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En sayo de l v u e lo
mu est ra r i o a n t ológ i c o
Este libro se distribuye gratuitamente con fines promocionales
Prohibida la reproducción comercial de este libro.
Cáliz
©2004 Elidio La Torre LAgares
Vicios de construcción
©2008 Elidio La Torre LAgares
5
Hijos de la Era Personal
Y de todo lo que provea felicidad instantánea.
Y aquellos hijos de los hombres
heredaron el trono usurpado
y el presente no fue mejor que el pasado,
y ya no hubo más progresión
y ya nada se creaba:
tantas mentes y tanta nada;
y tuvieron que expiar las culpas
de la mortal estupidez humana;
heredando así el caos,
hicieron monolitos de basura
plasmados sobre el cemento,
respirando atmósfera contaminada,
cenando comida recalentada con radiación,
y sin agua para saciar la sed;
y sin árboles que cobijen con su sombra;
y sin capa de ozono que filtre el fuego,
se quemaron en vida
aferrándose al falso cetro
muriendo de grandeza
porque en el epicentro de su caja torácica
sólo queda vacío
sólo queda hastío,
y todo perdió sentido
todo careció de esencia
y vivieron más bien por acción biológica
y automática
inhalando y exhalando
como péndulo
6
y el Tiempo se hizo juez
y condena y prisión
y de pronto, las llamas
consumieron la faz de la Tierra.
Y todo fue nada;
Y la nada fue nada.
Sin embrago,
Entre las grietas de la tierra seca
Árida y quemada,
Apareció un ser
De suaves pétalos blancos
Y alegre brillante centro amarillo.
7
espejo
Mirate. Desnúdate.
Coloca tu orgullo sobre la mesa.
Rebana el furor de tu coraje.
Fragméntalo. lnténtalo.
Imagínate que llegas hasta aguas diáfanas; y sosegadas.
Hoy no existe nada, excepto tú y tu reflejo.
Enfréntate. Mírate.
Déjate caer por tus córneas
como suaves cascadas.
St tú mismo.
Deja a un lado, aunque sea por un instante,
tu coraje social tu disfraz de a1guien.
Deslígate de toda aflicción material:
después de todo, y al final,
todo lo que queda eres tú.
Bate el miedo que te provoca la soledad.
lrónico: nunca has estado solo,
sólo contigo, mismo.
A eso le temes.
Dices que te conoces y, sin embargo,
te huyes.
¿Distingues esa cara al otro lado?
Eres tú.
Imperfecto. Descomponiéndote día a día.
Comenzaste a agonizar desde que naciste.
Tu came se putrefacta y se degenera.
Tan sólo mírate.
Ya no eres un niño.
Creces. Envejeces.
Recorre tu vida y escúrrela en el embudo de tu mente;
8
drena todos esos recuerdos y pensamientos y sueños
y succiónalos a tu vado.
¿Qué ha sido tu vida?
Tu risa has reventado en templos de oro
que brillan ante tus ojos y viven en tu came.
Pero su frialdad es siempre fría.
Te has colmado el intelecto de cifras y cálculos,
te has vestido en hilo y seda;
Has bebido entre copas la aspereza de la envidia
y tu debilidad te impulsa a flagelar al prójimo.
¿Acaso eso te infla de grandeza?
Posiblemente, en este momento,
alguien se apreste a mutilarte.
Cuantas veces habrás fingido,
ya sea una sonrisa, o amistad. o simpatía, o deseo, o sexo.
Depositado en la flaqueza de tu plel,
te entregas inerte a otro cuerpo en muerte.
Copulas como bestia salvaje.
¿Acaso no has conocido la pasión?
Dudas su signifIcado y desconoces su fuego.
Sí.
Te has columplado muchas veces en el borde de alguna
cama
como quien perfila. un precipicio.
mientras consumes un intenso cigarrillo
acompañado de la cadencia Iluviosa de una ducha.
Todo se reduce al mismo principlo genérico
que rige tu vida
Igual que tu ropa, tu corte de cabello,
tu casa , tu trabajo, tus zapatos, tu auto,
tu corbata, tu comida, tus tragos, tus diversiones,
tu respiro, tu aliento
9
y hasta tus pensamientos:
siempre algo que alguien pensó, quiso y dijo;
nunca tú.
Y lo único que ahora sientes
está muy, muy en tu adentro,
en ese lugar especial frágll y vital,
pero negado,
donde hay un eco que bosteza como una vorágine
en espiral
que resuelve en tu alma y sale por tu boca y te deja una
desabrida
desolación que hace tu corazón redoblar lentamente,
lentamente... y
tus párpados cayendo suavemente, suavemente...
final de una escena que culmina y que nadie ve.
10
prozac blues
El silencio se derrite
en los infernales adoquines:
San Juan hierve a 90 grados Farenheit,
a 90 grados prueba.
Sali a buscar no-sé-qué
como un cuerpo a su sombra.
Me detuve a hablarle
a las mudas murallas
sumisas hace 300 años.
Hoy desangran de tristeza.
En un instante, deseé detener las olas
y su infinito pendular cual somnifera nana:
yo cuelgo de sus pestañas.
Recorrimos la avenida
hasta Ilegar a Hato Rey.
11
moderno.
Entre la oleada encorbatada,
vi tantas sonrisas torcidas,
vi tanto simbolo de grandeza material:
vi el Alpha de nuestra generación.
12
Allí, Gustavo, Juan y Carlos
aún batallan en una selva en Vietnam.
De los que sobre-vivimos
muchos no hemos regresado.
Pero no importa..
Mi nepente Ilega por correo
cual aguas del Leteo-
mi bálsamo en Gilead.
Y no me siento culpable.
San Juan consume píldoras como si fuesen M & M’s.
13
minutos de piedra
Minutos de piedra
columpiándose entre
anillos de humo
ondeando en mi mirada
entre su centro
buscando luz en mi adentro.
He visto todo:
y no he visto nada
visto de negro
por los sueños fallidos:
por lo que son
y no han sido.
14
Cuerpos sin sombras
1998
15
fundamentalmente
Pero un hombre es
un mero mortal que juega a ser Dios;
el poeta
simplemente es Dios.
16
abriendo surcos
17
te cuelgas como una liana:
mi pie izquierdo sobre tu pie derecho;
tu pierna derecha haciéndome de cinturón,
y me trepas,
y nos hacemos enredadera;
nos hacemos ajonjolí y arroz.
Me impulso con firmeza
entre tus paredes de azúcar.
Te halo por la ónix caída de tu cabello-
y te rasgo y te muerdo-
y te abro el cielo en tus venas,
soplo de viento inmóvil bajo el vientre-
y atrapo tu aliento entre mis dientes-
y te abro como un loto-
y en la redondez de mis dedos
esparzo las hojas de tu puerta al Cosmos.
Aspiro este anhelo de agua y leche.
Intento insertar mi labio entre tu boca,
sin querer prenderme de ella.
Te esquivas.
Me buscas.
Te esquivas.
Tu labio inferior tiembla
en ondas involuntarias.
Con la noche bordada en tus córneas,
te derramas en llanto de luna glaseada,
nos succiona el delirio pélvico,
una luz se prende en nuestras pupilas,
y le abrimos surcos al Infinito.
Dios
debe estar cerca.
18
silencio
Su multiplicidad es un vertedero
donde se personalizan los desechos.
El silencio transmuta,
escucha los latidos,
hace eco a las ideas secretas.
El silencio es camaleón-
es higo-
es serpiente-
es árbol de la sabiduría.
El silencio es caracol.
El silencio es mar.
Desde entonces,
existe el ruido.
19
mi soledad
20
el último gran poeta
21
gran arrabal— Venid, que las balas aran el espacio y abren
surcos que sangran la tierra santa— Venid, que la violencia es
polilla en nuestros caballitos de madera— Venid, que cuando
se le acaben los sueños bonitos a nuestro último gran poeta la
tierra temblará de soledad, porque pronto no habrá arbolitos
ni ríos ni coquíes ni casitas en el campo; porque ya no habrá
más campo para respirarnos la evasión de la realidad— Venid,
venid y ver a un hombre que por vivir en el pasado castró al
futuro— Venid a ver a un hombre que simplemente retó a la
ley natural de la sobrevivencia: la evolución— Venid y llevad
como obsequio un frasco de la última imaginación del mundo—
Venid, venid que el correr de los tiempos jadea, y el lenguaje
en constante cambio nos sorprenderá con su nueva propuesta.
22
Cáliz
2004
[continuidad]
25
Luz
II
III
La luz se consume
—brasa, estrella, despertar—,
y se abre como un huevo
—fuego, sol, sueño—.
IV
26
cambio de piel
Desde mi ventana
Veo los estambres de una flor
bailar como ninfas en celo
y el viento se une al ágape.
27
En el cáliz, el pedúnculo espira
criptogramas de nebulosas
que se repiten
como las estrellas mismas.
Es un poema que está
en constante construcción.
Es el lenguaje de las estaciones.
El idioma consubstancial
de todas las cosas.
Es la frágil música de los espirales
que revuelve en su curso—
la soledad muda de la eternidad—
la espera inmortal por la ascensión
de todos los silencios—
la calma de los sueños
donde se criban las palabras
y se beben los poemas
como desde un río.
De orilla a orilla,
suele tenderse
una gran sinalefa
que los humanos
hemos denominado tiempo,
que sólo hace de sufijo cuando se sueña
y de prefijo cuando se recuerda.
De lo contrario,
es un signo en presente participio,
el dinamo que riega
las huertas de esperanza
donde quiera que existe
un corazón a medias.
28
Huertas de esperanza, pido,
a lo largo del camino
que la voz enclavija el aliento
para hacer brotar vergeles
desde las tierras
más sequizas del alma.
Prendido de un sueño,
me he sentado a escuchar
al cielo crujir como el acero
que se debilita en el fuego,
mientras los poemas caen
como dioses de agua
en su ínsito nacer
y con mi mirada de aguja
persigo el final del cielo.
Ya antes yo había
calzado los amaneceres
y había vestido los crepúsculos;
y hasta pretendí envasar los recuerdos
29
como luciérnagas en un frasco de cristal,
pero la vida fluye—
un torrente eléctrico—
incontenible, siempre cambiante—
y su estela se imprime
como un tatuaje de historias,
evocación
a lo que
deja de ser.
30
De aquel mundo,
sólo queda la favila—
las nubes secas como pasas—
los árboles yertos como columnas—
los mares reducidos a lama.
De lo centrípeto
a lo centrífugo,
han pasado días
en que me he arropado de profundas tinieblas
y noches
en que me han sobrado las estrellas.
Inevitablemente,
me haré de cruces
con mi transparencia
preguntándome sobre
la forma de las cosas,
hasta que descienda
31
el camino diamantino
con la única respuesta.
Venga la muerte.
32
Orión
Preparemos mi muerte,
tierna como la pulpa de las frutas::
la sangre espesa sobre la piedra,
el acero truena en mis huesos,
el vuelo de las palomas,
sobre las heridas::
bajo la sombra del escorpión
que duerme sobre mi frente,
mal vino que humedece mis labios.
33
mabón
34
La caída del cielo
35
y el recorrido será menos solitario
porque hasta tal vez le encontremos
uso a las palabras.
II
36
me levantarás de entre los muertos.
III
Un día caminaba yo
por las magras costas de la oscuridad,
cuando una doncella
destelló ante mis ojos,
se despojó de sus vestiduras
y me sonrió como una luna,
pero me trago como una serpiente.
Dormité en su vientre
hasta que ella, aburrida,
me expelió como algo indeseable.
Vagué aturdido
hasta que llegué a un hostal,
en donde declamé la flaqueza de mi alma,
la hambruna de mi carne,
37
la necesidad de mi deseo.
Ilusionado, pregunté
dónde podría encontrar a tan maravillosa creación.
Y lo fue.
38
Esa noche volví a dormir con Ilusión.
Y la noche después.
Y la noche después de esa.
Y la noche después de la después de esa.
IV
Osamentas de acero
callaban como evanescentes columnas
supuestas alguna vez
a sostener la carpa del cielo.
39
—Todos esperamos por Verdad—dijeron.
Y se sumergieron de nuevo en su oración muda.
Entonces, me senté
al pie de una fuente seca
a mirar como se ponía el sol por la sangre del mar.
Los ríos eran manos que rasgaban la tierra
en búsqueda de soporte para sostener el universo.
Yo miraba el silencio
el espino de voces que no dicen nada;
yo miraba la multitud y en ausencia de luz,
muy bien sobraban los ojos.
En las riberas coaguladas,
un olor a óxido bailaba al anochecer.
Era un olor sólido.
Era un olor singular.
Era el olor de una virgen perdida.
Era la sangre de la Verdad asesinada.
40
Queremos comer carne. Celebrar la carne.
Reírnos de la carne. Aborrecer la carne.
Queremos sacrificios humanos
de desgracia y fatalidad.
Entreténgannos, dije.
Que nos bailen las ganas de ser algo::
que las florestas vaginales se abrirán
en su fértil humedad
para dejarnos clavar
el cetro inmanente::
la soberanía totémica::
de la espada de fuego.
Atontémonos, claro,
con el redoble de los cuentos de hadas::
la maravilla de un vacuo ensueño
con el alma muerta a contratiempo::
que nos queda la mortalidad de la piel::
fino acontecer de momentos cáusticos::
que apesadumbran al tiempo en un tatuaje.
41
Entreténgannos, digo,
que la noche es larga y los rosarios son cortos.
Entreténgannos, repito.
Todo parece
inmaculadamente
espectacular.
VI
Al final, de todos modos,
mi cáliz esperaba una vaga lepra del alma.
Ella no me miró.
O no me vio.
42
No supe quién era el muerto.
VII
43
La memoria nada en cardúmenes.
Siempre vuelve a su océano,
como la memoria del tiempo.
VIII
44
madre, dejaste besos sin llegar::
y yo, la espuma de mi padre,
el escupitajo de una fiebre,
la sucesión de la sangre,
inconcluso,
y peor aún,
consciente.
IX
45
maldita sea tu promesa,
no llegaste a reparar nuestras alas::
y todo este tiempo te esperamos
con un vaso y plato limpios para ti, padre::
y la mesa se quedó servida::
te esperamos a través de los soles::
te esperamos a través de las lunas::
te esperamos todos los lunes::
hasta que poco a poco nos empezamos a deshojar
y tuvimos que racionar nuestra angustia
atenazando la espera al corazón,
para no desvanecernos en un suspiro.
46
Padre, que ya no nos queda cielo que mirar
sólo mugimos heridos a tu luna de mierda.
Yo soy la alusión
la elusión:: la ilusión::
esta carne prestada
se antoja de frotarse contra el tiempo
que sangra en sus llagas.
Yo he cruzado el río
y he tocado sus dos orillas.
Yo conozco el frío
de la sangre::
47
y mi corazón habita en una caverna.
Yo vengo del lugar
al que nos dirigimos::
yo vivo prisionero en este cuerpo::
yo soy el eco del Lázaro,
venido de los muertos.
XI
Tú y yo,
que nos hemos topado miles de veces
el uno con el otro sin saber que existíamos,
trazamos nuestra propia geografía.
El mundo expele esta noche
sulfúricas cenicientas que peregrinan
en maravillosas carrozas de topacio y turmalina,
pero tú y yo nos encontramos
al otro lado del espejo.
Tú y yo
hemos convivido en la soledad
que maldice a los poetas en las entrañas
de los sueños a oscuras::
y en la sal del sudor fosforece en la frontera
que cose nuestras pieles
hasta que tu cuerpo, desnudo sobre mí,
se amolda al mío
y entonces somos
dos mitades de una misma ostia,
una luna de pan
que se deshace en la saliva cálida
de nuestras inquietantes lenguas.
48
Tú y yo
no necesitamos conformarnos
con la imperfección.
A mí también se me ha muerto
el amor en las manos.
XIII
Tomemos la duda
como la única certeza que resplandece
49
en la majestuosidad de la noche.
Aullemos versos
en la cripta lunar
si los pies no nos alcanzan
para caminar sobre el agua.
Cuervos de hogueras
vuelan por el velo del paladar
donde el espacio se enrancia
con el suero mordicante
del nunca-llegar.
XIV
50
Los rosarios rodarán en su letanía feudal
y la carne se secará como hojas caídas.
¿Quién lamerá el rocío de los perdones?
¿Quién le dirá a la muerte
que nos han quitado la vida?
XV
La ciudad se enterró
en un flujo mercúrico
como el aguijonazo
de un escorpión::
todo fue oscuro::
todo fue silencio::
alguien liberó al tiempo
de su botella
y los ángeles descendieron,
carentes de sexo,
entre jades y esmeraldas,
para permutar agonías
por glorias en desuso.
51
intersticio desértico
del recuerdo
la frágil memoria.
Y de pronto hubo
sed de amores::
sed de obliterar
los recintos escondidos
de la voz que clama
por tocar la eternidad::
la sed de ahogarse
en el dulce ardor
de un beso
como en el principio
del primer latido.
Y de pronto hubo
un deseo eterizado,
como la calma de las praderas::
y nuevos salmos brillaron
bajo el neón misterioso
para iluminar
la búsqueda anónima y silenciosa
de nuevas verdades::
nuevos himnos::
el vino prestado de la ilusión::
el vino de sangre en una nueva comunión::
un placer íntimo::
como hacer el amor
con Dios ausente.
52
De pronto hubo lágrimas
y de pronto hubo un vacío::
de pronto añoramos
algo puro y virgen::
algo no tocado por la palabra::
algo inmaculadamente divino.
Y supimos
que ya nada sostendría el cielo.
Todo fue tan crudo::
todo fue tan cruel,
que finalmente
alguien gimió una elegía
y todo fue inmaculadamente
es-pec-ta-cu-lar.
53
Vicios de construcción
visitación de la Muerte
la Muerte llega
se sienta
se sirve de mi whiskey
enciende un cigarrillo
para alcanzarte
no hacen falta brazos
cansada de mí,
ahora bebe del pozo
de mi sangre
la Muerte
me arroja un beso
que duele
y no puede ser desecho
mi piel prestada
abriga tormentas
y humecta poemas
de piedra
que hacen la verdad
más llevadera
la Muerte
57
termina el trago
termina el cigarrillo
termina conmigo
en efecto,
para alcanzarme
no le hacen falta brazos
58
sábado en el Recinto Sur
ya qué:
inventar otro veneno necio
con elegancia
[la voz es un conductor térmico]
ignorar
que entre tanta muerte
sea improbable
que no tropecemos con algún fantasma
y al final de la noche,
permanecer anónimos
59
inercia
silentes— sonríe
a medias como si tentara
de su mirada— me ahogo,
me dice
y su rostro se aja
como el papel
60
pérdidas
Melancholy is useful. Use yours
-Li Young Lee
el árbol desnudo
permanece impávido
insufrible, indoloro
el árbol, es obvio,
no las extrañará:
no tiene recuerdos
pese a que se hace en el tiempo
el árbol, he de decir,
no sabe poesía
el árbol, seguro,
no tiene necesidad
de reparar por sus pérdidas
61
memoria
From pain you suffered, pain had set you free
-Howard Moss
62
a lo temporal, mas aun ininteligible
contenida, mas aun continente
en la geografía de la memoria
63
priceless
De veras que…
hay cosas en la vida
que no sabemos
cómo pagar
64
my avatar
65
vicios de (cons) tr[u] CC ión
después,
nosabandonó,
aun(que Re gresó
mi madre
pasa
bala
tarde
amasando buñuelos,
sus ojos endulzados
en el sirope de arce
sobre las de
formes
66
:bo
las:
de
/ha
ri
na/
du
ra
a. (fuera) b. (dentro)
la casa la pintura
se empantanaba se descascaraba
67
vía
caen
go
tas
en La
sa
la
Si
qué le
vamos
a ser
¡mesdifícildecirtodoesto!
¿mesdifícildecirtodoesto?
mesdifícildecirtodoesto
pero, al fin,
son [¿solo?]
vicios de (cons) tr[u] CC ión
68
Ensayo del vuelo
2008
69
70
Los hombres vivimos colgados del lenguaje
-Niels Bohr,
Premio Nóbel de Física
71
I. El primer vuelo
el deseo
precedió a la palabra
antes que las cosas
tuviesen nombre,
en aquel tiempo
cuando éramos
dos islas distantes,
irrespectivamente
de la consecuencia
de una en la otra
previo al sonido,
no podía existir el silencio,
hasta que transigimos
una moneda de cambio,
un lenguaje
para entender
el suelo común:
una metáfora
que aunara
todo lo que somos,
que siempre,
de alguna manera,
es lo que nunca fuimos
73
II. Del origen del vuelo
hueco el hueso
y liviano el cuerpo,
las mandíbulas
y dientes
se convirtieron
en pico
y la cola
se afinó
en timón
las extremidades
anteriores
fueron
formando
el ala
del origen
del vuelo,
se piensa
que nace
de una
avidez
por la vida,
esa
condición
de la muerte
me ha parecido
que un destino
74
muy similar
ha superado
en mí
la poesía
75
III. El vuelo al cuerpo muerto
I buried my father
in my heart
-Li Young Lee
desenterré a mi padre
moldeado en el cemento
donde los nómadas
transitan este mi suelo prestado,
y me acosté a su lado
lo extraje de su tumba
de olvido
desenterré a mi padre
y vestí su chaqueta
y calcé sus zapatos
para pasear
por la memoria
comí de su carne
pesada y putrefacta
como si almorzara
tiempo viejo
y bebí el café
76
de la noche
dulcorizado de estrellas
y templé versos
de otra imaginación
visto
con otros ojos:
un delirio frío
que proclama
la posesión de un cuerpo
reconocible, mutable,
la forma perfecta
para mi voz sin vida
77
VI. Sabotear el aire
la palabra
es respirar
el sonido
sabotear el aire
trizarlo,
romperlo,
para luego
hacer suturas
de poemas,
esos insistentes
y fútiles
intentos
por levantar el vuelo
78
VIII. Vuelo gris
en mi cuerpo,
soy la nulifación
del cuerpo
entonces,
cuando despierto,
tiemblo
en el espanto
de un frío nido
79
X. El vuelo imposible
la luna de invierno,
en cuya blancura
se rompe tu silueta,
ha ascendido entre migajas
de cielo, donde prendamos
los ojos buscando el titilar
de la memoria, ese remanente
intangible del cuerpo,
que intentamos superar
con las palabras abortadas
al filo de nuestras pupilas,
en los momentos suspicaces
salpicados de odio y polvo,
entre archipiélagos de humos
que salen de nuestras bocas,
un lenguaje silencioso
que toma el lugar
de las palabras
ahogadas
en la distancia
80
XI. Charles Lindbergh alza vuelo
una densa
oscuridad
lo recibía
entre
la niebla
algodonada
del Atlántico
sobre Cape Cod
y Nueva Escocia
el rumor
de las
estrellas
se confundía
con el motor
de la nave
la nada
deglutía
la luna
como si se
deshilara el viento,
los fantasmas
traspasaban
el fuselaje
de la nave
con sus voces
humanas,
81
familiares,
espectrales,
eran
voces
venidas
desde el vacío,
de lo intocado
e inalcanzado
a punto de
ceder
82
XII. Venidos en vuelo
en la oscuridad
no había otro camino
que tocarnos
su cuerpo tibio
asechaba
entre sombras
y derrumbaba
el silencio
con sus vaporosos
respiros
un tajo de luz
marcaba su rostro
se condensaba
el sudor
en sus pechos
luego se vertió
sobre mí
como condición
inefable
de espacio
83
en un mismo movimiento
y fuimos menos
venidos a más
84
XIII. Apolo 8
a falta
de técnicas
de medición
más precisas,
el astronauta
levantó su dedo pulgar
y lo fijo en la ventana
la nave,
en su elíptica,
emergía
entre la totalidad sorda
del lado oscuro
de la luna
en el horizonte,
una canica azul
amanecía
frágil
solitaria
danzaba en torno
a su propio centro
a su alrededor,
cantaba el silencio
y tras el dedo pulgar,
un botón de planeta
85
le revelaba al astronauta
toda la grandeza
de nuestra minucia
una espantosa
soledad
de Dios lejano
enmudeció
el cosmos
86
XVIII. Movimiento del vuelo
el atardecer, cansado,
llega con su rostro
tangerino y violeta y frío
si todo, triunfalmente,
87
acata el paso del aire
en un éxtasis
que nos brinde el sosiego,
hasta que llega nuevamente la luz
penetrando suavemente
el espacio y el tiempo
88
XX. La promesa del vuelo
la lámpara
desmembra
el último
vahído
radiante
en este cuarto
arrendado
a la muerte
la piel
transcribe
la voz
calmada
de los huesos
toco tus
lunares
como un
braille
secreto
es lo indisoluble
lo que queda
de tu cuerpo:
un alfabeto fugaz,
la materia del lenguaje
que poetiza
todo lo que falta,
al marcharte,
89
recoges las alas,
y arrastras contigo
la promesa
de tu cielo
90
XXII. El último vuelo de Amelia Earhart
ya cruza
el abismo
entre quien conoce
y lo que se conoce
y ahora la nave
se adentra
en una densa ceguera
el vuelo desentona
en la nada
91
ya en caída irreversible,
se acerca al entendimiento
de la última Verdad
la noche
se hace el día
visto
desde el otro lado
92
XXIII. Vuelo nocturno
caminar la ciudad
mientras enciendo
el acuartelado aire,
sin poseer fuego
perturbar la oscuridad
con la fricción
del cuerpo necio
entre el leso vacío
querer elevarse
sobre los billboards
y combustionar
lentamente con las estrellas
añorar la esperanza
en una esquina
despoblada
en una oscura avenida
abrir la jaula
del sufrimiento
para caducar
en algún deleite
93
borrarme en el silencio
que queda al despojarme
de mi memoria,
y en la ausencia, envejecer
94
XXV. Vuelo final
en esta tarde
donde los rascacielos
han tomado
la silueta de las montañas,
el vértigo y el éxtasis
se asientan como alas
tras el vuelo del alma
ya vivido, ya balanceado,
en caótica armonía,
sumado por la experiencia
y sustraído por el tiempo,
mudo el plumaje de la memoria
95
y me preparo para mi último vuelo:
cobijaré
aquello que tenga
que aprender de la muerte
96