilenos y el otro se ocupaba de uruguayos. En algún momento yo creo
que pude haber sabido el nombre pero no me acuerdo ahora”.
A preguntas del Tribunal sobre si era uno o más de uno los
oficiales a los que hi ciera referencia, aclaró que eran “…dos, uno se ocupaba de
chilenos y otro se ocupaba de uruguayos”.
El testimonio de Álvaro Nores, entonces, resul ta expl ícito de que
la intervención ya acreditada de l a Poli cía Federal A rgenti na en los hechos
vinculados con el CCDT “Orletti”, se dio a partir del Departamento de
Asuntos Extranjeros.
USO OFICIAL

Como se adelantó, la inserción de ese Departamento en el aparato


represivo de l a S.I.D.E., se dio a través de la adscripci ón de personal policial
a la actuación del G.T.5., lo que resulta absolutamente coherente al tener en
cuenta la identi dad funcional de ambas estructuras en lo que respecta al
despliegue del acci onar represivo sobre grupos pol íticos específicamente
determinados.
En efecto, existi ó entre el Departamento de Asuntos Extranjeros
una clara operatividad que prácticamente confunde a ambas estructuras del
aparato organizado de poder, en la persecución de idénticos “objeti vos”
específicos.
En primer término recordemos que Juan Antonio del Cerro en
ocasión de prestar declaraci ón indagatoria en el marco del Legajo de P rueba
nro. 119 de la Causa nro. 450 de la Excma. Cámara del Fuero - fs. 8239/72- dio
cuenta de que, en el marco de l a “especi alización” ya señalada de l os grupos
de tareas, el G.T.5., con asiento en la SIDE, se ocupaba de “Tupamaros, M.I.R.
chileno y M.I.R. bol iviano” y también “elementos de la Junta Coordinadora
Latinoamericana”
Recordemos tambi én que junto con el informe de la Comisión
Provincial por la Memori a glosado a fs. 8891/95 fue remitido el legajo
“Carpeta 1 – Prefectura naval Zona Atlánt ico Norte”, en el que lucen distintos
“informes especi ales” de fecha 1° de septiembre de 1977, con feccionados por
el Grupo de Tareas 5 (“Cen Reun/G.T.5.”) en los que consta un acabado
estudio ref erente, precisamente, a la “Junta de Coordinación Revolucionaria”, el

59
“Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (Uruguay)”, el “Movimiento de
Izquierda Revolucionaria (Chile)” y el “Ejército de Liberación Nacional (Bolivia)”.
Sentado ello, entonces, cabe indicar que contra idén ticos
“objetivos” estuvo dirigi do el accion ar del Departamento de Asuntos
Extranjeros de conf ormi dad con del informe de fecha 15 de septiembre de
1976 gl osado a fs. 8486/95 de autos (en copias certificadas) suscripto por el
Comisario Inspector Obregón de ese Departamento.
Allí, Obregón hizo referencia al “t rabajo de inteligencia y
operacional”, destacando la concreci ón de distintos procedimi entos de
allanamiento, secuestro de elementos y diversas detenciones que tuvieron por
resultado “neutralizar en forma altamente satisfactoria la actividad desplegada en
nuestro país por distintas organizaciones de tipo subversivo”.
Al enumerar tales procedimientos, se dejó constancia de que no
se informaba sobre l a identidad de l as víctimas o las circunstancias de tiempo
y lugar de los hechos invocando “razones de seguridad”, eligiéndose como
criterio expositor del acci onar del Departamento, precisamente, las
organizaci ones pol íti cas contra las cual es fueron diri gidos los operativos.
Así, en pri mer lugar, el informe hace referencia al acci onar
desplegado por el D.A.E. contra el Partido Radical Revolucionario Chileno,
en estos términos: “Continuando con la i nteligencia del material secuestrado en
oportunidad de la detención del responsable del PARTIDO RADICAL
REVOLUCIONARIO CHILENO en el exilio, Javier HUENCHULLAN SAGRISTA,
integrante además de la Coordinadora chilena (ex-resistencia), movimiento
clandestino de solidaridad con las organizaciones s ubversi vas trasandinas ,
con asiento en diversos países europeos y americanos, con sede actual en CUBA, se
logra desbaratar la cúpula de la nueva estructura, formada a posteriori de la
detención de aquel” –ver copias de f s. 8486/7-
Se informa entonces que “se detiene a DIEZ (10) integrantes de la
conducci ón actual, quedando de esa manera desmembrado el movimiento (ayuda
económica-prensa y propaganda-comunicaciones entre integrantes subversivos en el
exilio y en Chile. Lo que obliga a otros componentes a huir del país, con destino
preferencial Europa, donde como ya se ha especificado, funciona el resto de los
movimientos de solidaridad, pudiendo afirmarse que alguno de el los, luego de un
período de permanenci a en países del viejo mundo, ingresaron a Cuba con el objeto
de adiestrarse en la guerrilla. La meta fundamental perseguida por este movimiento
era brindar ayuda fi nanciera a las organi zaciones subversivas para fomentar la
guerrilla, y la obtención de informaciones periodísticas que luego de deformarlas son
enviadas a Europa, con el objeto de mantener una campaña propagandística
mundial, contraria a los gobiernos militares o democráticos del cono sur (Uruguay,

60
Poder Judicial de la Nación

Bolivia, Chile, Argent ina) por intermedio de organismos internacionales, por todos
conocidos, como N.U., Amnesty Internacional y otros” –fs. 8487-.
Más adelante, se hizo referencia a que “[d]e distintos
interrogatori os a que fueran sometidos l os detenidos se logra establecer que la
Coordinadora chilena (ex – Resistencia), montaría a la brevedad un centro de
documentación, con el objeto de brindar apoyo técnico (falsificación de documentos)
a integrantes de organizaciones subversivas chilenas, e imprimir publicaciones de
dichos movimientos con destino especi al al exterior e i nvadir la plaza
bibliográfica del país con literatura marxista, figurando entre ellos la
publicación de la «Biblia Latinoamericana»” –fs. 8487-.
A raíz de ell o, conf orme l o informado por Obregón, el D.A.E.
“logró la detenci ón de CINCO (5) integrantes encargados de la formación de
dicho centro, provocando no sólo el desbaratamiento del Centro de Documentación,
sino que también se logra destruir técnicamente al movimiento en nuestro país” –fs.
8487/8-.
USO OFICIAL

Al igual que el G.T.5., según fuera detall ado más arriba, el D.A.E.
tuvo como uno de sus objetivos al llamado Movimi ento de Izqui erda
Revol ucionario.
Al respecto, se consignó lo si gui ente: “Con la detención del
periodista chileno Ernesto Carmona Ulloa (a) Mateo FERNÁNDEZ, procesado por
Inf. Art. 219 bis. C.P. (y actualmente responsable del MIR en Venezuela y miembro
del comité central del MIR en el exterior), se logra detectar la pri mer[a] célula del
MIR en Argentina. A raíz de ello y continuando con investigaciones que de ese
procedimiento surgieran, se logra detectar la forma de comunicación entre
responsables del MIR EXTERIOR y MIR INTERIOR poniendo de sobre aviso de
esta circunstancia al gobierno chileno. D e común acuerdo con las autori dades
chilenas, e intercambiando opiniones, se establece no ent orpecer sucesivas
relaciones, a fin de reunir mayor informaci ón y llegar a detectar los integrantes de
la cúpula de dicha organización subversiva. Tras un año y medio de investigación,
por fin, en abril del corriente año [1976], se comienzan a realizar procedimientos
simultáneos en ambos países. Dando como resultado en Argentina, la caída del
hombre más importante del MIR, luego de la muerte de Miguel ENRIQUEZ en
Chile, cayendo además sus principales colaboradores” –fs. 8488-.
Conforme lo consignado en el informe, a raíz de estas
circunstancias se logró “concretar un tripl e objetivo”.
El pri mero de ellos h abría estado constituido por lo siguiente: “El
golpe no sólo afecta al MIR, sino que también provoca desconcierto en la JCR, ya
que era considerado como uno de los ideólogos y hombres más prominentes de la
subversión latinoamericana”.

61
El segundo, por el hecho de que “[t]ambién se provoca un
distanciamiento (momentáneo) en las relaciones de CUBA con el PRT Argentino,
por no haber brindado éste la seguridad muchas veces pregonada por la dirección del
PARTIDO COMUNISTA CUBANO a los hombres «claves» de la subversión”.
Y, finalmente, por la circunstancia de que “[a] partir de este hecho,
es donde realmente se comprueban suposici ones anteriores, en cuanto a la estrecha
relación existente entre todas la organizaciones subversivas latinoamericanas y la
FLACSO (FACULTAD LATINOAMERI CANA DE CIENCI AS SOCI ALES),
CLACSO (CONSEJO LATINOAMERICANO DE CIENCI AS SO CIALES), CICSO
(CONSEJO INTER-AMERICANO DE CIENCIAS SOCI ALES) y la Fundación
FRIEDERI CH EBERT [la mención estaría haciendo referencia a la institución
alemana Fundación Friedrich Ebert que fuera proscripta durante el régimen
nazi], que deja de funcionar a raíz de sucesivos procedimientos efectuados por este
Departamento”.
Lo analizado respecto del rol de estas instituciones, aparece a
través de una hipótesis descabellada y q ue trasl uce la visión del régimen de
facto y sus designios.
En efecto, se informó “Las tres prim eras tienen como fi n el
adoctrinamiento ideológico de profesionales miembros de organizaciones
subversivas, exilados de sus países de origen por sus actividades clandestinas.
Mientras que la fundación «FRIEDERICH EBERT» utiliza a dichos profesionales,
quienes mediante una subvensión [sic] elevada, presentan informes detallados, sobre
economía, aspectos sociales, políticos y reli giosos de sus respecti vos países, lo que
permite a dicha fundación, poseer totalmente actualizada, la situación general en
todos sus aspectos de cada país latinoamericano. Esto resulta por demás sugestivo,
en cuanto di cho material puede ser entregado en el futuro; como elemento de
coacción a sus respecti vos gobiernos”.
El fundamento dado a esta concl usión, conforme lo consignado en
el documento citado, estaría dado por “la circunstancia de que el último
visitante del gobierno alemán, antes de viajar a la Argent ina, solicitó por
intermedio de sus colaboradores, a la FRIEDERICH EBERT un análisis profundo de
la situación argentina”.
Un acápite dentro de la exposición relativa al M.I.R., se encuentra
referi do a una facción interna del mismo, denominada Septiembre Rojo.
Al respecto, se consi gnó: “De fuente confidencial se logró obtener la
información de que miembros de una fracción del M.I.R. denominado SETIEMBRE
ROJO, residiría en nuestro país, quienes entre otras acciones, contarían con el
asesinato de un carabi nero chileno” –fs. 8489/90-.
Se continuó indicando lo siguiente: “Es así que se procede a la
detención del autor m aterial del homicidio, quien además contaba con cuatro Robos

62
Poder Judicial de la Nación

a sucursales de correo en Chile, en el transcurso del corriente año [1976]. Junto con
éste se detiene al responsable del grupo y a un elemento de la JUVENTUD
GUEVARISTA. De la inteligencia realizada, se logra ubi car a DI EZ (10) miembros
que actuaban en Chi le y cuya detención fue realizada a posteriori por las
autoridades del gobierno trasandi no, como así también el desbaratamiento del
sector sur de la J.G., que actuaba en colegios secundarios com o el «Estrada» y
«Normal N° 8» de Capital Federal” -fs. 8490-.
Más adelante, se dio cuenta de otras detenciones e interrogatorios
efectuados sobre personas vinculadas al M.I.R., en estos términos: “De
interrogatorios efectuados a elementos miristas se pudo obtener la información de
que el nuevo representante del M.I.R. ant e la J.C.R. se encont raría residiendo y
activando en nuestro país. Averiguaciones posteriores permitieron la
individualización y detención del mencionado elemento, conjuntam ente con [sic] un
importante Mirista instruido en CUBA y experimentado en las filas del E.R.P.”.
Según el informe, “[ c]on estas «caídas», el mencionado representante
USO OFICIAL

manifestó que la JCR en nuestro paí s quedaba prácti camente desactivada,


poseyéndose el proyecto de una nueva formación, en una reunión a realizarse en
Lima PERÚ”.
Culmina l a información sobre estos operativos, dándose cuenta,
otra vez, de la estrecha vinculación existente entre los organismos represores
argentinos y chilenos, en tanto se indicó lo sigui ente: “Realizado un
intercambio de información entre la D.I.N.A. (Dirección de Informaciones
Nacionales) se llegó a la concl usión de que el 95% de los elementos activistas del
M.I.R. en Argentina se encuentran detenidos o desaparecidos, mientras que en el
país trasandino, raíz del cúmulo de información obtenida, se tiene la certeza de que
permitirá a la brevedad el aniquilamiento total de la guerrilla”.
El último tramo del informe realizado por el Comisario Inspector
Obregón, se ocupa de las distintas medidas represi vas adoptadas contra la
“ORGANIZACIÓN POPULAR REVOLUCIONARIA 33 ORIEN TALES”, si endo
este el segmento más extenso del mismo.
En el caso de esta organización política, el informe da cuenta de
sus orígenes, su estructura interna, sus actividades en el Uruguay y en
nuestro país, de la i nvestigación, persecución y detención de sus miembros y,
nuevamente, de la actividad conj unta desplegada por las fuerzas armadas o
de seguridad argenti nas y uruguayas.
Sobre sus orígenes se detalla lo siguiente: “La FEDERACIÓN
ANARQUISTA URUGUAYA (F.A.U.) ant e la necesidad de enf rentar el consenso
[sic] político crea un movimiento, fundándose la RESI STENCIA OBRERA
ESTUDIANTIL (R.O.E.), cuya función primordial era realizar a partir de ese

63
momento tareas proselitistas, tanto en el ámbito estudiantil, como el obrero y
campesino” –fs- 8490- .
Se continuó reseñando que “[y]a con el funcionamiento de la R.O.E.,
sus máximos dirigent es comienzan a sentir la necesidad de crear el brazo armado,
dependiente del movimiento, formando poco tiempo después el O.P.R. 33
(ORGANIZACIÓN POPULAR REVOLUCI ONARIA 33 ORIENTALES), que cobra
notoriedad en la sustracción de la Bandera de los «33 Orientales», reliquia
histórica del pueblo Oriental, que se encont raba depositada en el Museo Nacional y
que representaba como tal, lo que es la Bandera de Los Andes para nuestro país”.
Asimismo, se expresó: “Este brazo armado, con posterioridad (en
Chile y Buenos Aires) se nutre de elementos pertenecientes a la Columna 10 del
Movimiento de Liberación Nacional «TUPAMAROS», desprendidos (micro
fracción), en su mayoría integrantes primitivos de movimientos estudiantiles como
FRENTE REVOLUCI ONARIO DE LOS TRABAJ ADORES (F.R.T.) y otras de
similar tendencia (F.E.R., etc.) FRENTE ESTUDIANTIL REVOLUCIONARIO.
Realizaron acciones armadas hasta junio de 1973 en que el Gobierno de Uruguay
suprimió las garantías constitucionales, di solviendo ambas Cámaras Legislativas,
provocándose en tal momento un exilio masivo a nuestro país. Se vuelven a
organizar en el país, continúan con sus acciones armadas, tal es como asaltos a
entidades bancarias, extorsiones y secuestros, permitiéndole ello obtener una
suficiente solvencia económica a fin de estructurar y organizar el movimiento en el
exilio”.
También se informó que “forman una infraestructura similar a la de
otras organizaciones subversivas, creando una conducción central (Buró Político)
con cuatro integrantes que a su vez ejercían la conducción intermedia con cuatro
sectores denominados (BANCADA o PARLAMENTO – APARATO MILITAR),
(AGIPROP – Agitaci ón y Propaganda), (COOPERATIVA – Obrera y Popular),
(Historia o Cocina – Frente Interno o Político), los que a su vez se dividían en dos
subgrupos en cada sector”.
Luego de ello, el informe da cuenta del accionar desplegado por
ese Departamento en términ os de q ue dan cuenta de la real ización de tareas
de inteligencia, detenciones y allanamientos.
En primer l ugar, se i ndicó: “En junio del corriente año [1976], l uego
de pacientes investigaciones se l ogra l a detención de dos integrantes de la
conducci ón central y el desbaratamiento total de los sectores Ob rero y Popular y
Agitación y Propaganda, a la vez que parte del Frente Interno o Político”.
Luego, se expresó que “A raíz de este golpe, cae en Uruguay toda la
Organización que se mantenía en ese país, l ográndose la detención de 76 integrantes
del mencionado movi miento, de los cuales 34 fueron detenidos por personal del
D.A.E.” -8491/2-.

64
Poder Judicial de la Nación

En tercer término se consignó que ello permi tió “el secuest ro de


abundante material vinculado a la organización, permitiendo procedimientos
posteriores que llevaron a la desintegración total de la O.P.R. 33, -material
bibliográfico, imprentas, máquinas de f otoampliación para la confección de
documentos falsos, gran cantidad de cartillas de cédulas de identidad de Policía
Federal, Provi ncial, Policía Uruguaya, Pasaportes Argentinos, documentos Nacional
de Identidad, Registros de Conductor, Credenciales periodísticas, Militares, etc. ...,
todas ellas en blanco –fs. 8492-.
Finalmente, se informó que “[e]n una de las propiedades allanadas
se descubrió una «Cárcel del Pueblo», recién concluida [sic] siendo la entrada a la
misma, con un sistema hidráulico-eléctrico no conocido aún en el país, sí en el
Uruguay a raíz de la «caída» de una similar de la Organización”.
De lo precedentemente citado, cabe concluir, ante la i dentidad
objetivos operacion ales y de inteligen cia que compartían en el Grupo de
Tareas 5 de la S.I.D.E., y el Departamento de Asuntos de Extranjeros de l a
USO OFICIAL

Policía Federal Argentina, la actividad coordinada de los mismos en la


llamada “lucha antisubversiva”.
3.4. La intervención de personal de S.S.F. en el operativo de
detención ilegal de Victoria Grisonas
Ante el contexto precedentemente fij ado, el operativo que
culminara con la detención de Grisonas, aparece como la concreción
específica, en un caso particular, de esa actuaci ón coordinada de la S.I.D.E. y
el D.A.E. de la Superintendencia de Seguridad Federal.
En pri mer l ugar, recordemos que, conforme el desarrollo
efectuado en este considerando, tanto el Grupo de Tareas 5 como el
Departamento de Asuntos Extranjeros tuvo como “objetivos” operativos y de
inteligencia a los integrantes de l a Organización Popular Revoluci onaria 33
Oriental es, entre otras agrupaci ones políticas provenientes de los países
limítrofes.
También, q ue el Grupo de Tareas 5, se insertó en la estructura
orgánica de la S.I.D.E. como una divisi ón dependiente del Departamento de
Contrainteligencia A.II.4, a cargo, por entonces, del Teniente Coronel
(retirado) J uan Ramón Nieto Moreno.
Finalmente, q ue mediante ofici o de fecha 3 de octubre de 1976
obrante en el expediente de retiro obligatorio de Rolando Oscar Nerone,
Nieto Moreno, dando cuenta de su condición de Jefe del Grupo de Tareas 5,
se di rige al entonces Jefe del Departamento de Asuntos Extranjeros (el
Comisario fall ecido González), destacando la actuaci ón de personal de ese
Departamento, actuando “en comisión” en el Grupo de Tareas 5, encuadrando
el procedimiento ilegal que culminó con la detención de Grisonas en el

65
“desbaratamiento del sector militar de la organización subversiva O.P.R.33
(ORGANIZACIÓN POPULAR REVOLUCIONARIA 33 ORIENTALES)”.
La absol uta concordancia de estos elementos, vinculados a las
estructuras de la S.ID.E. y de la Policía Federal Argentina que intervinieron
en el procedimiento y el encuadre q ue se dio a los mismos en la persecución
de la mencionada organización, a su vez, encuentra asidero en las propias
declaraciones de l os policías que partici paron en el operativo.
Sin perjuici o de que las consideraciones formul adas por los
imputados en ocasi ón de prestar declaración indagatoria ante el suscri pto,
serán tratadas en detalle en el considerando quinto –referente a la
responsabilidad penal de los mismos-, conviene señalar aquí que tanto
Nerone como Gutiérrez reconocieron su intervención en el hecho, dando
cuenta de la operatividad del Departamento de Asuntos Extranjeros de la
P.F.A. en la llamada lucha antisubversiva.
En efecto, al prestar una ampliaci ón de su declaración
indagatoria –fs. 8914/29-, Nerone expresó que le f ue ordenado “hacer un
procedimiento en conjunto con personal del Ejército Argentino, en un domicilio
ubicado en la calle Mitre en la localidad de San Martín”, la orden la recibió de
sus “mandos naturales, el jefe del Departamento”, y que el objeti vo del operati vo
era “detener a los ocupantes de esa vivienda”.
Por su parte, Guti érrez, al declarar a fs. 8938/56 de autos,
coincidió en que la orden había si do dada por la J efatura de ese
Departamento, aunque indicó que la orden fijaba como objeti vo del operati vo
“detener a un ci udadano uruguayo si le comprobábamos que tenía documentación de
identidad de él apócrif a”.
Sin perj uicio de lo expresado por l os imputados respecto de cuál
fue la intervención concreta que le cupo a los mismos en el procedimiento,
resulta importante señalar que, mientras que Nerone calificó la intervención
de ese Departamento en el operativo de detención como algo excepcional,
Gutiérrez reconoció al hecho como uno más de los procedimientos efectuados
por esa dependencia policial .
Así, en consonancia con los “objeti vos” operativos y de
inteligencia que f ueron blanco del acci onar del Departamento de Asuntos
Extranjeros y que se deducen del ya citado informe del Comisario Obregón,
Gutiérrez indicó que “Se hacían todos los días detenciones por una cosa o por la
otra”, que “detener extranjeros era cosa de todos los días”, que el operativo en
cuesti ón se “se hizo en plena normalidad”, y dijo: “muchas veces se hacía eso de
decirme que tenía q ue detener alguien, se iba al domicilio, si daba negativo

66
Poder Judicial de la Nación

volvíamos, si daba positivo deteníamos a la persona y se lo llevaba a la dependencia


y se lo ponía a disposi ción de Migraciones, o del P.E.N. o de la Justicia”.
Luego, al ser pregun tado respecto de los distintos operativos que
surgen del informe del comisario Obregón, indicó: “eran investigaciones
nuestras sí, recuerdo haber participado de la detención de muchos Tupamaros,
pero no recuerdo sus nom bres, seguramente detuve a personas por ser
elementos subversivos, pero en tal caso, la detención la hacíamos nosotros, la
anotábamos en el regi stro y quedaba deteni do en nuestra de dependencia y luego se
los expulsaba del país”.
Finalmente, al serl e leída una nómin a del personal que se
desempeñó en el Departamento de Asun tos Extranjeros, hizo referencia a que
prácticamente todos los oficiales de esa dependencia se encontraban
destinados al desempeño de f unciones operativas además de las propias de
inteligencia.
La detención de Grisonas, aparece así, como se adelantó, como la
USO OFICIAL

realizaci ón de una de las operaci ones propias de ese Departamento, entre las
que se habrían encontrado, en principio, muchas otras, dirigi das contra
organizaci ones pol íticas determinadas y, presumiblemente también,
efectuadas en coordinación con personal de l a S.I.D.E. a las órdenes del
mismo.
En definitiva, el desarroll o de los distintos elementos de
convicción reseñados en los puntos precedentes, lleva a la conclusión de la
estrecha vinculación existente entre el Grupo de Tareas 5 de la S.I.D.E. y la
O.T. 18, es deci r, -el CCDT “Orletti”- la intervención de personal del D.A.E.
de la Superinten dencia de Seguri dad Federal , en el mencionado Grupo de
Tareas, interviniendo en las detenciones de personas que posteri ormente
serían mantenidas en cautiverio en el mencionado centro clandestino, sin
poder descartarse, i ncluso, l a presencia de personal de ese Departamento, y
en el contexto de la actividad coordinada del G.T.5. con la División O.T.18, en
el propi o centro cl andestino de detención .
3.5. La vi nculación específica del Departamento de Asuntos
Extranjeros de la P.F.A. con los hechos acaecidos en “Orletti”.
Como se adelantó en el punto 3.4. de este apartado, a lo largo de
la instrucción f ueron acumulándose distintos elementos que permiten
vincular la intervención de personal de la Policía Federal Argentina, en los
hechos materias de i nvestigación.
Tal como se dij era también, la inserción del personal de esa
fuerza de seguri dad en los grupos operativos de la S.I.D.E. se concretó a
través del Grupo de Tareas 5 de esa Secretaría de Estado y el Departamento
de Asuntos Extranjeros de la Superintendencia de Seguri dad Federal.

67
También se ha establecido que el operati vo que culminara con la
ilegal de detención de Victori a Grisonas puede verse como l a materializaci ón,
en un hecho concreto, de esa actividad conjunta o coordinada.
Ahora bien, a partir de los elementos colectados en autos, a esta
altura de la instrucción puede trazarse un paral elismo que permite conectar,
además de este hecho concreto, la activi dad desplegada por el Departamento
de Asuntos Extranjeros con los hechos q ue tuvieron por víctimas a personas
cautivas en el centro clandestino de detención y tortura conocido como
“Automotores Orletti”.
Si bien, las consideraciones que se efectuaran a continuación, se
hacen a título contextualizante del factum concreto que resulta obj eto de
imputación a Nerone y Guti érrez, l o cierto es que no es posibl e pasar por alto
las coincidencias existentes entre las constancias rel ativas a la actividad
desplegada por el D.A.E. y los hechos que tuvieron por víctimas a distintas
personas que l uego f ueron mantenidas en cautiveri o en el CCDT.
Recordemos q ue, conforme l o consignado en el informe de f echa
15 de septiembre de 1976 efectuado por el Comisario Inspector Obregón,
glosado en copias certificadas a fs. 8486/95 de autos, con respecto a la
Organización Popular Revoluci onaria 33 Oriental es, se dejó constancia de que
el Departamento de Asuntos Extranjeros intervino en distintos hechos
concretos.
En primer lugar, se indicó que en el mes de junio de 1976, “l uego
de pacientes investi gaciones se logra la detención de dos integrantes de la
conducción central y el desbaratamiento total de los sectores Obrero y Popular y
Agitación y Propaganda, a la vez que parte del Frente Interno o Político”.
Resulta inevitable, ante ello, recordar que durante la segunda
semana de ese mes, fueron ilegal mente detenidos y mantenidos en cautiverio
en el centro clandestino de detención y tortura conocido como “Automotores
Orletti”, María del Pilar Nores Montedónico (caso n° 1, secuestrada el
09/06/76), Gerardo Francisco Gatti (caso n° 2, secuestrado el 09/ 06/76),
Francisco Washington Pérez –padre- (caso n° 3, secuestrado el 13/06/76),
Jorge Washington Pérez (caso n° 4, secuestrado el 13/06/76), María del
Carmen Martínez Addiego (caso n° 5, secuestrado el 15/06/76) y Julio
Rodríguez Rodríguez (caso n° 8, secuestrado el 15/06/ 76), todos ell os
integrantes del Parti do para la Victoria del Puebl o.
Sobre la identidad entre el P.V.P. y la denominada O.P.R. 33
Oriental es, recordemos que, conforme surge de la “Investigación Histórica…”,
el P.V.P. f ue “f undado en el exilio en Argentina en 1975, com parte orígenes y
antecedentes históricos con la Federación Anarq uista del Uruguay (FAU), la

68
Poder Judicial de la Nación

Resistencia Obrero Estudiantil (ROE) y la Organización Popul ar Revolucionaria


(OPR-33). Por tanto, la represión a militantes del PVP se encuentra también
vinculada a acciones y operaciones realizadas anteriormente por las organizaciones
mencionadas y sus di rigentes históricos […] El Partido por la Vi ctoria del Pueblo
(PVP) comenzó su proceso fundacional en junio de 1975, en la ciudad de Buenos
Aires, en el marco de un congreso realizado por miembros de la Organización
Popular Revolucionaria «33 Orientales» (OPR-33) y la Resistencia Obrero
Estudiantil (ROE)127, donde asistieron militantes del Frente Estudiantil
Revolucionario (FER) y de la Fuerza Revol ucionaria de los Trabajadores (FRT) , que
posteriormente integraron la nueva organización” –“Investi gación Históri ca
sobre Detenidos Desaparecidos en cumpl imiento del artícul o 4° de la Ley N°
15.848 [ R.O.U.], tomo I, página 104-
Durante esa misma semana, el día 15 de junio de 1976, f ueron
también detenidos Elizabeth Pérez Lutz ( caso n° 6) y Jorge González Cardozo
(caso n° 7) ambos mi litantes del M.L.N., debiendo señalarse q ue, conforme los
USO OFICIAL

criterios dejados sentados en el informe del 15 de septi embre de 1976, la


O.P.R. 33 ori entales, “se nutre de element os pertenecientes a la Columna 10 del
Movimiento de Liberación Nacional «TUPAMAROS», desprendidos (micro
fracción), en su mayoría integrantes primitivos de movimientos estudiantiles”
Estas ci rcunstancias, por lo demás, resultan coincidentes con lo
que surge de la “Investigaci ón Histórica…” que, al ocuparse de la
persecuci ón al P.V.P., establece l o siguiente: “Las oleadas represivas contra el
PVP se sucedieron en cuatro momentos y en el territorio de cuatro países,
ilustrando claramente la coordi nación regi onal de los organismos de seguridad
actuantes. El primer momento refiere a las detenciones masivas ocurridas en Buenos
Aires entre marzo y julio de 1976, donde se enmarca el asesinato de Telba Juárez,
las detenciones y desapariciones de Ary Cabrera Prates, Eduardo Efraín Chizzola
Cano, José Enrique Caitano Malgor (presumiblemente vinculado al PVP), Gerardo
Francisco Gatti Ant uña, León Gualberto Duarte Luján, Julio César Rodríguez
Rodríguez y el niño Simón Riquelo. Gerardo Gatti, León Duarte y Julio César
Rodríguez fueron recluidos en el centro cl andestino de detención «Automotores
Orletti» mientras que la mayoría de los sobrevivientes de este centro (24 personas)
fueron conducidos cl andestinamente desde Argentina a Uruguay en un traslado
organizado por el SID y en un vuelo a cargo de pilotos de la Fuerza Aérea Uruguaya
(conocido como «primer vuel o»). La situaci ón de estos prisioneros fue legalizada o
“blanqueada” en octubre de 1976, tras el procesamiento de los det enidos luego de la
llamada «Operación Susy»” –“Investigaci ón Histórica…”, tomo I, página 105-.
Asimismo, se indicó que “[e]l 5 de junio fue secuestrado por la
Policía Federal-Dirección de Coordinación Federal-División Extranjeros, José
Enrique Caitano Malgor, presumiblemente vinculado al PVP, quien continúa

69
desaparecido” y q ue el “[e]l 9 de junio, en un departamento ubicado en la calle
Manzanares 2131 esq uina Arcos, en el barrio de Nuñez, fueron secuestrados y
detenidos por la Policía Federal, Gerardo Gatti y María del Pilar Nores. El
departamento se utilizaba como una oficina del PVP. Pilar Nores fue trasladada a
una dependencia de la Policía Federal” –Ibíd., tomo I, pág 109-.
Según el informe correspondiente al D.A.E., a raíz de estos
hechos, “cae en Uruguay toda la Organización q ue se mantenía en ese país,
lográndose la detención de 76 integrantes del mencionado movimiento, de los cuales
34 fueron detenidos por personal del D.A.E. Ello ha permitido el secuestro de
abundante material vinculado a la organización, permitiendo procedimientos
posteriores que llevaron a la desintegración total de la O.P.R. 33, -material
bibliográfico, imprentas, máquinas de f otoampliación para la confección de
documentos falsos, gran cantidad de cartillas de cédulas de identidad de Policía
Federal, Provi ncial, Policía Uruguaya, Pasaportes Argentinos, documentos Nacional
de Identidad, Registros de Conductor, Credenciales periodísticas, Militares, etc...,
todas ellas en blanco”.
Ello, resulta coinci dente, en primer l ugar, con las detenciones
masivas ocurridas en Argentina a partir de los meses sigui entes a junio de
1976, principalmente durante el mes de julio de ese año, de militantes del
Partido para la Victoria del Puebl o.
En efecto, según se tuvo por acreditado en autos, con
posterioridad al mes de junio de 1976, fueron detenidos En rique Rodríguez
Larreta –h- (caso n° 9, detenido el 01/07/76), Raquel Noguei ra Paullier (caso
n° 10, detenida el 13/07/76), Enrique Rodríguez Larreta Piera (caso n° 11,
detenido el 13/ 07/ 76), Cecilia Irene Gayoso (caso n° 12, detenida el
06/07/76), Mónica Soliño Platero (caso n° 13, detenida el 06/07/76), Sara
Rita Méndez (caso n° 17, detenida el 13/07/76), Asil ú Maseiro (caso n° 18,
detenida el 13/07/76), Ana Inés Quadros (caso n° 19, deteni da el 13/07/76),
Eduardo Deán Bermúdez (caso n° 20, detenido el 13/07/76), María Margarita
Michelini Delle Pian e (caso n ro. 21, detenida el 13/07/76), Raúl Altuna Facal
(caso n° 22, detenido el 13/07/76), Edel weiss Zahn (caso n° 23, detenido el
13/07/76), Sergio Rubén López Burgos (caso n° 24, detenido el 13/07/76),
José Félix Díaz (caso n° 25, detenido el 13/07/76), Laura Anzalone (caso n°
26, detenida el 13/07/76), María Elba Rama Molla (caso n° 27, detenida el
14/07/76), Ariel Rogelio Soto Loureiro (caso n° 28, detenido el 14/07/ 76),
Alicia Raquel Cadenas Ravela (caso n° 29, detenida el 14/07/76), Ana María
Salvo Sánchez (caso n° 30, detenida el 14/07/76), Gastón Zina Figueredo
(caso n° 31, detenido el 15/07/76), Víctor Hugo Lubi án (caso n° 32, detenido
el 15/07/76), Marta Petrides (caso n° 33, detenida el 15/07/ 76), María Elena
Laguna (caso n° 55, detenida el 25/ 09/76), Beatriz Victori a Barboza Sánchez

70
Poder Judicial de la Nación

(caso n° 57, detenida el 30/09/76), Francisco Javier Peral ta (caso n° 58,


detenido el 30/09/ 76) y Álvaro Nores Montedónico (caso n° 59, detenido
02/10/76) –cf r. auto de fs. 2820/3065-.
Asimismo, ello resulta conteste con lo que surge de la
“Investigaci ón Histórica…” que da cuenta de que con posteri oridad a l as
detenciones de Gerardo Gatti y Pilar Nores en Buenos Aires y “[a] partir de la
información obtenida, la Policía Federal Argentina comuni có a oficiales uruguayos
que los detenidos eran de esa nacionalidad, y que formaban parte del PVP, así como
que uno de ellos era el dirigente requerido por las FF.CC., Gerardo Gatti. Desde este
momento, los organismos represivos (en este caso el Servicio de Información de
Defensa (SID) uruguayo y la Secretaría de I nformación y Defensa del Estado (SIDE)
argentina comenzaron a actuar de manera conjunta siendo este operativo uno de los
casos más representat ivos de la coordinación represiva entre ambos países. En la
operación de secuestro de Gerardo Gatti y Pilar Nores las fuerzas de seguridad
encontraron document os pertenecientes a la organización158, que les permitieron
USO OFICIAL

recabar la información necesaria para el lanzamiento de una nueva oleada represiva.


Entre el 13 y el 14 de junio de 1976, Pilar Nores es trasladada al centro de
detención clandestino Automotores Orletti; a su llegada, según su propio
testimonio, ya se encontraba allí Gerardo Gatti” –ibíd, tomo I, página 110-.
En referencia al secuestro de documentación a Gerardo Gatti y
Pilar Nores, la investigaci ón histórica da cuenta de l o siguiente: “De los
documentos confiscados y de la información obtenida por medio de los
interrogatorios, los militares uruguayos logran tener conocimient o de la existencia
de varios locales de la organización, a través de la consulta con las inmobiliarias
logran ubicar a algunos de los miembros del PVP que se encontraban requeridos así
como reconocer a otros militantes”.
Finalmente, resta señalar que en el anexo documental de esa
investigación históri ca puede verse un informe militar, el “PARTE ESPECI AL
DE INFORMACIÓN N° 8/976”, confeccionado por el Departamento III del
Servici o de Información de Defensa de l a Junta de Comandan tes en Jefe de la
República Oriental del Uruguay, fechado el 25 de j unio de 1976, en el que se
da cuenta de lo si guiente de que “[e]n base a interrogatorios realizados a
integrantes de la Organización Popular Revolucionaria 33 Orientales (O.P.R. 33),
que se encuentran detenidos por este servicio y en base también a material
capturado”, se había podido determinar que “dicha organización subversiva se
encuentra totalmente reorganizada desde los puntos de vista político, militar y
logístico” y que “estaba operando act ualmente en Territorio Nacional, en la
República Argentina y en varios Países Europeos” –“Investigaci ón Histórica…”,
tomo I, Anexo Documental, página 199-.

71
Así las cosas, si bi en a esta altura de la i nstrucci ón no ha podido
establecerse qué intervención concreta tuvieron los distintos integrantes del
D.A.E. en los hechos precedentemente enunciados, ha resultado necesario
dejar sentada existencia de estos elementos serios, variados y concordantes
que permi ten vincular el accionar de ese departamento con los hechos
acaecidos en “Autom otores Orletti”.
Considerando Cuart o
Hechos imputados
En el presente punto se efectuará una descripci ón detallada de la
forma en que se desarrollaron los hechos que tuvieron por víctima a Victoria
Lucía Grisonas, a cuyos efectos se formulará un exhausti vo análisis de los
elementos probatori os que fueron acumulados a la presente i nvestigación.
4.1. Pri vación ilegal de la libertad de Victoria Lucía Grisonas
Se tiene por acreditado, con el grado de certeza que esta etapa
procesal demanda, q ue Victoria Lucía Grisonas fue privada ilegalmente de su
libertad el día domi ngo 26 de septi embre de 1976 en horas de la tarde, en su
domicilio sito en la calle Mitre 1050 (según l a numeración que dicha call e
habría tenido a la fecha de los hechos), cerca de la esquina de la calle Carlos
Gardel, entre esa cal le la y Av. de Mayo (actual Eva Perón) de la localidad de
General San Martín, provincia de Buenos Aires.
El copioso pl exo probatorio reuni do a lo l argo de esta
instrucci ón, permite tener por probado que esa detención ilegal fue cometida
a través de un operativo conjunto real izado por personal de la entonces
Secretaría de Informaciones del Estado y del Departamento de Asuntos
Extranjeros de la Superintendencia de Seguri dad Federal de l a Policía Federal
Argentina que se desempeñaba a la fecha del hecho en “comisión” en el
Grupo de Tareas 5 (G.T. 5) de esa Secretaria de Estado, con intervención de
los imputados respecto de los cuales se resolverá su si tuación procesal en
este resoluti vo.
Las ci rcunstancias en que f ue cometi do el hecho surgen de
distintos elementos probatorios acumul ados al expedi ente y que tienen su
origen en diversas fuentes, tal es como constancias documentales que dan
cuenta precisa del operativo y del personal interviniente, declaraciones de los
familiares de las víctimas y, fundamentalmente, de quienes presenciaron los
hechos.
Recordemos que a través del auto de mérito dictado en fecha 6 de
septiembre de 2006, el suscripto tuvo por acreditado l os hechos que tuvieron
por víctima a Victori a Lucía Gri sonas -fs. 2820/3065-.

72
Poder Judicial de la Nación

En dicha oportunidad, en primer lugar se tuvieron en cuenta los


términos en que María Angélica Cáceres de Julien, (madre de Mari o Roger
Julien y suegra de Victoria Grisonas) denunció el secuestro del matrimonio,
conforme las constancias que surgen de los legajos CONADEP nros. 2950 y
2951.
Surge del l egajo 2951, lo siguiente: "En el mes de diciembre de 1983
la declarante encontró la casa donde se produjo el enfrentamiento, que era domicilio
de la víctima, aunque vivía con nombre supuesto. La casa está en Mitre al 1300 casi
esq. Carlos Gardel, Pdo. de San Martín. La testigo que se detalla más abajo conoció
a las víctimas y recuerda el operativo. Dice que la víctima [se refiere a Mario
Roger Juli en Cáceres, esposo de Grisonas] se suicidó al ver su casa rodeada por
fuerzas policiales y del Ejército, con varios vehículos, i ncluso una tanqueta. Según
Clarín y La Razón del 27/09/76 hubo un sub-oficial o sub-com isario herido. La
esposa de la víctima fue sacada viva. También hay testimonios de que ella fue vista
en un cuartel con l os dos hijos, quienes también fueron secuestrados en el
USO OFICIAL

operativo".
Al legajo nro. 2950 se glosaron con stancias rel ativas a las
diversas gesti ones q ue se realizaron como consecuencia de la desaparici ón
del matrimoni o. En este senti do, se habrían presentado acciones de habeas
corpus ante los Tribunales, así como también sucesivas presentaciones ante
Amnesty Internation al y la Cruz Roja.
En el informe sobre la “Investigación H istórica sobre Deten idos
Desparecidos” reali zado en el Uruguay, se consignan otras gesti ones
realizadas, entre l as cuales se menciona que se formularon pedidos o
reclamos ante la A.C.N.U.R. –en octubre de 1976-, la Comisi ón Interamericana
de Derechos Humanos –en 1977-, FUNDALATIN -Venezuela-, CLAMOR -
Brasil-, el Secretari ado Internacional de Juristas por la Amnistía en el
Uruguay (SIJAU) –Francia-, el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones
Forzadas e Invol untarias de la O.N.U. –Francia-, el Ministerio del Interior de
nuestro país, el Con sejo Mundial de Iglesias, así como tambi én ante los Reyes
de Suecia, España e Inglaterra y los Presidentes de Estados Unidos de
Norteamérica y Fran cia, entre otros.
En el legajo CONADEP nro. 2951 también obra copia del
testimonio por el cual se declaró la ausencia por desaparición forzada de
Victoria Lucía Grisonas de Julien, fijándose como fecha presuntiva de la
ausencia por desaparici ón forzada el veintiséis de septiembre de mil
novecientos setenta y seis.
Por otra parte, se ha tenido por acredi tado a través del auto de
mérito ya referenciado, que Victori a Lucía Grisonas f ue trasladada al CCDT
“Automotores Orletti”, donde fue sometida a tormentos.

73
Como se adelantó, a través del curso de la investigación llevada a
adelante en este expediente, diversos elementos probatorios i ncorporados con
posterioridad al pronunciamiento de septiembre de 2006, permiten tener por
acredi tado a esta al tura de la instrucci ón las ci rcunstancias precisas en las
que se produjo la detención ilegal de Victoria Gri sonas.
Al respecto, deben señalarse las declaraciones prestadas por dos
testigos presencial es del operativo, Francisco Cullari y Joaquín Castro, en
esta sede (fs. 8004/10 y 8032/7 respectivamente) y ante el Tri bunal Oral en lo
Criminal Federal nro. 1, en l as audi encias correspondientes al Juici o llevado
adelante por ese Tri bunal con motivo de la clausura parcial sumario dictada
por el suscripto en f echa 4 de septiembre de 2008 -fs. 6499/ 791- y de las que
se tienen registros audiovi sual es –remi ti dos a fs. 8015-.
Asimismo, las constancias que surgen del expediente letra P –
237.029 N° 1976 iniciado por l a Divisi ón Reti ros y Pensiones por “trámite de
retiro obligatorio por aplicación de los artículos 80 inciso 3°, 83° inciso 1° y 84°
inciso ° apartado a) de la L.O.P.F.A. al principal (L.P. 3088) Rolando Oscar
Nerone”.
Tal como se consignó al principio, se tendrá por acreditado en
autos, que Victori a Lucía Grisonas, fue secuestrada a través de un operati vo
efectuado en el domicilio que ocupaban en la calle Mitre, casi esquina Carlos
Gardel de la l ocalidad mencionada.
El hecho, como se dijo, ocurrió el 26 de septiembre de 1976,
después del mediodía, durante las pri meras horas de la tarde y se habría
extendi do hasta el atardecer.
Participaron en el mismo una gran cantidad de efectivos, con
uniforme militar, policial y personas de civil, f uertemente armados, que
dispararon una inmensa cantidad de proyectiles contra la vivienda dejando
su frente prácticamente destruido.
El despliegue del aparato represivo destinado a l a concreción de
los hechos, contó con una gran cantidad de vehículos de todo ti po y hasta,
según refiri eron los testigos, dos tanquetas que cortaron el tráfico en ambos
extremos de la cuadra.
La zona fue, literal mente tomada por las fuerzas militares, de la
SIDE y de la Policía Federal, que habrían cortado la luz eléctrica e incluso las
líneas telefónicas de la manzana en la que ocurri eron los hech os.
Los testigos concluyen en ese operati vo fue detenida Vi ctoria
Lucía Grisonas, qui en habría si do duramente gol peada y a quien le fueron
sacados sus dos hijos menores de edad, los que l uego fueron vistos en el
CCDT “Automotores Orletti”, al igual q ue su madre.

74
Poder Judicial de la Nación

Los distintos elementos de convicción obrantes en el expediente,


llevan a afirmar q ue Mario Roger J ulien Cáceres, marido de l a vícti ma, en un
primer momento y como consecuencia de la intensa y continua cantidad de
disparos que se efectuaron contra la vivienda, habría decidido escapar por los
fondos, siendo detenido en el umbral de una casa ubicada en la misma
manzana, sobre la calle Carlos Gardel, a l a que habría ingresado en su h uída.
La investigación seguida hasta el momento, permite presumir que
Mario Roger se habría suicidado in giriendo una cápsula de cianuro
previ amente a ser detenido por el person al interviniente en el operativo.
Al respecto, se verá que existe tambi én coincidencia en los testigos
respecto de q ue en la esquina de Carl os Gardel y Mitre cayó el cuerpo sin
vida de uno de los integrantes del matrimoni o, corroborando con ello la
tesitura del suici dio de Juli en Cáceres.
A continuación ef ectuaremos una relación precisa de las
circunstancias de modo, ti empo y lugar en las que se concretaron los hechos,
USO OFICIAL

dando cuenta de los elementos probatorios de cada uno los extremos que
fueran precedentemente reseñandos.
Lugar y fecha de l os hechos
Como se dijo al pri ncipio, la vivi enda en la que fue realizado el
operativo quedaba ubicada en la calle Mitre número 1050 (según la
numeración que dicha calle habría teni do a la fecha de los hechos), entre la
calle Carlos Gardel y Av. de Mayo (actual Eva Perón) de la locali dad de
General San Martín, provincia de Buenos Aires.
Con mayor precisi ón, debe señalarse que la finca en cuestión se
encontraba sobre la vereda en la que desemboca el Pasaje Comerci o, de una
cuadra extensi ón en sentido noroeste-sudeste.
Sobre uno de los extremos de la cuadra (hacia el sudoeste), se
encuentra una zona que los vecinos conocen como las “cinco esquinas”, toda
vez que en ell a confluyen con la call e Mitre, las calles Gardel (n° 129),
Tornqui st (n° 50), Brown (n° 131) y sobre la cual, según puede advertirse en
la fotograf ía glosada a fs. 7967, exi ste un a estación de servici o abandonada.
Respecto del sitio en que fueron cometi dos los hechos, se expresó
en esta sede el peri odista e investigador Fabián Kovacic al prestar
declaración testimon ial a fs. 7952/66 de estos obrados.
En dicha oportun idad, Kovacic refi rió q ue había tomado
conocimiento de q ue en el marco de los juici os relativos a los hechos
sucedi dos en “Automotores Orletti” había surgido documentaci ón relativa a l o
sucedi do con la familia Julien. Afirmó sobre estos sucesos que durante su
investigación había podido individualizar la vivienda en la que se realizó el

75
operativo y aclaró: “[e]n un momento, en el libro «A todos el los» se menciona
que la casa quedaba en la esquina de las calles Mitre y 25 de Mayo de la Localidad
de San Martín, aunque quiero dejar claro q ue esto sucedió en Mi tre esquina Carlos
Gardel, a pocas cuadras del cementerio de San Martín”.
Dijo Kovacic que “el domicilio de los J ulien quedaba a unas 20 cuadras
[de la calle 25 de mayo] en dirección haci a el cementerio, en la esquina de Carlos
Gardel y Mitre, en el barrio Villa Libertad”, y tal como surge del acta respectiva,
expresó “[q]ue no tiene información respecto de la numeración catrastral de aquel
entonces, pero que actualmente podría ser la nro. 5251, aunque sí sabe que la
numeración ha cambiado desde la fecha de los hechos. Que luego de la publicación de
«A todos ellos», otros libros rectificaron ese dato erróneo y ent iende que en sitio
de Familiares de detenidos- desaparecidos uruguayos también este dato ha sido
corregido”.
En razón de ello, se solicitó al testi go q ue indicara en un plano,
glosado a fs. 7964, la ubicación en cuestión, individualizando el mismo la
zona a la que hiciera referencia y que resulta coincidente con los restantes
elementos acreditantes que sobre el punto obran en el expedi ente.
Las constancias gl osadas en el expediente P-237.029 de la divi sión
Reti ros y Pensiones de la P.F.A. vinculado a los trámites de reti ro obligatorio
del Principal Rol ando Oscar Nerone, dan prueba acabada de las
circunstancias de modo, tiempo y lugar en que fueron secuestrados Victoria
Lucía Grisonas y Mario Roger Julien Cáceres.
Recordemos que al denunciar los hechos ante l a CONADEP, María
Angélica Cáceres de Julien, indicó que había podi do averiguar que el
domicilio de las víctimas se encontraba ubicado en la l ocali dad menci onada,
sobre la call e Mitre, casi esquina Carlos Gardel (cfr. Legajo n ° 2951).
Como ya se consignara en el considerando cuarto, a fs. 1 de dichas
actuaci ones, q ue obran reservadas en secretaría en copias certificadas, l uce
un acta inicial labrada al día si guiente de los hechos, el 27 de septi embre de
1976, por la que se dispone iniciar actuaciones administrativas caratuladas
como “acci dente”, vinculadas al “procedimiento realizado en la Av. Mitre 1050
de la Localidad de San Martín, provincia de Buenos Aires” por personal del
Departamento de A suntos Extranjeros de la Superintenden cia de Seguridad
Federal que, según se consigna, actuó “en comisión en el Grupo de Trabajo n° 5
(G.T. 5)” juntamente con “efectivos de la S.I.D.E.”.
Cullari y Castro, vecinos de la zona, dieron cuenta detallada de la
ubicación preci sa de la vivienda.

76
Poder Judicial de la Nación

Una fotografía actual del sitio en el que ocurrieron los hechos


permitirá posicionarnos de manera más gráfica al momento de exponer los
dichos de los testi gos cuando describi eron el lugar:
USO OFICIAL

FOTOGRAFÍA DE LA CALLE MITRE ENTRE CARLOS GARDEL Y AV. DE MAYO (ACTUAL EVA PERÓN) DE LA LOCALIDAD DE SAN
MARTÍN, PROVINCIA DE BUENOS AIRES.

Recordemos que María Angélica Cáceres de Julien, al momento de


denunciar los hech os en l a CONADEP, consignó sobre los testigos del
procedimiento: “q uiosquero (Av. Mitre 1392)”.
Dicha persona resul tó ser Francisco Cul lari, vecino que resi de en
la cuadra desde el año 1956, q uien al prestar testimonio ante este J uzgado,
expresó: “El procedi miento que yo vi ocurrió un domingo de septiembre del año
1976, habrá sido el 26 ó 27 de septiembre. Habría que mirar en un almanaque de
aquella época para ver la fecha precisa, lo que estoy seguro es de que fue un día
domingo porque yo había venido de comer un asado en la casa de unos amigos. El
secuestro de mis vecinos fue a primeras horas de la tarde, a eso de las 2 ó 3 de la
tarde, estuvieron un l argo rato los militares y policías, estaba todo el tráfico cortado
en la calle Mitre. En las dos esquinas de nuestra cuadra, había una tanqueta en cada
una de ellas. Es una cuadra larga, y en una de las esquinas confluyen varias calles,
por lo que se le dice en [la] zona «las cinco esquinas». La cuadra, a su vez, está
cortada por un pasaje [Comercio], que da justo donde quedaba la casa de esta gente,
donde vivía el matrimonio con dos criaturas” –fs. 8004/10-.
En sentido coincidente declaró Joaquín Castro, q uien afi rmó: “yo
fui testigo de un operativo que ocurrió en la calle Mitre, a la vuelta de mi casa,
aproximadamente a mediados del mes de septiembre del año 1976. La casa […] donde
sucedió todo estaba ubicada en la calle Mi tre, sobre la desembocadura de la calle

77
comercio. Sucedió un día domingo, eso lo recuerdo perfectam ente, habrá sido
estimativamente a eso de las 15.30 ó 16 horas –fs. 8032/7-. Castro, según
expresara en la audi encia celebrada en estos estrados, indicó que reside en la
misma vivienda desde el año 1940, y que la misma se encuentra ubicada “en la
calle Carlos Gardel, entre Mitre y Belgrano” –fs. 8032/7-.
Conviene indicar a esta altura, que no obstante cierta di vergencia
existente en las constancias reseñadas respecto de la numeración catastral del
domicilio de los J ulien, ellas resultan salvadas frente a la coincidencia
absoluta relativa a que el operativo ocurrió en la calle Mitre cerca de la
esquina en que la misma cruza con la calle Carlos Gardel, lo que resul ta
conteste, a su vez, con los testimonios que sitúan el domi cilio de la calle
Mitre a la al tura en que esta es interceptada por el Pasaje Comercio.
Esta situación, obedece, como puede adverti rse, a reiteradas
modificaciones en la numeración catastral operadas en la zon a de los hechos,
a las que hiciera referencia el periodista Fabián Kovacic, siendo esta una
circunstancia sobre l a cual también coincidieron los vecinos Cullari y Castro.
A preguntas del Tri bunal, Cull ari, l uego de expresar que “la calle
1° de mayo […] ahora se llama Eva Perón” y que “[t]ambién ahora las calles tienen
un número que las identifica”, indicó que efectivamente la calle Mitre había
tenido un cambi o de numeración, en estos términos: “ponel e mi casa creo que
era 1300 y pico, o mil y algo y ahora es 5683, no recuerdo cuándo fue el cambio de
numeración pero supongo que habrá sido en la época del Presidente Alfonsín, por el
año 1983 ó 1984 o después, no recuerdo bien cuándo cambiaron ese número, pero en
el año 1976 en esa cuadra la numeraci ón era mil y pico” –testicullari- .
Castro también hizo referencia al cambi o del nombre de la calle
1° de Mayo, al indicar: “Mitre y Belgrano siempre se llamaron i gual. La calle Av.
de Mayo ahora se ll ama Eva Perón, creo que el resto de las calles siempre se
llamaron así” y, siendo que el testigo vive sobre la call e Carl os Gardel,
coincidió con Castro respecto de los cambios en la numeración catastral en las
viviendas de la zona, en estos términos: “han cambiado la numeración catastral
en la calles, en el año 1967 creo, o después, la verdad que el sistema numerario era
muy anárqui co. En una época teníamos el número 25, después tuvimos distintas
numeraciones, pero los números de chapas actuales los tuvimos después de este
operativo, no recuerdo bien cuándo, pero en un momento se ve que el muni cipio
decidió poner números definitivos que son actuales”.
Es dable señalar aquí que en ocasión de prestar declaración
testimonial ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de esta ci udad,
Castro indicó q ue al lado de “al lado de la casa había una em presa metalúrgica
que se llamaba BOPAVI” –cfr. constancia actuarial de fs. 8169vta. de autos-, l o
que resulta absol utamente concordante con lo consignado en un memorando

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Poder Judicial de la Nación

originado por Unidad Regional San Martín - Comisaría 1ª obrante en el


Archivo de la Di rección Naci onal de Informaci ón e Inteligen cia del U ruguay
en el que se consignó lo siguiente: “San Martín 1ra.: El día 26 del cte. siendo
aproximadamente las 19:00 hs., fuerzas combinadas del Ejército y Policía Federal
sostuvieron un enfrentamiento armado con l os ocupantes de una vi vienda ubicada en
la parte posterior del cementerio local, situada al lado de la fábrica metalúrgica
«BOPADI», resultando como consecuencia del enfrentamiento un extremista abatido
y herido el Oficial I nspector de Policía Federal OSCAR NERONE. Se secuestró
abundante material, documentación, armamento y municiones” –cf r. fs. 8109vta de
autos-.
Por otra parte, respecto del l ugar en el q ue se encontraba ubi cada
la vivienda y la pri migenia surgida en torno a ell o, resulta absol utamente
ilustrativa l as constancias que surgen del legajo 15418 Mesa “DS” carpeta
“Vari os”, caratulado “Asunto: Investigaci ón Familia Julien Grisonas. Deleg. San
Martín” aportado por la Comisi ón Provincial por la Memoria a fs. 8891/95.
USO OFICIAL

Dicho legajo, se inici ó con fecha 28 de febrero de 1980 a través de


un Memorando di ri gido por el Comisario General Patrici o Salatino de la
P.B.A. al Director General de Inteli gencia de esa provincia, al que,
adjuntándose el caso C.I.D.H. n° 4803 referente a Victoria Lucía Grisonas y
Mario Roger Cáceres se solicitó “se realice un chequeo entre el vecindario de la
zona que se menciona en la denuncia sobre si recuerda que el día 26-9-76 hubo un
enfrentamiento en el l ugar que se menciona en el caso mencionado anteriormente”.
Luego de di stintas diligencias que aparentemente se habrían
realizado, arrojando resul tado negativo, una nota remitida al Jefe de la
Delegaci ón DGIPBA San Martín, ampli ó los datos sobre el caso, indicándose
que debería reali zarse “un chequeo general de la zona del hecho, calle 25 de mayo
y Mitre, cerca del Cementerio de San Martín (en esa cuadra) …”.
En el legajo, exi sten comunicaciones internas entre las disti ntas
dependencias de la Policía provincial que dan cuenta de que no pudo
establecerse el domi cilio en el q ue habría ocurri do.
Luego, aparece un a nota remiti da al Jefe de la Delegación
DGIPBA San Martín en el que, ampliándose las comunicaci ones anteri ores, se
indica que deberá “hacer un chequeo general de la zona del h echo, calle 25 de
mayo y Mitre, cerca del Cementerio de San Martín (en esa cuadra)…”
Sin embargo, mediante nota de fecha 9 de abril de 1980, el Of icial
Inspector Hermes Vicente Acuña comunicó al Delegado Regi onal de la
Delegaci ón Regional de Inteli gencia de San Martín, lo siguiente: “en la
circular de marras se mencionaba como ocurrencia del hecho la i ntersección de las
calles Mitre y 25 de mayo, cerca del cementerio de esta localidad. La intersección
apuntada se halla dist ante a unas veinte cuadras aproximadamente de la necrópolis

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local, razón por la cual se establece como lugar probable y verosímil el sector
comprendido entre l as calles Mitre y Avenida 1° de Mayo, paralelas entre sí,
siendo esta última lateral respecto del cementerio e intersecci onadas ambas por
Coronel Mont, ésta corriendo frente a la entrada principal de la necrópolis”.
Finalmente, cabe destacar lo que surge de las diligencias que, a
pedido del Tribunal, cumpli mentara personal de la Comi saría 1ª de San
Martín entre los vecinos actuales de la zona, a través de las cuales se
recabaron los dichos de la vecina Isabel Rodríguez, de 88 de años de edad y
domiciliada en la cal le Mitre n° 5551, qui en refirió q ue “se domicilia en el lugar
desde 1945 aproximadamente y que el anti guo número catastral de su finca es el
1280” –cf r. acta de fs. 8682-.
Fabián Kovacic aportó, a través de un correo electrónico di ri gido
al Tribunal, fotografías del l ugar de los hechos que fueron agregadas a fs.
7967/76 de estos actuados y exhibidas a los testigos que presenciaron el
operativo.
Al tomar vista de las fotografías, Cullari indicó “las fotos
corresponden con la cuadra de mi casa”, mientras que Castro expresó “son fotos
de la zona de mi casa”.
Frente a la fotograf ía de fs. 7967, Cull ari dijo “en ella se ve la
estación de combustible YPF abandonada en la que dejaron abandonados a los chicos
del matrimonio ubicada en Brown y Torquinst”, coincidiendo Castro en que esa
era l a “la estación de servicio YPF” que había indi vidualizado en la zona de las
“cinco esquinas” en el plano que efectuara en esa sede al prestar declaración
testimonial.
Frente a la fotograf ía de fs. 7968 Cullari indicó: “Esto es Radio
Victoria, o sea Hitachi, una fábrica que está sobre Carlos Gardel, la casa desde la
cual salió la mujer [en referencia al domicilio de l os Julien y la salida del
mismo de Victoria Lucía Gri sonas], ahora no existe más y ahora esta esa fábrica”
y Castro dijo: “este es el frente de una empresa que es un depósito de televisores
Hitachi”. Los testigos también coincidieron respecto de q ue l a fotograf ías de
fs. 7969 y 7976 contenían la imagen de la empresa mencionada.
Al serles exhibida la fotografía de fs. 7975 que contiene una
imagen específica de la fábrica, a la al tura del Pasaje Comerci o, tanto Cullari
como Castro afirmaron que en ese lugar se encontraba la vivienda en la que
residía el matri moni o Julien. Castro dijo: “Esta foto corresponde al depósito de
electrodomésticos Hitachi, aquí donde [está el] portón es más o menos donde
quedaba la casa q ue recibió los disparos, enfrente de la que se ve en la fotografía
anterior [en referenci a a una vi vienda si tuada en la esq uina de Mitre y Pasaje
Comercio]”, al ti empo que Cullari expresó: “este [ es] el portón en el que estaba
la casa del matrimonio. La casa de ellos comenzaría, yendo desde mi casa, unos

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Poder Judicial de la Nación

cincuenta centímetros antes del portón y terminaba casi cuando finalizaba el portón,
que es muy largo”.
Como veremos más adelante, los testigos coinciden en afirmar
que Roger Julien in tentó hui r por los f ondos del terreno, i ngresando por a
una vivienda de propiedad de la famil ia Esteban, cuyo frente se encuentra
ubicado sobre la cal le Gardel. Al respecto, debe mencionarse que frente a l a
fotografía de fs. 7970, Cull ari indicó “que esa es la casa desde l a cual salió Roger,
en la que vivía el hombre de apellido Esteban, la casa esta igual desde aquel
entonces, no se reformó absolutamente nada. Él salió y fue detenido en la puerta que
se ve en la foto, j unt o al portón”, mientras que Castro recordó: “el Sr. Rogelio
Esteban era el dueño de esta casa, él nos di jo [al dicente y su mujer] que por su
casa se escapó el hom bre del matrimonio, y que lo detuvieron ahí en la puerta. El
señor [Esteban] está fallecido ya”.
En idéntico sentido se expresaron los testi gos frente a la
fotografía de fs. 7971, respecto de la cual Castro indicó “esta también es la casa
USO OFICIAL

de Esteban” mientras que Cullari dijo que, luego del “bar de la esquina de
Gardel y Mitre”, se veía l a “casa desde la cual salió Roger Cáceres”.
Tanto Cullari como Castro resultaron contestes en afirmar que
desde un chalet situado en l a intersecci ón de Mitre y Pasaje Comercio, frente
a la casa de Victoria Grisonas, y cuya imagen se encuentra en la fotograf ía de
fs. 7974, fue que se parapetaron los represores disparando contra el domicilio
de las víctimas.
Al respecto, al ver l a fotograf ía el primero de los testigos ref irió:
“esta [es] la casa de enfrente de la del matri monio, con frente de l aja que como se ve
bien […] aquí no tiene ninguna marca de haber recibido un disparo. El chalet este
queda en Comercio y Mitre, el hombre que vivía allí ya falleció también. La casa esta
exactamente igual a aquella época”, ci rcunstancias sobre l as cuales Castro
coincidió, expresando: “aquí se ve la casa de Comercio y Mitre, desde donde los
militares les disparaban a la casa del matrimonio uruguayo. La casa está igual,
sobre el margen izquierdo se ve el pasaje Comercio”.
Por otra parte, los testigos confeccionaron un croq uis de la
cuadra, con indicaci ones referentes a l os hechos que tuvieron en lugar en
algunos de tales siti os.
El plano efectuado por Cullari l uce a fs. 8006, habiendo indicado
en el mismo, lo si guiente: “la calle Mitre, sobre una de las esquinas la calle
Carlos Gardel en la que también confluyen las calle Torquinst y Brown y en la otra
esquina, la calle 1° de Mayo”, también señaló Cullari el pasaje Comerci o, y
“con el número 1 la ubicación de la vivienda en la que sucedió el operativo, y con el
número 2, su kiosco, y con el número 4 la vivienda del testigo”. Con el número 3,
identificó la ubicación de la casa de la esquina de Mi tre y Comercio,

81
refiriendo que “debía haber sido baleada en caso de que se disparara desde adentro
de la vivienda, a su criterio”. Refi rió también, “luego de corregir el trazado de la
calle Torquinst, que una de las tanquetas estaba ubicada en la i ntersección de esa
calle y Mitre, y la otra en Mitre y 1° de Mayo”.
Cullari también precisó el sitio desde el cual observó el
operativo, expresan do que “al llegar al lugar, apenas ingresó a la calle Brown,
fue retenido por personal militar. Que allí debió dejar su automóvil (un Fiat 600) y
continuar a pie. Que entonces, se encontró con el resto de los integrantes del
operativo militar, que entonces, le permitieron que su mujer y su hija ingresaran a
su domicilio mientras que él se quedó en la esquina de Brown […] y Carlos Gardel
junto a otros vecinos mirando lo que sucedí a. Que no le fue vedado el acceso a su
domicilio, que se quedó allí para ver qué era lo que estaba sucediendo”.
Como se dijo, Castro también procedió a efectuar un croq uis de la
zona, surgiendo del acta respectiva l as referencias que efectuó en el mismo,
en estos términos: “con el número 1, el domicilio de las víctimas; con el número 2,
el domicilio del testigo; […] con las siglas «YPF» una estación de servicio ubicada
en las «cinco esqui nas»; con la inscripción «Cementerio», l a ubicación de la
necrópolis ubicada en la inmediaciones de la zona; con el número 4, el sitio en el que
quedó el automóvil particular luego de recibir una ráfaga de disparos, en la
situación a la que ha hecho referencia; y, con el número 5 indica la ubicación en la
que estaban las tanquetas”.
La vivienda atacada
Surge del expediente P-237.029 vinculado a los trámites de reti ro
obligatorio del Pri ncipal Rolando Oscar Nerone, las características del
domicilio en el que residía el matrimonio Julien y que fueran reconoci das por
los testigos presenciales de su secuestro.
En efecto, a fs. 2/vta. de las actuacion es mencionadas, luce una
inspección ocul ar suscripta por el Principal Felipe Honorio Jalil del
Departamento de A suntos Extranjeros de la Superintenden cia de Seguridad
Federal de la P.F.A. confeccionada el día 30 de septi embre de 1976, es deci r,
cuatro días después de produci rse el operativo.
Del acta respectiva surge la siguiente descripción detallada: “Ya en
el lugar, sito en la calle Mitre n° 1050 de Localidad de San Marti n Pcia. de Bs. As.
y frente a la estructura edilicia, [se observa] que se trata de una sola planta, de
construcción moderna, levantada en un predio de 8,66 mts. de ancho por 25 mts. de
largo. En la parte delantera posee apoyada sobre la medianera derecha, una pequeña
edificación separada del resto de la finca, que es utilizada para garage que es de
unos 3,00 mts. de ancho por 3,50 mts. de largo y delante de la construcción
destinada para vivienda, se halla un terreno que va desde la pared del garage hasta
la medianera, que tiene 5,50 mts. de ancho por 5 mts. de l argo. La vivienda

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Poder Judicial de la Nación

propiamente dicha se levanta recostada en la medianera izquierda y está compuesta


por un living comedor, dos piezas destinadas para dormitorios una cocina, y en el
fondo tres habitaciones construidas en línea y apoyadas sobre la misma medianera.
La ubicación de lo anteriormente nombrado es la siguiente: entrando por la única
puerta de acceso por el frente, se penetra al living comedor que es de 4 m. por 3 m.
de ancho, éste habitáculo posee dos puertas que dan a otras tantas piezas destinadas
a dormitorios, dando uno de éstos al frente poseyendo una ventana que deja ver el
jardín y la calle. A continuación del living se encuentra la cocina que es pequeña, y
posee todos los artefactos de uso corriente tales como, calefón, coci na a gas nat ural,
heladera, pileta y cajonera. El cuatro de baño está ubicado a conti nuación de las dos
habitaciones, y es de 1,30 por 2,50 de ancho, poseyendo col ocados todos sus
artefactos sanitarios. Y a manera de depósito de 3 por 3 mts. c/u no teniendo
mobiliario alguno. Al costado derecho de la finca existe un pequeño pasillo que
comunica el jardín, o sea, la vía pública, con el fondo no edificado, que es de unos 4
por 5 mts. de largo el que no posee plantación alguna y está comunicado con la
USO OFICIAL

vivienda mediante una puerta que da a la cocina”.


Tales características resultan absol utamente coincidentes con la
descri pción que hici eran los testigos al respecto.
Francisco Cullari di o cuenta de su conocimiento sobre el punto en
estos términos: “Yo ingresé a la casa después de todo lo sucedido, cuando fue a
vivir allí otra gente, la ocuparon a la casa. En teoría esta casa Roger la había
comprado pero no se había escritura[do], entonces Hugo Uribe –un policía de la
provincia, pero de otra zona- la usurpó con ayuda de algunos conocidos que me dij o
que tenía en la municipalidad, pero luego los propietarios lo hicieron desalojar. Yo a
Uribe lo conocí en ese momento, él ya falleció, ahora tengo algún contacto con las
hijas de él”.
Preguntado entonces, específicamente, sobre las características de
la finca en la que fue cometido el operativo, dijo l o si guiente: “La casa tenía
una entrada, a la derecha, estaban todas las habitaciones: dos dormitorios, un living
comedor, una cocina y un sótano en el cual el dueño anterior hací a vinos ahí abajo,
dejaba unos toneles con vino allí. Se entraba y tenías a la par un living y un
dormitorio, atrás de eso la cocina y otra habitación y un patio (la cocina quedaba
más adentro) y después venía un terreno como 60 metros, era un terreno muy
grande, por eso los fondos lindaban con casas cuya entrada quedaban sobre la calle
Gardel, me acuerdo que tenían un árbol de ciruelas y Roger o la señora nos traían la
cosecha de frutas y repartían a los vecinos”.
Sobre el mismo tópico decl aró Joaquín Castro en esta sede,
expresan do: “exteriormente era un casa que tenía, mirándola de frente, tenía un
garaje a la derecha, en el medio la puerta y al otro lado una ventana que supongo
que sería un dormitorio. Luego de que sucedió esto, quedaron unos policías en la

83
casa, pero cuando se f ueron, quedó el rumor en el barrio de que en esa casa había
una «cárcel», que ahí tenían gente detenida, entonces una vez por curiosidad f ui a
la casa. Lo que vi es que todos esos rumores eran patrañas, la casa había quedado
toda destruida por el bombardeo de tiros que le hicieron desde afuera. Yo solamente
pasé hasta el porche y miré desde a través de la puerta pero no ingresé a la casa. Ni
antes de lo sucedido ni después y luego en ese terreno quedó la fábrica”.
Es dable señalar aquí que la descri pción efectuada por los
testigos resulta concordante con la que realizara el imputado Oscar Roberto
Gutiérrez, en ocasi ón de formul ar su descargo a fs. 8938/56 de autos, ocasión
en la que refiri ó que, la vivienda en la que se efectuó el operativo “tenía una
entrada de garaje a uno de los lados, un camino de cerámicas en el centro y al otro
lado un jardín. Que en la línea de edificación había una pequeña pared”.
A fs. 6 del expedi ente administrativo ya citado, l uce un croquis de
la vivienda confeccionado por personal policial, con motivo de la
sustanciaci ón de tales actuaciones, el cual se reproduce a continuación.

Al serle exhibido di cho croquis (que luce en copias certificadas a


fs. 6 del expediente P-237.029 y en copias simpl es a fs. 7595vta. de autos), y

84
Poder Judicial de la Nación

preguntado Cullari respecto de si el mismo representaba características


concordantes con aquellas que él recordó de la vivienda y que ya fueran
citadas, expresó: “Sí, esta es la casa, el garage lo hizo Roger, no tenía pared del
lado opuesto a la medianera, él tenía una Fiat Multicarga y la estacionaba allí. El
baño que dice acá para mí, junto con la «pieza nro. 1» era el sótano en el que
primitivo dueño tenía su sótano con donde preparaba vino. Las piezas 2 y 3 no las
recuerdo realmente, pero el resto de la casa esta dibujado exactamente igual a cómo
era. Señala el testigo que la ventana que daba al cuarto que quedaba junto al
«Living-Comedor» f ue la que quedó compl etamente destruida luego de la balacera”.
Ante el mismo plan o, Joaquín Castro manifestó: “Sí, corresponde
con la casa ésta, digo l a parte del jardín, del garage y la ubicación de la entrada y de
los dos primeros ambientes es igual. Yo ingresé hasta la puerta q ue divide los dos
primeros ambientes, vi todo destruido y me volví. Del resto de la casa no puedo
decir nada porque no l o vi nunca. Lo q ue sí sé es que por la ubicación de la casa en
la manzana, estaba instalada en un terreno l argo, así que puede ser que el muchacho
USO OFICIAL

se haya escapado por l a casa del Sr. Esteban”.


Debe destacarse también que el croquis f ue exhibido al i mputado
Oscar Roberto Gutiérrez en ocasión de prestar declaración in dagatoria en esta
sede –fs. 8938/56 de autos-, ante lo cual dijo: “la parte del frente es muy similar
a la vivienda en la que se realizó el operativo, que en la parte i nterior y posterior no
puede precisar nada ya que, como dijo, no ingresó”.
La víctima y demás ocupantes de la vivi enda
En las constancias obrantes en el expedi ente P-237.029 no f ueron
consignados los datos filiatorios de l as víctimas.
Las menciones relati vas a los secuestrados, se formulan si empre
en sentido indeterminado, bajo rótul os propi os de la terminol ogía del
régimen dictatorial. Así, se hace referencia a que durante el procedimiento el
Principal Oscar Rol ando Nerone recibi ó “un disparo de un subversivo en la
pierna izquierda” –fs. 1-, que desde el interior de l a vivienda “varios
delincuentes subversivos abrieron fuego” –actas de fs. 3, 4 y 5 con idénticos
términos-, o a que el operati vo culminó “pudiendo doblegar a los insurrectos
luego de varios minutos de combate” –fs. 3 y 5-, o “pudiendo dobl egar la resistencia
que habían mantenido los terroristas” –fs. 4- (los resaltados me pertenecen).
No obstante ello, a fs. 7 l uce una nota diri gida en el mes de
octubre de 1976 al Jefe del Departamento de Asuntos Extranjeros de la
Superinten dencia de Seguridad Federal de la P.F.A., por el Teniente Coronel
(retirado) Juan Ramón Nieto Moreno, en la que se destacó la labor del
personal intervinien te en el operativo, incluyendo a dicho accionar como
parte de “los procedi mientos que condujeron al desbaratamiento del sector militar

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de la organización subversiva O.P.R.33 (ORGANIZACI ÓN POPULAR
REVOLUCIONARIA 33 ORIENTALES)”.
Los testigos presenciales se refi rieron a las víctimas, expresando
características claramente concordantes con la familia conformada por la
víctima, Victoria Lucía Gri sonas, su marido Mari o Roger J uli en Cáceres y sus
dos niños menores de edad.
Al momento de prestar declaración testimonial en esta sede,
Francisco Cullari refirió respecto de las víctimas: “En esa casa sólo vivía el
matrimonio con los dos chi cos y no recibían mucha visita, muy pocas veces vi gente
de visita. Unos dos años o dos años y medio hacía que vivían allí cuando se los
llevaron. Cuando llegaron trajeron al nene y viviendo allí nació la nena. El nene se
llama Anatole, ahora lo recuerdo. Él tenía treinta y pico de años y ella unos 26 ó 27
años de edad, ella era un poco más joven que él, pero los dos eran gente muy joven,
está claro. Él era un hombre tez blanca, cabello castaño tirando a oscuro, no era
castaño claro de estat ura media, sería de 1.70 m de altura, un poco más quizás, me
acuerdo que era un poco más alto que yo. Él era un hombre [de] buena presencia,
una vez hablé con él porque me trajo dos tornos de dentista –yo además del kiosco
arreglaba motores en un taller, hacía algunas reparaciones-, en ese momento me dijo
que trabajaba de mecánico dental y que t rabajaba para dentistas de la zona de
Devoto. Esa fue la vez que más hablé con él, porque el resto de las veces fueron
conversaciones más bi en circunstanciales, cuando ve nía a mi kiosco. Ella, era [una]
mujer bellísima, parecía una vedette, alta, más alta que él, de cab ello rubio hasta la
cintura, un rostro muy fino, delicado, tenía ojos claros, una mujer muy linda”.
Al ser preguntado respecto de si conocía el nombre de tales
personas, dij o “[q]ue seguramente ellos se lo habían dicho pero no los recordaba,
que ahora los sabe porque ha prestado declaración en el j uicio en el que se investiga
lo sucedido. Que la madre era Victoria Grisonas, el hombre se llama Roger, y los dos
niños en este momento no recuerda sus nomb res”.
En sentido si milar se expresó Joaq uín Castro quien a fs. 8032/7
de estos actuados, expresó: “No conocía el nombre de las personas que vivían allí,
sólo sabía que allí vivía un matrimonio y que tenían un varoncito y una nenita más
chica que el varoncito. El varón tendría unos 4 años y la nena 2 años de edad
aproximadamente. Los veía porque iban a comprar a un almacén que estaba en la
cuadra de mi casa y sabía por referencias que eran uruguayos, pero no más que eso.
El matrimonio eran dos personas de estatura media, una mujer de 1.65 y un hombre
de 1.70 m aproximadamente, ella recuerda que tenía el cabello castaño claro, pero
tengo una idea muy vaga de cómo eran ellos”.
Como se dijo, los dichos de los testigos al descri bir a l as personas
que residían en la vivienda resultan absolutamente coincidentes con las
características de la familia Julien, conformada por el matrimonio joven y sus

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Poder Judicial de la Nación

niños menores de edad, y principal mente coinciden en lo que se refiere a la


descri pción que ambos efectuaron de la víctima, Victoria Lucía Grisonas.
Ahora bien, existen otros elementos que permitirán dejar en claro
que no pueden razonablemente existi r dudas relati vas a la i dentidad de las
víctimas.
Por un lado, la ci rcunstancia de q ue la madre de Roger J ulien
Cáceres ya había denunciado ante la CONADEP, tal como ya se dijo, que
había podi do determinar el domicilio en el que tuvo l ugar el secuestro de la
familia, siendo éste el mismo al que hici eron referencia los testigos y del que
da cuenta precisa el expediente administrativo labrada por l a Policía Federal
Argentina que venimos citando.
Por el otro, no puede pasarse al to el hecho de que en el
operativo, intervino personal de la entonces Secretaría de Informaciones del
Estado, y la ya mencionada constanci a del expediente policial que hace
referencia a que el accionar ilegal fue parte de los procedimi entos efectuados
USO OFICIAL

contra la O.P.R. 33 (Organizaci ón Popul ar Revoluci onaria 33 Orientales) en


tanto Grisonas, tal como se tiene acreditado en autos, f ue trasl adada con
posterioridad al CCDT “Automotores Orletti”, único sitio que, según se tiene
por acreditado hasta el momento en el marco de la presente causa, se
encontró a cargo de personal de la SIDE y en el que fueron mantenidas en
cautiverio numerosos militantes del P artido para la Victoria del P ueblo
(P.V.P.).
Conviene recordar aquí dicho partido, se trata de una agrupación
política con larga hi stori a en el Uruguay, aunque con las distintas coyunturas
políticas f ue mudando de nombre, resultando clarificador al respecto lo
manifestado por la sobrevivi ente Sara Méndez, quien recordó: “Que el PVP se
forma en Argentina en julio de 1975, que es una extracción de la FAU, que es la
Federación Anarquista Uruguaya, que a los años se conforma la Resistencia Obrero
Estudiantil, y la OPR 33, que es la Organización Popular Revolucionaria y 33 por
los 33 Orientales. Que acá en Argentina esa fuerza política y junto a gente
proveniente de otras organizaciones, se forma el PVP, que actualmente es parte del
Frente Amplio“ (fs. 1097/1100).
También conviene señalar lo expresado por Eduardo Deán
Bermúdez a fs. 1230/2vta. de estos autos, respecto de que encontrándose
detenido en “Orletti” fue interrogado sobre el dinero que ten ían la
organizaci ón y la bandera de los 33 ori entales, lo q ue ha permitido tener por
acredi tado el interés que tenían los represores que allí actuaron por el dinero
del Partido por la Vi ctoria del P ueblo.

87
Asimismo, Victoria Lucía Grisonas, f ue vista en “Orletti” por
Beatriz Barboza Sánchez, quien militaba en el PVP, al i gual que otra gran
cantidad de detenidos de origen uruguayo.
A su vez, al prestar declaración testimon ial ante el Tribunal Oral
en lo Criminal Federal nro. 1, Álvaro Nores recordó que, h abiendo sido ya
trasladado a Montevideo, militares uruguayos le expresaron que formaban
parte de la banda que actuaba en “Orletti” dos oficial es del Departamento de
Asuntos Extranjeros de la P.F.A. –cfr. registro audivi osual recibido a fs. 8227-
, con lo cual , teniéndose en este auto por acredi tado q ue Nerone y Gutiérrez –
integrantes de ese departamento- intervi nieron en el operati vo analizado, se
conforma un cuadro convictivo que vincula a la víctima, a l os intervinientes
en el procedimi ento y a la actuación conj unta de la S.I.D.E. y el personal del
D.A.E. en los hechos.
Las constancias concordantes relativas a la ubicación y
características del domicilio de la vícti ma, a las características que de ella y
demás residentes en la vivienda dieron los testi gos, al si tio en que se efectuó
el operativo, así como también la estructura del aparato del poder a través
del cual se efectuó el procedi miento ilegal, la inclusión del mismo en las
medidas destinadas a la represión de la organizaci ón pol ítica mencionada y el
hecho de que Grison as haya sido manten ida en cautiveri o en “Orletti” llevan
a despejar cualqui er incertidumbre que pueda formularse respecto de la
identidad de l a vícti ma.
Despliegue del aparato represivo. Fuerzas que i ntervinieron
Como se adelantó al principi o, de las constancias obrantes en el
expediente de reti ro obligatorio de Nerone surge que en el operati vo
partici pó personal del Departamento de Asuntos Extranjeros de la P.F.A. “en
comisión en el Grupo de Trabajo n° 5 ( G.T. 5) el que actuó conj untamente con [sic]
efectivos de la S.I.D.E.” –fs. 1-.
A la par de esta mención en el acta inicial del expediente, surgen
otras constancias que dan cuenta de ello tales como los dich os del Inspector
de la PFA –fallecido- Roberto Gómez Migenez, quien declaró haber
partici pado junto compañeros del Departamento al que pertenecía “y efectivos
del servicio de inform aciones del Estado”, y la nota q ue Ni eto Moreno diri giera
al Comisari o Inspector de la P.F.A. en la que hiciera referencia a la actuación
de efectivos del Departamento de Asuntos Extranjeros “en comisión en el
G.T.5” (correspondi ente a la SIDE, como se vio en el considerando segundo)
durante el operativo.
De manera que corresponde tener por acredi tado que la
estructura del aparato de poder a través del cual se concretaron l os hechos

88
Poder Judicial de la Nación

estuvo conformada por estas dos f uerzas (la S.I.D.E. y la P.F.A.),


interviniendo tambi én, según otras ref erencias, personal uniformado del
Ejército y posibl emente, al menos con posteri oridad al secuestro, personal de
la Policía de l a Provi ncia de Buenos Aires.
Respecto de estos extremos, las decl araciones de los testigos
aparecen en sentido concordante, debi endo aclararse aquí que en l o que
respecta a la intervención de las dos últimas f uerzas mencionadas, ell o
aparece como razon ablemente lógico si se tiene en cuenta, por un lado, en l o
que se refiere a la policía provincial, la circunstancia de que la vivienda se
encontrara ubicada en la provincia de Buenos Aires y, por el otro, en lo que
se refiere a ambas fuerzas, la magnitud del despliegue que implicó el
operativo, que incluyó una gran cantidad de efectivos, vehícul os (incluso
tanquetas), el corte de calles, y del suministro de energía el éctrica y de los
servici os telefónicos, al punto que uno de los testi gos, como se verá, definió
al procedi miento como la “toma” de la zona en el que mismo fue cometi do.
USO OFICIAL

En ocasión de prestar decl araci ón testimonial en esta sede,


Francisco Cullari expresó respecto del operativo que presenció: “estuvieron un
largo rato los militares y policías, estaba todo el tráfico cortado en la calle Mitre.
En las dos esquinas de nuestra cuadra, había una tanqueta en cada una de ellas […]
Toda la cuadra estaba llena de vehículos, algunos identificables como de militares y
otros no, pero que dab an la impresión de serlo, porque eran esos vehículos grandes,
de color verde. También había vehículos com unes, la mayor cantidad eran vehículos
comunes, pero había también vehículos militares con el típico color, como ya dije”.
Al ser preguntado por el suscripto respecto cuántas personas
estimaba q ue participaron del operativo, Cullari dijo: “incalculable, había
muchísimas personas, una cantidad inmensa”.
Luego, afi rmó, respecto de las di stintas fuerzas que habrían
partici pado, l o sigui ente: “la inmensa mayoría estaba uniformada, el 95 % de los
que estaban ahí eran uniformados, con ropa de fajina, verde y también de color azul
oscuro. La mayoría estaban uniformados pero no con el mismo uniforme, había
varios tipos de vestimenta, como de militar –que eran la gran cantidad de los
uniformados- y también policial, que era un grupo menor, pero también
considerable. Había uniformes de policía de la provincia y de la federal. Otros que
tenían el uniforme de la policía provincial después del operativo fueron a esa casa
después que pasó todo a custodiarla. También había un grupo de gente, también los
menos, que estaban vestidos de civil. Todos estos grupos estaban todos armados,
tenían las armas empuñadas, como dispuestas a tirar, no la tenían simplemente
colgando, a un costado, sino que estaban con sus armas como dispuestos a efectuar
disparos. Recuerdo que había también muchos policías y militares por los techos de
las casas de la cuadra”.

89
Asimismo, sobre lo sucedi do con posteri oridad a que se retiraran
los efectivos militares y policiales de la zona, dijo: “luego de esto, quedaron uno
o dos policías de la provincia custodiando la casa del matrimonio. Recuerdo que
entonces yo f ui a ver a un policía de allí y les pregunté por los chicos [l os hijos
menores de edad de Victoria Grisonas] y este policía me dijo que en el operativo
habían intervenido varias dependencias q ue no recuerdo, ent re ellas me dijo
«Campo de Mayo», porque me dijo que a los nenes los habían subido en un móvil
de Campo de Mayo y que seguramente los habían llevado para ahí, el muchacho me
dijo que me quedara tranquilo por los nenes que seguramente allí tendrían todo para
atenderlos y cuidarlos”.
Sobre este integrante de la policía provin cial, Cullari afirmó: “Era
de la comisaría de la zona, yo el nombre seguro que lo conocía pero yo ya no me
acuerdo cómo se llam aba, era un hombre morocho, alto, robusto, no gordo, estaba
uniformado, pero no me acuerdo nada más sobre él”, luego mencionó una
circunstancia que indicaría que se l abraron actuaciones documentales
referentes al hecho con las que no se cuenta en esta instrucción, en tanto
recordó: “al hombre del chalet de enfrente q ue murió, Luis Suárez o Juárez después,
al otro día del operativo, lo llamaron y l o llevaron a la casa del matrimonio y
tuvieron que ir ahí a salir como testigos de algo, pero no sé bien de qué se trató
eso”.
Conviene recordar aquí que al prestar declaraci ón a tenor de lo
prescripto por el art. 294 del código de rito, Oscar Roberto Gutiérrez hizo
referencia a que durante la realización de operativos conjuntos del
Departamento de Asuntos Extranjeros con otras fuerzas, se veía por parte del
personal policial, la necesidad de dejar luego una consigna en los lugares
para evitar la pérdi da de elementos útiles –cf r. fs. 8938/56-.
Por su parte, Joaquín Castro, hizo hincapié en que se diri gió a
observar lo sucedido durante el operativo en razón de los grandes estruendos
que provocó la balacera dirigi da contra l a vivienda de las víctimas.
Al respecto, y dando cuenta de la magnitud del aparato represivo
desplegado en la zona, dijo: “yo había almorzado y me había acostado para dormir
la siesta o descansar, cuando de pronto escucho unas explosiones fuertísimas, que
me hizo pensar que eran fuegos artificiales de la Iglesia de la call e Honorio Sené –
entre Mitre y Belgrano-. Inmediatamente me di cuenta de que esos tremendos
estruendos no podían ser de una festividad, eran explosiones muy fuertes y
continuas, así que asocié los ruidos con armas de fuego, entonces, me incorporé y
salí a la calle. En ese momento me doy cuenta de que no teníamos luz eléctrica en la
casa –quise prender l a luz porque tenía las ventanas cerradas-, se ve la habían
cortado. Cuando salgo a la calle observó que en la intersección de las calles Mitre y
Carlos Gardel –el lugar se denomina «cinco esquinas» porque confluyen varias

90
Poder Judicial de la Nación

calles diagonales-, estaba ubicada una tanq ueta del Ejército Argentino y que las
personas que estaban actuando estaban todas vestidas con uni forme de fajina.
Observo entonces que salieron otros vecinos y me dirigí a la intersección de Gardel
y Mitre. Desde allí, situado en las «cinco esquinas» miro hacia mi derecha y veo
que en la casa de Mitre y Comercio habí a fuerzas del Ejército disparando tiros
contra una casa” –fs. 8032/7-.
Continuó afi rmando Castro: “durante el tiroteo, los del Ejército nos
hicieron retirar de las «cinco esquinas» y nos hicieron correr más o menos hasta la
altura de mi casa sobre la calle Gardel. Entonces yo entré a mi casa y me dirigí a la
azotea de mi casa. La zona estaba toda sin luz eléctrica, parecía un barri o
tomado” –f s. 8032/7- (el resaltado me pertenece) .
Desde la azotea de su casa, Castro pudo ver a personal vesti do de
civil interviniendo en el operativo, tal como lo expresó en estos términos:
“Desde allí pude ver automóviles de color azul oscuro o negro, coches grandes, con
personas de civil, arm adas, que miraban hacia todos los lados, algunos de ellos me
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miraron a mí que estaba observando todo desde la terraza. Iba entonces


transcurriendo el tiempo y seguían los disparos, aunque de modo menos continúo” –
testicastro- .
Continuó afi rmando el testigo, en sentido coincidente a lo
testimoniado por Cullari, l o siguiente: “En la esquina de Mit re y Av. de Mayo
había otra tanqueta, eso me lo contaron después los vecinos, de modo que la calle
estaba toda cortada”, y también dijo: “Hubo vecinos que me dijeron que también
habían cortado las lí neas telefónicas pero con mi familia la verdad es que ni
tratamos de comuni carnos por teléfono con al guien”.
Castro, tambi én dio cuenta de otras posi bles víctimas respecto de
las cuales no se cuenta con constancias en el expediente, al expresar: “Ya
caída la noche, bah, las primeras sombras, yo seguía en la terraza, vi que llegó un
coche particular con l os vidrios cerrados y nosotros les gritamos que paren, que no
ingresen a la zona, porque se advertía que no se daban cuenta de lo que estaba
sucediendo. Se escuchó que les gritaron la voz de alto pero se ve que la gente del
auto no escuchó, sigui eron avanzando por Gardel, cruzando por la calle Mitre, y ahí
sentí una ráfaga de disparos contra ese auto. El coche, creo q ue era un falcon,
terminó desplazado contra el cordón, evidentemente al conductor l o hirieron. Con el
correr del tiempo a ese auto lo retiraron de la zona. Estaba todo a oscuras porque ya
había anochecido y habían cortado la luz, pero yo veía como quedó el auto porque
tenía las luces prendidas y pude ver las luces de posición que m e indicaban cómo
había quedado después de los tiros. No pude ver como retiraron a esta gente del
vehículo pero seguro q ue al conductor lo hiri eron”.
Respecto de las diversas fuerzas intervinientes en el operativo,
Castro afi rmó: “los coches que circulaban con gente de civil, eran dos y había allí 3

91
ó 4 personas por choche, había unas 3 ó 4 personas en cada tanq ueta y en la parte
del tiroteo había unas 20 personas fácilmente. Me dijeron también que había un
camión grande del Ejército lleno de soldados pero eso yo no lo llegué a ver […] no vi
a nadie disfrazado o con pelucas, pasamontañas, esas cosas. Los que yo vi eran todos
uniformados, con ropa de fajina, algunas con esa ropa como camuflada y a estos de
civil que circulaban en los autos. Gente que vive sobre la calle Mit re, veci nos de ahí,
comentaban que en el tiroteo en sí había también policías, no sé si federales o
bonaerenses, pero a esta gente, desde lugar en el que estaba, yo no los pude ver”.
Asimismo, en referencia específica a los represores vesti dos de
civil, expresó: “Los q ue vi desde mi terraza, en los coches, estaba n todos trajeados,
con trajes de color oscuro, es lo único que puedo decir, porque enseguida que me
miraban yo miraba para otro lado y los veía de reojo”, y a preguntas del Tribunal
refiri ó: “sólo puedo decir que algunos vecinos me dijeron que en el tiroteo había
gente con uniforme policial. Es posible que l os tipos trajeados que andaban en autos
oscuros fueran de la SIDE, pero no lo sé real mente”.
En sentido coinciden te a lo expresado por Cullari, Castro recordó
que luego de concretada la detención ilegal de las víctimas: “quedaron unos
policías bonaerenses en la casa, como viviendo ahí directamente, durante muchísimo
tiempo, varios meses”, manifestando creer que eran de la comisaría de la zona,
sin saberl o de modo fehaciente.
En lo que respecta a la intervención del Ejérci to, corresponde
traer a colaci ón los dichos de Neron e en esta sede, quien al prestar
declaración indagatoria en fecha 28 de marzo del corriente, expresó en
referencia a este procedimi ento: “[en] el mes de septiembre de 1976 […] se me
ordena hacer un procedimiento en conjunto con personal del Ejército Argentino, en
un domicilio ubicado en la calle Mitre en la localidad de San Martín, esto ocurrió
entre las 18.30 y las 19.30 hs, si mal no recuerdo, puesto que hay cosas que se me
han borrado, esto f ue al atardecer de ese día”.
En la misma oportunidad Nerone indicó que el Ejército estaba
encargado de dar apoyo al personal del Departamento de Asuntos Extranjeros
que estaba a cargo del operativo.
A su vez, Gutiérrez, al prestar declaración indagatoria an te el
suscripto, si bien le asignó una intervención causal en los hechos, dijo q ue en
el transcurso del operativo se sumó al mismo personal mili tar uniformado –
mencionando que podrían ser del Ejército o Gendarmes- que descendieron de
un vehícul o ubicado en la esquina de la cuadra en la que quedaba vivienda y
abrieron fuego contra los ocupantes de l a misma –cfr. fs. 8938/56-.
Por otra parte, en lo que respecta a las menciones de los testigos
referentes a la intervención de personas vestidas de civil en el procedi miento,
y particularmente en lo relativo a lo expresado por Castro sobre la presencia

92
Poder Judicial de la Nación

de personal vesti do de traje que ci rculaba la zona, es dable reseñar que Oscar
Roberto Gutiérrez, al formul ar su descargo, también hizo referencia a que
concurrió al l ugar vestido de esa traje y mencionó que ésa era l a forma
habitual en la q ue vestía el person al del Departamento de Asuntos
Extranjeros de la P.F.A.
La violencia ejercida contra la víctima
El expedi ente P-237.029 da cuenta de la existencia de un viol ento
tiroteo q ue se di o durante el transcurso del operativo q ue culminó con la
detención de Grison as y J ulien.
En efecto, recordemos que tal es actuaciones administrativas
tuvieron su inicio en razón de que uno de l os integrantes del operativo, el
aquí i mputado Rolando Nerone, habría recibido una herida de bala en su
pierna i zquierda durante el mi smo.
Al respecto, corresponde aclarar que no nos adentraremos en el
análisis de este hecho particular y sus implicancias por cuanto, no se
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encuentra identificado, ni aún en el sumario, el autor del disparo e, incluso


en el caso de q ue correspondiera atribuir dicha conducta a una de las
víctimas, ell a habría de considerarse incursa en una causa de justificaci ón, en
atención a las circunstancias descri ptas, dado que el operativo ilegal
configura una agresi ón ilegítima en los términos del art. 6° apartado A del
Código Penal; fuera de ello, la acción habría de considerarse prescri pta dado
el tiempo transcurri do.
Asimismo, en senti do contrari o a lo declarado en el sumario
administrativo por l os intervinientes en el secuestro de Grisonas y J ulien, se
encuentran los dichos fundados de los testigos que, habiendo presenciado el
operativo niegan, o al menos ponen de manifiesto sus dudas respecto de que
se haya disparado desde el interior de la vivienda en la que moraban las
víctimas.
Formuladas estas acl araciones, correspon de menci onar, en pri mer
lugar, aquellas constancias del sumario que dan cuenta de un a gran cantidad
disparos di rigi dos desde las fuerzas conjuntas que intervinieron en el
operativo contra las víctimas.
De la violencia ejercida durante el procedimiento, da cuen ta el
expediente policial mencionado, en estos términ os: se con signa en el acta
inicial que durante el operativo se generó “en el lugar un violento tiroteo” –f s.
1-; en la declaración de fs. 3 –declaración testimonial de Nerone- se indicó
que hubo un “violento intercambio de disparos, pudiendo doblegar[se] a los
insurrectos luego de varios minutos de combate”; en la de fs. 4 que los dispararos

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duraron “algunos minutos”; y, en la nota suscripta por Nieto Moreno y obrante
a fs. 7 q ue durante el operativo se “generó un tiroteo”.
Los dichos de los testigos son concordantes respecto de que
durante la comisión de las detenciones il egales se disparó un a gran cantidad
de proyectiles contra el domicilio, en que la “balacera” se prol ongó durante
largo tiempo y, como ya se adelantó, ponen en tela juicio la posibili dad de
que se haya di sparado desde adentro de la casa por parte de l as víctimas.
Al prestar declaraci ón testi monial en esta sede, Francisco Cullari
expresó: “hubo un tiroteo impresionante contra la casa, no sé si hubo un tiro desde
adentro hacia afuera porque hubo tanta balacera que no podría identificar si
dispararon ellos desde adentro, aunque mi sensación es que ellos no se defendieron
porque no hubo después ningún disparo que impactara en la casa de enfrente, lo cual
sería lógico si ellos se hubieran defendido. La casa de enfrente, además, es de piedra
laca, tipo calcárea, que se hubiera destrui do inmediatamente ante un disparo, y
luego de todo eso, quedó intacta. Esa casa de enfrente, todavía sigue exactamente
igual a aquel entonces, nunca fue tocada, y si van podrán ver que no hay ningún
impacto de bala en ella. Sí los había en la casa de mis vecinos, tenían una ventana
de dos metros por un metro treinta aproximadamente que prácticamente quedó
destruida por las balas. Toda la casa quedó absolutamente baleada, muy averiada, se
ve que dispararon con armas de grueso calibre porque hasta los marcos de las
puertas y las ventanas quedaron destruidos por los impactos. Así quedó la casa
durante bastante tiempo hasta que allí fue a vivir otra gente que la arregló. Luego
esa casa fue tirada abajo y ahora hay una fábrica allí instalada”.
Por su parte, Joaquín Castro, recordó que al momento de los
hechos se encontraba en su casa y pudi endo escuchar una gran cantidad de
disparos, en estos términos: “yo había almorzado y me había acostado para dormir
la siesta o descansar, cuando de pronto escucho unas explosiones fuertísimas, que
me hizo pensar que eran fuegos artificiales de la Iglesia de la call e Honorio Sené –
entre Mitre y Belgrano-. Inmediatamente me di cuenta de que esos tremendos
estruendos no podían ser de una festividad, eran explosiones muy fuertes y
continuas, así que asocié los ruidos con armas de fuego, entonces, me incorporé y
salí a la calle”.
Asimismo, el testigo describi ó: “situado en las «cinco esquinas»
miro hacia mi derecha y veo que en la casa de Mitre y Comercio había fuerzas del
Ejército disparando tiros contra una casa. Los del ejército estaban apeados sobre una
casa que q uedaba enfrente de esa [ refiri éndose a la de Victoria Grisonas].
Algunos otros soldados también estaban apeados sobre una fábrica metalúrgica que
era lindera a la casa que recibía los disparos. Estos soldados también disparaban
desde los techos y a m í siempre me dio la sensación de que éstos q ue estaban arriba
de la fábrica disparaban con el fin de simular una especie de tiroteo o

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Poder Judicial de la Nación

enfrentamiento. En realidad yo no sé si desde la casa contestaron a los disparos del


Ejército, pero no lo creo”.
También concurre con estos dichos l o expresado por Oscar
Roberto Gutiérrez al prestar declaración indagatoria ante el suscri pto en
fecha 4 de abril del año en curso, por cuanto, si bien en su descargo ubicó su
intervención concreta fuera los hechos dijo que en el lugar se generó una
balacera, en estos términos: “cuando llego a la vereda del vecino, a la casa
lindante a la que habí an entrado Nerone y Gómez Migénez, escuché «pum pum pin
pan pum», era un qui lombo bárbaro de disparos”.
La detención de Victoria Grisonas y el suicidio de Mario Roger
Julien
Junto a las constancias del expediente policial que dan cuenta de
que como resultado del operativo se logró “doblegar” a l os “insurrectos”, a
“la resistencia terrorista” o a l os “delin cuentes subversivos”, se encuentran
los dichos de los testigos presencial es del procedimi ento q ue dieron cuenta
USO OFICIAL

de la detención de Victoria Lucía Grisonas y Mario Roger Juli en Cáceres.


Nótese, de modo previo, que si bi en l os testigos manifestaron
creer que uno de los integrantes del matrimonio Julien Gri sonas podría haber
sido asesinado durante el procedimi ento, los mismos no resultan coincidentes
respecto de cuál de ellos habría sido vícti ma del homicidi o.
Sobre las i mplicancias de esta di vergencia en los testimonios
habremos de tratar a continuación, debiendo adelantarse que, a partir del
relato que surge de l os diferentes testigos, corresponde tener por acreditado a
esta al tura de esta i nstrucci ón la comisi ón del delito de pri vación ilegal de
libertad agravada contra Victoria Lucía Grisonas, pese a que, como se verá,
también hay el ementos indiciari os de la posibili dad de que Mari o Roger
Julien haya si do detenido durante el procedimiento.
Francisco Cullari expresó sobre el punto: “vi que el hombre [en
referencia Mari o Juli en] salió de una casa por la calle Carlos Gardel, de la misma
manzana de nuestras casas, por la tercera de las casas, contando desde el bar queda
en la esquina de Mitre y Gardel. Los militares golpeaban la puerta en todas las casas
y él salió de esta tercera, en salida de baño y con el pelo mojado, yo entiendo que el
hombre se escapó de su casa por los fondos y pudo entrar a esa casa. Yo conocía al
dueño de esa vivienda de nombre Rogelio Esteban –ya fallecido- y él me contó que el
muchacho se apareció así vestido y les dijo que se quedaran en la cocina, que no
hicieran ruido, que ya todo se iba a terminar y que como los militares golpeaban la
puerta, él salió haciéndose pasar por el dueño de la casa, y diciendo que se estaba
bañando […] también me dijo Esteban que los militares al principio le creyeron pero
uno de ellos, que tenía foto de él, lo identificó y allí fue que lo detuvieron. Todo esto
lo vi igualmente yo desde donde estaba, él salió de la casa detenido por estos

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militares que lo llevaron hasta la esquina del bar, y allí cayó al piso, como muerto,
aunque no podría asegurar que ya estaba muerto en ese momento. Su cuerpo cayó
sobre la calle mitre, junto a la ochava del bar de la esquina. N o sé si es que lo
mataron los militares que lo llevaban hasta allí y recibió algún disparo por la
balacera que estaba ocurriendo en la casa de él, porque todavía seguían tiros, todo
esto sucedió mientras se daba la balacera”.
Luego de ello, tal como puede verse en la actuación gl osada a fs.
8006, el testigo procedió a marcar con la letra A, la esquina correspondiente a
la intersección de las calles Mitre y Gardel, en l a misma manzana del
domicilio de las vícti mas.
Cullari continuó con su relato, expresando: “Automáticamente de
que cayó muerto el hombre, vi que sacaron a la mujer y a sus hijos de la cuart a
casa, se ve que ella también habí a salido por los fondos de las casas. A ella
lo que le hicieron f ue terrible, le sacaron a los chicos, se los llevaron, la
golpearon tremendamente, recuerdo que la agarraban l os militares desde los
brazos y las piernas la levantaban y l a tiraban al piso, era tremendo lo que
le hacían a esa mujer. Cuando muere su marido, cuando cae al piso, alguien les
dijo a los que la gol peaban a la mujer que paren, y dejaron de golpearl a, pero
no sé qué hicieron con ella, porque la corrieron para un lugar que ya desde la
esquina no me permitía ver. Lo que le hicieron a l a mujer, mejor no recordarlo,
los golpiza que recibió esa chica, fue tremendo”.
Por su parte, Joaquín Castro expresó al respecto: “estaba
observando todo desde la terraza. Iba entonces transcurriendo el tiempo y seguían
los disparos, aunque de modo menos continuo, hasta que pude ver que en la
intersección de al call e Mitre y Gardel vi como fusilaban a la mujer que vivía en la
casa tomada. Su cuerpo cayó al piso y lo pusieron en una bolsa grande, como del
correo. Luego, vi que desde el lado de la cal le Mitre hacia las cinco esquinas venían
militares que traían a los niños del matrimonio que vivía allí. Lo observé porque
escuché como lloraban los chicos. Por información de un veci no que me lo contó a
mí, sé que a los chi cos gritaron por su madre y los militares les dijeron algo así
como «la yegua de tu madre ya no está más»”.
Continuó expresan do Castro lo siguiente: “yo vi que a la mujer la
llevaron hasta la esquina de Gardel y Mit re, supongo que desde su casa, y luego
escuché un disparo y después que su cuerpo cayó al suelo y lo pusieron en una bolsa
[…] a la mujer se la llevaron en una camioneta”.
Como se advierte del relato de l os testigos reseñado, ambos son
coincidentes en expresar que tanto Mario Roger Julien como Victoria Lucía
Grisonas de Julien f ueron detenidos. A su vez, ambos expresaron que uno de
ellos pudo haber sido vícti ma de homici dio, difi riendo respecto de cuál de l os
integrantes del matrimonio se trataba aunque coincidi endo en que el hecho

96
Poder Judicial de la Nación

habría ocurrido en la intersección de las calles Mitre y Gardel, en la esquina


correspondiente a la manzana en la que quedaba ubicado tanto el domicilio
de las víctimas como el de los testi gos.
En lo que respecta a lo expresado por Castro, sobre que fue
Victoria Lucía Gri sonas quien habría sido asesinada, val e deci r que tal
creencia por parte del testigo resul ta desvirtuada ante las restantes
constantes obrantes en el expediente.
Al respecto, sin perjuicio de que la imputaci ón que pesa sobre
Nerone y Gutiérrez no abarca este segmento de los hechos que tuvieron por
víctima a la nombrada, corresponde, a los fines del presente apartado,
reseñar los el ementos probatori os que dan cuenta de la privación ilegal de
libertad que sufri ó Grisonas con posterioridad a su detenci ón, en el CCDT
“Automotores Orletti”, hecho que se tiene por acreditado en autos.
En efecto, acredita el cautiverio de Grisonas en “Orletti”, los
dichos de María Elena Laguna qui en al declarar ante esta sede -fs. 1228/9.-
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recordó entre quien es estaban allí detenidos a los hijos de Julien Grisonas,
dijo: "Que a la tarde volvieron a abrir la cortina de metal e ingresaron los hijos de
Julien Grisonas, que a Julien lo conocía porque era amigo de su marido, que se
conocían de Montevideo, de jugar al fútbol. [...] Que a los que recuerda como
compañeros de cautiverio es a los nenes Julien, que recuerda que una tarde la llevan
a la mamá, que una vez escuchó que dijeron «traigan a la gringa» y que para ella
«la gringa» era la madre de los nenes. Que a los nenes los sacaron antes de que la
dicente sea trasladada."
También el testi monio brindado por Beatriz Victoria Barboza
Sánchez, quien estuvo detenida en el CCDT, 4 días después del secuestro, es
decir, el 30 septiembre de septi embre de 1976. Barboza Sánchez, recordó:
"había dos niños más que eran Julien y Anatol Grisonas y también estaba su mamá"
-fs. 1658/9-.
Tales elementos probatori os, que fueron tenidos en cuenta por el
suscripto al momento de dictar el auto de mérito de fs. 2820/3065, llevan a
desacreditar la posi bilidad de que Victoria Lucía Grisonas, una vez detenida,
haya sido asesinada en el mismo l ugar de su secuestro.
De manera q ue, las probanzas obrantes en autos llevan a abonar
lo expresado por Cullari respecto de q ue Victoria Lucía Gri sonas habría sido
detenida y posteri ormente trasladada.
Por otra parte, no escapa al suscripto el hecho de que, del
testimonio de Cullari podría deduci rse que Mario Roger J ulien habría sido
asesinado durante el operativo y q ue con él concurre la ci rcunstancia de que
Castro ubicara el lugar del asesinato, si bien de otra persona, en el mismo

97
sitio q ue indicara Cullari como lugar en el que habría caído el cuerpo sin vida
de Juli en.
Sin perjuici o de ello, los elementos con los que se cuenta a esta
altura de la instrucción, llevan a presumir q ue J ulien se habría suicidado
antes de ser deteni do, razón por la cual , no constituye objeto de imputaci ón a
Nerone y Gutiérrez, su privaci ón ilegal de la libertad o su posible homicidi o.
En efecto, frente a la fotograf ía de fs. 7972 Cullari dijo: “El cartel
que dice «Marlboro» es el de mi Kiosco, y la vivienda que se ve antes del kiosco,
con pintadas de aerosol es actualmente una verdulería en la que antes estaba el bar.
La ochava q ue se ve en primer plano es el lugar en el que cayó el cuerpo de Roger, y
detrás de mi kiosco, se puede ver un port ón de una fábrica –Radio Victoria-“ y
frente a la obrante a fs. 7973, afi rmó: “esta es la ochava en la que cayó el cuerpo
de Roger, ahí estaba el bar y en la ochava había una puerta, la de entrada al bar”.
Cullari había expresado, como ya se citó, que J ulien salió de la
casa de l a familia Esteban a l a que había accedido por l os fondos, siendo
detenido por l os mi litares, quienes lo ll evaron hasta la esq uina de l a calle
Mitre donde cayó su cuerpo, aparentemen te sin vida.
Sin embargo, Cullari manifestó no haber visto un acto concreto
por parte de los intervinientes que pudiese determinar que le hubiesen dado
muerte ellos mismos.
Más allá de que Cull ari mencionó que durante todo ese tiempo se
escuchaban disparos, al prestar declaración ante el Tribunal Oral en lo
Criminal Federal nro. 1 de esta ciudad, señaló que “el hombre salió por los
fondos y cayó muerto en la esquina a 30 metros de donde salió. Que el dicente lo vio
desde unos 28 ó 30 metros del lugar. Que no le vio manchas de sangre, lo vio
inmóvil en el piso”.
Todos estas referen cias, junto con l as constancias documen tales
que hablan de un “extremi sta abati do” que figuran en la “Investigaci ón
Histórica Sobre…” y en la documental aportada por la Comisión Provincial
por la Memoria, llevan a concluir que, efectivamente, Mario Roger J ulien
Cáceres muri ó en el transcurso del operativo.
Sin embargo, j unto a la ausencia de probanzas contundentes
relativas a que fue víctima de homicidi o, deben señalarse otro cúmulo de
elementos que determinan la necesi dad de conclui r, provisionalmente, que
Julien se suicidó, razón por la cual se ha excl uido su caso del factum objeto de
imputación a Nerone y Gutiérrez.
Sobre el punto, debe señalarse q ue Álvaro Nores Montedónico,
respecto de su detención en Automotores Orletti y posteri or in terrogatorio que
sufri ó en manos de José Nin o Gavazzo, expresó: “Al pregunt arle por el estado

98
Poder Judicial de la Nación

de Roger Julien, padre de Anatole, el Mayor Gavazzo me comuni có que éste se había
suicidado masticando una pastilla de cianuro en el momento de ser detenido” –
Testimonio prestado en Canadá el 25/09/84, obrante en A rchivo Personal
Sara Méndez – Raúl Olivera. Formato El ectrónico. Secretaría de Segui miento
COMIPAZ, ci tado en la Investi gación Histórica ROU, tomo 3, página 77) .
Asimismo, conforme surge del registro audi ovisual de la
audiencia en la cual prestara decl aración testimonial Álvaro Nores
Montedónico ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal n ro. 1, la víctima
refiri ó sobre el caso, lo siguiente: “El PVP nunca había disparado una bala
contra nadie, nunca. De acuerdo a Gavazzo, Julien cuando fue… antes de
suicidarse… eh… di sparó contra los que fueron a secuestrar, pero antes de eso
nunca nadie había disparado una bala contra nadie…”
Conforme surge de l os legajos Conadep 2950 y 2951, la madre de
Mario Roger Juli en, María Angélica Cáceres, declaró ante esa Comisi ón que
una qui osquera de la cuadra ( presumiblemente la muj er de Cullari ya
USO OFICIAL

fallecida) le dij o que “la víctima se suicidó al ver la casa tomada […] la esposa de
la víctima fue sacada viva”, lo que corrobora al mismo tiempo la detenci ón
ilegal de Grisonas y el suici dio de J ulien.
Asimismo, a ni vel indiciari o concurren publicaciones
peri odísticas tales como las del La República de Montevideo, que en fecha el
19 de marzo de 2002 publicó q ue “el informante argentino que permitió localizar
a Simón Riquelo, conf esó conocer el destino del titular. Dijo que éste ingirió una
cápsula de cianuro en el momento de su detención, pereciendo como consecuencia”,
y también en un artícul o publicado en f echa 3 de septi embre del mi smo añ o
en el que se informó: “Un ex militante del grupo operativo que el PVP tenía en
Buenos Aires en 1976 afirmó a La República que es probablemente cierta la
información dada por el ex represor argenti no ( …) respecto a que Roger Julien haya
ingerido una cápsula de ci anuro para evitar ser capt urado […] según el ex
represor, luego de la muerte de Julien, lo primero que los comandos argentino-
uruguayos hacían al detener a uno de los militantes del grupo, era inmovilizarles
las manos para que no pudieran, eventualmente, ingerir una pastilla de cianuro
como Julien” –ambos citados en la “Investigación Histórica…”-.
Por su parte Victori a Eva J ulien Gri son as, hija de Mario Roger
Julien, en ocasión de prestar declaración ante el Tribunal Oral en lo Criminal
Federal n ro. 1, expresó q ue a parti r de l as investi gaciones que hizo respecto
de lo sucedido con padres, llegó a l a conclusi ón de q ue su padre había
ingerido una cápsula de cianuro –cfr. el registro j udi cial audiovisual
correspondiente reservado en autos-.
Finalmente, resta mencionar q ue Roberto Oscar Guti érrez, al
prestar declaración indagatoria ante el suscri pto en fecha 4 de abril pasado,

99
expresó, sobre el resultado final del operativo, lo siguiente: “Después mucho
tiempo después nos l legó el rumor de que el que había herido a Nerone era un
uruguayo que por rara vez había ingerido una cápsula de cianuro. Digo por rara
vez que la i ngesta de una cápsula de cianuro era una modalidad de Montoneros y no
de los uruguayos. Ese fue todo el asunto”.
El destino de Anatol e y Victoria Eva J ulien Grisonas
Sin perjuicio de que lo sucedi do con los hijos menores de edad de
Victoria Lucía Gri sonas -Anatole y Victoria J ulien Gri sonas- no constituye
objeto de imputaci ón a Nerone y Guti érrez, a fin de tener un panorama
acabado de la totali dad de las consecuencias que habría ten ido el operativo,
entiendo necesari o, hacer referencia a tal es circunstancias.
Respecto de los hijos del matrimonio, Cullari ef ectuó las
siguientes consideraciones al momento de prestar declaraci ón testimonial en
esta sede, dijo “[q]ue mientras estaba allí [en las “cinco esquinas”], pudo
individualizar cuál era la casa en la que se estaba realizando el operativo que al
darse cuenta de ello, se preocupó mucho por los niños que vivían en esa vivienda,
que para él, los dos niños –un nene de unos 3 años y una nena de un año y medio-
eran como de su familia”. Expresó “que los quería mucho, que ellos eran los
«clientitos» de su kiosco, que él los adoraba y los consideraba casi como parte de su
familia, que el padre solía ir con ellos a su comercio y les compraba golosinas y
pequeños juguetes y los niños eran muy amorosos. Que los padres eran personas
muy correctas y amables, tanto el padre como la madre de los niños, que jamás
dieron motivo de rumores en el barrio, ni razón para que se hablara u opinara mal
de ellos”.
Y más adel ante, precisó l o sucedi do con ellos luego de que
Victoria Grisonas recibiera una gol piza, en estos términos: “Vi entonces que se
llevaron a los chicos, eso sí lo pude ver, a una estación de servicio YPF que quedaba
en una la esquina de Brown, Torquinst y Gardel y los sentaron arriba de un
mostrador. Allí yo me acerqué y le dije a un militar que yo quería quedarme con
ellos, que firmaba lo que hiciera falta, que yo los mantenía, los cuidaba, que me los
quedaría hasta que algún familiar los viniera a reclamar, que lo mejor era que
estuvieran con su familia. El militar que me escuchó entonces hizo comunicar esto a
otro que se ve que era de mayor graduación y le dijeron que no me podía dar a los
chicos. Que ellos se encargarían, los cuidarían que yo me tenía que quedar tranquilo
con eso, pero fue una mentira total porque después lo nenes aparecieron en una
plaza en Chile, los habían abandonado pobre criaturas. Yo me acerqué al juicio,
aporto mi testimonio y colaboro en todo lo que puedo con la Justicia por la injusticia
que se hizo contra esos nenes. Nunca más lo volví a ver hasta que muchos años
después vino la nena, la chica bah, ya era señorita a mi casa. La primera que vino a
mi casa fue la ab uela paterna de los chicos, luego de unos doce o quince años del

100
Poder Judicial de la Nación

hecho y me preguntó por su hijo y sus nietos. Luego vino la nena, a quien le mostré
dónde había ocurrido todo y lloró tremendamente. Al nenito nunca más lo volví a
ver, hasta que declaró en el juicio a través de un video. El nenito ya es un hombre,
es Fiscal en Chile”.
Recordó asimismo, sobre su contacto con los represores en la
estación de servicio YPF ubicada en la zona de las “cinco esquinas”, lo
siguiente: “el militar que tenía a los chicos en la YPF estaba sentado detrás del
mostrador en el que estaban los chicos, era alto, ya que aún sentado se notaba que
era de gran estatura. Él se dirigió a un sol dadito raso –eso parecía ser- y le ordenó
que le preguntara no sé a quién si un veci no podía hacerse cargo de los chicos y
recuerdo que el soldadito volvió y dijo que no podía ser, y entonces este militar me
dijo que ellos los cuidarían como los chicos se lo merecían”.
Es de conocimiento público que l os ni ños, luego de haber sido
detenidos sus padres, fueron hallados en una plaza públi ca de la ci udad de
Valparaíso en la República de Chile y l uego entregados a una familia de ese
USO OFICIAL

país que se hizo cargo de el los, situación en la q ue perman ecieron una vez
que fueron i dentificados por su familia de ori gen.
Al respecto, bastará solamente citar las referencias que, sobre lo
sucedi do, obran en el Legajo CONADEP n° 2950 correspon diente a Victori a
Lucía Grisonas.
Allí se consigna lo siguiente: “Anatole Boris y Eva Lucía ( Victoria)
Grisonas, nacidos el 27-09-72 y el 07-05-1975 respectivamente, fueron secuestrados
junto con sus padres Roger Julien Cáceres y Victoria Grisonas el 26-09-1976 en la
localidad de San Mart ín, Pcia. de Buenos Aires, República Argent ina. En el mes de
julio de 1979 son encontrados en la ciudad de Valparaiso, Chile, luego de una
investigación que arrojó los siguientes datos: 1°) Los niños fueron abandonados en
la Plaza O´Higgins de Valparaíso en diciem bre de 1976, e ingresaron al orfanato en
Playa Ancha en el q ue permanecieron hasta octubre de 1978, fecha en la cual fueron
entregados en adopción a una familia chilena […] 4°) Anatole relata también que un
grupo uniformado llegó a su casa y se los ll evó luego de un intenso tiroteo, lo que
coincide con la notici a aparecida en la prensa argentina de la época y corroborada
por los testigos presenciales y vecinos que en la casa donde vivía la familia Julien,
se produjo un tiroteo en el que resultó herido uno de sus miembros,
presumiblemente la madre de los niños” –fs. 6 y 7- .
4.2. A modo de conclusión
Los sucesos que tuvi eron lugar el 26 de septiembre de 1976 en el
domicilio de la calle Mitre 1050 de la localidad de San Martín, provincia de
Buenos Aires, se inscribieron en el plan sistemático de represión orquestado
por el gobierno mil itar, formaron parte de la persecución dirigi da por la
Secretaría de Informaciones del Estado h acia los integrantes del Parti do para

101
la Victori a del Puebl o (PVP) u Organización Popular Revol ucionaria 33 (OP R
33) a través del Departamento de Asuntos Extranjeros de la P.F.A., y se
desarroll aron de conformidad a la metodología pergeñada por las máxi mas
autoridades castren ses para llevarl o a cabo, con intervención de distintas
fuerzas en un despliegue que grafica el poderío del poder represivo
desplegado por el régimen de facto en la persecuci ón de oscuros designios.
En definitiva, los el ementos probatorios señalados a lo largo del
presente consideran do, resul tando coin cidentes en circunstancias de modo,
tiempo y l ugar, permiten tener por acreditada la privaci ón ilegal de la
libertad agravada de la que fuera víctima Victoria Lucía Gri sonas, hecho por
el cual el suscripto adoptará el temperamento previsto por el art. 306 del
ordenamiento ritual , respecto de Rol ando Oscar Nerone y Oscar Roberto
Gutiérrez.
Considerando Quint o
La prueba colectada en autos
A los efectos de la conformación del cuadro de imputación de
Nerone y Gutiérrez, es preciso tener en cuenta q ue por un l ado se contó con
elementos probatori os que acreditaron l a intervención de los nombrados en
un operativo llevado a cabo el día 26 de septiembre de 1976, en el domicilio
de Av. Mitre 1050 de la Localidad de San Martín, provincia de Buenos Ai res;
y por otro, fue necesario valorar otras constancias que permitieron acredi tar
que el operati vo en el cual Nerone y Gutiérrez partici paron, fue aq uel q ue
tuvo por objetivo y efectivamente cul minó, con la deten ción de Victoria
Grisonas, qui en f ue trasl adada al centro clandestino de detención
“Automotores Orletti” y se encuentra desapareci da.
El pri mer elemento a tener en cuenta es el expedi ente de retiro
obligatorio del Inspector Rolando Oscar Nerone, en el cual se da cuenta de la
intervención de los mismos en un operativo, en el cual resultó lesionado el
nombrado, secundado en tal diligencia por el Inspector Oscar Roberto
Gutiérrez.
Luego, habrán de describi rse aquellas medidas llevadas a cabo
por este Tribunal, con el fin de acreditar que el operativo mencionado, no fue
otro que el produci do en el domicilio de Victoria Lucía Gri sonas, sito en la
calle Mitre a la al tura 1050 (según la numeraci ón catastral que la finca habría
tenido a la fecha de los hechos), entre Carlos Gardel y Av. de Mayo (actual
Eva Perón), casi en la intersección de la calle Mitre con Gardel, de la
localidad de General San Martín, provincia de Buen os Aires.
5.1. El expediente de retiro de Rolando Oscar Nerone

102
Poder Judicial de la Nación

En primer l ugar, deben consignarse los elementos probatorios


que surgen de las actuaciones rel ativas con motivo del reti ro obligatori o del
nombrado, que preci samente, dan cuenta de lo señalado al in icio del presente
considerando.
En efecto, el expediente LETRA P – 237.029 N° 1976 que se in icia
a raíz del trámite de retiro obl igatori o -por aplicación de l os artícul os 80
inciso 3°, 83° inciso 1° y 84° inciso ° apartado a) de la L.O.P.F.A.- del
principal (L.P. 3088) Rolando Oscar Nerone, cuenta con una acta inicial
suscripta por el Comisari o Inspector Mariano González (Jefe del
Departamento de Asuntos Extranjeros) y el Principal Feli pe Honorio Jalil (del
Departamento de Asuntos Extranjeros) el día 27/09/1976, en la cual se deja
constancia de lo si guiente: “en virtud de tener conocimiento de que en un
procedimiento realizado en la Av. Mitre 1050 de la Localidad de San Martín,
provincia de Buenos Aires, por los oficiales inspectores Rolando Oscar Nerone (L.P.
3088), Roberto Gómez Migenes (L.P. 3095) y Oscar Roberto Guti érrez (L.P. 2546)
USO OFICIAL

de este personal y en comisión en el Grupo de Trabajo n° 5 (G.T. 5) el que act uó


conjuntamente con ef ectivos de la S.I.D.E. generándose en el l ugar un violento
tiroteo, resultando herido el primero de los oficiales nombrados, tras recibir un
disparo de un subversivo en la pierna izquierda, a los fines determinados en el
artículo 495 de la Reglamentación de la Ley Orgánica de la Policía Federal
Argentina, designa instructor al Principal Felipe Honorio Jalil ( L.P. 3227) de este
personal, quien se notifica de ello. Atento a lo expuesto se dispone iniciar
actuaciones administ rativas caratuladas como «accidente»; recibir declaración
testimonial a los interventores, adjuntar inf orme médico expedido por el facultativo
de la repartición, practicar en el lugar una amplia inspección ocular y proseguir con
las restantes diligencias hasta finiquitar la presente actuación administrativa” –fs.
1-.
A fs. 2/vta. del mismo sumari o, se halla agregada el acta de la
Inspección Ocular llevada a cabo el día 30/09/1976 suscri pta por el
nombrado Jalil, en l a cual da cuenta de l o siguiente: “en este acto se traslada al
escenario de los hechos a los efectos de recoger todo dato de importancia para las
presentes actuaciones administrativas. Ya en el lugar, sito en la calle Mitre n° 1050
de Localidad de San MartÍn Pcia. de Bs. As. y frente a la estruct ura edilicia, la que
se trata de una sola planta, de construcci ón moderna, levantada en un predio de
8,66 mts. de ancho por 25 mts. de largo. En la parte delantera posee apoyada sobre
la medianera derecha, una pequeña edificación separada del resto de la finca, que es
utilizada para garage que es de unos 3,00 mts. de ancho por 3,50 mts. de largo y
delante de la construcción destinada para vi vienda, se halla un terreno que va desde
la pared del garage hasta la medianera, que tiene 5,50 mts. de ancho por 5 mts. de
largo. La vivienda propiamente dicha se levanta recostada en la medianera izquierda

103
y está compuesta por un living comedor, dos piezas destinadas para dormitorios una
cocina, y en el fondo tres habitaciones construidas en línea y apoyadas sobre la
misma medianera. La ubicación de lo anteriormente nombrado es la siguiente:
entrando por la única puerta de acceso por el frente, se penetra al living comedor
que es de 4 m. por 3 m. de ancho, este habitáculo posee dos puert as que dan a otras
tantas piezas destinadas a dormitorios, dando uno de estos al frente poseyendo una
ventana que deja ver el jardín y la calle. A continuación del living se encuentra la
cocina que es pequeña, y posee todos los artefactos de uso corriente tales como,
calefón, cocina a gas natural, heladera, pil eta y cajonera. El cuatro de baño está
ubicado a continuación de las dos habitaciones, y es de 1,30 por 2,50 de ancho,
poseyendo colocados t odos sus artefactos sanitarios. Y a manera de depósito de 3 por
3 mts. c/u no teniendo mobiliario alguno. Al costado derecho de la finca existe un
pequeño pasillo que comunica el jardín, o sea, la vía pública, con el fondo no
edificado, que es de unos 4 por 5 mts. de largo el que no posee pl antación alguna y
está comuni cado con l a vivienda mediante una puerta que da a la cocina”.
Asimismo, se encuentra agregada la declaración testi monial
prestada por Rolan do Oscar Nerone, el día 1° de octubre de 1976 –fs. 3-,
oportunidad en la cual el nombrado rel ató: “habiendo sido comisionado por la
Superioridad, el día veintiséis del mes próximo pasado, real izó junto con los
Inspectores Roberto Gómez Migenes y Oscar Roberto Gutiérrez, del mismo personal
que el exponente y además efectivos del Servicio de Informaciones de Estado, un
procedimiento en la calle Mitre n° 1050 de la Loc. de San Martín Pcia. de Bs. As.
En el lugar y de acuerdo a lo planificado previamente, los nombrados anteriormente
debían irrumpir por la puerta principal de acceso a la finca, mientras que los
restantes que daban «apoyo» en lugares apropiados para ese fin. Al tener la voz de
«asalto» el dicente, m ientras que Gómez y Gutiérrez se parapetaban a cada lado de
la entrada, dio una patada a la puerta y tras haberla derribado trató de penetrar la
vivienda, pero desde el interior, varios delincuentes subversivos abrieron fuego
contra el exponente quien trató de salir rápidamente de la zona de peligro,
lográndolo pese a haber recibido un balazo en la pierna izquierda. Luego continuó el
enfrentamiento convirtiéndose en un violento intercambio de disparos, pudiendo
doblegar a los insurrectos luego de varios minutos de combate. Luego fue trasladado
en forma rápida al Hospital Policial «Bme. Churruca» en donde lo enyesaron y lo
dejaron internado para una mejor atención”.
A fs. 4 del sumari o, se halla la decl aración testimonial del
Inspector Roberto Gómez Migenes (1°/10/1976), en la cual el mismo rel ató:
“habiendo sido comisionado por la Superioridad, el día 26 del mes próximo pasado,
realizó junto con los inspectores Rolando Oscar Nerone y Oscar Roberto Gutiérrez,
todos del mismo personal y efectivos del servicio de informaciones de Estado, un
procedimiento en la calle Mitre 1050 de la l ocalidad de San Martín Pcia. de Buenos

104
Poder Judicial de la Nación

Aires. En el lugar y de acuerdo a lo planificado los nombrados debían irrumpir por


la puerta principal de acceso a la finca, mientras que los restantes efectivos
quedaban de «apoyo» en lugares apropiados para ese fin. Al tener la voz de «asalto»
el Inspector Nerone, dio una patada a la puerta y tras haberla derribada trató de
penetrar a la vivienda pero desde el interior y bien parapetados, varios delincuentes
subversivos, abrieron fuego contra el policía quien trató de salir rápidamente de la
zona de peligro, lográndolo pese haber reci bido un disparo en la pierna izquierda.
Posteriormente el dicente junto con el inspector Gutiérrez y el resto del personal
allí presente luego de algunos minutos de vi olento intercambio de disparos, lograron
doblegar la resistencia que habían mantenido los terroristas. Rápidamente el herido
fue trasladado para las curaciones del caso al Hospital Policial «Bme. Churruca» en
donde el facultativo de guardia le diagnosticó «fractura a nivel medio de la tibia».
Seguidamente, obra la declaración testi monial de Oscar Roberto
Gutiérrez (1°/10/1976) –fs. 5- en la cual detalló: “[…] Posteriormente el dicente
junto con el Inspector Gómez Migenes y el resto del personal allí presente luego de
USO OFICIAL

varios minutos de cruento intercambio de disparos, lograron doblegar a los


insurrectos”.
En el mismo sumari o, se halla agregado un oficio rubricado por
el Teniente Coronel (reti rado) J uan Ramón Nieto Moreno, y diri gido al Jefe
del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Superintendencia de
Seguri dad Federal, Comisari o Inspector Mariano Gonzál ez, fechado en
octubre de 1976, en el cual se consigna que Nieto Moreno se dirige al
Comisario de menci ón: “a efectos de poner en su conocimiento de la actuación que
cupo a los Oficiales I nspectores Rolando Oscar Nerone, Roberto Gómez Migenes y
Oscar Roberto Gutiérrez del Departamento a su cargo en comisión en el G.T.5., en
los procedimientos que condujeron al desbaratamiento del sector militar de la
organización sub versiva O.P.R.33 (ORGANIZACI ÓN POPULAR
REVOLUCIONARIA 33 ORIENTALES). Al respecto, cumplo en informar a Ud. que
en el transcurso de uno de los procedimientos efectuados, efectuado el domingo 26
de septiembre en la localidad de Grl. San Martín (Avda. Mitre 1050) Pcia. de Bs.
As., se generó un tiroteo en cuyo transcurso resultó herido en la pierna izquierda
por un disparo de un subversivo no identificado el Oficial Inspect or Rolando Oscar
Nerone” –fs. 7-.
Otras actuaci ones sumadas al legaj o son la constancia de examen
médico practicado sobre Nerone el día 18 de octubre de 1976 en el Hospi tal
Policial –fs. 8-, en el cual se concluye que el nombrado registra: “1) Fractura
expuesta [ilegible] 1/3 proximal de tibia izquierda por herida de bala”; y como
tiempo probable de curaci ón: “2) Ciento veinte (120) días aproximadamente salvo
complicaciones”. Luego, se consigna que el mismo tiempo de 120 días se estima
de incapaci dad para el servicio.

105
A raíz de los elemen tos citados, en fecha 4 de octubre de 1976, se
dictó una resol ución mediante la cual se consideró a l as lesi ones suf ridas por
Nerone, como ocurridas en ocasión de actos de servicio; vale al respecto
transcribi r dicha resolución, l a cual f ue f irmada por el antes nombrado Jalil y
se halla agregada a f s. 10:
“VISTO: Que el dí a veintiséis del mes próximo pasado, si endo
aproximadamente las doce horas, los Oficiales Inspectores Rolando Oscar Nerone,
Roberto Gómez Migenes y Oscar Roberto Gutiérrez, conjuntamente con efectivos del
Servicio de Informaciones del Estado, realizaron un procedimiento en la finca de la
calle Mitre n° 1050 de la Loc. de San Mart ín Pcia. de Bs. As., en donde se generó
un violento intercamb io de disparos de armas de fuego, el que duró largo rato hasta
que los representantes del orden pudieron doblegar a los delincuentes subversivos. A
resultas de la refriega fue herido el primero de los oficiales nombrados, por un
balazo que penetró en su pierna izquierda, pero no hizo variar el accionar de dicho
funcionario. Posteriormente y habiendo reducido a los insurrect os, trasladaron el
herido al Hospital Policial «Bme. Churruca» en donde le practi caron las curaciones
del caso y le diagnosti caron «fractura a nivel medio de la tibia» quedando internado
para una mejor atenci ón. Y,”
“CONSIDERANDO: Que de las constancias reunidas surge netamente
probado que las lesiones sufridas por el interventor fueron consecuencia inmediata
del ejercicio de una f unción específicament e policial. Debiéndose destacar que el
Inspector Nerone, a pesar de la inferioridad física no vaciló en continuar lo que
había sido planificado, demostrando con ello desprecio de su propia vida en favor del
éxito del procedimient o.
Por ello el suscripto es de opinión que deberí a dictarse la siguiente”
“RESOLUCIÓN”
“Considerar las lesiones ocasionadas al Inspector Rolando Oscar
Nerone como «EN Y POR ACTO DE SERVICIO», acorde a lo determinado en el
artículo 490 de la Reglamentación de l a ley Orgánica de la Policía Federal
Argentina”.
Tales constancias documental es, cotejadas con el plexo probatorio
reunido en autos, llevan a concluir razonablemente que sólo pueden hacer
referencia a l os hech os que tuvieron por víctima a Victoria Lucía Grisonas.
5.2. Las constancias del operativo de det ención de Grisonas
Los legajos de CONADEP de Victoria Grisonas y Mario Roger
Julien –legaj os nros. 2950 y 2951, respectivamente- , dan cuenta de que l a
primera f ue ilegal mente detenida el 26 de septiembre de 1976 en su domi cilio,
el cual se encontraba en “Mitre al 1300”, esquina Carl os Gardel, obrando en
otra foja que el domi cilio estaría en la intersección con la calle 25 de mayo de
la localidad de San Martín.

106
Poder Judicial de la Nación

Sin embargo, como se vio al momento de desarroll ar el


considerando cuarto del presente resol utivo, existen elementos convicti vos
que llevan a tener por acreditado q ue el operativo al que hiciera referencia el
expediente administrativo precedentemente citado es aquel que culminara
con la ilegal detenci ón de María Victoria Grisonas.
En pri mer término, cabe señalar la circunstancia de que la
ubicación del lugar en que sucedieron l os hechos que aparece consignada en
tales legajos en vi rtud de averiguaci ones efectuadas por María Angélica
Cáceres - madre de Mario Roger J ulien Cáceres-, quien indi có que "[e]n el mes
de diciembre de 1983 la declarante encont ró la casa”; de modo que, si bien la
nombrada pudo establecer el sitio de los hechos, el mismo, por las
características propi as de la averiguación, adolece de cierta indeterminación,
sin perjuici o de lo cual, posee cercanía con el domicilio en el que
efectivamente residía Victoria Gri sonas.
En primer lugar, corresponde señalar lo expresado por el
USO OFICIAL

peri odista e investigador Fabián Kovacic al prestar declaraci ón testimonial a


fs. 7952/66 de estos obrados, ocasión en la que refirió que “en el libro «A
todos ellos» se menci ona que la casa quedaba en la esquina de las calles Mitre y 25
de Mayo de la Localidad de San Martín”, razón por la cual expresó su deseo de
aclarar que el domi cilio quedaba si tuado “en Mitre esquina Carlos Gardel, a
pocas cuadras del cementerio de San Martín”, señalando l uego que “el domicilio
de los Julien quedaba a unas 20 cuadras [de la calle 25 de mayo] en dirección
hacia el cementerio, en la esquina de Carlos Gardel y Mitre, en el barrio Villa
Libertad”.
Kovacic, también hizo ref erencia a que, si bien no contaba con
“información respecto de la numeración catastral de aquel entonces, pero q ue
actualmente podría ser la nro. 5251, aunque sí sabe que la numeración ha cambiado
desde la fecha de los hechos”.
Esta situación señalada por Kovacic, obedeci ó a reiteradas
modificaciones que sufri ó la n umeración catastral de la call e Mitre, sobre lo
cual coincidieron los testigos Francisco Cull ari y J oquín Castro al prestar
declaración testimonial en autos fs. 8004/10 y 8032/7 respectivamente, lo
cual f ue desarroll ado en el considerando cuarto.
Han sido los dichos de tales testi gos, que f ueran tratados in
extenso en el considerando anterior, en cuanto a las circunstancias de modo,
tiempo y l ugar, y respecto de las víctimas, los que llevan a tener por
acredi tado que el hecho al q ue hace ref erencia el sumario de reti ro
obligatorio de Nerone no es otro que el realizado en perjuicio de Victoria
Grisonas.

107
Aquí cabe señalar también lo expresado por Castro ante el
Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de esta ci udad, cuando hizo
referencia a que “al lado de la casa había una empresa metalúrgica que se llamaba
BOPAVI” –cfr. constancia actuarial de f s. 8169vta. de autos-, lo q ue resulta
absolutamente concordante con el ya citado de la memorando originado por
Unidad Regional San Martín - Comisaría 1ª que da cuenta de que el operativo
ocurri ó en “una vivienda ubicada en la part e posterior del cement erio local, situada
al lado de la fábrica metalúrgica «BOPADI», resultando como consecuencia del
enfrentamiento un extremista abatido y herido el Oficial Inspector de Policía
Federal OSCAR NERONE” –cf r. fs. 8109vta de autos-.
Asimismo, existen actuaciones labradas por l a propia Dirección
de Inteligencia de l a provincia de Buenos Aires, que constan en el legajo
15418 Mesa “DS” carpeta “Varios”, caratulado “Asunto: Investigación Familia
Julien Gri sonas. Del eg. San Martín” aportado por la Comi si ón Provincial por
la Memoria a fs. 8891/95, cuyas concl usi ones determinan que “La intersección
apuntada se halla distante a unas vei nte cuadras aproxi madamente de la
necrópolis local , razón por la cual se establece como lugar probabl e y
verosímil el sector comprendido entre las calles Mitre y Avenida 1° de Mayo,
paral elas entre sí, siendo esta última lateral respecto del cementerio e
intersecci onadas ambas por Coronel Mont, ésta corriendo frente a la entrada
principal de l a necrópolis”.
Finalmente, recordemos q ue, conforme surge de l as constancias
glosadas a fs. 8682, Isabel Rodríguez, de 88 de años de edad y domiciliada en
la calle Mi tre n° 5551, expresó ante personal de la Comisaría 1ª, q ue “se
domicilia en el lugar desde 1945 aproximadamente y que el antiguo número
catastral de su finca es el 1280”.
5.3. Las medidas de prueba realizadas por el Juzgado
Este Tribunal ha realizado una prof usa i nvestigación tendien te al
esclareci miento de l os hechos q ue se analizan en este auto de méri to.
Dichas medi das instructori as y l as di stintas probanzas que fueran
produci das, han abarcado la acreditaci ón de los hechos que tuvieran por
víctima a Victoria Lucía Grisonas, qui en fue privada de su li bertad y como se
ha acreditado a lo largo de estas actuaciones, trasladada al CCDT Orletti,
sucesos sobre l os cuales el suscripto se pronunciara en primera oportunidad a
través del auto de fs. 2820/3065.
El segmento de la i nstrucci ón que nos ocupa, se ha encontrado
dirigi do a la acreditación de las circunstancias en las que concretó el
operativo que cul minara con la deten ción ilegal de la n ombrada en su
domicilio y sobre dichos extremos se han adoptado y cumpli mentado

108
Poder Judicial de la Nación

distintas diligencias que han aportado un cúmulo de el ementos convictivos


que lleva a la conclusión de que razonadamente se plasma en este resol utivo,
con el grado de certeza que exi ge esta etapa del proceso.
Así, a los elementos de prueba correspondientes al sumario letra
P–237.029 N° 1976 referente al reti ro obligatorio de Nerone se acumularon
otras constancias acreditantes tales como el expediente SSF 1607 (causa n°
523/1976) que fuera hallado agregado al Legajo Personal de la P.F.A. de
Cayetan o Roberto Nacarato en el que surge el informe suscripto por el
Comisario Inspector Alberto Baldomero Obregón de fecha 15 de septiembre
de 1976 –que fue glosado en copi as certif icadas a fs. 8486/95 de autos-
La rel evancia de dicha documental gravita en torno a la
contextualización de la labor del Departamento de Asuntos Extranjeros de la
P.F.A. en tanto allí se dio cuenta del “t rabajo de inteligencia y operacional”,
haciéndose referencia a la realizaci ón de distintos procedimi entos de
allanamiento, que, en los términos del i nforme, permiti eron “neutralizar en
USO OFICIAL

forma altamente satisfactoria la actividad desplegada en nuestro país por distintas


organizaciones de tipo subversivo”.
Así, f ueron analizados las distintas constancias documentales que
surgen de los legaj os personales de la P.F.A. correspondientes al Comisario
Inspector ( R.O.) Rolando Oscar Neron e, al extinto Comi sario (retirado)
Roberto Gómez Migénez y al Subcomisario (R.O.) Oscar Roberto Guti érrez
remiti dos a fs. 7622
Se encomendó la realización de di ligen cias a la Comisaría 1ª de
San Martín de la Policía de la Provincia de Buenos Aires en la zona de los
hechos y dirigi das a determinar la ubicación del domicili o y cuyo resul tado
obra a fs. 7867/74 y 7925/9. En el mi smo senti do fueron cumpli mentadas
diligencias por la Delegación San Martín de la P.F.A. que lucen a fs. 8658/93.
También se acumul aron copias del expediente nro. 91.978 (P-
237.029) s/ reti ro obl igatorio n° 0336030 de la Divisi ón Reti ros y Jubil aciones
de la P.F.A. correspondiente a Rolando Oscar Nerone remiti das a fs. 7942.
Se le recibió declaración testimonial a Walter Fabián Kovacic y se
agregó el intercambi o de informaci ones que, a través de correos electrónicos,
el nombrado habría mantenido con Miguel Ángel Furci, según expresó el
testigo -fs. 7952/66- , cuyo contenido hace referencia a la i ntervención del
D.A.E. de la Superin tendencia de Seguri dad Federal en los h echos vinculados
a “Orletti”.
Asimismo, se agregaron vi stas fotográficas de la zona de los
hechos investigados –fs. 7967/80-, l as cuales fueron l uego exhibidas a los
testigos presenciales del operativo habiendo sido reconocidas las mi smas.

109
Se cuenta con distintos registros audiovisuales correspondientes
a los testi monios prestados por Francisco Cullari y J oaquín Castro -fs. 8015-,
Anatole Alejandro Larrabeiti Yañez (o Anatole Boris Juli en Grisonas) y
Claudi a Victoria Larraeiti Yañez (o Victoria Eva J ulien Gri sonas) en el marco
de la causa nro. 1627 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1,
remiti dos a f s. 8087, así como también de las audiencias en l as que prestaran
declaración testimonial Álvaro Nores Montedónico, Juan Roger Rodríguez
Chandari, Carlos Osorio, Víctor Hugo Lubián y Marta Petri des, remitidos a
fs. 8227.
A través del aporte de la Fiscalía de J uicio interviniente en el
debate mencionado ante el T.O.F.1., se acumuló al plexo probatorio la
“Investigación Histórica Sobre Detenidos Desaparecidos realizada en cumplimiento
del art. 4° de la ley 15.848 de la República Oriental del Uruguay” en formato
digital, sin perjuici o de lo cual se agregaron de dicho informe obrantes a fs.
8088/121. Tambi én aportó esa Fiscal ía el filme documental “Los Hijos del
Cóndor” en el que se observaron los dichos de Francisco Cullari -fs. 7981-.
También le fue reci bida en esta sede declaraci ón testimoni al a
Francisco Cullari -8004/10-; Joaq uín Castro -fs. 8032/7 y 8196/7- y Teresa
Marta U riarte -fs. 8198/200-.
Por otra parte, han sido gl osados y anali zados l os informes de la
Comisi ón Provincial por la Memoria de mayo de 2010 di ri gido al Tribunal
Oral en lo Criminal Federal nro. 1 -fs. 8122/65- y el cursado a este Tribunal,
junto con diversas constancias documentales a fs. 8891/5.
Otras constancias documentales acumul adas al plexo probatori o
de autos y que han sido objeto de análisis a lo largo del presente
considerando, se encuentran constituidas por las actuaci ones
correspondientes a:
► la causa n ro. 14.846/96 caratulada “Larrabeiti Yañez, Anatole y
otro c/Estado Nacional s/proceso de conocimiento” correspondiente al J uzgado
Nacional en lo Contencioso Administrativo Federal nro. 4, Secretaría nro. 7
agregadas a fs. 8221/7;
► el Legajo de Prueba nro. 119 de la causa nro. 450 de la Excma.
Cámara Fuero, agregadas a fs. 8239/72;
► el Legaj o Conadep 8066 correspondi ente a las declaraci ones
prestadas por Rodolf o Peregrino Fernández que l ucen a fs. 8414/85;
► copias de la causa nro. 16.441/02 caratulada “Gallone, Carlos
Enrique y otros s/pri vación ilegal de la libertad” de este Tribunal, que lucen a
agregadas a fs. 8790/810 de autos y q ue dan cuenta de algunos integrantes

110
Poder Judicial de la Nación

del Cuerpo de Informaciones de la Superintendencia de Seguri dad Federal


que se desempeñaron en el Departamento de Asuntos Extranjeros; y,
► Legajos Personales de la Secretaría de Inteligencia del Estado
de distintas personas que se habrían desempeñado en el marco del G.T.5., que
fueran recibi dos en el marco del Legaj o de Actuaciones Reservadas que corre
por cuerda de autos y fueron citados a l o largo del presente resol utivo en lo
que respecta a la con formaci ón y existencia del mentado grupo de tareas.
Asimismo, f ueron recibidos constancias referentes a l os legajos
personales de la Policía Federal Argentina correspondientes a José Amhed
remiti das -fs. 8048/ 50-, el Comisario Mayor ( reti rado) Mari ano González, el
Comisario (extinto) Ricardo Aníbal Barbero, el Comisari o General (retirado)
Alvio Hercul ano Grossi, el Comisario Inspector (retirado) de la P.F.A. Juan
Eduardo Fontana, y el extinto Comisario Inspector (reti rado) Felipe Honori o
Jalil –cf r. fs. 8772/5- , habiendo quedado pendientes de recepción de una gran
cantidad de constan cias documentales relativas a una serie de personas que
USO OFICIAL

se habrían desempeñado en el Departamento de Asuntos Extranjeros de la


Superinten dencia de Seguri dad Federal .
Considerando sext o
Responsabilidad Penal
5.1. Oscar Rolando Nerone
La responsabili dad penal de Oscar Rol ando Nerone se sustenta
en diversos elementos probatorios que se encuentran señal ados en el acta
correspondiente a l a declaración indagatori a que le f uera recibida en esta
sede –fs. 8898/908 y 8914/29- y que serán desarrollados a lo largo del
presente consi derando.
Es a partir del análisis conjunto y armoni oso del pl exo probatorio
recabado hasta el momento, que el suscripto tiene por acreditado, con el
grado de certeza que este estadio procesal req uiere, que el nombrado ha
intervenido, en carácter de autor –de acuerdo a las argumentaciones que
habrán de desarrollarse en el Consi derando séptimo –cal ificación legal-, en la
privaci ón ilegal de l a libertad –agravada por el uso de violencia o amenazas-
de Victoria Lucía Gri sonas de Julien.
5.1.1. Su desempeño en la S.S.F.
Conforme surge de l as constancias obran tes en su legajo personal
de la P olicía Federal Argentina, Oscar Rolando Nerone ingresó como cadete a
esa fuerza de seguridad el 22 de f ebrero de 1965 a la División Institutos,
siendo promovi do el 1° de enero de 1967 a Oficial Subayudante.
El 9 de enero de 1967 fue destinado a la Comisaría 5ª si endo
ascendido al grado de Oficial Ayudante el 31 de diciembre de 1968.

111
Con ese cargo, en f echa 16 de enero de 1969 fue destinado a la
División Asuntos Extranjeros de la Superintendencia de Seguridad Federal.
Desempeñándose en esa Divi sión, f ue ascendido al grado de
Oficial Subinspector (el 31 de diciembre de 1970) y a Oficial Inspector (el 31
de diciembre de 1972).
En lo que aquí interesa, de las constanci as glosadas en el legajo
surge que a la fecha de los hechos investigados Nerone se desempeñaba con
el grado de Inspector en el Departamento de Asuntos Extranjeros de la
Superinten dencia de Seguridad Federal, constituyendo éste su últi mo destino
luego de que fueran cometidos los hechos investigados, con posterioridad a
los cual es fue puesto en situación de reti ro obli gatori o por resoluci ón
ministerial n° 1119 del 7 de junio de 1979, publicada en l a Orden del Día
interno nro. 135 del 29 de j unio de ese añ o.
El 30 de noviembre de 1982, encontrándose en la situación
descri pta, por resol ución nro. 700 del Ministro del Interior Gral. de Divisi ón
Llamil Leston, se di spuso concederle l os beneficios previstos por las l eyes
16.443 y 20.774, promoviéndoselo al grado de Comisario Inspector reti rado.
Es decir, Nerone se desempeñó en el Departamento de Asuntos
Extranjeros de la Superintendencia de Seguri dad Federal desde el 16 de enero
de 1969 hasta el 26 de septiembre de 1976, fecha en que fue cometido el hecho
objeto de imputación .
Se encuentran glosadas al expediente administrativo n° 2291/80
de la Divisi ón Reti ros y Pensiones anexado a su legajo personal, la foja de
concepto de personal superior correspondiente al desempeño del causante
durante el período comprendido entre los años 1976 y 1977.
En dicho legaj o obran las calificaciones de sus tres superi ores en
razón del desempeñ o del n ombrado en esa dependencia policial.
En primera instanci a, Nerone fue calificado por el Subcomi sario
Ricardo Aníbal Barbero, del Departamento de Asuntos Extranjeros, quien
consignó al respecto: “Se trata el calificado de un oficial q ue se halla en uso de
licencia médica en razón haber sido herido en un procedimiento considerado «en y
por actos de servici o» motivo [por el que] califico al mismo hasta la fecha del
accidente. El mismo domina la «Sección de Asuntos Americanos», siendo su
aporte de suma valí a en la faz investigativa e inteligencia. Juntamente con el
resto de oficiales integrantes de la referida sección, arm an un equipo de
indudable eficacia para la f unción específica del Departamento. Todo ello,
sumado a los demás atributos de un oficial competente, lo hacen acreedor a la más
alta calificación” –foli o 13 del expediente 2291/80-.

112
Poder Judicial de la Nación

En segundo l ugar fue calificado por el comisari o Juan Eduardo


Fontana, del mismo departamento, q uien adhirió al j uicio precedentemente
citado.
En tercera instancia, se consignó la cal ificación del Comi sario
Inspector Alvi o Herculano Grossi, como Jefe del Departamento en cuesti ón,
quien indicó que desde se encontraba ej erciendo esa Jefatura, “el calificado se
encuentra con licencia médica”, en razón de l o cual se remitió “a las
calificaciones vertidas en juicio anterior sint ético vertidas por el jefe relevado” –cfr.
folio 13 expte. 2291/ 80-.
Grossi reempl azó en esa jefatura al Comisario Inspector Mariano
González, quien la ostentó durante la comisión de los hech os investi gados,
calificando como “sobresaliente” en todo concepto a Nerone tal como surge de
las constancias obrantes a fs. 12 vta. y 13 vta. del expediente administrati vo
reseñado.
En forma coinciden te, a fs. 7 del expediente Letra P, luce un
USO OFICIAL

oficio del mes de octubre del año 1976 di rigido por el Teniente Coronel Nieto
Moreno a González, indicando su condición de Jefe del Departamento de
Asuntos Extranjeros, tal como se verá a continuación.
5.1.2. Su i ntervención en l os hechos
Son diversas las constancias que dan cuenta de la participación
del nombrado en los hechos investigados en la presente causa, las cuales
serán analizadas seguidamente.
En pri mer lugar corresponde mencionar aquell os elementos
probatorios que surgen del expedi ente l etra P – 237.029 N° 1976 iniciado por
la División Reti ros y Pensiones de l a P.F.A. por “trámite de retiro obligatorio
por aplicación de los artículos 80 inciso 3°, 83° inciso 1° y 84° i nciso ° apartado a)
de la L.O.P.F.A. al pri ncipal (L.P. 3088) Rolando Oscar Nerone”.
En efecto, tal como se indicó en el considerando cuarto, en el
mismo se encuentran glosadas actuaciones administrativas iniciadas al día
siguiente de cometidos los hechos, por el Comi sari o In spector Mariano
González “en virtud de tener conocimiento de que en un procedimiento realizado en
la Av. Mitre 1050 de la Localidad de San Martín, provincia de Buenos Aires, por los
oficiales inspectores Rolando Oscar Nerone (L.P. 3088), Roberto Gómez Migenes
(L.P. 3095) y Oscar Roberto Gutiérrez (L.P. 2546) de este personal y en comisión en
el Grupo de Trabajo n° 5 (G.T. 5) el que actuó conjuntamente con efectivos de la
S.I.D.E. [se generó] en el lugar un violento tiroteo, resultando herido el primero de
los oficiales nombrados, tras recibir un disparo de un subversivo en la pierna
izquierda” fs. 1 del expte. citado-.
Asimismo, a fojas 4 de dichas actuaci ones, el día 1° de octubre de
1976, prestó declaración el Inspector (fallecido) Roberto Gómez Mi genes,

113
quien expresó sobre los hechos que “habiendo sido comisionado por la
Superioridad, el día 26 del mes próximo pasado, realizó junto con los inspectores
Rolando Oscar Nerone y Oscar Roberto Gutiérrez, todos del mismo personal y
efectivos del servicio de informaciones de Estado, un procedimiento en la calle Mitre
1050 de la localidad de San Martín Pcia. de Buenos Aires. En el l ugar y de acuerdo
a lo planificado los nombrados debían irrumpir por la puerta principal de acceso a la
finca, mientras que los restantes efectivos quedaban de «apoyo» en lugares
apropiados para ese fin. Al tener la voz de «asalto» el Inspector Nerone, dio una
patada a la puerta y tras haberla derribada trató de penetrar a la vivienda pero
desde el interior y bien parapetados, varios delincuentes subversivos, abrieron fuego
contra el policía quien trató de salir rápidamente de la zona de peligro, lográndolo
pese haber recibido un disparo en la pierna izquierda. Posteriormente el dicente
junto con el inspector Gutiérrez y el resto del personal allí presente luego de
algunos minutos de violento intercambio de disparos, lograron doblegar la
resistencia que habían mantenido los terroristas. Rápidamente el herido fue
trasladado para las curaciones del caso al Hospital Policial «Bme. Ch urruca» en
donde el facultativo de guardia le diagnosticó «fractura a nivel medio de la
tibia»”.
Recordemos q ue en la foja de concepto de personal superior
correspondiente al desempeño de Nerone durante los añ os 1976 y 1977,
glosadas al expedi ente administrativo n° 2291/80 de la División Retiros y
Pensiones anexado a su legajo personal, se consignó en el acápite rel ativo a
sus “faltas al servi ci o”, doscientos noventa y nueve días de licencia a parti r
del 26 de septiembre de 1976, indicándose como causa “HERIDA DE BALA –
FRACTURA EXPUESTA DE TIBIA” –conf. folio 12 del expediente mencionado-
Otra de las constancias que se encuentran agregadas al
expediente iniciado con motivo de l os trámi tes de retiro obligatori o del
imputado, se encuentra consti tui da por la nota remitida por la nota que en
fecha 3 de octubre de 1977 remitiera el Teniente Coronel (retirado) Juan
Ramón Nieto Moren o al Jefe del Departamento de Asuntos Extranjeros de la
Superinten dencia de Seguri dad Federal, Comisario Inspector D. Marian o
González, en la que el militar fallecido indicó que se dirigía a esa Jefatura
policial “a efectos de poner en su conoci miento de la actuación que cupo a los
Oficiales Inspectores Rolando Oscar Nerone, Roberto Gómez Migenes y Oscar
Roberto Gutiérrez del Departamento a su cargo en comisión en el G.T.5., en los
procedimientos que condujeron al desbaratamiento del sector militar de la
organización subversiva O.P.R. 33 (ORGANIZACI ÓN POPULAR
REVOLUCIONARIA 33 ORIENTALES)”, consignándose l uego que “en el
transcurso de uno de los procedimientos efectuados, efectuado el domingo 26 de
setiembre en la localidad de Grl. San Martín (Avda. Mitre 1050) Pcia. de Bs. As., se

114
Poder Judicial de la Nación

generó un tiroteo en cuyo transcurso resul tó herido en la pierna izquierda por un


disparo de un subversivo no identificado el Oficial Inspector Rolando Oscar
Nerone” –fs. 7 del expte. ci tado-.
A través de esta constancia documental, se pone de manifiesto el
reconoci miento de l os hechos por parte de un alto responsable del accionar
represivo desplegado por la Secretaría de Informaciones del Estado.
En efecto, tal como se tiene acreditado en autos, Nieto Moreno se
desempeñó, durante el año 1976, como Jefe del Departamento de
Contrainteligencia, perteneciente a la Direcci ón II de esa Secretaría de
Estado, circunstanci as que el nombrado expresó al prestar declaración a fs.
279/286vta. del sumario militar 4I7
El vínculo de la acti vidad desplegada por ese departamento y los
efectivos que se desempeñaron operacion almente dependiendo del mismo (tal
como el caso del imputado q ue actuó en la SIDE “comisión”) se deduce de la
declaración ya citada de Nieto Moreno, en la que cual, en referencia a las
USO OFICIAL

funciones desarrolladas por la OT 18 dij o que el grupo que integraba Gordon


“…era el ejecutor de los blancos operacionales, que surgido de la labor de
Inteligencia Contrasubversiva que efectuaba el Departamento de Contrainteligencia,
eran girados al Departamento Operaciones Tácticas I (uno), a través de la Dirección
II y III de la SIDE [ …] La citada Base O.T. 18 efectuaba la actividad operacional
antisubversiva de SIDE”. Agregó Nieto Moreno que dicha base era utilizada
para “actividades operacionales y como lugar de detención transitorio e
interrogatorio de prisioneros de la SIDE” (subrayado agregado).
Ahora bien, existen otros el ementos probatori os q ue dan cuenta
de la intervención de Nerone en la privación ilegal de la libertad agravada
que tuvo por víctima a Victori a Lucía Gri sonas.
Al respecto, corresponde indicar lo que surge del inf orme
efectuado por la Comisión Provincial por la Memoria que l uce glosado a fs.
8122/64 de autos, en el que se consignó que la “exploración del archivo aportó
[…] una foja del Libro de Registro de la D IPBA donde se encuentra asentado un
episodio de característ icas similares al denunciado para la familia Grisonas-Julien.
Con fecha 27/9/76, procedente de la comisaría 1ra de San Martín (en cuya
jurisdicción, según el legajo antes descripto, sucedieron los hechos que se
investigan), figura «Enfrentamiento fuerzas combinadas de fi nca, 1 extremi sta
abatido y herido ofl Insp Policía Narone»” –fs. 8152vta. de autos- .
Asimismo, en la “Investigación Histórica sobre Detenidos
Desaparecidos” (cuya copi a di gitalizada obra reservada en Secretaría)
realizada en cumpli miento del artículo 4° de l a Ley N° 15.848 de la R.O.U., se
cita una constancia documental que da cuenta de la i ntervención del
imputado en los hechos.

115
En efecto, al tratar respecto del caso de Mario Roger J ulien
Cáceres, en dicha investigaci ón se transcribió un memorando originado por
Unidad Regi onal San Martín-Comisaría 1ª obrante en el Archivo de la
Direcci ón Naci onal de Informaci ón e Inteligencia del U ruguay y que se
hallara glosada al prontuario de l a víctima, en el que se consign ó lo
siguiente: “San Mart ín 1ra.: El día 26 del cte. siendo aproximadamente las 1900
hs., fuerzas combinadas del Ejército y Policía Federal sostuvieron un
enfrentamiento armado con los ocupantes de una vivienda ubicada en la parte
posterior del cementerio local, situada al lado de la fábrica metalúrgica «BOPADI»,
resultando como consecuencia del enfrentam iento un extremista abatido y herido el
Oficial Inspector de Policía Federal OSCAR NERONE. Se secuestró abundante
material, documentaci ón, armamento y muni ciones” –cf r. fs. 8109vta de autos-.
Recordemos que J oaquín Castro, testi go presencial de los hechos,
en ocasión de prestar declaración ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal
nro. 1, ubicó la vivienda en que f ueron cometidos los hechos, expresando q ue
“al lado de la casa había una empresa metalúrgica que se llamaba BOPAVI” –cfr.
constancia actuarial de fs. 8169vta. de autos-.
Ese informe resulta, a su vez, absol utamente concordante con lo
consignado en el Li bro de Registro de la DIPBA en el cual se consignó, baj o el
número de orden 3380, procedente de la Comisaría San Martín 1ª, como
novedad: “Enfrentamiento fuerzas combinadas de finca (1 extremista abatido y
herido Ofl. Insp. Pol icía Nerone” (documentación remitida por la Comi sión
Provincial por la Memoria a fs. 8891/5).
Por otra parte, Álvaro Nores Montedónico en ocasión de prestar
declaración testimonial ante el ya mencionado Tribunal de Juicio, hizo
referencia específica a la integración de “la banda de Orletti” por personal
del Departamento de Asuntos extranjeros en el que se desempeñaba Nerone.
Conforme surge del regi stro audiovisual de la audiencia en la
cual prestara declaración testimonial Álvaro Nores Montedónico ante el
Tribunal Oral en l o Criminal Federal n ro. 1, la víctima refiri ó sobre el caso, lo
siguiente: “El PVP nunca había disparado una bala contra nadie, nunca. De
acuerdo a Gavazzo, J ulien cuando fue… antes de suicidarse… eh… disparó contra
los que fueron a secuestrar, pero antes de eso nunca nadie había disparado una bala
contra nadie…”
Respecto del matri monio Julien Grisonas, Nores Montedónico,
expresó que el nombre del hombre era Roger J ulien, y sobre Victoria Grisonas
dijo: “la señora no me acuerdo, no sabía el nombre y no me acuerdo el nombre ahora
de la señora de J ulien […] los conocía como eh… miembros del Partido, a Roger
Julien yo lo había conocido probablemente cuando era muy… cuando yo era un niño

116
Poder Judicial de la Nación

el padre, mi padre y el padre de Julien eran conoc… se conocían, eran… tenían la


misma profesión pero yo no me acuerdo, de adulto no me acordaba de él..”
Luego, Álvaro Nores explicitó el momento en el cual le fue di cho
que miembros del Departamento de Asuntos Extranjeros formaban parte de la
“banda de Gordon”. Al ser preguntado por el Sr. Juez de Cámara Grunberg
sobre su conoci mi ento relativo a la existencia de un oficial de ese
departamento al que había hecho referencia en distintos episodios, el testigo
relató: “cuando estab a en Montevideo, los oficiales del Ejército Uruguayo dijeron
que había dos miembros del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía
Federal en la banda, que uno se ocupaba de chilenos y el otro se ocupaba de
uruguayos. En algún momento yo creo que pude haber sabido el nombre pero no me
acuerdo ahora”.
A preguntas del Tribunal sobre si era uno o más de uno los
oficiales a los que hiciera regencia, aclaró que eran “dos dos dos, uno se
ocupaba de chilenos y otro se ocupaba de uruguayos”.
USO OFICIAL

Finalmente, resta señalar dos constancias que surgen del Legajo


Personal de la P .F.A. correspondiente a Nerone, se trata de dos
recomendaciones que, al poco ti empo de los hechos, se f ormularan a su
respecto por sus superiores.
El día 6 de noviembre de 1976, surge que el imputado fue
“Recomendado art. 253 inc. 1° R.L.O.P.F. por desbaratar organizaciones
subversivas.- Expedi ente Letra SSF n° YR”, y el 25 de novi embre de 1976, por
“neutralizar actuación organizaciones sub versivas”.- Expedient e Letra SSF n°
1607/76”. El art. 253 del decreto n° 6.580/1958 –entonces vi gente- estableci ó
en su artículo l a recompensa de anotaci ón de l a recomendación en la Orden
del Día “[ p]or actos de arrojo, abnegación, valor u otras calificaciones semejantes
realizados con riesgo personal, real y evident e”.
Idénticas recomendaciones fueron consignadas en l os legajos
personales correspondientes a Oscar Roberto Guti érrez (L.P . 2546) y Roberto
Gómez Mi genes (L.P. 3095), personal subalterno de Nerone y que, conforme
las constancias del sumario l etra P, se desempeñaron también en el operativo
que tuvo por víctima al matrimonio Juli en Grisonas.
En lo q ue se refiere a las recomendaciones por el
desbaratami ento de “organizaciones subversivas”, las constancias de l os
legajos personales mencionados hacen referencia, incluso, a que las mi smas
fueron formuladas por el propio P rincipal Nerone, superior de Gutiérrez y
Gómez Migenes.
Finalmente, deben traerse a colación las menciones que, a través
de correos el ectrónicos mantuvi era qui en podría haber sido Miguel Ángel
Furci u otra person a, que sin ser el nombrado, habría adq uiri do abundante

117
información sobre las personas que se desempeñaron en el centro clandestino;
con el periodista investigador Fabian Kovacic.
Dichas comunicaciones fueron aportadas por Kovacic a fs.
7953/63 de autos, y de ellas surge que en el año 1974, el “D EPARTAMENTO
ASUNTOS EXTRANJEROS - POL.FED.ARGENTINA […] COLABORABA
DIRECTAMENTE CON SIDE”, encontrándose conformado por l os siguientes
integrantes: “SUBCOMISARIO. GUTIERREZ ( A) CACHO”, “VAQUETA
(FALLECIDO)” y “RODY (INSPECTO R PASADO A RETIRO POR HABER
RECIBIDO UN DISPARO EN EL PIE)” –f s. 7953 de autos-.
Los extremos q ue surgen de las constancias documentales
obrantes en autos, abonan la veracidad de l a informaci ón recibida por
Kovacic, advi rtiéndose que en tales correos se menciona justamente como
integrantes del Departamento de Asuntos Extranjeros que colaboraba
directamente con la SIDE a Guti érrez, a uno individuo fallecido que sería
Gómez Migenes (nótese que el intercambio epistol ar data del año 2004, si endo
que Gómez Mi genes falleció, conforme l o informado por la Excma. Cámara
Electoral en el año 2002), y a un tercero, que sería Nerone, en tanto pasó a
reti ro por haber reci bido un disparo en su pi e.
5.1.3. Su descargo
En fecha 24 de marzo del año en curso, al prestar decl araci ón a
tenor de lo prescri pto por el art. 294 del C.P.P.N., Rolando Oscar Nerone
negó haber cometido el ilícito que se le imputa, aclaró que durante el año
1976 revestía el grado de Inspector e hizo uso de su derecho a negarse
declarar, solici tando se l e recibiera una ampli ación de su declaración con
posterioridad –fs. 8898/908-.
Fue en fecha 28 de marzo pasado, en ocasión de serle reci bida
una ampliaci ón de su declaración in dagatoria –fs. 8914/29-, que Nerone
formuló di versas consideraciones como descargo del hecho que le fuera
endilgado, que serán objeto de exposici ón y análisis en el presente acápi te.
A los efectos del tratamiento de las circunstancias expresadas por
Nerone, habremos de exponer las mismas agrupándol as de conformidad con
las distintos extremos a los que hiciera referencia el i mputado al prestar
declaración, que hacen a: a) la actividad propia del Departamento de Asuntos
Extranjeros de la P.F.A., b) las circunstan cias en q ue se concretó el operativo
de detención de Vi ctoria Lucía Grison as y la intervención concreta que le
cupo a los integrantes de dicha fuerza de seguridad, c) a la intervención de
otras fuerzas en el mismo, y d) la vinculación del D.A.E. con la Secretaría de
Informaci ones del Estado y su Grupo de Tareas Cinco (G.T.5.).

118
Poder Judicial de la Nación

En primer l ugar, entonces, debemos señalar que Nerone se refirió


a la actividad a la que se encontró destinado el Departamento de Asuntos
Extranjeros de la Superintendencia de Seguridad Federal expresando que el
mismo se encargaba de la recol ección de informaci ón y carecía de elementos
operativos.
Concretamente, después de dar cuenta de su adscripción al
mencionado departamento, expresó sobre las f unciones que all í se
desempeñaban, señalando: “nuestra acti vidad fundamental era hacer tareas de
inteligencia, actividades culturales o si mplemente reuniones de colectividades
extranjeras aquí en nuestro país. Se recopilaba distinta información relativa a tales
actividades de distintas colectiv[id]ades, fundamentalmente latinoamericanas,
también se hacía esto para determinar la existencia de algún tipo de maniobra
dirigida a atentar la estabilidad institucional del Estado Argentino. Estas
actividades las realice desde mediados de 1973 en adelante. Como se apreciará, me
desempeñé tanto durante la vigencia de gobiernos militares como durante gobiernos
USO OFICIAL

constitucionales”.
Luego, al hacer referencia a las ci rcunstancias en las que le fue
dada la orden para l a realización del operativo, dijo: “Primero que esto era algo
extraordinario, que nos designaran en este procedimiento, y el accidente que yo
sufrí ocurrió por no tomar los hábitos de seguridad correspondientes” y luego
reiteró “En esa época no se daba inform ación sobre qué era lo que uno iba a
encontrar al hacer un procedimiento y nosotros además no estábamos muy
«cancheros» en la realización de estos procedimientos, ya que nuestra actividad era
la inteligencia, es decir, recolección de información, supongo que nuestros mandos
no tendrían informaci ón adecuada al respecto y nos enviaron allí creyendo que no
había riesgos en la seguridad del personal”.
Al ser preguntado por el suscripto si partici pó en otros
procedimientos dijo: “no, no participé de ningún otro procedim iento, y no tengo
conocimiento de que el resto de los integrantes haya participado en algún otro
procedimiento” y, luego de afirmar que para sus actividades nunca utili zó un
nombre supuesto o de cobertura, explicó en qué consistían específicamente
las activi dades de “recol ección de informaci ón” que real izaba, en estos
términos: “a nosotros nos llegaba, el «blanquito», que era una hoja en blanco con
un nombre o una indi cación referida a un domicilio, entonces nosotros, por ejemplo,
le pedíamos el prontuario, el legajo de identidad, pedíamos información a otros
servicios y lo agregáb amos al legajo. Si era determinar o constat ar un domicilio se
lo enviaba al Cuerpo de Informaciones, para que ellos hicieran la constatación.
Luego eso lo elevábam os a la superioridad” –el resaltado es propi o-.
Más adelante, Nerone dio cuentas de organizaci ón intern a del
Departamento de Asuntos Extranjeros, expresando: “estaba di vidido en oficinas

119
que eran las de «Europa y Asia», «Latinoamérica», «África y Oceanía«,
«Fichero» y «Administraci ón». No había Jefes dentro de las mismas”, y luego
aclaró que él se desempeñaba “en la ofici na «Latinoamérica»”.
Asimismo, respecto de las constancias documentales de informes
de calificaci ón correspondientes a los 1976 y 1977 en las que el Subcomisario
Ricardo Aníbal Barbero, del D.A.E. hace referencia a su desempeño en la
Sección Asuntos Americanos de dich o departamento, dijo: “debía haber
consignado allí «Asuntos Latinoamerican os», pero hace referencia a la misma
oficina que yo menci oné. Allí me desempeñaba con Gutiérrez y Gómez Migenes,
también algunos suboficiales cuyo nombre no recuerdo. Los tres oficiales éramos
nosotros. Aclaro que no esto no era un destino dentro de otro destino, cualquier día
podía venir el comisario y decirme que pasaba a otra oficina y lo hacía, no era algo
fijo”.
A su vez, en lo que respecta al informe de fecha 15 de septi embre
de 1976 gl osado a fs. 8486/95 de autos ( en copias certificadas) suscripto por
el Comisario Inspector Obregón, afi rmó que “di chas actuaciones hacen
referencia a la labor realizada por el Departamento” y aclaró que “cuando allí se
habla de procedimientos se hace referencia a lo que ya expliqué, a la recolección de
información, el término no es algo que haga referencia a detenciones o
allanamientos”.
Respecto de estas al egaciones efectuadas por Nerone, relativas al
carácter no operativo de los integrantes del D.A.E., corresponde remitirn os a
lo ya expresado en el considerando segundo del presente auto, en lo referente
a la actuación de ese departamento consi gnada en el informe por el Comisario
Inspector Alberto Baldomero Obregón y que l uce en copias certificadas a fs.
8486/95 de autos.
En dicho informe dirigi do por el Jefe del Departamento a la
Direcci ón General de Operaci ones e Informaciones de l a Superintendencia de
Seguri dad Federal, se reali zó un exhaustivo detalle de las tareas ef ectuadas
por el personal de la D.A.E., calificadas como “trabajo de inteligencia y
operacional”, señalándose la realización de distintos procedimientos de
allanamiento, secuestro de elementos y diversas detenciones que tuvieron por
resultado “neutralizar en forma altamente satisfactoria la actividad desplegada en
nuestro país por distintas organizaciones de tipo subversivo”.
Si bien el informe no da detall es precisos relativos a la identidad
de las víctimas o las circunstancias de tiempo y lugar de los hechos
invocando “razones de seguridad”, l o cierto es que la acabada enumeraci ón de
actividades realizadas por el Departamento de Asuntos Extranjeros concurre
en un sentido absol utamente contrario a l o caracterizado por Nerone.

120
Poder Judicial de la Nación

Asimismo, el carácter “operativo” del personal del departamento,


fue ampliamente corroborado por Oscar Roberto Gutiérrez, quien al prestar
declaración indagatoria en esta sede -conforme se verá en detalle al
ocuparnos sobre su descargo- abundó en consideraciones relativas a los
distintos operati vos efectuados por personal de ese Departamento,
incluyendo prácticamente a todos sus integrantes en la realización de los
mismos.
En ese contexto, no se advierten l os moti vos por l os cuales habría
de tomar al operati vo que culminó con la detención de Grisonas como un
evento excepci onal, sino que, por el con trario, dicho procedimiento aparece
confirmando el carácter operativo de los integrantes del Departamento de
Asuntos Extranjeros de la Superintenden cia de Seguri dad Federal.
Por otra parte, no puede dejar de resaltarse lo sugerente del
término “blanquitos” que utili zara el imputado al expresarse sobre las
actividades del departamento, en tanto la idea de un “blanco” aparece
USO OFICIAL

usualmente empl eada como sinónimo objetivos ejecutables fijados por tareas
previ as de inteligencia y no como objetos de esas mismas tareas, es deci r, el
término “blanco” siempre aparece determinado como resultado de esas tareas
de recolecci ón de informaci ón y no como la tarea de recolecci ón misma.
A su vez, la intervención de los tres oficiales de una mi sma
sección en un mismo procedimiento, el h echo que l a secci ón a la que estaban
destinados era la ll amada “Latinoaméri ca”, si endo q ue las víctimas eran de
nacionalidad uruguaya, la intervención de los mismos encontrándose en
comisión en la S.I.D.E. y en el marco de tareas de represi ón de la O.P.R. 33
Oriental es, es absol utamente consecuente con el carácter operativo de los
integrantes del D.A.E., correspondien do descartar la noción de que la
actuaci ón de dicho departamento se limitaba a la recolección de información.
Por lo demás, cuando en esa línea argumental, Nerone hace
referencia a que ni siquiera se dedicaban a tareas de constataci ón de
domicilios, las que eran encargadas al Cuerpo de Informaciones de l a
Superinten dencia de Seguridad Federal , no puede dejar de mencionarse que
conforme la documental recibida a fs. 10.065, personal de inteligencia de
dicho cuerpo se encontró destinado al Departamento de Asuntos Extranjeros
de la Policía Federal .
Como se adelantó, Nerone también hizo referencia concreta a las
circunstancias en las que se de concretó el operativo de detención del mismo,
cómo les fue dada l a orden en cuesti ón y la intervención del personal del
Departamento de Asuntos Extranjeros en el operativo.

121
Al respecto indicó, reconociendo haber sido quien recibi ó la
orden de realizar el procedi miento que culminó con l a detención ilegal de
Grisonas, lo si guiente: “[en] el mes de septiembre de 1976 […]se me ordena hacer
un procedimiento en conjunto con personal del Ejército Argentino, en un domicilio
ubicado en la calle Mitre en la localidad de San Martín, esto ocurrió entre las 18.30
y las 19.30 hs, si mal no recuerdo, puesto que hay cosas que se me han borrado, esto
fue al atardecer de ese día”.
Hizo referencia también a la vestimenta utilizada por el personal
del D.A.E. durante el procedimi ento, expresan do que se encontraban
identificados como pertenecientes a la Policía Federal, en estos términos:
“Cuando se trataba así de procedimientos en conjunto el personal policial se
identificada, no de uniforme regular sino una especie de uniforme de fajina.
Nosotros mismos, para la época teníamos muy acendrado el color de la institución y
sino usábamos esa ropa de fajina que era como un overall, utilizamos alguna
campera, o sweater de color azul, el de la fuerza, con inscripciones identificatorias
de que pertenecíamos a la policía, porque ello era un orgullo para nosotros. En esta
ocasión, no recuerdo si utilizamos el overall o una campera, lo cierto es que
estábamos identificados como miembros”.
En sentido coincidente con l o consi gnado en el considerando
tercero, Nerone describió las características de la vivienda ocupada por el
matrimonio J ulien Grisonas, en estos términos: “Llegamos al l ugar, era una casa
de pared de baja, de paresita de menos de un metro con las puert ita también baja,
con un jardín adelante, era una casa más bien humilde, pero de material. Ni siquiera
hizo falta abrir la puerta ya que era tan peq ueña que pasé por encima de esa pared.
La casa, mirada de frente, a su derecha tenía una ventana que estaba abierta, con
una persiana. Un peq ueño porche se ubicab a al lado en el que estaba la puerta de
acceso a la casa con una pequeña ventana hacia la izquierda. Debía haber unos 4
metros de pasto y camino entre la línea de edificación y la entrada al porche, y luego
a un metro más estaba la puerta de entrada a la casa”.
Respecto de su intervención y la del resto de los integrantes del
D.A.E. en el operati vo, dijo: “Cuando yo estaba atravesando ese espacio de cuatro
metros [la distancia existente entre la línea de edificaci ón y entrada la
vivienda], en[con]trándome a mitad de trayecto, allí escucho la rotura de un vidrio
e inmediatamente me doy cuenta de que nos habían observado llegar, entonces
apresuré el procedimiento, ni siquiera iba con el arma en la mano, yo lo único que
hice fue correr hacia delante, hacia el porche, como protección para salir de la línea
de fuego. Rompo entonces la parte de debajo de la puerta de ingreso a la casa. La
puerta era de madera, bastante endeble, que tenía un tirante hori zontal en el medio
y dos placas de madera una hacia arriba y otra hacia abajo. Cuando llegué golpeé la
puerta con mi pierna, y rompí la placa de abajo. Lo hice con la pierna izquierda pese

122
Poder Judicial de la Nación

a ser derecho, porque en ese momento me resultó más fácil golpearla con esa pierna.
Yo puse entonces la pierna izquierda en el interior de la casa y allí fue cuando recibí
un disparo que se me sacó de combate. Al quedar fuera de combate, mis compañeros
me tomaron del cuello de la campera y me arrastraron hasta la call e. Al momento de
estar herido yo ya entro en un estado de shock, ahí me subieron a un auto y me
llevaron hasta el Hospital Thompson, que es el hospital público de San Martín, y
luego al Hospital Churruca. Si bien es cierto que estaba conociente, en algún
sentido perdí el conocimiento, seguramente por algo que me fue i nyectado debido al
dolor. De alguna manera perdí el conocimiento porque sólo recuerdo luego la imagen
del interior de la ambulancia que trasladó al Hospital Churruca, ya en horas de la
noche”.
Luego, de forma concordante con lo q ue surge del expediente
letra P-237.029 de la P.F.A. de reti ro obli gatorio, confi rmó quiénes fueron los
restantes integrantes del procedi miento, de este modo: “eran dos compañeros
míos de la Policía Federal, uno de ellos Roberto Gómez Migenes y Oscar
USO OFICIAL

Gutiérrez, ellos también eran inspectores al igual que yo, aunque no estoy seguro
respecto de Gutiérrez, posiblemente fuera subinspector en esa f echa”, acl arando
luego que “de Poli cía Federal no había más integrantes” interviniendo el
operativo.
Sobre la actuación de los oficial es Guti érrez y Gómez Mi genes en
el procedimiento dij o: “ellos estuvieron todo el tiempo conmigo, y eso fue lo que
me salvó a mí, ya que al estar conmigo me pudieron tomar de la campera y sacarme
del lugar, los tres estábamos en el jardín cuando se escuchó la rotura del vidrio y
también cuando me dirigí hacia el porche, ello les permitió salvarme”.
Con respecto a cuál era el objetivo del operativo, y ratifican do lo
que ya expresara en cuanto a que él mismo había recibido l a orden para su
realizaci ón por parte de sus superi ores, Nerone indicó: “Yo recibí órdenes de
mis mandos naturales, el jefe del Departamento, había poca i nformación. En ningún
momento se nos mencionó que podía haber problemas de la índole que nos
sucedieron”.
Sobre la recepción de dicha orden, continuó afirmando Nerone:
“No recuerdo si fue el Comisario Inspector Gattei u Obregón, los dos tenían las
mismas jerarquía pero al momento del hecho no sé cuál de los dos era el Jefe del
Departamento, pero no recuerdo cuál fue contemporáneo al suceso. La orden fue
verbal, nosotros anotamos en un papel adónde debíamos ir, nos dijeron que había
que detener a los ocupantes de esa vivienda, sin indicarnos quiénes eran ni cuántas
personas moraban allí, en caso de que no hubiese habido nadie, el resultado habría
dado negativo”.
Corresponde señalar que, conforme las constancias documentales
obrantes en autos, el Comisari o Inspector Mariano González era el Jefe del

123
Departamento a l a f echa de los hechos, así como también conviene recordar
aquí que f ue el Comisario Inspector Alberto Baldomero Obregón –su
antecesor en el cargo- quien confeccionó el informe sobre los operativos
realizados por el Departamento de Asuntos Extranjeros que fuera detallado in
extenso en el considerando segundo del presente resol utivo.
Como ya se señalara, Nerone calificó de excepcional el hecho de
que se les di era una orden para la realizaci ón de un procedimiento,
destacando que su l abor propia era la de recolección de inf ormaci ón, que no
se encontraban “cancheros” para interveni r en tales operativos y esgrimió esa
falta de experiencia como motivo por el cual terminó herido durante el
mismo.
En consonancia con esa línea argumental, refi rió respecto de los
motivos por l os cual es se l es di o la orden, lo siguiente: “supongo que nuestros
mandos no tendrían i nformación adecuada al respecto y nos envi aron allí creyendo
que no había riesgos en la seguridad del personal. Nosotros debíamos detener a los
ocupantes de esa casa y no sabíamos cuántas personas eran, al día de la fecha no sé
cuántas personas habí a allí y porqué había q ue detenerlos”.
Luego, a preguntas del Tribunal indicó que no tomó contacto
visual ni de ningun a otra clase con los ocupantes de la vi vienda y que no
sabía q ué características tenían los mi smos o su canti dad, puesto que no pudo
concretar el procedi miento.
Sobre cual era el temperamento a adoptar respecto del posterior
traslado de l os detenidos de conformidad con lo que fuera ordenado, Nerone
expresó: “en ese caso, siendo que había recibido la orden de mi dependencia, tenía
que trasladar a los eventuales detenidos a mi dependencia”.
Sobre las jerarquías internas existentes en la comisi ón polici al de
la cual formó parte, Nerone refiri ó, dando cuenta de su superioridad por
sobre Gomez Mi gen es y Guti érrez, lo si guiente: “En escalafón el más antiguo
era yo, pero Roberto y yo éramos de la misma promoción y Gutiérrez era más
antiguo, pero se habí a ido de la institución y luego volvió a i ngresar”, aunque
luego declaró: “nosotros solemos decir que la jerarquía es una accidente, entre los
pares, la jerarquía es sólo para el momento del ascenso, de manera que teniendo
todos el mismo cargo, en los hechos no había jerarquías”.
Nerone también afi rmó q ue no hubo una planificaci ón previa
relativa a la forma en que debía desarrollarse o consumarse las detenciones
que le fuera ordenada, por cuanto esta previsto que el operati vo era “algo sin
riesgo”, agregando l uego: “si nos hubieran dicho que nos iban a esperar personas
armadas, se habría dado algún tipo de planificación, pero en este caso no la hubo”.

124
Poder Judicial de la Nación

Por otra parte, el i mputado también afirmó que, además de los


tres integrantes del D.A.E., en el procedi miento había intervenido el Ejército,
pero que desconocía la identidad de los militares –cf r. fs. 8914/29-.
Asimismo, si bien primeramente indicó que “el operativo lo
comandaba el Ejército, esa concreción la realizaba el Jefe del Departamento con
personal del Ejército”, posteri ormente precisó: “en realidad el Ejército venía en
apoyo del procedimiento, la orden la hab íamos recibido nosotros, el operativo
debíamos realizarlo nosotros porque nosotros recibimos la orden de realizarlo de
nuestra superioridad. En este caso especí fico fue al revés porque nosotros, los
policías, quedamos fuera de acción i nmediatamente”.
Dijo luego que el Ejército se hizo cargo del operativo una vez que
el personal del D.A.E. se reti ró con él encontrándose heri do y respecto de la
posibilidad de que identificara a los militares, expresó: “no recuerdo sus
nombres, no los conocía, seguramente se me presentó quien era el superior de ellos,
a mí me parece que era un teniente primero quien estaba a cargo del grupo, pero no
USO OFICIAL

lo recuerdo”.
Asimismo, sobre el despliego de dicha f uerza armada en la escena
de los hechos, expresó: “no puedo precisar cuántas fuerzas del ej ército había en el
lugar del hecho, real mente no lo recuerdo, sí me acuerdo que cuando algunos
compañeros me f ueron a visitar al hospital me comentaron que a ellos les habían
dicho que había un blindado del ejército en el lugar, yo presumo que sería algún jeep
o algo de eso, pero no sé, calculo igualmente que deberían ser bastantes los efectivos
que participaron”. También refi rió que no podía decir si personal de civil
intervino en el procedimiento, señalando: “al menos el m ilitar que se me
presentó a mí estaba uniformado”.
Finalmente, en lo relativo a su conocimiento sobre el resultado
final del operativo, Nerone dijo: “cuando me vinieron a visitar al hospital mis
compañeros, q uienes f ueron designados conmigo en el operativo, me dijeron que a
ellos se les había dicho que, al parecer, adentro había más de un ocupante, uno de
ellos tomó una cápsul a de cianuro y que había una persona mujer que fue detenida.
Hay que tener presente que esto les fue contado a Gutiérrez y Gómez Migenes
porque cuando yo fui herido se retiraron conmigo del lugar”.
De los dich os de Nerone sobre el punto, en primer lugar debe
destacarse su recon ocimiento di recto sobre su propia intervención en los
hechos, así como también la de Gómez Migénez y Gutiérrez, sus compañeros
en el Departamento de Asuntos Extranjeros.
Asimismo, f ue el propio i mputado q uien reconoció que el
procedimiento se i mplementó a través de la intervención conjunta de la
Policía Federal Argentina y el Ejército Argentino, corroboran do, con ell o, l os
extremos y circunstancias que surgen del expediente letra P-237.029 de la

125
P.F.A. por su retiro obligatorio en cuanto a la realización del procedimi ento a
través de personal mixto.
Por otra parte, Nerone reconoce haber tomado conoci miento del
resultado final del operativo, pese a que dijo q ue l o supo a través de Gómez
Migenes y Guti érrez y aclarando que ellos tambi én supieron tales
circunstancias a partir del comentari o de terceras personas.
A su vez, no debe dejar de destacarse que Nerone ha dado cuenta
de una serie de ci rcunstancias relativas a su condición de superi ori dad sobre
el resto de los partícipes –en sentido amplio- en el hecho pertenecientes al
D.A.E., en tanto reconoció que era el más antiguo de ellos, e incluso dudó
acerca de la condici ón de inspector que ostentaba Guti érrez, esti mando que
posiblemente tuviese un cargo menor.
Si bien luego atemperara sus afirmaci ones señalando que, en
realidad, esa condición de superiori dad ten ía una rel evancia rel ativa,
limitada a cuestiones referentes al escal afón y a los efectos administrativos
vinculados a los ascensos del personal , lo cierto es que a la par de ese
primi genio reconoci miento, como se vio, Nerone reconoció haber sido qui en
recibió la orden de parte del Jefe del Departamento de Asuntos Extranjeros
para la realizaci ón del operativo y que f ue ante el imputado que se presentó
el militar que se encontraba al mando de la comisi ón del Ejército que también
intervino en el procedimiento.
Sobre el personal militar interviniente, no puede dej ar de
destacarse, junto a las consideraciones precedentes referi das a la condición
de superi ori dad de Nerone sobre Gutiérrez y Gómez Migénez, la
circunstancia de que Nerone reconoce que el operativo se encontraba al
mando de la policía y que el Ejército se li mitaba a dar apoyo.
Claro está que Nerone afirmó l uego q ue, al ser reti rado del
procedimiento, el Ej ército debi ó hacerse cargo del mismo, sin embargo, la
idea de que el personal policial se desvi nculó por compl eto del desarroll o y
posterior concreción del operativo no resulta conteste con el contexto aquí
analizado, en el cual , según la versi ón del imputado, la orden de realización
del operativo partió desde la Jef atura del Departamen to de Asuntos
Extranjeros de la Policía Federal Argentina que habría fijado el blanco
disponiendo la detención de los ocupantes de la finca y destacó una comi sión
policial a ese efecto, quedando l a intervención del Ejérci to limitada a dar
apoyo al personal de esa f uerza de seguri dad.
Tales circunstancias, por el contrari o, resultan contestes con lo
consignado en el expediente letra P-237.029 de la P.F.A. de retiro obli gatori o
en el que se da cuenta en distintas con stancias, del hecho de que Nerone,

126
Poder Judicial de la Nación

Gutiérrez y Gómez Migénes, l uego de q ue el primero recibi era un disparo,


repel ieron la agresión, doblegaron o redujeron a los ocupantes de la vivienda,
tal como fue desarrollado in extenso en el considerando cuarto.
Nerone negó esta última circunstancia, cuando, a pedido de la
Defensa, al tener a su vista el expediente mencionado y ante la constancia de
fs. 3, dijo: “en esta exposición no hace mención a la rotura del vidrio y después en
cuanto en el acta surge que intenté salir de la zona de peligro, lográndolo
finalmente, ello en realidad no es así, ya que fui sacado de la zona por mis
compañeros tal como lo expresé. Además acá se hace referenci a a que luego se
produjo un violento i ntercambio de disparos pero yo nunca vi ni participé de ello
porque ya no estaba en el lugar. Yo no recuerdo haber hecho esta declaración en
alguna sede policial, supongo que me llevaron esta acta a firmarla. En realidad el
relato es correcto con excepción de est as aclaraciones o agregados”. Luego,
desconoci ó su fi rma refiriendo q ue no había suscripto dicha declaraci ón y q ue
presumía que, al en contrarse convaleciente, se fraguó el acta porque quizás
USO OFICIAL

necesitaran esa constancia de modo urgen te.


Sin embargo, ese desconocimiento no resulta útil para desbaratar
el propio contexto relatado por Nerone y ya analizado más arriba, así como
tampoco para descalificar l o expresado por el falleci do Roberto Gómez
Migénes en dicha constancia, pese a las dudas que Gutiérrez formulara sobre
la correspondencia de dicha firma al prestar declaración indagatoria en esta
sede.
Por otra parte, no puede dejar de resaltarse que, la única
posibilidad de aceptar lo argumentado por Nerone tendría lugar en caso de
que eventual mente se pudiera razonablemente inferir la intención de falsear
la verdad a través de dicho expedien te administrativo con el objeto de
mejorar la situación administrativa del ahora imputado.
Sin embargo, no se advierte por el momento, si l o hechos
sucedi eron tal como fueran descri ptos l os hechos por Nerone, cómo podría
haber corrido ri esgo el encuadramiento de las lesi ones recibidas durante el
procedimiento, en aquellas consideradas como “en y por actos de servicio” -
acorde a l o determi nado en el artículo 490 del decreto 6580/1958- que f ue la
calificación que surge del dictamen de fs. 7 del expedi ente citado.
Ello, por cuanto, las lesiones fueron recibidas en ocasión de la
realizaci ón de un operativo de detención emanado de la superi ori dad, en el
transcurso del cual Nerone resultó herido, resultando irrelevante para la
calificación administrativa del suceso si, como dijo el imputado, “no di sparó
un sol o ti ro” y fue retirado del l ugar, o si l uego del disparo continuó
actuando, tal como se deduce del expediente administrativo, así como

127
también resulta i rrel evante si finalmente la orden f ue concretada por él y el
resto del personal policial o por otra fuerza interviniente.
Tampoco se advierte, en consonancia con lo expuesto, de qué
forma podría gravitar a favor o en detri mento de ese encuadrami ento, lo q ue
surge del expediente administrativo respecto de la conducta de los restantes
intervinientes del operativo quienes, no habrían recibi do lesión alguna
durante el desarrollo del mi smo.
Por otra parte, las ya citadas constancias que aparecen con fecha
6 de noviembre de 1976 en los legajos personales de Oscar Roberto Gutiérrez
y Roberto Gómez Migenes rel ativas a recomendaciones formul adas por
Nerone, por el “desbaratamiento de organizaciones subversivas” aparecen
corroborando la hi pótesi s contraria a la esgrimi da por el imputado, no
surgiendo razonabl e la posibilidad de que por “desbaratamiento” puedo
entenderse la míni ma intervención en los hechos que Nerone reconoce
respecto a su partici pación y a la de l os oficiales mencionados.
Ello, pese a que Nerone desconoce haber formulado tales
recomendaciones argumentando, en parcial contradicción con sus dich os, la
equivalencia en el cargo de todos l os n ombrados y el hecho de q ue dejó de
prestar servicios a parti r del día del procedimiento, en tanto las alegadas
aparecen como circunstancias que, aún en caso de tenerse por atendibles, a lo
sumo podrían desvi rtuar l a veracidad de lo consignado en torno a quién
formuló la recomendación pero no respecto de l o efectivamente actuado por
estos oficiales.
No obstante este úl timo aserto, no puede dejar de señalarse, en
consonancia con la f echa que aparece consignada en las recomendaciones de
los legajos de Gómez Migenes y Gutiérrez que Neron e aparece como
notificado de lo resuelto en fecha 25 de noviembre de 1976 en el marco del
expediente SSF 1607 (causa n° 523/1976) agregado al Legajo Personal de
Cayetan o Roberto Nacarato, lo que descarta la imposibili dad de que Nerone
haya continuado interviniendo en trámites de este ti po, con posterioridad al
operativo de detención de Grisonas.
Fuera de ello, un análisis por separado merece la ci rcunstancia de
que, en la hipótesi s instructori a que el suscri pto considera acreditada con el
grado de certeza que esta etapa procesal exige, la intervención de Nerone
junto con los otros dos oficiales del D.A.E. se dio en un contexto en el cual
los tres partíci pes del hecho se encontraban en Comisi ón en el Grupo de
Tareas 5 de l a Secretaría de Inteligencia del Estado.
Al respecto, la adscripción de los policías a este Grupo de Tareas,
su dependencia directa del Jefe de Con trainteligencia de esa Secretaría de

128
Poder Judicial de la Nación

Estado y l a realizaci ón del procedimi ento encuadrada en la persecuci ón que


ese organismo especializado di rigió con tra l a llamada O.P.R. 33 Oriental es,
viene a desarticular la idea de que, quienes intervinieron en ese contexto se
desvincularon inmediatamente del operativo dejándolo en manos de una
fuerza ajena.
Debemos señal ar q ue Nerone negó rotun damente la existencia de
tal vinculaci ón entre el Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía
Federal Argentina y el Grupo de Tareas Cinco de la S.I.D.E, en estos
términos: “yo me enteré a posteriori, yo en ese momento nunca supe que
pertenecía a un grupo de tareas. Yo me enteré de mi pertenencia al grupo varios
años después, no recuerdo en qué circunstancias […] Mi única vinculación era el
cruce de informaciones que hacíamos con todos los servicios de inteligencia, no
solamente con la Secretaría de Inteligencia. Esos cruces no estaban a nivel de
nuestra jerarquía, nosotros reportábamos a nuestros oficiales superiores la
información colectada. El Jefe del Departamento haría la transmisión de esa
USO OFICIAL

información a los ot ros organismos. La i nformación recibida del resto de los


organismos también nos llegaba a nosotros de nuestros superiores”.
Asimismo, sobre su eventual desempeño subordinado a personal
superior de un organismo distinto al de la P.F.A., refiri ó q ue “después supo
que toda la institución estaba subordinada operacionalmente bajo la órbita del
Primer Cuerpo de Ejército, pero que durante sus funciones el mismo siempre estuvo
subordinado a sus mandos naturales, es decir, oficiales superiores de policía”, que
“[e]llo ocurría siempre así, en todas las f uerzas, ningún efecti vo de una fuerza
puede estar subordinado al mando de otro superior de otra fuerza, cada uno depende
de sus mandos natural es, independientemente de la coordinación de todo estuviera a
cargo del Ejército”.
Concretando n uevamente sus dichos en torno a su adscripci ón al
G.T.5., indicó “yo me enteré años después de que estaba en ese grupo, en ese
momento ni siquiera había escuchado hablar de él”, y dijo desconocer la
circunstancia de la que da cuenta la nota de f s. 7 del expedi ente
administrativo suscripto por Ni eto Moreno en la que se enmarcó el
procedimiento en el marco del desbaratamiento de la organización
“subversiva” 33 Ori entales.
Al respecto, debe señalarse que, en primer lugar, su negativa no
resulta de por sí suficiente para descartar lo consignado por el Jefe de
Contrainteligencia de la S.I.D.E. en la nota menci onada respecto de su labor
en comisi ón en el referido Grupo de Tareas y del encuadramiento que se dio
al operati vo ef ectuado.
En segundo lugar, q ue sus alegaci ones sobre el punto no parecen
ser corroboradas, por sus propios dichos en cuanto a que añ os después tomó

129
conocimiento de que pertenecía al G.T.5., pero que no podía precisar en qué
circunstancias obtuvo dicha información.
Finalmente, cabe i ndicar que su al egado desconocimi ento
tampoco parece consistente con el contacto posteri or que el propi o imputado
reconoci ó haber mantenido, junto al resto de los integrantes del operativo,
con Nieto Moreno, aunque en el transcurso del rel ato lo relati vizara.
Sobre el mencionado Jefe de Contrainteligencia de la S.I.D.E.,
Nerone refiri ó: “sabíamos quién era, pero yo no tenía contacto con él, lo habremos
visto dos o tres veces ”, y luego aclaró sobre su contacto con él, expresó: “Una
vez creo que fue en un almuerzo, un almuerzo que se hizo en la cancha de polo, allí
me lo presentaron. Éste era un almuerzo organizado por la Secretaría, pero eso fue a
posteriori del hecho. La nota de Nieto Moreno fue importante para que se me
concediera mi retiro y se me otorgaran los beneficios de las leyes. Seguramente,
entiendo que me lo presentaron porque quiso conocerme a raíz del hecho por el cual
yo fui víctima. Conocernos a los tres en real idad, porque a ese alm uerzo fuimos con
Gutiérrez y Gómez Mi genes. Se trató más bien de una reunión pri vada con él en la
que compartimos un almuerzo, no fue nada importante, nosotros no éramos
importantes. Esta reunión se hizo en una sección que se llamaba «Comando de
Remonta y Veterinaria» que estaba a lado de la cancha de Polo de esta ciudad. Es
una dependencia del Ejército y la reunión fue en un q uincho. Fui mos sólo nosotros
tres de policía. No recuerdo si había gente de otras fuerzas, seguramente el resto era
personal de otra fuerza, que era la primera vez que conocía. La otra ocasión en la
que posiblemente también lo vi a Nieto Moreno no la recuerdo realmente. Yo en ese
momento sabía que este militar era funcionario de la Secretarí a porque el tenía
contactos con mi superior, el Jefe del Departamento, pero también había otros
«Nieto Moreno» en cada servi cio de int eligencia, es decir, otras personas que
ocupaban esos cargos. El Jefe del Departamento también dependía […] de un coronel
que era el Superintendente de Seguridad Federal”.
Así las cosas, no parece verosímil que siendo tan notoria la
distancia de jerarq uías y funcionales existente entre el Teniente Coronel
(retirado) Juan Ramón Nieto Moreno, Jef e de Contrainteligencia de l a S.I.D.E.
y los oficiales del D.A.E., tal como se encargara de destacar Nerone, Nieto
Moreno se interesara por agasajar a los intervinientes en el operativo, si l os
mismos no se encontraban desempeñándose a sus órdenes y si n o hubiese
tenido ningún tipo de intervenci ón en la detención de Gri sonas por haber
abandonado durante la génesis del operativo, y mucho menos aún que Nieto
Moreno previamente enviara aquella feli citación al Jefe del Departamento del
D.A.E., con un senti do contrari o a lo dicho por el imputado, a través de una
nota que el propio Nerone reconoce le resultó sumamente útil a los efectos
administrativos.

130
Poder Judicial de la Nación

Por otra parte, no puede dejar de tenerse en cuenta lo


testimoniado por Á lvaro Nores Montedónico ante el Tribunal Oral en lo
Criminal Federal nro. 1, en cuanto rel ató que ya habiendo sido trasl adado a
Montevideo, allí le fue dicho por los militares uruguayos que dos oficial es
del Departamento de Asuntos Extranjeros integraban la banda que actuaba en
“Orletti”, sitio al que fue ll evada Victoria Grisonas una vez que f ue
ilegalmente detenida.
En el mismo sentido, Álvaro Nores refiri ó, como ya dijo, que uno
de los oficiales se encargaba de los “uruguayos” y el otro de los “chilenos”
según le f ue dicho, circunstancias que coinciden con la especialización a la
que tanto Nerone como Gutiérrez hicieran referencia con rel ación al personal
del D.A.E.
Este testimonio, en definitiva, concurre vinculando directamente
al personal del D.A.E. con l a S.I.D.E. y con el CCDT “Orletti”, en el que f uera
mantenida en cauti verio posteri ormente la víctima y no ha podido ser
USO OFICIAL

desvirtuado por las argumentaci ones defensistas.


Otra de l as cuesti ones sobre las que puso especial énfasis Nerone
se vincula con la ausencia de una “planificación previa” en el procedimiento
que, según sus dich os, encontró como causa el carácter no operativo de los
integrantes del D.A.E., la excepci onalidad de la orden que le fuera dada por
sus superiores y el deficiente pronóstico sobre la seguridad de operación a
realizarse que hicieron los mismos, a l a vez q ue todo ell o redundó en la
consecuencia de haber recibido las lesiones que determinaran finalmente su
reti ro.
Sin embargo, al respecto debe recordarse lo ya dicho respecto de
los elementos de prueba q ue llevan a desvirtuar el carácter no-operativo de
los integrantes del D.A.E. alegado por Nerone, q ue se sustentan en el informe
suscripto por Obregón en fecha 15 de septiembre de 1976, y en lo expresado
por Guti érrez al momento de prestar declaración indagatori a en esta sede –
sobre lo cual se tratará en detall e en el apartado siguiente-, circunstancias
que aparecen corroborando lo consign ado en el expediente sobre el retiro
obligatorio del imputado en el que -en diversas constancias- se habla de una
planificación previa para la realizaci ón de la detención.
Pero a todo ello, deben agregarse l os propi os dichos de Nerone
respecto de la realidad del operativo, los que resul tan absolutamente
concordantes con l a magnitud del despliegue del aparato represi vo que
describi eron los testigos conforme se detallara en el Considerando Tercero. Y
es que, ante las ci rcunstancias relatadas por Nerone y los testigos, mal puede
pensarse en un operativo implementado sin una planificaci ón previa.

131
Al respecto, sobre lo consignado en el expediente administrativo
sobre el punto, Nerone dijo l o siguiente: “En realidad se planificó quiénes
íbamos, cómo se formaba la comisión, «planificación», quizás se utilizó en sentido
amplio, haciendo referencia a esto, pero la verdad que no conocíamos la propiedad y
no sabíamos que nos í bamos a encontrar así que no hubo una planificación en otro
sentido a este que yo expliqué”.
Sin embargo, como ya se dijo, lo relatado por Nerone sobre la
realidad de los hechos no aparece corroborando esta última afirmaci ón, en
tanto el imputado expresó que desde su génesis estaba previsto que el
operativo se realizara en f orma conjun ta con el Ejército, que las órdenes
parti eron de l a Jefatura del Departamen to, que a ese nivel se concretaba la
gestión de la actuación conjunta de las fuerzas, y que la orden eran para
allanar un domicilio, detener a sus ocupantes y trasl adarlos a la dependencia.
Todas estas ci rcunstancias, parecen más bien concordantes con la
necesidad de una planificación previa, dada la heterogeneidad de l os
intervinientes en el procedimiento y l a finalidad que debía concretarse a
través del mismo.
A su vez, la magnitud del despliegue de recursos implicado en el
procedimiento tal como relataron l os testigos, permite inferi r la circunstancia
de una necesaria coordinación previa, en tanto el operativo, tal como se
desarroll ara ampliamente en el Considerando Tercero, impli có prácticamente
que la zona fuera tomada por las f uerzas militares, de la SIDE y de la Policía
Federal, que habrían cortado la luz eléctrica e incluso las l íneas telefónicas de
la manzana en la q ue ocurrieron l os h echos, con más el empleo de gran
cantidad de efectivos, vehículos e, in cluso, hasta el de una tanqueta, o
vehícul o mili tar simi lar.
Nerone reconoció este despliegue al indi car que, si bi en no podía
precisar “cuántas f uerzas del ejército había en el l ugar del hecho”, le fue dicho
posteriormente por sus compañeros “que había un blindado del ejército en el
lugar”, aclarando luego: “yo presumo que sería algún jeep o algo de eso, pero no
sé, cal culo igualmente que deberían ser bastantes los efectivos que participaron”.
Finalmente, resta decir que a preguntas del Tribunal relativo a su
apodo, Nerone dijo que era su sobrenombre, acl arando: “es decir mi nombre en
diminutivo, Rolly, Rody, Rolo, nunca oculté mi identidad”, y que al ser
preguntado específicamente respecto del apodo “Cacho”, el i mputado indicó:
“[e]l único que era l lamado Cacho por mí era Gutiérrez, pero no era el apodo
natural de él, había varios «Cachos» i gualmente”.
Ambos apodos, como puede adverti rse, coinciden con las ya
valoradas comunicaciones aportadas por Kovacic a fs. 7953/63 de autos, y de

132
Poder Judicial de la Nación

las que surge que el “DEPARTAMENTO ASUNTOS EXTRANJEROS -


POL.FED.ARGENTINA […] COLABORABA DIRECTAMENTE CON SIDE”,
encontrándose conformado el grupo por: “SUBCOMISARIO. GUTIERREZ (A)
CACHO”, “VAQUETA (FALLECIDO)” y “RODY (INSPECTOR PASADO A
RETIRO POR HABER RECI BIDO UN DISPARO EN EL PIE)” –fs. 7953 de
autos-.
Resulta necesario, entonces, dejar claramente sentado que lo
expresado por Nerone en su descargo no constituye ningún elemento que
permita conmover el copioso plexo probatori o diri gido a la acredi tación del
hecho que le f uera endilgado, a la condi ción de integrante del Departamento
de Asuntos Extranjeros de la Superintendencia de Seguridad Federal de la
P.F.A., a su intervención, encontrándose en comisión en el G.T.5. de la
S.I.D.E.; en definiti va, en la privaci ón ilegal de la libertad agravada de
Victoria Lucía Grisonas.
5.1.4. Conclusión
USO OFICIAL

Los elementos desarroll ados a lo largo del presente acápite,


permiten tener por acreditado, con el grado de certeza que esta etapa
procesal demanda, l a intervención de Rolando Oscar Nerone como Oficial de
la Policía Federal A rgentina, destinado a la Sección Asuntos Americanos del
Departamento de A suntos Extranjeros de la Superintenden cia de Seguridad
Federal de esa f uerza de seguridad, encontrándose en comisión en el G.T. 5
de la entonces Secretaría de Informacion es del Estado, en cal idad de coautor,
en la privación il egal de la libertad de Vi ctoria Lucía Grisonas de J ulien.
Finalmente, sin perjuicio de que en opinión del suscripto, la
descri pción que hici era el imputado relativa a la desvinculación del personal
policial interviniente en el delito enrostrado, una vez que el mismo reci biera
un disparo, se ve desvirtuada por l os distintos elementos convictivos q ue
concurren en sentido opuesto a esa versión de los hechos, resta aclarar que,
aún en el caso contrario, si otorgáramos verosimilitud al descargo sobre ese
aspecto, igualmente, la materialidad de los hechos precisada por Nerone en
ocasión de prestar declaraci ón indagatoria, lleva a concluir que, igual mente,
el delito de privaci ón ilegal de la libertad de Victoria Lucía Grisonas se
encontró consumado con intervención del encausado.
Ello, por cuanto, l a presencia del person al policial en el domicilio
de la víctima en la f orma en la que fuera concretamente descripta por Nerone,
implicó necesariamente la restricci ón de la libertad de Victoria Lucía
Grisonas, que finalmente se concretó con su detención y posterior traslado al
CCDT “Automotores Orletti”, de manera que debo tener por acredi tado que
Nerone, aún en tal caso, habría interveni do en su comisión durante la etapa

133
ejecutiva y en los primeros momentos de su etapa consumati va, aunque luego
otros intervinientes hayan mantenido en el tiempo ese resultado dañoso hasta
el momento del agotamiento del delito.
En definitiva, las constancias que fueran objeto de exposición en
este Consi derando son las que permiten a esta instrucci ón, a esta altura del
análisis, afirmar la responsabili dad penal de Rolando Oscar Nerone en orden
al deli to de pri vaci ón ilegal de la libertad agravada del q ue f uera vícti ma
Grisonas, imputaci ón por la cual se adoptará a su respecto, el temperamento
revisto por el art. 306 del C.P.P.N.

5.2. Oscar Roberto Gutiérrez


La responsabilidad penal de Oscar Roberto Gutiérrez se sustenta
en diversos elementos probatorios que se encuentran señal ados en el acta
correspondiente a l a declaración indagatori a que le f uera recibida en esta
sede –fs. 8938/56- y que serán desarrollados a lo largo del presente
considerando.
Es a partir del análisis conjunto y armoni oso del pl exo probatorio
recabado hasta el momento, que el suscripto tiene por acreditado, con el
grado de certeza que este estadio procesal req uiere, que el nombrado ha
intervenido, en carácter de autor –de acuerdo a las argumentaciones que
habrán de desarroll arse en el consideran do sépti mo-, en la privación ilegal de
la libertad –agravada por el uso de vi ol encia o amenazas- de Victoria Lucía
Grisonas.
5.2.1. Su pertenenci a a la SSF
Conforme surge de l as constancias obran tes en su legajo personal
de la Policía Federal Argentina, Oscar Roberto Guti érrez ingresó como cadete
a esa fuerza de seguridad el día 2 de marzo de 1964 en la Di visión Institutos,
siendo promovi do el 1° de enero de 1966 a Oficial Subayudante.
El 8 de enero de 1966 fue destinado a la Comisaría 5ª, destin o que
compartió con Nerone, tal como se consignó más arriba, siendo ascendido a
Oficial Ayudante el día 31 de diciembre de 1967.
Con ese cargo, en f echa 19 de enero de 1968 fue destinado a la
Sección Enlace con Institutos de Detenci ón.
El día 31 de dici embre de 1969, fue ascendido al grado de Oficial
Subinspector, siéndole concedida la baja el día 5 de juni o de 1970, a su
solicitud.
El 29 de noviembre de 1972 fue reincorporado a la fuerza por
decreto PEN 8265/72, con el mismo grado, si endo destinado al Departamento
de Asuntos Extranjeros de la Superinten dencia de Seguridad Federal el día 10

134
Poder Judicial de la Nación

de enero de 1974, departamento en el que se desempeñó hasta el 16 de


diciembre de 1980.
En ese destin o, en fecha 31 de diciembre de 1974 fue ascendi do al
grado de Inspector, grado que ostentó el imputado a la fecha de la comisión
de los hechos.
Con posterioridad a ello fue ascendido al grado de Principal
(todavía teniendo como destino el Departamento de Asuntos Extranjeros),
llegando hasta el grado de Subcomisario el día 1° de abril de 1991 cuando se
dispuso su reti ro obligatorio por resol ución del Ministerio del Interi or nro.
212 de fecha 20 de marzo de 1991, publicada en el Orden del Día Interno nro.
57.
Su desempeño en el Departamento de Asuntos Extranjeros, se
desprende, además de las constancias gl osadas en el expediente letra P, en el
que existen n umerosas referencias que dan cuenta de su condici ón de
integrante del citado Departamento.
USO OFICIAL

Así, en primer l ugar, debe señalarse que el sumario en cuestión


fue iniciado por el entonces Jefe de ese Departamento, como ya se vio, el
Comisario Inspector Mariano González.
Ya en el acta inicial se dio cuenta de que Guti érrez constituía,
junto con Nerone y Gómez Mi genes, la condici ón de “personal” de ese
Departamento –fs. 1-, circunstancia luego confirmada por el fallecido Gómez
Migenes al prestar declaraci ón el 1° de octubre de 1976 –fs. 4-.
Asimismo, debe señalarse, que Rolando Oscar Nerone se
desempeñó “dominando” la Secci ón Asuntos Americanos del Departamento y,
siendo superior jerárquico de Guti érrez, formul ó una recomendación, en
fecha 6 de noviembre de 1976 q ue l uce, tal como se citará, consignada en su
legajo.
5.2.2. Su i ntervención en l os hechos
Al igual que en el caso de Nerone, se han acumulado al plexo
probatorio de autos diversos el ementos que dan cuenta de la partici pación de
Gutiérrez en los hechos investigados en la presente causa, los cuales serán
analizados a contin uación.
Corresponde indicar nuevamente que en el acta de fecha 27 de
septiembre de 1976 suscripta por el Comisari o Inspector Mariano González,
Jefe del Departamen to de Asuntos Extranjeros y el Principal Felipe Honori o
Jalil de l a misma dependencia policial , se dejó constancia de la existencia de
“un procedimiento realizado en la Av. Mitre 1050 de la Localidad de San Martín,
provincia de Buenos Aires, por los oficiales inspectores Rolando Oscar Nerone (L.P.
3088), Roberto Gómez Migenes (L.P. 3095) y Oscar Roberto Gutiérrez (L.P.

135
2546)”, del Departamento citado y desempeñándose “en comisión en el Grupo
de Trabajo n° 5 (G.T. 5) el que actuó conjuntamente con efectivos de la S.I.D.E.” –
fs. 1.-.
Surge, asimismo, la declaración prestada por el Inspector Roberto
Gómez Mi genes el día 1° de octubre de 1976, quien expresó q ue “habiendo sido
comisionado por la Superioridad, el día ventiséis del mes próximo pasado, realizó
junto con los Inspect ores Rolando Oscar Nerone y Oscar Roberto Gutiérrez, del
mismo personal que el exponente y además ef ectivos del Servicio de Informaciones de
Estado, un procedimiento en la calle Mitre n° 1050 de la Loc. de San Martín Pcia.
de Bs. As.” -fs. 4-, circunstancia sobre la cual, se expresara en idénticos
términos Rolando Oscar Nerone a fs. 3 del expediente citado.
Gómez Migenes también indicó que l uego de haber reci bido
Nerone un impacto de bala, “junto con el inspector Gutiérrez y el resto del
personal allí presente luego de algunos minutos de violento intercambio de disparos,
lograron doblegar la resistencia que habían mantenido los terroristas. Rápidamente
el herido fue trasladado para las curaciones del caso al Hospital Policial «Bme.
Churruca» en donde el facultativo de guardia le diagnosticó «fractura a nivel
medio de l a tibia»”.
La nota q ue el Teniente Coronel reti rado Juan Ramón Nieto
Moreno (fallecido) obrante a fs. 7 de dicho expediente, también incluyó a
Gutiérrez junto con Nerone y Gómez Migenes, como personal del
Departamento de A suntos Extranjeros de la Superintenden cia de Seguridad
Federal que actuó “en comisión en el G.T.5., en los procedimientos que condujeron
al desbaratamiento del sector militar de la organización sub versiva O.P.R.33
(ORGANIZACIÓN POPULAR REVOLUCIONARIA 33 ORIENTALES)”.
Recordemos, asi mismo, tal como se hiciera al ocuparnos de la
responsabilidad pen al de Rolando Oscar Nerone, que al prestar declaración
testimonial ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1, Álvaro Nores
Montedónico hizo referencia a comentarios ef ectuados por represores
uruguayos que le manifestaron que personal de Asuntos Extranjeros
integraba la “banda de Orletti”, que se trataba de dos ofici ales, uno de l os
cuales se ocupaba de investigar a l os uruguayos y el otro a los chilenos.
Sentada la pertenencia de Guti érrez al Departamento de Asuntos
Extranjeros de la P.F.A, su condici ón de subordinado del Pri ncipal Nerone y
su participación en el procedimiento realizado el día 26 de septi embre de
1976, deben señalarse entonces, las constancias obrantes en la Di rección
General de Inteligencia de la Policía de la provincia de Buenos Aires, han
dado cuenta también de la reali zación de dicho procedi miento en jurisdicción
de la Comisaría 1ª de San Martín, en el que intervinieran “fuerzas
combinadas” resul tando heri do el “Policía Narone” –cfr. fs. 8152 vta. de autos

136
Poder Judicial de la Nación

-, así como también las obrantes en la “Investigación Históri ca…” efectuada


en el Uruguay, que dan cuenta de la realización del operativo en la fecha
indicada, indi vidual izan la vivi enda y hacen referencia a las heridas recibidas
por Nerone.
Debe señalarse también que, al igual que Nerone, Guti érrez
también recibi ó idén ticas recomendaci ones por la superi ori dad, en fecha 6 de
noviembre de 1976 “por desbaratar organizaciones subversivas” y el día 25 de
ese año, por “neutral izar actuación organizaciones subversivas”.
La primera de ellas fue realizada por su superior inmediato, el
Principal Nerone, q uien del mismo modo procedió con relación al tercero de
los integrantes del Departamento de Asuntos Extranjeros que habría
partici pado del operativo, el falleci do Gómez Migenes.
Corresponde también aquí traer a colaci ón los datos que surgen
del intercambio de correos el ectrónicos mantenido entre Kovacic y un
interlocutor, que podría bien tratarse de Furci o de alguien que sin ser el
USO OFICIAL

nombrado, habría adquirido abundante i nformación sobre las personas que se


desempeñaron en el centro cl andestino; en tanto de los mismo surge, como ya
se vio al tratar respecto de la responsabilidad de Nerone, que desde el año
1974 el Departamento de Asuntos Extranjeros de la P .F.A. colaboraba
directamente con la Secretaría de Informaciones del Estado, encontrándose
entre los efectivos del mismo una persona de apellido “Gutiérrez”, alias
“Cacho”, versión que cobra absoluta verosimilitud cuando se advierte que l os
otros dos policías mencionados resultan ser un fallecido (Gomez Migenes
falleció dos años antes de recibida la i nformación por Kovacic) y otro q ue
pasó a retiro por haber recibido un disparo en el pie.
Esta información se condice con las recomendaciones consignadas
en el legajo de Gutiérrez ya citadas, formuladas con posterioridad a l os
hechos investigados en autos, pero tambi én con aquellas que datan del 4 y 17
de septiembre de 1975 y que se hicieran por su intervención en un
“procedimiento antisubversivo”.
5.2.3. Su descargo
En fecha 4 de abril del año en curso, al prestar declaraci ón a
tenor de l o prescri pto por el art. 294 del C.P.P.N., Oscar Roberto Guti érrez
formuló di versas consideraciones como descargo del hecho que le fuera
endilgado, que serán objeto de exposici ón y análisis en el presente acápite –
fs. 8938/56- .
A los efectos del tratamiento de las circunstancias expresadas por
Gutiérrez, habremos de exponer las mi smas agrupándolas de conformidad
con los distintos extremos a los que hiciera referencia el imputado al prestar

137
declaración, que hacen a: a) las circunstancias en que se concretó el operati vo
de detención de Vi ctoria Lucía Grison as y la intervención concreta que le
cupo a los integrantes de dicha fuerza de seguri dad, b) a l a intervención de
otras fuerzas en el mismo, c) la acti vidad propia del Departamento de
Asuntos Extranjeros de la P.F.A., y d) la vinculación del D.A.E. con la
Secretaría de Informaciones del Estado y su Grupo de Tareas Cinco (G.T.5.).
En lo que respecta a las circunstancias en que se concretó el
operativo en cuestión, y su intervención en el mismo, Gutiérrez señaló: “yo
participé en un procedimiento en el que hirieron a Rolando Nerone. Eso fue un
procedimiento que surgió o salió desde del Departamento de Asuntos Extranjeros,
que fue realizado en horas de la tarde, ya que yo ese día estaba desempeñándome en
horario de la tarde. Estaba a cargo del procedimiento el Inspector Nerone, ya que era
el más antiguo de nosotros, en segundo lugar estaba Gómez Migénes, que era
Inspector, menos antiguo que Nerone y en tercer lugar estaba yo que era
Subinspector. Gómez Migénez era un chico introvertido, m uy callado, muy
reservado, muy buen chico pero muy reservado, muy callado, nunca se sabía qué era
lo que estaba haciendo”.
Luego de establecer de ese modo l a jerarquía interna del grupo
del Departamento de Asuntos Extranjeros que intervino en el procedi miento,
dio cuenta de las circunstancias en que l e fue dada la orden de participar de
dicha comisi ón, del siguiente modo: “Gómez Migenes es quien me dice esa tarde
«apurate que tenemos que salir», que «tenemos q ue hacer un procedimiento,
dale que nos falta uno», yo le dije que no quería ir, que ya era tarde, no tenía
ganas porque estaba agotado y porque en el Departamento de Asuntos Extranjeros se
trabajaba mucho. Igualmente, tuve que ir, así que como estaba, vestido de saco y
corbata, tuve q ue ir al procedimiento”.
Gutiérrez expresó que recordaba el procedimi ento “porque allí
recibió disparo el Rolando Nerone”, destacando: “en 7, 8 ó 9 años que estuvo en el
Departamento hubo un solo tiroteo que fue aquel en el cual le pegaron a Nerone”.
Con posteri ori dad, el imputado efectuó un relato detallado de la
forma en que se concretó el procedi mi ento, en estos térmi nos: “llegamos al
lugar, no recuerdo dónde quedaba, pero l a casa quedaba en San Martín o Villa
Bosch, fuimos en un vehículo no identificable, que manejaba Nerone, íbamos
vestidos de civil, llegamos al lugar y más o menos, unos 30 metros antes de llegar a
la casa, estacionamos el vehículo y allí se bajó rápidamente Nerone y Gómez
Migenes, y fueron en dirección a la casa. Nerone me tiró las llaves, me dijo que
cerrara el coche y se fueron los dos para el lugar. Entonces me saqué el saco y la
corbata, los puse en el asiento de atrás, bajé los pistillos de las puertas y subí los
vidrios. Bajé del auto y comencé a dirigirme hacia la casa, cuando llego a la vereda

138
Poder Judicial de la Nación

del vecino, a la casa lindante a la que hab ían entrado Nerone y Gómez Migénez,
escuché «pum pum pi n pan pum», era un quilombo bárbaro de disparos”.
Dijo entonces que “allí se dirigió a un sitio cercano al Garaje de la
casa”, y luego, describió en sentido concordante al de los testigos del
procedimiento, las características de la finca de Mitre 1050, manifestando que
“tenía una entrada de garage a uno de los lados, un camino de cerámicas en el
centro y al otro lado un jardín. Que en la línea de edificación había una pequeña
pared”.
A continuación el i mputado relató que “encontrándose en la casa
contigua a la vivienda o a dos casas de la misma, oye los disparos, que entonces se
acerca raudamente a la casa quedándose junto al garage y en la puerta de entrada de
la línea de edificación. Que allí ve a Nerone que estaba tirado en el piso, en el
pasillo que daba hacia el ingreso de la casa. Que Nerone «gritaba como un
marrano»”, que, entonces, él “le pregunt ó dónde había recibido el disparo y allí
vio que desde la ventana de la casa se efect uaban disparos contra ellos, que Gómez
USO OFICIAL

Migenes le dijo que les estaban disparando al tiempo que Nerone les decía a ambos
que nos iban a matar porque estaban en la «línea de fuego». Dijo que desde ese
sitio pudo ver que “l a puerta de entrada a l a casa estaba rota en su parte inferior”.
Sigui ó expresándose Gutiérrez en estos términos: “yo entonces lo agarré a
Nerone por los hombros, tomándolo de una campera que a veces se usaba en los
operativos y que nos i dentificaba como de la P.F.A., lo arrastramos a la vereda, nos
cubrimos contra la parecita, poniéndose prim ero Gómez, luego el cuerpo de Nerone y
finalmente yo, más alejado a la vivienda, desde allí yo veía el automóvil que
habíamos dejado muy cerca y pensaba en cómo volver al vehículo y salvarle la vida a
mi compañero”.
Luego, Gutiérrez di o cuenta de la forma en que se produjo la
intervención de personal uniformado en el procedimiento, de este modo:
“Todo esto no sé si pasó en 5 segundos, 2 minutos o cinco, la cuestión es que
estando allí, mientras nos refugiábamos de los disparos, veo que se detiene
violentamente un vehículo verde UNIMOG en la esquina, no sé si del Ejército o
Gendarmería, entonces aparecieron desde este camión un grupo de uniformados que
comenzaron a hacer f uego contra la vivienda y así pudimos ir hacia el vehículo y
salir de allí. Colocamos a Nerone en el asiento de atrás, com o Gómez no sabía
manejar tomé el volante, aunque no tenía habilitación para hacerlo, le pregunté a un
señor, de civil, a quien le pregunté dónde había un hospital me dijo que allí había
uno, ocho cuadras hacia atrás, entonces di l a vuelta manzana, tomé la calle paralela
y llevamos a Nerone a un pequeño hospital de esa zona”.
Gutiérrez efectuó un croqui s del l ugar, q ue obra agregado al acta
de su declaración indagatoria, señalando el sitio en el que fue dejado el auto,
aquel desde el cual dónde escuchó los disparos, el l ugar al que se di rigió y

139
vio a Nerone herido, expresando que “se encontraba con Gómez Migenes”.
Señaló también el “sitio desde donde les fue disparado a los tres, indicando que se
hizo con un revólver desde una ventana”. Indicó asi mismo la ubicación de “la
puerta ingreso con la rotura [a] la que hizo referencia”, así como también “el sitio
de la vereda en el cual se guarecieron de los disparos y […] el sitio en el que estuvo
el vehículo UNIMOG desde el cual personal uniformado del Ejérci to o Gendarmería
se sumó al operativo abriendo fuego contra l a vivienda”.
Al serle exhibido a Gutiérrez el pl ano de la vi vienda q ue l uce a
fs. 6 del expediente de retiro obligatori o de Nerone, dijo q ue “la parte del
frente es muy similar a la vivienda en la que se realizó el operativo, que en la parte
interior y posterior no puede precisar nada ya que, como dijo, no i ngresó”.
Afirmó el imputado que ninguno de los integrantes del D.A.E.
dispararon “un sólo tiro” durante el procedimi ento, indicó “Yo sólo vi dos
armas que nos dispararon, que quizás era una persona con dos armas o dos personas
armadas”.
Gutiérrez relató lo sucedi do, conforme su versión, una vez que
junto con Gómez Migenes reti raron a Nerone de la escen a de l os hechos,
refiriendo: “cuando l legamos al hospital, yo acompañé a Nerone hasta la guardia e
ingresé con él. Ent onces Gómez me di ce que iba a llamar por teléfono al
Departamento, mientras tanto yo me quedé acompañando a Nerone en el pasillo del
Hospital, mientras él estaba en el pasillo. Al rato vino Gómez Migénes y me dijo
«volvemos al Departamento hasta que el Churruca lo levante a Rolando y lo
traslade». A eso de l as 19.30 y a las 20 hs. (el procedimiento habrá sido entre las
16.30 y las 17.30 hs.), llegó la ambulancia, lo detuvo a Nerone y con Gómez
Migénez nos fuimos al Departamento. Gómez Migénez se fue a ver al Comisario
Inspector cuando llegamos, que en ese momento era Mariano González, que era el
Jefe del Departamento en septiembre de 1976. Luego el Comisario me llamó a mí y
me preguntó cómo estaba, a lo que le dije que estaba muy alterado, entonces me dijo
«tenés que hacer un a más» y yo le pregunté qué era, y me dijo que tenía que ir a
buscar a la esposa de Rolando Nerone y llevarla hasta el Churruca. Yo llamé a mi
casa y le dije a mi mujer que se prepara, ya que yo vivía a 15 cuadras de la casa de
Nerone. La pasé a buscar a mi señora, luego fuimos a la casa de la mujer de Nerone,
con quien mi mujer ya había hablado y desde ahí los tres más el chofer fuimos al
Churruca, habremos ll egado a eso de las 22.45 hs. Nerone estaba en ese momento en
el quirófano, salió del mismo a eso de la una de la mañana, aproximadamente y
entonces, bueno de que viera a su mujer, la llevamos a la señora a su casa, el chofer
nos dejó a nosotros en nuestra casa y se fue para el Departamento. Al otro día yo fui
al Departamento, volví a hablar con el Comisario Inspector quien me pidió que me
fuera, que por 15 días no fuera, que asistiera a Nerone y a su familia y que todos los
días lo llamara pasando las novedades. Así fue que durante esos días, lo acompañé a

140
Poder Judicial de la Nación

Nerone en convalecencia, su postoperatorio y llamé todos los días a González para


contarle sobre su evol ución”.
Más adelante dijo: “al momento de irme con el auto cargando Nerone,
mientras los uniformados abrían fuego cont ra la vivienda, pude ver nuevamente la
puerta de la casa estab a cerrada”.
Asimismo, Gutiérrez dio cuenta de su conoci miento sobre el
resultado final del operativo, señal ando que durante los quince días
posteriores compró diarios a fin de averiguar l o sucedido pero que n unca
supo durante ese l apso cuál había sido resultado, destacando que tampoco l o
sabían en el Departamento. Dijo, sin embargo, posteri ormente: “mucho tiempo
después nos llegó el rumor de que el que había herido a Nerone era un uruguayo que
por rara vez había ingerido una cápsula de cianuro. Digo por rara vez que la ingesta
de una cápsula de cianuro era una modalidad de Montoneros y no de los uruguayos.
Ese fue todo el asunto”.
Respecto de cuál era el objetivo del procedimi ento y cuál había
USO OFICIAL

sido la orden que concretamente se les había dado para su realizaci ón, dijo:
“la orden era detener a un ciudadano uruguayo si le comprobábamos que tenía
documentación de identidad de él apócrifa. No recuerdo si nos dieron un papelito
con un nombre real y el supuesto que figuraría en la documentación, porque eso creo
que lo tenía Gómez Migenes. No se nos dijo de nadie más, sólo esta persona de sexo
masculino, uruguayo, y nos dieron los nombres reales y los falsos creo. A mí la
orden me la dio Gómez Migenes oralmente, a mí también me la dieron oralmente”.
Más adelante señal ó que “Azzario era el Jefe de «América» a la
mañana y Quinteros a la tarde” y que tenía entendi do que Carlos Máximo
Quinteros “la orden de la detención del uruguayo se la dio el Comisario Inspector
Mariano González en persona”.
Dijo también que el detenido uruguayo debía ser trasladado a la
dependencia e indicó: “puesto que era un documento apócrifo creo que se ponía a
la persona a disposición de la Justicia Federal pero inmediatamente se lo expulsaba
del país”.
Con respecto a la exi stencia de una planificación previa relati va a
la forma en que concretaría el operativo de detención, Guti érrez indicó que
no hubo tal, aclarando luego: “se hizo el procedimiento natural de policía,
primero generalmente iba el más antiguo y eso se hacía naturalmente las
planificaciones propias de la seguridad de nuestra integridad en el momento, por
ejemplo, si había un pasillo, iba uno sólo, si tres policías ingresan al mismo tiempo
a un pasillo, es un defecto de su seguridad. Con esto qui ero decir que la
planificación era mínima y en el lugar. De estas cosas quizá en el momento del
operativo se hizo por Gómez Migenes que era el más operativo. Nerone y yo éramos
más analistas que otra cosa”.

141
Respecto de la intervención de otras f uerzas, además del D.A.E.
en el procedimiento de la calle Mitre, dijo: “las otras fuerzas llegaron después
que yo, si hubo un pedido previo de colaboración o alguna otra cosa, yo no lo sé.
Nunca salió nada de esto en los diarios así que tampoco supe de qué fuerza eran
estas personas. Si el procedimiento lo tomó «instituto» yo real mente no lo sé”,
aclarando posteriormente: “luego de lo que pasó a Nerone preguntamos q ué
actuaciones se habían labrado, porque tenía interés en saber qué iba a suceder o si
alguna vez íbamos a recibir algún ascenso, pero nos decían que no podíamos
informar nada porque estaba a cargo todo de Institutos Militares”.
Corresponde señalar que, anteri ormen te, Guti érrez se h abía
expresado respecto de la interacci ón del Departamen to de Asuntos
Extranjeros con otras fuerzas, en estos términos: “Nosotros nos sentíamos el
último orejón del tarro, ya que nosotros siempre si teníamos que actuar con otros,
como Ejército, Fuerza Aérea, etc., siempre lo hacían ellos y a nosot ros nos relegaban
y luego nos daban el detenido. Si nosotros íb amos a hacer un procedimiento, si otra
fuerza quería intervenir también, nosotros desistíamos de intervenir, porque si
nosotros interveníamos teníamos que hacer nosotros todo el procedimiento, la
detención, el secuestro de materiales, etc., no queríamos comernos un garrón por la
acción de otra fuerza. Por ejemplo en el caso de Tupamaros, venía gente de otras
fuerzas y querían llevarse elementos secuestrados al punto que tuvimos que poner
una consigna policial para que nadie se llevara nada”.
Finalmente, expresó que el personal del D.A.E. duran te el
operativo actuó con su arma reglamentaria, aclarando l uego: “el Ejército tiene
un poder de fuego mucho mayor, con fusiles FAL y que si el operativo hubiera sido
efectuado en forma conjunta, los habitantes no podrían haber resistido la agresión
tal como lo hizo o hi ci eron”.
Llegados a este pun to de la exposici ón corresponde señalar que
los dichos de Guti érrez resultan concordantes con la hipótesi s planteada a l o
largo de la instrucci ón, en tanto el imputado reconoce su intervención, junto
con la de Nerone y Gómez Migenes en el operativo, todos ellos integrantes
del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Superintendencia de
Seguri dad Federal de la P.F.A.
Por otra parte, las expresiones de Guti érrez que ya fueran objeto
de exposición ya descartan, el carácter excepcional atribuido al
procedimiento, con claras diferencias al descargo formul ado por Nerone,
aunque sobre el pun to, habremos de tratar más adelante.
En lo que respecta a la versión de los hechos dada por Gutiérrez,
relativa a la salida de la escena de los integrantes del D.A.E. una vez que
resultara heri do Nerone, cabe remi tirnos a lo ya expresado sobre el punto al
analizar el descargo de su consorte de causa, correspondi endo aquí señalar

142
Poder Judicial de la Nación

que los dichos de Gutiérrez rel ativas a cuál fue el accionar concreto de los
intervinientes.
En efecto, de su descargo se desprende su intervención jun to a
Nerone y Gómez Mi genes en el procedi miento, como tambi én que la orden
provin o di rectamente de la Jef atura del Departamento y se canalizó oralmente
por vía jerárquica hasta los autores directos del operativo, y que el
procedimiento estaba a cargo exclusivamente del personal policial,
descartando sobre este últi mo punto, la existencia de un concierto previo con
otra fuerza en lo que respecta a la impl ementación del operativo, tal como
fuera la versi ón de l os hechos dada por Nerone.
Todas esas ci rcunstancias, no resultan consistentes con la versión
relativa a que los policías se desvincularon inmediatamente de las
alternativas del operativo una vez que Nerone resul tó lesi onado y, en cambio,
aparecen corroboran do las constancias glosadas en el expediente de reti ro
obligatorio de Nerone, que dan cuenta de que, pese a haber recibido Nerone
USO OFICIAL

el disparo, los tres i ntegrantes del D.A.E. continuaron con la implementación


del procedimiento tal como había sido previamente planificado.
Sobre ese punto, el del plan previo referido a la forma en que
debía concretarse el operativo, Gutiérrez descartó la exi stencia de una
previ sión específica, como ya se ci tó, pero al mismo tiempo hizo referencia a
la aplicación del procedimi ento policial natural o regular para estos casos,
aunque le asignó el carácter de una plan ificación “mínima” y ha efectuarse en
el lugar.
La breve descripci ón de ese plan previo cuya di rección asi gnó al
fallecido Gómez Migenes por ser el “más operativo”, coincide, por otra parte,
con el relato q ue hizo Gutiérrez respecto de l a realidad del procedimiento, en
la que asignó a cada uno de l os intervinientes roles bien diferenciados,
indicando que Nerone se ubicó a la vanguardia de la comisión -en
coincidencia con su condición de “más antiguo”- , posicionó a Gómez Migenes
detrás del pri mero - en el umbral o apen as dentro del terren o ocupado por la
vivienda- y reservó para sí el tercer sitio en la distribuci ón espacial del
personal policial, desde la perspecti va de la ubicaci ón del objetivo a
perseguir.
Nótese aquí que, si en la versión de Nerone, las lesi ones que
recibiera y, ante el lo, la automática desvinculación del personal polici al,
tenía que ver con la falta de experi encia operativa y la carencia de un plan
previ o que determin ó que los tres intervinientes en el hecho estuvi eran en el
mismo sitio y cumpliendo las mismas f unciones, en la versión de Guti érrez

143
ello no es tal y su relato va en detri mento de aquellos argumentos dados por
Nerone relativos a l a rápi da salida de la escena de l os hechos.
Por otra parte, en la versión dada por Gutiérrez, el abandono del
operativo es simpl emente enunciado, sin dar cuenta de motivos sobre el
punto, lo que resulta insuficiente para desarticul ar el propio marco que el
imputado diera a los hechos y las constancias documentales ya citadas.
Esa ref erencia, al igual que en la versi ón de Nerone, también va
en sentido contrario a otros elemen tos de convicci ón obrantes en el
expediente por cuanto, si bien Gutiérrez desconoci ó las constancias del
sumario administrativo que diera l ugar al retiro de Nerone, frente a ell o
también nos encontramos con las recomendaciones obrantes en su legajo
personal y en el de Gómez Migenes efectuadas en fecha 6 de noviembre de
1976. También con l a felicitación de Nieto Moreno que l uce en el expediente
administrativo citado, y con las propias manifestaciones efectuadas por
Gutiérrez al descri bir el carácter operativo del personal del D.A.E., en
contradicci ón con lo expresado por Nerone y en consonancia con el contenido
del informe confecci onado con el Comisario Inspector Obregón obrante en el
legajo personal del Comisario Nacarato.
Al serle exhibidas las mencionadas recomendaci ones que
aparecen formuladas con fecha 6 de novi embre de 1976 en su legajo personal
y en el de Gómez Mi genes, vinculadas a la intervención de los nombrados en
el “desbaratamiento de organizaciones subversivas”, Guti érrez, en un primer
momento desvincul ó tales constancias de este operati vo expresando: “primero
sería muy ingenuo decir que tres tipos desb aratamos algo, si se trata del operativo
de septiembre de 1976, es más i ngenuo aún, porque enseguida nos fuimos. Puede
haberse referido a un gran cúmulo de procedimientos que hicimos, chicos o grandes,
como el del arsenal Tupamaro que ya cont é”. No obstante ello, respecto de la
referencia que en esas recomendaciones se hace a Nerone, dijo, en un sentido
que relaciona a las mismas con el procedimi ento que culminara con la
detención de Grisonas, lo siguiente: “Quiero aclarar que la referencia a
«Nerone» no puede haber sido porque él hizo la recomendación sino que se lo habrá
consignado ahí porque él estaba a cargo del operativo”.
En lo que respecta al sumari o administrativo de reti ro obli gatorio
de Nerone, al serl e exhibida el acta de fs. 5/5vta. en el que aparece
consignada su declaración, dijo “que la firma puede ser suya, pero no puede
asegurarlo, que respecto al contenido esto no es lo declarado por él, que si es su
firma se la hicieron firmar” y luego afirmó q ue l o que f igura en dichas
actuaci ones “él no l o declaró, que ha sido armado para justifi car lo sucedido y
favorecer a la persona herida, es decir para beneficiar a Nerone y exonerar de

144
Poder Judicial de la Nación

responsabilidades a la Superioridad. Que sí se le dio para firmar eso pero no


recuerda cuándo y que no lo leyó. Que […] cree que la firma de Nerone que aparece
allí tampoco es la de él y que duda sobre Gómez Migenes y que a su juicio la firma
de Felipe Jalil (Secretario del Comisario Inspector, que llevaba la parte
administrativa) es muy parecida la que aparece ahí como perteneciente a Gómez
Migénes”.
Como se advierte, el descon ocimiento formulado en este caso por
Gutiérrez no llega a ser explíci to en tanto admi te la posi bilidad de haber
firmado tales constancias y, si bien el contenido de las mismas fue negado, lo
cierto es que el cúmulo de probanzas colectadas en la instrucción, entre las
que se encuentran también otras constancias obrantes en esas mismas
actuaci ones que no han podido ser desconocidas –tal es el caso de la
felicitación de Ni eto Moreno- , aparecen en sentido concordante con la
imputación que se formul a al encartado.
Por otra parte, la versión dada por Guti érrez rel ativa a la f orma
USO OFICIAL

en que intervino personal uniformado de otras f uerzas –el imputado


manifestó no saber si eran pertenecientes al Ejército o la Gendarmería-
resulta absol utamente inverosímil, toda vez que la magnitud del despliegue
del personal uniformado y la oportuni dad en la que intervino, no resulta
acorde con la parti cipación accidental o azarosa q ue se le atribuyó en el
descargo del imputado, y mucho menos con los propios dichos del i mputado
relativos a que final mente f ueron tal es f uerzas l as q ue q uedaron a cargo del
procedimiento.
Por lo demás, Nerone, como ya se vi o, recon oció q ue desde su
génesis estuvo previ sta la partici pación del Ejército en el operativo, que antes
de su concreci ón hubo una presentaci ón entre los mandos de las f uerzas
intervinientes –se presentó ante Nerone el oficial militar a cargo de la
comisión- y ello como resul tado de una concierto que, según afirmara
Nerone, se hizo en un nivel superi or a la jerarq uía de l os i mputados.
Recordemos, a su vez, que el despliegue del personal
uniformado, y la magnitud del accionar conjunto de todos l os efectivos de l as
distintas fuerzas involucrados f ue ampli amente descripto por los testigos del
procedimiento, tal como se detallara en el considerando tercero de este auto
resol utori o.
Retomando lo expresado por Gutiérrez en cuanto a la rápida
salida de l os efecti vos del D.A.E. y su consecuente desvi nculación con la
concreción del operativo, no puede dejar de resaltarse l a circunstancia de que
el propio imputado afirmara que el personal de ese departamento se sentía
“el últi mo orej ón del tarro” y que desi stiera de intervenir en procedimi entos

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conjuntos con otras fuerzas porq ue en tales casos quedaban rel egados,
explicando luego: “si nosotros interveníamos teníamos que hacer nosotros todo el
procedimiento, la detención, el secuestro de materiales, etc., no queríamos comernos
un garrón por la acci ón de otra fuerza”. Esta concepción q ue tenía el personal
del D.A.E. no se compadece con la idea de que la comisión hubiese
rápidamente abandonado el operativo que tenía a su cargo, dejándolo en
manos de otra fuerza que, incluso, según lo afirmado por Gutiérrez, intervin o
accidentalmente en el hecho.
Resta decir respecto de las consideraciones ya citadas que
efectuara Gutiérrez, que concurren a nivel indiciario de modo favorable con
la imputación que le formula su conocimiento exacto respecto de cuál fue el
resultado del hecho así como también la circunstancia que h iciera respecto a
la necesidad de col ocar consi gnas en los domici lios con posterioridad a l a
realizaci ón de los procedimientos, circunstancia esta que también ocurri ó,
conforme el rel ato de los testigos, en el caso del domicil io de Grisonas,
pudi endo reputársel o con un procedimiento habitual, aunque al referi rse
sobre el punto Gutiérrez no hablara específicamente de este operativo.
Sentado ello, corresponde que nos ocupemos de las vari adas
referencias que hiciera Gutiérrez al momento de describi r la actividad propia
del Departamento de Asuntos Extran jeros de la P.F.A., en tanto sus
consideraciones al respecto concurren avalando la imputación que se le
formula en el marco de estos actuados.
En efecto, en pri mer lugar Gutiérrez expresó que debía util izar
traje y no uniforme para el desempeño de sus f unciones puesto que centró la
actividad del Departamento en actividades mayormente protocolares.
Dijo, concretamente: “Generalmente estáb amos vestidos así, porque
[era] un departamento especial de la Superintendencia de Seguridad Federal, porque
tiene mucha atención al público y porque las actividades que se hacen exigen cierto
protocolo de vestimenta: se atienden las relaciones de embajadas y consulados, se
atendía todo lo que es el campo migratorio (detenciones por migraciones,
interrogatorios migratorios –que era un formulario que ya venía pre impreso antes,
ahora no sé cómo será-, atención a las familias de los detenidos que estaban en la
alcaidía, que estaba ubicado en el Departamento Central de Policía, enfrente de
nuestro departamento, teníamos la atención de los asilados políticas en la
Argentina, que debían presentarse ante el D.A.E., creo q ue actualm ente debe ser así,
ya que el Departamento debe dar la seguridad a estas personas hasta que se fueran.
Yo estaba asignado a l a Mesa «Brasil » y el análisis político de lo que sucedía en ese
país, y también estaba en la mesa de «Asilados», hasta el año 1976 a 1976 yo est uve
atendiendo a muchas asilados chilenos. Ent re 1974 a 1977, todos los detenidos a
disposición del PEN pasaban por nuestras manos, le hacíamos una carpeta, les

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Poder Judicial de la Nación

dábamos los tres países para que eligieran adónde querían salir del país, ellos nos
decían, íbamos a las tres embajadas y q uien aceptaba a la persona que quería
exiliarse en dicho país, allí se gestionaba el pasaporte o el ingreso de esa persona al
país al que quería exiliarse. Por último, otra tarea que todos querían hacer en el
Departamento eran las custodias personales de cuanto huésped oficial llegaba al
país, desde el Papa hasta el último Presidente del mundo que llegara a la Argentina.
Yo le hice la custodia a Omar Torrijas (año 1973), Bermúdez Morales, Banzer
Suárez, al presidente Brasileño que falleció antes de asumir cuyo nombre no
recuerdo, Aparicio Méndez, Julio María Sanguinetti, todos ellos presidentes,
también a cancilleres. Por lo tanto, ir al Departamento de Extranjeros implicaba
estar vestido de esa m anera más protocolar”.
Asimismo, expresó: “nunca antes ni después [del operati vo del 26
de septi embre], que yo sepa o recuerde hubo algún incidente de este tipo. En
extranjeros era más fácil que una máquina de escribir le rompiera el pie antes que
recibir un tiro. Extranjeros era un departam ento sumamente tranq uilo, había mucho
USO OFICIAL

trabajo pero era un departamento muy tranq uilo”.


Sin embargo, acto segui do, reconoció el carácter operativo del
personal del departamento, afirmando: “Se hacían todos los días detenciones
por una cosa o por la otra, no quiero decir que no se hacían procedimientos
porque sí se hacían, pero las detenciones generalmente se hacían por cuestiones
vinculadas a migraciones”.
Luego, continuó en esa misma línea, indicando: “eso sucedía todos
los días, detener extranjeros era cosa de todos los días, no hay que olvidar que
nosotros teníamos al sector de Migraciones, las listas de detenciones de personas
venían de a 10 ó 15 personas. Por ejemplo, a fines de 1975 descubrimos el mayor
arsenal de Tupamaros en Argentina, tenían 500 kg. de troctil, caj ones de manzanas
de magnun 357, una cantidad de armas impresionante, eso fue en la calle La Rioja
765, las armas pertenecían a Tupamaros e intervino allí el Juez Federal Sarmiento,
Secretaría de Hernández, que allí hubo detenidos y no pasó nada”.
También recordó como ejempl o y en referencia a “Orletti”, que
“Gómez Migénez, era el Jefe Operativo en Córdoba cuando det uvieron a Aníbal
Gordón, entre el año 1978 a 1980” precisan do que también otros integrantes del
D.A.E. habían intervenido en ese procedi miento.
En referencia al operativo del 26 de septi embre de 1976 dijo “para
mí el operativo se hizo en plena normalidad, muchas veces se hacía eso de decirme
que tenía que detener alguien, se iba al domicilio, si daba negativo volvíamos, si
daba positivo deteníamos a la persona y se lo llevaba a la dependencia y se lo ponía a
disposición de Migraci ones, o del P.E.N. o de la Justicia”.
Respecto del alojami ento de las personas detenidas por el D.A.E.
dijo que la dependencia tenía una extensión aproximada de 150 metros

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cuadrados, razón por lo cual no tenían sitio para alojarlos, precisando
entonces: “ellos eran llevados en frente a la Alcaidía del Departamento Central de
Policía, salvo que fueran presos muy importantes, quienes iban al tercer piso de
Superintendencia de Seguridad Federal. Estas personas eran de mucha figuración, o
bolivianos, uruguayos o paraguayos con m uchos antecedentes, como resguardo los
poníamos en ese piso por el tiempo que dispusiera el Juez o la autoridad competente.
A estos detenidos se los alojaba en el sector de sumarios”.
En lo que respecta a la organizaci ón interna del Departamento,
Gutiérrez afirmó: “Estaba dividido en Secciones tales como «Religión y Culto»,
«Archivo«, «Migraci ones«, «Áfri ca Asia», «Europa», «Asilados Pol íticos» y
«América»”, y luego, en sentido concordante con lo expresado por Nerone y
lo que surge de su legajo personal en cuanto se consignó que Nerone
dominaba la secci ón “asuntos americanos”, declaró lo si gui ente: “con Nerone y
Gómez Migénez estábamos en «América»; Berti llevaba «Uruguay», yo llevaba
Brasil y también yo estaba en «Asilados Políticos» de Chile y t ambién análisis de
la Política de Chile”.
Paralelamente a lo expuesto respecto del carácter operativo del
personal de D.A.E., Guti érrez i gual mente insistió con las características
públicas y protocolares de l a actuación del departamento, mencionando: “era
tal la característica del DAE que en lugar de darnos uniformes nos daban trajes, y
buenos trajes, nuestra actividad era más bien social que nunca otra cosa. También
quiero aclarar que la gente del DAE éramos personas con exposi ción pública, que
custodiábamos presidentes, cancilleres, tales como Torrijo, Kissi nger, José María
Sanguinetti, el Papa J uan Pablo II, salían nuestros rostros en todos los medios, no
estábamos involucrados en ninguna actividad oculta o ilegal”, e insistió en el
mismo senti do: “nosotros teníamos una vida pública, por ejemplo, Rodolfo Walsh
venía a Extranjeros a hablar con el Inspector a pedir por detenidos, también a sus
familiares, nosotros siempre los atendíamos, nosotros poníamos la cara, no nos
ocultaban, luego nos citaron culpándonos de haberlo detenido a él, era una locura,
nosotros siempre tuvi mos mucha exposi ción pública”.
Ahora bien, fuera de estas apreciaci ones, Gutiérrez reconoció
expresamente l as tareas operativas a las que estaba asignado el personal del
D.A.E. en vinculaci ón con la llamada “lucha antisubversi va” reconociendo
que entre las órdenes que recibía all í estaba la de investigar y proceder a la
realizaci ón de detenciones en ese contexto.
Al respecto, preci só: “eran investigaciones nuestras sí, recuerdo
haber partici pado de la detención de muchos Tupamaros, pero no recuerdo
sus nom bres, seguramente detuve a personas por ser elementos subversivos,
pero en tal caso, la detención la hacíamos nosotros, la anotábamos en el registro y
quedaba detenido en nuestra de dependencia y luego se los expulsaba del país”.

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Poder Judicial de la Nación

Sentado ell o, a preguntas del Tribunal reconoci ó que


prácticamente no h abía oficial del D.A.E. que estuviera excl uido de tales
tareas, expresando sobre cuál era el personal que pudo haber intervenido en
esa clase de procedi mientos, lo sigui ente: “pueden ser todos o ninguno, no era
que la brigada la formábamos Nerone, Gómez Migénez y yo, no había una lógica del
armado de una brigada, podían pasar semanas sin nada, y en un día quizá teníamos
tres operativos”.
Luego dij o que no existía una di stinción en el D.A.E. entre
personal que f uera operativo y efectivos que no lo fueran, dijo: “no había tal
distinción, estaban aquellos que uno podía ver que eran más operativos, como Gómez
Migenes, que ojo, también era muy buen analista, pero cualquier podía ser
designado y tenía que ir”.
Así las cosas, y en referencia al personal que desempeñó en el
Departamento de Asuntos Extranjeros q ue aparece en la nómina del informe
confeccionado por el Comi sari o Inspector Obregón, dijo: “Laudemaro Luis
USO OFICIAL

Azario a veces operab a, a veces no, él me era tres jerarquías superiores a mí, era
muy antiguo. Sobre Moreno, operaba con nosotros, a veces no, él era Jefe de
Migraciones, un experto en el tema. Sobre Melía, había llegado con los últimos
Comisarios Inspectores, era antiguo, sólo podía ser operativo porque no sabía nada
del tema, él generalmente iba a los procedimientos. Sobre Rodolfo Alfredo Viera, era
como nosotros, a veces iba, a veces no. La mayoría íbamos si nos designaban, si no
nos designaban era mejor. Sobre Juan Bautista Pietra, también era un analista muy
bueno de África y Asi a, si tenía que hacer un procedimiento lo hacía, no se podía
negar, como a todos nos pasaba. Carlos Máximo Quinteros, era un principal que
teníamos nosotros en «América» que como Jefe no salía mucho. Azzario era el Jefe
de «América» a la mañana y Quinteros a la tarde. Yo tengo entendido que la orden
de la detención del uruguayo se la dio el Comisario Inspector Mariano González en
persona. Carlos Hugo Reina, era un b uen chico, era más moderno que yo, pero sí
tenía que ir iba, pero era un analista. Carlos Jesús Regueira, él llevaba «religi ones
y culto», él estaba a cargo, era un chico muy tranquilo, de repente si tenía que salir
con nosotros salía, pero no era de ese estilo. Félix Alberto Tenxera, estaba en
Migraciones, salía cuando se le decía. Melia salía constantemente a hacer operativos
por ejemplo, él se anotaba sólo pero porque a él le gustaba más eso que quedarse
escribiendo a máquina. Héctor Oscar Morosi, era un muy buen analista, él operaba
como nosotros, no era de los que se anotab a sólo, era como nosotros, si tenía que
salir salía. Aldo Rubén Mosqueira, él era más de hacer procedimientos, pero a su vez
era un tipo fabuloso, ya falleció él, era Subcomisario, él se deprimió hacia el año
1981 ó 1982, cuando nos fuimos todos del Departamento, él estaba tan
comprometido con eso que se deprimió y luego falleció. José Cristin, nunca más supe
él, era un chico que hablaba muy bien inglés, a veces hacía procedimientos, a veces

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no los hacía, en fin. Héctor Alfredo Canci o, era un muchacho muy tranquilo que
cuando tenía que ir a un procedimiento se quejaba pero iba”. Luego, sobre
Barbonetti, Willing, y el resto de los consignados en ese i nforme dij o “que
eran suboficiales, que nunca iban a operat ivos, que rellenaban l as custodias, que
hacían trabajos en Migraciones”, que “salvo algún caso muy excepcional jamás
intervenían los subofi ciales en operativos”.
La claridad de la declaración de Guti érrez relativa a las funci ones
operativas del departamento, la familiari dad de la totalidad de la oficiali dad
de dicho Departamento en la realización de operativos de detenci ón, el
reconoci miento q ue el propi o imputado efectuara sobre su i ntervención en la
detención de “Tupamaros”, aunque sin precisar tales operativos, exime al
suscripto de hacer mayores comentarios.
Ello resul ta absol utamente concordante con lo consignado en el
informe del Comisario Obregón, conformando un contexto en el que,
efectivamente, la realización del operativo del 26 de septi embre de 1976 surge
como una manifestación más del accion ar del personal de Departamento de
Asuntos Extranjeros de la Superintenden cia de Seguri dad Federal.
Sólo quizás, convenga aclarar, sobre las reiteradas menciones que
hiciera Gutiérrez respecto de la labor protocol ar q ue paralel amente hacía ese
Departamento, como prueba de la cual esgrime el imputado la circunstancia
de que los oficiales vestían de traje y no de uniforme, q ue justamente esa
mención genérica y la específica sobre que -salvo una campera que usaba
Nerone-, los intervinientes en el procedimiento estaban vestidos de esa
manera, resulta absolutamente coincidente con los dichos del testi go Castro
quien recordó que durante el procedimiento pudo ver desde la terraza de su
casa a personas vestidas con trajes oscuros que circulaban por la zona en
vehícul os no identifi cables.
Nótese, a su vez, que Joaquín Castro ubicó a esas personas una
vez que el operativo ya estaba en marcha y en estado avan zado, durante el
intercambi o de disparos, y no de modo previ o a l os mismos, tal como afirman
Nerone y Gutiérrez respecto de su ausencia durante la concreción del
procedimiento.
Por otra parte, en su descargo Guti érrez tambi én formuló
consideraciones referentes a la vinculación existente entre el D.A.E. y la
Secretaría de Informaciones del Estado o su Grupo de Tareas Cinco.
Al respecto dijo. “N o sabía que había un G.T. 5 ni que éste era de la
Secretaría de Inteligencia del Estado, recién hoy me enteró de que existían tales
cosas y que yo intervine en tal calidad. En el departamento de asuntos extranjeros,
concurrían una, dos tres veces por semana gente de la S.I.D.E, durante años ocurrió

150
Poder Judicial de la Nación

eso. Cuando se produj o el problema de la cortina de hierro, durante el gobierno de


Perón se dictó un decretó por el cual la SIDE debía controlar a todo ciudadano que
ingresaba desde la cortina de hierro hacia la Argentina, en especial a técnicos y
profesionales que venían a cumplir tareas al país con entidades privadas por
trabajos”. Sobre las funcionarios de la S.I.D.E. que concurrían al
Departamento, recordó a un Sr. Bl engio, que ten ía como 68 años de edad, que
concurría durante el año 1974, no recordando a los que hacían durante y con
posterioridad a 1976.
Sobre los motivos de la intervención del personal de la S.I.D.E en
la actividad del Departamento, dijo. “Al dársele la visa al extranjero, se le hacía
saber que a su arribo a la Argentina debía concurrir al edificio del DAE y allí se
entrevistaba con una persona de la SIDE, en general con un traductor, se le
tomaban los datos y luego se retiraban […] Todos los que ingresaban por la cortina
de hierro, concurrían a la dependencia, personal de la SIDE lo entrevistaba, llenaba
una ficha y la misma quedaba en el DAE para su control. Los rusos se
USO OFICIAL

autocontrolaban, tenían que ir cada 30 días para dar presente en el Departamento y


nada más. Los de la SIDE venían una o dos veces por semanas, se les daba un
escritorio, llenaban esos formularios si es que venía alguien y se iban. Las fichas
tenían datos personales, el domicilio en Argentina, el tiempo de est adía, etc.”
Respecto de su con tacto personal con gente de esa Secretaría
expresó: “a veces mi Jefe me decía que atendiera a un señor que viniera a un señor
de la S.I.D.E., y yo l o atendía. Después tuve un trato personal con un muchacho
Estrada y el otro de nombre de Sánchez, que en su momento me los presentó en el
año 1977 uno de los jefes del DAE, no sé si Azzario o Gattei. Mi contacto con
Sánchez y Estrada era en un principio laboral, en tanto a veces el los venían con un
sobre cerrado para los superiores y yo se los daba y luego mis superiores me daban
un sobre a mí y yo les entregaba a esta gente otro sobre. Luego tuve contacto con
otra gente de la SIDE, ya en el año 1979, por otros procedimientos que se habían
realizado”.
Ahora bien, lo cierto es que estas manifestaciones de Gutiérrez no
resultan suficientes como para controvertir la hipótesis instructoria que se
sustenta en los numerosos elementos de convicci ón obran tes en autos que
determinan la vinculación de la S.I.D.E. con el procedimiento y con los
intervinientes en el mismo.
En primer l ugar, ha quedado acreditado en autos q ue Victoria
Lucía Grisonas, luego de ser ilegal mente detenida, f ue mantenida en
cautiverio en el CCDT conoci do como “Automotores Orletti”, sitio que se
encontraba a cargo de la S.I.D.E., que fue sede de la asociación ilíci ta
internacional conoci da como “Plan Cóndor” y en el que también fueron vistos

151
los hijos menores de la vícti ma que se en contraban con ella al momento de su
detención.
En segundo lugar, h a quedado probado, por todo lo expuesto, la
intervención de Gutiérrez, Nerone y Gómez Mi genes en el operati vo de
detención de Grison as, siendo el primero de los nombrados felicitado por
Nieto Moreno, J efe del G.T.5. (S.I.D.E.) precisamente por este procedimiento.
En tercer l ugar, en esa nota, Nieto Moreno hace referencia a que
el personal del Departamento de Asuntos Extranjeros intervino en el hecho
encontrándose en comisión en el G.T.5. y enmarcó los hechos en el
desbaratami ento de l a llamada “O.P.R. 33 Orientales”.
En cuarto lugar, es el propio encartado el q ue reconoce haber
partici pado en detenciones vinculadas con la llamada “l ucha antisubversiva”,
mencionando reiteradamente su intervención en la detención de
“Tupamaros”.
Sobre este úl timo punto, es dable resaltar que, al serle exhibida la
nota de Ni eto Moreno obrante a fs. 7 del expediente de reti ro obli gatorio de
Nerone, Gutiérrez dijo: “Yo pensé que el hombre [respecto del uruguayo que
debían detener según su versión de la orden recibi da] éste era Tupamaro, por la
violencia que ejerció contra nosotros. A mí no se me dijo que era del O.P.R. 33 sé
que había algo, o era R.O.E., que era una agrupación anarquista, pero no se me dijo
nada más que esto, ni sé ni sabía qué era el G.T. 5”.
Nótese a su vez, que en el informe suscripto por el Comi sario
Obregón se da cuenta de que la “Organización Popular Revolucionaria 33
Orientales”, denomi nación utilizada por Nieto Moreno, f ue el brazo armado
de la “Resistencia Obrera Estudiantil (R.O.E.)”, términ o empleado por
Gutiérrez para referi rse a las mismas personas –cfr. fs. 8490/ 1-.
Por lo demás, el imputado, pese a pretender desvincul arse de la
actuaci ón de la S.I.D.E, reconoci ó haber participado del al muerzo que junto
con Gómez Migenes y Nerone compartieron con el Jefe del G.T.5 de esa
Secretaría, Ni eto Moreno, l uego de los hechos.
Al respecto, refirió: “fuimos invitados por uno de los Jefes de la
Secretaría de Inteligencia que en esa época. Que se llamaba Nieto Moreno, era ex
hombre del ejército, era un hombre muy atento y simpático”, y que el encuentro
“fue en el Comando de Remonta y Veterinaria que estaba a lado de la cancha de Polo
de esta ciudad. Por D orrego y Libertador en la zona de «las cañitas»”. Sobre los
motivos de ese almuerzo, declaró: “nuestros superiores nos dijeron que teníamos
que ir a comer a tal lugar, fuimos, y Nieto Moreno nos dijo que nos quería conocer,
que nos quería agradecer algo, pero finalmente nunca nos dijo nada, hablamos de
trivialidades, almorzamos y nos fuimos del l ugar”.

152
Poder Judicial de la Nación

Finalmente, y en consonancia con lo q ue expuesto, recordemos


los dichos de Álvaro Nores Montedónico en su declaraci ón prestada ante el
Tribunal Oral en lo Criminal Federal nro. 1 de esta ci udad, en cuanto expresó
que militares uruguayos le dijeron, una vez que f ue trasl adado a Montevideo,
que dos oficiales del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía
Federal eran parte de la banda de “Orletti”, lo q ue vincul a di rectamente a ese
departamento con l a S.I.D.E. y con el centro clandestino de detención y
tortura al q ue f ue trasladada Gri sonas l uego de concretarse su detención.
Resta señalar que Gutiérrez recon oció que su apodo era “cacho”,
precisando q ue “se l o puso su madre y que como durante muchos años representó
al equipo de fútbol de la P.F.A., se lo conocí a con ese apodo”, a la vez que dijo: “a
Nerone yo le decía Rolli pero sólo entre nosotros”, datos que coinciden con los
correos electrónicos que fueran aportados por Kovacic a la i nstrucci ón en lo
que se refiere al personal de Asuntos Extranjeros q ue actuaba en coordinación
con la S.I.D.E.
USO OFICIAL

Resulta necesario, entonces, dejar claramente sentado que lo


expresado por Gutiérrez en su descargo no constituye ningún elemento que
permita conmover el copioso plexo probatori o diri gido a la acredi tación del
hecho que le f uera endilgado, a la condi ción de integrante del Departamento
de Asuntos Extranjeros de la Superintendencia de Seguridad Federal de la
P.F.A., a su intervención, encontrándose en comisión en el G.T.5. de la
S.I.D.E. en definiti va, en la privación ilegal de la libertad agravada de
Victoria Lucía Grisonas.
5.2.6. Conclusión
Los elementos desarroll ados a lo largo del presente acápite,
permiten tener por acreditado, con el grado de certeza que esta etapa
procesal demanda, la intervención de Oscar Roberto Guti érrez, como
Inspector de la P ol icía Federal Argentina destinado al Departamento de
Asuntos Extranjeros de la Superintendencia de Seguridad Federal de esa
fuerza de seguridad, dado que habría intervenido, encontrán dose en comisi ón
en el G.T. 5 de la entonces Secretaría de Informaciones del Estado, en cal idad
de coautor, en la privación ilegal de l a libertad de Victori a Lucía Grisonas.
Por otro lado aún, en el caso de que resultara atendible la versión
esgri mida por Gutiérrez en cuanto al al ejamiento j unto a Nerone y Gómez
Migenes, del l ugar de los hechos, apenas recibido el disparo por parte del
primero de l os nombrados, vale mencionar que tal circunstancia no l o
desvincula en cuanto a su responsabilidad con respecto a la privaci ón ilegal
de la libertad de Gri sonas.

153
Ello así, dado q ue conforme surge de los elementos reunidos,
Nerone recibi ó un disparo como producto de la cercan ía que los nombrados
poseían con respecto a la vivienda en la cual se encontraban los moradores y
en oportunidad en la cual se hallaban cercando la misma, l o cual deja
entrever que l a libertad de locomoci ón de los nombrados se encontraba ya
restringida, más all á de que no se hubiera producido aún la sujeción de los
mismos.
En tal sentido, el hecho de que una vez traspasado el umbral del
principi o de ejecución y afectaci ón consecuente de la posibili dad de Grisonas
de disponer de su li bertad, los nombrados se hayan retirado, no desvi rtúa tal
circunstancia su actuación anteri or, es deci r un aporte esencial de la
realizaci ón del plan común durante la f ase ejecutiva, propi o del reparto de
funciones inherente a la coautoría, es decir, l a obra en conjunto de varios
individuos cuyos aportes resultan ser recíprocamente dependientes para la
consumaci ón del plan delictivo que poseen en común.
En definitiva, las constancias que fueran objeto de exposición en
este Consi derando son las que permiten a esta instrucci ón, a esta altura del
análisis, afirmar la responsabilidad penal de Oscar Roberto Gutiérrez en
orden al delito de privaci ón ilegal de la libertad agravada del que fuera
víctima Grisonas, i mputación por la cual se adoptará a su respecto, el
temperamento previ sto por el art. 306 del C.P.P.N.
Considerando Sépti mo
Calificación Legal
1. Introducción y adecuación tí pica
El presente apartado está diri gido a examinar la adecuación
típica de las conductas que han sido en dilgadas a Rolando Oscar Nerone y
Oscar Roberto Guti érrez, sin perjuicio de que el reproche penal que recae
sobre ambos ha si do específicamente anal izado en el apartado precedente.
Es necesari o tener en cuenta que las acciones q ue conforman
crímenes contra la humanidad cometi dos durante el autodenominado “Proceso
de Reorganización N acional”, se encontraban tipificadas penalmente por la
legislación penal vi gente al momento de l os hechos.
Teniendo en cuenta tal premisa, n o cabe más que inferi r que, en
estricta aplicación de tal es normas penales, la República Argentina se
encuentra habili tada para j uzgar los crí menes contra la hum anidad ocurridos
dentro de su ámbito territorial.
2. Del delito de pri vación ilegal de la l ibertad
En estricta referenci a al tipo penal previ sto en el art. 144 bis inc.
1° del C.P., cabe recordar q ue el mismo se encuentra circunscripto dentro de

154
Poder Judicial de la Nación

la categoría de los denominados delicta propia, en función de lo cual sól o


puede ser autor, en sentido j urídico-penal, quien revista l a condición de
funcionario público.
Asimismo, es dabl e señalar que por regl a absol utamente gen eral,
esa cuali dad consiste en una posici ón de deber extrapenal, por lo que en estos
casos es preferibl e hablar de delitos de infracción de deber (cfr. Roxin, Claus:
Derecho Penal. Parte General, Tomo I, trad. de la 2ª ed. de Di ego Manuel Luzón
Peña, Miguel Díaz y García Conlledo y Javier de Vicen te Remesal, Ed.
Civitas, Madrid, España, 2003, p. 338).
La importancia de tal distinción radica principalmente en el
campo de deli mitación de las cuestiones atinentes a la autoría y
partici pación, y demás circunstancias ref erentes al reproche penal, sobre las
cuales retomaremos más adelante.
Repárese en q ue desde la óptica propuesta por el principio de
lesividad y su correlato natural, que resul ta ser el concepto de bien jurídico, la
USO OFICIAL

citada figura demanda para su configuración la afectación significativa de la


libertad, como asimi smo del regular ejercicio de la administración públi ca.
De ello puede inferirse que el deli to acaecerá allí cuando las
facultades conferidas al sujeto activo por la función que el mi smo desempeña,
sean empleadas en otras situaciones que no son las específicamente señaladas
al efecto por las normas, o sean utili zadas de modo arbitrario o abusivo;
afectando -en lo q ue aquí interesa- la li bertad del indivi duo: el uso legítimo
de ese poder, se convierte en ilegítimo. De allí el correlato lógico de hacer
alusión a la infracción de deber que vi ene dada de la mano del carácter
ilegíti mo del acci onar del mismo.
En el caso, los i mputados han reconoci do que se di rigi eron al
domicilio sin una orden escrita de autoridad competente, si no que la orden
fue verbal y ellos anotaron en un papel el sitio al cual debían ir, y que se
dirigieron al objeti vo, sin saber siquiera a qué personas debían detener.
En parti cular, recordemos que Nerone en su descargo refiri ó: “No
recuerdo si fue el Comisario Inspector Gattei u Obregón, los dos tenían las mismas
jerarquía pero al momento del hecho no sé cuál de los dos era el Jefe del
Departamento, pero no recuerdo cuál fue contemporáneo al suceso. La orden fue
verbal, nosotros anotamos en un papel adónde debíamos i r, nos dijeron que
había que detener a los ocupantes de esa vivienda, sin indicarnos quiénes eran ni
cuántas personas moraban allí [...]”.
Gutiérrez al respecto señaló en su descargo “la orden era detener a
un ciudadano uruguayo si le comprobábamos que tenía documentación de identidad
de él apócrifa. No recuerdo si nos dieron un papelito con un nombre real y el
supuesto que figurarí a en la documentación, porque eso creo que lo tenía Gómez

155
Migenes. No se nos dijo de nadie más, sólo esta persona de sexo masculino,
uruguayo, y nos dieron los nombres reales y los falsos creo. A mí la orden me la dio
Gómez Migenes oralmente, a mí también me la dieron oralmente...”.
Las características en que los antes nombrados describi eron haber
efectuado el procedimiento que termin ó con la detención de Grisonas, dan
cuenta de la ilegali dad del procedi miento llevado a cabo, y asimismo, del
evidente conocimiento que los nombrados poseían con respecto a ell o,
circunstancia esta úl tima que corresponde ser analizada posteri ormente; sin
perj uicio de l o cual es necesari o asentar que tal modo de operar puesto en
práctica en el caso en particul ar, f ue el escogido en forma generalizada en el
marco del plan sistemático de represi ón.
Sigui endo con el análisis, dicha figura se encuentra estructurada
dentro de la forma comisiva, por lo q ue requi ere al menos de un autor que
realice l a acción, positiva, de privar de su libertad a alguien que hasta ese
momento disf rutaba de la libre disponibil idad del bien j urídico.
Se trata de un delito prácticamente de instantánea realización,
ya que se consuma f ormal mente en el primer momento de ef ectiva privaci ón
de la libertad personal, siempre que pueda considerarse que el ofendido vio
afectada de un modo no insignificante su libertad de movi mientos, o más
precisamente, que se vio impedido de di sponer de su libertad de locomoci ón
en los límites queridos por el autor, exi gencia que viene dada a su vez por el
principio de lesividad.
A partir de dicho momento, entonces, el delito ya se encuentra
técnicamente consumado, dado que a esa altura ya concurren todos los
elementos objetivos y subjetivos del tipo, manteniéndose el tiempo de
comisión y de simultánea producción del resultado lesivo hasta su terminación
(ver al respecto, por todos, Jescheck, Hans-Heinrich: Tratado de Derecho Penal-
Parte General, trad. de José Luis Manzanares Samaniego, Ed. Comares,
Granada, España, 1993, pps. 124 y 162).
En consecuencia, puede colegi rse que l a privaci ón ilegíti ma de la
libertad es un delito permanente, de aquellos en donde “el injusto se va
intensificando al aum entar la medida del ataque a un bien jurídico por medio de un
obrar u omitir posterior del autor. El comportamiento delictivo se prolonga entonces
en la medida del comportamiento subsiguiente, en el que es posible la participación,
que impide la prescripción, et c.” (Jakobs, Günther: Tratado de Derecho Penal,
trad. de Joaq uín Cuello Contreras, Ed. Marcial Pons, Madrid, España, 1995, p.
208, cita como ejemplo la detención ilegal); supuestos en donde “…el delito crea
un estado antijurídico mantenido por el autor y a través de cuya permanencia se

156
Poder Judicial de la Nación

sigue realizando ininterrumpidamente el tipo penal” (cfr. Jescheck, op. cit. p. 650,
también ejemplifica con la detención ilegal).
En tal sentido, a nivel jurisprudencial se ha dicho que: “El
funcionario público priva a alguien de su libertad personal con abuso de sus
funciones cuando estando legalmente dotado de facultades para hacerlo, procede
arbitrariamente, vale decir, «inspirado sólo por la voluntad, el capricho o un
propósito maligno, con abuso de poder, fuerza, facultades o influjo»…” (cfr. C. 3º
del Crimen, Córdoba, in re: “Cáceres, Enrique”, 30/3/82, J PBA: 50-885).
Así las cosas, Rolan do Oscar Nerone y Oscar Roberto Gutiérrez,
en su condici ón de Inspectores de la Policía Federal Argentina, revestían la
condición de funcionarios públicos -conforme las previsiones del art. 77 del
Código Penal- al momento de l os sucesos por los cuales fueron indagados;
resultando ello de li minar relevancia en función de la calificación legal aquí
escogida.
Por su parte, la con ducta subsumida en el art. 144 bis inc. 1° del
USO OFICIAL

Código Penal (según ley 14.616) -privaci ón ilegal de la libertad- habría si do


llevada a cabo por los encartados con la agravante prevista por el art. 144 bis,
último párrafo en función del inc. 1° -por medi ar viol encia o amenazas- del
art. 142, todos del Códi go Penal , según Ley 20.642, de acuerdo con l a
remisi ón prevista en el art. 144 bis, último párrafo.
Los hechos que son objeto de tratamiento en el presente
resol utori o, se caracterizaron por la actuación de los nombrados, quienes,
como se ha acreditado con el grado de probabilidad requeri do por esta etapa
procesal, participaron del operativo reali zado en conjunto por personal de la
entonces Secretaría de Informaci ones del Estado y personal del Departamento
de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal Argentina que se desempeñaba a
la fecha del hecho en “comisi ón” en el G.T. 5 de esa Secretaria de Estado, el
cual tuvo lugar en el domicilio de la calle Mitre a la altura 1050, que era
habitado por Lucía Victoria Grisonas, su esposo, Mari o Roger Julien Cáceres
y sus hijos menores, Anatole Boris y Victoria Eva Julien Cáceres, ocurri do el
día domingo 26 de septiembre de 1976, en horas de la tarde.
Dicho operativo tuvo como producto la detención de Grisonas,
quien posteriormen te fue trasladada al CCDT “Automot ores Orletti”, y
actualmente se encuentra “desaparecida”; con la aclaración que la imputaci ón
de ambos legitimados pasi vos, se circunscribe al primer tramo del iter
criminis, es decir, al momento en el cual l a damnificada fue privada
ilegalmente de su libertad.
En cuanto al aspecto subjetivo del ti po, es del caso señalar que se
trata de un deli to doloso, que se satisface con l a comprobación de, al menos,

157
dolo eventual (cfr. C.C.C., Sala IV, in re: “López, Norberto J.” rta. 21/12/89,
publicada en: J.A., 1990-IV-92).
A su vez, se vuelve condición necesaria el conocimiento del
carácter abusi vo de l a privación ilegal de la víctima por parte del agente y la
voluntad de restringirla en esa cali dad, circunstancia q ue, por cierto, también
se verifica en autos, en la medida en que ambos imputados refirieron haber
realizado el operativo sin orden escrita de autoridad competente, sino
mediante una orden verbal, y sin siqui era indicación de l as personas que
debían detener, reparándose en q ue Gutiérrez sólo manifestó saber que la
orden se di rigía a la detención de un uruguayo.
3. Agravante. Uso de violencias o amenazas
La pri vación ilegal de la libertad (cuyo bi en jurídico se encuentra
consagrado en el articul o 18 de la Constitución Nacional) sufrida por la
víctima, conforme se desprende de la prueba reseñada en la causa, se
encuentra agravada en razón de haber sido cometi da bajo violencia, con
empleo de fuerza física directa sobre la persona aprehendida.
En lo referente a este tópico, Núñez explica que “…el autor usa
violencia para cometer la privación ilegal de la libertad cuando para hacerlo la
aplica a la persona de la víctima o despliega amenazadoramente contra ella, una
energía física o un medio físicamente dañoso o doloroso...” ( Núñez, Ricardo:
Tratado de Derecho Penal, Ed. Bibli ográfi ca Omeba, Buenos Aires, 1967, Tomo
V, p. 39).
La agravante prevista en el inciso 1° del art. 142 del C.P. -al que
remite el últi mo párrafo del art. 144 bis- se mantuvo invariable hasta la fecha
en punto a calificar la privación de l a libertad cometida con violencia o
amenazas. Ello ocurrió tanto con la ley 20.642, como con la ley de facto 21.338
-vigente desde el 16/9/76 al 4/9/84- y con la ley 23.077.
En concreto, media violencia cuando ésta se aplica sobre el
cuerpo de la víctima o sobre terceros que intentan impedir la misma, sea
mediante el empleo de energía física o por un medi o que pueda equi pararse;
la amenaza puede estar diri gida hacia l a víctima o hacia cualquier otro que
trate o posea capaci dad para impedi r tal hecho, y se configura en la medi da
en que se intimide a la víctima o al tercero, anunciándole un mal que puede
provenir de la activi dad del agente o de un tercero a su instancia (cfr. Creus,
Carlos: Derecho Penal. Parte Especial, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1992, Tomo I,
p. 301) .
Tal como da cuenta el expediente Letra P, referenciado ut supra,
la detención ilegal de Grisonas se produjo en el marco de un operativo
conjunto de f uerzas policiales y de la Secretaría de Informaciones del Estado,

158
Poder Judicial de la Nación

en el cual –según los dichos del propio Nerone-, l uego de reci bir un balazo en
su pierna izquierda “...continuó el enfrentamiento convirtiéndose en un violento
intercambio de disparos, pudiendo doblegar a los insurrectos luego de varios
minutos de combate.” (fs. 3).
En este contexto, la utilizaci ón de armas de f uego, la continuidad
del supuesto enfren tamiento y el resul tado final, la captura de Gri sonas,
permiten, a esta al tura del desarrollo, afirmar que el hecho bajo examen se
cometi ó bajo l a modalidad agravada anal izada en este punto.
4. El tipo de intervención
Corresponde a esta altura determinar el tipo de intervención que
Rolando Oscar Nerone y Oscar Roberto Gutiérrez, ambos Inspectores de la
Policía Federal Argentina y adscriptos “en comisión” al Grupo de Tareas 5,
han tenido en el deli to que se l es imputa.
Así, se advierte que los encartados han realizado en f orma
directa las acci ones que conforman el delito, con dominio f uncional del hecho
USO OFICIAL

y en divisi ón de tareas con otros integran tes de la organización criminal.


A tal punto es así, q ue incluso en sus declaraciones indagatorias,
los nombrados afi rmaron haber tomado parte del operativo.
Vale recordar a esta altura del desarrol lo, que la autoría demanda
como elemento sustancial el dominio final del hecho.
Dominio del hecho posee quien dirige el suceso hacia un fin
determinado, quien tiene poder de decisión sobre la configuración central de
hecho. En el sub examine, el dominio del hecho se presenta como dominio de
la acción, que se constituye en la medi da en que el autor concreta, conforme
al plan común, l os aspectos fundamental es del tipo penal analizado.
En efecto, el dominio del hecho se verifica con sól o tener en
cuenta que l os testi monios de l os imputados y las constanci as obrantes en el
expediente Letra P, corroboran la participación de Nerone y Gutiérrez en
operativo del 26 de septiembre de 1976, que cul minó con la detención ilegal
de Lucía Victoria Gri sonas.
Debo aclarar, con rel ación a este delito, lo siguiente: ya sea que el
agente haya tomado parte al momento de la consumación de la privación
ilegal de la libertad o lo haya hecho en un momento posterior, mi entras el
delito estaba en su desarroll o y antes de su terminación, lo cierto es que
mediante cualquiera de estos aportes se ha asegurado la continuación del
cautiverio.
Por ende, habrá de colocarse en la posi ción de autor di recto a
todo aq uel que realiza una de las acciones que constituyen el delito y
mediante los cuales éste se consuma. En el presente caso, se ha comprobado

159
que los encartados participaron del operativo llevado a cabo el 26 de
septiembre de 1976 que culmin ó con el secuestro de Lucía Victoria Grisonas;
por lo que tales ci rcunstancias conforman elementos más que suficientes para
encuadrar estas conductas en el ti po penal del art. 144 bis inc. 1º, C.P.
En consecuencia, tratándose de delitos permanentes, habida cuenta
del dominio del hecho y de la condici ón de cualificados o int raneus, considero
que ambos deben responder como autores directos.
Finalmente, debe destacarse q ue como todo deli to encuadrable
dentro de la categoría de delito especial , el mismo exige, como pauta para su
configuración, una determinada calificación objetiva del autor, ya q ue el
delito sólo puede ser realizado por quien reviste la cali dad de funcionario
público -circunstanci a que ha sido anal izada anteriormente en este mismo
considerando-, habiendo quedado f uera de toda duda q ue tanto Nerone como
Gutiérrez poseían tal calidad; por lo que en definitiva, se hal la acreditada su
responsabilidad pen al en el delito de privación ilegal de la libertad que tuvo
como vícti ma a Lucía Victoria Gri sonas.
Por otro lado, vale mencionar que el delito en análisis por ser de
instantánea realización, se consuma formalmente en el pri mer momento de
efectiva privaci ón de la libertad personal, es decir, cuando sea afectada la
libertad de movi mientos de la vícti ma, o más precisamente, se encuentre tal
restricción en los l ímites queri dos por el autor. De ell o deviene que la
intervención de Nerone y Gutiérrez en el delito, como coautores, se configura
ya en el aporte q ue los mismos efectuaron y dejaron en trever en estas
actuaci ones, aporte que ha sido esencial para la reali zación del plan común y
que ha tenido lugar durante la fase ejecutiva. Tal aporte se inscribe en el
reparto de funciones inherente a la coautoría, es decir, la obra en conjunto de
varios indi viduos cuyos aportes resultan ser recíprocamente dependi entes
para la consumaci ón del plan delictivo que poseen en común, siendo
indistinto en tal sentido, si la concreta sujeción mediante reducción corporal,
es realizada o no por el autor.
Considerando séptimo
Embargo
De acuerdo con l o establecido por el art. 518 y concordantes del
Código Procesal Penal de la Naci ón corresponde imponer el embargo de l os
bienes y/o dineros de los imputados. Para ello, se tendrá en cuenta l os
parámetros fijados en dicha norma.
Por consi gui ente, atendiendo a dichas pautas en el caso sub
examine, en lo relati vo al hecho imputado y su adecuación al tipo legal , y
demás pautas aplicables de acuerdo al artículo 518 del código ritual, habrá de

160
Poder Judicial de la Nación

imponerse a Rolando Oscar Nerone y Oscar Roberto Gutiérrez, un embargo de


ochenta mil pesos ($ 80.000) a cada uno.
Atento a las consi deraciones vertidas a lo largo de l a presente
resol ución que se di cta con ajuste a las previ siones del artículo 306 y 310 del
C.P.PN., es q ue
Resuelvo
I. DECRETAR el PROCESAMIENTO de ROLANDO OSCAR
NERONE, de l as demás condiciones personales obrantes en autos, por
considerarl o autor prima facie responsabl e del deli to de pri vación ilegal de l a
libertad agravada por medi ar viol encia o amenazas (art. 144 bis inc. 1° y
último párrafo -ley 14.616- en funci ón del art. 142, inc. 1° -ley 20.642-)
cometido en perj uicio Victoria Lucía Grisonas, MANDANDO A TRABAR
EMBARGO sobre bi enes o dinero de su propiedad hasta cubrir la suma de
ochenta mil pesos de pesos ($ 80.000) debiéndose librar el respecti vo
mandamiento (art. 306 y 518 del Código Procesal Penal de l a Nación).
USO OFICIAL

II. DECRETAR el PROCESAMIENTO de OSCAR ROBERTO


GUTIÉRREZ, de las demás condiciones personales obrantes en autos, por
considerarl o autor prima facie responsabl e del deli to de pri vación ilegal de l a
libertad agravada por medi ar viol encia o amenazas (art. 144 bis inc. 1° y
último párrafo -ley 14.616- en funci ón del art. 142, inc. 1° -ley 20.642-)
cometido en perjuici o de Victoria Lucía Grisonas, MANDANDO A TRABAR
EMBARGO sobre bi enes o dinero de su propiedad hasta cubrir la suma de
ochenta mil pesos ($ 80.000) debiéndose librar el respectivo mandamiento
(art. 306 y 518 del Código Procesal Penal de la Naci ón).
Tómese razón de lo resuelto en el día de la fecha y notifíquese; a
tal fin, líbrense cédulas a dili genciar con carácter urgente –con habilitación
de día- y atento a la extensión de la resoluci ón dictada y l a imposibilidad
materi al de notificar la misma con sus f undamentos, déjase constancia de q ue
las partes una vez n otificadas gozarán de tres días –sin prórroga especial de
dos horas-, para n otificarse ante esta sede de los f undamentos de la
resol ución –a disposición de las mismas desde su dictado-, y que una vez que
sean entregadas l as copias pertinentes o notificados en la f orma que fuere,
comenzará a correr el plazo de tres días para interponer recurso de apelaci ón
(art. 450 del C.P.P.N.). Vencido el primer plazo de notificación de
fundamentos, sin q ue las partes hayan compareci do, comenzará a correr el
segundo pl azo (conf. art. 450 citado).
Hágase saber a la de defensa q ue Rolan do Oscar Nerone y Oscar
Roberto Gutiérrez deberán comparecer ante los estrados del Tribunal el día
lunes 23 próximo a las 10 y 10:30 hs. respectivamente, a fin de que los mismos

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sean notificados personalmente de lo resuelto y al efecto de hacerse efectiva
la intimación derivada de l o prescripto por el art. 518 del ordenami ento
ritual.
Notif íquese en l a forma de estil o al Sr. Representante del
Ministerio Público Fi scal.

Ante mí:

En la misma fecha se cumplió. Conste.

En del mismo noti fiqué al Sr. Fiscal y firmó por ante mí, de lo que DOY FE.

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USO OFICIAL
Poder Judicial de la Nación

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