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Grupo Misionero Secundario
Celebración penitencial
Podemos vivir una celebración penitencial a partir de las pascuas.
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Tras esa puerta invisible, está la sede de nuestro amor, de nuestra fe, de nuestra fraternidad. ¿Esa
puerta la tenemos siempre abierta? ¿Dejamos fácilmente la posibilidad de entrar y salir? ¿La
tenemos cerrada quizá con llave, condicionando el acceso? ¿Tenemos cabida para muchos o para
pocos? ¿A quienes nos gustará de verdad darles acceso?
Podemos depositar ahora nuestras llaves, mientras pensamos en el fondo de nuestro ser, algunas de
las preguntas formuladas.
Todas las viviendas, grandes o pequeñas, tienen una puerta de acceso. Por ella entramos para
encontrarnos dentro de un hogar; por ella salimos, tras haber fraternizado. Hay viviendas a las que
es muy difícil acceder, ya que están cerradas con doble llave.
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Hay otras muchas en las que el acceso resulta sencillo, fácil y familiar. Parece como que superar un
umbral fácil de abrir nos hace descubrir el acceso confiado de las personas que habitan dentro de
ella. Y así mismo, es bastante normal encontrarse con que, a la dificultad para abrir una puerta, se
añade la dificultad para relacionarse con quienes así se encierran. Como si la seguridad exterior
indicara también las barreras interiores que las personas tienen.
Hay personas, que con su mirada, con su fiabilidad, con su sencillez, con su acogida cariñosa,
permiten el acceso a muchas personas, de modo que compartir la cercanía en su interior resulta
riquísima, fraternal, profunda, religiosa, caliente.
Muchas veces, es verdad que la vida nos va endureciendo con sus experiencias críticas. Y poco a
poco, renunciamos a la apertura, renunciamos a seguir dando confianza, y preferimos encerrarnos
solos.
Entonces, no sólo entran muy pocos o nadie dentro de nosotros, sino que también nos alejamos de
la necesidad que tenemos de los demás. Con nuestra soledad, sobreviene la dureza, la frialdad...
Intenciones. Las personas que antes depositaron su llavero, vuelven a la mesa, y, al tiempo que
recogen su llavero, libremente expresan una petición.
“Bienaventurado el que
sirve porque sabe amar
como Dios ama.”
Sucedió el lavatorio de los pies cuando acabó la
cena. Jesús se levantó, se quitó los vestidos y se
ciñó un lienzo. Echó agua en una jofaina y se puso
a lavar los pies a los discípulos y luego se los
secaba con el lienzo con que estaba ceñido. Y así a
todos. Llegó el Señor donde Pedro para lavarle los
pies, pero éste le dijo al Maestro: «Señor, ¿Tú me
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lavas a mi los pies?» Jesús le dijo: «Lo que Yo hago no lo entiendes tú ahora. Pero lo entenderás después».
Díjole Pedro: «A mí no me lavarás jamás los pies». Respondiole Jesús: «Si no te lavo, no tendrás parte
conmigo». Dícele Pedro: «Señor, no solamente mis pies, sino también las manos y la cabeza». Cuando acabó
de lavar los pies de los apóstoles, tomó sus vestidos, se sentó de nuevo a la mesa y les dijo: «¿Sabéis lo que
acabo de hacer con vosotros? Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien porque lo soy. Si Yo pues, os
he lavado los pies, siendo vuestro Señor y Maestro, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros.
Porque os he dado ejemplo, para que vosotros hagáis también como Yo he hecho».
"Y mientras celebraban la cena, cuando el diablo ya había sugerido en el corazón de Judas, hijo de
Simón Iscariote, que lo entregara, como Jesús sabía que todo lo había puesto el Padre en sus manos
y que había salido de Dios y a Dios volvía"(Jn) Este es el contraste: la libertad que no quiere amar y
la libertad que se da sin tasa. La conciencia que Cristo tiene de su misión es total. Él sabe su origen
como Hijo engendrado eternamente por el Padre e Hijo de los hombres, cabeza de toda la
humanidad, y sabe que su camino de vuelta al Padre pasa por medio del dolor y del amor, del
servicio como Siervo doliente que ama consiguiendo el perdón.
El ambiente es religioso y solemne. Todos miran a Jesús que hace un signo sorprendente: lavar los
pies de los discípulos.
Jesús "se levantó de la cena, se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó. Después echó agua en
una jofaina y empezó a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había
ceñido"(Jn). Momentos antes los discípulos discutían "sobre cuál era el mayor"; no parece una
discusión para situarse más arriba unos que otros, sino para estar más cerca del Maestro. Le querían
mucho y le conocían bien. Se daban cuenta de que quería decirles muchas cosas y también de que
era muy sensible a su cariño. Con el trato, el respeto había aumentado, pero también el amor.
Quieren estar cerca del Señor y se establece una rivalidad amistosa.
Por fin se sientan y se acomodan más o menos a gusto. Y entonces Jesús les muestra el mejor modo
de querer. El orden de la caridad va a ser muy distinto del modo anterior. Jesús ama sirviendo; y,
sirve como lo hace un esclavo a sus señores. La sorpresa debió ser grande, y es precisamente Pedro
quien manifiesta el estupor general. Su temperamento y su amor apasionado a Jesús aparecen de
nuevo: "Señor, ¿tú me vas a lavar a mí los pies?"(Jn). Pedro comprende de manera particular lo
profundo de la humillación del Señor, y se rebela, no la acepta. Pedro percibe la distancia entre un
pecador como él y Jesús. Por eso le cuesta comprender que Jesús se humille tanto.
Es evidente que Jesús quiere revelar el valor de la humildad, del servicio y la necesidad de la
purificación para acceder a la Eucaristía. Pero no se trata de una lección más de las muchas que han
recibido; se trata de una nueva revelación de la intimidad de Dios. Quiere manifestarse como el
Siervo de Yavé que purifica los pecados de todos por la vía del dolor, como dice Isaías. Pedro sabe
que Dios es Amor, pero ver de rodillas el amor humilde de Dios, le parece demasiado. Pedro ama a
Jesús y sabe que el Señor también le ama, pero es consciente de la distancia entre ambos. Tanto el
amor de Pedro como el de Jesús son entrega, pensar en el otro, querer el bien del otro, pero en
Jesús,“el mayor sirve al menor”, hasta el extremo de que Dios sirve al hombre, incluso al hombre
sucio por el pecado, es decir, al hombre que no le ama. Esa es la diferencia y a Pedro le cuesta
aceptarla; se resiste.
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conmigo o contra mí. Pedro no puede soportar estar alejado del Señor. Su queja y su rebeldía
manifiestan un amor muy grande, pero imperfecto. Es un amor que le oscurece la mirada, no
comprende la grandeza de aquella humillación, ni el significado de aquel servicio. Jesús le disculpa
"lo comprenderás después". Lo comprenderá cuando tenga que amar a otros inferiores a él. Sabrá
algo del amor divino cuando realmente llegue a amar a otros, menos santos, con menos prestigio o
menos autoridad, aprenderá a servir sin ningún ademán de desprecio. Es más, llegará a amar a los
que le desprecien, porque su amor será de un nivel divino. Pero ahora todavía su amor es muy
humano; no es el amor de un verdadero santo, de un hombre de Dios.
Jesús le había dicho "el que se ha bañado no tiene necesidad de lavarse más que los pies, pues todo
él está limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos"(Jn). Y aquel "no todos" se clava como
una flecha en su alma: ¿de quién habla?
Jesús realizó la ceremonia del lavatorio con detenimiento. Los purifica uno a uno en medio de un
silencio tenso. Todos se dejan lavar mientras se examinan.
Y por fin Jesús explica con palabras el significado del signo: "Después de lavarles los pies tomó el
manto, se puso de nuevo a la mesa, y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Señor y
el Maestro os he lavado los pies, vosotros también os debéis lavar los pies unos a otros. Os he dado
ejemplo para que así hagáis vosotros. en verdad, en verdad os digo: no es el siervo más que su
señor, ni el enviado más que el que le envió. Si comprendéis esto y lo hacéis seréis
bienaventurados"(Jn).
Es la última bienaventuranza antes de la Pasión, y como un compendio de las muchas que fue
diciendo a lo largo de su vida pública, además de las ocho del Sermón del Monte: Bienaventurado
el que sirve porque sabe amar como Dios ama.
¿Qué sentí?
¿Qué parte me gustó más? etc
No me interesaban las cosas. Me interesaban las personas. Me interesaba, sobre todo, la amistad. No
me cansaba de pedir amigos: amigos que me siguieran, que se unieran a mi causa, que estuvieran
conmigo, que continuaran mi tarea.
Mi petición de hoy va en la misma línea. No os voy a pedir ayuda material, aunque también la
necesito para mis pobres. Tampoco os voy a pedir que dejéis a vuestra familia y vuestros trabajos,
aunque a alguno se lo seguiré pidiendo. Mi petición va dirigida a todos y está al alcance de todos.
Mirad, me paso unas ganas tremendas de seguir «haciendo el bien», pues veo a tanta gente triste y
necesitada. Me muero de pena al ver que muchos niños no sonríen y mueren prematuramente. No
puedo soportar la imagen del joven que camina a la deriva, que quema su vida con cualquier tipo
de droga y se hunde en el infierno del vacío y de la desesperación. Me entristece la estampa del
viejo, al que nadie quiere y que parece estorbar en todas partes. Cada matrimonio que se rompe es
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una cuchillada a mi corazón. No digamos otro tipo de violencias y de guerras. Me rebela el que
unos se aprovechen de los otros, que siga habiendo personas y pueblos sin libertad y sin dignidad.
En fin, no voy a repetir aquí lo que bien sabéis vosotros. Lo que sí quiero deciros es que unas veces
me dan ganas de llorar y otras de coger el látigo.
Y lo que os pido, lo que te pido, es que me prestes tus manos para que con ellas yo pueda seguir
curando, bendiciendo v acariciando. Te pido que me prestes tus pies para que pueda seguir
acudiendo a las llamadas de tantos desvalidos y para correr detrás de los que se descarrían. Te pido
tus labios, para besar a tantos niños y a tantos hambrientos de amor. Te pido tu lengua, para seguir
dando buenas noticias a los pobres y denunciar a los hipócritas y opresores. Te pido tus ojos, para
mirar con ternura y cariño a toda la gente.
Te pido tu rostro, para sonreír a cada uno, para sonreír a pesar de todo, para iluminar todas las
situaciones con mirada de gracia, de paz y de alegría. Estáis tan nerviosos y preocupados, que lo
llenáis todo de angustia. Te pido, en fin, tu corazón, para que yo pueda seguir amando a mi
manera.
Si me los prestas, no hace falta que te desprendas de ellos. Es muy sencillo: utilízalos tú como si
fuesen míos, como si ahora te los prestara yo. Haz tú con ellos lo que estoy deseando hacer yo.
Sonríe. pues, aunque no tengas ganas de hacerlo, pero sabiendo que yo lo quiero. Comparte,
aunque te cueste, pero piensa que yo lo haría. A multiplicar los servicios, aunque te canses, pero
consciente de que yo vine para eso. Ama siempre de la manera que yo lo haría.
Te infundiré mi espíritu, para actuar yo desde ti mismo. Te enseñaré el modo y la manera, te daré la
fuerza y la capacidad. Yo me prolongaré en ti. Tú serás mi instrumento y mi sacramento. Tú y yo
seremos, te lo aseguro, un Dios para el hermano.
Te lo pido por el Amor del Padre, por el dolor de los inocentes, por todo lo que más quieras. En
espera de tu respuesta positiva, te mando un beso de amistad.
Jesús.
Dinámica
El Señor así nos invita a lavarle los pies a nuestros hermanos así como él lavó el de sus mejores amigos. Y
espor eso que hoy necesita de nuestras manos para lavarle los pies a quienes pudo a nuestro lado.
Reflexión
Celebración final
Cuando observo el campo sin arar, cuando los aperos de labranza están olvidados, cuando la tierra está
quebrada y abandonada me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?
Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota al débil. Cuando veo al prepotente y pedante,
enriquecerse del ignorante y del pobre, del obrero y del campesino carente de recursos para defender sus
derechos, me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?
Cuando contemplo a esa anciana olvidada, cuando su mirada es nostálgica y balbucea aún palabras
de amor por el hijo que la abandonó, me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?
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Cuando miro a ese joven, antes fuerte y decidido, ahora embrutecido por la droga y el alcohol.
Cuando veo titubeante lo que antes era una inteligencia brillante y ahora con harapos, sin rumbo,
sin destino; me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?
Cuando esa chiquilla que debería soñar en fantasías, la veo arrastrar la existencia y en su rostro se
refleja ya el hastío de vivir, y buscando sobrevivir se pinta la boca y se ciñe el vestido y sale a
vender su cuerpo; me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?
Cuando aquél pequeño a las tres de la madrugada me ofrece su periódico o su miserable cajita de
dulces sin vender. Cuando lo veo dormir en la puerta de un zaguán o debajo de algún puente
titiritando de frío, con unos cuantos periódicos que cubren su frágil cuerpecito. Cuando su mirada
me reclama una caricia, cuando lo veo sin esperanza vagar con la única compañía de un perro
callejero, me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?
Y me enfrento a él y le pregunto: ¿Dónde están tus manos Señor?, para luchar por la justicia, para dar una
caricia, un consuelo al abandonado, rescatar a la juventud de las drogas, dar amor y ternura a los olvidados.
Después de un largo silencio, escuché su voz que me reclamó: ¿No te has dado cuenta que TÚ eres
mis manos?
¡Atrévete a usarlas para lo que fueron hechas, para dar amor y alcanzar las estrellas!
Y entonces comprendí que las manos de Dios somos TÚ y YO.
Nosotros somos los que tenemos la voluntad, el conocimiento y el coraje para luchar por un
mundo más humano y más justo, aquellos cuyos ideales sean más altos que no puedan acudir a la
llamada del destino, aquellos que desafiando el dolor, la crítica, la blasfemia, se reten a sí mismos
para ser las manos de Dios.
Señor, ahora me doy cuenta que mis manos están sin llenar, que no han dado lo que deberían dar.
Te pido perdón por el amor que me diste y que no he sabido compartir. Sé que las debo usar para
amar y conquistar la grandeza de la creación. El mundo necesita esas manos llenas de ideales y
estrellas, cuya obra magna sea contribuir día a día a forjar una civilización. Unas manos que
busquen valores superiores, que compartan generosamente lo que Dios nos ha dado y puedan al
final llegar vacías al cielo porque entregaron todo el amor para el que fueron creadas.
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Celebración penitencial
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Alguna dinámica puede ser tipo barro, ensuciarnos las manos etc
O por ahí otra es una imagen de Jesús, de su cara, en un papel de diario vamos escribiendo algún
pecado en el que me siento reincidente (podemos leer el examen de conciencia sobre las
bienaventuranzas para dar algunas ideas), y lo pego sobre su cara. Así se tapa toda su cara.
“Bienaventurado el que
sabe darse cuenta de la
necesidad del otro, porque
Dios saldrá a su
encuentro.”
Tras el retiro, al nordeste del lago,
probablemente en Banias, en las fuentes del
Jordán, alejados del poder del rey sangriento,
vuelven a Cafarnaúm.
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acercaron los discípulos y le dijeron: Este sitio es desierto y ya es muy tarde: Despídelos para que
vayan a los campos y aldeas vecinas y se compren algo para comer" (Mc). A Jesús y a los que le
escuchan se les ha pasado el tiempo volando. Habla, enseña, cura, consuela, abre horizontes, actúa
como buen pastor. Pero el tiempo pasa y hay que comer; se hace de noche y hay que ser prácticos.
"Jesús les dijo: "No hace falta que vayan; dadles vosotros de comer". Ellos contestaron: No tenemos
más que cinco panes y dos peces" (Mc), que eran de un muchacho que estaba por allí.
"Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia él una gran muchedumbre, dijo a Felipe: ¿Dónde
compraremos pan para que coman éstos? Lo decía para probarle, pues él sabía lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno coma un poco. Uno
de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí hay un muchacho que tiene
cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es esto para tantos?"(Jn)
Evidentemente, no pueden dar de comer a tanta gente; ni ellos mismos pueden alimentarse. Jesús
ve que es el momento oportuno para un signo grande. Y "dijo: Haced sentar a la gente. En aquel
lugar había mucha hierba. Se sentaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Jesús tomó
los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban sentados, e igualmente les dio de
los peces cuanto quisieron. Cuando se saciaron, dijo a sus discípulos: Recoged los trozos que han
sobrado para que nada se pierda. Entonces los recogieron, y llenaron doce cestos con los trozos de
los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido"(Jn)
Era cinco mil hombres; contando mujeres y niños se puede multiplicar por tres o cuatro resultando
el número bastante elevado. Se necesitan muchos kilos de pan para dar de comer a tantos. Jesús
toma la ofrenda humilde y generosa del muchacho, y parte el pan. Al darlo, y volver a tomar el pan
para partirlo, permanece la misma cantidad, así hasta los miles de panes para todos que coman
hasta hartarse. Igualmente con los peces. La gente come, están saciados, se preguntan de dónde ha
venido tanto pan si nada tenían. Y corre la voz del nuevo milagro. Sobran doce canastos llenos, hay
pan en abundancia. El entusiasmo se hace visible. "Aquellos hombres, viendo el milagro que Jesús
había hecho, decían: este es verdaderamente el Profeta que viene al mundo. Jesús, conociendo que
iban a venir para llevárselo y hacerlo rey, se retiró de nuevo al monte él solo"(Jn).
No quiere Jesús el éxito engañoso de ser elevado a la categoría de rey temporal. Él lo podría hacer
mejor que cualquiera de los gobernanates de los pueblos de cualquier tiempo, pero su reino es
espiritual: viene a liberar de la esclavitud del pecado y del diablo, bastante más difícil que
conseguir un buen abastecimiento de pan. No va a ser fácil convencer a los que están exaltados. Y
se va, diciendo a los suyos que se marchen a la otra orilla del lago, a Betsaida Julia, y despide a la
gente.
Inmediatamente después Jesús mandó a los discípulos que subieran a la barca y que se adelantaran
a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, despedida la multitud, subió al monte a orar a
solas; y después de anochecer permanecía él solo allí. Entretanto la barca estaba ya alejada de tierra
muchos estadios, batida por las olas, porque el viento le era contrario. En la cuarta vigilia de la
noche vino hacia ellos caminando sobre el mar. Cuando le vieron los discípulos caminando sobre el
mar, se turbaron y decían: Es un fantasma; y llenos de miedo empezaron a gritar. Pero al instante
Jesús comenzó a decirles: Tened confianza, soy yo, no temáis. Entonces Pedro le respondió: Señor,
si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. El le dijo: Ven. Y Pedro, bajando de la barca,
comenzó a andar sobre las aguas hacia Jesús. Pero al ver que el viento era tan fuerte se atemorizó y,
al empezar a hundirse, gritó diciendo: ¡Señor, sálvame! Al punto Jesús extendiendo su mano, lo
sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? Y cuando subieron a la barca cesó el
viento. Los que estaban en la barca le adoraron diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios"(Mt).
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Ha dejado claro su poder sobre la materia del pan y de los peces. Después manifiesta su poder
sobre su propio cuerpo caminando sobre las aguas. La fe va creciendo en los apóstoles, y
adorándole dicen: "verdaderamente eres Hijo de Dios"(Mt); es como un despertar, pues "no habían
entendido lo de los panes pues su entendimiento estaba embotado" (Mc).
Canción: Quiero ser pan para el hambre ser el pan de mi pueblo y construir el escándalo de
compartir.
¿Qué sentí?
¿Qué parte me gustó más? etc
Puede haber algún cuento o dinámica de abandonarse en las manos de Jesús como el chico que
le da lo unico que tiene mucho o poco para que Dios lo convierta en algo mejor.
Por ahí aca se podria leer la Pasión según Mbanza.
Pobreza
Soberbia
Aceptación
Poder ver a Jesús en el otro (en mi comunidad, a quienes visito)
Amar: darse a sí mismo y suscitar en los demás actos de amor
Modo de Dios para manifestarse
Dinámica
Reflexión
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Puede ser también el texto “Descalzarse para entrar en el otro” de Descalzo. Acá habla de cómo
predisponernos a escuchar al otro, que actitud debemos tomar. El corazón como lugar sagrado.
La comodidad y el temor me impiden entrar en el otro.
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