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Grupo Misionero Secundario

 Algunos de los diálogos de Pasión de Descalzo


 El Credo que hicimos en la Pascua Joven
 El cuento de Demasiado Tarde de Menapace
 Texto “Cinco Reglas para vivir la misión”
 Texto “Los diferentes tipos de misioneros”
 Testimonios de misión escritos de los chicos del Grupo o
que les vengan a hablar.
 “Señor enseñanos a orar” Lc 11,1
 Sobre amar Libro Van Thuan p.83
 Texto de la Carpintería para reflexionar sobre Comunidad
 “¿Y uds quién dicen que soy yo?”
 Letanías cantadas Taize
 Dejarse amar por Dios “El regreso del H. Prodigo” pag 114
 Alguna canción pagana para acompañar los encuentros
 Texto “¿Qué quiere Dios de mi?” 5-10

Cada uno de estos encuentros se vive como celebración, en torno al


Evangelio.

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“Bienaventurado el que sirve porque sabe amar como


Dios ama.”
El Lavatorios de los pies: gesto de dejarse perdonar, pobreza e invitación a servir

¿Dónde estoy? ¿Dónde está hoy mi corazón?


 Podemos empezar con el salmo adaptado “Busco tu rostro, Señor”, algo para ponerme en
presencia.
 Hay mucha gente que nos dice “Señor queremos ver tu rostro” Jn 12,21
 Volvemos sobre lo visto en la dinámica de la casa.
 ¿Cómo pasamos la Pascua? Algunos fuimos a sevir a la gente de la calle, la importancia de
compartir desde el corazón a Dios.

Celebración penitencial
 Podemos vivir una celebración penitencial a partir de las pascuas.

Hemos vivido en esta ultima semana la muerte y resurrección de nuestro Señor.


Necesitamos revisar nuestra vida, necesitamos pedir perdón, necesitamos cambiar,
transformar nuestra vida. Sentimos la necesidad de recobrar la paz interior,
necesitamos sentirnos perdonados.
En esta celebración tenemos la oportunidad de reconciliarnos con nosotros mismos,
con nuestro Dios Padre y con nuestros hermanos. Hagamos, pues, silencio interior,
revisemos nuestra vida y acudamos a nuestro Padre para pedirle perdón, para
reconciliarnos.

Podemos hacer Oración Eco con este salmo.


SALMO PARA PEDIR PERDÓN

Yo sé que me quieres, Señor, porque eres bueno,


porque tienes un corazón sensible, perdóname;
limpia mis bajos fondos de pecado,
y de mis caídas continuas, levántame.

Me siento pecador ante ti, que eres santo;


mi pecado está agarrado a mí.
¡Cómo soy!: Contra ti, contra ti sólo pequé
y tus ojos han visto con pena mi corazón joven manchado.

Qué alegrón que eres Padre, y también justo y recto,


y que juzgas sin chantajes ni partidismos.
Lo siento; ya nací manchado por la culpa.
Ya antes de nacer estuve envuelto en las tinieblas.

Tú me miras fijamente y amas lo profundo y limpio dentro de mí


y me amas suavemente como amigo en el silencio.
Abrázame y tu amor me cambiará el corazón,
sé mi amigo y caminaré hacia la cumbre.

Devuélveme, que lo perdí, el gozo y la alegría,


y toda mi vida salte en fiesta.
Somos amigos: olvida el mal que hice,

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y ayúdame con tu amistad a renovarme.

Que nazca en mí, como una fuente, un corazón puro,


y una voluntad firme, Señor, fragua en mí.
Quiero ver tu rostro alegre a mi lado,
y tu fuerza ante mí, me acompañe siempre.

Dámela, te lo pido, la alegría de tu salvación


Y un corazón sincero que se juegue todo por ti.
Les diré a los jóvenes que tus caminos son formidables,
y a los que pecan sin conocerte que prueben lo que eres tú.

Dame vida, pues yo amo el vivir,


tú que eres Dios de la Vida,
y con el la diré a los hombres que contigo todo es posible.
Abre mi corazón y mis labios hacia ti, Señor,
para que te diga cuánto te quiero.

Ya sé que tú no andas con vueltas


y que no quieres de mí palabras vacías.
Lo que me pides es un corazón arrepentido;
un corazón sincero y noble es lo que quieres.

Sé bueno conmigo y con los otros


y fortalece nuestras vidas indefensas.
A ti nuestra vida dura de cada día te ofrecemos,
para que tú, Dios nuestro, sobre tu altar,
encuentres nuestro don y lo recibas con alegría.

Devuélvenos, te lo pedimos, el gozo y la alegría,


Y toda nuestra vida salte hoy en fiesta.
Somos amigos: olvida el mal que te causamos,
y ayúdanos con tu amistad a convertirnos.

Dinámica: Las llaves que abren para acoger


En el centro se coloca una mesa cubierta con mantel blanco. Todos los que queramos podremos
depositar, dentro de un momento, nuestro llavero sobre la mesa central.
En primer lugar, para que tomemos conciencia de nuestra personalidad y de nuestra intimidad. Las
llaves de casa y de nuestra habitación nos permiten entrar en el calor del hogar, de la intimidad de
nuestra casa. Es algo precioso que todos sentimos muy dentro. Para llegar a ese espacio,
necesitamos experimentar la entrada y salida.

Tras esa puerta invisible, está la sede de nuestro amor, de nuestra fe, de nuestra fraternidad. ¿Esa
puerta la tenemos siempre abierta? ¿Dejamos fácilmente la posibilidad de entrar y salir? ¿La
tenemos cerrada quizá con llave, condicionando el acceso? ¿Tenemos cabida para muchos o para
pocos? ¿A quienes nos gustará de verdad darles acceso?

Podemos depositar ahora nuestras llaves, mientras pensamos en el fondo de nuestro ser, algunas de
las preguntas formuladas.

Todas las viviendas, grandes o pequeñas, tienen una puerta de acceso. Por ella entramos para
encontrarnos dentro de un hogar; por ella salimos, tras haber fraternizado. Hay viviendas a las que
es muy difícil acceder, ya que están cerradas con doble llave.

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Hay otras muchas en las que el acceso resulta sencillo, fácil y familiar. Parece como que superar un
umbral fácil de abrir nos hace descubrir el acceso confiado de las personas que habitan dentro de
ella. Y así mismo, es bastante normal encontrarse con que, a la dificultad para abrir una puerta, se
añade la dificultad para relacionarse con quienes así se encierran. Como si la seguridad exterior
indicara también las barreras interiores que las personas tienen.

Hay personas, que con su mirada, con su fiabilidad, con su sencillez, con su acogida cariñosa,
permiten el acceso a muchas personas, de modo que compartir la cercanía en su interior resulta
riquísima, fraternal, profunda, religiosa, caliente.
Muchas veces, es verdad que la vida nos va endureciendo con sus experiencias críticas. Y poco a
poco, renunciamos a la apertura, renunciamos a seguir dando confianza, y preferimos encerrarnos
solos.
Entonces, no sólo entran muy pocos o nadie dentro de nosotros, sino que también nos alejamos de
la necesidad que tenemos de los demás. Con nuestra soledad, sobreviene la dureza, la frialdad...

En el evangelio resulta enormemente llamativa la actitud de Jesús. Está abierto a la confianza, a la


voluntad y al amor de Dios Padre. Por eso, en él encuentran fácil acceso los niños, los pobres, los
pecadores, los jóvenes, los enfermos, los extranjeros. Todos perciben algo maravilloso en el corazón
de Jesús. Su cercanía hace natural a todos el llegar a Dios Padre. Con Jesús se abren los bienes
divinos (Jn 10, 9); con Él tenemos acceso al Padre (Ef 2, 18); El entrega las llaves del perdón, de la
misericordia y de la alegría Pedro (Mt 16, 19); en su bautismo se abre el cielo (Jn 1, 51); mediante Él
tiene lugar el encuentro pleno entre Dios Padre y la humanidad (Ap 21, 12-27; 22, 14-15).

Intenciones. Las personas que antes depositaron su llavero, vuelven a la mesa, y, al tiempo que
recogen su llavero, libremente expresan una petición.

El amor como servicio a los demás: compartir desde el corazón


El principal signo del cristiano es el AMOR. El amor tiene formas diferentes de hacerse presente en
nuestra vida y una de ellas es el SERVICIO a los DEMÁS, especialmente a los más necesitados.
Cuando amas a otro, al enemigo, al olvidado... surge en ti la necesidad de ayudarle. Es, entonces,
cuando ves más lejos de tu ombligo y quieres compartir tu vida con el otro. Ahora, busca un sitio
tranquilo y lee atentamente el texto. Realiza de nuevo una lectura subrayando, anotando o
señalando todo aquello que más te ha llamado la atención (aunque a veces no sepas por qué te ha
gustado esa frase).

Contemplación guiada del Lavatorio de los


pies
Acá va el texto leído despacio del lavatorio de los
pies.

“Bienaventurado el que
sirve porque sabe amar
como Dios ama.”
Sucedió el lavatorio de los pies cuando acabó la
cena. Jesús se levantó, se quitó los vestidos y se
ciñó un lienzo. Echó agua en una jofaina y se puso
a lavar los pies a los discípulos y luego se los
secaba con el lienzo con que estaba ceñido. Y así a
todos. Llegó el Señor donde Pedro para lavarle los
pies, pero éste le dijo al Maestro: «Señor, ¿Tú me

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lavas a mi los pies?» Jesús le dijo: «Lo que Yo hago no lo entiendes tú ahora. Pero lo entenderás después».
Díjole Pedro: «A mí no me lavarás jamás los pies». Respondiole Jesús: «Si no te lavo, no tendrás parte
conmigo». Dícele Pedro: «Señor, no solamente mis pies, sino también las manos y la cabeza». Cuando acabó
de lavar los pies de los apóstoles, tomó sus vestidos, se sentó de nuevo a la mesa y les dijo: «¿Sabéis lo que
acabo de hacer con vosotros? Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien porque lo soy. Si Yo pues, os
he lavado los pies, siendo vuestro Señor y Maestro, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros.
Porque os he dado ejemplo, para que vosotros hagáis también como Yo he hecho».

"Y mientras celebraban la cena, cuando el diablo ya había sugerido en el corazón de Judas, hijo de
Simón Iscariote, que lo entregara, como Jesús sabía que todo lo había puesto el Padre en sus manos
y que había salido de Dios y a Dios volvía"(Jn) Este es el contraste: la libertad que no quiere amar y
la libertad que se da sin tasa. La conciencia que Cristo tiene de su misión es total. Él sabe su origen
como Hijo engendrado eternamente por el Padre e Hijo de los hombres, cabeza de toda la
humanidad, y sabe que su camino de vuelta al Padre pasa por medio del dolor y del amor, del
servicio como Siervo doliente que ama consiguiendo el perdón.

El ambiente es religioso y solemne. Todos miran a Jesús que hace un signo sorprendente: lavar los
pies de los discípulos.

Jesús "se levantó de la cena, se quitó el manto, tomó una toalla y se la ciñó. Después echó agua en
una jofaina y empezó a lavarles los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que se había
ceñido"(Jn). Momentos antes los discípulos discutían "sobre cuál era el mayor"; no parece una
discusión para situarse más arriba unos que otros, sino para estar más cerca del Maestro. Le querían
mucho y le conocían bien. Se daban cuenta de que quería decirles muchas cosas y también de que
era muy sensible a su cariño. Con el trato, el respeto había aumentado, pero también el amor.
Quieren estar cerca del Señor y se establece una rivalidad amistosa.

Por fin se sientan y se acomodan más o menos a gusto. Y entonces Jesús les muestra el mejor modo
de querer. El orden de la caridad va a ser muy distinto del modo anterior. Jesús ama sirviendo; y,
sirve como lo hace un esclavo a sus señores. La sorpresa debió ser grande, y es precisamente Pedro
quien manifiesta el estupor general. Su temperamento y su amor apasionado a Jesús aparecen de
nuevo: "Señor, ¿tú me vas a lavar a mí los pies?"(Jn). Pedro comprende de manera particular lo
profundo de la humillación del Señor, y se rebela, no la acepta. Pedro percibe la distancia entre un
pecador como él y Jesús. Por eso le cuesta comprender que Jesús se humille tanto.

Es evidente que Jesús quiere revelar el valor de la humildad, del servicio y la necesidad de la
purificación para acceder a la Eucaristía. Pero no se trata de una lección más de las muchas que han
recibido; se trata de una nueva revelación de la intimidad de Dios. Quiere manifestarse como el
Siervo de Yavé que purifica los pecados de todos por la vía del dolor, como dice Isaías. Pedro sabe
que Dios es Amor, pero ver de rodillas el amor humilde de Dios, le parece demasiado. Pedro ama a
Jesús y sabe que el Señor también le ama, pero es consciente de la distancia entre ambos. Tanto el
amor de Pedro como el de Jesús son entrega, pensar en el otro, querer el bien del otro, pero en
Jesús,“el mayor sirve al menor”, hasta el extremo de que Dios sirve al hombre, incluso al hombre
sucio por el pecado, es decir, al hombre que no le ama. Esa es la diferencia y a Pedro le cuesta
aceptarla; se resiste.

La resistencia de Pedro es significativa. A una mirada superficial puede parecer un inconstante,


pues pasa de una afirmación tajante a la contraria en un abrir y cerrar de ojos, pero no es así.
"Respondió Jesús: lo que yo hago no lo entiendes tú ahora, lo comprenderás después. Le dice Pedro:
No me lavarás los pies jamás. Le respondió Jesús: Si no te lavo, no tendrás parte conmigo. Simón
Pedro le replicó: Señor, no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza"(Jn). El Maestro
conoce bien a su discípulo, y le convence con el argumento que más hondo le puede llegar: o

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conmigo o contra mí. Pedro no puede soportar estar alejado del Señor. Su queja y su rebeldía
manifiestan un amor muy grande, pero imperfecto. Es un amor que le oscurece la mirada, no
comprende la grandeza de aquella humillación, ni el significado de aquel servicio. Jesús le disculpa
"lo comprenderás después". Lo comprenderá cuando tenga que amar a otros inferiores a él. Sabrá
algo del amor divino cuando realmente llegue a amar a otros, menos santos, con menos prestigio o
menos autoridad, aprenderá a servir sin ningún ademán de desprecio. Es más, llegará a amar a los
que le desprecien, porque su amor será de un nivel divino. Pero ahora todavía su amor es muy
humano; no es el amor de un verdadero santo, de un hombre de Dios.

Jesús le había dicho "el que se ha bañado no tiene necesidad de lavarse más que los pies, pues todo
él está limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos"(Jn). Y aquel "no todos" se clava como
una flecha en su alma: ¿de quién habla?

Jesús realizó la ceremonia del lavatorio con detenimiento. Los purifica uno a uno en medio de un
silencio tenso. Todos se dejan lavar mientras se examinan.

Y por fin Jesús explica con palabras el significado del signo: "Después de lavarles los pies tomó el
manto, se puso de nuevo a la mesa, y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Señor y
el Maestro os he lavado los pies, vosotros también os debéis lavar los pies unos a otros. Os he dado
ejemplo para que así hagáis vosotros. en verdad, en verdad os digo: no es el siervo más que su
señor, ni el enviado más que el que le envió. Si comprendéis esto y lo hacéis seréis
bienaventurados"(Jn).

Es la última bienaventuranza antes de la Pasión, y como un compendio de las muchas que fue
diciendo a lo largo de su vida pública, además de las ocho del Sermón del Monte: Bienaventurado
el que sirve porque sabe amar como Dios ama.

 ¿Qué sentí?
 ¿Qué parte me gustó más? etc

Jesús te pide sus manos


Como bien sabes, hermano mío, yo pedí muy pocas cosas en mi vida. Pedí una posada, antes de
nacer, pensando, sobre todo, en mi madre. Pedí a Zaqueo que me alojara en su casa, y a otro buen
amigo -prefirió callar su nombre- el salón para celebrar la Pascua. Pedí un par de veces agua para
beber. ¡Ah!, y también pedí un burrito para hacer mi entrada triunfal en Jerusalén, y así no dejar
mal al profeta Zacarías.

No me interesaban las cosas. Me interesaban las personas. Me interesaba, sobre todo, la amistad. No
me cansaba de pedir amigos: amigos que me siguieran, que se unieran a mi causa, que estuvieran
conmigo, que continuaran mi tarea.

Mi petición de hoy va en la misma línea. No os voy a pedir ayuda material, aunque también la
necesito para mis pobres. Tampoco os voy a pedir que dejéis a vuestra familia y vuestros trabajos,
aunque a alguno se lo seguiré pidiendo. Mi petición va dirigida a todos y está al alcance de todos.

Mirad, me paso unas ganas tremendas de seguir «haciendo el bien», pues veo a tanta gente triste y
necesitada. Me muero de pena al ver que muchos niños no sonríen y mueren prematuramente. No
puedo soportar la imagen del joven que camina a la deriva, que quema su vida con cualquier tipo
de droga y se hunde en el infierno del vacío y de la desesperación. Me entristece la estampa del
viejo, al que nadie quiere y que parece estorbar en todas partes. Cada matrimonio que se rompe es

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una cuchillada a mi corazón. No digamos otro tipo de violencias y de guerras. Me rebela el que
unos se aprovechen de los otros, que siga habiendo personas y pueblos sin libertad y sin dignidad.
En fin, no voy a repetir aquí lo que bien sabéis vosotros. Lo que sí quiero deciros es que unas veces
me dan ganas de llorar y otras de coger el látigo.

Y lo que os pido, lo que te pido, es que me prestes tus manos para que con ellas yo pueda seguir
curando, bendiciendo v acariciando. Te pido que me prestes tus pies para que pueda seguir
acudiendo a las llamadas de tantos desvalidos y para correr detrás de los que se descarrían. Te pido
tus labios, para besar a tantos niños y a tantos hambrientos de amor. Te pido tu lengua, para seguir
dando buenas noticias a los pobres y denunciar a los hipócritas y opresores. Te pido tus ojos, para
mirar con ternura y cariño a toda la gente.

Te pido tu rostro, para sonreír a cada uno, para sonreír a pesar de todo, para iluminar todas las
situaciones con mirada de gracia, de paz y de alegría. Estáis tan nerviosos y preocupados, que lo
llenáis todo de angustia. Te pido, en fin, tu corazón, para que yo pueda seguir amando a mi
manera.

Si me los prestas, no hace falta que te desprendas de ellos. Es muy sencillo: utilízalos tú como si
fuesen míos, como si ahora te los prestara yo. Haz tú con ellos lo que estoy deseando hacer yo.

Sonríe. pues, aunque no tengas ganas de hacerlo, pero sabiendo que yo lo quiero. Comparte,
aunque te cueste, pero piensa que yo lo haría. A multiplicar los servicios, aunque te canses, pero
consciente de que yo vine para eso. Ama siempre de la manera que yo lo haría.

Te infundiré mi espíritu, para actuar yo desde ti mismo. Te enseñaré el modo y la manera, te daré la
fuerza y la capacidad. Yo me prolongaré en ti. Tú serás mi instrumento y mi sacramento. Tú y yo
seremos, te lo aseguro, un Dios para el hermano.

Te lo pido por el Amor del Padre, por el dolor de los inocentes, por todo lo que más quieras. En
espera de tu respuesta positiva, te mando un beso de amistad.
Jesús.

Dinámica
El Señor así nos invita a lavarle los pies a nuestros hermanos así como él lavó el de sus mejores amigos. Y
espor eso que hoy necesita de nuestras manos para lavarle los pies a quienes pudo a nuestro lado.

Reflexión

Celebración final

Aca se puede leer el cuento ¿Dónde están las manos de Dios?

Cuando observo el campo sin arar, cuando los aperos de labranza están olvidados, cuando la tierra está
quebrada y abandonada me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?
Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota al débil. Cuando veo al prepotente y pedante,
enriquecerse del ignorante y del pobre, del obrero y del campesino carente de recursos para defender sus
derechos, me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?
Cuando contemplo a esa anciana olvidada, cuando su mirada es nostálgica y balbucea aún palabras
de amor por el hijo que la abandonó, me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?

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Cuando miro a ese joven, antes fuerte y decidido, ahora embrutecido por la droga y el alcohol.
Cuando veo titubeante lo que antes era una inteligencia brillante y ahora con harapos, sin rumbo,
sin destino; me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?
Cuando esa chiquilla que debería soñar en fantasías, la veo arrastrar la existencia y en su rostro se
refleja ya el hastío de vivir, y buscando sobrevivir se pinta la boca y se ciñe el vestido y sale a
vender su cuerpo; me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?
Cuando aquél pequeño a las tres de la madrugada me ofrece su periódico o su miserable cajita de
dulces sin vender. Cuando lo veo dormir en la puerta de un zaguán o debajo de algún puente
titiritando de frío, con unos cuantos periódicos que cubren su frágil cuerpecito. Cuando su mirada
me reclama una caricia, cuando lo veo sin esperanza vagar con la única compañía de un perro
callejero, me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?
Y me enfrento a él y le pregunto: ¿Dónde están tus manos Señor?, para luchar por la justicia, para dar una
caricia, un consuelo al abandonado, rescatar a la juventud de las drogas, dar amor y ternura a los olvidados.
Después de un largo silencio, escuché su voz que me reclamó: ¿No te has dado cuenta que TÚ eres
mis manos?
¡Atrévete a usarlas para lo que fueron hechas, para dar amor y alcanzar las estrellas!
Y entonces comprendí que las manos de Dios somos TÚ y YO.
Nosotros somos los que tenemos la voluntad, el conocimiento y el coraje para luchar por un
mundo más humano y más justo, aquellos cuyos ideales sean más altos que no puedan acudir a la
llamada del destino, aquellos que desafiando el dolor, la crítica, la blasfemia, se reten a sí mismos
para ser las manos de Dios.
Señor, ahora me doy cuenta que mis manos están sin llenar, que no han dado lo que deberían dar.
Te pido perdón por el amor que me diste y que no he sabido compartir. Sé que las debo usar para
amar y conquistar la grandeza de la creación. El mundo necesita esas manos llenas de ideales y
estrellas, cuya obra magna sea contribuir día a día a forjar una civilización. Unas manos que
busquen valores superiores, que compartan generosamente lo que Dios nos ha dado y puedan al
final llegar vacías al cielo porque entregaron todo el amor para el que fueron creadas.

Y entonces Dios seguramente dirá: ESTAS,


¡SON MIS MANOS!

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“Bienaventurado el que sabe darse cuenta de la necesidad


del otro, porque Dios saldrá a su encuentro.”
La multiplicación de los panes: gesto de acogida, compartir y pobreza.

¿Dónde estoy? ¿Dónde está hoy mi corazón?


 ¿Cómo estuvo mi día?
 Podemos empezar con el salmo adapatado “Busco tu rostro, Señor”
 Hay mucha gente que nos dice “Señor queremos ver tu rostro” Jn 12,21
 Volvemos sobre lo visto la semana anterior del servicio

Celebración penitencial

Podemos hacer Oración Eco con este salmo.


SALMO DE UN CORAZÓN HERIDO

Señor ten paciencia conmigo y soporta mis flaquezas;


Espera a que mi corazón cambie y se vuelva a ti
Los problemas los llevo clavados en mi como saetas,
y la vida ha caído sobre mi doblegando mi cabeza;
mi corazón esta manchado y no me siento limpio;
el pecado esta agarrado a mi vida y no encuentro mi libertad.

He pecado Señor, y mis culpas son como un peso duro


que no me deja respirar y me quita la alegría;
me siento herido, me siento llagado, cubierto de cicatrices
A causa de la locura de mi pobre corazón descontrolado.
Arrugado, encorvado, abatido totalmente, Señor,
ando triste y pesaroso todo el día sin encontrar salida.

Están mis espaldas arqueadas por el peso del absurdo;


me miro, y no encentro troza de piel sano en mi cuerpo.
Me siento indefenso, sin coraje, como molido a palos
y mi corazón sangra y hierve hasta estallar de rabia.

A pesar de todo, Señor, mis ojos buscan respuesta en ti,


y de mis problemas y sufrimientos hago grito ante tu rostro.
El corazón me traquetea, las fuerzas me abandonan,
y he perdido la luz y la alegría de mis ojos.

Mis amigos, los de mi casa, los de siempre, Señor,


los siento alejados, distanciados, pardos en mi noche.
He llegado, Señor, a ser tremendamente susceptible a todos.
Hago problema de lo que no encierra dificultad,
y no se vivir en este momento si no me duele algo.

soy como un sordo, Señor, y no escucho a nadie;


soy como un mudo, Señor y no comparto mi situación límite.
Las palabras de los que me quieren bien, se quedan distantes
y me da igual el blanco que el negro: ¿Esto es vida?

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Con todo, aquí estoy, como siempre, y espero en tí;


te has convertido en la respuesta a la sin-respuesta de mi vida.
Tu eres mi Dios, eres mi fuerza, eres mi refugio.
Perdona mi pecado, libérame de los lazos que me atan;
que yo me sienta comprendido por tí, Dios bueno,
y deje de sentirme "el mártir" entre todos los míos.

Mi corazón está herido; mi corazón está roto.


Mi corazón joven se siente golpeado por la no-vida;
Dios mío, acércate al hielo de mis huesos descoyuntados,
y no te quedes lejos, como un espectador que pasa de todo.

Señor, date prisa en auxiliarme; échame una mano pronto,


tú que eres el Dios de mi salvación, el Dios de mi esperanza.
Que tu Espíritu de amor, cure mis heridas y sane mis llagas;
que tu Espíritu de vida, aliente mi corazón cansado y frío.

Alguna dinámica para pedir perdón

Alguna dinámica puede ser tipo barro, ensuciarnos las manos etc
O por ahí otra es una imagen de Jesús, de su cara, en un papel de diario vamos escribiendo algún
pecado en el que me siento reincidente (podemos leer el examen de conciencia sobre las
bienaventuranzas para dar algunas ideas), y lo pego sobre su cara. Así se tapa toda su cara.

 “Alli donde abundo el pecado sobreabundo la gracia”


 “ El arrepentimiento alcanza su plenitud cuando agradecemos por nuestros
pecados”
Por ahí podemos ver que onda la confesión, etc

Canción: Cuando soy débil entonces yo soy fuerte.

La multiplicación de los panes Mt 14

“Bienaventurado el que
sabe darse cuenta de la
necesidad del otro, porque
Dios saldrá a su
encuentro.”
Tras el retiro, al nordeste del lago,
probablemente en Banias, en las fuentes del
Jordán, alejados del poder del rey sangriento,
vuelven a Cafarnaúm.

Las gentes no han estado quietas. Ha crecido


la fama del maestro. Le buscan muchos, que
vienen de todas partes. unos por su poder de
curar, otros por oírle, otros por una fe
incipiente. Jesús al verlos se compadeció
porque "andaban como ovejas sin pastor, y se
puso a enseñar. Como avanzase la hora, se le

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acercaron los discípulos y le dijeron: Este sitio es desierto y ya es muy tarde: Despídelos para que
vayan a los campos y aldeas vecinas y se compren algo para comer" (Mc). A Jesús y a los que le
escuchan se les ha pasado el tiempo volando. Habla, enseña, cura, consuela, abre horizontes, actúa
como buen pastor. Pero el tiempo pasa y hay que comer; se hace de noche y hay que ser prácticos.
"Jesús les dijo: "No hace falta que vayan; dadles vosotros de comer". Ellos contestaron: No tenemos
más que cinco panes y dos peces" (Mc), que eran de un muchacho que estaba por allí.

"Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia él una gran muchedumbre, dijo a Felipe: ¿Dónde
compraremos pan para que coman éstos? Lo decía para probarle, pues él sabía lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno coma un poco. Uno
de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí hay un muchacho que tiene
cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es esto para tantos?"(Jn)

Evidentemente, no pueden dar de comer a tanta gente; ni ellos mismos pueden alimentarse. Jesús
ve que es el momento oportuno para un signo grande. Y "dijo: Haced sentar a la gente. En aquel
lugar había mucha hierba. Se sentaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Jesús tomó
los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban sentados, e igualmente les dio de
los peces cuanto quisieron. Cuando se saciaron, dijo a sus discípulos: Recoged los trozos que han
sobrado para que nada se pierda. Entonces los recogieron, y llenaron doce cestos con los trozos de
los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido"(Jn)

Era cinco mil hombres; contando mujeres y niños se puede multiplicar por tres o cuatro resultando
el número bastante elevado. Se necesitan muchos kilos de pan para dar de comer a tantos. Jesús
toma la ofrenda humilde y generosa del muchacho, y parte el pan. Al darlo, y volver a tomar el pan
para partirlo, permanece la misma cantidad, así hasta los miles de panes para todos que coman
hasta hartarse. Igualmente con los peces. La gente come, están saciados, se preguntan de dónde ha
venido tanto pan si nada tenían. Y corre la voz del nuevo milagro. Sobran doce canastos llenos, hay
pan en abundancia. El entusiasmo se hace visible. "Aquellos hombres, viendo el milagro que Jesús
había hecho, decían: este es verdaderamente el Profeta que viene al mundo. Jesús, conociendo que
iban a venir para llevárselo y hacerlo rey, se retiró de nuevo al monte él solo"(Jn).

No quiere Jesús el éxito engañoso de ser elevado a la categoría de rey temporal. Él lo podría hacer
mejor que cualquiera de los gobernanates de los pueblos de cualquier tiempo, pero su reino es
espiritual: viene a liberar de la esclavitud del pecado y del diablo, bastante más difícil que
conseguir un buen abastecimiento de pan. No va a ser fácil convencer a los que están exaltados. Y
se va, diciendo a los suyos que se marchen a la otra orilla del lago, a Betsaida Julia, y despide a la
gente.

Inmediatamente después Jesús mandó a los discípulos que subieran a la barca y que se adelantaran
a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, despedida la multitud, subió al monte a orar a
solas; y después de anochecer permanecía él solo allí. Entretanto la barca estaba ya alejada de tierra
muchos estadios, batida por las olas, porque el viento le era contrario. En la cuarta vigilia de la
noche vino hacia ellos caminando sobre el mar. Cuando le vieron los discípulos caminando sobre el
mar, se turbaron y decían: Es un fantasma; y llenos de miedo empezaron a gritar. Pero al instante
Jesús comenzó a decirles: Tened confianza, soy yo, no temáis. Entonces Pedro le respondió: Señor,
si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. El le dijo: Ven. Y Pedro, bajando de la barca,
comenzó a andar sobre las aguas hacia Jesús. Pero al ver que el viento era tan fuerte se atemorizó y,
al empezar a hundirse, gritó diciendo: ¡Señor, sálvame! Al punto Jesús extendiendo su mano, lo
sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? Y cuando subieron a la barca cesó el
viento. Los que estaban en la barca le adoraron diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios"(Mt).

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Ha dejado claro su poder sobre la materia del pan y de los peces. Después manifiesta su poder
sobre su propio cuerpo caminando sobre las aguas. La fe va creciendo en los apóstoles, y
adorándole dicen: "verdaderamente eres Hijo de Dios"(Mt); es como un despertar, pues "no habían
entendido lo de los panes pues su entendimiento estaba embotado" (Mc).

"Terminada la travesía llegaron a tierra a la altura de Genesaret. Al reconocerlo los hombres de


aquel lugar mandaron aviso a toda la comarca y le trajeron todos los enfermos, y le suplicaban
poder tocar aunque sólo fuera el borde su manto; y todos aquellos que lo tocaron quedaron sanos"
(Mt).

Canción: Quiero ser pan para el hambre ser el pan de mi pueblo y construir el escándalo de
compartir.

 ¿Qué sentí?
 ¿Qué parte me gustó más? etc

¿Que me pide Jesús ahora?

 Puede haber algún cuento o dinámica de abandonarse en las manos de Jesús como el chico que
le da lo unico que tiene mucho o poco para que Dios lo convierta en algo mejor.
Por ahí aca se podria leer la Pasión según Mbanza.

Pobreza
Soberbia
Aceptación
Poder ver a Jesús en el otro (en mi comunidad, a quienes visito)
Amar: darse a sí mismo y suscitar en los demás actos de amor
Modo de Dios para manifestarse

Dinámica

Reflexión

 Denles ustedes mismos de comer.


 Les dio cinco panes y dos peces. Todo lo que tenía para que Dios lo compartiera. Se dejo estar
en las manos de Dios.
 Al igual que en la última cena Jesús decide bendecir, partir y compartir el pan con quienes más
quiere: sus apóstoles y quienes los seguían. El mismo que decidió hacerse pan para quedarse así
con nosotros. Un gesto que ya parece normal a nosotros porque lo vivimos todos los domingos
en misa.
 Hay muchas veces que un simple gesto desde el corazón hace muchísimo.

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 Puede ser también el texto “Descalzarse para entrar en el otro” de Descalzo. Acá habla de cómo
predisponernos a escuchar al otro, que actitud debemos tomar. El corazón como lugar sagrado.
La comodidad y el temor me impiden entrar en el otro.

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